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Mª Ángeles García Aranda – Presencia y difusión del español en el mundo

BIBLIOTECA DE RECURSOS ELECTRÓNICOS DE


HUMANIDADES

para red de comunicaciones Internet

ÁREA: Lengua Española.

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Mª Ángeles García Aranda – Presencia y difusión del español en el mundo

11. Presencia y difusión del español en el mundo

ISBN - 978-84-9822-775-8

M.ª Ángeles García Aranda


magaranda@filol.ucm.es

THESAURUS
Español de América, Instituto Cervantes, Internet, Becas Sócrates/Erasmus, Español
como Lengua Extranjera

OTROS ARTÍCULOS
Los siglos XX y XXI. El español peninsular. La norma académica; Sociolingüística del
español en el Norte de África; El español en Guinea Ecuatorial: aspectos
sociolingüísticos; Sociolingüística del español en los EEUU

RESUMEN
La unidad anterior de la sección “Historia externa del español” versa sobre las
variedades del español de España, sus principales rasgos lingüísticos y la actuación
de la Real Academia Española como responsable de asegurar la unidad del idioma.
Esa unidad se completa ahora con una visión sobre el español extrapeninsular, esto
es, en América, en Asia, en África y en Europa, su presencia en Internet y en las
organizaciones internacionales, y su enseñanza fuera de nuestras fronteras gracias a
la labor que lleva a cabo el Instituto Cervantes. En definitiva, se trata de mostrar la
importancia e interés de nuestra lengua fuera de sus fronteras.

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11.1. Introducción

La segunda mitad del siglo XX ha sido fundamental para el desarrollo del


español. Por un lado, porque se ha afianzado fuera de nuestras fronteras, como en
Hispanoamérica o en Guinea Ecuatorial, y, por otro, porque su presencia en los EE UU
crece cada día debido a la continua llegada de inmigrantes hispanohablantes. Ello
hace de nuestra lengua una de las más importantes desde el punto de vista
demográfico y, como consecuencia, también económico, social o político. Su
expansión geográfica, y las diferentes circunstancias en que ha vivido el español en
las regiones en que se habla, ha provocado el surgimiento de numerosas variedades
del español, que, lejos de disgregarla y enfrentarla, la unen y cohesionan cada vez
más. El español del siglo XXI no está en peligro, y ello está asegurado porque goza de
una norma prestigiosa y valorada, que “no es sino el conjunto de preferencias
lingüísticas vigentes en una comunidad de hablantes, adoptadas por consenso
implícito entre sus miembros y convertidas en modelos de buen uso. Si no existiera
ese conjunto de preferencias comunes, y cada hablante emplease sistemáticamente
opciones particulares, la comunicación se haría difícil y, en último extremo, imposible.
La norma surge, pues, del uso comúnmente aceptado y se impone a él, no por
decisión o capricho de ninguna autoridad lingüística, sino porque asegura la existencia
de un código compartido que preserva la eficacia de la lengua como instrumento de
comunicación” (Diccionario panhispánico de dudas, 2005: XI).
El español, además, cuenta desde la centuria pasada con varias instituciones
que se han dedicado a su estudio e investigación, lo cual ha provocado que el
conocimiento y la difusión de nuestra lengua sea muchísimo mayor de lo que era
antes. El Colegio de México, el Instituto Caro y Cuervo, la Casa de Bello, la Fundación
Camino de la Lengua Castellana, la Fundación Duques de Soria o la Fundación San
Millán de la Cogolla, por poner solo unos ejemplos, son buena representación de ello,
pues gracias a sus cursos de especialización, seminarios, conferencias, apoyo a la
investigación, reunión de fondos bibliográficos o promoción de la lengua y la cultura
españolas han conseguido que estas se encuentren en una situación privilegiada.
Por otro lado, ha crecido también el interés por aprender nuestra lengua, y
cada vez son más los centros que se abren en todo el mundo en los que se imparte
español, así como los estudiantes que anualmente se integran en las aulas de las
Universidades españolas gracias a becas Erasmus. En este sentido, ha sido y es
imprescindible la labor que lleva a cabo el Instituto Cervantes, institución que difunde
la cultura y la lengua españolas organizando cursos y conferencias, poniendo a
disposición de profesores y estudiantes una biblioteca virtual, expidiendo el Diploma

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de Español como Lengua Extranjera y convocando los exámenes para su obtención,


abriendo centros en todo el mundo de promoción de nuestra lengua, actualizando los
métodos de enseñanza, formando al profesorado, realizando actividades de difusión
cultural, promoviendo la participación en un foro de español, financiando la publicación
de libros, poniendo en funcionamiento un servicio de traducción automática, emitiendo
diferentes programas en una televisión y en una radio o actualizando y aumentando
continuamente los contenidos de su página web: www.cervantes.es
Finalmente, la lengua española también está afrontando acertadamente su
presencia en Internet, que, con toda seguridad, caracterizará el futuro más inmediato.
Aunque en los primeros años hayan escaseado páginas web y haya sido una lengua
minoritaria, todo parece indicar que las nuevas circunstancias –sobre todo el aumento
del número de hablantes y el avance económico y social de Hispanoamérica–
incrementarán el peso del español en la red.

11.2. El español en el mundo

Además de hablarse en España, el español se habla o se ha hablado en mayor


o menor medida en toda Hispanoamérica, en Estados Unidos, en Filipinas, en las Islas
Marianas, en Guinea Ecuatorial, en el norte de África y por algunas comunidades
sefardíes repartidas principalmente por Turquía, Israel y Marruecos. Nuestra lengua en
estas zonas –en las que ni tiene la misma presencia ni la misma vitalidad– presenta
variedades particulares que han ido surgiendo con el paso del tiempo y las
circunstancias que han rodeado la evolución del español fuera de nuestras fronteras
(convivencia con otras lenguas, presión del inglés, diferentes cronologías, distintas
transformaciones, variadas influencias externas...).

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Fuente: F. Moreno Fernández – J. Otero Roth, 2006: 70

11.2.1. En 1492, y gracias al arriesgado viaje de Cristóbal Colón, comienza la


conquista y colonización de América. Allí no solo llegan gentes y tradiciones
procedentes de España, sino que con los marineros, soldados, eclesiásticos o gentes
de la administración exportan también el español de finales de la Edad Media, es
decir, una lengua en pleno proceso de transformaciones, pues el sistema medieval
había comenzado a resquebrajarse e iniciaba su reestructuración.
Sobre el español llevado a América se desató en las últimas décadas de la
pasada centuria una agria polémica sobre si el andaluz había influido en la evolución
del español de América –y de ahí algunos parecidos fonético-fonológicos,
morfosintácticos y léxicos– o si, por el contrario, la evolución había sido paralela a
ambos lados del Atlántico dada la situación de cambios que experimentaba nuestra
lengua en ese periodo. Los defensores del andalucismo americano fueron
fundamentalmente investigadores de la Escuela de Filología Española, como Ramón
Menéndez Pidal, Rafael Lapesa o Manuel Alvar, que continuaban así con la teoría
propuesta tiempo atrás por M. L. Wagner. Por el contrario, Pedro Henríquez Ureña o
Ángel Rosenblat negaban tal influencia.

