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CAPITULO X Para una técnica de la palabra persuasiva en la pélis. La retérica segiin Aristételes Gabriel Livov ‘Trataron la materia los filésofos con més cuidado que los retéricos. Qu 10, Instituciones oratorias ‘TILIAN En este capitulo nos dedicamos a explorar los lineamientos generales del proyecto aristotélico de definicién y sistematizacién del arte retérica. Como vimos, el en- foque platénico conceptualiza la retérica tradicional como un saber aparente: sin un dominio especifico de objetos a los que aplicarse, se trata de una préctica del Jégos destinada a la adulacién, orientada hacia una persuasidn sin conocimiento, en la que la palabra se halla al servicio de la adquisicién de poder personal, el sentido de la vida humana se piensa desde una forma radical de hedonismo y la politica se concibe bajo la forma de una democracia extrema animada por una voluntad de dominio imperial. Ante las pretensiones de los maestros de ret6rica de reclamar para si el monopolio de la definicién de lo justo y de lo injusto, el pensador nacido en Estagira procuraré acotar el campo de la oratoria sofistica, deslinddndola del saber propiamente cientifico sobre la praxis ética y politica de los seres humanos. Sin embargo, a diferencia de Platdn, Aristételes se propone rehabilitar la retérica en tanto disciplina técnica auténoma, relativa a los discursos puiblicos en asambleas, tribunales y ceremonias politicas; para ello emplea la estrategia de vincularla estrechamente con la dialéctica, conce- bida esta tiltima no ya como saber filosdfico supremo (Platén) sino como arte de la interaccién dialégica con un interlocutor. En términos generales, ver mos que la caracterizacién aristotélica piensa la retérica como un saber técnico, orientado a la construccién de un discurso persuasivo ante auditorios publi- cos, donde se ponen en juego instancias colectivas de decisién vitales para el funcionamiento institucional de la ciudad-Estado. Para una técnica de la palabra persuasiva en la pélis. La retérica segtin Aristbteles 1. Horizonrs PLATONICOS. EL JOVEN ARISTOTELES Y LA RETORICA Entre las escasas noticias sobre la edad temprana de Aristételes, podemos destacar que alos 17 afios fue enviado a estudiar a la pélis ateniense desde Macedonia (en cuya corte su padre oficiaba de médico al servicio del rey Amintas III, abuelo de ‘Alejandro Magno). Esto es relevante para los propésitos de la presente obra en al menos dos sentidos. En primer lugar, porque la totalidad del proyecto filoséfi- co de Aristételes se encuentra originariamente anudado con la tradicién cultural y politica de Atenas, la ciudad-Estado de la Grecia Antigua donde la palabra al- canzé niveles inéditos de elaboracién tedrica y de institucionalizacién politica. En segundo lugar, porque fue enviado a estudiar a la escuela filosdfica de Platén, la Academia, donde permaneceria como su discfpulo los siguientes veinte afios de su vida: es digno de notar al respecto que, segtin una extendida tradicién biogr’- fica, en la Academia Aristételes estuvo a cargo de impartir cursos sobre retérica.! Aristételes se enfrenta inicialmente al problema de la definicién de la rets- rica y su relacién con la dialéctica teniendo como antecedente la disociacién fuerte que el Gorgias de Platén habfa operado entre la dialéctica filoséfica, por un lado, y la retérica-sofistica de su tiempo, pot el otto. De un lado, el perso- naje de Gorgias defendia una concepcién de la retérica como técnica suprema, asimilada con la politica en tanto rectora de los asuntos puiblicos humanos, en la medida en que se dedicaba a las estrategias de persuasién que acerca de lo jus- t0 y lo injusto se ponen en practica en las asambleas y los tribunales de la polis. Del otro lado, el personaje de Sécrates no solo impugnaba la supremacia de la retérica (junto con el correlativo rechazo de la democracia radical), sino que incluso le negaba el estatuto de técnica: en la medida en que el orador no ne- cesita saber, sino solo aparentar que sabe frente a una multitud, la retérica no esta preparada para dar razén de los conceptos y los temas de que trata y, por lo tanto, no puede aspirar a constituir una rkhne en sentido estricto. Asi es como la retérica no puede tener pretensiones legitimas de conocer y ensefiar acerca de lo justo y lo injusto. Es una mera prictica adulatoria de caracter su- perfluo y derivado, que sin embargo se disfraza bajo la apariencia de saber. Se trata de un simulacro, solo admite ser tratada desde el punto de vista de la opi- nidn y resulta estructuralmente incapaz de alcanzar por sf misma la verdad.* Jaeger, 1950: 50. » Lejos de mostrarnos diferencias, en el Fedro constatamos, en tiltima instancia, una mis- ma posicién que en el Gorgias, segtin la cual la retérica tradicional se inscribe en el Ambito del 229 Gaprret Livov El lugar que Aristételes asigna a la retérica en los escasos testimonios conservados de sus escritos tempranos parece inscribirse en la tradicién inaugurada por su maestro Platén y, por lo tanto, entran en polémica con la persuasion retérico-sofistica. Entre tales textos ~perdidos para nosotros se destacan especialmente los correspondientes al Arte [ret6rico] de Teodectes (Theodekteia), la Compilacién de las téenicas [retéricas] (Tekhnén Sunagogé) y el didlogo Grilo (Griillos) De estos escritos tempranos atribuidos a Aristételes, que no han llegado hasta nosotros sino bajo la forma de unos pocos fragmentos, nos interesa ras- tear indicios para reconstruir, en la medida de lo posible, dos asuntos funda- mentales para empezar a delincar los contornos de la concepcidn aristotélica de la retérica: la polémica contra Isécrates y la caracterizacién aristotélica de la tradicién rerérica 1.1. Polémica contra Isécrates ‘Tomar en cuenta la figura de Isdcrates nos permite encontrar un anclaje a la hora de contextualizar el profundo desacuerdo entre filosofia y retSrica que res- pecto del Gorgias de Platdn transitamos en el capitulo anterior: para compren- der la clave de tal desacuerdo habria que analizar el conflicto que en el siglo IV enfrentaba a dos escuelas antagénicas que se disputaban el ideal de formacién integral del ser humano, la Academia de Platén y la escuela de Isdcrates. Por un lado, Isécrates sostenia la necesidad de una pedagogia practica, cuyas ma- terias se vincularan con una utilidad politica, que en vista de las necesidades del modo de vida participativo en las instituciones de la pélis debfa incluir de manera privilegiada la maestria en las artes de la palabra, Platén, por el otro, impugnaba la inclusién de la retérica dentro de su plan de estudios y apuntaba principalmente a un modelo de saber eminentemente teorético, contemplati- vo, tal como lo testimonia el programa de formacién expuesto en Repiiblica, en el que el adolescente debja comenzar estudiando los primetos diez. afios dis- ciplinas cientificas tales como aritmeética, geometrfa y astronomfa, entre otras.? simulacro, y si bien puede llegar a ser “buena” o “hermosa”, lo serd en la medida en que deje de set retérica sofistica y se convierta en técnica, lo cual implica para ella ser absorbida dentro de la dialéctica filoséfica > Ver Rep. 527 b. Considérese a propésito Ia legendaria inscripcién a la entrada de la Academia 230 Para una técnica de la palabra persuasiva en la pélis. La retérica segiin Aristételes Luego de la condena de Sécrates, toda pretensién de intervenir en la formacién eclucativa de la juventud debia enfrentarse en el siglo IV con el fantasma de las acu- saciones de impiedad y de corrupcién de menores: en tal sentido, seémo delimitar al fildsofo del sofista? Cémo distinguir entre los verdaderos sabios-maestros y sus simulacros? Dos ideales de formacién opuestos se veian sometidos a exa- men y debfan exhibir sus credenciales de legitimidad. Se trata de una escena conocida para la cultura helénica desde la Odisea: ante una serie de pretendien- tes debemos poder decidir quignes sustentan sus pretensiones legitimamente y quicnes son impostores, falsificadores, simuladores. Los tétminos “fildsofo” y “sofista” se mostraron especialmente sensibles a esta disputa por el sentido. En el siglo IV a. C., tal como lo testimonian la obra platdnica y los discursos de Isécrates, el titulo de “fildsofo” se habia vuelto un codiciado premio por el que valia la pena enfrentarse contra los “sofistas”, exponentes de la cultura ateniense que corporizaban meros simulacros de la idea de saber y de educacién. Es importante destacar que tanto Platén como Isécrates se consideraban a si mismos “filésofos”, al tiempo que uno y otto ta- chaban a sus adversarios intelectuales de “sofistas”.# El escrito de Isdcrates Sobre el cambio de fortunas (0 Antidosis) nos introdu- ce precisamente en la escena del duclo frente a otros pretendientes al saber y ala educacién. Calcando ciertos motivos de la Apologia de Sécrates de Platén, un Isécrates octogenario escribe en torno al 353 a. C. este discurso en el cual simula un juicio que se le hace por corrupcién de la juventud y en el que un acusador ficticio propone condenarlo a muerte; para salvarse, el orador deberd ofrecer de si un retrato que demuestre su compromiso con las mejores tradi- ciones de la paideia griega. Los dos enemigos que habra de enfrentar en su dis- curso son, por un lado, los retéricos que se dedican a la oratoria forense ~en la medida en que reducen la retérica que ¢l pretendfa rchabilitar a una eristica 0 arte de pleitear-, y por el otto, los filésofos académicos -frente a quienes Isé- crates recupera el valor de la utilidad préctica de una formacién que permita intervenir en los asuntos ptblicos de la pélis—* * Pata el conflicto entre Platén e Isdcrates y la disputa seméntica “fildsofo"/sofista’, ef. K. Morgan 2004, asi como también Ober 1998. El tratamiento clisico del tema se encuentra en W. Jaeger, Paideia. Los ideales de la cultura griega, bros 111 y IV. 5 “Creo, en efecto, que los principes de la oratoria eristica y los que se dedican ala astronoma, geomettia y otras ciencias semejantes no dafian, sino que ayudan a sus disefpulos, pero menos de lo que prometen y més de lo que parece a otros. La mayorfa de los hombres piensa que estas ensefian- zas son charlatanerfa y mezquindad” (Antid. 