Está en la página 1de 318

Cili

Anna Rosewin

Dee Valentina95

Lili-ana Watson

Mariela

Mariela

Correctores
Anna Mariela Xei07

Mariela

Aria
Mae
De Clubes de striptease y paradas de camiones a mansiones en la costa sureña y
escuelas privadas, una chica trata de mantenerse fiel a si misma.

Ella Harper es una sobreviviente, se a pasado toda su vida de ciudad en ciudad junto a
su madre frívola, luchando para llegar a fin de mes y creyendo que algún día saldrán
del foso.

Hasta que aparezca Callum Royal, Arrastrando a Ella fuera del mundo de la pobreza y
llevándola a su elegante mansión junto a sus cinco hijos los cuales la odian. cada chico
Royal es mas atractivo que el anterior, pero ninguno tan cautivan te como Reed Royal,
el chico que esta decidido a enviarla de vuelta a a el lugar de donde salio.

Reed no la quiere. el dice que ella no pertenece a el mundo de los Royals.

Riqueza. exceso. Engaño. no es nada que ella no haya experimentado antes, y si va a


sobrevivir a su vez en el palacio, tendrá que aprender a emitir sus propios derechos
reales.
Traducido por Mae

—E
lla, te necesitan en la oficina del director —dice la señora Weir
antes de que pueda entrar a su clase de Pre-cálculo.

Compruebo mi reloj. —Ni siquiera llegué tarde.

Un minuto antes de las nueve y este reloj nunca se equivoca. Es probablemente el


elemento más caro que tengo. Mi mamá dijo que era mi padre. Además de su esperma,
que es lo único que dejó atrás.

—No, no se trata de llegar tarde... esta vez. —Su mirada pétrea normalmente es
suave en los bordes, y mi intestino transmite una advertencia a mi cerebro lento. La
señora Weir es ruda, pero me agrada. Ella trata a sus estudiantes como si estuviéramos
aquí para aprender matemáticas reales en lugar de alguna lección de vida o amor al
prójimo y porquerías como esa. Así que el hecho de que me de miradas simpáticas
significa que algo malo está pasando en la oficina del director.

—Está bien. —No es como puedo dar ninguna otra respuesta. Ofrezco un
movimiento de cabeza y redirigir a mí mismo a la oficina de la escuela.

—Te enviaré por correo la clase —dice la señora Weir detrás de mí. Creo que piensa
que no voy a volver a clase, pero no hay nada que el director Thompson pueda decirme
que sea peor a lo que me he enfrentado antes.

Antes de inscribirme en la Secundaria George Washington en mi primer año, ya


había perdido todo lo importante. Incluso si el señor Thompson se ha dado cuenta de
que alguna manera técnicamente no estoy viviendo en el distrito escolar de GW, puedo
mentir para ganar tiempo. Y si tengo que transferirme, que es lo peor que me puede
pasar hoy, entonces no es gran cosa. Lo haré.

—¿Cómo va todo, Darlene?


La secretaria de la escuela con cabellos de madre apenas levanta la vista de su
revista People. —Toma asiento, Ella. El señor Thompson te verá pronto.

Sí, usamos un nombre de pila, yo y Darlene. Un mes en GW, y ya he gastado


demasiado tiempo en esta oficina, gracias a mí siempre creciente pila de resbalones en
las calificaciones. Pero eso es lo que sucede cuando trabajas en las noches y no ves el
lado suave de las sábanas hasta las tres de la mañana cada noche.

Estiro el cuello para mirar a través de las persianas abiertas de la oficina del señor
Thompson. Alguien está sentado en la silla del visitante, todo lo que puedo ver es una
mandíbula dura y pelo castaño oscuro. Todo lo contrario de mí. Soy tan rubia y de ojos
azules como hay en este mundo. Cortesía de mi donante de esperma, de acuerdo con
mamá.

El visitante de Thompson me recuerda a los hombres de negocios fuera de la ciudad,


que le daría a mi mamá miles de dólares para que ella pretenda ser su novia una noche.
Algunos chicos eligen eso, incluso más que el sexo real. En cuanto a mi madre, por
supuesto. No he tenido que ir por ese camino... todavía. Y espero nunca tener que
hacerlo, por lo que necesito mi diploma de secundaria para poder ir a la universidad,
obtener un título y ser normal.

Algunos chicos sueñan con viajar por el mundo, ser dueños de autos rápidos,
grandes casas. ¿Yo? Quiero mi propio apartamento, una nevera llena de comida, y un
trabajo remunerado estable, preferiblemente uno que sea tan emocionante como el
secado de pasta.

Los dos hombres hablan y hablan y hablan. Quince minutos pasan y siguen.

—¿Oye, Darlene? Estoy faltando a Pre-cálculo en este momento. ¿Está bien que
vuelva cuando el señor Thompson no esté ocupado?

Trato de decirlo tan bien como era posible, pero los años de no tener presencia
adulta real en mi vida, mi frívola, preciosa madre no cuenta, hacen que sea difícil para
mí hacer acopio de la sumisión necesaria que los adultos prefieren de cualquier persona
qua la que no se le permite beber legalmente.

—No, Ella. El señor Thompson terminará pronto.


Esta vez tiene razón, porque la puerta se abre y el director sale. El señor Thompson
mide alrededor de uno setenta y ocho y parece que se graduó de la escuela el año
pasado. De alguna manera se las arregla para mantener un cierto aire de responsabilidad.

Él me hace un gesto para que continúe. —Señorita Harper, por favor, entre.

¿Dentro? ¿Mientras Don Juan está ahí?

—Ya tiene a alguien en su oficina. —Señalo lo obvio. Esto parece sospechoso y mi


instinto me dice que me vaya. Pero si me quedo, voy a renunciar a esta vida cuidadosa
que he pasado meses planeando.

Thompson se da la vuelta y mira hacia Don Juan, que se levanta de la silla y me


saluda con su gran mano. —Sí, bueno, es por eso que estás aquí. Por favor entra.

En contra de mi mejor juicio, paso junto a Thompson y me detengo junto a la


puerta. Thompson cierra la puerta y voltea las persianas para cerrar la oficina. Ahora
estoy realmente nerviosa.

—Señorita Harper, siéntese. —Thompson señala la silla de Don Juan acaba de


abandonar.

Cruzo los brazos y miro a ambos con rebeldía. Las aguas del mar podrían inundar
la tierra antes de que tome asiento.

Thompson suspira y se coloca en su propia silla, reconociendo una causa perdida


cuando lo ve. Eso me hace sentir aún más incómoda, porque si está cediendo en esta
pelea significa que una más grande vendrá.

Recoge un conjunto de papeles de su escritorio. —Ella Harper, este es Callum


Royal. —Hace una pausa, como si eso significara algo para mí.

Por su parte, Royal me está mirando como su nunca hubiera visto una chica
antes. Soy consciente de que mis brazos cruzados elevan mis tetas así que dejo caer mis
manos a mis lados donde cuelgan torpemente.

—Encantada de conocerlo, señor Royal. —Es evidente para todos en la sala que
estoy pensando exactamente lo contrario.
El sonido de mi voz lo sacude de su hipnosis. Camina hacia delante y, antes de que
pueda moverse, tiene mi mano derecha apretada entre dos de las suyas.

—Mi Dios, te ves igual que él. —Las palabras las murmura por lo que sólo él y yo
podemos escucharlas. Entonces, como si recordara dónde está, me estrecha la mano—
. Por favor, llámame Callum.

Hay un extraño tono de sus palabras. Como si fueran difíciles de decir. Aparto mi
mano de la suya, lo que requiere un poco de esfuerzo, porque no quiere dejarla ir. El
señor Thompson tiene que aclararse la garganta para que Royal suelte mi mano.

—¿Qué es todo esto? —exijo. Como una chica de diecisiete años, en un cuarto lleno
de adultos, mi tono está fuera de lugar, pero nadie ni siquiera pestañea.

El señor Thompson se pasa una mano por su pelo agitado. —No sé cómo decir esto,
así que sólo seré directo. El señor Royal me ha dicho que sus padres han fallecido y que
él es ahora su tutor.

Vacilo. Sólo por un latido. Sólo el tiempo suficiente para permitir que la conmoción
se vuelva indignación.

—¡Pura mierda! —La maldición estalla antes de que pueda detenerla—. Mi madre
me inscribió en clases. Tiene su firma en los formularios de inscripción.

Mi corazón está latiendo un millón de millas por minuto, debido a que la firma es
en realidad la mía. Me forcé a mantener el control sobre mi propia vida. Aunque soy un
menor de edad, he tenido que ser el adulto en mi familia desde los quince años.

Para crédito del señor Thompson, no me castiga por la profanidad. —La


documentación indica que la denuncia del señor Royal es legítima. —Él se revuelve los
papeles en sus manos.

—¿Sí? Bueno, está mintiendo. Nunca he visto a este tipo antes, y si me deja ir con
él, el siguiente informe que verá es cómo una chica de GW desapareció en un esquema
de tráfico sexual.

—Tienes razón, no nos hemos visto antes —interviene Royal—. Pero eso no cambia
la realidad aquí.
—Déjame ver. —Salto a la mesa de Thompson y tomo los papeles de sus
manos. Mis ojos se extienden sobre las páginas, no leo realmente lo que hay
allí. Palabras me llaman la atención: tutor, y fallecido y legado, pero no significan
nada. Callum Royal sigue siendo un desconocido.

—Tal vez si tu madre pudiera venir, podríamos aclarar todo —sugiere el señor
Thompson.

—Sí, Ella, trae a tu madre y voy a retirar mi reclamo. —La voz de Royal es suave,
pero oído la rudeza. Él sabe algo.

Me giro hacia mi director. Él es el punto débil aquí. —Podría crear esto en el


laboratorio de la escuela. Ni siquiera necesitaría Photoshop. —Lanzo el fajo de papeles
delante de él. La duda se forma en sus ojos, así que tomo mi ventaja—. Tengo que
volver a clase. El semestre está empezando y no quiero quedarme atrás.

Se lame los labios con incertidumbre y lo miro con toda la convicción en mi


corazón. Yo no tengo un papá. Desde luego, no tengo un tutor. Si lo hiciera, ¿dónde
estuvo este burro de toda la vida, mientras que mi madre estaba luchando a fin de mes,
cuando tenía dolores espantosos por el cáncer, cuando lloraba en su cama de cuidados
paliativos por tener que dejarme sola? ¿Dónde estaba entonces?

Thompson suspira. —Está bien, Ella, ¿por qué no vas a clase? Es evidente que el
señor Royal y yo tenemos más asuntos que tratar.

Asuntos Reales. —Estos documentos están en orden. Me conoces y conoces a mi


familia. Yo no estaría aquí presentándote esto si no fuera la verdad. ¿Cuál sería la razón?

—Hay un montón de pervertidos en este mundo —digo sarcásticamente—. Ellos


tienen un montón de razones para inventar historias.

Thompson menea la mano. —Ella, ya es suficiente. Señor Royal, es una sorpresa


para todos nosotros. Una vez que entremos en contacto con la madre de Ella, podemos
aclarar todo esto.

A Royal no le gusta el retraso y renueva su argumento acerca de lo importante que


es y cómo un Royal no mentiría. Casi esperaba que invocan a George Washington y el
árbol de cerezo. Mientras los dos hablan, salgo de la habitación.

—Voy al baño, Darlene —miento—. Voy volver a clase justo después.


Ella compra fácilmente. —Toma tu tiempo. Le avisaré a la maestra.

No voy al baño. No voy a volver a clase. En su lugar, me apresuro a la parada de


autobús y cojo el autobús G hasta la última parada.

A partir de ahí hay una caminata de treinta minutos al apartamento que arriendo
por míseros quinientos al mes. Tiene un dormitorio, un baño sucio, y una sala/cocina
que huele a moho. Pero es barato y la propietaria es una mujer que estaba dispuesta a
aceptar dinero en efectivo y no hacer una verificación de antecedentes.

No sé quién es Callum Royal, pero sí sé que su presencia en Kirkwood son malas,


malas noticias. Esos documentos legales no eran Photoshop. Eran reales. Pero no hay
manera en que ponga mi vida en las manos de un desconocido que apareció de la nada.

Mi vida es mía. La vivo. La controlo.

Saco mis libros de texto de cien dólares de mi mochila y lleno la bolsa que acabo de
vaciar con ropa, artículos de tocador, y los últimos dólares de ahorro, mil
dólares. Mierda. Necesito algo de dinero rápido para salir de la ciudad. Estoy sin
dinero. Me costó más de dos mil dólares a vivir aquí, con los billetes de autobús y luego
el primer y último mes de alquiler junto con un depósito de alquiler. Es un asco que me
vaya a comer el dinero del alquiler no utilizado, pero está claro que no puedo quedarme.

Estoy huyendo de nuevo. La historia de mi vida. Madre y yo siempre estábamos


huyendo. De sus novios, sus jefes pervertidos, servicios sociales, pobreza. El hospicio
era el único lugar en el que nos alojábamos por una cantidad sustancial de tiempo, y eso
porque ella se estaba muriendo. A veces pienso que el universo ha decidido que no se
me permite ser feliz.

Me siento en el borde de la cama y trato de no llorar por la frustración y la ira y bien,


sí, incluso miedo. Me permito cinco minutos de autocompasión y luego tomo el
teléfono. A la mierda el universo.

—Oye, George, he estado pensando acerca de tu oferta para trabajar con Daddy G’s
—digo cuando una voz masculina responde a la llamada—. Estoy lista.

He estado trabajando en Miss Candy, un club donde me desnudo hasta quedar en


tanga. Es bueno, pero no excelente, el dinero. George me ha estado pidiendo que pase
a Daddy G’s, un lugar de desnudo total, desde hace unas semanas. Me he resistido
porque no veo la necesidad. Ahora sí.
Fui bendecida con el cuerpo de mi madre. Piernas largas. Cintura moldeada. Mis
pechos no son de una doble D espectacular, pero George dijo que le gustaba mi copa B,
ya que da la ilusión de juventud. No es una ilusión, mi identificación dice que tengo
treinta y cuatro años y que mi nombre no es Ella Harper, sino Margaret Harper. Mi
madre muerta. Súper espeluznante si te detienes a pensar en ello, lo que trato de no
hacer.

No hay muchos puestos de trabajo de una de diecisiete años, en realidad puede hacer
a tiempo parcial y todavía pagar las cuentas. Y ninguno de ellos legales. Medicamentos
administrados. Girar trucos. Tira. Elegí el último.

—Maldición, chica, ¡es una excelente noticia! —murmura George—. Tengo esta
noche un lugar. Puedes ser la tercera bailarina. Vestir uniforme de colegiala católica. Los
chicos van a amar eso.

—¿Cuánto por esta noche?

—¿Cuánto qué?

—Dinero en efectivo, George. ¿Cuánto dinero?

—Quinientos y cualquier propina que puedas. Si quieres hacer algunos bailes


privados, te voy a dar cien por bailar.

Mierda. Podría hacerlo esta noche. Meto toda mi ansiedad y malestar en la parte
trasera de mi cabeza. Ahora no es el momento para un debate moral interno. Necesito
dinero, y desnudarme es una de las formas más seguras para conseguirlo.

—Estaré allí. Reserva ya todos los que puedas para mí.


Traducido por Mae

D addy G’s es una mierda, pero es mucho mejor que algunos de los otros
clubes de la ciudad. Por otra parte, eso es como decir: "Toma un bocado de
este pollo podrido. No es tan verde y mohoso como estos otros." Aún así,
dinero es dinero.

La aparición de Callum Royal en la escuela ha estado molestándome todo el día. Si


tuviera un portátil y una conexión a Internet, hubiera buscado en Google al tipo, pero
mi viejo ordenador está roto y no he tenido el dinero para disponer de un reemplazo. No
quería caminar a la biblioteca para usar esa, tampoco. Es estúpido, pero yo tenía miedo
de que si dejaba el apartamento, Royal podría emboscarme en la calle.

¿Quién es? ¿Y por qué se ha creído que es mi tutor? Mamá nunca mencionó su
nombre. Por un momento anterior, me preguntaba si podría ser mi padre, pero esos
papeles decían que mi padre había fallecido, también. Y a menos que mamá me
mintiera, sabía que el nombre de mi padre no era Callum. Era Steve.

Steve. Eso siempre se sintió falso. Al igual que, cuando un niño dice: —¡Háblame de
mi papá, mamá! —Y sueltas el primer nombre que te viene a la mente—. Uh, su nombre
era, um, Steve, cariño.

Pero no quiero ni pensar que mamá me mintió. Nosotros siempre éramos honestas.

Aparto a Callum Royal de mi mente, porque esta noche es mi debut en Daddy G’s
y no puedo dejar que un desconocido de mediana edad en un traje de mil dólares me
distraiga. Ya hay suficientes hombres de mediana edad en esta articulación para ocupar
mis pensamientos.

El club está lleno. Supongo la noche de colegiala católica es una gran atracción en
Daddy G’s. Las mesas y reservados en la planta principal están todos ocupados, pero la
sala VIP está desierto. No es una sorpresa. No hay muchos VIPs en Kirkwood, esta
pequeña ciudad de Tennessee fuera de Knoxville. Es una ciudad de clase trabajadora,
clase mayormente a la baja. Si haces más de 40 millones un año, se te considera
forrado. Por eso lo elegí. Sistema barato y la escuela pública del alquiler es decente.

El vestuario está en la parte posterior, y está lleno de vida cuando entro. Mujeres
semidesnudas me miran al entrar. Algunas inclinan la cabeza, un par sonríen, y luego
re-enfocan su atención en asegurar sus cinturones elásticos o aplicar su maquillaje en las
mesas de tocador.

Sólo una se acerca a mí.

—¿Cenicienta? —dice.

Asiento. Es el nombre artístico que he estado usando en Miss Candy. Parecía


adecuado en el momento.

—Soy Rose. George me pidió que te mostrara el vestuario.

Siempre hay una gallina en cada club, una mujer mayor que se da cuenta de que
está perdiendo la batalla contra la gravedad y decide hacerse útil en otras formas. En
Miss Candy, era Tina, la rubia de edad, que me tomó bajo su ala del momento
uno. Aquí, es la pelirroja Rose, que habla mientras me guía hacia el estante de trajes.

Cuando me acerco al uniforme de colegiala, intercepta mi mano. —No, eso es para


más adelante. Ponte esto.

Lo siguiente que sé, es que me está ayudando a ponerme un corsé negro con
cordones entrecruzados y un tanga negro de encaje.

—¿Bailaré con en esto? —Apenas puedo respirar por el corsé, mucho menos
desatármelo.

—Olvida lo que está encima. —Ella se ríe cuando se da cuenta de que mi respiración
se detiene—. Sólo mueve ese trasero y monta el polo de Ricky Ricon, y estarás bien.

Le doy una mirada en blanco. —¿Creí que iba al escenario?

—¿George no te lo dijo? harás un baile privado en la sala VIP ahora.


¿Qué? Pero acabo de llegar. Desde mi experiencia en Miss Candy, normalmente
bailabas en el escenario un par de veces antes que cualquiera de los clientes solicitara
una sesión privada.

—Debe ser uno de tus clientes habituales de tu antiguo club —adivina Rose cuando
se da cuenta de mi confusión—. Ricky Ricon simplemente está aquí como si fuera el
dueño del lugar, le da a George cinco grandes, y le dice que te envié con él. —Ella me
guiña el ojo—. Juega bien y sácale más Benjamins.

Entonces se ha ido. Hablando con las otras bailarinas, mientras me quedo allí
debatiendo si esto fue un error.

Me gusta aparentar que soy fuerte, y sí, lo soy, en cierta medida. He estado sin
dinero y hambrienta. Fui criada por una desnudista. Sé cómo lanzar un golpe, si tengo
que hacerlo. Pero sólo tengo diecisiete años. A veces me siento demasiado joven para
haber vivido la vida que tengo. A veces miro a mi alrededor y pienso, no pertenezco aquí.

Pero estoy aquí. Estoy aquí, y no tengo dinero, y si quiero ser esa chica normal que
estoy desesperadamente tratando de ser, entonces necesito salir de este vestidor y montar
el polo del Señor VIP, como lo expresó Rose tan bien.

George aparece mientras recorro el pasillo. Es un hombre robusto, con barba y ojos
amables. —¿Rose te dijo sobre el cliente? Él ha estado esperando.

Asiento, tragando torpemente. —No tengo que hacer nada, ¿verdad? ¿Solo bailar
regularmente?

Se ríe. —Has lo que desees, pero si te toca, Bruno lo sacará.

Me alivia saber que Daddy G’s cumple la norma de no tocar-la-mercancía. Baile


para los hombres babosos es mucho más fácil cuando sus manos viscosas no se acercan
a ti.

—Lo harás bien, chica. —Da palmaditas en mi brazo—. Y si pregunta, tienes


veinticuatro, ¿de acuerdo? Nadie más de treinta años trabaja aquí, ¿recuerdas?

¿Qué hay de menos de veinte años? Casi pregunto. Pero mantengo mis labios
apretados. Él tiene que saber que estoy mintiendo sobre mi edad. La mitad de las
muchachas aquí lo hacen. Y pude haber vivido una vida dura, pero de ninguna manera
me veo de treinta y cinco. El maquillaje me ayuda a pasar de veintiuno. Apenas.
George desaparece en el vestuario, y tomo una respiración antes de dirigirme hacia
el pasillo.

El sensual bajo me saluda en la habitación principal. La bailarina en el escenario se


ha desabrochado la camisa del uniforme blanco, y los hombres se vuelven salvajes al
primer vistazo de su sujetador transparente. Billetes de un dólar caen en el escenario. Eso
es en lo que me enfoco. El dinero. A la mierda todo lo demás.

Aún así, estoy muy disgustada ante la idea de dejar GW y todos aquellos maestros
que realmente parecen preocuparse por lo que están enseñando. Pero voy a encontrar
otra escuela en otra ciudad. Una ciudad donde Callum Royal no será capaz de
encontrarme…

Me detengo en seco. Entonces me giro en estado de pánico.

Es demasiado tarde. Royal ya ha cruzado la sala VIP en sombras y su mano fuerte


rodea mi brazo.

—Ella —dice en voz baja.

—Déjame ir. —Mi tono es tan indiferente como puedo, pero mi mano tiembla
mientras trato de apartarlo.

No me deja ir, no hasta que otra figura sale de las sombras, un hombre con un traje
oscuro y con los hombros de un jugador de futbol. —No tocar —dice el gorila
ominosamente.

Royal libera mi brazo como si estuviera hecho de lava. Le da una mirada sombría
al portero Bruno, a continuación, se vuelve hacia mí. Sus ojos se quedan fijos en mi cara,
como si estuviera haciendo un esfuerzo de no mirar a mi escasa ropa. —Necesitamos
hablar.

El whisky en su aliento casi me hace caer.

—No tengo nada que decirte —respondo con frialdad—. No te conozco.

—Soy tu guardián.

—Eres un extraño. —Ahora soy altiva—. Y estás interfiriendo con mi trabajo.


Abre la boca. A continuación, la cierra. Luego dice: —Está bien. Ponte a trabajar
luego.

¿Qué?

Hay un brillo burlón en sus ojos mientras se desplaza hacia atrás, hacia los sillones
de felpa. Se sienta, extendiendo sus piernas ligeramente, sigue burlándose de mí. —
Dame lo que pagué.

Mi corazón se acelera. De ninguna manera. No estoy bailando por este hombre.

Por el rabillo del ojo veo a George acercarse al salón. Mi nuevo jefe me mira
expectante.

Trago. Me dan ganas de llorar, pero no lo hago. En cambio, me pavoneo ante Royal
con confianza que no siento.

—Bien. ¿Quieres que bailar para ti, papi? Voy a bailar para ti.

Las lágrimas pinchan el interior de mis párpados, pero no caerán. Me he entrenado


para nunca llorar en público. La última vez que lloré, fue en el lecho de muerte de mi
madre, y fue después de que todas las enfermeras y los médicos salieran de la habitación.

Callum Royal tiene una mirada de dolor en su rostro mientras me muevo en frente
de él. Mis caderas se menean con la música, como por instinto. En
realidad, es instinto. El baile está en mi sangre. Es parte de mí. Cuando era más joven,
mamá fue capaz de reunir el dinero para enviarme a clases de ballet y jazz durante tres
años. Después de que los fondos se agotaron, me enseñó ella misma. Ella veía vídeos, o
clases de baile en el centro de la comunidad antes de que la echaran, y luego llegaba a
casa y me enseñaba.

Me encanta bailar, y soy buena en eso, pero no soy tan estúpida como para pensar
que será una carrera, no a menos que quiera desnudarme para vivir. No, mi carrera será
práctica. Negocios o derecho, algo que me dé una buena vida. El baile es un tonto sueño
de niña.

Mientras paso mis manos seductoramente en la parte delantera de mi corsé, Royal


deja escapar un gemido. No es el gemido al que estoy acostumbrada de la audiencia, sin
embargo. Él no parezca estar excitado. Se ve... triste.
—Él está rodando en su tumba en este momento —dice Royal con voz ronca.

No le hago caso. Él no existe para mí.

—Esto no está bien. —Suena nudo en la garganta.

Lanzo mi pelo hacia atrás y mis tetas sobresalen. Puedo sentir los ojos de Bruno en
mí desde las sombras.

Cien dólares por un baile de diez minutos, y ya han pasado dos minutos. Ocho
más. Puedo hacer esto.

Pero, evidentemente, Royal no puede. Una vuelta más y sus dos manos agarran mis
caderas. —No —gruñe—. Steve no querría esto para ti.

No tengo tiempo de parpadear, para registrar sus palabras. Está en sus pies y estoy
volando por el aire, mi torso chocando contra su ancho hombro.

—¡Déjame ir! —grito.

Él no escucha. Me lleva por encima de su hombro como si fuera una muñeca de


trapo, y es tan repentino que ni siquiera de Bruno puedo detenerlo.

—¡Fuera de mi camino! —Cuando Bruno da un paso más, Royal lo ataca—. ¡Esta


chica tiene diecisiete años! Ella es un menor de edad, y yo soy su tutor, y que Dios me
ayude, si das un paso más, voy a llamar a todos los policías de Kirkwood a este lugar y
tú y todos estos otros pervertidos serán enviados a la cárcel por poner en peligro a un
menor.

Bruno podría ser fornido, pero no es tonto. Con una mirada afligida, se aparta del
camino.

Yo, que no soy tan cooperativa. Golpeo la espalda de Royal, mis uñas arañan su
costosa chaqueta. —¡Suéltame! —chillo.

No lo hace. Y nadie lo detiene mientras camina hacia la salida. Los hombres en el


club están demasiado ocupados mirando con lasciva y silbando al escenario. Veo un
destello de movimiento, George viene al lado Bruno, que furiosamente susurra a su oído,
pero luego se han ido y soy golpeada por una ráfaga de aire frío.
Estamos fuera, pero Callum Royal todavía no me suelta. Veo sus zapatos de lujo
golpear el pavimento agrietado del estacionamiento. Hay un tintineo de llaves, un fuerte
pitido, y luego me eleva por el aire antes de aterrizar de nuevo en un asiento de
cuero. Estoy en la parte trasera de un auto. A puerta se cierra. Un motor ruge a la vida.

Oh Dios mío. Este hombre me está secuestrando.


Traducido por Mae

¡M
i mochila!

¡Mi dinero y mi reloj están en ella! El asiento trasero del


gigante Callum Royal dice que es un auto más lujoso que
nada que mi trasero haya tocado nunca en toda mi
vida. Lástima que no tenga tiempo para apreciarlo. Busco
la manija de la puerta y tiro de ella, pero la estúpida no abre.

Mis ojos se desplazan hacia el conductor. Es imprudente como el infierno, pero no


tengo otra opción, me lanzo hacia adelante y agarro el hombro del conductor cuyo cuello
es tan grande como mi muslo. —¡Gira! ¡Tengo que volver!

Ni siquiera se inmuta. Es como si estuviera hecho de ladrillo. Tiro unas cuantas


veces más, pero estoy bastante segura de que aunque corte el cuello de este tipo, y quizá
ni siquiera entonces él no hará nada a menos que lo que diga Royal.

Callum no se ha movido una pulgada de su lado del asiento del pasajero trasero, y
me resigno al hecho de que no saldré del auto hasta que lo apruebe. Pruebo la ventana
sólo para estar segura. Se mantiene obstinadamente cerrada.

—¿Seguro para niños? —murmuro, aunque estoy segura de la respuesta.

Él asiente ligeramente. —Entre otras cosas, pero basta con decir que estarás en el
auto el resto de nuestro viaje. ¿Está buscando esto?

Mi mochila aterriza en mi regazo. Me resisto las ganas de abrirla y comprobar si se


ha llevado mi dinero en efectivo e identificación. Si bien, estoy completamente a su
merced, pero no quiero revelar nada hasta que descubra su juego.

—Mire, señor, no sé lo que quiere, pero es obvio que tiene dinero. Hay un montón
de putas por ahí que van a hacer lo que quiera y no le causarán el problema legal que yo
podría. Solo déjeme en el siguiente cruce y le prometo que nunca oirá de mí otra vez. No
voy a ir a la policía. Le diré a George que eras un viejo cliente, que resolvimos nuestros
problemas.

—No busco una prostituta. Estoy aquí por ti. —Después de eso ominosa
declaración, Royal se quita la chaqueta y me la ofrece.

Una parte de mí desea que era sólo un poco más audaz, pero sentado aquí en este
super auto de lujo frente al hombre que acababa usado como un polo está haciendo sentir
incómoda y expuesta. Daría cualquier cosa por un par de bragas de la abuelita en este
momento. De mala gana, me deslizo la chaqueta, ignorando el dolor incómodo corsé
me causa, y el embrague de las solapas apretados contra el pecho.

