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Dossier: Guerra fría cultural en América Latina

Semánticas de la guerra fría cultural


Las izquierdas democráticas latinoamericanas
frente a la “cruzada por la libertad”

Karina Jannello
Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas

A unque forjada en la década de 1920, la


noción de totalitarismo se resignifica en
la segunda posguerra en Occidente como una
rientar sus fuerzas materiales y simbólicas en
una cruzada por la “Libertad” contra el “totali-
tarismo soviético”, en Latinoamérica todavía
de las ideas-fuerza más potentes del siglo xx. protagonizaban la escena gobiernos naciona-
En la retórica política de las democracias li- listas de amplio respaldo popular –como el de
berales, el término “totalitario” deviene “pa- Perón en la Argentina o el de Vargas en el Bra-
labra clave del vocabulario político”, refor- sil, denunciados por las élites liberales como
zándose semánticamente para funcionar como totalitarios, muchas veces incluso en frentes
sinónimo de comunista, de modo que la lucha comunes con los comunistas– y las dictaduras
contra el totalitarismo devendrá finalmente en militares instaladas con la aquiescencia de la
lucha contra el comunismo.1 diplomacia estadounidense.
Pero si la guerra fría fue en Europa y en Con la exposición de la Doctrina Truman y
los Estados Unidos una cruzada anticomunista, el anuncio del Plan Marshall, de un lado, y el
en América Latina esa premisa no se va a tra- Informe Zhdánov y la creación del Komin-
ducir de modo inmediato. Las élites políticas e form, de otro, el mundo se precipitaba en la
intelectuales de tradición liberal, sin perder de guerra fría. Las alianzas tejidas en los años
vista la potencial “amenaza roja”, reconocen del antifascismo se resquebrajaban. Empuja-
enemigos más reales, sobre todo las dictaduras das a la búsqueda de un nuevo socio para
caudillistas.2 Si los viejos regímenes corporati- combatir los “totalitarismos” locales, las éli-
vos europeos (Portugal, España) quedaban tes liberales y socialistas latinoamericanas
ahora marginados, y el mundo occidental daba pusieron sus expectativas en que los Estados
por concluida la lucha antifascista para reo- Unidos fuera el último garante en su resisten-
cia contra los “fascismos” criollos. Aun
cuando el “peligro comunista” no constitu-
1
El término surge en el antagonismo irreductible entre yera su principal preocupación, el precio a
comunismo y fascismo entre las décadas del ’20 y ’30, pagar para alentar esas ilusiones fue su adhe-
inscripto en el contexto de lo que se dio en llamar “gue- sión a una serie de organizaciones anticomu-
rra civil europea”. Cf. Enzo Traverso, El totalitarismo.
Historia de un debate, Buenos Aires, Eudeba, 2001, so- nistas nacidas en la inmediata posguerra.
bre todo pp. 83-95. Desde comienzos de los cincuenta, el Con-
2
Para una definición de la categoría, cf. Torcuato S. Di greso por la Libertad de la Cultura (clc) dis-
Tella, Repertorio político latinoamericano, Buenos Ai-
res, Siglo xxi, 2007, vol. i, pp. 594-600. puso ingentes recursos para la lucha contra el

