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HISTORIA DE LA ETICA ism and the limits of traditional 32), pp. 617-658. fe de’ Max Horkheimer», Archives de Philosophie, 49, 2 (1986), pp. 179-204. —, «Auflarung und Mythos im Werk Horkheimers», en Schmidt y Alt- wicker (eds.), Max Horkheimer heute: Werk und Wirkung, Fischer, Frankfurt, 1986b, pp. 180-243. Soliner, A., Geschichte und Herrschaft: Studien zur materialistischen So- rt, 1979, Tiedemann, R., «Dialectics at a Standstill: Approaches to the Passagen- Werk», en G. Smith (ed.), On Walter Benjamin, MIT Press, Cambrid- ge Mass., pp. 260-291. Wellmer, A., Teoria critica de la sociedad y positivismo, Ariel, Barcelona, 1979. —, «Reason, Utopia, and the Dialectic of Enlightmento, en Bernstein (ed.), Habermas and modernity, Polity Press, Cambridge, 1985, pp. 35-66. Notas 1. _Adems de otos estos que ms adelante se mencionarn, lector es ato! puede acura la dtallads historia de a Eactoa de Frankfort de Matin Sy, Ea imagination datérce, cr David Gross, «Left Melancholy», Telos, 65 (1985), pp. on oa andncedonia kcsianon yt ‘Tacobo Mion (Mion, 198) a sofa Planteamientos de Horkheimer con fe 2. 3 cf E. J, Habermas, «Walter Benjamin: erica conscencadora o etic sl vadora», en Perfiles filoséfico-polfticos, Taurus, Madrid, 1975, pp. 297-332, en es- il Forum, XV, 1-2 (1983-1984), pp. 71- messianism?», The Philosop! 108s. Vease a iodecén de Jun Jot Stach en Horner y Ado, 1994, pp. 9-46. En dicha introducciGn podrén encontrarse anilisis y referencias q\ no han podido introducirse en esta segunda edicién, José Rusio Carracepo LA PSICOLOGIA MORAL (@E PIAGET A KOHLBERG) Los primeros estudios en el ambito de la psicologia moral se deben a tres fuentes diferentes: el psicoanilisis freudiano, el socio. logismo de Ia escuela durkheimiana y la investigacién empirica ini. ciada por J. Baldwin (enfoque especulativo) y por Hartshorne y May (enfoque experimental). Pero alcanza su madurez con la obra de Jean Piaget, Le jugement moral chez enfant (1932), tanto por su metodologia como por el intenso influjo que ha ejercido, ade. mis de continuarse hasta nuestros dias, especialmente a través de a obra de L. Kohlberg. Medio siglo después, la investigacién plage ‘a mantiene su relevancia, pese a las duras criticas que le han formuladas. Con todo, los estudios de Psicologia moral no se han generaliza- do hasta los tres tiltimos decenios, al fraguar tres grandes lineas de investigacién: la psicoanalitica (Sullivan, Erikson), la cognitiva gvolutiva (Kohlberg, Turiel, Rest) y la conductista o teoria del apren- dizaje social (Eisenck, Bandura, Aronfreed). Pero, por diferentes Tazones, limitaré este estudio a las dos figuras centrales de Piaget y Kohlberg.’ 1, EL CONTEXTO DE LA INVESTIGACION PIAGETIANA, El mismo Piaget (1971, pp. 273-343) plantea su trabajo como un intento de esclarecer las intuiciones y superar las deficien- 482 HISTORIA DE LA ETICA cias del sociologismo durkheimiano y del psicologismo de Bald- win: Jas ideas de Durkheim y de Fauconnet sobre la responsabilidad la doctrina de Durkheim sobre la autoridad como fuente de la vida ‘moral infantil; las teorlas de Baldwin, y sobre todo las de P. Bovet sobre la génesis de los sentimientos morales, y, finalmente, algunas i “ertos pedagogos respecto a la autonom{a de la conciencia 971, p. 273). En su libro La responsabilité (1920), P. Fauconnet desarrollé las ideas de Durkheim sobre la justicia distributiva y el derecho penal para demostrar que la forma originaria de moral es la respon- sabilidad objetiva. Como dice Piaget, Fauconnet, «conforme al es- piritu del durkheimismo, intenta explicar los fenémenos, no por medio de sus leyes de evolucién o de construccién, sino acentuando Jos elementos invariables y comunes a todos los estadios» (1971, p. 275). Eso si, detecta en las sociedades mds evolucionadas una doble tendencia en el enfoque de la responsabilidad: a individuali- zarse y a inmanentizarse; pero lo considera como un proceso de empobrecimiento: «la responsabilidad subjetiva, lejos de ser, como se admite generalmente, la responsabilidad por excelencia, es una forma atrofiada de la responsabilidad» (citado por Piaget, 1971, p. 278). La teoria de la autoridad moral formulada por Durkheim insi get, 1971, p. 287). Con ello Durkheim arruina por completo la auto- nomia normativa caracterfstica de la moral, a la vez que la somete ——i— al «conservadurismo colectivon. Ello es as{ porque aunque Durkheim distinguia dos vertientes diferentes en la presién social (presién colectiva en las sociedades tradicionales, obligacién interior en las sociedades modernas), no deja de asimilarlas en definitiva en cuanto presién social. Por otra parte, su teorfa de la obligacién moral (teoria del deber) y su teorfa de la autonomia de la conciencia (teorfa del bien) quedan entera- mente disociadas, ya que considera irreductibles los conceptos de LA PSICOLOGIA MORAL 483 deber y de bien moral; y, sin embargo, termina por asimilarlos al reducir el bien al deber, dado que bueno es lo prescrito como tal. Piaget, en cambio, se propone demostrar cémo el bien moral es irreductible al mero deber justamente porque «comporta cierto mar- gen de elaboracién personal y de autonomia. Es decir que, lejos - de resultar de la presién, se explica sélo por la cooperacién» (1971, p. 294). La teorfa durkheimiana de la educacién moral es una aplicacién directa de su teorfa de la autoridad moral, En efecto, los tres ele- mentos de la moralidad para Durkheim son: el espiritu de discipli- na, la adhesin a los grupos sociales y la autonom/a de la voluntad. Pero la autonomfa de la voluntad no puede sustraerse al principio de obligacién y de autoridad. Al final, «actuar moralmente es con- formarse a las reglas de la moral». De abi una educacién moral basada en la disciplina y en el castigo («funcién esencial de la pena»). Aqu{ incide de plano el replanteamiento piagetiano: «zexiste un solo tipo de autoridad y un solo tipo de reglas?». Su investigacién va a demostrar que existen, al menos, dos tipos bien diferenciados de reglas y de autoridad: del «respeto unilateral» y la del «respe- to mutuo»; y lo que es més importante: tanto en la sociogénesis como en la ontogénesis se tiende a sustituir la regla de obligacién por la regla de cooperaciéa. Ahora bien, la cooperacién y el respe- stulan, no ilusoria, si ear eae fe,una autonomia fusri, sino ca autonomia __La