261-262). En su discurso Contra los sofistas, el orador 231 Gaprret Livov El programa educativo de la escuela de Isécrates se halla formulado en abierta polémica con el plan de estudios de la Academia platénica: en esta clave el orador se propone basar su educacién en las leyes existentes entre los griegos (Ant, 79-83), utilizar un concepto de virtud reconocido por todos (Ant. 84) y ditigitse a la polis ateniense en su conjunto (Ant. 85), en lugar de disefiar es- tatalidades ideales alejadas de la utilidad préctica para la coyuntura, exhortar a formas de virtud desconocidas para el sentido comtin o dedicarse a predicar para unos pocos de manera privada -tres puntales del plaronismo pedagégico-. Como profesor de retérica en la Academia, Aristételes parece tomar parte en la polémica de Platén contra Isdcrates, alinedndose junto a su maestro para enfrentar al célebre orador (que por entonces tenia casi 100 afios). Segdin un testimonio recogido por Quintiliano, Aristételes habria justificado su tarea de ensefianza de las técnicas de la palabra persuasiva en la escuela de Platén apro- pidndose en clave polémica de un célebre verso del Filoctetes de Séfocles: “Es vergonzoso callar y dejar que hable Isécrates” § Rastros de la disputa con Isécrates en torno del sentido de la palabra phi- losophia se visumbran en las paginas del Protréptico, un didlogo temprano de Aristételes conservado fragmentariamente, que propone una exhortacién a la filosofia y a la vida filoséfica. Polemizando con la renuncia isocratea a la ciencia y su defensa de la opinién y del sentido comin, el ideal de sabidu- ria que se sostiene en los fragmentos de este didlogo no se funda sobre el sa- ber practico que se adquiere en torno de los asuntos humanos en tribunales y asambleas, sino sobre la contemplacién de las primeras causas divinas de la realidad: es solo a través de la sheorfa cientifica de tales causas que la mente humana puede realizar su naturaleza (divina). En consonancia con las teorias de su maestro Platén, el joven Aristételes sostenia que todo saber préctico carece de especificidad y se deriva de los principios metafisicos de la realidad (fragmentos 22-23).’ Elevar “lo util” (+3 chrésimon) a criterio ultimo del saber y de la educacién equivale a no comprender la diferencia entre lo bueno y lo necesario; la filosofia no deberia ser entendida como un medio sino como un se dedica a ctiticar a los académicos, quienes “se jactan de saber el futuro pero no son capaces de decir ni aconsejar nada de lo que es preciso para el presente; en cambio, los que utilizan su sen- tido comiin se ponen més de acuerdo y mas cuenta se dan que los que proclaman tener cienci pero “no solo hay que criticar a estos, sino también a los que prometen ensefiar discursos politicos’ (8-9, trad. de Guzman Hermida, 1996) © Quintiliano, Jase. Orat. HH 1, 14 ” Aristételes, Protréptico 232 Para una técnica de la palabra persuasiva en la pélis. La retérica segiin Aristételes fin en si mismo, aquel que, una ver alcanzado luego de arduos esfuerzos, nos habilita para ser sabios también en los asuntos practicos (fragmentos 42-51). De los testimonios que nos han llegado del didlogo Grilo! por intermedio de Quintiliano suponemos que alli Aristételes puso a punto una critica de la retérica sobre la pista de las reflexiones de su maestro. Segdin Didgenes Laer cio, Aristételes habria dicho en el Grilo que existian innumerables cantos de elogio y discursos fiinebres en honor a Grilo (hijo de Jenofonte), pero que en su mayoria pretendian adular al padre mas que honrar la memoria del hijo (DL 11 55). Dado que entre los compositores de encomios a Grilo también se cuenta Isécrates, se suele marcar que Aristételes no habria querido él mismo confeccionar en el Grilo un encomio, sino criticar la retérica adulatoria de tan- tos de sus contemporaneos, y sobre todo del orador adversario de su maestr 1.2. Tradicién retérica Es significativo que en la Retérica de Aristételes no esté incluida una discusién articulada respecto de las opiniones relevantes (éndoxa) de tratamientos previos del tema, tal como sucede en Metaftsica, Fisica, De Animay Politica, por ejemplo. Contra su costumbre usual, en Retériea Aristételes no vuelve sobre las ideas més relevantes de sus predecesores en esta disciplina, y lo que se encuentra de critica a la tradicién retética en el libro I de Ret, es demasiado general y esquemético, no llega a conformar una discusién dialéctica detallada parangonable a la de otras obras."° Las razones de esta ausencia pueden deberse a que el estagirita ya conta- ba, a la hora de escribir la Retdrica, con una compilacién critica que no creia ne- cesario integrar a la retérica -o que no nos ha llegado dentro de la compilacién final a la que los editores posteriores asignaron el nombre de Retériea-. Es plau- sible que la Retérica presupusiera la existencia de escritos aristotélicos tempranos sobre retérica en los que si se habria dado esa confrontacién con los antepasados tan catacterfstica de la metodologia aristotélica. En cualquier caso, y aun cuando tales escritos no han llegado hasta nosotros mas que en menciones sucintas, procu- ramos integrar dichas menciones en el marco de otros textos de que disponemos. * El diélogo aparece mencionado en la lista de Didgenes Laercio (DL V 22) y en la Vita Hesychii 10. » DLII55. CE. las lecturas de Solmsen y de Chroust citadas en Rapp 2002, I: 233-234. © Rapp 2002, I: 225, 233 Gaprret Livov Alla hora de considerar una posible delimitacién de los temas y los autores principales de la tradicién retérica que se propone tipificar, debemos constatar pre- viamente que Aristételes contaba con el “estado de la cuestidn” desplegado en el Fedro de Platén. Alli, Sécrates y Fedro se proponen poner en pocas palabras “todo lo que hay en los libros esctitos sobre el arte oratoria’. Con el objeto de acotar el dominio de objetos que abarca el saber aparente del orador/maestro de retdrica tradicional, Platén presenta un breve compendio -que transcribimos a continua- cién- de los autores ¢ ideas a los que catalogar bajo el rétulo de rhetoriké SécrarEs— Creo que lo primero es que al comienzo del discurso, hay que pronun- ciar un proemio. A estas cosas llamais (;no es cierto?) los refinamientos del arte. Fepro- Si. S.- En segundo lugar, una exposicién, despues de esta los testimonios, en tercer lugar los indicios, en el cuarto las presunciones. Y creo que el mejor de los arti- fices de discursos, el hombre de Bizancio, habla de confirmacién y ratificacién. ~ {Te tefieres al habil Teodoro? S.~ Por supuesto. Y que hay que hacer una refutacién y ademés una refuracién adicional, tanto en la acusacién como en la defensa. ;Y no haremos que inter- venga en el debate el admirable Eveno de Paros, que fue el primero en descubrir la alusidn y los elogios indirectos? Y hay quienes dicen que también puso en ver- sos mnemotécnicos la censura indirecta, jsabio varén! ;Y Tisias, y Gorgias? ;Los dejaremos dormir, a ellos que vieron que habla que valorar més lo verosimil que lo verdadero, que gracias al vigor de su palabra hacen que lo pequefio parezca grande y lo grande pequefio, que dan a lo nuevo un aire antiguo y a la inversa, y descubrieron cémo hablar concisamente o bien con una extensidn indefinida acerca de cualquier cosa? Aunque, escuchéndome una vez hablar de esto, Prédi- co se rié y dijo que él era el tinico que habfa descubierto lo que requiere la ora- totia: ni los largos ni los breves [discursos], sino los de extensién moderada. [...] SY no mencionaremos a Hipias? Pues creo que también el Extranjero de Elis le daria su voto. (...] S.~ LY qué podsfamos decir de los exquisitos modos de expresién de Polo, como la reduplicacién y el estilo sentencioso y figurado y las palabras que Licimnio le regalé para contribuir a la elegancia de su estilo? E~ ;Pero no habfa cosas de Protagoras semejantes a estas, Sécrates? © El cérmino rhetoriké no se encuentra atestiguado en las fuentes griegas antes del Gorgias, yes muy probable que Platén lo haya acuftado. Cf. E. Schiappa 1990: 457-470. 234 Para una técnica de la palabra persuasiva en la pélis. La retérica segiin Aristételes S.~ Si muchacho, cierta propiedad del lenguaje, y muchas otras cosas excelentes, ‘Aunque en el arte de los discursos patéticos que se extienden sobre la vejez o la pobreza, me parece que ha vencido el vigor del Calcedonio [‘Trasimaco], que, ademas, ha llegado a ser al mismo tiempo un hombre habil para encolerizar a la multitud y, luego, dulcificarla hechizéndola como ¢l decia, y el mejor para ca- lumniar y para levantar las calumnias, vengan de donde vengan. Con respecto ala terminacidn de los discursos, parece que todos estén de acuerdo, y algunos Ja llaman recapitulacién y otros le ponen otro nombre. E~ ,Quieres decir el resumen, para recordar al auditorio, al final, cada uno de los puntos tratados? S De eso hablo. Y si tienes algo que agregar sobre el arte oratoria... F— Menudencias, y no vale la pena que las diga.” Para considerar el reconocimiento de Aristéreles de la existencia de un cor- pus retdrico de textos y autores anteriores a su aproximacién deberiamos partir de un texto que no pertenece al primer periodo de su produccidn, pero que nos permitird situar los testimonios que tenemos de su caracterizacién tem- prana de la tradicién retérica: el tltimo capitulo de las Refuutaciones sofisticas"’ Alli Aristételes marca el contraste entre, pot un lado, la nutrida tradicién re- t6rica con la que contd a la hora de encarar su reflexién sobre el arte del dis- curso ptiblico y, por el otro, la ausencia de precedentes tedricos a la hora de delinear su concepcién de la técnica de la dialéctica. Inmediatamente antes del texto que reproducimos a continuacién, Aristételes destaca la importancia de los primeros esbozos de una técnica: si bien puede tratarse de enfoques sumarios ¢ incompletos, son a la vez los més importantes, dado que conforman las bases para el desarrollo y la articulacién ulterior de una tradicién tedrica. A propési- to de estas consideraciones declara: 8 Far, 266d-267d (trad. A. Poratti 2010). Para completar la estampa, habria que reponer también las palabras finales del didlogo, cuando Sécrates y Fedro se comprometen a comunicarles respectivamente a Lisias y a Isderates os resultados a los que han artibado, relativos a la posibilidad de una “retérica hermosa’: si alguien se dedica a escribir discursos retéricos conociendo la verdad y siendo capaz de dar razones de aquello que ha escrito (es decir, si logra hacer de la retsriea una técnica), entonces no debe llamarse “orador” sino propiamente “filésofo”. En lo que suele leetse como una estrategia de ridiculizacién platénica del fandador de la escuela adversatia a la Acade- mia, Sécrates dice del “bello Isécrates” que “atin es joven”, pero que le espera un gran fucuro: "Va a hacer que parezcan nifios todos aquellos que alguna vez se hayan dedicado a las palabras”, “porque por naturaleza hay una ciertafilosofia en el pensamiento de este hombre” (2784-279). > Natali, 199. 