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Blass Pascal - El Absoluto
Blass Pascal - El Absoluto
«Lo único absoluto es Dios, y Dios es amor. Las cosas cambian; las
maneras de hacer cambian; incluso las costumbres pueden cambiar.
Ahora bien, el amor no puede cambiar nunca». Cristina Kaufmann,
religiosa carmelita – Esp. 01.I.2007
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Benedicto XVI ha tenido la valentía, con esta encíclica SPE SALVI, de
abrir la caja de los truenos de la historia del hombre, de la historia del
cristianismo, para recuperar el auténtico principio de la esperanza.
Balthasar afirmó que "la filosofía del tiempo y de la historia, del
hombre y de su fin natural, de la finalidad del cosmos en general,
son hoy otros tantos campos llenos de problemas sin resolver,
que están aguardando a los trabajadores". No debemos olvidar
nunca que Joseph Ratzinger se presentó en el Vaticano, nada más ser
elegido Papa, como un humilde trabajador en la viña del Señor. Y eso ya
se está notando. 2007.XI.30
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¿Solamente el Absoluto expresa
adecudamente el Absoluto?
ACOTACIONES SOBRE EL FIDEÍSMO DE PASCAL
Por Ángel Luis González
Y por otra parte, ese Absoluto, cuyo conocimiento es el único que podría
aportar un auténtico saber, es de suyo incognoscible. Como es obvio, no
absolutamente incognoscible, pero sí racionalmente hablando. El tema
central -central por culminante- de la especulación filosófica, es decir, el
Absoluto, de hecho -según Pascal- excede todo tipo de conocimiento
natural humano. La lectura de los textos pascalianos a primera vista
siempre produce la impresión de que efectivamente no hay forma de
concordar la razón natural y Dios, como si fueran realidades paralelas
que nunca podrán encontrarse [2].
[1]. Citaré Pensamientos por la versión -Traducción y notas- de C.R. DAMPIERRE, B. Pascal: Obras, Madrid 1981;
esta versión recoge los descubrimientos de varias ediciones, especialmente L’Intégrale de Seuil (1963), dirigida y
anotada por L. Lafuma, y la de La Pléiade (1954), dirigida por J. CHEVALIER. Como es claro, esta edición sigue
habitualmente la de Lafuma. Se indicará la abreviatura P., seguida de los números y la página de esa edición.
[2]. Hay autores que llegan a señalar de modo neto que en Pascal, «conocimiento y divinidad son términos
mutuamente excluyentes"). J. ALBIAC, Pascal, Barcelona, 1981, p.103.
[3]. P. 189-547, p. 403.
[4]. Aunque no comparto otros puntos de su brillante interpretación, en este tema coincido con la apreciación de A.
DEL NOCE, Il problema dell"ateismo, Bologna 1964, pp. 237-238: «È stato già perfettamente dimostrato come per
Pascal l"impossibilitá di provare l"esistenza di Dio sia un aspetto dell"impossibilità della metafísica come scienza
(...). Il pensatore cristiano que pensi di costruire una metafísica che pur essendo autonoma dalle verita rivelate,
serva loro da preambolo, si mette già su una via in cui non puó non essere sconfitto dal pensiero razionalista, nelle
sue due forme (deismo e ateismo) e nella sua successione”.
[5]. «Il celebre testo di Pascal, che contrappone il Dio di Abramo, Isacco e Giacobbe a quello dei filosofi, non fa che
acentuare l"evasione della posizione teistica per far ricadere propio sui teisti l"accusa di ateismo!
C. FABRO, lntroduzione all"ateismo moderno, Roma 2 1967, T. I, p. 77.
[6]. «La idea de que "el Dios de los filósofos" y la negación de Dios por parte de los ateístas debe ser cristianamente
"casi la misma cosa" es, naturalmente, exagerada, pero gana en importancia cuanto más se medita y más se ven
los caminos que sigue el pensamiento humano». R. GUARDINI, Pascal, Buenos Aires 1955, p. 101.
[7]. P. 183-253, p. 403: «Dos excesos: excluir la razón; no admitir más que la razón”.
[8]. P. 188-267, p. 403.
[9]. Sirva este texto de confirmación de esa aserción: «La fe es diferente de la prueba. Ésta es humana y aquélla es
un don de Dios. "Justus ex fide vivit". Ésa es la fe que Dios mismo pone en el corazón, cuya prueba es a menudo el
instrumento, "fides ex auditu", pero esa fe está en el corazón y no hace decir "scio" sino "credo"». P. 7-248, p. 356.
