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Del remo a la vela y al norte

Usando galeras de remo, los corsarios otomanos saquearon metódicamente el


Mediterráneo a lo largo del siglo XVI.
El negocio de los berberiscos, que también tomaban barcos, mercancías y cautivos
europeos en el mar, era mucho más grande de lo que muchos imaginan.
Se estima que, a lo largo de tres siglos, los corsarios que operaban en los puertos de la
costa de Berbería (en el norte de África) capturaron y esclavizaron a más de un millón
de europeos.
Es difícil evaluar el costo de los bienes que robaron y destruyeron, pero fue enorme.

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES


Pie de foto,
Enfrentamiento entre galeras toscanas y corsarios de Berbería.
Y cuando, en las primeras décadas del siglo XVII, con la ayuda de renegados
holandeses y británicos aprendieron a navegar barcos de vela cuadrada, concentraron
sus ataques en las poblaciones del norte de Europa.

 Por qué el sultán Solimán era más magnífico de lo que piensas y otras 3 cosas
que quizás no sabías del Imperio Otomano
Para aquellos que tenían la mala suerte de ser capturados, la perspectiva era sombría.
"Sufrenla más miserable esclavitud" y son "sometidos a trabajos extremos y difíciles a diario,
con un pequeño suministro de pan y agua para su comida (...), pero lo peor es el trato
extremadamente duro y salvaje", relata un documento presentado al parlamento británico
sobre los cautivos en Argel.
¿Cómo los vendían?
Muchos eran vendidos como esclavos en la ciudad de Argel.
El mercado de esclavos al aire libre quedaba en el Al-Souk al-Kabir o la Gran Calle de
los Souks, una amplia vía bordeada de mercados (zocos) que atravesaba
transversalmente la ciudad.
Primero, los nuevos cautivos eran obligados a desfilar a lo largo del Al-Souk al-Kabir
mientras los vendedores gritaban para atraer compradores.
Una vez en el mercado de esclavos, los cautivos eran desnudados y examinados.
Los hombres tenían que saltar, para mostrar su condición física, y eran golpeados con
palos si no cumplían con prontitud.

 Cómo sonaba el Sabir, la lengua franca que se habló durante siglos en el


Mediterráneo
FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES
Pie de foto,
Mercado de esclavos en Argel, grabado de Luyken, circa 1650.
Los compradores examinaban los dientes de los cautivos masculinos para ver si eran
aptos para el trabajo como remeros en las galeras, la cual era considerada como la
peor de todas las condenas en vida.
Los compradores también examinaban sus manos para ver si tenían callosidad. Las
manos suaves indicaban una vida de facilidad y riqueza, y por lo tanto, potenciales
beneficios en forma de un gran rescate.

El alto costo de la libertad


Los montos de los rescates superaban de los medios de la mayoría de los cautivos.
Para darnos una idea, £80-£300 era el rescate típicamente solicitado por los corsarios
para los cautivos individuales.
El más bajo representaba el salario de 8 años de un trabajador agrícola británico y 4
años del de un artesano de Londres calificado en el siglo XVII.

¿Cómo era la vida de los esclavos?