Prismas, Revista de historia intelectual, Nº 23, 2019, pp. 219-226


comunismo. Interpeló a las élites intelectua- en los veinte de la generación de la Reforma
les liberales, pero sobre todo a amplios secto- Universitaria o la Unión Latino-Americana; los
res de la izquierda no comunista que rechaza- de la generación siguiente –los chilenos Salva-
ban tanto el liderazgo de Moscú como el de dor Allende y Eduardo Frei Montalva, o el cu-
Washington, y eran asimismo hostiles a los bano Raúl Roa– eran herederos de ese legado.
nacionalismos. Menos estudiada, la Asocia- A pesar del éxito de la aidl en su intento de
ción Interamericana Pro Democracia y Liber- continuar las consignas de la administración
tad (aidl), una experiencia previa y en cierta Roosevelt,5 particularmente en su lobby en
medida simultánea, convoca desde fines del Washington en busca de “a change in its pro-
‘48 a los mismos progresismos con un pro- dictatorial policy in Latin America”,6 un im-
grama de resistencia al “militarismo latinoa- portante número de sus intelectuales pasaron
mericano” y a “todas las formas de totalita- pronto a adherir al clc, que sostenía con énfa-
rismo e imperialismo”.3 sis diversos una política de contención del co-
Nacida en mayo de 1950, un mes antes de la munismo mediante el refuerzo de las demo-
inauguración del clc en Berlín, la aidl com- cracias liberales en el campo de la cultura.
prometió a intelectuales demócratas de los Es- Pero si la política rooseveltiana era viable
tados Unidos, como Frances R. Grant de la para Europa, el núcleo duro del clc albergaba
Liga Internacional por los Derechos del Hom- dudas sobre su eficacia en América Latina.
bre, escritores como Norman Thomas y Waldo George Kennan, fundador y promotor de la
Frank, periodistas como Herbert Matthews política de contención de Truman, argumen-
(New York Times) o S. B. Levitas (New Lea- taba que el mayor problema del comunismo
der), con políticos e intelectuales del progre- en la región no era su aspiración al poder, sino
sismo latinoamericano como el socialista uru- su capacidad de convertir a los pueblos en un
guayo Emilio Frugoni, el líder aprista Haya de foco de hostilidad antiimperialista. Para el
la Torre, los mexicanos Jesús Silva Herzog y teórico esto significaba que si idealmente la
Alfonso Reyes, los venezolanos Rómulo Be- estrategia de los Estados Unidos consistía
tancourt y Rómulo Gallegos, los cubanos Jorge desde Roosevelt en incentivar y asistir a go-
Mañach y Leví Marrero, el costarricense José biernos y grupos favorables a sus políticas
Figueres o el colombiano Eduardo Santos. para contener la influencia del comunismo,
Postuló una América unida en una suerte de en los casos donde estos se mostraran per-
“tercera vía”, con críticas expresas al comu- meables a los cantos de sirena revoluciona-
nismo soviético, pero también al imperialismo rios, “quizás la única respuesta sean duras
estadounidense y al sostén que este brindaba a
los gobiernos militares en Latinoamérica.4
Los referentes latinoamericanos reunidos 5
La Aidl fue impulsada desde los Estados Unidos por la
en la aidl contaban con amplias credenciales Americans for Democratic Action, opuesta a la Progres-
de compromiso antiimperialista. Los mayores sive Citizens of America, dos instituciones creadas al
fallecer Roosevelt que disputaron su legado dentro del
–Luis Alberto Sánchez, Manuel Seoane, Al- Partido Demócrata. A diferencia de la ada, la pca alen-
fredo Palacios o Dardo Regules– fueron parte taba la alianza con los comunistas. John Gates, The
Story of an American Communist, Nueva York, Thomas
Nelson & Sons, 1958.
6
Según Van Gosse, la aidl fue muy activa en las campa-
3
Rómulo Betancourt, “Prefacio” a Conferencia Intera- ñas por el caso Galíndez en República Dominicana, por
mericana Pro Democracia y Libertad. Resoluciones y la legalidad de Acción Democrática en Venezuela y con-
otros documentos, La Habana, Talleres tipográficos tra la dictadura de Batista en Cuba. Cf. Where the Boys
Alfa, 1950, p. 8. are: Cuba, Cold War America and the Making of a New
4
Ibid. Left, Londres, Verso, 1993, pp. 77-78.

