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REFORMA UNIVERSITARIA DE 1918

La Juventud Argentina de Córdoba a los hombres libres de Sudamérica

Manifiesto de Córdoba

21 de junio de 1918
Tomado de Federación Universitaria de Buenos Aires

Hombres de una República libre, acabamos de romper la última cadena que, en pleno
siglo XX, nos ataba a la antigua dominación monárquica y monástica. Hemos resuelto
llamar a todas las cosas por el nombre que tienen. Córdoba se redime. Desde hoy
contamos para el país una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que quedan
son las libertades que faltan. Creemos no equivocarnos, las resonancias del corazón nos
lo advierten: estamos pisando sobre una revolución, estamos viviendo una hora
americana.

La rebeldía estalla ahora en Córdoba y es violenta porque aquí los tiranos se habían
ensoberbecido y era necesario borrar para siempre el recuerdo de los
contrarrevolucionarios de Mayo. Las universidades han sido hasta aquí el refugio
secular de los mediocres, la renta de los ignorantes, la hospitalización segura de los
inválidos y —lo que es peor aún— el lugar donde todas las formas de tiranizar y de
insensibilizar hallaron la cátedra que las dictara. Las universidades han llegado a ser así
fiel reflejo de estas sociedades decadentes que se empeñan en ofrecer el triste
espectáculo de una inmovilidad senil. Por eso es que la ciencia frente a estas casas
mudas y cerradas, pasa silenciosa o entra mutilada y grotesca al servicio burocrático.
Cuando en un rapto fugaz abre sus puertas a los altos espíritus es para arrepentirse luego
y hacerles imposible la vida en su recinto. Por eso es que, dentro de semejante régimen,
las fuerzas naturales llevan a mediocrizar la enseñanza, y el ensanchamiento vital de
organismos universitarios no es el fruto del desarrollo orgánico, sino el aliento de la
periodicidad revolucionaria.

Nuestro régimen universitario —aún el más reciente— es anacrónico. Está fundado


sobre una especie de derecho divino; el derecho divino del profesorado universitario. Se
crea a sí mismo. En él nace y en él muere. Mantiene un alejamiento olímpico. La
federación universitaria de Córdoba se alza para luchar contra este régimen y entiende
que en ello le va la vida. Reclama un gobierno estrictamente democrático y sostiene que
el demos universitario, la soberanía, el derecho a darse el gobierno propio radica
principalmente en los estudiantes. El concepto de autoridad que corresponde y
acompaña a un director o a un maestro en un hogar de estudiantes universitarios no
puede apoyarse en la fuerza de disciplinas extrañas a la sustancia misma de los estudios.
La autoridad, en un hogar de estudiantes, no se ejercita mandando, sino sugiriendo y
amando: enseñando.

Si no existe una vinculación espiritual entre el que enseña y el que aprende, toda
enseñanza es hostil y por consiguiente infecunda. Toda la educación es una larga obra
de amor a los que aprenden. Fundar la garantía de una paz fecunda en el artículo
conminatorio de un reglamento o de un estatuto es, en todo caso, amparar un régimen
cuartelario, pero no una labor de ciencia. Mantener la actual relación de gobernantes a
gobernados es agitar el fermento de futuros trastornos. Las almas de los jóvenes deben
ser movidas por fuerzas espirituales. Los gastados resortes de la autoridad que emana de
la fuerza no se avienen con lo que reclaman el sentimiento y el concepto moderno de las
universidades. El chasquido del látigo sólo puede rubricar el silencio de los
inconscientes o de los cobardes. La única actitud silenciosa, que cabe en un instituto de
ciencia es la del que escucha una verdad o la del que experimenta para crearla o
comprobarla.

