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—EnocJtor
CONTENIDO
AGRADECIMIENTOS A LA EDICIÓN DE 2010 ............. 5
SOBRE EL TRADUCTOR .................................................... 6
CONTENIDO ......................................................................... 7
PRÓLOGO ........................................................................... 10
SECCIÓN I ........................................................................... 20
CAPÍTULO UNO ............................................................ 22
CAPÍTULO DOS............................................................. 33
CAPÍTULO TRES........................................................... 41
SECCIÓN II ......................................................................... 46
CAPÍTULO CUATRO .................................................... 48
CAPÍTULO CINCO ........................................................ 61
CAPÍTULO SEIS ............................................................ 74
CAPÍTULO SIETE ......................................................... 80
CAPÍTULO OCHO ......................................................... 92
CAPÍTULO NUEVE ..................................................... 100
CAPÍTULO DIEZ ......................................................... 108
CAPÍTULO ONCE ........................................................ 125
CAPÍTULO DOCE ........................................................ 134
CAPÍTULO TRECE ...................................................... 149
CAPÍTULO CATORCE ................................................ 156
SECCIÓN III ...................................................................... 171
CAPÍTULO QUINCE.................................................... 173
CAPÍTULO DIECISÉIS ............................................... 180
CAPÍTULO DIECISIETE ............................................ 190
CAPÍTULO DIECIOCHO ............................................ 203
CAPÍTULO DIECINUEVE .......................................... 214
CAPÍTULO VEINTE .................................................... 228
CAPÍTULO VEINTIUNO ............................................ 243
CAPÍTULO VEINTIDÓS ............................................. 260
CAPÍTULO VEINTITRÉS ........................................... 274
CAPÍTULO VEINTICUATRO .................................... 281
SECCIÓN IV ...................................................................... 293
CAPÍTULO VEINTICINCO......................................... 295
CAPÍTULO VEINTISÉIS............................................. 309
CAPÍTULO VEINTISIETE.......................................... 317
CAPÍTULO VEINTIOCHO ......................................... 342
CAPÍTULO VEINTINUEVE ....................................... 349
SECCIÓN V ........................................................................ 359
CAPITULO TREINTA ................................................. 360
CAPÍTULO TREINTA Y UNO ................................... 362
CAPITULO TREINTA Y DOS .................................... 368
CAPÍTULO TREINTA Y TRES .................................. 374
CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO............................ 387
CAPÍTULO TREINTA Y CINCO ................................ 393
CAPÍTULO TREINTA Y SEIS .................................... 407
CAPÍTULO TREINTA Y SIETE ................................. 418
SECCIÓN VI ...................................................................... 427
EPÍLOGO ...................................................................... 428
ADJUNTO ..................................................................... 435
PREFACIO ........................................................................ 464
PRÓLOGO
0500 HORAS, 12 DE FEBRERO DE 2535 (CALENDARIO
MILITAR) / SISTEMA LAMBDA SERPENTIS, JERICÓ VII
ESCENARIO DE OPERACIONES
"¡Despierta, recluta!"
John se dio la vuelta en su litera y se volvió a dormir. Él
estaba tenuemente consciente de que esta no era su habitación,
y que había otras personas aquí.
Una descarga lo sacudió—desde sus pies descalzos hasta la
base de su columna vertebral. Gritó sorprendido y se cayó de la
litera. Se sacudió la desorientación de estar casi dormido y se
incorporó.
"¡He dicho arriba, recluta! ¿Sabe dónde es arriba?"
Un hombre con uniforme de camuflaje estaba parado sobre
John. Su pelo estaba esquilado y gris en las sienes. Sus ojos
oscuros no parecían humanos—eran demasiado grandes,
negros y no parpadeaban. Tenía un bastón plateado en una
mano; lo dirigió hacia John y centelleó.
John retrocedió. No le temía a nada. Sólo los niños pequeños
tenían miedo… pero su cuerpo instintivamente se alejó lo más
posible del instrumento.