—No tengo nada que desee. —Sin duda, la pequeña cantidad de dinero en efectivo
en la parte inferior de la bolsa es una miseria para este tipo. Podríamos darle este auto a
todos en Daddy G’s.

Royal levanta una ceja en una respuesta sin palabras. Ahora que está en mangas de
camisa, puedo ver su reloj y se ve... exactamente igual que el mío. Sus ojos siguen mi
mirada.

—Has visto esto antes. —No es una pregunta. Extiende la muñeca hacia mí. El reloj
tiene una banda de cuero negro liso, perillas de plata y una carcasa de oro de 18 quilates
alrededor de la cúpula de cristal de la esfera del reloj. Los números y las manillas brillan
en la oscuridad.

Con la boca seca, miento. —Nunca lo he visto antes en mi vida.

—¿De verdad? Es un reloj Oris. Suizo, hecho a mano. Fue un regalo cuando me
gradué BUD/S1. Mi mejor amigo, Steve O'Halloran, recibió el mismo reloj cuando se
graduó de BUD/S, también. En la parte posterior lleva grabado…

No sibi sed patriae.

Busqué la frase cuando tenía nueve años, después de que mi madre me contó la
historia de mi nacimiento. Lo siento, niña, pero dormí con un marinero. Me dejó sin nada más
que su nombre de pila y este reloj. Y a mí, le había recordado. Ella juguetonamente revolvió

1
BUD/S es un curso de formación SEAL de 6 meses realizado en el Centro Naval de Guerra Especial
de Formación en Coronado,
mi pelo y me dijo que era lo mejor del mundo. Mi corazón se retuerce de nuevo en su
ausencia.

—Significa 'No para uno, sino para el país.' el reloj de Steve desapareció hace
dieciocho años. Dijo que lo perdió, pero nunca lo reemplazó. Nunca usó otro reloj. —
Royal libera un resoplido triste. —La usaba como una excusa para llegar tarde todo el
tiempo.

Me sorprendo inclinándome hacia adelante, deseando más acerca de Steve


O'Halloran, qué rayo significa “buds”, y cómo los hombres se conocían. Entonces me
doy una palmada mental y retrocedo contra la puerta.

—Buena historia hermano. Pero, ¿qué tiene eso que ver conmigo? —Echo un
vistazo a Goliat en el asiento delantero y levanto la voz. —Debido a que los dos
secuestraron a una menor de edad, y estoy bastante segura de que es un delito grave en
los cincuenta estados.

Sólo Royal responde. —Es un delito grave secuestrar a cualquier persona


independientemente de su edad, pero ya que soy tu tutor y estabas participando en actos
ilegales, estoy en mi derecho de sacarte de las instalaciones.

Me fuerzo a soltar una risa burlona. —No estoy segura de quien crees que soy, pero
tengo treinta y cuatro. —Meto la mano en la mochila para encontrar mi identificación,
dejando a un lado el reloj que es una copia perfecta del que Royal tiene en su muñeca
izquierda—. ¿Ver? Margaret Harper. Edad treinta y cuatro.

Toma la identificación de los dedos. —Uno setenta. Ciento treinta libras. —Sus ojos
me recorren—. Pareces de cien, pero sospecho que has perdido peso desde que estás
huyendo.

¿Huyendo? ¿Cómo diablos sabe él eso?

Como si pudiera leer mi expresión, resopla. —Tengo cinco hijos. No hay ningún
truco en el libro que uno de ellos no haya intentado conmigo, y conozco a un adolescente
cuando lo veo, incluso por debajo de un kilo de maquillaje.

Le devuelvo la mirada con dureza. Este hombre, quienquiera que sea, no recibirá
nada de mí.
—Tu padre es Steven O'Halloran. —Se corrige—. Era. Tu padre era Steven
O'Halloran.

Giro la cara contra la ventana así este extraño no ve el destello de dolor que cruza
mi expresión antes de que pueda enterrarlo. Por supuesto, mi padre está muerto. Por
supuesto.

Mi garganta se siente apretada y la sensación tremenda de querer llorar pincha mis


ojos. El llanto es para los bebés. El llanto es para los débiles. ¿Llorar por un padre que
nunca conocí? Totalmente débil.

Sobre el zumbido de la carretera, escucho un cristal tintinear y luego el sonido


familiar del licor salpicando un vaso. Real empieza a hablar un momento después.

—Tu padre y yo éramos mejores amigos. Crecimos juntos. Fuimos juntos a la


universidad. Decidimos alistarnos en la Armada por un capricho. Finalmente nos
unimos a los SEAL, pero nuestros padres quisieron que nos retiráramos antes de tiempo
así que en lugar de re-alistarnos al servicio, volvimos a casa para tomar las riendas de
nuestra empresa familiar. Construimos aviones, si es que te lo preguntas.

Por supuesto que sí, pienso con amargura.

Ignora mi silencio o lo toma como la aprobación para continuar. —Hace cinco


meses, Steve murió durante un accidente de ala delta. Pero antes de irse... es misterioso,
casi como si tuviera algún tipo de premonición —Royal niega con la cabeza—, me dio
una carta y dijo que podría ser la pieza más importante de correspondencia que jamás
había recibido. Me dijo que lo resolveríamos juntos una vez que regresara, pero una
semana más tarde, su esposa regresó del viaje y me informó que Steve estaba
muerto. Dejé la carta a un lado para lidiar con las complicaciones... en relación con su
muerte y su viuda.

¿Complicaciones? ¿Qué significaba eso? Uno se muere y eso es todo, ¿no? Además,
la forma en que dijo viuda, como si fuera una palabra desagradable, hace que me
pregunte por ella.

—Un par de meses más tarde, recordé la carta. ¿Quieres saber lo que decía?

Qué horrible tomadura de pelo. Por supuesto que quiero saber lo que dice la carta,
pero no voy a darle la satisfacción de una respuesta. Aprieto la mejilla contra la ventana.
Varias cuadras pasan a toda velocidad antes de que Royal ceda.

—La carta era de tu madre.

—¿Qué? —Giro mi cabeza, aturdida.

No me mira con aire satisfecho de que finalmente ganó mi atención, sólo


cansado. La pérdida de su amigo, de mi padre, está grabada en su rostro, y por primera
vez veo a Callum Royal como el hombre que pretende ser: un padre que perdió a su
mejor amigo y recibió la sorpresa de su vida.

Antes de que pueda decir una palabra más, el auto se detiene. Miro por la ventana
y veo que estamos fuera del país. Hay una larga franja de tierra plana, un gran edificio
de una sola planta hecha de láminas de metal, y una torre. Cerca del edificio hay un gran
avión blanco con las palabras Aviación Atlántico estampadas en él. Cuando Royal dijo
que construía aviones, no esperaba este tipo de avión. No sé lo que esperaba, pero un
enorme avión lo suficientemente grande como para llevar a cientos de personas a todo
el mundo no lo era.

—¿Esto es tuyo? —Se me hace difícil no mirarlo boquiabierta.

—Si pero no vamos a quedarnos.

Aparto mi mano del pesado cerrojo plateado de la puerta. —¿Qué quieres decir?

Por el momento, dejo lado el impacto de ser secuestrada, de la existencia y la muerte


del donante de esperma que me ayudó a crear, de esta misteriosa carta, para ver con
asombro con la boca abierta cuando pasamos por las puertas, más allá del edificio, y a
lo que supongo es el campo de aviación. En la parte trasera del avión, una rampa se abre
y golpea el suelo, Goliath sube la pendiente y se mete al avión.

Me giro para mirar por el parabrisas hacia atrás mientras la compuerta se cierra
fuertemente detrás de nosotros. Tan pronto como la puerta se cierra, las cerraduras de
las puertas del auto hacen un chasquido suave. Y soy libre. Más o menos.

—Después de ti. —Callum un gesto hacia la puerta Goliat mantiene abierta para
mí.
Con la chaqueta apretada con fuerza a mi alrededor, intento reunir la
compostura. Incluso el avión está en mejores condiciones que yo con mi corsé prestado
y tacones incómodos.

—Tengo que cambiarme. —Estoy agradecida de poder hacer que suene medio
normal. He tenido mucha experiencia estando avergonzada, y con los años he aprendido
que la mejor defensa es un buen ataque. Pero estoy en un punto bajo en este
momento. No quiero a nadie, ni a Goliat o el personal del avión, mirándome en este
atuendo.

Esta es mi primera vez en un avión. Antes fueron siempre autobuses y, en algunos


lugares realmente terribles, salidas con los conductores de camiones. Pero esto es una
cosa gigante, lo suficientemente grande como para albergar un auto. Seguramente hay
un armario en algún lugar para cambiarme.

Los ojos de Callum se ablandan y da un asentimiento ligero a Goliat. —Vamos a


esperar el piso de arriba. —Señala el final de la sala—. A través de esa puerta hay unas
escaleras. Sube cuando estés lista.

En el momento en que estoy sola, me cambio rápidamente la ropa de desnudista por


mis más cómodas prendas íntimas, un par de pantalones anchos, una camiseta sin
mangas, y una camisa de franela con botones que normalmente dejaría abierta pero esta
noche abotono completa , dejando abierto sólo el botón superior. Me veo como una
vagabunda, pero al menos estoy cubierta.

Meto la ropa de desnudista en la bolsa y compruebo si mi dinero está ahí. Por suerte,
lo está, junto con el reloj de Steve. Mi muñeca se siente desnuda sin este, y dado que
Callum ya sabe, bien podría llevarlo. El segundo cierre está alrededor de mi muñeca, me
siento mejor al instante, más fuerte. Puedo enfrentar lo que Callum Royal tiene
reservado para mí.

Me cuelgo la mochila al hombro, empiezo a planear mientras camino hacia la


puerta. Necesito dinero. Callum tiene eso. Necesito un nuevo lugar para vivir, y
rápido. Si consigo suficiente dinero, voy a volar a mi próximo destino y empezar de
nuevo. Sé cómo hacer eso.

Voy a estar bien.

Todo va a estar bien. Si me obligo a mentir el tiempo suficiente, voy a creer que es
verdad... incluso si no lo es.
Cuando llego a la parte superior de las escaleras, Callum está allí esperándome. Me
presenta al conductor. —Ella Harper, este es Durand Sahadi. Durand, la hija de Steven,
Ella.

—Encantado de conocerte —dice Durand con una voz ridículamente profunda. Por
Dios, suena como Batman—. Lamento tu pérdida.

Inclina ligeramente la cabeza y es tan agradable que sería grosero ignorarlo. Aparto
mi mochila del camino y estrecho su mano extendida. —Gracias.

—Gracias también, Durand. —Callum descarta su conductor y se gira hacia mí—


. Vamos a tomar asiento. Quiero llegar a casa. Es un viaje en avión de una hora a
Bayview.

—¿Una hora? ¿Trajiste un avión para viajar una hora? —exclamo.

—Me habría tomado seis horas conducir y era demasiado tiempo. Ya me ha tomado
nueve semanas y un ejército de detectives encontrarte.

Dado que no tengo ninguna otra opción en este momento, sigo a Callum hacia un
par de asientos de cuero color crema felpa uno frente al otro, con una elegante mesa
negra de madera con plata situada entre ellos. Se acomoda en uno, me señala que tome
mi lugar frente a él. Un vaso y una botella ya han sido colocadas, como si su personal
supiera que no puede funcionar sin una bebida.

Al otro lado del pasillo de Callum hay otro juego de sillas mullidas, y un sofá más
allá. Me pregunto si podría conseguir un trabajo como asistente de vuelo para él. Este
lugar es incluso mejor que su auto. Podría vivir aquí, no hay duda.

Me siento y coloco mi mochila entre mis pies.

—Lindo reloj —comenta con sequedad.

—Gracias. Mi madre me lo dio. Dijo que fue lo único que mi padre le dejó, además
de su nombre y yo. —No hay ningún punto en mentir más. Si su ejército de detectives
privados lo llevó a mí en Kirkwood, que probablemente sabe más acerca de mí y mamá
que yo. Desde luego, parece saber mucho acerca de mi padre, y, en contra de mi mejor
juicio, muero por esa información—. ¿Dónde está la carta?
—En casa. Voy a darle a usted cuando lleguemos. —Él toma una cartera de cuero
y saca un montón de dinero en efectivo, del tipo que se ve en las películas con un
envoltorio blanco a su alrededor—. Quiero hacer un trato contigo, Ella.

Sé que mis ojos están tan grandes como platos, pero no puedo evitarlo. Nunca he
visto tantos billetes de cien dólares en toda mi vida.

Él empuja la pila a través de la superficie oscura hasta que se encuentra frente a


mí. ¿Tal vez este es un programa de juegos o algún tipo de competencia de
televisión? Cierro la boca y trato de endurecerme. Nadie me toma por tonta.

—Voy a escuchar —digo, cruzando los brazos y mirando a Callum con los ojos
entrecerrados.

—Por lo que puedo decir, te desnudas para mantenerte y obtener un diploma de


secundaria. Por eso, supongo que te gustaría ir a la universidad y renunciar a desnudarte
y tal vez hacer algo más. Tal vez te gustaría ser contadora, abogada o médico. Este
dinero es un gesto de buena fe. —Él golpea ligeramente los billetes.—Esta pila contiene
diez mil dólares. Por cada mes que te quedes conmigo, te voy a dar una nueva pila de
dinero por la misma cantidad. Si te quedas conmigo hasta que te gradúes de la
secundaria, recibirás un bono de doscientos mil. Eso va a pagar por tu educación
universitaria, vivienda, ropa y alimentos. Si te gradúas con un título, recibirás otra
ventaja sustancial.

—¿Cuál es el truco? —Mi manos quieren agarrar el dinero, encontrar un paracaídas


y escapar de las garras de Callum Royal antes de que pueda decir mercado de valores.

En su lugar, debo permanecer sentada, esperando saber qué tipo de hazaña retorcida
voy a tener que hacer para obtener este dinero-y debatiendo internamente mis límites.

—El problema es que no pelees. No trates de huir. Aceptes mi tutela. Vivas en mi


casa. Trates a mis hijos como sus hermanos. Si lo haces, puede tener la vida que siempre
has soñado. —Hace una pausa—. La vida que Steve hubiera querido que tengas.

—¿Y qué tengo que hacer por ti? —Necesito los términos con exactitud.

Los ojos de Callum se ensanchan y su rostro adquiere un tono verde. —No hay nada
para mí. Eres una chica muy bonita, Ella, pero eres una niña y soy un hombre de cuarenta
y dos años, con cinco hijos. Ten la seguridad de que, tengo una novia atractiva que
cumpe con todas mis necesidades.
Ewww. Levanto una mano. —Está bien, no necesito más explicaciones.

Callum se ríe con alivio antes de que su tono se vuelva serio. —Sé que no puedo
reemplazar a tus padres, pero estoy aquí para ti de cualquier manera que los necesites. Es
posible que hayas perdido at familia, pero no estarás sola nunca más, Ella. Eres un Royal
ahora.
Traducido por Mae

E stamos aterrizando, pero incluso con mi nariz pegada a la ventana, está


demasiado oscuro para ver algo. Las luces parpadeantes de la pista de abajo
son todo lo que puedo ver, y una vez que aterrizamos, Callum no me da tiempo
de examinar mi entorno. No tomamos el auto que está en el vientre del avión. No, ese
debe ser el auto de "viajes" porque Durand nos lleva a otro sedán negro. Las ventanas
son tan oscuras que no tengo idea de qué tipo de escenario nos rodea, pero luego Callum
baja la ventana un poco, y lo huelo, sal. El océano.

Estamos en la costa, entonces. ¿Una de las Carolinas? Seis horas de Kirkwood nos
colocarían en algún lugar a lo largo del Atlántico, lo que tiene sentido dado el nombre
de la empresa de Callum. No importa. Lo único que importa es la pila de billetes nuevos
en mi mochila. Diez de los grandes. Todavía no puedo comprenderlo. Diez mil dólares
al mes. Y mucho más después de graduarme.

Tiene que haber una trampa. Callum me ha asegurado que él no espera... favores
especiales a cambio, pero este no es mi primer rodeo. Siempre hay una trampa, y,
finalmente, sabré. Cuando lo haga, por lo menos voy a tener diez mil dólares en el
bolsillo si tengo que huir de nuevo.

Hasta entonces, me comportaré. Seré agradable con Royal.

Y sus hijos...

Mierda, me olvidé de sus hijos y cinco de ellos, dijo.

¿Qué tan malo puede realmente ser? ¿Cinco niños malcriados ricos? Ja. He tratado
con mucho peores. Como el novio mafioso de mi madre, Leo, que intentó tocarme
cuando tenía doce años, y luego me enseñó la forma correcta para formar un puño
después de que le di un puñetazo en el estómago y casi me rompí la mano. Reímos y
fuimos amigos rápidamente después de eso. Los consejos de autodefensa
definitivamente me ayudaron con el próximo novio de mamá, que era tan sobón. Mamá
sabía cómo elegir a los ganadores.

Pero trato de no juzgarla. Ella hizo lo que tenía que hacer para sobrevivir, y nunca
dudé de su amor por mí.

Después de treinta minutos viaje, Durand frena el auto delante de una puerta. Hay
una división entre nosotros y el asiento del conductor, pero escucho un pitido
electrónico, a continuación, un zumbido mecánico, y luego conducimos de nuevo. Más
lento esta vez, hasta que finalmente el auto se detiene por completo y abre las cerraduras
con un clic.

—Estamos en casa —dice Callum en voz baja.

Quiero corregirlo, no hay tal cosa, pero mantengo la boca cerrada.

Durand abre la puerta para mí y extiende una mano. Mis rodillas se tambalean
ligeramente mientras salgo. Otros tres vehículos están estacionados fuera de un enorme
garaje, dos todoterreno negras y una camioneta de color rojo cereza que parece fuera de
lugar.

Callum se da cuenta de a dónde ha ido mi mirada y sonríe con tristeza. —Solían ser
tres Range Rovers, pero Easton cambió la suya por la camioneta. Sospecho que quería
más espacio para sus citas.

No lo dice con reproche, sino resignación. Asumo que Easton es uno de sus
hijos. También tengo la sensación de que hay algo más... en el tono de
Callum. Impotencia, ¿tal vez? Sólo lo conozco unas pocas horas, pero de alguna manera
no me puedo imaginar que este hombre sea impotente, y mi guardia se eleva de nuevo.

—Vas a tener que ir a la escuela con los chicos durante los primeros días —añade—
. Hasta que se consigas un auto. —Sus ojos se estrechan—. Es decir, ¿si tienes una
licencia bajo tu propio nombre y que no diga que tienes treinta y cuatro?

Asiento de mala gana.

—Bueno.

Entonces me di cuenta de lo que dijo antes. —¿Me vas a comprar un auto?


—Va a ser más fácil de esa manera. Mis hijos —Parece estar escogiendo sus palabras
con mucho esmero—... no son rápidos para aceptar a los extraños. Pero tienes que ir a
la escuela, así que... —Se encoge de hombros y repite—. Será más fácil.

No puedo luchar contra mi sospecha. Algo está fuera de lugar aquí. Con este
hombre. Con sus hijos. Tal vez debería haber luchado más para salir de su auto en
Kirkwood. Talvez yo…

Mis pensamientos mueren como muevo mi mirada y tengo mi primer vistazo de la


mansión.

No, el palacio. El Palacio Royal. Literalmente.

Esto no es real. La casa solo tiene dos pisos de altura, pero se extiende hasta que
apenas puedo ver el final de la misma. Y hay ventanas en todas partes. Tal vez el arquitecto
que diseñó este lugar era alérgico a las paredes o tenía un profundo miedo a los vampiros.

—Tu... —Mi voz se corta—. ¿Tú vives aquí?

—Vivimos aquí —corrige—. Esta es tu casa ahora, también, de Ella.

Este nunca será mi hogar. No pertenezco en todo su esplendor, pertenezco en la


miseria. Eso es lo que conozco. Con lo que estoy a gusto, porque la miseria no te
miente. No está envuelta en un paquete bonito. Es lo que es.

Esta casa es una ilusión. Es brillante y bonita, pero el sueño que Callum está
tratando de vender es tan frágil como el papel. Nada permanece brillante siempre en este
mundo.

El interior de la mansión Royal es tan extravagante como el exterior. Losas blancas


de baldosas veteadas de gris y dorado, como en los bancos y oficinas de los doctores, el
vestíbulo, parece extenderse por millas. El techo nunca termina, y estoy tentada a gritar
algo sólo para ver qué tan profundo es el eco.

Escaleras a ambos lados de la entrada se reúnen en un balcón que da al vestíbulo. El


candelabro encima de mi cabeza debe contener un centenar de luces y mucho cristal que
si cayera en mi cabeza, lo único que sería capaces de encontrar es el polvo de
vidrio. Parece pertenecer a un hotel. No me sorprendería si hubiera sido tomado de uno.

Donde quiera que miro veo riqueza.


Y a pesar de todo, Callum me mira con ojos cautelosos, como si hubiese entrado en
mi mente y se diera cuenta de lo cerca que estoy de enloquecer. Por correr, porque no
pertenezco aquí.

—Sé que es diferente a lo que estás acostumbrada —dice con voz ronca—, pero te
acostumbraras a esto, también. Te va a gustar aquí. Te prometo.

Mis hombros se ponen rígidos. —No haga promesas, señor Real. No a mí, nunca.

Su cara se va afectada. —Llámame Callum. Y tengo la intención de mantener


cualquier promesa que te haga, Ella. De la misma manera que seguí todas las promesas
que le hice a tu padre.

Algo dentro de mí se ablanda. —Tu... eh... —Las palabras salen torpemente—. ¿De
verdad te preocupabas por mi… Steve, ¿eh?

—Era mi mejor amigo —dice Callum simplemente—. Confiaba en él con mi vida.

Debe ser genial. La única persona en la que he confiado se ha ido. Muerto y


enterrado. Pienso en mamá, y de repente la extraño mucho, mi garganta se cierra.

—Um... —Me esfuerzo por sonar casual, como si yo no estoy en el borde de las
lágrimas o una avería—. Entonces, ¿tienes un mayordomo o algo? ¿O un ama de
casa? ¿Quién se hace cargo de este lugar?

—Tengo personal. No tendrás que fregar suelos para ganar tu sustento. —Su sonrisa
se apaga ante mi mirada.

—¿Dónde está mi carta?

Callum debe sentir lo cerca que estoy de enloquecer, porque su tono se suaviza. —
Mira, ya es tarde, y has tenido mucho entusiasmo por un día. ¿Por qué no guardamos
esta conversación para mañana? En este momento sólo quiero que puedas tener una
buena noche de sueño. —Él me mira—. Tengo la sensación de que ha pasado un largo
tiempo desde que has tenido uno de esos.

Tiene razón. Tomo aire, luego exhalo lentamente. —¿Dónde está mi habitación?
—Te llevaré arriba —Se detiene cuando suenan pasos arriba, y vislumbro un destello
de aprobación en sus ojos azules—. Aquí están. Gideon está en la universidad, pero
pedí a los otros a bajar y conocerte. No siempre escuchan…

Y aun no, al parecer, porque cualquier orden que emitió órdenes a los jóvenes Royal
está siendo ignorada. Y yo también. Ni una sola mirada se dirige a mí mientras cuatro
figuras de cabellos oscuros aparecen en la barandilla curvada del balcón.

Mi mandíbula se abre, sólo un poco, antes de cerrarla bruscamente, preparándome,


para el espectáculo de agresión desde arriba. No voy a dejar que vean lo mucho que me
han sorprendida, pero mierda, lo estoy. No, me siento intimidada.

Los Royal no son lo que esperaba. No se ven como malcriados ricos en ropa de muy
buen gusto. Se ven como terroríficos matones que me pueden romper como una ramita.

Cada uno es tan grande como su padre, fácilmente 1.80, y con diversos grados de
músculo… los dos a la derecha son más delgados, los dos de la izquierda son anchos de
hombros con brazos esculpidos. Deben ser atletas. Nadie es tan musculoso sin tener que
trabajar duro para ello, sangrando y sudando por ello.

Estoy nerviosa ahora, porque nadie ha dicho una palabra. Ni ellos, ni


Callum. Incluso de pie muy por debajo de ellos, puedo ver que todos sus hijos tienen sus
ojos. Azul vivo y penetrante en su intensidad, todos centrados en su padre.

—Muchachos —dice finalmente—. Vengan a conocer a nuestra invitada. —Sacude


la cabeza como si se corrigiera—. Vengan a conocer al nuevo miembro de nuestra
familia.

Silencio.

Es inquietante.

El que está en medio sonríe, sólo un pequeño tirón en la comisura de la


boca. Burlándose de su padre mientras descansa sus antebrazos musculosos en la
barandilla y no dice nada.

—Reed. —La voz de mando de Callum rebota en las paredes—. Easton. —Otro
nombre—. Sawyer. —Luego otro—. Sebastian. Ven aquí abajo. Ahora.
No se mueven. Los dos de la derecha son gemelos, me doy cuenta. Idénticos en
apariencia, y en su insolente plantea cuando se cruzan los brazos sobre el pecho. Uno
de los gemelos mira hacia un lado, echando un vistazo apenas perceptible hacia el
hermano en el extremo izquierdo.

Un escalofrío me recorre. Él es de quien debo preocuparme. Él es de quien debo


cuidarme.

Y es el único que inclina la cabeza hacia mí en un gesto calculado. Cuando se


encuentran nuestras miradas, mi corazón late un poco más rápido. Sin temor. Tal vez
en otras circunstancias, mi corazón latería con fuerza por otra razón. Porque es
precioso. Todos lo son.

Pero este me asusta, y yo trabajo duro para ocultar la respuesta. Me encuentro con
sus ojos en desafío. Ven aquí abajo, Royal. Atrévete.

Esos ojos de color azul oscuro se estrechan ligeramente. Siente el desafío tácito. Ve
mi desafío y que no le gusta. Luego se gira en la barandilla y se aleja. Los otros lo siguen
como si estuvieran en orden. Ignoran a su padre. Pasos resuenan en la casa
cavernosa. Las puertas se cierran.

A mi lado, Callum suspira. —Pensé que les hice entender, han tenido tiempo para
prepararse, pero está claro que todavía necesitan más tiempo para absorber todo esto.

¿Todo esto? A mí, quiere decir. Mi presencia en su casa, mi lazo a su padre, que
nunca conocí antes de hoy.

—Estoy seguro de que serán más acogedores por la mañana —dice. Suena como si
estuviera tratando de convencerse a sí mismo.

Seguro que no me ha convencido.


Traducido por Mae

M e despierto en una cama desconocida y no me gusta. No es la cama. La


cama es asombrosa. Es suave pero firme al mismo tiempo y las sabanas
son suaves como la mantequilla, no como las piezas ásperas de basura
que estoy acostumbrada a ver, cuando dormía en una cama con sábanas. Muchas veces
era sólo un saco de dormir, y los sacos de nylon tienen mal olor después de un tiempo.

Esta cama huele a miel y lavanda.

Todo este lujo y amabilidad se sienten amenazantes, porque en mi experiencia,


agradable es generalmente seguida por una verdadera sorpresa desagradable. Una vez,
mamá llegó a casa del trabajo y anunció que iríamos a un lugar mejor. Un hombre alto
y delgado se acercó y ayudó a empacar nuestras escasas pertenencias, y varias horas más
tarde estábamos en su pequeña casa. Era adorable, con cortinas a cuadros en las
ventanas, ya pesar de su pequeño tamaño, incluso tenía mi propio dormitorio.

Más tarde esa noche me desperté con el sonido de gritos y cristales rotos. Mi mamá
se precipitó en mi habitación y me sacó de la cama, y estuvimos fuera de la casa antes
de que pudiera tomar una respiración. No fue hasta que se detuvo a dos cuadras que vi
el hematoma formarse en su pómulo.

Este tipo de cosas agradables no lo hace la gente buena.

Me siento y observo mi entorno. Toda la habitación está diseñada para una princesa,
una muy joven. Hay una gran cantidad digna de rosa y volantes. Realmente sólo faltan
los posters de Disney, aunque estoy segura de que los carteles también son de clase baja
para este lugar, al igual que mi mochila en el suelo cerca de la puerta.

Los acontecimientos de ayer se reproducen en mi mente, deteniéndose en la pila de


billetes de cien dólares. Salto de la cama y agarro la mochila. La abro, suspiro de alivio
cuando veo la pila de Benjamins en la parte superior. Me pulgar las facturas y escucho
el dulce sonido del papeleo, reemplazando el silencio de la habitación. Podría tomar esto
en este momento y salir. Diez de los grandes me mantendría a flote durante mucho
tiempo.

Pero... si me quedo, Callum Royal me ha prometido mucho más. La cama, la


habitación, diez mil cada mes hasta que me gradúe... ¿sólo por ir a la escuela? ¿Por vivir
en esta mansión? ¿Conducir mi propio auto?

Meto el dinero en el bolsillo secreto en el fondo de la bolsa. Voy a dar por terminado
el día. No hay nada que me impida irme mañana o el mes que viene o el mes después. Al
minuto en que las cosas se pongan feas, puedo huir.

Con mi dinero asegurado, tiro el resto del contenido de la bolsa en la cama y hago
un balance. En ropa, hay dos pares de vaqueros ajustados, el par holgado que llevaba a
casa del club para evitar la atención, cinco camisetas, cinco pares de ropa interior, un
sujetador, el corsé con el que bailé en la última noche, una tanga, un par de tacones de
desnudista, y un vestido bonito que era de mi madre. Es negro, corto, y me hace ver si
tuviera más de lo que Dios me dio. Hay un estuche de maquillaje, de nuevo en su
mayoría cosas que mi madre utilizaba, también desechos de varias desnudista que
encontré en el camino. El kit es probablemente vale al menos uno de los grandes.