Por eso queremos arrancar de raíz en el organismo universitario el arcaico y bárbaro


concepto de autoridad que en estas casas de estudio es un baluarte de absurda tiranía y
sólo sirve para proteger criminalmente la falsa dignidad y la falsa competencia. Ahora
advertimos que la reciente reforma, sinceramente liberal, aportada a la Universidad de
Córdoba por el doctor José Nicolás Matienzo no ha inaugurado una democracia
universitaria; ha sancionado el predominio de una casta de profesores. Los intereses
creados en torno de los mediocres han encontrado en ella un inesperado apoyo. Se nos
acusa ahora de insurrectos en nombre de un orden que no discutimos, pero que nada
tiene que hacer con nosotros. Si ello es así, si en nombre del orden se nos quiere seguir
burlando y embruteciendo, proclamamos bien alto el derecho a la insurrección.
Entonces la única puerta que nos queda abierta a la esperanza es el destino heroico de la
juventud. El sacrificio es nuestro mejor estímulo; la redención espiritual de las
juventudes americanas nuestra única recompensa, pues sabemos que nuestras verdades
lo son —y dolorosas— de todo el continente. ¿Que en nuestro país una ley —se dice—,
la ley de Avellaneda, se opone a nuestros anhelos? Pues a reformar la ley, que nuestra
salud moral lo está exigiendo.

La juventud vive siempre en trance de heroísmo. Es desinteresada, es pura. No ha tenido


tiempo aún de contaminarse. No se equivoca nunca en la elección de sus propios
maestros. Ante los jóvenes no se hace mérito adulando o comprando. Hay que dejar que
ellos mismos elijan sus maestros y directores, seguros de que el acierto ha de coronar
sus determinaciones. En adelante, sólo podrán ser maestros en la república universitaria
los verdaderos constructores de almas, los creadores de verdad, de belleza y de bien.

Los sucesos acaecidos recientemente en la Universidad de Córdoba, con motivo de la


elección rectoral, aclaran singularmente nuestra razón en la manera de apreciar el
conflicto universitario. La federación universitaria de Córdoba cree que debe hacer
conocer al país y a América las circunstancias de orden moral y jurídico que invalidan
el acto electoral verificado el 15 de junio. Al confesar los ideales y principios que
mueven a la juventud en esta hora única de su vida, quiere referir los aspectos locales
del conflicto y levantar bien alta la llama que está quemando el viejo reducto de la
opresión clerical. En la Universidad Nacional de Córdoba y en esta ciudad no se han
presenciado desórdenes; se ha contemplado y se contempla el nacimiento de una
verdadera revolución que ha de agrupar bien pronto bajo su bandera a todos los
hombres libres del continente. Referiremos los sucesos para que se vea cuánta razón nos
asistía y cuánta vergüenza nos sacó a la cara la cobardía y la perfidia de los
reaccionarios. Los actos de violencia, de los cuales nos responsabilizamos íntegramente,
se cumplían como en el ejercicio de puras ideas. Volteamos lo que representaba un
alzamiento anacrónico y lo hicimos para poder levantar siquiera el corazón sobre esas
ruinas. Aquellos representan también la medida de nuestra indignación en presencia de
la miseria moral, de la simulación y del engaño artero que pretendía filtrarse con las
apariencias de la legalidad. El sentido moral estaba obscurecido en las clases dirigentes
por un fariseísmo tradicional y por una pavorosa indigencia de ideales.

El espectáculo que ofrecía la asamblea universitaria era repugnante. Grupos de amorales


deseosos de captarse la buena voluntad del futuro rector exploraban los contornos en el
primer escrutinio, para inclinarse luego al bando que parecía asegurar el triunfo, sin
recordar la adhesión públicamente empeñada, el compromiso de honor contraído por los
intereses de la universidad. Otros —los más— en nombre del sentimiento religioso y
bajo la advocación de la Compañía de Jesús, exhortaban a la traición y al
pronunciamiento subalterno. (¡Curiosa religión que enseña a menospreciar el honor y
deprimir la personalidad! ¡Religión para vencidos o para esclavos!). Se había obtenido
una reforma liberal mediante el sacrificio heroico de una juventud. Se creía haber
conquistado una garantía y de la garantía se apoderaban los únicos enemigos de la
reforma. En la sombra los jesuitas habían preparado el triunfo de una profunda
inmoralidad. Consentirla habría comportado otra traición. A la burla respondimos con la
revolución. La mayoría representaba la suma de la represión, de la ignorancia y del
vicio. Entonces dimos la única lección que cumplía y, espantamos para siempre la
amenaza del dominio clerical.

