Libro 8

APRENDIENDO
A QUERER
Alianza Latinoamericana para la Familia
Construyendo mi
Carlos y Alicia, dos adolescentes como otros, llevan
de la mano al lector a través de sus historias ágiles y
divertidas a descubrir lo cotidiano que todos

Personalidad
vivimos, aportando respuestas y lanzando
cuestionamientos. Es una novela... pero es mucho
más.

Construyendo Mi Personalidad responde al anhelo

que todo adolescente tiene de independizarse con
seguridad y acierto. Es la misma naturaleza la que
exige a muchachas y muchachos despegarse de los
patrones y seguridades de la niñez para desarrollar

Construyendo mi Personalidad
su propia personalidad, según sus talentos únicos
como personas y en el entorno que les toca vivir: un
tiempo y un espacio bien definidos. Esta aventura,
que todos debemos emprender, no es fácil. Los
fuertes deseos de ser único pero al mismo tiempo
«pertenecer» son frecuentemente difíciles de
compaginar.

APRENDIENDO
A QUERER
Temas de desarrollo
personal y educación
sexual
ISBN 9972-858-01-4

ALAFA
Distribuido por:
ALAFA Ediciones
ediciones
Apartado Postal 17007, Lima 17, Perú
Apartado Postal 1225, Carmelitas, Caracas 1010, Venezuela
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8 Corporación
Gráfica
Navarrete S.A.
 La Línea pun-
teada indica el límite
de las páginas. Libro 8
A partir de aquí
hacia el borde haría Construyendo
los 14.3 cm. que se mi
requería para la Personalidad
impresión.
Esto es para
todas las páginas del
libro del alumno.

Alianza Latinoamericana
para la Familia

AL AF
AFAA
ediciones
XXXX - Corporación Gráfica Navarrete
Caracas - Lima - Managua - Montevideo
Quito - Santiago de Chile
 Autores:
Contenido:
Christine de Marcellus de Vollmer (USA -
Venezuela)
Presidente de la Alianza Latinoamericana
para la Familia (ALAFA)
Miembro del Consejo Pontificio para la Familia
Presidenta de la Junta Directiva de la
Word Organization for the Family (WOF)
Miembro del Consejo Académico de la
Cátedra de Educación en Valores Universidad
de Carabobo (Venezuela).
Colaboradores:
Dr. Eduardo D’Agostino (Argentina).
Médico. Especialista en Educación Sexual,
Escuela Argentina de Sexología.
Dra. Myriam Puig (Venezuela).
Médico cirujano de la U. Central de Venezuela.
Ph.D. en Massachussetts Institute of Technology
Especialista en pediatría por la U. de Harvard.
Doctorada en medicina por la U. de Navarra.
Lic. Elida de Solorzano (Nicaragua)
Profesora en Enseñanza Media
y Licenciada en Sociología,
U. Centroamericana, Nicaragua.
M.E. Nina Lucas (Nicaragua).
Licenciada en Pedagogía, U. A. de Honduras,
Master en Psicopedagogía,
U. Estatal a Distancia, Costa Rica.
Lic. Mónica Ballón Espejo (Perú).
Psicóloga por la UNIFE. Terapeuta cognitivo-
conductual en el IPETEC.
Capacitada en Neuro Behavioral Institute of
Miami.
Dr. Raphael Bredy (Venezuela).
Médico, biólogo, neurofisiólogo y psicofisiólogo.
Miembro del Consejo Fundacional de la UCAB
(Venezuela). Académico por 40 años.
Mr. Reed Olson (USA)
Focus on the Family.
©Alianza Latinoamericana para la Familia (ALAFA)
Apartado Postal 17007 Lima 17, Perú • E-mail: ceba@puertovida.com
Corporación Gráfica Navarrete
Diseño y diagramación: ETHOS S.A.
Dibujos: Paul Yanque
Prohibida la reproducción total o parcial de este libro por cualquier medio sin permiso escrito de la editorial.
Contenido e historia:
Carlos Eduardo Beltramo Alvarez (Argentina)
Licenciado en Filosofía por la UPAEP y
miembro del Centro de Bioética UPAEP
(México).
Profesor invitado del Instituto para el
Matrimonio y la Familia de la
Universidad San Pablo (Perú).
Co-Autor del Plan de Salud Reproductiva y
Educación Sexual de la Municipalidad de
La Plata (Argentina).
M.E. Julián Echandía Sarmiento (Perú).
Bachiller (Licenciado) en Psicopedagogía y
Master en Administración de la Educación,
U. Champagnat. Director del Colegio San Pedro.
Miembro del Centro de Investigación
Pedagógica de la U. San Pablo (Perú).
Lic. Marcos Nieto Hildebrandt (Perú).
Diseñador gráfico con estudios en el
Instituto Tolouse Lautrec (Lima).
Especialista en Multimedia e Internet.
Director Gerente General de Ethos S.A.
Dra. Ana Isabel Moscoso (Ecuador).
Doctora en Ciencias de la Educación por la
U. de Navarra (España).
Consultora Educativa. Catedrática
Universitaria.
Lic. Manuel Rodríguez (Perú).
Licenciado en educación por la PUCP.
Coordinador académico del Instituto para el
Matrimonio y la Familia, U. San Pablo (Perú).
Ms. Juliette de Marcellus (USA)
Periodista. Docente de pre-adolescentes y
adolescentes.
Mr. Daniel Zeidler (USA).
Presidente del Family Life Council.
Secretario General de ALAFA
ISBN de la Serie Nº 9972-858-00-6
ISBN del Volumen Nº 9972-858-01-4
Hecho el depósito legal Nº 1501372000-1787
Índice General
Introducción ................................................................................................. 7
Agradecimiento ............................................................................................. 9
Introducción
Lección 1 Algo nuevo pasa en el colegio ....................................................... 13
Concepto de sexualidad
Unidad I:
Una gran personalidad
Lección 2 El cuerpo ...................................................................................... 18
El cuerpo, parte de la persona
Lección 3 Delicias de la vida campestre ........................................................ 22
Reelaboración de la imagen corporal
Lección 4 En otro campamento... ................................................................. 27
Visión del crecimiento desde la óptica femenina
Lección 5 Preguntas a la luz de la luna .......................................................... 31
Pudor (I)
Lección 6 La segunda vuelta ......................................................................... 34
Pudor (II): Importancia de la intimidad
Lección 7 Entrenándonos ............................................................................ 38
Importancia del deporte
Unidad II:
Desarrollando la autonomía
Lección 8 Ícaro y Dédalo, una historia actual................................................ 44
Fomento de la autonomía y la responsabilidad
Lección 9 Cómo medir la altura de un barranco y no morir en el intento ....... 47
Sentimiento de omnipotencia (I): a mi no me va a pasar
Lección 10 Grandes desafíos ........................................................................ 53
Sentimiento de omnipotencia (I): no me equivocaré
Lección 11 Bell, su interés por la gente y el teléfono ..................................... 57
Sentimiento de compasión
Lección 12 Un mundo perfecto .................................................................... 61
Espíritu analítico frente a la critica no constructiva
3
 construyendo mi personalidad | índice general

Unidad III: Lección 27 Un grupo de verdad .................................................................. 136

Sentimiento y realidad
Lección 13 Constructores de pirámides ....................................................... 66
El hombre es un ser íntegro: triple dinamismo. Pirámide
Lección 14 Buscadores de petróleo ............................................................. 71
Necesidad de la integración como equilibrio y armonía
Lección 15 Instrucciones para manejar un buen auto ................................... 75
Relación de la persona con la psicología
Lección 16 ¿Te quiero o te amo? ................................................................... 81
Análisis del sentimiento
Lección 17 Confesiones inesperadas ........................................................... 85
Riesgos de la no integración
Lección 18 Preguntando al que sabe ............................................................ 90
Mitigar la curiosidad
Unidad IV:
Ser dueño de sí mismo
Lección 19 Todo lo que el deporte nos puede enseñar .................................. 96
Manejo de la frustración
Lección 20 Cuando todo va mal ................................................................. 100
Metas de mejora y superación personal, paciencia y esperanza
Lección 21 No dejes pasar la segunda oportunidad
(Ejerciendo la audacia) ...................................................................... 105
Valentía y audacia dentro del realismo
Lección 22 Trabajo en equipo .................................................................... 111
Trabajo en equipo
Lección 23 ¿Quién es verdaderamente quién? ............................................. 115
Diferencia entre lo esencial y lo accidental
Sentimiento de pertenencia Grupo positivo
Lección 28 ¿A quién admiro? ...................................................................... 143
Criterios frente a modelos famosos y contemporáneos
Lección 29 Sabiendo cosas importantes .................................................... 147
Introducción a las ETS
Unidad VI:
La autoridad y la libertad
Lección 30 De feria, órdenes y demás ......................................................... 152
Autonomía y responsabilidad. Problemas padre-hijo
Lección 31 La pareja silenciosa .................................................................. 157
La terquedad o testarudez
Lección 32 Los reyes .................................................................................. 160
Modelos históricos que muestran la necesidad de verdadera
responsabilidad
Lección 33 Líder se necesita ...................................................................... 164
Liderazgo positivo
Lección 34 Cuando las cosas salen mejor ................................................... 167
Aceptación de la autoridad. Solución del conflicto
Lección 35 Algunos cabos sueltos ............................................................. 172
Conclusión
Fichas ........................................................................................................ 176
Bibliografía ................................................................................................ 198

Unidad V:
¿Quién soy y dónde estoy?
Lección 24 La persona, importante por sí misma ....................................... 120
Dignidad de la persona humana
Lección 25 Ser yo mismo ........................................................................... 125
Sentimiento de querer ser único (autoafirmación)
Lección 26 El grupito ................................................................................. 129
Presión de grupo

4 5
 Introducción

Títulos de la serie Aprendiendo a Querer© Muy queridos muchachos y muchachas:

Con grandísima ilusión les presentamos Construyendo Mi
Personalidad, el libro 8 de la serie Aprendiendo a Querer con la
Libro 1 Empiezo a conocerme seguridad de que en él encontrarán un gran número de respuestas.
Este texto es el resultado de muchos años de investigación, centrada
Libro 2 Estoy creciendo feliz sobre todo en la determinación de los intereses, dudas e inquietudes
Libro 3 Somos un gran equipo del adolescente. Al mismo tiempo es el fruto del trabajo de un equi-
po interdisciplinario de primera línea. Sigue el desarrollo temático
Libro 4 Qué bueno es compartir de la serie, pero inicia un enfoque especialmente adaptado a alum-
nos que ya pueden entender asuntos más profundos. Por ello el ma-
Libro 5 Diferentes y complementarios nejo apunta a conceptos claros y exigentes, dignos de personas que
han entrando en una etapa de madurez mayor.
Libro 6 ¡Amigos!
Construyendo Mi Personalidad responde al anhelo que todo
Libro 7 Vamos hacia la madurez adolescente tiene de independizarse con seguridad y acierto. Es la
misma naturaleza la que exige a muchachas y muchachos despegar-
Libro 8 Construyendo mi personalidad se de los patrones y seguridades de la niñez para desarrollar su pro-
pia personalidad, según sus talentos únicos como persona y en el
Libro 9 Construyendo mi futuro entorno que les toca vivir: un tiempo y un espacio bien definidos.
Libro 10 Hechos para amar Esta aventura, que toda persona debe emprender, no es fácil. Los
fuertes deseos de ser único pero al mismo tiempo «pertenecer» son
Libro 11 Mi futuro es importante hoy frecuentemente difíciles de compaginar.
Por eso, para facilitar este proceso, es necesario saber reco-
Libro 12 Frente a las grandes decisiones nocer los valores básicos de la amistad y profundizar en las destrezas
que conducen a ella. Se trata de lograr relaciones sanas, de verdade-
ros amigos, tanto con personas de su mismo sexo como del sexo
complementario. Formarse en vivir la amistad es la preparación
Dedicado a la Fuente de Nuestra Alegría. más segura para el amor que ya empieza, a esta edad, a vislumbrase
como uno de los valores más importantes para muchachos y mu-
chachas.
El alumno de alrededor de 13 años tiene muchas inquietudes
y hemos buscado incluirlas en el contexto de un cuento donde jóve-
nes de esa edad exploran inquietudes que son, en líneas generales, las
que se mueven en la mente de cualquier adolescente. En el transcurso

6 7
 construyendo mi personalidad | introducción

del relato las aventuras, conversaciones y lecturas darán pie para el Agradecimiento
análisis de conceptos tan aparentemente encontrados como la auto-
nomía y la responsabilidad; la autoridad y la libertad; el liderazgo y el
trabajo en equipo; el valor audaz y el sano realismo; el placer y la
felicidad; lo esencial y lo incidental. El manejo de la frustración es un
punto importante que se contrapone con la constancia y la perseve-
rancia (claramente diferenciadas de la terquedad) y el desarrollo de
la capacidad de aguante cuando todo parece salir mal...
Otro importante tema que se profundiza también en este
nivel es cómo formar un sano espíritu de análisis en contrapartida a
la crítica destructiva o la aceptación irracional de lo que otros dicen
o hacen.
También se tratan los efectos de las hormonas que ya empie-
zan a cambiar los cuerpos y las formas de pensar y de reaccionar de
los jóvenes. En estas páginas se discutirá sobre la intimidad y se
mostrará al joven cómo buscar fuentes confiables de información
sobre las cuales basar decisiones clave para toda su vida. Agradecemos a todos los profesionales, padres de familia
y jóvenes que en diversos países nos ayudaron con sus
En este año también cubriremos las Enfermedades de Trans- aportes, consejos y experiencias a hacer realidad lo que
misión Sexual (ETS) y el uso y los efectos de anticonceptivos y con- empezó como un sueño y ahora, de cara al Tercer Milenio,
traceptivos. ayudará a la juventud a crecer en su capacidad de amar.
Pensamos que este libro, con su relato simpático de la vida de
un grupo de amigos y los bosquejos de biografías de personalidades
de la historia universal, dará la oportunidad de examinar una gran
variedad de condiciones de vida y de personalidades. Lo hemos he-
cho con la intención de que resulte divertido y estimulante para la
interesante edad de 13 años, que es un año clave en la apertura del
individuo al mundo y a la aceptación de sí mismo.
Espero que gocen este libro y que cada uno encuentre aquí
elementos que le ayuden a construir su propia, única e irrepetible
personalidad.

Christine de Marcellus de Vollmer

8 9
 Hola:

Antes de que leas lo que tienes en tus manos, quisiera contar-

te algunos secretos. En primer lugar, éste no es un libro «de la escue-
la»; sí, no te asombres, éste no es un libro de la escuela. Seguramente
te lo dio a leer una maestra, profesora o profesor, pero eso no tiene
nada que ver. Éste no es un libro de la escuela, éste es un libro para ti,
una historia para ti.
Cuando me dijeron: ”Tienes que escribir un libro de sexuali-
dad para adolescentes”, realmente me vi en un aprieto. ”¿Qué hago?”,
me pregunté.
Lo primero fue oír. Sí, leíste bien, oír qué querían los adoles-
centes (12, 13, 14, 15 años) hoy. Lo segundo fue escuchar, saber qué
piensan y qué hacen. Recolecté dudas y anécdotas. Y lo último fue
recordar: ¿Qué hacía yo cuando tenía esa edad? ¿Qué me molestaba
y qué me agradaba?
Después junté todo y me senté a escribir, pero no lo hice
desde mi mente, lo hice también con el corazón. Es como una carta.
Por eso quiero que así leas el libro: no es un manual más. Es el recuer-
do y el consejo, la explicación y la vivencia de varios de tu edad, en
muchas partes, con problemas como los tuyos, con sueños y anhelos,
con miedos y reclamos, con alegrías y esperanzas.
Este escrito es una carta para ti porque fue hecho por gente
como tú, con nombre y apellido.
Por eso quiero agradecer a Soledad, Mariela, Marisol, Alejan-
dra, Andrés, Noelia, Francisco, Alejandro, Paula, Ignacio, Gabriela,
Juan Martín, Samai, Agustina, Laura, Ivana, Sebastián y tantos chicos
y chicas que me enseñaron mucho, y aún lo siguen haciendo.

11
 Por si acaso, no soy Miguel, aunque secretamente lo quisiera
ser. Miguel me enseña mucho porque viene como amigo, y es así
como todos los personajes quieren llegar a ti: como amigos.
Tampoco soy Carlos. No me pasaron todas las cosas que aquí
te cuento. Pero cada personaje está inspirado en alguien que conoz-
co. Varios de mis amigos son un «pedazo» de Carlos y de Alicia y de
Paco y de Álvaro «El Salvaje».
No leas buscando recetas, no las hay. Sólo encontrarás conse-
jos y líneas que quieren ayudarte a lograr la misión más alta que
todos tenemos: ser felices.
Durante la lectura, en más de una ocasión puede que te pre-
guntes qué tiene que ver este libro con la sexualidad, porque por
momentos parece que «divaga» por otros rumbos. Pues eso te toca
descubrirlo a ti. Solamente puedo decir que la sexualidad es tan
humana que no puedes entenderla si no entiendes todo lo que te
pasa, y no puedes conocerla si no encuentras su lugar en tu vida, y
esto no lo lograrás sino hasta que veas qué es tu vida en todo su
contexto. De nada me serviría llenarte de información si no has
pensado qué hacer con ella. En cambio si descubres el lugar de la
sexualidad en tu vida, podrás encontrar toda la información que
necesites.
Si cuando terminas te gustó, compártelo, préstalo, que otros
puedan leerlo. Si en alguna cosa no estás de acuerdo, dícelo al maes-
tro o a la profesora, no te quedes con las dudas ni con las ganas de
hablar: tú eres el más importante. Eso sí, te pido por favor: si de
entrada alguna idea no te parece, lee todo, y después sí di lo que
piensas y haz lo que sea mejor.
Siéntete escuchado por el libro como me sentí yo al escribír-
telo. Te garantizo que no te arrepentirás.
12
Introducción
Lección 1
Algo nuevo pasa en el colegio
Un año nuevo más. Levantarse temprano todas las mañanas
(¡qué pereza!) y volver a la rutina de siempre...
–¡Carlos, apúrate, vas a llegar tarde!
–¡Ya voy! –Me sentía fastidiado, mi mamá siempre estaba
detrás de mí.
Cuando llegué al colegio me encontré con la gente: Álvaro,
Paco, Esteban, Adrián. Todos empezamos a hablar a la vez. Nos dije-
ron que íbamos a tener clases sobre sexualidad y educación para el
amor, y sentimos bastante curiosidad: “¿Qué nos pueden enseñar de
«nuevo»?”, era el comentario general. También yo me preguntaba
eso... además de otras cosas. En esos días (no recuerdo exactamente
cuándo empecé a notarme así) me sentía raro, como cansado y abu-
rrido. Para colmo, en casa no me entendían. Pero el problema era que
ni yo mismo me entendía. Pensar en la sexualidad era importante...
pero no era lo único.
Lo cierto es que llegó la hora de entrar al salón. Minutos
después ya estábamos todos sentados estrenando cuaderno nuevo a
punto de iniciar la primera clase. Algo nos habían comentado del
nuevo profesor. Decían que era joven y «diferente» a los demás maes-
tros.
De todos modos, ya habíamos planeado sentarnos al fondo
para divertirnos un rato con algo de lo que sabíamos bastante. O al
menos eso creíamos.
Estábamos contando chistes y haciendo mucho ruido cuan-
do entró el profesor. Todo fue sorpresivo. Era joven (por lo menos no
tenía pinta de abuelo) y antes de decir cualquier cosa nos pidió que
nos sentáramos en círculo. Luego de saludar comenzó a decir lo
último que hubiera esperado oír:
–Mi nombre es Miguel y lo primero que quiero aclararles es
que no vengo a enseñarles nada.
13
 construyendo mi personalidad | lección 1: algo nuevo pasa en el colegio
Algunos sonrieron como pensando ”tenemos hora libre”.
Álvaro comentó haciendo una mueca: ”Sí, como no”.
– Lo que en realidad vamos a hacer es descubrir juntos de
qué se trata esto de la sexualidad. Descubrir es conocer más y más lo
que ahí estuvo siempre, pero que no conocíamos o conocíamos en
parte. La sexualidad es así: una energía que está en nosotros para
ayudarnos en nuestra tarea de ser felices. Está ahí, como las calles
que tienes que conocerlas para que te ayuden a llegar adonde nece-
sitas. Sería muy triste que un día te enfermaras y no pudieses encon-
trar el hospital porque en realidad creías que estaba en una esquina
y no era así.
La sexualidad es buena «muy buena», pensará más de uno
ustedes). El verdadero desafío es saber realmente de qué se trata esto
de la sexualidad.
La vida es como un gran mercado donde muchos te tratan de
engañar para que no te des cuenta de la verdad y compres cualquier
producto.
Miré alrededor. “Se hacen los distraídos pero... los conoz-
co bien”. Paco hizo una pregunta:
– Me llamo Francisco. Entiendo lo de no dejarnos
engañar... Pero, ¿qué tiene que ver esto con el sexo?
– Excelente pregunta... ¿Puedo llamarte
Paco? Bueno, Paco, ¿y qué es el sexo?
Mi amigo se puso colorado. Fue una buena
«devolución de pelota».
– No es un examen. Sólo me interesa saber lo que
piensas del asunto. Además... no vivo en Marte.
– Eh... creo... ¿Tiene que ver con la relación entre dos
personas y el placer?... Aunque... mi papá insiste que hay más.
Habla del amor de los esposos, de la vida, de la familia...
– Bien. Vamos por partes. Por ejemplo, si estás llenando una
encuesta y en un casillero dice “sexo”, ¿qué hay como opción?
– M o F: masculino o femenino.
14
– Exacto, porque la sexualidad también tiene que ver con
eso, con quiénes somos, con tu identidad. Tú me preguntas por una
parte y yo te propongo que veas el todo. Hoy en día la gente habla de
sexo y lo relaciona con los genitales y el placer, pero hay algo más...
Por eso prefiero que hablemos de sexualidad y nos animemos a
entender el todo...
– ¿Y por dónde empezar, profesor? –preguntó Helena.
– Por el principio. La sexualidad es el conjunto de carac-
terísticas que abarcan y expresan a toda la persona humana,
en la unidad de su cuerpo y de su espíritu, y que la configuran
como hombre o como mujer. De aquí se deriva una fuerza interior,
muy profunda, muy personal. Por eso la sexualidad también está
referida a la afectividad, a la capacidad de amar y a la aptitud
para relacionarse con los demás. Tanto en el hombre como en la
mujer las maneras de reaccionar son distintas.
– Profesor ¿podría explicar mejor por qué la sexualidad abarca
a toda la persona?
– Bien. ¿Cómo te llamas?
– Vanesa.
– Bueno Vanesa, la sexualidad tiene que ver con muchos as-
pectos de nuestra vida:
* Con nuestra IDENTIDAD: somos persona varón o persona
mujer desde el momento de nuestra concepción.
* Es fuente de COMUNICACIÓN: varones y mujeres tene-
mos maneras diferentes de expresar nuestros sentimientos e ideas.
* También es CRECIMIENTO: no es lo mismo el cuerpo y la
forma de pensar de un niño de 7 años que los de un muchacho de 20.
*Llegado el momento, nos posibilita una comunicación ex-
traordinariamente grande: TRANSMITIR VIDA. Y esto es algo muy
especial. Que la sexualidad tenga que ver con el nacimiento de
una persona como nosotros mismos es lo que más me impacta.
Se pueden imaginar lo que fueron nuestras caras: puro asom-
bro. Esperábamos que nos hablara del cuerpo o del romanticismo, y
salió con esto. No sabía qué pensar cuando vino lo mejor:
15
 construyendo mi personalidad | lección 1: algo nuevo pasa en el colegio

– La sexualidad es hermosa, pero no es un juego, es

importante. Es un regalo extraordinario que tienes desde el mo-
mento de tu concepción. Un regalo que estás empezando a desenvol-
ver. Descubrirla es un proceso fascinante, una tarea que nadie debe
tomar a la ligera.
Me gustaba la idea de que alguien nos tratase con seriedad
pero sin ceremonias.
–Piénsenlo. La próxima clase veremos qué podemos decir
acerca del cuerpo... Buenos días.
Y muy tranquilo, como había entrado, salió.
–¿Qué te pareció, Carlos? –me preguntó Paco.
–Y... bueno... me sorprendió, pero es original...
–Pues a mí me pareció muy bien. Hay cosas en las que vale la
pena ir pensando...
–¡Pesado..! –intervino Álvaro alardeando–. Oírlo es perder
el tiempo. “Veremos qué podemos decir acerca del cuerpo”. Tal vez
ésa se ponga buena...
Algunos rieron festejándole la «imitación» (pésima a mi en-
tender). En ese momento sonó el timbre: empezaba Geografía.
En mi cabeza seguía dando vueltas la frase: “La sexualidad
es hermosa, pero no es un juego, es importante”. Sabía que ha-
bría más de qué hablar.

16
Unidad I:
Una gran personalidad
Lección 2
El cuerpo
Después de la primera clase de sexualidad algo hablé con mi
papá, pero no hubo mucho tiempo. “Ve sacando tus conclusiones –
me dijo–, luego conversamos más a fondo”.
En realidad esto no era lo único llamativo que había en la
escuela por esos días. De hecho se habían confirmado las fechas del
campamento. Cada año el colegio organiza una salida de varios días
al campo. Nos dividen en grupos, varones y mujeres, y acampamos a
un par de kilómetros de distancia unos de otros. Era la nota que
revolucionaba la vida del colegio. Por eso el tema sexual pasó a se-
gundo plano en nuestra atención, aunque a todos nos interesaba
saber de qué se trataba eso del cuerpo.
La segunda clase fue tan inusual como la primera:
–¿Quién es Julieta? –preguntó de pronto el profesor.
–Yo –dijo la aludida.
–Disculpa, Julieta, ¿te conozco?
–¿Perdón?
–Sí. Solamente di si te conozco.
–Eh... pues... más o menos...
–Muy buena respuesta.
De más está decir que Julieta no entendía nada.
–Fíjense: ahora puedo ver a Julieta, puedo describirla, y si me
la volviese a encontrar la saludaría... A pesar de esto, ¿alguien puede
decir que conozco a Julieta? Como ella misma dijo, “más o menos”,
porque Julieta es más que un par de ojos y un pelo de este color. Para
decir que la conozco debo al menos saber cómo actúa y cómo pien-
sa. Pero si Julieta sólo me escribe cartas, ¿la conozco?
Todos movimos la cabeza diciendo que no.
18
– Tampoco. Me faltaría saber cómo es su mirada, su risa, su
cara cuando se enoja, y muchas otras cosas que sólo sabría teniéndo-
la enfrente. De ninguna de las dos formas por separado conozco
totalmente a Julieta.
“Cierto –pensé–. Una cosa es lo de adentro y otra lo de afuera”.
– Lo que sucede es que Julieta, como cualquier persona, no
es simple... es una unidad con partes distintas: su cuerpo y su
espíritu. Por eso para conocerla hace falta más que un vistazo. A
esto se debe que la gente habitualmente diga que a las personas hay
que conocerlas por dentro, y no quedarse sólo en la superficie.
– ¿Quiere decir que lo exterior no cuenta? –preguntó Maru.
– Imagino que con exterior te refieres al cuerpo. Te diría que
todo lo contrario. Somos una unidad totalmente inseparable: yo y
mi cuerpo, mi cuerpo y yo. Así como yo soy importante, así es im-
portante mi cuerpo. Es a través del cuerpo como las personas se
expresan. Si les puedo hablar hoy es porque tengo cuerpo. Nuestro
cuerpo es tan bueno y valioso como no-
sotros mismos.
Álvaro parecía pensativo y garabateaba con
Nuestro cuerpo es tan menos fuerza su cuaderno.
bueno y valioso como – Esto se relaciona directamente con lo que
nosotros mismos. veíamos acerca de la sexualidad. Pensemos
en la identidad: al ser corpóreos somos
sexuados, persona mujer o persona varón
desde el momento en que se unieron el es-
permatozoide y el óvulo de nuestros padres. A partir de entonces
tenemos cromosomas XX (mujer) o XY (varón) en todas nuestras
células. Somos mujer o varón en todo momento. Ninguno de ustedes
dejó de ser varón o mujer para entrar en este cuarto, como si se
sacaran un saco que lo usan sólo en ocasiones.
Pensemos también en la comunicación. Si le pegara, diga-
mos... a Juan, él inmediatamente reaccionaría: “¿Por qué me pegas?”
Y yo argumentaría: “Fue mi mano, no yo. Es que ¿sabes?, últimamen-
te la miserable hace lo que quiere. Luego te las arreglas con ella, a mí
no me metan en sus líos. Además, ¿por qué te quejas si le pegué a tu
cabeza? ¿a ti qué?”...
19
 construyendo mi personalidad | lección 2: el cuerpo

La respuesta era ridícula y la cabeza de Juan... bueno, diga- – Pareciera que no hay problema, ¿no? Ahora quiero pre-
mos que «con ese tamaño» nadie podía fallar. guntarte: ¿Todo el mundo come para alimentarse?
– Decía... contestar así no tendría sentido. Juan podría decir: – Bueno, sí... por lo general así es.
“No me vengas con cuentos. Tú me pegaste a mí”, porque él, como
– Pero nunca falta el glotón que come por el simple placer de
nosotros, se da cuenta de que cualquier cosa que «haga» mi cuerpo
comer y termina descontrolado. No suena muy sensato guiarse por
lo hago yo. En otro sentido, una caricia, por ejemplo, de una mamá a
un glotón para saber lo que es alimentarse. Es como si una persona
su bebé o de un esposo a su esposa, es mucho más que el contacto
de más de 130 kilos te dirigiera una dieta.
entre dos pedazos de piel. La mamá en su cuerpo le dice mucho a su
hijo, principalmente que no tiene de qué preocuparse, que ella está Bueno, así como la función de la comida es alimentar, la de la
ahí. Siempre con nuestro cuerpo entramos en comunicación con el sexualidad es ayudarme a encontrar la verdadera felicidad. Hay gen-
otro: en un golpe o en una caricia yo (y no sólo mi cuerpo) me te que come y no se alimenta, y se hace daño comiendo mucho o no
comunico con otro (y no sólo con un cuerpo). Nunca se les olvide: comiendo nada en dietas tontas. Mover la mandíbula no siempre es
Todo lo que hacemos a un cuerpo lo hacemos a una persona y, alimentarse. De igual modo hay quienes hacen cosas que «parecen
así como siempre debemos respetar a las personas, por eso sexuales» pero que en realidad no lo son. Si lo que hago no me con-
mismo debemos tener respeto por su cuerpo. duce a mi verdadera felicidad que nace de la comunicación y del
amor, aunque produzca placer en el momento, no es verdadera sexua-
“Vaya que esto del cuerpo era algo más...”.
lidad, a pesar de que se aparente otra cosa. Algunos tardan en darse
– Mucha gente usa su cuerpo «por un rato», «por placer». cuenta de la diferencia entre la víbora y la
¿Por qué estaría mal? –interrumpió de pronto Maru–. Ellos no se manguera, y otros no quieren reconocer esa
complican con la comunicación o esas cosas... diferencia.
...así como siempre
“Ahora sí lo puso contra la pared”. Todos estábamos callados. Álvaro ya no
debemos respetar a las garabateaba.
personas, por eso
mismo debemos tener – Pero lo que más importa entender es
respeto por su cuerpo. que quien come de más, lo sepa o no,
involucra a toda su persona.
En sexualidad es igual: siempre que
involucremos el cuerpo ahí estamos nosotros, enteros... Porque el cuer-
po expresa a toda la persona.
Tú dijiste, Maru, que ellos «usan su cuerpo». Pero, ¿el cuerpo
se usa? Si el cuerpo eres tú mismo, ¿se puede usar como una cosa...?
Creo que también por ahí va la respuesta.
Sonó el timbre de fin de hora.
– Bueno, les dejo esto para que tengan en mente: Algunos creen
que lo que hacen con su cuerpo no les afecta. ¿Qué piensan? ¿Exige
o no exige respeto el cuerpo? Quien dice esto, ¿se respeta? ¿Respe-
tará realmente a los demás? Que tengan buen día.

20 21
 construyendo mi personalidad | lección 3: delicias de la vida campestre
Se fue y de inmediato entró la profesora de Historia. Antes de
sentarme di un vistazo y noté una expresión rara en Álvaro. Había
algo no habitual.
–Buenos días, alumnos.
–Buenos días, señora profesora.
¿Tendría algo que ver con la clase anterior? El cuerpo, el res-
peto, la persona... en fin, ya vería.
–Lección oral... a ver... Carlos Ayala, pase al frente...
“¿Yo... por qué...?”
Lección 3
Delicias de la vida campestre
– Carlos, ¿en qué carpa te tocó? –me preguntó Paco en cuan-
to subimos al ómnibus.
– En la 2, y a ti.
– ¡También! Excelente...
Había la emoción típica de campamento. Después de hablar
un rato sobre autos y fútbol, me quedé mirando por la ventana y
pensando. No había tenido tiempo de repasar aquello del cuerpo, y
una cosa me fue llevando a otra: “Esto del cuerpo... Verme en el
espejo es un espanto: cara llena de granos, brazos largos y piernas de
monstruo. Ni hablar de educación física. Cada ejercicio es una tortu-
ra impresionante. El cuerpo es bueno y valioso, por tanto hay que
quererlo... ¡lógico!... Pero hay momentos... como el día en que quise
ayudar a lavar los platos. Hasta que llegué a los vasos, todo controlado:
uno bien, dos bien... el tercero se destrozó...¡Yo y mis manotas! Si tan sólo
fuera como antes... pero no, tonto, si ya crecí, soy grande... o quiero ser
grande, pero sin granos en la cara y «manazas rompe todo»...”.
+++
– Bueno, muchachos, bajen y no se olviden nada...
Habíamos llegado. A la derecha, un llano amplísimo de hierba
tierna; a la izquierda, un bosque tupido del cual salía el ruido caracterís-
tico del agua cayendo con fuerza. “¡Estupendo, una cascada!”
22
– ¡Se reúnen conmigo los representantes de cada carpa! –
gritó el profesor Ríos.
Fue Paco. Mientras ellos estaban reunidos, llegó una camio-
neta con equipo de campamento y tres personas, entre ellos el profe-
sor Miguel. El tipo me caía bien. Hacía las cosas con ganas y hablaba
con franqueza. Me daba gusto que estuviera allí.
–¡Carlos, Pepe, Adrián, Esteban, Marcos, vengan!... –llamó
Paco a los gritos–. Miren: la idea es armar la tienda por allá y acomo-
dar todo. Tenemos poco tiempo.
Mientras discutíamos a toda carrera el lugar de las estacas, se
nos acercó Miguel.
–¿Puedo ayudar? Creo que esto va mejor así...
Con esa ayuda fuimos los segundos en terminar.
–Bueno, jóvenes –comenzó diciendo Ríos–, vamos a trabajar de
la siguiente manera: cada tienda será un equipo y estarán apo-
yados por uno de los profesores. Ustedes guiarán el equipo
rotativamente. La primera actividad será en media hora: pista
de obstáculos. La carpa 1 con el profesor Gómez, la 2 con
Miguel Sánchez, la 3 con Mauricio Nievas, la 4...
Nos había tocado Miguel. No sabía exactamente por qué,
pero eso era bueno...
–¿Entendido? –gritó de pronto Ríos.
–¡Síiii...!
–Pues bien, ¡adelante!
Nos reunimos con nuestro profesor.
–Bueno, espero que nos podamos divertir. Por cierto, llá-
menme Miguel, aquí es más cómodo. Ahora, ¿quién se hace
cargo de la siguiente actividad?
–¿De qué se trata? –preguntó Paco.
–Bueno, no les puedo decir mucho...
–Si quieren soy yo –se ofreció Esteban.
23
 construyendo mi personalidad | lección 3: delicias de la vida campestre
Había que transportar al más liviano del grupo por entre obstáculos
naturales. Ellos creían que me había tocado el lugar más cómodo,
pero ser el transportado no lo es. Llevábamos ventaja hasta que
Adrián tropezó y tiró a todo el equipo por el piso: fue un verdadero
desastre (sobre todo para mí). Llegamos terceros y nos molestamos
con Adrián que se enojó y salió corriendo. Detrás fue Miguel, lo detuvo
y hablaron un rato. Cuando regresó, Paco tuvo un gesto muy bueno.
–Oye, Adrián, disculpa, estuve mal.
–Nosotros también –nos unimos, y en lo personal me sentí
mejor al decirlo.
–No importa... ahora terminemos para poder cenar.
Esa noche después de la cena Miguel nos llamó para hablar. El
cielo estaba estrellado, la luna grande, luminosa, y el aire era ideal.
Nos alejamos para no molestar.
–Me pareció muy bueno que le pidieran perdón a Adrián. Es
un gesto de madurez y no insistiré en ese punto porque creo que lo
entienden. Pero si me permiten quiero hablarles...
–Un sermón...
–No, Pepe, simplemente cosas que pueden ser-
vir. Si alguien tiene sueño puede irse a dormir...
Lo dijo porque sabía que nadie se mo-
vería. Buena estrategia.
–En confianza, ¿a cuántos de ustedes no
les ha pasado algo parecido a lo sucedido hoy?
Cometer torpezas, que se te caigan las cosas, que
te sientes raro.
Adrián lanzó su pregunta.
–¿Por qué se da eso?
–Más que nada porque están creciendo. Cuando
eran chicos, a costa de más de un golpe aprendieron a
caminar, a correr, tal vez escapando de la zapatilla de
mamá. Aprendieron a manejar su cuerpo, un cuerpo de
niños. No había mayor problema. Pero el tiempo pasa y
24
ustedes ya no son chicos. Esto es excelente, pero también desafiante. Mi
mamá lo explica así: antes cada uno de nosotros manejaba un pequeño
Volkswagen, pero de buenas a primeras nos dan un camión. Por eso por
un tiempo nos la pasamos chocando paredes, tirando sillas, rompiendo
cosas con las manos y todo eso que tanto molesta. Es normal, por lo
menos hasta que logren su definitiva «imagen corporal».
–¿Definitiva qué...? –preguntó Marcos sorprendidísimo.
–La imagen corporal es la forma como cada uno ve su propio
cuerpo y se relaciona con él. ¿Recuerdan que les dije que cada uno es
también su cuerpo, que somos unidad de cuerpo y espíritu? Pues bien,
lo que sucede en este momento es que, sin perder la unidad, tu «cuerpo»
pegó un estirón y le impone a toda tu persona una nueva situación. Ya no
tienen la imagen corporal de niño, así que les toca descubrirse, recono-
cer este su «nuevo» cuerpo, que será definitivo. Tienen que empezar a
pensar qué quieren de ustedes mismos, hacia dónde se quieren condu-
cir, cuál es el ideal de sus vidas, ya que esto lógicamente involucra su
cuerpo. Descubrir cómo son y al mismo tiempo ponerse metas para ser
mejores: eso es construir su nueva imagen.
Se detuvo un instante para que sus palabras tu-
vieran más peso.
...cuidar el cuerpo tiene –El cuerpo es importante, pero no es lo úni-
que ser fruto de cuidar co que cuenta. Lo importante es el todo, la
toda la persona. unidad. Un cuerpo verdaderamente sano
es el reflejo de un hombre que se valora
interiormente, desde su espíritu. Algunos
creen que su cuerpo los traiciona porque no
son como modelos de televisión, cuando en realidad es exactamente
al revés: ellos traicionan su cuerpo por no ser realistas. Aceptarse es
la primera clave si se quiere mejorar día a día. ¡Y no es fácil aceptarnos
si lo primero que queremos es parecernos a modelos de televisión!
–Pero eso les pasa sólo a las chicas –dije.
–No solamente. Hay hombres que invierten su vida en gim-
nasios para parecerse a alguien y sacrifican todo lo demás por tener
un cuerpo «a la moda».
–¿Entonces está mal ir al gimnasio? –volvió Pepe a la carga.
25
 –No necesariamente. Hay que buscar el equilibrio: cuidar el
cuerpo tiene que ser fruto de cuidar toda la persona. El deporte
es saludable no únicamente porque me hace más fuerte o más visto-
so, sino sobre todo porque ayuda a mi equilibrio como persona.
Cuido lo exterior para que este cuidado me haga mejor interior-
mente. Equilibrio, muchachos, ésa es la clave. Si me preguntan a mí, lo
mejor es buscar actividades que ayuden a tener dominio del propio
cuerpo. Si la unidad marcha al compás, todo en la vida será más fácil.
La noche se hizo más cerrada, el aire más fresco y la charla,
con esa intimidad que da la naturaleza, bastante sabrosa.
Empecé a entender: mis dudas tenían una respuesta. Des-
pués de todo, no estaba tan mal eso de tener una nueva «imagen
corporal», sólo que a veces...

