Verónica Guerrero Huesca.

“La diferencia sexual en debate” Capítulo III

En este capítulo la autora nos dice que las propuestas freudianas responden en parte a
una influencia de las manifestaciones culturales y vigentes en aquella época, pero con
un modo de pensamiento basado en los códigos de la Modernidad. Debiéndose tomar
en cuenta: a) los aspectos ideológicos, descriptivos de la época, b) los fundamentos
epistémicos y las lógicas en juego, y c) las propuestas en los escritos freudianos en su
carácter de descubrimientos originales.

Freud sostenía que las mujeres tienen una función ineludible que cumplir en el cuidado
de la casa y los niños, y que esto hace que no puedan ni deban tener ninguna
profesión, y agrega en su carta, que frente a la posibilidad de que desaparezca
“nuestro ideal femenino (…) prefiero ser anacrónico y atesorar mi anhelo de Martha tal
como es ahora y no creo que ella quiera ser diferente” (Freud, 1963, p. 33). Sin
embargo, su relación era distinta con sus colegas y discípulas, quienes todas ejercían
una profesión. En Freud convivieron distintas corrientes de pensamiento, esto hace que
no haya una homogeneidad total en sus propuestas sobre la diferencia sexual.

Foucault propuso pensar el siglo XIX desde un modelo de encierro y el siglo XX bajo un
modelo de control. Freud estaba entre estos modelos con respecto a la mujer. Freud
fue más allá de ese régimen de enunciación, al superar la noción de sujeto de la
consciencia, e introducir el concepto de inconsciente.

Considera que el discurso freudiano sobre la diferencia sexual es también un discurso

sobre los géneros, sobre hombres y mujeres que se sostiene en la episteme de la
modernidad. En donde las mujeres son los otros, ya que se parte de un punto de vista
masculino.

Finalmente, la autora plantea tres interrogantes, como: a) si es la diferencia de los

sexos una realidad ahistórica, y b) ¿qué papel juega el lugar del otro?, que en el campo
de la diferencia es asignado a la mujer.