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medidas de represión gubernamental; que trick Iber, o más recientemente Benedetta Ca-
esas medidas quizás deben provenir de regí- landra, Marina Franco, y Rafael Rojas8 han
menes cuyos orígenes y métodos no resisti- indagado asimismo la compleja coyuntura que
rían la prueba sobre el concepto Americano transitaron los intelectuales de la región en los
de procedimiento democrático; y que tales años de la guerra fría. Sin embargo, el antece-
regímenes y tales métodos quizás sean alter- dente de la aidl, constituida en un eslabón
nativas preferibles, y tal vez la única alterna- clave para comprender por un lado el pasaje
tiva, a futuros éxitos comunistas”.7 desde el progresismo antifascista y antiimpe-
La perspectiva marcaba una diferencia sus- rialista de las izquierdas democráticas latinoa-
tancial con la aidl. Estos demócratas militan- mericanas no estalinistas hacia posiciones an-
tes de la Declaración de los Derechos del ticomunistas sin más, y por otro el abandono
Hombre sostenían críticas a los dos bloques en en estas franjas de una línea tercerista como
pugna. Sin embargo, en el discurso dominante posibilidad fáctica de acción política, no ha
del clc la crítica al imperialismo estadouni- sido suficientemente explorado,9 Prestaremos
dense fue una nota menor, que si se la ejecutó pues especial atención a un sector de la inte-
algunas veces, fue debidamente atenuada con lectualidad que en ese contexto atenazador
sordina. El deslizamiento de la aidl al clc, o comprueba que su espacio se estrecha cada
en algunos casos el compromiso simultáneo en vez más y que, frente al colosal desarrollo del
ambos espacios, no exento de tensiones, llevó capitalismo en Occidente y la radicalización
en definitiva al abandono creciente de los pos- de la Nueva Izquierda se va a ver empujado
tulados rooseveltianos. Estos actores se vieron irremisiblemente a posicionamientos incómo-
enfrentados a interrogantes perentorios: ¿cómo dos o contradictorios con sus propias convic-
dar voz a los reclamos regionales en un esce- ciones democráticas, a través de su interven-
nario internacional de polarización tan exclu- ción primero en la aidl y luego en el clc.
yente que dejaba escaso espacio a terceras po-
siciones? ¿Cómo tramitar el pasaje de una
organización a otra sin relegar o incluso aban- Un año clave
donar programas de pensamiento y acción po-
lítica en Latinoamérica que habían animado Después del anuncio de la Doctrina Truman,
desde sus años de juventud, para darle entidad las tensiones con la Unión Soviética escala-
a otros más globales e indeterminados como la
bandera “por la libertad”?
Este artículo se enmarca en el campo de es- 8
Claudia Gilman, Entre la pluma y el fusil. Debates y
tudios sobre la guerra fría cultural latinoame- dilemas del escritor revolucionario en América Latina,
Buenos Aires, Siglo xxi, 2003; María E. Mudrovcic,
ricana, en que la obra de Claudia Gilman Mundo Nuevo: Cultura y guerra fría en la década del
constituye una referencia obligada. Otros tra- 60, Rosario, Beatriz Viterbo, 1997; Patrick Iber, Neither
bajos como los de María Eugenia Mudrovcic, peace or freedom. The Cultural Cold war in Latin Ame-
rica, Massachusetts, Harvard, 2015; Benedetta Calandra
pionero en el estudio del clc en la región, Pa- y Marina Franco, La guerra fría cultural en América
Latina. Desafíos y límites para una nueva mirada de las
relaciones interamericanas, Buenos Aires, Biblos,
2012; Rafael Rojas, La polis literaria. El boom, la Revo-
7
George F. Kennan, “Memorandum by the Councelor lución y otras polémicas de la Guerra fría, Barcelona,
of the Department to the Secretary of State”, en Fore- Taurus, 2018.
ign Relations of the United States, 1950. The United 9
Iber señala a la aidl como una experiencia previa al clc,
Nations: The Western Hemisphere, Washington, US pero no se detiene en ella más que como un antecedente
Govern­­ment Printing Office, 1976, vol. ii, pp. 598-624 de los intentos de organización de la izquierda anticomu-
(mi traducción). nista latinoamericana, en Neither peace, pp. 96-98.