235 Gaprret Livov Esto es precisamente lo que ha ocurrido en torno a los argumentos ret6ricos y, pricticamente, en tomo a todas las otras técnicas. En efecto, unos, los que des- cubrieron los principios (sas arkhas heurdntes), hicieron en conjunto avanzat la cosa muy poco; en cambio, los individuos mejor reputados actualmente (nin eudokimotinte), habiendo heredado el asunto de otros muchos, como si fuera una especie de sucesién (diadokhd), hicieron avanzar la cosa paulatinamente, la han desarrollado ampliamente hasta este punto: Tisias inmediatamente después de los precursores, Trasimaco después de Tisias, Teodoro después de este y mu- chos otros han aportado muchas novedades parciales; precisamente por ello no es para nada asombroso que exista una técnica de un corpus tan amplio. En cuanto aeste estudio [i¢, la dialéctica], en cambio, no es que una parte estuviera pre- Viamente elaborada y otra no, sino que no habfa nada en absoluto. En efecto, la educacién impartida por los profesores pagos que ensefiaban argumentos eristi- cos serfa mas o menos semejante al estudio (pragmateia) de Gorgias: pues daban a aprender de memoria, los unos, argumentos ret6ricos (rhetorikof légo’), y los otros, argumentos interrogativos (evosetitoi), en los que ctefan respectivamente, unos y otros, que acostumbran a caer la mayorfa de los argumentos que se dan entre dos interlocutores (tous allelén légous). Por ello, la ensefianza (didaskalia), para los que aprendian de ellos, era répida pero sin técnica (dtekbnos): pues en- sefiando no la técnica sino lo que se deriva de la técnica, crefan estar educan- do, como si uno, declarando que va a transmitir la ciencia (epistéme) de cémo no hacerse dafio en los pies no ensefiara ni la técnica de hacer zapatos (skutoto- miké), ni de dénde procuratselos, sino que diera muchos tipos de calzados de todas las clases: pues este contribuirfa a una utilidad préctica (prds ten kbreian), peto no transmitiria una técnica (sékhne). Sobre las cuestiones de retérica exis- tfan ya muchos y antiguos escritos, mientras que sobre el razonar no tenfamos absolutamente nada anterior que citar, sino que hemos debido emplear mucho tiempo en investigar con gran esfuerzo."4 En esta brevisima resefia “histérica” sobre la retérica Aristételes reconoce, a diferencia de la teoria dialéctica que no es anterior a sus Tépicos, la existencia y evolucién de toda una tradicién rica en detalles y ampliaciones. Quiénes la componen? Se habla de una progresién que va de ciertos primeros fundadores que no son nombrados (b 31) hasta quienes recibieron sus principios como herencia, Tisias (b 31), pasando luego por Trasimaco (b 32) y llegando hasta \ Ref Sof 34, 183b 26-184b 3, trad. de Candel San Martin 1988 levemente modificada, 236 Para una técnica de la palabra persuasiva en la pélis. La retérica segiin Aristételes Teodoro (b 32), entre muchos otros (b 33) -tampoco mencionados-. Se alude también a Gorgias y se marca a propésito del sofista de Leontinos una deficiencia técnica que exige una adecuada reformulacién (que otorgue a su pragmatela el estatus de técnica). Tanto Gorgias como ciertos “profesores pagos” hacfan aprender de memoria argumentos retéticos, logrando una ensefianza que re-~ sultaba “répida” pero sin técnica (dtekhnos). El coleccionismo metodolégico sin un principio de estructuracién racional de la disciplina arenta contra la adecuada fundamentacién técnica tanto de la retérica como de la dialéctica. Es cierto que este texto de las Ref’ Sof no se propone tratar de retérica sino esbozar una comparacién disciplinaria orientada hacia la dialéctica, pero no deja de ser digna de notar la falta de precisidn y de detalle en la exposicién aristotélica. Solo apatecen alusiones y no se citan opiniones (éndoxa) de nin- guno de los autores Puede deducitse que otros rastros para reconstruir el estado aristotélico de la cuestién de las opiniones retéricas de sus antecesores se hallaban en las Tekhnén Sunagogé, wna obra indicada en las listas de Didgenes Laercio, mencionada por Cicerdn y por Quintiliano, y que puede traducirse como Compilacién de las tée- nicas ~donde por “técnicas” se alude a manuales de retérica de la época— Los testimonios de Cicerén y de Quintiliano delinean un panorama similar al del ultimo capitulo de Ref Sof, aunque con algunas variaciones, La alusién de Cicerén ala Tekhnén Sunagogé presenta, junto con Cérax y Tisias, a Prota- goras, Gorgias ~de quien se dice que se destacé en el género encomiédstico, vale decir, la ret6rica epidictica de elogio y censura-, Antifonte, Teodoro, Lisias ¢ Isécrates: el otigen de la técnica se vincula a dos maestros sicilianos de la palabra (Cérax y Tisias), que asesoraban a los ciudadanos en demandas judiciales por delitos contra ellos por parte del gobierno tirdnico recientemente derrocado,”* El reporte de Cicerén de la Compilacién de las téenicas difiere de la versién de Refutaciones sofisticas porque falta Trasimaco y porque a Gorgias se le atribuye un rol importante en el desarrollo de la retérica (en dicha evolucién, Gorgias, segiin Ref Sof, parece no tener lugat). ‘También a Gorgias rescata la versién que nos ha dejado Quintiliano, remon- tando la paternidad de la técnica hasta Empédocles. Ambos intelectuales ~el fi- losofo de Agrigento y el sofista de Leontinos- son reconocidos como personajes importantes en el pantedn de la retdrica, el primero por haber sido el pione- 10, el segundo, sefialado como discipulo del primero, por haber desarrollado cerén, Brutus 46-48, 237 Gaprret Livov la argumentacién a partir de los “lugares comunes” (junto con Protagoras) y haber mostrado que los discursos pueden elevar lo bajo y hacer descender lo alto." Finalmente, alusiones a diversos antecedentes de la tradicién retética en la Retérica pueden set indicio del material compilado en la Tékhnon Sunagogé.” En esta lista de materiales retdricos previos con los que contaba Aristé- teles puede incluirse también la Theodekteia (Arte |retérico] de Teodecte:), un escrito anénimo del que afitman ciertos comentadores que se hallatia vincu- lado estrechamente al libro III de la Retérica, especialmente a los capitulos 13-19, en los que Aristételes, luego de haber rechazado en otros sectores de la obra los enfoques retéricos que solo se preocupan por el orden de las partes del discurso, propone su propia divisién en partes segin un esquema cuatri- partito muy en linea con algunos abordajes retéricos del momento." En Ret, IIT 9 (1410b 2-3), Aristdteles dice que los principios del tratamiento de los periodos del discurso se encuentran enumerados en la Theodekteia, y a par- tir de esta referencia Quintiliano plantea la posibilidad de que se trate de un escrito aristotélico en torno a Teodectes (Just. Orat. 11 15, 10),! un orador fuertemente influido por Isécrates y cuya doctrina se hallaba en linea con la importancia atribuida por la escuela retérica isocratea al orden y disposicién de las partes del discurso.2” A la hora de profundizar en el problema de cémo evalia el joven Aristéte- les la tradicidn retérica -en resumidas cuentas, si considera que es una técnica © no- contamos con muy pocos materiales. El texto central para este punto es una referencia al Grilo por parte de Quintiliano, en un capitulo en el que aborda precisamente el problema de si la retérica constituye o no una tékhne, Alli, el didlogo de Aristételes figura entre diversas fuentes que Quintiliano cita como impugnaciones del cardcter técnico de la oratoria -aunque el didlogo no es sefialado como la tiltima palabra del estagirita sobre el tema~. Quintiliano, Jnst: Orat, I 1, 8-13. CE. Ret I, capiculos 23 y 24. Rapp I: 225, 227, 228. " Quien ha tomado més en setio esta posibilidad hermendutica sugerida por Quintiliano fue H. Diels. Pata la polémica entre Diels y F. Solmsen en torno de la aurorfa de la Theodekteia ver Rapp (I: 226-228) ® Puede sumarse al respecto también ~aunque no ya como testimonio del periodo joven de Aristételes~ el breve estado de la cuestién que nos oftece el comienzo del libro Ill de la Ret a propésito de la expresién (Iévi), que Aristételes historiza mezclando varias formas literarias (poesia, tragedia y retérica) (Ret. ITI 1, 1403b 24 y ss.). Natali, 1999. 