[10]. He aquí uno de los textos de Pensamientos más nítidos a ese respecto, que además, a mi juicio, preludia
claramente algunos aspectos de la antropología kierkegaardiana: « ¿No diríais que ese magistrado cuya ancianidad
venerable impone respeto a todo un pueblo, se rige por una razón pura y sublime, y que juzga las cosas por su
naturaleza sin detenerse en esas vanas circunstancias que sólo despiertan la imaginación de los débiles? Vedle
entrar a oir un sermón, en lo que pone un celo devoto que refuerza la solidez de su razón con el ardor de su
caridad; vedle dispuesto a escucharlo con un respeto ejemplar. Pero cuando aparece el predicador, si la naturaleza
le ha dado una voz ronca y un aspecto extraño, si su barbero le ha rapado mal, y si la casualidad le ha vuelto aún
más ridículo, por muy grandes que sean las verdades que proclama apuesto por la pérdida de la seriedad de
nuestro senado),. P. 44-82, p. 362.
[11]. P. 821-252, pp. 577-578.
[12]. P. 190-543, p. 404.
[13]. «No me dedicaré aquí a demostrar con razones naturales, o la existencia de Dios (...) ni ninguna cosa de esa
naturaleza; no solamente porque no me sentiría lo bastante fuerte para encontrar en la naturaleza algo con que
convencer a ateos empedernidos, sino también porque este conocimiento, sin Jesucristo, es inútil y estéril». P. 449-
556, p. 475.
[14]. P. 808-245, p. 575.
[15]. Cfr. A. DEL NOCE, o.c. , p. 160.
[16]. P. 449-556, pp. 475-476.
[17]. Vida de Monsieur Pascal, escrita por Madame Periel; su hermana, en la edición citada de C.R. DE DAMPIERRE,
p. 17.
[18]. Vid. este texto de P. 308-793, p. 438: «La distancia infinita de los cuerpos a los espíritus representa la
distancia, infinitamente más infinita, de los espíritus a la caridad porque ésta es sobrenatural».
[19]. J. DE SALAS, La critica a la razón en Pascal y la situación de ésta dentro del proceso de secularización, en
«Anales del Seminario de Metafísica», XIV (1979), p. 57.
[20]. Cfr. DE J. RUSSIER los dos excelentes volúmenes de su La foi selon Pascal, París
1949.
[21]. Ambos textos corresponden a P. 418-233, p. 459. A ellos precisamente alude Russier, para fundamentar su
postura, en su trabajo L"experience du Mémorial et la conception pascalienne de la connaissance, en Blaise
Pascal. L"homme et l"oeuvre, Cahiers de Royaumont, Les Editions de Minuit, Philosophie, n. 1, Paris 1956, pp. 225-
240.
[22]. Cfr. J. RUSSIER, del trabajo citado en la nota anterior, p. 227.
[23]. Cfr. ibid., p. 227.
[24]. Cfr. A. ALBERTI, Pascal e le prove razionali dell"esistenza di Dio, en «Rivista de Filosofia Neo-Scolastica», 61
(1969), p. 89.
[25]. M.F. SCIACCA, Pascal, Barcelona 1955, p. 226.
[26]. Ibid., p. 226.
[27]. Ibid., p. 227. En la misma línea lo explicaba J. Chevalier en su clásico libro Pascal, París 1922; cfr., entre otros
muchos, este texto de pp. 247-248: «Mais nulle preuve n"est demonstrative, si l"on n"est pas disposé à la
recevoit. Les preuves mathématiques le sont: mias c"est qu"elles nous laissent indifférents. Vous n"en aurez pas ici
de telles, déclare Pascal à l"incredule (...) Reconnaissons-le franchement: nulle preuve ne forcera un homme qui ne
le veut pas à se convertir, c"est-à-dire à s"anéantir devant Dieu...».
[28]. M.F. SCIACCA, o.c., p. 227, nota 125.
[29]. Cfr. R.-E. LACOMBE, L"apologétique de Pascal, Paris 1958, p. 206. Más adelante (pp. 216-217), y a modo de
conclusiones, expone Lacombe lo siguiente, que comparto plenamente: «La suppression de la base métaphysique
sur laquelle s"appuient, dans l"apo1ogétique classique, les preuves historiques ne va-t-elle pas faire naître un
difficulté grave? (...) Mais lorsqu"on aborde directement les preuves historiques, sans faire intervenir d"abord un
certain nombre de propositions métaphysiques, comment peut-on affirmer que l"on est bien en présence d"une
révélation divine? Tous les interpretations son en effet permises (...) Seule la démonstration préalable de
l"existence de Dieu peut permettre d"ecarter de telles hypotheses».
[30]. Cfr. para ese tema, el trabajo -que me honro en haber dirigido- de J. A. WILLIAMS, El argumento de la
apuesta de Blaise Pascal, Pamplona 2002.
[31]. Cfr. R. GUARDINI, o.c., pp. 47-49.