teoria de la obligacién moral refleja tambi siologista de Durkheim, pero incluye una precision que, rein pros pie confesin Paget, 1971; 314), puso al maestro ginebrino so- a obligacién moral se Mpa a ante ble Sal pore or ee a distinguir, sin embargo, el respeto unilateral (a la autoridad del Adulto) de respeto mutuo (tespeto entre iguales), de modo que la a pee aoe mediante el desplazamiento del primero ha- Por ultim M. Baldwin le va a proporci: i ic sat el desarrollo intelectual conlleva la aparicién de la astenonta Personal. En efecto, tras una fase «sindéxica» (reflejo de la presion social), el individuo pasa, a través.del razonamiento, a la fase «si. némica» (interiorizacién de las normas en la conciencia, ideal mo. ral). Pero, como apunta Piaget, no se produce una autonomia autén- 484 HISTORIA DE LA ETICA sélo se consigue una elaboracién personal de lo recibido, pero variacién cualitativa alguna. Justamente, porque carece de la experiencia de la colaboracién entre iguales (Piaget, 1971, pp. 326-333). Y es que Piaget contaba, ademas —y esto no ha sido destacado suficientemente—, con otra pista valiosa: el concepto kantiano de autonomfa moral tanto en si mismo como en cuanto contrapuesto al de heteronomia moral. La originalidad de Piaget va a consistir en infundir a la autonomfa de la razén practica kantiana la indis- pensable experiencia de la cooperacién social; esto es, la infusién de la nocién de bien moral en la forma kantiana del deber. Para ello, Piaget se va a servir de una metodologfa clinica muy peculiar, que disciplina la subjetividad del investigador, pero dejan- dola abierta a la interpretacién cualitativa, sobre todo con vistas ‘a confirmar o refutar la consistencia del modelo Iégico construido (Maier, 1972, p. 98). Metodologia que suscitaré una inacabable po- Iémica que se prolonga hasta nuestros dias, pero que de ningiin modo afecta a la validez de su teoria. Hay que tener en cuenta, no obstante, como apunta Flavell (1968, p. 35), que el interés central de Piaget es la investigacién del desa- rrollo cualitativo de las estructuras intelectuales. De ahf el estructu- ismo genético que caracteriza a su cognitivismo. El estudio del juicio moral es abordado, pues, como un aspecto relevante del de- sarrollo intelectual. No obstante, Piaget se mostraré siempre muy cauteloso a la hora de precisar si se da adecuacién entre las etapas del desarrollo intelectual y el desarrollo moral, que globalmente re- sulta innegable. Sin embargo, como pone de relieve Flavell (1968, pp. 311-317), «Piaget aplica sus anteriores descubrimientos en el disefio y la interpretacién efectuada en este ambito ... Sélo a través de compartir perspectivas con iguales, una Iégica y una moral ge- nuinas pueden reemplazar a un realismo egocéntrico, tanto légico como moral». En este sentido, al menos, su psicologia moral trans- curre paralela a su psicologia de la inteligencia. 2. LA GENESIS DEL CRITERIO MORAL SEGUN PIAGET Cabe sefialar, ante todo, que Piaget se propuso estudiar exclusi- vamente la génesis del juicio moral y no las conductas © los sent LA PSICOLOGIA MORAL 485 mientos morales. Para ello elabord una metodologia clinica, basada en una combinacién de observacién y entrevistas (y su andl in- terpretativo), con niftos de las escuelas de Ginebra y Neuchatel, cuyas edades oscilaban entre seis y doce afios, siguiendo la pauta marcada con anterioridad en su investigacién sobre la representa- cién del mundo y sobre la causalidad. Siguiendo una inspiracién globalmente kantiana, se trataba de saber cémo concibe el nifio «el respeto por la regla». Para ello se sirvié Piaget del andlisis de Jas reglas del juego social en cuanto aparecen como obligatorias para todo jugador normal. Seguidamente Piaget pasa de las reglas del juego a las reglas especificamente «morales» al estudiar el caso concreto de la mentira infantil y su enjuiciamiento por los niftos de las sucesivas edades. Finalmente investiga las nociones morales surgidas de las relaciones de los nifios con los adultos y entre si, centréndose sobre Ia idea de justicia en sus diferentes acepciones. {as tres investigaciones han de mostrarse perfectamente coherentes entre sf. Su hipétesis de partida es la de que «toda moral consiste en un sistema de reglas y la esencia de cualquier moralidad hay que buscarla en el respeto que el individuo adquiere hacia estas reglas». Este punto le parece sdlidamente establecido por Kant y comparti- do por los durkheimianos, ya que las divergencias aparecen «sdlo cuando se trata de ex] ir cémo llega la conciencia al Tespeto por estas reglas» (Piaget, 1971, P. 9). En efecto, segtin Kay (1970, Pp. 39), fue la insatisfaccién de sus explicaciones la que motivé a Pia. get a emprender el estudio de «la estructura de Ia moralidad en 41 nino», poniendo en claro el papel del influjo adulto sobre el » e m entre iguales y la incidencia del desarrollo intelectual sobre el juicio moral, poniendo de relieve la interaccién de los tres factores entre st. 2.1, Las reglas del juego: de la regia coercitiva a la regla racional Para tal fin, Piaget elige uno de los juegos sociales més simpl el juego de las canicas, que tiene la ventaja de regirse por reglas susceptibles de elaboracién por los mismos nifios, a diferencia dé otros juegos mucho més rigidamente normados por los adultos. El 486 HISTORIA DE LA BTICA i las» maestro ginebrino va @ distinguir entre «la Laaeea ies ae y «la conciencia de la regla», esto es, la manera es ee de diferentes edades se representan el cardcter obligatorio ee © decisorio, heteronomia o autonomia— de las mismas. Tor ft mo, va a comparar estos dos sures de one ae ee clones que exiten entre Ia préctica y 1a conciencia de 18 Teait juego de las canicas, como otros juegos infantiles, p i ebdige meas o menos pléstico, con un niimero reconocido de varian- ‘tes que cabe elegir, y admite innovaciones Papers cui eae colectividad las acepta. Piaget observa en primer lugar como 2 adap- tan los individuos a ls reas: en segeno Tuga, ofmo adqueren i iencia de la regla. Lo: te proserameate cnc te cee Ja practica de las reglas: 1) motor e individual: el juego es puramen- te manipulative individual; 2) egocéntrico: entre los dos y los cin- co afios juegan varios nifios, pero cada uno lo hace para sf, modo que pueden ganar todos; 3) cooperativo: sobre los siete aflos se inicia el juego social; en consecuencia, cada jugador intenta