Docenas de otros hombres despertaron al resto de los
niños. Setenta y cuatro niños y niñas gritaron y saltaron de sus
literas.
"Soy el Suboficial Jefe Méndez", exclamó el hombre
uniformado al lado de John. "El resto de estos hombres son sus
instructores. Harán exactamente lo que les digamos en todo
momento."
Méndez señaló hacia el otro extremo de los barracones de
bloques de concreto. "Las duchas están a popa. Todos se lavarán
y luego volverán aquí para vestirse." Abrió un baúl al pie de la
litera de John y sacó un conjunto de sudaderas grises que
combinaban.
John se inclinó más cerca y vio su nombre impreso en el
pecho: JOHN-117.
"Sin holgazanear. ¡De inmediato!" Méndez le dio un
golpecito a John entre sus omóplatos con el bastón.
Un rayo se extendió por el pecho de John. Se recostó en la
litera y jadeó para respirar.
"¡Lo digo en serio! Vamos, vamos, VAMOS."
John se movió. No podía inhalar—pero corrió de todos
modos, agarrándose el pecho. Se las arregló para respirar con
dificultad cuando llegó a las duchas. Los otros niños parecían
asustados y desorientados. Todos se quitaron la camisa de
dormir y se subieron a la cinta transportadora, se lavaron con
agua tibia y jabón, y luego se enjuagaron con un chorro de agua
fría y helada.
Corrió de regreso a su litera, se puso ropa interior,
calcetines gruesos, se puso las sudaderas y un par de botas de
combate que le quedaban perfectamente en sus pies.
"Afuera, reclutas", anunció Méndez. "¡A triple velocidad…
marchen!"
John y los demás salieron corriendo de los barracones hacia
una franja de hierba.
El sol aún no había salido, y el borde del cielo era de color
índigo. La hierba estaba mojada de rocío. Había docenas de
hileras de barracones, pero nadie más estaba levantado y
afuera. Un par de jets rugieron en lo alto y se arquearon hacia el
cielo. A lo lejos, John oyó un crujido metálico.
El Suboficial Jefe Méndez ladró, "Harán cinco filas de igual
longitud. Quince reclutas en cada una." Esperó unos segundos
mientras se revolvían. "Enderecen esas filas. ¿Sabe contar hasta
quince, recluta? Den tres pasos hacia atrás."
John entró en la segunda fila.
Mientras respiraba el aire frío, comenzó a despertarse.
Empezó a recordar. Se lo habían llevado en medio de la noche.
Lo inyectaron con algo y durmió durante mucho tiempo.
Entonces la mujer que le había dado la moneda le dijo que no
podía volver a casa. Que no vería a su madre o a su padre—
"¡Saltos de tijera!" exclamó Méndez. "Cuenten hasta cien.
Listo, ahora." El oficial comenzó el ejercicio y John siguió su
ejemplo.
Un chico se rehusó—por una fracción de segundo. Un
instructor estuvo sobre él al instante. El bastón se estrelló
contra el estómago del chico. El chico se dobló. "Sigue con el
programa, recluta", gruñó el entrenador. El niño se desenroscó
y empezó a saltar.
John nunca había hecho tantos saltos de tijera en su vida. Le
ardían los brazos, el estómago y las piernas. El sudor le goteaba
por la espalda.
"Noventa y ocho—99—100." Méndez se detuvo. Respiró
profundamente. "¡Sentadillas!" Se precipitó sobre la hierba.
"Cuenten hasta cien. Sin holgazanear."
John se tiró al suelo.
"El primer miembro del equipo que renuncie", dijo Méndez,
"tiene que correr alrededor del complejo dos veces—y luego
tendrá que volver aquí y hacer doscientos abdominales.
¡Listos… cuenten! Uno… dos… tres…"
Siguieron sentadillas profundas. Luego flexiones de rodilla.