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La discusión la cerraron las conclusiones de las investigaciones de Boyd-


Bowman sobre el origen regional de los primeros conquistadores y colonos, a saber,
hasta el siglo XVII la mayoría de emigrados procedían en su mayoría de Andalucía, lo
que influyó decisivamente no solo en la evolución lingüística sino también en la
cultural. Ahora bien, aunque el número de andaluces fue muy superior, no fueron ellos
los únicos que contribuyeron al desarrollo del español americano, de manera que se
produjo un proceso de koineización que se desarrolló en varias fases “1) Contacto
lingüístico de diferentes variedades dialectales [andaluz, canario, extremeño,
castellano, leonés, navarro, riojano...], 2) Reducción y simplificación de los fenómenos
más caracterizados, 3) Creación de un dialecto con función de lingua franca regional,
4) Nativización del dialecto originado por los pasos anteriores y 5) Estandarización del
nuevo dialecto” (J. L. Ramírez Luengo, 2007: 23).
Esta situación inicial, junto a la evolución que sufrió por varias causas la lengua
en América hasta el momento de la independencia de las distintas repúblicas
(influencias y contactos con otras lenguas, cronologías en el proceso de
castellanización de una región tan amplia, labor de los misioneros, políticas lingüísticas
llevadas a cabo, labor de las Academias, llegadas de emigrantes de origen no
hispánico...), son las que determinaron el estado actual del español de América, esto
es, una variedad compleja en la que se distinguen numerosos dialectos y variantes
dentro de ellos (sirvan como ejemplo las siete variedades del español de Colombia:
costeño, antioqueño, nariñense, caucano, tolimense, cundiboyacense, santandereano
y llanero, o las cinco del español de Argentina: litoral, guaranítico, noroeste, cuyano y
central). Estas diferencias son, precisamente, las que hacen del español de América
una modalidad rica y heterogénea; en definitiva, “el español de América se diferenció
de aquel castellano que, con cuño andaluz, se trasvasó en el siglo XVI, y se fue
nivelando incluso con lo que eran creaciones hispanoamericanas [...]. Se enfrentaron
dos realidades, pero ¿es que son dos realidades? ¿Hablo yo como un andaluz? ¿Y el
canario como el burgalés? Lingüistas con sentido de la realidad han hablado de
lenguas monocéntricas o policéntricas, pero si América pertenece a ese policentrismo,
¿no resulta que el centro es sevillano? Para problemas de este tipo, se ha acuñado el
término de variedad dentro de la unidad, como se da en inglés, como se da en
portugués. Más aún, defendiendo la institución del día de la Raza, una gran lingüista
de América dijo que ‘lo que une y unifica a esta raza, no real, sino ideal, es la
comunidad de idiomas’ Y creo que ahí seguimos y que los acontecimientos políticos
más recientes, lejos de dispersar, nos unen” (M. Alvar, 2002: 253-254).
Por ello, y aunque reconozcamos distancias entre el habla de un mexicano, de
un chileno, de un argentino o de un cubano, podemos enumerar algunos de los rasgos

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lingüísticos que se repiten en amplias regiones hispanoamericanas: tendencias


antihiáticas, reducción y alargamiento de vocales átonas y nasalizaciones vocálicas,
seseo y ceceo, yeísmos y rehilamientos, aspiración y pérdida de /-s/, neutralización de
líquidas, pérdida de /d/ intervocálica y final, diferente entonación, voseo, pérdida del
pronombre vosotros, leísmo, distintos usos de los verbos ser y estar, otros valores de
los tiempos de subjuntivo o presencia de un léxico abundante, variado y, en muchas
ocasiones, desconocido en la Península, ya que el español de América se vale de
nuevos significados para voces patrimoniales –botar ‘tirar’, desembarcar ‘descender
de un medio de transporte’, lagarto ‘caimán’, león ‘puma’–, de indigenismos –cacique,
chocolate, coyote, gaucho, tiburón, yacaré, yuca–, de lusismos –bosta ‘estiércol’,
buraco ‘agujero’, cachaza ‘aguardiente’, caneca ‘vasija’–, de galicismos –comuna
’ayuntamiento’, renta viajera ‘renta vitalicia’, paisano ‘campesino–, de italianismos –
capo ‘jefe’, nona ‘abuela’, ricota ‘requesón’– o de anglicismos –chance, cliquear,
overol– que son el resultado de la historia de esos países.
Número y proporción de hablantes de español (2000-2005)
Hablantes Población Hablantes de (% población)
español
Argentina 36 060 000 36 260 130 99,40%
Bolivia 7 279 000 8 274 325 87.90%
Chile 15 015 000 15 116 435 99.30%
Colombia 41 129 000 41 468 384 99,20%
Costa Rica 3 779 000 3 810 179 99,20%
Cuba 11 116 000 11 177 743 99,40%
Ecuador 11 692 000 11 919 399 98,10%
El Salvador 6 736 000 6 756 786 99,70%
España 40 026 000 40 499 791 98,80%
Guatemala 9 708 000 11 237 196 86,40%
Honduras 6 020 000 6 076 885 99,00%
México 96 097 000 97 483 412 98,50%
Nicaragua 4 988 000 5 142 098 97,00%
Panamá 2 644 000 2 839 177 93,10%
Paraguay 3 589 000 5 163 198 69,50%
Perú 22 648 000 26 152 265 86,60%
Puerto Rico 3 762 000 3 808 610 98,80%
República Dominicana 8 449 000 8 562 541 98,60%
Uruguay 3 205 000 3 241 003 98,90%

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Venezuela 24 601 000 24 920 902 98,80%


Español 359 461 000 370 925 458 96,90%
Fuente: F. Moreno Fernández – J. Otero Roth, 2006: 27.
Por otro lado, el español en contacto con las lenguas indígenas y con el inglés
ha dado lugar a mezclas lingüísticas de las que han surgido el Spanglish o las lenguas
criollas surgidas de pidgin originarios.
En Estados Unidos, fundamentalmente en los estados del sur, se habla
español desde las colonizaciones que se llevaron a cabo desde el siglo XVI. Ahora
bien, el paso del tiempo, la independencia de estos estados, el prestigio del inglés y el
desconocimiento del español por parte de los más jóvenes provocaron la disminución
de hablantes de español. Pero esta situación ha cambiado radicalmente en las últimas
décadas, pues muchos son los hispanoamericanos emigrados al sur de los Estados
Unidos, unos por motivos políticos y otros por razones socioeconómicas, que han
causado el resurgimiento con fuerza de nuestra lengua, de modo que “tanto ha crecido
la población hispana, que muchos hablantes del español tradicional del Sudoeste, que
habían guardado su lengua en el armario del olvido, se están viendo obligados a
sacudirle el polvo para comunicarse con los recién llegados” (F. Moreno Fernández,
2006: 8). Una prueba innegable del actual peso de la población hispana en EE UU es
la traducción al español de parte de los contenidos de la página web del candidato
demócrata Barack Obama.

