CAPITULO TERCERO
‘MARK
Lo que hoy desominamos el emarxismo» nacié de la conjuncién de dos
factores: el proyeco intelectual de Karl Marx y una concreta sitwacién
socioeconémica, eracterizada por el comicnzo de la industralzacién y el
‘scento cortelativo del movimiento obrero. El propio Marx habla a este
sespecto de un ingenvo ecorazén» popular, cuyos latides piden ser regula-
dos por waa ecabes. Sin el respaldo del movimiento obrero el marxsmno
slo hubiera sido una revolucin tebrica mis de las miuchas a que dio logar
el siglo XIX. Su insercién en las coordenadss sociopoliticas del momento
hizo de @ lo que de hecho es: ima filosofia que ha dado ofigen a una
revolucién a escaa tundial. Como observa I. Calvex, la revolucin
feancesa de 1789, x pesr de sus intenciones univenalivas, habia sido fran-
«esa por su ofigen y fue europea por sus consecuencias. Con el maximo
ptece ser Ia revolicién mundial la que esti en marchay’. Ahora bien, en
lun movimiento rewolucionatio de esta clase las ides sulen jugar un papel
secundario. E] mactsmo, en cambio, tiene su cuna en Ia filovofia y n0 ha
Aejado de ser una flosofia, Marx oricnté resueltsmente la filosfla hacia el
suundo y la desvié de las cspeculaciones puras que se supontan inofensivas,
Pero todo lo que Marx hizo en el mundo, lo hizo con el rigor tomedo de
«sta filotofla, Por eo, no se comprende el combate que se esti librando hoy
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17TH, Mare
nzarlos, una vex digeridos, en el montén de basura de la histrias™
Guandio en 1857 se abe la gran sala de lectura del Museo Biitinico, Mars
‘ert uno de los letores més asidvs. Todava hoy puede ver a mesa que
usilzaba en ous largas horas de estudio. La capacidad de asimilacion de
{est hombre era inconmensurabe. Por supuesto, a pare del lense la
va Is ezonomia, En 1851 se trag6 bibliotcas enterasy lend 14 cuader,
Pero ademis Macs se interest por la histori, le dene
sa pot la histori, le literatura y las eiencis
Tp tg ett ie
{ganies novelists del momento: Walter Scott, Dumas pad y sobre ode
alae, Eandia a Darwin con quien incest en vano relacomse, Hien
Bachnes, et Al final desu vida se interesa por Rosia y pmende el nag
aque leg ler casi corsentement, para poder seguir de cs los probe?
tas sociales y econ6micos de aque inmenso puis, en-l que no dea de
ures fitura cua de I elcign mand,
lo tste enorme cimulo de conocimientos, sobre todo en my
szonde en age Mar lease an verde sb cali
skimas abe Fn 1859 vo Ja hur en Desa la Comba #'e en a,
‘aes plc. La obras publi en faccalos por exigencia dal edver
Llp gu ie anepso, Mars loge un sis breve y cra de fen
incipios del materialism histérico, Dice asi: «fn a produc sock
a vide los hombres contten determinate racionee nescaree ae
Fendi de so volta, que corteponden a uma determina fae de
desarrollo de wus fueras productivas matrles El conjuno de esas
acones de produccidn forma Ia estructura econbmica dela soci Ig
$4 sino, por el contri, el ser social es lo que determina mu conciencin,
ROM pate
130
Bl hombre y Is obra
‘uaa época de revolucién social, Al cambiar la base econémica se revolucio-
-gamés 0 menos ripidamente la enorme superestructura erigida sobre ell...
[Ninguna formacién social desaparece antes de que se desarrollen todas las
fueras productivas que caben dentro de ellay jamés aparecen nuevas y més
alts relaciones de produccién antes de que las condiciones materiales para
so existencia hayan madurado en el seno de la propia sociedad antigus. Por
‘00 la humanidad se propone siempre tinicamente los objetivos que puede
‘alcanzar..A grandes rasgos podemos desigoar como otras tantas épocas de
progreto en la formacin econdmica de la sociedad, el modo de produccién
{sldtco, el antiguo, el feudal y el moderno burgués. Las relaciones busgue-
sas de produccién son la lima forma antagénica del proceso social de
‘produccién, antagénica no en el sentido de un antagonism individual,
sino de un antagonismo que proviene de as condiciones sociales de vida de
{os individvos. Pero as fuerzs productivas que se desarrollan en el seno de
Ja sociedad burguess brindan al mismo tiempo la solucin de este antago-
‘smo, Con esta formacién social se cierta, por tanto, la prehistoria de la
sociedad homanas®. é
‘Pero Ia obra cumbre a la que Marx se dedica en cuerpo y alma en esta
cxapa londinense es E/ epital. En 1867, después de varios afios de trabsjo,
Marx tiene la alegria de tener en las manos su primer volumen. En
principio habla proyectado que el segundo y tereer volumen le siguieran
pronto. Pero la cantided ingente de materiales acumulados y su afin
perfeccionista le impidieron ver realizado su proyecto. Fue Engels quien,
‘ordenando los materiales dejados por su amigo, publicé el segundo y tercer
‘volumen en 1885 y 1894 respectivamente™.