John vomitó, pero eso no le consiguió un respiro. Un
entrenador descendió sobre él después de unos segundos. John
volvió a su lugar y continuó.
"Levantamiento de piernas." Méndez continuó como si
fuera una máquina. Como si todos fueran máquinas.
John no podía seguir adelante—pero sabía que volverían a
tocarlo con el bastón si se detenía. Lo intentó; tenía que
moverse. Sus piernas temblaban y sólo respondían con lentitud.
"Descanso", Méndez finalmente llamó. "Entrenadores:
traigan el agua."
Los entrenadores trajeron carros cargados con botellas de
agua. John agarró una y tragó el líquido. Estaba caliente y
ligeramente salada. No le importó. Era la mejor agua que había
tomado en su vida.
Cayó de espaldas sobre la hierba y jadeó.
El sol ya había salido. Estaba caliente. Rodó hasta sus
rodillas y dejó que el sudor le escurriera como una fuerte lluvia.
Lentamente se levantó y miró a los otros niños. Estaban
agachados en el suelo, sosteniendo sus costados, y nadie
hablaba. Sus ropas estaban empapadas de sudor. John no
reconoció a nadie de su escuela aquí.
Así que estaba solo con extraños. Se preguntaba dónde
estaba su madre, y qué—
"Un buen comienzo, reclutas", les dijo Méndez. "Ahora
vamos a correr. ¡De pie!"
Los entrenadores blandieron sus bastones y condujeron a
los reclutas. Trotaron a través de un camino de grava a través
del complejo, pasando por más barracones de bloques de
concreto. La carrera parecía durar para siempre—corrieron a lo
largo de un río, sobre un puente, y luego por el borde de una
pista de aterrizaje donde los jets despegaban directamente
hacia el aire. Una vez pasada la pista, Méndez los condujo por un
zigzagueante sendero de piedra.
John quería pensar en lo que había pasado, cómo había
llegado hasta aquí, y qué iba a pasar después… pero no podía
pensar con claridad. Todo lo que podía sentir era la sangre
corriendo a través de él, el dolor en sus músculos y el hambre.
Corrieron hacia un patio de losas lisas. Un poste en el centro
ondeaba con los colores del UNSC, un campo azul con estrellas y
la Tierra en la esquina. En el extremo más alejado del patio había
un edificio con una cúpula escalonada, columnas blancas y
docenas de amplios escalones conducían hacia la entrada. Las
palabras ACADEMIA DE OFICIALES NAVALES estaban talladas en el
arco sobre la entrada.
Una mujer estaba parada en el escalón superior y les hizo
señas. Llevaba una sábana blanca envuelta alrededor de su
cuerpo. A John le pareció vieja, pero joven al mismo tiempo.
Entonces vio las motas de luz orbitando su cabeza y supo que
era una IA. Las había visto en videos. Ella no era sólida, pero
seguía siendo real.
"Excelente trabajo, Suboficial Jefe Méndez", dijo con voz
resonante y suave como la seda. Se volvió hacia los niños.
"Bienvenidos. Mi nombre es Déjà y seré su maestra. Por favor,
pasen. La clase está a punto de empezar."
John gruñó en voz alta. Varios de los otros también
refunfuñaron.
Ella se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia adentro. "Por
supuesto", dijo, "si prefieren saltarse sus lecciones, pueden
continuar con la calistenia matutina."
John subió los escalones a doble velocidad.
El interior estaba fresco. Una bandeja con galletas saladas y
un cartón de leche habían sido colocados para cada uno de ellos.
John mordisqueó la comida seca y rancia, y luego engulló su
leche.
John estaba tan cansado que quería recostar la cabeza sobre
el escritorio y tomar una siesta—hasta que Déjà empezó a
hablarles de una batalla y de cómo trescientos soldados
lucharon contra miles de la infantería persa.