do- minar a los demds y controlarlos, pero todavia no consigue unificar las reglas; y 4) por wlimo, estadio de codificacién de las reglas: sobre los once aflos las partidas quedan minuciosamente reguladas y el cédigo es respetado sin vacilaciones. Sin embargo, Piaget ad- vierte que no se trata de un continuo, sino que los estadios incluyen ciertas oscilaciones. De todos modos se observa una progresién des- de las simples regularidades individuales hasta el interés por la regla misma, pasando por la imitacién egocéntrica de los mayores y la incipiente cooperacién. ‘Desde el punto de vista de la conciencia de la regla, Piaget sefia- la tres estadios: 1) la regla no es todavia coercitiva, sino sdlo indi- cativa (se sitia a caballo de los dos primeros estadios desde el pun- to de vista de la préctica de las reglas); 2) la regla se considera sagrada ¢ intangible, de origen adulto y esencia inmutable; toda modificacién de la misma es una transgresién (coincide con el apo- geo del estadio egocéntrico y la primera mitad del estadio coopera- tivo); y 3) la regla es considerada como una ley originada en el consentimiento mutuo y que, por tanto, admite variacionies con tal de que las sancione la colectividad. El maestro ginebrino advierte que la correlacién entre los estadios de la préctica y los de la con- Ciencia de la regla es meramente estadistica, pero enteramente fia- 4 | LA PSICOLOGIA MORAL 487 ble, y sugiere la existencia de dos tipos de respeto por la regla, correspondientes a dos tipos de comportamiento social: heteréno- mo y auténomo: el primero es el respeto unilateral (a los adultos) y el segundo el respeto mutuo (entre iguales) (Piaget, 1971, pp. 18-23 y ss.) En definitiva, de su estudio sobre el juego infiere Pi tencia de tres tipos de reglas, cuyas relaciones seré preciso determi- nar: «la regla motriz, debida a la inteligencia motriz preverbal y relativamente independiente de toda relacién social, la regla coerci- tiva debida al respeto unilateral, y la regla racional debida al respe- tuo mutuo» (ibid, p. 72). La relacién entre los tres tipos de reglas es, como muestra su estudio sobre la inteligencia infantil, una «con- tinuidad funcional y una diferencia de estructura». Ello implica que «no podemos hablar de estadios globales caracterizados por Ia auto- nomfa o la heteronomfa, sino sélo de fases de heteronomia y de autonom{a que definen un proceso que se repite para cada conjunto de reglas a cada nuevo plan de conciencia o reflexin» (ibid., p. 71). Es mds, toda regla es motérica, individual y social a la vez: «la regla cognitiva deriva en ciertos aspectos de ia regla coercitiva y de la regla motriz» (ibid., p. 75). Pese a todo, cada tipo de regla es estructuralmente distinta de las demés. La regla motriz se origina en una costumbre especial mente regular y ritualizada. La regla coercitiva, en cambio, procede lel respeto unilateral (respeto debido a la presidn'de los adultos © los mayores) que mantiene a los nifios en el egocentrismo (que resulta de la indiferenciacién entre el yo y el mundo social). Por liltimo, la regla racional se forma a partir del respeto mutuo y la cooperacién entre los nifios: «existe la misma relacién entre el res- Peto mutuo y la autonomia de la conciencia que entre el respeto unilateral y el egocentrismo». Y mds adelante precisa: La gran diferencia entre la obligacién y la cooperacién, entre el respeto unilateral y el respeto mutuo, es que la primera impone creencias 0 reglas terminadas, que hay que adoptar en bloque, y Ja segunda sdlo propone un método, método de control recfproco y de verificacién en el terreno intelectual, de discusi6n y de justifica- cin en el terreno moral (ibid., pp. 73-81). 488 HISTORIA DE LA ETICA Por tanto, el hallazgo decisivo de Piaget consiste en su distincién centre la presién unilateral (cespeto unilateral por la regia) y 18, coo” peracign (respeto mutuo); Ia primera conduce a 1a regla coercitivas fa segunda, a la regla racional; la primera lleva a la heteronomity y a la moralidad del deber; 1a segunda, @ 1a autonomia, y a Je moralidad del bien. 2.2, De la heterenomfa a la autonomfa moral da investigacin se propone investigar en detalle el rea- roman ean ecto ea as conseeuencias de Ia presién adulta sobre le conciencia moral infantil. El realismo moral aparecié ya en la primera investigacién (segundo estadio desde el punto de vista de a conciencia de la regla, en que la considera «sagrada» ¢ «intangi- ble»). Pero se hacta necesario un estudio mds preciso al respecto. Con este fin investiga Piaget la mentira infantil, que le va a permi- tir seguir paso a paso la evolucién de la conciencia de la regla y el juicio moral desde la heteronomfa hasta la autonomifa, pasando por una fase intermedia o de transicién. ‘Piaget parte de la hipdtesis de que las primeras formas de la conciencia del deber en el nifio son heterénomas y que tal heterono- mia se relaciona estrechamente con el egocentrismo infantil (que consiste en una «indiferenciacién entre el yo y el medio social» (ibid, p. 78). El estudio de la mentira infantil permite captar lo que Pia- et denomina «realismo moral» del niflo, que se origina en la pre- si6n intelectual y social que sobre él ejercen los mayores (los padres y educadores, en especial). Este realismo moral se caracteriza por tres rasgos: a) heteronomla (los valores morales son considerados como subsistentes en si mismos); 6) sentido literal de la norma; y ¢) responsabilidad objetiva (los valores son independientes de la conciencia y le vienen impuestos de modo automético). En conse- cuencia, la conducta se evalia por su grado de fidelidad a la nor- ma, sin atender a las intenciones 0 motivaciones que la inspiran (responsabilidad subjetiva). Ahora bien, aunque la presién adulta tiene una notable incidencia en su génesis (sobre todo cuando se sirve de prohibiciones, castigos y del propio ejemplo en 1a evalua cién), el realismo moral del niflo no seria posible sin su realismo cognitivo general, por el que apenas concede relevancia alguna @ LA PSICOLOGIA MORAL 439 las circunstancias ¢ intenciones de la accién, centrandose sobre los resultados (ibid., pp. 92-93). Para detectar la evolucién y modalidades del realismo moral Pia- get propone a la consideracién de los nifios una gradacién de histo- ietas que incluye: torpezas, negligencias, robo egoista, robo con Fines altruistas. Seguidamente, solicita su juicio de valor