En estrecha relacién con su tarea de pentamiento, Marx se dedies
‘también a encauzar el movimiento obrero internacional en la direccion por
€l preconizada. A finales de septiembre de 1864, en un mitin en Londtes,
surgié Ia idea de unir en una tinica organizacién las fuerzas socialstas de
diversosigno entonces exstentes: asi nacié la eAsociacién internacional de
trabajadores, conocida cominmente como Ja «Primera Internacional.
‘Marx hbo de tochar duramente por imponer sus puntos de vista a los
disidentes, en particular los proudhonianos y los paridarios de Lassalle y
Bakunin. En junio de 1865, ante el congreso general de la asociacién,
desarroll6 una ponencia sobte Salas, precio y genancia, publicada en forma
de folleto en 1898, Aunque en el congreso de Ia asociacién, tenido en
Ginebra en septiembre de 1866, trunfaron en buena parte las ideas de
‘Marx, la semilla de la disensi6n no habia muerto. Poco a poco, ls diversosUL, Marx
‘grupos que componian la esociacién empeearon a separarse. Desputs de ln
dertots de la Comuna de Paris en 1871 estallé abieramente la esis na
‘abecillasemigrados a Londees se devoraban mutuamente. Finalmente, co
{1872 se celebr6 en La Haya un nuevo congeso en el que Marx y Engels
triunfaron en toda la lines. Lograron que se eprobase la constiucion le
proletatiade en partido politico para conguistat cl poder, el trastado del
Conscio general a Nueva York para escapar las influenias del anal
‘mo, muy fuerte en Italia y Espafa,y sobre todo que se expulsase a Babin
ppor acusaciones de las que no sc adujo prueba alguna material. Pere]
precio de esta victoria fue la muerte de la Primera Internacional’,
La vida de Marx se acereaba lentamente hacia su fin. En 1875 escribe
‘tina obra la Cis l programa de Gths un folleto en el que hace polve
[lonl rigor y Ia intransigencia que le caracteriaban~ el programa que lor
socialists alemanes habian redactado en el Congreso tenido el mismo ane
£0 Gotha. El trabajo fue publicado péstumamente por Engels en 1891, Ee
importante recordar que Marx formula en él con la mis absoluta aitider sa
teoria de In edictadura del proletaiados, es decir, de la necesilad de le
‘cupacion violenta del poe por a clase obrra, como etapa previa para le
instauracién del comonismo. «Entre la sociedad capitalista y la coviedad
Comunista se sia el periodo de transformacién revolucionatia de le ana
fn a ott, A esta iltima correspond igualmente una etapa de transicion
poll, en ln que el Beta npr se bt Coa ae ut amon
sevolucionaria del proletariado»™
Ez los itimos afios de su agitada vide, Marx no se ocupa casi de otta
Cosa que de ta salud, Desde 1874 viaja todos los veranos al continente con
#3 ceposs para tomar las aguas en Karlsbad. La profes bajo la que se
inscribe en el registro del hotel cs curiosamente lade ereatistan. El verana
$f [861 Karly Jenny hacen su dio vine juntos se digen a Pais pare
decir adi asus hija, Jenny morta en diciembre del mismo ao enferma de
, he aqui la causa a cuyo servicio Marx se con
toda el alma. Una de sus expresioncs favoritas era wtrabaja por el mundon
En una ocasiéa, en frase un tanto rada, dijo de si mismo que no era lo
bastante buey para volver Ia expalda alos wdolores dela humanidad Pero
‘ste amor a la humanidad a0 le impedia ser duro e impliable con los
ppobres hombres de carne y hueso que se oponisn a sus fines. Ya cn so
{emprana época de director del Diario renano» se complacis en recitar los
‘versos de su amigo G. Weerth:
"Nada ay mas Beemoso en el mondo
ge mons ae enemigos
Se cuenta que en una ccasién, sentado con sus compafleros de redaccién en
foro a.un vaso, cuando el mimero de las borellasvacies comenzaba a ser
respetable, Marx levanté el dedo amenazador contra uno de sus am
diciéndole: «Te voy a destruc» Treinta afos mis tarde utiliacd la misma
xpresién frente a Bakunia, Ex que para Mars, consecvente con su propio
ppensamiento, contaba més la especie que el individuo. De ahi la extrana
ftialdad con la que recihfa fe noticia de la muerte de alginallgad, Parca
como sila vide llegada a su tézmino no le conceeniera. En un ensayo
jvenl sobre Plutareo escribi: wLa vida n0 pasa, slo pasa est ser aislado
Engels, su fiel amigo, estavo a punto de romper con él a causa de la
indiferencia que demostré ante Ta muerte de Maty Burns, sa primera
compatirs. Solo en una ocasién, ante la muerte desu hijito Edgar, se le
eseapé un grito de dolor. Meses més tarde escribia a Lassalle: wDice Bacon
ue el hombre verdaderamente grande tiene laos que le atan + Ia naturale-
2y al mondo, tantos objets que le solcitan que puede ficilnente pecdet