Una campiña holográfica apareció en el salón de clases. Los
niños caminaron alrededor de las montañas y colinas en
miniatura y dejaron que el borde del ilusorio oleaje marino se
deslizara sobre sus botas. Soldados del tamaño de juguetes
marcharon hacia lo que Déjà explicó que era Termópilas, una
estrecha franja de tierra entre montañas escarpadas y el mar.
Miles de soldados marcharon hacia los trescientos que
custodiaban el paso. Los soldados lucharon: lanzas y escudos se
astillaron, espadas relampaguearon y derramaron sangre.
John no podía apartar los ojos del espectáculo.
Déjà explicó que los trescientos eran espartanos y que eran
los mejores soldados que habían existido. Habían sido
entrenados para luchar desde que eran niños. Nadie podía
vencerlos.
John observó, fascinado, cómo los espartanos holográficos
masacraban a los lanceros persas.
Se había comido sus galletas saladas, pero todavía tenía
hambre, así que tomó las de la chica a su lado cuando ella no
estaba mirando, y las masticó mientras la batalla continuaba. Su
estómago seguía gruñendo y refunfuñando.
¿Cuándo era el almuerzo? ¿O ya era hora de cenar?
Los persas partieron y corrieron y los espartanos salieron
victoriosos en el campo.
Los niños aplaudieron. Querían volver a verla.
"Eso es todo por hoy", dijo Déjà. "Continuaremos mañana y
les mostraré algunos lobos. Ahora es el momento de que vayan
al patio de juegos."
"¿Patio de juegos?" dijo John. Eso era perfecto. Finalmente
podría sentarse en un columpio, relajarse y pensar por un
momento.
Salió corriendo de la habitación, al igual que los otros
reclutas.
El Suboficial Jefe Méndez y los entrenadores los esperaban
en el exterior del salón de clases.
"Es hora del patio de juegos", dijo Méndez, e hizo señas a los
niños para que se acercaran. "Es una carrera corta. Fórmense."
La "carrera corta" se convirtió en dos millas. Y el patio de
juegos era como nada que John hubiera visto. Era un bosque de
postes de madera de veinte metros de altura. Redes de carga de
sogas y puentes se extendían entre los postes; se mecían, se
cruzaban y se enredaban en un laberinto suspendido en el aire.
Había palos para deslizarse y cuerdas anudadas para escalar.
Había columpios y plataformas suspendidas. Había cuerdas
enlazadas a través de poleas y atadas a canastas que parecían lo
suficientemente robustas como para levantar a una persona.
"Reclutas", dijo Méndez, "formen tres filas."
Los instructores se acercaron para reunirlos, pero John y los
demás hicieron tres filas sin hacer comentarios ni alboroto.
"La primera persona en cada fila será el equipo número
uno", dijo Méndez. "La segunda persona en cada fila será el
equipo número dos… y así sucesivamente. Si no lo entienden,
hablen ahora."
Nadie habló.
John miró a su derecha. Un niño de cabello arenoso, ojos
verdes, piel oscura y bronceada le dio una sonrisa cansada.
Estampado en la parte superior de su camiseta estaba SAMUEL-
034. En la fila más allá de Samuel había una niña. Era más alta
que John, y delgada, con una larga melena de pelo teñido de azul.
KELLY-087. No parecía muy contenta de verlo.
"El juego de hoy", explicó Méndez, "se llama 'Toca la
Campana'." Señaló hacia el poste más alto del patio de juegos.
Estaba situado diez metros más arriba de los otros y tenía un
poste de acero al lado. En la parte superior de ese poste había
una campana de bronce.
"Hay muchas maneras de llegar a la campana", les dijo.
"Dejaré que cada equipo encuentre su propio camino. Cuando
todos los miembros de su equipo hayan tocado la campana,
tendrán que llegar al suelo con el doble de velocidad y correr de
vuelta a través de esta línea de meta."
Méndez tomó su bastón y trazó una línea recta en la arena.
John levantó la mano.