al respec- to. Piaget es consciente de que se trata de un método indirecto, que apela al pensamiento verbal y no al pensamiento activo (no inquiere la decisién del nifio, sino su valoracién de tal conducta hipotética). Pero el maestro ginebrino lo considera suficientemente fiable ya que en sus estudios sobre las reglas del juego ha compro- bado una correspondencia entre la teorfa y la accién en el nifio. ‘Aungue ciertamente hay un desfase entre las fases verbales y las fases concretas del mismo proceso y, por tanto, entre el juicio mo- ral tedrico y la evaluacién moral concreta; pero Piaget lo plantea como si el juicio consistiera en una conciencia:progresiva de la eva- luacién (ibid., p. 99). EI resultado es que hasta los diez afios coexisten dos tipos de respuestas. Segiin unos, los actos se valoran en funcién del resulta- do material e independientemente de las intenciones en juego. Se- giin Jos demds s6lo cuenta la intencién ... En ineas generales es indudable que la responsabilidad objetiva disminuye con la edad. Después de los diez afios no encontramos ni un solo caso (ibid., p. 104). Estadisticamente, la responsabilidad objetiva se concentra sobre los siete afios y la responsabilidad subjetiva sobre los nueve. El estudio de la mentira infantil arroja resultados homologa- bles. Pero un anilisis mas atento de la mentira en el nifio muestra cémo ¢s un problema originado por el encuentro de sus actitudes egocéntricas con la presién moral de los adultos. Por eso interesa observar, ante todo, la manera «en que el nifio juzga y evalia la mentira», Por ello, Piaget dirige su interrogatorio a tres tipos de cuestiones: 1) ,qué significa mentir para el nifio?; 2) zcudl es la responsabilidad en funcién del contenido de las mentiras?; 3) gcudl es la responsabilidad en funcién de sus consecuencias materiales? En las respuestas de los nifios se advierte una evolucién crecien- te hacia concepciones mas subjetivas y un abandono progresivo del objetivismo hasta llegar a considerar la mentira como una traicién consciente ¢ intencionada de la verdad. Idéntica gradacién —en de- pendencia con la edad y el consiguiente desarrollo de la inteligencia— t ' 490 HISTORIA DE LA ETICA se observa en las respuestas sobre la responsabilidad, tanto en fun- cin del contenido como en funcién de las consecuencias de la men- tira, Hasta los ocho afios, al menos, el nifio se mantiene Umites del «respeto unilateral» (la mentira es mala porque se casti ga) y solo a partir de esa edad aparece el «respeto mutuo» (la men- tira es mala en s{ misma, aunque no se castigara, por su cardcter antisocial). Es la cooperacién (respeto mutuo) la que provoca que la regla se interiorice y se generalice hasta alcanzar la autonomia moral. Piaget concluye de su estudio que la superacién del ri infantil se hace posible solamente mediante la cooperacién tual y moral del adulto con el niflo, cooperacién que sustituye a Ja presién adulta sobre el niflo, y que opera en éste una transicién de la heteronomia y del respeto unilateral hacia la autonomfa moral y el respeto mutuo, gracias a que la cooperacién provoca en el nifio una interiorizacién y generalizacién de las reglas y de las consignas. Sin tal educacién moral el nifio permanecerfa en una fase interme. dia, ya estudiada por Baldwin y Bovet, en la que el niflo obedece a la regla en si misma, pero generalizada y aplicada de modo pecu- liar; s6lo la experiencia de la cooperacién revela al nifio que la ve- racidad es necesaria a las relaciones de simpatia y respeto mutuos (ibid., pp. 164-165). 2.3. De la justicia retributiva a la justicia equitativa Esta tesis de Piaget es el objetivo principal de su tercera investi- gacién, que estudia en detalle las relaciones entre la cooperacién y el desarrollo de la nocién de justicia, Es esta la investigacién mds fina y minuciosa. La génesis de la nocién de justicia hasta su madu- rez plena permite asistir de modo simulténeo a la adquisicién de — a autonomfa moral del sujeto, a partir de los dictamenes de su conciencia. En efecto, la nocién de justicia permite el estudio de los procesos de cooperacién y de reciprocidad entre los nifios, esto 6s, de las relaciones entre iguales (respeto mutuo). Piaget llegar4 a la conclusién de que el sentido de justicia, a pesar de poder ser teforzado naturalmente por las normas y el ejemplo de los adultos, €s en gran parte independiente de estas influencias y no requiere Para desarrollarse mds que la cooperacién y la solidaridad entre LA PSICOLOGIA MORAL 491 los nifios; es més, a veces «las nociones de lo justo y de lo injusto se imponen a la conciencia infantil a pesar, y no por causa, del 168). De hecho, un capitulo del estudio versa sobre «la solidaridad infantil y sus conflictos con la autoridad adul- ta en el caso de la denuncia». Pero sélo a partir de ciertas condicio- nes de madurez fisica, mental y social la nocién igualitaria de justi- cia se impone hasta dominar sobre la autoridad de los adultos. El primer aspecto de Ja justicia que se estudia es el problema de los castigos, esto es, «el problema de la sancién y la justicia retributiva» (que se define por la proporcionalidad entre el acto y la sancién). Para saber hasta qué punto los nifios consideran jus- tas las sanciones, Piaget procede a presentarles diferentes tipos de sancién, pregunténdoles por la més justa. Las respuestas las clasifi- ca en dos grupos: para unos la sancién més justa es la de tipo expiatorio (por tanto, la més severa es la més justa); para otros, los nifios mayores por lo general, la sancién justa es la que exige una reparacién de la reciprocidad violada (por ejemplo, la exclu- ién momenténea o definitiva del grupo social). ,Cémo se produce el paso de la primera nocién de justicia a la segunda? Para el maes- tro ginebrino se trata de un caso particular de la evolucién general del respeto unilateral al respeto mutuo, en el que el proceso de cooperacién juega un papel decisivo (ibid., p. 195). Seguidamente pasa a estudiar un segundo aspecto de la nocién de justicia: el de responsabilidad colectiva. La cuestién parece alta- mente significativa pues la historia del derecho penal muestra que numerosos pueblos han considerado primordialmente la responsa- bilidad como colectiva y comunicable. Ademés, desde un enfoque Gurkheimiano, Fauconnet (1920) habia demostrado que esta respon- sabilidad comunicable estaba relacionada con la responsabilidad