uno sin dolor. Yo no me cuento entre estos hombres grandes. La muerte de
ami hijo me ha sacudido el corazén y el cerebro y sigo sintindo In pérdida
como si hubiera ocurrido ayer mismo
‘Todos los testigos desu vida concuerdan en sefalar Ia total ndiferencia
de Marx respecto de la religin. Si ass alguna vez a ceremenias religio-
tas, fue sélo porque lo exigian las conveniencias sociales. Del Cristo de los
erangelios apreciaba, sin embargo, su egran amor hacia los nto. Su hija
‘menor recverda a este sespecto esa relato de la historia del hijo del
$i GF Rabi, KM. 1532
4d Se jar 1852 bn Dea
A re
ber 18S (Pe, vl. XVI, 61. CLF Rl, KA,
134
[RI Marx premancist y su atelimo homanista
- carpintero que fue muerto por los sicos: jdtia que jams, ni antes ni
esp, se contd tan bien esta historia! Muchas veces le oj decir: “A pesar
de todo, podemos perdonar muchas cosas el cristianismo, porque nos
seb el amor 210s nifios’s®,
Eile pum bP. Mating, bitgafo cepetiimcate devoto Se Mary,
= debemos este retrato: «Recio, fornido, con sus ojuelos chispeantes y su
lena de lebn, negra como el ébano, clara muestra de su origen semi;
Eben su moviscoton wn buen pede de mia agobiado, al margen
de oda vida social y mundana, entregado al incesante trabajo de la
jneeligeneia, comiendo aprisa para volver a él, absorbido por él hasta alts
boris de la noche; pensador incansable, para quien no habia placer més
alto que el pensamiento, auténtico heredero en esto de un Kant, de un
Fichte y sobre todo de un Hegel, de quien gustaba de repetr esta frase: “El
smiento més criminal de un malvado es mds sublime y grandioso que
todas las macavillas del cielo", si bien sus pensimientos acuciaban infatiga-
blemente a la accién; poco prictico para las cosas pequefias y genialmente
prctco para las grandes; incepac para llevar un presupaesto domésti
‘pero de una capacidad incomparable para levantar y'conducir un ejécito
‘que habia de cambiar Ia faz det mundoo".
2, EL MARX PREMARXISTA Y SU ATEISMO HUMANISTA
Marx no fue «marsista» desde el comienzo. Lo que si fue desde el
ccomicnzo al menos, como filésof, es un ateo decidido. Bsta constatacién
cs importante para comprender el trasfondo de la actual discusién sobre la.
posbilidad o imposiblidad de un marxismo no ateo. A veces se presenta el
semo de Mac oo on wtieo polis cdc un amo que
opusiera ala fe en Dios por motivos politica. Un tal ateismo serla
ees
tas de alianza entre el trono y el altar, entre la Iglesia y la sociedad
burguess,y esata por lo mismo destinado a deseparecer en la medida en
que deseparecieran aquellascircunstancies. El stelsmo de Marx incluye
sin duda rasgos politicos, pero no se agota con ellos. El aefsmo no es en
‘Marx una consecuencia de su proyecto revolucionatio, sino una premisa.
No sigue a su ideal socialist, sino que le precede. Marx fue ateo antes de
ser martista y hasta cierto punto ser marxista porque cra ya ateo. El
atelamo, mis concretamente ef humanismo ateo, es la tierra nutricia de la
GE Rtn te pi tt
Hating C Ma Huda 2
45 Fabra se Se Rg Blas Mi 158.
135TTL. Marx
{gps se alimenta y en la que germina si no como causs, al menos como
condicién, la semilla del marxismo".
‘Naturalmente, no es que Marx fuera, por as! decirlo,ateo de nscimien-
fo, En 1835, al final de sus estdios secundaries, en’ una compoticion
¢scrta sobre religiGn que versa sobre el fundamento, necesdad y efectos de
{a unin con Cristo segin Juan 15,1-14, el joven estudiante parece semtine
atraido por la figura humano-divina de Cristo, el Mediador, en quien Ing
hombres podemos unimes con Dios y, a la vez con nuesttos hermanos
sEa Ia unién con Cristo hemos de dirigir nuestra mirada amorosa hact,
Dios; sitamos por él las més encendidas gracias, doblemos pustosamente
1s rodilla ante él y mientras nos seatimos posedos de mayor amor por
Dicho de
otto modo, la sintazén es Ia existencia de Dios” :
Marx ironiza, sin dda, en torno a las benditas pruchas. Pero ga ironta
deja traslucie un concepto de razin que es preciso dilucidat. No o lo
‘mismo Ia rizén metafisica que la razin cientifca 0 positiva. Marx a he
colvidedo seguramente a Hegel, pero hablando de Dios se sirve de buena
BBA niente nen
40
Genealogfa del marxismo
1a de wn concept de ran, heredado de Feuerbach y del racioraismo
tree ote
Jnracionalidad dla que babla Marx no design todavta, como sucederd ms
adelante, las deficiencias sociceconémicas de! mundo burgués, sino el
desatino del crejente que se niega a reconocer Ia estructura racional de la
realidad. Ta flsotia, al hacer patente esta estructura, suprime de ral
piensa Marx, el problema de Dios.