La sanción moral es nuestra. El derecho también. Aquellos pudieron obtener la sanción


jurídica, empotrarse en la ley. No se lo permitimos. Antes de que la iniquidad fuera un
acto jurídico, irrevocable y completo, nos apoderamos del salón de actos y arrojamos a
la canalla, sólo entonces amedrentada, a la vera de los claustros. Que esto es cierto, lo
patentiza el hecho de haber, a continuación, sesionado en el propio salón de actos la
federación universitaria y de haber firmado mil estudiantes sobre el mismo pupitre
rectoral, la declaración de huelga indefinida.

En efecto, los estatutos reformados disponen que la elección de rector terminará en una
sola sesión, proclamándose inmediatamente el resultado, previa lectura de cada una de
las boletas y aprobación del acta respectiva. Afirmamos, sin temor de ser rectificados,
que las boletas no fueron leídas, que el acta no fue aprobada, que el rector no fue
proclamado, y que, por consiguiente, para la ley, aún no existe rector de esta
universidad.

La juventud universitaria de Córdoba afirma que jamás hizo cuestión de nombres ni de


empleos. Se levantó contra un régimen administrativo, contra un método docente,
contra un concepto de autoridad. Las funciones públicas se ejercitaban en beneficio de
determinadas camarillas. No se reformaban ni planes ni reglamentos por temor de que
alguien en los cambios pudiera perder su empleo. La consigna de «hoy para ti, mañana
para mí», corría de boca en boca y asumía la preeminencia de estatuto universitario. Los
métodos docentes estaban viciados de un estrecho dogmatismo, contribuyendo a
mantener a la universidad apartada de la ciencia y de las disciplinas modernas. Las
elecciones, encerradas en la repetición interminable de viejos textos, amparaban el
espíritu de rutina y de sumisión. Los cuerpos universitarios, celosos guardianes de los
dogmas, trataban de mantener en clausura a la juventud, creyendo que la conspiración
del silencio puede ser ejercitada en contra de la ciencia. Fue entonces cuando la oscura
universidad mediterránea cerró sus puertas a Ferri, a Ferrero, a Palacios y a otros, ante
el temor de que fuera perturbada su plácida ignorancia. Hicimos entonces una santa
revolución y el régimen cayó a nuestros golpes.
Creímos honradamente que nuestro esfuerzo había creado algo nuevo, que por lo menos
la elevación de nuestros ideales merecía algún respeto. Asombrados, contemplamos
entonces cómo se coaligaban para arrebatar nuestra conquista los más crudos
reaccionarios.

No podemos dejar librada nuestra suerte a la tiranía de una secta religiosa, ni al juego de
intereses egoístas. A ellos se nos quiere sacrificar. El que se titula rector de la
Universidad de San Carlos ha dicho su primera palabra: «Prefiero antes de renunciar
que quede el tendal de cadáveres de los estudiantes». Palabras llenas de piedad y de
amor, de respeto reverencioso a la disciplina; palabras dignas del jefe de una casa de
altos estudios. No invoca ideales ni propósitos de acción cultural. Se siente custodiado
por la fuerza y se alza soberbio y amenazador. ¡Armoniosa lección que acaba de dar a la
juventud el primer ciudadano de una democracia universitaria! Recojamos la lección,
compañeros de toda América; acaso tenga el sentido de un presagio glorioso, la virtud
de un llamamiento a la lucha suprema por la libertad; ella nos muestra el verdadero
carácter de la autoridad universitaria, tiránica y obcecada, que ve en cada petición un
agravio y en cada pensamiento una semilla de rebelión.

La juventud ya no pide. Exige que se le reconozca el derecho a exteriorizar ese


pensamiento propio en los cuerpos universitarios por medio de sus representantes. Está
cansada de soportar a los tiranos. Si ha sido capaz de realizar una revolución en las
conciencias, no puede desconocérsele la capacidad de intervenir en el gobierno de su
propia casa.

La juventud universitaria de Córdoba, por intermedio de su federación, saluda a los


compañeros de América toda y les incita a colaborar en la obra de libertad que inicia.