ob- Jetiva o realismo moral de la infancia, Piaget recurre nuevamente al relato de historietas en las que los adultos aplican castigos ivos, en especial para provocar la denuncia del culpable. Pues bien, Por lo general los nifios menores de ocho afios aceptan como justo este tipo de sancién, a partir de su sentido expiatorio de la justicia, mientras que los mayores consideran que el castigo infligido a los inocentes ¢s més injusto que la impunidad del culpable, a pensar de todas las justificaciones aducidas por los adultos (ibid., p. 203), Otro aspecto estudiado de la justicia retributiva es el denomina- do comtinmente «justicia inmanente». La hipstesis de partida es 492 HISTORIA PE LA BTICA que la creencia en Ia necesidad y universalidad de la sancién expia- toria debe ser tanto més firme cuanto més joven es el nifio. Previ- sién que la investigacién confirma puntualmente, por lo que corro- bora, a la vez, los resultados de la precedente (ibid., pp. 211-220). ‘Acto seguido pasa Piaget a estudiar diversos aspectos de la jus- distributiva. Para ello parte de la hipétesis de que este tipo de ju to, ha de imponerse con la edad en cooperaci6n se hace progresivamente més importante que Ia presién adulta en su experiencia social. La previsién es que de la coopera- cidn surge esponténeamente la nocién de igualdad y, mas tarde, Ja de equidad, que supone su versién madura tanto desde el punto de vista intelectual como moral. La investigacién demostré que los nifios entre 6 y 9 afios se centran en un 48 por 100 sobre la sancién, en un 35 por 100 sobre la igualdad y sélo en un 17 por 100 sobre a equidad; los situados entre los 10 y los 12 afios lo hacen en un 3 por 100 sobre la sancién, en un $5 por 100 sobre la igualdad estricta y en un 42 por 100 sobre la equidad; finalmente, en los niftos comprendidos entre 13 y 14 afios es nula la consideracién sobre la sancién y poco apreciable el igualitarismo (un 5 por 100), oe que se centran casi todos (95 por 100) sobre la equidad i flictos que surgen entre el sentido infantil de la justicia y 1a autori- dad de los adultos. La estrategia metodoldgica es la misma. Y la conclusién a la que llega es la siguiente: y en correlacién con la solidaridad igualitarismo parece derivar de los del respeto mutuo més que del me- los nifios, Piaget les pidié que ofrecieran ejem- los de lo que considerasen injusto. Obtuvo as{ cuatro tipos de res- uesta: 1) las conductas contrarias a las consignas recibidas del adulto LA PSICOLOGIA MORAL 493 (por tanto, justicia equivale a obediencia y el ideal moral es el del «buen muchacho»); 2) las conductas contrarias a las reglas del jue- 20; 3) las conductas contrarias a la igualdad; y 4) las injusticias a la sociedad adulta, en especial de tipo econémico o polf- id., p. 262). Del conjunto de sus estudios sobre el sentido de la justicia en jos deduce Piaget tres grandes perfodos en la génesis de la los justicia: 1) hasta los siete-ocho afios, el nifio subordina la justicia a la autoridad adulta; 2) entre los ocho y los once afios, el nifio se mueve en un igualitarismo progresivo; y 3) por tiltimo, a partir de los once-doce, la justicia igualitaria (igualitarismo) se truca en equidad o justicia racional (ibid., pp. 262-272). En definitiva, al estudiar la génesis del criterio moral en el nifio, Piaget se ha visto obligado a discutir el gran problema de la educa- cién moral, esto es, el de las relaciones entre la vida social y la conciencia racional. Frente a la escuela durkheimiana y su enfoque sociologista, su investigacién ha demostrado que los factores de ma- durez fisica y mental del individuo cumplen un papel tan importan- te, al menos, como el de los procesos sociales, y que esta madurez social es indispensable para alcanzar la madurez moral, fa través de los procesos de cooperacién. Es mds, su investigacién pone al descubierto dos tipos de relacién social: la (autoridad exterior) y la cooperacién entre iguales; 1a. pri- mera s6lo produce respeto unilateral (realismo moral), Ja segunda conduce a la autonomia moral al favorecer 1 zacién de normas ideales que controlan todas las reglas y su aplica- cién practica, segiin la ley general de respeto mutuo. Ambos tipos de relacién social son irreductibles, en la misma medida en que lo son la moral heterénoma (basada en el deber impuesto desde el exterior, por respetado que sea) y 1a moral auténoma (basada en el deber fundamentado sobre la racionalidad y el bien comin). La génesis del criterio moral no obedece, pues, simplemente a presiones, mimetismos o aprendizajes sociales; al contrario, aparece netamente un paralelismo entre la evolucién intelectual y el desa- rrollo moral. Es legitimo hablar, pues, de cognitivismo moral. Como dice Piaget en frase célebre, «la légica es una moral del pensamien- to, como la moral es una ldgica de la accién» (ibid., p. 335). Ahora bien, se trata de un cognitivismo moderado ya que «ni las normas légicas ni las normas morales son innatas»; su génesis y madura- 494 HISTORIA DE LA ETICA cién precisan de las relaciones sociales; mds concretamente, en el caso de la norma moral, precisa de la experiencia de la cooperacién social entre iguales 0 respeto mutuo, a partir de la cual la mente individual forma «estructuras por medio de una toma de conciencia adecuada». Sin los procesos sociales, el individuo es y permanece egocéntrico y el egocentrismo sélo produce anomia. Pero las rela- ciones sociales basadas en la autoridad slo pueden dar lugar a que p¢ ten que la conciencia individual desarrolle la moralidad como un bien auténomo y acepte como propias las leyes de la reciprocidad (idid., pp. 336-343). Sin embargo, Piaget no ha establecido de modo preciso ni las relaciones entre las etapas del desarrollo intelectual y las del moral, los estadios sucesivos y diferenciales que atraviesa el desarrollo moral, En ambos aspectos sus continuadores, en especial L. Kohl- berg, van a intentar colmar estas lagunas. En lo que respecta al desarrollo moral aparecen nitidas dos fases jerarquizadas en el cri- terio moral: la fase heterénoma y Ia fase auténoma; entre ambas postula, mas bien que establece, una fase intermedia o mediadora entre ambas: la de interiorizacién. No obstante, W. Kay defiende que es posible reconstruir el esquema secuencial piagetiano en cua- tro estadios: 1) egocéntrico (aunque confusamente disefiado por Pia- get); 2) autoritario (respeto unilateral, justicia inmanente); 3) esta- dio de reciprocidad (respeto mutuo, socialmente justo, esquema contractual); y 4) estadio de la equidad (moral racional o de princi- pios) (Kay, 1970, pp. 157-170). No obstante, es dificil entender esta reconstruccién sin la referencia a los trabajos de L. Kohlberg, por Jo que més vale atenerse a la aportacién piagetiana estricta: existen dos fases sucesivas e irreductibles en el desarrollo moral, mediadas por una fase de transicién que queda desdibujada.’ 