3. GENEALOGIA DEL MaRxXISMO
‘sas alturis no es ya posible poner en duda la verdad de l primera
pave de nesta ts Nor ae ass de set ane Las
octorales consituyen su carta de presentaci6n en Ia sociedad de los
filsofos, ¥ € se presenta en ellos como un aeo convencido, Su ateismo n0
acmite paliativos ni ambigiedades: es senillamente radical. Pero su rosto
conceto es todavia el del atesmo clisic: la negaciin de Dios se hace en
nombre de la humanidad y de la cuzin, Marx es ato, pero no marisa,
Clio y cuéndscace el marxismo? Es dificil datae exactamente el tempo
hacimiengo de una idea, ya que sus races son casi siempre anteriores al
tomento crc des apactn, De modo sprnimnde ie as
primera germinacién de lo que seck después cl murxismo en rorno al ano
1844-1845. En.cualquier caso, una cosa es cient: el marxismo nace en un
mare ato y conta ala er, de wa modo nuevo y original, ese marco en el
que ha nacido, Con mucha menos imaginacion de le que Freud utiliza para
expliar el origs de nf en Dios, es posible hacer un ensayo de egeealo-
gf del marxismo,en el que el ateismo resulta ser un compotiente esencial
Maurice Clavel lo ha exptesado ast: «Admitid un odio total de Dios en un
joven hegeliano ytendetis a Marx, al entero Mano. Que Marx pertencce a
Ja inquierda hegiiana y que odia a Dios y a todos los dioses celestales
terrenales, cs algo que él mismo se ha encargado de hacemos saber. El
problema que se le presenta ahora es s6lo el signente: Como dase Ia
‘yelta al sistema hegeliano, de manera que el hombre sea reconocido en él
‘como Ja divinidad suprema? Es preciso encontrar una lave y eta lave Ia
‘eacontré ya Feuerbach, Pero en Feuerbach esta recuperacién por el hom-
bre del proyecto «Dios» no era dialética y ademés no pasaba de la teoria.
‘Marx Ia hard dialéctica y prdctca. La recuperacién del hombre por si
‘mismo se converir en el acto antitético del hegelianismo, a partir del cual
el sistema entero cambiard de base y se echard a andat. Vedamoslo,
8M ln Cpe, Pts 1975, p. Bt Ven amie el kim, i de Lai
Pap Bi
141|
MIL Mare
En Hegel, el sistema se desplegaba en estos tres momeatos: Iogice,
Alta xa Esa lpia Lien heros
y la naturaleza espirt, En ese despliegue imponente las dos caras del
Pensamiento de Hegel, dialéctica y sistema, se implican mutsémente. La
dialéctica, como movimiento del pensamiento, cesponde al movimiento
‘mismo de Ie sealided y ésta designa en iltimo tésmino a la idea absoluta,
Pues bien, esto es justamente lo que Marx se resiste'a aceptar. La simple
mencién de la idea sbsoluta Je huele a mlstca irracional. De ahi que se
onga esta sencilla pregunta: gy si amputase a Hegel su enorme eabers
‘metafisica y me quedase sélo con Ia daléctica? Esta operaci6n da hugar al
‘marxismo. El propio Matx se refiere a ella en un texto bisico de E/ Capital
‘Mi método dialético difiere del hegeliano no sélo por sus fundamen,
sino porque le es exactamente opuesto. Pars Hegel el movimiento de!
ppensamiento, que legard a transformarse en un sujeto auténomo llamado
ida, es el demiargo de lo real, lo cual es sélo su manifestacin exterior.
Para mf, por el contratio el pensamicnto no es mis que lo real uensportado
J traspuesto en el cerebro del hombre. El aspecto mistifiador de la
dialética hegetiana ya lo critiqué hace cerca de treinta afos, en una época
en que esta dialéctica estaba a Ia orden del dia. Pero la mistfcacion que
caracteria Ia dialéetica de Hegel no impide que éte haya sido el primero
‘en exponer con profundidad y de manera consciente las forms penerales
del movimiento diaéctico, En Hegel la dlaletca sigue un moumlento de
sxriba hacia abso, Hay que volver a ponerla sobre su bate para descubris el
‘nicleo racional bajo la envoleura mistican®,
Ahora bien, qué queda del sistema de Hegel, sise le ampota como
til el momento de Ie Legica, es decir, Ia idea absolut en sa movimiento
suténomo? La respuesta no ofrece lugar a dudas: quedan en pie el lambre y
1a maura en sos relaciones diléctcas mutuas. El hombre como ser de
necesidades aercala material, que encuentra en la naturaleza elemento de
‘i satisfaecion y que se rclaciona activamente con ella mediante el trabajo,
‘Tal es, en efecto, el micleo central del pensamiento de Marx, tl como éste
Jo expondrd en los fumosos Manu ce 1844. Conviene destacar que esta
concepcidn ineluye ya un doble punto de vista sobre ta historia, «El
‘hombre real, en carne y hueso, acampado sobre la tierra sda y bien
sedonda, el hombre que aspira y espa todas las fueras de le nauralezay®,
he agut la visidn de Marx sobre el origen. Se tata, comenta itnicamente
5 Br Ba Rit Race ms ries hall (Poy, Ph cman Cop,
» scron=GpMaded wo pa C7 ETON The x ite
a 186 (Pe, pero Et Tei p57,
=i
eh cease cet an 1 eee nace ek
Mio ah He oh es,
142
‘Manz, pensador crftico de Ie realidad de Ja alienecion.
