Está en la página 1de 2

23/3/2020 Supervivencia :: Reader View

www.levante-emv.com /opinion/2020/03/02/supervivencia/1984467.html

Supervivencia
Levante-EMV

8-10 minutes

Amelia Valcárcel no se podría imaginar, meses atrás, cuando tituló el Tercer Festival de Filosofía de
Málaga como "Democracia y Supervivencia", que las connotaciones apocalípticas del encuentro fueran
tan realistas. Para redondear la escena, el cartel de La Térmica, la organización cultural más importante
de la ciudad, representaba una máscara antigás de la Primera Guerra Mundial, que haría las delicias de
los más asustados por el Covi-19. Convocados por Valcárcel, nos reunimos en el nuevo local de La
Malagueta un grupo de especialistas en filosofía, geografía, música, artes plásticas y pedagogía, para
debatir sobre el sentido de la presencia del Apocalipsis en nuestra cultura. Valcárcel se preguntaba qué
era real y qué retórica en este asunto, pero resaltaba que, fuera una cosa u otra, la representación del
Fin es ahora planetaria.

No pude escuchar todas las exposiciones, por lo que no puedo hacer una crónica del encuentro. Solo
deseo ofrecer consideraciones que tienen como telón de fondo la crisis del coronavirus. El ambiente lo
calentaba hace unos días un artículo del filósofo Giorgio Agamben, protestando por las medidas que
había decretado el Gobierno italiano restringiendo libertades básicas cerca de Milán. Argumentaba el
filósofo que, si la epidemia viene provocada por un virus no más grave que el de la gripe, se debía
explicar la alarma mundial provocada por la prensa, las agencias de gobernanza y los comunicados de
los gobiernos. Su opinión es que el Estado no pierde la ocasión de producir estados de excepción como
forma habitual de gobierno.

Inspirado por Walter Benjamin, Agamben lleva tiempo desplegando la opinión de que la excepción es
la norma del Estado. Su tesis es que allí donde se abre paso el Estado, allí aparecen tarde o temprano
los tanques, por lo que Agamben defiende que las medidas de Italia significan una clara militarización
de la población. Al final afirma de forma clara: "Pareciera que, habiendo agotado el terrorismo como
causa de las medidas excepcionales, la invención de una epidemia puede ofrecer el pretexto ideal para
extenderlas más allá de todos sus límites". Si Valcárcel se preguntaba si la condición apocalíptica del
presente es real o retórica, Agamben no lo duda: es retórica, un mero medio de dominación del Estado.
La finalidad de esa retórica es producir miedo, y con él generar la demanda de seguridad por parte de
la población. El Estado así se legitima en su propia política. En suma, un círculo vicioso.

No hay Apocalipsis sin aceleración. Y no hay aceleración sin escalada. El círculo vicioso es un
conocido instrumento de escalada. En este caso se trata, diría Agamben, de sembrar inquietud, generar
miedo, ofrecer seguridad a cambio de eliminar libertades, aumentar la dominación. Estos fenómenos
llevan el viento en las alas cuando se dan en un ambiente en el que también otros elementos en
escalada dominan la situación. En este caso, son los fenómenos de aumento de población, intensas
migraciones, reemergencia del aspecto siniestro de la Tierra con fenómenos meteorológicos extraños,
plagas bíblicas, guerras continuas, masas de refugiados. La sincronía refuerza recíprocamente las
escaladas, y de esta manera la alarma se hace general e intensa.

Así se vive en una atmósfera que connota todas las vivencias con una sensibilidad hiperestésica. Tarde
o temprano, el miedo genera odio y este produce hostilidad. Y cuando la vida está dominada por la
presencia del enemigo, como amenaza permanente, entonces ninguna conversación es posible con el
enemigo, cuyas palabras son sonidos de un lenguaje extraño. Llegados ahí, a voces demandaremos
poderes fuertes, con manos libres, grandes líderes que vendan fuerza, radicalidad, atrevimiento y
dureza, los ingredientes de la oferta de seguridad. Así, la excepcionalidad será también un fenómeno
de escalada y de aceleración, y en su torbellino todo estará permitido para garantizar la supervivencia.