3. LA TEORIA PIAGETIANA ANTE LA CRITICA Esta investigaci6n piagetiana, publicada en 1932, conocié su ma- yor impacto a través de su versién inglesa en 1948.’ Sirvié de in- mediato como revulsivo para numerosos trabajos en el campo de la psicologia moral, sobre todo con vistas a confirmar 0 revisar LA PSICOLOGIA MORAL 495, sus teorfas. Poco después aparecieron también duras criticas, que se concentraban especialmente sobre el énfasis puesto por Piaget en los factores cognitivos del juicio moral, mientras que descuidaba los factores motivacionales.* J. Gabriel (1971) llega a reelaborar la teorfa de Piaget en términos de capacidad creciente de autocontrol en lugar de un desarrollo de la inteligencia: el nifio pequefio, inca- paz de dominar sus impulsos, es victima frecuente de la ansiedad. Ello explicarfa su adhesién a una ley objetiva e inmutable. Sus pro- gresos en el autocontrol le irdn liberando poco a poco de la hete- ronomia. Otras objeciones hacian referencia a la omisién por parte de Piaget de los efectos que la ensefianza racional de la moral produce en el criterio ético del nifio. Pero lo cierto es que el maestro ginebri- no esta interesado, ante todo, en la moral prdctica, sobre la que ha demostrado que la teorfa aprendida influye escasamente; es de- cir, lo que persigue es la educacién moral, no la ensefianza de la ética, Més relevante parece la objecién que le reprocha no atender suficientemente las diferencias individuales en el ritmo del desarro- lo moral de los nifios, las diferencias motivadas por la clase social, la familia, el modo de convivencia, etc. Obviamente, la investiga- cién de Piaget tenia sus limites precisos. Pero no deja de ser curiosa Ja alineacién que su obra produce en los criticos, unos a favor y otros en contra, como observa Kay, quien ejemplifica a los prime- ros en Goldman y a los segundos en Fleming (W. Kay, 1970, p. 47). Entre los criticos més duros de Piaget se cuentan H. J. Flavell y S. Isaacs, El primero pone en duda la obra general del maestro ginebrino ya que adolece, a su entender, de vaguedad e imprecisio- nes, de excesos de elaboracién tedrica y de interpretaciones subjeti: vas 0 preconcebidas, no dudando en forzar los datos renuentes (Fla- yell, 1968, pp. 449-457). El segundo le reprocha la subestimacién que hace de la riqueza y variabilidad de la personalidad infantil, encerrando en estadios secuenciales lo que es un crecimiento en com- plejidad (Isaacs, pp. 97-107); pero Isaacs habla desde su propio enfoque psicoanalitico La critica mas persistente es la que procede del enfoque conduc- tista 0 teorfa del aprendizaje social (Social Learning Theory). A. Bandura y F. J. McDonald fueron los primeros en criticar la con- cepcidn de Piaget sobre el proceso cognitive moral concebido como unidireccional ¢ irreversible. Su investigacién (Bandura y McDo- 496 HISTORIA DE LA ETICA nald, 1963) demostraba una gran variabilidad, sobre todo bajo el influjo de la imitacién: la presencia de un modelo adulto intensifica © hace retroceder Ia madurez moral del nifio; de igual modo, con independencia de la madurez intelectual del sujeto, un aprendizaje adecuado produce un avance en su proceso moral. Piaget responde- r4 invariablemente que tales avances se dan tinicamente en la moral teérica, pero no se ha demostrado que influyan en la moral précti- ca, objeto de su investigacién. ‘También han merecido criticas adversas algunos puntos concre- tos de su teoria cognitivo-evolutiva del criterio moral en el nifio. As{, N, J. Bull le reprocha su incomprensién real de los fenémenos de Ia heteronomfa moral ya que, en definitiva, los preceptos adul- tos son la raiz de los conceptos morales auténomos, al igual que la disciplina es el camino para la autodisciplina Bull, 1969). Critica que asume también D. Graham: la autoridad adulta, y no sélo la participacién de los mayores en los procesos regidos por el respeto mutuo, constituye un momento imprescindible en la maduracién moral infantil (Graham, 1972). Bull ha cuestionado también la particular concepcién de la auto- nomia moral que sostiene Piaget, en tanto que fruto de la coopera- cién entre iguales en condiciones de reciprocidad; segin el ginebri- no Ios procesos sociales realizados en el marco del respeto mutuo arecen producir autométicamente la autonomia moral; pero lo cierto €s que esta teorfa no la demuestra en ningiin momento. Hay mucha mds plausibilidad, a su entender, en su tesis de que la autonomia se genera a partir de la heteronomfa, como la autodisciplina lo hace a partir de la disciplina (Bull, 1969). Por su parte, también Graham unilateralidad del planteamiento piagetiano: sélo resulta la interaccién con los iguales; los padres y profesores son vistos tinicamente desde el prisma negativo de la presién adulta so- bre la conducta infantil. Ello es asf porque «es primariamente, casi exclusivamente, una teorfa cognitiva, racionalista, a diferencia de la teorfa psicoanalitica que destaca los factores emocionales, y de la teorfa del aprendizaje que destaca los factores emocionales y com- Portamentales» (Graham, 1972, p. 203). Ciertamente, la metodologia utilizada por Piaget tiene mucho que ver con los resultados obtenidos. Varios comentaristas coinci- den en afirmar que el mismo disefio del experimento condiciona en cierto modo los hallazgos de la investigacién. Un simple cambio LA PSICOLOGIA MORAL 497 de método puede hacer variar de modo sorprendente los resultados. Por ejemplo, parece comprobado que el realismo moral en el plano de Ia accién es superado por el nifio hacia los tres-cuatro afios; pero puede persistir en el plano verbal hasta los seis. Entonces, una metodologia inadecuada puede confundir ambos tipos de rea ‘ece ser el caso de Piaget en la cuestién del realismo moral del nifio. De hecho, quienes han mantenido estrictamente su metodologia han Ilegado a resultados idénticos. Pero, como ha recogido puntiialmente J.