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Violencia Estructural La Pobreza y El Desarrollo
Violencia Estructural La Pobreza y El Desarrollo
Estas condiciones no han desaparecido con el paso del tiempo: el Estado guatemalteco
mantiene estructuras coloniales, el poder y los recursos económicos están concentrados en
selectos grupos de pocas familias (blancos), persiste la subordinación de grupos sociales, y
gran parte de la población -particularmente indígena– está excluida de los procesos de toma
de decisiones a nivel nacional, sin mencionar que el Estado no tiene capacidad para brindar
los servicios básicos ni el apoyo institucional a toda la población. En ambos casos, el
Estado ha promovido esta violencia, sea por acciones militares o legislativas, además del
funcionamiento –o abandono de funciones- de sus instituciones.
Violencia estructural se entiende como “aquellas situaciones en las que se produce un daño
en la satisfacción de las necesidades humanas básicas (supervivencia, bienestar, identidad o
libertad) como resultado de los procesos de estratificación social, es decir, sin necesidad de
formas de violencia directa” (Tortosa; La Parra, 2003). Podemos identificar la existencia de
un conflicto entre grupos sociales derivado de la falta de acceso a servicios y recursos, lo
que genera condiciones que provocan daño y sufrimiento a la población. Esto deriva en:
empobrecimiento, exclusión, desigualdad, injusticia… Entonces la violencia estructural es
un factor de primer orden en la producción de otros tipos de violencias.
La distribución de riquezas en el país es tan desigual, que existe una inmensa brecha entre
los que tienen mucho y los que tienen poco. Lejos de generar un sentimiento de nación, nos
refugiamos en pequeños grupos, construyendo idearios y generando intereses
individualistas en vez de lazos de solidaridad. Y así, nos encontramos en una sociedad
dividida, pero organizada para excluir y dominar.
La indiferencia se traduce en violencia estructural bajo el lema “sálvese quien pueda” y con
ideas como “el pobre es pobre porque quiere”.
Los efectos de la violencia estructural son más fuertes para el pueblo maya-indígena. La
pobreza y desnutrición se concentran en áreas marginales, particularmente el altiplano del
país, donde la población es mayoritariamente indígena. Junto a las mujeres, constituyen los
grupos sociales más afectados por la falta de alimentación, acceso a educación y servicios
de salud. Especial énfasis en las mujeres indígenas que son doblemente discriminadas por
ser mujeres y por ser indígenas.
http://brujula.com.gt/comprendiendo-la-violencia-estructural-en-guatemala/
POBREZA
Hay demasiadas dimensiones, factores y aspectos involucrados en el fenómeno de la
pobreza que impiden su tratamiento en términos de un fenómeno simple. Normalmente se
asocia este problema con subdesarrollo y tercer mundo, no obstante hoy se sabe que los
países desarrollados, en las últimas décadas, han presentado un aumento creciente del
desempleo y la pobreza.
En este sentido hablamos de línea de la pobreza para definir la frontera que separa a quien
puede satisfacer esas necesidades básicas, de aquél que no las puede satisfacer. Los
conceptos operativos de canasta básica normativa y canasta normativa alimentaria, definen
el nivel de línea de la pobreza y línea de la indigencia, para establecer como pobre a aquél
que no puede satisfacer el conjunto de las necesidades básicas pero puede alimentarse
relativamente bien e indigente como el que no puede ni siquiera satisfacer las necesidades
de alimentación.
El concepto de “pobreza atroz” sirve para referirse a este último segmento de la población
que vive en situaciones de miseria y cuyo porcentaje en Venezuela podría en este momento
estar rondando alrededor de un 15% (CENDA). “Recojelatas”, gente que vive del basurero,
pedigueños de todo tipo e indigentes en general, constituyen el espectro de ese estrato
socioeconómico que se encuentra en una situación de franca miseria.
Según los datos de la ENCOVI 2000, el 56.19% del total de la población vive en
condiciones de pobreza, alrededor de 6 millones 400 mil personas son pobres y un 15.69%
de los guatemaltecos subsisten en condiciones de pobreza extrema, alrededor de 1 millón
800 mil personas son extremadamente pobres. Estas condiciones de pobreza y exclusión
social constituyen uno de los mayores obstáculos para poder avanzar en el desarrollo del
país.