También tengo mi libro de poesía de Auden, que supongo que es la parte más
romántica e innecesario de mis pertenencias, pero lo encontré en una mesa de café y la
inscripción correspondía con la de mi reloj. No podía dejarlo allí. Fue el destino, a pesar
de que por lo general no creía en esas cosas. El destino es para los débiles, aquellas
personas que no tienen suficiente poder o voluntad para dar forma a su vida en lo que
se necesita para ser. No estoy allí todavía. No tengo suficiente energía, pero lo haré algún
día.

Froto mi mano sobre la tapa del libro. Tal vez pueda conseguir un trabajo a tiempo
parcial en algún lugar sirviendo. Un asador sería bueno. Eso me daría algo de dinero
para no tener que echar mano de los diez mil, que ahora juzgaba de intocables.

Un golpe en la puerta me sobresalta.

—¿Callum? —llamo.

—No, es Reed. Abre.

Echo un vistazo a mi enorme camiseta. Pertenecía a una de los antiguos novios de


mi madre y en su mayoría me cubre, pero no enfrentaré al acusador y enojado resplandor
de uno de los chicos Royal a menos que esté completamente armada. Lo que significa
vestida y con una capa completa de mal maquillaje.

—No estoy decente.

—Como si me importara. Tienes cinco segundos y luego voy a entrar. —Las


palabras son planas y contundente.

Imbécil. Con los brazos de ese chico, no tengo ninguna duda de que podía romper
la puerta si quisiera.

Me acerco y la abro. —¿Qué deseas?

Él me da una mirada grosera, y aunque mi camisa cae lo suficiente para cubrir


cualquier cosa, me hace sentir que estoy completamente desnuda. No me gusta eso, y la
desconfianza que plantó ayer por la noche se convierte en disgusto genuino.

—Quiero saber cuál es tu juego. —Da un paso hacia adelante y sé que está destinado
a intimidarme. Este es un tipo que utiliza su físico como un arma y un señuelo.

—Creo que deberías estar hablando con tu padre. Él fue quien me secuestró y me
trajo aquí.

Reed da un paso más hasta que estamos tan cerca de cada aliento que tomamos hace
que nuestros cuerpos se rocen entre sí.

Es tan ardiente que mi boca se seca y un hormigueo empezar a recorrer lugares que
me gustaría pensar que un idiota como él nunca despertaría. Sin embargo, otra lección
que aprendí de mi madre es que tu cuerpo puede sentir cosas que tu cabeza aborrece. Tu
cabeza sólo tiene que ser la encargada. Esa fue una de sus advertencias —Haz lo que
digo, no lo que hago.

Es un idiota y quiere hacerte daño, grito a mi cuerpo. Mis pezones se tensan a pesar de
mi advertencia.

—Y te resististe mucho, ¿verdad? —Él mira con desdén a los picos que se han
formado debajo de mi camisa delgada.

No tengo nada que hacer excepto pretender que mis pezones están siempre firmes.
—Una vez más, debes hablar con tu padre. —Me aparto y pretendo que Reed Royal
no está tensando cada terminación nerviosa de mi cuerpo. Me acerco a la cama y recojo
un par de bragas. Como si no tuviera una preocupación en el mundo, me quito las viejas
y las dejo tiradas en la alfombra de color crema.

Detrás de mí oigo una rápida respiración. Un punto para el equipo visitante.

Con tanta indiferencia posible me coloco el nuevo par, con cuidado de subirlo por
mis piernas y en el largo dobladillo de la camisa de dormir. Puedo sentir sus ojos sobre
mi cuerpo como si fuera un contacto físico.

—Debes saber que cualquier juego que estés jugando, no lo puedes ganar. No en
contra de todos nosotros. —Su voz se ha profundizado. Mi espectáculo le está afectando.
Anotación dos. Estoy muy contenta de que mi espalda está hacia él por lo que no ve que
estoy afectada, también, con sólo su voz y su mirada—. Si te vas ahora, no sufrirás
daño. Vamos a dejar que te lleves lo que papá te ha dado y ninguno de nosotros te
molestará. Si te quedas, vamos a romperte tanto que te arrastrarás al irte.

Me coloco mis vaqueros, y luego, todavía de espaldas, comienzo a colocar mi


camisa.

Una risa áspera me sigue y oigo pasos rápidos. Su mano sostiene mi hombro,
manteniendo mi camisa intacta. Me gira hacia él. Luego se inclina cerca, sus labios a
pulgadas de mi oreja.

—Noticia de última hora, puedes hacer un desnudo delante de mí todos los días y
todavía no te lo haría, ¿entiendes eso? Es posible que tengas a mi papá envuelto alrededor
de tu culo menor de edad, pero el resto de nosotros no.

El aliento caliente de Reed recorre mi cuello y gasto hasta la última gota de fuerza
de voluntad al no temblar. ¿Estoy asustada? ¿Excitada? Quién diablos sabe. Mi cuerpo
está tan confundido ahora. Mierda. ¿Soy siempre la hija de mi madre o qué? Debido a
que los hombres que te tratan mal es-era, joder-la tarjeta de presentación de Maggie
Harper.

—Déjame ir —digo con frialdad.

Sus dedos aprietan mi hombro un momento antes de que se aparte de mí. Tropiezo
hacia adelante, sosteniéndome en el borde de la cama.
—Todos te observamos —dice ominosamente y luego se va.

Me tiemblan las manos mientras apresuradamente termino de vestirme. A partir de


ahora, siempre voy a tener ropa en esta casa, incluso en la intimidad de mi dormitorio. No
hay manera de que deje que ese idiota de Reed me atrape con la guardia una vez más.

—¿Ella?

Salto por la sorpresa y giro para ver Callum de pie en mi puerta abierta.

—Callum, me has asustado —chillo, colocando la mano en mi corazón atronador.

—Lo siento. —Camina sosteniendo un pedazo de papel de cuaderno desgastado—


. Tu carta.

Mi mirada sorprendida vuela hacia él. —Yo, ah, gracias.

—No creíste que te la daría, ¿verdad?

Hago una mueca. —¿Sinceramente? No estaba segura de que existía.

—No voy a mentirte, Ella. Tengo un montón de defectos. Las travesuras de mis
hijos probablemente podrían llenar un libro más largo que Guerra y Paz con todos ellos,
pero no voy a mentir. Y no voy a pedirte nada más que una oportunidad. —Aprieta el
papel en la mano. —Cuando hayas terminado, baja y desayuna. Hay una escalera de
vuelta al final de la sala y conduce a la cocina. Cuando estés lista.

—Gracias lo haré.

Él me sonríe con gusto. —Estoy tan contento de que estés aquí. Durante un tiempo
pensé que nunca te iba a encontrar.

—Yo-yo no sé qué decir. —Si fuéramos sólo Callum y yo, creo que me sentiría
aliviada de estar aquí, tal vez incluso agradecida, pero después del encuentro con Reed,
estoy a mitad de camino entre el miedo y el terror.

—Está bien. Te acostumbrarás a todo esto. Lo prometo. —Me da lo que se supone


que es un guiño tranquilizador y desaparece.

Me hundo en la cama y abro la carta con dedos temblorosos.


Querido Steve,

No sé si alguna vez recibas esa carta o si incluso lo vas a creer cuando lo leas. La envió a la
base naval Little Creek con tu número de identificación. Dejaste una hoja de papel aquí con ella,
junto con tu reloj. Me quedé con el reloj. De alguna manera recuerdo el maldito número.

De todos modos, directamente al punto, me embarazaste en ese frenesí que tuvimos el mes antes
de que te enviaran hacia Dios sabe dónde. En el momento en que me di cuenta que estaba
embarazada, te habías ido. Los chicos de la base no estaban interesados en escuchar mi
historia. Sospecho que no estás interesado en ella ahora.

Pero si lo estás, debes venir. Estoy enferma de cáncer. Se está comiendo mi colon. Juro que
puedo sentirlo dentro de mí como un parásito. Mi bebé va a estar sola. Ella es resistente. Dura. Más
dura que yo. La amo. Y mientras no temo a la muerte, me da miedo de que vaya a estar sola.

Sé que no fuimos más que dos cuerpos calientes follando, pero te juro que creamos la mejor
maldita cosa en el mundo. Te odiarás si no la conoces al menos.

Ella Harper. La nombré por la caja de música cursi que ganaste para mí en Atlantic
City. Pensé que podrías apreciar eso.

De todos modos, espero que obtengas esto en el tiempo. Ella no sabe que existes pero tiene tu
reloj y tus ojos. Lo sabrás la primera vez que pongas los ojos en ella.

Sinceramente,

Maggie Harper

Entro a mi cuarto de baño privado, también rosa chicle-presiono una toallita contra
mi cara. No llores, Ella. No sirve de nada llorar. Me apoyo sobre el fregadero y salpico mi
cara, pretendiendo que toda el agua que gotea en el cuenco de porcelana es del grifo y
no mis ojos.

Una vez que me mantengo bajo control, paso un cepillo por mi pelo y lo recojo en
una coleta alta. Me unto un poco de crema BB para tapar mis ojos rojos y salgo.

Antes de irme, meto todo en la mochila y luego la coloco por encima de mi


hombro. Va conmigo a todas partes hasta que encuentre un lugar para ocultarla.
Paso cuatro puertas antes de encontrar la escalera. El pasillo fuera de mi habitación
es tan amplio que pudiera conducir uno de los autos de Callum. De acuerdo, este
lugar debe haber sido un hotel una vez, ya que parece ridículo que una casa para una sola
familia sea tan grande.

La cocina en la parte inferior de la escalera es descomunal. Hay dos cocinas, una


isla con una encimera de mármol, y un enorme banco de armarios blancos. Veo a un
lavabo pero no hay nevera o lavavajillas. Tal vez hay otra cocina de trabajo en las
entrañas de la casa y seré enviada allí para fregar suelos, a pesar de lo que dijo
Callum. En realidad estaría bien. Estaría más cómoda haciendo trabajo real por dinero
que solo ir a la escuela y ser una chica normal, ¿a quién se le paga por ser normal? Nadie.

En el otro extremo de la cocina, una mesa enorme con vistas al océano a través de
ventanas de piso a techo. Los hermanos Royal se sientan en cuatro de los dieciséis
asientos. Visten uniformes blancos que usan con las colas sueltas, descansando sobre
caquis de frente plano. Chaquetas azules cuelgan sobre las espaldas de un par de sillas. Y
de alguna manera se las arreglan para tener magnífico aspecto con un poco de
brutalidad.

Este lugar es como el Jardín del Edén. Hermoso, pero lleno de peligros.

—¿Cómo te gustan los huevos? —pregunta Callum. Él está en la estufa con una
espátula en una mano y dos huevos en la otra. No se ve una postura cómoda para él. Un
rápido vistazo a los chicos confirma mis sospechas. Callum rara vez cocina.

—Revueltos está bien. —Nadie puede arruinar eso.

Él asiente y luego señala con la espátula una puerta de armario grande cerca de él. —
Hay fruta y yogur en la nevera y panecillos detrás de mí.

Me acerco al armario y la abro mientras cuatro pares de ojos hoscos, enojados


conmigo me siguen. Es como el primer día en una nueva escuela y todo el mundo ha
decidido odiar la nueva chica-sólo por el placer de hacerlo. Una luz se enciende y el aire
frío golpea mi cara. Refrigeradores ocultos. Porque ¿para qué quieren que nadie vea que
eres dueño de un refrigerador? Extraño.

Saco un envase de fresas y lo dejo sobre el mostrador.

Reed lanza su servilleta. —He terminado. ¿Quién quiere un paseo?


Los gemelos retiran sus sillas, pero el otro, Easton, creo, sacude la cabeza. —
Recogeré a Claire esta mañana.

—Muchachos —dice su padre a modo de advertencia.

—Está bien. —No quiero empezar una pelea o ser la fuente de tensión entre Callum
y sus hijos.

—Está bien, papá —se burla de Reed. Se gira hacia sus hermanos—. Diez minutos
más y nos vamos.

Todos ellos lo siguen como patos del bebé. O tal vez la mejor analogía es soldados.

—Lo siento. —Callum suelta un suspiro—. No sé por qué están tan


molestos. Planeaba llevarte a la escuela. Sólo esperaba fueran más... cálidos.

El olor de huevos quemándose nos hace girar hacia la estufa. —Mierda —


maldice. Me muevo a su lado y veo un desastre oscuro. Sonríe con tristeza—. Nunca
cocino pero pensé que no podía arruinar los huevos. Supongo que estaba equivocado.

¿Así que nunca cocina pero lo hace por alguna extraña chica que trajo a casa? No
es difícil ver la fuente de resentimiento.

—¿Tienes hambre? Porque estoy bien con fruta y yogur. —La fruta fresca es algo
que no he tenido el privilegio de comer a menudo. Nada dulce es un signo de privilegio.

—Muero de hambre en realidad. —Me da una mirada lamentable.

—Puedo cocinar unos huevos —antes incluso de que pueda terminar, él saca un
paquete de bacon—, y tocino si tienes.

Mientras cocino, Callum se apoya en el mostrador.

—Así que cinco chicos, ¿eh? Eso es un puñado.

—Su madre murió hace dos años. Nunca se recuperaron. Ninguno de nosotros lo
hizo. María era el pegamento que nos mantenía unidos. —Se pasa la mano por el
cabello—. No estuve mucho en casa antes de que muriera. Atlantic Aviation estaba
pasando por un mal momento y yo persiguió ofertas en todo el mundo. —Él deja escapar
un suspiro racheado—. El negocio, lo hice funcionar... la familia es todavía un trabajo
en progreso.

Por lo que he visto de sus hijos, no creo que esté cerca de la curva de la carretera,
pero las habilidades de crianza de Callum no son de mi incumbencia. Hago un ruido
evasivo en la parte posterior de mi garganta que Callum toma como estímulo para
continuar.

—Gideon es el mayor. Está en la universidad, pero llega a casa los fines de


semana. Creo que debe estar viendo a alguien en la ciudad, pero no sé quién. Lo
conocerás esta noche.

Bueno. No. —Eso estaría bien. —En la forma en que un enema es agradable.

—Me gustaría llevarte a la escuela, matricularte. Después de que te instalemos,


Brooke, esa es mi novia, se ha ofrecido a llevarte de compras. Calculo que puedes
empezar la escuela el lunes.

—¿Qué tan lejos estoy?

—Las clases comenzaron hace dos semanas. He visto tus calificaciones, creo que
vas a estar bien —me tranquiliza.

—Tu investigador debe ser bastante bueno si tienes mis archivos de la escuela. —
Frunzo el ceño a los huevos.

—Te has mudado mucho, pero eso sí, con el tiempo cuando descubrí el nombre
completo de tu madre, no fue muy difícil buscar obtener todo lo que necesitaba.

—Mamá hizo lo mejor que pudo conmigo. —Inclino mi barbilla.

—Se desnudaba. ¿Te obligó a hacer eso, también? —Callum reacciona con rabia.

—No, lo hice por mi cuenta. —Echo sus huevos en un plato. Puede cocinar su
propio tocino. Nadie denigra a mi madre delante de mí.

Callum agarra mi brazo. —Mira, yo…

—¿Estoy interrumpiendo algo? —Suena una voz fría desde la puerta.


Giro y veo a Reed. Su voz es helada, pero sus ojos están llenos de fuego. No le gusta
que esté cerca de su padre. Sé que es un movimiento idiota, pero algo me hace acercarme
aún más a Callum, casi bajo su brazo. Callum presta atención a su hijo, por lo que no se
da cuenta de la razón de mi repentina cercanía. Pero los ojos entrecerrados de Reed me
dicen que recibe el mensaje.

Levanto la mano y la coloco en el hombro de Callum. —No, sólo estaba haciéndole


a tu padre el desayuno. —Sonrío dulcemente.

Si es posible, la expresión de Reed se pone aún más tormentosa. —Olvidé mi


chaqueta. —Él se acerca a la mesa y la quita de la silla.

—Nos vemos en la escuela, Reed —me burlo.

Me lanza otra mirada antes de girarse y sale. Mi mano se cae. Callum me mira,
desconcertado.

—Estás molestando a un tigre.

Me encojo de hombros. —El me molestó primero.

Callum niega con la cabeza. —Y pensé que criar cinco chicos era una aventura. No
he visto nada todavía, ¿verdad?
Traducido por Mae

C allum me lleva a la escuela a la que asistiré durante los próximos dos


años. Bueno, Durand conduce. Callum y yo sentados en el asiento trasero, y
él está rebuscando en una pila de lo que parecen ser planos mientras miro
por la ventana, tratando de no pensar en lo que pasó en mi habitación antes con Reed.

Diez minutos pasan antes de que Callum finalmente levante la vista de su trabajo. —
Lo siento, estoy poniéndome al día. Me tomé un tiempo después de la muerte de Steve,
y la junta me está presionando.

Estoy tentada de preguntarle cómo era Steve, si era agradable, que hacía por
diversión, por folló a mi madre y nunca miró hacia atrás. Mantengo mi boca cerrada en
su lugar. Una parte de mí no quiere saber de mi padre. Porque si sé de él, se vuelve
real. Incluso podría ser bueno. Es más fácil pensar en él como el idiota que abandonó a
mi madre.

Hago un gesto hacia los papeles. —¿Son esos planos para tus aviones?

El asiente. —Estamos diseñando un nuevo avión de combate. Ejército lo encargó.

Jesús. No se limita a construir aviones. Construye aviones de uso militar. Eso es


mucho dinero. Por otra parte, teniendo en cuenta su casa, no debería estar sorprendida.

—Y mi pad-Steve. ¿Él diseñaba planos, también?

—Estaba más involucrado en el sector de las pruebas. Yo también, en cierta medida,


pero tu padre tenía una verdadera pasión por volar.

A mi papá le gustaba volar aviones. Archivo esa información.

Cuando me quedo en silencio, la voz de Callum suaviza. —Me puedes preguntar lo


que quieras acerca de él, Ella. Conocía a Steve mejor que nadie.
—No estoy segura de estar listo para saber de él —contesto vagamente.

—Entendido. Pero una vez que estés lista, estaré feliz de poder decirte acerca de él. Él
era un gran hombre.

Contengo la respuesta de que no podía haber sido tan genial si me abandonó, pero
no quiero discutirlo con Callum.

Todos los pensamientos de Steve desaparecen cuando el auto llega a un conjunto de


puertas que tener seis metros de altura, por lo menos. ¿Es así como viven los
Royal? ¿Conduciendo de una puerta a otra? Pasamos a través de ellas y seguimos por
una carretera asfaltada que termina en frente de un enorme edificio de aspecto gótico
cubierto de hiedra. Miro a mí alrededor cuando salimos del auto y noto edificios
similares que salpican el campus prístino de la Academia Astor Park Prep, junto con
acres de hierba. Supongo que por eso el parque se encuentra en el nombre de la escuela.

—Quédate —le dice Callum a Durand través de la ventana del conductor abierta—
. Te llamaré cuando estemos listos para salir.

El auto negro desaparece hacia una puerta de estacionamiento en el otro


extremo. Callum se vuelve hacia mí y dice. —El director Beringer nos espera.

Es difícil mantener la mandíbula lejos del suelo mientras lo sigo por la amplia serie
de escaleras hacia la puerta principal. Esta escuela es de locos. Destila el dinero y
privilegios. El césped cuidado e inmenso patio están desiertos, supongo que todo el
mundo ya está en su clase, en uno de los campos lejanos veo chicos vestidos de
uniformes, jugando fútbol.

Callum sigue mi mirada. —¿Practicas algún deporte?

—Uh no. Es decir, soy más o menos atlética. Danza, gimnasia, esas cosas. Pero no
soy muy buena en los deportes.

Aprieta los labios. —Eso es muy malo. Si te inscribes en un equipo, estarás exenta
de tomar la clase de educación física. Voy a preguntar si hay una vacante en una de las
porristas, puede irte bien ajuste allí.

¿Una animadora? Sí claro. Necesitas energía para eso, y soy la persona menos llena
de vida que jamás hayan conocido.
Entramos en un vestíbulo que pertenece a una película de universidades. Grandes
retratos de ex alumnos cuelgan de las paredes con paneles de roble, y el suelo de madera
debajo de nuestros pies es pulido. Unos chicos en chaquetas azules pasan, sus miradas
curiosas aterrizan en mí brevemente antes de continuar adelante.

—Reed y Easton juegan fútbol-nuestro equipo es el número uno en el estado. Y los


gemelos juegan lacrosse —me dice Callum—. Si te ganas un lugar en un equipo de
animadoras, podrías terminar animando uno de sus equipos.

Me pregunto si se da cuenta de que sólo construye una defensa aún más grande para
que no me convierta en una animadora. De ninguna manera voy a rebotar y agitar los
brazos en el aire por un idiota Royal.

—Tal vez —murmuro—. Prefiero concentrarme en mis estudios.

Callum entra en la sala de espera de la oficina del director como si hubiera estado
allí cientos de veces antes. Probablemente lo ha hecho, porque la secretaria de pelo
blanco detrás de la mesa lo saluda como si fueran viejos amigos.

—Señor Royal, es encantador verlo aquí en circunstancias positivas para un cambio.

Él le ofrece una sonrisa torcida. —Ni me lo digas. ¿Francois está preparado para
nosotros?

—Lo está. Vaya a la derecha.

La reunión con el director va mejor de lo esperado. Me pregunto si Callum le dio


algo de dinero al chico para que no hiciera muchas preguntas sobre mis
antecedentes. Pero tiene que haber dicho algunas cosas, porque al comienzo de la
reunión, pregunta si quiero ser llamada Ella Harper o O'Halloran.

—Harper —respondí con rigidez. No renunciaré al nombre de mi madre. Ella me


crio, no Steve O'Halloran.

Me dan mi horario de clases, que incluye una clase de gimnasia. En contra de mis
protestas, Callum le dice al director Beringer que estoy interesada en intentar entrar a un
equipo de animadoras. Por Dios. No tengo idea de lo que este hombre tiene en contra
de la Educación Física.
Una vez que hemos terminado, Beringer me estrecha la mano y me dice que mi guía
para está esperando en el vestíbulo para que llevarme en un recorrido rápido. Le doy
una mirada de pánico a Callum, pero él está ajeno, demasiado ocupado hablando de la
complicada novena verde. Al parecer, él y Beringer son compañeros de golf, y él me
despide, diciéndome que Durand traerá el auto en una hora.

Me muerdo el labio cuando salgo de la oficina. No sé lo que siento por esta


escuela. Académicamente, me han dicho que es de primera categoría. Pero todo lo
demás... los uniformes, el campus de lujo... Yo no encajo. Ya sé esto, y mis
pensamientos son confirmados cuando me encuentro con mi guía.

Ella lleva la falda azul marino y camisa blanca que componen el uniforme de la
escuela, y todo en ella grita dinero, desde su pelo perfectamente peinado a sus uñas con
un perfecto Francés. Se presenta como Savannah Montgomery. —Sí, esos Montgomery
—dice a sabiendas, como si se supone que lo deba saber. Todavía no tengo ni idea de
quién es.

Es un joven como yo, y se pasa unos buenos veinte segundos midiéndome. Arruga
la nariz ante mis vaqueros ajustados y camiseta sin mangas, botas de combate arañadas,
pelo, uñas sin arreglar y el maquillaje aplicado a toda prisa.

—Tus uniformes serán enviados a su casa este fin de semana —me informa—. La
falda no es negociable, pero hay formas de evitar la longitud del borde. —Guiña un ojo
y suaviza la parte inferior de su falda, que apenas roza sus muslos inferiores. Las otras
chicas en el pasillo tenían sus faldas hasta las rodillas.

—¿Qué, hacerles mamadas a los maestros, te obtiene una falda más corta? —
pregunto cortésmente.

Sus ojos azules como el hielo se ensanchan en estado de alarma. A continuación, se


ríe con torpeza. —Mmm no. Sólo tienes dale unos cientos a Beringer si uno de los
maestros protesta, y él mira hacia otro lado.

Debe ser agradable vivir en un mundo donde la gente puede dar cientos. Soy una
chica de dólares. Debido a que era la denominación usualmente metida en mí tanga.

Decido no compartir eso con Savannah.


—De todos modos, deja que te muestre los alrededores —dice, pero apenas un
minuto del tour me doy cuenta que no está interesada en ser guía turística. Ella quiere
información.

—Salón, salón, baño de chicas. —Sus uñas costosas señalan varias puertas medida
que nos acercamos al final del pasillo—. ¿Así que Callum Royal es tu tutor legal? Salón,
salón, salón de profesorado, ¿cómo sucedió eso?

Soy corta con mi respuesta. —Conocía a mi padre.

—El ocio de negocios de Callum, ¿verdad? Mis padres estuvieron en su funeral. —


Savannah aparta su pelo castaño de su hombro y abre una serie de puertas—. Aulas de
primer año. No vas a pasar mucho tiempo aquí. Las clases de segundo año están en el
ala este. Así que vives con los Royal, eh?

—Sí. —No doy más detalles.

Pasamos una larga fila de armarios, que no son como los armarios estrechos y
oxidados en las escuelas públicas en las que pasé varios años. Estos son de color azul
marino y de la anchura de tres taquillas regulares. Brillan en la luz del sol que entra desde
la pared de ventanas en la habitación.

Estamos fuera antes de que pueda parpadear, caminando por adoquines con
magníficos árboles de sombra a cada lado. Savannah apunta a otro edificio cubierto de
hiedra. —Esa es el ala de secundaria. Todas las clases serán en ese lugar. Excepto
Educación física el gimnasio está en el jardín sur.

Ala este. Jardín del lado sur. Este campus es ridículo.

—¿Ya conociste a los chicos? —Se detiene en medio de la ruta, sus perspicaces ojos
oscuros fijos en mi cara. Me está dimensionado de nuevo.

—Sí. —Me encuentro con su mirada—. No estuve muy impresionada.

Eso me consigue una risa sobresaltada. —Estás en la minoría entonces. —Su cara
se agudiza de nuevo—. Lo primero que necesitas saber sobre Astor, los Royal dirigen
este lugar, Eleanor.

—Ella —la corrijo.


Me hace un gesto. —Lo que sea. Ellos hacen las reglas. Ellos las hacen cumplir.

—Y todos los siguen como buenos ovejas.

Una ligera mueca toca sus labios. —Si no lo haces, entonces los cuatro años que
pasarás aquí serás miserable.

—Bueno, me importan un bledo sus reglas —digo con un encogimiento de


hombros—. Puedo vivir en su casa, pero no los conozco, y no quiero hacerlo. Sólo estoy
aquí para obtener mi diploma.

—Está bien, supongo que es hora de otra lección sobre Astor. —Se encoge de
hombros de nuevo—. La única razón por la que estoy siendo tan agradable en este
momento…

Espera, ¿esta es su forma de ser agradable?

—…es Porque Reed no ha publicado el Decreto Real todavía.

Alzo una ceja. —¿Y eso significa?

—Significa todo lo que necesita es una palabra de él y serás nada


aquí. Insignificante. Invisible. O peor.

Ahora me río. —¿Se supone que esto debe asustarme?

—No. Es solo la verdad. Hemos estado esperando a que te presentes. Nos


advirtieron, y nos han dicho que nos retiremos hasta que se ordene lo contrario.

—¿Por quién? ¿Reed? ¿El Rey de Astor Park? Dios, estoy temblando.

—No han llegado a una decisión acerca de ti. Dentro de poco, sin embargo. Te he
conocido durante cinco minutos y ya te puedo decir cuál será su decisión. —Sonríe—
. Las mujeres tienen un sexto sentido. No nos lleva tiempo saber con lo que estamos
tratando.

Yo sonrió en respuesta. —No. No lo es.


La mirada que sigue sólo dura unos pocos segundos. El tiempo suficiente para para
transmitir con mis ojos que no me importa una mierda ella, o de lámina, o esta jerarquía
social que claramente soporta. Entonces Savannah aparta su pelo de nuevo y me sonríe.

—Vamos, Eleanor, permíteme mostrarte el estadio de fútbol. Es de última


generación, sabes.
Traducido por Mae

a gira de Savannah envuelve después una vista a la piscina olímpica. Si hay

L una cosa que aprueba, es mi figura. La imagen de apenas alimentada es


popular, me informa con una brusquedad que estoy empezando a creer que
es sólo su personalidad y no un reflejo de lo que piensa de mí.

—Podrías pensar que soy una perra, pero sólo soy honesta. Astor Park es un tipo
completamente diferente de la escuela. ¿Asumo que fuiste a una pública? —Hace un
gesto hacia mis vaqueros ajustados de tiendas de segunda mano.

—Sí, pero ¿y qué? La escuela es la escuela. Lo entiendo. Hay diferentes clichés. Los
chicos populares, los ricos niños…

Ella voltea la mano para detenerme. —No. Esto no se parece a nada que hayas
experimentado antes. ¿El gimnasio que vimos antes? —Asiento ante la pregunta—
. Originalmente iba a ser para el equipo de fútbol, pero a la familia de Jordan Carrington
le dio un ataque y fue re-designado como acceso abierto, excepto durante períodos
específicos. Entre cinco y ocho de la mañana y dos y las ocho de la tarde, es sólo
fútbol. El resto del tiempo, las normales pueden utilizarlo. Genial, hmmm?

No estoy segura de sí está bromeando, debido a que el acceso limitado suena


ridículo.

—¿Por qué se opusieron los Carrington? —pregunto con curiosidad.