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ron hasta el Bloqueo de Berlín. La situación La defensa continental de la democracia
no es más relajada en América Latina, aun-
que por otras razones. La preocupación Para diciembre de 1948, el presidente del ps
esencial de los Estados Unidos hundía aquí uruguayo, Emilio Frugoni, miembros del Par-
sus raíces en las fuerzas nacionalistas y an­ tido Nacional Independiente como Juan A.
tinorteamericanas, que significaban un obs­ Ramírez y Eduardo Rodríguez Larreta12 y el
táculo para sus inversiones en la región. En colorado Lorenzo Batlle Pacheco; el viejo re-
los hechos, esto implicó que la diplomacia formista de la Unión Cívica Dardo Regules y
americana tendió a ver una intromisión comu- socialistas y radicales argentinos exiliados
nista en cualquier ensayo de reforma social y, como Alfredo Palacios, Américo Ghioldi, Ni-
lejos de defender el orden democrático, ter- colás Repetto, Ernesto Sanmartino y Santiago
minó por fomentar golpes de estado y apoyar Nudelman, se reúnen en el Ateneo de Monte-
dictaduras que resultaran funcionales a su he- video para dar forma a la Junta Americana de
gemonía regional.10 Defensa de la Democracia (jadd),13 que hacía
En marzo de 1948 estalla la guerra civil en un “llamado a los pueblos de América” a fin
Costa Rica. En abril es asesinado el líder co- de reclamar su adhesión contra los totalitaris-
lombiano Jorge Gaitán, cuando se aprestaba, mos y dar “una vigorosa respuesta a las dicta-
junto a un joven Fidel Castro, a denunciar la duras y a sus cómplices”, refiriendo al comu-
IX Conferencia Panamericana. Estallaba en- nismo, pero sobre todo a las “conjuraciones
tonces el Bogotazo, punto de partida del ciclo cuarteleras” que suspenden los derechos hu-
llamado La Violencia. En este marco, el 30 de manos y suprimen “el reconocimiento colec-
abril queda constituida la oea con su Declara- tivo y calificado, previa consulta, de los regí-
ción Americana de los Derechos del Hombre, menes de facto”,14 lo que de hecho aludía al
pero también con la de defensa y preservación accionar de los Estados Unidos con los go-
de la democracia contenidas en la Carta de biernos golpistas del Perú y de Venezuela.
Bogotá. El corolario del año serán los golpes La jadd convocó una asamblea con la
militares en el Perú y en Venezuela, seguidos idea de “luchar, no solo por la emancipación
del reconocimiento inmediato de los nuevos política y los ideales democráticos, sino tam-
gobiernos por parte de los Estados Unidos.11 bién por la emancipación económica” lati-
Estos últimos eventos impactaron en los inte- noamericana, propuesta fuertemente criticada
lectuales latinoamericanos, que se vieron desde el semanario Marcha por el ensayista
obligados a revisar sus posiciones sobre la in- político Servando Cuadro,15 en principio por
jerencia del vecino del norte y actuar al mismo
tiempo en contra de lo que consideraban la
amenaza más inminente: los “totalitarismos” 12
Autor de la “Doctrina Larreta” creada en 1945 en me-
latinoamericanos. dio de las tensiones entre los Estados Unidos y la Argen-
tina, postulaba la intervención en los asuntos internos de
los países que no adhirieran a los principios de democra-
cia y defensa hemisférica.
13
Constituida además por los uruguayos Gustavo Galli-
10
Luiz Moniz Bandeira, De Martí a Fidel. La Revolu- nal, Juan F. Guichon y Pedro Reyes Espinosa, el venezo-
ción Cubana y América Latina, Buenos Aires, Norma, lano César Rondón Lovera y los argentinos Silvano San-
2008, pp. 103-106. tander y Luciano Molinas.
11
La resolución de la Carta de Bogotá (1948), que mani- 14
“El Comité Pro Defensa de la Democracia, hace un
festaba “es deseable la continuidad de las relaciones di- llamado a los pueblos de América”, El Bien Público, nº
plomáticas entre los Estados de América”, fue conve- 21776, 28/12/1948, p. 3.
nientemente interpretada por los Estados Unidos como 15
Cuadro desarrolló ideas sobre una Federación Hispa-
un principio de reconocimiento automático. noamericana para luchar contra la “balcanización y el