[32]. Cfr. ibid., p. 47.
[33]. Ibid., pp. 46-47.
[34]. L. POLO, Presente y futuro del hombre, Madrid 1993, p. 41.
Angel Luis González - Facultad de Filosofía y Letras
Universidad de Navarra - PAMPLONA
En SCRIPTA THEOLOGICA XXXV, FASC 2 MAYO-AGOSTO 2003
MMIII - www.arvo.net
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las ciencias y las artes - Adriaen van Stalbent
Tabla. 93 x 114 cm. Museo del Prado. Madrid. España.
Blaise Pascal – científico católico
A las 8:01 PM, por Luis I. Amorós 23 agosto 2013-
infocatolica.com
Primeros años
Blaise Pascal nació el 19 de junio de 1623, en la ciudad de Clermont
(Auvernia, en el centro de Francia). Era hijo de Étienne Pascal, un noble
que ostentaba una de las más importantes magistraturas regionales del
reino, la de maître des requêtes, (literalmente “maestro de los
requerimientos”), un jurista con conocimientos administrativos que,
además de las funciones de oidor de las peticiones al rey, ejercía de juez
del tribunal de impuestos de Auvernia. Su madre, Antoinette Begon,
murió tras el complicado parto de la hija menor, Jacqueline, en 1626,
por lo que a la edad de tres años, Blaise quedó huérfano. Cinco años
después, Étienne se trasladó a París con sus tres hijos, buscando
mejores ocasiones para ellos, sobre todo para Blaise, en el que había
advertido ya signos de brillante inteligencia. Según testimonio de su
hermana Gilberte, Étienne, muy aficionado a las matemáticas, fue el
único maestro de Blaise, ya que no quiso dejarle en manos de
preceptores.
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En Normandía. La Pascalina
En 1640 el cardenal Richelieu nombró a Étienne jefe de los recaudadores
de impuestos de Normandía, y la familia se trasladó a Ruán, su capital.
Para ayudar a su padre con su trabajo, el ingenioso Blaise creó para él
en 1642 una “máquina de aritmética” a base de ruedas, llamada poco
más tarde “rueda Pascalina”, que se cree fue la primera calculadora
moderna. Tenía entonces tan solo 19 años y el aparato de metal
únicamente realizaba sumas, pero durante los siguientes tres años, y
tras muchos prototipos, consiguió una máquina que hacía sumas y
restas de dos números, que multiplicaba y dividía por repetición (incluso
con dos decimales), y que regaló al canciller Pierre Séguier. Logró de
Luis XIV un privilegio real por el que le concedía la producción exclusiva
para Francia de máquinas de calcular.
El joven Blaise puso gran empeño en su pequeña industria de
fabricación de Pascalinas, intentando sobre todo a partir de 1649 reducir
el coste de fabricación, pues eran tan caras que apenas tenían
distribución. Fabricó hasta 50 prototipos, de los cuales han llegado hasta
nosotros 9. Todas las calculadoras posteriores (como la de Leibniz y la
de Colmar), hasta llegar al procesador, están basadas en esta.
En 1641, su hermana Gilberte casó con un pariente lejano de Auvernia,
Florin Périer. Jacqueline, por su parte, mostraba gran interés en la
literatura, y llegó a escribir poesía bajo el patrocinio del gran
dramaturgo normando Pierre Corneille. En 1646, Étienne sufrió un
accidente, y durante la convalescencia, aunque jamás había mostrado
interés por la religión, a través del médico que le atendía conoció y
comenzó a simpatizar con los escritos de Cornelio Jansenio, obispo de
Ypres muerto en 1638, que había revitalizado la teología agustina en su
disputa con la casuística jesuítica. En su obra Augustinus, publicada
póstumamente en 1640, ponía al día las enseñanzas de san Agustín
sobre el pecado original y la Gracia, contenidas en sus disputas con los
pelagianos. Argumentaba Jansenio que la Gracia de Adán en el Paraíso
terrenal era una “gracia suficiente”, es decir, se hallaba en libertad por
un auxilio de Dios suficiente para evitar el pecado. Tras el pecado
original, el hombre había perdido la libertad, y sentía una “atracción
irresistible por las cosas terrenas”. Para vencerla, necesitaba la “gracia
eficaz”, aquella traída por Cristo en la Redención humana, y que era
capaz de vencer siempre al pecado porque inducía al hombre la
“atracción irresistible por las cosas celestes”. Dado que se consideraba
que la gracia eficaz no se hallaba presente en todos los hombres, se
abría paso a la doctrina de la predestinación. Aunque Jansenio fue firme
católico (y puso su obra explícitamente bajo la corrección papal) y
ardiente disputador con el protestantismo holandés, es evidente que en
su enseñanza se habían infiltrado postulados de Calvino.