Las familias afectadas por la pobreza no pueden satisfacer sus necesidades básicas de
alimentación, lo cual se refleja en los niveles de desnutrición que afecta principalmente a
los niños, niñas y mujeres; tampoco pueden satisfacer otras necesidades básicas como
vivienda, vestuario y recreación, ni tienen acceso a servicios básicos de salud y educación.
La población rural y la población indígena han sido excluidas del acceso a la salud,
educación y a las posibilidades de desarrollo en general. La desnutrición, las enfermedades
diarreicas y respiratorias, la falta de vivienda adecuada y de servicios básicos afecta a miles
de familias pobres, tanto rurales como urbanas. El nivel promedio de escolaridad del país
no supera los 4.3 años de educación, el analfabetismo afecta al 31.7% de la población
mayor de 14 años, principalmente a las mujeres indígenas. Las posibilidades de recreación,
deporte y esparcimiento cultural son mínimas para la gran mayoría de la población; son
muy pocas las instalaciones, infraestructura, programas y recursos disponibles por el Estado
para su fomento y apoyo.
La Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2011 especifica que, según datos de ese año,
dentro del umbral de pobreza extrema se incluye a todas las personas que durante 12 meses
viven con menos 4380 quetzales -esta cifra era en 2006 de Q.3206 y en 2000 de Q.1911-.
Todas aquellas personas que viven con más de esta cantidad anualmente -Q.4380- pero
menos 9030.93 quetzales anuales están en la categoría de pobreza. (Encuesta Nacional de
Condiciones de Vida 2011, 2011).
Según registros oficiales, alrededor del 50 por ciento de los 15 millones de personas que
habitan Guatemala son pobres (Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2011, 2011).
Empobrecimiento y políticas
Sin entrar ahora en la discusión de los factores individuales y estructurales que llevan a la
pobreza ni en la relación entre la pobreza interna y relativa de un país y su posición en la
jerarquía mundial, sí se puede recorrer brevemente la lista de situaciones que comportan
violencia estructural: explotación, discriminación y marginación. También aquí, por lo
menos en muchos casos, el fenómeno se produce en las dos direcciones. Que la explotación
causa pobreza es algo que está implícito, aunque no siempre se use ese vocabulario, en las
discusiones anglosajonas sobre la underclass que algunos autores no dudan en definir como
"una población pobre permanentemente oprimida”. La discriminación que se ceba en
inmigrantes y, en general, en las minorías inferiorizadas es, como forma de violencia
estructural, un factor importante que lleva a la pobreza.
Según Naciones Unidas, una «sociedad socialmente integrada» es: «Una sociedad capaz de
dar cabida a aspiraciones individuales y de grupos diferentes y divergentes dentro de una
estructura flexible de valores básicos compartidos e intereses comunes. Vista en el contexto
del desarrollo humano sostenible, la integración social es sinónimo de más justicia, más
igualdad, más bienestar material y más libertad democrática, lo que entraña igualdad de
oportunidades y derechos para todos. En el seno de la sociedad se manifiesta como
solidaridad, interdependencia, respeto a la diversidad cultural, tolerancia de los estilos de
vida distintos de lo general y valor para sustituir sistemas que son inoperantes por otros más
equitativos» (Naciones Unidas, 1994).
• La libertad de cada persona y de cada nación de elegir la mejor manera de vivir, según sus
parámetros culturales.
“El desarrollo no es sólo caminos, puentes y hospitales, sino además esfera pública, como
espacio de encuentro de las culturas que se enriquecen mutuamente, intercambiando
valores y expresiones en pos del cambio social.” GERMÁN REY
ARTICULO 67.- Protección a las tierras y las cooperativas agrícolas indígenas. Las
tierras de las cooperativas, comunidades indígenas o cualesquiera otras formas de tenencia
comunal o colectiva de propiedad agraria, así como el patrimonio familiar y vivienda
popular, gozarán de protección especial del Estado, asistencia crediticia y de técnica
preferencial, que garanticen su posesión y desarrollo, a fin de asegurar a todos los
habitantes una mejor calidad de vida.
Las comunidades indígenas y otras que tengan tierras que históricamente les pertenecen y
que tradicionalmente han administrado en forma especial, mantendrán ese sistema.
ARTÍCULO 68.- Tierras para comunidades indígenas. Mediante programas
especiales y legislación adecuada, el Estado proveerá de tierras estatales a las comunidades
indígenas que las necesiten para su desarrollo.