Lo mejor que podían esperar era que los compraran para ser empleados domésticos,
pero eran pocos los afortunados.
Las mayoría de las mujeres jóvenes eran compradas para harenes y desaparecían
para siempre.
La suerte de los hombres frecuentemente era una existencia limitada al trabajo duro y
el maltrato.
FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES
Pie de foto,
"22 torturas diferentes infligidas a esclavos cristianos en los Estados de Berbería del norte de
África en el siglo XVII". Publicación original: De 'Histoire de Barbarie', publicada en 1637.
Una vez vendidos, los esclavos quedaban atrapados en una vida cotidiana funesta.
Si no se les asignaba la brutal tarea de las galeras, los hombres eran empleados en
trabajos forzados: extraer piedra y transportarla, trabajar en cadenas en sitios de
construcción, girar las muelas en molinos de grano como animales de tiro o limpiar
fosas sépticas.
Muchos eran esposados y obligados a arrastrar cadenas pesadas. Por la noche, los
encerraban en los bagnios (corrales de esclavos), donde dormían en el frío suelo de
piedra.
¿Eran torturados?
Si "transgredían", podían ser castigados con el método de tortura conocido como
la falanga, en el que las plantas de sus pies eran golpeadas sin piedad.
En su memoria autobiográfica "Eleni", el periodista investigativo y autor Nicholas Gage,
describe el tremendo y ampliamente utilizado castigo:
"Cada golpe de la vara no sólo se siente en la planta de los pies, dolorosamente doblados hacia
arriba cuando el palo aplasta los delicados nervios situados entre el talón y las eminencias
metatarsianas de los pies; el dolor sube vertiginosamente por los músculos extendidos de la
pierna y estalla en la parte de atrás del cráneo. Todo el cuerpo sufre atrozmente y la víctima se
retuerce como un gusano".
FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES
Pie de foto,
Grabado titulado "El Bastinado", que se refiere a un método de castigo corporal que consiste en
golpear la parte inferior de los pies de una persona, 1852
En su libro "Tortura", Edward Peters, profesor emérito de Historia de la Universidad de
Pensilvania, añade que de esa forma, "la víctima siente inmediatamente dolor e
hinchazón, y esta última se extiende hacia arriba, hasta más allá del tobillo. Se reduce
el funcionamiento de los tobillos, los pies y los dedos de los pies".

¿Podían prosperar los esclavos en su nuevo entorno?


Unos pocos.
Argel era una ciudad cosmopolita donde los esclavos podían avanzar valiéndose de
su inteligencia, su habilidad o su perseverancia, algo que era casi imposible en las
sociedades europeas estratificadas.
Sin embargo, aunque algunos fueron rescatados y otros escaparon, la mayoría no
encontró salida y terminó sus vidas en un cautiverio miserable.

Los más desafortunados


Emanuel d'Aranda, un soldado flamenco que fue esclavizado en Argel en 1640-42, no
solo pinta un retrato de hombres abandonados, indigentes y no valorados, sino también
uno en el que los británicos eran los más desafortunados de los desafortunados.

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES


Pie de foto,
Mapa de Argel, la ciudad amurallada en la costa del Mediterráneo, África del Norte, de 1700.
Uno de los hogares de los corsarios de Berbería.
"El invierno que estuve en las jaulas de esclavos, observé que habían muerto por encima de 20
de ellos  (británicos) por pura necesidad. Tampoco son tan apreciados por los turcos".
Y el número de cautivos de las islas británicas aumentó considerablemente, llegando a
ser un estimado de 25.000, en una época en la que la población de las islas británicas
era de unos 6.500.000.
Algunos fueron rescatados, algunos escaparon, otros murieron por exceso de trabajo,
malnutrición, enfermedad o desesperación.
Pero por cada cautivo que pereció o ganó su libertad, muchos más fueron capturados.
¿Por qué les iba peor a los británicos?
Parte de la explicación radica en el hecho de que, al comienzo de la crisis, Londres no
logró dar una respuesta efectiva.

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES


Pie de foto,
Sacerdotes dominicanos pidiendo la liberación de los esclavos cristianos en Argelia tomados por
piratas (ilustración del siglo XVII). El subtítulo dice: "Padres de la Redención", de Histoire de
Barbarie 1637
Los cautivos de las naciones católicas mediterráneas contaban con la ayuda de sus
gobiernos, que tenían una amplia experiencia en el trato con Berbería.
Además, eran asistidos por órdenes religiosas de redención, como los trinitarios y
los mercedarios, fundados en la Edad Media con el objetivo específico de rescatarlos.
Londres no tenía procesos institucionales establecidos para tratar el problema
eficazmente.
Con Inglaterra en un estado de agitación casi constante -cortesía de la plaga, la Guerra
Civil y los conflictos con Portugal, España, Francia y la República Holandesa-, la
Armada Real tenía muy pocos barcos y fondos para afrontar adecuadamente la escala
de la amenaza.
Además, la posición del gobierno inicialmente fue negarse a pagar por liberaciones,
pues alentaría más secuestros.

Del remo a la vela y al norte


Usando galeras de remo, los corsarios otomanos saquearon metódicamente el Mediterráneo a lo
largo del siglo XVI.

El negocio de los berberiscos, que también tomaban barcos, mercancías y cautivos europeos en
el mar, era mucho más grande de lo que muchos imaginan.

