Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
al fin,
querer vivir"
Podría haber titulado este prólogo de otra forma, pero sería menos
honesto por mi parte. Mi nombre es Pau y un día decidí ser
cuentacuentos. Tardé una vida entera en dejar de intentar ser aquello
que realmente nunca quise ser.
Una vida luchando contra mí, pero morir lo cambia todo. Toda la vida
diciéndote: “ya estudiaré mañana”, “ya hablaremos del tema más
tarde”, “ya dejaré de fumar cuando de verdad quiera”, “ya haré deporte
cuando tenga más tiempo”, pero todo son excusas. Cuando concibes
la vida como algo finito, algo que llegará a su fin en un momento
temprano no cabe la procrastinación, deja de ser admisible posponer
aquellas acciones que queremos haber llevado a cabo en el futuro. A
veces parece como si las personas pensáramos que todo fuera para
siempre, incluida la vida. Que las oportunidades no pasan y que no
importa que queramos hacer algo porque siempre existirá ese tiempo
para hacerlo.
Está claro que saber que a una vida le quedan tan solo diez años no
permite tener una vida normal, como la de la mayoría de las personas
que viven ajenas a su fecha de caducidad, pero es demasiado tiempo
como para vivir en depresión y sin ser feliz. Es interesante pensar
cómo el hecho de saber que moriremos pronto nos podría generar una
tristeza y una ansiedad que nos llevaran directamente a no querer vivir
más, es decir, a preferir morir ya por la pena de saber que el fin está
cerca. ¿Para qué vivir si la muerte nos acecha y esa persecución nos
hace agonizar?
Por eso la vida es a la vez todo y nada, esta última entendida como
carente de sentido. ¿Qué sentido tiene la vida si a diario mueren
cientos y miles de personas de forma injusta, por hambre y por
guerras? Ni siquiera son noticia esas muertes. Vivimos tan
preocupados por llevar a cabo aquellas cosas que la gente espera de
nosotros en la vida: el trabajo, la pareja, los hijos; y le damos enorme
importancia a nuestra vida y a la de la gente que es “igual” que
nosotros, que nació en nuestro mismo país o tiene condiciones
socioeconómicas similares a las nuestras. Generamos más empatía con
el vecino al que su pareja ha dejado o con la compañera a la que han
despedido del trabajo que con unas imágenes de una guerra en las
noticias, con todas las vidas que allí expiran.
De ahí la cuestión de qué valor tiene la vida. ¿Acaso vale algo la vida
de un niño palestino, sirio o congoleño? Cesan a diario vidas con
muchísimos años por delante, pero su vida no vale nada. La vida de
los nadie, como los llamaba Galeano, no vale nada, “vale menos que
la bala que los mata”, añadía. La nuestra, siento decepcionarte querido
lector, pero tampoco tiene un valor, aunque deje atrás grandes
lamentos y dolor en las personas cercanas.
Puedes tener el coche más bonito del mundo, la novia o el novio más
guapo, el trabajo más fantástico e incluso puedes estar viendo como la
obra más maravillosa que has podido diseñar se está construyendo en
la ciudad que amas. Todo lo que has deseado conseguir en la vida lo
has logrado, está ahí, para que lo disfutes y para que te sientas
orgulloso de ti mismo. Sin embargo, de repente, un tranvía te atropella
como a Gaudí y ni coche, ni pareja guapa, ni trabajo genial ni Sagrada
familia. Todo termina y de la forma más absurda.
Así que míralo de esta forma: todo se puede perder, menos la vida, que
es perderlo todo. Sólo os digo que si os dicen que moriréis mañana
pero que por cada cosa a la que renunciéis ganáis una hora de vida,
acabaríais renunciando a absolutamente todo. De hecho, es posible
que acabarais renunciando a tantas cosas que la vida dejaría hasta de
tener sentido para vosotros. Pero es imposible no aferrarse a ella.
Aún así, yo diría que lo mejor es aprovechar que sabemos que después
vendrá el fundido a negro o el eterno paraíso o el Val Halla o la
reencarnación, para vivir sintiendo lo máximo, disfrutando todo lo
posible de lo que esta vida ofrece. Las posibilidades son infinitas pero
el tiempo finito, como cantaban los Rolling Stones en su canción
“Wild Horses”: “I have my freedom, but I don’t have much time.
Gracias Santiago.