Lección 4
En otro campamento...

Estando allí esa noche y pensando en mí mismo me volvió a

la mente algo que por momentos me sucedía.
Se trataba de Mariana, la mejor amiga de mi prima Alicia. No sabría
decirlo, pero como que ella me llamaba la atención. Era distinta a las
otras chicas, y cuando me miraba (si es que en el recreo se percataba de
mi existencia) me ponía muy colorado, una sensación definitivamente
tan nueva como todas las que mencionaba Miguel en su charla.
Pensé un momento en Mariana que estaba con las chicas en el otro
campamento. “¿Qué estará haciendo en este momento...?”
+++

–¿Carlos?
–Sí,Carlos...
–¿Miprimo?
–¿Quién?... No, no, Carlos Martínez, el chico del salón de 3ro.
– Estás loca, Mariana.
– Pero él es lindo.

27
 construyendo mi personalidad | lección 4: en otro campamento...

– Nunca se fija en nosotras. – Bueno... me parece que sí. ¿Por?

– Oye, ¿por qué mencionaste a tu primo? – Es que... no sé. A veces... digo, últimamente me parece que eso es im-
posible. Le doy un ejemplo: veo mi cara en el espejo y miro esta modelo –dijo
– Dijiste Carlos, ¿no es así?
señalando una revista de modas que se suponía no debían tener ahí– y siento
– Sí, y «casualmente» vino a tu cabeza. Dime ¿y por qué? que nadie se va a fijar en mí.
–Notehagaslamosquitamuerta.Sabesquesilomirasunratosetederrite.Es – ¿Por qué crees eso?
un dulce, aunque un poco...
– Porque soy fea. Y para colmo me siento una loca. Un día me propongo ser
–...chico. simpática y lo logro, y al siguiente no sólo no me sale, sino que lo peor es que me da
ganas de mandar a todos muy lejos. Y peor si intento explicarles a los demás que no sé
–Bueno,algoasí.Enrealidadesunpocomásgrandequeyo,pero...noimporta.
qué es lo que me pasa, porque no pueden entenderme. ¿Estoy loca, profesora?
Lo único que puedo decirte es que se interesa por ti y es muy simpático.
– Vamos por partes. Lamento contradecirte, querida Mariana, pero no estás
– Lo había notado. ¿Hasta cuándo tenemos guardia?
loca y mucho menos eres fea.Yo diría que todo lo contrario.Mira,lo que sucede es que
– Hasta la medianoche... ¿Qué te parece el campamento? ha comenzado el proceso de cambio para ser mujeres, y esto es algo muy serio.
– Bastante bueno... me sorprendió la Estévez. Bastante buena gente, ¿no? Amímeservíamuchoaesaedadcompararmeconunamariposa:cuandoera
chica era un gusanito de lo más simpático que andaba por ahí, comía hojas y no tenía
– Sí, no está mal. Por lo menos parece que domina su materia...
mayor problema.Pero llegó el tiempo de cambiar,y la na-
– ¿Ah, sí? –apareció justo la profesora de lengua. turaleza se encargó de meterme en un capullo para ope-
rartodaslastransformacionesnecesariasparaserunalin-
Mariana y Alicia quedaron duras. Era un balde de agua fría.
da mariposa. Cuando me miraba en un espejo me decía:
– ¿Cómo está la guardia? Debes quererte como espera y verás qué mariposa tan especial serás.
No sabían si contestar o no. Al fin... eres, o mejor, a partir Si veía actrices o modelos con figuras perfectas, eso me
de lo que eres. ayudabaadarmecuentadequesóloeracuestióndetiem-
– Bien, «sin novedad».
po:yasaldríanmisalasconloscoloresquemecorrespon-
– Me alegro. ¿Me convidan un poco de café? dían y era ridículo andarme comparando. Además tam-
bién entendí que la belleza de una mariposa es única, no
–Tenga –Mariana trataba de causar una
hay dos iguales.
buenaimpresión.
En nuestro caso esto es evidente cuando miramos para adentro, donde está
– ¿De qué hablaban?
lo más importante. Maquillarse como si una fuera un cuadro o hacer una de esas dietas
–Dechicos–desviólaaten- que terminan mal es como si la mariposa pintara sus alas con pintura de agua. ¿Qué
ción Alicia. pasaría en la primera lluvia?
–Ah...¿y? –Sedespintaría.
– Oiga,¿lesgustamosalos – En cambio si me concentro en lo que de veras es importante nunca me voy
chicos? –Si era estrategia, Mariana adespintar.
acababa de mandar la conversación
– Pero este capullo, ¿me tiene que poner como una histérica?
decididamente muy lejos.

28 29
 construyendo mi personalidad | lección 4: en otro campamento...
–Metemoqueenpartesí.Comosaben,partedeestecrecimientoinvolucraun
montóndehormonasdandovueltasennuestrocuerpo.Lashormonastienenmucho
que ver con nuestros estados de ánimo,y no las podemos controlar.Esto exige de
nosotras mucha paciencia y comprensión.
No somos locas si en un momento estamos super-emocionadas y al si-
guiente apáticas o con ganas de llorar o con ataque de risa. Este cambio es parte del
crecimiento.
– ¿Tiene que ver con la menstruación?
– Sí, pero no solamente. En realidad todo nuestro cuerpo está creciendo para
esedontanmaravillosoqueserásermadre,ylashormonasactúanenformaaparente-
mentealocadadurantetodoesteproceso.Lapacienciaaustedesmismasyalasdemás
debeestarsiemprepresente...
–...porque si me da la locura me tendré que soportar,sea el tiempo que sea –
rematóAlicia.
– Error:noessoportar,esamar.Debesquerertecomoeres,omejor,apartirde
lo que eres. Esto viene a cuento de esa revista, que queda confiscada hasta el fin del
campamento. No se comparen, chicas, no tiene caso. Una foto miente más de lo que
nos imaginamos. Sean auténticas y tengan paciencia, mucha paciencia. No hay nada
más hermoso que una mariposa saliendo del capullo a su tiempo.
Ambas se quedaron pensando.
–Bueno –dijo la profesora–,me voy a dormir.Un último consejo:cualquier
dudaconsultenconsuspapás,especialmenteconmamá.Ellasabebienloquepasaen
esas cabecitas... aunque a veces anden un poco locas.
+++
“¿... Qué estará haciendo Mariana?”
–¡Carlos, ya vete a dormir!
Era difícil saber qué hacía ella. Por mi parte
me había quedado demasiado tiempo fuera de la
carpa y me dio frío, además del grito «amable» de
Ríos. Ya habría tiempo de preguntarle a Alicia
cómo les fue en el otro campamento. Ella me
podría hablar de Mariana... no, no quiero ser
tan evidente.
“Mejor me voy a dormir”.
30
Lección 5
Preguntas a la luz de la luna
–¡¡¡Tira, Carlos, no lo sueltes!!!
“Lo dicen porque están allá arriba, sin todo este lodo en la
cara y sin tener que jalar de la cuerda. Pero debo concentrarme. El
más mínimo descuido puede ser fa...”. El golpe que me di fue monu-
mental. Por suerte Pedro se distrajo más que yo y terminé trayéndolo
hacia mí. Quedé bien porque los puntos estaban en casa y sólo yo
sabía qué había pasado. O eso creía.
–Bien, maestro –me dijo Miguel al subir del barranco–, pero
procura no perder la concentración.
–Gané, ¿no?
–Es cierto... De todos modos procura no perder la concen-
tración, no siempre tendrás tanta suerte.
No sabía si estar enojado o asombrado, pero no hubo tiempo
para más. Tocaba ir a comer y ése es un momento sagrado de todo
campamento.
La noche anterior Miguel nos había dejado pensando sobre
nuestra propia imagen, sobre cómo nos sentimos con nosotros mis-
mos, con este nuevo yo que estamos descubriendo, con tantos cam-
bios y cosas que no entendíamos. Porque, era odioso reconocerlo,
pero había muchas cosas que no entendíamos. Me gustó lo que dijo,
pero ¿en qué exactamente es que estamos cambiando? Quedamos
en que si se podía, el segundo día continuaríamos hablando. Estaba
ansioso de que nos contestara, porque...
–Oye, Carlos, ¿podrías dejar de volar y venir a ayudarnos a
planear la búsqueda del tesoro?
Adrián era muy práctico cuando quería, y un campamento,
como diría él, no es lugar para quedarse filosofando.
–Voy.
Y dejando mi cómoda sombra me acerqué al grupo. La bús-
queda del tesoro, que nos llevó toda la tarde, estuvo excelente. El
tesoro estaba oculto en un árbol alto al que nos costó subir... pero lo
31
 construyendo mi personalidad | lección 5: preguntas a la luz de la luna
hicimos... primeros. Fue una fiesta para todo el equipo, y es notable
cómo mejoran las cosas luego de comer chocolates ganados en bue-
na ley.
En resumidas cuentas, al llegar la noche mi cuerpo, aunque
fuera nuevo, estaba cansadísimo, pero con esa mezcla rara que se
suele dar entre cansancio y satisfacción.
Miguel, mientras cenábamos, hizo preparativos en un lugar
apartado para una fogatita que no consumiera mucha leña. Luego de
la cena tuve que acomodar algunas cosas en la carpa, por lo que
llegué con la charla empezada.
–...las transformaciones más notorias son las físicas, pero no
son las más importantes. En realidad el cambio más trascendente
empieza a darse en el interior, en nuestra forma de ser, afectando el
carácter, la manera de ver las cosas, de entender la vida, las reaccio-
nes frente a las situaciones. Sin embargo, esto no significa que las
modificaciones físicas se puedan dejar de lado, ya que por nuestra
unidad tan profunda ambos tipos de cambio van absolutamente de
la mano. Incluso en este caso el cambio del cuerpo influye mucho en
el cambio de todos los aspectos de la vida.
La adolescencia se caracteriza por un acelerado crecimiento
físico. Por eso, por ejemplo, sienten hambre casi a cada hora...
“Mi madre y sus esfuerzos para que no coma entre comidas.
Podría decirle que estoy creciendo”.
–... Esto no significa que se deba comer a cualquier hora.
Todo lo contrario. Lo oportuno es comer bien en cada comida, pues
así el cuerpo toma un ritmo de crecimiento ordenado.
“Entonces mejor no le digo nada”.
–Decía que lo primero que se nota es un crecimiento en
peso y estatura como hacía tiempo no tenían. Es la época del estirón.
Pierden la armonía de cuando eran chicos y el crecimiento no es
parejo en todo el cuerpo: primero las piernas y los brazos mientras el
resto parece estancarse. Por otra parte las orejas y la nariz a veces
también se desproporcionan respecto del resto de la cara. Todo esto
es pasajero y poco a poco el equilibrio se restablecerá, pero esta vez
en forma definitiva.
32
“Qué bueno que no seré este cuasi monstruo de por vida”,
pensé de inmediato, pues estas cosas me habían preocupado, sobre
todo frente al espejo.
–Tampoco se preocupen si no les llegó la hora. El crecer de-
pende de nuestra herencia genética, y cada uno tiene su momento.
Por lo tanto me parece bastante absurdo eso de andarse comparan-
do. Decía un cantante que conozco: “Amigo mío, si todavía no te
crece el bigote, no te afeites el labio”...
“Más claro echarle agua”.
–¿Y el acné? –preguntó Claudio.
–Eso. ¿Tiene que ver el chocolate en todo esto? –agregó otro.
–En realidad el acné se produce debido a la acción de las
hormonas en la zona de la piel. El chocolate influye porque, por un
lado tiene grasa, que es el vehículo por donde se liberan tus hormo-
nas. Por otro está hecho con leche procesada por el hombre. Esta
leche se consigue engañando el organismo
de la vaca para que crea que esta preñada y
así dé suficiente cantidad. Por tanto la leche
puede tener alto contenido de hormona, so-
...las transformaciones
bre todo la leche muy procesada. Con esto no
más notorias son las quiero decir que dejen de tomar leche, ya que
físicas, pero no son las el resto de las funciones del organismo lo
más importantes. necesitan, sino que entiendan a qué se debe.
En realidad es un exceso natural de hormo-
nas que se sueltan para que crezcas y que el
cuerpo se encarga de liberar.
–¿Qué es exactamente una hormona, Miguel?
–Bueno, eso lo verán mejor en Biología, pero puedo adelantarles
que la hormona es una sustancia que sale de una glándula, viaja por la
sangre y estimula que otros órganos o partes del organismo se pongan
en acción. En la edad de ustedes las hormonas se difunden por todo el
cuerpo, modificándolo profundamente en su aspecto y en sus estructu-
ras. Las hormonas tienen mucho que ver con la identidad: no es lo
mismo el impacto en un cuerpo de hombre que en uno de mujer. Por eso
a partir de ahora las diferencias se harán más evidentes.
33
 construyendo mi personalidad | lección 6: la segunda vuelta
El desarrollo genital también experimenta cambios. Lo que
antes estaba dormido se despierta y comienza a crecer con una mi-
sión muy específica: poder transmitir vida. Esto hace que ya cada
uno se sienta y se vea más como es. En el caso de ustedes, más como
hombres. En el caso de las niñas, como mujeres. Es una etapa tras-
cendental por la que atraviesan, y por eso tantos cambios a veces los
tienen abrumados y desconcertados. El proceso de cambio comien-
za en el cuerpo, pero no se acaba allí. Tendrán una nueva imagen
corporal, pero no estará todo resuelto. Seguirá habiendo muchas
cosas que afrontar, algunas difíciles. No se preocupen, todos de una
manera u otra pasamos situaciones similares. El secreto es confiar
en uno mismo y no alejarse de la familia.
Escuchando distraídamente pensaba en mis viejos y en lo
mucho que los quería, aunque me costara expresarlo...
–Están cambiando para ser mejores, con nuevas posibilida-
des y nuevas responsabilidades. No desaprovechen la oportunidad y
tomen las cosas con mucha paciencia. Es el tiempo para empezar a
construir una auténtica personalidad.
“...nuevas oportunidades... una auténtica personalidad. Eso
es lo que quiero para mí”. Ahí acostado todos mis conflictos pare-
cían lejanos. Me sentía orgulloso de empezar a andar a pesar de todo.
–Bueno, jóvenes, gracias por la compañía pero es hora de ir
a dormir. Mañana será un día intenso. Buenas noches.
–Buenas noches, Miguel.
Y poco a poco, uno a uno, todos se fueron yendo mientras
Miguel removía el fuego. Bueno, en realidad todos se fueron menos
dos: Álvaro y yo.
Lección 6
La segunda vuelta
–Miguel, ¿puedo hacerte una pregunta?
El profesor se sobresaltó, absorto como estaba en el fuego, ya
que no se había dado cuenta que dos todavía seguíamos ahí.
–Claro, Carlos, pero sé breve.
34
–Hablaste de cambios en el cuerpo. ¿Por qué no dijiste algo más?
–¿Como qué?
–No sé... ¿Qué es exactamente lo que crece en cada quien o
cómo se dan esos cambios a nivel genital?
Se quedó pensativo un momento mirando el fuego.
–Son muchas las cosas a tomar en cuenta. Los cambios que
sufrimos a nivel genital, como tú dices, son parte del crecimiento, y
es algo muy personal, muy íntimo. Es tan particular, tan único y
especial en cada uno, que es mejor hablarlo individualmente. Quiero
hacerte una pregunta: ¿Para qué te vistes?
–¿Cómo...?
–Sí, fácil, ¿por qué te pones ropa?
–Para no morirme de frío...
–Una noche como ésta, bueno. Pero, ¿y en verano? ¿Por qué
no vas desnudo?
–Me da vergüenza.
–Primero hay que entender qué es la vergüenza. ¿En qué
circunstancia nos suele dar vergüenza?
–Cuando hacemos algo mal y los demás se dan cuenta.
–Así es. Pero no es el único tipo de vergüenza. También existe
una vergüenza por lo bueno.
–¿Cómo?
–Sólo ponte a pensar: ¿Qué pasa cuando uno hace algo bien
y otro lo dice en público?
–Se pone colorado... le da vergüenza... Es cierto, nunca me
había detenido a pensarlo.
–La vergüenza es un arma de protección de lo que tenemos
dentro. Si lo que ocultamos es malo, nos da vergüenza, porque no
queremos que nadie lo sepa. Pero si lo que guardamos es bueno,
decimos que es pudor.
–¿Cómo se da la vergüenza por lo bueno?
35
 construyendo mi personalidad | lección 6: la segunda vuelta
–Imagínate que tienes un tesoro. Digamos que este tesoro te
lo heredaron, es tuyo y es legal. Lo más lógico es que si lo guardas en
tu casa, cierres la puerta y sólo dejes entrar a la gente que conoces, a
tus amigos. No cuidas la casa porque sea malo lo que hay en ella, sino
todo lo contrario. Para cuidar la casa tienes una alarma. Esa alarma
es de alguna manera el pudor: un sentimiento que te avisa que lo más
íntimo que tienes puede correr algún peligro.
–¿Qué tipo de peligro?
–Mira, básicamente pueden ser dos: que entren a robártelo o
que alguien se acerque a ti únicamente por el tesoro. Ese dinero que
te sirve para vivir bien y tal vez ayudar a tus amigos, puede ser oca-
sión de que alguna gente se fije sólo en él y se olvide de ti (cosa que
se da en más de una ocasión). El problema no es el dinero en ninguno
de los dos casos. El problema de alguna manera viene de afuera.
–La culpa es de ellos.
–Puede ser. Pero también tal vez nosotros tengamos algo que
ver. Cuentan de un rey que tenía que casar a su hija que era muy
hermosa, pero más tentador era para los pretendientes el poder de
ser príncipe heredero. Por tanto decidió hacer pasar a todos los
pretendientes una prueba sin que ellos lo supieran: se vistió de men-
digo y se puso en las afueras de la ciudad a pedir auxilio. Uno a uno
los jóvenes fueron pasando y ninguno le hizo el menor caso, hasta
que el último se detuvo, tomó su capa (que en ese tiempo era símbo-
lo de prestigio) y se la dio al mendigo. Éste fue el que se ganó el favor
del rey y su hija. El rey disimuló su riqueza y buscó a quien se fijara en
él como persona. Los otros tal vez sólo querían el reino. Lógicamente
que con esa actitud se le confió al joven príncipe todo...
Pues bien, el cuerpo es un tesoro y pertenece a nuestra inti-
midad. Es uno de nuestros mayores tesoros, pero siempre debe con-
ducir a la gente hacia nosotros mismos, no quedarse sólo en él. Y eso
depende tanto de los demás como de nosotros mismos. Si una casa
está bien cuidada es más difícil que se acerquen ladrones, ahora si
saco mi oro al jardín para que todos se fijen cuán rico soy es mayor
la tentación de que la gente se quiera hacer mi amiga sólo para
disfrutar de mi riqueza.
Hizo silencio mientras movía el fuego.
36
–Cuando en la escuela hablamos de sexualidad debemos ser
de lo más cuidadosos, porque no estamos tratando con una sola
persona, sino con muchas. Cada uno es una realidad distinta y no
todo lo que podamos decir les sirve por igual. ¿De qué nos serviría
hablar generalidades en este caso que es tan personal?
“De nada”, pensé.
–En este sentido lo más importante es que ustedes aprendan
cuáles son sus propios límites y los límites de los demás. Conozcan el
tesoro que tienen y al mismo tiempo sepan cuidarlo. Por eso les
insistimos constantemente que pregunten a sus papás...
–¿Cómo... con papá? –Álvaro parecía incómodo.
–Con tu papá y con tu mamá. Ellos tienen la experiencia y
son los que mejor los conocen para ayudarlos mejor. Ellos entrarán
con ustedes en su «casa», les sacarán todas las dudas y al mismo
tiempo les ayudarán a poner seguridad. No olviden que pudor es
decir: “No se me ve nada mal, pero por dentro soy mejor”.
–Pero también se puede preguntar a un ami-
go.
–Miren, cada uno es libre de hacer lo que
...si lo que guardamos quiera, pero lo mejor es buscar gente que de
es bueno, decimos que verdad pueda ayudar. Un amigo está igual que
es pudor. tú, y es un ciego guiando a otro ciego.
–¿Y preguntarte a ti?
–No tengo problema en escuchar. Pero lo que
yo en realidad hago es ayudar a los padres en
su educación. Por más confianza que tengamos, no los conozco tanto
como sus padres. Ellos saben lo que es bueno para ustedes. Nunca les
harán daño.
–Lo que pasa es que con ellos no es tan fácil... no entienden
de estos temas.
–No creas. Estén seguros de que sus padres entrarán en su
intimidad con cuidado, buscando lo mejor para ustedes.
–O sea que no nos mostrarás láminas y esas cosas sobre el
cuerpo y lo demás.
37
 construyendo mi personalidad | lección 7: entrenándonos

–En lo personal, no. Probablemente vean pronto en Biología
un vistazo de esa parte del cuerpo humano. Pero no se angustien, lo
«genital» no es lo más importante de la sexualidad.
–Sí, pero es lo más divertido –dijo Álvaro con gesto pícaro.
–No creas –contestó impávido Miguel–, hay cosas aún me-
jores. Con respecto al cuerpo, no hay misterio. El verdadero misterio
está adentro. Lo verdaderamente atrayente de una mujer es su cora-
zón, su espíritu. Y lo mismo sucede con los varones. Por eso el pudor
es lo que más ayuda a acercarse a las persona.
Lo mejor es charlar esas cosas con sus padres. Ellos les van a
dar toda la información que necesitan con el mejor ingrediente: la
verdadera comprensión... Uy, es tardísimo. Buena charla pero maña-
na tienen mucho que hacer. Por favor acuéstense sin hacer ruido.
–Gracias, Miguel.
–De nada. Que descansen.
da y me había vuelto lo filósofo. Lo del fútbol comenzó un día en el
patio de la escuela:
–¿Qué haces, Álvaro?
–Nada... sólo leía esto. El colegio va a formar un equipo de
fútbol para entrar a la liga regional. Parece interesante.
–¿Qué, quieres entrar?
–¿Por qué no? No juego mal como defensa.
A juzgar por como pateó el bollo de papel que acababa de
hacer, tenía más futuro como escritor, pero eso no significó mucho.
–Oye –me dijo de pronto–. ¡Tú atajas bien!
–No es para tanto...
–Sí, eres bueno. Métete al equipo. Vamos, nos divertiremos.
–No sé...
+++

Álvaro se fue sin despedirse. Por mi parte dormí esa noche

como un verdadero tronco. –No sé, Carli –mi madre nunca dejó de llamarme así–. Es
bueno que hagas deporte, pero lo debes comentar con tu padre.

Lección 7 –Las inscripciones cierran el miércoles...

Entrenándonos –Háblale hoy por la noche. Si no se opone, yo tampoco. Pero
prométeme que no bajarás ni una sola calificación.
–Oye, Álvaro, ¿sabes?, lo que hablamos con Miguel me ha –¡Claro que no, mamá!
hecho recordar el primer entrenamiento de fútbol.
+++
–Ni me lo menciones, que
casi estoy arrepentido de estar La cena estuvo animada: Luis había dado bien un examen,
en ese equipucho de cuarta. con Gisela habíamos hecho una tarea difícil, y Mili no necesitaba
Además el tal Miguel... en una razón especial para estar contenta, pues la vida de preescolar no
fin no sé. era precisamente «complicada». Estuve callado, buscando un mo-
mento para introducir mi pedido. Mi mamá facilitó las cosas.
No había que dejarse
engañar por la actitud –Viejo, Carli te quiere pedir algo...
del Salvaje (así le de- “¡Allá voy!”
cíamos «de cariño»),
–Papá, en el colegio van a armar una selección de fútbol y
él era así. Estábamos
pensé que... bueno... que a lo mejor puedo estar. Suelo ser buen ar-
los dos «panza arri-
quero... ¿Me das permiso?
ba» luego de la comi-

38 39
 construyendo mi personalidad | lección 7: entrenándonos
Me miró por un segundo que me pareció eterno.
–¿Cuándo son los entrenamientos?
–Lunes, miércoles y viernes, pero miércoles y viernes va en
lugar de educación física. Agrego sólo un día de actividad.
Miró a mi mamá:
–¿Tú que dices?
–Me parece que no hay problema.
–Bueno... ¡pero no bajes una calificación!
–¡Gracias, papá! No te preocupes.
–Y una cosa más: haz tu mejor esfuerzo. El deporte es muy
bueno y te tiene que servir en todo sentido. Recuerdo que yo jugaba
béisbol, era pitcher, muy bueno por cierto...¡Qué tiempos aquellos!
No nos ganaba nadie. Como en esa ocasión en que lancé...
Y así siguió el resto de la cena, contando hazañas y derrotas
en partidos memorables. Estaba contento.
+++
–Bueno –me recibió Ríos–, me alegro que te hayas anotado
porque necesitábamos otro arquero. Solamente teníamos uno, pero
nunca se sabe... Todo en orden. Te presentas el próximo lunes a las
4:00 en punto... Este papel se lo das a tu profesor de educación física
el viernes. ¿Alguna pregunta?
–No, no...Muchas gracias.
–¿Qué te pasa? –me preguntó Paco al salir.
–No sé...
Recién en ese momento reflexionaba lo que estaba hacien-
do: yo deportista. No sabía si sentirme orgulloso o tonto. Decidí que
no lo pensaría más, cosa que me costó.
Inevitablemente llegó el lunes. Casi no voy: flojera y algo pa-
recido al miedo me decían: “¿Para qué?” Pero mi expectativa y el
compromiso me convencieron.
Llegando me encontré a Álvaro:
40
–¡Qué bueno que viniste, Carlos! Nos vamos a divertir mu-
cho: jugar fútbol y ser héroes del colegio.
Considerándolo desde ese punto de vista, tenía ventajas.
–¡A ver, ustedes dos, únanse al grupo!
El que gritaba era Ríos, y el grupo eran otros 20 de la escuela.
–Ahora, por favor, 3 filas... listo... troten alrededor del cam-
po... a mi ritmo... vamos.
“Será pre-calentamiento –pensé–, en seguida jugaremos”.
–Ahora... cuando toque el silbato una vez... apuran el paso... priiii.
Empezamos a correr más rápido. Comenzaba a cansarme,
pero todavía podía seguir corriendo.
Al trote ligero siguió el paso medio, y a éste la carrera de
velocidad. Entre ejercicio y ejercicio parábamos y estirábamos al-
gún músculo: cuello, rodillas, brazos, todo. Igual que en cualquier
clase de educación física. Álvaro corría a mi
lado.
Cuanto mejor cuideslo –¡Con que más divertido, ¿eh?!
exterior es decir el Estábamos agitadísimos mientras el profe-
cuerpo, este orden te sor, corriendo a la par, fresco como una le-
ayudará a ser mejor por chuga.
«dentro».
–Bueno... ahora caminando. No se detengan,
caminen. Respiren y suelten. Bien, ahora sién-
tense, necesito decirles algo.
Nos acomodamos para ver con qué nos salía.
–Muchos se sorprenderán de no ver un juego de fútbol. Pues
hoy no lo verán y tal vez tardemos un tiempo en tenerlo.
Había que ver nuestra cara de decepción.
–En primer lugar el fútbol, como todo deporte, es una activi-
dad física que demanda mucho y debemos tener capacidad para
darlo. He visto muchos «deportistas» que comienzan con ánimos un
juego y al rato están tendidos en el piso, medio muertos. Eso no es
bueno, no es saludable, y sobre todo... no es divertido.
41
 construyendo mi personalidad | lección 7: entrenándonos

La regla número uno es preparar el cuerpo para que rinda. Fue como un bálsamo mágico: inmediatamente se acabaron
Tenemos fuerza, solamente necesitamos enseñarle a salir de la mejor todos los sufrimientos.
manera. Cuanto mejor cuides tu cuerpo, lo de afuera te ayudará +++
a ser mejor por dentro.
Viéndolo a la luz de lo que hablamos me quedó una idea muy intere-
Los músculos son como cuerdas de un violín: cuanto más
sante: debemos cuidar nuestro cuerpo no con obsesión, pero sí
practicas, mejor suenan. Si los dejas de usar, poco a poco se echan a
con empeño. Es como que se da un doble camino: si cuido lo exte-
perder. Si un día de improviso los necesitas, corres el riesgo de que se
rior, eso me tiene que ayudar a ser mejor en lo interior (que fue lo
rompan. El deporte exige también controlar cada movimiento. ¿Se
que nos dijo Ríos), porque fortalezco mi voluntad y me arriesgo a
han detenido a ver a los gimnastas haciendo acrobacias en una barra
superar obstáculos (ésta es mi conclusión). Pero el verdadero cuida-
de 10 cms. de ancho a 2 m. del piso como si caminaran por el patio de
do de lo exterior empieza por dentro. Eso me parece un buen equi-
su casa? Ellos tienen dominio de su cuerpo fruto de un gran entrena-
librio: porque quiero ser mejor persona cuido mi cuerpo, y de este
miento.
esfuerzo tengo como resultado un cuerpo sano. Suena lógico...
Cada palabra la decía con un grito.
También fue lógico el enojo de mi equipo cuando llegué tar-
–En el deporte lo principal es la humildad. No por ser del de al segundo juego de la tarde por haberme quedado dormido
equipo de fútbol son alguien especial en la escuela. Todo deportista filosofando. Al fin de cuentas mi cuerpo también necesitaba descan-
cuando cree que es perfecto, pierde práctica. El desafío no es hacia so, ¿no?
afuera, para mostrarse como pavo real, sino para adentro, para que
tú sepas que puedes cada vez un poco más. La verdadera meta está
adentro.
Todos mirábamos al piso.
–No quiero que olviden nunca que somos equipo. Aquí van a
aprender a confiar en el que tienen al lado, buscar que «ganemos todos»,
si no, no sirve. Y si no ganamos, no nos entristecerá, porque habremos
dado todo de nosotros... Les advierto que van a encontrar dificultades:
flojera, cansancio, aburrimiento. Con disciplina superarán todo eso, y
ella será la mejor herencia que se llevarán... ¡Además de la copa que
vamos a ganar...! –lo último fue un grito atronador.
–¡Síii!... –gritamos todos con entusiasmo.
–¿Qué les pareció el entrenamiento de hoy?
Inmediatamente empezaron los quejidos: “Muy pesado. Me
duele esto o el otro”.
–Bueno, entonces no querrán jugar conmigo un partido en
lo que resta del tiempo...

42 43
Unidad II:
Desarrollando la autonomía
Lección 8
Ícaro y Dédalo, una historia actual
Un viejo cuento de la mitología griega:
Dédalo era el ingeniero e inventor más hábil de sus tiempos en
la antigua Grecia. Construyó magníficos palacios y jardines,
creó maravillosas obras de arte en toda la región. Sus
estatuas eran tan convincentes que se les confundía
con seres vivientes y se creía que podían ver y cami-
nar. La gente decía que una persona tan ingenio-
sa como Dédalo debía haber aprendido los se-
cretos de su arte de los dioses mismos.
Sucedió que al otro lado del mar, en la isla
de Creta, vivía un rey llamado Minos. El
rey Minos tenía un terrible monstruo que
era mitad toro y mitad hombre, llamado
el Minotauro, y necesitaba un lugar don-
de encerrarlo. Cuando tuvo noticias del
ingenio de Dédalo, lo invitó a visitar su
isla y construir una prisión para ence-
rrar a la bestia. Dédalo y su joven hijo
Ícaro fueron a Creta, donde Dédalo cons-
truyó el famoso laberinto: una maraña de
sinuosos pasajes donde todos los que entra-
ban se extraviaban y no podían hallar la salida.
Y allí metieron al Minotauro.
Cuando el laberinto estuvo concluido, Dédalo quiso regre-
sar a Grecia con su hijo, pero Minos había decidido rete-
nerlo en Creta. Quería que Dédalo se quedara para inven-
tar más maravillas, así que los encerró a ambos en una
alta torre junto al mar. El rey sabía que Dédalo tenía la
astucia necesaria para escapar de la torre, así que tam-
bién ordenó que cada nave que zarpara de Creta fuera
registrada en busca de polizones.
44
Otros hombres se habrían desalentado, pero no Dédalo. Desde su
alta torre observó las gaviotas que flotaban en la brisa marina.
–Minos controla la tierra y el mar –dijo–, pero no gobierna el
aire. Nos iremos por allí.
Así que recurrió a todos los secretos de su arte, y se puso a
trabajar. Poco a poco acumuló una gran pila de plumas de todo
tamaño. Las unió con hilo, las modeló con cera y al fin tuvo dos
grandes alas como las de las gaviotas. Se las sujetó a los hom-
bros y después de un par de pruebas fallidas logró remontarse
en el aire agitando los brazos. Se elevó volteando hacia uno y
otro lado con el viento, hasta que aprendió a remontar las
corrientes con la gracia de una gaviota.
Luego construyó un par de alas para Ícaro. Enseñó al joven a
mover las alas y a elevarse, y le permitió revolotear por la habi-
tación. Luego le enseñó a remontar las corrientes de aire, a
trepar en círculos y a flotar en el viento. Practicaron juntos
hasta que Ícaro estuvo preparado.
Al fin llegó el día en que soplaron vientos pro-
picios. Padre e hijo se calzaron sus alas y se
El hombre está hecho
dispusieron a volar.
para volar libremente,
para dar su máximo, –Recuerda todo lo que te he dicho –dijo Déda-
para mostrar que lo–. Ante todo, recuerda que no debes volar
puede. demasiado bajo ni demasiado alto. Si vuelas
demasiado bajo, la espuma del mar te mojará
las alas y las volverá demasiado pesadas. Si
vuelas demasiado alto, el calor del sol derreti-
rá la cera y tus alas se despedazarán. Quédate cerca de mí y
estarás bien.
Ambos se elevaron, el joven detrás del padre, y el odiado suelo
de Creta quedó atrás.
Al principio el vuelo intimidó a Ícaro. El ancho cielo lo encan-
dilaba y se mareaba al mirar hacia abajo. Pero poco a poco se
habituó a surcar las nubes y perdió el temor. Sentía que el
viento le llenaba las alas y lo elevaba cada vez más, y comenzó
a sentir una libertad que jamás había experimentado. Miraba
con gran entusiasmo las islas que dejaban atrás, sus gentes y el
45
 construyendo mi personalidad | lección 8: ícaro y dédalo, una historia actual

ancho mar azul que se extendía debajo, salpicado con las blan- cera. Sus alas tenían una increíble capacidad pero al mismo tiempo
cas velas de los barcos. Se elevó cada vez más olvidando la una limitación. Si lo pensamos bien, no era una gran limitación, pues
advertencia de su padre. Se olvidó de todo, salvo de su euforia. volando con prudencia podría haberse sostenido por mucho tiempo,
pero Ícaro estaba tan eufórico que lo olvidó y terminó por caer a pesar
–¡Regresa! –exclamó frenéticamente Dédalo–. ¡Estás volando a
de las advertencias de su padre.
demasiada altura! ¡Acuérdate del sol! ¡Desciende! ¡Desciende!
Este cuento, que ha servido a tantos en la historia, sigue siendo
Pero Ícaro sólo pensaba en su exaltación. Ansiaba remontarse
actual. Describe perfectamente los sentimientos de la gente de todos los
al firmamento. Se acercó cada vez más al sol y sus alas comen-
tiempos, incluso del nuestro, tan moderno.
zaron a ablandarse. Una por una las plumas se desprendieron
y se desparramaron en el aire: la cera se derritió. Ícaro notó Aunque a veces no parezca, lo que más quieren los adultos es
que se caía. Agitó los brazos con todas sus fuerzas, pero no que los más jóvenes salgan de Creta y vuelen hacia la libertad, hacia la
quedaban plumas para embolsar el aire. Llamó a su padre, definitiva autonomía.
pero era demasiada tarde. Cayó de esas espléndidas alturas y
Esa autonomía tiene una regla: la responsabilidad.
se zambulló en el mar, desapareciendo bajo las olas.
Al principio creemos que esta única regla sólo viene a eliminar
Dédalo sobrevoló las aguas una y otra vez, pero sólo vio plumas
nuestra autonomía. Ícaro nos demuestra que no es así, que la autono-
flotando sobre las olas, y supo que su hijo había desaparecido.
mía se fundamenta en esa única regla, y cuanto mejor la maneje-
Cuando un niño crece, comienza a utilizar un par de alas que mos, más lejos llegaremos en el camino.
sus padres le han construido (a veces sin que él se diera cuenta) para
Hay algunos (lógicamente los menos) que sienten que es un
que llegue a hacer lo mismo que hacen ellos. Comienza a ser más autó-
reto demasiado grande para ellos y que prefieren quedarse en la torre
nomo, depende menos de ellos y puede empezar a vo-
de Creta. No tiene sentido. Volar es la más grande experiencia, una
lar. En el relato esto se ve desde el momento en que
experiencia hecha para todos, una experiencia que nadie debe dejar de
padre e hijo dejan la isla y aparentemente nada
vivir.
los puede detener.
A veces los jóvenes me preguntan: ¿podemos? Es decir, ¿pode-
“Al principio el vuelo intimidó a
mos ser responsables como para volar por siempre y lograr lo que tanto
Ícaro”. Esta capacidad era algo nuevo. Éste
soñamos? Yo les digo que la respuesta está en ellos mismos: si tienes
es el primer sentimiento de todos al cre-
alas es porque puedes usarlas. Y si puedes usarlas es que lo puedes
cer: ¿y ahora qué?
hacer bien. Solamente te hace falta un poco de práctica y nunca despre-
“Pero poco a poco se habituó ciar los consejos de aquellos que te dieron esas alas.
a surcar las nubes y perdió el temor...”
El hombre está hecho para volar li-
Lección 9
bremente, para dar su máximo,
Cómo medir la altura de un barranco y
para mostrar (y mostrarse) que
puede.”...y comenzó a sentir una liber-
no morir en el intento
tad que jamás había experimentado”.
El campamento fue espectacular. De alguna manera estaba
Sin embargo Ícaro se dejó llevar por descubriendo hasta dónde era capaz de superar retos. Sin embargo,
la sensación y olvidó la causa misma que per- mi lección más fuerte comenzó el cuarto día. Aprovechando la co-
mitía que pudiera volar: sus alas hechas de mida me acerqué para charlar un poco con Álvaro.

46 47
 construyendo mi personalidad | lección 9: cómo medir la altura de un barranco y no morir...

–¿Puedo sentarme contigo? En eso regresó el profesor Arturo:

–¿Eh? Ah, Carlos... –Arriba antes que nos agarre la lluvia.
–¿Cómo va el campamento? Al poco rato se sintió un trueno y el grupo apuró la marcha.
Con las primeras gotas corríamos. Para mí la lluvia era una salva-
–Vamos primeros y no creo que nadie nos alcance. Además
ción: la excusa perfecta para no ir al río.
quedan los juegos más regalados. Aunque no sé si me sentiré feliz de
ganar este campamentucho... pero en fin. ¿Y tú, qué tal? –Todos dentro de la carpas... Metan lo que no se deba mojar...
Recuerden no apoyarse contra el techo... Profesores, verifiquen, nos
–Bien... bien... digamos que disfrutando del paisaje.
vemos en jefatura.
–Te gusta, ¿eh? Pues mira, ¿ves ese árbol? Mueve la vista al río,
Para ese entonces era poco menos que un diluvio. La carpa
¿lo ves?
parecía un campo de batalla, pero nos divertíamos.
–La verdad, no.
–Pónganse cómodos, caballeros. Su estancia en nuestras ins-
–Claro que no. Allí hay una cañada espectacular, el único lugar talaciones será larga. Cualquier inconveniente, el libro de quejas está
en el que vale la pena bañarse. ¿Te gustaría que fuésemos a la hora del a su disposición –acotó en medio del desorden Adrián, ceremonio-
descanso? Nadie se dará cuenta. Bajamos, nos metemos al agua, nada- so y con tono francés.
mos hacia el llano, y estamos de vuelta para la actividad. ¿Qué dices?
Afuera la tarde se había puesto excepcionalmente oscura y la lluvia
–No sé... ¿No será peligroso? –después de haber abierto mi persistía.
bocota, sentí que había hecho la pregunta equivocada.
–¿Saben? –dijo Marcos–, en mi mochila se
–Para nada, ¿o me vas a decir que tienes miedo? deslizó «por casualidad» un dominó. ¿Quién
A veces cuando
quiere jugar una partida?
No tenía escape. actuamos sin pensar
sentimos que somos A Paco y a mí nos tocó el segundo turno, así
–No, que va... pero... pero...¿y si se dan cuenta los profesores?
invencibles, pero... que nos pusimos cerca de la puerta. De ca-
–¡No se van a dar cuenta! Además son re-inútiles. Bueno, sualidad me asomé para ver el panorama y vi
¿qué dices? venir una sombra por entre los árboles: era
Álvaro que me hacía señas.
–Está bien –pensé que no me quedaba más remedio.
–En seguida vuelvo –le dije a Paco al ponerme las botas y
Terminada la comida se organizó una caminata «digestiva»
salir, linterna en mano.
de un par de kilómetros hasta el lugar donde habían acampado las
chicas, mientras ellas hacían otro tanto hacia el nuestro. A mitad de –¿Qué pasa, Salvaje?
camino nos encontramos y fue divertido.
–No te habrás olvidado nuestra cita, ¿no?
Al llegar no entramos para no «alterar» el campamento. Sola-
–Álvaro, estás loco, ¿no ves cómo llueve?
mente Ríos y el profesor Mauricio se acercaron a hablar con la pro-
fesora Estévez, mientras nosotros paramos a la sombra de un gran –No nos meteremos. Nos paramos en la ribera, tiramos pie-
árbol. Me tiré «panza arriba», tratando de convencerme de que nadar dras y ya. ¡No va a pasar nada, hombre! ¿Vienes o te quedas?
de contrabando iba a ser algo genial. Entonces noté que el cielo se
–Voy, voy...
estaba nublando.