—Astor Park es una escuela preparatoria con una P. —Savannah sigue


caminando. No hay botón de Salir en ella—. Cada familia en el estado quiere que sus
hijos vengan aquí, pero es exclusiva. No simplemente puedes tener dinero para entrar.
Todo el que asiste, incluso los estudiantes de becas, están aquí porque tienen algo
especial que ofrecer. Podría ser que son buenos en el campo de fútbol o pueden llevar al
equipo científico a ganar premios a nivel nacional, lo que significa prensa nacional. En
el caso de Jordan, es la capitana del equipo de baile, que en mi opinión, es un poco
superior a desnudarse…

Mierda, mejor que no sea esa la razón por la que Callum lo sugirió esta mañana.

—Pero ellos ganan, y a Astor le gusta ver su nombre en el papel al lado de la W.

—Entonces, ¿por qué estoy aquí? —murmuro en voz baja.

Pero Savannah tiene oído de superhéroe porque mientras abre la puerta principal,
dice: —Eres una Royal de alguna manera. Qué clase de Royal está por verse. Esta
escuela te van a destrozar si eres débil, por lo que mi sugerencia es que tomes ventaja de
todo lo que el apellido Royal le ofrece, incluso si esto significa tomarlo por la fuerza.

Una puerta se cierra y una rubia muy delgada en vaqueros ceñidos y altísimos
tacones de aguja se tambalea hacia nosotros.

—Hola...um... —La extraña tiene una mano a la frente como si estuviera


protegiéndose los ojos del sol, lo cual es completamente innecesario dado que tiene
enormes gafas de sol que cubren su rostro.

Mi guía murmura en voz baja. —Esa es la novia de Callum Royal. No tienes que
ser amable con ella. Es sólo un extra.

Y con este último consejo sabio, Savannah desaparece, dejándome con este remedo
de chica.

—Debes ser Elaine. Soy Brooke, la amiga de Callum. Estoy aquí para llevarte de
compras. —Ella aplaude como si esto fuera lo más emocionante de la historia.

—Ella —la corrijo.

—¡Oh lo siento! Soy tan terrible con los nombres. —Ella me sonríe—. ¡Vamos a
tener tanta diversión hoy!

Dudo. —Um. No tenemos que ir de compras. Estoy bien simplemente con pasar el
tiempo aquí en la escuela hasta que llegue el bus.

—Oh cielos —Ríe—. No hay autobuses. Además, Callum me dijo que te llevara de
compras de modo que es lo que vamos a hacer.
Ella agarra mi brazo con una fuerza sorprendente y me arrastra hacia el auto de
ciudad. En su interior, está Durand. Estoy empezando a quererlo.

—Hola, Durand. —Saludo con la mano, antes de mirar hacia Brooke—. ¿Qué tal si
me siento en la delantera con Durand y te permito relajarte detrás? —Ofrezco.

—No. Quiero conocerte. —Me empuja hacia el asiento trasero y se sube a mi lado—
. Dímelo todo.

Reprimo un suspiro, no exactamente queriendo tener una pequeña charla con la


novia de Callum. Entonces me reprendo por ello, porque Brooke no ha hecho otra cosa
que ser amable conmigo. Normalmente no soy tan juzgante, y me obligo a bajar la
guardia un poco. En todo caso, parece que Brooke es más mi tipo que los Royal, si los
compañeros de clase de los chicos la llaman extra.

Se ve joven, sin embargo. Muy joven. Como si Callum pudiera ser su padre joven.

—No hay mucho que contar —respondo con un encogimiento de hombros—. Soy
Ella Harper. Callum dice que Steve O'Halloran es mi padre.

Brooke asiente con la cabeza. —Sí, me dijo esta mañana. ¿No es asombroso? Me
contó que te encontró a sólo unas horas de distancia y estaba tan molesto en descubrir
que tu madre había fallecido. —Coge mi mano, su sonrisa brillante oscurecimiento en
las esquinas ligeramente—. Mi madre murió cuando tenía trece años. Un aneurisma
cerebral. Me partió el corazón, así que sé cómo se siente.

Cuando aprieta mi mano, siento un nudo en la garganta. Tengo que tragar dos veces
antes de poder responder. —Siento tu pérdida.

Deja caer los párpados por un momento, como si también estuviera luchando por
controlar de sus emociones. —Bueno, las dos estamos en un lugar mejor ahora, ¿verdad?
Callum me salvó también, sabes.

—¿Te desnudabas, también? —suelto.

Los ojos de Brooke se ensanchan y una risa sale antes de que pueda cubrir su
boca. —¿Es eso lo que estabas haciendo?

—No me desnudaba por completo. —Me estremezco ante su risa, deseando que
nunca haber sacado el tema en el primer lugar.
Se recompone y acaricia mi mano de nuevo. —Lamento reírme. No es de ti, sino de
Callum. Probablemente estaba mortificado. Está tratando de ser un buen padre para sus
hijos en este momento y estoy seguro de encontrarte en un club de desnudistas tuvo que
ser chocante.

Sonrojada y avergonzada, miro por la ventana. Este día no podría haber ido
peor. De los sentimientos extraños que el odio agresivo de Reed trae, a la gira
condescendiente guiada por Savannah, a mi confesión embarazosa para la novia de
Callum. No me gusta la sensación de no pertenecer. El primer día en una nueva
escuela. El primer paseo en un autobús. El primer…

Un golpecito en mi frente interrumpe mis pensamientos. —Oye, no te pierdas,


cariño.

Echo un vistazo por encima del hombro a Brooke. —No lo hago —le digo.

—Mentiras. —Suelta maldición en voz baja y con ternura. Su mano se eleva hasta
cubrir mi mejilla—. No me desnudaba, pero eso es porque elegí hacer cosas peores para
salir adelante. No te juzgo. De ninguna manera. Lo importante es que no estás más allí
y que no tienes que volver. Si juegas bien tus cartas, tienes la vida hecha. —Luego retira
su mano y esnifa—. Ahora, sonríe porque vamos de compras.

No voy a mentir, suena bien para mí. —¿Cuánto va a costar? —He estado en el
centro comercial antes. Las cosas pueden aumentar rápidamente, incluso si están a la
venta, pero si tengo un uniforme escolar entonces sólo necesito uno o dos artículos. Otro
par de pantalones. Tal vez una camisa o dos. La playa está cerca, así que un traje de
baño tiene sentido. Podría desprenderme de unos pocos cientos de dólares.

La cara de Brooke se ilumina. Ella saca una tarjeta y la agita en frente de mi cara. —
Estás haciendo la pregunta equivocada. De eso se encarga Callum y confía en mí, no
importa lo que diga acerca de su negocio en la ruina hace unos años, el hombre podía
comprar y vender todo el complejo comercial y aún le quedaría suficiente para hacer que
incluso la más cara puta tenga un orgasmo.

Ni siquiera sé cómo responder a eso.

Terminamos en un centro comercial que cuenta con pequeñas tiendas con ropa
pequeña y enormes etiquetas de precio. Cuando no puedo hacer ninguna compra ¿1500
por un par de zapatos? ¿Están hechos de oro real? Brooke se hace cargo y me empuja
hasta el empleado de ventas.
Hay tantas bolsas y cajas, tengo miedo de que Durand vaya a tener que cambiar el
auto por un U-Haul. Después de la décima tienda, estoy agotada, y por el suspiro que
exhala, supongo que Brooke no se queda atrás.

—Me voy a sentar aquí y disfrutar de un refresco mientras terminas. —Ella se deja
caer en una silla de terciopelo y le hace gestos a una vendedora, que se acerca
inmediatamente.

—¿Qué puedo hacer por usted, Sra. Davidson?

—Una mimosa. —Agita una mano hacia mí, sosteniendo la tarjeta de crédito negra
que ha estado utilizando con tanta fuerza que me sorprende que no se haya derretido
entre sus dedos—. Ve y compra. Callum estará decepcionado si vuelves a casa con
menos de un baúl lleno de bolsas. Me dijo específicamente que necesitabas de todo.

—Pero... yo... —Estoy completamente fuera de mi elemento. Llévame a un


Walmart o diablos, incluso Gap, y creo que podría hacerlo muy bien. ¿Pero
aquí? Ninguna de estas prendas parece ser echas para usar, pero Brooke ha terminado
de hablar. Ella y la vendedora están teniendo una intensa conversación sobre si la camisa
gris o el suéter gris es una mejor tendencia de otoño.

De mala gana, tomo la tarjeta de crédito, que es más pesada que cualquier tarjeta
que he sentido. Me pregunto si hay otra tarjeta entre ésta y así es como Brooke logra
comprar la mitad de la tienda y no ser rechazada. Me voy y compro un par de cosas
más, temblando ante el costo, y estoy francamente aliviada cuando Durand aparece para
llevarnos de vuelta al Castillo Royal.

De camino a casa, Brooke parlotea en mi oreja y me ofrece consejos sobre cómo


emparejar algunas de mis compras para crear el conjunto perfecto. Algunas de sus
sugerencias me hacen reír, y me sorprendo al darme cuenta de que no tuve un mal
momento con Brooke hoy. Su entusiasmo es mucho, seguro, y ella es exagerada, pero
tal vez estaba siendo injusta cuando cuestione el gusto de Callum en mujeres. En todo
caso, Brooke es al menos entretenida.

—Gracias por el paseo, Durand —digo cuando nos detenemos en la puerta principal
de la mansión. Detiene el auto allí en lugar de conducir hacia el lado como lo hizo ayer
cuando llegamos de Kirkwood.

Durand ayuda a Brooke a salir del auto y subir las escaleras. La sigo como el extra al
que Savannah hizo referencia de Brooke.
—Voy a traer las bolsas —dice sobre su hombro.

Todo eso me hace sentir incómoda e inútil. Realmente debería conseguir un


trabajo. Tal vez si tuviera mi propio dinero y algunos amigos de verdad, podría
comenzar a sentirme normal de nuevo.

Cuando soñé con mi futuro, no incluía limusinas y mansiones, chicas malas y firmas
de moda. El péndulo de mi vida ha ido demasiado lejos en la dirección opuesta.

Callum está esperando en el vestíbulo mientras Durand lleva mis bolsas al interior,
Brooke y yo detrás de él.

—Gracias por tu ayuda —dice Callum a su conductor.

—¡Querido! —Brooke cobra vida ante la voz de Callum y se lanza a sus brazos—
. ¡Nos divertimos mucho!

Callum asiente en señal de aprobación. —Estoy contento. —Él mira en mi


dirección—. Gideon está en casa. Quiero que lo conozcas... sin las otras
distracciones. Después de eso, ¿por qué no almuerzan?

— Gideon? —Los ojos de Brooke se iluminan—. Ha pasado demasiado tiempo


desde que vi a ese muchacho. —Se eleva de puntillas y besa la mejilla de Callum—. Sus
planes de almorzar suenan delicioso. No puedo esperar.

El sonido gutural casi me hace sonrojar. Callum tose torpemente.

—Vamos, Ella. Quiero que conozcas a mi hijo mayor. —Hay un montón de orgullo
en su voz y lo sigo con curiosidad a la parte posterior de la casa, donde una piscina de
azulejos de color azul y blanco magnífico decora un césped perfectamente cuidado.

Dentro de la piscina hay una flecha humana, atravesando el agua con limpias y
parejas brazadas. A mi lado Brooke suspira. O tal vez es un gemido. Cualquier sonido
tiene sentido porque incluso en el agua se puede apreciar los músculos esculpidos del
mayor de los Royal. Y si los otros Royal son siquiera parecidos, probablemente no es
difícil de ver fuera del agua, también.

Creo que puedo ver por qué Brooke se emocionó al escuchar su nombre, pero es un
poco espeluznante dado que está saliendo con su padre. Los adultos son complicados,
decido. No es mi lugar juzgar su relación.
Después de dos vueltas más, Gideon se detiene y sale de la piscina. En su Speedo es
fácil ver que no tienes problema de talla.

—Papá. —Pasa una toalla sobre su cara húmeda y luego la cuelga alrededor de su
cuello. Él no parece darse cuenta o importarle que esté goteando agua por toda la
cubierta.

—Gideon, esto es Ella Harper, la hija de Steve.

Su hijo pone sus ojos sobre mí. —Así que la encontraste.

—Lo hice.

Hablan de mí como si fuera un cachorro perdido.

La mano de Callum aterriza en mi hombro y me impulsa hacia adelante.

—Encantada de conocerte, Gideon. —Me limpio la mano en mis vaqueros y luego


la extiendo.

—Lo mismo digo. —Me estrecha la mano y a pesar de la frialdad en su tono, me


parece que es más amigable que cualquiera en esta casa, aparte de su padre—. Tengo
que hacer algunas llamadas. —Se gira hacia su padre—. Pero primero necesito una
ducha. Los veré más tarde.

Pasa junto a nosotros. A medida que nos giramos a ver cómo se aleja, doy un vistazo
a la cara de Brooke y el hambre allí me aturde. Sus ojos tienen esa codiciosa mirada-la
que mi madre ponía cuando veía algo extravagante que quería pero no podía tener.

Callum parece no darse cuenta. Él devuelve su atención a mí, pero no puedo dejar
de pensar en la expresión de Brooke. Ella está totalmente loca por el hijo de
Callum. ¿Soy la única que puede ver eso?

Detente, Ella. No te incumbe.

—¿Qué tal si conseguimos algo de comer ahora? —sugiere Callum—. Hay un


pequeño café a sólo unos cinco minutos de aquí. Sirve increíble comida de la granja a la
mesa. Muy fresca. Ligera.

—Claro. —Estoy lista para escapar.


—Voy a ir también —dice Brooke.

—En realidad, Brooke. Si todo está bien contigo, quiero tener a Ella para mí solo
ahora. —Su tono dice que no importa si está bien con el arreglo, porque así va a ser.
Traducido por Mae

l almuerzo con Callum es sorprendentemente agradable. Me cuenta más acerca


E de Steve a pesar de que no me pregunto por él, pero confiesa que sólo ser capaz
de hablar de Steve es un alivio. Callum admite que no siempre estuvo allí, ya
sea para sus hijos o su esposa, pero cada vez que Steve lo necesitaba, él dejaba todo. Al
parecer ese vínculo SEAL era irrompible.

Él no se burla de mí cuando le pregunto si eso es donde se convirtieron en


compañeros, pero parece que está luchando contra una sonrisa mientras explica que
BUD/S es un programa de entrenamiento de la marina. Para cuando hemos terminado
de comer, tengo una mejor idea de Royal, un poco de control de una sola mente, y no
del todo en el de su propia vida. Nos mantenemos alejados del tema de sus hijos, pero
me pongo tensa cuando las puertas se abren.

—Van a venir —dice Callum alentador.

Nos encontramos con los chicos en una habitación grande en el extremo del ala
derecha de la casa. La sala de juegos, Callum la llama. A pesar de las paredes negras, el
lugar es enorme, así que no se ve como una cueva. Los chicos nos reciben con silencio
y las garantías anteriores de Callum suenan poco convincentes.

—¿A dónde van todos esta noche? —pregunta Callum en un tono de conversación.

Al principio, nadie dice nada. Los más jóvenes miran a Reed, que está apoyado en
un taburete de la barra, con un pie en el suelo y un pie apoyado en el peldaño más bajo
de la silla. Gideon se encuentra detrás de la barra, con las manos apoyadas en la parte
superior, observando todo.

—¿Gideon? —pregunta Callum.

El mayor encoge sus hombros. —Jordan Carrington tiene una fiesta.


Reed lo rodea y frunce el ceño a Gideon como si fuera un traidor.

—Llevarán a Ella a la fiesta —ordena su padre—. Será bueno que llegue a conocer
a sus nuevos compañeros de clase.

—Habrá alcohol, drogas y sexo —se burla Reed—. ¿De verdad la quieres allí?

—Preferiría quedarme en casa esta noche —añado pero nadie me escucha.

—Entonces, los cinco la cuidarán. Ella es su hermana ahora. —Callum cruza los
brazos sobre su pecho. Se trata de un concurso de voluntades y quiere ganar. También
parece no preocuparse por el alcohol, drogas y sexo. Increíble. Esto es realmente
fantástico.

—Ah, ¿la adoptaste? —dice Reed con sarcasmo—. Supongo que no debería
sorprendernos. Hacer cosas sin decirnos es su modus operandi, ¿verdad, papá?

—No quiero ir a la fiesta —interrumpí—. Estoy cansada. Estaré feliz de quedarme


en casa.

—Buena idea, Ella. —Callum despliega sus brazos y coloca uno alrededor de mi
hombro—. Tú y yo veremos una película entonces.

Un músculo tembló en la mandíbula de Reed. —Tú ganas. Ella puede venir con
nosotros. Salimos a las ocho.

Callum deja caer su brazo. No es tan despistado como pensaba. Los chicos no me
quieren a solas con él, y Callum lo sabe.

Los ojos azules acerados de Reed se desplazan hacia mí. —Mejor sube y ponte
presentable, hermanita. No puedes arruinar tu gran debut al presentarte con ese aspecto.

—Reed... —advierte Callum.

La expresión de su hijo es el epítome de la inocencia. —Sólo trato de ser útil.

Desde su posición cerca de la mesa de billar, Easton parece estar luchando contra
una sonrisa. Gideon se resigna y los gemelos meticulosamente nos ignoran.
Un temblor de pánico me recorre. Las partes de la escuela secundaria a las que había
ido en el pasado, todos ellas, fue en vaqueros y camiseta. Las chicas las arreglaban, sin
duda, pero en una forma casual. Quiero preguntar cómo será esta fiesta, pero no quiero
dar a los hermanos Royal la satisfacción de saber qué tan fuera de mi elemento me
siento.

Dado que las ocho está a quince minutos a partir de ahora, subo, donde encuentro
todas mis bolsas de compras colocadas en una fila ordenada en el extremo de la
cama. Las advertencias de Savannah aparecen en el fondo de mi mente. Si voy a estar
aquí por dos años, entonces tengo que dejar una buena impresión. Y ahora aparece en
mi mente otro pensamiento, ¿por qué diablos me importa? No necesito que esta gente
me agrade, sólo tengo que graduarme de la secundaria.

Pero sí me importa. Me odio por ello, pero no puedo luchar contra esta desesperada
necesidad de intentarlo. Intentar encajar. Intentar tener esta experiencia escolar diferente
a todas las anteriores.

Hace calor, por lo que elijo una falda corta de color azul marino y una blusa azul y
blanca tejida de seda y algodón. Que cuesta tanto como toda la sección de ropa en
Walmart pero es tan asombrosa, y suspiro cuando queda en su lugar.

En otra bolsa, encuentro un par de zapatillas azul marino con una gran hebilla de
plata retro. Me cepillo el pelo y junto los largos mechones para recoger en una cola de
caballo, y luego decido dejarlo suelto. Lo agarro en una cinta de color plateado que
Brooke me hizo comprar “los accesorios son una necesidad”, insistió, por lo que también
tengo toda una bolsa llena de pulseras, collares, bufandas y bolsos.

En el cuarto de baño, busco en mi kit de maquillaje y lo aplico lo más ligero


posible. Trato de crear una apariencia ligera, con la esperanza de que mi tiempo de
permanencia en los clubes de desnudistas y bares no se muestre. No estoy acostumbrada
a las fiestas de secundaria. Estoy acostumbrada a trabajar con treintañeras tratando de
verse diez años más joven, cuyo lema es si no usas maquillaje de tres capas, no estás
intentando nada.

Una vez que he terminado, examino mi reflejo en el espejo y veo una extraño. Me
veo formal y correcta. Me veo como una Savannah Montgomery, no una Ella
Harper. Pero tal vez eso es bueno.
Excepto que no hay nada alentador en la respuesta que obtengo cuando me
encuentro con los hermanos Royal en el camino de entrada a los pocos minutos. Gideon
se ve sorprendido por mi apariencia. La gemelos y Easton resoplan. Reed sonríe.

¿He mencionado que son todos los llevan vaqueros y camisetas ajustadas?

Los idiotas me engañaron.

—Vamos a una fiesta, hermanita, no a tomar té con la reina. —La profunda voz de
Reed no me da ningún hormigueo en esta ocasión. Se está burlando de nuevo, y está
disfrutándolo.

—¿Pueden esperar cinco minutos mientras me cambio? —Pido firmemente.

—Naah. Es hora de irnos. —Camina hacia uno de los Range Rovers sin mirar hacia
atrás.

Gideon me mira de nuevo, luego a su hermano. Luego suspira y sigue a Reed al


auto.

La fiesta es en una casa, lejos del océano. Easton me lleva. El resto de los chicos han
seguido, y no se ve encantado de estar pegado conmigo. No dice mucho durante el
viaje. No enciende la radio, por lo que el silencio lo hace un viaje incómodo.

No es hasta que atraviesa la puerta principal de una mansión de tres pisos que mira
en mi dirección. —Bonita banda para la cabeza.

Resisto las ganas de golpear esa sonrisa de suficiencia de su cara. —Gracias. Costó
ciento treinta dólares. Cortesía de la tarjeta negra de tu padre.

Eso trae una mirada oscura a los ojos. —Ten cuidado. Ella.

Sonrío y tomo la puerta. —Gracias por el paseo. Easton.

En la entrada de columnas de la casa, Reed y Gideon están de pie con la espalda


hacia mí, conversando en voz baja. Oigo una maldición molesta de Gideon, a
continuación: —No es inteligente, hermano. No durante la temporada.

—¿Que coño te importa? —murmura Reed—. Demostraste de qué lado estás y ya


no es el nuestro.
—Eres mi hermano y estoy preocupado sobre… —Se detiene cuando se da cuenta
que me acerco.

Ambos se tensan, y luego Reed se vuelve para saludarme, y por saludar a mí, quiero
decir dame una larga lista de cosas que puedo y no puedo hacer.

—Esta es la casa de Jordan. Sus padres se hospedan en hoteles. No te


emborraches. No avergüences el nombre Royal. No te acerques a nosotros. No utilices
el nombre Royal para conseguir nada. Actúa como una puta y te echaremos. Gid dice
que tu madre era una prostituta. No trates esa mierda aquí, ¿entendido?

Los infames decretos Reales.

—Que te jodan, Royal. Ella no era una prostituta, a menos que el baile sea tu versión
de sexo y de ser así, tu vida sexual debe ser terrible. —Respondo la dura mirada de Reed
con una desafiante—. Haz lo peor. Eres un aficionado comparado con lo que yo he
pasado.

Paso a hermanos Royal y entro como si poseyera el lugar, y luego lo lamento al


instante, porque todo el mundo en la sala frontal se vuelve a mirarme. La suave música
del bajo recorre la casa, sacudiendo las paredes y vibrando bajo mis pies, y voces y risas
resuenan más allá de una puerta de arco a mi izquierda. Un par de chicas en diminutos
tops y vaqueros ceñidos me miran con desdén. Un tipo alto con camisa polo me sonríe
mientras levanta una botella de cerveza a sus labios.

Lucho contra el impulso de volver hacia la noche, pero puedo retroceder y ser un
objetivo por los próximos dos años, o puedo ser descarada. Lo mejor que puedo hacer
es ser-valiente cuando sea necesario y mezclarme cada vez que tenga la oportunidad. No
soy perra de nadie, pero no necesito causar sensación tampoco.

Así que sólo sonrió cortésmente ante sus miradas, y cuando sus miradas se
desplazan detrás de mí hacia los Royal de entrantes, aprovecho la oportunidad de
caminar al pasillo más cercano. Continuo hasta que encuentro el rincón más tranquilo,
un pequeño rincón en sombras escondido al final de un pasillo. Si bien parece el punto
de besos perfecto, está vacío.

—Todavía es temprano —dice una voz femenina, y salto hacia atrás, sorprendida—
. Pero incluso si fuera más tarde, esta parte de la casa siempre está vacía.

—Oh Dios, no te había visto. —Coloco una mano sobre mi corazón acelerado.
—Entiendo eso.

A medida que mis ojos se acostumbran a la oscuridad, veo que hay un sillón situado
en la esquina. La niña en la silla empuja a sus pies. Ella es muy corta, con el pelo negro
hasta la barbilla y un pequeño lunar sobre el labio superior. Y ella tiene curvas Mataría
para.

—Soy Valerie Carrington.

La hermana de Jordan?

—Soy…

—Ella Royal —interrumpe.

—Harper, en realidad. —Echo un vistazo a su alrededor. ¿Estaba leyendo con una


linterna? Veo a un teléfono en la pequeña mesa al lado de la silla. ¿Envía mensajes a su
novio?—. ¿Te estás ocultando?

—Sip. Te ofrecería una silla, pero sólo hay una aquí.

—Sé por qué estoy escondiéndome —digo con honestidad tímida—, pero ¿cuál es
tu excusa? Si eres una Carrington, ¿no vives aquí?

Ella ríe. —Soy la pobre prima de Jordan dos veces desheredada. Un caso de caridad
completa.

Y apuesto a que Jordan no la deja olvidarlo. —Ocultarte no es malo. Si huyes, vives


para luchar otro día. Esa es mi teoría, al menos. —Me encojo de hombros.

—¿Por qué te escondes? Eres una Royal ahora. —Hay una ligera mueca en su voz
que me molesta.

—¿Al igual que eres una Carrington?

Ella frunce el ceño. —Lo entiendo.

Golpeo una mano sobre mi frente, sintiéndome como una completa idiota. —Lo
siento. No quería reaccionar así. Han sido largos días y estoy muy cansada y
completamente fuera de mi elemento.
La cabeza de Valerie se inclina y me contempla durante unos segundos. —Está bien,
entonces, Ella Harper —hace hincapié en eso, como si se tratara de una rama de olivo—
, vamos a encontrar algo para que te despiertes. ¿Sabes cómo bailar?

—Sí, más o menos, supongo. Tomé clases cuando era más joven.

—Esto va a ser divertido. Ven.

Me lleva por el pasillo, más allá de la chimenea, hacia un conjunto de escaleras.

—Por favor, no me digas que tienes que dormir en un armario debajo de las
escaleras.

—¡Ah! No. Tengo un dormitorio arriba. Es en las dependencias del personal, y el


hijo del ama de llaves es amigo mío. Fue a la universidad y dejó su equipo de juego
aquí. Jugamos todo el tiempo, incluyendo DDR.

—No tengo idea de lo que es —confieso. Mi madre y yo ni siquiera poseíamos un


televisor cuando vivíamos en ese último lugar en Seattle.

—Dance Dance Revolution. Copias los movimientos en la pantalla y obtienes


puntaje por lo bien que puedes bailar. Soy bastante buena en eso, pero si tienes
experiencia pasada de baile, entonces no deberías ser una perdedora total.

Cuando ella me sonríe, casi la abrazo, porque ha pasado tanto tiempo desde que he
tenido una amiga. Ni siquiera me di cuenta de que necesitaba una hasta este minuto.

—Tam era terrible —confiesa.

La nota melancólica en su voz me dice que lo extraña. Mucho.

—¿Viene a casa a menudo? —Pienso en Gideon, quién está en casa después de sólo
dos semanas de la universidad.

—No. No tiene auto, así que no nos veremos hasta Acción de Gracias. Es entonces
cuando su madre irá. Voy con ella. —Casi salta de emoción ante la mención del viaje—
. Pero algún día él tendrá una.

—¿Es tu novio?
—Sí. —Me mira con acusación—. ¿Por qué? ¿Tienes algún problema con eso?

Levanto mis manos en señal de rendición. —Por supuesto no. Tenía curiosidad.

Ella asiente y abre la puerta hacia una pequeña habitación con una cama bien hecha
y un televisor de tamaño normal.

—Entonces, ¿cómo son los Royal en casa? —pregunta mientras configura el juego.

—Agradable —miento.

—¿En serio? —Se ve escéptica—. Debido a que no han sido agradables contigo. O
sobre ti.

Un falso sentido de lealtad hacia los idiotas me hace callar. —Naah, lo superaran.
—Repito las palabras anteriores de Callum, pero no suenan más creíbles en mi
boca. Tratando de cambiar el tema, toco en el televisor—. ¿Lista para bailar?

—Sí. —Valerie acepta mi cambio de tema con facilidad. Ella agarra dos refrescos de
vino de una pequeña nevera y me entrega una—. Esto es por ocultarnos y divertirnos.

El juego es muy sencillo. Es demasiado fácil para las dos. Valerie es una gran
bailarina, pero crecí en este ambiente y no hay movimiento de caderas o de brazos que
no pueda hacer. Valerie decide que necesitamos desventajas y por eso hace una pausa
en el juego y empezamos a abrir nuestros refrescos de vino. A medida que bebemos, sus
movimientos se vuelven cada vez más terribles, pero el alcohol es como magia para mí
y la música simplemente se hace cargo.

—Maldición, chica, tienes movimientos —ella se burla—. Debes tratar de ir a uno de


esos espectáculos de baile de televisión.

—No. —Tomo otro trago de mi bebida—. No tengo ningún interés en estar en la


televisión.

—Bueno deberías. Es decir, mírate. Eres caliente incluso en ese atuendo de perra
rica, ¿y con esos movimientos? Serías una estrella.

—No estoy interesada —digo otra vez.

Ella ríe. —Está bien. ¡Tengo que hacer pis!


Me río, también, mientras se aleja la pantalla medio de una canción para ir al
baño. Ella tiene una increíble cantidad de energía, y me agrada. Hago una nota mental
para preguntarle si va a Astor Park también. Sería bueno tener una amiga allí cuando
comience el lunes. Pero entonces la canción en la pantalla cambia, y la música me saca
de nuevo.

Mientras Valerie está en el baño, Touch myself de los Divinyls comienza a


reproducirse y me pongo a bailar, no para el juego, sino con mis propios
movimientos. Un baile sensual. Uno que hace latir mi sangre y mis manos ponerse
sudorosas.

La imagen no deseada del cuerpo y los ojos azules calientes de Reed aparece delante
de mí. Maldita sea, el idiota Royal que ha invadido mis pensamientos y soy incapaz de
dejarlo afuera. Cierro los ojos e imagino sus manos recorrer mis caderas y acercarme a
él. Su pierna entre las mías…

Las luces se encienden y me detengo bruscamente.