238 Para una técnica de la palabra persuasiva en la pélis. La retérica segiin Aristételes Aristételes, fiel a su estilo, por amor a la investigacién pensé en Grilo algunos perspicaces argumentos [en contra de que la retérica es una técnica]; sin em- argo, él mismo también escribié tres libros sobre la técnica retérica [de arte bargo, él rambi bié tres libros sobre |: térica [de art rhetorical, y en el primero de ellos no solo la reconoce como una técnica, sino que le asigna una parte de la politica y de la dialéctica (Jnst. Orat. II 17). Estas consideraciones de Quintiliano acerca de la evolucién del pensa- miento retérico de Arist6teles nos dan pie para pasar, en el proximo apartado, de las obras tempranas a los escritos oficiales del corpus llegados a nosotros bajo el nombre de Retériea. Hasta aqui hemos enfatizado, a partir de las escasas fuentes con que contamos, la impronta de Platén en la concepcién de la retérica del joven Aristételes. En cierto sentido, el filésofo de Estagira no abandonaré jamas su formacién platénica, en la medida en que dentro de los alineamientos polémicos que escindian el campo intelectual de la Atenas del siglo IV el discipulo cerraré filas codo a codo con su maestro contra el frente retérico- sofistico. La verdadera ciencia politica y la praxis legitima de los asuntos pu- blicos no pueden coincidir con la experiencia y practica de los oradores y sofistas que convencen en tribunales y asambleas, falsos pretendientes que reclaman para sf el titulo de ser maestros en cuestiones politicas, pero cuyos saberes y acciones distan de sostenerse en un auténtico conocimiento acerca de la justicia y de la polis Sin embargo, como vimos sugerido por Quintiliano, Aristételes toma- 14 distancia de la desactivacién platénica de la retérica tradicional, Retoma del Gorgias y del Fedvo la exigencia de otorgarle racionalidad a una masa de preceptos empiricos que de lo contrario no serfa formalizable en forma de una técnica retérica. Pero difiere de Platén en cuanto al tipo de raciona- lidad a la que la retérica debe quedar subsumida para ser una técnica, no se trata ya de someterla a la hegemon(a del saber supremo de la filosofia teorética. Para dotarla de autonomia efectiva, Aristételes asignaré para la retrica unos confines racionales especificos y unos nexos con disciplinas aledafias a partir de los cuales le serd legitimo reclamar el titulo de técnica propiamente dicha. Aristételes se distanciaré del modelo platénico de pensar la retérica (al menos en Gorgias y en Fedro), donde esta se encuentra encajonada entre dos reducciones que la hacen imposible en cuanto atte auténomo: o es retérica “vergonzosa’, y por lo tanto coincide con la sofistica, una mera practica o rutina (pero nunca una técnica); 0 es retérica “hermosa’, y entonces queda 239 Gaprret Livov absorbida por la filosofia, nica técnica discursiva auténticamente valida.”! En. este punto, los caminos del maestro y del discipulo se bifurcan: resguardéndola de la doble reduccién platénica (0 bien a la sofistica o bien a la filosofia), Ari tételes procuraré hacer de la retérica una técnica, marcaré para ella un ambito de operatividad definido y vélido, la vinculara estrechamente con su redefini- cién de la dialéctica y le asignara una entidad auténoma dentro del campo de los saberes humanos. 2. EL PROYECTO ARISTOTELICO PARA UNA TEKHNE RHETORIKE El suelo polémico a partir del cual construye Aristételes su proyecto de hacer de la retérica una técnica se asienta, como en Platén, sobre una fuerte critica a ciertas concepciones y prdcticas de la retérica de su tiempo. Pero estas denun- cias no afectan a toda posibilidad de una retérica técnica en cuanto teorfa del ® Para Platén, la retérica se vuelve técnica solo en manos de la filosoffa. No puede ser técni- ca en cuanto retérica. Si logra convertirse en técnica, lo hace en virtud de que deja de ser lo que tradicionalmente se denominaba “retérica” y queda subsumida dentro de la racionalidad de la dialéctica como saber filoséfico supremo. Como pone de manifiesto en el Fedro, para Platén la ret6- rica tradicional no es nada digno de ser ensefiado. Se trata de una mera préctica/rutina (empeirial sribé), meros preceptos técticos de pseudo-sabiduria empirica no comunicables, que no tienen valor desde el punto de vista de la técnica de los discursos: operaciones tales como “dividir el discurso en partes” u “orientar la palabra en funcién del tipo de auditoria” son factores secunda rios que el discipulo aprende por sf solo con la experiencia (269c); no puede construirse técnica legitima alguna sobre tales elementos. En consecuencia, lo que ensefia la ret6rica tradicional es lo previo ala técnica. La analogia que traza Platén al respecto apela a un hipotético caso en que se intentara extraer un 4rea de la medicina supuestamente especifica de cémo el médico hace vomitar a los cuerpos o les suelta el vientte, cémo los enfifa o los calienta segtin la circunstancia, y se pretendiera que ese corpus de recetas revistiera un caricter técnico, como si cuviera de por sf algsin valor desgajado de los principios de la téenica médica de la cual forma parte (2686). Es asi que “todo lo que de ella [i ¢, de la tet6rical es arte, no cteo que se aleance por el camino que deja ver el método de Lisias y el de Trasimaco” (269d). El “método” de la retérica tradicional sin el andamiaje de la filosofia “se parecerfa al caminar de un ciego” (270d). Si solo quien conoce lo verdadero puede concebir lo verosimil, la auténtica retSrica -Ia retériea flossfica es, ante todo y principalmente, flosofia. En Plat6n, la retérica en cuanto preceptistica del empleo puiblico del curso no puede nunca aspirar al estatus de técnica propiamente dicha, Ver Gorgias 463b; Fedro 260e. Ver también el capitulo IX y el apéndice. En ciertos textos del final del Polétco, ala rheto- riké parece asigndrsele un campo de competencia y de validez ("componer mitos [muthologefn] en torno de lo justo”), solo que se halla subordinada a la ciencia real y politica y se encuentra purgada previamente de posibles intromisiones sofisticas (303e-305e) 240 Para una técnica de la palabra persuasiva en la pélis. La retérica segiin Aristételes discurso piblico, sino que sefialan ciertos defectos virtualmente subsanables a través de una fundamentacién adecuada, Luego de pasar revista brevemen- tea las consideraciones criticas que Aristételes dirige contra la teorfa y prdc- tica de la retérica en el libro I de Ret, presentaremos los materiales textuales necesarios para reconstruit la definicién de la rékhne rhetorikéy sus modos de vinculacién con la dialéctica y con la politica 2.1. Critica de la tradicién y de la practica de la retérica En el capitulo que abre su Retérica, Arist6teles condena en bloque a toda la lite- ratura especializada en ret6rica hasta la fecha, A su entender, oradores y sofistas se han dejado llevar por consideraciones y por practicas que no han captado la verdadera esencia de la retérica; no han detectado su verdadero centro. Los que han compuesto las téenicas acerca de los discursos, no han proporciona- do ~por decitlo asi~ ni siquiera una parte de tal [técnica] (pues solo las prucbas por persuasién [pistes] son propias del arte [éntekbnon] y todo lo demés sobra) y; por otro lado, nada dicen de los entimemas, que son el cuerpo de la persua- sidn (séma tés pisteo}), y més bien se ocupan, las més de las veces, de cuestiones ajenas al asunto (éxo fof prdgmatas): en efecto, mover a sospecha, a compasin, a ira y a otras pasiones semejantes del alma no son propias del asunto (peri roi prdgmatos) sino atinentes al juez.? La critica aristotélica parece tomar como blanco eminente a ciertos usos de la retérica forense (1 dikologein, 1355a 20) y se dirige tanto contra su tra- tamiento teérico como contra las practicas sobre las cuales dichos abordajes se sostienen, Aristételes considera que no es propio de una sékhne retérica tomar como eje central la cuestién de cémo influir en el animo de quienes van a juz- gar el asunto, Por el contratio, propone el fildsofo, la retérica debe fundarse sobre su propia especificidad, que consiste en las pruebas por persuasién y en los denominados entimemas, que son “el cuerpo de la persuasi6n’, es decir, su niicleo distintivo -en el siguiente apartado abordaremos este tema~. Correlativamente, resultan condenadas las practicas de argumentar en el estrado apelando como recurso central a la manipulacién de las tonalidades Ret. 11, 1354a 12 ys 241 Gaprret Livov afectivas del auditorio de jueces. Por el contrario, si la buena conduccién de los asuntos ptiblicos exige preservar el buen juicio de quienes deben adminis- trar justicia, no conviene inducir a las pasiones a quienes han de dictar senten- cias, lo cual implica limitarse a producit un discurso atinente al asunto sobre el cual se esta juzgando (peri tott prdgmatos). Construir el discurso en funcién del impacto a causar en los jueces implica desviarse del objeto en discusién (é00 tott prdgmate’) y, por lo tanto, reducit las bases de la racionalidad retéri- ca ~prucbas por persuasin y entimemas- a mera tactica de manipulacién de pasiones, que solo se preocupa por estimular o bloquear los reflejos de un au- ditorio, A los ojos de Aristételes, esta reduccién de la teorfa y de la practica retoricas resulta perjudicial para el buen funcionamiento de las instituciones de la administracién de la justicia, en las cuales estas técnicas y empleos de la palabra se enmarcan. No conviene inducir al juez (sd dikastén) ala ira, a la envidia 0 a la compasién, dado que ello equivaldria a torcer la propia regla de que uno se ha de servi Aparte de que es evidente que nada compete al litigante fuera de mostrar que el hecho es 0 no es asi y si acontecié o no aconteci6. En cambio, el que sea grande © chico, justo o injusto, y todo lo que el legislador ha dejado sin explicitar, eso conviene que lo determine el mismo juez (autdn ton dikastén) y no que tenga que aprenderlo de las partes litigantes (Ret. 1 1, 1354a 24-31). Atistételes reconoce la fuente de esta desviacién en una afinidad de fondo entre ciertas practicas de la oratoria forense y la mayorfa de los tratados retéri- cos de la época.”