-Beltrén, ciertos inves: tigadores de los afios setenta comenzaron ‘a tevisar Jos -procedimien- tos metodolégicos de’Piaget: Tal fue el'estudio de Armsby: en lugar de las historietas verbales las presenta por escrito y, al mismo tiem- po, manipula las consecuencias. Resulta entonces que se confirma el progreso en los juicios morales con la edad, pero la mayor parte de los nifios de seis afios hacen apreciaciones de intencién, lo que desmiente la conclusin piagetiana (Armsby, 1971). Es obvio, ade- mis, que la presentacién de historietas largas y complejas perjudica a los mas pequefios. Ciertos estudios reseflados (Beltran, 1982, pp. 231-233) muestran los defectos de la metodologia piagetiana y su efecto distorsionador de los resultados, confirmando la competen- cia de los nifios de seis afios en los conceptos intencionales. Se ha lo comprobar que cuando se les obliga a elegir entre la inten- lad y la consecuencia prefieren la tiltima; es més, se ha podi- isar incluso que cuando la secuencia presentada es la de itencién-consecuencia» se confirman los resultados de Piaget, mientras que cuando la secuencia es «consecuencia-intencién» desa- Parecen las diferencias de edad; todo parece ser un efecto de recen- cia (Feldman, 1976). También el uso de informacién contextual re- duce las diferencias de edad (Darley, 1978). Sin embargo, tales defectos de metodologia o de interpretacién Ro alcanzan a invalidar la teoria piagetiana, sino que la corrigen y matizan parcialmente. Una buena muestra es la refutacién de Ban- dura y McDonald antes resefiada que sufrid, a su vez, fuertes criti- cas. Al final parece imponerse la explicacién piagetiana matizada, ya que el entrenamiento experimental se muestra eficaz, pero s6lo cuando se produce en la direccién natural del desarrollo. Un estu- dio de J, Beltran concluye avalando la eficacia del modelado defen- dida por Bandura, pero 498 HISTORIA DE LA ETICA Jos datos no confirman una eficacia duradera ¢ incondicional del Rodelo, puss la influencia se reduce en sepa, y 1a respuesta retor- fia al nivel original, cuando se trata de una respuesta regresiva, y ! se mantiene en Ia fase de prueba cuando la respuesta acta en la Gireccion de las tendencias naturales (Beltran, 1982, p. 235). pues, que Ja importancia del modelado ra- Todo parece indicar, ja directriz evolutiva natural sefalada es. ica en su armonizacién con t por la investigacién piagetiana. En-este sentido pudo interpretar Turiel (1966) los resultados de Bandura como «un aprendizaje de | respuestas especificas». De hecho, algunos sujetos que han recibido el modelado no sdlo cambian su juicio, sino que Ilegan a enfrentar- i se al modelo cuando éste contradice la direccién del desarrollo. Por tanto es preciso aceptar la teorfa piagetiana al menos «como marco é interpretativo adecuado para esclarecer Jos resultados obtenidos» 1 (Beltran, 1982, p. 236). Nos encontramos, pues, con Ja accién con- : junta de unas estructuras evolutivo-cognitivas y un modelado am- fi biental, que interaccionan en cada uno de los sujetos. Ampbos enfo- i | ques resultan unilaterales cuando se presentan en exclusiva y pretenden reducirse el uno al otro. La madurez de juicio moral 1 s6lo se explica adecuadamente en la interse« ién de ambos contex- tos: el cognitivo-evolutivo y el del aprendi jaje. 4, EL ENFOQUE COGNITIVO-ESTRUCTURAL DE L. KOHLBERG Las deficiencias de la teorfa de Piaget, que reclamaban revision y complemento, eran principalmente dos: 1) su esquematismo al reducir a dos los tipos de moral (heterénoma y auténoma, con una fase intermedia apenas definida), lo que contribuye, ademas, a des- i dibujar el cardcter evolutivo del con que plantea, a veces, la correlacién entre la maduracién moral y el desarrollo intelectual, por un lado, y las relaciones sociales, por el otro. La investigacién de Lawrence Kohlberg se dirige a sub- sanar ambas deficiencias, optando en la segunda por una acentua- cién del cognitivismo que le lleva a definir los estadios del desarro; ilo moral en términos casi exclusivamente cognitivo-estructurales.” En efecto, Kohlberg se propuso demostrar que se dan estadios («cambios de edad dirigidos estructuralmenter) en ¢l proceso de iterio moral; 2) la poca precisin ~ LA PSICOLOGIA MORAL 499, maduracién moral —extensibles probablemente a toda el area de Ia personalidad social— en estrecha relacién con los estadios del rea cognitiva; se trata, ademés, de «cambios estructurales» que no son explicables en los términos, métodos y conceptos del apren- dizaje social, ya que los sujetos, lejos de limitarse a interiorizar Jas pautas sociales, construyen nuevas estructuras a partir de la in- teraccién con el medio; como tampoco lo son en los términos, mé- todos y conceptos psicoanaliticos, incapaces de descubrir secuencias regulares y discriminativas (Kohlberg, 1969, pp. 369-372). ~_ Kohlberg considera que los trabajos de Piaget han desmentido eficazmente los diferentes tipos de relativismo, que han mantenido siempre que la clase, el sexo o la cultura determinan o condicionan fuertemente el desarrollo del juicio moral; los estudios de Piaget demuestran que la conciencia de la reciprocidad l6gica a partir de cierta edad favorece el desarrollo de las relaciones de cooperacién y de la reciprocidad moral sobre la que se asienta la justicia equita- tiva; y lo mismo acontece con la intencionalidad por encima de las diferencias de clase, sexo o cultura: los nifios mayores y mas inteligentes son siempre mds intencionales (ibid., pp. 374-375). ‘Ahora bien, Kohlberg acentuard el cognitivismo a expensas de las experiencias interactivas, dado que «los cambios més marcados y claros en el desarrollo psicolégico del nifio son cognitivos, en el sentido de la edad mental o del C.I.». Tanto es asi que el cocien- te intelectual tiene fuerza predictiva sobre la conducta y el ajuste probablemente porque un mayor como pudo demostrar é1 mismo en el caso de los «papeles sexuales» evolutivamente considerados, y como otros lo han hecho en el caso de la «resistencia a la tentacién», etc, Se trata, por tanto, de definir con precisidn las dimensiones del desarrollo evolutivo de la morali- dad a partir de la hipétesis de que «las dimensiones cognitivas del juicio moral definen el desarrollo evolutivo moral, y que, una vez entendido el desarrollo del juicio moral, devienen mucho més inte- ligibles y predecibles el desarrollo de la accién y del