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BATALLA DE ÁNGELES

(es una zapatería)

(ella habla desde afuera, él entra)

MYRA- Podes buscar otro sitio donde comportarte escandalosamente.

VAL- No estaba comportándome escandalosamente.

M- acabas de admitir que lo habrías hecho si ella te dejaba. ¡Mirá donde pusiste los de gamuza!

V- Usted no me dijo dónde ponerlos.

M- Pensaba que en seis días te habrías puesto al tanto de dónde se ubican las cosas en este
negocio.

V- Mire, señora, si yo leyera la mente levantaría una tienda en un terreno baldío y le adivinaría el
destino por las estrellas a cincuenta centavos por desastre

M- Desastre, ya lo creo. Me gustaría que usaras la cabeza en algo más que dirigir miradas dulces a
las mujeres. (ENTRA) Cualquiera con un cerebro de mosquito se daría cuenta que no se puede
poner un montón de pares de gamuza con…mira esto, ¿queres? ¿Por qué dejaste acá los zapatos
de noche Calidad Superior? ¿Por qué no abarrotas el espacio libre con cigarrillos y chupetines?
¿Por qué tenes tan poca imaginación y sólo pones zapatos en la sección zapatería? ¿Estás
escribiendo un libro? ¡Seguramente podrías tenes alguna idea nueva y original, como colgar
vestidos de los ventiladores del techo!

V- Escuche, Myra.

M- ¿Desde cuándo soy Myra para vos? ¡Me llamo señora Torrance!

V- Usted me llama Val

M- Es distinto ¡Yo soy la patrona acá, vos trabajas en mi negocio!

V- Querrá decir que trabajaba en su maldito negocio.

M- De todos modos iba a darte el aviso de despido esta noche.

V- No tiene por qué dármelo, ya me despedí.

M- Bueno, no podes irte así en la mitad del día.

V- ¿Por qué no? No le sirvo de nada.

M- Yo no dije eso…

V- ¿Ah, no? Los actos hablan mejor que las palabras, señora Torrance. Usted es una mujer muy
difícil, obstinada…y por más que necesitaba un trabajo debo admitir que estar acá no es
agradable. Cuando me dice que haga algo ¿cómo puedo entenderla, si habla de ese modo?

M- ¿De ese modo?


V- Le habla a la pared. Le habla al techo. Nunca me habla a mí directamente. Ni siquiera me mira a
la cara cuando me dice algo. Tengo que adivinar lo que dice porque habla tan rápido y fuerte y
mantiene la cara apartada… ¡Desde que llegué tengo la impresión de que todo lo que hago le
disgusta!

M (apartando el rostro)- No pretendía darte esa impresión. En realidad estaba bastante satisfecha
de cómo nos llevábamos.

V- Por cierto se guardó su entusiasmo como un secreto.

M- Lo sé, lo sé. Soy nerviosa, malhumorada, excitable. ¡Creía que entenderías mi estado nervioso y
lo tendrías en cuenta!

V- ¡Estar nerviosa no es excusa para actuar como una hidra de siete colas!

M- ¿Qué es una hidra de siete colas?

V- No sé. Pero le aseguro que odiaría encontrarme con una.

M- ¡Oh! ¡Cómo debería actuar con vos! Con vos que te comportas escandalosamente con gente
como Sandra acá en el negocio!

V- Así que eso es lo que la hizo perder los estribos.

M- No sólo eso. ¿Sabes por qué las muchachas de la secundaria entran acá en bandadas?

V- Claro. A comprar zapatos de primavera.

M- ¡Zapatos de primavera un cuerno! ¡Vienen en busca de un escalofrío!

V- ¿Un qué?

M- Un escalofrío. Sabes de qué se trata, ¿no?

V- ¿Acaso puedo evitarlo?

M- Sí, no tenes por qué darles uno

V- ¿Cómo puedo darles un escalofrío?

M- No me lo preguntes a mí. No necesitas manipularles las rodillas para probarles los zapatos.

V- Manipularles las… ¡Nunca les toco las rodillas!

M-Tengo ojos en la cara. También tu actitud es sugestiva.

V- ¿Sugestiva de qué, señora Torrance?

M- Del dormitorio, si queres saberlo.

V- ¡Del dormitorio!

M- ¡Sí!
V- Esto sí que es extraordinario. ¿Cómo consigo eso?