Se estima que, a lo largo de tres siglos, los corsarios que operaban en los puertos de la costa de
Berbería (en el norte de África) capturaron y esclavizaron a más de un millón de europeos.

Es difícil evaluar el costo de los bienes que robaron y destruyeron, pero fue enorme.

Enfrentamiento entre galeras toscanas y corsarios de Berbería.


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Pie de foto,
Enfrentamiento entre galeras toscanas y corsarios de Berbería.

Y cuando, en las primeras décadas del siglo XVII, con la ayuda de renegados holandeses y
británicos aprendieron a navegar barcos de vela cuadrada, concentraron sus ataques en las
poblaciones del norte de Europa.

Por qué el sultán Solimán era más magnífico de lo que piensas y otras 3 cosas que quizás no
sabías del Imperio Otomano
cadena
Para aquellos que tenían la mala suerte de ser capturados, la perspectiva era sombría.

"Sufrenla más miserable esclavitud" y son "sometidos a trabajos extremos y difíciles a diario,
con un pequeño suministro de pan y agua para su comida (...), pero lo peor es el trato
extremadamente duro y salvaje", relata un documento presentado al parlamento británico sobre
los cautivos en Argel.

¿Cómo los vendían?


Muchos eran vendidos como esclavos en la ciudad de Argel.

El mercado de esclavos al aire libre quedaba en el Al-Souk al-Kabir o la Gran Calle de los
Souks, una amplia vía bordeada de mercados (zocos) que atravesaba transversalmente la ciudad.
Primero, los nuevos cautivos eran obligados a desfilar a lo largo del Al-Souk al-Kabir mientras
los vendedores gritaban para atraer compradores.

Una vez en el mercado de esclavos, los cautivos eran desnudados y examinados.

Los hombres tenían que saltar, para mostrar su condición física, y eran golpeados con palos si no
cumplían con prontitud.

Cómo sonaba el Sabir, la lengua franca que se habló durante siglos en el Mediterráneo
Mercado de esclavos en Argel, grabado de Luyken, circa 1650.
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Pie de foto,
Mercado de esclavos en Argel, grabado de Luyken, circa 1650.

Los compradores examinaban los dientes de los cautivos masculinos para ver si eran aptos para
el trabajo como remeros en las galeras, la cual era considerada como la peor de todas las
condenas en vida.

Los compradores también examinaban sus manos para ver si tenían callosidad. Las manos suaves
indicaban una vida de facilidad y riqueza, y por lo tanto, potenciales beneficios en forma de un
gran rescate.

El alto costo de la libertad


Los montos de los rescates superaban de los medios de la mayoría de los cautivos.

Para darnos una idea, £80-£300 era el rescate típicamente solicitado por los corsarios para los
cautivos individuales.

El más bajo representaba el salario de 8 años de un trabajador agrícola británico y 4 años del de
un artesano de Londres calificado en el siglo XVII.

¿Cómo era la vida de los esclavos?


Lo mejor que podían esperar era que los compraran para ser empleados domésticos, pero eran
pocos los afortunados.

Las mayoría de las mujeres jóvenes eran compradas para harenes y desaparecían para siempre.

La suerte de los hombres frecuentemente era una existencia limitada al trabajo duro y el maltrato.

"22 torturas diferentes infligidas a esclavos cristianos en los Estados de Berbería del norte de
África en el siglo XVII". Publicación original: De 'Histoire de Barbarie', publicada en 1637.
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Pie de foto,
"22 torturas diferentes infligidas a esclavos cristianos en los Estados de Berbería del norte de
África en el siglo XVII". Publicación original: De 'Histoire de Barbarie', publicada en 1637.
Una vez vendidos, los esclavos quedaban atrapados en una vida cotidiana funesta.

Si no se les asignaba la brutal tarea de las galeras, los hombres eran empleados en trabajos
forzados: extraer piedra y transportarla, trabajar en cadenas en sitios de construcción, girar las
muelas en molinos de grano como animales de tiro o limpiar fosas sépticas.

Muchos eran esposados y obligados a arrastrar cadenas pesadas. Por la noche, los encerraban en
los bagnios (corrales de esclavos), donde dormían en el frío suelo de piedra.