* Tomar como centro tal tipo de discursos constituye un obs- tdculo tedrico-practico a la hora de fundamentar la especificidad propia de la técnica retdrica. Se confunde de esta manera la funcidn del arte de la palabra, si se la define como “artifice de la persuasin” (peithotis demiourgés, cf. Gor- ¢gias 45a): dado que, a los ojos de Aristételes, “es claro que la tarea (érgon) de la retérica] no consiste en persuadir (16 pefsai), sino en reconocer los medios de persuasin mas pertinentes para cada caso (¢8 iden ta hupdrkbonta pithana peri hékaston)” (Ret. 1355b 10-11). Aristételes constata en general que la re- térica deliberativa es més noble, menos engafiosa y mas propia de ciudadanos ® “Asi pues, resulta manifiesto que los demés autores estudian como materias propias del arte lo que es ajeno al asunto (éxo tof pragmatos tekbnologotsi) y, asimismo, por qué causa se han, inclinado sobre todo a tratar de la oratoria judicial (+d dikologein)” (1355a 19-20). 242 Para una técnica de la palabra persuasiva en la pélis. La retérica segiin Aristételes (politikéteron) que la retérica judicial, aunque reconoce que sobre ella se apoya la mayorfa de los tratados tradicionales enfocados en el arte de pleitear. Allies donde més provecho trae la practica de hablar por fuera del asunto en cues- tidn y dedicarse a atraer al oyente (Ret. 1354b 22-28). A propésito de estos excesos, Aristételes trae a colacién, en los textos que siguen, las regulaciones que pesan en las ciudades bien gobernadas sobre el empleo judicial de la pa- labra persuasiva De modo que si ocurriera en todos los juicios como ya acontece en algunas citt- dades, y principalmente en las que gozan de un buen gobierno, nada tendrian [estos autores] que decit. Pues todos, ciertamente, juzgan que conviene que las leyes proclamen este principio [i-e., que se mantenga la pertinencia en el discurso de los oradores}, o directamente lo ponen en practica y prohiben ha- blar fuera de lo que toca al asunto, como se hace en el Arespago ~que en esto procede adecuadamente- (Ret. 1354a 18-24). Por lo tanto, es sumamente importante que las leyes que estin bien establecidas determinen todo por s{ mismas, hasta donde sea posible, y que dejen cuanto menos mejor al arbitrio de los que juzgan (Ret. 1354a 31-34) Por ello, como antes dijimos, en muchas partes la ley prohibe hablar de lo que es ajeno al asunto, mientras que [en los discursos de asamblea] los mismos que juz- gan vigilan esto suficientemente (Ret. 1355a 1-3) La critica aristotélica de los tratados de retérica de su época sefiala también como inconducente centrar la ensefianza en cémo debe estar dispuesto inter- namente un discuso para impactar del mejor modo en el auditorio, en lugar de atender a lo propio del arte, a saber -nuevamente- las pruebas por persua- sidn y los entimemas. Y si esto es asf, es claro que colocan en el arte en cuestién cosas ajenas al asunto (éxo tot prdgmatos tekhnologotisin) todos aquellos que prescriben reglas como qué deben contener el exordio o Ja narracién y cada una de las otras partes, puesto que en todo esto no tratan de ninguna otra cosa sino de cémo ™ En el Aredpago, un heraldo interrumpia al orador que apelaba a las pasiones (Quintiliano, Inst. Orat. V17, nota ad. loc. de Q. Racionero, 2000: 30). Trad. levemente retocada, 243 Gaprret Livov dispondrén al que juzga en un sentido determinado, sin que, en cambio, muestren nada acerca de las pruebas por persuasién propias del arte (rén en- sékbnon), que es con lo que uno puede llegar a ser habil en entimemas (Ret. 1354b 16-22). Asi pues, un verdadero enfoque técnico del asunto a tono con las insti- tuciones centrales de la pélis no debe estar primariamente destinado a lograr el efecto de persuasion de los jueces (de cualquier modo y a toda costa), sino que debe esforzarse por exponer técnicamente los recursos y posibilidades pro- pios de la racionalidad retérica. Pero buscando contrarrestar los excesos de la retérica forense, Aristételes termina superando al mismo tiempo la concep- cién platénica de la retérica, que hacfa imposible su tematizacién en tanto técnica. Para organizar la retérica como un todo sistematico, cualquier trata~ miento tedrico del arte retérica necesitaré buscar su centro en la exposicién de los recursos técnicos que hacen posible el efecto de persuasién. Junto a la mencionada insuficiencia de los tratados retéricos tradicionales, Aristételes pareceria decirnos que tampoco alcanza con decir que la practica de la pala- bra persuasiva se convierte en técnica solo al asimilarse con la filosofia teo- rética, Bien puede suceder que el fildsofo experto en platonismo no logre el efecto de persuasién en la pélis si no domina los expedientes discursivos es- pecificos para alcanzarlo en cada caso. Lo cual revela que anclar la retérica al saber cientifico-filosdfico equivale a desfondar su naturaleza y neutralizar su potencia especifica: Pero cuanto mas se trate de equiparar a la dialéctica o a la propia [retéri- ca] no con facultades (dtinameis) sino con ciencias (epistémai), tanto més se destruird sin saberlo la naturaleza de estas, al pasar con ello a establecer ciencias relativas a ciertas cosas determinadas, en lugar de solo a discursos (epistémas hupokeiménon tinén pragmdton, alla me ménon légon) (Ret. 1 4, 1359b 12-16). Queriendo reducir la retérica a un mero apéndice heterénomo de la filoso- fia dialéctica de lo real y del alma, el proyecto platénico de una “retérica her- mosa’ (aludido en Gorgias y desplegado en Fedro) se nutre de parametros de racionalidad demasiado exigentes, que terminan pot comprometer las bases del arte que pretenden fundamentar. 244 Para una técnica de la palabra persuasiva en la pélis. La retérica segiin Aristételes 2.2. Delimitaciones de la retérica Veamos algunos textos donde Aristételes define lo que entiende por retorica Entendamos por retdrica la facultad (dsinamis) de teorizar lo que es adecuado en cada caso para convencer. Esta no es ciertamente tarea (érgon) de ningtin otro arte, puesto que cada uno de los otros versa sobre Ia enseftanza y persua- sién concernientes a su materia propia [...] La retérica, sin embargo, parece que puede establecer tedricamente lo que es convincente en por asi decirlo- cual- quier caso que se proponga, razén por la cual afirmamos que posee un cardcter técnico (ékhein 10 tekbnikén) sin aplicarse sobre algun género especifico (ou peri ti génos idion aphorisménon) (Ret. 1 2, 1355b 25-34). Constatamos que la retérica se relaciona con la capacidad (diinamis) de discernir lo persuasivo en torno de cualquier materia, En tal sentido, el arte de la palabra se ancla a una capacidad de /égos de la que participan todos los seres humanos: La retérica es una contraparte (antistrophos) de la dialéctica, ya que ambas tra- tan de aquellas cuestiones que petmiten tener conocimientos en cierto modo comunes (koind) a todos y que no pertenecen a ninguna ciencia determinada. Por ello, todos participan en alguna forma de ambas, puesto que, hasta un cierto limite, todos se esfuerzan en descubrir y sostener un argumento ¢, igualmente, en defenderse y acusar. Ahora bien, la mayoria de los seres humanos hace esto, sea al azar, sea por una costumbre nacida de su modo de ser. Y como de ambas maneras es posible, resulta evidente que también en estas [materias] cabe sefia- Jar un camino. Por tal razén, la causa por la que logran su objetivo tanto los que obran por costumbre como los que lo hacen esponténeamente puede teorizarse; y todos convendrén entonces que tal tarea es propia de un arte (sébhnes érgon) (Ret. 11, 1354a 1-11). Si la retérica es una técnica, debe ser capaz de recibir ciertas notas especi- ficas que la demarquen respecto de otras areas del saber humano. En estas de- finiciones se revela como una disciplina que parte del /égos persuasivo propio de todo ser humano en cuanto animal dotado de palabra y construye sobre él un saber destinado a servir como herramienta técnica en las interacciones dis- cursivas que se producen entre las personas, vinculdndose asi explicitamente con el campo de estudio que Aristéreles bautiza como dialéctica. Exploramos 245 Gaprret Livov a continuacién las notas caracteristicas que distinguen el enfoque propiamen- te aristotélico de la palabra persuasiva en su funcién publica, atendiendo en primer lugar a su repertorio conceptual técnico y a sus usos especificos ¢ inda- gando, luego, en los nexos entre ret6rica, dialéctica y politica. 2.2.1. Racionalidad retérica ‘Tomando como punto de partida las definiciones citadas, habrfa que agregar que el objetivo de la Retérica de Aristételes no consiste en tratar acerca de lo petsuasivo sin més, sino en determinar con precisién los medios adecuados para convencer en tres Ambitos de circulacién colectiva de la palabra en rela- cién con la toma de decisiones en los asuntos piiblicos de las ciudades-Estado: asambleas, tribunales y alocuciones ptiblicas. Seguin Ret. 13, a cada uno de ta- les dispositivos corresponden los tres géneros supremos en los que Aristéreles divide la persuasidn publica (1358b 1 y ss.): el discurso politico-deliberativo (sumbouleutikén), el judicial (dikanikén) y el ceremonial o epidictico (epi- deiktikén). El enfoque aristotélico intentar4, en consecuencia, sistematizar los recursos y métodos adecuados para hacer un uso legitimo y eficaz de la palabra en el émbito de los tres tipos de discurso puiblico de la pélis. En Ret. I 1, Aristételes admire que hay algunas pruebas por persuasién (pisteis) que son ajenas al arte (dtekhnoi) y otras que son propias del arte (én- tekbnoi). Mientras que las primeras son factores externos como testigos, con- fesiones bajo tortura, documentos, las segundas son aquellas que “pueden ptepararse con método y por nosotros mismos” (1355b 40) y comprenden tres especies: unas residen en la construccién discursiva del carécter del que habla (éthos; teferente al emisor), otras, en predisponer emocionalmente a los oyen- tes (pdthos, referente al receptor) y, las uiltimas, en el discurso que demuestra © que, al menos, parece demostrar (/égos, referente al mensaje) (1356a 1-4) El nticleo conceptual de la retérica como teoria de los empleos ptiblicos del discurso se conforma, en primera instancia, a partir de las tres pruebas por persuasin ~en la medida en que tematizan los tres factores (Jdgos, pathos, éthos) que influyen en la formacién de un juicio-, pero especialmente