M- Con todo lo que haces. El modo en que hablas, en que caminas, cada movimiento tuyo.
¡Arrastrando los pies de acá para allá como uno de esos espantosos, repugnantes bailarines de
carnaval! ¡Dejá de mirarme así! Ya sé que tengo un aspecto horrible.

V- No tiene un aspecto horrible, Myra.

M- Sí, lo tengo: todo el pelo colgando…la cara que se me pone siempre tan roja cuando me
excito…

V- Myra…quiero decir, señora Torrance. Quería conservar este empleo. Estaba cansado de andar
dando vueltas y estar solo y encontrarme nada más que con extraños. Quería sentir que estaba
integrado a un lugar y vivir como la gente normal. ¡En vez de como un zorro perseguido por
sabuesos!

M- Tal vez no te haya comprendido exactamente.

V- No, no lo hizo.

M- Aunque… ¿cómo podría? Seguís siendo un extraño para mí. Bueno, no me siento mucho más
familiarizada con vos… Dame una de esas cosas de papel tissue.

V- ¿Cómo puede conocer a la gente? Yo solía creer que se lo lograba tocándola con las manos. Pero
más tarde descubrí que eso sólo consigue que uno sea más un extraño que nunca. Ahora sé que
nadie llega a conocer a nadie, jamás.

M- ¿Nadie llega jamás a conocer a nadie?

V- No. ¿No entiende? Estamos todos bien encerrados dentro de nuestros cuerpos. Sentenciados,
podríamos decir, a reclusión solitaria dentro de nuestra propia piel.

M- ¿Eso es algo sacado de El Libro?

V- No, eso entra en El Libro. Voy a mostrarle unos trucos que aprendí de una dama osteópata que
visité.

M- ¿Qué trucos?

V- ¿Confía en mí o no?

M- Sí, confío plenamente en vos pero…

V- Bueno, entonces inclínese un poco hacia adelante y deje caer la cabeza.

M- Sos un tipo raro. No puedo imaginar a qué perteneces exactamente.

V- ¿Yo? ¿Pertenecer? A nada.

M- ¿No tenes parientes en alguna parte?

V- Les perdí el rastro después que ellos perdieron su tierra.


M- ¿Trabajaban compartiendo pérdidas y ganancias?

V- No, pérdidas y ganancias no. ¡Sino sobras, mendrugos, bocados!

M- ¿Dónde fueron?

V- No sé. Eran plumas de gallina llevadas por el viento.

M- ¿No te fuiste con ellos?

V- No. No. Decidí algo y me he atenido a eso desde entonces.

M- ¿Qué es?

V- Vivir por mis propios medios. Así que cuando los demás partieron, me quedé en la ensenada de
Witches’ Bayou. Era un buen lugar para esconderse. Cipreses enormes cubiertos por completo de
largo musgo gris apenas atravesado por el sol.

M- Como brumoso.

V- Sí.

M- ¿Qué edad tenías? ¿Cómo vivías?

V- 14. Vivía como un zorro. Pescaba y cazaba pero tenía hambre todo el tiempo. Calculo que eso
debe haberme hecho delirar un poco, porque sé que tenía algunas ideas extrañas…acostumbraba
acostarme desnudo en un bote de fondo plano con el sol encima.

M- ¿Para qué lo hacías?

V- Tenía la sensación de que algo importante iba a entrar en mí.

M- ¿Entrar? ¿A través de tu piel?

V- Algo así. La mayor parte de la gente no espera que le entre algo importante. Sólo esperan
levantarse temprano…trajinar…descansar…chismear un poco y después volver a la cama. Nunca
alzan los ojos al cielo (oscuro, estrellado o ardiendo amarillo de sol) y preguntan “¿Por qué? ¿Por
qué? ¿Por qué?”

M- ¿Vos preguntaste ‘por qué’?

V- Fueron las primeras palabras que aprendí a deletrear en la escuela. Y esperaba una respuesta.
Entraría en mí. Por los ojos ¿entiende? Por los oídos, por la piel. Como una red ¿entiende? Si no se
la despliega, no se atrapa nada. Pero si uno lo hace, podría. Yo desplegaba la mía, bien abierta en
las tardes de la ensenada: las orejas erguidas, los ojos sin parpadear… ¡vigilando, oyendo,
esperando que llegara!