Dominio del inglés en EE UU (Fuente: F. Moreno Fernández – J. Otero Roth, 2006: 67)
En la actualidad, pues, las lenguas más importantes y con más prestigio son,
por tanto, el inglés y el español, que, como era de esperar, tampoco es uniforme, de
manera que presenta diferentes variedades dependiendo de la zona de origen de los
inmigrantes (cubanos, mexicanos, puertorriqueños...).

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De esta convivencia de inglés y español nació el spanglish, spanglés, pocho,


angliparla o tex-mex, variedad lingüística, utilizada fundamentalmente en el canal oral,
que nace entre las dos lenguas mayoritarias en EE UU y que consiste o bien en la
introducción de préstamos ingleses en español, o bien en la alternancia de códigos en
la misma oración. A pesar de que muchos lingüistas creen que el spanglish amenaza
la unidad y el futuro del español, la realidad es que nuestra lengua “mantiene su
integridad sintáctica, morfológica y fonética a la vez que participa en la gama de
aproximaciones mutuas que caracterizan toda zona bilingüe” (J. M. Lipski, 2004:
1123).
El pidgin, en cambio, “es un lenguaje de contacto surgido por razones de
urgencia en medio de grupos de personas que no comparten una lengua mutuamente
conocida”; dado este origen, la nueva variedad es bastante reducida y “carece de toda
inflexión, conjugación, concordancia y complejidad sintáctica” (J. M. Lipski, 2004:
1127). Pues bien, cuando los pidgin se convierten en la lengua nativa de una
población surgen las lenguas criollas. De ellas tenemos buena muestra en
Hispanoamérica, en donde encontramos el palenquero –hablado en San Basilio de
Palenque y fruto del contacto entre el español y el africano llevado por esclavos
congoleños y angoleños–, el kréyol haitiano –hablado en Santo Domingo y que surgió
de la combinación de español y del habla bozal caribeña característica de los esclavos
africanos– o el papiamento –hablado en Curazao, en el Caribe, y que contiene
elementos del español, del portugués, del inglés, del francés, del arahuaco y de
algunas lenguas africanas–.
En otras ocasiones, se producen situaciones de bilingüismo entre el español y
las lenguas indígenas, tal y como ocurre en Paraguay, donde se emplea junto al
guaraní, en Bolivia, donde convive con el quechua y el aymara, o en Perú, donde
rivaliza con el quechua; casos en los que se origina una interinfluencia entre ambas
lenguas que, a veces, da lugar a variedades mixtas como el guarañol, mezcla de
guaraní y español, o al portuñol, mezcla del portugués y el español que se habla en las
regiones uruguayas fronterizas con Brasil.

11.2.2. En Filipinas, en cambio, “la lengua española no llegó a ser nunca la


lengua general; su lejanía, la escasez de maestros, de escuelas, las dificultades, tanto
topográficas de las islas como de comunicación y, sobre todo, el reducido número de
inmigrantes hispanohablantes, que pudiesen haber hecho posible un mestizaje como
el de Hispanoamérica fueron, creemos, obstáculos importantes que dificultaron la
expansión del español” (A. Quilis, 1995: 105-106). A pesar de esta situación, el
español, gracias a la labor de evangelizadores y del Gobierno español, gozó hasta el

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siglo XIX de cierta vitalidad en Filipinas, pues se enseñaba en los centros educativos y
en instituciones como la Academia Naval de Manila, y era la lengua de los negocios y
de la administración, mayoritariamente dirigidos por españoles. Pero a finales de esa
centuria, en 1898, Filipinas proclama su independencia, y con ella comienza el ocaso
del español en las Islas, y la presencia masiva y aplastante del inglés, lengua que
tiene una presencia muy importante; de hecho, en la Constitución de 1987, es
declarada lengua oficial junto con el tagalo, mientras que el español deja de serlo,
después de haber estado reconocida como tal desde 1935.
El español de Filipinas se caracteriza fonológicamente por la presencia de
seseo y de cierres y alteraciones vocálicas por influencias de otras lenguas
autóctonas; y en el plano léxico por la presencia de americanismos –guayaba,
mecate, maní, petate, tiangue...–, por el mantenimiento de voces que se han perdido o
se usan escasamente en la Península –nortada ‘viento del norte’, terno ‘traje’, vapor
‘barco’ o ¿Cuál es su gracia? ‘¿Cuál es su nombre?’– y por asignar nuevos
significados a palabras existentes –almáciga ‘madera muy blanda’, hijo del sol ‘albino’
o salamanquero ‘prestidigitador’– (vid. A. Quilis, 1995: 110-111). Además, la influencia
del español está presente también en el nacimiento del chabacano, lengua mezcla de
español y de lenguas vernáculas de las islas que se mantiene en la actualidad.

11.2.3. El español en las Islas Marianas y en el Territorio de Guam ha sufrido


un proceso muy parecido al filipino. Se habló con gran vitalidad mientras éstas se
encontraban bajo soberanía española, esto es, hasta el siglo XIX, momento en que
comienza el declive de una lengua que en épocas pasadas era señal de prestigio y la
protagonista en la administración, la educación o la religión católica. Desde 1898, el
español ha ido cediendo su supremacía ante el avance del inglés, que, en la
actualidad, es lengua cooficial junto con el carolino y el chamorro, mezcla de malayo-
polinesio, tagalo, cebuano, chabacano caviteño y español. (vid. I. Molina Martos,
2006a: 14-19).

11.2.4. El español en Guinea Ecuatorial fue reconocido como lengua oficial en


la Ley Fundamental de Guinea Ecuatorial en 1982, oficializando así la presencia e
importancia de nuestra lengua, que había comenzado tiempo atrás gracias tanto a la
labor de los misioneros como a la propia historia del país africano, ligada durante
varios siglos a España.
Aunque las lenguas maternas de los guineanos suelen ser lenguas autóctonas,
el español se ha convertido en la lengua nacional, pues es “el vehículo de cultura, a la
par que la lengua de la enseñanza y del trabajo”, compite con el inglés y varias

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lenguas de la familia bantú, así como con el francés, pues si “el español es importante
para Guinea por razones históricas y culturales y porque Guinea pertenece al conjunto
de países hispanohablantes, el francés también lo es por imperativos del entorno y de
la economía” (A. Quilis, 1995: 114), descripción que muestra la compleja situación
lingüística que se produce en Guinea Ecuatorial. Por otro lado, los ecuatoguineanos
valoran muy positivamente el español, coinciden en que es recomendable hablarlo
bien y lo sienten como la lengua materna de su país. Además, el español en Guinea
Ecuatorial tiene actualmente una presencia y un peso destacados, y “se espera de
este país, no solo que siga siendo hispanohablante, sino que además funcione como
foco de irradiación de la lengua y la cultura españolas en el África Central“ (I. Molina
Martos, 2006b: 7). Para conseguirlo, España favorece y patrocina la creación de
instituciones, los programas de cooperación o el intercambio entre estudiantes.
El español de Guinea se caracteriza por la presencia de seseo, yeísmo,
vacilaciones vocálicas, pérdidas frecuentes del artículo, confusión entre tiempos y
modos verbales, uso anárquico de las preposiciones, existencia de voseo en algunas
zonas y un léxico en el que conviven arcaísmos –monóculo ‘tuerto’, castizar ‘hablar
bien español’–, africanismos –balele ‘baile indígena colectivo’, mamba ‘serpiente
pequeña muy venenosa’, mininga ‘amante negra’–, anglicismos –boy ‘criado del
servicio doméstico’, grafis, de craw-fish, ‘cangrejo de río’– y americanismos –aguacate,
banana, peso, tabaco– (A. Quilis, 1995: 115-116).