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la alianza de Frugoni (con quien mantenía dife- mócrata con pasado comunista que se propo-
rencias en el seno del ps uruguayo) con Rodrí- nía hacer de esta reunión una plataforma para
guez Larreta (a quien consideraba defensor de el retorno al poder de Acción Democrática en
los intereses estadounidenses). Pero también Venezuela.18 Motorizado sobre todo por Fran-
por el consentimiento de Palacios (“que era ces Grant y los exiliados políticos latinoame­
nuestro”), cuya presencia explica por su nece- ricanos,19 el encuentro generó múltiples reac-
sidad de aliados contra el peronismo, de Betan- ciones por los discursos que reiteraban una
court (“que tendría que ser nuestro”), de Vaz advertencia: el apoyo de los Estados Unidos a
Ferreira (“que podría ser nuestro”) y de Galle- los totalitarismos de derecha empujaría a las
gos (“que acaba de ser batido por los capan- masas hacia otro totalitarismo no menos te-
gas del yanquismo”).16 Estos cuestionamien- mido: el comunismo. La participación de al-
tos no pasarían de una mera anécdota si no se gunas figuras inscriptas en el socialismo de
inscribieran en lo que los propios uruguayos izquierda –como el chileno Salvador Allende,
reivindicarán durante tres décadas como su el cubano Raúl Roa o la argentina Leonilda
tradición “tercerista”, independiente de los Barrancos– favorecieron que la derecha con-
bloques en pugna. El propio Cuadro quedará siderase el encuentro como “un submarino
como el antecedente histórico de la izquierda ruso de gran alcance”20 y los comunistas lo
nacional uruguaya, cuando años más tarde Vi- tildaran de “cónclave siniestro”.21
vian Trías le dispute el liderazgo del ps a
Frugoni.17
La jadd realizó su primera asamblea en Por la libertad de la cultura
abril de 1949 con oradores como el presidente
Luis Batlle Berres (“que parecía un poco nues- Un mes después de la consolidación de la aidl,
tro”, según la graciosa taxonomía de Cuadro), se reunía en Berlín el clc con consignas simi-
y prometió un primer encuentro que uniría a lares: defensa de la democracia, la cultura y la
todas las fuerzas democráticas del continente. libertad. Integrado por renombradas figuras de
Organizado por la jadd y por el Comité la cultura occidental,22 desembarcaba en 1951
Latinoamericano de la Liga por los Derechos en América Latina, donde contó con el aseso-
del Hombre, y con integrantes de la Federa- ramiento de nombres que resonaban del con-
tion of American Labor (fla) y del Congress
of Industrial Organizations (cio), el Congreso
realizado en mayo de 1950 en La Habana que 18
Manuel Caballero señala además que su propósito era
dio inicio a la aidl contó con 200 delegados y dejar en claro a los Estados Unidos que no tenía simpatía
múltiples apoyos, pero sobre todo con la labor alguna con el comunismo. Cf. Rómulo Betancourt. Polí-
tico de nación, Caracas, fce/Alfadil, 2004, pp. 277-288.
entusiasta de Rómulo Betancourt, socialde- 19
De hecho, desde la derecha venezolana se identificó el
encuentro como una “conferencia de exiliados políti-
cos”. “Memorandum confidencial”, en ibid., p. 324.
20
“Comunicación de la Embajada de Venezuela en Cuba
divisionismo hispanoamericano que el imperialismo fo- para el Ministro de Relaciones Exteriores”, en ibid, p. 339.
mentó”. Aunque criticó a los dos bloques, consideraba a 21
“Carta de Jaime Posada a Los Ministros de Gobierno
la Unión Soviética como la “colectividad más viviente y y de Relaciones Exteriores [de Colombia]”, en Rómulo
prometedora”, lo que en términos de la época lo conver- Betancourt, Margarita López Maya (selec.), Antología
tía en defensista. Política. Volumen quinto, 1948-1952, Caracas, Funda-
16
Cf. Servando Cuadro, “Los trabajos y los días”, Mar- ción Rómulo Betancourt, 2003, pp. 359-367.
cha, nº 462, 473 y 475, Montevideo, 14/1/1949, 8/4/1949 22
Como los de Bertrand Russell, Herbert Read o André
y 29/4/1949, pp. 4, 7. Gide. Cf. Pierre Grémion, Intelligence de l’antico­
17
Cf. Alberto Methol Ferré, La crisis del Uruguay y el mmunisme: Le Congrès pour la liberté de la culture à
imperio británico, Buenos Aires, A. Peña Lillo, 1959. Paris, 1950-1975, París, Fayard, 1995, pp. 15-51.

