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10 Consejos para ayudar a nuestros hijos a desarrollar

una personalidad madura


1. No etiquetes a tu hij@. No concretes tú sus puntos fuertes y débiles. Valora o
corrige cada hecho concreto sin realizar generalizaciones. Si tu hijo está
acostumbrado a oír que es bueno dibujando, se sentirá cohibido a probar nuevos
dibujos por miedo a no hacerlo tan bien y fallarnos. Si decimos, que no es bueno en
deportes no se sentirá seguro en estas actividades y huirá de ellas por miedo al
ridículo. Le condenamos al fracaso sin darle oportunidad a que mejore.

2. Valora y reconoce su esfuerzo, éxitos, aciertos y habilidades, pero no cayendo


en el halago excesivo. Se trata de que ellos estén orgullosos de sí mismos, más que
contentos porque mamá y papá lo están. Conseguir que hagan las cosas por su
propia satisfacción y no por la nuestra. ¿Como hacerlo? Cambiando frases como
“Mamá está super contenta porque sacaste un 10” por “¡Un 10! ¡Muy buena nota!
¿Cómo te sientes?”.
3. Hablad mucho. Cuéntale como te sientes, cuál es tu momento favorito del día, qué
es lo que más te gusta hacer, qué crees que se te da mejor y aquello a lo que crees
que necesitarías dedicar más tiempo para mejorar (transmitir siempre la idea de que
no se es malo en algo, sino que hay cosas que necesitamos practicar más para
mejorar). Tu les cuentas y luego preguntas lo mismo. De esa manera aprenden con
el ejemplo y no lo viven como un interrogatorio. Nunca es demasiado pronto, para
este tipo de conversaciones.
4. Anímale a hacer proyectos a medio o largo plazo. No importa aunque muchos de
estos proyectos no se materialicen o cambien. Pero es bueno que se planteen
objetivos a conseguir con el paso del tiempo. Esto fomenta el esfuerzo por lograrlos
y ayuda a cuestionarse qué hacer diferente cuando no lo consigue a la primera.
Enseñarles desde pequeñitos a desarrollar un proyecto vital.
5. Intenta evitar los grandes dramas. Todas las emociones tienen cabida y deben ser
expresadas. Pero debemos intentar ser ejemplo de un buen equilibrio psicológico.
Podemos estar tristes, alegres, enfadados, eufóricos… pero sin perder la razón y sin
que las emociones nos impulsen a tomar decisiones irracionales. Pero lo más
importante es demostrarle con palabras y hechos, que le queremos y apoyamos en
todo momento. En lo bueno y en lo malo.
6. Enséñale a ampliar su visión del tiempo y a no anclarse en momentos
concretos. Vivir el presente, aceptar el pasado y soñar con el futuro.
7. Comentad las buenas y malas experiencias. Que exprese sus emociones, por qué
cree que ocurrió y como podría evitar volver a pasar por ello en el futuro (si es algo
negativo). Esta clase de conversaciones son para escuchar y participar con apoyo
físico y emocional. No juzgar e intentar que ellos lleguen a las conclusiones, aunque
no las expresen con facilidad. Si alguno de sus comentarios nos preocupa por
considerarlo negativo, nunca escandalizarse o reñir. Transmitir otro punto de vista
desde el respeto, con frases como: “¿No crees que esta también pudo ser la causa? o
“yo una vez pasé por algo parecido y esto es lo que me funcionó”.
8. Generar momentos de calma para poder pensar y reflexionar. Parece que hoy
en día tenemos miedo a que los niños se aburran y continuamente planeamos
actividades estimulantes. Que vayan en un coche o esperen en un sitio sin pantallas
o juguetes, es mentalmente saludable. Aburrirse es sano y creativo. También es
bueno que les enseñemos a disfrutar de un masaje en silencio, de una canción sin
letra, de una puesta de sol, o de una playa vacía. Otra opción estupenda son las
clases de yoga o pilates para
niños. 

9. Permítele elegir y negociar. Un niño tiene que percibir unos límites, pero también
necesita aprender a tomar decisiones propias. Debemos permitir que ellos nos
convenzan en ocasiones, para conseguir algo que desean. No se trata de que con tres
años elijan su ropa, a donde vamos o lo que hay de comida todos los días. Sino de
permitir que en ocasiones puedan decidir, para fomentar el desarrollo de su
autonomía. Para que sea una enseñanza tienen que argumentar su propuesta, no
imponerla, y conseguir su objetivo a veces, pero no siempre. Pequeñas victorias
potencian su autoestima y sus habilidades sociales de negociación. Decidir
constantemente todo nosotros por saber lo que más les conviene, es un signo de
sobre proteccionismo.
10. Potencia su capacidad de convivencia. Es bueno que participe en actividades con
otros niños y que esté en espacios públicos con más gente. Es muy importante
enseñarle a comunicarse con educación, a compartir, a pedir perdón o a dar las
gracias. También debemos enseñarles a respetar las diferencias y la importancia de
la empatía. Y no olvidemos que los niños aprenden por imitación. De nada valdrá
decirles lo que deben o no hacer, si nosotros mismos no somos su ejemplo.

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