En mis años de ministerio me he encontrado una y otra vez con este
interrogante: "Cómo debo usar mi voluntad y su fuerza al vivir la vida cristiana? ¿Qué pasa si peco a sabiendas? ¿Dónde termina mi esfuerzo humano, y dónde comienza el poder de Dios?". Algunos de nosotros hemos estudiado durante años esta pregunta, que tiene el potencial tanto de frustrar como de recompensar. Hay veces que hasta nos hemos sentido tentados a abandonar su estudio, pero siempre hemos vuelto a él, debido a las preguntas que se quedan sin contestar. El tema de la voluntad contiene una extraña paradoja. Es sencillo, y sin embargo para muchos es dificil. En los días de Cristo, la gente "buena" rechazaba su impacto, pero los "pecadores" le daban gozosos la bienvenida. A los que no comprenden correctamente este tema, les espera la muerte espiritual. Por su parte, quienes lo comprenden descubren el secreto de la vida cristiana victoriosa. Si bien es cierto que diversos filósofos, teólogos y psicólogos, a través de los siglos han discutido, debatido v teorizado acerca de la naturaleza del hombre y de la voluntad libre en oposición al determinismo, han colocado muy poco énfasis en la operación de la voluntad después de la conversión. Sin duda esto ha ocurrido debido a la popularidad de dos doctrinas: la de la predestinación y la la "gracia libre", puesto que ninguno de ellas le asigna importancia alguna a la voluntad del hombre. Lutero y Erasmo en el siglo dieciséis dialogaron acerca de la libertad o la esclavitud de la libertad, pero enfocaron primariamente la voluntad del individuo antes de la conversión. Nuestra denominación ha escrito muy poco acerca de este tema, y nuestra iglesia aparentemente no ha llegado a un consenso relativo a él. Prefacio 2 Algunos de nosotros hemos procurado estudiar la voluntad en los escritos de Elena G. de White, pero nos hemos encontrado con paradojas o contradicciones aparentes. Un párrafo nos dice que no podemos hacer nada para salvarnos o para santificamos, excepto persistir en venir a Cristo tal como somos. Por su parte, otra cita nos amonesta a realizar grandes esfuerzos, ejerciendo hasta la última migaja de energía y autodisciplina, en vez de sentarnos a esperar que Dios haga lo que nos corresponde hacer a nosotros. Y hemos debatido la pregunta: ¿Espera Dios que confiemos completamente en él en una relación personal, o desea que además de ello nos esforcemos al máximo por cuenta propia? Durante los últimos años, algunos de nosotros hemos estado estudiando semanalmente este tema, esperando que llegara el día cuando nos sintiéramos suficientemente confiados como para presentar una serie de temas acerca de la voluntad. Los capítulos siguientes son el resultado, y están basados en diversos sermones presentados en la Iglesia Adventista de La Sierra, de la Universidad de Loma Linda. Catalina Ching, de dicha institución, ayudó a prepararlos para su publicación. Ella fue quien editó y transformó los sermones grabados en capítulos de libro. Esta obra se dedica especialmente a quienes han nacido de nuevo en Cristo, a quienes están experimentando los gozos y las luchas de la vida cristiana y a quienes se sienten desanimados v listos para abandonar enteramente toda religión debido a sus continuas derrotas y fracasos en la vida diaria. Es mi oración que una comprensión cabal de este tema nos lleve a todos a buscar la compañía personal más estrecha con Dios cada día . M. L. V.