48 49
 construyendo mi personalidad | lección 9: cómo medir la altura de un barranco y no morir...

El corazón me latía más fuerte, y el viento me hacía sentir
frío. Con dificultad llegamos al árbol.
–Ahora –dijo Álvaro– un poco para el sur y... ¡¡¡Ayyyy!!!
En ese instante sucedieron varias cosas a la vez: escuché un
ruido de ramas partiéndose y un grito ahogado de Álvaro: “Me
caiggg...”. Ya no estaba delante de mí. Instintivamente di un salto
hacia atrás al sentir el suelo aflojarse bajo mis pies...
Cuando me recuperé, me di cuenta de lo que pasaba: Álvaro
había caído y yo me había salvado solamente porque estaba detrás.
Lo primero que hice fue gritar:
–¡Álvaro, ¿estás bien?! –pero nada.
Empecé a asustarme. Noté que estaba muy cerca del arroyo:
Habíamos calculado mal, llegamos al barranco y con la lluvia el
borde se había desmoronado.
No sabía qué hacer. Buscar una ruta alternativa era peligroso.
“Si al menos no hubiera venido”. Decidí buscar ayuda. Sabía que me
iban a regañar, pero en ese momento me asustaba más lo que le
pudiera estar pasando a mi amigo. Divisé la luz tenue del farol de
jefatura, que por momentos se ocultaba, presumiblemente por ac-
ción de alguien que se cruzaba.
Iba pensando en la frase de Álvaro: “¡No va a pasar nada,
hombre!” Estaba tan seguro que me dejé convencer. “¡Ojalá esté
bien! ¿No que estas cosas pasan sólo en televisión? ¡Ojalá esté bien!”
De pronto vi una luz más chica que se acercaba. Escuché
voces: Ríos y Miguel.
–¡Mira, allá!... –el resplandor me dio en la cara– ¡es Carlos!
–Carlos, ¿qué haces? ¿estás solo?
El momento era clave. Podía mentir y decir que no sabía
nada de Álvaro, que me había perdido, pero era más importante
encontrarlo.
–¡Es Álvaro... se cayó... en la cañada... no sabíamos... sólo
íbamos a ver... no contesta...!
–¿Por dónde, Carlos, por dónde? –Miguel estaba agachado y
me miraba a los ojos.
–Por acá... vengan.
El trecho era más breve que antes, al menos así lo sentí.
–Ahí... ese es el pedazo de tierra que se movió.
–Vengan –dijo Ríos.
Una bajada suave y estábamos a orillas del arroyo. Nos topa-
mos con Álvaro que venía visiblemente aturdido.
–¡Álvaro!
–¿Eh?... ah... profe... no me regañe –y se desmayó.
Rápidamente lo cargaron y nos llevaron a la camioneta. Lo
último que recuerdo es que Ríos aceleró.
+++
–¿Te sientes bien, Carlos?
Estaba en una cama, con ropa de hospital y la voz familiar era
la de Miguel. Me habían internado para observación ya que entre el
susto por la caída y el frío de la lluvia por un momento había perdido
el conocimiento.
–Sí. ¿Cómo está Álvaro?
–Bien. La caída no fue grave. Después de todo tuvo suerte.
Se hizo un silencio. Estaba un poco más tranquilo. Tiré mi
cabeza contra la almohada, y si no hubiese estado Miguel seguro que
lloraba. Así pasé un rato.
–¿Te vas a quedar toda la noche? –le pregunté un poco más
repuesto.
–Sí, Ríos me pidió que los cuidara. Mañana vendrá a verlos.
¿Me puedes decir qué caracoles hacían ustedes ahí?
–Y... «travesuras de chicos» –fue lo único que se me ocurrió.
–¡Casi se parten la cabeza!
–Nunca pensé que una cosa así pasaría. ¡Parecía tan sencillo!

50 51
 –Mira, Carlos... tengo derecho a hablar por la preocupación
que me dio no encontrarte.
Tenía razón.
–Primero, no puedes decir que fue una travesura de chicos,
porque ustedes ya no lo son. Ahora las cosas que hacen tienen más
repercusión. Segundo, las cosas pasan y no hay nada que indique
que a uno «no le va a pasar». A veces cuando actuamos sin pensar
sentimos que somos invencibles, distintos a los demás y que, aunque
corramos peligros o hagamos cosas arriesgadas, nada malo nos pue-
de pasar. Eso no es así.
–Entonces no salgo ni a la esquina –respondí medio incó-
modo, medio avergonzado.
–Espera, espera. No se trata de pensar que «todo lo malo nos
va a pasar»; tampoco es así. Es un equilibrio: ni tan miedoso que no
haga nada, ni tan inconsciente que ayude a que las cosas malas
pasen. Simplemente hay que pensar muy bien antes de actuar. ¿Sa-
bes?, es normal que sientas que nada malo puede pasarte, y ojalá así
sea, pero debes hacer todo lo posible para que las oportunidades «de
mala suerte» no se presenten.
–Mejor me hubiera quedado en la carpa. Nada de esto hubie-
ra pasado.
–No lo sabes... pero sabes que no estuvo bien y ésa es una
lección que debes aprender. Y ahora, Charlie, es hora de dormir.
–Pero no tengo sueño.
–Bueno, entonces tal vez quieras leer. Ten –me dio su libro
viejo–, ábrelo en la página 30, te va a interesar. Pero por favor no te
quedes despierto mucho tiempo –me dijo mientras salía.

Lección 10
Grandes desafíos

En un primer momento me pareció un poco absurda la idea de

ponerme a leer un libro así en esas circunstancias. Di media vuelta en mi
cama y me dediqué a intentar dormir, pero por más que lo buscaba no
lo conseguía. Había quedado muy agitado luego de la aventura de la

53
 construyendo mi personalidad | lección 10: grandes desafíos
tarde y definitivamente se me había espantado el sueño. Por lo tanto, y en
vista de las circunstancias, no me quedó más remedio que tomar el libro
y abrirlo en la página 30. Después de todo también me había quedado la
intriga acerca de qué diría la famosa página 30.
Con lo primero que me topé fue con el relato de Ícaro y
Dédalo, un cuento griego sumamente sencillo. Hice mi primer des-
cubrimiento: los griegos no escribían en difícil, tal cual siempre
había creído.
Pero descubrí más de este cuento en apariencia hasta inge-
nuo. El autor del librito se dedicaba a sacar conclusiones a partir del
relato que francamente me venían como anillo al dedo. Parecía como
si hubiese estado de campamento con nosotros. Dédalo se preocupa
por Ícaro, pero al mismo tiempo le confía las alas para que pueda
volar porque a pesar de todo quería que su hijo volara. Pero su hijo
voló sin fijarse y terminó entre las aguas del mar.
Todos tenemos alas para pasar sin problemas de Creta a una
nueva orilla, simplemente debemos aprender a usarlas.
En ese momento me pareció fascinante. A pesar de lo que
había pasado, creía que seguía teniendo mis alas (un poco chamus-
cadas, pero en todo caso no totalmente quemadas).
“¿Y por qué se acercaría Ícaro tanto al sol? Era todo bastante
evidente, no entiendo por qué se acercó tanto al fuego. Más
bien Ícaro me parece un tonto sin remedio. Y no estoy de
acuerdo en que todos a veces nos podemos parecer un
poco a Ícaro. Este libro es una tontería...”, pensé,
y en un arranque de enojo lo cerré y por
poco lo tiro contra la pared.
Estaba furioso... ¿Y por qué estaba
furioso? No era más que un libro hablando so-
bre lo que le pasa a la gente cuando crece y que utili-
za un cuento antiguo. ¿Por qué estar enojado?...
Bueno, en realidad sí había por qué estar eno-
jado, pero no contra el libro, sino contra mí mismo.
Mentalmente repasé la situación: “Vine de
campamento con toda la ilusión de divertirme y
54
ya lo estaba logrando cuando el... el... Álvaro me tentó a ir a esa
cañada... Pero por qué le echo la culpa a él si yo mismo tenía miedo
de ir. En el fondo sabía que estaba mal, que algo podía pasar, pero de
todas maneras cedí. ¿Y si me caía yo? ¿Y si me lastimaba? ¿Y si
quedaba como Beto, el portero manco de la escuela, que quedó así
luego de caer de un andamio mientras trabajaba? ¿Y si Ícaro no
hubiese subido tanto?”
Empecé a entender por qué el librito me había enfadado
tanto. En realidad no decía más que algo que yo mismo debí haber
sabido antes.
“¡No va a pasar nada, hombre!” Las palabras de Álvaro me
daban vuelta en la cabeza. “Pues resulta que pasó algo, maestro, y
ahora tú estás inconsciente en la otra cama. Dios quiera que
mañana te levantes bien. Bueno, los médicos dicen que no tienes
mayor cosa, pero Ícaro no tuvo tanta suerte...”. Y otra vez con Ícaro.
Ni yo entendía qué estaba sucediendo: una y otra vez Ícaro volvía a mi
mente, pero cada vez me sentía menos enojado con él y conmigo mis-
mo. Finalmente tomé el libro del suelo y volví a
buscar la página 30.
Complejo de Ícaro nº 1: Cuando la gente crece se dan dos procesos que se
A mí no me va a pasar. conocen como sentimiento de omnipotencia,
pero que yo prefiero llamar complejo de Ícaro.
Complejo de Ícaro nº 2:
No me equivocaré. Complejo de Ícaro n. 1: A mí esto no me va a
pasar. Sienten que las cosas solamente les su-
ceden a otras personas. Obviamente están pen-
sando en las cosas negativas, porque las posi-
tivas las esperan siempre.
“Sé a lo que se refiere”, pensé inmediatamente.
Complejo de Ícaro n. 2: No me equivocaré. En realidad es muy
parecido al anterior, pero con la variante de que la persona,
consciente del peligro que entraña lo que va a hacer, piensa que
no se equivocará y que por lo tanto es totalmente inmune a las
consecuencias negativas de ello.
En el caso de Ícaro, podemos pensar que creyó que podía volar
más alto y que tendría suficiente tiempo de bajar antes de
quemarse... pero se equivocó.
55
 construyendo mi personalidad | lección 10: grandes desafíos
“Definitivamente Álvaro creyó que podríamos llegar al arro-
yo sin problemas. No pensó que se podría equivocar y que el arroyo
estaba más cerca de lo que creía...” Otra vez Álvaro tenía toda la
culpa... Pero seguí leyendo el libro.
Algunos dicen que si Ícaro se arriesga es porque confía en sí
mismo y se juega sus propias fichas, a ganar o perder, tal como
lo haría un astronauta. Pues esto no es tan real. ¿Cuántas
horas de entrenamiento tenía Ícaro? ¿Cuánto tiempo lleva ser
astronauta? Lo más paradójico es que si Ícaro no se hubiese
arriesgado tan tontamente hubiese llegado a ser un extraordi-
nario astronauta.
“Pero no podemos tener todo bajo control siempre, ¿o sí?”
Muchas cosas en la vida dependen de aciertos humanos en situa-
ciones que no podemos controlar. Tal el caso, por ejemplo, del bom-
bero que arriesga su vida constantemente por salvar a su prójimo.
La seguridad del bombero no proviene de pensar que no se va
a equivocar, sino de los años de aprendizaje que le tomó poder
combatir un incendio. Esta experiencia le dice que sí se puede
equivocar y que por lo tanto debe evitar toda ocasión innece-
saria de peligro, no por cobarde, sino todo lo contrario.
“Pero el que no arriesga no gana”, pensé inmediatamente. Le estaba
preguntando al libro y el libro me contestaba... lo cual no era para
nada lógico. Me estaba ganando el sueño y creo que por eso mis
neuronas ya no respondían.
Se puede pensar que las decisiones de una persona son bastan-
te menos peligrosas que las de Ícaro (que ni existió). Pero la
vida que empiezas a construir es como un cuaderno nuevo el
primer día de clase: limpito, sin una mancha. Hay cosas que se
escribirán con lápiz y se podrán borrar, pero hay otras que se
tienen que escribir con tinta. No es bueno escribir toda la vida
con lápiz. Eso es de chicos, pero lo mejor es pensar antes de
cada letra y así evitar manchones innecesarios.
“Pero en la vida no todo está exento de peligro, incluso mu-
chas cosas divertidas son hasta cierto punto arriesgadas”.
56
Finalmente no tenemos que caer en tremendismos y pensar que
todo lo malo nos puede pasar, o que siempre nos vamos a equi-
vocar. De ser así, nadie haría nada. En realidad la vida es un
constante arriesgarse pero inteligentemente.
Existen dos formas de arriesgarse: tontamente e inteligente-
mente. Ícaro se arriesgó tontamente y obviamente le fue mal. Tú
puedes arriesgarte inteligentemente y tener muchas posibili-
dades de salir adelante.
Ahora, ¿qué es arriesgarse en forma inteligente? Muy simple:
pensar bien las cosas antes de hacerlas. Si el riesgo es mayor
que los beneficios, no hacerlas, aunque parezcan sumamente
divertidas.
Para los jóvenes no es necesario buscar desafíos cuando tienen
uno muy grande delante: ser ellos mismos. Sí, ser tú mismo es el
riesgo inteligente más grande que puedes y tienes que correr. El
premio será tu total autonomía y tu libertad, dos cosas que
Ícaro perdió por correr un riesgo tonto.
“Pensar que me hacía problemas por los barrancos cuando la
cosa pasaba por otro lado...”. Fue lo último que pude pensar antes de
caer sobre el libro. Esa noche soñé con Ícaros volando y Álvaros
aterrizando.
Lección 11
Bell, su interés por la gente y el teléfono
A la mañana siguiente desperté temprano. En realidad me
despertaron para que tomara el desayuno y ya no pude volver a
dormir. Miguel había ido al supermercado para aprovechar de abas-
tecer la cocina del campamento y Álvaro seguía dormido.
Nuevamente, como la noche anterior, mi única compañía era
el viejo libro. Perezosamente volví a tomarlo cuando ya había conta-
do todas las manchas de humedad de la pared. Esta vez busqué algu-
na historia y encontré una que me gustó.
57
construyendo mi personalidad | lección 11: Bell, su interés por la gente y el teléfono
Alexander Graham Bell (1847–1922)
Todo hogar del mundo desarrollado tiene un recuerdo del hom-
bre cuya vida fue guiada por la compasión, un hombre que
dedicó su vida a tratar de hacer que los sordos oyesen y termi-
nó cambiando el estilo de vida del mundo y las comunicacio-
nes, Alexander Graham Bell. Su incesante esfuerzo por ayudar
a la gente a escuchar lo llevó a inventar el teléfono.
Alexander Graham Bell era escocés. Nació en Edimburgo en
1847 en una familia siempre interesada en el tema de la audi-
ción. Una razón de esto era que la señora Bell era sorda y fue
la sordera de su madre y su amor por ella lo que hizo que él
iniciara una búsqueda para combatir este mal.
El joven Alexander estudió en Escocia, Inglaterra y Alemania.
Durante ese tiempo mostró también gran interés en la inven-
ción y el trabajo con artefactos, como lo hizo desde niño. Des-
afortunadamente la tuberculosis atacó a su familia y su her-
mano murió por el húmedo y frío clima en Escocia. Por esta
razón su padre llevó a la familia a Canadá en busca de un
lugar donde su salud fuera repuesta. De ahí viajaron a Boston,
en los Estados Unidos, donde el joven Bell trabajó en una escue-
la para entrenar a profesores de sordos y enseñó técnicas del
lenguaje.
La naturaleza compasiva de Graham Bell se inclinó hacia la
gente con estos problemas, porque alguna de las personas que
más amaba eran sordas: se enamoró de una joven sorda lla-
mada Mabel Hubbard mientras trabajaba en una máquina
que, según él, haría a los sordos escuchar.
Estaba tratando de construir un telégrafo armónico
con el que esperaba enviar varios mensajes tele-
gráficos simultáneamente a través de un
alambre. Mientras trabajaba en esto, se le
ocurrió que tal vez se podía transmitir
lenguaje por medio de la electricidad.
El sonido agudo de un resorte acci-
dentalmente transmitido a través
de un alambre dio la pista a Bell y
la inspiración para su trabajo.
58
Eso fue en junio de 1875. Había comprendido el correcto prin-
cipio de la telefonía.
“Si pudiera hacer variar una corriente de electricidad en la
intensidad precisa como el viento varía en densidad durante
la producción del sonido, seré capaz de transmitir lenguaje
telegráficamente”, decía.
En su temprano trabajo del telégrafo armónico, Bell había al-
canzado una concepción del movimiento ondulante del aire
durante la propagación del sonido. Se dio cuenta de que, como
la pequeña membrana que forma el tambor puede mover la
relativamente pesada cadena de huesos en el oído, una mem-
brana larga debe ser capaz de mover una armadura de ima-
nes eléctricos. Si la armadura puede ser movida como es movi-
do el aire, el lenguaje puede ser transmitido. Así que el sonido
del resorte puso a Bell a trabajar arduamente, y pronto logró
un rústico aparato que era el predecesor del teléfono moderno.
El 15 de febrero de 1876, patentó su «telégrafo
mejorado» en la oficina de patentes de Estados
Unidos y sólo dos horas después alguien desde
Chicago quiso hacer lo propio por un invento
Hoy día mucha gente
muy parecido. La competencia había aparecido.
dice que lo único que
importa es tu propio Bell y su asistente, Watson, se instalaron en dos
bienestar, ... habitaciones de una barata casa de huéspedes
en Boston y equiparon un aparato. Trabajando
día y noche trataban de transmitir y recibir fra-
ses orales hechas por una voz humana a través
de un alambre. En la tarde del 10 de marzo de 1876, Watson se
encontraba en el sótano con el receptor junto a su oído. Fue enton-
ces cuando escuchó las palabras “Watson, venga acá. Lo necesito”.
Ese año Bell exhibió su teléfono en la centésima exposición en
Filadelfia. Nadie dio mucha importancia al invento en un princi-
pio, hasta que Don Pedro, el Emperador de Brasil, levantó el recep-
tor. Bell, al otro extremo del alambre, recitó el famoso “ser o no ser”
de Hamlet.
“Mi Dios –gritó el Emperador–, habla”. El teléfono recibió un
destacado lugar en la exhibición desde ese momento.
59
construyendo mi personalidad | lección 11: Bell, su interés por la gente y el teléfono
Sin embargo el desarrollo comercial del teléfono fue lento. A Bell
se le hizo difícil encontrar inversionistas hasta que se formó
una compañía que incluía a Bell, Watson, el suegro de Bell y
Thomas Sanders, jefe financiero en el grupo.
Sanders era padre de un sordomudo en quien Bell puso mucho
interés, se mudó a su casa e instaló su primer laboratorio.
Es importante tener en cuenta que fue la compasión de Bell y su
intenso deseo de ayudar a los incapacitados lo que motivó su
idea que luego derivaría en el invento del teléfono. De hecho
dejó el perfeccionamiento del teléfono a otros y se dedicó a otras
ideas. Vivió el resto de su vida en una casa de campo en Baddock,
Nueva Escocia (Estados Unidos), hasta su muerte en 1922.
Es curioso anotar que cuando trabajaba, era su propio invento
el que lo molestaba. Así, para no ser interrumpido, acumulaba
papel encima de su teléfono para que no sonara.
La compasión es una virtud que tiene en cuenta la realidad de
otras personas tal cual ellas son, tanto en su interior como en
su exterior. Es una semilla que todos llevamos dentro y que nos
mueve a comprender y compartir.
La compasión dice: “Penas compartidas se dividen. Alegrías
compartidas se multiplican”.
Bell, movido por la comprensión hacia quienes no oían, empe-
ñó su vida en resolver esos problemas. Lo que consiguió fue
finalmente un extraordinario avance para todos, pero más
que nada nos enseña que no estamos solos en el mundo, que
existen otras personas como nosotros, con necesidades y virtu-
des, y que tal vez sólo esperan que las ayudemos.
Hoy día mucha gente dice que lo único que importa es tu pro-
pio bienestar, y si te sobra tiempo, puedes pensar en los otros...
en cuanto te puedan ser útiles.
Si así hubiera pensado Bell, muy probablemente los frutos de
su esfuerzo hoy no los conoceríamos. Cierto que alguien más
estaba en la misma senda, pero lo cierto es que la historia le
reconoce a él este gran avance para la humanidad.
60
Si así pensara todo el mundo, no existiría el amor... y tampoco
las ciudades, ni muchas otras cosas. El mundo sería un lugar
poco agradable, como lo es en los lugares en que esta virtud se
ha olvidado e impera solamente el lenguaje de las armas.
Lección 12
Un mundo perfecto
Por la tarde Álvaro se despertó con hambre, pero también
con un poco de fiebre. ¡Ni se imaginan la sorpresa de ver el cuarto
del hospital, totalmente desconocido! Pasé un rato explicando lo
sucedido:
–... Así que tuvimos suerte de estar bien.
–¿Y ahora?
–Ahora, Álvaro –interrumpió Miguel, entrando al cuarto–,
te quedas y Carlos vuelve al campamento. ¿Cómo te sientes?
–Me duele un poco la cabeza, pero estoy bien.
–Bueno, es hora de irnos. Este señor se puede quedar solo, al
menos unas horas. Por favor, no trates de medir la distancia al suelo
de ninguna ventana: el cemento no es arena.
–Descuide, profesor, y gracias.
–No te preocupes, pero luego hablaremos; ahora sólo hazle
caso a los médicos y a las enfermeras. ¿Podrás?
–Despreocúpese, jefe.
+++
Al llegar, Ríos me preguntó todo y me regañó, pero se le nota-
ba tranquilo al verme bien. Finalmente me puso un castigo: partici-
paría en todo con mi equipo, pero si ganábamos no tendría medalla.
Por su parte Miguel se mudaría a nuestra tienda. Dédalo estaba
preocupado por Ícaro. Me parecía injusto, pero comprendí que es otra
de las reglas de la confianza: cuando la pierdes debes empezar de nuevo.
61
 construyendo mi personalidad | lección 12: un mundo perfecto
El campamento siguió adelante y esa noche hubo algunos
inconvenientes con la comida, por lo que tuvimos un rato libre. Ya
sin la presión de los curiosos me senté con Paco a conversar.
Al poco rato se acercó Marcelo:
–¡Este campamento es una porquería!
–¡Eh!... –lo atajamos–. ¿Qué pasa?
–Está pésimamente organizado. No nos dan la cena, pasamos
frío, además es aburrido, con juegos tontos y para colmo en mi equi-
po son todos unos papanatas que no saben hacer nada... en síntesis,
¡un asco!
Sorprendidos nos miramos con Paco: “¿Éste estará en el mis-
mo campamento que nosotros?” Parecía que no.
–Mira, Marcelo, lo que nos pasó a Álvaro y a mí no tiene nada
que ver con la organización del campamento.
–Bueno... pero ellos se descuidaron.
–¡Nosotros nos fugamos!, que no es lo mismo.
–Además –intervino Paco–, no está tan aburrido. O.K., lo de
la cena es un problema, pero creo que los demás también son huma-
nos y se pueden equivocar, por más que sean profesores. Y dime,
¿qué culpa tienen ellos de que hayas pasado frío?
–Por traernos a este lugar tan feo.
Miré alrededor... sin palabras.
–Bueno, nadie planificó la lluvia, pero
hasta eso es parte de la sal del campamento...
–Pues no quedó muy sabroso
que digamos.
–¡Otra vez! ¿Se puede
saber qué te pasa, viejo? Hoy
nada te viene bien.
–La verdad no. Los in-
útiles de mi equipo no hacen
una bien.
62
–¿Es porque van últimos?
–Bravo, adivinó el señor –Marcelo estaba decididamente fas-
tidiado.
–No te lo tomes así. Su suerte va a cambiar y van a sacar más
puntos.
–No creo. ¿Qué se puede esperar de unos inútiles?
Una vez escuché una frase muy buena: “Si no eres parte de la
solución, eres parte del problema”. Pero como estaban las cosas si
decía algo Marcelo se podía encargar de hacerme lo que no me había
hecho el barranco. Paco arremetió:
–¿Inútiles quienes?
–Todos: Juan, Claudio, Edi, «El Chino», Raúl... Uno peor que el
otro. No saben hacer una bien.
–¿Y tú?
–¡Y yo, ¿qué?! –contestó Marcelo más molesto.
–¿No eres parte del equipo?
–Sí, pero ya me quisiera ir: «ellos» no saben nada de nada.
–¿No pensaste en cómo hacer para ganar?
–¿Qué?
–Si todos son tan inútiles, ¿por qué no te pones tú a pensar la
forma en que pueden hacerse las cosas para ganar?
–¡Hablas como mi papá!
–No. Hablo como tú cuando hace tres meses yo criticaba a
mi equipo de investigación en Biología (en el que estaba Daniela,
¿recuerdas?), porque no hacían nada y me dijiste que hiciera todo lo
posible, que criticando no ganaba nada.
–Pero eso era otra cosa...
–Es igual. En aquella ocasión me dijiste una frase que me quedó
grabada: “Si no eres parte de la solución, eres parte del problema”.
Sabía que en algún lugar lo había escuchado, era una jugada
maestra de Paco.
63
 construyendo mi personalidad | lección 12: un mundo perfecto
–Tú mismo me enseñaste que los demás pueden cometer
errores y que criticando no se llega a nada. Tal vez tu equipo sea una
porquería, pero tú también eres el equipo...
Pensé que Marcelo se paraba y le pegaba, pero lo que hizo me
dejó con la boca abierta.
–Tienes razón... pero molesta estar último.
–Hombre, faltan dos días, algo podrán hacer.
Dijo como aceptando algo inevitable:
–Sí, sí. De todos modos el campamento no es perfecto –ya el
tono era de muy poco convencimiento.
–Todo depende de cómo lo mires. Tú estás enojado porque
no ganan, por eso ves todo mal. A lo mejor ahora les toca levantar
puntería y ves el panorama de otra forma. A mí me pasa: algo no me
sale como lo esperaba y empiezo a ver los defectos en otros, pero en
el fondo sé que me tengo que dejar de criticar y hacer lo que me toca.
Por lo general al final, con más calma, las cosas se ven distintas, con
más realismo.
Por momentos Paco me sorprendía. Es una lucha: es más
fácil echar la culpa a otros que decir, aunque sea para adentro, “me
equivoqué”.
–No sé, voy a pensarlo –dijo Marcelo, parándose–, tal vez
mejoremos, «pero» lo dudo... Nos vemos.
¡Cómo nos cuesta aceptar, a la primera, que un amigo tiene
razón cuando la tiene! Por lo menos así me pasa a mí y creo que
también a Marcelo.
–¡Cómo nos gusta criticar todo, ¿eh?! –comentó Paco
–Una vez leí que no hay que criticar sino analizar y ver lo que
está mal para mejorar.
–Es curioso lo que pasa cuando te das cuenta de los defectos
de los demás. Lo mejor es hacer algo para remediarlo, aunque sea
poco –Paco estaba hecho todo un filósofo–. Por ejemplo, tu cara
nadie la critica porque no tiene arreglo.
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–¿Qué...?
Ese día perseguí a Paco un largo rato «para mejorarle la cara»,
pero era inútil: a él nadie le puede arreglar la cara.
Lo cierto fue que a partir de ese momento no se volvieron a
oír quejas de Marcelo. Su equipo se llevó el tercer lugar y hoy cuenta
(a quienes quieran oírlo) que ése fue su mejor campamento, con un
equipo de primera. Por supuesto que la charla quedó entre los tres.
El campamento terminó muy bien. Finalmente mi equipo
quedó segundo a pocos puntos del primero. Nadie me preguntó por
qué no subí a buscar mi medalla. En la premiación, Álvaro, ya recu-
perado, estaba junto a mí.
Antes de regresar fuimos al lugar y nos llevamos la sorpresa
de que el barranco no era tan impresionante como creímos. Verda-
deramente tuvimos más suerte que Ícaro.
No puedo hablar por Álvaro, pero en lo que a mí respecta esa
fábula griega, este campamento y todo lo que
sucedió me dejó bastante en qué pensar. Te-
nemos alas, nos las dieron nuestros pa-
dres, pero son bien nuestras. Antes está-
Si no eres parte de la bamos en el piso y cualquier golpe era
solución, eres parte del leve, pero ya podemos elevarnos más. In-
problema. cluso he pensado que ellos quieren que
nos elevemos, pero tenemos que cuidar-
nos por nosotros mismos de no quemar-
nos, de no volar a tontas y locas. Pensar
las cosas, ni más ni menos.
En el viaje de vuelta seguí pensando en estas cosas (otra no-
vedad: pensaba más las cosas). Algunos iban durmiendo en sus asien-
tos y otros charlaban en voz baja. Se suponía que debía estar triste,
pero no, estaba demasiado cansado. Entonces se acercó Miguel:
–¡Eh!, campeón, ten... De todos modos te la mereces.
Y me tiró una cajita. No dijo más: era mi medalla. La agarré
fuerte y entonces sí me quedé dormido.
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Unidad III:
Sentimiento y realidad
Lección 13
Constructores de pirámides
Después del campamento el colegio todavía tardó algunos
días en volver a la normalidad. Se suponía que regresábamos repues-
tos, y los profesores lo tomaron al pie de la letra. En medio de ese
trajín llegó la clase con Miguel.
–¿Qué tal, jóvenes?
–¿Qué tal, profe...?
–Espero que hayan disfrutado el campamento.
–La pasé muy bien... buenísimo... más o menos... qué pena la
lluvia... –fueron los comentarios.
–Bueno, bueno, mejor vamos a lo de hoy. La clase anterior em-
pezamos a entender cómo somos, ya que ésa es la mejor forma de saber
qué es la sexualidad. Entendimos que ésta tenía que ver tanto con nues-
tro cuerpo como con nuestra espíritu, ya que somos una unidad insepa-
rable. Hoy quiero preguntarles, ¿qué hicieron antes de llegar al colegio?
66
–¿Quée...? –fue una reacción inmediata. La voz más fuerte
fue la de Pedro, que quedó descolocado.
–¿Cómo te llamas?... ¿Pedro? Bueno, Pedro, no pongas esa
cara de susto, que lo que quiero saber es sencillo: ¿Qué hiciste hasta
llegar a la escuela?
–Bue...no... Me levanté, me duché, desayuné, leí un poco Histo-
ria, que seguro hoy me pregunta, y salí corriendo para no llegar tarde.
“Siempre lo mismo: vive a dos cuadras y llega tarde, pero
Pedro es así”.
–Muy bien. Veamos. Pedro hizo varias cosas: se levantó, de-
sayunó, leyó y salió corriendo; seguramente todos hicimos más o
menos lo mismo. Continuamente estamos haciendo cosas distintas:
una cosa es correr, otra calmar el hambre y otra leer. Esto nos indica
que realizamos actividades de tres tipos: físicas, psicológicas y espi-
rituales. La misma persona, tú mismo, tienes estos tres motores.
Pero veamos en qué consiste cada uno de los tipos de actividades:
Entonces sacó una lámina.
La inteligencia y la -El nivel físico abarca todas esas cosas que
voluntad van hasta «pasan» en nosotros, que involucran nuestro
cuerpo y que son «no libres». Por ejemplo,
arriba, porque son lo nadie tiene que andar «pensando» para res-
que más caracteriza al pirar o hacer la digestión. Sólo piensen en el
hombre, ... dolor: llega sin que lo llamemos y nos puede
dar en cualquier parte y sin previo aviso; no
depende de nosotros.
“¡Ay, si pudiéramos evitar que nos dolieran los tobillos des-
pués de un partido con Álvaro...!”
–El dinamismo espiritual es totalmente distinto: es el terreno
en el que hacemos las cosas por nosotros mismos. Es el nivel en el que
pensamos y queremos. Las personas no actuamos por instinto como los
animales: entendemos y nos decidimos por lo mejor. Por ejemplo, frente
a un plato de comida, un perro si tiene hambre come aunque la comida
tenga veneno. En cambio tú, por más que tengas hambre, puedes no
comer porque entiendes que esa comida te hace mal. Por eso decimos
que este nivel es el que más nos hace hombres, porque pensar y querer
son las dos mejores cosas que podemos hacer.
67
 construyendo mi personalidad | lección 13: constructores de pirámides
“Pensar y amar son las mejores cosas que podemos hacer...
usar la cabeza...”
–En cuanto al nivel psicológico podemos decir que de algu-
na manera está en el medio, porque comparte características tanto
de lo espiritual como de lo físico. Es el terreno de los sentimientos,
de los impulsos, de lo que llaman el carácter y el temperamento, de
los estados de ánimo.
–¿Un ejemplo, profesor?
–Va un ejemplo: el miedo. Decimos: “Tal cosa me da miedo”.
Y es que el miedo, en parte, no depende de nosotros, sino que como
que «nos viene de afuera». Al mismo tiempo no es totalmente inevi-
table ni está fuera de nuestro control; podemos contenerlo y, si es
necesario, actuamos a pesar del miedo, como cuando el bombero
sube en medio de las llamas a rescatar a alguien. No deja de sentir
miedo, pero lo supera porque otra persona depende de él.
“Entonces no es tan malo sentir algo de miedo”.
–Si nos detenemos un instante, notaremos que todos los senti-
mientos son así: nos vienen, nos llegan, pero al mismo tiempo no son
como el dolor físico, los tenemos más o menos en nuestras manos.
68
Por ejemplo, a un chico le gusta mucho el chocolate, pero quiere
hacerle un regalo a su mamá el día de la madre. Un tío le regala dinero y
lo primero que siente es ganas de comprar chocolates. Él quiere ahorrar
para comprar el regalo y finalmente guarda ese dinero. No hay razón
lógica para que le guste tanto el chocolate: simplemente tiene ganas.
Pero él pensó bien las cosas y quiso mejor ahorrar el dinero. El gusto por
el chocolate no desapareció, pero su deseo no fue tan fuerte como para
que no lo pudiera evitar.
–Pero a veces no podemos hacer eso. Digo, a veces la tenta-
ción es muy fuerte y terminamos comprando los chocolates o lo que
sea. ¿Qué pasa en ese caso? –preguntó Maru.
–Muy buena pregunta. Antes de contestar quisiera que repa-
semos lo que venimos diciendo. Todos realizamos tres tipos de ac-
tos: los espirituales, que tienen que ver con el pensamiento y la vo-
luntad consciente; los físicos (también llamados biológicos), que
son todos los que suceden en el hombre, que «nos pasan» y que
involucran sobre todo el cuerpo; y en medio los psicológicos (o
sentimentales), que tienen características de
los dos anteriores.
Más allá de entender esto, no podemos que per-
La libertad es entender
der de vista que somos una unidad, así que si
lo que es bueno, alguien entiende, no entiende solamente su ca-
quererlo y sentirnos beza o su «aspecto espiritual», sino toda la per-
bien al hacerlo. sona, y así en cada caso.
“Es como cuando te sientes resfriado y no
tienes ganas de nada, y la tarea más simple de
la escuela se te vuelve complicada...”.
–Para que lo entendamos bien lo podemos comparar con
una pirámide. En la cima ubicamos el nivel espiritual, en medio el
psicológico y en la base el físico. La inteligencia y la voluntad (que
son las partes más importantes del nivel espiritual) van hasta arriba,
porque son lo que más caracteriza al hombre, lo más importante que
tiene: poder pensar y amar. Con esa guía se va armando toda su vida.
Como es lógico, lo ideal es el equilibrio en el cual los senti-
mientos acompañan a la inteligencia y el cuerpo los expresa sin
problemas. En el ejemplo, una pirámide bien armada; en la vida
69
cotidiana significa que podamos entender lo que es bueno para
nosotros, quererlo y sentirnos bien al hacerlo. Este equilibrio es
la clave del control sobre nosotros mismos.
Sin embargo, como dijo Maru, muchas veces no todas las partes
andan parejas. Suele suceder que entendemos que una cosa hay que
hacerla de determinada manera, pero «no tenemos ganas». Tenemos
un sentimiento raro, algo dentro de nosotros está desfasado y no
responde como quisiéramos: nos queremos levantar temprano a
estudiar para un examen, pero nos da pereza; mamá nos manda a
hacer las compras, sabemos que es necesario hacerlas porque si no
nadie come, pero la televisión como que no nos «suelta» y nos cuesta
salir, y muchos otros casos.
Lo que sucede es que en nuestra vida no todo está hecho, es una
tarea nuestra ir armando lo mejor posible nuestra pirámide. Tenemos
las partes en nuestras manos: nuestro cuerpo, nuestra psicología y nues-
tro espíritu; con esos «ladrillos» debemos construir. Si miras el plano y
haces que cada parte encaje cada vez mejor con las otras, tu pirámide se
parecerá cada vez más a una pirámide. Esto se llama integración, y es lo
que te dará el dominio cada vez mayor sobre ti mismo.