¿Eran torturados?
Si "transgredían", podían ser castigados con el método de tortura conocido como la falanga, en el
que las plantas de sus pies eran golpeadas sin piedad.

En su memoria autobiográfica "Eleni", el periodista investigativo y autor Nicholas Gage,


describe el tremendo y ampliamente utilizado castigo:

"Cada golpe de la vara no sólo se siente en la planta de los pies, dolorosamente doblados hacia
arriba cuando el palo aplasta los delicados nervios situados entre el talón y las eminencias
metatarsianas de los pies; el dolor sube vertiginosamente por los músculos extendidos de la
pierna y estalla en la parte de atrás del cráneo. Todo el cuerpo sufre atrozmente y la víctima se
retuerce como un gusano".

Grabado que representa a un grupo de hombres que golpean las plantas de los pies de un hombre
que está tirado en el suelo, con las piernas atadas a un pedazo de madera, titulado "El Bastinado"
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Pie de foto,
Grabado titulado "El Bastinado", que se refiere a un método de castigo corporal que consiste en
golpear la parte inferior de los pies de una persona, 1852

En su libro "Tortura", Edward Peters, profesor emérito de Historia de la Universidad de


Pensilvania, añade que de esa forma, "la víctima siente inmediatamente dolor e hinchazón, y esta
última se extiende hacia arriba, hasta más allá del tobillo. Se reduce el funcionamiento de los
tobillos, los pies y los dedos de los pies".

¿Podían prosperar los esclavos en su nuevo entorno?


Unos pocos.

Argel era una ciudad cosmopolita donde los esclavos podían avanzar valiéndose de su
inteligencia, su habilidad o su perseverancia, algo que era casi imposible en las sociedades
europeas estratificadas.

Sin embargo, aunque algunos fueron rescatados y otros escaparon, la mayoría no encontró salida
y terminó sus vidas en un cautiverio miserable.

Los más desafortunados


Emanuel d'Aranda, un soldado flamenco que fue esclavizado en Argel en 1640-42, no solo pinta
un retrato de hombres abandonados, indigentes y no valorados, sino también uno en el que los
británicos eran los más desafortunados de los desafortunados.

Mapa de Argel, la ciudad amurallada en la costa del Mediterráneo, África del Norte, de 1700.
Uno de los hogares de los corsarios de Berbería.
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Mapa de Argel, la ciudad amurallada en la costa del Mediterráneo, África del Norte, de 1700.
Uno de los hogares de los corsarios de Berbería.

"El invierno que estuve en las jaulas de esclavos, observé que habían muerto por encima de 20
de ellos (británicos) por pura necesidad. Tampoco son tan apreciados por los turcos".

Y el número de cautivos de las islas británicas aumentó considerablemente, llegando a ser un


estimado de 25.000, en una época en la que la población de las islas británicas era de unos
6.500.000.

Algunos fueron rescatados, algunos escaparon, otros murieron por exceso de trabajo,
malnutrición, enfermedad o desesperación.

Pero por cada cautivo que pereció o ganó su libertad, muchos más fueron capturados.

¿Por qué les iba peor a los británicos?


Parte de la explicación radica en el hecho de que, al comienzo de la crisis, Londres no logró dar
una respuesta efectiva.

Sacerdotes dominicanos pidiendo la liberación de los esclavos cristianos en Argelia tomados por
piratas (ilustración del siglo XVII). El subtítulo dice: "Padres de la Redención", de Histoire de
Barbarie 1637
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Pie de foto,
Sacerdotes dominicanos pidiendo la liberación de los esclavos cristianos en Argelia tomados por
piratas (ilustración del siglo XVII). El subtítulo dice: "Padres de la Redención", de Histoire de
Barbarie 1637

Los cautivos de las naciones católicas mediterráneas contaban con la ayuda de sus gobiernos,
que tenían una amplia experiencia en el trato con Berbería.

Además, eran asistidos por órdenes religiosas de redención, como los trinitarios y los
mercedarios, fundados en la Edad Media con el objetivo específico de rescatarlos.

Londres no tenía procesos institucionales establecidos para tratar el problema eficazmente.