Con el tiempo el llamado jansenismo evolucionaría hacia el cisma
galicano, pero en esos primeros años era conocido sobre todo como
movimiento rigorista, enemigo del racionalismo y la filosofía
probabilística propugnada por la escuela jesuítica, que, en opinión de los
jansenistas, tendía al laxismo moral y a la acomodación a los poderes
del mundo por medio de la búsqueda sofística de casos previos que, en
los dilemas morales, permitiera a los más poderosos hacer su voluntad
sin adecuarse a las enseñanzas evangélicas. La familia Pascal, unida en
esto como en todo, pronto siguió las tesis jansenistas. El propio Blaise
consideró que los episódicos accesos de dolor y parálisis en las piernas
que le acometían eran un signo divino, y comenzó a llevar una vida
ascética. En 1647 solicitó del arzobispo de Ruán una sanción a un
seminarista que había hablado de la religión en términos racionalistas.
Pascal no hallaba ninguna contradicción entre su sentido trascendente y
rigorista de la fe, y el estudio de la naturaleza desde las más estrictas
normas de la ciencia de la época.
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El periodo parisino
En mayo de 1647 regresó a París con su padre y su hermana Jacqueline.
Allí tuvo vivas discusiones con Descartes en septiembre acerca de las
teorías sobre el vacío y también sobre cuestiones teológicas.
La estancia en la capital fue fecunda para el joven Blaise. En 1648
vieron la luz dos tratados. El primero fue Traité sur le Vide (Tratado
sobre el Vacío), y estaba basado en los experimentos realizados junto a
su cuñado Périer, en los que confirmó la existencia de la presión
atmosférica que ya había descrito Torricelli con su barómetro, y además
demostró que dependía de la altura. El título del trabajo deviene del
interés inicial de ambos científicos, demostrar la existencia del vacío,
que Aristóteles había negado.
El segundo logró demostrar científicamente el principio de los vasos
comunicantes, conocido desde la antigüedad, y que Pascal describió así:
“la presión ejercida por un fluido incompresible y en equilibrio dentro de
un recipiente de paredes indeformables se transmite con igual
intensidad en todas las direcciones y en todos los puntos del fluido". Fue
llamado Principio de Pascal en su honor, y es la base para el
funcionamiento de las prensas hidráulicas. Por cierto que en este
estudio, Pascal estableció la primera definición del principio de
falsabilidad, que Popper popularizaría posteriormente como uno de los
principios del método científico.
Ambos descubrimientos hubiesen bastado para colmar la vida de
cualquier físico, pero Pascal siguió trabajando. No obstante,
acontecimientos políticos alteraron sus planes. El nuevo regente a la
muerte de Richelieu, el cardenal Mazarino, gravó con nuevos impuestos
a diversos estamentos, entre ellos la comuna parisina. El parlamento
local, tras varios meses de tensas negociaciones, acabó
insurreccionándose contra el gobierno, provocando la llamada “rebelión
de la Fronda”. Las agitaciones obligaron a la familia Pascal a salir de la
capital y regresar a Auvernia, refugiándose en la casa solariega de los
Périer, hasta otoño de 1650.
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Los “años mundanos”
Nuevamente regresados a París, continuó sus estudios, A finales de
1651 murió Étienne. Jacqueline, contraviniendo los deseos de su padre y
su hermano, profesó en el monasterio parisino de Port Royal, destacado
centro del catolicismo jansenista. Blaise, por contra, habiendo heredado
los bienes de su padre, comenzó a frecuentar la alta sociedad de la
ciudad del Sena, y de esa época se conoce su relación con
librepensadores como Roannez o Antoine Gombaud (llamado
el Chevalier de Méré), con los que conoció la filosofía moderna y las
artes de la convención social. Debido a su afición a las cartas, dos de los
miembros del grupo, los posteriormente insignes Pascal y Fermat,
establecieron reglas para resolver la teoría de la probabilidad (sobre
todo del juego de dados), en correspondencia fechada entre 1653 y
1654 que aún se conserva. La teoría de la probabilidad no sólo se sigue
empleando en el mundo de los juegos de azar, sino que ha sido usada
para explicar fenómenos de la teoría económica. También conoció el
salón literario de Madame de Sablé, por lo que se puede decir que su
formación mundana fue completa.
En 1653 publicó el primer tratado específico conocido sobre la
hidrostática. En 1654 vio la luz el Traité du triangle arithmétique, sobre
la representación de los coeficientes binomiales ordenados en forma
triangular, que recibió posteriormente el nombre de “Triángulo de
Pascal”. Aunque otros autores (tanto europeos como asiáticos) habían
publicados estudios previos similares sobre los coeficientes binomiales,
fue Blaise el primero que demostró 19 de sus propiedades (algunas
conocidas pero no demostradas; otras descritas ex novo por Pascal).