11.2.5. En el norte de África se hablan, o se han hablado con diferente


vitalidad, el español, el francés, el inglés, el árabe y el bereber; aquellas fruto de los
procesos de colonización, y éstas como lenguas autóctonas de los habitantes
africanos. La presencia del español en el norte de África está relacionada con la etapa
de protectorado español sobre esta zona, situación que comienza a mediados del siglo
XIX y finaliza en 1956, fecha en que se produce la independencia de Marruecos. A
partir de ese momento, tan solo se mantiene con vitalidad en las ciudades
independientes de Ceuta y Melilla, pues en el resto de países (Argelia o Túnez) y
regiones se encuentra en claro retroceso, debido a su no oficialidad y a que las
autoridades apoyan y difunden el uso del árabe estándar y del francés. Además, la
etapa de protectorado español en el Sáhara occidental ha hecho que el español sea
lengua oficial de la aún no reconocida República Árabe Sauri, que goce de un prestigio
mayor que el francés, e incluso que aumente el número de horas de español en el
enseñanza reglada.
Por otro lado, el español de Tánger, en donde la presencia del español fue
mayor, “se ajusta a los usos meridionales y está poco influido por el árabe, aunque sí

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hay una cierta presencia de arabismos relativos a cuestiones de la vida cotidiana (zoco
o soco ‘mercado’, ana ‘yo’, slama ‘adiós’, sahbi ‘amigo’, la ‘no’, safi ‘basta’, suaisuai
‘despacio’). En cambio, el español que hablan los marroquíes sí tiene una importante
transferencia del árabe y del francés” (I. Molina Martos, 2006c: 12). De nuevo, se
percibe la situación de bilingüismo o multilingüismo en que se encuentra el español
fuera de nuestras fronteras.

11.2.6. Finalmente, el judeoespañol, denominado también judezmo, español,


espaniolit, jaketía (al de Marruecos exclusivamente) o sefardí, es una variedad
lingüística que hoy sobrevive en algunas poblaciones de Israel, Turquía, Rumanía y
norte de Marruecos, en donde están en franco retroceso si no han desaparecido ya. La
presencia del judeoespañol en países mediterráneos se debe a la diáspora que
iniciaron los judíos castellanos tras su expulsión en 1492, por lo que esta lengua
presenta tanto rasgos lingüísticos del castellano de finales del Medievo –que, además,
debieron sufrir un proceso de koinización o nivelación dado que los judíos expulsados
procedían de diferentes regiones de España y, por tanto, eran hablantes de distintas
variedades del español peninsular–, como innovaciones propias de una lengua que ha
evolucionado sin contacto alguno con el español peninsular, pero sí, en cambio,
influenciada por otras lenguas con las que ha convivido desde entonces (árabe,
hebreo, lenguas eslavas...). Aunque el judeoespañol ha pasado por diferentes etapas
y tiene una historia distinta en cada uno de estos países, puede afirmarse –teniendo
en cuanta que la población joven apenas lo usa y lo conoce fundamentalmente por su
aparición en coplas y cantares antiguos– que en la actualidad “todo hace temer que,
desgraciadamente, estemos asistiendo a la lenta muerte de esta modalidad. Sin
embargo, los sefardíes tendrán siempre la última palabra” (C. Lleal, 2004: 1157).
El panorama descrito anteriormente muestra la unidad y la vitalidad de la mayor
parte del español extrapeninsular, a pesar de las diferencias y del empuje e
importancia de otras lenguas.

11.3. Instituciones y Fundaciones del español en España e Hispanoamérica

Las tres instituciones hispanoamericanas que más se han ocupado de la


investigación del español en aquellas tierras son el Colegio de México, el Instituto Caro
y Cuervo y La Casa de Bello.
El Colegio de México, fundado en 1938 como La Casa de España en México
por Alfonso Reyes, fue una de las instituciones hispanoamericanas que acogió a
intelectuales españoles, exiliados por la guerra civil, de diversas disciplinas. Si bien es

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a partir de 1948 cuando comienza a funcionar el Centro de Estudios Filológicos –


desde 1963 Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios–, que se ocupará,
fundamentalmente, de fomentar estudios e investigaciones sobre nuestra lengua en
México. En el campo de la Lingüística se llevaron a cabo trabajos sobre la influencia
de las lenguas indígenas mexicanas, se realizaron encuestas para conocer de primera
mano la situación de las lenguas habladas en México, se procedió a la recogida de
datos para la elaboración del Atlas lingüístico de México y desde 1973 se trabaja en el
Diccionario del español de México. Además, los encargados del Colegio de México
sacaron adelante un programa de doctorado al que fueron invitados los principales
filólogos de la época (Manuel Alvar, Kurt Baldinger, Eugenio Coseriu, Harri Meier,
Bernard Pottier, Ángel Rosenblat o Gregorio Salvador, entre otros), organizaron el
Seminario de Lingüística, convocaron becas para estudiantes, promovieron la
realización de tesis doctorales o la publicación de trabajos importantes para el español
de México y editan desde 1947 la prestigiosa Nueva Revista de Filología Hispánica –
versión actualizada de la Revista de Filología Hispánica que había fundado Amado
Alonso en Buenos Aires–. En definitiva, el Colegio de México ha contribuido y
contribuye al conocimiento y difusión del español y es una de las instituciones mejor
valoradas dentro y fuera de aquel país (vid. J. M. Lope Blanch, 1995).
El Instituto Caro y Cuervo fue creado en 1942 y debe su nombre a dos de las
principales figuras de la intelectualidad colombiana, esto es, al dialectólogo Rufino
José Cuervo y al filólogo y poeta Miguel Antonio Caro. La labor que se ha desarrollado
en esta institución se ve reflejada en la continuación de la redacción Diccionario de
construcción y régimen de la lengua castellana de Cuervo que había dejado
inconcluso su iniciador, y en el que han participado algunos lexicógrafos españoles, en
la publicación del Thesaurus. Boletín del Instituto Caro y Cuervo, nacido en 1945 como
Boletín del Instituto Caro y Cuervo, y de las bimensuales Noticias culturales, páginas
dedicadas a difundir los trabajos que lleva a cabo el Instituto, en el apoyo a la
aparición de trabajos sobre el español –principalmente de Colombia– (Disquisiciones
sobre filología castellana de Cuervo, Bibliografía de la lingüística española de Homero
Sería, Juan de Castellanos: tradición española y realidad americana de Manuel Alvar,
El habla de Bogotá. Materiales para su estudio de Luis Flórez...) y su literatura, en la
elaboración del Atlas lingüístico-etnográfico de Colombia, en el patrocinio y respaldo
de El proyecto de estudio coordinado de la norma lingüística culta o en la organización
del Seminario Andrés Bello, al que acuden estudiantes de todo el mundo y en el que
han impartido cursos Manuel Alvar, Juan M. Lope Blanch, Germán de Granda, Julio
Fernández Sevilla, Günther Haensch, Humberto López Morales, etc. Es, pues, una