Lección 14
Buscadores de petróleo

–Y en concreto, ¿qué es armar bien la pirámide? –preguntó

Álvaro desafiante. Otra vez sentía que había algo fuera de lugar.
Miguel no perdió la calma, pero se tomó más de un minuto
para pensar.
–Hacer cada cosa de la mejor manera que puedas, pensándola y
no dejándote guiar únicamente por lo que sientes en el momento.
–Qué aburrido –aunque Álvaro dijo esto último entre dien-
tes, Miguel lo escuchó.
–Piensa un instante en el chico y su chocolate. Él tiene una
buena intención y por lo que les conté logró llevarla a cabo. Pero
tratemos de meternos un poco en el mundo de este chico. Pongámo-
nos en su lugar al momento de recibir el dinero de su tío. Por lo que
sabemos, tiene dos opciones buenas: o se compra con él el chocolate

71
 construyendo mi personalidad | lección 14: buscadores de petróleo
o lo ahorra para su madre. Si en esa primera vez lo guarda, les aseguro
que la siguiente le será más fácil hacerlo, habrá empezado a conquistar
lo que se llama una virtud: él se empieza a acostumbrar a escoger siem-
pre lo mejor, y por eso la segunda vez no le será tan difícil.
Esto es fácil de entender si simplemente piensan en lo que
sucede con ustedes cuando regresan de vacaciones. ¿Cuesta o no
cuesta levantarse temprano los primeros días para ir a la escuela?
–Cuesta... –“y vaya que cuesta”.
–Porque siempre la costumbre es una gran ayuda. En realidad
madrugar siempre cuesta un poco, pero si nos acostumbramos a hacer-
lo porque sabemos que es bueno, es menos difícil... Esto es una virtud:
repetir actos buenos hasta que tenemos una cierta costumbre a hacer-
los, y entonces son más sencillos. Tanto en el ejemplo del chico del cho-
colate como en el de levantarnos temprano, lo que podemos notar es
que si no lo hacemos la primera vez, la segunda será más difícil.
Pero miremos de nuevo la pirámide para entender por qué
nos cuesta a veces hacer las cosas bien, qué pasa cuando las hacemos
y por qué el primer logro facilita el segundo y así sucesivamente.
Esto es una virtud:
Sacó otra lámina un poco distinta de la anterior.
–Hace un momento les decía que en nuestra vida no está
repetir actos buenos
hasta que tenemos una
todo hecho. Una forma de entenderlo es que hay partes de nuestra
cierta costumbre a
pirámide que no están del todo en su lugar. Si pudiéramos verlo
hacerlos.
gráficamente así se vería.
–Ahora bien, cada vez que haces algo bueno las partes se
acomodan un poco mejor. Si no lo haces, las partes no se acomodan
y sucede como cundo una puerta queda bajo la lluvia y sin aceite por
mucho tiempo: si intentas volver a usarla, cuesta más. Ir armando
cada vez mejor nuestra pirámide es la virtud, es lo que llamamos
integración: integramos todo según lo marca nuestra inteligencia y
nuestra voluntad, lo que de verdad es bueno para nosotros. Y como
se habrán dado cuenta, cuando se presenta la oportunidad de volver
a hacer algo bien, nos será más fácil, porque nuestra pirámide habrá
quedado en mejor colocación que la vez anterior.
Ahora todos mentalmente tomen su pirámide y transfór-
menla en una torre de petróleo. Por el centro pasa el tubo de extrac-
72
ción. Imaginen que lo más valioso que hay en ustedes es el petróleo
que está bajo tierra, listo para salir. Si logras que cada parte esté
alineada desde la cúspide, el petróleo saldrá libre y con fuerza. Podrás
mostrar al mundo lo que de verdad eres, lo que vales. La virtud te
ayudará a ser cada día mejor. Por eso debes pensar: “Esto que voy a
hacer, ¿está mandado desde la parte más alta de mi pirámide, o lo
que manda es el sentimiento o el cuerpo?”
–¿Y por qué es necesario armar la pirámide de esa manera?
–volvió a preguntar incisivamente Álvaro.
–Imagínate que eres un arquitecto y tienes que construir tu
casa. ¿Por dónde empezarías?
–Por la base.
–Sí, pero antes debes estudiar el plano. Identificas los ci-
mientos y comienzas a construir. No pones nunca el techo junto a
ellos. Pero supón que no te importó el plano y lo hiciste: construiste
una casa con el techo en el piso, que es como decir que no tiene
techo. Al principio tal vez no haya dificultad
y hasta creas que has hecho una casa muy
original, porque es primavera y no llueve.
¿Qué pasará cuando llueva y haga frío?
“¿Claro! Todo tiene una lógica. No es armar la pirá-
mide caprichosamente, es muy oportuno armarla
bien”. Álvaro permanecía callado.
–O solamente piensa y respóndete a ti mis-
mo: ¿Cómo saldrá mejor el petróleo de mi
torre, en la forma que les mostré, o así?:
–Yo no puedo armar por ti tu pirámide, ésa es tu tarea. Ade-
más piensen, ¿qué es más fácil de derribar, una pirámide equilibra-
da, o una mal armada o totalmente volteada?
Nadie dijo nada, estaba todo bastante claro.
–En este contexto la sexualidad es fuente de felicidad. Dijimos al
comienzo que la sexualidad abarca todos los aspectos de la persona.
Pues bien, la persona se comunicará mejor en la medida que saque hacia
fuera su potencial, todo lo que está escondido como el petróleo. Éste es
el placer más grande que pueden tener: comunicarse con los demás.
73
 construyendo mi personalidad | lección 14: buscadores de petróleo

–Pero lograr todo esto parece difícil –protesté.

–Lo sé. Como se habrán dado cuenta crecer también consis-
te en aumentar en integración, «mejorar la pirámide». Por eso lo que
les puedo decir es que vayan sin prisa. Es difícil si quieren sacar el
petróleo sin haber excavado lo suficiente. ¿Saben?, ese tipo de petró-
leo, el de la superficie, nunca se usa como combustible, porque es de
poca calidad. Los técnicos suelen ser muy pacientes y hunden sus
máquinas más y más, y siempre su paciencia es bien recompensada.
Pero además, si hacen todo sin egoísmos, buscando siempre lo
mejor para ustedes y los que los rodean, será más sencillo. Nunca olviden
que el mejor ingrediente para encontrar la libertad es el amor: cuanto
más amas, más integrado estás, y cuanto más integrado estás,
más libre eres, y cuanta mayor libertad tengas, mejor será tu
amor, más verdadero, más auténtico. Y en todo esto no está excluida
la sexualidad. Ella es una fuerza que está en nosotros para ayudarnos a
cumplir esta misión de armar la pirámide. Por lo tanto, la auténtica
sexualidad tiene que ver con el amor, siempre. Pero es como la
energía nuclear: muy buena ayuda para el hombre, pero con la condi-

ción de que caiga en buenas manos. Esas buenas manos serán fruto de tu
integración, y ella ganará mucho para ti en tu vida. No lo olvides, con la
sexualidad tienes algo importante, prepárate como es debido para ella.
Comunicación, identidad, crecimiento: todo ello tiene que ver con cómo
vayas armando tu propia pirámide.

Lección 15
Instrucciones para manejar un buen auto

Todavía flotaban en el aire las palabras de Miguel cuando

sonó el timbre.
–Bueno, jóvenes, muchas gracias por su atención... –dio por
terminada la clase.
Varios nos acercamos al escritorio y Julieta disparó la prime-
ra pregunta:
–¿Cómo es eso del amor?
–Bueno, es un poco largo...

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 construyendo mi personalidad | lección 15: instrucciones para manejar un buen auto
–No importa –intervine–, el otro profesor faltó.
–A ver, entonces, ¿se acuerdan que dijimos que lo psicológi-
co, por estar en el medio, tiene un poco de cada parte: un poco de lo
físico y un poco de lo espiritual? Es decir, un poco está en nuestras
manos y un poco no. Un poco nos pasa y otro poco la dominamos.
Imagínense que alguien en un momento de impaciencia, grita
a su gran amigo. El grito sale como de adentro, incontrolado y casi
sin pensarlo. Es sin pensarlo, porque cuando lo piensa, viene el arre-
pentimiento: “No debí gritar a mi amigo”. Se ven los dos tipos de
actitudes: una salida sólo del impulso, desde lo psicológico (el gri-
to), y otra surgida desde lo espiritual (pedir perdón). La primera es
irracional: sin importar por qué, ahí salió el grito. La segunda es
pensada: me doy cuenta de que es bueno y necesario reconciliarme
con mi amigo. A lo psicológico lo mueve el impulso, que es ciego y
no sabe si lo que hace o quiere es bueno...
–Entonces es malo –concluyó Yamila.
–No, sólo es necesario que lo ubiquemos en su lugar: el sen-
timiento necesita de la libertad. La libertad es la capacidad que tene-
mos de buscar por nosotros mismos lo que nos hace bien.
–¿No que libertad es hacer lo que me da la gana? –preguntó
Álvaro, que sorpresivamente también se había quedado.
–Sí, pero ¿para qué haces «lo que te da la gana»?
–...
–Piénsalo. Haces «lo que quieres» porque buscas beneficiarte, bus-
cas ser feliz. Si haces algo «porque te dio la gana» y eso te perjudica,
¿lograste realmente lo que querías?
–Y...
–No lo dudes, la respuesta es: ¡No! Finalmente no eras libre,
porque si hubieras sabido que eso no te beneficiaba, «te hubiera
dado la gana de no hacerlo». En la medida en que podemos ver
lo mejor y lo hacemos somos más libres.
–Y si me doy cuenta pero igual hago algo mal, ¿ya no soy
libre?
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–Digamos que serías un poco menos libre, aunque al princi-
pio no lo notes. Por ejemplo, un adicto no es libre, «depende» de algo.
Para llegar a eso pasó por elecciones que no buscaban lo que de
verdad era bueno y terminaron reduciendo su libertad...
Hubo un silencio, ése era un tema delicado.
–Pero decía que el sentimiento y todo lo que tiene que ver
con lo psicológico es bueno si está ordenado, «integrado». Éste es el
motor que tenemos dentro. Se los explico con otro ejemplo.
La persona es como un auto de carrera: la carrocería es el
cuerpo, el motor es lo psicológico y el conductor es lo espiritual.
Un día descubres que es tuyo. Es más, que no estás allí de casualidad.
Entre tu coche y tú hay tal relación que de alguna manera ese coche
es una parte de ti mismo. Debes manejar porque es la única forma
que tienes de llegar a cualquier sitio. Al principio te impresionas por
la potencia del motor que emociona y da miedo. Pero no puedes
bajarte.
Entonces tienes 3 opciones:
a) Haces caso del miedo y dañas el motor para que no sea tan
fuerte.
b) Sales a la carretera sin saber cómo mover el volante o hacia
dónde quieres ir.
(En las 2 opciones, ya sea con el motor o el conductor
incompletos o dañados, el coche tal vez te lleve ha-
cia delante, pero con mayor lentitud y definitiva-
mente con más dificultad).
c) «aprendes a conducir», preguntando a otros pilo-
tos más experimentados, y estudias el mapa para saber
adónde te diriges y cuál sería el camino más seguro. De alguna
manera es como si te reconciliaras con el auto y aprovecharas
todo lo que tiene para ti.
El ejemplo me gustó, tenía mucho sentido.
–El sentimiento es una fuerza ciega sin el espíritu, como el
motor de un auto que es capaz de acelerar pero no sabe adón-
de ir. Por eso el amor no es sólo un sentimiento, es más, no es
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 construyendo mi personalidad | lección 15: instrucciones para manejar un buen auto
ni siquiera principalmente un sentimiento. En realidad el amor es
libre. No amas a una persona solamente porque «te pasó», sino prin-
cipalmente porque quieres hacerlo. Nada ni nadie puede obligarte a
amar o a no amar. En eso nadie te puede reemplazar.
–¿Entonces el sentimiento no tiene nada que ver? –preguntó
Julieta.
–¡Sí! ¡Tiene mucho que ver! Pero la última palabra la tiene el
espíritu. El amor es algo demasiado profundo e importante como
para dejarlo sólo en un sentimiento o en un estado de ánimo. Éstos
son caprichosos y cambian constantemente, pero el amor está por
encima de todos los cambios. Les digo más: es el verdadero amor el
que mantiene unidas a las personas aun cuando se dan momentos de
cortocircuitos. Es natural que haya problemas, nadie es perfecto;
todos cometemos errores y tenemos días malos. Al verdadero amor
eso no le importa. Quien ama corrige, pero nunca deja de amar.
–¿Lo que sientes no importa?
–Importa, y mucho. Pero ese sentimiento se mantiene y crece
cuando se incorpora al amor. El amor-sentimiento le dice al otro: “Te
amo si me caes bien y simpático”. El verdadero amor dice: “Me caes
bien y simpático porque te amo”, aunque el otro se acabe de levantar,
tenga los pelos parados y cara de camello volviendo del desierto.
“Carlos frente al espejo a las 6:00 de la mañana”.
–Éste es un proceso que no se da de la noche a la mañana.
Requiere tiempo y se va dando en la medida que descubrimos nues-
tro propio petróleo y recibimos el de los demás.
–Profesor –interrumpió Álvaro–, quiero volver al ejemplo
del auto.
–Adelante...
–¿Es normal que este motor que llevamos dentro nos pida
cosas? ¿Que esté «molestando»?... aunque no es exactamente... Lo
que quiero decir es que se sienten cosas nuevas... algunos dicen que
son normales... y que hay que probar con todo. Pero eso no coincide
con lo que nos está diciendo –a medida que fue hablando, prime-
ro pasó por la duda, pero la última frase la soltó como una lanza.
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–Recuerdan que hace rato hablábamos de momentos en que
las tres partes no estaban alineadas: eso es la «no integración». De
alguna manera todos la padecemos, y cuando estás en crecimiento
se ve con más claridad. Hasta ayer estaban muy cómodos haciendo
una pirámide de madera, pero de pronto se encuentran con que los
camiones están descargando bloques de cemento. Es como si des-
pués de haber manejado toda tu vida un carro pequeño te dieran
uno más grande. Ésa es la adolescencia: empezar a armar definitiva-
mente tu pirámide. No es malo... todo lo contrario, es muy bueno,
pero te tienes que tomar tu tiempo en aprender cómo es eso de
construir con cemento. De lo contrario te arriesgas a que tu pirámi-
de parezca muy linda, pero tenga sólo cimientos de madera y en
realidad no sea muy sólida.
“Definitivamente es mejor tener bases sólidas y luego cons-
truir”.
–Están descubriendo cosas nuevas y las hormonas no los
dejan en paz. La clave no es sacarle el motor al auto, sino aprender a
manejarlo, para que no termine manejándo-
los él. Si desde ahora no se toman el tiempo
de aprender a dominar el coche, puede ser
En la medida en que que cuando lo necesiten no puedan frenar
podemos ver lo mejor y para que una persona especial suba con uste-
lo hacemos somos más des y compartan el resto del viaje juntos. Los
libres. que tienen paciencia al aprender a manejar
nunca están solos.
La decisión es tuya. Piénsalo. Son tus decisio-
nes las que en definitiva importarán. Sola-
mente recuerda el viejo dicho: “Porque varios millones de personas
estén equivocadas, lo que digan no dejará de ser un error”.
Volvió a sonar el timbre.
–Bueno, ahora tengo que irme. De todos modos tendremos
oportunidades de seguir hablando. Adiós, jóvenes.
Miguel salió como siempre, pero algo me decía que no tenía
que dejar solo a Álvaro:
–Ven, Salvaje, vamos a la cafetería... hoy papá me dio dinero
extra...
79
 Casi automáticamente salió conmigo sin decir palabra. No
sabía si estaba enojado o sólo pensativo...

Lección 16
¿Te quiero o te amo?

–¿Qué quieres? –le pregunté a Álvaro ya en la cafetería.

–No sé, cualquier cosa...
–Dos jugos.
Mi amigo no hablaba pero yo sentía que por dentro era un
volcán.
–Medio imbécil el profesorcito, ¿no?
–Tiene sus ideas...
–¡Pero justo aquí! ¿Con qué derecho nos viene a imponer
sus ideas?
–Me da la impresión de que quiere que pensemos. En ningún
momento nos presionó o dijo algo sin razón. No siempre alguien se
acerca para hablar y escuchar lo que le preguntamos.
–Ahora tenemos al «defensor» del maestro, ¡no pensé que
cayeras tan bajo!
–Ningún «defensor»... No sé si estoy de acuerdo con todo lo
que dice, pero me siento escuchado...
–¿De qué lado estás, Carlos? –me interrumpió con tono so-
carrón.
–Del mío, pero...
–Creo que me equivoqué al venir contigo... ya termina el
recreo... me voy.
Había metido la pata. Creí que Álvaro no me volvería a ha-
blar. Si así era, peor para él. Opté por juntarme con Paco y planear
una tarea que teníamos que hacer juntos.
+++

Al salir del colegio me encontré con mi prima Alicia.

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 construyendo mi personalidad | lección 16: ¿te quiero o te amo?
–Así que tuviste tu aventura, ¿no? –me abordó–. Ven a al-
morzar a mi casa. Tengo ganas de saber cómo te fue.
Empezamos a caminar hacia la casa de mis tíos y le conté lo
sucedido.
–Ahora tú cuéntame alguna aventura –le dije al terminar.
–Te diría que lo que más me gustó fue la charla de una noche,
pero mejor te cuento toda la historia.
La segunda noche tuvimos una fogata con varias representaciones, además
decomersalchichasalfuego.Alfinalapagaronlosfarolesdegasyquedamosaoscuras
frente al fuego.Ya sabes lo que sucede cuando te pones a mirar una fogata:te puedes
quedarhoras.Meparecióhermosísimo:laluna,algunasnubes,unascuantasestrellas,el
fuego.SoniaEstévez,laprofesoradelengua,lanzóunapreguntacomoporcasualidad:
–Chicas, ¿ustedes quieren ser felices?
–Claro... sí... por supuesto –ninguna se quedó callada. Era como si le pregun-
tásemos a un pez si quiere nadar o a una mariposa si quiere volar.
–¿Y qué es la felicidad?
No hubo palabras.Todas sabíamos que queríamos ser felices,pero
parecía algo tan obvio que hecha la pregunta nos costaba responder.
–Lafelicidadesestarenamoradaysalirconelamordetuvida
–dijo una.
–No. La felicidad es que nunca te pase nada malo
–corrigió otra.
–No. En realidad nunca podemos ser felices, aun-
quequeramos.Esalgoirreal,unsueñotonto–acotóunatercera.
–Aver,entonces¿sepuedeonosepuedeserfeliz?–volvió
a preguntar Sonia.
Algunas hicieron gestos de“no me importa”,peroséqueen
el fondo a todas nos interesaba.
–Estoydeacuerdoconustedes:todasqueremosserfelices,es
unsentimientonormal.Esasansiasdeserfelicesquetienennosontontas
ynuncasesentiránmalsivanporlavidabuscandolafelicidad,aunque
paraellohagancosasquenotodoshacen.
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RecuerdouncuentodeEdgarAllanPoe,«Lacartarobada»,enelquelapolicía
debía encontrar cierto documento. Buscaron en una oficina y no lo hallaron, aunque
había estado todo el tiempo sobre el escritorio.
Elproblemaeraquenosabíanexactamentequébuscar.Aveceslagentedice
que no encuentra la felicidad porque no sabe qué debe buscar.Por lo general la felici-
dad está muy cerca, pero si no sabemos en qué consiste nos podemos quedar con
cosas que se parecen a ella, con pedacitos que en lugar de acercarnos nos alejan.
–¿Usted nos puede decir la receta de la felicidad? –preguntó Mariana.
–¿También ella estaba ahí? –interrumpí el relato sin pensarlo mucho.
–Sí,¿porquépreguntas,«Romeo»?
–Por nada. Sólo preguntaba –poco a poco sentía que los colores me subían
a la cara.
–Bueno,entonces deja que te termino de contar.
La profesora continuó:
–No hay recetas. Lo que podemos es hablar sobre algu-
nas cosas generales que cada una las tiene que aplicar a
su propia vida.
A veces la gente dice
Sonóinteresante.
que no encuentra la
felicidad porque no –Acaban de decir que la felicidad es que no te pase nada
sabe qué debe buscar. malo.Podríamosdecirqueesalgoasícomonotenerdolor...
Ahora, cuando una mamá o un papá tienen un hijo, ¿son
felices?
–¡¡¡Síii...!!!
–Por supuesto. Y no dejan de ser felices por tener que levantarse a las 3:00 de
la mañana para cambiarlo o darle de comer.O sea,sentir un poco de dolor o tener que
hacer un sacrificio no nos impide ser felices, porque la felicidad es tan grande que está
por encima de cualquier dolor.
–Perounavidallenadedolornoesunavidafeliz–desafióunadesdelasombra.
–S í y no. Conozco personas enfermas que son felices a pesar de sus dolores,
y gente que «tiene todo» y no llega a la felicidad.
Ahírecordéelrefrán:“Riconoesquientienetodo,sinoaquiennadalefalta.”
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 construyendo mi personalidad | lección 16: ¿te quiero o te amo?
–Por ejemplo, el placer y la diversión son parte de la felicidad, pero no lo son
todo. Duran poco, cuando la felicidad verdadera dura mucho. Por eso más que con el
placer y la diversión la felicidad tiene que ver con el verdadero amor y la paz interior.
–Ven, les dije, es estar re-enamorada y tener al amor de tu vida...
–Un momento.Estar enamorada no es necesariamente vivir el amor.Es un
paso previo, «magia», es un sentimiento...
–Pero el amor es un sentimiento... ¿no?
–No necesariamente.Por ejemplo,entre una madre y su hijo hay amor,pero
ella no siente lo mismo que con su marido...
–Una cosa es querer y otra amar –dijo Ceci.
–¿Y cuál es la diferencia?
–Y...bueno...tú quieres a muchas personas pero amas a una en particular.
–No –intervino Julieta–, tú quieres a un chico al principio y después, si te con-
viene y lo quieres muchísimo, entonces lo amas.
Todasquisimoshablaralmismotiempoyningunaseponíadeacuerdosobre
esta diferencia. Volvió a hablar Sonia.
–Respecto al límite entre querer y amar no creo que valga la pena ponerse a
discutir.Prefiero concentrarme en la diferencia entre el sentimiento y el amor.
Amo a mis padres, pero experimento un sentimiento diferente del que tengo
conquienserámiesposo.Elamorigualesprofundo,perolossentimientos
querodeaneseamorsondistintos.Losamo,perodedistintaforma.
Cuando conocemos a alguien nos pasa algo fuerte que nos
pone en las nubes: ése es el sentimiento. Pero cuidado, el
sentimiento nos puede traicionar porque cambia,
mientraselamorperdura.Esnaturalquehoymeguste
alguienyalomejormañanaotro:asíeselsentimien-
to. No se dejen llevar por la prisa. El sentimiento viene
rápido,perotambiénsevarápido.Poresobusquensiempre
fundamentarsufelicidadenelverdaderoamor.Lafelicidadverda-
dera no es otra que la que brota del amor,aunque para lograrla haya
que hacer algunos sacrificios que otros no están dispuestos a hacer,
comoesperar...Noseapurenporloschicos,ellossiempreestaránahí.
Sonrió con mirada cómplice.
84
–Ya es hora de dormir...Ah,una cosa más:algunos creen que esto sólo vale
paramujeres.Puesseequivocan:lomismoparahombresqueparamujeres.Lafelicidad
es para todas las personas, y la felicidad en el matrimonio se construye entre hombres
y mujeres...
–Para que veas que ustedes no fueron los únicos en tener
«velada bajo las estrellas»... –terminó con rentintín mi prima.
–Oye, ¿qué fue de tus amigas?
–Pasó el sentimiento y se dieron cuenta de que «no vale la
pena pelearse por un hombre».
–Ah, muy graciosa; ¡pues ya vendrás a pedirme que te pre-
sente a mis amigos...!
–No, no, sólo fue broma. De hecho me quedé pensando mu-
cho y empecé a notar más diferencias entre sentimiento y amor.
Antes creía que eran lo mismo, pero ahora entiendo que el amor es
mucho más profundo y más comprometido... Pero es para seguirlo
pensando, ¿no crees?
Vaya, era la segunda ronda del día y todo cerraba sobre lo mis-
mo. Por lo menos no era el único que se preocupaba de estas cosas.
Lección 17
Confesiones inesperadas
Dieron las cuatro cuando terminé de engrasar la cadena de mi
bicicleta. Tocaron el timbre. “Qué raro —pensé—, Paco se adelantó”.
–Te busca un chico... Álvaro.
Me quedé de una pieza.
–¿Estás segura mamá?... Ahora voy.
“¿Qué puede querer el Salvaje en mi casa?” Me lavé las manos
rápido y fui a verlo.
–¡Qué tal, Salvaje!
–Hola... oye, había pensado que tú esta mañana me invitaste
un jugo... ¿no quieres que vayamos, no sé, por un helado?
Helado me quedé yo. No entendía nada. No es frecuente que
un amigo te invite, menos Álvaro y menos con lo que había pasado.
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 construyendo mi personalidad | lección 17: confesiones inesperadas

–Nada más espera que pido permiso. Mi casa del árbol era únicamente una plataforma entre dos
ramas a media altura. Sencillo pero cómodo, especialmente en vera-
–Bueno...
no. Una vez allí seguimos en la línea de las sorpresas:
Parecía nervioso y tranquilo a la vez. “Este tipo es un miste-
–¿Te gusta Mariana, no?
rio”, pensé mientras entraba.
Esa pregunta no me la esperaba.
–¿Qué piensas, ma?
–Y... bueno... digamos que es simpática, pero no he pensado
–Vayan a la heladería de la esquina, pero vuelvan a tomarse mucho en ella. Qué sé yo, estoy en otra cosa. No es algo que me llame
su helado aquí. Pueden usar el fondo y nadie los va a molestar. mucho la atención. Pero sí, es linda.
–¡Pero, ma! Hubo un silencio incómodo.
–«Pero» nada. Es así o no hay permiso. –¿De veras crees que Miguel tenía razón en lo que dijo hoy?
Tuve que ceder. Inmediatamente telefoneé a Paco. –Tiene lógica y no teme decir las cosas. Por momentos me ha
–Un favor, maestro, ¿puedes hacer solo la tarea?... ¿Que me va ayudado a entender cosas que me pasan. Y si quieres saber de qué
a costar qué?... Está bien, mañana te las llevo... Pero es un precio alto... bando estoy...
No, no, no. Está bien, mañana te las llevo... Gracias. Adiós. –No, no, espera. Ésa fue una idiotez. Lo que pasa es que ahora
Cuando estuvo todo listo volví con Álvaro. resulta que tengo que arreglar cosas que hasta hace tres meses me
parecía que no eran malas... aunque siendo sincero siempre me de-
–Ningún problema con lo del helado, pero para tomarlo te jaron un gusto raro adentro.
invito a mi casa.
Se hizo otro silencio incómodo.
–Bueno... –respondió mansamente.
Nada de esto cabía en mi esquema. –Viste que hoy le hablé al profesor acerca de las hormonas.
Pues déjame que te cuente algo y luego me dices qué te parece. Desde
Caminamos rápido y empeza- hace tiempo cuando me aburro en casa simplemente me encierro
mos hablando de fútbol: primero del en mi cuarto, prendo el walkman y me pongo a escuchar música. Al
profesional y después comentamos lo principio eso era lo máximo, pero pronto no me alcanzaba y empecé
duro de nuestros entrenamientos. Se a encontrar revistas... tú sabes... pornográficas. Me daba gusto, era
nos ocurrió que era hora de pedirle como el complemento de mi cuarto y la música –de pronto se inte-
al entrenador que nos organizara al- rrumpió–. ¿Por qué te cuento esto a ti?
gún partido...
–¿No lo sé?
–Ya volvimos mamá, estare-
mos en el fondo. –Yo tampoco, pero con alguien tengo que hablar...
–No te preocupes. Éste es un secreto de hombres.
–No hagan lío, Carli.
–Pues pronto se fue de control. Empecé a... tú sabes... a sentir
–¿Carli? –repitió con cara de placer solo.
buitre el Salvaje.
Lo último lo dijo como si no quisiera decirlo. La palabra
–¡Ni se te ocurra repetirlo! «masturbación» flotaba en el aire, pero ninguno de los dos la dijo.

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 construyendo mi personalidad | lección 17: confesiones inesperadas
Era extraño, en otras situaciones no hubiera sido así, pero entonces
era distinto. De todos modos estaba sobreentendido.
–Bueno, pero luego escuché cosas como que uno se vuelve loco
y me empecé a preocupar. Nadie me tenía que ver, me daba una sensa-
ción muy en el fondo de que de alguna manera había «roto algo». A
pesar de que para varios de los muchachos es totalmente normal.
Se detuvo a terminar su helado. El silencio le dio como im-
portancia a lo que hablábamos.
–En una fiesta en casa tuve la oportunidad de preguntarle a
un médico. Le pregunté como si le pasara a un amigo. “Tonterías –
dijo–, es lo más normal del mundo”, y se fue riendo. En ese momento
tenía ganas de pegarle por reírse. Pero me «tranquilizó»: era lo que
quería oír. Luego me fui enterando que «casi todos» los chicos lo
hacían, así que cada vez me preocupé menos, me hice a la idea de
que era normal.
Tuve ganas de decirle: “Cuéntaselo a tu papá”, pero no lo hice.
–A partir de entonces empecé a encerrarme más en mi habi-
tación. Empecé a volar más y a estudiar «menos». Por fuera me río,
pero se siente feo sacar una mala nota... peor cuando son muchas...
Hay días que no tengo ganas de ver a nadie, me pongo de mal humor
y mando a todos a volar. Por más que hago esfuerzos por creer que no
hay nada malo, luego de un rato de sensación intensa vuelvo a sentir
algo raro adentro. Lo trato de tapar con televisión u otra cosa, pero
sigue ahí.
–¿Y por qué me lo cuentas a mí?
Otro silencio.
–Te acercaste sin interés. Tienes tu grupo de amigos y no
necesitabas venir conmigo, pero lo hiciste. Al principio decidí pro-
barte y pasó lo del campamento: pasaste la prueba... Además tú tie-
nes tu forma de pensar, pero escuchas, se puede hablar contigo...
¡Quiero tu opinión!
–No sé, yo...
–Un detalle –Álvaro no me escuchaba y volvió al tema ante-
rior–: cuando tenemos un entrenamiento muy fuerte vuelvo a casa
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supercansado y no me da ganas de nada más que de dormir. A la
mañana siguiente me levanto de buen humor... Ahora me dan vuel-
tas en la cabeza las cosas que dijo Miguel. A veces parece chapado a
la antigua, pero cuando habla se nota que sabe, como tú dijiste, pero...
¿Tú que opinas de esto?
Me había contado muchas cosas. No me podía echar atrás,
pero me costaba.
–Mira –le dije–, en un momento me pasó más o menos como a
ti: tuve curiosidad. Totalmente intrigado le pregunté a mi papá. Yo era
chico y recuerdo que dijo: “Lo que tienes, tu cuerpo, es importante para
cuando te cases y tengas hijos, debes cuidarlo. Respétalo como a las
cosas importantes y respeta el cuerpo de los demás, especialmente de las
mujeres”. Sé que me habló de otras cosas, pero ya no me acuerdo mucho.
Me pareció suficiente, así que me dediqué a otras cosas.
–¿O sea que tú nunca...?
–Quizás alguna vez, antes de hablar con papá, después no.
–¡No te creo!
Al principio eso era lo –Como quieras, no tengo por qué mentirte...
máximo, pero pronto
–Claro, claro. Pero, ¿te sientes bien?
no me alcanzaba y
empecé a encontrar –Sí, de lo mejor...
revistas... tú sabes... –¿Y estás contento?
pornográficas.
–Sí.
–Y no te da ganas, a veces...
–A decir verdad, sí. Pero en casa es difícil estar solo. Además
ando con tanta actividad entre el colegio, los amigos, el fútbol y todo
eso que los pensamientos vienen y van, no les doy demasiada impor-
tancia. Además está lo de respetar. Ahora encuentro todavía más
sentido en todo eso.
–Estás loco –dijo despectivamente.
–Piensa lo que quieras...
–Te pegaría por mentiroso. ¡Todos lo hacen!
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 construyendo mi personalidad | lección 18: preguntando al que sabe
Dudé un instante. Es cierto que muchos creen que «todos lo
hacen». Álvaro me empezaba a gritar y eso no me gustaba tanto. En
una fracción de segundo se dio una mini lucha en mi interior. Pero al
final me decidí. Traté de darle firmeza a mi voz para que no se notara
que estaba nervioso.
–Yo no... así que no todos lo hacen. No tengo que mentirte.
Si te dijera lo contrario tal vez me haría «más amigo», pero no me
gusta mentir –hubo otro silencio incómodo.
–Me tengo que ir –dijo de repente Álvaro, como si no me
hubiese escuchado–. Prometí volver pronto a casa. Oye, digámosle a
Ríos lo del juego, ¿no?
Otra vez me sacó de mis esquemas: en un momento está a
punto de pegarme y al siguiente continúa como si nada.
–Seguro, ya estoy harto de sólo correr.
–Bueno, nos vemos mañana en la escuela.
–O.K. Adiós...
La charla con papá tenía que ser ese día.
Lección 18
Preguntando al que sabe
–Bueno, hijo, ¿quién empieza, tú o yo?
Me había caído del cielo. Ese día papá llegó temprano.
–Mejor tú, pa.
–Bueno. ¿Por qué no me cuentas acerca del campamento?
Me escuchó sin interrumpir y al final dio su veredicto.
–Por haber desobedecido tendrás un mes sin el dinero de los
domingos, y todos los días lavarás los platos a mediodía.
–¡Pero papá!...
–Nada de «peros», que la sacas barata porque estoy de buen
humor. Tema terminado. Espero que no se repita... Pero tú querías
conversar de algo más, ¿no?... Hijo, mírame...
Por un momento lo dudé.
90
–¿Qué sucede? –insistió.
Me decidí y le conté acerca de Álvaro y lo de esa tarde. Se
quedó pensando un rato y finalmente dijo:
–Me parece muy bien lo que dijiste, pero lo mejor es hablarlo
con gente que sepa. La masturbación es un tema delicado en el que
alguien de la misma edad no sabe lo suficiente para aclarar dudas. Es
lógico que hablen entre ustedes, pero cuando toquen temas delicados lo
mejor es llevarlos con los padres. Como último recurso pueden también
consultarlo con un buen consejero, como Miguel. Pero el problema es
que no todos los consejeros son confiables, o tal vez no puedan entender
plenamente a cada uno; lo mejor es hablar con papá o mamá.
–Cuesta... –dije entre dientes.
–Lo sé... Aunque te parezca mentira a mí me sucedió lo mis-
mo a tu edad. Habrá cosas que te comente y no acabes de entender, y
otras que sean al revés, que tú hagas y digas y que te parezca que no
puedo entenderlas –en ese momento pensé en la música y el pelo,
pero en fin...–, pero más allá de lo que parez-
ca, un papá es quien va a buscar siempre lo
La masturbación es un mejor para su hijo.
tema delicado en el que
–¿Y lo del médico?
alguien de la misma
edad no sabe lo –Muy irresponsable e irrespetuoso. Cuando
suficiente para aclarar alguien empieza con hábitos como la mas-
dudas. turbación cuesta poner un alto, y el
descontrol puede pasar a otros campos de la
vida, como en el caso de tu amigo. Algunos
adultos sin fundamentos (aunque sean médicos) se van por la que
creen más fácil: “Es natural, hágalo”. Pero no es así. Por eso yo mismo
tuve mis dudas e hice consultas con psicólogos y médicos que han
estudiado verdaderamente el tema, además de ver algunos libros, y
todos coinciden en que masturbarse no es bueno para el crecimien-
to de nadie. La sexualidad está en nosotros para comunicarnos, y
este tipo de cosas (como la masturbación y la pornografía) son todo
lo contrario: son señales de egoísmo.
Te habrás dado cuenta de que tu amigo fue perdiendo varias
cosas, además de sentirse de mal humor y encerrarse cada vez más
solo. Tal vez en la edad en que están no lo alcancen a valorar, pero el
91
 construyendo mi personalidad | lección 18: preguntando al que sabe
tiempo perdido, por ejemplo en el estudio, después cuesta mucho en
la vida recuperarlo...
–...Y los «grandes» pierden la memoria...
Mi papá se me quedó mirando y yo me hice el distraído.
–Bueno, «joven». ¿Recuerdas que hace un tiempo hablamos
y te dije que nuestro cuerpo es importante y hay que respetarlo?
Ahora te digo lo mismo con respecto a lo que sientes y sentirás en
este tiempo: respeto. Si tú empiezas hoy haciendo esfuerzos por
cultivar este respeto, cuando tengas novia y luego cuando te cases,
ese respeto será para ti muy natural. En cambio si desde ahora no lo
haces, no veo qué te hará cambiar más adelante.
–Entonces mi amigo hace mal.
–No lo juzgues. Solamente ten en cuenta que no está bien y
que él se merece algo mejor. Ayúdalo, pero no seas duro. Todos tene-
mos cosas que mejorar en la vida y si nos acompañan buenos amigos
es más sencillo. Y los buenos amigos son los que no mienten, aunque
se difícil o duela.
–¿Cómo? –dije en tono de reclamo.
–Primero no pierdas la calma. Lo que has hecho hasta el
momento me parece formidable: defender lo que sabes que está
bien y ofrecer una amistad sincera. Fíjate que notó que te preocu-
paste y por eso se acercó a hablarte.
–Pero no le di respuestas.
–No inventaste: de lo que no supiste no dijiste nada. Ése es un
punto a tu favor, porque entre muchachos de tu edad se inventa
mucho respecto al sexo. Lo convierten en algo misterioso que mu-
chas veces no tiene nada que ver con la realidad. Como a muchos les
da vergüenza consultar a sus padres, crecen con ideas erradas, saca-
das de esas conversaciones, la televisión y las revistas. Al no inventar
le hiciste un gran favor, porque es preferible la verdad y un «no sé»
que mentir o inventar para quedar «bien».
Se detuvo y me miró.
–Además defendiste tus valores... ahora que lo pienso lo que
hiciste fue muy bueno y estoy orgulloso de ti... ¡por más que escu-
92
ches eso que llamas música! –gritó de alegría mientras me estrecha-
ba en un abrazo «de hombres».
–¿Ahora qué hago?
–Si se presenta la ocasión, insístele en que lo hable con su
papá, él sabrá qué decirle. A los papás nos cuesta tomar la iniciativa.
A veces tenemos un cierto miedo de parecer antiguos, como si tus
problemas fueran distintos de los que pasé, cuando en realidad no es
así. Es cierto que el mundo moderno es diferente, pero en realidad lo
que me sirvió a mí para salir adelante, con cambios y adaptaciones,
también te servirá. Por eso ustedes también tienen que hacer el es-
fuerzo por acercarse y preguntar. Si se lo sugieres a tu amigo estarás
haciéndole un gran bien.
Además hagan algo que les demande dedicación, esfuerzo.
Que jueguen juntos al fútbol me parece muy bueno. Pero acompáña-
lo sin que te perjudique. Sé su amigo, lo que no significa que lo avales
en todo lo que hace. Vas a ver que todo va a andar bien, aunque él no
te lo diga. ¿Te parece?
–Pero tengo algunas otras preguntas...
Ése es un punto a tu –A ver...
favor, porque entre –Esto de... eh... ya sabes, de lo que venimos
muchachos de tu edad hablando. ¿Me puedes hablar de eso...?
se inventa mucho
respecto al sexo. No sé por qué pero me costaba decir la pala-
bra tan sencilla: sexo. Mi viejo me ahorró el
asunto.
–Ah... ya entiendo. Quieres que hablemos de sexualidad. Hace
rato que quería hablar de estas cosas, pero no veía ocasión... Como te
decía, los padres necesitamos las preguntas de los hijos. En tu colegio
tuvimos una reunión, lo que se llama un «taller de padres», en el que
charlamos con otros padres y algunos especialistas sobre cómo ayu-
dar a los hijos. ¿Y sabes qué? Muchos de tu edad piensan como tú. Yo
diría que todos pasan más o menos lo mismo, así que no eres el
único. Nos dieron algunos papeles que ahora me vienen muy bien.
Espera un momento, voy por ellos.
Estaba emocionado. Estuvimos hasta la hora de la cena en la
explicación acerca del hombre y la mujer: pene, testículos, vagina,
93
 construyendo mi personalidad | lección 18: preguntando al que sabe

útero, la relación sexual... Por momentos parecía una clase de biolo-

gía... Es más, por momentos era una clase de biología.
–...Y finalmente se une el espermatozoide del hombre, el papá,
y el óvulo de la mujer, la mamá, y a partir de ese momento surge un
nuevo ser, el hijo, fruto de un amor especial. Por eso te decía que la
pornografía y la masturbación no son cosas naturales. No tienen
nada que ver con esta comunicación y este amor.
–¿Eso es todo? Pensé que era más... más... no sé, emocionante.
–Estos son datos de anatomía y fisiología. Lo que aporta la
verdadera magia es el amor, que no se aprende en ningún libro,
¿no, Querida?
En ese momento mi madre se acercaba y alcanzó a oír las
últimas palabras:
–Claro que sí. ¡Qué sería del mundo sin amor!... Disculpen
que interrumpa esta fundamental charla de hombres, pero la cena
está servida.
–Gracias, justamente terminábamos, ¿no campeón?
–Sí. Voy a lavarme las manos. Gracias.
Nunca me sentí tan importante como ese día, y cada vez me
voy dando cuenta mejor de todo el provecho que le he sacado siem-
pre.