Más aún, para llevar a cabo esa demostración, empleó la primera
formulación explícita del principio de inducción matemática, una de las
herramientas más importantes para el desarrollo de esta disciplina.
Fueron recogidas en el Traité des ordres numériques y la Combinaisons
des ordres numériques.
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Conversión
A finales de 1654, con 31 años cumplidos, Pascal cayó en una profunda
melancolía. Se había planteado incluso casarse y adquirir un cargo
funcionarial, pero comenzó a frecuentar a su hermana en el convento de
Port Royal y acabó por mudarse de casa para alejarse de sus amigos
mundanos, aunque se sabe que siguió trabajando en sus inquietudes
matemáticas. El 23 de noviembre, tras sufrir un accidente de carroza del
que salió milagrosamente ileso, tuvo una fuerte experiencia de Dios,
sintiendo que le había salvado la vida para renacer. Esa misma noche
tomó la pluma y escribió el Mémorial, una confesión personal de
conversión estremecedora, documento que llevaba siempre encima,
hasta el día de su muerte, y que marcaría el resto de su vida.
Pascal se apartó por completo de la sociedad, visitando con frecuencia el
monasterio de Port Royal y a su nuevo confesor, el abad jansenista Le
Maître de Sacy. Allí sus nuevos amigos fueron los pensadores y teólogos
que habían decidido llevar vida de ermitaño, los así llamados solitaires,
como Antoine Arnauld y Pierre Nicole. Influido por ellos (tanto como
ellos por él), comenzó a redactar trabajos de índole teológica y moral,
sin descuidar otras disciplinas, com un tratado sobre el aprendizaje de la
lectura, todos ellos publicados en 1655. Precisamente ese año estalló la
controversia a propósito de la expulsión de Arnauld de la facultad de
teología de La Sorbona gracias a la influencia de los jesuitas. Los
jansenistas se quejaron amargamente de lo que apreciaban como una
injusticia, y Pascal escribió con ese motivo entre 1656 y 1657 dieciocho
pseudocartas, divulgadas como folletos anónimos satíricos contra los
jesuitas y publicadas en Holanda bajo el título de Provinciales (“cartas
de L de M a un provinciano amigo así como a los jesuitas sobre la moral
y la política de estos padres”). A través de un supuesto alumno de los
jesuitas, Pascal ataca y ridiculiza la doctrina moral casuística de la
Compañía de Jesús en Francia, acusándola de oportunista con el poder y
laxa en lo moral. Blaise demostró con ellas que también era capaz de
dominar el lenguaje no científico, y las Provinciales están consideradas
entre las grandes obras de la literatura francesa (curiosamente, en 1660
fueron incluidas temporalmente en el índice de libros prohibidos por la
Inquisición). En 1657 comenzó a redactar Écrits sur la Grâce, en el que
trataba de explicar la noción jansenista de la gracia según san Agustín;
esta obra quedó inconclusa, pero influyó en tratados posteriores, y de
ella es la célebre cita pascaliana: “Aquel que nos creó sin nuestro
concurso, no puede salvarnos sin nuestra participación”, que se
distanciaba tanto del optimismo jesuítico como de la predestinación
calvinista. En 1658 redactó junto a sus amigos solitaires cuatro escritos
contra varios párrocos jesuitas de Paris, nuevamente enzarzados con los
jansenistas. Planeó una gran Apologética de la religión cristiana, para lo
cual fue tomando notas diversas, incluyendo obras suyas previas, en un
trabajo que preveía monumental y de dilatada redacción.
Mientras, la Santa Sede había condenado varios aspectos del
jansenismo: en 1642, Urbano VIII publicó la bula In eminenti, que
prohibía la publicación del Augustinus de Jansenio, por resucitar
doctrinas erradas del Bayanismo y no haber solicitado el permiso
pontificio que cualquier obra que tratara sobre la gracia debía requerir
antes de publicarse. En 1653, Inocencio X, tras escuchar las
conclusiones de una comisión de 5 cardenales y 30 asesores (varios de
ellos jansenistas), publicó la bula Cum occasione, en la que condenó 5
proposiciones jansenistas.