Méndez lo miró fijamente por un momento con esos ojos
negros y sin pestañear. "¿Una pregunta, recluta?"
"¿Qué ganamos?"
Méndez arqueó una ceja y evaluó a John. "Ganas la cena,
Número-117. Esta noche, la cena es pavo asado, salsa y puré de
papas, maíz en mazorca, brownies y helado."
Un murmullo de aprobación se extendió entre los niños.
"Pero", añadió Méndez, "para que haya ganadores debe
haber un perdedor. El último equipo en terminar se queda sin
comida."
Los niños se quedaron en silencio—y luego se miraron unos
a otros con cautela.
"Prepárense", dijo Méndez.
"Soy Sam", le susurró el chico a John y a la chica de su
equipo.
Ella dijo, "Soy Kelly."
John sólo los miró y no dijo nada. La chica lo retrasaría. Qué
lástima. Tenía hambre y no iba a dejar que le hicieran perder.
"¡Vamos!" gritó Méndez.
John corrió a través del grupo de niños y trepó una red de
carga hasta una plataforma. Corrió a través del puente—saltó a
la siguiente plataforma, justo a tiempo. El puente se volcó y
envió a otros cinco al agua.
Se detuvo ante la cuerda atada a la gran canasta. Ascendió a
través de una polea y luego volvió a bajar. No creía que fuera lo
suficientemente fuerte como para tirar de sí mismo. En vez de
eso, tomó una cuerda anudada para escalar y presionó su cuerpo
hacia arriba. La cuerda se balanceó salvajemente alrededor del
poste central. John miró hacia abajo y casi pierde el control.
Parecía dos veces más profundo de lo que parecía desde el suelo.
Vio a todos los demás, algunos trepando, otros flotando en el
agua, levantándose y volviendo a empezar. Nadie estaba tan
cerca de la campana como él.
Se tragó su miedo y siguió subiendo. Pensó en el helado, los
brownies de chocolate y cómo iba a ganar.
John alcanzó la cima, agarró la campana y la tocó tres veces.
Luego sujetó el poste de acero y se deslizó hasta el suelo,
cayendo en un montón de cojines.
Se levantó y corrió sonriendo hasta llegar al Suboficial Jefe.
John cruzó la línea de meta y dio un grito de victoria. "Yo fui el
primero", dijo, jadeando.
Méndez asintió e hizo una marca en su portapapeles.
John observó como los otros lo lograban y tocaban la
campana, luego corrían hasta la línea de meta. Kelly y Sam
tuvieron problemas. Se atascaron en una fila para llegar a la
campana cuando todos se amontonaron al final.
Finalmente tocaron la campana, se deslizaron juntos… pero
cruzaron la línea de meta en último lugar. Miraron a John con
ira.
Él se encogió de hombros.
"Buen trabajo, reclutas", dijo Méndez, y les echó un vistazo
a todos. "Volvamos a los barracones y comamos."
Los niños, cubiertos de barro y apoyados unos en otros,
vitorearon.
"—todos menos el equipo tres—", dijo Méndez, y miró a
Sam, Kelly y luego a John.
"Pero yo gané", protestó John. "Yo fui el primero."
"Sí, fuiste el primero", explicó Méndez, "pero tu equipo llegó
en último lugar." Luego se dirigió a todos los niños. "Recuerden
esto: no se gana a menos que su equipo gane. Una persona que
gana a expensas del grupo significa que pierden."
John corrió estupefacto todo el camino de vuelta a los
barracones. Eso no era justo. Había ganado. ¿Cómo puedes
ganar y perder?
Observó cómo los otros se rellenaban con pavo, carne
blanca goteando salsa. También como derribaron montañas de
helado de vainilla y salieron del comedor con chocolate
incrustado en las comisuras de sus bocas.
John obtuvo un litro de agua. Lo bebió, pero no tenía sabor.
No hizo nada para saciar su hambre.