94
Unidad IV:
Ser dueño de sí mismo
Lección 19
Todo lo que el deporte nos puede enseñar
–Oye, Álvaro, ¿cómo has estado? –busqué actuar con natu-
ralidad.
–Ah, tú... bien, bien.
–Sería bueno que fuéramos con Ríos y le pidiéramos de una
vez ese juego.
–¿Y por qué me buscas a mí?
–Porque lo hablamos y acordamos que lo haríamos.
–Es cierto. ¿Cuándo quieres ir? Mañana es el entrenamiento.
–¿Qué te parece al terminar clases?
Me pasé el día pensando qué decir. Opté por la más sencilla:
–Profesor Ríos, queremos un partido en serio.
Se nos quedó mirando:
–¿Para cuándo lo quieren?
–Lo más pronto posible –se interpuso Álvaro.
–Déjenme ver. Por cierto, ¿qué dicen sus compañeros?
–Ellos quieren. Hemos venido entrenando bastante duro...
–Pero por poco tiempo...
–Sí, pero ya es hora de que veamos acción.
–Está bien. Pero no olviden que me lo están pidiendo. Bue-
nos días, señores.
–Gracias, señor –dijimos juntos.
¡Por fin acción! Llamamos a varios y pronto todo el equipo
sabía la novedad. Al otro día, a la hora del entrenamiento, Ríos nos
juntó bajo el árbol que solía utilizar.
96
–Ayer recibí una delegación pidiendo un juego. Bueno... ten-
dremos el juego –fue emocionante, esperábamos el momento–. Este
sábado, a las 9.00 de la mañana, en la cancha auxiliar del club
Peckerman. Jugamos con el equipo B.
Nos quedamos de una pieza: Peckerman era la mejor escuela
de fútbol de la ciudad. Eran campeones regionales y tenían fama de
ser implacables. Y para el sábado faltaban tres días (“Cuatro, si con-
tamos el miércoles”, acotó algún gracioso).
Se nos fue el espíritu al piso.
–¿Qué les pasa? ¡Vamos, caballeros, que tenemos que entre-
nar para el partido!... Prii... trote ligero para empezar... calienten to-
billos y rodillas... Arqueros, calienten brazos.
De pronto estábamos motivados y hacíamos un gran esfuerzo,
ya que todavía no se habían confirmado los titulares y los suplentes.
–¡Fin del entrenamiento! –nosotros medio muertos–
. El viernes puntuales. Vayan consiguiendo camiseta y short
blancos. El equipo lo confirmo el sábado. Hasta el viernes.
Era tal la emoción que casi me había olvidado del examen
de literatura del jueves. No lo debía descuidar para que el
fútbol no se terminara por razones ajenas al juego. Aun-
que el desafío era grande, tenía esperanzas hasta de ga-
nar; y no era el único. En la escuela todo el mundo se
enteró. Las chicas nos deseaban suerte, mientras que
los muchachos nos daban algo parecido a condolencias.
El entrenamiento del viernes fue liviano. Luego nos se-
paramos 11 contra 11. Excepto el puesto de arquero,
todos los demás se tenían que decidir. Teóricamente
aquello era un partido de prueba, pero en un momento
pensé que cambiábamos de deporte y nos hacíamos una
troup de lucha libre: la práctica fue de escándalo. Pitazo
de Ríos y el equipo se tranquilizó. Luego de mucho esfuer-
zo del entrenador cada uno fue tomando alguna posición.
Destacaron Rodolfo en un equipo y Martín en otro.
Al final Ríos nos volvió a juntar:
–Bueno, señores, el sábado a las 8.30 en la puerta del club.
Ahí daré la alineación.
97
 construyendo mi personalidad | lección 19: todo lo que el deporte nos puede enseñar

–¿Ganaremos, Salvaje? –le pregunté cuando ya salíamos. Terminado el juego nadie dijo nada, ni Ríos. El lunes en el
colegio ni se hablaba del tema, por lo menos cerca de nosotros, aun-
–Obvio. que no faltaron las inconfundibles risitas.
Se mostraba muy seguro, aunque siendo sinceros ese opti- Al siguiente entrenamiento Ríos llegó un poco tarde. No traía
mismo no tenía ningún fundamento en la realidad. Era como si a ni balones ni tan siquiera ropa deportiva.
todos nos hubiese agarrado un ansia triunfalista.
–¿Falta alguien? –preguntó.
Por la noche me costó dormir, y cuando lo logré, soñé con
Carlos volando espectacularmente y salvando a su equipo de... Bue- –Benítez está enfermo: se indigestó con 9 «pedazos» de cue-
no, soñé fútbol. ro –respondió Adrián.
Mi mamá me planchó temprano el uniforme de arquero que A nadie hizo reír la gracia, excepto a Ríos. En el fondo todo el
me heredó mi tío Adalberto, viejo pero efectivo. Llegué a las 8.00 y ya asunto era para risa, pero me daba rabia. Álvaro lo enfrentó:
estaba casi todo el equipo. Habían varios papás y algunos de la es- –¿Por qué se ríe, profesor?
cuela (entre «ellas» Alicia y Mariana). Cuando llegó, el entrenador
dio la alineación y supe que estaría en el banco de suplentes. Ríos, sin cambiar el gesto, se le acercó:
–¡O.K.! Están los 11... Calienten. –Lo pasaré por alto porque entiendo cómo se siente, señor
Cárdenas. Me alegro que tenga sangre en sus venas, pero aprenda a
El partido estaba pactado en 2 tiempos de 30 minutos cada controlar sus ímpetus.
uno. Los de Peckerman eran muy metódicos en eso de calentar mús-
culos. Minutos antes de las 8.30 Ríos juntó a los titulares. –¡Pero usted sabía cómo nos iba a ir!
–Ahora salgan y den su mejor esfuerzo. –En efecto... pero ustedes me lo pidieron.
Duele cometer errores, Hice lo que querían para que se dieran cuen-
Aquí debería dar un salto de 60 minutos y dejar un espacio en pero no nos podemos ta de que las cosas no son tan fáciles como
blanco. A los 3 minutos les hicimos un gol, ¡bra- quedar ahí: siempre parecen. Si alguien que sabe un poco más que
vo! Ya eran nuestros... ¡nuestros verdugos! podemos y tenemos que ustedes sugiere hacerlas de una manera es
9 a 1 terminó la masacre. Entré a ju- salir adelante... por alguna razón.
gar solamente para que me hicieran
4 goles. Creo que la mayoría de los –Nos equivocamos, profesor, y usted dejó que
nuestros nunca se enteraron de nos equivocáramos –le recriminé con dureza.
qué material estaba hecho el ba- –Así es. En la vida no todos son aciertos, todos cometemos
lón, pues no lo tocaron ni una errores. A veces escapan a nuestras manos, otras se deben a nuestra
sola vez. Sobre el final los de- inocencia, a nuestro ímpetu e incluso a problemas de otros. Duele
lanteros de Peckerman co- cometer errores, pero no nos podemos quedar ahí: siempre pode-
rrían cómodos mientras mos y tenemos que salir adelante; siempre podemos mejorar,
nuestros defensores se pre- siempre hay oportunidad de levantarnos y afrontar de nuevo el ca-
guntaban, doblados, quién les mino con más fuerza y con más inteligencia.
había robado el aire que solían
Dicen que el hombre es el único animal que cae dos veces en el
respirar. No habíamos respondi- mismo pozo. Puede ser, pero también el hombre es el único animal que
do ni física ni futbolísticamente. puede aprender al tropezar con una piedra chica para evitar una grande.

98 99
 construyendo mi personalidad | lección 20: cuando todo va mal
¿Con quiénes perdimos? ¿Qué partido era? Un amistoso con
un muy buen equipo. No les quise evitar la frustración porque era
una buena lección para sus vidas y para el equipo. Sé que lo van a
superar y saldrán adelante.
Se portaron como caballeros aun en la derrota. Los felicito
por eso. Espero que siempre sea así. El campeonato regional es en un
mes, pero para dentro de tres semanas tenemos otro amistoso... con
Peckerman A.
Cualquiera hubiera podido hacer una colección de platos con el
tamaño de nuestros ojos. Pasamos del desencanto a la emoción.
–Pero lo haremos a mí manera, ¿está claro?
–Sí...
–¿Realmente podremos hacer algo? –preguntó Álvaro. Ríos
se le acercó tanto que casi lo podía morder con su bocaza.
–¿Tú que crees?... –y luego dirigiéndose a los demás nos dijo–: De-
pende de ustedes, caballeros. Nunca olviden su primer partido. Los
espero el miércoles. Sean puntuales.
Luego de un silencio breve empezamos a salir. Cuando Álvaro pasó
junto a Ríos pude escuchar que le dijo:
–Siempre te puedes superar...
Sonreí. No sé si Ríos se diera cuenta, pero estaba haciendo una gran
labor. Y no sólo en Álvaro...
¿Cuántas veces me he equivocado? Muchas, pero ese partido me
enseñó a ser humilde y a levantarme cada vez que lo he necesitado.
Lección 20
Cuando todo va mal
A pesar de las palabras de Ríos el trago de 9 a 1 seguía siendo
amargo. Pero algo me ayudó a ver las cosas de una manera más positiva.
En Literatura estábamos por estudiar el Quijote. Sí, el famoso
Don Quijote de la Mancha. Al principio no le presté mucha atención
a este hecho... en realidad no le presté mucha atención a la clase:
100
–A ver Ayala, ¿qué fue lo último que dije?
–Eh... este... ¿cuándo?
Por suerte la profesora era de esas personas que uno llega a
querer y no precisamente por regalar calificación.
–Hablaré con usted al final de la hora. Ahora preste atención.
Genial. Llovido sobre mojado: 9 a 1 en la cancha y ahora me
esperaba otro partido en el que no era favorito. Definitivamente no
era mi semana.
–Ten –me dijo contra todos mis pronósticos quien debía ser
mi verdugo–, lee esta biografía de Cervantes... Tal vez te ayude a
entender que un partido no es el campeonato.
Sorpresa: en lugar de un regaño me deja una tarea diciéndo-
me que me ayudará. Así me obligó a leerla... y no me arrepentí.
Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616)
El nombre de Cervantes figura con Shakespeare entre los gran-
des genios de la literatura, y sus obras han sido traducidas a
muchas lenguas. Su gran fama hace suponer que él fue una de
esas afortunadas personas que tuvieron éxito en la vida. Pero
no fue así.
Miguel de Cervantes Saavedra nació en España en 1547. Perte-
necía a una familia honorable pero muy pobre. Su padre fue
boticario cirujano, ganaba poco dinero y terminó en prisión
por deudas.
A pesar de eso su hijo Miguel era inteligente y consiguió educarse.
Para lograrlo trabajó en la universidad como criado de muchos
ricos que no lograron graduarse. A los 22 años viajó a Italia, donde
los españoles tenían una fuerte guarnición de la armada.
En 1571 se preparaba una terrible guerra contra el imperio
musulmán turco, que controlaba el Mar Mediterráneo con bar-
cos muy veloces y maniobrables. El Mediterráneo se había per-
dido, y era un lugar indispensable de comercio para los euro-
peos. Los turcos veían que la debilidad de Europa era propicia
para conquistar todo y eliminar el cristianismo, que conside-
101
 construyendo mi personalidad | lección 20: cuando todo va mal
raban una religión infiel a Dios. El sultán Selim II preparó una
poderosa flota y la envió al oeste a través del Mediterráneo
para conquistar Europa y ocupar Roma.
Don Juan de Austria, medio hermano del rey Felipe II de Espa-
ña, condujo la flota española que estaba aliada con la de los
Estados Papales y la de Venecia, en contra de esta amenaza. En
uno de los barcos de Venecia estaba Cervantes, que había con-
traído la malaria o paludismo.
Mientras todos los reyes de Europa se aliaron, olvidando sus
riñas locales, todos los habitantes, desde Italia en el Sur hasta
Polonia en el Norte, y desde Inglaterra en el Oeste hasta Bohe-
mia en el Este, se unieron en el rezo del Rosario. Fue una de las
guerras más desiguales de la historia, pero los pueblos de Euro-
pa se dieron enteramente a armar su flota, a enviar a sus
jóvenes, y a rezar todos los días.
La gran batalla fue peleada en las costas de Grecia, en un lugar
llamado Lepanto: fue el combate más grande de esa época.
Tan pronto como comenzó la lucha, y a pesar de la fiebre,
Cervantes salió precipitadamente a la cubierta. Inmediata-
mente recibió dos disparos en el pecho y un tercero le destrozó
el brazo izquierdo, quedando manco por el resto de su vida. A
pesar de esto fue el primero en abordar el barco turco más
cercano con una espada en su mano sana.
Tenía grandes esperanzas en su futuro, porque Don Juan le había
entregado una carta de recomendación para el rey Felipe, quien
de seguro le daría un buen pago como correo del gobierno.
Pero cuando regresaba a España, luego de la victoria de Lepanto,
el barco en el que viajaba fue tomado por algunos de los piratas
moros que todavía no habían sido vencidos y todos los pasajeros
fueron llevados como esclavos a Argel. Como esclavo de los moros
el manco Miguel no pudo servir en los galeones, pero se convirtió en
propiedad de Dalí Mamí, un pirata cristiano renegado.
Cuando Mamí vio que Cervantes llevaba una carta de Don
Juan concluyó que su prisionero era importante, y le ordenó
que pidiera rescate por su vida, lo cual era imposible, ya que no
tenía a quién pedirle ese dinero.
102
A medida que los meses pasaban la gran virtud de la pacien-
cia en Cervantes empezó a mostrarse con más y más claridad.
Enfermo con malaria, tullido de un brazo y en una de las peo-
res cárceles de todos los tiempos, nunca perdió su espíritu y su
optimismo.
Era el líder de los jóvenes prisioneros, y más de una vez organizó
revueltas para liberarse, pero nunca tuvo éxito. Una vez fue sen-
tenciado a muerte con sus compañeros de intentona, pero su pro-
pio coraje logró rescatarlo: Se paró delante de su amo, alzó la
barbilla y de manera desafiante asumió toda la culpa por los
intentos de escape, pidiendo dejaran con vida a los demás. Impre-
sionó al moro y así ganó su vida y la admiración de todos.
Vivió cinco años en cautiverio y finalmente, en 1580, fue de-
vuelto a España. Volvió con un testimonio firmado por moros y
cristianos que decía que nunca tuvieron un prisionero de tal
entereza. Sin embargo, sus desgracias no habían terminado.
Trató de ganarse la vida escribiendo, pero su
primer libro fue pomposo y muy superficial,
muy distinto al estilo que más tarde le daría
Fueron su paciencia y su fama. Sólo consiguió por éste el suficiente di-
nero para comprarse un traje de bodas y ca-
valor los que le sarse.
permitieron no caer en
la amargura. Su esposa, más joven que él, vivía miserable-
mente, mientras Miguel se esforzaba en con-
vertirse en dramaturgo. Sus obras de teatro no
eran buenas y se veían eclipsadas por la sen-
sación de esos días, Lope de Vega.
Entonces probó suerte como recolector de impuestos. Desgra-
ciadamente no era bueno tampoco en las cuentas, y fue multa-
do con 6,000 reales (moneda de la época). Como carecía del
dinero fue enviado nuevamente a prisión hasta que pudiera
completar la cantidad que faltaba.
En el tiempo que estuvo en la cárcel no se dejó llevar por la
amargura. Con su sentido de humor inquebrantable, aprendió
la jerga de ladrones y asesinos y los añadió al ejército de perso-
nalidades estudiadas a lo largo de su vida.
103
 construyendo mi personalidad | lección 20: cuando todo va mal

El tiempo pasó, Cervantes comenzó a envejecer y continuaba desarrollar su genio y continuar viendo la vida con diversión y
siendo pobre. Fue entonces que concibió el personaje de Don afecto.
Quijote, como la personificación del idealista en un mundo
Escribí en mi diario: “Hay que ser como Cervantes: la frente
atareado con lo mundano, que no lo entiende ni lo acepta.
siempre alta aun cuando todo parece que va mal. Nunca perder el
Describió un flaco y viejo noble tan compenetrado con las his-
humor (y prestar más atención en clase de Literatura)”.
torias de caballería que había llegado a creer que era el último
caballero de la cristiandad y que debía dejar su villa para
corregir lo malo, rescatar damiselas y matar gigantes. Le puso Lección 21
una rústica armadura y lo montó en un penco flaco, Rocinante. No dejes pasar la segunda oportunidad
(Ejerciendo la audacia)
Para el soñador pero valiente Don Quijote todo lo que veía era
parte de una portentosa aventura. Una aldea era un castillo,
El siguiente miércoles, en el entrenamiento, el clima fue me-
molinos de viento eran gigantes, y así en cada caso. Finalmente
jorando. Tuve presente a Don Miguel de Cervantes, aunque no me
le agregó un devoto escudero, Sancho Panza, que veía las cosas
gustaba mucho la idea de ser «El manco del equipo».
como eran, pero seguía fielmente a su amo, levantándolo cada
vez que caía. –Hay un detalle que tenemos que resolver –comenzó dicien-
do Ríos–: nuestro equipo no tiene uniformes.
Así escribió y escribió, tratando de sostener a sus dos herma-
nas, su sobrina, su conflictiva hija y Catalina, su leal esposa –¿Y cómo los conseguimos? –preguntó Rodolfo.
que jamás supo entenderlo.
–El colegio no tiene fondos. Sólo darán un pequeño apoyo,
Por fin sus historias tuvieron mucho éxito... tanto que sufrió pero falta. Como son ustedes los que van a jugar, me parece mejor
otro terrible golpe. Un escritor había plagiado su idea y había que ustedes mismos lo resuelvan... Ahora alístense, nos vemos en el
publicado un libro con historias acerca de Don Quijote, roban- campo en tres minutos...
do su fama y el dinero que debía recibir.
–Pero, profesor...
Esto lo forzó a escribir rápidamente un segundo volumen, tam-
–Ah, entonces que sean dos...
bién lleno de humor y conocimiento profundo de personalida-
des que continúan tan vivas hoy como hace 400 años. Hicimos tiempo récord.
Cervantes nunca recibió reconocimiento por su heroísmo y –¿Quién falta? –preguntó el entrenador antes de empezar la
valor en combate, tampoco por su paciencia cuando fue injus- rutina.
tamente encarcelado. Nunca recibió una pensión del gobierno.
–Álvaro Cárdenas y David Sánchez.
Nunca hizo una vida decente como dramaturgo y fue un fraca-
so como recolector de impuestos. Sin embargo, su grandeza de –Una regla: faltar tres veces sin justificación se toma como
espíritu no la puede ocultar la historia. Hoy a cualquiera que se renuncia al equipo.
le pregunte quién fue el escritor más grande de España responde
Hubo un murmullo de aprobación.
«Cervantes». Sus trabajos han sido ilustrados por famosos artis-
tas, convertidos en ballets y traducidos a muchas lenguas. –Pues bien, entonces comencemos... caminando...
calentamiento...Recuerden que el que calienta sus músculos nunca
Fueron su paciencia y su valor los que le permitieron no caer en
se lesiona... Eso, así, vamos... trote...
la amargura y los que le dieron el humor y la fuerza para

104 105
 construyendo mi personalidad | lección 21: no dejes pasar la segunda oportunidad
Nos dedicamos a resistencia física y dominio de balón. Termi-
nado el entrenamiento nos reunimos para ver cómo recaudar fondos.
Hablamos, pero ninguna idea gustó y decidimos pensarlo más. Mientras
tanto Rodolfo y Martín irían a averiguar cuánto costarían 20 uniformes.
Esa tarde estuvo Paco en mi casa. Estudiamos Geografía y
pasamos un rato en la casa del árbol. De buenas a primeras empezó
a recriminarme:
–Hace tiempo que no te juntas conmigo.
–¿Cómo...? Nos vemos todos los días en el colegio y nos sen-
tamos juntos, ¡me extraña!
–Últimamente es sólo el equipo de fútbol... ¡a tus buenos
amigos que los parta un rayo!
Se veía molesto y muy fastidiado. Era como que buscaba
pleito. Pero él nunca era así, ¡me habían cambiado a Paco!
–Sabes que el fútbol me gusta –me puse a la defensiva–...
Pero si lo que te molesta es Álvaro... ¡cada uno puede tener sus pro-
pios amigos, ¿no?!
–Sí, pero justo Álvaro.
Paco y Álvaro no se llevaban desde la vez en que el Salvaje le
hizo una broma a Pedro. Por defenderlo Paco insultó a Álvaro y casi
terminan a las trompadas. Analizando la situación, ni Álvaro debió
hacer la broma ni Paco reaccionar tan violento.
Eran diferentes: Paco «el bueno», no se mete en líos ni hace
cosas malas. Siempre corrigiendo, la mayor parte de la veces con
razón, pero a algunos esto no les caía bien. Por ejemplo a Álvaro, que
no era malo, pero que cuando se juntaba con determinada gente...
Era líder, pero necesitaba amigos de verdad. Al menos eso pensaba
yo, que ahora era su amigo.
–Álvaro no es tan malo –dije para suavizar.
–Últimamente ha estado tranquilo, pero no sé... no le tengo
confianza.
–No te preocupes, hombre, no cambio de amigos y tú sabes
que cuentas conmigo.
106
No lo dije, pero también me sentía raro cuando Paco se jun-
taba con Pedro, Adrián y Juan.
Más tarde, hablando con mamá, le pregunté por qué nos eno-
jábamos así.
–Mira –me dijo–, un amigo es importante, ¿o acaso no te
sientes bien estando con Paco? Cuando alguien que es tu amigo se
junta con otro grupo o tú conoces otra gente, se da esto que podría-
mos llamar «celos», una especie de molestia de que otro la pase bien
con tu amigo. Pero no hagas caso de ese sentimiento. Al conocer
gente nueva no deja de ser tu amigo, así como tú no dejas de ser
amigo de Paco por juntarte con Álvaro. Simplemente no descuides
una amistad por otra.
Pero también me preocupaba la actitud de Álvaro. Había
faltado al entrenamiento y se comentaba que no quería ir más al
equipo. También comenté esto con mi mamá.
–¿Y con Álvaro qué hago?
–Que no los deje plantados con el equipo.
Anímalo. Me pareció que el otro día jugó bas-
tante bien. Intenta convencerlo.
¿Cómo sabrás que eres –Gracias mamá... ¡Prométeme que no dirás
bueno si no te mides nada respecto al juego!
con uno bueno?
–Claro, hijo, no te preocupes.
+++
–¡Hola, Salvaje!
–¡Cómo va, Charlie!
Había estado buscando ocasión para hablarle.
–Si vienes a hablar del equipo la respuesta es no. Ese Ríos
está loco: Peckerman A y en tres semanas. No entraré de nuevo a la
cancha para que me humillen. ¡No señor! Dos veces no.
–Oye, oye... escúchame. El otro día si no hubiera sido por
el Salvaje, de 15 no bajábamos. Entrenando duro podremos hacer
un buen partido. Además fuimos nosotros los que convencimos
a Ríos...
107
 construyendo mi personalidad | lección 21: no dejes pasar la segunda oportunidad

–Ni me lo recuerdes.
–Una razón más para limpiar nuestro nombre. Solamente
para este partido, después haz lo que quieras. ¿Cómo sabrás que eres
bueno si no te mides con uno bueno? Es un desafío: solamente pien-
sa en lo que pasaría si al menos empatáramos.
–Tú y tus ideas... ¡lárgate!
Antes hubiera dicho que no lo había convencido; ahora sa-
bía que era cuestión de tiempo. A la salida estaba esperándome:
–Desgraciado, Charlie, mejor que ganemos, si no, no piso
más una cancha y te desfiguro la cara.
Traducido: “Me convenciste, amigo, jugaré encantado”.
–Entonces mañana irás al entrenamiento.
–Error. ¿Viste la condición física de esos tipos? Era el último
minuto y parecía que recién pisaban la cancha. Si no queremos ha-
cer el ridículo tenemos que empezar a correr por nuestra cuenta:
¡HOY!
Se la había tomado en serio. Adentro la voz de Cervantes me
decía que tenía razón.
–Correremos alrededor del Vivero Municipal. Nos vemos ahí
a las 4.00, junto al monumento de entrada.
–Oye, pero un rato.
–Se trata de entrenar, no de ir a la guerra... con una hora
sobra.
A las 4.00 estaba estirando músculos junto al monumento. De
pronto me sentí ridículo. No sabría decirlo, como observado por mil
ojos. Tenía ganas de irme. Después de todo tal vez no valiera tanto la
pena... La «suave» mano de Álvaro me sacó de mis pensamientos.
–Llegué. Trotemos alrededor de esta «imitación de vivero»,
tres vueltas y después algunos ejercicios...
–Pero los sencillos, recuerda que el mismo Ríos dice...
–Ya sé: “Los ejercicios complicados hay que hacerlos con
entrenador”... Pero mejor empecemos, ¿no?

108
 construyendo mi personalidad | lección 21: no dejes pasar la segunda oportunidad
Dimos las tres vueltas mortales y después ejercicios elemen-
tales. Por alguna razón seguía sintiendo esa incomodidad frente a
miradas que no entienden, pero trataba siempre de recordar el obje-
tivo que buscábamos.
“No debemos dejar pasar la segunda oportunidad. Pero para
tener la condición física necesaria debemos hacer un esfuerzo...
Audacia: virtud por la cual la persona supera obstáculos sin impor-
tar cuán grandes sean. La audacia se logra con esfuerzo, constancia y
paciencia... Ganar este partido es un gran desafío, pero sé que con
audacia haremos un buen papel... Uf, cómo cansa esto...”
–Es suficiente... –“pensé que nunca lo diría”–. Oye, ¿puedes
acompañarme a mi casa?
–Sólo si es breve, todavía tengo tareas atrasadas.
–Sí, no te preocupes –empezamos a caminar–. Sólo quiero
mostrarte una idea para conseguir dinero.
Llegados a su casa, me moría de sed:
–¿Me darías agua, por favor?
–Cómo no. Pasa –fuimos hasta la cocina–... Ten.
–¿No hay nadie?
–No, mamá llega al rato de trabajar y mi hermana se fue a estu-
diar con una compañera de la universidad. Papá siempre llega tarde.
Esa casa se veía rara sin gente. Salimos a la calle. Había varios
autos estacionados, uno estaba muy sucio.
–Ves el auto.
–Es una mugre.
Álvaro sacó un trapo y limpió parte de la portezuela:
–¿Cuánto crees que nos den...?
En ese momento se me abrió el cielo: lavar autos. Sencillo,
fácil y nos daría dinero suficiente.
–Salvaje, eres un genio...
–No hace falta que lo digas.
110
–...Y también un creído. Pero debo admitir que la idea es
buena.
El Salvaje volvió a entrenar con todo. Hasta leyó historias de
fútbol: “Pelé llegó a patear fruta –nos decía–, pero nunca dejó de
entrenar y llegó a ser el mejor”. No estábamos dejando pasar la se-
gunda oportunidad.
“Ánimo, Sancho, que aunque los molinos en realidad no sean
gigantes, en la vida siempre hace falta una pizca de audacia”.
Cervantes nunca lo escribió, pero era como si me lo soplara al oído.
Lección 22
Trabajo en equipo
(Tenacidad y empeño)
Las vueltas al vivero se hicieron cada vez más concurridas,
hasta que finalmente el mismo Ríos las controlaba, dedicando los
días de entrenamiento a la parte técnica. Casi todos habíamos supe-
rado nuestras propias marcas de resistencia y velocidad.
Si alguno faltaba por algún problema, Álvaro o Rodolfo lo
llamaban por teléfono y «recuperaban al jugador»: juntos nos meti-
mos en esto, juntos lo sacaríamos adelante.
Respecto al dinero la «salvaje» idea fue inmediatamente acep-
tada. Ríos salió de garante. Formamos dos grupos y por «accesibles
precios» lavamos autos a familiares y amigos durante los fines de
semana. Paco nos ayudó; al principio a Álvaro no le gustó, pero
finalmente todo resultó muy bien.
Después de tantas idas y vueltas llegó el día previo. El entre-
namiento fue ligero y terminó antes. Ríos quería hablarnos.
–Bien, muchachos, ya casi llega el gran día. Primero sepan
que estoy orgulloso de ustedes, de todos, porque han formado un
equipo sensacional. No todos estarán en la cancha, pero todos lo
merecen: lo que hagan los que jueguen se lo deben en buena medida
a los otros. Ganen o pierdan han cumplido su meta, ahora son un
equipo. Han demostrado constancia y perseverancia, y eso vale más
que cualquier gol.
111
 construyendo mi personalidad | lección 22: trabajo en equipo
–¿Tiene miedo de que perdamos, profe?
–Miedo no. Podemos perder... pero no será culpa nuestra.
Siempre habrá cosas que mejorar, en este equipo y en todo. Lo que
importaba ya lo hicieron: se pusieron un objetivo ambicioso y con
trabajo han llegado a él. Para mí, aquí dentro, ya ganaron... ¡Pero
mañana salgan a la cancha y hagan goles!
–¡Sí señor! –un grito especial, ahora sí, realmente, todos juntos.
El día del partido nos reunimos en el colegio temprano y de
allí fuimos caminando al club.
Me tocó ser arquero suplente, Edi atajaba mejor. Repartidas
las camisetas y develados los misterios salimos a la cancha.
El equipo de Peckerman A nos miraba con desdén. Me acor-
dé del cuento de la liebre y la tortuga. Pitazo inicial y empezó el
partido. Nuestros toques eran desastrosos y en la primera jugada casi
nos hacen un gol.
Ríos daba indicaciones para tranquilizar al equipo, especial-
mente a Álvaro que estaba muy impreciso. A los 5 minutos, cuando
todavía nos acomodábamos, llueve un centro en medio del área y de
cabeza, el más alto de ellos sentencia el 1 a 0. Veíamos venir el
desastre. Recordábamos lo pasado en el partido anterior, y casi
queríamos parar todo e irnos. Pero Ríos nos contuvo con su
confianza.
En los siguientes minutos el equipo no mejoró
y cayó el segundo gol en una excelente jugada por la
derecha. Los Peckerman sintieron todo seguro y to-
maron ritmo de entrenamiento, mientras nuestro
mediocampo sólo veía pasar el balón. Dos errores de Edi,
de puro nervioso, casi terminan en la red; en una de esas
jugadas se lastimó. Ríos se me acercó.
–Calienta en la otra cancha. Recuerda: lo impor-
tante es ganarse a uno mismo, hacer lo mejor. –Y me lo
repitió–: Tienes que hacer lo mejor que te salga de aden-
tro, sin mirar quién está enfrente... ¡anda!
Se me quedó grabado, porque no era el típico
consejo de un entrenador que ve a «su equipo» per-
112
der por dos goles. Determinadas cosas, por el contexto, tienen un
valor especial.
Fin del primer tiempo. Edi se acercó a Ríos y le pidió que lo
sacara porque le dolía el brazo. Era mi turno.
–A ver, equipo, venga... Están jugando muy buen partido.
–Sí –interrumpió Adrián–, «jugamos como nunca para per-
der como siempre».
Nos dio risa y se distendió el ambiente. Volvió a hablar Ríos:
–Miren que el partido todavía no termina.
–La verdad, hasta ahora solamente estamos viendo pasar el
balón –protestó Rodolfo.
–Se están confundiendo. Cada uno quiere ganar al otro equi-
po cuando en realidad como equipo tienen que ganarse a ustedes
mismos. Son capaces de dar mucho y hasta ahora no lo han hecho
porque no utilizan la fuerza de jugar juntos.
Lo más importante no es ganar sino jugar
bien. Si logran jugar bien es muy probable
Podemos perder... que ganen. Piensen una cosa a la vez: hagan
pero no será culpa su juego y entonces vendrán los goles... Aho-
nuestra. Siempre habrá ra salgan y no se enfríen.
cosas que mejorar, en +++
este equipo y en todo.
Empezó el segundo tiempo. Todo se veía distin-
to desde la portería. El primer tiro casi se me va
de las manos, pero lo pude agarrar y tomé con-
fianza. “No pateen alto, jueguen por abajo”, gritaba Ríos. Se la di a Álvaro
que inició una jugada con soltura; la pelota pasó por varios del equipo y
llegó al área rival. Nos animamos. Se hacían jugadas en medio campo, se
recuperaba el balón, se ponían buenos centros en el área: éramos como
otro equipo... «éramos un equipo». Empezamos a jugar y a disfrutarlo.
Todo lo que habíamos ensayado poco a poco iba saliendo.
Pablo la recibe de Álvaro y se la pasa a Martín; éste tira un
centro y aparece la cabeza de Rodolfo: 2 a 1. El equipo local no enten-
día nada, se daba vuelta el partido. Todos invertían el último aire: no
era un partido más.
113
 construyendo mi personalidad | lección 22: trabajo en equipo
De pronto un error de mi defensa y se desprendió un delantero
directo al arco. Lo medí y cuando me pareció oportuno salí a cortarlo.
Me jugaba la «vida»: otro gol nos acabaría. Estiré el brazo y cerré los
ojos... Sentí el balón en mi mano, y cuando volví a mirar vi que salía
apenas desviado junto al palo derecho: ¡Había salvado el arco!
Sin embargo, todavía íbamos perdiendo. Ellos eran muy bue-
nos individualmente, pero nuestro juego de conjunto era mejor. Ahora
los que avanzaban eran nuestros delanteros. Jugada en el área rival,
y... penal, sí, penal a nuestro favor... Rodolfo mira a Ríos. El entrena-
dor señala el número 3: Álvaro. El Salvaje se aproxima, mira con cara
de malo al portero y se para frente al balón... pitazo del árbitro... no
quiero mirar... ¡¡¡goooool!!!
Era increíble, habíamos empatado. El otro equipo estaba con-
fundido. Intentaron alguna jugada más, pero el Salvaje estaba inspirado
y el partido terminó así, 2 a 2. Corríamos, saltábamos, nos sentíamos
campeones. Nadie creía en nosotros, pero Ríos creyó en cada uno, nos
enseñó a ser equipo y terminamos empatando el partido más difícil.
Después de un rato de gritar y saltar nos juntamos en el ves-
tuario. El sudor y la alegría se mezclaban en una fórmula rara que
nunca olvidaré.
–Bueno, equipo, los felicito... –empezó
a decir el entrenador, pero fue interrumpido
por una gritería infernal–. Hicieron un buen
partido, pero más que nada se demostraron
que las cosas bien hechas, con esfuerzo
compartido y en equipo siempre salen. Lo
más importante es lo que hemos logrado
dentro. Nadie nos quita ahora la satisfac-
ción de ser un equipo. Lo demás, los resultados
inmediatos, pasan. Les pregunto: ¿ganamos?
–No, pero es como si hubiésemos ganado –
gritó Martín.
–Cumplimos nuestra meta. Y ya verán: en la liga
demostraremos mucho más. Hoy, mientras se preocupaba
cada uno en ganar no hacían nada, pero en cuanto busca-
ron al equipo todo empezó a salir. En ocasiones ésa puede
114
ser la diferencia. Ahora disfrútenlo, se lo me-
recen. Nos vemos el miércoles, el lunes no hay
entrenamiento. ¿Todos tienen con quién irse a
casa?... Bueno, no se olviden nada.
Salimos cantando. Afuera estaban las familias que
tanto nos apoyaron. Antes de irme me acerqué a
Álvaro.
–Buen penal, Salvaje.
–Si lo erraba tenía que «romper» la cara de alguien
que conocemos y me dio flojera, me costó menos
hacer el gol... La pasé bien.
–Gracias, nos vemos... y no olvides la tarea de Músi-
ca –dije mientras me alejaba. Hizo una seña con la
cabeza: ambos sabíamos que no la llevaría.
Lección 23
¿Quién es verdaderamente quién?
–Todavía no entiendo bien cómo empatamos ese partido...
estuvo espectacular.
–El segundo tiempo mejoraron. Estuviste bien en la portería.
–En algunas jugadas no sé cómo hice. ¡Qué bueno que nos
fue bien!
Era domingo, hora de la siesta. Con Paco estábamos en mi
casa del árbol.
–Oye, no te agradecí la ayuda para juntar el dinero.
–No fue nada. Me divertí lavando autos. Ahora espero que
nos apoyen en nuestro equipo de atletismo.
Pensé que era un interesado, pues solamente buscaba llamar
la atención sobre el deporte que practica: correr. Paco es buen
velocista para su edad y ha insistido en practicar carreras de «fon-
do», un poco más largas, para que el colegio participe en la siguiente
maratón estatal. No era un equipo muy popular, pero claro que nos
gustaría verlo ganar.
115
 construyendo mi personalidad | lección 23: ¿quién es verdaderamente quién?
–Oye, por cierto, ¿sigues peleado con el Salvaje?
–Nunca peleamos –se defendió.
–Bueno, pero no lo puedes ver, ¿no?
–Es cierto, desde la broma... pero además, es siempre igual:
bravucón, insolente, inaguantable. Además, cómo se viste y cómo
trata a los demás. No lo soporto, sólo de verlo me cae mal.
–Pero con la lavada de los autos algo cambió.
–No lo hice por él.
–Lo sé, pero trabajamos todos juntos.
–Tienes razón. No era el de siempre... igual no confío.
–Y si te digo que te equivocas.
–¿Cómo?
–¿Sabes?, hace tiempo pensaba igual que tú. Después vinie-
ron el fútbol, el campamento y empezamos a hablar. Pensaba que por
ser su amigo él iba a cambiar y a ser, no sé, como tú o yo, pero me
equivoqué...
–Terminaste tú siendo «malo» como él –me interrum-
pió con tono de burla.
–¡Pero qué dices!... No. En la medida en que me fui
ganando su confianza descubrí en Álvaro una persona distinta.
–¿Qué, tiene doble identidad?... Ya sé: es agente secreto.
–No seas tonto. Lo que quiero decir es que muchas
veces no se comporta hacia afuera como es de verdad. No te lo
sé explicar, pero como que las personas a veces nos compor-
tamos con otros de una manera que no dice todo de noso-
tros. Te doy un ejemplo: Álvaro lleva el pelo un poco largo y
para muchos es un rebelde sin causa...
–¿Y no es así?
–¡No! Hay cosas de los demás que no nos gus-
tan que tal vez no son lo verdaderamente impor-
tante. Pero eso no nos debe impedir conocerlos o
116
intentar conocerlos como son; muchas veces las apariencias enga-
ñan, tanto por lo bueno como por lo malo. Una vez conocí a un chico.
En seguida nos hicimos «amigos» porque parecía buena gente. Llegó
a venir a casa para intercambiar estampillas...
–Por cierto, recibí una muy buena de Kenia.
–Luego la vemos. Tengo una francesa de colección limitada
que de seguro te va a gustar...
–Bueno, pero continúa, ¿qué pasó con el tipo?
–Sí... Días después noté que me faltaban estampillas. Al prin-
cipio pensé en mis hermanos, pero ellos no habían sido y me olvidé
del tema. El tipo volvió a venir un par de veces y siempre alguna me
faltaba. Empecé a sospechar, se lo dije y efectivamente me las había
tomado: “Me gustaban mucho”, me dijo descaradamente. Me di cuen-
ta, por lo menos en una faceta, cómo era: por fuera «muy bueno», por
dentro no tanto.
–¿Y con Álvaro?
–Con él fue lo contrario: por fuera es medio
patán y hace cosas que no me gustan, pero
...muchas veces las por dentro es distinto. Tal vez te dice “¡NO!”
apariencias engañan, de mal modo si le pides algo, pero al rato lo
tanto por lo bueno hace.
como por lo malo. –¿Y tú crees que eso está bien?
–No. Tiene un carácter que cambiar, o tal vez
tendrá problemas, pero en realidad no es malo.
–¿Qué me quieres decir con todo esto?
–Que no lo juzgues por lo que ves sino que intentes conocer-
lo y entenderlo. Si conociendo lo importante que hay en él te parece
mal, pues no tengo nada que decir.
–Pero lo que se ve refleja lo de adentro.
–No siempre. Un ejemplo (éste me lo dio Miguel Acosta):
tienes frente a ti dos platos de comida, uno excelentemente presen-
tado y otro que más que comida parece... bueno, me entiendes. Pero
resulta que antes de elegir te dan la lista de ingredientes y ves que el
117
 construyendo mi personalidad | lección 23: ¿quién es verdaderamente quién?

primero está hecho a base de químicos que incluso sabes que ya te –¿Te acuerdas del ejemplo de la manguera y la víbora?
han caído mal, pero el segundo tiene vitaminas y escondido el adere-
–¡Ay, ese ejemplo...!
zo que más te gusta, ¿cuál eliges?
–Así como con Álvaro o la pornografía, he llegado a pensar
–El segundo...pero podría estar mejor presentado para que
que las apariencias te pueden llegar a alejar de lo esencial, de lo
uno no se equivoque.
importante. He pensado mucho en lo del sentimiento y la verdadera
–Tal vez sí, pero esto te demuestra que no hay que juzgar sólo felicidad, y te aseguro que nunca me gustaría perder mi felicidad por
por la apariencia. Por ejemplo, en el caso de la broma y la pelea, ¿has un sentimiento superficial y del momento...
pensado que podrías haber quedado frente a Álvaro (y algunos más)
–¡Uy, volvió a salir el filósofo!
como un tipo inaguantable que no soporta nada?
–Así como en ocasiones tú me ayudas, yo te digo lo que
–¿Él te dijo eso?
pienso. Tú haz lo que quieras... yo –dije bajando del árbol– me que-
–No, pero debes admitir que ese día te portaste muy duro... y do con el dicho de mi abuela: “No todo lo que brilla es oro”. Ahora, si
que a veces así eres, incluso con los profesores. quieres ver mis estampillas nuevas, ven. Y te voy a regalar una, no
vaya a ser que después me falten...
–Mira quien habla, «señor perfecto».
–¡Me las voy a llevar todas, amigo!
–Nada de señor perfecto... También tengo defectos, si un día
ando de malas mando a todos a... a..., ya sabes, «muy lejos». Pero en tu Salimos corriendo, muy seguros de que un buen amigo no se
caso admite que a veces te ves como un pesado. paga con nada, aunque nunca lo hubiésemos pensado.
Cuando lo dije creí que Paco me pegaría, pero se mostró realmente
tranquilo.
–Pero también te conozco y sé cómo eres en realidad. En ti también
se ve una diferencia.
–Pero lo exterior debería reflejar lo interior –insistió tozudamente.
–Debería, pero no siempre es así. Claro que lo mejor es hacer cosas
buenas que parezcan buenas. Además no hay que dejarse engañar
cuando una apariencia vende algo malo por bueno, como cuando te
ofrecen pornografía como si fuera buena.
–A veces «parece demasiado buena».
–¿Qué quieres que te diga? Pienso en mis hermanas y en mi
mamá y se acabó lo «bueno».
–¿Y eso de dónde lo sacaste?
–Un consejo de alguien por ahí. Al principio me chocó, pero
me ha venido bien.
–No lo había pensado así.

