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Batalla de Ángeles
Batalla de Ángeles
M- acabas de admitir que lo habrías hecho si ella te dejaba. ¡Mirá donde pusiste los de gamuza!
M- Pensaba que en seis días te habrías puesto al tanto de dónde se ubican las cosas en este
negocio.
V- Mire, señora, si yo leyera la mente levantaría una tienda en un terreno baldío y le adivinaría el
destino por las estrellas a cincuenta centavos por desastre
M- Desastre, ya lo creo. Me gustaría que usaras la cabeza en algo más que dirigir miradas dulces a
las mujeres. (ENTRA) Cualquiera con un cerebro de mosquito se daría cuenta que no se puede
poner un montón de pares de gamuza con…mira esto, ¿queres? ¿Por qué dejaste acá los zapatos
de noche Calidad Superior? ¿Por qué no abarrotas el espacio libre con cigarrillos y chupetines?
¿Por qué tenes tan poca imaginación y sólo pones zapatos en la sección zapatería? ¿Estás
escribiendo un libro? ¡Seguramente podrías tenes alguna idea nueva y original, como colgar
vestidos de los ventiladores del techo!
V- Escuche, Myra.
M- ¿Desde cuándo soy Myra para vos? ¡Me llamo señora Torrance!
M- Yo no dije eso…
V- ¿Ah, no? Los actos hablan mejor que las palabras, señora Torrance. Usted es una mujer muy
difícil, obstinada…y por más que necesitaba un trabajo debo admitir que estar acá no es
agradable. Cuando me dice que haga algo ¿cómo puedo entenderla, si habla de ese modo?
M (apartando el rostro)- No pretendía darte esa impresión. En realidad estaba bastante satisfecha
de cómo nos llevábamos.
M- Lo sé, lo sé. Soy nerviosa, malhumorada, excitable. ¡Creía que entenderías mi estado nervioso y
lo tendrías en cuenta!
V- ¡Estar nerviosa no es excusa para actuar como una hidra de siete colas!
M- ¡Oh! ¡Cómo debería actuar con vos! Con vos que te comportas escandalosamente con gente
como Sandra acá en el negocio!
M- No sólo eso. ¿Sabes por qué las muchachas de la secundaria entran acá en bandadas?
V- ¿Un qué?
M- No me lo preguntes a mí. No necesitas manipularles las rodillas para probarles los zapatos.
V- ¡Del dormitorio!
M- ¡Sí!
V- Esto sí que es extraordinario. ¿Cómo consigo eso?
M- Con todo lo que haces. El modo en que hablas, en que caminas, cada movimiento tuyo.
¡Arrastrando los pies de acá para allá como uno de esos espantosos, repugnantes bailarines de
carnaval! ¡Dejá de mirarme así! Ya sé que tengo un aspecto horrible.
M- Sí, lo tengo: todo el pelo colgando…la cara que se me pone siempre tan roja cuando me
excito…
V- Myra…quiero decir, señora Torrance. Quería conservar este empleo. Estaba cansado de andar
dando vueltas y estar solo y encontrarme nada más que con extraños. Quería sentir que estaba
integrado a un lugar y vivir como la gente normal. ¡En vez de como un zorro perseguido por
sabuesos!
V- No, no lo hizo.
M- Aunque… ¿cómo podría? Seguís siendo un extraño para mí. Bueno, no me siento mucho más
familiarizada con vos… Dame una de esas cosas de papel tissue.
V- ¿Cómo puede conocer a la gente? Yo solía creer que se lo lograba tocándola con las manos. Pero
más tarde descubrí que eso sólo consigue que uno sea más un extraño que nunca. Ahora sé que
nadie llega a conocer a nadie, jamás.
V- No. ¿No entiende? Estamos todos bien encerrados dentro de nuestros cuerpos. Sentenciados,
podríamos decir, a reclusión solitaria dentro de nuestra propia piel.
V- No, eso entra en El Libro. Voy a mostrarle unos trucos que aprendí de una dama osteópata que
visité.
M- ¿Qué trucos?
V- ¿Confía en mí o no?
M- ¿Dónde fueron?
M- ¿Qué es?
V- Vivir por mis propios medios. Así que cuando los demás partieron, me quedé en la ensenada de
Witches’ Bayou. Era un buen lugar para esconderse. Cipreses enormes cubiertos por completo de
largo musgo gris apenas atravesado por el sol.
M- Como brumoso.
V- Sí.
V- 14. Vivía como un zorro. Pescaba y cazaba pero tenía hambre todo el tiempo. Calculo que eso
debe haberme hecho delirar un poco, porque sé que tenía algunas ideas extrañas…acostumbraba
acostarme desnudo en un bote de fondo plano con el sol encima.
V- Algo así. La mayor parte de la gente no espera que le entre algo importante. Sólo esperan
levantarse temprano…trajinar…descansar…chismear un poco y después volver a la cama. Nunca
alzan los ojos al cielo (oscuro, estrellado o ardiendo amarillo de sol) y preguntan “¿Por qué? ¿Por
qué? ¿Por qué?”
V- Fueron las primeras palabras que aprendí a deletrear en la escuela. Y esperaba una respuesta.
Entraría en mí. Por los ojos ¿entiende? Por los oídos, por la piel. Como una red ¿entiende? Si no se
la despliega, no se atrapa nada. Pero si uno lo hace, podría. Yo desplegaba la mía, bien abierta en
las tardes de la ensenada: las orejas erguidas, los ojos sin parpadear… ¡vigilando, oyendo,
esperando que llegara!
V- No, nunca del todo. Lo habría hecho, sin embargo, si la muchacha no me hubiese sacado del
rastro.