Enrique F. Barros, Horacio Valdés, Ismael C. Bordabehere, presidentes — Gumersindo


Sayago — Alfredo Castellanos — Luis M. Méndez — Jorge L. Bazante — Ceferino
Garzón Maceda — Julio Molina — Carlos Suárez Pinto — Emilio R. Biagosh — Angel
J. Nigro — Natalio J. Saibene — Antonio Medina Allende — Ernesto Garzón

¿Que es la reforma universitaria?

es el nombre que recibe un movimiento político-cultural promovido por el movimiento


estudiantil que se inició en 1918 en la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina) y
que se extendió por toda América Latina y en menor medida España y otros países. En
un sentido genérico Reforma universitaria es el nombre que corresponde a la reforma de
las estructuras, contenidos y fines de la universidad y del sistema de enseñanza.

Algunos investigadores han vinculado el movimiento de Reforma Universitaria


latinoamericano, sobre todo el ocurrido en los años 1960, con el Mayo francés de 1968,
y el movimiento pacifista y por la libertad de expresión (free speech movement) que
tuvo su epicentro en la década de 1960 en la acción de los estudiantes de la Universidad
de Berkeley y otras universidades norteamericanas.
El término "reformista" se utiliza para designar a las organizaciones y personas que
adhieren a los principios de la Reforma Universitaria. La Reforma Universitaria ha
impactado en varias generaciones de activistas, escritores, intelectuales, científicos,
artistas y políticos, que han adherido a sus principios de democratización de la cultura y
la enseñanza.

Historia

En un sentido amplio puede decirse que el movimiento de Reforma Universitaria tiene


su raíz en la aparición misma de la universidad europea medieval, organizada como
comunidad (universitas) de estudiantes y maestros.

El papel principal que han tenido los estudiantes en el modelo de universidad europea,
trasplantado luego a América Latina por el Imperio Español, originó una dinámica
estudiantil interna que generó inumerables movimientos de protesta y rebelión juvenil.

Antecedentes: el movimiento de enseñanza libre

En la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del siglo XX, relacionado con la
generalización de la democracia por medio de la conquista del sufragio universal,
emergió una corriente educativa que replanteaba las tradicionales relaciones de
autoridad en la educación y la enseñanza, para poner el acento en el protagonismo del
estudiante.

En el mundo hispanoamericano, fue la Institución Libre de Enseñanza, inspirada por


Francisco Giner de los Ríos, la que impulsaría una dinámica de reforma educativa a
partir de la idea de libertad. Paralelamente, el surgimiento del modernismo, una
corriente literaria iniciada en América Hispana con (Rubén Darío) concretaba un
proceso de descolonización de la lengua española que tendría importantes
consecuencias culturales, trascendiendo las fronteras de los meramente literario.

En esas condiciones, a comienzos del siglo XX, los estudiantes universitarios de


América Latina comenzaron a crear sus propias organizaciones. Aparecieron los centros
de estudiantes y las federaciones universitarias que los agruparon. Estas organizaciones
estudiantiles adoptaron un esquema de asociativo y de acción similar al de los
sindicatos, recurriendo incluso en forma sistemática a la "huelga estudiantil".

La Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECh), fundada en 1906, fue


la primera organización nacional en aparecer.

En la Universidad Nacional de La Plata, en Argentina, se realizó una moderada reforma


universitaria en 1905.

La Reforma Universitaria latinoamericana


El "grito" de Córdoba
Artículo principal: Reforma Universitaria (Argentina)
En 1918 los estudiantes de la Universidad Nacional de Córdoba iniciaron una huelga
universitaria en reclamo de profundas reformas universitarias, que se convirtió
rápidamente en un amplio movimiento en todo el país y en América Latina, con cierto
impacto también en España y Estados Unidos.

En aquel momento la Federación Universitaria de Córdoba hizo público el Manifiesto


Liminar que luego se convertiría en el documento básico de la Reforma Universitaria.

El movimiento de Reforma Universitaria se extendió por toda América Latina y se


volvió un verdadero movimiento continental y mundial. En el marco del movimiento de
Reforma Universitaria en América Latina, en 1921 se realiza en México, el Primer
Congreso Internacional de Estudiantes que va a crear la Organización Internacional de
Estudiantes.