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Unidad V:
¿Quién soy y dónde estoy?
Lección 24
La persona, importante por sí misma
Por esos días Miguel volvió «a las andadas» con nosotros.
–Quiero volver sobre una pregunta pendiente. ¿Se acuer-
dan?... Tú dijiste, Maru, que algunos «usan su cuerpo» para sentir
placer, ¿recuerdas?
–Más o menos.
–En esa ocasión a su vez les pregunté si el cuerpo se puede
usar.
–Sí –se apuró Juan–, yo lo uso para todo, ¿no?
–Piénsalo bien, Juan. ¿Te acuerdas que dijimos que el cuerpo
es parte de la persona humana? Imagínate que alguien se acerca a ti
para que le hagas la tarea, te usa y después ni se acuerda de ti y hasta
te pisotea, es decir: te usa. ¿Qué se siente?
–Mal.
–Claro, porque tú no eres una cosa, eres una persona, eres
alguien (no algo) y eres importante, y lo primero que quieres es
que te respeten: en cuerpo y en espíritu.
–Pero no es alguien importante –interrumpió Maru, que a
veces era como si Álvaro se pusiese falda y tuviera el pelo largo–, es
solamente Juan.
Todos reímos.
–Pues justamente por ser Juan es alguien importante, así
como tú eres importante y todas las personas son importantes. ¿Se
acuerdan de la torre de petróleo? Todos tenemos un tesoro dentro, el
petróleo: todos somos valiosos.
–Pero si no somos todos iguales, ¿cómo podremos tener el
mismo petróleo?
120
–Vamos por partes. Hoy se discute, por ejemplo, si el hombre
es más que la mujer o al revés. Es una discusión sin sentido: todos,
hombres y mujeres, somos iguales. Tenemos el mismo petróleo al
que llamamos dignidad. Somos distintos, pero valemos lo mismo.
–No entiendo –interrumpí–, ¿iguales o distintos?
–Las dos cosas. Todos tenemos el mismo petróleo, pero cada
torre es distinta de las demás, única, especial. Hombres o mujeres;
negros, blancos, mestizos; gordos o flacos. Nada de esto nos hace
mejores o peores, sino solamente distintos. Por eso la definición de
dignidad se refiere a importancia, nobleza y exige siempre respeto.
El pensar, por ejemplo. No todos los seres de la tierra pueden hacerlo,
pero tú sí. ¿Crees que se te hubiera dado un privilegio tan grande si
no fueras de verdad muy importante?
Eso sí que era un regalo grande, y a veces «ni lo pensamos».
–Ahora bien, ¿se puede perder la dignidad?
Todos lo miramos con cara de no saber.
–Les haré la misma pregunta de otra mane-
ra: ¿Se puede dejar de ser persona?
La definición de –Sí... cuando te mueres –dijo con aparente
dignidad se refiere a lógica Dolores.
importancia, nobleza y
exigencia de respeto. –Bueno, eso es para discutirse, ¿pero mien-
tras tanto? Por ejemplo, si te sacan una muela,
¿eres «menos Dolores»?
–Al contrario –intervino Adrián–, es «más
dolores».
Ni hablar del chistocito de siempre.
–Al margen. Lo que quiero que vean es que lo que te hace
ser persona nadie te lo quita mientras vivas. Esto quiere decir
que todos tenemos petróleo en nuestro interior. Algunos lo sacan
con fuerza y otros casi no, pero siempre está. Por lo tanto todos los
hombres merecen respeto, por más feos o malos que nos parezcan.
–¿Por más malos que sean?
121
 construyendo mi personalidad | lección 24: la persona, importante por sí misma
–Así es. No se trata de dejarlos hacer el mal. Por ejemplo, a un
preso se le debe respetar, aunque lo metamos en la cárcel para que no
vuelva a robar.
–Pero él no respeta a los demás –el tono en la voz de Maru
sonaba como a queja.
–Sobre todo los que lo vuelven a hacer. Hay tipos que salen de
la cárcel para volver a robar.
–Sí, sí... –todo el salón empezó a murmurar.
–Esas personas no saben lo que ellos mismos valen y por eso no
respetan a los otros. Cuando una persona no se respeta a sí misma
manda ese mismo mensaje de «no respeto» a quienes lo rodean, y el
mundo a su alrededor se convierte en una constante de desconfianza. En
nuestro caso, si nos respetamos a nosotros mismos transmitimos un
mensaje de «respeto»; los demás lo reciben y les aseguro que nos respetan.
–¿Cómo te debes portar para que los demás te respeten?
–Son dos cosas: como ya dijimos, primero te tienes que respetar
verdaderamente a ti mismo. Pero además tienes que aprender a tratar
muy bien a los demás, porque son tan importantes como tú mismo.
“Soy importante (ya lo sabía), me respeto a mí mismo y
respeto a los demás. Los demás captan este mensaje y me respetan.
Suena lógico”.
–Por eso hay que entender que existen tres formas o modos
de relacionarnos con lo que está a nuestro alrededor:
El modo utilitario: usamos las cosas porque son útiles. Un
martillo lo usas como te da la gana mientras te es útil.
El modo placentero: surge de buscar únicamente el placer.
Algo me interesa en la medida en que me provoca placer. Por eso elijo
manzana en lugar de naranja o la playa en lugar de quedarme en casa.
En ambos casos uno es el centro; lo demás sólo vale en fun-
ción de uno. El martillo, luego de usarlo, se guarda en un cajón. El jugo
de naranja, cuando ya no tengo sed, no tiene ningún sentido: “No da
placer, no sirve”.
–¿Y eso es malo? –interrumpió desafiando Maru.
122
–No, todo lo contrario. Si el martillo fue útil o si te fascina el
jugo de manzana, ¡excelente! La pregunta es: ¿Se puede aplicar esto a
las personas?
“Me parece que no...”, pensé yo automáticamente. Pero la
discusión continuaba.
–Aquí descubrimos el tercer modo, el personal: nos dirigi-
mos a alguien porque en sí mismo es bueno. “Te trato con respeto y
te quiero porque eres alguien tan importante como yo mismo”. Ésta
es la forma de relacionarnos con las personas.
–¿Y esto qué significa en concreto? –preguntó desconfiada
Julieta.
–Significa que debes preguntarte: ¿Para qué o por qué me
relaciono con esta persona? ¿Porque me es útil igual que si fuera una
cosa? Imaginen una chica que está con un chico porque la lleva en
carro a casa todos los días, o el chico que lo único que le interesa es
alguien que le haga la tarea. Más parecen esclavos.
“No soporto a la gente que me busca para usarme... pero a veces se da”.
–¿O me relaciono porque es placentero? Por ejemplo, la
relación entre las personas de sexo complementario
es muy agradable. De hecho por eso nos acercamos,
porque otro «nos gusta». Pero si queremos una rela-
ción basada solamente en el gusto partimos de no
respetar lo que somos y lo que podemos dar como
personas: en cuanto el otro deje de darnos pla-
cer se acabó la razón de estar juntos, «ya no
vale para nosotros». Y es igual a la inversa:
cuando yo ya no provoque placer el otro me
dejará y ya no le importará lo que pienso al
respecto.
Con esto nos damos cuenta de que las cosas
son medios, pero las personas son fines. Si tra-
tamos a las personas como cosas no les esta-
mos dando su lugar ni nos estamos conquis-
tando nuestro lugar.
–¿Y cómo encaja la sexualidad en todo esto?
123
 construyendo mi personalidad | lección 24: la persona, importante por sí misma

–La sexualidad está presente de una u otra forma en todos Miguel caminó hasta la banca de Maru que seguía mirando al
los niveles de la persona. No es algo externo o agregado, es parte piso. Se paró junto a ella y mirando al resto del salón remató su frase.
fundamental de la persona, de ti mismo. Por eso debemos aplicar el
–Nosotros podemos marcar la diferencia... “aunque haya
modo personal, porque la sexualidad es tan importante como noso-
muchos que hayan olvidado lo que es el respeto en la sexualidad” –
tros mismos.
evidentemente había escuchado muy bien. Maru estaba roja–. Por
–¿Quieres decir que el placer no cuenta para nada? No estoy eso nunca habrá sexualidad si no hay verdadero amor. Porque el
de acuerdo. amor exige respeto y sólo el amor puede garantizar ese respeto. El
amor es como la fruta: si la bajas del árbol cuando todavía está verde,
Maru preguntaba exaltada y se contestaba a sí misma, sólo
probablemente te dé indigestión, pero si esperas... no hay nada más
que Miguel tenía otras respuestas un poco distintas.
rico que una uva fresca y recién cosechada.
–El placer no es malo, pero tampoco puede ser el fin. La
Se hizo silencio.
persona no ha sido creada para experimentar placer de manera ili-
mitada. Llega un punto en que éste te aburre o hastía. No es malo –¿Alguna pregunta más?... Bueno, gracias y espero verlos
experimentar placer cuando estás con la persona a quien amas o te pronto. Estaré viniendo al colegio y estoy a su disposición. Cuídense.
sientes a gusto (y tengan en cuenta que placer no es solamente el de
Alguien empezó a aplaudir y todos lo seguimos. Eso era lo
la relación sexual, hay otros tipos de placer). Pero, ¿estás con ella sólo
que había dicho la primera clase: La sexualidad es hermosa pero
por el placer que experimentas? Si es así la persona es un objeto de
no es un juego, es importante.
placer para ti, la persona está a tu servicio. No te relacionas de un
modo personal con ella. Al salir al patio me alegré al ver que Miguel estaba conversan-
do con Maru, y lo mejor de todo era que ella estaba sonriendo.
–¿Y cómo sabemos que es realmente el modo personal? –
preguntó Vanesa mientras Maru ponía cara de fastidio.
Lección 25
–Pregúntense siempre si lo que hacen respeta la condición
Ser yo mismo
de personas, tanto de ustedes mismos como del otro. La sexualidad
no está puesta en nosotros sólo como fuente de placer ni mucho
–¡Carli! Contesta, hijo. Quiero que vayas a hacer unas com-
menos como forma de usar a los demás, aunque haya gente que así lo
pras.
haga. La sexualidad es demasiado grande para esto, porque la perso-
na, ése que está frente a ti, es demasiado importante... Mi madre hacía rato me llamaba... No tenía ganas de contes-
tarle, quería estar solo. Pero...
–Parece que muchos han olvidado eso... –esto último Maru
lo dijo muy bajito, mientras bajaba la cabeza mirando al piso. –Voy mamá...
–... En lugar de esto el verdadero amor busca lo mejor para la –¿Por qué no contestas cuando te llamo?
otra persona –continuó Miguel como si no hubiera escuchado–.
“¡Qué fastidio!”, pensé. Me puse las manos en los bolsillos.
Éste tiene que ser el criterio... Preguntarme siempre: ¿Esto que hago
realmente es bueno para la otra persona y para mí, o es producto de –¿Qué quieres? –dije.
un capricho? Si se responden con valentía y verdad esta pregunta,
–¿Pero qué te pasa? Mejor cambia esos modales.
tienen todo ganado. Pero si desean engañarse, no hay nadie que los
pueda ayudar. –Bueno, mamá, me dices qué quieres o vuelvo a hacer lo que
estaba haciendo...

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 construyendo mi personalidad | lección 25: ser yo mismo
Mi madre se enojó. Sé que estuvo a punto de pegarme (me lo
merecía), pero pasó a otra cosa. De seguro luego me lo mencionaría.
–Bueno, compra esto –me dio una lista–. ¡No te tardes! –me
insistió.
Hay días en que estoy enojado con todo mundo. “Me molesta
que me traten como a un nene”. El supermercado estaba lleno y justo
me encontré con Claudio en la puerta.
Cuando llegué a casa mi mamá estaba furiosa:
–¿Dónde te habías metido? Hace una hora que saliste y nece-
sitaba la harina.
–¡La hubieras ido a buscar tú!
–¡Muchacho insolente! Ve a tu cuarto y hoy no hay permisos.
Todo se me subió a la cabeza... pero la agaché y fui hacia el
cuarto.
–No –me interrumpió–, mejor vete a tu casa del árbol, tu
hermano está estudiando.
Salí con rabia, quería romper todo: “Son injustos conmigo.
Siempre estorbo”. Después de un rato me fui serenando y empecé a
darme cuenta de lo que estaba sintiendo. “Ya no soy un nene que no
sabe hacer nada, crecí. Sí, entérense, crecí... Pero, ¿en qué y para qué?
Según los grandes soy chico, y según los chicos soy grande. Dicen que
es normal, pero ando hecho un nudo. Un día de buenas, otro de
malas, como ahora, que quiero descansar y justo a mi mamá se le
ocurre mandarme de compras...”
–Estás muy callado, ¿se puede saber qué te pasa, Carlos? –
durante la cena mi papá se mostraba intrigado.
–Nada.
–Ha estado así todo el día. A veces no sé qué hacer con él –
intervino mi madre.
–¿Qué te pasa, hijo?
–Nada... no sé. ¿Puedo retirarme de la mesa? –me sentía de-
solado.
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Al otro día todo seguía dando vueltas. En el salón de clase
estaba mejor, pero no me engañaba, no era la solución. El problema
también por momentos eran ellos, porque lo más importante era
caerles bien, cosa no siempre fácil.
En el recreo salí y vi a varios reunidos cerca de la puerta. En
el medio estaba Miguel:
–...Vine a arreglar unos papeles con el Director, ya saben,
rutina... Carlos, ¿cómo estás?
–Bien... ¿y usted qué tal?
–También bien... pero extrañándolos.
–¡Ay, sí...! –contestaron las chicas con tonito.
En ese momento sonó el timbre. Todos se despidieron y que-
dó solo. Cuando enfilaba para la dirección, me vio.
–Carlos, ¿querías hablar...?
–Si puede.
–Cómo no. Ahora regreso.
En ese instante estuve a punto de irme: ¿Qué le iba a decir?
De todos modos me quedé.
–Volví. Vamos a la cafetería, te invito un refresco.
–Gracias –un refresco «de arriba» siempre anima.
Nos sentamos en una de las mesas de plástico. La mañana era
espectacular.
–Aquí me tienes.
No sabía ni por dónde empezar.
–¿Qué me pasa, profe?
–Eh... dime Miguel... No entiendo tu pregunta.
–Me siento raro. Primero fue el cuerpo: lo que hablamos en
el campamento. No que haya mejorado mucho, pero al menos lo
entiendo. Lo que no comprendo ahora es por qué a veces no encuen-
tro un lugar. Me siento confundido: sé que no soy chico, pero para
127
 construyendo mi personalidad | lección 25: ser yo mismo
mamá soy el nene de los mandados, para papá... ¡nadie me compren-
de! Y los amigos: que a veces una cosa, que a veces otra... Siento que
nunca voy a ser perfectamente como quiero... Sé que hay que
amarse y aceptarse, pero cuando miro a otros, no sé, siento que soy
«peor»...
–Per-fecta-me-nte nor-mal –me interrumpió.
“¡¿Qué, no saben decir otra cosa?!” Me puse de pie, listo para
largarme.
–¡Al diablo contigo!
–Espera un segundo, ¿no quieres escuchar el resto?
Volví a mi silla, había sido la demostración de otro de mis
arranques.
–Digo que es normal que te sientas así, es la edad. A mí me
pasó lo mismo. Ya no eres el chico que todo lo recibe de papá y
mamá. Eres más libre, tienes más cosas en qué pensar, pero eso no
siempre es fácil.
–¿Por eso me siento así, tan inaguantable?
–En parte. Deja, que te sigo contando. El otro elemento im-
portante es que ya no eres «el niño de mamá».
–¡Eso mismo digo yo!
–Pero tampoco te manejas solo. Todavía necesitas que al-
guien te aconseje cómo guiar tu auto, ¿recuerdas? Quieres alejarte
un poco de tus padres y, ¿con quién te juntas?
–Con los amigos.
–En parte te hace sentir bien, pero en parte no, porque eres
distinto de ellos y no quieres que nadie te confunda. Conclusión: te
sientes «bicho raro».
“Exacto”.
–Son los síntomas del que empieza a construir su vida. No te
preocupes y no te impacientes. Busca todos los días ser tú mismo,
poco a poco irás encontrando tu lugar en el mundo. Paciencia, mu-
chacho, no eres el único al que le pasa. Debes descubrir quién eres tú,
128
único e irrepetible, con cualidades y defectos, pero se va dando
poco a poco. Nunca pierdas de vista que eres muy importante, el
mundo no sería igual sin ti. Tienes dentro el valor de tu petróleo, y
éste es el momento en que empiezas a sacarlo con fuerza. No te
desalientes si no entiendes, no importa, sé fiel a ti mismo, poco a
poco tu combustible irá saliendo y te pasará como al Patito Feo.
–¡¿El cuento de chicos?! –estaba horrorizado porque ya me
veía leyéndolo.
–El mismo...
–¿Qué tiene que ver conmigo? ¡Ya no soy un niño! ¡Pensé que
tú me ibas a comprender!
–Léelo y entenderás.
“Genial. No sólo me gano un discurso, sino que ahora estoy
como los niños que empiezan en la escuela”.
–Tranquilo. Después de leer el cuento entenderás que ésta es
una etapa en tu vida. Pronto pasará. Cuando eso pase entenderás los
cambios por los que ahora pasas y hasta los agradecerás.
Lección 26
El grupito
A estas alturas del año y con todo lo que había pasado, Álvaro
no era el mismo. El problema fue que para quienes solían «divertir-
se» a sus expensas ya no era bienvenido, y esto lo puso mal. Un día
dejó de hablarme y de juntarse conmigo. Además se le volvió a ver en
el habitual rincón junto con el «grupo», tirándose uno a otro una
pelota de béisbol.
Decidí implementar una estrategia: desempolvé mi guante
de béisbol y saqué del armario una pelota autografiada que tenía mi
padre. Al otro día me acerqué de improviso y le arrojé la pelota a
Álvaro.
–Recibe ésta, Salvaje.
–Oye, Pitufo, ¿de dónde la sacaste?
–Por ahí...
129
 construyendo mi personalidad | lección 26: el grupito

–Pero es profesional... y oye, ¡mira el guante! ¿Me lo prestas? Era tarde para todo. El profesor Argüello había hecho la pre-
gunta incorrecta: si tan sólo hubiera preguntado: “¿Quién la arrojó?”
–Claro.
Pero no: tenía que preguntar de quién era.
No me gustaba la idea, pero había captado la atención y no
No pude pensar: una mano poderosa me tomó del brazo y
era cuestión de echarlo a perder.
me condujo, con guante y todo, a la dirección.
–Oye, Alacrán, ¡mira! –Salvaje le arrojó la bola.
–Ayala, me extraña... ¿Qué fue lo que hiciste? –Yo, mudo,
–¡Qué belleza!... ¿Qué hace ese insecto en nuestra parte del ¡¿qué podía decir?!, la pelota y el guante eran míos.
patio?
–Pagarán tus padres y tendrás un día de suspensión... Creí
El Alacrán, José Arroyos, era el más grande del grupo, y algo que eras un chico juicioso.
así como el rey. Me hice el desentendido, mezcla de miedo y táctica,
El comentario del Director me dolió y me dio rabia, pero mi
aunque en el momento me aseguré de que era pura táctica.
silencio continuó, la cabeza baja.
–Trajo la bola... ¡Y mira este guante!
–El teléfono de tu casa.
–Eso cambia las cosas... “Bienvenido”. ¿Quieres jugar con
Vino mi madre y juntos fuimos al vidriero. Simbólicamente
nosotros?
ella me dio la boleta.
La amabilidad era exagerada, pero de todos modos me sentí
–Para que tengas una idea de cuánto costó tu «gracia».
halagado. Estaba en el lado más ambicionado del patio.
Mi padre lo tomó con calma. Pero escuché su comentario:
–¡Bien!... ¿a qué jugamos? –pregunté ingenuo.
–Primero lo del campamento, ahora esto, ¿qué será de este
Alacrán puso cara de fastidio.
chico?
–A lanzar y recibir... Yo estreno el guante –y rápidamente se
“Pero no soy malo, sólo tengo mala suerte”. Me sentí solo y
lo arrancó a Álvaro–. No te importa, ¿no?
lloré en mi habitación, para qué lo voy a negar.
–No, claro, úsalo –una vez más mi «excelente estrategia».
De regreso en la escuela todos me miraban con cara rara.
No era como me lo hubiera esperado. Alacrán pitchaba muy Álvaro se me acercó.
fuerte, y detener la bola sin guante no es fácil. No me sentí a mis
–Recuerda que tienes tu lugar...
anchas, pero estaba ahí. Noté cómo miraban los demás, los que no
estaban en el rinconcito, y me sentí privilegiado, «especial», de otra –Gracias.
«categoría»...
En el recreo fui para allá.
Una estridencia me sacó de mi nube. Se rompió un vidrio,
–¡¿Qué tal, Pitufo?! Lástima, pero tú sabes que fue un acci-
pero parecía que todos los vidrios de la escuela se hubiesen quebra-
dente, ¿no?
do juntos. Escuché la voz de Alacrán que decía: “¡Humo!” y al instan-
te no quedó nadie, excepto yo y a mis pies el guante. –Sí, descuida.
–¿De quién es esta pelota? La pasamos contando chistes y riéndonos de todos, especial-
mente de las chicas. Me sentí fuerte, «intocable».

130 131
 construyendo mi personalidad | lección 26: el grupito

–Oye, hoy nos juntamos en casa de Armando, ¿vienes? –me –¿Tienes sed?... Ten.
invitó Alacrán.
–Gracias.
–No creo que me den permiso.
Probar y escupir fue la misma cosa.
–Alquilaremos una película.
–¿Qué es esto?
–Vamos, viejo –insistió Álvaro.
–¡Cerveza! –contestó Alacrán mientras reía.
–Bueno, lo intentaré.
Me supo horrible. Por suerte era el último vaso que quedaba
En el aula la sola presencia de Paco me fastidiaba, no quería y lo había derramado.
ni que me mirara. Para colmo se me acercó:
–Armando, ¿donde está el baño? Necesito limpiarme...
–Oye, lamento lo de tu suspensión, pero si quieres te llevo los
–Por el pasillo, al fondo.
apuntes esta tarde.
Mientras me limpiaba escuché gritos frente al televisor. Me
–Estoy ocupado... por favor ya no me molestes.
eché colonia encima y salí corriendo.
Paco se quedó de una pieza. Todo me daba vueltas: teórica-
–Te perdiste la mejor parte, maestro.
mente sabía lo que no tenía que hacer, pero... Al siguiente recreo
pedí permiso, cambié mi lugar y me puse junto a Armando. «La mejor parte» era cuando una chica se sacaba todo.
+++
–Oye, merece que lo rebobinemos.
–¡Carli! –No, no... se lo perdió, que lo vea después.
–Sí mamá. No dije nada: quería y no quería... Si antes la cabeza me daba
vueltas, esa tarde era peor. Por suerte a la película le quedaba poco.
–Quiero que vayas a hacer unas compras.
–Tengo que irme –dije cuando terminó.
–Voy mamá.
–¿No te quedas? Ahora viene lo bueno, vamos, juguemos
La excusa perfecta.
dominó.
–Pasa, Pitufo –me abrió Armando.
–Pero...
–¿Están tus papás?
–No nos vas a dejar ahora...
–No, estamos tranquilos.
–Bueno... un rato.
–Menos mal –dije mecánicamente.
A las 8.30 no pude más:
Hacía un rato que veían un vídeo.
–Ahora sí, me voy.
–Ven –insistió Alacrán–, la película está muy buena.
–Quédate...
Me senté para aburrirme soberanamente. No sabía por qué,
–¡Me voy! –dije en tono terminante.
pero me sentía incómodo. Traté de dejar de pensar en mis papás y la
bolsa de compras que había dejado junto a la puerta. –Déjenlo: se va «el nene de mamá».

132 133
 construyendo mi personalidad | lección 26: el grupito

Ni siquiera me detuve a darme por aludido. No me importa-

ba, quería llegar a casa. Había hecho una tras otra. Pateaba el piso,
tenía rabia... rabia conmigo mismo. Me topé con mi mamá en la
esquina.
–Carlitos, nene... ¿estás bien?
–Sí, mamá –hasta el momento ni un regaño.
–¿Dónde estabas? Hace horas saliste. Llamé a Paco y no sabía
nada de ti –estaba nerviosa–. Tu padre salió a buscarte. ¿Qué te pasó?
–Nada, mamá, andaba por ahí, con amigos.
–¿Con amigos, eh? ¡Y hueles a cerveza! –pasó de nerviosa a
preocupada–. ¿Con qué clase de amigos nuevos te estás juntando?
Vamos a casa a hablar con tu padre.
Sabía que había un error, pero no veía exactamente dónde.
Hasta el momento mis padres no me habían castigado, pero su pre-
ocupación era evidente. Mientras llegaba papá, tomé una ducha. El
agua cayéndome en la cabeza creaba un clima distinto, aislado. “¿Y si
todo fue un mal sueño?”
–¡Carlos! –“no fue sueño”–. En cuanto termines te espero en
mi habitación... ¡Pero hoy!
Cerré la ducha y comencé a secarme e imaginar una gama de
«torturas» que me aplicaría mi padre. Seco y en pijama me acerqué
al cuarto de torturas (léase: “habitación de mis padres”).
–Siéntate.
Nunca olvidaré la expresión del rostro de mi padre. Con la
mayor serenidad me preguntó:
–¿Tomaste hijo?
–¡Te juro que no, pa!
–No hace falta que jures, simplemente dime la verdad.
Fue la frase que más se me grabó: “simplemente dime la
verdad”.
–No papá, no tomé.

134
 construyendo mi personalidad | lección 27: un grupo de verdad
–Bueno, ahora cuéntamelo todo... desde el principio.
Y ahí me tenían, contándole a mi padre los pormenores del
lío, exceptuando las lágrimas en mi cuarto, pero creo que eso siem-
pre lo supo.
–¿Y qué piensas?
–No sé qué pensar, papá... no es excusa, no sé qué pensar.
–Está bien... te entiendo. ¿Sabes lo que le hiciste pasar a tu
madre? Ahora ve y pídele perdón.
–¿No me pones castigo?
–Yo no... cuando tengas más fresca tu cabeza espero que ven-
gas y me digas qué harás para remediar en parte esto. Está en ti...
ahora ve... y oye: me alivia que no te haya pasado nada.
Mi papá no había hecho nada, pero sentí más que nunca que
me dio una gran lección.
Lección 27
Un grupo de verdad
Después de las palabras de lo que pasó con el Alacrán y su
grupo me identifiqué un poco más con el Patito Feo. Cuando lo leí
me sentía «feo»: para mi grupo, para mis viejos, para todos. Pero
necesitaba encontrar mi lugar. Éste es el cuento y esto lo que sucedió.
En realidad tenía que juntarme con los míos: los cisnes.
El Patito Feo
Una pequeña criatura sale de un huevo, se encuen-
tra rodeado de pequeños patos de agua y cree
que es un pato como ellos. Esos patitos son
animales con plumas suaves, mientras que él
es tosco, largo y gris. Luce cómico y los patitos lo
ridiculizan. También lo rechazan los otros animales
de la granja. La campesina, al verlo diferente, le
niega comida, y luego lo corre a escobazos.
Desesperado, rechazado y decepcionado esca-
pa de la granja. En campo abierto pierde
136
su camino. Triste y solo casi muere; se tira al suelo con su cabeza
bajo sus alas, y tirita de frío hasta que el otoño se convierte en
invierno. Entonces siguió vagando y sufriendo porque nadie lo
aceptaba como pato. Finalmente se fue a esconder entre los juncos
de un gran lago, que estaba congelado por el frío invierno.
Con la primavera volvieron los cisnes, la especie más prestigia-
da de entre los que tienen plumas. Cuando el Patito Feo los vio,
pensó: “Estos fabulosos pájaros me despreciarán y picotearán
hasta morir, pero esto será mejor que la vida que llevo”. Para su
sorpresa, ellos nadaron junto a él y lo saludaron con sus alas y
cabezas.
El Patito Feo miró hacia abajo y, ¿qué vio en el agua? Su refle-
jo: un hermoso y poderoso cisne. No podía creerlo: ¡Él era un
cisne! ¡Siempre había sido un cisne! No lo sabía, pero era único,
especial. Sólo fue cuestión de tiempo y su plumaje gris se con-
virtió en blancas plumas.
Si el Patito Feo hubiera creído en sí mismo y en que su rudeza
y plumaje gris eran la promesa de un hermoso futuro, no hu-
biera sufrido. Él no lo sabía: buscaba la aprobación de los otros
en lugar de aceptarse a sí mismo y aprender a amarse. A veces
todos somos un poco el Patito Feo.
+++
En el primer recreo me acerqué al rincón sin muchos áni-
mos, pero con la sensación de que todavía debía hacer algo. Lo pri-
mero que encontré fue un pelotazo en plena cara. Todos reían menos
Álvaro.
–¡Hay que estar atento, «Pitufito»! –gritó Alacrán.
No dije nada. Tampoco me fui. Simplemente me agaché y
tomé la bola.
–¡Aviéntala, o también hoy te tienes que ir «con mamita»!
–¡Ya déjalo, Alacrán! –intervino Álvaro.
–Mírenlo: defensor de pobres. Creo que te ha hecho mal
jugar fútbol. Ya no eres como antes. ¡Mamita también te tiene tu
lechita caliente!
137
 construyendo mi personalidad | lección 27: un grupo de verdad

El Salvaje no se contuvo y se le echó encima. Cayeron al piso.
Se revolcaron un rato jalándose del pelo, la ropa y gritándose cosas.
Yo no reaccionaba, simplemente miraba. Llegaron varios profesores
y los separaron. Me hice a un lado para no verme involucrado una vez
más y pude darme cuenta de que los otros del «grupo» habían des-
aparecido, igual que días antes.
Una hora más tarde se supo la sentencia: dos días de suspen-
sión y una semana sin recreos. Para el Alacrán parecía un regalo.
“Vacaciones”, dijo. Álvaro estuvo callado.
+++
–¡Te llama Alicia por teléfono! –mamá me sacaba de mi mundo
Bajé rezongando y contesté de mala gana.
–¡Charlie! Estaba preocupada... con lo que pasó con Álvaro y
José, no entiendo...
–Oye Ali, ¿sabes?, no tengo ganas de hablar, luego te llamo.
Adiós.
Estuve grosero al colgar así, pero no quería hablar con nadie.
+++
Apenas entré al colegio se me acercó Mariana.
Hacía días que a ella tampoco la veía.
–Oye, patancito, quiero que
hablemos ¿o conmigo tampoco
quieres, como con Paco y Ali-
cia? –era un golpe duro.
–No, no. Hablemos.
Lo único que faltaba, ¡pe-
learme con Mariana!
–¿Qué te crees, eh? Prime-
ro te juntas con esos bribones, le
niegas la palabra a Paco y hasta a tu
prima. Rompes un vidrio y tu gran
«amigo» Álvaro termina de los pe-
los con ese idiota de José. ¿Crees que
puedes hacer cualquier cosa? Pues si es así, no eres el Carlos que
conocí y no quiero ser tu amiga...
Hizo una pausa para no comerse las palabras; estaba realmente
furiosa. Entonces aproveché.
–¿Me escuchas?
–¡Habla!
–Ante todo quiero decirte que ni yo sé lo que está pasando.
Últimamente hago locuras y las cosas se me van de las manos. Lo de
Alicia... no siempre uno está de buenas y a veces es difícil controlar-
lo. Lo siento... si no me regañas te lo explico.
–Adelante –su tono había cambiado.
–Como a muchos me llamaba la atención el grupo. Creía que
era lo máximo y que estar en él me daría...
–Status.
–Algo así. Traje mi pelota de béisbol, con la
que rompieron el vidrio... Para «divertirse»
Somos amigos, somos un son los primeros, pero en problemas nadie
grupo: nos preocupamos me conocía. Además hacen cosas que no van
por el otro,lo entendemos, conmigo...
lo ayudamos y no nos –...que por quedar bien también hiciste.
escurrimos en los
problemas. –O por lo menos no dije que me parecían
mal. Entonces sólo ver a Paco me hacía sentir
mal, necesitaba tenerlo lejos.
–Te remordía la conciencia.
–Tal vez. ¿Sabes?, fue extraño. Con todo lo incómodo que me
sentí, seguí con ellos.
Mariana me escuchó más tranquila y al hablar ya no tenía el
tono de reproche del comienzo.
–A mí también me ha pasado, pero pienso que o el grupo te
ayuda a ser mejor y te tiene en cuenta o simplemente «no es tu
grupo». En grupos como ése no cuenta uno o el otro, sino el que hace
«la más grande». Todo se va agrandando porque nadie se quiere