M- ¿y llegó alguna vez?

V- No, nunca del todo. Lo habría hecho, sin embargo, si la muchacha no me hubiese sacado del
rastro.

M- hubo una muchacha. ¿Qué muchacha?


V- Una muchacha que conocí en la ensenada.

M- Ah. ¿Qué puedes contarme de ella?

V- Fue la primera, sí. Ese día estaba realmente excitado. ¡Tenía la impresión de que si seguía
empujando un poquito más llegaría de pronto lo que perseguía!

M- ¿Y fue ella?

V- No, no lo fue. Pero me hizo creer que lo era.

M- ¿Cómo lo hizo?

V- ¿Cómo? Parándose desnuda en el sendero, ante la puerta de la choza, sin nada encima.

M- ¿Qué aspecto tenía?

V- ¿Vio alguna vez en el interior de una chonchilla? ¿Lo blanca que es?

M- Supongo que era joven. ¿Muy joven?

V- Acá arriba, no los tenía más grandes que esto (ahueca levemente la palma de la mano). Yo no
había notado antes la diferencia especial de las mujeres.

M- ¿Pero en ese momento, sí?

V- Sí, en ese momento lo noté.

M- ¿Era ella…?

V- ¿Qué?

M- ¿Más atractiva que…cualquier otra desde entonces?

V- Fue…la primera.

M- ¿Qué hiciste? ¿Qué pasó?

V- Acerqué el bote con la pértiga. Ella salió del sendero y se quedó parada un momento….y vi la
luz del día ardiendo a su alrededor brillante como el cielo. Recuerdo que un pájaro salió volando
del musgo y sus alas proyectaron una sombra sobre ella. Entonces cantó una sola nota, aguda,
nítida. Y como si ella estuviese esperándolo como una especia de señal…para atraparme…se dio
vuelta y sonrió y volvió a entrar en la casa.

M- Y la seguiste, desde luego. ¿Cómo era adentro?

V- Adentro era…estaba vacía.

M- ¡No puede ser!

V- Bueno, tal vez no, pero todo lo que recuerdo es la cama.

M- ¿Sólo la cama?
V- Hecha de ciprés y cubierta con montones de musgo.

M- No suena muy agradable.

V- Bueno, lo era. Ella estaba sola.

M- ¿Cómo lo supiste? ¿Te lo dijo?

V- No era necesario. Lo llevaba grabado en el cuerpo.

M- ¿Grabado? ¿La soledad está grabada en el cuerpo de la personas?

V- Algo así. En todo caso puede verse. O sentirse.

M- (suavemente) ¿Qué te dijo?

V- No podía hablar mucho salvo en un dialecto afrancesado. Le enseñé algunas palabras.

M- ¿Como cuáles?

V- Como “amor”

M- ¿Le enseñaste eso?

V- Fue entonces cuando creí haber descubierto qué era lo que yo había estado ansiando después
de todo.

M- ¿Creíste que era eso? ¿Quieres decir que ella contestó “yo”?

V- ¡Ella! ¡Yo! ¡Nosotros juntos! Más tarde…más tarde pensé que no era eso. Cuando la dejé, la
satisfacción me fue abandonando y me sentí…así (cierra el puño). Justo al borde de algo
tremendo. No era ella. Ella era sólo una mujer, ni siquiera una mujer completa, y lo que yo deseaba
era…

M-¿Qué era?

V- ¡Cristo, no sé! ¡Tengo que descubrirlo!

M- ¿Qué hiciste después de eso?

V- Me quedé un tiempo en Texas. Era como si la inquietud se hubiese disipado y pudiese ponerme
en contacto con algo. Pero las cosas se arruinaron. Pasó algo.

M- ¿Qué?

V- No importa qué. Pero después todo fue distinto. Ya no era libre. Me seguía algo que no podía
sacarme de la cabeza. Hasta que vine aquí…

M- Bueno, ahora que viniste y tenes un buen empleo, podes vivir una vida normal y olvidarte de
todo eso…

V- No olvido tan fácil como usted, señora Torrance. Ni siquiera parece recordar que perdí el
empleo…
M- No perdiste el empleo.

V- No estoy despedido ¿Eh?

M- Los dos nos irritamos un poco, pero eso ya pasó.