Todos estos procesos no tienen necesidad de mucha retórica porque anclan en la estructura de la
imaginación. No requieren mucho refinamiento. No hace falta un gran poder para ponerlos en marcha.
Se encarga de ello la aspiración de la mente humana a la prevención. Es ella la que atiza los procesos
de escalada. En este sentido, la necesidad de prevención se siente desprotegida ante su enemigo
interno, la imaginación. Agamben, que en su filosofía ha abordado el concepto de ser humano
evadiendo estos hechos elementales, tiene que situar todos estos fenómenos en el poder del Estado.
Pero hay razones para sugerir que, por el contrario, el Estado ha conocido una historia tan larga y
chrome-extension://ecabifbgmdmgdllomnfinbmaellmclnh/data/reader/index.html?id=272&url=https%3A%2F%2Fwww.levante-emv.com%2Fopinion%2F2020%2F0… 1/2
23/3/2020 Supervivencia :: Reader View
continua por las bases antropológicas que le ofrecen su razón de ser. Sin ellas, su dominación sería
insoportable. En realidad, calma deseos reales.

Esto es lo que, en cierto modo, le ha contestado el filósofo francés Jean Luc Nancy a "su viejo amigo
Agamben". Su argumento inicial es ad hominem pero no me parece irrelevante. Hace treinta años,
cuando Nancy tuvo necesidad de un trasplante de corazón, Agamben le recomendó que no se operara.
Ahora Nancy le recuerda que, si le hubiese hecho caso, hace tiempo que con toda seguridad estaría
muerto. Este argumento parece irrelevante, pero no lo es. Desciende al hecho real, y es que por debajo
de las abstracciones de la filosofía, hay seres humanos singulares que tienen cada uno las mismas
exigencias de supervivencia, y que de repente experimentan una mutación de masa en la medida en
que todos convergen en un mismo deseo.

Lo relevante del artículo de Nancy no se agota ahí. Muestra que los Estados no tienen que decretar
estados de excepción, sino que ya es la humanidad entera la que vive en él. No es una retórica, sino
una realidad, parece decir Nancy respecto de la pregunta de Valcárcel. Y añade: "Se pone en duda
toda una civilización. Eso es seguro". En esto quizá estaría de acuerdo Agamben, pero Nancy es muy
duro y no lo tiene en cuenta. El artículo de Agamben, que en realidad resume el sentido de su obra
final, le parece "una maniobra de distracción más que una reflexión política". No es la manipulación del
Estado, sino la fuerza imparable de la voluntad de la especie de mantener su unidad, su comunicación,
su suerte, hoy como hace millones de años. Eso fuerza a los seres humanos a recorrer la Tierra.
Mientras haya condiciones de vida diferentes, como por exclusas, los seres humanos se moverán por
los desniveles de la corriente.

Cuando uno se pone delante de las más de trescientas personas que se reunieron en La Malagueta y
tiene que hablarles mirándoles a la cara, es difícil acordarse de todo lo que se dice. El calor humano
exige a la inteligencia una prestación de libertad. Pero sí recuerdo con seguridad haber dicho lo
siguiente: el conjunto de fenómenos que hemos descrito nos hacen pensar que estamos ante un
atolladero evolutivo. En estas épocas emergen las atmósferas apocalípticas en las que el fastidio de
una prevención casi imposible se entrega al alivio de presentir un final en el que ya toda prevención es
irrelevante. En la mayor parte de las ocasiones anteriores el ser humano presentía el atolladero. Ahora
lo conocemos.

La semana pasada, en un centro de opinión de Madrid, alguien me decía que la humanidad siempre
acaba encontrando una salida. A este amigo no le inquietaba el dato de que otras estirpes homo
quedaran en el dique seco. Tampoco los costes con los que la humanidad sale de estas situaciones. Y
esta es la cuestión central. Porque en estas circunstancias se olvida toda normatividad, y la especie se
refugia en un darwinismo extremado que no podemos identificar sino con la barbarie. Y cuando
recordamos la afinidad que Hayek estableció entre darwinismo y capitalismo, comprendemos que el
capitalismo avanzará su proceso de concentración de riqueza sin tener que producir situaciones de
riesgo mediante burbujas especulativas. Se limitará a aprovechar las catástrofes que vengan. Y
entonces los Estados serán lo único que tengamos.

chrome-extension://ecabifbgmdmgdllomnfinbmaellmclnh/data/reader/index.html?id=272&url=https%3A%2F%2Fwww.levante-emv.com%2Fopinion%2F2020%2F0… 2/2

También podría gustarte