—¿Dónde está? —El diablo mismo demanda.

—¿Quién? —pregunto en silencio. No puedo creer que estuviera fantaseando con


Reed Real, el tipo que piensa que estoy follando a su padre.

—El idiota para el que estás bailando. —Reed cruza la habitación y agarra mis
brazos—. Te dije que no puedes jugar con mis amigos.

—No hay nadie aquí. —Mi mente borracha es demasiado lenta para entender a lo
que está diciendo. El inodoro se descarga.

—¿Ah, sí? —Él me aparta y abre la puerta del baño. Un chillido de consternación
resuena y reprime una disculpa mientras se cierra la puerta.

No puedo evitar la sonrisa de suficiencia.

—¿Mencioné que era lesbiana?

Él no piensa que sea graciosa. —¿Por qué no me dijiste que estabas con Valerie?
—Debido a que es más divertido verte saltar a conclusiones. E incluso si te hubiera
dicho con quién estaba, no me habrías creído. Ya has decidido quién y lo que soy y nada
va a cambiar eso.

Él frunce el ceño, pero no me contradice. —Ven conmigo.

—Déjame pensar en eso. —Golpeteo un dedo contra mi labio inferior, como si


realmente estuviera contemplando su invitación. Sus ojos caen para observar el
movimiento—. Bueno. He decidido. No.

—No te gusta estar aquí —afirma rotundamente.

—Gracias, señor perceptivo.

Ignora el sarcasmo. —Sí, bueno no me gusta tampoco. Pero este es el trato. Si no


vienes conmigo y haces un puto esfuerzo, entonces mi padre te obligará a ir a estas
fiestas. Pero si llevas tu culo ahí y todos informan a sus padres que te vieron, papá lo
olvidará. ¿Lo entiendes?

—Realmente no.

Reed se acerca de nuevo, y soy una vez más atrapada por su. Es tan alto. Lo
suficientemente alto que si él fuera flaco, su apodo sería flaco o algo así. Pero no es
flaco. Es grande y lleno de musculo y el alcohol me hace sentir toda caliente y dolorida
a su alrededor.

Todavía está hablando, ajeno a mi línea de pensamiento inapropiada. —Si mi padre


piensa que eres un cordero solitario perdido, seguirá obligándonos a salir juntos. O tal
vez eso es lo que quieres. ¿Es así? Quieres ser vista con nosotros. Quieres estar en estas
fiestas.

Las acusaciones me sacan de mi bruma. —Debido a que he pasado tanto tiempo a


tu alrededor esta noche.

Su expresión no cambia, ni siquiera reconoce que tengo razón. Lo que sea. Bien.

—Vamos, Valerie, vamos a la fiesta —digo en voz alta.

—No puedo. Estoy mortificada. Reed Royal me vio en el baño —gime cerca de la
puerta.
—El idiota se ha ido. Además, es probable que seas lo más atractivo y decente que
ha visto esta noche.

Reed rueda los ojos, pero se va mientras le señalo la puerta.

Valerie finalmente sale. —¿Por qué dejaremos nuestro pequeño paraíso?

—Para ver y ser vistas —respondo con honestidad.

—Uf. Suena terrible.

—Nunca dije que no lo fuera.


Traducido por Mae

a primera persona que veo cuando Valerie y yo entramos en la sala es

L Savannah Montgomery. Lleva vaqueros ajustados rasgados en las rodillas y


una camiseta sin mangas que muestra su estómago. Sus ojos están pegados a
Gideon, cuya espalda está girada mientras se inclina contra la pared hablando con otro
hombre.

Como si me pudiera ver haciendo una conexión mental entre ella y Gideon,
Savannah gira su cabeza hacia mí. No saluda, pero sus ojos se encuentran con los míos
brevemente antes de que se gire a hablar con su amiga.

La música está a tope, y todo el mundo está bebiendo o bailando o besuqueándose


en varias esquinas de la habitación. Más allá de las puertas francesas vislumbro una gran
piscina en forma de riñón, sus sombras azuladas refulgen en las caras de los adolescentes
que se colocan alrededor de ella. Hay gente de todo el mundo. Es ruidoso y hace calor
y yo pierdo la seguridad tranquila de las estancias de personal.

—¿De verdad tenemos que estar aquí? —murmulla Valerie.

Atrapo Reed observándonos desde la barra de roble en toda la habitación. Está con
Easton, y ambos asienten en advertencia cuando me encuentro con su mirada.

—Sí, lo hacemos.

Ella se ve resignada. —Bien. Entonces podríamos también sacar la mierda del


camino.

Valerie es un regalo del cielo. Enlaza su brazo con el mío y me lleva por la fiesta,
presentándome gente al azar, a continuación, susurra detalles en mi oído.

—¿Esa chica Claire? Está follando a Easton Royal. Le gusta decirle a la gente que
es su novia, pero todo el mundo sabe que Easton no tiene novias.
—¿Thomas? Cocainómano, pero su padre es un senador de modo que los líos de
Thomas siempre son limpiados.

—Definitivamente mantente alejada de Derek. Clamidia.

Me trago una risa ahogada mientras me guía hacia otro grupo, un trío de chicas en
minivestidos pastel.

—Lidia, Ginnie, Francine, esta es Ella. —Valerie mueve una mano entre nosotras,
entonces me aparta de los pasteles antes de que puedan abrir sus bocas—. ¿Alguna vez
te preguntas si algunas personas nacen sin cerebro? —pregunta—. La prueba de ello allí
mismo. Las chicas dan un nuevo significado a la palabra cabeza hueca.

No voy a mentir, estoy disfrutando las presentaciones, o más bien, los rumores que
vienen con ellas. Noto que nadie me dice mucho más que un hola, antes de llevar sus
miradas a los hermanos Royal para comprobar sus reacciones.

—Bien, lo fácil se acabó —dice Valerie con un suspiro—. Es hora de matar al


dragón.

—¿El dragón?

—Mi prima. También conocido como la abeja reina de Astor Park. Te advierto que
es una loca-posesiva con los Royal. Estoy bastante segura de que está follando con todos
ellos, incluso los gemelos.

Hablando de los gemelos, pasamos junto a Sawyer en nuestro camino a la zona de


la piscina. Sé que es Sawyer, porque está usando una camiseta negra, y anteriormente a
oí Gideon llamar al de camiseta blanca Sebastián. Una pequeña pelirroja está enredada
alrededor Sawyer, arrastrando besos a lo largo de su cuello, pero su mirada se mantiene
fija en mí mientras caminamos.

—La pequeña novia Royal —me dice Valerie—. Lauren o Laura, algo por el
estilo. Lo siento, no estoy bien informado sobre los círculos de segundo año.

Pero está bien informada acerca de casi todos los demás, por lo que parece. Para
una chica que le gusta esconderse en la esquina, Valerie es un pozo sin fondo de chismes,
pero supongo que esa es la mejor manera de reunir información, observando desde las
sombras.
—Prepárate —advierte—. Las garras pueden salir.

Las garras en cuestión pertenecen a una morena hermosa en un vestido verde de


seda que apenas cubre sus muslos. Está en un sillón de felpa como si fuera Cleopatra o
algo así. Sus amigos tienen posturas similares, cada uno de los vestidos diminutos en
manera similar.

Los pelos de mi nuca se erizan, y giro la cabeza para encontrar Reed y Easton
atravesar las puertas francesas. Los ojos de Reed encuentran los míos. Su lengua sale
brevemente para humedecer su labio inferior, y mi corazón da un giro irritante. Odio a
este chico. Es demasiado atractivo para su propio bien.

—Jordan —Valerie saluda a su prima—. Impresionante fiesta, como siempre.

La morena sonríe. —Estoy sorprendida de verte fuera de casa, Val. ¿No te gusta por
lo general esconderte en el ático?

—Decidí vivir al límite esta noche.

Jordan estudia las mejillas encendidas de su prima. —Veo que lo haces. ¿Bebiste?

Valerie rueda los ojos, luego me hala hacia adelante. —Esta es Ella. Ella, Jordan.
—Señala con un dedo cada una de las otras chicas y recita nombres—. Shea, Rachel,
Abby.

Sólo una de las amigas me da un vistazo, Shea. —Conociste a mi hermana antes —


dice ella con frialdad—. Savannah.

Asiento. —Sí. Linda chica.

Shea entrecierra los ojos. Creo que está tratando de averiguar si estoy siendo
sarcástica o no.

Jordan habla, sus ojos almendrados de color marrón brillan. —Así que. Ella. Callum
Royal es tu nuevo papá, ¿eh?

Me he dado cuenta de que todo el patio trasero se ha quedado en silencio. Incluso


la música que salía de la sala de estar parece haberse callado. Siento los ojos de todos en
nosotros. No, en Jordan. Las expresiones de sus amigas son casi alegres.
Me preparo para un ataque, porque, obviamente, ahí es a donde esto va.

Jordan se sienta y cruza sus piernas largas. —¿Qué se siente, chupar la polla de un
viejo hombre? —pregunta.

Alguien resopla. Hay risitas a mi espalda.

Mi garganta se aprieta con vergüenza. Estas personas se ríen de mí. Soy consciente
de los Royal son sus amigos, probablemente desde mucho antes de que me presentara.
Aquí nadie jamás planeó darme una posibilidad.

Estoy horrorizada al sentir las lágrimas arder en mis ojos. No. Que se jodan. Que se
joda Jordan y todos ellos. Podría venir de una familia que posee hoteles pero soy mejor
que esta perra. He sobrevivido más de lo que jamás podría.

Parpadeo, pegar en una expresión indiferente. —Tu padre no está mal, si eso es lo
que estás preguntando, pero me resulta muy raro que quiera tirar de mi pelo y haga que
lo llame papá. ¿Está todo bien en casa?

Valerie ríe.

Un jadeo sorprendido proviene de una de las amigas de Jordan.

Los ojos de Jordan arden por un breve momento antes de que la burla brille y deje
escapar una risa ronca.

—Tenías razón —dice a alguien detrás de mí—. Ella es basura.

No necesito girarme para saber que está hablando con Reed.

A mi lado, los rasgos de Valerie se tensan. —Eres una verdadera perra, ¿lo sabes? —
le dice a su prima.

—Mejor una perra que una zorra —responde Jordan con una sonrisa. Luego agita
una mano a nosotros—. Apártense de mi vista. Estoy tratando de disfrutar de mi fiesta.

Hemos sido despedidas. Valerie gira sobre sus talones y la sigo, pero cuando
llegamos a las puertas, me desvío y marcho hacia Reed.
Sus ojos azules no revelan nada, pero su mandíbula se contrae ligeramente cuando
me ve.

—Bien. He cumplido con mi deber real —murmuro—. Ven a buscarme cuando sea
hora de irnos.

Paso junto a él sin mirar atrás.

Es más de la una de la mañana cuando dejamos la fiesta. Easton me encuentra en


el cuarto de Valerie, las dos tumbadas en la cama viendo So You Think You Can
Dance. Valerie descargó toda una temporada y me obligó a ver un montón de episodios,
insistiendo en que necesitaba audicionar. Volví a declinar.

Easton anuncia que nos vamos, a continuación, se para allí rodando los ojos
mientras abrazo a Valerie al despedirme y le digo que será mejor que me encuentre en
la escuela el lunes.

En el exterior, me noto a Gideon y los gemelos dentro uno de los Range Rovers, lo
que significa que volveré a viajar con Easton y Reed. Reed se pone al volante, su
hermano se desliza en el asiento del pasajero, y me siento atrás mientras dirigen toda
una conversación como si ni siquiera existiera.

—Vamos a aplastar a Wyatt—dice Easton—. La mitad de su línea ofensiva se


graduó el año pasado, por lo que es más o menos un camino recto a Donovan.

Reed gruñe de acuerdo.

—Pan comido entonces con Devlin, carajo. Su quaterback está ebrio la mayor parte
del tiempo, y ese cuerpo del receptor es una broma. —Easton se pone a hablar, su voz
animada, con los hombros libres de la tensión que estoy acostumbrada a ver. Ya sea que
está borracho, o finalmente está empezando a aceptar mi presencia en su vida.

Trato de unirme a la conversación. —¿En qué posiciones juegan, chicos?

Y así, sus hombros están rígidos de nuevo.

—Apoyador —dice Reed sin darse la vuelta.

—Defensiva —murmura Easton.


Vuelven a ignorarme. Easton le dice ahora a su hermano acerca de la mamada que
consiguió esta noche.

—Es como si no estuviera dando ni un cuarenta por ciento ahora —se queja—
. Solía ser un sólido cien, ¿sabes? Chupando mi polla como si estuviera hecha de
chocolate, y de repente hay algunos lamidos y luego ¿vamos a acurrucarnos? Que rayos.

Reed ríe. —Ella piensa que es tu novia. Las novias no tienen que esforzarse.

—Sí, podría ser el momento de dejarlo.

—Son unos cerdos —digo desde el asiento trasero.

Easton retuerce alrededor, sus ojos azules son burlones. —Bueno, no somos todos
grandes y poderosos, señorita trabajadora sexual.

Aprieto los dientes. —No soy una trabajadora sexual.

—Hmmm. —Se vuelve en su asiento.

—No lo soy. —A impotentes logias sensación en mi garganta—. ¿Saben


qué? Jódanse. No me conocen.

—Sabemos todo lo que necesitamos saber —dice Reed.

—No sabes una mierda. —Me muerdo el labio y enfoco mi mirada en la ventana.

Sólo estamos a mitad de camino a la mansión Royal cuando Reed se detiene


bruscamente en el lado de la carretera. Lo miro a los ojos en el espejo retrovisor, pero su
rostro tiene la expresión neutra mientras espeta: —Última parada. Sal.

Estoy aturdida. —¿Qué?

—East y yo tenemos otro lugar en el que estar. Vamos hacia allá —Él señala a la
izquierda—. La casa es hacia allá. —Señala hacia el frente—. Tiempo de empezar a
caminar.

—Pero…

—Son sólo dos millas, estarás bien. —Él parece estar disfrutando.
Easton ya está fuera del auto y abre la puerta por mí. —Muévete, hermanita. No
queremos llegar tarde.

Estoy un poco aturdida mientras me saca del auto y me empuja hacia el lado de la
carretera. ¿Están abandonándome en serio aquí? Es la una de la mañana, y está oscuro.

Ninguno de ellos se preocupa. Easton salta en el asiento del pasajero, cierra la puerta
y se despide. El vehículo acelera y Reed da una vuelta rápida izquierda,
dejándome. Puedo oír su risa de la ventana abierta.

No lloro. Solo empiezo a caminar.


Traducido por Mae

C omo el desayuno en la cocina sola a la mañana siguiente. Me duelen las


piernas y los pies al caminar dos millas con zapatos nuevos. Soñé que Reed
Royal me perseguía en un túnel negro, su voz profunda se burlaba de mí en
la oscuridad, su aliento caliente en mi cuello. Me desperté antes de que fue capaz de
atraparme, pero me gusta pensar que cuando lo hizo, lo estrangulé hasta la muerte.

No estoy ansiosa por la a la escuela el lunes, y esos diez mil dólares en mi mochila
están llamándome. Vete. Huye. Empieza de nuevo. Pero hay mucho más dinero en juego...

Tal vez los Royal tienen razón. Tal vez soy una puta. Puedo no estar durmiendo
con dinero a nadie, pero me lo da Callum por favores no especificados en el futuro.
Brooke dijo que la salvó, pero supongo que por la forma en que actúan que
definitivamente está durmiendo con él.

Pasos secos se oyen en la sala, y Easton entra en la cocina. Llevo el torso desnudo
y viste pantalones de chándal grises que caen de sus caderas. Trato de no mirar sus duros
abdominales. Pero doy una larga mirada al corte en su sien derecha. Debe haber
sangrado en algún momento, pero ahora es sólo una línea roja, de un centímetro largo
y estropea su piel perfecta.

Sin reconocerme, agarra un poco de jugo de naranja de la nevera y bebe


directamente del envase.

Nota para mí: no beber de cartón a menos que desees herpes oral.

Me concentro en comer yogur y fingir que no está aquí. No tengo ni idea de dónde
él y Reed fueron ayer por la noche o cuando llegaron a casa, y no estoy segura de querer
saber.
Puedo sentirlo observándome. Cuando giro la cabeza, lo encuentro apoyado en el
mostrador. Su mirada azul sigue el movimiento de la cuchara mientras la llevo a mis
labios, luego baja hasta el borde de mi camisa corta para dormir.

—¿Ves algo que te gusta? —espeto mientras tomo otro bocado.

—Realmente no.

Ruedo los ojos y hago un gesto hacia a su cabeza con mi cuchara. —¿Entonces qué
pasó? ¿Te golpeaste la cabeza contra el salpicadero cuando le debas una mamada a tu
hermano anoche?

Se ríe, y luego mira a la puerta detrás de mí. —¿Escuchaste eso, Reed? Nuestra
nueva hermana piensa que me diste una mamada por la noche.

Reed entra en la cocina, también sin camisa y en pantalones de chándal. Ni siquiera


mira en mi dirección. —A ver si te da algunas indicaciones. Se ve como si supiera como
tratar una polla.

Levanto mi dedo medio, pero él está de espaldas a mí. Easton lo ve y una lenta
sonrisa extiende su boca.

—Bonito. Me gusta una chica que lucha. —Arrastra las palabras. Se aparta del
mostrador y se acerca, con los pulgares metidos en el cinturón—. ¿Qué te parece, Ella?
—dice mi nombre como si fuera una mala palabra—. ¿Quieres mostrarnos lo que tienes?

Mi corazón se detiene. No me gusta la mirada salvaje en sus ojos. Se pone de pie


frente a mí. Entonces su sonrisa se ensancha y se desliza una mano dentro de los
pantalones para agarrar su entrepierna.

—Eres nuestra hermana, ¿verdad? Así que venga. —Se frota a sí mismo—. Ayuda
a un hermano.

No puedo respirar. Estoy asustada.

Miro a Reed, pero está apoyado en el mostrador ahora, con los brazos
cruzados. Parece divertido.

Los ojos azules de Easton se oscurecen. —¿Qué pasa, hermanita? ¿Te comió la
lengua el gato?
Es imposible responder. Mis ojos se mueven hacia la puerta que conduce arriba. La
otra puerta está detrás de mí, pero no quiero darle la espalda a Easton si tengo que correr
en busca de ayuda.

Él ve el miedo en mis ojos y empieza a reírse. Al igual que su mano se desliza fuera
de sus pantalones. —Aw, mira eso, Reed. Tiene miedo de nosotros. Piensa que vamos
a lastimarla.

Reed se ríe, también. Desde su posición en el mostrador, me sonríe. —No es lo


nuestro. No tenemos ningún problema en echar un polvo.

El asalto sexual no se trata de echar un polvo, se trata de poder, quiero decirlo, pero
puedo ver ahora que tuve miedo por nada. No necesitan herirme. Ya tienen
poder. Esto... lo que sea que esto era... era intimidación. Un juego. Querían hacerme
sentir incómoda, y lo consiguieron.

A medida que nuestras miradas se conectan, Callum entra en la habitación. Frunce


el ceño cuando nota a Easton tan cerca de mí, y su otro hijo en el mostrador. —¿Todo
está bien?

Los hermanos Royal me miran, esperando a que los delate.

No lo hago. —Todo está bien. —Tomo otro bocado de yogur, pero mi apetito ha
desaparecido—. Tus hijos y yo solo nos estamos conociendo. ¿Sabías que tienen un
sentido del humor estelar?

Los labios de Easton se contraen. Cuando su padre se da la vuelta, Easton pasa su


palma por su entrepierna de nuevo.

—¿Te gustó la fiesta anoche? —pregunta Callum.

Reed ladea una ceja. Esperando de nuevo, esta vez para ver si le diré a su padre que
me abandonó a un lado de la carretera. Me callo eso, también.

—Estuvo muy bien —miento—. Súper divertida.

Callum se une a mí en la mesa, tratando de proporcionar una barrera entre mí y los


chicos, pero su atención sólo atrae las burlas de Reed y Easton, que no hacen ningún
esfuerzo para ocultar sus sentimientos.
—¿Qué te gustaría hacer este fin de semana?

—Estoy bien. No tienes que entretenerme —contesto.

Gira en su silla. Con una punta de la barbilla hacia arriba, pregunta: —¿Qué pasa
con ustedes dos?

El subtexto es que vamos a hacer con Ella. Me hace temblar y una opresión que estoy
empezando a llamar a Dolor Real aparece entre mis omóplatos.

—Tenemos planes —murmura Reed y sale de la habitación antes de que Callum


pueda abrir la boca de nuevo. Se vuelve hacia Easton, que levanta las dos palmas de las
manos y parpadea inocentemente.

—No me preguntes. Soy el hijo del medio. Hago lo que me dice todo el mundo.

Callum rueda los ojos y a pesar de la tensión, río suavemente en mi plato. Easton
hace lo que quiere. Nadie le hizo poner su mano en sus pantalones y proponerse. Es un
juego que disfrutaba jugar y uno que hacía sin preguntar. Es conveniente para él para
fingir que Reed es su líder, absuelve a Easton de la responsabilidad.

—Bueno, tal vez puedes dejarme saber cuáles son los planes de Reed más tarde —
murmura Callum.

Easton se sonroja. Es una cosa que eligiera a Reed como líder y otra que su padre
de a entender de Easton un títere.

—Nunca te preocupaste por lo que hacía el fin de semana antes. —Mete la caja de
cartón de nuevo en la nevera. Con una mirada a su padre, que es lo suficientemente
intensa para volver el pelo de la cabeza de Callum enteramente gris, se aleja.

Callum suspira. —No voy a ganar un premio al padre del año, ¿verdad?

Golpeo mi cuchara en la mesa un par de veces porque sé que no debía meter la nariz
donde no debo. Pero en este caso, Callum me está arrastrando en el medio de un plano
dinámico y el daño colateral podría ser muy malo si no lo freno.

—Mira, no te lo tomes mal, Callum, y, obviamente, conoces a tus hijos mejor que
yo, pero ¿realmente tiene sentido empujarlos hacia mí? Honestamente, prefiero que me
ignoren. No lastima mis sentimientos que no estén felices de que esté aquí, y la casa es
lo suficientemente grande como para pasar días y no verlos.

Él me escruta como si estuviera tratando de averiguar si estoy siendo sincera. Por


último, sonríe tímidamente. —Tienes razón. No siempre fue así. Solíamos llevarnos
bien, pero desde la muerte de su madre, toda la familia se arruinó. Por desgracia, estos
niños son mimados. Necesitan una dosis de la vida real.

¿Y yo soy esa dosis?

Frunzo el ceño. —No soy una lección después de la escuela. ¿Y sabes qué? He
experimentado la vida real y es una mierda. No forzaría a la vida real a las personas que
más amo. Los protegería de eso.

Me aparto de la mesa y le dejo atrás.

Fuera de la cocina, encuentro a Reed esperando en el pasillo.

—¿Me esperabas? —No me siento ni remotamente insidiosa como mi voz.

Reed me observa, sus magníficos ojos azules persisten en mis piernas desnudas. —
Sólo me preguntaba cuál es tu juego.

—Estoy tratando de sobrevivir —le digo honestamente—. Todo lo que quiero hacer
es llegar a la universidad.

—¿Y llevarte un poco de dinero Royal?

Me enfado. Este tipo no va a olvidarlo. —Tal vez con algunos corazones Royal en
mi bolsillo, también —digo con dulzura.

Y entonces, con una audacia forzada, levanto un dedo y la paso lentamente por sus
pectorales desnudos, mis uñas raspan su piel suave. Su respiración se detiene de forma
casi imperceptible, pero está ahí.

Mi corazón salta a mi garganta y mi sangre comienza a latir con fuerza en lugares


que absolutamente no quieren estar asociados con Reed Royal.

—Estás jugando un juego peligroso —dice con voz ronca.


No lo sé. Sin embargo, no puedo dejar que Reed vea que me molesta. Aparto mi
mano, doblando los dedos en un puño. —No conozco otra manera de jugar.

Esa parte de la verdad le aturde y me escapo. Me gustaría pensar que he ganado esa
ronda, pero siento que cada encuentro con Reed enciende vital importancia dentro de
mí.

Me paso el día explorando la casa y los jardines. Al lado de la piscina hay una casa
de la piscina hecha casi enteramente de vidrio, tiene un sofá, unas sillas, y una cocina
pequeña. Una escalera conduce a la orilla, pero con todas las rocas, en realidad no hay
nada que se podría llamar una playa, por lo menos no a menos que camines más allá en
la costa. Aún así, es hermoso, y puedo verme sentada aquí abajo con un libro y una taza
de chocolate caliente.

Es difícil creer que esta es mi vida ahora. Si todo lo que tengo que hacer es aguantar
dos años de insultos por parte de los Royal, va a ser un juego de niños comparado con
todo lo que he vivido en el pasado. Sin preocuparme de tener suficiente para comer o
preguntarme dónde voy a dormir. Sin moverme de una ciudad a otra, en busca de un
resultado rápido. Sin estar sentada junto a la cama de mi madre observándola temblar y
llorar de dolor, ser demasiado pobres para pagar la medicación que la sacaría de su
miseria.

Un dolor agudo se retuerce en mí ante esos recuerdos. Al igual que Callum, mamá
no era el mejor padre del mundo, pero se esforzó y yo la quería. Cuando estaba viva, no
estuve completamente sola.

Aquí, con el gran océano sin fin alejándose de mí y ninguna otra persona por lo que
puedo ver, la soledad me golpea con fuerza. No importa lo que diga o trata de hacer
Callum, nunca voy a ser una Royal.

Tal vez voy a leer dentro.

La casa grande está tranquila. Los chicos se han ido. Callum ha dejado una nota
que dice que está trabajando y me da la contraseña de Wi-Fi, su número de celular, y el
número de Durand. Bajo la hoja de papel es una pequeña caja blanca. Mi respiración se
vuelve pesada. Levanto el teléfono inteligente como si estuviera hecho de cristales
azucarados. Mis viejos móviles eran los teléfonos plegables desechables que enviaban y
recibían llamadas. Éste... siento como si pudiera hackear una base de datos con él.
Paso el resto de la tarde jugando con el teléfono, mirando mierda al azar y viendo
vídeos de YouTube realmente terribles. Es maravilloso.

Alrededor de las siete, Callum llama para decirme que la cena está lista. Lo
encuentro y Brooke en el patio.

—¿Te importa si comemos aquí? —pregunta.

Me quedo mirando la comida de aspecto delicioso y la zona del patio bellamente


iluminada, y trato de no rodar los ojos porque ¿quién en su sano juicio soportaría esto? —
Es perfecto.

Durante la cena, me da la oportunidad de ver un lado diferente de Brooke. Uno


extraño, y vulnerable donde agacha la cabeza y le pestañea a Callum. Y Callum? ¿El
hombre que dirige una empresa que construye aviones para militares? Las disfruta como
si fueran caramelos.

—¿Puedo conseguirte más vino, amor? —ofrece Brooke. El vaso de Callum está ya
casi desbordante.

—No. Estoy bien. —Él sonríe con facilidad—. Tengo las dos damas más hermosas
cenando conmigo. La carne está perfectamente preparada y acabo de cerrar un acuerdo
con Singapore Air.

Brooke junta las manos. —Eres simplemente increíble. ¿Te he dicho lo increíble que
eres?

Ella se inclina, aplastando sus pechos contra su brazo, y planta un beso húmedo en
su mejilla. Él da un vistazo rápido en mi dirección antes de apartarse suavemente.
Brooke hace un pequeño ruido de decepción, pero se acomoda en su silla.

Como mi carne. No sé si alguna vez he tenido un pedazo de carne tan jugoso antes.

—El bistec engorda mucho. Toda la carne lo roja hace —me informa Brooke.

—Ella no tiene que preocuparse por eso —dice Callum bruscamente.

—No ahora, pero más tarde te arrepentirás —advierte Brooke.


Miro hacia el suculento pedazo de carne y luego a la forma esbelta de Brooke. Creo
que entiendo de donde proviene. Al igual que yo, ella es pobre. Vive de la generosidad
de Callum y probablemente teme que si es menos bella mañana, se deshaga de ella. No
sé si está bien o mal, pero no hace sus preocupaciones menos válidas. Aún así, tengo
hambre y quiero esta carne. —Gracias por tu aportación.

Callum ahoga una risa mientras Brooke frunce el ceño. Una expresión que no puedo
distinguir recorre su cara. Algo parecido a la decepción o desaprobación. Sus labios
carnosos se tensan y se gira a Callum, haciéndolo participar en la conversación sobre
algún partido al que fueron antes de llegar.

La culpa hace que mi siguiente bocado de carne sea un poco menos delicioso que el
primero. Lastimé sus sentimientos y ahora me está ignorando. Aparte de Valerie, ella
era la persona en este nuevo lugar y ahora la he ofendido.

—¿Debemos planear una fiesta para dar la bienvenida a Ella en la familia? —sugiere
Callum, tratando de incluirme en la conversación.

Y Callum. Él ha sido nada más que perfecto, ya que me sacó del Daddy’s G, pero
¿una fiesta con los idiotas de la escuela? Prefiero que mis uñas sean arrancadas una a
una.

Pongo mi tenedor al lado de mi plato. —No necesito una fiesta. Ya me has dado
todo lo que necesito.

Brooke apoya la cabeza contra el hombro rígido de Callum. —Callum, no te


preocupes por ello. Ella va a hacer amigos en su propio tiempo, ¿verdad, querida?

Asiento, de acuerdo. —Correcto.

Pongo mi mejor sonrisa, y debe funcionar porque la tensión de su cuerpo


desaparece. —De acuerdo entonces. No hay fiesta.