La Reforma Universitaria tiene también conexiones históricas con otros movimientos


estudiantiles y juveniles, aunque sus antecedentes están muchas veces ubicados en la
reforma de Córdoba de 1918:

Las revueltas estudiantiles en Estados Unidos en las décadas de 1960 y 1970


El Mayo francés de 1968

Los reformistas
El término reformista se utiliza para designar a las organizaciones y personas que
adhieren a los principios de la Reforma Universitaria.

La Reforma Universitaria ha impactado en varias generaciones de activistas, escritores,


intelectuales, científicos, artistas y políticos.

Presidentes latinoamericanos
Varios presidentes latinoamericanos han sido activistas o estado íntimamente
vinculados con el movimiento de Reforma Universitaria:

Arturo Frondizi (Argentina)


Raúl Alfonsín (Argentina)
Juan José Arévalo (Guatemala)
Fernando Henrique Cardoso (Brasil)
Rómulo Betancourt (Venezuela)
Salvador Allende (Chile)
Ricardo Lagos (Chile)
Fidel Castro (Cuba)
Carlos Prío Socarrás (Cuba)
José Batlle y Ordoñez (Uruguay)

Maestros de la Juventud
El movimiento de la Reforma Universitaria ha tenido la costumbre de asignar a algunos
intelectuales el título de "Maestros de la Juventud":

José Ingenieros
Alfredo Palacios
Miguel de Unamuno,
José Martí
José Vasconcelos Calderón
José Enrique Rodó
Manuel González Prada

Activistas y personalidades reformistas


Algunos reformistas destacados han sido:

*En Argentina: Deodoro Roca, Gabriel del Mazo, Julio V. González, Alejandro Korn,
Homero Manzi, Aníbal Ponce, Sergio Bagú, Guillermo Estévez Boero, Gregorio
Klimovsky, Manuel Sadosky, Julio Godio, José Babini, Gregorio Bermann, Oscar
Alende, Santiago Pampillón, Ernesto Sábato, Hermes Binner, Ricardo Rojas, Juan
Filloy, Federico Storani.

*En Bolivia: Edgar Millares Reyes,

*En Brasil: Darcy Ribeiro; Josué de Castro

*En Chile: Domingo Gómez Rojas, Jorge Millas Jiménez, Alfredo Demaría, Santiago
Labarca, Amanda Labarca, Salvador Allende, Ricardo Lagos, Pablo Neruda (Premio
Nóbel), Daniel Schweitzer, Juan Gandulfo, Fernando García Oldini, M. J. Montenegro,
José Santos González Vera, Enrique Kirberg

*En Colombia: Germán Arciniegas,

*En Costa Rica: Rodrigo Facio, Isaac Felipe Azofeifa

*En Cuba: Julio Antonio Mella, Juan Antonio Rubio Padilla, Eduardo Chibás, Carlos
Prío Socarrás, José Antonio Echevarría, Fidel Castro,

*En España: Luis Jiménez de Asúa,

*En Guatemala: Miguel Angel Asturias (Premio Nobel), Juan José Arévalo

*En México: Jesús Silva Herzog, Alfonso Reyes Ochoa,

*En Perú: Víctor Raúl Haya de la Torre, José Carlos Mariátegui, Víctor Andrés
Belaunde, Luis Alberto Sánchez, Liber Arce,

*En República Dominicana: Pedro Henríquez Ureña

*En Uruguay: Carlos Quijano, José P. Cardozo, Germán Rama, Carlos M. Rama,
Emilio Frugoni, Liber Arce,

*En Venezuela: Carlos D'Ascoli, Raúl Leoni, Rómulo Betancourt, Pío Tamayo, Jovito
Villalba,
Principios de la Reforma Universitaria
Los principios fundamentales de la Reforma Universitaria son:

Autonomía universitaria
Cogobierno
Extensión universitaria
Acceso por concursos y periodicidad de las cátedras
Libertad de cátedra, cátedra paralela y cátedra libre
Acceso masivo y gratuito
Vinculación de docencia e investigación
Inserción en la sociedad y rol de la universidad
Solidaridad latinoamericana e internacional
Unidad obrero-estudiantil

Autonomía universitaria

El principio de autonomía universitaria sostiene que la universidad debe ser autónoma y


auto-gobernada, eligiendo su propio gobierno sin injerencia del poder político, y
dándose sus propios estatutos y programas de estudio. La autonomía universitaria está
fundada en la necesidad de evitar que los vaivenes del poder político se traduzcan en
cambios arbitrarios de la vida y las autoridades universitarias. Un aspecto secundario
aunque de gran importancia es que la autonomía universitaria suele implicar la
inviolabilidad de los edificios universitarios por parte de las fuerzas de seguridad.