Con Inglaterra en un estado de agitación casi constante -cortesía de la plaga, la Guerra Civil y los
conflictos con Portugal, España, Francia y la República Holandesa-, la Armada Real tenía muy
pocos barcos y fondos para afrontar adecuadamente la escala de la amenaza.

Además, la posición del gobierno inicialmente fue negarse a pagar por liberaciones, pues
alentaría más secuestros.

Españoles enfrentados con piratas de Berbería, primera mitad del siglo XVII en esta obra de
Andries van Eertvelt (1590-1652).
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Pie de foto,
Españoles enfrentados con piratas de Berbería, primera mitad del siglo XVII en esta obra de
Andries van Eertvelt (1590-1652).

Fue sólo cuando los comerciantes -preocupados por la pérdida de sus marineros y sus ganancias-
recurrieron a la navegación con otras naciones, que el gobierno empezó realmente a tomar cartas
en el asunto.

Política y fuerza
La resolución de Carlos I fue una combinación de voluntad política y fuerza bruta.

Tomó medidas contra la corrupción burocrática, envió expediciones oficiales para liberar a los
cautivos en masa y empezó a negociar tratados con los diversos Estados de Berbería.

Las medidas solo podrían tener un impacto en el terreno respaldadas por el poder militar.

Afortunadamente durante la segunda mitad del siglo XVII, la Armada Real se transformó en una
formidable arma de guerra: creció en tamaño, se volvió más profesional y contó tecnología
marítima de vanguardia.

La toma de Gibraltar
Pie de foto,
La toma de Gibraltar tuvo lugar el 4 de agosto de 1704 en el contexto de la Guerra de Sucesión
Española por parte de la flota angloholandesa comandada por George Rooke y el príncipe de
Hesse-Darmstadt.

Al principio, los ataques no tuvieron mucho éxito.

Pero en 1713, después de la Guerra de Sucesión española, Reino Unido tomó posesión de
Gibraltar y el puerto de Mahón en Menorca, desde donde pudo atacar y proporcionar una
poderosa protección para el transporte mercante británico.

Los diversos Estados de Berbería se vieron obligados a firmar tratados de no agresión, exigibles
gracias a una fuerte presencia naval británica.

Los corsarios de Berbería no fueron eliminados por completo hasta el siglo XIX.
* Este artículo es una adaptación de "When Britons were slaves in Africa", escrito por Adam
Nichols, de la Universidad de Maryland, EE.UU. para la revista BBC History.

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Españoles enfrentados con piratas de Berbería, primera mitad del siglo XVII en esta obra de
Andries van Eertvelt (1590-1652).
Fue sólo cuando los comerciantes -preocupados por la pérdida de sus marineros y sus
ganancias- recurrieron a la navegación con otras naciones, que el gobierno empezó
realmente a tomar cartas en el asunto.

Política y fuerza
La resolución de Carlos I fue una combinación de voluntad política y fuerza bruta.
Tomó medidas contra la corrupción burocrática, envió expediciones oficiales para
liberar a los cautivos en masa y empezó a negociar tratados con los diversos Estados
de Berbería.
Las medidas solo podrían tener un impacto en el terreno respaldadas por el poder
militar.
Afortunadamente durante la segunda mitad del siglo XVII, la Armada Real se
transformó en una formidable arma de guerra: creció en tamaño, se volvió más
profesional y contó tecnología marítima de vanguardia.

Pie de foto,

La toma de Gibraltar tuvo lugar el 4 de agosto de 1704 en el contexto de la Guerra de Sucesión


Española por parte de la flota angloholandesa comandada por George Rooke y el príncipe de
Hesse-Darmstadt.
Al principio, los ataques no tuvieron mucho éxito.
Pero en 1713, después de la Guerra de Sucesión española, Reino Unido tomó
posesión de Gibraltar y el puerto de Mahón en Menorca, desde donde pudo atacar
y proporcionar una poderosa protección para el transporte mercante británico.
Los diversos Estados de Berbería se vieron obligados a firmar tratados de no agresión,
exigibles gracias a una fuerte presencia naval británica.
Los corsarios de Berbería no fueron eliminados por completo hasta el siglo XIX.
* Este artículo es una adaptación de "When Britons were slaves in Africa", escrito por Adam
Nichols, de la Universidad de Maryland, EE.UU. para la revista BBC History.

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