Fue un golpe duro, y Arnauld contestó con una carta en la que afirmaba
condenar lo mismo que el papa, explicando que las proposiciones
atribuidas a Jansenio no se hallaban en el Augustinus, sino que habían
sido malinterpretadas. El papa Alejandro VII, a requerimiento del sínodo
de obispos franceses, publicó en 1656 la bula Ad Sanctam Beati Petri
Sedem, en la que confirmaba que las proposiciones anatemizadas por
Inocencio X se hallaban en efecto en el libro de Jansenio, y que se
condenaba el sentido en el que su autor las proponía. La controversia
continuaría, no obstante, pues los jansenistas insistían en que las
proposiciones de la Cum occasione no eran las de Jansenio. Con el
tiempo, el conflicto pasaría a otro plano, cuando los jansenistas lograron
atraer a su bando a los obispos que querían preservar cierta
independencia de la iglesia galicana frente al papa en asuntos
temporales.
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Últimos años. La preparación de la Apologética
Mientras se enzarzaba en estas controversias teológicas, Pascal no
descuidó sus trabajos matemáticos: en 1658 calculó la superficie bajo la
cicloide empleando los métodos de Cavalieri, así como el volumen del
sólido de rotación resultante de la rotación de la cicloide alrededor del
eje de las x. En 1659 apareció su Traité des sinus des quarts de cercle,
acerca de los senos de los cuadrantes circulares. Esta obra inspiró, 14
años después, a Leibniz para desarrollar el cálculo infinitesimal. El
alemán aseguró posteriormente que las nociones del mismo ya se
hallaban en el Traité des sinus, pero que Pascal no lo había advertido.
A partir de 1658, Blaise retomó con fuerza su proyecto de
la Apologética, basándose sobre todo en sus Écrits sur la Grâce. Su
salud era precaria, pero empeoró debido al régimen de vida ascético que
se impuso tras su contacto con los solitaires de Port Royal. En 1660 fue
incluido en una comisión que trataba de redactar una revisión de la
traducción de la Biblia. Ese año pasó por varias fases de postración en
cama (algunas de semanas de duración), que hicieron más ardua su
capacidad de trabajo. Hubo de abandonar Paris y establecerse en casa
de su hermana y su cuñado, cerca de Clermont, donde logró
recuperarse. Se impuso a sí mismo dejar aparcado sus estudios
matemáticos y seguir redactando fragmentos aislados de su
monumental Apologética, tarea que le ocupó los siguientes meses.
A principios de 1662 fundó con su amigo Roannez una empresa de
diligencias, Les carosses à cinq sous (“las carrozas a cinco perras”), el
primer transporte público de París. En agosto recayó gravemente de su
enfermedad, vendió sus bienes muebles para donar el producto a la
caridad y murió en la casa de los Périer el 19 de agosto. Tenía 39 años.
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Los Pensées
Blaise Pascal no pudo terminar su proyectada Apologética, y dejó unos
1000 papeles distribuidos en 60 fajos para ese fin. Unos amigos suyos
de Port Royal (donde había muerto su hermana Jacqueline en 1661), los
recogieron y ordenaron a su criterio, publicándolos en 1670 con el título
de Penseés sur la religion et autres sujets (“pensamientos sobre la
religión y otros asuntos”). El orden y forma de esta primera edición fue
un asunto polémico, y en varias ocasiones desde entonces (1842, 1844,
1904, 1930, 1952) han sufrido diversas revisiones, tanto en orden y
estructura (creando o arrinconando capítulos) como según la copia, ya
que se conservaron varias, además de los papeles originales.
En su conjunto, los penseés responden a la intención de Pascal de dividir
su apologética en dos grandes apartados. El primero, llamado “la
miseria del hombre sin Dios”, incluía capítulos con títulos tan expresivos
como “vanidad, miseria, aburrimiento, contradicciones, distracción”
presenta una imagen decadente de la humanidad, en un estilo incisivo
con comparaciones ingeniosas. A continuación habla del impulso de los
filósofos en busca del Bien. En la segunda parte, “la felicidad del hombre
con Dios”, se plantea la solución de las contradicciones del hombre por
el cristianismo. Pascal utiliza la exégesis de los Padres de la Iglesia.
Pese a que en su tiempo los jansenistas seguían enzarzados en sus
discusiones con los calvinistas, sus polémicas con los jesuitas y sus
intentos de convencer al papa de que los escritos de Jansenio eran
conformes a la doctrina de san Agustín, Pascal planeó su gran obra
como una defensa del cristianismo frente al racionalismo ateo. De
hecho, es considerado (tanto por seguidores como por sus críticos
ilustres como Nietzsche o Voltaire) uno de los máximos exponentes del
integración de la fe y la razón. Científico brillante de su tiempo (de
hecho cooperó en el establecimiento del método científico en el que se
basa la investigación actual), uno de los grandes matemáticos de la
historia, filósofo de raza, jamás halló contradicción con el cultivo de la fe
y la teología basada en la Revelación cristiana, en la que hallaba la gran
respuesta a las preguntas del hombre y el orden del universo. En ese
sentido, Pascal resulta enormemente contemporáneo, pues da réplica al
racionalismo que actualmente informa el pensamiento ateísta y
considera incompatibles fe y razón. Blaise consideraba que la razón,
siendo fundamental para definir al hombre, no lo agota ni es capaz por
sí misma de explicar completamente la naturaleza.