‘Clavel, de una especie de edad de oro o paraiso originari. Pero también de
‘un golpe de Estado en plena naturaleza, porque este hombre no es el
Jndividuo aisiado, sino el ser genérico y social, el hombre original confor-
‘me a su esencia social”. EI trabajo que le une con Ia naturaleza le une al
‘mismo tiempo con los otros hombres. Se forma asi un entramado dialécti-
co, hombre, saturaleza, sociedad, cuyo elemento mediador y cimentador es
cl trabajo, En estas felices relaciones dialéticas originaras se introduce, sin
embargo, un elemento pertarbador. La serpiente del egofsmo, de los
Jntereses privados, induce a determinados hombres a apoderarse de una
pparcela de la naturaleza y de los instrumentos de trabajo. La propiedad, ese
original de la historia mariana, invierte asi el sentido que ésta
fenla.en Hegel, Este deja de ser ascendente para convertirse en descendente.
El homibre ya no es, como en Hegel, un hombre que ha de hacerse y
seabarse pasando por las mediaciones de la historia, Es un hombre,
‘originariamente acabado, al que estas mediaciones han ido sucesivamente
destruyendo, Lo que en Hegel eran las ctapas de la sucesiva reconquista del
hombre: derecho, propiedad, Estado, ate, religién, filosofi, se convierten
‘en Marx en ctapas de su sucesiva alienaeién. Por eso, para recobrar al
hombre originatio, hay que dar Ia vuelta al sistema.
“Todo empeeari por Ia suprerin de la propiedad, La clase encargada de
hncerlo serd el proletariado. En su cafda, la propiedad arrastraca consigo a
aquellas formaciones politico-ideoldgicas que se apoyaban en ella y que
‘constitutan Jos peldafos sucesivos del desarrollo del espieitu: Estado, arte,
religin y filosofia. Ya no seri menester organizar Ia sociedad en un Estado
que ssegure el dorninio de una clase sobre las otras. Ante ef arte Marx se
siente embarazado y no tiene una opinién segure sobre su futuro destino.
Lareligién, en cambio, se desembozari como una ilusién, una vex se hayan
secado las rales sociopoliticas que 1a alimentaban. Y la filosofia? Seni
abolida o realizada, segin se mie. Seri abolida en el sentido hegeliano de
‘una reconeliacién tebrica del pensamiento con la realidad, pero esa aboli-
cién abrird la puersa a la realizcin efectiva de esta misma reconciliacién
por un nuevo tipo de pensamiento, no teérico, sino préctico y sevoluciona-
Ho: el marxstno,
4, MARX, PENSADOR CRIMICO DS LA REALIDAD DE LA ALIENACION
Es de todos sabido que Marx fue ante todo un pensadr rit, La cttica
de la miseria
Jhumana es algo que 2 estas alturas no ha de causarnos ninguna extrafieza,
“Si; en cambio, podria causarla el hecho de que Marx califique a la religion
Ge sprotestan contra esta misma miseria. Sin embargo, Marx es aqui
fectamente logic. xEl hombre que es victima de la miseria cotidiana y
fue 90 ha tomado conciencia del mecanismo de la misma, aticula en
Jenguajereligioso su disconformidad, Solo que esta protesta es una evasién.
ero es protestay como tal esté mds cerca de la redencin que la indiferen-
ciao la resignacion total. Lo fatidico de esta protesta es su impotencia y lo
peligro de la religion es sevir de consuelo, de narcéicon”. Por eso Marx,
fen una expresién que se harfa famosa, denomina la religién el eopio del
lon, Este calificativo, proveniente de algunos estudios contemporineos
sobre Iss religiones asiiticas, se habla convertido en lugar comin de la
critica antieligiosa. Al apropiérselo, Marx no piensa tanto (como hizo
aczs0 Lenin, quien transformé le expresién marsiana en sopio para el
pueblos) en la mala fe de os que propinan al pueblo ese narcético, cuanto
cn It necesidad que tiene el mismo pueblo de procurirselo para poder
sobrellevar su miseris. La religidn, segregada por Ia miscria humana, es el
consuclo natural de esta miscria. El pueblo no puede vivir sin él, de la
sma manera que el fumador de opio no puede vivir sin su drogn. Pero
cee consvelo ee falzo, Su miemo origen lo condena.