Quería llorar, pero estaba demasiado cansado. Se desplomó
en su litera, pensando en maneras de vengarse de Sam y Kelly
por haberlo metido en problemas—pero no podía pensar.
Todos los músculos y huesos le dolían.
John se durmió en cuanto su cabeza golpeó la almohada
plana.
***
Al día siguiente fue lo mismo—calistenia y correr toda la
mañana, luego clase hasta la tarde.
Hoy Déjà les enseñó sobre los lobos. El salón de clases se
convirtió en un prado holográfico, y los niños observaron a siete
lobos cazando un alce. La manada trabajaba junta, golpeando
dondequiera que la bestia gigante no los enfrentara. Era
fascinante y horripilante ver a los lobos rastrear, y luego
devorar, a un animal de muchas veces su tamaño.
John evitó a Sam y Kelly en el salón de clases. Robó unas
cuantas galletas extra cuando nadie lo estaba mirando, pero no
apagaron su hambre.
Después de la clase, volvieron corriendo al patio de juegos.
Hoy era diferente. Había menos puentes y sistemas de cuerdas
y poleas más complicados. El poste con la campana era ahora
veinte metros más alto que cualquiera de los otros.
"Los mismos equipos que ayer", anunció Méndez.
Sam y Kelly se acercaron a John. Sam lo empujó.
El temperamento de John se encendió—quería golpear a
Sam en la cara, pero estaba demasiado cansado. Necesitaría
todas sus fuerzas para llegar a la campana.
"Será mejor que nos ayudes", siseó Sam, "o te empujaré de
una de esas plataformas."
"Y yo saltaré encima de ti", añadió Kelly.
"De acuerdo", susurró John. "Sólo traten de no retrasarme."
John examinó el recorrido. Era como hacer un laberinto
sobre papel, sólo que éste se retorcía y giraba dentro y fuera de
la página. Muchos puentes y escalerillas de cuerda conducían a
callejones sin salida. Entrecerró los ojos—entonces encontró
una posible ruta.
Les dio un codazo a Sam y Kelly, y luego señaló. "Miren",
dijo, "esa canasta y la soga del otro extremo. Va directo a la cima.
Aunque hay un largo trecho en el que hay que tirar." Flexionó
sus bíceps, sin saber si podría lograrlo en su estado de debilidad.
"Podemos hacerlo", dijo Sam.
John miró a los otros equipos; también estaban examinando
el recorrido. "Tendremos que hacer una carrera rápida para
lograrlo", dijo. "para asegurarnos de que nadie más llegue
primero."
"Soy rápida", dijo Kelly. "Muy rápida."
"Reclutas, prepárense", gritó Méndez.
"De acuerdo", dijo John. "Corre adelante y apártala para
nosotros."
"¡Vamos!"
Kelly se disparó hacia adelante. John nunca había visto a
nadie moverse como ella. Corría como los lobos que había visto
hoy; sus pies apenas parecían tocar el suelo.
Ella llegó a la canasta. John y Sam sólo estaban a medio
camino.
Un chico les ganó en llegar a la canasta. "Fuera", le ordenó a
Kelly. "Voy a subir."
Sam y John corrieron y lo empujaron. "Espera tu turno", dijo
Sam.
John y Sam se unieron a Kelly en la canasta. Juntos tiraron
de la cuerda y se elevaron. Había mucha cuerda—por cada tres
metros que tiraban, sólo subían un metro. Una brisa hizo que la
canasta se balanceara y rebotara en el poste.
"Más rápido", exhortó John.
Tiraron como una sola persona, con seis manos trabajando
al unísono, y aceleraron hacia el cielo.
No llegaron allí primeros. Fueron terceros. Sin embargo,
cada uno de ellos consiguió tocar la campana—Kelly, Sam y
John.
Se deslizaron por el poste. Kelly y Sam esperaron a que John
aterrizara, y luego juntos cruzaron la línea de meta.