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 construyendo mi personalidad | lección 27: un grupo de verdad
quedar fuera y finalmente pierden el control. Poco a poco haces
cosas que no querías.
–¡Para no quedarte solo!
–Pero, ¿por qué no tener un grupo donde cada uno pueda
hacer lo que piensa y todos busquen realmente ayudarse?... ¿Y ahora
por qué te ríes? Sí, suena cursi mi idea... ¡Quédate con esos pata-
nes...! –ya se paraba para irse.
–Un segundo, Mariana. Siéntate. Me río porque en realidad
nosotros tenemos un grupo, uno muy bueno y no nos habíamos
dado cuenta.
Mi amiga tenía cara de no entender.
–¿Qué pasó en cuanto me distancié de Paco? ¿Por qué estás tú
aquí? Somos amigos, somos un grupo: nos preocupamos por el otro,
lo entendemos, lo ayudamos y no nos escurrimos en los problemas.
–Ya entiendo...
–No me di cuenta y cedí en lo que pensaba por estar en ese
grupo que no valía la pena. Mira, ¿dónde están? ¡Nadie en el
rincón! Cedí para ser parte, pero me resté valor. Era arras-
trado. Me pasó con lo del campamento... pero ¡nunca
aprendo! ¡Me impaciento conmigo mismo!
–¿Y quién no?... Bueno... quiero decir que todos
nos impacientamos con nosotros mismos, son cosas de
la edad, dicen... Me gustaría ya no estar «en la edad»...
–Bueno... pero ahora tengo cosas que hacer.
Gracias, eres una gran amiga.
–Tú también eres un gran amigo –fueron
palabras mágicas.
–Nos encontramos a la salida.
–Está bien. ¡Que tengas suerte!
+++
–¡Paco!
–Ah, su majestad. ¿Ya no te hacen caso
tus amiguitos, «Pitufo»?
140
–Espera. Tienes toda la razón para estar enfadado... Me porté
como... bueno tú sabes... ¿me perdonas?
–Ahora que tus amigotes «marcharon presos»...
–No, no tiene nada que ver. Estuve pensando y... –Paco me frenó.
–Me molestó lo que hiciste, pero ya no importa... Además
siempre es bueno tener alguien al lado para hacer caridad en los
exámenes.
–Oye, yo nunca he necesitado...
Así terminó el asunto con Francisco: me perdonaba sin casi
preguntar. Era el turno de Alicia.
–Oye Ali...
–¡No quiero hablar! –dijo y me dio la espalda.
De pronto sus amigas empezaron a reír. A la fuerza tuvo que
voltear para verme de rodillas suplicando.
–Levántate tonto, todo el colegio está mirando. Te perdono,
pero por favor, párate.
–Gracias, primita, me has devuelto la vida. Chicas, ¿me per-
miten?... «cosas de familia». Estuve pésimo y quiero reivindicarme.
Propongo que vayamos al cine... con los de siempre...
–Genial.
–O.K., búscame a la salida.
A la salida era un alboroto.
–Un segundo –interrumpí–, no hace falta que hagamos todo
el mismo día. Propongo este sábado ir al cine y luego jugar charada
en casa de alguien.
–En mi casa –ofreció Alicia.
Se armó el plan. Hablé con papá, le conté lo sucedido y pro-
puse lavar otro mes los platos.
–¿Te das cuenta que el verdadero castigo sería no dejarte ir?
–Lo sé.
141
 construyendo mi personalidad | lección 27: un grupo de verdad
–Bueno. Acepto lo de los platos, pero busca algo más... Por
cierto, ¿con qué dinero piensas ir?
–Ahorros. Además Adrián conseguirá entradas con descuento.
–Hacen las cosas con imaginación. Bueno, pero se portan bien.
–Sí papá, gracias.
+++
Todavía había uno que no se podía quedar fuera.
–Sí, ¿familia Cárdenas? ¿Se encuentra Álvaro?... De Carlos
Ayala... ¿Salvaje? ¿Cómo estás?... Oye, te invito a mi casa, de paso te
llevas la tarea... ¿En una hora? Me parece bien. Adiós.
–Mira, Salvaje, a ti te suspendieron por mí y yo...
–Nada de cosas, me suspendieron por el infeliz de Alacrán
que si lo agarro...
–No tiene caso, déjalo.
–Pero, ¿qué se cree?
–No importa. ¿No te das cuenta de que la mayoría de los que
están con él no son «amigos» sino «interesados»?
–Es verdad. Tú me parecías «tontito» (no te enojes), después
vino el campamento y el fútbol... Luego quisiste entrar al grupo y te
presionaron. Entonces me di cuenta de que no hacía lo que me gus-
taba. Vino la pelea y eso me convenció. Ahora pienso igual que tú.
–Pues tengo algo que proponerte...
+++
La película que vimos fue verdaderamente buena. En casa de
mi prima estuvieron mis tíos y mis papás aprovecharon para visi-
tarlos. Mientras ellos conversaban, nosotros jugábamos charada.
Tomando palabras de Mariana, “o tu grupo te ayuda a ser
mejor y te tiene en cuenta o simplemente no es tu grupo”.
También descubrí que no soy el Patito Feo. Ahora sólo resta
no sentirme como tal y que aunque de vez en cuando asome alguna
«pluma desagradable», mi realidad es otra. Con la ayuda y compren-
142
sión de mis padres, así como con la ayuda de un buen grupo que me
sepa aceptar, el cisne tarde o temprano siempre sale.
Lección 28
¿A quién admiro?
Tiempo después Mariana me contó lo que a ella le había
pasado al respecto:
El ambiente de las chicas en mi salón era especial. Mariela
había hecho a su alrededor también un grupo «de aparien-
cia», tú sabes: chicas pendientes de cómo verse, qué ropa usar
y cómo hablar para mantener un cierto nivel que las diferencie
de las demás. Fiesta que iban eran el comentario de todos. A mí
me tenían a un lado, pero no les hacía mucho caso.
De pronto Mariela empezó a invitarme a algunas reuniones.
En cierto modo me pasó como a ti: me sentí como «bicho raro»,
pero la curiosidad pudo más, y para no quedar mal no dije
nada. Con Alicia y Cecilia conversamos de todo: de cosas se-
rias, de cómo será nuestra vida cuando crezcamos, en fin, de
cosas de todos los días. Pero había algo distinto en ese grupo.
Eso sí: si se trataba de planear una fiesta o ver ropa de moda
éramos todas amigas.
No entendía qué nos hacía distintas. Hasta que un día Mi-
guel nos hizo hablar de nuestro personaje favorito. Fue una
clase en la que hubo de todo. Edi, fanático del fútbol, presen-
tó a Maradona. Hubo alguno que aplaudió y varios
que abuchearon.
– A ver, Edi, ¿por qué Maradona?
– Primero porque jugó bien al fútbol, el mejor. Ganó millones de
dólares y es ídolo de muchos. Tuvo que hacer su esfuerzo y tuvo
éxito.
Otra vez abucheos y aplausos.
– Silencio... ¿y todo bien con Maradona? ¿Te gustaría imitar-
lo?
143
 construyendo mi personalidad | lección 28: ¿a quién admiro?
Edi se quedó pensando.
– Juega muy bien, pero... no me gusta su actitud: es muy so-
brado. Otra cuestión es la droga, eso también le baja puntos.
Pero, ¿qué quiere que le diga? ¡Veo los vídeos de México ‘86
de mi papá y me fascina cómo juega!
– Gracias, Edi. A ver... uno que no sea deportista.
Levantó la mano Marisa, la «estudiosa» del salón.
– Stephen Hawking. Ocupa la cátedra que fue de Newton en
la Universidad de Cambridge, Inglaterra. Está en silla de
ruedas desde 1974, por una enfermedad que incluso le dejó
sin habla. A pesar de todo se le considera el mayor genio de
física en el siglo XX, después de Einstein. Me admira su
dedicación y esfuerzo para progresar a pesar de todo, aparte
de su contribución a la ciencia.
– Había oído hablar de él, ¿tienes algo más?
– Sí, algo no me gustó. Leí en el periódico hace tiempo que le
pidió a su esposa el divorcio para irse con una enfermera,
que a su vez se divorció del hombre que más le había ayu-
dado con su silla computarizada.
– Pues si es verdad, no es buen ejemplo.
Así fueron pasando famoso tras famoso. Entre los chicos:
Michael Jordan (el basquetbolista), Pete Sampras o André
Agassi (tenistas) y los más diversos cantantes, actores y algún
que otro hombre de ciencia.
En cuanto a las chicas, las deportistas como Gaby Sabatini,
Steffi Graf (que fueron tenistas) o algunas actrices o modelos.
También salieron cantantes de onda como Luis Miguel, Ricky
Martin, Enrique Iglesias o Montaner.
A una se le ocurrió traer el caso de la Madre Teresa de Calcuta.
Simplemente dijo: “Me gustó porque ayudaba a mucha gente en
todo el mundo”. Me conmovió y me pareció buen ejemplo. Pero
Mariela no pudo contener su «comentario» por lo bajo:
– Desentona esta tarada. Se trataba de alguien actual y fa-
moso... no «eso».
144
Me cayó muy mal. Nunca se me hubiera ocurrido decir esto de
una persona tan respetable como la Madre Teresa, que hasta
premio Nobel fue. Siempre recuerdo que a su funeral fueron
varias reinas de Europa y todo. No la elegí, pero me pareció
muy bueno que alguien lo hiciera. Dejó Europa y se fue a la
India para ayudar a los pobres, ¡y con el éxito que ha tenido!
Me da mucho qué pensar.
Bueno, pero tocó mi turno. Leí parte de una entrevista que le hicie-
ron a Tom Hanks a propósito de la película «Forrest Gump»:
Forrest en cierto modo es un ser de una gran inteligencia,
que atraviesa en toda su vida por muchísimos cambios y
golpes de suerte, y llega al final habiendo aprendido una
lección muy simple. Él se conoce, sabe quién es. “Yo no seré
inteligente, pero sé qué es el amor”, dice. Forrest sabe que no
es como todo el mundo, que es diferente, pero sabe discernir
qué es lo verdaderamente importante.
Forrest tiene tan buen concepto de sí mismo –que le viene de
su madre, de amigos como Bubba–, que jamás se siente
aislado. Sabe que siempre hay un lugar para él en el mundo,
y creo que todos quisiéramos sentirnos así.
Hanks (casado con una hermosa «desconocida» llamada
Rita Wilson, padre de tres hijos), dice que finalmente pudo
incrementar su capacidad de amar: “Desafortunadamente
entiendo que la única manera de lograrlo es sufriendo, per-
diendo algunas cosas. Pienso que momentos de pérdidas
fuertes hacen que tu habilidad para amar crezca, cambie.
Eso es lo que hace grandes a los hombres grandes.
Pienso que Norteamérica necesita tirar a la basura todos
sus aparatos de televisión. Hay cientos de canales de televi-
sión y todos están vacíos; los medios masivos de comunica-
ción celebran día a día los peores aspectos de nuestro país”1 .
Inmediatamente me interrumpió Betina:
– ¿Cómo va a decir eso Tom Hanks de la televisión?
1. Diario “Hoy”, 6 de setiembre de 1994.
145
 construyendo mi personalidad | lección 28: ¿a quién admiro?
– Pues aquí está el artículo –le contesté restregándoselo en las
narices.
Se armó una batahola. Tardó en volver la calma.
– A ver, siéntese... Gracias, Mariana, una cara desconocida
del actor.
Finalmente pasó Mariela y habló de una modelo de moda, ni
me acuerdo bien quién. Lo «importante» era: ser famosa, tener
dinero y éxito. No hubo ningún comentario más, pero me dio la
impresión de que para ella estaba todo dicho.
Entendí qué era lo que nos hacía distintas. No sé, pero a mí me
gusta ver las cosas un poco más a fondo.
Inmediatamente Miguel empezó a sacar conclusiones del trabajo.
– Primero les agradezco el interés y el esfuerzo que han hecho
para llevar adelante este ejercicio. Cada uno buscó de acuer-
do a sus gustos y expectativas, y como se habrán dado cuen-
ta hay para todos: desde el deporte hasta la ciencia y la
ayuda social. Para cualquier actividad es bueno tener refe-
rentes, personas que son más que nada personajes. Pero hay
que ser claros: no existe una persona perfecta y sin errores.
Uno de los problemas de hoy es el dividir tajantemente entre
buenos y malos. En las películas, ¿quién gana?
– ¡El bueno! –respondimos a coro.
– Y parece que todo lo que hace es bueno. En la vida no siem-
pre lo que hace el bueno está bien. Si «el bueno» le pega a una
viejita, ¿está bien?... ¡Claro que no! Aunque sea bueno. Nos
hemos acostumbrado tanto a las películas que idealizamos
a los personajes de la vida real. Por ejemplo, emborracharse
no es bueno, así lo haga la persona más buena.
Cada uno tiene razones para elegir a algún personaje, pero no
se tiene que aceptar todo incondicionalmente. Por momentos
quisiera ser Maradona en el juego, pero no haría las declara-
ciones que hace y evitaría la droga. Y así en todos los casos.
– ¡Pero nadie es perfecto! –interrumpió Soledad.
146
– No. Y justamente por eso hay que tener criterio: nos puede
parecer buena una faceta de ellos, pero no por eso tomar
todo lo que hacen como si fuera «totalmente bueno». Esto te
debe ayudar a mejorar, pero a ti, con tu personalidad. Tu
vida debes vivirla tú. Cualquier modelo que te roba tu for-
ma de pensar y te convierte en un borrego del rebaño no es
bueno. Sean libres: no pasa nada si descubren que su ídolo
tiene defectos y cosas que nadie puede imitar. Si lo logran
nunca les van a vender gato por liebre.
–Eso fue todo –concluyó Mariana–. Me di cuenta de que no
estuve bien con Betina, la prejuzgué.
–¿Quedaron peleadas?
–No. Cuando terminó la clase le pedí perdón. Me di cuenta
de que cada uno elige los personajes por lo que le da la gana, pero
siempre es necesario aprender a pensar frente a ellos. De todos mo-
dos ése no era al mejor grupo para mí. No nos llevamos mal, pero
prefiero estar con ustedes.
Me dio gusto saber que también Mariana era un cisne que a
veces se siente Patito Feo (aunque en realidad no tiene nada de fea).
Lección 29
Sabiendo cosas importantes
–Hoy está con nosotros el Doctor Reynaldo Caballero, jefe de
epidemiología del Hospital Regional. Espero que lo aprovechen.
El que hablaba era el Director, y el lugar en el que estábamos
era el salón de actos.
–¿Qué tal, jóvenes? Me alegro de estar aquí para tocar un tema
del que se habla mucho: las enfermedades de transmisión sexual, cono-
cidas como ETS. Como no es una clase de medicina, no voy a profundi-
zar, pero veremos elementos que resulta fundamental que sepan. Prime-
ro: ¿A qué les suena «enfermedades de transmisión sexual»?
Alguno intervino desde el fondo.
–Puede ser que uno se contagia a través del sexo.
Hubo un rumor generalizado.
147
 construyendo mi personalidad | lección 29: sabiendo cosas importantes
–Pues algo así. En realidad, para ser precisos, debemos decir
que se transmiten con ocasión del contacto sexual, ya que sexo tene-
mos todos sin necesidad de tener contacto sexual. Podemos sacar
una conclusión: son enfermedades que se adquieren, no las traemos
con nosotros, se contagian. ¿Conocen alguna?
–El SIDA –gritó rápidamente Paco.
–Que es Síndrome...
–... de Inmunodeficiencia Adquirida –terminaron varios a
coro junto con el Doctor.
–¿Es la única que existe? –preguntó una chica.
–No, pero en este caso me quisiera concentrar en el SIDA,
que, como saben, es una enfermedad que todavía no tiene cura. Va-
yamos por partes. Al SIDA, ¿qué lo provoca?
–¿Puede ser que sea un virus?
–Ciertamente. Un virus es un microorganismo responsable
de alteraciones en las células del cuerpo. Existen muchos tipos de
virus, algunos leves, como la gripe, otros más serios como el que
provoca el SIDA, que se llama VIH (Virus de la Inmunodeficiencia
Humana). Cada tipo de virus se transmite de una manera específica:
algunos por el aire, otros por los mosquitos y otros más por determi-
nados fluidos del cuerpo.
–¿Qué son los «fluidos»?
–Son todos los líquidos que están en el cuerpo para que pue-
da funcionar. El principal es la sangre, pero hay otros. Algunos tienen
que ver con la relación sexual. El VIH se contagia tanto por la sangre
como por estos últimos.
Sacó una lámina:
Formas de transmisión del SIDA:
1. Por contacto sexual.
2. De la madre al hijo en el parto.
3. Por compartir jeringas (frecuente entre adictos).
4. Por transfusión de sangre.
–El cuarto tipo ahora es de bajo índice, pues a todos los
donantes de sangre se les analiza antes de aceptárseles. Siempre tie-
nen que pedir el certificado de que la sangre que les van a donar ha
148
sido estudiada. El tercero no lo trataremos hoy. Ya podremos hablar
de esto más adelante, pero como saben la droga es un camino que no
lleva a ningún lado, y ese «ningún lado» puede ser el SIDA. El segun-
do es un caso muy triste, pero si la madre no se contagia, el niño no
corre ningún peligro.
Melisa levantó la mano:
–O sea que si le doy la mano, abrazo o tomo agua del mismo
vaso que un enfermo, no me contagio.
–Para nada. No te contagiará del SIDA. La gente huye de los
enfermos de SIDA porque tienen miedo de contagiarse por estar
cerca. Por eso a veces estos enfermos están tan solos. La sociedad no
debería ser tan dura, y ustedes y yo somos parte de esta sociedad.
–¿He oído que hay gente que puede estar enferma y no saberlo?
–Sí. Miren, cuando una persona se contagia, o sea, cuando
adquiere el VIH, al principio sólo tiene fiebre uno o dos días y des-
pués nada de nada. Puede hacer ejercicio, co-
rrer, trabajar y todo lo demás sin problemas
para sí mismo, pero puede contagiar a otras
Estudios muy serios dicen personas.
que hasta los más
Los VIH que entran en el cuerpo atacan a
sofisticados preservativos
unas células que son como los radares que
tienen un índice de falla avisan sobre las infecciones: son los linfocitos
hasta el 30%. T-4. Pero son astutos, no los enfrentan, sino
que los infiltran, como en las películas de gue-
rra cuando los espías se meten en las filas
enemigas y por dentro desactivan sus computadoras de defensa.
Después se meten en el núcleo de la célula, confundiéndose con una
parte importante del cuerpo que es el ADN, y comienzan a propagarse
por el cuerpo. Es lo que se llama ser «seropositivo» o portador de la
enfermedad sin síntomas: la enfermedad no se nota.
Después de un tiempo estos virus comienzan a actuar y des-
truyen rápidamente las defensas del cuerpo. Esto es a lo que se llama
propiamente el SIDA. Entonces el enfermo, por la misma falta de
inmunidad, es víctima de enfermedades que para una persona no
infectada no son graves, pero que a él lo afectan mortalmente. Una de
estas enfermedades es la tuberculosis. Esta enfermedad sí se puede
149
 construyendo mi personalidad | lección 29: sabiendo cosas importantes
contagiar por un estornudo, una tos o compartir un vaso. Cuando cui-
damos a los enfermos de SIDA, tenemos que tener muy presente esta y
otras enfermedades que ellos padecen y que sí son muy contagiosas.
–Doctor, se habla de la vacuna, ¿podrá haber vacuna o cura-
ción? –intervino Maru.
–En el corto plazo no. Algunas drogas atrasan los efectos,
pero no tienen un éxito duradero.
–¿Por qué, Doctor?
–El virus se mete en el ADN y se confunde con él. Esto lo hace
difícil de atacar, porque todos necesitamos el ADN. Pero hay más:
cuando los equipos detectan la forma del virus, éste muta (cambia
de forma).
Esto provocó un nuevo murmullo.
–¿Y para qué nos sirve saber esto, si los médicos no pueden
hacer nada contra la enfermedad? –preguntó con su habitual tono
Álvaro.
–Me viene muy bien tu pregunta. Por un lado está la enfer-
medad, y por otro el hecho de que es una epidemia que afecta a todo
el planeta, con gente de todo nivel y forma de vida. Unos luchan
contra el virus, los científicos, pero los demás debemos luchar para
lograr que cada vez sean menos los contagiados. Ésta es la clave,
lograr derrotar a la enfermedad buscando que la menor canti-
dad de gente se contagie. Por eso las campañas de prevención son
necesarias aunque haya vacuna o cura, porque ayudan a que menos
gente se vea afectada.
–¿Esto quiere decir usar preservativo, como sale en la televi-
sión? –preguntó Marcos.
–Voy a serles totalmente franco, porque en un tema así no se
puede mentir. Estudios muy serios dicen que hasta los más sofisticados
preservativos tienen un índice de falla hasta el 30%.
Ahora sí hubo generalizado murmullo, una suerte de gritería
en potencia.
–Oiga, ¿no es eso el famoso «sexo seguro»?
–Vean estos datos: “Gracias al microscopio electrónico se ha
podido constatar que el virus HIV es una bolita del diámetro de 0.1
150
micras (una micra es la milésima parte de un milímetro)”.2 Por otro
lado el entonces jefe de la sección «Propiedades de los polímeros»
del Laboratorio de Investigación Naval de los Estados Unidos, C. M.
Roland, publicó la siguiente conclusión de su investigación: “En la
superficie del preservativo la estructura original se presenta al mi-
croscopio como un conjunto de cráteres y poros. Los cráteres tienen
un diámetro de unas 15 micras y una profundidad de 30 micras”.3
Todos juntos no pasan, pero siempre alguno atraviesa. Si a esto le
sumamos el mal estado en la cadena de comercialización y lo difícil
de su uso, el riesgo aumenta. Algunos creen que lo mejor que les
pueden decir es que usen preservativos, pero no es así.
–¿Y entonces qué nos queda?
–Toda una hermosa vida por vivir y una sexualidad para disfru-
tar, sin miedos y para lo que ella es. Lo que les recomiendo como médico
es que guarden el mágico momento de la primera relación sexual para
cuando encuentren a una persona especial y se casen con ella.
–¿Se puede hacer eso, digo, esperar hasta la hora de casarse?
–las preguntas brotaban del grupo.
–Por supuesto que se puede, pero no por miedo al SIDA, sino
por amor. Por un verdadero y auténtico amor, ése que los hará feli-
ces... y esto se los digo como esposo feliz.
–¿Pero si queremos tener relaciones?
–Es un riesgo. Lo mejor y más sano es no tenerlas... De todos
modos tengo la obligación de decirte que el condón no es seguro.
Sonó el timbre.
–Bueno, muchachos, gracias por su atención y les deseo lo
mejor para su vida, se lo merecen.
–Gracias, Doctor...Hasta luego... –se despidieron varios.
–Medio tremendista el Doc, ¿no? –dijo Álvaro por lo bajo.
No respondí nada. Había dado datos, no suposiciones, y no
nos había ocultado nada, eso es lo que siempre quiero escuchar de
los adultos: la verdad completa.
2. Colina, Jesús. “El condón o la ruleta rusa del sida”. En Proyección Mundial, enero
de 1995, p 11.
3. Roland, C. M. “The Barrier Performance of Latex Rubber”, en Rubber World, junio
de 1993, p. 15.
151
Unidad VI: Ésa no era la respuesta que hubiera esperado oír.
La autoridad y la libertad
–¿Tú qué piensas? –me preguntó.
–No sé. Solamente recuerdo que tu mamá está en la comi-
Lección 30 sión de padres...
De feria, órdenes y demás
–Sí, para colmo... Veré qué hago. Gracias...
El año estaba avanzado y se dejaban ver las vacaciones. Claro, La cosa no terminaba ahí. Faltaban tres semanas para la feria
no todo había terminado: faltaban los exámenes y una feria organi- y no era tiempo de andar con rodeos. Lo que sigue me lo contó
zada por la comisión de padres. El edificio necesitaba arreglos y el Alicia, una semana después, durante una reunión familiar, palabras
dinero recaudado sería para pintar y refaccionar. más, palabras menos. Creo que es necesario saberlo para entender
todo lo que en ese tiempo mi prima aprendió y logró entender.
Mientras yo luchaba por entender la diferencia entre verbo
transitivo intransitivo, se me acercó Alicia. Después de conversar contigo de camino a casa iba pensando que no tenía
nilamenorintencióndeorganizarlospuestos.Primero,erademasiadotrabajo.Segun-
–¿Qué pasa, primita?
do, ¿por qué tenía que ser como ellos decían?
–¡Nada! –dijo con un tono que lo desmentía.
El problema fue cuando llegué a mi casa. Fue el primer tema que sacó mi
–Oye, está bien que el examen de español sea difícil, pero no madre cuando regresé de la escuela:
es para dramatizar.
–Y,Ali,¿lista para poner tus puestos?
–¡Ojalá fuera ése el problema!
No pienses que quien te da Yoniunapalabra.Entoncesusóesetonitoquemerebela.
–¿Qué traes, entonces? una orden no confía.Todo –¿Quépasa,Alicia?¿Algúnproblema?
Resulta que le habían encargado organizar tres puestos den- lo contrario: confía en ti y
busca lograr que tú misma –Nada,sóloquenoharéningúnpuestoenningunaferia.
tro de la feria, lo que según ella era una misión imposible.
hagas bien lo que sabes y –¿Yeso?
–¿Y se lo dijiste al Director? aprendas lo que no.
–Simplementenoquiero.
–Claro, pero dice que es hora de que nos hagamos responsa-
bles. El otro problema es que ellos nos dirán lo que tenemos que Lo que siguió en lugar de convencerme me rebeló aún
hacer. más.
–¿Cómo? –PeroAlicia,esporelbiendetodos.¿Notedascuentadequelaescuelanece-
sita reparaciones y tenemos que colaborar?
–Nos dicen lo que tenemos que hacer y cómo hacerlo.
–Pues yo no...
–¡No que muy responsables!
–¡Alicia! No deberías tener esa actitud.
–Pues, ya ves.
–¡Pero la tengo!
–Y lo harás.
–Oye, ¿qué te pasa? No te estás comportando.
–No.
–¡No me importa!

152 153
 construyendo mi personalidad | lección 30: de feria, órdenes y demás
Fue la respuesta que terminó de enojar a mi papá.
–¿Quién te crees?Te dan una orden en el colegio y no la quieres cumplir.Tu
mamá conversa contigo ¡y te pones insolente!... Ve a tu cuarto y no salgas «para nada»,
¿oíste?, ¡para nada!...
Corrí a mi cuarto y azoté la puerta. Sentí los pasos de mi mamá que se acerca-
ron corriendo y se detuvieron frente a la habitación. Si abría se armaba la grande... Pero
no entró, me había «perdonado la vida». A pesar de todo me sentía desdichada, nadie
meentendía.
En realidad no era que no quisiera hacer los puestos, pero me daba
miedo, ¿cómo una chica de mi edad iba a hacerlos? Y también estaba molesta de
que no me dejaran hacer como yo quisiera.“Quieren que seas responsable y te
dicen que eres capaz de hacer cosas por ti misma, pero siguen tan pesados como
siempre. Y mamá que se mete en todo... no quería gritarle, no quería terminar en
mi cuarto”...Tenía ganas de llorar, no sabía qué hacer. Me tiré en la cama y lloré
hasta que me quedé dormida.
CuandodespertéviaRosariosentadaenelpisoleyendounlibrodelauniver-
sidad y con un sandwich en un plato.
–¿Qué tal Ali?Te traje un sandwich.
Ellatienelacualidaddesiemprehacermesentirbien.Quieromuchoamiher-
mana a pesar de no faltar alguna que otra pelea.
–Hola –le dije bajito.
–¿Quiereshablar?
–Estoy harta... se la pasan imponiéndote cosas y diciéndote cómo hacerlas y
cómo no... si hago esto, no; si hago lo otro, tampoco... No lo entenderías...
Me callé y lo pensé mejor; después de todo era la única que me ayudaba, o al
menos eso creía. Igual rematé con énfasis:
–¡Nadiemecomprende!
–¿Nadie?
–El Director quiere que haga tres puestos para la feria.¡Yo,que tengo que es-
tudiar y que soy una chica! No sé qué pretenden. Luego me sale con que lo tengo que
hacer «como él dice». Por un lado me pide «responsabilidad», y por el otro me restringe
con órdenes... y luego mamá, como siempre, de su lado, queriendo sermonearme y
diciéndome también cómo hacer las cosas... ¿Qué sabe ella de lo que nos gusta? Me
154
grita como si fuera la bruja de la casa,la única que tiene la culpa de todo.¿Te das cuenta
de lo que te digo?
No seguí porque se me había terminado el aire. Casi me atraganto con las
palabras y estaba a punto de hacer pucheros. Sentía que mi vida era una desgracia.
Mientras tanto Rosario escuchaba como si nada.
–¿Quieres un poco de agua fresca?
–¿Qué?
–¿Quieres un vaso de agua fresca? Espera.
–Bueno, gracias.
Este «tiempo fuera» me dio la oportunidad de tranquilizarme y revisar lo que
había dicho.Ya no estaba tan segura de tener toda la razón.
–Ten,te la traje del refrigerador,está bien fría.
–Gracias.
–Respecto a lo que dijiste quisiera hacerte unas preguntas.
–Si quieres...–algo me decía“sí”y algo“no”.Me dejé llevar,al fin y al cabo ella
siempremeayudaba.
–¿Cuál es el problema con hacer los puestos en la feria?
–¿¡Qué, no me oíste!? Es mucho, demasiada responsabilidad...
–¿Para ti? Ni en broma.Siempre dices“soy grande,no me traten como a una
niña”,y de pronto es todo lo contrario.No te entiendo.¿Cuándo el estudio ha sido pro-
blema para ti? Es un esfuerzo extra, pero no distinto que ir a danza o los aeróbicos o
juntarte con Mariana, con la diferencia que aquí la cosa es ayudar a la escuela. Además
puedeserdivertido.
Me iba acorralando.
–Claro,O.K.–continuó–,«ellaquierehacerlascosasperoquenadielamande».
Hace un momento no era capaz de mover un dedo, porque era muy chica, y ahora
quiere estar totalmente sola... Vuelvo a no entenderte. A veces no es agradable que a
uno le den órdenes, pero los adultos no andan mandoneándonos porque se diviertan
con nuestro sufrimiento: «Sufran con nuestras órdenes, miserables adolescentes».
En ese momento puso cara de martirio estilo teatro antiguo y me sacó una
sonrisa.
155
 –¡No! Buscan ayudarnos. Si me pongo en plan soberbio y no hago caso «por-
que a mí nadie me dice nada», me quedo tan ignorante como antes. Ahora, si acepto
con humildad, sugiriendo y preguntando, y aplico inventiva, probablemente aprenda
secretosdeotros,laexperiencia.Cuesta,losé,perodaresultado,másdeloqueteimagi-
nas. Además si cada cual hace lo que quiere, más que una feria puede llegar a ser un
mamarracho.
Sonreí. Era lógico.
–No pienses que quien te da una orden no confía.Todo lo contrario:confía en
ti y busca lograr que tú misma hagas bien lo que sabes y aprendas lo que no.
Mehabíadesarmado.
–Mamátambiénquierelomejorparati.Talveztemolestequesemeta,perono
es una entrometida, es tu mamá... mmm... ¿Sabes cuándo volví a llevarme de lujo con
papá y mamá? Cuando me di cuenta de que ellos, a nuestra edad, escuchaban los
Beattles... quiero decir que tenían otra onda, distinta. A veces somos muy subjetivas y
sólo vemos lo que nos parece o lo que pasa en nuestro interior.Lo que te propongo es
que te frenes un segundo y pienses si el otro está sintiendo lo mismo que tú.Tal vez por
apurada eres injusta.
Impresionante y muy tierno. Poco a poco iba sintiendo más tranquilidad y
vergüenza por mi pequeño «berrinche».
–Me he dado cuenta de que a veces peleamos por tonterías, pero papá y
mamásiempreestánviendopornosotros.Parativendráncosasfuertesycosashermo-
sas. Es una gran ayuda tenerlos cerca.
Me emocioné y la abracé. Otra vez me estaba ayudando.

Lección 31
La pareja silenciosa

–Bueno,bueno,hermanita...
Otra vez se me caían las lágrimas, pero de emoción, de alegría por tener una
hermana como ella. En realidad de tener una familia como ésta, aunque a veces...
–¿Sabes?–continuóRosariocuandomeserené–,avecesnospodemosllegar
a ver realmente muy tercas. Actuamos por la primera impresión y con tal de no aceptar
que nos equivocamos luchamos contra viento y marea.

157
 construyendo mi personalidad | lección 31: la pareja silenciosa
–Peroenlavidasenecesitapelearporloqueunopiensa,llevaradelantenues-
trasideas.
Por momentos hablaba como chica «grande».
–Sí,pero tú misma lo dijiste:“Luchar por lo que pensamos”,no por lo que nos
pareció a la primera y seguimos sin pensar...
–Como no querer hacer los puestos sólo porque te lo «impusieron» de arriba
–admití.
–Por ejemplo... Por eso es bueno detenerse y ver bien por qué cosa se está
luchando para no terminar siendo una testaruda. Al fin y al cabo por ese camino no se
llega a ningún lado.
“Sí,porque los puestos al fin y al cabo son para todos”.
–Alguien me dijo una vez que el terco se empecina en los medios, mientras
que el perseverante en los fines... y así, sin perder su ideal, puede cambiar los medios y
lograr su verdadero objetivo.
Mi hermana estaba haciendo gala de ingenio.
–Por cierto, he leído algo estos días que te puede dar risa pero que muestra
exactamente de lo que estamos hablando. Espérate que lo traigo.
“Terquedad y perseverancia,interesante la diferencia”.
–Escucha:
La pareja silenciosa
Érase una vez un joven que tenía fama de ser el individuo más terco de
la ciudad, y una mujer que tenía fama de ser la doncella más tozuda,
e inevitablemente terminaron por enamorarse y casarse.
Después de la boda, celebraron en su nuevo hogar un
gran festín que duró todo el día.
Al fin los amigos y parientes no pudieron comer más, y
uno por uno se marcharon. Los novios cayeron agota-
dos, y estaban preparándose para quitarse los zapatos
y descansar cuando el marido notó que el último invita-
do se había olvidado de cerrar la puerta al marcharse.
–Querida –dijo–, ¿te molestaría levantarte para cerrar la
puerta? Entra una corriente de aire.
158
–¿Por qué debo cerrarla yo? –bostezó la esposa–. Estuve de pie todo el día, y
acabo de sentarme. Ciérrala tú.
–¡Conque sí! –rezongó el esposo–. En cuanto tienes la sortija en el dedo, te
conviertes en una holgazana.
–¿Cómo te atreves? –gritó la novia–. No hace un día que estamos casados y
ya me insultas y me tratas con prepotencia. ¡Debí saber que serías uno de
esos maridos!
–Vaya –gruñó el esposo–. ¿Debo escuchar tus quejas eternamente?
–¿Y yo debo escuchar eternamente tus protestas y reproches?
Se miraron con mal ceño durante cinco minutos. Luego la novia tuvo una
idea.
–Querido –dijo–, ninguno de los dos quiere cerrar la puerta, y ambos estamos
cansados de oír la voz del otro. Así que propongo una competencia. El que
hable primero debe levantarse a cerrar la puerta.
–Es la mejor idea que he oído en todo el día –respondió el esposo–. Comen-
cemos ahora.
Se pusieron cómodos, cada cual en una silla, y se sentaron frente a frente sin
decir una palabra.
Así habían pasado dos horas cuando un par de ladro-
nes pasó por la calle con un carro. Vieron la puerta abier-
ta y entraron a la casa, donde no parecía haber nadie, y
... el terco se empecina se pusieron a robar todo aquello de que podían echar
en los medios, mientras mano.Tomaron mesas y sillas,descolgaron cuadros de
que el perseverante en las paredes, incluso enrollaron alfombras. Pero los recién
los fines... casados no hablaban ni se movían.
“No puedo creerlo –pensó el esposo–. Se llevarán todo lo
que poseemos, y ella no dice una palabra”.
“¿Por qué no pide ayuda? –se preguntó la esposa–. ¿Pien-
sa quedarse sentado mientras nos roban a su antojo?”
Al fin los ladrones repararon en esa callada e inmóvil pareja y, tomando a los
recién casados por figuras de cera, los despojaron de sus joyas, relojes y bille-
teras. Pero ninguno de ambos dijo una palabra.
Los ladrones se largaron con su botín, y los recién casados permanecieron
sentados toda la noche. Al amanecer un policía pasó por la calle y, viendo la
puerta abierta, se asomó para ver si todo estaba bien, pero no pudo obtener
una respuesta de la pareja silenciosa.
–¡A ver! –rugió–. ¡Soy un agente de la ley! ¿Quiénes son ustedes? ¿Esta casa les
pertenece? ¿Qué sucedió con todos los muebles?
Y al no obtener respuesta, se dispuso a golpear al hombre en la oreja.
159
 construyendo mi personalidad | lección 32: los reyes
–¡No se atreva! –gritó la esposa, poniéndose de pie–. Es mi marido, y si usted
le pone un dedo encima, tendrá que responder ante mí.
–¡Gané! –gritó el esposo, batiendo las palmas–. ¡Ahora ve a cerrar la puerta!
–Esunpocoextremistaperoavecesnosvemosasí,inclusoconcosasquenos
parecenmásimportantes.
–Pero ella fue menos terca que él y hasta lo defendió.
–Sí, eso nos conviene, ¿verdad? Pero si no hubiera hecho la estúpida apuesta
no hubiese tenido necesidad de defender a su marido y no les hubieran robado todo.
–Es verdad, no se vieron inteligentes ni él ni ella.
–Te repito que no es más que un cuento,pero se me ha quedado grabado
porque de él podemos aprender a no ser tan tercos. Me parece que si cambiamos la
actitud de tercos a perseverantes, haremos más en la vida.
Además–dijoparándose–,elquedaelbrazoatorceranteloqueesverdadero
y bueno más que un tonto a mí me parece que es de lo más astuto, porque no va a caer
dos veces en el mismo hoyo. En cambio el terco...
–Siempre caerá.Creo que tienes razón.Es decir,voy a evitar ser terca y lo voy a
pensar.
–Me alegro, querida. Mientras voy a estar en mi tablero de dibujo si me
necesitas.
–Oye,Charo...¿Nomedejasellibro?...Nopuedosalirdeaquíytalvezmeayude
a matar el tiempo.
–Claro...Ten,pero estoy convencida de que te ayudará a algo más que a matar
el tiempo. Si quieres saber qué es ser responsable busca a los reyes.
–Gracias. –“¿A los reyes?”
Lección 32
Los reyes
Ahí me tenías,en mi cuarto,sin nada que hacer,así que decidí leer lo que Ro-
sario me sugirió. Después de todo no había estado tan mala la otra lectura.
160
El rey Alfredo y las tortas
Adaptación de un texto de James Baldwin
Alfredo el Grande fue rey de los sajones occidentales de Inglaterra en el
siglo IX. Su determinación de proteger Inglaterra de los vikingos daneses y
su énfasis en el alfabetización y la educación de su pueblo, hace más de
mil años, lo han elevado a las filas de los monarcas más importantes y
populares de su país. Esta famosa historia nos recuerda que la atención a
los pequeños deberes nos prepara para enfrentar los más importantes.
También nos recuerda que el liderazgo y la responsabilidad van de la mano,
y que los líderes realmente grandes no eluden sus responsabilidades y son
capaces de aceptar la reprimenda de cualquiera si es justificada.
En Inglaterra reinaba hace muchos años un monarca llamado Alfredo.
Hombre sabio y justo, aún hoy, siglos después, se le recuerda como Alfredo
el Grande. Los tiempos del reinado de Alfredo no fueron fáciles para los
ingleses. El país fue invadido y azotado por los fieros daneses, que habían
cruzado el mar. Había tantos invasores daneses, y eran tan fuertes y auda-
ces, que durante largo tiempo vencieron en casi todas las batallas
Al cabo de muchas luchas, el ejército inglés del rey Alfredo quedó desbara-
tado. Cada cual tuvo que salvarse como pudo, incluido el rey Alfredo, quien
se disfrazó de pastor y huyó solo por los bosques y pantanos.
Al cabo de varios días de caminar como un vagabundo, llegó a la cabaña
de un leñador. Cansado y hambriento, llamó a la puerta y rogó a la esposa
del leñador que le diera algo de comer y un lugar para dormir.
La mujer miró con piedad a ese andrajoso sujeto. Ignoraba quién era.
–Adelante –dijo–, te prepararé la cena si cuidas estas tortas que estoy
horneando en el hogar. Quiero salir a ordeñar la vaca. Vigílalas con aten-
ción, y cerciórate de que no se quemen mientras me voy.
Alfredo se lo agradeció cortésmente y se sentó junto al fuego. Trató de prestar
atenciónalastortas,peroprontosepusoapensarensusproblemas.¿Cómo
reuniría nuevamente su ejército? Y aunque lo lograse, ¿cómo lo prepararía
para enfrentar a los daneses? ¿Cómo podría expulsar a esos feroces inva-
sores? Cuanto más pensaba, más sombrío se presentaba el futuro, y
llegó a creer que no tenía caso continuar la lucha. Alfredo veía sólo
sus problemas. Se olvidó de que estaba en la cabaña del leñador,
se olvidó de su hambre y se olvidó de las tortas.
Al cabo de un rato la mujer regresó. Encontró la cabaña llena
de humo, y las tortas chamuscadas. Alfredo estaba sentado
frente al hogar, mirando las llamas. Ni siquiera había notado
que se quemaban las tortas.
161
 construyendo mi personalidad | lección 32: los reyes
–¡Holgazán inservible! –exclamó la mujer–. Mira lo que has hecho. Quieres
comida, pero no quieres trabajar por ella. ¡Ahora ninguno de nosotros podrá
cenar!
Alfredo agachó la cabeza avergonzado y pidió humildemente perdón.
En ese momento el leñador regresó a su hogar. En cuanto traspuso el um-
bral, reconoció al visitante sentado ante el fuego.
–¡Cállate! –le dijo a su esposa–. ¿No sabes a quién reprendes? Éste es nuestro
noble monarca, el rey Alfredo en persona.
La mujer quedó horrorizada. Corrió hacia el rey y cayó de rodillas. Le suplicó
que perdonara su rudeza.
Pero el sabio rey Alfredo le pidió que se levantara.
–Tenías razón en reprenderme.Yo te dije que vigilaría las tortas,y dejé que se
quemaran. Merecía tus reproches. Cuando alguien acepta un deber, sea
grande o pequeño, debe cumplirlo fielmente. Esta vez he fracasado, pero no
volverá a suceder. Mis deberes de rey me aguardan.
La historia no nos cuenta si el rey Alfredo cenó esa noche. Pero en pocos
días reunió nuevamente a sus hombres, y pronto expulsó a los daneses de
Inglaterra.
Debo confesarte que me pareció aleccionadora la actitud del rey Alfredo. El sentido
de responsabilidad y la grandeza para aceptar los errores son virtudes que nos ayu-
dan a ser mejores. No podía dejar de comparar la actitud de este personaje con mis
recientes actitudes.Sentí un poco de vergüenza,pero a la vez ganas de cambiar.
Seguí con otra lectura.
Por falta de un clavo de herradura
Adaptación de un texto de James Baldwin
El rey Ricardo III de Inglaterra se preparaba para
la batalla de su vida. Un ejército conducido
por un revoltoso, Enrique Tudor, conde de
Richmond, marchaba contra él. El combate de-
cidiría quién gobernaría Inglaterra.
La mañana de la batalla Ricardo envió a un
palafrenero a comprobar si su caballo fa-
vorito estaba preparado.
–Ponle pronto las herraduras –le dijo el
palafrenero al herrero–. El rey
desea cabalgar al frente de
sus tropas.
162
–Tendrás que esperar –respondió el herrero–.En estos días he herrado a todo
el ejército del rey, y ahora debo conseguir más hierro.
–¡No puedo esperar! –gritó el palafrenero con impaciencia–. Los enemigos
del rey avanzan, y debemos enfrentarlos en el campo. Arréglate con lo que
tengas.
El herrero puso manos a la obra. Con una barra de hierro hizo cuatro herra-
duras. Las martilló, las moldeó y las adaptó a los cascos del caballo. Luego
empezó a clavarlas. Pero después de clavar tres herraduras, descubrió que
no tenía suficientes clavos para la cuarta.
–Necesito un par de clavos más –dijo–, y me llevará un tiempo sacarlos de
otro lado.
–Te he dicho que no podía esperar –repitió el impaciente palafrenero–.Ya
oigo las trompetas. ¿No puedes apañarte con lo que tienes?
–Puedo poner la herradura, pero no quedará tan firme como las otras.
–¿Aguantará? –preguntó el palafrenero.
–Tal vez,pero no puedo asegurártelo.
–Pues clávala –exclamó el palafrenero–. Y deprisa, o el rey Ricardo se enfada-
rá con los dos.
Los ejércitos chocaron, y Ricardo estaba en lo más fiero
del combate. Cabalgaba de aquí para allá, alentando a
El sentido de sus hombres y luchando contra sus enemigos.
responsabilidad y la –¡Adelante, adelante! –gritaba, lanzando sus tropas con-
grandeza para aceptar tra las líneas de Enrique.
los errores son virtudes A lo lejos, del otro lado del campo, vio que algunos de sus
que nos ayudan a ser hombres retrocedían. Si otros los veían, también se retira-
mejores. rían. Ricardo espoleó su caballo y galopó hacia la línea
rota, ordenando a sus soldados que regresaran a la ba-
talla.
Estaba en medio del campo cuando el caballo perdió una herradura. El
caballo tropezó y rodó, y Ricardo cayó al suelo.
Antes que el rey pudiera tomar las riendas, el asustado animal se levantó y
echó a correr. Ricardo miró en derredor. Vio que sus soldados daban media
vuelta y huían, y las tropas de Enrique lo rodeaban.
Agitó la espada en el aire.
–¡Un caballo! –gritó–. ¡Un caballo! ¡Mi reino por un caballo!
Pero no había ningún caballo para él. Al ver a su líder caído, su ejército se
había asustado y desbandado, y sus tropas sólo pensaban en salvarse.
Poco después los soldados de Enrique se abalanzaron sobre él, y la batalla
terminó.
163
 construyendo mi personalidad | lección 33: líder se necesita
¡Ah, la responsabilidad! La gente confía en nosotros porque nos sabe capa-
ces de aquello que se nos encarga y todo se deposita en nuestras manos, por
pequeño o grande que parezca el encargo. Por eso la responsabilidad es
hermana de la obediencia y de la inventiva.Tenemos que cumplir con nues-
tro mejor esfuerzo para así ayudar a que todos saquemos adelante la tarea
que nos hemos fijado. Cada cual en su sitio, dice un refrán latino, ¿quién
podrá contra nosotros? Y así es, nadie podrá contra nosotros en la medida
que hagamos bien nuestro mejor esfuerzo.
Entendíquetenemosquesaberayudaralosdemásenesosdetalles.Aunque
parezca muy difícil o muy fácil, todo es importante. Y no quiero que la feria del colegio
salga mal porque yo no haga mi más grande esfuerzo. Me di cuenta, que más que
fastidiar,quienes te dan una orden lo primero que hacen es confiar en ti,y así nace la
responsabilidad.
Lección 33
Líder se necesita
Encuantomequedésolaempecéahojearellibrodistraídamente.Eraunlibro
grande que tenía muchas historias y cuentos con su respectiva moraleja.
La responsabilidad... Pensaba en mis puestos y en cómo podía hacer para
tenerloslistosentressemanas.Necesitabaquemisamigosmeayudaran,yporsupues-
to tú también, pero temía que ellos reaccionaran igual que yo al principio. Por lo tanto
necesitaba ser una verdadera líder...
En eso di vuelta justo esa página. ¡No puede ser!
Elliderazgo,decíaelencabezado,consisteensercapazdeconvenceralagente
para que nos sigan en una idea. Esto fue lo que logró Lech Walesa en Polonia para
conseguir algo que parecía imposible.
Mis puestos me parecían imposibles,necesitaba ser una verdadera líder.
Sinembargo,comosabemos,loslíderespolíticosomilitaresnosonlasúnicas
personas que tienen o necesitan este talento. Por ejemplo, todos los equipos deporti-
vos necesitan un capitán con capacidad de liderazgo, así como los equipos de trabajo
de todo tipo.
164
Lech Walesa (nacido en 1940)
Este hombre comenzó como un simple electricista –con poca educación y
sin experiencia política ni militar–, en su país natal, Polonia. Cuando todavía
era pequeño vio cómo la guerra destruyó su casa y los monumentos de su
pueblo. Las fuerzas rusas ocuparon su país así como los demás países orien-
tales europeos.
Durante cuarenta años Polonia fue ocupada por Rusia y vivió bajo el régi-
men comunista impuesto desde Moscú. Las fuerzas militares del Partido
Comunista lo controlaban todo, y la milicia estaba diseñada para actuar
contra la población civil. Imaginemos cuán terrible era esto para una nación
gloriosa y valiente, cuya historia estaba llena de ejemplos de grandeza y
justicia.
Naturalmente algunas personas habían intentado expresar su oposición y
en 1976 las organizaciones se desarrollaron para constituir una universidad
subterránea, periódicos secretos y grupos de discusión. Pero éstas fueron
iniciativas pequeñas y sólo estaban compuestas por intelectuales.
En 1980 empezó su acción en un movimiento de trabajadores llamado“So-
lidaridad”.Éste era el sindicato de electricistas fundado por LechWalesa,quien
ejercía ese oficio en un astillero. Pronto se reunieron la mayoría de los traba-
jadores del país en capítulos de Solidaridad.
En quince meses Lech fue capaz de usar la estructura de unidades locales
del Sindicato Solidaridad para crear un mini-gobierno escondido, organi-
zando elecciones internas para sus cuerpos regionales y parlamento. Se
trataba de foros libres donde todos podían proponer candidatos. En 1981
el primer Congreso Solidaridad fue realizado con discusiones libres, y la
comisión coordinadora fue elegida con Walesa a la cabeza. Solidari-
dad creció en tamaño, en osadía y en popularidad, por-
que era un sindicato de trabajadores dedicado al concep-
to de la dignidad de la persona por encima de los designios
del gobierno. Esta filosofía sencilla tuvo mucho respaldo de la
Iglesia católica en Polonia y de Juan Pablo II, el joven Papa po-
laco elegido en 1978.
Su mini-gobierno o parlamento en base a una unión de trabajado-
res bajo las narices de la URSS era algo muy peligroso para el sistema
comunista que tenía como filosofía que los intereses del gobierno se de-
ben imponer sobre los del individuo. Los rusos descubrieron que el grupo de
Walesa les restaba poder y empezaron a amenazar a los polacos con
movimientos de tropa soviéticos. En 1981, el Gral. Wojciech Jaruzelsi, el
presidente «títere» de Polonia, impuso la ley marcial, por la que se pro-
165
construyendo mi personalidad | lección 34: cuando las cosas mejoran
hibía toda actividad política, y el Congreso Solidaridad fue prohibido. Pero
Lech los siguió dirigiendo subterráneamente, reuniéndose en secreto y crean-
do una «segunda sociedad».
Finalmente Walesa fue arrestado y los comunistas procedieron a tomar un
control más firme de la sociedad. Las líneas telefónicas fueron cortadas y se
controlaban los viajes de una región a otra. Los edificios y provisiones de
Solidaridad y los intelectuales que los apoyaban fueron tomados; los ban-
cos cerrados y los medios de comunicación clausurados.
Ya fuera de la cárcel, de la que tuvo que ser liberado por la presión de la
sociedad internacional, Walesa dirigió luego una resistencia no violenta que
si bien comenzó con problemas, gradualmente fue tomando las caracterís-
ticas de resistencia pacífica.Tan es así que en 1982 Walesa recibió el Premio
Nobel de la Paz.
Mientras el tiempo transcurría, la silenciosa y perseverante determinación de
Lech de impedir que los polacos de desalentaran en su esperanza de liberar-
se del comunismo y de que Solidaridad muriese, así como sus esfuerzos por
despertar apoyo en Occidente, tuvieron efecto. Hacia la mitad de los años 80,
los soviéticos empezaron a darse cuenta de que el movimiento no termina-
ría y resolvieron levantar la ley marcial.
Se efectuó una gradual liberación de detenidos, luego se permitieron las
conversaciones en mesa redonda, se devolvió la libertad a los medios y final-
mente se programaron elecciones para el Sejm (Parlamento).
En1989lasautoridadescomunistaspolacas«legalizaron»aSolidaridad,consu
valienteelectricistaalacabeza.Secreóunasegundacámaraenelparlamento
con elecciones en libertad y pronto hubo una mayoría no-comunista en am-
bas cámaras del Parlamento. De allí saldría el nombre del nuevo presidente.
Todo esto llevó a la caída del comunismo soviético, y al retiro de las tropas
rusas. Poco después cayó el muro de Berlín, y todos los países de la órbita de
la URSS, incluso la misma Rusia, se liberaron del yugo comunista. Los líderes
comunistas de la Unión Soviética se habían mantenido como un aterrador
bloque durante más de cuatro décadas, amenazando con la cárcel a sus
opositores en los países ocupados. Este régimen no permitió el desarrollo
económico de todo el Este de Europa, y sobre todo no respetaba ni la libertad
ni la dignidad de las personas. Nadie hubiera pensado que un simple elec-
tricista lograra la genialidad de desarrollar un movimiento de trabajadores
que devolviera la libertad a su patria, y a tantos países más.
Quién hubiera pensado que este papá de 7 hijos, callado, con tan gracioso
bigote, podía haber dirigido a su gente desde el mundo de la pesadilla hasta
un amanecer de la dignidad y la libertad, usando sólo lo que tenía: un grupo
de electricistas aparentemente nada poderoso, y una gran visión y convicción.
Finalmente Walesa llegó a ser un presidente muy singular. El liderazgo de
Lech y su astucia recuerdan las muchas historias sobre los sorprendentes
triunfos de pequeñas personas. Pero él no era sólo ingenioso y valiente, él era
un verdadero líder.Tanto los trabajadores de los astilleros como los intelec-
tuales lo siguieron y se convirtió en guía para todos los polacos. Luego los
otros países de la Europa oriental también lo siguieron. Fue uno de los pocos
líderes de la historia que protagonizó una revolución sin violencia, sin armas,
sin odios ni rencores, sino con sencillez, con oración y con gran humildad.
Al leer esta vida me sentí entusiasmada.No sabía por dónde empezar,pero
sentía que en mi corazón ya era hora de dejar mi posición cómoda y hacer algo que
valiera la pena. Al fin y al cabo quién sabe, tal vez el señor Walesa de adolescente haya
organizado algún puesto de feria.
Lección 34
Cuando las cosas salen mejor
Pasóeltiempodemiencierroymiopinión,asícomomiestadodeánimo,eran
completamente distintos. Fui directo a ver a mi hermana a su tablero de dibujo.
–¿Y ahora qué hago? –le pregunté sin más vuelta.
–No sé, mi’jita, usted sabrá. Le doy consejos, no órdenes. No sea que a mí
tambiénmemuerda.
La miré con cara de“oye,no es para tanto,¿o sí?”
–Mira, creo que debes pedirle perdón a mamá y escuchar lo que tiene que
decirte.
–¿Tú crees? –me costaba, pero en el fondo sabía que tenía razón.
–Tú decide...Además,habla con el Director y pregúntale qué hacer.Puedes
decirle a tu pandilla de vagos...
–Oye,oye...
–Bueno, «amigos», que te ayuden. Por mi parte, «si quieres», con mis compa-
ñeros de arquitectura te diseñamos algo original y te ayudamos a armarlo.
–¿Loharías?
–Si me lo pides...
 construyendo mi personalidad | lección 34: cuando las cosas mejoran