—Callum es el mejor, ¿verdad? —Brooke juguetea con el botón superior de la


camisa. Sus acciones son posesivas, casi como si estuviera tratando de defender su
territorio. Quiero decirle que no soy una amenaza, pero no sé si me creería—. Somos
sus palomas sucias. Con suerte, una vez que estemos limpias, no nos deje ir.

—Nadie dejará ir a Ella. Ella es un Royal —declara Callum.


Mi mirada se desplaza a Brooke, y por la expresión apretada en su cara, no se le
escapa que su nombre no se incluyó en su pronunciamiento.

—¿De verdad? Me pareció que era la hija de Steve. ¿Hay algo que no nos estás
diciendo? —chilla Brooke.

Se retira como si lo hubiesen golpeado. —¿Qué? No. Por supuesto que es de


Steve. Pero él —Callum traga—, se ha ido, y Ella es parte de mi familia ahora al igual
que los chicos hubieran sido parte de la de Steve si algo me hubiese pasado.

—Por supuesto. No quería decir otra cosa que eres generoso. —Su voz se reduce a
un ronroneo—. Tan generoso.

Con cada palabra, ella se mueve más y más hacia Callum hasta que está
prácticamente en su regazo. Él cambia el tenedor a su mano izquierda y deja caer un
brazo alrededor de la parte posterior de la silla de Brooke. Sus ojos me ruegan que
entienda. Estoy usándola como ella me está usando.

Lo entiendo, de verdad. Se trata de un hombre que perdió a su esposa y su mejor


amigo en un corto espacio de tiempo. Sé cómo se siente la pérdida, y si Brooke llena los
espacios vacíos de Callum, entonces es buena para él.

Pero no necesito verlos en acción.

—Voy dentro para… —Ni siquiera me molesto en acabar porque Brooke ha subido
sobre Callum. Miro con los ojos abiertos mientras extiende las manos a ambos lados,
tirando de sus orejas como si fuera un caballo de batalla.

—No aquí, Brooke. —Sus ojos parpadean hacia mí.

Comienzo a caminar de manera rápida, hacia la cocina. Detrás de mí, la oigo


tranquilizar a Callum.

—Tiene diecisiete años, querido. Probablemente sabe más de sexo que nosotros dos
juntos. Y si no lo hace, tus muchachos expondrán sus ojos inocentes lo suficientemente
pronto.

Eso me hace retorcer, pero cualquiera que sea el hechizo que Brooke ha soltado está
funcionando porque escucho a Callum gemir.
—Espera. Espera. Brooke.

Se ríe con voz entrecortada y luego la silla de Callum empieza a chirriar. Maldita
sea, es un gran patio.

Easton está saliendo de la cocina mientras escapo hacia el interior. Mira detrás de
mí, totalmente imperturbable por lo que está pasando en el patio.

—Bienvenida al palacio Royal —dice. Una sonrisa traviesa se extiende por todo su
rostro y le grita—: No te olvides de envolverlo antes de tocarla. No necesitamos más
avariciosos hijos ilegítimos en esta familia.

Mi sonrisa se apaga inmediatamente. —¿Alguien le enseñe a ser un idiota o aparece


de forma natural?

Easton vacila por un momento, pero luego, como si Reed estuviera sentado en su
hombro, deja caer la mano a su entrepierna. —¿Por qué no vienes arriba y te voy a
mostrar lo bueno que soy en mi estado natural?

—Paso. —Camino con la mayor calma posible, y no empiezo a correr hasta que
llego a la escalera.

Una vez que estoy en la intimidad de mi habitación, enumero todas las razones por
las que no debo irme inmediatamente. Me recuerdo a mí mismo que no tengo
hambre. Tengo diez mil dólares en mi mochila. No me desnudo para hombres
codiciosos con billetes de un dólar apretados en sus manos sudorosas. Puedo manejar
dos años de insinuaciones sexuales y humillaciones personales de los chicos Royal.

Pero el resto de la noche me quedo en mi habitación, en la que paso el tiempo


buscando puestos de trabajo a tiempo parcial con la nueva MacBook brillante que
mágicamente apareció en mi escritorio. No hay transporte público fuera de la casa, pero
pasé una parada de autobús anoche que no estaba demasiado lejos. Tal vez un cuarto de
milla.

Al día siguiente, camino, y según mi reloj tardo diez minutos a un ritmo acelerado,
que se parece más a una milla y media. El horario de autobuses el domingo es lento de
sólo uno cada hora y se detiene a las seis. Cualquier trabajo que consigo tendrá que ser
más temprano los domingos.
De regreso a casa, Gideon pasa en un brillante auto. Su cabello está pegado a su
cara y tiene marcas rojas en el cuello. Si se tratara de cualquier otra persona, diría que
acaba de tener sexo, pero se ven muy enojado por eso. Tal vez se peleó con un mapache.

—¿Qué estás haciendo? —espeta.

—Caminar.

—Entra—. Se detiene y abre la puerta. —No deberías estar aquí sola.

—Parece un lugar agradable. —Las casas son grandes. Los céspedes son más
grandes. Además, sus hermanos no tuvieron ningún problema en dejarme en este
camino la otra noche—. El mayor peligro que he encontrado esta mañana es un mal
hombre grande tratando de atraerme a su camioneta. Lo bueno es que no soy tonta.

Una sonrisa reticente se esconde en la esquina de su boca. —No tengo ninguna


crema de caramelo o helado, lo que por defecto debería ser considerado seguro.

—No, sólo un secuestrador de mierda.

—¿Vienes o vamos a bloquear el tráfico domingo todo el día?

Echo un vistazo detrás de él y veo que otro auto viene. ¿Porque diablos no? Es un
corto viaje a la casa.

Gideon no dice nada durante el viaje, sólo se frota el brazo un par de veces. Unos
minutos más tarde, se detiene frente a la entrada y estaciona el autor.

—Gracias por el paseo, Gideon. —Cuando no me sigue dentro, Miro y digo hacia
la camioneta—. ¿No vienes?

Él mira hacia la casa. —No. Necesito un baño. Uno largo.

A continuación, se frota el brazo de nuevo como si hubiera suciedad en ella que


simplemente no puede sacar. Me atrapa mirando y frunce el ceño.

Quiero preguntar si algo pasó, pero la mirada que no invadir sobre su cara me hace
tragarme las palabras. Le doy una mirada de preocupación en su lugar, una
invitación. He visto esa mierda, trato de decir telepáticamente. Solo me da una mandíbula
apretada a cambio.
En mi cama hay otra nota de Callum. Me subo a la nube de color rosa y blanco y
me hago un ovillo junto a la cabecera de la cama para leer.

Lo de la cena de la noche anterior. No volverá a suceder. Durand te llevará a la escuela por la


mañana. Infórmale la hora.

PD: Tu auto viene en camino. Busqué exactamente el adecuado y el único con el color correcto
estaba en California.

Oh Dios, por favor, no dejes que sea de color rosa. Creo que voy a morir si se supone
que tengo que conducir el auto soñado de Barbie Malibú.

Me levanto de golpe de la cama. No puedo creer que esas palabras pasaran por mi
cabeza. Un auto es un auto. Estará agradecida de conducir uno. ¿A quién le importa de
qué color es? Si es de color rosa, me doblaré y besar el guardabarros de color de goma
de mascar.

Por Dios. Un fin de semana y ya me estoy convirtiendo en una niña mimada.


Traducido por Mae

la mañana siguiente, me levanto al amanecer. No voy a repetir mis errores


A de la fiesta. Hago a un lado todos los zapatos bonitos que Brooke compró
y encuentro un par de zapatillas de lona blanca. Las combino con vaqueros
ajustados y una camiseta.

Mordisqueo mi labio. ¿Dejo la mochila aquí o la llevo conmigo? Si la llevo conmigo,


un chico idiota podría robarla. Si la dejo, uno de los Royal podría verla. Decido llevarla
conmigo, a pesar de llevar alrededor de diez grandes me hace sentir paranoica y
nerviosa.

Me encuentro con Callum en la cocina, se va a trabajar, y está sorprendido de


encontrarme tan temprano. Miento y le digo que me voy a encontrarme con Valerie para
desayunar, y se ve tan emocionado de que hiciera una amiga que creo que se va a hacer
pis en los pantalones.

Después de buscar una taza de café, me encuentro con Durand fuera de la casa dos
horas antes de que comience la escuela. —Gracias por haber accedido a llevarme.

Se limita a asentir.

Hago que me deje en una panadería que está a pocos minutos de la escuela, y al
momento en que entro, soy recibida por el olor más celestial. Detrás del mostrador está
una mujer de la edad de mi madre, con el pelo rubio recogido en un apretado, moño de
estilo ballet.

—Hola, cariño, ¿qué puedo hacer por ti? —pregunta ella con sus manos posadas
sobre el mesón.

—Soy Ella Harper y me gustaría solicitar el trabajo de auxiliar. ¿El anuncio decía
que permite horas escolares? Voy a Astor Park.
—Hmm, ¿una estudiante con beca? —No la corrijo porque es sobre todo cierto. Soy
una beneficiaria de la beca Callum Royal. Aguanto la respiración mientras me
inspecciona—. ¿Tienes experiencia horneando?

—Ninguna —admito—. Pero aprendo rápido y voy a trabajar más duro que
cualquier otra persona que haya contratado alguna vez. No me importan los días largos
o venir temprano o tarde.

Ella frunce los labios. —No soy fan de contratar estudiantes de secundaria. Pero...
podría darte una oportunidad. Una semana. Vas a tener que servir a tus
compañeros. ¿Será un problema?

—Absolutamente no.

—Algunos de esos niños Astor Park puede ser difíciles.

Traducción: la escuela está llena de idiotas.

—Una vez más, la clientela no es un problema para mí.

Ella suspira. —Todo bien. Realmente es necesario otro lado. Si te presentas para los
próximos seis días a tiempo y trabajas todas tus horas programadas, el trabajo es tuyo.
—Le doy sonrisa, y ella se lleva una mano al corazón—. Cariño, deberías haber
sonreído antes. Transforma completamente tu cara. De hecho, cuanto más sonrías, más
propinas recibes. Recuerda eso.

Sonreír no es natural en mí. De hecho, duele. Mi cara está tan poco acostumbrada
a ello, pero sigo sonriendo porque quiero gustarle a esta agradable señora.

—Comienzo a hornear a las cuatro, pero te espero las cinco y media. Te necesito
todas las mañanas durante la semana de trabajo, hasta que las clases comiencen. Y los
jueves y viernes tendrás que volver después de la escuela y el trabajo hasta cerrar, ¿son
ocho horas eso interfieren con tus actividades después de la escuela?

—No.

—¿Ni siquiera el viernes?

—Estoy más interesada en este trabajo que cualquier otra cosa que haga la escuela
en viernes por la noche.
Ella me da otra sonrisa. —Todo bien. Escoge un bollo y luego te voy a hacer un
café. Mi nombre es Lucy, por cierto. Y la fiebre comienza en aproximadamente una
hora. Puedes cambiar de opinión después de ver que casa de locos puede ser.

Lucy tiene razón, la panadería está repleta, pero no me importa la prisa. El ruido
detrás del mostrador y servir productos horneados durante dos horas me distrae de
preocuparme por lo que va a pasar cuando llegue a la escuela.

Me siento rara al llevar un uniforme, pero estoy segura de que voy a acostumbrarme
a él pronto. Me he dado cuenta que las otras chicas en la escuela han encontrado formas
de volver atractivo su atuendo. Como dijo Savannah, el largo de las faldas ha sido
alterado, y muchas de las chicas llevan casi la mitad de sus botones de la camisa
desabrochados para que puedan ver las copas de encaje de sus sostenes. No estoy
interesada en llamar la atención sobre mí, por lo que mi dobladillo queda en mi rodilla
y mi camisa abotonada permanece casi hasta mi cuello.

Tengo Precálculo, Estudios Empresariales, e Inglés en la mañana. Valerie no está


en ninguna de esas clases, pero Savannah está en las tres, y Easton se encuentra en la
clase de Inglés, pero se sienta en el fondo de la sala con sus amigos y no me dice una
palabra. No me importa. Espero que me ignore todo el semestre.

Ser ignorada parece ser el tema del día. Nadie me dice una palabra, excepto mis
maestros, y después de hacer varios intentos en la sonrisa a los niños en el pasillo y al
no obtener respuesta, que finalmente se rindió y pretender que no existe tampoco.

No es hasta el almuerzo que por fin veo una cara conocida. —¡Harper! Trae tu culo
por aquí. —Valerie me saluda sobre la barra de ensaladas en la cafetería.

En realidad, cafetería podría no ser la palabra correcta para describir esta sala
cavernosa. Las paredes son paneles de madera, las sillas están tapizadas de cuero, y el
área de alimentos se ve como un buffet de un hotel de lujo. En el borde opuesto de la
habitación hay interminables juegos de puertas dobles, todas abiertas y se abren a un
área comer al aire libre para los estudiantes que quieran sentarse afuera cuando el clima
es agradable. Ni siquiera es finales de septiembre, por lo que el sol está brillando y
supongo que podíamos sentarnos afuera, pero veo Jordan Carrington y sus amigas ahí,
así como Reed y Easton, y optar por permanecer en el interior.

Valerie y yo cargamos nuestras bandejas con comida y encontramos una mesa vacía
en la esquina de la habitación. Echo un vistazo alrededor, dándome cuenta de que todos
los estudiantes parecen más grandes. —¿No hay estudiantes de primer año? —pregunto.
Ella niega con la cabeza. —Su almuerzo es una hora antes.

—Bueno. —Meto el tenedor en la pasta y sigo mirando alrededor. Nadie me


mira. Es como si Valerie y yo no existiéramos.

—Tienes que acostumbrarte a tu capa de invisibilidad —dice Valerie—. En


realidad, debes usarla como una insignia de honor. Eso sólo significa que las perras ricas
no les importas lo suficiente como para atormentarte.

—¿Cuál es su idea de tormento?

—Lo normal. Pintura, mierda grosera en tu armario, hacerte caer, destrozarte en


línea. Jordan y sus secuaces no son muy creativas.

—Así que ella es la equivalente de Reed en mujer, ¿eh?

—Sip. Y si fuera por ella, iría de su brazo todos los días y lo follaría todas las noches,
pero por desgracia, mi pobre prima no atrapa a su hombre.

Rio. —¿Cómo es que sabes todo acerca de todo el mundo?

Valerie se encoge de hombros. —Miro. Escucho. Recuerdo.

—Todo bien. Entonces dime más sobre los Royal. —Siento que sueno tonta, pero
después de todos mis roces con los hermanos Royal, he llegado a la conclusión de que
tengo que armarme de munición contra ellos.

Mi nueva amiga se queja. —Oh, no, no me digas que te gusta uno de ellos ya.

—Ew. Nunca. —Me esfuerzo por no pensar en la forma en que mi corazón late cada
vez que Reed Royal entra en una habitación. No me estoy enamorando del hombre,
maldición. Es un imbécil y yo quiero tener nada que ver con él—. Sólo quiero saber a
quien me enfrento.

Ella se relaja. —Bueno. Bien. Ya te dije sobre Easton y Claire. Uno de los gemelos
tiene una novia, el otro es una puta al igual que sus hermanos mayores. Reed, no estoy
seguro. La mitad de las chicas en esta escuela afirman haber dormido con él, pero quién
sabe si eso es cierto. Sólo una conozco lo ha hecho y es amiga de Jordan, Abby confía
en mí, mi prima no estaba contenta.
—¿Qué más? ¿Escándalos? ¿Rumores? —Me siento como un detective interrogando
a un sospechoso.

—Su padre tiene una novia barata. Creo que han estado juntos por un par de años.

El recuerdo de Callum y de Brooke toqueteándose en la cena aparece en mi


mente. —Lo sé todo sobre la novia —digo con un suspiro.

—Está bien... qué otra cosa... su madre murió hace un tiempo. —Valerie baja la
voz—. De una sobredosis.

Mi respiración se detiene. —¿De verdad?

—Oh sí. Estuvo en las noticias y en los periódicos. Supongo que le recetaron
pastillas para dormir o algo, pero interfería con algún otro medicamento que estaba
tomando. Realmente no conozco los detalles, pero creo que su médico estaba siendo
investigado por arruinar la prescripción.

A pesar de mí mismo, mi corazón sufre por los Royal. Hay fotos de su madre en la
repisa de la chimenea en el salón. Era una bonita morena con el tipo de aspecto
ojos. Cada vez Callum la menciona, el dolor llena sus ojos, lo que me dice que realmente
la amaba.

Me pregunto si era cercana a sus hijos, y de repente me siento muy mal por Reed y
sus hermanos. Nadie debería nunca perder a su mamá.

Dado que Valerie, cambiamos de tema y le informamos acerca de mi nuevo


trabajo. Ella promete venir por después de la escuela dos veces por semana para
molestarme, y pasamos el resto del período de almuerzo de risa y llegar a conocerse
más. En el momento de dejar las bandejas, he decidido que definitivamente la voy a
mantener como un amigo.

—No puedo creer que tengamos cero clases juntos —se queja a medida que dejamos
la cafetería—. ¿Qué diablos, muchacha? ¿Quién te obligó a inscribirte para todas
aquellas clases de matemáticas, ciencia y negocios? Deberías estar tomando Habilidades
de la Vida conmigo. Estamos aprendiendo a solicitar tarjetas de crédito.

—Las elegí. Estoy aquí para aprender, no para perder el tiempo.

—Nerd.
—Mimada.

Nos separamos fuera de mi clase de química. Ya hemos intercambiado números en


el almuerzo, y prometió enviarme un mensaje más adelante, luego, se va.

Cuando entro en el laboratorio de química, el profesor se levanta de su escritorio


como si hubiera estado esperando. Es del tamaño de un hobbit, con una barba espesa
que parece estar tratando de devorar a su rostro. Se presenta como el señor Neville.

Trato de no mirar a los otros estudiantes, pero mi mirada ya ha escogido a Easton


en una de las mesas. Él es el único estudiante sin nadie junto a él. Mierda. Eso no es
bueno.

—Es un placer conocerte, Ella —dice el señor Neville—. Vi tu transcripción anterior


y estuve impresionada por tus notas de ciencias anteriores.

Me encojo de hombros. Matemáticas y ciencia son fáciles para mí. Sé que tengo mi
talento para bailar mi madre, pero ya que apenas podía calcular un porcentaje de propina
en la cabeza cuando íbamos a comer, siempre me he preguntado si obtuve mi aptitud
para los números de mi padre. Steve, el piloto SEAL de la Marina/multimillonario.

—De todos modos, el señor Royal se contactó con el director este fin de semana y
pidió que te emparejan con Easton este semestre. —Neville baja la voz—. Easton podría
aprender algo de disciplina, y tiene sentido que sean compañeros de laboratorio. Podrán
estudiar juntos en casa.

Oh alegría. Reprimo un suspiro y me dirijo a la mesa de Easton, donde dejo caer mi


mochila debajo de la mesa y me siento en la silla junto a la suya. No se ve feliz de verme.

—Joder —murmura.

—No me mires —murmuro en respuesta—. Esta fue idea de tu padre.

Él mira al frente, marcando un músculo en su mandíbula. —Por supuesto que lo


fue.

A diferencia de mis clases de la mañana, Química parece no acabar nunca, pero es


probablemente porque Easton se sienta allí con el ceño fruncido el noventa y nueve por
ciento de las veces. El otro uno por ciento, me da una sonrisa arrogante mientras se
inclina hacia en su silla y me ordena mezclar la solución que necesitamos para los
cristales.

Al segundo que suena el timbre, estoy fuera de mi silla y con ganas de escapar de
mi malhumorado hermano.

Corro, lista para llegar a mi siguiente clase, pero luego recuerdo que necesito para
hacer una parada rápida en mi casillero para agarrar mi libro de texto. Todos los cursos
que estoy tomando son avanzados y vienen con textos de mil páginas. No fui capaz de
meterlos todos en mi mochila.

Afortunadamente, mi casillero está cerca y también la clase de Historia Mundial.

Por desgracia, Jordan Carrington y sus amigas están en la esquina antes de que
puedan alcanzar mi casillero.

Las cuatro se detienen y sonríen cuando me ven. Ninguna de ellas saluda. Lo que
sea. No saludo tampoco, y trato de no sentirme cohibida mientras camino por delante
de ellos. Puede ser que sean perras, pero son hermosas perras. Todos los chicos en el
pasillo las mira, incluyendo Easton, que perezosamente sale de la clase de química y se
acerca a las chicas.

El grupo se detiene en el banco casillero, y Jordan susurra algo al oído de Easton,


sus uñas cuidadas se apoyan en la parte superior de su brazo.

Se encoge de hombros, haciendo que su chaqueta de color azul marino se apriete en


sus anchos hombros. Es innegable que es el chico más caliente en un radio de cinco
millas, aunque los dos tipos que se le unen no son difíciles de mirar.

Los ignoro mientras llego a mi casillero y giro la cerradura de combinación. Dos


clases más y luego la escuela terminará y las miradas se detendrán. Voy a volver a la
mansión y hacer mi tarea, luego ir a dormir. Mantenerme ocupada y bloquear la
basura. Ese es mi nuevo lema y lo cumpliré.

Estoy aliviada cuando la cerradura abre en el primer intento. No estaba segura de


tener la combinación correcta, pero la puerta del armario se abre fácilmente y…

Una montaña de basura cae.


Estoy tan sorprendida que chillo, a continuación, maldigo por ello. La risa resuena
detrás de mí, y cierro los ojos, deseando que el calor en mis mejillas se vaya.

No quiero que vean mi rubor.

No quiero que sepan que este apestoso, lío de basura en mis pies me ha afectado de
alguna manera.

Pateo una cáscara de plátano y respiro por la boca para que el hedor de alimentos
descompuestos no me haga lagrimear. El suelo está lleno de artículos incluso más
desagradables que los productos en mal estado, pañuelos usados, servilletas, un tampón
con sangre...

No lloraré.

La risa no muere. La ignoro. Sólo recojo el libro de texto de Historia Mundial de la


estantería inferior de mi armario de tamaño completo. Entonces quito el fajo de
periódicos desmenuzados pegados al pestillo y cierro la puerta.

Cuando me doy la vuelta, todos los ojos están puestos en mí. Sólo busco un par,
Jordan, de almendra y marrón brillante con malicia. Me saluda con la mano.

Cuadro mis hombros y meto mi libro bajo el brazo. Un tipo alto con rizos castaños
ríe mientras comienzo a caminar. Oh Dios mío. Hay una toalla sanitaria pegada a mi
zapato. Trago mi vergüenza, pateo la toalla, y sigo caminando.

Easton lleva una expresión de aburrimiento mientras me acerco.

Me detengo frente a Jordan, con una ceja arqueada, mi propia sonrisa formándose
en mis labios. —¿Eso es todo lo que tienes, Carrington? ¿Soy basura? Tsk-Tsk. Estoy
decepcionada de tu falta de creatividad.

Su ojos brillan, pero ya estoy alejándome como si no me importada el mundo.

Otro punto para el equipo visitante. Más o menos. Porque soy la única que sabe lo
cerca que estoy de estallar en lágrimas.
Traducido por Mae

P
aso el resto del día sin llorar, pero una parte de mí quiere volverse Carrie con
estos chicos hasta que miren la basura en el armario como el día más fácil
de su vida.

Valerie me envía un mensaje durante la clase. ¿Sts bn? Oí dl casillero. Jordan es una
idiota.

Estoy bien, respondo. Fue una estupidez y como dijiste. Sin creatividad. ¿Basura? ¿Robó eso
de una serie de Disney?

¡Ja! No digas eso. Estará obligada a pensar en algo peor

Dmasiado tarde.

¡Voy a dejar flores en tu tumba!

Gee gracias. Guardo el teléfono cuando el profesor mira en mi dirección. Una vez
que la campana suena para informarnos que la clase ha terminado, meto todo en mi
mochila y camino hacia el exterior, con la esperanza de que Durand esté esperando y
pueda escapar a la habitación de princesa. El rosa y el blanco me han ganado.

El estacionamiento está lleno de ruido, gente y autos caros, pero sin Durand.

—Harper. —Valerie aparece por encima de mi hombro derecho—. ¿No te vinieron


a recoger?

—No, no lo veo.

Chasquea su lengua con simpatía. —Me ofrecería a llevarte, pero no creo que desees
estar en el mismo auto que Jordan.

—Tendrías razón en eso.


—Debes irte. Una vez que la escuela está cerrada, puede ser ruda.

—Aquí, ¿en plena luz del día? —Eso es alarmante.

La frente de Valerie se arrugas de preocupación. —Jordan tiene momentos de


astucia. No tienes que subestimarla.

Aprieto mis manos en la mochila y me doy una palmada interna por llevar tanto
dinero en efectivo. Tiene que haber un lugar en la pila de ladrillos Royal donde puedo
ocultar esto.

—¿Por qué se sale con la suya? Savannah Montgomery me dijo que todo el mundo
aquí es especial. ¿Por qué es la líder Jordan si todo el mundo tiene algo único que ofrecer?

—Conexiones —responde Valerie sin rodeos—. Los Carringtons no son parte de la


cifra de diez como los Royal, pero conocen a todos. Han hecho negocios con
celebridades, la realeza. La tía de Jordan por parte de su padre se casó con un conde
italiano. De hecho, tenemos que referirnos a ella como señora Perino si se presenta para
Navidad.

—Eso es irreal.

—Así que Jordan es, por extensión —se interrumpe—. Espera. Aquí viene.

Me preparo mientras Jordan se pasea hacia nosotros. Como todo alfa, tiene una
manada de detrás de ella. Se ven como un comercial de dentífrico, de blancos y brillantes
dientes y pelo largo y recto detrás de ellas.

—Si te hace sentir mejor, el pelo de Jordan tiene un montón de ondas y tiene que
pasar una hora cada mañana planchándolo —murmura Valerie en voz baja.

Valerie no tiene ninguna mierda decente en Jordan? Debido a que pasar demasiado
tiempo en su pelo realmente no es un gran desaire.

—Me siento muy superior ahora —digo con sequedad.

Valerie me da una sonrisa peculiar y desliza su mano alrededor de mi brazo en


apoyo moral.
Jordan se detiene cerca de dos metros de mí y olfatea. —Apestas —me informa—
. Y no es trata por la basura en tu casillero. Eres tú.

—Gracias por el aviso. Creo que voy a empezar a ducharme dos veces al día en
lugar de una sola vez —le digo con dulzura, pero por dentro estoy preocupada, por si en
verdad apesto. Eso sería aproximadamente igual de malo que llevar una toalla sanitaria
utilizada en mi zapato.

Ella suspira y voltea su pelo sobre un hombro. —Es el tipo de olor que ninguna
cantidad de duchas lavará. Ya ves, eres una fácil.

Miro a Valerie con una pregunta. Ella pone los ojos en respuesta.

—Está bien, entonces —contesto alegremente—. Es bueno saberlo. —Jordan quiere


que parezca estúpida, así que lo mejor que puedo hacer es no dejarme arrastrar en su
juego. Pero mi no-reacción no la detendrá. Ella sólo sigue hablando, probablemente
porque le gusta oírse hablar.

—Las fáciles siempre van a oler a desesperación.

Bueno, me tiene allí. Es más o menos el perfume de un club de desnudistas.

Me obligo a encogerme de hombros. —No sé lo que significa fácil en perra, pero


asumo que es malo. Lo que no entiendo es por qué crees que me importa tu opinión de
mí. El mundo es muy grande, Jordan. Que tires basura en mi armario o me insultes no
va a importar en dos años. Diablos, poco importa hoy.

Su boca se abre y Valerie gira su cara en mi brazo para sofocar una risa.

No sé cuál habría sido la respuesta de Jordan, porque hay una conmoción detrás de
mí. La gente se mueve, y sé que está de pie detrás de mí antes de que los perfectos labios
rojos de Jordan formen su nombre.

—Reed —suspira—. No te había visto.

Hay una incertidumbre en su voz que me sorprende. Me pregunto cuál es


exactamente el decreto anti-Ella de Reed, y hago una nota mental para preguntarle a
Valerie.
—¿Terminaste? — pregunta, y no estoy seguro de si está hablándome a mí, o
Jordan. Por la forma en que sus ojos miran a un lugar por encima de mi cabeza, no está
segura tampoco.

—Me preguntaba si querías revisar nuestra asignación de Inglés —dice finalmente.

—Lo terminé —responde lacónicamente.

Jordan cierra sus labios. Eso es una bofetada para ella y todos lo sabemos. Casi me
siento mal por ella... casi.

—Hola, Reed —una voz más suave y diferente interviene. Proviene de una chica de
aspecto delicado cuyo cabello rubio dorado está atrapado en trenzas que se envuelven
alrededor de su cabeza como una corona. Sus ojos azul aciano están cubiertos por
pestañas ridículamente largas, que se mueven como plumas mientras espera la respuesta
de Reed.

—Abby —dice, toda su cara se ablanda—. Me alegro de verte.

La mitad de las chicas en esta escuela afirman haber dormido con él, pero quién sabe si eso es
cierto. Sólo una que conozco lo ha hecho y es amiga de Jordan, Abby.

Así que esta es la chica que atrapó a Reed, al menos una vez. Puedo ver porque. Ella
es maravillosa. También Jordan, pero Abby es suave en una forma que Jordan no
es. ¿Esto es lo que le gusta Reed? ¿Niñas suaves que hablan con sus pies? No es de
extrañar que él no esté interesado en-espera, ¿qué estoy pensando? No me importa si
Reed está interesado en mí. Es bienvenido a tener todas las chicas pálidas, idealistas
como Abby que quiera.

—Te he echado de menos —dice, y el anhelo en su voz nos hace sentir incomodos.