Por eso Mars aade: «La abolicin de la religion como dicha iaseria del
pucblo es necesaria para su dicha real, La cxigencia de abandonar sus
ilusiones sobre su stuacion es la exigencia de abandonar una situacién que
necesita de ilusiones. La ctltica de la religion es, por tanto, en embrién, la
critica del valle de ligrimas, que la religion rodea de un halo de santidad.
La cxitia no arranca de tas cadenas las flores imaginarias para que el
Sombre soporte ls cadens sn falas a conmcls sino para gues
espoje de ellas coger las flores vivas. La critica de la religion
Seoul hoe pn ge pos ate mote eld cone an
hombre desengafiado y que ha enteado cn raz6a, para que gire en torno de
si mismo y, por tanto, en torno de su sol real. La religidn es tinicamente el
sol ilusorio que gira alrededor del hombre, mientras éste no gira alrededor
de st mismo»®, Desde Ia visual de Marx, la religidn es un narcético que
ofrece al hombre una felicidad ilusoria al precio de negarle Ia real, Por exo
lo primero que hay que hacer con cl hombre rcligiaso es lo mismo que se
hhace con los drogadictos someterles a una cura de desintoxicaciOn, Esta
a
3 Hic RS, Eda, at Moc gl Si lg Sane 19
PS Ka a ip Rei 379 (OR, 3)
155cura ha de ser radical, puesto que ha de conduciral eambio de la conci
seligios heteronoma (el hombre que da vuelts en torno # un sl ilsorio)
por la nueva conciencia autSnoma propugnada por Marx (dl hombre que
‘da vueltas en torno a si mismo). La abolicién de la religién es, pues, Ia
condicién previa, pero necesaria, de la iberacién humana. ¥ esta abolicion
hha de ser total, sit conciliaciones i medias tinta, ya que [a ac
religiosa es también toral y abarca la totaidad del hombre y de su destino,
No basta, pues, eon exradiat la religion de la vids piblica, como pretende
cl lsicismo, hay que dar un paso més y ecradicarla de su thkimo reducto: la
conciencia, Sélo sai el horabre estari maduro para su liberacién definitiva,
‘Marx puede concluir: «La tarea de la historia consiste, pues, una ver
‘que ha desaparccido el mir all de la verdad, en averiguar la verdad del mas
‘acd. ¥ Ia tarea inmediata de la filosofia que se encuentra al servicio de la
historia consiste, una vez que se ha desenmascarado la forma sagrada de
Ja autoalienacion humana, en desenmascarar la astoalicnaciéa en sus
formas profanas. Ast, la critica del cielo se convierteen critica de la tiera,
Ia critica de la religin en critica del derecho, la critica de la teologta en
cxitica de la polticay”, La critica de la religién es en Marx la epremisan de
toda cestics. Hs la tare sin duda provisional y preliminar, pero ineludible,
que es preciso llevar a cabo como candito sie qua now de toda otea critica
te6tica y de la misma praxis revolucionaia.
La relacin existente entre la critica de la religidny Ia praxis revolucio-
‘aria Ia expresa Mars, con tuna légica implacable, en el texto que sigue: «Es
cierto que el rma dela critica no puede substitu ala eritca de las armas,
que la fuerza material debe ser derrocada por la fuerza material, pero
también lo es que la teotia se convierte en poder material tan pronto como
se apodera de las masas. Y la teorfa es capax de apoderarse de las masas,
cuando argumenta y demuestra ad hominem, cuando se hace radical. Set
radical es captar las cosas por su raia. Pero para el hombre la raiz es el
hombre mismo. La prueba evidente del radicelismo de la teoria alemana y,
por ende, de su eficacia prictica, es que tiene sa punto de partida en la
bolic decididamente partie de la religién. La critica de la religion tiene
ss meta en a doctrina, segin la cual el hombres para el bie esr supremo y,
[por consiguiente, en el imperatio eaten de echar por tierra todas las
condiciones que hacen del hombre un ser humillado, esclavizado, bando-
nado y despreciable, condiciones que no pueden describirse mejor que con
Ja exclamacion de un francés, cuando se proyectaba crear un impuesto
Para perros: “iPobres perros, quieren tratazles como seres humanos!™s!®
1B, PE Pp,
156
Ta alienacién seligioss
En el pensamiento de Marx no cabe separar el aspecto tetrico del
jprictico. Como timpoco cabe separar la. veta itreligiosa y atea de la
-evolucionaria. La praxis se aguanta en la teorla y Ia sealiza, Asi, en el texto