La autonomía universitaria es un antiguo principio de organización de las más antiguas


universidades europeas: las universidades de Bolonia (siglo XI), París (siglo XII),
Oxford (siglo XII), Salamanca (1243), Cambridge (siglo XIII), se organizaron sobre
principios de autonomía. La idea de autonomía universitaria es llevada por España a sus
universidades coloniales en América.

En muchos países del mundo las universidades son autónomas:

Argentina: la autonomía universitaria fue reconocida por primera vez en 1919, como
consecuencia del movimiento de Reforma Universitaria que se había iniciado en
Córdoba el año anterior. Los gobiernos militares tendieron a intervenir las universidades
y anular su autonomía; el hecho conocido como la Noche de los bastones largos de 1966
sucedió cuando el régimen militar dirigido por Onganía decidió anular la autonomía
universitaria. Desde 1983 las universidades públicas argentinas son autónomas y en
1994 la autonomía universitaria y su autarquía financiera, fue garantizada en la
Constitución (art. 75, inciso 19).
Bolivia: la autonomía universitaria fue establecida en 1931 como consecuencia del
movimiento de Reforma Universitaria impulsado por el movimiento estudiantil y los
docentes.
Costa Rica: La Constitución de 1949 establece el principio de autonomía universitaria.
Chile: la autonomía universitaria fue reconocida en 1931.
México: la autonomía universitaria fue establecida en 1929 y garantizada por la
Constitución en 1979.
República Dominicana: en 1961 se dota a la Universidad de Santo Domingo de
autonomía, con lo que pasa a llamarse "Universidad Autónoma de Santo Domingo". En
1962, se eligieron las primeras autoridades bajo el régimen de la autonomía.
Perú: la autonomía universitaria fue establecida por primera vez en 1920 como
consecuencia de la presión ejercida por el movimiento estudiantil peruano. Con
posterioridad ha sido anulada en reiteradas oportunidades hasta ser garantizada en la
Constitución (art. 18) a partir de 1979.
Uruguay: se establece la autonomía universitaria en 1958 por ley. En octubre 1973 el
gobierno dictatorial de Bordaberry interviene la Universidad. En setiembre de 1983 se
realiza una histórica "Marcha del Estudiante" bajo el lema de "fuera la intervención:
autonomía y cogobierno". Desde 1984 la universidad es autónoma.
Venezuela: se producen graves conflictos entre 1949 y 1951 debido a la falta de
autonomía universitaria en la Universidad de los Andes y la Universidad Central de
Venezuela (UCV) y las otras grandes universidades del país. En 1958 se sanciona la
Ley de Universidades que reconoce la autonomía universitaria plena (art. 9) y la
inviolabilidad de sus recintos por ningún organismo de seguridad del estado. En 1969,
Rafael Caldera allana la UCV con el pretexto de la existencia de violencia. Sólo hasta
1999 (Gobierno de Hugo R. Chávez F.) es reconocida constitucionalmente la autonomía
universitaria en la Constitución Bolivariana de Venezuela

Cogobierno

El principio de cogobierno alude al gobierno compartido de la universidad por parte de


los diferentes sectores de la comunidad universitaria. El reclamo tradicional de la
Reforma Universitaria es el cogobierno igualitario por parte de docentes, graduados y
estudiantes. Algunas organizaciones estudiantiles reformistas proponen incluir también
a los no docentes.

El cogobierno tiene sus raíces en las universidades medievales que estaban auto-
organizadas a partir de los claustros de estudiantes, graduados y docentes que
integraban la comunidad universitaria.