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institución que lucha por el conocimiento y expansión, y que no en vano ha sido


llamada el “santuario de la lengua española” (vid. J. J. Montes Giraldo, 1995).
La Fundación La Casa de Bello es la más joven de todas. Nació en 1973 y lleva
el nombre del humanista más importante de Venezuela, Andrés Bello, a quien está
dedicada la práctica totalidad de los trabajos realizados allí. Esta institución se ha
dedicado fundamentalmente a la publicación de las obras de Bello (Obra jurídica,
filosófica, gramatical y filológica, poética, crítica literaria, histórica, política y su
Epistolario), así como a la organización de diversos Congresos y Seminarios sobre
diversos aspectos de su vida y obra (Bello y Caracas, 1979; Bello y Londres, 1980-
1981; Bello y Chile, 1981; Bello y el derecho latinoamericano, 1981; Foro internacional
sobre la obra jurídica de Bello, 1981; Bello y la América Latina, 1982; Bello y su obra,
1982) (vid. Pedro Grases González, 1995).
En España también contamos con una serie de Fundaciones, más modernas
que las hispanoamericanas, que se ocupan de diferente manera de nuestra lengua.
Así, entre otras muchas, la Fundación Biblioteca Alonso Zamora Vicente (1990)
custodia los fondos –un total de 30 000, entre volúmenes y publicaciones periódicas–
de la biblioteca personal del filólogo; la Fundación Camino de la Lengua Castellana
(2000) se encarga de promocionar la ruta turístico-cultural de los primeros siglos de
vida de nuestra lengua y de difundir el conocimiento del castellano; la Fundación
Duques de Soria (1989) tiene como objetivo la difusión de la cultura española,
especialmente de su lengua; la Fundación Litterae (1988) se ocupa de la difusión del
uso correcto del español; la Fundación San Millán de la Cogolla (2003), además de
proteger los monasterios de Suso y Yuso y su entorno, se dedica a la investigación,
documentación y difusión de los orígenes del español y la Fundación del Español
Urgente (Fundéu, 2005) aúna al BBVA y a la Agencia Efe para defender el buen uso
del español, sobre todo en los medios de comunicación.

11.4. La enseñanza y difusión del español como lengua extranjera. El Instituto


Cervantes

Los cambios políticos, sociales, culturales o económicos que trajo consigo el


siglo XVI tuvieron como consecuencia un creciente interés por aprender otras lenguas,
además del latín y el griego; para comerciantes, estudiantes, diplomáticos o soldados
eran necesarios unos conocimientos rudimentarios para entenderse con las gentes de
los países que, por diversos motivos, visitaban, y con las que trataban. Es así como
surgen manuales gramaticales y lexicográficos de lenguas modernas que, siguiendo el
modelo de las gramáticas y repertorios de las lenguas clásicas –esto es,

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reproduciendo reglas y listas de voces que el alumno debía memorizar y practicar con
diversas traducciones–, se publicaron abundantemente durante esa centuria y la
siguiente. El paso del tiempo no hizo que se avanzase demasiado en la metodología
de la enseñanza de segundas lenguas, pues, aunque éstas seguían impartiéndose, la
teoría lingüística se centraba, fundamentalmente, en la investigación, análisis y estudio
de las lenguas, pero no en su transmisión a extranjeros. En definitiva, lingüistas y
docentes no tenían los mismos intereses.
Ahora bien, desde los años ochenta de la pasada centuria se viene trabajando
en los manuales de enseñanza de segundas lenguas, de modo que la metodología
tradicional ha dado paso a la metodología audiolingual o situacional, nociofuncional,
comunicativa o el enfoque por tareas; esto es, en la actualidad existen diferentes
métodos de enseñanza de lenguas, que, además, adoptan distintos puntos de vista, si
bien todos ellos tratan de realizar una programación adecuada para cada nivel y se
ocupan de las cuatro destrezas comunicativas, esto es, compresión y expresión escrita
y comprensión y expresión oral. Además, el interés por nuestra lengua y la llegada de
inmigrantes no hispanohablantes ha generado unas necesidades que se han sabido
aprovechar muy bien, de modo que han proliferado las academias de enseñanza de
español, han surgido editoriales dedicadas exclusivamente a este tipo de enseñanza
(Difusión, Edelsa, Edinumen...) u otras ya existentes han creado nuevas colecciones
(Arco/Libros, SM, SGEL, Santillana...) y el mercado se ha visto incrementado por la
publicación de Gramáticas, Libros de ejercicios, Diccionarios, Manuales para niños o
para inmigrantes, Materiales para fines específicos, Recopilaciones de Refranes y
Frases hechas, Lecturas graduadas, Libros de Juegos, etc. La evolución en la
enseñanza de lenguas es, por tanto, evidente.
Pero hablar de enseñanza como lengua extranjera en España obliga, sin duda
alguna, a detenerse en la institución que en los últimos años más se ha ocupado y
preocupado por una enseñanza de calidad del español a extranjeros: el Instituto
Cervantes, “creado en 1991 con el objetivo preciso de difundir la lengua y la cultura
españolas en el mundo. Se trata de una entidad pública, dependiente de los
Ministerios de Asuntos Exteriores, Educación y Ciencia y Cultura, y creada a imagen y
semejanza de otras instituciones con fines similares, como el Institut Français, el
British Council, la Società Dante Alighieri o el Goethe Institut” (F. Moreno Fernández,
1995: 204).
El Instituto Cervantes (www.cervantes.es), para difundir la lengua y la cultura
españolas, realiza una serie de tareas y funciones de muy distintos tipo:

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Ha abierto casi setenta centros de enseñanza de español por todo el mundo;


en Norteamérica, en Albuquerque, Calgary, Chicago, Nueva York y Seattle; en
América del Sur, en Brasilia, Curitiba, Porto Alegre, Río de Janeiro, Salvado de Bahía
y Sao Paulo; en África, en Alejandría, Argel, Casablanca, El Cairo, Fez, Orán, Rabat,
Tánger, Tetuán y Túnez; en Asia y Oceanía, en Hanói, Kuala Lumpur, Manila, Nueva
Delhi, Pekín, Sídney, Tokio y Yakarta; en Europa, en Atenas, Belgrado, Berlín,
Bratislava, Bremen, Bruselas, Bucarest, Budapest, Burdeos, Cracovia, Dublín,
Estambul, Estocolmo, Hamburgo, Leeds, Lisboa, Liubliana, Londres, Lyon,
Mánchester, Milán, Moscú, Múnich, Nápoles, Palermo, París, Praga, Reikiavik, Roma,
Sofía, Toulouse, Utrecht, Varsovia, Viena y Zagreb; y en Oriente Próximo, en Ammán,
Beirut, Damasco y Tel Aviv.
Organiza cursos de lengua española tanto presenciales, en cualquiera de los
centros que tiene abiertos en todo el mundo, como virtuales, a través del Aula Virtual
de Español (AVE), en donde se vale de materiales multimedia, del chat o de foros de
discusión. En cambos casos, el Cervantes afronta la enseñanza de estos cursos sobre
un Plan Curricular diseñado especialmente a partir del Marco común de referencia
europea, esto es, fija y desarrolla los niveles de aprendizaje de enseñanza de lenguas
en A1 (Acceso), A2 (Plataforma), B1 (Umbral), B2 (Avanzado), C1 (Dominio operativo
eficaz) y C2 (Maestría). El gráfico siguiente (Instituto Cervantes, 2007, como todos los
que se reproducen en este epígrafe) muestra la evolución de los matriculados en los
dos últimos cursos.

Desarrolla materiales didácticos siguiendo su plan curricular, y colabora con


editoriales en la publicación de métodos de enseñanza de español siempre que se
ajusten al planteamiento y organización del Cervantes.

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Así mismo, colabora en actividades de promoción del español, y, por ejemplo,


colabora en la organización de los Congresos Internacionales de la Lengua Española
con la Real Academia Española.

Expide en nombre del Ministerio de Educación y Ciencia los Diplomas de


Español como Lengua Extranjera (DELE) y convoca los exámenes para su obtención.
Estos diplomas acreditan el dominio de la lengua española, y se dividen en tres
niveles: inicial, intermedio y superior. En todos ellos, el examen incluye pruebas –de
diferente nivel y duración, lógicamente– de expresión y comprensión escrita y oral, así
como ejercicios sobre gramática y vocabulario.

Se ocupa también de la formación del profesorado a través de cursos y


actividades formativas, de modo que el centro cuenta con docentes cualificados y
exclusivamente preparados para impartir español como segunda lengua. Además,
organiza permanentemente cursos de actualización y especialización para aquellos
profesionales que desean continuar con su instrucción.

Desde hace unos meses, el Instituto Cervantes ha comenzado una emisión por
un canal de televisión propio que tiene como objetivo servir de plataforma para la
promoción de la lengua y la cultura españolas. Su programación incluye
documentales, reportajes, películas o noticias (http://cervantestv.es). Cuenta también
con una emisión por radio que ofrece “los materiales sonoros producidos en las
diferentes sedes del mundo y complementan la oferta de contenidos accesible hoy por
Internet en otros portales del Instituto”. Funciona en la actualidad en pruebas, con una

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emisión continua de 24 horas que combina su propia producción con la programación


procedente de la colaboración del Instituto Cervantes con Radio Nacional de España
(http://radiocervantes.es/).

Utiliza para la difusión de toda su actividad un portal de Internet, llamado


Centro Virtual Cervantes, que se actualiza continuamente, y en el que se puede
encontrar toda la información sobre exposiciones, noticias, monográficos, obras de
referencia, materiales didácticos, foros, debates y un buscador sobre lengua y cultura
españolas (http://cvc.cervantes.es). El gráfico registra la evolución de las visitas al
CVC:

Mantiene una Red de bibliotecas por todo el mundo, que cuenta con
numerosos fondos bibliográficos que permiten tanto el acceso a los materiales
docentes como la investigación o el entretenimiento. En la actualidad, el Cervantes
reúne cuarenta y ocho bibliotecas activas y nueve en fase de organización, y cuenta
con 91 077 734 documentos en todos los soportes.

Ofrece una base de datos –”El español en España”– que contiene detallada
información sobre universidades, academias y centros de enseñanza con cursos de
español como lengua extranjera (http://eee.cervantes.es).

Mantiene el Portal de Hispanismo, en el que se pueden localizar datos sobre


investigadores, centros, asociaciones, tesis doctorales, congresos, seminarios,

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conferencias o actividades varias que tratan algún aspecto del hispanismo


(http://hispanismo.cervantes.es).

Promociona las tecnologías lingüísticas a través de una Oficina del Español en


la Sociedad de la Información (OESI), que potencia la labor científica y empresarial en
este campo y la da a conocer a los usuarios (http://oesi.cervantes.es).

El Instituto Cervantes también da a conocer su labor a través del portal Second


Life, que “recoge informaciones sobre el desarrollo del edificio Cervantes en su
vertiente virtualizada, ofrece una rápida visión de las principales dependencias de este
espacio para aquellos no registrados como usuarios de Second Life y muestra otros
servicios asociados a las actividades realizadas por el Instituto en esta plataforma”
(http://secondlife.cervantes.es).

Finalmente, es necesario destacar la presencia del Instituto Cervantes en ferias


sobre enseñanza promocionando los cursos de español en concreto, y demás
actividades en general, que lleva a cabo en todos sus centros. El gráfico siguiente da
cuenta de la evolución en los últimos años de la presencia del Cervantes en diferentes
ferias:

El Instituto Cervantes, en definitiva, es uno de los organismos más importantes


en la enseñanza y difusión de nuestra lengua fuera y dentro de sus fronteras. En la
actualidad, realiza una labor fundamental que es apoyada no solo por profesionales de
la docencia, sino también por intelectuales y personalidades de todos los ámbitos.

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El interés por el español fuera de España no está solo asociado al Instituto


Cervantes. El Ministerio de Ciencia y Tecnología en 1987, y dentro del espíritu de
desarrollo conjunto de programas educativos dentro de la Unión Europea, pone en
marcha las becas Erasmus, que tenían como objetivo apoyar a las instituciones de
enseñanza superior y promover la movilidad de profesores y estudiantes universitarios.
En 1995 se crea el programa Sócrates –que recoge la actuación de la Comunidad
Europea en el ámbito de la Educación–, que integra, entre otras acciones y
actividades, las becas Erasmus. Desde su nacimiento, y hasta la actualidad, las becas
del programa Sócrates/Erasmus han tenido una gran acogida entre docentes y
estudiantes, de manera que han sido un éxito para Europa y han contribuido a la
creación del Espacio Europeo de Educación Superior.
El Ministerio de Educación y Ciencia, dada la envergadura que iban
adquiriendo estas becas, creó el Organismo Autónomo Programas Educativos
Europeos (OAPEE) que “tiene como misión gestionar la participación española en el
Programa de Aprendizaje Permanente (PAP) de la Unión Europea. Es la Agencia
Nacional española del PAP y, por tanto, responsable de desarrollar las acciones
descentralizadas de los diferentes programas: COMENIUS para la educación escolar,
ERASMUS para la educación superior, Leonardo da Vinci para la Formación
Profesional y GRUNDTVIG para la educación de adultos” (vid. www.oapee.es).
Las becas Sócrates/Erasmus son ayudas para la realización de estudios en
centros educativos superiores de otros países europeos, estudios que, a su llegada a
su país de origen, le serán reconocidos académicamente. Pues bien, España es
actualmente el país de la Unión Europea que más estudiantes extranjeros acoge, 27
000 al año, así como el estado que más fondos ha recibido para la movilidad de
estudiantes europeos. Los motivos por los que los estudiantes extranjeros prefieren
España son tanto extraacadémicos, el clima o la naturaleza de los españoles, como
académicos, pues consideran que es uno de los países de Europa con más calidad en
su centros educativos. Esta situación ha provocado que en los últimos años, la
mayoría de universidades y centros educativos promuevan cursos de español como
lengua extranjera destinados específicamente a estos estudiantes, de manera que,
una vez más, nuestra lengua se convierte en una de las más estudiadas y habladas de
Europa. Sin duda alguna, las becas Erasmus han contribuido también al conocimiento
y difusión del español fuera de España.