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greso habanero: Robert Alexander, Grant, Ar- que participaron en la primera actuaron para-
ciniegas, Schlesinger Jr., Sánchez, Palacios, lelamente en el clc, lo que permite inferir una
Frugoni, Frei, Betancourt, Gallegos, Roa y acción conjunta en lo que fue sin dudas un
Mañach, entre muchos otros. Con la promesa frente atlantista contra la injerencia del comu-
de facilitar medios (encuentros, conferencias y nismo en el continente de ambas institucio-
una ingente red de ediciones) destinados a la nes. Pero si la aidl actuaba mayormente en el
lucha contra los totalitarismos, convocó a inte- plano diplomático, el clc lo hizo sobre todo
lectuales y a diplomáticos de la izquierda de- en el ámbito de la cultura, aunque con límites
mocrática. difusos puesto que también suscribió declara-
Sin embargo, si desde su dirección no se ciones netamente políticas. Por ejemplo, am-
practicó censura alguna, los latinoamerica- bas se manifestaron sobre los sucesos de 1954
nos, afanosos de obtener recursos para sus en Guatemala, aunque en posiciones opues-
propias causas, se sintieron en la necesidad de tas, y las dos coincidieron en su apoyo a la
asentar su posición frente a la guerra fría, con guerrilla del M-26 en Cuba. Si la aidl orientó
poco margen para “tercerismos”,23 y reforzar sus críticas a los gobiernos de los Estados
la bandera del anticomunismo, lo que signi- Unidos cuando sostenían dictaduras militares
ficó tolerar que, sin matices, la diplomacia en Latinoamérica,25 los pronunciamientos crí-
estadounidense impugnara y tildara de comu- ticos del clc fueron siempre más matizados.26
nista a cualquier gobierno que planteara re- Constreñidos por las lógicas de la guerra
formas sociales en la región. Pero si no se fría, la transición de la aidl al clc significó
ponían de acuerdo con el socio del norte res- para los intelectuales involucrados en estas or-
pecto a las semánticas del totalitarismo comu- ganizaciones el pasaje de una lucha política
nista, sí acordaron sobre cómo lidiar con las por establecer la democracia como régimen
llamadas “tiranías”, es decir, gobiernos nacio- político de gobiernos soberanos en América
nalistas elegidos por el voto popular que am- Latina a una estrategia global enfocada en la
pliaban los derechos de las masas pero supri- lucha contra el comunismo, lo que dejaba sin
mían algunas libertades civiles y ponían en resolver el problema de las dictaduras latinoa-
riesgo las inversiones norteamericanas. mericanas. Las fuerzas globales que terminan
por imponerse en la posguerra tienden a debili-
tar las tradiciones antiimperialistas de los par-
Corolario tidos democráticos de masas. Las objeciones a
la intervención estadounidense en la región en
Tanto la aidl como el clc mantuvieron su ac- términos económicos, políticos, diplomáticos
tividad en América Latina de modo paralelo o militares, pasaron de una crítica airada a
hasta que el segundo cierra sus puertas en quienes llamaban a “rechazar la avalancha to-
1972.24 Una franja amplia de los intelectuales

25
Sobre todo con gobiernos republicanos como los de
23
Los debates sobre el tercerismo tuvieron particular de- Eisenhower, por ejemplo cuando en 1954 se le entregó
sarrollo en el Uruguay. Cf. Carlos Real de Azúa, Tercera un reconocimiento al dictador Pérez Jiménez en Caracas
posición, nacionalismo revolucionario y Tercer Mundo en el contexto de la X Conferencia Panamericana.
(3 vols.), Montevideo, Cámara de Representantes del 26
Quizá la más resonante fue la declaración contra el
Uruguay, 1997. gobierno de Jacobo Arbenz para justificar la interven-
24
La aidl funcionó hasta 1983. Aunque se establecieron ción. Aunque se firmó, las resistencias de los latinoame-
dos sedes, Montevideo y Nueva York, la primera se des- ricanos obligaron a incluir una crítica a la injerencia de
membró y Emilio Frugoni pasó a dirigir la sede riopla- los intereses de la United Fruit en Guatemala. Patrick
tense del clc. Iber, Neither peace, pp. 100-101.