• Argentina: el cogobierno fue establecido por primera vez en 1919, como


consecuencia del movimiento de Reforma Universitaria que se había iniciado en
Córdoba el año anterior. En varias oportunidades fue anulado. Desde 1983 las
universidades públicas argentinas son cogobernadas por estudiantes, graduados
y docentes (y en ciertos casos no-docentes).
• Chile: Desde 1968 y como resultado de las demandas estudiantiles la elección
del rector y demás autoridades (decanos) se realizada por claustro pleno
(docentes, estudiantes y no docentes) en todas las universidades, medida
suspendida después del 11 de septiembre de 1973 por el gobierno militar, que
procede a designar los Rectores y demás autoridades
• Perú: La Constitución (art. 18) define que "la universidad es la comunidad de
profesores, alumnos y graduados" y que "participan en ella los representantes..."
• Uruguay: En 1908 la Asociación de Estudiantes del Uruguay logra la
representación estudiantil en los consejos universitarios, por primera vez en
América.
• Venezuela: En 1946 se estableció por primera vez la representación de los
estudiantes en el Consejo Universitario, los Consejos de Facultad y las
Asambleas de Facultad.
Extensión universitaria

Con el principio de extensión universitaria se pretende "extender" la presencia de la


universidad en la sociedad y relacionarla íntimamente con el pueblo.

Las universidades "reformistas", al igual que los Centros de Estudiantes, suelen tener
secretarías de extensión universitaria dedicadas plenamente a llevar los conocimientos
universitarios a la sociedad, así como a incorporar a la sociedad a la dinámica
universitaria. Exitosos centros culturales como el Centro Cultural Ernesto Sábato de la
Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, el Centro Cultural Ricardo Rojas de la
Facultad de Psicología de la UBA, y las Universidades González Prada de Perú, son
ejemplos de extensión universitaria.

Acceso por concursos y periodicidad de las cátedras

La Reforma Universitaria sostuvo desde un inicio la necesidad de que las cátedras sean
ocupadas por concursos de oposición y antecedentes, y revalidadas periódicamente
(periodicidad de la cátedra).

Libertad de cátedra, cátedra paralela y cátedra libre


Véase también libertad académica

Estos tres principios están inseparablemente vinculados:

• El principio de libertad de cátedra sostiene que cada cátedra tiene completa


libertad para investigar y enseñar, y no puede ser supervisada académicamente.
• La cátedra paralela sostiene la necesidad de que existan múltiples opciones para
los estudiantes, quienes a su vez deben poder elegir entre ellas libremente.
• La cátedra libre es el derecho de todo intelectual, científico, o artista, con
idoneidad suficiente, a tener una cátedra para difundir su conocimiento.

El fundamento y objetivo de estos tres principios es garantizar que en la Universidad


estén presentes todas las corrientes del pensamiento y las tendencias de carácter
científico y social, sin censuras ni prejuicios de ningún tipo.

Gratuidad y acceso masivo

La Reforma Universitaria propone un amplio acceso a la universidad por parte de la


población, y una especial atención a las dificultades para ingresar que puedan encontrar
los trabajadores y los sectores con menor poder adquisitivo.

En ese marco muchas organizaciones reformistas defienden la necesidad de que la


educación en las universidades públicas sea gratuita, sin arancelamiento de ningún tipo.
También suelen pronunciarse en contra de los "exámenes de ingreso" y otros
procedimientos que son considerados como "limitacionistas".

Vinculación de docencia e investigación


La Reforma Universitaria promueve que la investigación científica sea realizada dentro
de las universidades y que los investigadores transmitan sus conocimientos originales al
resto de la comunidad universitaria y a la sociedad, por medio de la enseñanza.

Típicamente los gobiernos militares tendieron a separar y mantener aislada a la


universidad de los centros de investigación.

Inserción en la sociedad y rol de la universidad

La Reforma Universitaria ha puesto de manifiesto la necesidad de precisar el rol de la


universidad con el fin de que esta atienda las necesidades y problemas de la sociedad en
que se encuentra inserta.

Solidaridad latinoamericana e internacional

Desde sus orígenes la Reforma Universitaria ha puesto de manifiesto una preocupación


importante por los asuntos latinoamericanos, por promover la solidaridad entre los
distintos países de América Latina, y por encontrar formas de unidad entre las
organizaciones y universidades latinoamericanas.