11.5. El español en la red y en las instituciones internacionales

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La red de redes por excelencia, Internet (INTERnational NETwork), es un enorme


almacén para guardar ordenadamente la información, a la vez que aporta una rapidez
anteriormente desconocida. José Luis Comellas en su libro El último cambio de siglo.
Gloria y crisis de Occidente (1870-1914) nos indica que Internet supone un caudal de
información con ventajas fabulosas. Los datos que en otros tiempos costaba meses y
años reunir se pueden poner a disposición de quien los recaba en pocos minutos. Ahora
es posible “consultar desde Europa los fondos de la Biblioteca del Congreso de
Washington, leer un periódico de Tokio en el momento mismo de salir de la prensa,
proporcionando a los lectores de Europa o América noticias ocurridas ‘mañana’, o dar a
conocer la aparición de una supernova casi en el mismo momento en que un observador
de cualquier lugar del mundo la descubre. Internet supone una red que abraza el planeta
entero con mallas cada vez más estrechas, y aún no sabemos hasta dónde semejante
volumen de información instantánea puede llegar. Esta ventaja de que no dispusieron
anteriores generaciones, puede salvar vidas, permitir operaciones comerciales, conocer
un dato que de otra forma exigiría un viaje o una larga gestión por correspondencia, o
disponer en un momento dado del caudal de información necesario para realizar un
trabajo científico muy difícil y costoso de obtener por otros métodos. Teóricamente, sobre
todo cuando los medios públicos facilitan la operación, cualquier ciudadano del mundo
puede recibir en cualquier momento la información necesaria” (J. L. Comellas, 2000:
402).
Aunque la creación y primeros desarrollos de Internet se remontan a los años
sesenta y setenta, los pasos decisivos los han marcado la universalización del correo
electrónico, el desarrollo y expansión de la World Wide Web, en los años 1989 y 1990, y
la aplicación a los sistemas hipertexto e hipermedios. La existencia de los navegadores
permite el desplazamiento por las casi infinitas páginas de Internet y acceder a la
información que contienen, sea en texto, imagen, audio o vídeo; de modo que, desde su
aparición, Internet ha supuesto una revolución sin precedentes en el mundo de la
informática y de las comunicaciones. En la actualidad cualquier investigador puede
disponer de recursos que hace escasos años únicamente podían localizarse en los
grandes centros con la inversión de importantes partidas económicas.
Es evidente que la utilización de Internet ha modificado completamente el mundo
de las comunicaciones y el de la información –al superar las barreras del tiempo y del
espacio– provocando transformaciones muy importantes en la sociedad, la economía, el
trabajo, la cultura, etc. La sociedad interconectada es una realidad conseguida gracias a
Internet, que además ha provocado nuevas situaciones y relaciones socioeconómicas y
vivenciales construidas sobre la ubicuidad virtual de personas y hechos. La red mundial
ha contribuido al surgimiento de la denominada “sociedad global”, estudiada por

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comunicólogos, tecnólogos y sociólogos prestigiosos. Por desgracia el carácter


horizontal y el fácil acceso y difusión de la información en Internet plantea numerosos
problemas –legales y éticos–, todavía pendientes de resolver. En este sentido Internet es
un medio de comunicación que se puede utilizar para la comisión de delitos, el
proselitismo de actividades ilícitas e ilegales, la pornografía, la piratería de productos
vulnerando los derechos de propiedad, etc. Así mismo, la desigualdad existente en el
acceso a un medio de comunicación tan central en la sociedad del conocimiento provoca
el surgimiento de infopobres, esto es, personas que quedan al margen de la corriente
principal de la civilización científico-técnica.
Desde el punto de vista lingüístico, la lengua de Internet hasta hace bien poco
era el inglés, la lingua franca del siglo XX. El español, a pesar de ser la lengua de más
de cuatrocientos millones de hablantes, ha tenido
una presencia minoritaria en Internet hasta hace
poco tiempo. En noviembre de 2006 el diario El
País, haciéndose eco de la información
proporcionada por la UNESCO, publicaba el
gráfico de la izquierda en el que se daba cuenta
de la presencia de las distintas lenguas en
Internet. El español, en sexto lugar y siendo una
lengua utilizada por un mayor número de
personas que el alemán o el francés, presentaba
solo un 2.42%. Ahora bien, en los últimos años,
la presencia del español en Internet ha crecido
enormemente, y así lo avalan los datos: el 3.8% de las páginas web creadas están en
español, ciento trece mil millones de internautas son hispanohablantes, es el segundo
idioma más utilizado en las búsquedas de Google (de las que el 60% procede de
Hispanoamérica) y la segunda lengua que más crece en la ONU. A esta situación se
suman las perspectivas para el futuro, que son inmejorables: se augura que será la
segunda lengua del mundo, y se colocará a la cabeza en los intercambios comerciales
y económicos. Ello se debe, principalmente, al crecimiento que se está produciendo
del español en EEUU, a la expansión de empresas españolas fuera de las zonas
hispanohablantes, al desmesurado interés por el español fuera de España –cuenta
con 2263 departamentos de estudios hispánicos en todos el mundo, es estudiado por
catorce millones de personas y existen 152 asociaciones de hispanistas y profesores
de español–, a la acción de instituciones y Gobierno por promocionar nuestra lengua y
por acoger y apoyar la presencia de estudiantes y profesores de español como lengua
extranjera y a la considerable mejora económica de Hispanoamérica (vid. F. Moreno