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talitaria que viene desde las estepas rusas Raúl Roa y Salvador Allende, que devendrán
mientras se hace tan poco para detener los des- símbolos de la izquierda latinoamericana del
manes de los totalitarismos domés­ti­cos”,27 a un siglo xx. En la estrecha franja del medio, Al-
reproche matizado, que no pusiera en riesgo fredo Palacios basculaba su apoyo a la Revo-
los recursos y los apoyos que los países de la lución Cubana y el rechazo al comunismo
región esperaban de los Estados Unidos, o soviético.
inexistente, cuando se trataba de derrocar go- La lógica bipolar tensionó a los terceris-
biernos nacionalistas populares, licuando en el mos hasta reducirlos a un espacio político
clc las críticas que sostenían desde la aidl. La cada vez más acotado. “Tercerismo”, “Tercer
contradicción principal de estos demócratas mundo”, pasaron a ser nociones ambiguas,28
fue que si criticaban el apoyo de los Estados un espacio heteróclito que se definía por la
Unidos a los golpes “preventivos” contra el negativa, por aquello que excedía al “Primer”
“peligro comunista”, al mismo tiempo aplau- y al “Segundo” Mundo, polos que en defini-
dían aquellos que desplazaban a los regímenes tiva dominaron la escena política e intelectual
caudillistas. Por otra parte, la estrategia de las hasta fines de los ochenta. Es así que en este
élites locales, enfocada en convencer a los Es- proceso de resemantización geopolítica, si el
tados Unidos de que el centro-izquierda demo- bloque comunista había sido eficaz en apro-
crático era capaz de gobernar sin desbordes piarse de ideas fuerza como “Cultura” y
comunistas ni afectar sus intereses en la re- “Paz”, el bloque capitalista lo fue con “Liber-
gión, iba a dejar la prédica antiimperialista tad” y “Democracia”, finalmente, ideas fuerza
(que en la primera mitad del siglo xx había triunfantes en 1989. o
sido un activo político e intelectual del socia-
lismo y del aprismo) en manos del comunismo
y de los movimientos terceristas vinculados a Bibliografía
la “nueva izquierda”.
Si en los años cincuenta aquellas élites Calandra, Benedetta, y Marina Franco, La guerra fría
cultural en América Latina. Desafíos y límites para una
político-intelectuales pasaron un mal trago nueva mirada de las relaciones interamericanas, Bue-
con el golpe patrocinado por la cia en Guate- nos Aires, Biblos, 2012.
mala, la situación se volvería crítica en los Di Tella, Torcuato S., Repertorio político latinoamerica-
sesenta. La Revolución Cubana, que contó en no, Buenos Aires, Siglo xxi, 2007, vol. i.
un inicio incluso con el apoyo de la aidl y del Gilman, Claudia, Entre la pluma y el fusil. Debates y
clc, puso en una situación insostenible a los dilemas del escritor revolucionario en América Latina,
Buenos Aires, Siglo xxi, 2003.
miembros de estas organizaciones. A algunos,
el alineamiento comunista de Cuba en enero Gosse, Van, Where the Boys are: Cuba, Cold War Ameri-
ca and the Making of a New Left, Londres, Verso, 1993.
de 1962 los empujó expresamente al aban-
dono de cualquier veleidad antiimperialista. Grémion, P., Intelligence de l’anticommunisme: Le Con-
grès pour la liberté de la culture à Paris, 1950-1975,
A otros, la vergonzosa invasión a Bahía Co- París, Fayard, 1995.
chinos del ’61 los impulsó a romper cualquier
Iber, Patrick, Neither peace or freedom. The Cultural
alianza con los Estados Unidos. De un lado Cold war in Latin America, Massachusetts, Harvard,
quedaban Betancourt y Haya de la Torre, ali- 2015.
neados con las fuerzas occidentales; del otro,

28
Para una crítica de la polisemia del término, cf. Juan
27
Rómulo Betancourt. Pensamiento y acción, México, José Sebreli, Tercer mundo, mito burgués, Buenos Aires,
Beatriz de Silva, 1951, pp. 241-251. Siglo Veinte, 1975.

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Moniz Bandeira, Luiz, De Martí a Fidel. La Revolución Rojas, Rafael, La polis literaria. El boom, la Revolución
Cubana y América Latina, Buenos Aires, Norma, 2008. y otras polémicas de la Guerra fría, Barcelona, Taurus,
2018.
Mudrovcic, M. E., Mundo Nuevo: Cultura y guerra fría
en la década del 60, Rosario, Beatriz Viterbo, 1997. Traverso, Enzo, El totalitarismo. Historia de un debate,
Buenos Aires, Eudeba, 2001.

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