El Manifiesto Liminar de la Reforma Universitaria comienza con la frase: "La Juventud


Argentina de Córdoba a los Hombres Libres de Sudamérica...".

El fuerte acento que la Reforma Universitaria ha puesto en promover formas de


solidaridad latinoamericana, no le ha impedido desarrollar acciones orientadas a una
amplia solidaridad y organización internacional.

En 1921 se organizó el Primer Congreso de Internacional de Estudiantes en la Ciudad


de México; de esa reunión surgió la Federación Internacional de Estudiantes. En 1925
se organizó, también en México, el Primer Congreso de Estudiantes Iberoamericanos.
Allí fueron declarados "maestros de la juventud" Alfredo Palacios, Miguel de
Unamuno, José Ingenieros, José Martí y José Vasconcelos Calderón.

En 1937, se organizó en Santiago de Chile el Primer Congreso Latinoamericano de


Estudiantes. En 1957 se organizó el Segundo Congreso Latinoamericano de Estudiantes
en la ciudad de La Plata (Argentina).

Unidad obrero-estudiantil

La Reforma Universitaria promueve el principio de unidad obrero-estudiantil. Ello ha


llevado a que, en toda América Latina, el movimiento estudiantil y el movimiento
obrero mantengan estrechas relaciones, apoyándose mutuamente en sus reclamos y
movilizaciones.

El principio también ha impulsado medidas de relación de los trabajadores con la


universidad, como cursos universitarios y carreras cortas especialmente diseñadas para
trabajadores calificados, así como la contratación de trabajadores con alta
especialización para que impartan sus conocimientos a los estudiantes universitarios.

La Reforma Universitaria como movimiento cultural


Debido a la relación existente entre la universidad y la producción cultural el
movimiento de la Reforma Universitaria ha impactado de tal modo en las formas y
contenidos del arte y la ciencia, que es posible considerarla como un movimiento
cultural.

Los principios y fundamentos de la Reforma Universitaria, tales como la relación de los


intelectuales con el pueblo y la clase obrera, el sentimiento de unidad indoamericana y
latinoamericana, el impulso del laicismo en la ciencia, la extensión de la universidad a
la sociedad, la defensa de toda forma de democratización de la cultura, etc., han tenido
como consecuencia la presencia activa de los reformistas en la producción del arte y la
ciencia. Por ejemplo, los Premios Nobel, Pablo Neruda y Miguel Angel Asturias, que
fueron en su juventud activos militantes reformistas, llevaron a su arte muchos de
aquellos ideales y sentimientos. El jurista Carlos Cossio, superó la filosofía del derecho
de Kelsen, vinculando la norma a la realidad social. El padre de la Reforma
Universitaria, Deodoro Roca, hizo del sótano de su casa, un famoso centro cultural
mundial. Germán Arciniegas, líder de la Reforma Universitaria colombiana, es uno de
los más prolíficos escritores del continente y un descubridor de la realidad histórica de
América. Homero Manzi, llevó el tango hasta su más alta expresión uniendo alta poesía
y arte popular. La revista Amauta, de José Carlos Mariátegui, fue una revolución
cultural en sí misma. Alfredo Palacios, sentó las bases científicas del derecho laboral
latinoamericano. Sergio Bagú impulsa la creación de la teoría de la dependencia. David
Siqueiros, condenado a ocho años de prisión por impulsar manifestaciones estudiantiles
reformistas, es uno de los fundadores del muralismo latinoamericano. Diego Rivera fue
expulsado de la Academia de Bellas Artes por su participación en el movimiento
estudiantil.

La vinculación del movimiento estudiantil y la cultura ha sido expuesta por Violeta


Parra en su famosa canción "¡Qué vivan los estudiantes!".

Lo mismo puede decirse de los movimientos universitarios en Estados Unidos y Francia


en 1968. Más recientemente, pueden vincularse con la Reforma Universitaria, las
amplias manifestaciones juveniles y sindicales en Francia que se desarrollaron a fines
de 2005 en oposición a un tipo especial de contrato laboral de aprendizaje que pretendía
imponer el gobierno, así como el movimiento estudiantil chileno de 2006, reclamando
medidas que eliminen la desigualdad entre la educación publica y privada.

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