rele- vantes para la racionalidad retérica son dos tipos de operadores argumentati- vos especificos que conforman el nticleo duro de su abordaje: los entimemas y los ejemplos. —Entimemas. Arist6teles se detiene especialmente en la que considera la de- mostracién propia de la retsrica (apédeixis rhetoriké, 1355a 6), “la més propia 246 Para una técnica de la palabra persuasiva en la pélis. La retérica segiin Aristételes de las pruebas por persuasin” (kuridtaton tin pisteon), a saber, el entimema2 El concepto de entimema se refiere basicamente a un tipo de argumento 0 prucba especificamente disefiado para las condiciones del discurso puiblico. El entimema es un silogismo, aunque se diferencia de los silogismos distinguidos regularmente por Aristételes en la medida en que versa sobre lo contingente (Ret, 2, 1357a 22-24) y se halla destinado a una audiencia de capacidades intelectuales limitadas. La tarea (érgon) de [la rev6rica] versa, por lo tanto, en torno a aquellas materias sobre las que deliberamos y para las que no disponemos de artes especificas, y ello en relacién con oyentes de tal clase que ni pueden comprender sinté- ticamente en presencia de muchos elementos ni razonar mucho rato seguido (Ret. 1 2, 1357a 1-4). El grado de exactitud de los entimemas no debe ajustarse a los pardmetros de las pruebas cientificas, sino que su contenido y las premisas de que parte se adecuan a una coyuntura inestable y a las facultades racionales reducidas de los auditorios populares (reducidas respecto de otros auditorios como, por ejem- plo, los discfpulos implicados en un proceso de ensefianza/aprendizaje).26 El entimema no se nutre ni de principios cientificos ni tampoco de concep- tos muy especificos, sino de lugares comunes, “que no harén a nadie especia- lista en ningiin género” (1358 21-22). El orador construye los entimemas con los que persuade a partir de concepciones comunes compartidas por “Como es palmario que el método propio del arte es el que se refiere a las pruebas por persuasién y que la persuasién es una especie de demostracién (puesto que nos persuadimos sobre todo cuando pensamos que algo esti demostrado), y como, por otra parte, la demostra- cidn retérica es el entimema y este es, hablando en absoluto, la més firme de las pruebas por persuasién, y como el entimema, en fin, es un silogismo, y sobre el silogismo en sus variantes cortesponde tratar a la dialéctica, sea a toda ella, sea a una de sus partes, resulta evidente que el que mejor pueda teorizar a partir de qué y eémo se produce el silogismo, ese serd tambien el més experto en entimemas, con tal que llegue a comprender sobre qué materias versa el entimema y qué diferencias tiene respecto de los silogismos légicos” (Ret. I 1, 1355a 4 y ss.) % Ret. 19, 1355a 25: “[...] en lo que toca a algunas gentes, ni aun si dispusiéramos de la ciencia més exacta resultarfa fécil, argumentando solo con ella, lograr persuadirlos, pues el discurso cientifico es propio de la docencia, lo que es imposible en nuestro caso, y més bien se necesita que las pruebas por persuasidn y los razonamientos se compongan por medio de hociones comunes, como sefialébamos ya en Tépicos a propésito de la controversia con el pueblo” (cf. Zep. 1 2, 101a 30-34). 247 Gaprret Livov su auditorio (éndoxa), parte de premisas que son solo frecuentes, discurre en el modo de las “posibilidades” (ex cikéton) y de los “signos” (ek semefon) (1357a 32). —Ejemplos. De acuerdo con los dos grandes génetos de argumentos (de- duccidn/induccién) que tipifica en los Analiticos Segundos (I 1, 71a 5 y ss.), Aristételes sostiene que los entimemas pueden consideratse como una especie de deduccién, mientras que el equivalente retdrico de la induccién se relacio- na con el ejemplo (parddeigma) (Ret. 1 2, 135Gb 1-13). El estagirita subraya especialmente la importancia de los ejemplos en la oratoria deliberativa y epi- dictica” La presencia del ejemplo como clave de la racionalidad propia de la ret6rica nos pone frente a un recurso que tiene su razén de ser en la falta de exactitud del Ambito al que se aplica, a saber, la esfera de las acciones humanas, especificamente las que refieren a la comunidad politica, Ante una audiencia que tampoco se caracteriza como técnica y especializada, el ejemplo se mues- tra como una forma de argumentar en el modo de la probabilidad acerca de tun evento futuro del que no se tiene conocimiento, Es una forma de induc- cién imprecisa que pasa de un caso particular mas claro a otro caso particular atin incierto, usando el pasado para aclarar el futuro respecto de algtin foco semAntico comin. Es asf como Aristételes descubre en la estructura légica del ejemplo “una relacién no de la parte al todo ni del todo a la parte, sino de una parte ala otra, donde ambas partes estan subordinadas al mismo término ge- neral” (Analiticos Primeros 11 24, 69a 13-16; Ret. 1 2, 1357b 9). —Notas especificas. Una nota fundamental que Aristételes tiene en cuenta a la hora de pensar la especificidad de la racionalidad retérica se relaciona con un cardcter esencialmente neutral, La retérica es una técnica que no se com- promete necesariamente con un conjunto de valores 0 posiciones ideolégicas definidas, A imagen y semejanza de su versin de la dialéctica, la retérica ana- liza los medios para persuadir sobre puntos de vista contrarios, a favor 0 en contra de cualquiera de las posiciones en pugna: Por lo demas, conviene que se sea capaz de persuadir sobre cosas contratias (¢a enantia dei diinasthai peithein), como también sucede en los silogismos (...] De las otras disciplinas, en efecto, ninguna obtiene conclusiones sobre contrarios por medio de silogismos, sino que solo hacen esto la dialéctica y la ret6rica, puesto que ambas se aplican a casos contrarios (Ret. I 1, 1355a 29-35). » Ret. 19, 1368a 29-31. CEI 15, 1377a 5-6; IL 17, 1408a 2-4 248 Para una técnica de la palabra persuasiva en la pélis. La retérica segiin Aristételes Abrevando en la tradicién sofistica de los discursos dobles (dissoi légoi), Aristételes desliga a la retérica de la carga cognoscitiva y valorativa que le exi- ge Platén para convertitla en técnica (absorbida por la filosoffa, en el modo de “retdrica hermosa’). Por el contrario, para el dialéctico-retérico de Aristételes no importa de qué lado de la discusién estén la justicia o la verdad; se debe set capaz de argumentar a favor o en contra de cualquier tesis, independientemen- te de su valor de verdad y de su correccién moral o politica. En definitiva, la retérica se vincula con el juicio/decisién (krési) que la audiencia (tribunales, asambleas, multitudes) habré de tomar, se dirige a influir en la produccién de ese juicio/decisién.* El arte retérica capacita al orador para demostrar, por ejemplo, que dos pueblos son amigos y enemigos, segtin le convenga “hacer que lo sean si no lo son’, “Ilevandolos en uno u otto sentido segtin lo que elija” (Ret. 11 4, 1382a 16-19). Enlazdndose con el perfil instrumental que el perso- naje de Gorgias trazaba de la retorica en el Gorgias de Platén, Aristételes dird que el arte del empleo puiblico de la palabra persuasiva resulta neutral con res- pecto a cualquier posible uso. Asi pues, “justo” ¢ “injusto” no se predican del arte en sf sino de sus utilizaciones: Y si [alguien sostiene que] el que usa injustamente esta facultad de la palabra puede cometer grandes perjuicios, [se deber4 contestar que] excepcién hecha de la virtud, ello es comin a todos los bienes, y principalmente a los mas ttiles. | Con tales [bienes} puede uno llegar a ser de gran provecho, si es que los usa con justicia, y causar mucho dafio si lo hace con injusticia (Ret. 1355b 2-7). Ahora bien, :por qué es necesario contar con una retérica técnica especial- mente destinada a los discursos puiblicos? En primer lugar, porque las prucbas persuasivas destinadas a interlocutores individuales se revelan inadecuadas en los contextos colectivos de circulacién de la palabra. Las respuestas de una audiencia popular siguen reglas especifi- cas, diferentes de las interacciones comunicativas con uno 0 unos pocos su- jetos (Ret. III 12, 1414a 8-9) En segundo lugar, porque las ocasiones de despliegue del discurso pui- blico no pueden ser comprendidas desde las normas y los conceptos de la comunicacidn cientifica ante oyentes preparados (Top. VIII 5, 159a 28-30; Ref, Sof, 2, 165b 1-3). En este sentido no es fundamental tener por cierta la * Ret, 11, 1377b 20-21, 249 Gaprret Livov verdad de las premisas (como sf lo ¢s en las utilizaciones cientificas 0 didacticas del discurso) ni un conocimiento tedricamente exacto de los tépicos abordados en el discurso public (Ret. 1 2, 1357a 22-33), como hemos visto a propésito de entimemas y ejemplos. En tercer lugar, porque el discurso puiblico se halla sujeto a ciertas condicio- nes especificas que lo distinguen cualitativamente de otros tipos de interaccién argumentativa. Refiriéndose a las tres especies de retdrica (epidictica, delibera- tiva y judicial), Aristételes formula previamente una estructura comiin que las tres comparten: “El discurso consta de tres componentes: el que habla, aquello de lo que habla y aquel a quien habla; pero el fin se refiere a este tiltimo, quiero decir, al oyente” (Ret. 1 3, 1358a 37-b1). Los auditorios retéricos se caracteri- zan porque suponen un oyente que ha de emitir un juicio acerca del discurso que escucha; en tal sentido, sobre todo en la retorica asamblearia y judicial, el receptor del discurso debe tomar una decisién. Existen a tal efecto limites pre- cisos de tiempo, de longitud y de temas a abordar. En cuarto lugar, porque la audiencia de la palabra retérica resulta limita- da. A causa de sus defectos de caracter, los escuchas de discursos piblicos se distraen de lo propiamente racional y se muestran esp. las apelaciones emocionales, a la adulacién y a la escucha de sus intereses par- ticulares. A causa de sus reducidas capacidades cognitivas, no pueden seguir largas cadenas argumentativas ni razonamientos demasiado complejos.” ‘Asi pues, las