V- Dios, yo…

M- ¿Dios vos y señora yo? (ríe) ¿Qué tenemos acá, una funeraria? Que haya un poco de luz, de
música. Poné algo en el equipo…

V- ¿Qué le gustaría?

M- Me gusta el de las guitarras eléctricas.

V- ¡Sí, ese mismo! Myra, sabes que la tierra gira.

M- Sí.

V- Gira así…hacia el este. Y si un hombre girara hacia el oeste, por más rápido que lo hiciera
seguiría yendo en el otro sentido, en realidad, porque la tierra gira mucho más rápido. Es inútil
esforzarse, tratar de moverse en contra. Vas en el sentido en que te arrastra la tierra, lo quieras o
no. No quiero tocarte, Myra.

M- No, no deseo que lo hagas.

V- No estaría bien que lo hiciera.

M- ¿por Jabe?

V- No, por vos. No quiero que nada te hiera. Démonos la mano para sellar el pacto.

M- No es necesario. (Se da vuelta, lo esquiva. Sin saber por qué, está furiosa.) Es hora de cerrar.

V- Ajá. Voy a poner esto en la estantería.

M- Yo podría usar esos zapatos.

V- Te quedarían chicos.

M- ¿Queres apostar? Probamelos.

V (riendo)- Muy bien. Aprietan ¿no?

M- ¡No, me sientan maravillosamente!

V (dudando)- Vamos…

M- ¡Es cierto! Plata y blanco… ¿Por qué no es todo de plata y blanco?

V- No sería práctico, Myra.

M- ¿Práctico? ¿Qué es eso? Nunca oí hablar antes de lo práctico. Yo no estaba hecha para los
negocios, Val.
V- ¿Para qué estabas hecha?

M- ¿Hecha para qué? ¡Plata y blanco! ¡La música! ¡El baile! ¡El huerto al otro lado del Moon Lake!
No me crees, ¿eh? Bueno, mira esto. ¿Sabes dónde estoy? ¡En el Peabody Roof! ¡Bailando al
compás de la música! ¡Mi vestido es de mousseline de soie! ¡Sí, con estrellas plateadas! ¡Y llevo en
el pelo hermosos capullos de jazmín del Cabo! ¡Estoy girando, bailo cada vez más rápido! Me sacan
fotos para el Commercial Appeal y el Times Picayune. Estoy rodeada de gente. ¡Buscadores de
autógrafos quieren mi firma! ¡Pero sigo riendo y bailando y desparramando estrellas y hermosos
jazmines del Cabo!

V- No debería tocarte, pero sigo deseándolo, Myra.

(Myra se detiene en seco)

V- Uno no se libra de algo reteniéndolo. Se acumula, crece, llega a ser enorme.

M- Sí.

V- Dijiste que tocaba demasiado a las mujeres cuando les probaba los zapatos. Tal vez lo haga. Mis
manos…tengo miedo de mis manos. Las retengo con tanta intensidad que me duelen los
músculos. ¿Sabes a qué se parece? A una manada de elefantes tensando una cuerda. ¿Cómo
puedo saber si la cuerda no se romperá en algún momento? ¿Con vos o cualquier otra?

M- La cabeza me da vueltas. Es como si no pudiese pensar. También la desmotadora de algodón


me irrita. Hace un sonido como si el corazón latiera demasiado rápido.

V- El mío lo hace a veces.

M- El de todos lo hace a veces.

V- Tenes el cinturón desatado atrás.

M- ¿Sí? Atamelo.

V- Aún tenes una cintura delgada.

M- No abandoné mi silueta, como hacen algunas mujeres. No siento que todo terminó aún para
mí. Vivía en un estado de… ¿cómo lo llaman?...respiración artificial. Algo que te hace entrar y salir
el aire del cuerpo cuando de otro modo estarías muerta. ¡Muerta como una roca, Val! (se vuelve
bruscamente hacia él) Val, no quiero que te vayas.

V- Myra…

M- ¿Qué?

V- Vamos…vamos a la trastienda un momento

M- Ese cuarto está cerrado, Val.

V- ¿Dónde está la llave?

M- La saqué y la tiré.
V- ¿Por qué lo hiciste?

M- Porque sabía que alguna vez me pedirías que fuéramos y temía ser capaz de hacerlo.

V- La cerradura no servía, Myra.

M- ¿La rompiste?

V- Sí.

M- Temía que lo hicieras.

FIN

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