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Fernández y J. Otero Roth, 2007). El desarrollo y crecimiento del español en el


mundo está, pues, muy relacionado con la expansión de Internet en las últimas
décadas.
En las instituciones internacionales también el inglés ha tenido una presencia e
importancia cruciales. Así en la Organización de Naciones Unidas (ONU), aunque se
reconocen seis idiomas oficiales (chino, árabe, ruso, francés, inglés y español), solo
tres son considerados “idiomas de trabajo” (inglés, francés y español), esto es, los más
utilizados tanto dentro de la institución como para la redacción de Actas y otros
Documentos. Ahora bien, a la vez, reconoce que en la Comisión Económica para
Europa las lenguas de trabajo son el inglés y el francés, mientras que en la Comisión
Económica para América Latina los idiomas de trabajo son el inglés, el portugués y el
español. Queda clara, pues, la supremacía del inglés. La situación en la Organización
de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) ocurre
algo parecido: están reconocidas como lenguas oficiales el árabe, el chino, el español,
el francés, el hindi, el inglés, el italiano, el portugués y el ruso, pero las lenguas de
trabajo son, de nuevo, el inglés y el francés, así “se intenta conciliar la igualdad en
principio concedida a las seis lenguas de trabajo, con la exigencia práctica de que los
textos sean entendidos por el mayor número posible de lectores, lo que lleva a
traducirlos, pero solo a uno, alternativamente diferente de una sesión a otra, de los
idiomas de trabajo, reconociendo así una mayor universalidad al francés y al inglés,
por encima de los otros cuatro: árabe, chino, español y ruso” (E. Ybáñez Bueno, 1995:
83-84). El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), la Organización de las
Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI) y la Unión Internacional de
Telecomunicaciones (UIT) actúan de modo similar, esto es, reconocen en sus cartas
de constitución varios idiomas, pero en la práctica, por falta de medios económicos o
tiempo, recurren siempre a dos, el inglés y el francés. La Organización Mundial de la
Salud (OMS) reconoce el español como lengua de trabajo en 1954, siete años
después de su constitución, pero, a pesar de esa circunstancia, la imposibilidad de
financiar el trabajo de traducción causó que desde hace unas décadas los documentos
oficiales y las lenguas mayoritarias fuesen el inglés y el francés. En otras instituciones,
como la Oficina Internacional de Trabajo (OIT), la Organización de las Naciones
Unidas para la agricultura y la Alimentación (FAO), el Fondo Monetario Internacional
(FMI), el Comité Olímpico Internacional (COI) o la Federación Internacional de Fútbol
(FIFA), la lengua más utilizada, e incluso exclusiva, es el inglés.
En la Unión Europea se reconocen como idiomas oficiales, y por tanto que
pueden usarse en sus instituciones (Parlamento Europeo, Consejo Europeo, Consejo
de la Unión Europea, Comisión Europea, Tribunal de Justicia y el Tribunal de

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Cuentas), las lenguas alemana, búlgara, checa, danesa, eslovaca, eslovena,


española, estonia, finesa, francesa, griega, húngara, inglesa, irlandesa, italiana, letona,
lituana, maltesa, neerlandesa, polaca, portuguesa, rumana y sueca, si bien en muchas
ocasiones y en no pocos documentos sólo se utilizan el alemán, el francés y el inglés.
Pero la situación actual de España, los procesos migratorios, el avance de la
economía hispanoamericana, el fomento de la ciencia y de la investigación, su
presencia –cada vez mayor– en EEUU y el entusiasmo de estudiantes y profesores
extranjeros por aprender y difundir el español presagian un buen porvenir para el
español, lengua que, según se ha vaticinado, será la segunda del mundo en las
próximas décadas.

11.6. Conclusiones

La situación lingüística del español en las últimas décadas de la pasada


centuria está bien resumida en las palabras de Francisco Moreno Fernández (2005) en
el apartado de su Historia social de las lenguas de España “Lo nunca visto”:
1) Nunca hasta el siglo XX había existido un sistema de enseñanza universal y
gratuito. Este sistema ha erradicado el analfabetismo y ha permitido el
contacto de todos los hablantes con los modelos más cultos y prestigiosos
de las lenguas de España.
2) Nunca hasta finales del siglo XX se habían organizado programas de
enseñanza de lenguas extranjeras tan ambiciosos. A finales del siglo XX,
un tercio de la población española era capaz de comunicarse en inglés,
proporción baja, si se compara con el 50% de europeos que lo conocían.
3) Nunca una lengua extranjera había ejercido una influencia tan intensa y
extensa sobre el español y sobre las demás lenguas de España. Nos
referimos, claro está, al inglés, que se hizo muy presente, en forma de
préstamos y calcos, en el lenguaje de la informática, así como de la ciencia
y la tecnología.
4) Nunca en la historia se había producido un proceso tan poderoso de
erosión social y deterioro lingüístico de las lenguas locales y de las jergas.
A pesar de los intentos de dar respaldo político a las modalidades
lingüísticas llamadas “llingua asturiana” y “fabla”, lo cierto es que esas
variedades tradicionales están en trance de desaparición, como ocurre
también con el aranés, en territorio catalán. De igual forma, durante el siglo
XX se han perdido multitud de jergas profesionales y marginales (gacería,
barallete, caló), así como otros procedimientos comunicativos más

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peculiares, como el “silbo gomero”, utilizado en la isla canaria de la Gomera


para la comunicación a distancia por medio de silbidos.
5) Nunca en la historia de España han existido unos medios de comunicación
con una presencia social tan amplia e intensa. La influencia de estos
medios, muy especialmente la televisión, afecta de un modo directo a la
difusión de los modelos lingüísticos. Gracias a la televisión y a otros
medios, así como a la movilidad poblacional, la lengua española tiene
presencia constante en todos los rincones del país. Gracias a la televisión y
a otros medios, la lengua gallega, la lengua vasca y la lengua catalana, en
sus diversas modalidades, cuentan con un poderoso instrumento de
difusión que cubre por completo sus respectivos dominios.
6) Nunca en la historia de España se habían producido llegadas estacionales
de extranjeros tan masivas como las que se han conocido durante la
segunda mitad del siglo XX. En esta época, se recibía un número de
turistas extranjeros superior al de los habitantes del país. Esto supuso una
mayor familiaridad con otras lenguas y, en casos como las islas Baleares y
Canarias o como la costa de Málaga, provocó el asentamiento de
poblaciones de turistas y jubilados de otros países, que a menudo se
rodearon de un entorno en su propio idioma.
7) En los ultimísimos años del siglo XX se inició un proceso de inmigración, de
origen hispanoamericano, centroeuropeo y africano, sin precedentes en la
historia de España. Las consecuencias lingüísticas de esta inmigración a
gran escala, para todas las lenguas de la Península Ibérica, se verán a lo
largo del siglo XXI.
Ahora bien, los primeros años del siglo XXI, y las expectativas para los
próximos, muestran que el español tiene una gran presencia y consideración fuera de
sus fronteras, que, todo parece indicar, aumentarán con el paso del tiempo. A pesar de
los cambios y transformaciones de las últimas décadas y a pesar también del
crecimiento continuo del inglés, el español será una de las lenguas del futuro, pues se
está asentando allí donde se habla, está sabiendo adaptarse a las nuevas tecnologías,
está compitiendo con el inglés en EE UU y es la lengua mayoritaria de
Hispanoamérica, territorio que se convertirá en una importante potencia en los
próximos años.

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