afecto morales» (ibid., pp. 372-375). A su juicio, el gran mérito de Piaget fue demostrar que existen etapas de desarrollo «universales y regulares» y que tales etapas tienen una base formal-cognitiva, de tal modo que los aspectos del juicio moral que no tienen una base cognitiva no definen nunca 500 HISTORIA DE LA ETICA tapas universales y regulares de desarrollo moral. Ahora bien, tos dos tipos de juicio moral (heterénomo y auténomo) formulados por Piaget no han sido confirmados por los estudios empiricos ni por los andlisis légicos, justamente porque sus estadios morales no Poncuerdan con los estadios cognitivos que elabord. De ahi que Se propusiera esta tarea de rectificacién y complemento de modo {que los estadios del juigio moral coincidan con los criterios cogniti- vos (ibid., pp. 375-376). ‘para ello, Kohlberg adopta la misma metodologia clinica de Pia- ‘mds precisa y objetiva. Asf las historie- fas piagetianas se tipifican en diez dilemas morales hipotéticos que expresan valores en conflicto, ante los cuales se procura hacer raz0~ nar a los sujetos entrevistados individualmente. Igualmente, ¢n pro de una mayor objetividad y sistematizacién, procedié a formular {os veinticinco aspectos del juicio moral «presentes en toda socie- dad», agrupados en siete conceptos fundamentales: valor, eleccién, sanciones y motivos, reglas, derechos y autoridad, justicia positiva, y justicia punitiva (aunque cada uno de tales conceptos es definido diferentemente en cada uno de los seis estadios encontrados en la evolucién tipo del desarrollo moral: misma estructura, pero dife- rente contenido). Para verificar su hipétesis, Kohlberg inicié en 1955 una investi- gacién longitudinal con unos cincuenta muchachos, todos varones, entre 10 y 17 afios, de clase social media y baja. Los mismos resul- tados del estudio longitudinal han obligado a introducir modifica- ciones en los criterios de evaluacién y correccién, tendentes a una mejor diferenciacién de los aspectos estructurales respecto de los de contenido; asf la regresién, al menos aparente, que experimenta~ ron muchos sujetos obligé a una revisin del método de correccién de 1958, que se mostraba poco discriminativo (evaluaba el estadio del sujeto conforme al «esquema global de sus decisiones y la for- ima de definir los valores»). Tras intensos y laboriosos trabajos con sus colaboradores para estandarizar tanto el cuestionario como su evaluacién, ha podido presentar en 1978 un Manual (L. Kohlberg, A. Colby y otros, 1978). Trabajo que ha continuado A. Colby has- ta conseguir la versién que parece definitiva (A. Colby y L. Kohl- berg, 1986). Al mismo tiempo consegufa, a través del «Center for Moral Education» (Universidad de Harvard), organizar numerosas investigaciones transversales (Gran Bretafia, México, Taiwan, Beli- get, aunque intenta hacerla LA PSICOLOGIA MORAL 501 ce, Bahamas, Turquia, etc.) a fin de confirmar la universalidad y regularidad de los estadios, y promover numerosas aplicaciones edu- cativas de su modelo teérico. Més adelante analizaré los resultados obtenidos. En su tesis doctoral de 1958 Kohlberg habia establecido que la génesis del desarrollo moral atravesaba tres niveles (preconvencio- nal, convencional y de principios), en cada uno de los cuales se hacia preciso distinguir dos estadios (seis en total, por tanto). Sin embargo, los resultados de la investigacién longitudinal, las contri- buciones de sus colaboradores y las criticas recibidas (en especial por parte de los conductistas) le han obligado a un trabajo incesan- te de reformulacién e interpretacién de los mismos. Presento, pues Ia versién que parece definitiva (Kohlberg, 1981):* _ Los seis estadios del juicio moral NIVEL A: NIVEL PRECONVENCIONAL Estadio 1: Estadio de castigo y obediencia. Contenido: Lo correcto es la obediencia lit : eral a las 1 - dad evitando el eastigo, y no causando dao fsico eee 10 correcto consiste en evitar infringir las reglas, ob: : , obedecer por obe- 3, Steen y evitar causar dafto fisco a gentes y onesie . Las razones para hacer lo correcto son evitar el castigo y el su spontiff,Boder de las autoridades. ae und peetva social: Este estadio adopta un punto de vista egoctntrco Ina en este estadio no toma en cuenta los intereses de s us : le los dems al Fesonoee que difieren de los suyos; tampoco reaciona los dos — de vista Las acciones las juzga en teminos de conseeuencasfisicas mas iniereses psicolégi i de in autoridad se confunds coa la saya propia, = PePentiva oa de designio e intercambio individual instrumental. a eo na 0 correcto consiste en atender las necesidades propias 0 7 Re ee tratos imparciales en términos de intercambio concreto. . recto es seguir Jas reglas cuando resultan de interés inmedia- fo para alguien. Actuar correctamente es satisfacer los propios inte- Teses y necesidades, permi ido que los demds hagan lo mismo. Es también correcto lo que es imparcial, esto es, lo que ¢s un inter- cambio igual, un trato, un convenio, : = 2. La razén para hacer lo correcto es servir a los propios intereses 502 HISTORIA DE LA ETICA y necesidades en un mundo en el que uno debe reconocer que 10s ‘demas también tienen sus interses. Perspectiva social: Este estadio adopta una perspectiva individualiste concrete, Una persona en este estadio separa sus intereses y sus propos Santos ie vista de tos de las autoridades y de los de lor demés. Elo elle aaisneciente de que todos tienen intereses individuales que satisfacer ¥ Gus éstos entran en conflieto, de modo que lo correcto es relative (en ¢l srido individualista concreto). La persona integra o relaciona los intere= serindividuales en eonficto los unos con los otros mediante un intercam= bio instrumental de servicios, mediante ne umentale viose y la buena voluntad de los otros, © mediante el imparcial otorge- miento a cada persona de la misma cantidad. NIVEL B. NIVEL CONVENCIONAL Estadio 3: Estadio de expectativas, relaciones y conformidad mutuas inter- ‘personales. ‘Contenido: Lo correcto consiste en adoptar una actitud amable, intere- sdndose por los demés y por sus sentimientos, guardando lealtad y con fianza con los compafieros, y estando dispuesto a seguir las reglas y las expectativas. 1. Lo correcto ¢s vivir conforme a Jo que esperan de uno sus alles: dos, o conforme a lo que generalmente se espera cumplir los pal les de hijo, hermana, ‘

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