El Suboficial Jefe Méndez los observó. No dijo nada, pero
John pensó que vio un destello de una sonrisa en su cara.
Sam les dio una palmada a John y Kelly en la espalda. "Ese
fue un buen trabajo", dijo Sam. Se quedó pensativo por un
momento, y luego dijo, "Podemos ser amigos… quiero decir, si
quieren. No sería gran cosa."
Kelly se encogió de hombros y contestó, "Seguro."
"Muy bien", dijo John. "Amigos."
CAPÍTULO CINCO
/ COMIENZA EL ARCHIVO/
CATHERINE,
ME TEMO QUE UN ANÁLISIS MÁS PROFUNDO NO HA DADO
COMO RESULTADO ALTERNATIVAS VIABLES PARA MITIGAR LOS
RIESGOS EN TU "HIPOTÉTICO" EXPERIMENTO PROPUESTO. NO
OBSTANTE, HE ADJUNTADO LA SINOPSIS DE LAS CONCLUSIONES DE
MI EQUIPO, ASÍ COMO TODOS LOS ESTUDIOS DE CASOS
PERTINENTES. TAL VEZ TE RESULTEN ÚTILES.
EL PROTOCOLO COLE
PARA SALVAGUARDAR LAS COLONIAS INTERIORES Y LA TIERRA, TODAS
LAS EMBARCACIONES O ESTACIONES DEL UNSC NO DEBEN SER CAPTURADAS
CON BASES DE DATOS DE NAVEGACIÓN INTACTAS QUE PUEDAN LLEVAR A LAS
FUERZAS DEL COVENANT A LOS CENTROS DE LA POBLACIÓN CIVIL HUMANA.
/COMIENZA EL ARCHIVO/
KEYES,
DEJA LO QUE SEA QUE ESTÉS HACIENDO Y REGRESA AL
GRANERO. AMBOS SOMOS REQUERIDOS PARA UN INFORME
INMEDIATO POR LA ONI EN EL CUARTEL GENERAL DE REACH LO
ANTES POSIBLE.
/COMIENZA EL ARCHIVO/
ACCIÓN INMEDIATA REQUERIDA
ARTÍCULO: SE DETECTARON PAQUETES DE INVASIÓN DE DATOS
DEL COVENANT PENETRANDO EL CORTAFUEGOS DE LA RED
DEL MUELLE DE REACH. SOFTWARE DE CONTRA-
INTRUSIÓN PROMULGADO. RESOLUCIÓN: 99,9 POR CIENTO
DE CERTEZA DE NEUTRALIZACIÓN.
Excelencia—
- B.
Hola Agnes,
Sinceramente,
Mike
TRANSMISIÓN DEL COMANDO ESPACIAL DE LAS NACIONES UNIDAS
34670J-17
CÓDIGO DE ENCRIPTACIÓN: ROJO
CLAVE PÚBLICA: ARCHIVO / DOUGLAS-SEIS-SEIS-LIMA /
DE: CAPITÁN JACOB KEYES, OFICIAL COMANDANTE, UNSC PILLAR OF
AUTUMN (NÚMERO DE SERVICIO DEL UNSC: 01928-19912-JK)
PARA: VICEALMIRANTE KOPANO N'SINGILE / SUBCOMANDANTE DE LA
SECCIÓN DOS DEL UNSC /CENTRO DE COMANDO DE REACH
(NÚMERO DE SERVICIO DEL UNSC: 25088-67602-KN)
ASUNTO: PREPARACIÓN
CLASIFICACIÓN: SÓLO OJOS (DIRECTIVA RND)
VICEALMIRANTE,
KEYES
<\ ARCHIVO: ████████ - ████ - ██████ FECHA:
████████
<\ USUARIO: CLASIFICADO [NIVEL ██████ Y ENCIMA]
<\ ENTRADA: 19-021/024
<\ AUTORIZACIÓN: CLASIFICADA [NIVEL ██████ Y ENCIMA]
<\ TIPO: INVESTIGACIÓN POST-INCIDENTE
<\ ASUNTO: INVESTIGACIÓN SOBRE EL INTERCAMBIO DE MENSAJES DE RED
SEGURA [SECNET] ENTRE EL SGTO. SCHICKER, ALASDAIR R. [GLANCER] Y
EL SGTO. POTEET, JOSEPH M. [TRIGTECH] PARA DETERMINAR LA
CULPABILIDAD DE LAS PERSONAS IMPLICADAS, ASÍ COMO LA INFORMACIÓN
CLASIFICADA CONTENIDA EN EL MISMO, EN LO QUE SE RELACIONA CON EL
SUBSIGUIENTE DESCUBRIMIENTO Y LA DESTRUCCIÓN FINAL DE REACH POR
PARTE DEL COVENANT.