Me le tiré encima y la llené de besos: mi hermana es maravillosa. –Está bien pero, ¿qué tenemos que hacer ahora?
–Está bien, ’ta bien, pero no lo olvides cuando me toque lavar los platos. –Hablé con Rosario y sus amigos. El fin de semana empeza-
Encontré a mi mamá en la cocina, estaba secando los platos.
mos la construcción de los puestos. ¿Les puedo pedir a ti y a Mariana
que se encarguen de los premios? Osos de peluche y esas cosas.
–Ma... ejem... creo... Estuve mal ¿sabes?, no sé que me pasa a veces pero... bue-
no. ¿Me perdonas por lo de hace un rato? –Oye, ¿por qué justo «con Mariana»?

Me miró de arriba abajo sin soltar la servilleta de las manos. Entonces sonrió –Y... no creo que la pasen mal.
con un gesto que me sacó un gran peso de encima. –¡Alicia!
–Notepreocupes,Ali.Tambiényoestuvefuerademiscasillas.Creí...Meparece –El Salvaje dirige la construcción, ¿sabes con quién?... con
que lo que pidieron en la escuela es muy bueno para todos y vine muy entusiasmada Armando.
con que lo hicieras... sé que eres capaz. No pensé que fueras a ponerte así... ahora que si
no quieres... –Y eso.
–No, sí... digo: sí quiero hacerlo. Me porté como una auténtica tonta y no creo –Después de la pelea con Alacrán el grupo se dispersó. Final-
que tres puestecitos sean algo tan difícil... Los haré –Walesa con faldas había decidido mente José y Álvaro se dieron la mano, pero ya no es lo mismo.
formar su sindicato–. Oye, ¿qué huele tan rico? Armando prefirió el lado del Salvaje, así que vendrá.
–¡Ay la torta!...Tanto hablar se me había olvidado. –¿Qué tal, eh?
Mi mamá apagó el horno y lo abrió justo a tiempo. –Paco, Maru y Adrián se encargarán de hacer
los juegos.
–¿Para quién es? –pregunté ingenua. No es malo obedecer.
–Pareces un general moviendo ejércitos. Todo
Mi madre dudó un instante y luego puso cara de“¿Para quién crees?” Aunque los adultos organizado... ¡Sí señor!
anden en sus cosas,
–¡Aymamá!–meletiréencimayotravezmebrotaronlaslágrimasdeemoción. –No te burles que es mucho lo que hay que
Yo pensando que nadie me quería y mi madre haciéndome un pastel,a pesar de que
nos ayuda bastante
hacerles caso. hacer, y de mandar y obedecer he tenido bas-
yo le había gritado. Me sentí una auténtica tonta, pero una tonta feliz... Una tonta que tante estos días.
tuvo más suerte que el rey Alfredo.
Todo salió muy bien y fue extraordinario ver-
Con el Director no fue tan emotivo pero sí igual de efectivo. Hablé, me dio nos trabajar (modestia aparte). Con Mariana conseguimos juguetes,
instrucciones y me agradeció la ayuda. tanto con su papá que tiene un negocio de regalos, como con un
–Y eso fue todo, Carli –terminó su relato Alicia–. El encierro amigo del mío, que nos los dio a crédito y con posibilidad de devo-
me ayudó a ordenar mis ideas y poner mejor cara ante las responsa- lución.
bilidades. ¿Qué te parece? Por el lado de Paco y sus secuaces se pasaron parte de la
–Así que después de todo lo vas a hacer. semana pintando latas de colores. Álvaro y Armando resultaron bue-
nos constructores, y a las órdenes de Rosario y su novio Néstor hi-
–Vamos a hacerlo, primito. Tú estás en primera fila. cieron los puestos más llamativos y originales de la feria. Alicia,
Alicia pudo engancharme porque la batalla contra la gramá- haciendo gala de responsabilidad, iba de aquí para allá con su papá
tica y la sintaxis había sido de un éxito aceptable. No me tendría que para que todo saliera bien.
preocupar hasta el siguiente año.

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 construyendo mi personalidad | lección 34: cuando las cosas mejoran

Y así fue: todo un éxito. Nuestros puestos recaudaron muchí-

simo, y nos divertimos a rabiar. Nos dieron pases para los juegos, y
mientras no estábamos de guardia, nos íbamos a dar una vuelta
comiendo palomitas de maíz y algodón de azúcar. Mi mamá, mi tía y
la mamá de Paco fueron las que se encargaron del dinero, y así no
tuvimos ningún problema.
Cuando todo terminó nos quedamos a limpiar para dejar
todo arreglado. Antes de irnos nos reunió el Director:
–Quiero felicitarlos y agradecerles porque han trabajado mu-
cho y muy bien por el colegio. Me gustó su entusiasmo, pero espe-
cialmente tus ganas, Alicia. Te moviste bien y te felicito.
Alicia, entre cansada y contenta, tenía una cara rarísima. Pue-
do decir que estaba feliz.
–Una cosa más. Como esta feria no hubiera sido posible sin
ustedes, creo que les debemos un agradecimiento, así que el colegio
les regala entradas para el cine.
Es difícil explicar la alegría que teníamos: el colegio empeza-
ría el siguiente año con edificio nuevo, nosotros nos habíamos uni-
do un poco más y nos regalaban una ida al cine: poco se puede
agregar. Todos estábamos contentos, pero especialmente Alicia, que
estoy seguro nunca olvidará esa feria.
–¿Sabes? –me dijo cuando ya estuvimos de vacaciones–,
aprendí muchas cosas, pero creo que la más importante fue que no
es tan malo obedecer y que incluso, aunque los adultos anden en sus
cosas, nos ayuda bastante hacerles caso. No sé... como que de alguna
manera las cosas son más fáciles, aunque cuesta, primo, cuesta bas-
tante. Pero en fin... mejor vamos a darnos un chapuzón. Ya se me fue
lo filósofa.

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 construyendo mi personalidad | lección 35: algunos cabos sueltos
Lección 35
Algunos cabos sueltos
Luego de la feria que, como dije, fue un éxito y permitiría
iniciar el siguiente año con cosas nuevas en el colegio, fue poco lo
que restó por ver.
Por mi parte seguí dando batalla tanto a ecuaciones como a
polígonos, mientras me reponía en el remanso de paz que es para mí
la Biología y la Geografía (con profesor nuevo). En síntesis: a pesar
de mi ya famosa dureza para llevarme bien con algunos habitantes
de las pizarras, todo fue bastante bien y pude terminar los exámenes
con cierta tranquilidad.
Paco, obviamente, no tuvo mayor inconveniente, y de su «ro-
mance» surgió el mejor promedio del salón.
No puedo, sinceramente, decir lo mismo de Álvaro, a quien
no de casualidad llaman Salvaje: él dejó dos asignaturas pendientes y
en las vacaciones tuvo que estudiar.
En cuanto a Alicia y Mariana qué puedo decir: las dos son
auténticamente estudiosas, impecables promedios y amigas sensa-
cionales.
Por cierto que la ida al cine fue muy divertida, incluso porque
contamos con la presencia de Armando, que a partir de los preparativos
se había vuelto parte del grupo (que cada vez crecía más), y junto con
Álvaro y Adrián, constituyeron el ala más «imaginativa».
Respecto al Alacrán, que había hecho las paces con Álvaro,
nunca le gustó que Salvaje se juntara con nosotros y, según comenta-
rios, se cambiaría de escuela para el siguiente curso. El «grupito»,
sobre todo a fin de año, ya no se juntaba en el rincón y el patio volvió
a ser todo de todos.
Mención aparte debo de la actuación del equipo de fútbol en
el torneo regional.
Primero hay que decir que quedé como portero titular, aun-
que nos turnábamos con Edi para atajar. Al principio no nos fue muy
bien. Con todo y el entusiasmo de haberle empatado a los Peckerman,
los primeros partidos no fueron favorables. No voy a negar que nos
172
ganó un poco el desánimo, pero la confianza y los constantes conse-
jos de Ríos nos empujaron hacia arriba.
¡Había que vernos luego de ganar el primer partido, o cuan-
do volvimos a empatar con los Peckerman, esta vez por los puntos!
Nuestros pilares: Martín, Rodolfo y Álvaro se fueron afianzando, lo
que hizo del nuestro un nombre respetado.
Quedamos terceros detrás de Peckerman y del Club Social y
Deportivo, los dos más fuertes en la categoría. Obtuvimos medallas y
nos hicimos populares en la escuela, dejando la firme impresión de
que el siguiente año seríamos candidatos al título. Fue una gran
alegría.
Y hablando de alegrías, mi amistad con Mariana creció mu-
cho sobre el final de año, sobre todo porque ella es alguien especial.
No niego que hemos tenido nuestras diferencias y hasta nos hemos
peleado, pero siempre volvemos a ser amigos.
Conversamos mucho, pero más que nada disfrutamos estar
juntos y salir con todos los chicos. Evidentemente hemos tenido que
soportar bromas y demás, pero últimamente ya no nos interesa tanto.
Como todos saben, ella me gusta, es una chica linda y buena,
y fundamentalmente es mi amiga. ¿Después? Después veremos, no
tengo prisa y disfruto de la vida mejor así. Es menos complicada.
Con respecto a Miguel mi mamá tuvo la idea de invitarlo a
comer a casa, idea que apoyaron mis tíos.
Al principio me dio «no se qué», pero
el día que vino, un domingo, realmen-
te lo disfruté. No vino solo; preguntó
a mi madre si podía traer a una
amiga y mamá no tuvo pro-
blemas. Fue una comida ex-
celente, casi un repaso
del año. Mis padres
estaban especial-
mente interesados
en escuchar todo de
boca del maestro.
173
 construyendo mi personalidad | lección 35: algunos cabos sueltos
Así, la conversación pasó de la composición de espíritu y
cuerpo a los tres niveles de acción de la persona –físico, psico-
lógico y espiritual–.
También mencionó la pirámide y la necesidad de integrar-
nos para buscar la felicidad, a lo que papá agregó que era bueno que
gente joven como Miguel nos ayudara y fuera nuestro amigo.
Mencionaron el ejemplo del auto, que a mi mamá y mi tía les
pareció muy claro y lo celebraron mucho. Al final todos acotaron
acerca de la necesidad de buscar el respeto por la dignidad de la
persona, especialmente en un campo tan importante como es el de la
sexualidad. Me llamó la atención que constantemente el amor fuera
la referencia.
Contado así tal vez sonará un poco aburrido, pero yo que
estuve en esa mesa aseguro que fue sensacional, como la experiencia
de haber tenido un año tan rico y completo.
Al día siguiente salimos de vacaciones con mi familia, algo
que siempre disfruto sin más insistencia.
Sin embargo, una duda me quedó de aquella comida en casa:
–Oye, Alicia ¿ella no es la profesora Estévez...?
–Exacto.
–¿Y...?
–Y qué se yo, pregúntaselo a él... No, mejor espera. Algo me
dice que el año que viene Miguel no se aleja del colegio... No le
preguntes, sé lo que te digo... Intuición femenina.
Había que creerle y esperar... Mi prima difícilmente se equi-
voca.
174
No quisiera dejarte sin antes decir que espero que te
haya gustado. Salió del corazón, pues sé que estas cosas sólo sirven
si se hacen con pasión, con fuerza, desde adentro. Busca siempre la
verdad. No te canses de hacerlo, porque la verdad sabe premiar
muy bien a quienes se empeñan en alcanzarla cuando todos
dicen que no existe. Es como si tú supieras que en ese campo hay
escondido oro y todos dijeran que no, que el oro no existe. Del mis-
mo modo te digo que busques y no te canses, que cuando desentie-
rres el tesoro disfrutarás de algo que los otros tal vez no tendrán.
Por eso me gustaría que al menos una partecita de este libro
te haya dejado pensando. Si es así, me doy por satisfecho.
Simplemente como despedida te dejo estas preguntas, que
son
Entre nosotros
1. Si el poseer todo lo que uno quiere (dinero, placer y poder) es
lo mejor de la vida, ¿por qué crees que la gente que tiene todo
esto muchas veces no logra ser feliz y estable?
2. Esto lleva a otra pregunta: ¿Qué es la verdadera felicidad?
¿Tú eres feliz? ¿Qué haces para serlo?
3. ¿Cómo piensas que es el matrimonio? ¿Estás dispuesto a
darte del todo para lograr vivir un amor único en el matri-
monio?
4. ¿Qué es lo que quieres lograr en la vida? ¿Dónde has puesto
tus ojos?
5. Sólo se puede amar y cuidar lo que se conoce. ¿Te conoces?
6. El verdadero amor busca el bien del ser amado. Por lo tanto
espera, perdona, da todo aunque los demás digan que eso es
tonto. ¿Cómo es tu amor? ¿Te has puesto a pensar que a
veces la gente que te rodea te ama mucho, pero que tú no
sabes que lo hacen?
Piensa... está en tus manos
175
 construyendo mi personalidad | fiichas

Ficha 2
1. «Lo que haga a mi cuerpo a mí no me afecta»
2. « ¿El cuerpo está para disfrutarlo?»
3. «¿El cuerpo es malo, lo único importante es el espíritu...?»
4. «Cuando me duele el estómago, estoy triste o de mal humor»
5. «Una persona con problemas psicológicos (estrés) se puede enfermar en el
cuerpo»
6. «Por verme atractivo/a soy capaz de hacer cualquier cosa con mi cuerpo»
7. «Mis papás deben preocuparse por mi salud y limpieza»
8. «El orden de mi cuarto y de mi cuerpo no tienen nada que ver con mi
interior»
Ficha 3
«Aurelio tiene un problema gordísimo»
“Aurelio, personaje del cuento «Aurelio tiene un problema gordísimo» de Fernando
Lalana abrió los ojos y se dio un susto de muerte. Allí a lo lejos, sobresaliendo por el
otro extremo de la cama, podía ver dos pies enormes y …¿Desconocidos? Aurelio había
crecido varios centímetro más. Se convirtió en el alumno más alto del salón. Sentía
temor de ser el hazmerreir del salón. Tenía mucha vergüenza y se sentía torpe Su madre
lo llevó al doctor para que lo analizarán.
-Así es. Ni más ni menos - respondió el doctor- Como tantos de los problemas que
angustian al hombre, como muchos de los que a tí te asecharán en el futuro, también
este pasará con el tiempo.
Aurelio se quedó serio
-Entiendo Usted quiere decir que me acostumbraré. Que llegará un momento que no me
importará ser un gigante. Y ese es el remedio a mis males ¿No es así?
- ¡No, no en absoluto! - Exclamó el doctor- no me has comprendido ¡Realmente te
curarás! ¡Te lo aseguro!
La mirada escéptica de Aurelio coincidió con los primeros intentos del doctor de
encender su pipa.
Veamos Aurelio. En realidad ¿cuál es tu problema?
- Pues que mido treinta y tantos centímetros más que los chicos de mi edad.
- No es exacto -puntualizó el médico.
- ¿A no?
- No lo que ocurre es que has alcanzado tu estatura casi definitiva inesperadamente.»
Cada uno crece a un ritmo diferente unos ganan altura antes, otros después, pero todos
creen y van cambiando”

Llegó a donde el doctor Vomer quién le dijo: «Aurelio que ya has comenzado tu
tratamiento, porque la única medicación, la única intervención quirúrgica que tu
enfermedad requiere, es el paso del tiempo. El síndrome se cura por sí solo. Es por así
decirlo, una dolencia pasajera.

Aurelio se volvió extrañado al doctor (…) ¿Quiere usted decir que dentro de un
tiempo volveré a ser como antes?

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 construyendo mi personalidad | fiichas

Ficha 4 Ficha 5 – B

A. ¿Quién soy? Tarjeta 1 Tarjeta 2 Tarjeta 3

· Nombre:
· Edad:
· Sexo:
· Talla:
· Peso:

B. ¿En qué he cambiado?

· ...en mis emociones / sentimientos
· ...en lo social

C.
· ¿Qué quiero compartir / comentar al respecto con el grupo?
· ¿Para qué actividades soy bueno?
· ¿Qué cosas me cuesta hacer? Ficha 6
· ¿Qué me gusta hacer?

1. Existe una vergüenza por lo malo pero también una especie de vergüenza por lo
bueno, a la que llamamos pudor.
Ficha 5 – A
2. El ejemplo del tesoro.

1. ¿Qué cosas han cambiado más en ti? 3.. El ejemplo del rey que se disfraza de mendigo.

2. ¿Cuáles son las que más te gustan? ¿Por qué? 4. El ejemplo de quien exhibe su tesoro irresponsablemente y luego termina teniendo
amigos por conveniencia.
3. Con todo lo que has cambiado, ¿crees que sigues siendo tú mismo o tú misma?

4. ¿Qué tan importante es la apariencia para ti?

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 construyendo mi personalidad | fiichas

Ficha 11 Ficha 12

Situación n. 1
enojo agresividad mel ancol ía a pa t í a
Un alumno nuevo llega al colegio. Es un intelectual nato, lo que a veces llaman «nerd».
Se lo ve inseguro y hace comentarios fuera de lugar como para ganarse algún amigo.
tristeza negatividad depresión hil aridad
Líderes del grupo:
euforia al egría entusiasmo optimismo
Alumno nuevo:

Conclusiones:

Situación n. 2

Una de las chicas del salón es muy romántica y le gustan las poesías de amor y escribir
un diario íntimo. Uno de los chicos «populares» encuentra su diario y lo lee en público.

Miembros de su grupito:

Resto del salón:

Alumna:

Conclusiones:

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 construyendo mi personalidad | fiichas

Ficha 15
Ficha 20 – A
Situación:

Un amigo tuyo muy querido está lejos y a pesar de que se dejaron de ver cuando tenían 1 mes 1 año
10 años siempre estuvieron en contacto. Tu amigo o amiga está experimentando
muchos cambios, siente y quiere cosas que antes no sentía ni quería, tiene conflictos con
sus padres, algunos de sus amigos, si es varón nota cambios en la conducta de las chicas
y si es chica no entiende bien a los varones. ¿Qué le dirías?

5 años 10 años

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 construyendo mi personalidad | fiichas

Ficha 22
Ficha 20 – B
Situación n. 1
Medios Medios
El profesor Ríos contó que cierta vez, estando de campamento, hicieron una caminata
para recorrer el bosque. De pronto los sorprendió la lluvia justo cuando llegaban a un
río caudaloso. Como habían caminado en círculo, estaban cerca del campamento, pero
ese río era el «estorbo». Resolvieron que cada uno traería una cosa (la que fuere) para
poder cruzar. Finalmente entre todo lo que consiguieron improvisaron un rudimentario
puente y lograron su objetivo.

Situación n. 2

Carlos y sus amigos decidieron ayudar con lo que fuese necesario a un pueblo cercano
que sufría una inundación. Muchas casas estaban bajo el agua y esas familias no habían
podido rescatar nada. Ahora duermen como pueden en los refugios desde hace tres días.
Medios Medios Cada uno fue comisionado a conseguir algún tipo de ayuda que resolviese los problemas
de esa gente. Finalmente lograron juntar algunas cosas y mucha gente que lo
necesitaba fue feliz.

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 construyendo mi personalidad | fiichas

Ficha 25
Ficha 24

1. ¿Cuánto tiempo le toma a un niño aprender a caminar?

1. María antes me gustaba, ahora está gorda y ya Placentera 2. ¿Cuánto le toma aprender a hablar expresando ideas completas y coherentes?
no quiero que me vean con ella. Utilitaria 3. ¿Cuánto tiempo tomó la construcción de las pirámides de Egipto? Imagina y
Personalista describe cómo crees que se verían al principio.
4. Al observar un hermoso y fino plato de porcelana o cerámica, ¿te habías puesto a
2. Este grupo es bien bueno. Nos ayudamos, nos Placentera
pensar que antes fue lodo?
conocemos y aunque metamos la pata unos con Utilitaria
5. Todas las personas admiran al gran escultor Miguel Ángel, quien hizo la estatua
otros, siempre nos perdonamos. Personalista
llamada «El David», una de las más perfectas en la historia. ¿Te has puesto a
3. Estaba enamorada de Mario, pero resulta que ya Placentera pensar que esta y otras estatuas iguales antes fueron un pedazo de mármol que
no me hace regalos, voy a terminar con él. Utilitaria estuvo dentro de un cerro?
Personalista
4. Éramos amigos hasta que se enfermó. Ir a Placentera
visitarlo todos días, ¡qué aburrido! Mejor no voy. Utilitaria
A mí me gusta divertirme. Personalista
5. Sólo voy a casa de mi tía Licha porque me Placentera
engríe, me hace cariño... en fin, me complace en Utilitaria
t o do . Personalista
6. Me encanta estar con Cecilia. No será muy Placentera
bonita, pero es excelente persona y amiga. Utilitaria
Personalista
7. ¿Por qué sigues con Alejandra? Placentera
-¿No te das cuenta de que siempre me hace la Utilitaria
tarea? Personalista
8. Me dio mucho gusto ahorrar dinero, porque Placentera
ahora me sirve para comprarme una bicicleta y Utilitaria
salir a pasear con mis amigos. Personalista

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 construyendo mi personalidad | fiichas

Ficha 28
Ficha 27

¿Crees que estos personajes muestran lo que realmente son?

+ –
¿Crees que en verdad son felices?
1. Al ir al cine en grupo uno sugiere entrar a una tienda y que
cada uno robe al go para comer dentro del cine. La mayoría del
¿Son modelos a imitar? ¿En qué y en qué no?
grupo acepta y entran para hacer l o que el l íder dijo.
2. Pedro ya no quiere burl arse de Sofía. Todos l a fastidian porque
usa l entes y tartamudea. Al grupo l e divierte verl a l l orar, y con
Pedro ya no se juntan porque no es l o suficientemente «val iente»
para el l os.
3. En l a escuel a está el típico grupo de l os «mayores» que l e quitan
l a comida a l os de grados inferiores. Cecil ia y su grupo de amigos
deciden defenderl os y evitar que abusen de el l os.
4 . Daniel y sus amigos están de vacaciones. Les gusta pasear, pero no
tienen dinero suficiente para ir a l a pl aya. Se reúnen y se organizan
para hacer una caminata hasta l a pl aya. La pasan de l o mejor.
5. Juan no es muy estudioso, pero es muy fuerte y dominante sobre
el resto. Arturo es estudioso y l e teme, porque Juan l e pega si no l e
hace l a tarea o no l e pasa l as respuestas de l os exámenes. Los demás
miembros del grupo l o presionan y se aprovechan también.

6.

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Ficha 29 – A Ficha 30 – A

Mitos sobre el SIDA Mariana está fastidiada de que su mamá se meta en su vida. Ella quería hacer su tarea
en el comedor. Pensaba que iba a ser cuidadosa y que entonces el pegamento de su
1. El SIDA ataca exclusivamente a personas homosexuales o a drogadictos. experimento no caería en los muebles. Finalmente su madre se enojó y aquello terminó
en discusión. Mariana fue a dar a su cuarto.
2. El SIDA se contrae por estar cerca de un enfermo.
–¡En esta casa no puedo hacer nada!
3. El SIDA se transmite por cualquier medio, no sólo por la sangre o las secreciones.
No terminaba de entrar cuando vio a su hermana más pequeña que jugaba con sus
4. El preservativo o condón sirve para prevenir totalmente la transmisión de la témperas de colores sobre la cama. Inmediatamente le gritó que mejor buscara otro
enfermedad. lugar con más cuidados, que así se podía manchar la cama y el colchón. Su hermanita
de 8 años se enojó y salió gritando:

–¡En esta casa no puedo hacer nada!

–No es eso... simplemente muévete a otro lado y se acabó el problema. Yo sólo quiero
ayudarte.
Ficha 29 – B
Fue entonces que Mariana se dio cuenta de algo interesante: Se había comportado con
su madre de la misma forma que su hermana pequeña lo hizo con ella. Ella quería
“Quien, durante toda su vida, solo realice el acto sexual con una misma persona y esta
ayudar a su hermana y comprendió que del mismo modo su madre sólo quería
persona nunca lo realice con ninguna otra, no será infectado/a por ninguna
ayudarla.
enfermedad transmitida sexualmente. Todos los demás contactos pueden implicar, por
el contrario, el riesgo de contagio.”

(Folleto controlado pericialmente por la Dra. Kristina Ramstedt del Instituto Nacional
de Enfermedades Infecciosas. Estocolmo, Suecia, 1995.)

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Ficha 30
El papá de Juan le pidió muchas veces que no metiese la bicicleta por el comedor. Pero
para él era «demasiado esfuerzo» meterla por el patio. Su padre le insistió una y otra
vez que así se rayaban los pisos que su madre limpiaba, pero esto para él no era «tan
importante». Finalmente un día se enojó y lo regañó por meter la bicicleta por allí.
Juan reaccionó mal y gritó:
–¡En esta casa no puedo hacer nada!
Cuando llegó al patio vio a su hermanito pateando una pelota contra la pared blanca
que acaba de lavar su padre. Inmediatamente le dijo que no lo hiciera y que pensara en
que era muy injusto por estar ensuciando la pared recién pintada.
–Mejor vete a otro lado.
–¡En esta casa no puedo hacer nada! –respondió ofendido el hermanito.
–No exageres. No te cuesta nada irte un poco más allá, a la pared que no está
pintada.
Entonces Juan se dio cuenta que a él tampoco le costaba nada meter la bicicleta por el
patio. Su padre no era «un fastidioso», sino que quería su bien.
192
Ficha 31
Tienes una tarea del colegio en la que te piden investigar un tema difícil. Cuando llegas
a tu casa te enojas con tu mamá porque te pide que ordenes tu cuarto. Discuten y tú
terminas diciendo que te dejen en paz, que te arreglarás solo (o sola). Pero entonces te
das cuenta que tu mamá es profesional en el área de tu tarea.
Opción 1:
Opción 2:
Luego de un partido en el que tu equipo ha perdido apabullantemente te peleas con tu
padre, que vio el juego, porque él quiere sugerirte cosas sobre tu deporte y a ti te
fastidia. Cuando llegas a tu casa te enteras que tu padre, en la juventud, fue capitán de
su equipo en ese deporte y además campeón intercolegial de su época... pero tú ya lo
habías mandado a pasear.
Opción 1:
Opción 2:
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Ficha 33 Ficha 34
Los valientes trescientos
La célebre batalla del angosto paso de las Termópilas se libró en el 480
...adolescente ...público antes de Cristo, cuando Jerjes invadió Grecia al mando de un ejército persa.
Aunque los espartanos fueron vencidos en las Termópilas, su heroica
resistencia contra un enemigo abrumadoramente superior en número inspiró
a los griegos en su posterior resistencia, y el nombre de Esparta pasó a ser
sinónimo de coraje.
Toda Grecia corría peligro. Un poderoso ejército al mando de Jerjes, el
gran rey de Persia, había llegado desde el Oriente. Marchaba por la costa,
y en poco tiempo estaría en Grecia. Jerjes había despachado mensajeros a
todas las ciudades y estados, exigiendo que le enviaran agua y tierra como
símbolos de que la tierra y el mar le pertenecían. Los griegos se negaron,
y resolvieron defender su libertad contra los invasores.
Hubo gran conmoción en toda la región. Los griegos se armaron y se
dispusieron a enfrentar al enemigo.
... iguales Había un solo sitio por donde el ejército persa podría entrar a Grecia
desde ese lado, y era un angosto paso entre las montañas y el mar. Se
llamaba Termópilas, que significa «puertas calientes», por las aguas
termales de las cercanías.
Este paso estaba custodiado por Leónidas, rey de los espartanos, con sólo
unos miles de soldados. El ejército persa los superaba en número, pero
estaban confiados. Se habían apostado en el lugar más estrecho del paso,
donde unos pocos hombres armados con lanzas largas podían contener toda
una compañía.
La primera oleada persa enfiló hacia el paso al amanecer. Los exploradores
espartanos informaron que había tantos efectivos que sus flechas podían
oscurecer el sol como una nube.
–Mejor así –dijo Leónidas–. Pelearemos mejor a la sombra.
Las flechas descendieron, pero los escudos griegos las desviaron, y las lanzas
largas contuvieron a los persas que se internaban en el paso. Los invasores

194 195
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atacaron una y otra vez, pero en cada ocasión debieron retroceder con Ficha A-35
tremendas pérdidas. Al fin Jerjes envió a sus tropas selectas, los Diez Mil
1. ¿Qué es la sexualidad?
Inmortales, pero ni siquiera ellos pudieron contra los empecinados griegos.
2. ¿Qué partes de la persona humana involucra?
Al cabo de dos días de combate, Leónidas aún era dueño del paso. Pero esa noche
3. ¿Qué es la integración?
llevaron a un hombre al campamento de Jerjes.
4. ¿Por qué es importante el espíritu? ¿Y el cuerpo?
Era un griego que conocía bien el terreno, y estaba dispuesto a vender un secreto: el
5. ¿Qué es un sentimiento?
paso no era el único lugar por donde se podía avanzar. Un sinuoso sendero giraba hasta
6. ¿Por qué debo respetar todo lo que tiene que ver con la sexualidad?
un camino que cruzaba el espinazo de la montaña. Estaba defendido por un mero
7. ¿Cómo debemos actuar frente a la presión grupal?
puñado de griegos. Sería fácil vencerles, y luego Jerjes podría atacar al ejército
8. ¿Cómo es un líder positivo?
espartano por la retaguardia.
9. Los cambios en los varones y mujeres de tu edad, ¿se parecen? ¿Cómo?
El traicionero plan funcionó. Los hombres que custodiaban el sendero secreto fueron
10. ¿Qué es el «Complejo de Dédalo» (sentimiento de «omnipotencia»)? ¿Cómo lo
sorprendidos y derrotados. Algunos lograron escapar para prevenir a Leónidas.
aplicarías a un caso?
Los griegos sabían que quedarían atrapados si no abandonaban el paso de inmediato.
Pero Leónidas también sabía que debía demorar a Jerjes mientras las ciudades griegas
preparaban sus defensas. Tomó una decisión. Ordenó a la mayoría de sus hombres que se
escabulleran por las montañas para regresar a sus ciudades, donde los necesitarían.
Conservó su guardia real de trescientos espartanos y algunos efectivos más y se dispuso a
defender el paso hasta el final.
Jerjes y su ejército avanzaron. Los espartanos resistieron, pero uno a uno cayeron.
Cuando se partían sus lanzas, se mantenían en sus puestos, luchando con sus dagas y
espadas.
Todo el día mantuvieron a raya al ejército persa, pero cuando cayó el sol no quedaba
un solo espartano con vida. Solamente quedaban un montón de cadáveres erizados de
flechas y lanzas.
Jerjes había tomado el paso, pero a costa de miles de hombres y una demora de varios
días. Ese tiempo fue decisivo. La armada griega pudo reunir sus naves, y poco después
logró expulsar a Jerjes, que debió regresar al Asia.
Muchos años después se erigió un monumento en el paso de las Termópilas, con esta
inscripción en memoria de la valerosa resistencia de unos pocos en defensa de unos
miles.
Deténte, viajero, en tu camino.
Cuenta luego que, espartanos hasta el fin,
aquí luchamos y caímos.

196 197
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