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Legado
A Pascal se le atribuyen muchas citas (la mayoría provenientes de
los Penseés) que resumen bien su pensamie
http://infocatolica.com/blog/matermagistra.php/1308230801-blaise-
pascal#more21252
+++ånto, entre las que destaco las siguientes:
“La fe es esto: Dios que habla al corazón, no a la razón"; “dos
extremos: excluir la razón y no admitir más que la razón"; “burlarse de
la filosofía es ya filosofar"; “cuanto más talento tiene el hombre, más se
inclina a creer en el ajeno"; “debemos creer, no por las pruebas, sino
por convencimiento"; “en el corazón de todo hombre existe un vacío que
tiene la forma de Dios. Este vacío no puede ser llenado por ninguna cosa
creada. Él puede ser llenado únicamente por Dios, hecho conocido
mediante Cristo Jesús"; “en las religiones es preciso ser sinceros;
verdaderos paganos, verdaderos judíos, verdaderos cristianos"; “la
grandeza de un hombre consiste en saber reconocer su propia
pequeñez"; “muy débil es la razón si no llega a comprender que hay
muchas cosas que la sobrepasan"; “no hay más que dos clases de
hombres: unos, los justos, que se creen pecadores; otros, los
pecadores, que se creen justos": “para quienes no ansían sino ver, hay
luz bastante; más para quienes tienen opuesta disposición, siempre hay
bastante oscuridad"; “prefiero equivocarme creyendo en un dios que no
existe, que equivocarme no creyendo en un dios que existe. Porque si
después no hay nada nunca lo sabré, cuando me hunda en la nada
eterna; pero si hay algo, si hay alguien, tendré que dar cuenta de mi
actitud de rechazo"; “sólo conozco dos tipos de personas razonables: las
que aman a Dios de todo corazón porque le conocen, y las que le buscan
de todo corazón porque no le conocen"; “el primer efecto del amor es
inspirar un gran respeto; se siente veneración por quien se ama”.
El Pascal (símbolo Pa) es la unidad básica internacional de presión (1
newton de fuerza aplicada sobre 1 metro cuadrado de superficie). En
1969, Niklaus Wirth, uno de los padres de la informática, dio el nombre
de Pascal a un lenguaje de programación que ha devenido uno de los
más populares con el tiempo. Un cráter lunar ha recibido el nombre de
Pascal.
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BIBLIOGRAFIA
Pascal´s Views on mathematics and the divine (2005), Adamson D. Ed
Elsevier
Pascal (1954), Steinmann J. Stuttgart
Blaise Pascal (2012), Villar A. Editorial Gredos.
Blaise Pascal. 1623-1662 (1987), Loeffel H
Pascal´s wager: pragmatic arguments and belief in God (2006), Jordan
J. Clarendon Press
23 agosto MMXIII
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El «Absoluto»
por E.A. PACE, en The Catholic Encyclopedia
Es un término empleado con varios significados en la filosofía moderna
pero que se aplica generalmente al Ser Supremo. Significa (1) aquello
que es completo y perfecto; (2) lo que existe por su propia naturaleza y,
consecuentemente, es independiente de todo lo demás; (3) lo que no
está relacionado con ningún otro ser; (4) la suma de todo el ser, actual
y potencial (Hegel) En las dos primeras definiciones el Absoluto es un
nombre dado a Dios que puede ser aceptado fácilmente por la filosofía
cristiana. Aunque ese nombre no era de uso común en la Edad media,
los escritores escolásticos usaban expresiones equivalentes, e.g., al
hablar de Dios como pura actualidad (Actus Purus), en cuanto ser no
causado o en cuanto ser que contiene toda perfección en forma
superlativa. En particular, Santo Tomás enfatiza lo absoluto de Dios a
base de demostrar que Él no puede ser clasificado bajo ningún género o
especie, y que su esencia es idéntica a su existencia.
SCHUMACHER, The Knowableness of God (Notre Dame, Indiana, 1905), contiene buena bibliografía; SANTO
THOMAS, Summa, I, Q. xiii; Contra Gentes, II, 12, 13; HAMILTON, Discussions (New York, 1860); MILL, An
Examination of Sir W. Hamilton"s Philosophy (Boston, 1865); MANSEL, The Philosophy of the Conditioned (London,
1866); CAIRD, An Introduction to the Philosophy of Religion (Glasgow, 1901); ROYCE, The World and the Individual
(New York, 1900); FLINT, Agnosticism (New York, 1903).