<\ OBJETIVO: DETERMINAR SI LOS DETALLES CAPTURADOS EN LA
CONVERSACIÓN CONTENIDOS EN EL ARCHIVO NO. ████████ -
████ - ██████ GUARDAN ALGUNA RELACIÓN CON LOS
ACONTECIMIENTOS QUE SE PRODUJERON POSTERIORMENTE, ES DECIR, LA
POSIBLE COMPRENSIÓN POR PARTE DEL ENEMIGO DE LAS FUERZAS Y
TÁCTICAS DEFENSIVAS PRESENTES EN REACH ANTES Y DURANTE LA
INVASIÓN DEL COVENANT. [MÁS]
<\ TIPO DE ARCHIVO: BÁSICO [PARA MÁS DETALLES SOBRE ESTE
DOCUMENTO, INCLUYENDO LOS ARCHIVOS DE ANTECEDENTES DE LOS
PARTICIPANTES, ENMIENDAS SENSIBLES A AUTORIZACIÓN Y MÁS—HAGA
CLIC AQUÍ]
<\ NOTA: TODAS LAS DEMÁS ENTRADAS RELACIONADAS CON EL ARCHIVO
NO. ████████ - ████ - ██████ ESTÁN BAJO REVISIÓN.
INFORME COMPLETO EN ESPERA DE LA FINALIZACIÓN DE LA INVESTIGACIÓN.
<\ DATOS: COMIENZA LA TRANSCRIPCIÓN 19-021/024…
[1341, 19.07.2552]
ESCUCHAS COSAS, ¿VERDAD?
[1342, 19.07.2552]
PARECE DIFERENTE, ¿VERDAD? ¿MÁS TENSA?
[1351, 19.07.2552]:
MIRA, REFORZAMOS LAS COSAS PESADAS, CARGAMOS LOS DISPARADORES Y
MANTENEMOS LOS ENGRANAJES ENGRASADOS, LAS BOMBAS PREPARADAS, Y
LA SITUACIÓN NO ES BUENA, PERO ESTAMOS LISTOS SI ES NECESARIO. ESE ES
NUESTRO TRABAJO. ESE ES EL TRATO.
[1353, 19.07.2552]
DIME ALGO, ¿VES ALGO NUEVO AHÍ? ¿NUEVO EQUIPAMIENTO? ¿NUEVA
TRIPULACIÓN?
\\FIN DE LA TRANSMISIÓN>>
<\ATRÁS>>
POR ENCIMA DEL MÁS ALTO SECRETO: Prioridad Alfa
OFICINA DE INTELIGENCIA NAVAL
ANTECEDENTES
Frank O’Connor
Redmond, WA 2010
NOVELAS DE LA SERIE HALO® MÁS VENDIDAS DEL NEW
YORK TIMES
www.tor-forge.com
Tor® es una marca registrada de Tom Doherty Associates, LLC.
ISBN 978-0-7653-2832-8
Primera Edición de Bolsillo de Tor Trade: Agosto de 2010
eISBN 978-1-4299-6873-7
Primera Edición de Libro Electrónico de Tor: Febrero de 2011