V- Fue la primera, sí. Ese día estaba realmente excitado. ¡Tenía la impresión de que si seguía
empujando un poquito más llegaría de pronto lo que perseguía!
M- ¿Y fue ella?
M- ¿Cómo lo hizo?
V- ¿Cómo? Parándose desnuda en el sendero, ante la puerta de la choza, sin nada encima.
V- ¿Vio alguna vez en el interior de una chonchilla? ¿Lo blanca que es?
V- Acá arriba, no los tenía más grandes que esto (ahueca levemente la palma de la mano). Yo no
había notado antes la diferencia especial de las mujeres.
M- ¿Era ella…?
V- ¿Qué?
V- Fue…la primera.
V- Acerqué el bote con la pértiga. Ella salió del sendero y se quedó parada un momento….y vi la
luz del día ardiendo a su alrededor brillante como el cielo. Recuerdo que un pájaro salió volando
del musgo y sus alas proyectaron una sombra sobre ella. Entonces cantó una sola nota, aguda,
nítida. Y como si ella estuviese esperándolo como una especia de señal…para atraparme…se dio
vuelta y sonrió y volvió a entrar en la casa.
M- ¿Sólo la cama?
V- Hecha de ciprés y cubierta con montones de musgo.
M- ¿Como cuáles?
V- Como “amor”
V- Fue entonces cuando creí haber descubierto qué era lo que yo había estado ansiando después
de todo.
M- ¿Creíste que era eso? ¿Quieres decir que ella contestó “yo”?
V- ¡Ella! ¡Yo! ¡Nosotros juntos! Más tarde…más tarde pensé que no era eso. Cuando la dejé, la
satisfacción me fue abandonando y me sentí…así (cierra el puño). Justo al borde de algo
tremendo. No era ella. Ella era sólo una mujer, ni siquiera una mujer completa, y lo que yo deseaba
era…
M-¿Qué era?
V- Me quedé un tiempo en Texas. Era como si la inquietud se hubiese disipado y pudiese ponerme
en contacto con algo. Pero las cosas se arruinaron. Pasó algo.
M- ¿Qué?
V- No importa qué. Pero después todo fue distinto. Ya no era libre. Me seguía algo que no podía
sacarme de la cabeza. Hasta que vine aquí…
M- Bueno, ahora que viniste y tenes un buen empleo, podes vivir una vida normal y olvidarte de
todo eso…
V- No olvido tan fácil como usted, señora Torrance. Ni siquiera parece recordar que perdí el
empleo…
M- No perdiste el empleo.
V- Dios, yo…
M- ¿Dios vos y señora yo? (ríe) ¿Qué tenemos acá, una funeraria? Que haya un poco de luz, de
música. Poné algo en el equipo…
V- ¿Qué le gustaría?
M- Sí.
V- Gira así…hacia el este. Y si un hombre girara hacia el oeste, por más rápido que lo hiciera
seguiría yendo en el otro sentido, en realidad, porque la tierra gira mucho más rápido. Es inútil
esforzarse, tratar de moverse en contra. Vas en el sentido en que te arrastra la tierra, lo quieras o
no. No quiero tocarte, Myra.
M- ¿por Jabe?
V- No, por vos. No quiero que nada te hiera. Démonos la mano para sellar el pacto.
M- No es necesario. (Se da vuelta, lo esquiva. Sin saber por qué, está furiosa.) Es hora de cerrar.
V- Te quedarían chicos.
V (dudando)- Vamos…
M- ¿Práctico? ¿Qué es eso? Nunca oí hablar antes de lo práctico. Yo no estaba hecha para los
negocios, Val.
V- ¿Para qué estabas hecha?
M- ¿Hecha para qué? ¡Plata y blanco! ¡La música! ¡El baile! ¡El huerto al otro lado del Moon Lake!
No me crees, ¿eh? Bueno, mira esto. ¿Sabes dónde estoy? ¡En el Peabody Roof! ¡Bailando al
compás de la música! ¡Mi vestido es de mousseline de soie! ¡Sí, con estrellas plateadas! ¡Y llevo en
el pelo hermosos capullos de jazmín del Cabo! ¡Estoy girando, bailo cada vez más rápido! Me sacan
fotos para el Commercial Appeal y el Times Picayune. Estoy rodeada de gente. ¡Buscadores de
autógrafos quieren mi firma! ¡Pero sigo riendo y bailando y desparramando estrellas y hermosos
jazmines del Cabo!
M- Sí.
V- Dijiste que tocaba demasiado a las mujeres cuando les probaba los zapatos. Tal vez lo haga. Mis
manos…tengo miedo de mis manos. Las retengo con tanta intensidad que me duelen los
músculos. ¿Sabes a qué se parece? A una manada de elefantes tensando una cuerda. ¿Cómo
puedo saber si la cuerda no se romperá en algún momento? ¿Con vos o cualquier otra?
M- ¿Sí? Atamelo.
M- No abandoné mi silueta, como hacen algunas mujeres. No siento que todo terminó aún para
mí. Vivía en un estado de… ¿cómo lo llaman?...respiración artificial. Algo que te hace entrar y salir
el aire del cuerpo cuando de otro modo estarías muerta. ¡Muerta como una roca, Val! (se vuelve
bruscamente hacia él) Val, no quiero que te vayas.
V- Myra…
M- ¿Qué?
M- La saqué y la tiré.
V- ¿Por qué lo hiciste?
M- Porque sabía que alguna vez me pedirías que fuéramos y temía ser capaz de hacerlo.
M- ¿La rompiste?
V- Sí.
FIN