—Ha sido un verano muy ocupado —responde Reed, empujando las dos manos en
sus bolsillos. Él no está mirando los ojos de Abby, y su tono tiene un aire de finalidad.

Ella lo escucha, también, y sus ojos brillan. Podría haber terminado para Reed, pero
es dolorosamente obvio que Abby no ha seguido adelante. Como que me siento mal por
ella.
Cuando Reed pone su mano pesada en mi hombro, casi salto. Y que no se pierda
las miradas maliciosas de las chicas de pasta de dientes o la expresión herida en la cara
de Abby. Si Reed Royal toca a alguien, no se supone que sea yo.

Murmura. —¿Estás lista, Ella?

—Ahhh, ¿supongo?

Todo este enfrentamiento hace que mi hombro pique, por lo que no discuto cuando
Reed me dirige hacia la camioneta de Easton. Cuando llegamos a ella, me suelto de
Reed. —¿Dónde está Easton?

—Volverá con los gemelos.

—¿Me acabas de usar para alejarte de tu ex? —pregunto mientras abre la puerta y
me empuja dentro.

—Ella no es mi ex. —Él cierra la puerta.

Mientras Reed redondea la parte delantera del camión, veo a Valerie saludarme con
una sonrisa enorme en su cara. Detrás de ella, Jordan frunce el ceño. Abby se ve como
un cachorro apaleado.

—El cinturón de seguridad —ordena Reed mientras enciende la camioneta.

Hago lo que dice porque es seguro, no porque él me lo dijo.

—¿Dónde está Durand? —Me despido de Valerie, quien me da el visto


bueno. Espero Jordan no viera eso o Valerie puede encontrarse mudándose de su
habitación adecuada a cierto armario en el sótano—. ¿Y por qué me estás llevando?

—Quería hablar contigo. —Hace una pausa por un instante—. ¿Estás tratando de
avergonzar a la familia?

Sorprendida, me vuelvo en mi asiento para mirarlo y tratar de no darme cuenta de


lo sexy que se ven sus fuertes antebrazos mientras agarra el volante con frustración.

—¿Crees que puse basura en mi propio armario? —pregunto con incredulidad.

—No estoy hablando de la mierda de Jordan. Me refiero a tu trabajo en la panadería.


—En primer lugar, ¿cómo sabes acerca de eso, señor acosador? Y en segundo lugar,
¿cómo es eso remotamente embarazoso?

—En primer lugar, tengo práctica de fútbol en las mañanas. Vi a Durand dejarte allí
—dice entre dientes—. Y en segundo lugar, implica que no estamos cuidando de ti. En
el almuerzo alguien preguntó si Callum compró la panadería y es por eso que la nueva
Royal está trabajando allí.

Vuelvo a caer en el asiento y cruzo los brazos. —Bueno, caramba, lamento tanto
que tuvieras que responder a una pregunta incómoda en el almuerzo. Eso debe haber
sido tan inconveniente. Mucho más inconveniente que ser golpeada en la cara con un
tampón volando desde tu armario.

Cuando sonríe, enloquezco. Toda la frustración y el dolor sale de mí. Estoy cansada
de jugar a la buena, chica tranquila. Me levanto de rodillas, me acerco y le doy un golpe
en la parte superior de la cabeza.

—Mierda —maldice—. ¿Qué demonios fue eso?

—¡Eso es por ser un idiota! —Le pego de nuevo, con el pulgar escondido y nudillos
afuera, como el antiguo novio de mi madre me enseñó.

Reed me empuja, con fuerza, contra la puerta del pasajero. —¡Siéntate de una puta
vez! Vas a hacer que choquemos.

—¡No voy a sentarme! —Me acerco a él de nuevo—. ¡Estoy cansada de ti y tus


insultos y tus terribles amigos!

—Tal vez si fueras sincera conmigo, calmaría a los perros. ¿Cuál es tu juego? —Él
me fulmina con la mirada, uno largo brazo todavía me empuja lejos de él.

Trato de encontrar mi camino a él, lanzando mis brazos, pero atrapo nada más que
aire. —¿Quieres saber cuál es mi juego? ¡Mi juego es conseguir un diploma e ir a la
universidad! ¡Ese es mi juego!

—¿Por qué has venido aquí? Sé que tomaste dinero de mi padre.

—¡Nunca pedí tu padre que me trajera aquí!

—No te resististe mucho —espeta—. Si es que te resististe.


La acusación duele, en parte porque es cierto, pero también porque es injusto.

—Sí, no me resistí, porque no soy una idiota. Tu padre me ofreció un futuro, y sería
la persona más estúpida del planeta al no tomarlo. Si eso me convierte en una
aprovechada o un buscador de oro, entonces está bien, supongo que lo soy. Pero al
menos no soy el tipo de persona que hace a alguien caminar dos millas en la oscuridad,
en un lugar extraño.

Observo con satisfacción como un destello de remordimiento aparece en sus ojos.

—Así que admites que no tienes vergüenza —murmura.

—Sí, no tengo ningún problema en admitir que no tengo vergüenza —respondo—


. La vergüenza y principios son para las personas que no tienen que preocuparse por las
pequeñas cosas, como cuánto puedo comprar por un dólar para alimentarme todo el día
o poder pagar las facturas médicas de mi madre o comprar algo de hierba para que pueda
tener una hora sin dolor. La vergüenza es un lujo.

Vuelvo a caer, exhausta. Dejo de tratar de luchar contra él. Es imposible de todos
modos. Es demasiado fuerte. Maldita sea.

—No has acaparado el dolor. No eres el único que perdió a su madre. Oh, pobre
Reed Royal —me burlo—, se ha convertido en un idiota porque perdió a su mamá.

—Cállate.

—No, tú te callas.

Antes de que las palabras, incluso salgan de mi boca, me doy cuenta de lo ridículos
que estamos siendo y comienzo a reír. Hace un minuto, nos gritábamos como niños de
cinco. Me río tanto que me lloro. O tal vez estuvo llorando todo el tiempo y sonaba
como una risa. Me agacho y coloco mi cabeza entre mis piernas, porque no quiero que
Reed vea que me ha roto.

—Deja de llorar —murmura.

—Deja de decirme qué hacer —lloro.

Finalmente, se calla y me las arreglo para controlarme de nuevo en el momento que


pasamos por la puerta y la entrada lateral. ¿Realmente dije que no tenía vergüenza? Eso
no es del todo cierto. Y estoy mortificada por haber llorado durante cinco minutos frente
a Reed Royal.

—¿Terminaste? —pregunta después de que frene y apague el motor.

—Que te jodan —digo con cansancio.

—Quiero que dejes de trabajar en la panadería.

—Quiero que a Jordan le crezca un corazón durante la noche. Sin embargo, no


siempre conseguimos lo que queremos, ¿verdad?

Hace un ruido de frustración. —A Callum no le va a gustar.

—¡Oh Dios mío! Estás constantemente cambiando las reglas. Mantente alejada de
mí, Ella. Entra en el auto, de Ella. No dejes sin dinero a mi padre, de Ella. No consigas
un trabajo, de Ella. No sé lo que quieres de mí.

—Eso hace dos de nosotros —dice oscuramente.

Ni siquiera quiero hablar de eso. Así que abro la puerta de la camioneta y salgo.

El diablo dentro de mí se mueve, supongo, así que puede ahorrar un poco cara, y
me gire bruscamente. —Ah, ¿y Reed? No me utilices como una cubierta, cuando no
enfrentar a una ex.

—Ella no es una ex —ruge detrás de mí.

No debería encontrar esas palabras tan satisfactorias, pero lo hago.


Traducido por Mae

A l segundo en que entro, me apresuro a subir las escaleras y me encierro en


mi habitación. Tiro mis libros en la cama y agarro la primera tarea que veo,
pero es difícil concentrarme en mi tarea cuando estoy todavía tan enojada
y avergonzada por lo que acaba de ocurrir entre Reed y yo.

La parte racional de mi cerebro entiende de donde vino mi arrebato. Hace menos


de una semana fui apartada de raíz toda mi vida. Callum me arrancó de Kirkwood y me
trajo a esta ciudad extraña y su casa de lujo para enfrentarme con sus hijos idiotas. Los
hermanos Royal no han hecho más que antagonizarme desde que estoy aquí. Sus amigos
me avergonzaron en esa estúpida fiesta y me humillaron en la escuela hoy. Y a pesar de
todo, Reed Royal está soltando sus reglas de oro y luego las cambia cada dos segundos.

¿Qué chica normal de diecisiete años, no enloquecería?

Pero esa otra parte de mí, la que trata de protegerme a toda costa al esconder mis
emociones... esa parte me grita por permitirme llorar delante de Reed. Por dejarle ver
cuán débil y vulnerable me siento en este nuevo mundo al que he sido lanzada.

Me odio por ser débil.

De alguna manera me las arreglo para terminar mis tareas, pero ahora son las seis y
mi estómago se queja.

Dios, no quiero bajar. Ojalá pudiera pedir servicio de habitaciones. ¿Por qué este
sitio no tiene servicio de habitación? Es más o menos un hotel ya.

Dejar de esconderte de él. No le des la satisfacción.

Si me salto la cena, Reed sabrá que ganó, y no puedo dejarlo ganar. No voy a dejar
que me rompa.
Aún así, incluso después de decidir afrontar al idiota, me quedo allí. Tomo una
ducha larga y lavo mi pelo, a continuación, me pongo un par de diminutos calzoncillos
negros y una floja camiseta roja. Entonces me cepillo el pelo mojado. Luego reviso mi
teléfono para ver si Valerie envió un mensaje. Entonces…

Bueno, basta de dilaciones. Mi estómago vacío está de acuerdo, resonando todo el


camino por la escalera de caracol.

En la cocina, encuentro a uno de los gemelos en la estufa, revolviendo con una


espátula lo que parece un fajo de fideos. El otro gemelo tiene la cabeza en la nevera,
hablando con su hermano.

—Que rayos. Creí Sandra regresó de sus vacaciones.

—Mañana —el otro responde.

—Gracias a la mierda. ¿Desde cuándo las amas de casa salen de vacaciones? Estoy
cansado de cocinar nuestras propias comidas. Debimos ir a cenar con papá y Reed.

Arrugo la frente mientras absorbo la información. Uno, ¿estos chicos han


sido tan malcriados, que ni siquiera pueden cocinar sus propias comidas? Y dos, ¿Reed
fue a cenar con Callum? ¿Callum apuntó una pistola en su cabeza?

El gemelo en la estufa me nota acechando en la puerta y frunce el ceño. —¿Qué


estás mirando?

Me encojo de hombros. —Sólo te veo quemar tu cena.

Su cabeza da vueltas a la sartén, y se queja cuando se da cuenta del humo que sale
de ella. —¡Maldita sea! Seb, ¡agarra un guante de cocina!

Por Dios, estos chicos realmente son inútiles. ¿Qué diablos planea hacer con el
guante de cocina?

La pregunta se responde sola cuando Sawyer se coloca el guante que su hermano le


lanzó y levanta la sartén por el mango, el cual, a menos que sea un sartén defectuoso,
no tendría un mango caliente. Veo a los chicos tratan de recuperar su cena, y no puedo
controlar una risita cuando el aceite caliente salta de la sartén y quema la muñeca
descubierta de Sawyer.
Él grita de dolor mientras su hermano apaga el quemador. A continuación, ambos
contemplan el pollo quemado y fideos con consternación.

—¿Cereal? —dice Sebastián.

Sawyer suspira.

Incluso con el terrible olor a quemado en el aire, mi estómago está gruñendo


todavía, por lo que me acerco hasta la pared de armarios y empiezo a agarrar
ingredientes mientras los gemelos me miran con recelo.

—Haré espaguetis —digo sin darme la vuelta—. ¿Quieren algo?

Hay un largo silencio antes de que uno de ellos murmure sí. El otro hace lo mismo.

Cocino en silencio mientras se sientan a la mesa como los perezosos, Royal que son,
ni uno ofrece ayudarme. Veinte minutos más tarde, los tres estamos comiendo nuestra
cena. Sin decir una sola palabra.

Easton entra al final de la comida, estrechando los ojos cuando me ve colocar mi


plato en el lavavajillas. Luego mira a la mesa, donde sus hermanos comen su segunda
ración de espaguetis.

—¿Sandra volvió de sus vacaciones?

Sebastián niega con la cabeza y se mete más pasta en la boca.

Su gemelo sacude la cabeza hacia mí. —Ella cocinó.

—Ella tiene un nombre —digo de manera cortante—. Y de nada por la cena. Idiotas
ingratos. —murmuro la última parte en voz baja mientras salgo de la cocina.

En vez de volver a mi habitación, voy a la biblioteca. Callum me la mostró el otro


día, y todavía temo por la gran cantidad de libros en la sala. Las estanterías empotradas
recorren todo el camino hasta el techo, y hay una antigua escalera que se puede utilizar
para llegar a los estantes superiores. En el otro lado de la habitación hay una acogedora
sala con dos sillones colocados delante de una chimenea moderna.

No tengo ganas de leer, pero me dejo caer en una de las sillas de todos modos,
aspirando el aroma de cuero y libros antiguos. A medida que mi mirada se desplaza a la
chimenea, mi corazón se acelera. Fotografías se alinean en la repisa de piedra, y una en
particular atrae mi atención. Es una foto de una Callum de aspecto joven en un uniforme
de la Marina, con su brazo colgado sobre el hombro de un hombre alto, rubio también
en uniforme.

Creo que es Steve O'Halloran. Mi padre.

Fijo la mirada en el rostro cincelado del hombre, los ojos azules que parecen
centellear con malicia cuando se encuentran con la lente de la cámara. Tengo sus ojos. Y
mi pelo es el mismo tono de rubio.

Cuando se oigo pasos detrás de mí, me giro para ver a Easton entrar en la biblioteca.

—Oí que intentaste matar a mi hermano hoy —dice arrastrando las palabras.

—Se lo merecía. —Le doy la espalda de nuevo, pero se acerca a mi lado, y por el
rabillo del ojo veo que su perfil es más duro que una piedra.

—Vamos a directos. ¿De verdad piensa que al aparecer del brazo de nuestro padre
todos estaríamos de acuerdo con ello?

—No vine del brazo de tu padre. Estoy bajo su tutela.

—¿Sí? Mírame a los ojos y dime que no estás follando a mi padre.

Por el amor de Dios. Apretando los dientes, me encuentro con su mirada hosca y
digo: —No me estoy follando a tu padre. Y ew por sugerirlo.

Se encoge de hombros. —No es un secreto. Les gustan jóvenes.

Eso es, obviamente, una referencia hacia Brooke, pero no hago ningún comentario
sobre ello. Mi mirada se desplaza de nuevo a la imagen sobre la chimenea.

Easton y yo nos quedamos callados, durante tanto tiempo que me pregunto por qué
aún sigue aquí.

—Tío Steve era un jugador —dice finalmente—. Las chicas dejaban caer sus bragas
cuando entraba en una habitación.

Doble ew. Eso no es algo que haya querido saber sobre mi padre.
—¿Cómo era? —pregunto a regañadientes.

—Genial, supongo. No pasamos mucho tiempo con él. Siempre estaba encerrado
en el estudio de mi padre. Los dos se la pasaban allí hablando durante horas. —Easton
suena resentido.

—¿Aw, a tu papá le gustaba más mi papá que ustedes? ¿Es por eso que me odian
tanto?

Él rueda los ojos. —Hazte un favor y deja de provocar a mi hermano. Si sigues


provocándolo, saldrás lastimada.

—¿Por qué molestarte en advertirme? ¿No es eso lo que quieres, lastimarme?

Él no contesta. Solo se aparta y me deja en la biblioteca, donde continúo mirando


fijamente a la imagen de mi padre.

Me despierto a media noche con el sonido de una voz baja en el pasillo fuera de la
puerta de mi dormitorio. Estoy aturdida como el infierno, pero lo suficiente alerta para
reconocer la voz de Reed, y aunque estoy acostada, mis rodillas en realidad se sienten
débiles.

No lo he visto desde nuestra pelea en el auto. Cuando volvió de la cena con Callum,
ya estaba encerrada en mi habitación de nuevo, pero a juzgar por las pisadas iracundas
y puertas cerradas de golpe, estoy bastante segura de que la cena no fue tan bien.

No sé por qué salgo de la cama, o voy de puntillas hacia mi puerta. Espiar en


realidad no es mi estilo, pero quiero saber lo que está diciendo y a quién se lo está
diciendo. Quiero saber si se trata de mí, y tal vez es presumir, pero todavía necesito
saber.

—... La práctica de la mañana. —Easton habla ahora, y coloco el oído contra la


puerta para tratar de escuchar con más claridad—... Acordaste concentrarte hacia abajo
durante la temporada.

Reed murmura algo que no puedo distinguir.

—Lo entiendo, ¿de acuerdo? No estoy loco porque esté aquí tampoco, pera eso no
es razón para... —La oración de Easton se corta.
—No se trata de ella. —Oí eso en voz alta y clara, y yo no sé si me siento aliviado o
decepcionada de que lo que estén discutiendo no me involucre.

—... Entonces voy contigo.

—No —dice Reed bruscamente—... Iré solo esta noche.

¿Va a alguna parte? ¿A dónde diablos va tan tarde, y en una noche de escuela? La
preocupación se retuerce en mi interior, lo que casi me hace reír, porque, de repente,
¿me preocupa Reed Royal, el tipo al que ataqué en el auto?

—Ahora suenas como Gid —acusa Reed.

—Sí, bueno, tal vez...

Sus voces se silencian de nuevo, lo cual es frustrante porque sé que me perdí algo
importante.

Estoy tentada a abrir la puerta y evitar que Reed haga lo que está a punto de hacer,
pero es demasiado tarde. Dos pares de pisadas resuenan en la sala, y una puerta se
cierra. Entonces hay sólo un par de pasos, apenas audibles a medida que descienden las
escaleras.

Unos minutos más tarde, un motor retumba desde el patio, y sé que Reed se ha ido.
Traducido por Mae

A la mañana siguiente encuentro a Reed en el camino de entrada contra la


camioneta de Easton. Lleva zapatillas de deporte, pantalones cortos, largos
y una músculo que está abierta a los lados, y se ve más caliente de lo que
cualquier idiota tiene derecho. Tiene una gorra de béisbol sobre la frente.

Miro a mi alrededor, pero el auto negro no está a la vista. —¿Dónde está Durand?

—¿Pensabas ir a la panadería?

—¿Pensabas quemarlo, así que no mancho el apellido trabajando allí?

Él se queja con molestia.

Me quejo en respuesta.

Murmura. —¿Y bien?

Frunzo el ceño. —Sí, voy a trabajar.

—Tengo práctica de fútbol, así que si quieres venir, sugiero que entres en el auto
porque de lo contrario irás caminando. —Él abre la puerta del pasajero y luego se dirige
al lado del conductor.

Busco a Durand de nuevo. Maldita sea, ¿dónde está?

Cuando Reed enciende el motor, empiezo a moverme. ¿Qué daño puede realmente
hacer en un paseo de veinte minutos?

—Abróchate el cinturón —espeta.


—Acabo de subir. Dame un minuto. —Elevo la mirada y hago una pequeña oración
por paciencia. Reed no se mueve hasta que lo he abrochado—. ¿Tiene síndrome
premenstrual o sólo estás de un humor de mierda veinticuatro/siete?

Él no contesta.

Me odio por ello, pero no puedo dejar de mirarlo. No puedo evitar recorrer con mis
ojos el lado de su cara de estrella de cine, su oreja perfecta que está enmarcada por pelo
oscuro. Todos los Royal tienen distintos tonos de cabello castaño. Reed tiene el más
cercano al castaño.

De perfil, su nariz tiene una pequeña protuberancia y me pregunto cuál de sus


hermanos la rompió.

En realidad no es justo lo caliente que es este tipo. Y tiene toda esta aura de chico
malo que por lo general no me atrae, pero por alguna razón eso lo hace aún más
caliente. Supongo que me gustan los chicos malos.

Espera, ¿qué demonios estoy pensando? No me gustan los chicos malos, y no me


gusta Reed. Es el mayor idiota que he…

—¿Por qué me miras? —pregunta con molestia.

Empujo todos mis pensamientos locos y argumento: —¿Por qué no?

—Te gusta la manera en que me veo, ¿verdad? —se burla.

—No, sólo aprendo de memoria el perfil de un burro. Sabes, por si alguna vez me
hacen dibujar uno en arte, tendré un poco de inspiración —respondo con ligereza.

Gruñe y suena sospechosamente como una risa. Por primera vez en su presencia,
comienzo a relajarme.

El resto del viaje pasa rápido, casi demasiado rápido. Siento un poco de decepción
cuando la panadería está a la vista, lo que es terrible porque no me agrada este tipo.

—¿Me traerás cada día o simplemente esta mañana? —pregunto cuando frena en
frente de French Twist.

—Depende. ¿Cuánto tiempo piensas mantener la farsa?


—No es una farsa. Se llama ganarse la vida.

Salgo de la camioneta antes de que pueda administrar otra estúpida y cruel


respuesta.

—Oye —llama detrás de mí.

—¿Qué? —Me giro, y es entonces cuando obtengo mi primera visión completa de


su cara esta mañana. Mi mano vuela hasta cubrir la boca. El lado izquierdo de su cara,
una parte que ahora me doy cuenta me escondió todo el viaje, está golpeada. Su labio
está hinchado. Hay un corte sobre su ojo y una contusión en el borde superior de su
mejilla. —Oh, Dios mío, ¿qué te pasó?

Levanto los dedos hacia su cara, sin darme cuenta de que mis pies me llevaron de
la panadería de nuevo a la camioneta.

Se aparta de mi tacto. —Nada.

Mi mano cae inútilmente a mi lado. —No se ve como si fuera nada.

—Lo es para ti.

Con el rostro sombrío, se aleja rápidamente, dejándome preguntarme lo que hizo la


noche anterior y por qué me llamó hace un momento si no pensaba decir algo
importante. Sé una cosa. Si me hubieran golpeado tan duro en la cara, estaría enojada
la mañana siguiente, también.

A pesar de mi buen juicio, me preocupo por Reed a lo largo de mi turno de la


mañana en la panadería. Lucy me da algunas miradas de preocupación, pero dado que
trabajo duro, como había prometido, no dice nada.

Después de mi turno, me apresuro a llegar a la escuela, pero no veo a Reed. Ni en


el camino que conduce al gimnasio, ni en los pasillos, y ni siquiera en el almuerzo. Es
como si ni siquiera fuera a Astor Park.

Y cuando las clases han terminado, el gran auto de ciudad me está


esperando. Durand sostiene la puerta, impaciente, así que ni siquiera voy al
estacionamiento. Es mejor así, me digo. Nada bueno puede salir de pensar en Reed Royal.
Me regaño todo el camino a casa, pero a medida que atraviesa las puertas de hierro
forjado, Durand me da algo más en qué pensar.

—Al señor Royal le gustaría verte —su voz baja me informa cuando el auto se
detiene en los escalones de la entrada.

Me siento allí como un maniquí mientras proceso que el señor Royal significa
Callum. —Umm, está bien.

—Está en la casa de la piscina.

—La casa de la piscina —repito—. Me llaman a la oficina del director, Durand?

Sus ojos se encuentran con los míos en el espejo retrovisor. —No lo creo, Ella.

—Eso no es muy alentador.

—¿Quieres que me quede contigo un poco más?

—¿Todavía querrá verme?

Durand asiente.

—Entonces mejor me voy. —Suspiro de forma espectacular.

La esquina de sus ojos se levanta ligeramente en lo que se considera una amplia


sonrisa para él.

Dejo caer mi mochila al final de la escalera y luego voy a la parte posterior de la


casa, a través del patio largo, y al final del patio. La casa de la piscina está acristalada en
tres lados. Tiene que haber algún truco a las paredes porque a veces el lado más cercano
a la piscina es reflexivo en lugar de ver a través de él.

A medida que me acerco, me doy cuenta de que las paredes son en realidad una
serie de puertas deslizantes y que han sido abiertas, permitiendo que la brisa del mar
entre desde la costa hasta la casa.

Callum está sentado en un sofá frente al mar. Se da la vuelta cuando mis zapatos
raspan el suelo embaldosado.
Él asiente en señal de saludo. —Ella. ¿Tuviste un buen día en la escuela? —

¿Sin basura en mi armario? ¿Sin bromas en el baño de chicas? —Podría haber sido
peor —le contesto.

Hace un gesto para que me siente con él.

—Este era el lugar favorito de Maria —dice—. Cuando todas las puertas están
abiertas, puedes oír el océano. A ella le gustaba levantarse temprano para ver el
amanecer. Una vez me dijo que era como un espectáculo de magia cada mañana. El sol
dibuja una cortina negra como la tinta para revelar una paleta de colores más magnífica
que ni siquiera los más grandes maestros podrían evocar.

—¿Estás segura de que no era poeta?

Él sonríe. —Ella era poética. También decía que el empuje rítmico y el aflojar de las
olas contra la costa era una partitura musical tan puro como la orquesta más brillante.

Lo escuchamos, el tintineo mientras las mareas arrastran la arena luego se deslizan


hacia atrás como arrastrados por una mano invisible. —Es hermoso —admito.

Un gemido escapa de la garganta de Callum. En una mano, agarra el vaso de whisky


de costumbre, pero en la otra, agarrada con tanta fuerza que sus nudillos son de color
blanco, tiene una imagen de una mujer de pelo oscuro y los ojos tan brillantes que es
como el sol brillando.

—¿Es esa Maria? —Señalo al marco.

Traga y asiente. —Bella, ¿verdad?

Asiento en respuesta.

Callum inclina su cabeza y vacía el vaso de un trago rápido. Apenas deja el vaso
antes de rellenarlo. —Maria era el pegamento que mantenía a la familia unida. Atlantic
Aviation pasó por un mal momento hace unos diez años. Una serie de decisiones
imprudentes, junto con la recesión pusieron el legado de mis hijos en peligro, y me
propuse salvarlo, lo que me llevó lejos de mi familia. Echaba de menos ver a
Maria. Siempre quiso una hija, ¿sabes?
Sólo puedo asentir. Es un poco difícil seguir este discurso inconexo. No tengo idea
de a dónde va con todo esto.

—Te habría amado. Te habría tomado de Steve y criado como suya. Quería tanto
una niña.

Me quedo quieta como una piedra. Nada de esta triste historia puede llevar a una
parte buena.

—Mis hijos me culpan de su muerte —dice de repente, sorprendiéndome con la


confesión inesperada—. Tienen razón para hacerlo. Es por eso que dejo que hagan lo
que quieran. Ah, ya sé todo sobre sus pequeñas rebeliones, pero no me atrevo a decir
una sola palabra. Estoy tratando arreglarlo ahora, pero yo seré el primero en admitir que
soy un desastre. Y he arruinado esta familia. —Él se pasa una mano temblorosa por el
pelo, aun sosteniendo el vaso, casi como si el objeto de cristal fuese lo único que lo
mantiene atado a esta tierra.

—Lo siento —es todo lo que puedo pensar en decir.

—Probablemente te estás preguntando por qué te cuento todo esto.

—Un poco.

Él me da una sonrisa torcida, que me recuerda tanto a Reed que mi interior se


retuerce.

—Dina quiere conocerte.

—¿Quién es Dina?

—La viuda de Steve.

Mi pulso se acelera. —Oh.

—He estado conteniéndola porque acabas de llegar, y, bueno, quería que hablaras
conmigo sobre Steve. Ella y Steve tuvieron un final... —Se calla—. No fue bueno.

Mi guardián se calla. —Me da la sensación de que no me va a gustar lo que vas a


decir.
—Eres muy perceptiva. —Rápidamente se toma su segunda copa—. Ella está
exigiendo conocerte sola.

Así que ¿tengo que conocer a la esposa de mi padre muerto, a quien Callum odia
tanto que se atraganta de whisky?

Suspiro. —Cuando dije que mi día podría ser peor, no era un reto.

Él resopla. —Dina me recordó que mi conexión contigo es más tenue que la de


ella. Ella es la viuda de tu padre. Sólo soy su amigo y socio de negocios.

Un escalofrío recorre mi piel. —¿Estás diciendo que tu tutela no es de fiar?

—Es temporal hasta que la voluntad de Steve sea legalizada —admite—. Dina
podría oponerse.

No me puedo quedar sentada. Doy un salto y camino hasta el borde de la habitación,


mirando hacia el agua. De repente me siento tan estúpida. Me permití creer que podía
tener un hogar aquí, aunque Reed me odia, a pesar de que los estudiantes de Astor
Parque se deleitan atormentándome. Se supone que son molestias temporales. Callum
me ha prometido un futuro, maldición. ¿Y ahora que me está diciendo esta mujer Dina
puede arrebatarme ese futuro?

—Si no voy —digo lentamente—, entonces va a empezar a hacer problemas, ¿no es


cierto?

—Esa es una evaluación justa.

Decidida, me giro hacia Callum. —Entonces, ¿qué estamos esperando?

Durand nos lleva a la ciudad y se detiene frente a un edificio. Callum me dice que
va a esperar por mí en el auto, lo que sólo me pone más nerviosa.

—Esto es una mierda —digo rotundamente.

Él se estira para tocar mi brazo. —No tienes que ir.

—¿Qué otra opción tengo? ¿Puedo subir y seguir viviendo con los Royal, o
permanecer en el auto y dejar que me lleven? Nada bueno.
—Ella —me llama cuando salgo a la acera.

—¿Qué?

—Steve te quería. Cuando se dio cuenta que tenía una hija, se rompió. Te lo juro,
te habría amado. Recuerda eso. No importa lo que diga Dina.

