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GUAICAIPURO

Guacaipuro Popularmente conocido como Cacique Guaicaipuro (n. actualmente Los Teques, Venezuela,


alrededor de 1530; m. 1568), fue un nativo indígena, jefe de varias tribus Caribes, con el título ‘Guapotori’ —
Jefe de jefes— originario del grupo Teques. A pesar de ser conocido hoy como Guaicaipuro, en los
documentos del tiempo su nombre fue escrito como «Guacaipuro II». Guacaipuro formó una coalición de
gran alcance en contra de la conquista española del territorio de la actual Venezuela, con diversas coñas
que él condujo durante el siglo XVI en la región central del país, especialmente en Valle de Caracas. Él
dirigió entre otros a los Caciques Tiuna, Naiguatá,Guaicamacuto, Chacao, Terepaima, Catia, Aramaipuro,
Paramaconi y a su propio hijo Baruta. Guacaipuró en la actualidad es uno de los Caciques más famosos e
ilustres. El área ocupada en nuestros días por la ciudad de Los Teques, fue poblada por varios grupos
indígenas, los cuales contaban cada uno con su propio cacique. La tribu de Guacaipuro, que abarcaba un
área desde Turgua al este, hasta donde hoy se encuentra San José de los Altos, al oeste, era una de las
más grandes. Uno de sus hijos varones, Baruta, se convirtió también en Cacique y dominaba el área del
actual municipio de igual nombre. Otras hijas de Guacaipuró eran, al parecer, Tiora y Caycape.
Guacaipuro se convirtió en la figura principal y central en la sublevación de todas las tribus nativas de la
provincia de Caracas, y logra unirlas a todas bajo su mando. En 1562, Terepaima derrota a una fuerza
expedicionaria conducida por el capitán Luis de Narváez, matándolo a él y a 150 de los expedicionarios.
Debido a los ataques feroces por parte de los indígenas, los españoles se retiraron lejos del área durante
varios años. Lope de Aguirre (conocido en Venezuela como El Tirano, de los conquistadores del Perú,
venido por el Amazonas en 1561 y alzado contra la Corona), fue emboscado por Guacaipuro y el cacique
Terepaima, que le dieron muerte durante su trayecto. Iba con un contingente reducido de seis soldados.
En 1567, poco después de vencer a la confederación indígena liderada por Guacaipuro en la batalla de
Maracapana, el capitán Diego de Losada entra al valle de San Francisco y ese año o el siguiente, puebla la
ciudad de «Santiago de León de Caracas». Los españoles se preocuparon por la cercana presencia de
Guacaipuro y de sus hombres y, dada la fama de sus ataques hacia los conquistadores, decidieron no
esperar un ataque de él, con lo que, como movimiento preventivo, Diego de Losada encomendó al alcalde
de la ciudad, Francisco de Infante emprender la misión de capturar a Guacaipuro y ‘pacificar’ a los otros
Caciques.
A fines de 1567 o inicios de 1568, Francisco Infante y sus hombres, conducidos por guías nativos que
habían sido chantajeados, dieron con el paradero de la choza de Guacaipuro, en las cercanías de
Paracotos. Según la leyenda, Guacaipuro prendió fuego a su choza y se suicidó antes de permitir que los
españoles lo encontraran con vida. Sin embargo, la otra versión sobre su muerte, que es la que ofrece el
historiador José de Oviedo y Baños en su obra publicada en 1723, narra que tras una larga batalla por su
vida, los españoles, imposibilitados de entrar a la choza, decidieron lanzarle una bomba de fuego sobre el
techo de paja, obligando con ello a salir a Guacaipuro que perece luchando con la espada que le había
ganado a Rodríguez Suárez.
Guaicaipuro, de la etnia pemón, era el Piache de los Piaches, refiere LBA. En este cacique se reunían los
dones mayores, resultado de una ardua preparación espiritual que desemboca en habilidades militares,
que lo convierten en el mejor estratega de su tiempo al unificar tribus, sin importar las marcadas
diferencias lingüísticas, en pro de la defensa de los suyos.  Asimismo, Guaicaipuro fue un profeta que
sabía su destino histórico y su misión libertaria, la cual trascendía más allá de su instante hasta acoger el
ahora y el futuro de los venezolanos; que con sus acciones nos fortalece la identidad cuando nos
oponemos a la imposición de culturas que, lejos de retratar nuestra idiosincrasia, castran la filosofía, las
costumbres, la literatura y los valores en general que nos definen como venezolanos. 

Luis Beltrán Acosta, quien es profesor de la Universidad Central de Venezuela y de la Universidad Militar
Bolivariana, manifestó que el objetivo de su trabajo de investigación es “crear conciencia en relación con
una nueva interpretación de nuestra historia, que exprese los aportes, en el ámbito militar, político y
cultural de los pueblos indígenas, a la formación de la identidad venezolana”.

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