resede, el umpersivo eteiricon de ethtr por tea tds lt
Gnacions que hae dl hombre un se uma yelavido aeqeade
"Ge la edoctrinas, segt la cual cl hombre es para el hombre el ser supremo,
y Gta presupone a su vez la eabolicin positivas de la religién. El motivo
ean eee concn enter upeion de lain y la psa
revolucionaria es claro: lt conciencia religiosa heterdnoma es el mayor
cbsticulo a Ia toma de coociencia autnoma, preconizada por Mars. Por
allo mismo la teora alemana proporciona a la praxis su mejor arma,
porque es ireligiosa y atea. Marx resume el micleo de esta teoria en Ia
firmacién de que et hombre es el ser supremo para el hombre. Esta
docitina, no es pretiso subrayatlo, recoge el resultado de Ia critica feuerba-
cchiana en sus dos momentos complementarios: la negacié del absolnto
trascendente y su substitucién por un nuevo absoiuro inmanente, el hom-
bre, Mars, como yx sabemos, concibe al hombre de un modo mucho més
-concreto que Feuerbach, como punto de interseccién de mitiples relacio-
socioecondmicis, pero su eivindicacién humanista no es menos radi-
‘al: al hombre y n0 a Dios corresponde en adelante la condicién de set
supremo. Pese a su rechazn de Pins, Marz no a conséguid elimina de ou
pensamiento el elemento religioo. Lo mismo que le sucediés Feuctbach y
pot las mismas razones, el fantasma de! Dios eliminado continga presente
en Marx «como modelo ideal que persigue los suefos del hombres La
dialéetica hegeliana se venga ast in exiremis del interto matsiano de tans-
pportar el cielo a la tierra de los hombres, El proceso de negacién lleva
182
Las tllenacién Blosética
dé exa etapa eritica, ha llegado para Marx el momento de distanciarse
‘efinitivamente de Feuerbach y de su materialismo’ tebrico. Tal es el
significado de las famosas Tes she Frbac (1845), un escrito breve, pero
> abstancioso, que Marx redact6 cuando componfa La ideolagia alemana y que
Como ésta permanecié inédito hasta que Engels lo publicé péstumamente
(1888), Marx se propone con estas tesis definir su propio pensamiento en
quello que tiene de radicalmente nuevo y revolucionari: la praxis. En
‘ete sentido, aunque se denominan Tess sobre Fenerbas 9a contenido rebasa
Ja mera critica a Feuerbach, Mars se opone no sblo a Feuerbach sino a toda
Ia filosofia anterior, « la que acusa de haber disociado teorfa y praxis. En
‘esto consistia precisamente la alienacién filoséfcs. Marx, en cambio,
pretende anular esta disociaciOn y extablecer la praxis como criterio de Is
feoria, La teoria ex coneebida como proyecto y s6lo.como proyecto, por
tanto, std incluida en cuanto tal en la praxis",
‘Recordemos brevemente el contenido de Jas once tesis, La fess primers
plantea ya de entrada el nuevo punto de vista marxiano: «El principal
efecto, hasta aqui, del matcralismo de todos los fil6sofos —incluido el de
Feuerbach reside en que el objeto, la realidad, cl mundo sensible s6lo son
considerados bajo la forma de efjeio 0 representacién, pero no en cuanto
snilad humana cnrts, 10 como praxir, no subjetivamente. Esto explica
porque el aspecto activo se desartoll6 por el idealismo, en oposicién al
Inaterilismo, pero sély de uo modo absteacto: porque ol idcalismo no
‘concce naturalmente la actividad real, concreta, en cuanto tal. Feuerbach
quiere objetos coneretos, realmente dstintos de los objetos del pensammicato
‘pero no considera In actividad humana misma en cuanto actividad objet
Yya.. De ahi que no comprends la importaneia de la actividad “revoluciona-
tia", de la actividad “critico-prictica’»™*,
En Fichte s6lo dos filosoflas entraban en cuestisn, el realismo y el
idealismo. De modo anilogo en Marx slo cuentan dos filosofis, el
materialism y el idealismo, Pero no se trata ya de escoger entre ella, sino
de superaris y dejarlasatris en la iniea flosofia que realmente cuenta, su
‘nueyo matrationa dialetco¢ bitrie. En efecto, el materalismo antiguo
reconocia Ia realidad concreta sensible, pero la considerab etéticament
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Gabo (Bacon 97K p.9,
183,Wi, Marx
como un objeto opuesto al sujeto. El idealismo, en cambio, procedia
dindmicamene, pero no ponta este dinamismo en la realidad material sino en
Ja conciencia. En uno y otro caso, realidad y actividad humana, materials.