condiciones mismas del discurso puiblico tornan inadecuada a comunicacién directa de lo que el orador entiende como una verdad y, a la vez, el establecimiento de una relacién de ensefianza/aprendizaje con sus interlocuto- res, La finalidad de la retérica no consiste en formar el caracter del que escucha ni tampoco apunta a corregir sus creencias y puntos de vista, sino que los utiliza para alcanzar el fin propuesto, a saber, detectar los medios adecuados para la pet suasién en cada caso de empleo ptiblico de la palabra. ‘ialmente sensibles a 2.2.2. Retérica y dialéctica Pero ademés de delinear ciertos recursos y notas especificas de su técnica retd- rica, Aristételes se dedica a pensarla en relacién con otras disciplinas aledafias dentro de su esquema de clasificacién del saber. Si las pruebas por persuasién % Ret M2, 1395a 32-b 3; III 1, 1403b 35-1404a 8; II] 14, 1415b 4.6. CE. Rapp 2009: 594-595, 250 Para una técnica de la palabra persuasiva en la pélis. La retérica segiin Aristételes se construyen técnicamente a partir de la tiparticién ya aludida de érhos — pathos ~ légos, e] enclave de la retérica se sittia en conexidn con la dialéc- tica y con la politica. Resulta evidente que obtener estas tres clases de pruebas es propio de quien tiene la capacidad de razonar mediante silogismos y de poseer un conocimiento teéri- co sobre los caracteres, sobre las virtudes y, en tercet lugat, sobre las pasiones (0 sea, sobre cudles son cada una de tales pasiones, qué cualidad tienen y a partir de qué y cémo se producen), de manera que acontece a la ret6rica set como un esqueje (paraphuéi) de la dialéctica y de aquel saber practico sobre los caracteres al que es justo denominar “politica”. Por esta razén, la retérica se reviste tam- ign con la forma de la politica (bupodsietai hupo 16 schéma t0 tés politikés he rhe- toriké) y (lo mismo sucede con] los que sobre ella debaten, en parte por falta de educacién, en parte por jactancia, en parte, en fin, por otros motives humanos, pero es sin duda una parte de la dialéetica y su semejante, como hemos dicho al principio, puesto que ni una ni otra constituyen ciencias acerca de cémo es algo determinado sino ciertas facultades de proporcionar razones (¢in?s tof po- risai ldgous) (Ret. 12, 1356a 21-33). La definicién de la retdrica como técnica se produce a partir de determi- nadas conexiones con otras artes y ciencias, participando de un entramado de relaciones reciprocas dentro de la preocupacién aristotélica por deslindar los ambitos de validez de las distintas zonas del saber humano, Es en este plan donde Aristételes habla del arte de la palabra como un esqueje (paraphuci), un tallo que brota de la unidn entre la dialéctica -que aporta a los recursos argumentativos formales- y el saber politico de los caracteres de la filosofia de los asuntos humanos -que contribuye con los contenidos a ser puestos en juego en los discursos, en los recursos emocionales y en la autoconstruccién del orador-. Entre las técnicas de las que brota la retérica resulta prioritario considerar la vinculacién con la dialéctica, a los fines de comprender las especificidades del proyecto ret6rico aristotélico luego de lo cual apuntaremos a comprender sus nexos con la politica-. La vinculacién con la dialéctica, atestiguada desde el comienzo del tratado que estamos comentando, debe ser comprendida como el aporte original de Aristételes al debate de su época en torno a la retérica.”? ° Rapp 2002 I: 236. 251 Gaprret Livov Lo propio de la postura aristotélica frente a la tradicién y a sus contempord- eos consiste en sentar las bases y contenidos de una técnica retérica especi- fica de persuasién ptiblica basada en una técnica dialéctica que no es anterior asus Tépicos. Hemos visto que la retdtica es definida en la apertura de la Re. como una contraparte (antéstrophoi) de la dialéctica. Esta formulacién alude claramente al Gorgias de Platén, en el que la retérica aparece caracterizada por Sécrates como simulacto, como una contraparte (antéstrophos) de la politica (especial- mente de la administracidn de la justicia), en la misma relacién con respec- to al alma que la préctica culinaria mantiene con la medicina con respecto al cuerpo (464 y ss.)."! Muchas interpretaciones entienden la “retérica hermosa” del Gorgiasy del Fedro de Platén como antecedente de la vinculacién aristoté- lica entre retérica y dialéctica. Sin embargo, consideramos que debe tenerse en cuenta que en ambos autores se hallan en juego diferentes conceptos de dia- Iéctica: mientras que en Platén la dialéctica coincide con la filosofia platénica de lo real en tanto tinico y auténtico saber, Aristételes define la disciplina en términos de una técnica de argumentacién para los intercambios dialégicos y disputas discursivas, un émbito claramente diferenciado del dominio de ob- jetos sobre los que se apoya su filosofia teorética. La retérica se perfila como una forma de dialéctica practicada ante audi- torios ptiblicos. Pero para precisar las especificidades de la rékhne rhetoriké se revela necesario recapitular los puntos de contacto y las diferencias con rela- cidén a la dialéctica.®® Las tres notas centrales compartidas por ambas disciplinas pueden sinteti- zarse del siguiente modo. i) No abarcan un género determinado de objetos; son técnicas que se apli- can a discursos. No son ciencias acerca de un género acotado de entidades, sino facultades de proporcionar argumentos.# * Rapp 2009: 580. ® Rapp 2002 I: 236-237. % Para lo que sigue, ver Rapp 2002 I: 265-276. Segtin el Gorgias de Plat6n (449d-450b), la ret6rica no puede ser técnica porque ~entre ottas insuficiencias~ no puede responder especificamente a la pregunta acerca de sobre qué objetos versa (peri t): trata acerca de los discursos (Jégoi), que no es un dominio especifico de competencia que habilite a la retérica para ser propiamente una técnica, y por lo tanto es una prictica (empei- ria), una mera rutina (sribé) 0 mecanismo. Para Arist6teles, que la retérica no tenga un universo acotado de temas no constituye un obstéculo como para que sea considerada una técnica 252 Para una técnica de la palabra persuasiva en la pélis. La retérica segiin Aristételes ii) Ambas se vinculan con opiniones del sentido comiin (koind). De aqui se deducen dos consecuencias: en primer lugar, que ambas se enlazan con las opiniones compartidas con el interlocutor-auditorio a los fines del discurso persuasivo (pithands); en segundo lugar, que ambas hacen uso de tales opinio- nes compartidas sin tener como objetivo una justificacién teérico-cientifica de estas (a excepcidn del uso cientifico de la dialéctica) iii) Pueden argumentar de igual modo a favor de ambas partes de una dis- cusién, Técnicamente, para el dialéctico y para el ret6rico es indiferente a fa- vor de cual de las dos alternativas contradictorias de un intercambio discursivo deben argumentar. Ahora bien, ;qué es lo que distingue especificamente a la retérica respecto de la dialéctica? i) El ambito de aplicacién de la retdrica son los discutsos publicos, y por lo tanto se emplaza necesariamente en el dominio de la pélis. ii) La dialéctica se construye en general a partir de la estructura de pre- gunta y respuesta, mientras que la retérica se vincula con exposiciones pi- blicas por parte de un orador ante un auditorio generalmente masivo que ha de tomar una decisién, dictar una sentencia o formular un juicio frente a una alocucién publica. iil) A diferencia de la dialéctica, que admite como posibilidad un uso cientifico, la retdrica se ve desvinculada de todo uso cientifico. Correlativamente, mientras que la dialéctica puede ser usada al servicio de la biisqueda de la verdad, la reté- rica como tal no persigue de por si ningtin objetivo de tal clase: solo apunta a te- matizar las condiciones y medios del discurso persuasivo ante auditorios piblicos. iv) La ret6rica se distingue por la insuficiencia intelectual de su auditorio. v) En contraste con el operar del dialéctico (cf. Tap. 1 2, 101a 33 y ss.), el orador en tanto orador no se propone corregir las creencias y los puntos de vista de la multitud. vi) La retérica no es pensable sino en relacién con un auditorio que es necesariamente distinto del orador, en contraposicién con la dialéctica, que puede adoprar una modalidad monolégica (cf. Top. VIII 1). vii) Mientras que la dialéctica nunca tematiza técnicamente los medios no argumentativos de persuasidn, ni tampoco las estrategias de la retérica de la expresin (/éxis) 0 “diccién’, ni la estructuracién en partes del discurso (cf. Ret IID), la ret6rica aristotélica incluye dentro de sus tratamientos espe- cificos también estos recursos (ademas de los ya sefialados como centrales para el arte, como los entimemas y ejemplos) 253 Gaprret Livov 2.2.3. Retbrica y politica Como vimos a propésito de la definicién de la retética como brote o esqueje de la dialéctica y de la politica, el orador aristotélico no solo necesita apelar al instrumental argumentativo del dialéctico, sino que también requiere cierta competencia en la ciencia ético-politica que trata acerca del cardcter, la virtud, las pasiones y las leyes ¢ instituciones de la pélis. Si debe persuadirse no solo a través del /dgos sino también mediante el pathos y el éthos, deben poder vehi- culizarse contenidos centrales que atafien a una concepcién amplia de la “cien- cia politica” (politike), entendida como “filosofia de los asuntos humanos” (h2 peri ta anthrépina philosophia, ENX 10, 1181b 15), incluyendo las dos Eticas ademés de la Politica. Ahora bien, ;cémo piensa Aristételes la relacién entre la retérica y la poli- tica? Repasemos brevemente, en primera instancia, el diagndstico de un pro- blema y, luego, la solucién que Aristételes propone, en linea con Platén. El estagirita reconoce que la inflacién de la retérica y la sustitucién de la politica por la retérica —“[la retdrica] se reviste bajo la forma de la politica” (Ret. | 2)- es un fenémeno epocal, que constituye un signo de sus tiempos. Esto se ve, por ejemplo, si uno