E.A. PACE
Traducido por Javier Algara Cossío
The Catholic Encyclopedia, Volume I
Copyright © 1907 by Robert Appleton Company
Online Edition Copyright © 1999 by Kevin Knight
La Enciclopedia Católica Copyright © 2000 ACI-PRENSA
Nihil Obstat, March 1, 1907. Remy Lafort, S.T.D., Censor Imprimatur +John Cardinal Farley, Archbishop of New
York
Gentileza de
http://www.enciclopediacatolica.com/a/absoluto.htm
para la BIBLIOTECA CATÓLICA DIGITAL
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Cuando el Hijo terminó la obra que el Padre le encargó realizar en la
tierra, fue enviado el Espíritu Santo el día de Pentecostés para que
santificara continuamente a la Iglesia y, de esta manera, los creyentes
pudieran ir al Padre a través de Cristo en el mismo Espíritu. Él es el
Espíritu de vida, la fuente de agua que mana para la vida eterna. Por Él,
el Padre da la vida a los hombres, muertos por el pecado, hasta que
resucite en Cristo sus cuerpos mortales. El Espíritu habita en la Iglesia y
en los corazones de los creyentes como en un templo, ora en ellos y da
testimonio de que son hijos adoptivos. Él conduce la Iglesia a la verdad
total, la une en la comunión y el servicio, la construye y dirige con
diversos dones jerárquicos y carismáticos y la adorna con sus frutos.
Con la fuerza del Evangelio, el Espíritu rejuvenece a la Iglesia, la
renueva sin cesar y la lleva a la unión perfecta con su esposo. En efecto,
el Espíritu y la Esposa dicen al Señor Jesús: ¡Ven! Así, toda la Iglesia
aparece como el pueblo unido por la unidad del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo.
La Iglesia también recibe el nombre de la Jerusalén de arriba y nuestra
madre, y se la describe como la esposa inmaculada del Cordero
inmaculado. Cristo la amó y se entregó por ella para santificarla; se unió
a ella en alianza indisoluble, la alimenta y la cuida sin cesar. La
enriqueció para siempre con bienes del cielo para que comprendamos
cómo nos aman Dios y Cristo: este amor supera todo conocimiento.
Pero, mientras la Iglesia peregrina en este mundo lejos de su Señor, se
considera como desterrada, de manera que busca y medita
gustosamente las cosas de arriba. Allí está sentado Cristo a la derecha
de Dios; allí está escondida la vida de la Iglesia junto con Cristo en Dios
hasta que se manifieste llena de gloria en compañía de su Esposo.
Constitución Lumen gentium, 4.6 – VATICANO II.
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El Alma:
1. Señor, necesaria me es aún mayor gracia, si tengo de llegar adonde
nadie ni criatura alguna me puedan embarazar. Porque mientras que
alguna cosa me detiene, no puedo volar a Ti libremente. Deseaba volar
libremente el que decía: ¿Quién me dará alas como de paloma, y volaré
y descansaré? ¿Qué cosa hay más quieta que la pura intención? Y
¿quién más libre que el que nada desea en la tierra? Por eso conviene
levantarse sobre todo lo criado, y olvidarse totalmente de sí mismo,
elevándose, y quedando suspenso para ver que Tú, Criador de todo, no
tienes semejanza con las criaturas. Y el que no se desocupare de lo
criado, no podrá libremente entender en lo divino. Por esto, pues, se
hallan pocos contemplativos, porque son raros los que saben desasirse
del todo de las criaturas y de lo perecedero.
2. Para eso es menester gran gracia, que levante el alma y la suba
sobre sí misma. Peso si no eleva al hombre levantado en espíritu y libre
de todo lo criado, y todo unido a Dios, de poca estima es cuanto sabe y
cuanto tiene. Mucho tiempo será niño y mundano el que estima alguna
cosa por grande, sino solo el único, inmenso y eterno bien. Y lo que Dios
no es, nada es, y por nada se debe contar. Hay gran diferencia entre la
sabiduría del varón iluminado y devoto, y la ciencia del letrado y del
estudioso clérigo. Mucho más noble es la doctrina que emana de la
influencia divina, que la que se alcanza con el trabajo por el ingenio
humano.
4. ¡Oh dolor! Que al momento que nos hemos recogido un poco, nos
distraemos y no escudriñamos nuestras obras con riguroso examen. Nos
miramos dónde tenemos nuestras aflicciones, ni lloramos cuán
manchadas están todas nuestras cosas. Toda carne había corrompido su
camino, y por eso se siguió el gran diluvio. Porque nuestro afecto
interior estando corrompido, es necesario que la obra que de él dimana
(señal de la privación de la virtud interior) también se corrompa. Del
corazón puro procede el fruto de la buena vida.