‘mo ¢ historia, estaban separados. Ni siquiera Feuerbach fue capaz de unit
ambos extremos, «En la medida en que Feuerbach es matetialista no hace
intervenir Ia historia, y en la medida en que toma en consideracin la
historia no es materialista, Materialismo e historia sparccen en él comple-
tamente divorciadoso", Cuando Feverbach piensa como materialist y
coneibe al hombre como un ser sentiente, cuyos sentidos apuntan a la
realidad conereta y sensible, considera esta relacién de manera tedxiea y
contemplativa, prescinde, pues, dela historia, del devenir de la sensorial
dad humana, Se trata ahora de introducie en el materilismo feuerbachiano
l devenir que Hegel en la Fenomenoleéa puso en el haber de la conciencia,
Alli ta conciencia se transformaba y se conocia mejor al transformar y
conocer mejor a su objeto. Ahora el hombre ha de ttansformarse y
‘conocerse mejor a si mismo, a medida que con su actividad sensorial
transforma y conoce mejor la realidad concretay sensible en que se inserts,
Hay que concebir, pues, la actividad sensorial humana como attvdad
bjetna (gegeuldndicie Tigh), por la que el hombre no sélo transforma un
objeto, sino que al transformarto, se abjetiss en él, xt baw objeto para si
‘mismo, Sujeto y objeto se encuentran asi en la praxis transformadora, en la
que ef sujero devlene objeto y el objeto supto, el hombre se objetiva y ef
objeto se humaniza, El materialismo que lo ponia todo a cuenta del objeto
«5 corsegido por el idealismo que lo pont todo a cuenta del sujeto,
resultado es un nuevo materialism dialéstico ¢ histérico, una teorla
cltco-prictica de lo real. La verdadera realidad se encuentra s6lo en la
praxis, en Ia actividad transformadora del hombre sobre la naturaleza.
‘La ai segunda saca las consecucncias del anterior planteamiento respec-
to del problema del conocimiento o de la verdad objetiva del pensamiento
hhumano: El problema de si se puede reconocer al pensamiento humano
una verdad objetiva no es una cuestiGn te6rica, sino una cuestin prictica.
Es en la praxis donde el hombre comprueba la verdad, es decir, la realidad
y el poderfo, la terenalidad de nuestro pensamiento. La controversa sobre
Ja realidad o issealidad de un penstmiento que se alsla de la praxis es
‘puramente eodsticn'". Ea Marx no existe una verdad abjetiva que haya de
ser conocida. La verdad no consistetanco en Jaadecuacidn del pensamien-
to ala realidad cuanto en la reclizan del pensamiento, La verdad se hase en
Ja praxis. Por ello Marx rechaza como una especulacin escolistica el
184
1a alienacion filoéfica
problema previo dla verdad o realidad del conocimiento. Como en Hegel,
{a verdad no est al principio, sino al final del proceso, pero no como saber
ahsoluto, sino como praxis absolut. En consecuencia, un pensamieno,
‘para ser verdadero, ha de dar prucbas en este mundo.de su ead pica,
[En este sentido, cl marxismo es ea revolucién ms total que cabe imaginar,
fen cuanto que su realizacién no esti sueta 2 nada dado y reconosido
previamentes!®, La medida de su verdad es la medida de su poderio y
ferrenalidad. El eaber és poders de Bacon de Verulam se traspone peligro-
samente del Ambito de la ciencia de Ia natoraleza al de la realidad socal y
renal ieee
relacién entre el hombre y sus condicionamientos historic: oLa tesis
rmaterialista que quiere que los hombres sean producto de las circunstancias
y de la educacién olvida que son precisamente os hombres quienes
‘wansforman las circunstancias y que el mismo edacador necesita ser
ceducado, Por eso tiende inevitablemente a dividir la sociedad en dos pate,
‘una de las cuales se halla colocada sobre la sociedad. La coincidencia del
‘cambio de circunancias con ede la actividad humana o autotransforma-
‘idn s6lo puede concebirsey comprenderse racionalmente en cuanto fraxit
‘relaciomariay"®, De aeverdo con su teoria dela praxis Marx se opone tanto
sun determinism sa libertad, como-2 una libertad sin condicionamientos
histéricos. La solcién de la antinomia reside de nuevo en Ja praxis, o-
‘mo cambio de esis condicionamiesitos y, por ello hegelisnamente, como
coincidencia de lo dado y de lo construido.
Ta ane ng conc de are ic eben
4e la religiéa: «Feuerbach acranca det hecho dela alienaciGn teligios, dl
desdoblamiento del mundo en un mando religioso, imaginatio,y otro real,
Su cometido corsiste en disolver et mundo religioso, reduciéndolo a su
base terrenal. No ve que, después de realizada esta labor, falta por hace lo
principal. En efeco, el hecho de que la base terrenal se separe des misma
12 plasme n us mbes coo ena dependents, oo pe glare
rel propio desparramiento y la contradiccién de la base terrena
fbn, Po ano primero qe ay que hacer ex comprende x a 52
contradiecién y logo revolucionarla pricticamente,eliminando la contre
diccién. Después de descubrir, vrbigraci en la familia tecrenal el secreto
de [a sagrada Fansili, hay que critica tebricamente y revolucionar prcti-
‘amente aquellas. El tema es una constante del pensamiento marxano,
CConcebir el penssmiento como Is lucha tedrict contra una ilusin, en este
TE Oar Bar, me a mei, p.
Tw dhe Faia 2 esp
10 yp 8 (Gr 1)
185,