compara el discurso de los personajes de las tragedias recientes con las obras del pasado: mientras que los poetas antiguos hacian hablar a sus personajes a la manera de ciudadanos (politikés), los dra- maturgos actuales los hacen expresarse como oradores populares (rhetoriké:) (Poét. 6, 1450b 7-8). El hecho de que en su contemporaneidad se hallen confundidas la compe- tencia retérica y la politica es efecto del desvio extremo de ciertas constitucio- nes, claramente evidenciado en la figura de los lideres populares (demagogoi) de las democracias extremas: En tiempos antiguos, cuando el mismo individuo se convertia en jefe del pueblo yen conductor militar, se producfa un cambio hacia la titania. Pues préctica- mente la mayor parte de los antiguos tiranos procedia de tales lideres. La cau- En rigor, debe destacarse que en la Retériea pricticamente no hay referencias al tema central de la Politica, a saber, los regimenes politicos (politedai), mientras que si se utilizan con- ceptos y temas de lo que podria considerarse como una psicologia moral, expuesta en las Eticas (cf. Rapp, 2009). © Cassin en Aubenque 1993: 381 254 Para una técnica de la palabra persuasiva en la pélis. La retérica segiin Aristételes sa de que esto sucediera antes pero no ahora radica en que, en aquel entonces, los jefes del pueblo provenian de las filas de los generales (pues todavia no eran habiles para hablar); por su parte, con el actual crecimiento de la retérica, quie- nes son capaces de hablar se convierten en demagogos, pero a causa de la inex- periencia en los asuntos de la guerra no se imponen [por la fuerza de las armas] (Pol. V 5, 1305a 10-15). El problema de la delimitacién de la ret6rica respecto de la politica se re- monta al Gorgias de Platén, donde aparece el mismo verbo ~hupodiiesthai, “revestirse”, “disfrazarse”- para denunciar la usurpacién ilegitima que ejerce la retérica respecto de la politica (cf. 464c y ss.), También en linea con la concep- cién platénica, el mismo verbo se encuentra en el libro Gamma de la Metaf sica, en el que Aristdteles dice que los sofistas “se revisten” (hupodiiontai) del mismo aspecto que los fildsofos (Met, IV 2, 1004b 17-20). Finalmente, en el célebre capitulo final de la EN, Aristételes reconduce la confusién entre reté- rica y politica a una perniciosa influencia por parte del movimiento sofistic Entre los sofistas, los que hacen més profesién de ensefiar [la politica] estan ma- nifiestamente bastante lejos de hacerlo, pues en general no saben ni qué es ni acerca de qué cuestiones versa, pues de otro modo no la habrian equiparado a la retérica ni la hubieran puesto por debajo de esta, ni creerian que es facil legislar con solo reunitr las leyes més prestigiosas (ENX 10, 1181a 12-17). A diferencia de la posicién sofistica, no deben confundirse en Aristételes las figuras del orador y del politico. La metéfora botdnica ya aludida del es- qucje retdrico que brota de la politica se comprende desde ciertas opiniones comunes (éndoxa) compartidas por ambas disciplinas. Pero que compartan opiniones no quiere decir que sus contornos deban superponerse o confun- dirse. Por el contrario, el esfuerzo aristorélico se dirigira a establecer una clara jerarquizacién disciplinaria. La retérica no debe ser tomada por ciencia politica dado que el trabajo con los éndoxa es en la ciencia solo el paso preliminar para alcanzar los principios, mientras que en la Retérica el empleo de las opiniones comunes es funcional al rastreo de los medios de persuasién mas adecuados para cada caso..” Para Atistoteles, la retdrica asume un estatus dependiente en la medida en que » Cooper, 1994: 207-209. 255 Gaprret Livov presupone una falta de exactitud que la distingue de la filosofia politica: segtin tuna proporcidn trazada en relacién con niveles de exactitud, la retérica es ala ciencia ético-politica lo que esta tiltima es a las ciencias teoréticas."* La raciona- lidad retérica es meramente instrumental y doxdstica, y en términos generales se halla al servicio de la razén politica, prescriptiva y cientifica.”” La indaga- cin acerca de la legislacién y de la mejor forma de gobierno, ranto en un nivel tedrico abstracto como a partir de las consideraciones “empiricas” que paren de las constituciones existentes, “es tarea de la Politica y no de la Retérica”.® Asi es como la retdtica se caracteriza en la Etica Nicomaquea como una dis- ciplina auxiliar de la politica: “[La politica] dispone cudles de las ciencias son necesatias en las ciudades y cudl debe aprender cada uno y hasta qué punto; y vemos también que las capacidades (diinameis) mas valoradas, como la estrate- gia, la administracién doméstica y la retérica estan (subordinadas] a ella” (EN 1094 a 28-b 3).! A través de la jerarquizacién de los saberes, con la puntual subordinacién de la facultad retérica a la ciencia politica, Aristételes sigue a su maestro Platén al impugnar la legitimidad del discurso retérico en sus pre- tensiones de hablar con verdad y justicia acerca de la polis: 3 Most, 1994: 168-170. 2 Ret, 1366 a 17-22: “Por cierto, ha sido tratado conforme a cuanto era adecuado para la presente ocasién hacia qué cosas futuras o presentes es necesatio que tiendan los que persuaden, y a partir de qué cosas es necesario que logren sus demostraciones acerca de lo que es util, y ademis por medio de qué y cémo obtendremos un conocimiento claro de las costumbres y de las leyes en relacién con los regimenes politicos: pues acerca de estos temas se ha investigado con precision en la Politica’ © Ret. 1360 a 30-37. © Aristételes retoma aqui una clasificacién que Platén habfa insinuado en el Politico (303d-305e) “{Platén y Aristételes) comparten la concepcidn bésica de la filosofia como tarea intelec- tual y educacional que puede proveer la comprensién més acabada de la politike el mis completo panorama de los principios éticos y politicos de las sociedades humanas. Y estén de acuerdo en definir la filosofia en parte contradistinguiéndola de lo que ellos ven como las esttechamente vecinas précticas de la sofistica y de la ret6rica, précticas que se artogan ellas mismas el rol de expertas en los asuntos de la ciudad, y que localizan esta pericia predominantemente en la po- sesién de un arte del discurso” (Halliwell, 1994a: 235). La retérica tiene poco que ver con la estructura jerérquica y autoconsistente de valores y pricticas a que aspira la politike. La retérica (no asi la politica) no tiene necesidad de ir més alld de lo que piensa la mayoria: en los pasajes en. que se habla de politica en la Retérica, no hay mAs que un tratamiento dentro del marco de las creencias y valores populates. Por su parte, “[Para Aristételes] la auténtica politike debe incluir los procedimientos teéricos de la abstraccién, el anélisis y Ia sistematizacidn, a la vez que un compromiso con una coherencia y una profundidad de entendimiento (una aprehensién de los 256 Para una técnica de la palabra persuasiva en la pélis. La retérica segiin Aristételes La subordinacién de la retérica a la ciencia politica implica en Aristételes que el retérico no se preocupard eminentemente por un tratamiento cientifico de los tépicos de la filosofia de los asuntos humanos, ni entablard con su audi- torio un proceso pedagégico orientado a la buisqueda de la verdad, ni tampoco apuntard a mejorar el carécter de sus destinatarios: Silos discursos bastaran por si solos para hacer buenos (a los hombres], con jus- ticia se llevarfan muchas y grandes recompensas, como dice Teognis, y habria que procurdrselas. Mas en realidad, y como es manifiesto [..,] no son capaces de exhortar al comtin de los hombres a la perfeccién moral (kalokagathia) (EN X 9, 1179b 4-10). 3. Conciust6n En el curso de este capitulo hemos intentado reponer los rasgos fundamenta- les del proyecto aristotélico de una técnica de la palabra persuasiva en la pli A tal efecto hemos considerado en primer lugar las relaciones que Arist6teles mantiene con los manuales de retérica tradicionales y las eriticas que les for- mula en términos tanto tedricos como practicos. En segundo lugar, hemos reconstruido las diversas delimitaciones que Aristételes propone para el saber retético en cuanto a su tacionalidad, sus recursos conceptuales, sus fines, su auditorio, pero también en relacién con dos técnicas con las que se articula estrechamente: la dialéctica y la filosofia politica. Como hemos puesto de manifiesto en este capitulo, luego de haber abreva- do en fuentes platénicas en su juventud ~presumiblemente negando el cardcter técnico de la retérica-, Aristételes termina distanciéndose de su maestro en los esctitos compilados bajo el nombre de Retdrica. En tigor, no se trata de un mero rechazo sino de un distanciamiento complejo, porque Aristételes seguir siendo heredeto de Platén a la hora de impugnar las pretensiones de la retérica de hablar con verdad y justicia acerca de los asuntos piblicos. Es sobre esta continuidad de fondo que deben renerse en cuenta las diferencias fiundamentales aqui abordadas. primeros principios, una jerarquia de valores) que solo una empresa que merezca el nombre de filosofia puede esperar llevar a término” (Halliwell, 1994 b: 229). Segtin Wardy (1994: 118), Aristoteles también esté reaccionando frente a una desviacién: desde el momento en que la retérica es un poder amoral, nada previene contra su operar inmoral. No hay criterios morales incrinsecos en la retérica 257 Gaprret Livov El capitulo XIII de este volumen retoma y complejiza el presente abordaje del proyecto retérico aristotélico desde el punto de vista de la puesta en préctica de la palabra (/égo:) como actualizacién de la naturaleza humana. Veremos alli cémo la retérica aqui delimitada se ve puesta en acto en el Ambito de la pélisy bajo qué condiciones considera el filésofo que debe proceder la palabra si ha de ser concebida como una herramienta fundamental en la produccién y re- produccién de los lazos civiles-politicos entre los sujetos ciudadanos. 258

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