Con esas palabras no tan alentadoras en mi oído, dejo que Durand me escolte hacia
el interior. El vestíbulo del edificio de Dina es precioso, pero el efecto de las paredes de
piedra, bonitas luces de cristal y molduras de madera profunda no me aturde como
hicieron la de los Royal.

—Ella está aquí para ver a Dina O'Halloran —le dice Durand a la recepcionista.

—Puede subir.

Durand me da un pequeño empujón. —Último ascensor. Pulsa el botón A para


ático.

El elevador de paneles de madera alfombrada está casi completamente en


silencio. No hay música, sólo un ligero zumbido mecánico para acompañar su
movimiento ascendente. Se detiene demasiado pronto.

Las puertas del ascensor se abren y salgo a un pasillo ancho, corto. Al final hay
puertas dobles. Mierda. ¿Vive en todo el piso?

Una mujer vestida con un traje de criada abre una de las puertas cuando me
acerco. —La señora O'Halloran la está esperando en la sala. ¿Puedo traerle una bebida?

—Agua —digo con voz ronca—. Me gustaría agua, por favor.

Mis zapatillas de deporte se hunden en la alfombra pesada mientras sigo a la criada


por el pasillo hacia la sala. Me siento como un pequeño cordero caminando hacia su
masacre.

Dina O'Halloran está sentada debajo de una gran pintura de una mujer desnuda. El
pelo de oro de la modelo es hacia abajo y está mirando sobre su hombro, ojos verdes se
estrecharon seductores ante el espectador. Es... oh mi Dios. La cara de la mujer es de
Dina.
—¿Te gusta? —pregunta Dina con las cejas levantadas—. Tengo otros en la casa,
pero este es el más conservador.

¿Conservador? Señora, puedo ver su culo en la imagen. —Es buena —miento. ¿Quién
tiene un montón de pinturas de desnudos de sí misma en su casa?

Comienzo a sentarme en la otra silla en la habitación, pero la voz aguda de Dina


me detiene.

—¿Te he dicho que te sientes?

Con las mejillas en llamas, me pongo rígida. —No. Lo siento. —Me quedo de pie.

Sus ojos me recorren. —Así que eres la chica que Callum dice es la hija de Steve. ¿Te
has hecho ya una prueba de paternidad?

¿Una prueba de paternidad? —Um. No.

Ella se ríe, un hueco y horrible sonido. —Entonces, ¿cómo sabemos que no eres la
bastarda de Callum que está tratando de hacer pasar por hija de Steve? Eso sería
conveniente para él. Siempre afirmó que era fiel a su pequeña esposa, pero sería una
evidencia directa de que no lo era.

¿La hija de Callum? Brooke había dado a entender lo mismo, pero Callum pareció
ofendido cuando lo dijo. Y mi madre dijo que mi padre era un hombre llamado
Steve. Tengo su reloj.

Aún así, me siento asqueada, así que enderezo los hombros con falsa confianza. —
No soy la hija de Callum.

—Ah, ¿y lo sabes de la forma?

—Debido a que Callum no es el tipo de hombre que ignora que tiene un hijo.

—¿Has estado con los Royal una semana y crees que los conoces? —Ella se burla,
luego se inclina hacia adelante, con las manos apretadas en los brazos de la silla—. Steve
y Callum eran viejos compañeros Seal. Compartieron más mujeres de lo que un jardín
de infancia comparte juguetes.

Me quedo aturdida con la boca abierta.


—No tengo ninguna duda de que tu puta madre folló a los dos —añade.

El insulto contra mamá me arranca de un estado de estupor. —No hables de mi


madre. No sabes nada acerca de ella.

—Sé lo suficiente. —Dina se reclina—. Era extremadamente pobre y trató de


sacarle dinero a Steve, tratando de chantajearlo. Cuando eso no funcionó, fingió que
tuvo una hija. Sólo lo que no sabía que Steve era estéril.

Las acusaciones de Dina están empezando a sonar como si estuviera lanzando un


montón de espaguetis húmedos en la pared y esperando que se peguen, algo así como
Jordan y sus tampones. Estoy un poco harta de esta mierda. —Entonces pide la prueba
de paternidad. No tengo nada que perder. Si soy una Royal, entonces seré capaz de
controlar una sexta parte de la fortuna Royal. Parece una oferta mejor que simplemente
ser la protegida de Callum Royal.

Mi bravuconería no le sienta bien a Dina, porque redobla su ataque. —¿Piensas que


Callum Royal se preocupa por ti? El hombre no pudo mantener viva a su esposa. Se
mató, en lugar de estar con él. Esa es la clase de persona a la que te aferras. ¿Y sus
chicos? Están ebrios de dinero y privilegios y les permite volverse locos. Espero que
bloquees la puerta por la noche.

Sin quererlo, mi mente salta a esa primera mañana cuando Easton metió la mano
dentro de sus pantalones y casualmente me amenazó. Aprieto los dientes. —¿Por qué
me pediste venir aquí? —Todavía no veo el punto de esta visita. Parece como si sólo
estuviera interesada en burlarse de mí e incomodarme.

Dina ofrece una fría sonrisa. —Sólo quería ver con lo que estoy lidiando. —Una
ceja hasta películas—. Y debo decir, no estoy muy impresionada.

Ya somos dos.

—Este es mi consejo —continúa—. Toma lo que Callum te ha dado y vete. Esa


casa es un cáncer para las mujeres, y algún día no serás nada más que polvo. Sugiero
que te vayas mientras puedas.

Ella se acerca y agarra una campana. Después de un sonido ligero, la dama se


presenta como un perro obediente. Sostiene una bandeja con un solo vaso de agua sobre
él.
—La señorita Harper está lista para irse —anuncia Dina—. Ella no necesita agua.

No puedo salir de allí lo suficientemente rápido.

Callum está esperando en el vestíbulo cuando me tropiezo al salir del ascensor. —


¿Estás bien? —pregunta inmediatamente.

Me froto las manos por los brazos. No puedo recordar la última vez que me sentí
tan fría.

—¿Es Steve realmente mi padre? —suelto—. Dime.

No se ve en absoluto sorprendido por la pregunta. —Sí, por supuesto —dice en voz


baja.

Callum se acerca en los brazos abiertos como si quisiera abrazarme, pero retrocedo,
totalmente sacudida por las revelaciones de Dina. No necesito su consuelo en este
momento. Necesito la verdad.

—¿Por qué debería creerte? —Creo las palabras cínicas de Dina—. Nunca me diste
una prueba de paternidad.

—¿Quieres una prueba? Bien, te voy a dar una prueba. —Parece cansado—. Los
resultados de ADN están en mi caja fuerte en casa. Dina, por cierto, ya los ha visto. Sus
abogados tienen una copia.

Estoy sorprendida. ¿Me mintió? ¿O es que el mentiroso en el pelotón? —¿Hiciste


una prueba de ADN?

—No te hubiera traído aquí a menos que lo supiera a ciencia cierta. Tomé un pedazo
de cabello de baño de Steve en la oficina, y mi investigador privado me dio una muestra
de los tuyos para compararlo.

Cómo fue... olvídalo, no quiero ni saber cómo llegó a sus manos mi ADN. —Quiero
ver los resultados de la prueba — exijo.

—Haz lo que quieras, pero créeme cuando digo que eres la hija de Steve. Sabía que
eras suya en el momento en que te vi. Tienes su mandíbula terca. Sus ojos. Te podría
haber escogido de cualquier alineación como hija de Steve O'Halloran. Dina está
enojada y asustada. No dejes que te afecte.
¿No dejar que me afecte? La mujer acaba de soltar suficientes bombas e
insinuaciones suficientes para hacer girar mi cabeza.

No puedo lidiar con esto ahora mismo. Nada de eso. Yo solo…

—Estoy lista para irme —digo, aturdida.

En el auto, no puedo encontrarme con los ojos preocupados de Callum. Las palabras
de Dina se reproducen una y otra vez en mi mente.

—Ella, cuando perdí a mi mujer pasé por una época oscura. —Es un reconocimiento
de lo que cree que Dina me dijo.

Respondo sin mirarlo. —¿Que época oscura? Creo que todavía estás allí.

Se sirve otro vaso. —Tal vez lo estoy.

El resto del viaje está lleno de silencio.


Traducido por Mae

i encuentro con Dina se queda conmigo durante tres días, corriendo por
M mi mente como si fuera una película retorcida. Lucy probablemente
piensa que contrató a un robot por toda la emoción que muestro. Me temo
que si muevo mi cara, voy a empezar a llorar. Pero no me despide porque aparezco cada
mañana y tarde a tiempo y trabajo sin quejarme.

Es un alivio trabajar. Cuando está lleno, me las arreglo para olvidar el desastre en
que mi vida se ha convertido. Y eso es mucho decir, teniendo en cuenta que huí a Seattle
para evitar los Servicios Sociales tratando de meterme en hogares de acogida y después
de pasar una semana en la carretera antes de quedarme en Kirkwood. Creí que falsificar
la firma de mi madre muerta en los documentos de la escuela era loco, pero eso no era
nada en comparación con los Royal y sus acompañantes.

Es más difícil evitar el tema en la escuela porque Val sigue preguntando que pasa.
Por mucho que adoro a Val, no creo que esté lista para escuchar toda esta basura, e
incluso si lo está... No estoy preparada para compartirla.

No importa que Callum me mostrara los resultados de ADN cuando llegamos a


casa esa noche, la duda siguió carcomiendome por tres días enteros, hasta esta mañana,
cuando me arrastré fuera de la cama después de otra noche sin dormir, y me obligué a
recordar un hecho innegable: Mi madre no era mentirosa.

Puedo contar todo lo que mamá me dijo de mi padre. Su nombre era Steve. Era
rubio. Era un marinero. Él le dio su reloj.

Todo eso concuerda con lo que me dijo Callum, y cuando agrego el parecido muy
obvio que tengo al hombre de la foto en la biblioteca, tengo que creer que Dina
O'Halloran, en pocas palabras, es una mentirosa de mierda.

—¿Estás follando a alguien?


La brusca demanda de Reed me sacude de mis pensamientos. Estoy en el asiento
del copiloto de su Range Rover, tratando de dejar de bostezar. —¿Qué? ¿Por qué me
preguntas eso?

—Tienes círculos oscuros bajo los ojos. Has estado caminando por la casa como un
zombi desde el martes, y parece que no has dormido en días. Asi que. ¿Está follando a
alguien? ¿Te escapas para verlo? —Su mandíbula está apretada.

—No.

—No —responde.

—Sí, Reed. No. No estoy saliendo con nadie, ¿de acuerdo? E incluso si lo fuera, no
es asunto tuyo.

—Todo lo que haces es asunto mío. Cada movimiento que haces me afecta a mí y a
mi familia.

—Guau. Debe ser agradable vivir en un mundo donde todo gira a tu alrededor.

—¿Qué está pasando, entonces? —exige—. Esta no eres tú.

—¿No soy yo? Como si me conocieras lo suficientemente bien como para hacer ese
tipo de declaración. —Frunzo el ceño—. Te diré algo, te voy a contar todos mis secretos
después de que me digas a dónde escapar cada noche y vienes a casa con cortes y
contusiones.

Aparta la mirada.

—Sí. Eso es lo que pensaba. —Cruzo los brazos y tratar de no bostezar de nuevo.

Reed fija su mirada irritada en el parabrisas, sus grandes manos agarran el volante
con fuerza. Me ha llevado a trabajar cada mañana a las cinco y media, y luego va a la
escuela por su práctica de fútbol a las seis. Easton está en el equipo, también, pero
conduce a la práctica solo. Creo que es porque Reed quiere tiempo a solas conmigo. Así
me puede interrogar, de la forma en que ha hecho todas las mañanas desde que comenzó
este molesto habito de compartir auto.

—No te irás, ¿verdad? —Hay una nota de derrota en su voz, junto con su dosis
habitual de ira.
—Nop. No me iré.

Se detiene frente a la panadería y empuja la palanca de cambios para estacionar.

—¿Qué? —murmuro cuando esos penetrantes ojos azules regresan a mí.

Sus labios se aprietan por un momento. —Es noche de juego.

—¿Qué pasa? —El reloj del tablero dice que son las cinco y veintiocho. El sol aún
no ha salido, pero la ventana delantera de French Twist está iluminada. Lucy está dentro
ya, esperándome.

—Mi padre quiere que vayas.

El Dolor Royal se forma entre mis omóplatos. —Que bien por él.

Reed parece estar tratando de no estrangularme. —Vas a venir al juego.

—Paso. No me gusta el fútbol. Además, tengo que trabajar.

Alcanzo el pomo de la puerta, pero se inclina sobre el asiento y me agarra del brazo.
Una oleada de calor viaja desde mis dedos, por mi brazo, y se instala entre mis piernas.
Le ordeno a mi cuerpo traidor que se calme, y trato de no respirar el aroma especiado y
masculino que llega a mis fosas nasales. ¿Por qué tiene que oler tan bien?

—No me importa lo que te gusta o no. Sé que terminas a las siete. El partido es a
las siete y media. Vendrás. —Su voz es baja... no enojada, pero más oscura... no sé qué.
Todo lo que sé es que está demasiado cerca para mi comodidad, y mi corazón está
latiendo peligrosamente rápido.

—No voy a ningún estúpido partido de fútbol de secundaria para animarte y a tus
amigos idiotas —espeto, apartando mi brazo. La pérdida de su calor envía un escalofrío
instantáneo—. Callum tendrá que afrontarlo.

Salgo de la camioneta y cierro de golpe la puerta, luego camino por la acera oscura
hacia la panadería.

Apenas llego a la escuela antes de la primera campana. Sólo tengo tiempo para una
parada rápida en el baño para cambiarme el uniforme, y luego recibo mis clases de la
mañana y lucho por mantenerme despierta. En el almuerzo, bebo tanto café que Val
finalmente me tiene que detener, pero al menos me siento alerta ahora.

Tomo mi asiento junto a Easton en clase de Química y lo saludo con un reacio hola.

—Estabas roncando en la clase de Inglés esta mañana— dice con una sonrisa.

—No lo estaba. Estuve despierta todo el tiempo. —¿Lo estuve? Ahora no estoy tan
segura.

Easton rueda los ojos. —Aw, hermanita. Trabajas demasiado. Estoy preocupado
por ti.

Le ruedo los ojos en respuesta. Sé que los hermanos Royal no están contentos con
mi trabajo. Tampoco Callum, que no quiso dejar de fruncir el ceño cuando le dije sobre
él. Insistió en que debería estar concentrada en mis estudios y no dividir mi atención
entre la escuela y el trabajo, pero no me retracté. Después de decirle que trabajar era
importante para mí y que necesitaba más que la escuela para ocupar mi tiempo, cedió.

O eso es lo que creí. No es hasta que suena la campana de mi última clase del día
que noto que Callum ha ejecutado otro juego de poder a mis espaldas.

Una mujer alta, esbelta se acerca a mí, mientras dejo a mi clase de matemáticas. Ella
se mueve con la gracia de una bailarina, así que cuando se presenta a sí misma como la
entrenadora del equipo de baile, no me sorprende.

—Ella —dice Kelley, sus ojos afilados me estudian—. Tu tutor me dijo que has
estado bailando desde que eras niña. ¿Qué tipo de entrenamiento tuviste?

Me remuevo, inquieta. —No tuve mucho entrenamiento —miento—. No estoy


segura de por qué el señor Royal le dijo lo contrario.

Creo que ve mi mentira, porque arquea una ceja. —¿Por qué no me dejas que yo
juzgue eso? Tratarás de entrar en el equipo después de la escuela hoy.

Campanas de alarma suenan en mi cabeza. ¿Qué? De ninguna manera. No quiero


formar parte del equipo de baile. El baile es sólo un hobby tonto. Y... oh mierda,
¿Savannah no mencionó que Jordan es la capitana del equipo? Ahora realmente no
quiero intentarlo.
—Trabajo después de la escuela —digo de manera cortante.

Kelley parpadea. —¿Trabajo? —dice la palabra como si se trata de un concepto


extraño para ella. Pero supongo que cuando se trata de tener un trabajo a tiempo parcial,
soy de la minoría aquí en Astor Park—. ¿A qué hora es?

—Tres treinta.

Ella frunce el ceño. —Todo bien. Bueno, mi sesión no termina hasta las cuatro.
Hmmm. —Ella lo piensa—. ¿Sabes qué, mi capitán lo manejará, Carrington sabe lo que
estamos buscando. Puedes hacer la prueba con ella a las tres, y eso te deja mucho tiempo
para llegar a tu trabajo.

Mi pánico se triplica. ¿Voy a hacer la prueba con Jordan? Maldición, no.

Kelley se da cuenta de mi expresión y frunce el ceño de nuevo. —El señor Royal y


yo esperamos que estés allí, Ella. Cada estudiante en la Academia Astor Park contribuye
en algo a esta escuela. Las actividades extra-curriculares son una forma saludable y
productiva para ocupar tu tiempo.

Maldito Callum. El hecho de que usara la misma frase que le di “ocupar mi tiempo”
me dice que definitivamente está detrás de esto.

—Ven a la práctica en el gimnasio después de tu última clase. Puedes usar tu


uniforme de educación física. —Me da una palmada en el brazo, luego se marcha antes
de que pueda protestar.

Un gemido se eleva en mi garganta, pero lo ahogo. ¿Hay algo que los Royal no sean
capaces de hacer? No estoy interesada en formar parte del equipo de baile, pero sé que
si no me presento a la prueba de audición, Kelley presentará un informe a Callum, y si
él está lo suficientemente enojado, de hecho me podría obligar a renunciar a mi trabajo.
O peor aún, la escuela podría decidir que no tengo nada especial para ofrecer, y Beringer
me va a echar y a Callum definitivamente no le va a gustar.

A decir verdad, no me gustaría eso. Esta escuela está a años luz del nivel académico
de las escuelas públicas a las que asistí en el pasado.

No me puedo concentrar en absoluto durante mi última clase. Estoy llena de temor


por la prueba, y cuando camino hacia el jardín sur después de que suena la campana,
me siento como un preso. Debería haberle preguntado a Val cómo conseguía salir de
este tipo de cosas, porque puede bailar y no veo a nadie obligándola a dar una prueba.

El vestuario de chicas está vacío cuando entro, pero hay una caja rectangular en el
banquillo largo y reluciente entre las hileras de taquillas.

ELLA está garabateado en la parte superior, y hay una hoja doblada de papel
pegado al lado de mi nombre.

Mi estómago se agita. Con las manos temblorosas, arranco la nota y la abro.

Lo siento, cariño, no permitimos desnudistas sucias en el equipo. Pero estoy segura de que
XCalibur El club de la ciudad AMARÍA dejarte hacer una prueba. De hecho, tengo tanta fe en ti
que incluso te compré un traje para tu audición. El club está ubicado en la esquina de Sn. Basura
y Av. Alcantarilla ¡Rómpete una pierna!

—Jordan

Su nombre es un garabato femenino, y la alegría detrás de cada letra es


inconfundible.

Mis manos tiemblan aún más al abrir la caja y empujo a un lado el papel de seda.
Cuando veo lo que hay dentro, la vergüenza inunda mi estómago.

La caja contiene un par de bragas rojas, tacones con púas de cinco pulgadas, y un
sujetador de encaje rojo con borlas negras. La ropa interior es fea y de mala calidad y no
muy diferente de lo que llevaba En Miss Candy en Kirkwood.

Me pregunto qué le dijeron los Royal sobre mi pasado. Callum debe haber confiado
en sus hijos, pero ¿quien habló? ¿Reed? Easton? Voy a apostar a Reed.

Otra emoción eclipsa mi vergüenza, rabia. Rabia al rojo vivo recorre mi sangre y
hace que las puntas de mis dedos cosquilleen. Estoy harta de esto. Estoy harta de su
juicio, insultos y burlas. Estoy harta de todo.

Arrugo la nota de Jordan en mi puño y la tiro. Entonces giro sobre mis talones y
camino hacia la salida.

A medio camino de la puerta, me detengo. Mi mirada se desplaza de nuevo a la


ropa interior en el banco.
¿Sabes?

¿Creen que soy basura? Voy a mostrarles.

Tal vez sea la ira o la frustración la impotencia alojada en mi garganta, pero no me


siento en control de mi propio cuerpo. Mis manos rasgan mi ropa como si estuviera en
piloto automático, y estoy tan enojada que puedo saborear la furia. La boca se me hace
agua, incluso. Dios, estoy echando espuma por la boca.

Subo el trozo de encaje hasta mis caderas, coloco el sujetador en su lugar, y camino
hacia la puerta. No la puerta que conduce fuera, sino la que me lleva al gimnasio.

Dejo los tacones de aguja en el banco. Voy a necesitar mi equilibrio.

Mis pies descalzos golpean el piso, cada paso que tomo está alimentado por la ira y
un sentimiento de injusticia. Estas personas no me conocen. No tienen ningún derecho
a juzgarme. Abro la puerta y entro en el gimnasio. Con la cabeza en alto, las manos a
los lados.

Alguien me nota y jadea.

—Mierda. —Una voz masculina resuena desde el otro extremo del gimnasio, donde
la partición que separa el equipo de pesas y ejercicio de la cancha está abierto.

Un sonido metálico resuena en el gimnasio, como si alguien hubiese dejado caer


una barra.

Mis pasos se entrecortan. Todo el equipo de fútbol está allí levantando pesas y
haciendo ejercicio. Doy el más breve vistazo en su dirección y siento que mis mejillas se
calientan. Cada par de ojos masculinos se vuelve vidrioso. Cada mandíbula está abierta.
Excepto una. Una mandíbula permanece tensa, mientras los ojos azules de Reed arden
sobre mí.

Aparto mi mirada de él y continuo hacia el grupo de chicas que se extiende sobre


una pila de esteras azules. Añado un pequeño balanceo de mis caderas, y todas ellas se
detienen a mitad de su estiramiento, con los ojos abiertos.

El horro de Jordan sólo dura un momento. A continuación, se convierte en cautela.


Cuando ve la expresión de mi cara, juro que tiembla. Un segundo después, se pone de
pie y cruza los brazos sobre su pecho.
Lleva pantalones cortos y una camiseta sin mangas apretada, su pelo oscuro está
recogido en una cola de caballo. Su cuerpo es largo y tonificado. Fuerte. Pero también
lo es el mío.

—Realmente no tienes ninguna dignidad, ¿verdad? —Sonríe ante mi atuendo.

Me paro frente a ella. No digo una palabra. Cada persona en el gimnasio nos está
mirando. No, me están mirando. Estoy medio desnuda, y sé que me veo bien incluso en
este traje barato. Puede que no tuviera padres multimillonarios como estos chicos, pero
heredé el cuerpo de mi madre.

Estas chicas lo saben también. Unas miradas envidiosas aparecen antes de


convertirse en ceños.

—¿Qué quieres? —exige Jordan cuando todavía no pronuncio una palabra. —No
me importa lo que diga la entrenadora Kelley. No harás la prueba.

—¿No? —Finjo una mirada inocente—. Pero lo deseaba tanto.

—Bueno, no sucederá.

Le sonrío. —Que mal. Me moría de ganas de mostrarle cómo lo hacemos en la


alcantarilla. Pero supongo que todavía puedo.

Antes de que pueda responder, retiro mi brazo y envío mi puño a su rostro.

El pandemónium estalla al instante. La cabeza de Jordan se sacude hacia atrás por


el golpe, y su grito de indignación se pierde en el mar de aullidos masculinos a nuestro
alrededor. Uno de los chicos grita: —¡Pelea de gatas! —Pero no tengo tiempo para ver
quién es, porque Jordan se lanza sobre mí.

La perra es fuerte. Caemos en las esteras y de repente está encima de mí. Me aparto
y rodamos, dándole un codazo en el estómago antes de tirar de su cola de caballo con
fuerza. Mi visión está nublada por el enojo. Le doy otro golpe en la mejilla, y ella se
venga enterrando sus uñas en mi brazo izquierdo.

—¡Suéltame, zorra estúpida! —grita.

Ignoro el dolor punzante en mi brazo y levanto el otro puño. —Oblígame.


Dejo que mi puño caiga, pero antes de que pueda golpear su cara presumida, estoy
atravesando el aire. Musculosos brazos rodean mi pecho y me apartan de Jordan.

Golpeo los antebrazos de mi captor. —¡Déjame ir!

Él gruñe en mi oído. No necesito darme vuelta para saber que es Reed. —Cálmate
de una puta vez —espeta.

En la distancia, las amigas de Jordan la están ayudando a ponerse de pie. Se toca la


mejilla roja y me mira. Se ve lista para lanzarse a mí de nuevo, pero Shea y Rachel la
retienen.

La adrenalina en mis venas me está poniendo nerviosa. Pero sé que estoy a punto
de caer. Ya estoy empezando a sentirme débil y aterrada, mi cuerpo tiembla contra el
fuerte pecho de Reed.

—Déjame agarrarla, Reed —estalla Jordan. Su cabello se ha soltado de su cola de


caballo y cae en sus ojos enfurecidos, y un hematoma se está formando en un pómulo—
. Esta perra merece…

—Basta. —Su voz aguda le corta.

Su expresión amenazadora titubea cuando Reed me libera. Se arranca su camiseta


sudada, y ahora la mitad de las chicas se están comiendo con los ojos sus abdominales
definidos, mientras que la otra mitad sigue mirándome con desprecio.

Reed me da la camisa. —Ponte esto.

No lo pienso dos veces. Meto la camisa sobre mi cabeza. Cuando mi cabeza sale del
hueco del cuello, veo a Jordan mirándome amenazadoramente.

—Ahora lárgate de aquí —me dice Reed—. Vístete y vete a casa.

Un hombre de treinta y tantos con calvicie se acerca. Está usando el uniforme de un


entrenador y un silbato en el cuello, pero sé que no es el entrenador en jefe, porque vi a
Easton en la sala una vez hablando con el entrenador Lewis. Éste debe ser el entrenador
del equipo o algo así, y se ve lívido.

—Estas chicas no van a ninguna parte, excepto a la oficina del director —anuncia.
Con una mirada aburrida, Reed se gira hacia el hombre. —No, mi hermana va a
casa. Jordan puede ir donde le digas.

—Reed —advierte el hombre—. No estás a cargo aquí.

Reed suena impaciente. —Ha terminado. Terminado. Están calmadas. —Él nos da
una mirada aguda—. ¿Correcto?

Asiento, cortante.

Lo mismo ocurre con Jordan.

—Así que no pierda el tiempo Beringer. —La voz de Reed es imponente y


contundente con un toque de diversión, como si le divirtiera decirle a este hombre mayor
que hacer—. Debido a que los dos sabemos que no tomarán ninguna acción. Mi padre
va a pagar y Ella no va a conseguir más que un tirón de orejas. El padre de Jordan hará
lo mismo.

La mandíbula del entrenador se tensa, pero sabe que Reed tiene razón, porque no
discute. Después de un largo segundo, gira y hace sonar su silbato, el sonido penetrante
nos hace saltar.

—¡No veo ninguna elevación, señoras! —demanda.

Los jugadores que estaban incitando nuestra pelea de gatas vuelven a sus estaciones
de ejercicio como si sus traseros estuvieran en llamas.

Reed se queda conmigo. —Vete —ordena—. Tenemos un partido de esta noche, y


ahora mis chicos se distraen porque estás vestida como una puta. Sólo sal de aquí.

Se aleja, sin camisa, su musculosa espalda brilla en el sol que entra por las
claraboyas. Alguien le lanza otra camisa y él se la pone mientras se dirige hacia a su
hermano. Easton se encuentra con mi mirada un momento, su expresión es imposible
de descifrar, pero luego se gira hacia a Reed, y los Royal hablan en voz baja entre sí.

—Perra —susurra una voz entre dientes.

Ignoro a Jordan y me alejo.


Traducido por Mae

o voy al partido de fútbol. Ni caballos salvajes podrían arrastrarme a la


N escuela esta noche, no después de todo lo que ha pasado hoy. Al menos
estuve atenta en la panadería. Todavía encendida por la pelea, recorrí la
pequeña tienda como un torbellino. Cuando Lucy se iba, hizo un comentario acerca de
la juventud, energía y la forma en que la extrañaba.

Casi grité que a menos que le gustaran los idiotas y perras, no se perdía de nada,
pero creí que no debería gritarle a mi jefa.

Todavía no puedo creer que haya agredido a Jordan Carrington.

Lo haría de nuevo, sin embargo. En un instante. La perra se lo merecía.

Todo lo que quiero hacer esta noche es esconderme en mi habitación y fingir que no
existe el resto del mundo. Que los Royal y sus amigos estirados no existen. Pero incluso
en mi sentencia autoimpuesta de soledad, no me resisto a encender la radio a la estación
local que cubre el partido.

Por supuesto, los Royal consiguen un montón de atención. Reed hace un saque
contra el estratega de la oposición. Easton hace una jugada que hace que hace los
locutores giman.

—Eso sí que es un golpe.

—Ambos pondrán hielo en sus costillas esta noche —el otro locutor está de acuerdo.

Astor Park gana, y murmuro con sarcasmo: —¡Vamos equipo! —Mientras apago la
radio.

Hago mi tarea como una distracción, pero soy interrumpida por un mensaje de
Valerie. Hay una fiesta esta noche, me informa, esta vez en casa de alguien que se llama
Wade. Ella pregunta si quiero ir a su casa y bailar toda la noche. Renuncio. No estoy de
humor para fingir que todo está bien en mi vida.

Odio esta escuela. Odio a la gente. Excepto Valerie, pero no estoy segura de que
incluso mi peculiar, amiga, mi única amiga enérgica pueda hacer que estas torturas
valgan la pena.

Con el tiempo me bajo a la cocina, donde encuentro a Brooke tomando una copa
de vino en el mostrador. Ella lleva un vestido rojo de seda, tacones de tiras, y una
expresión de impaciencia.

—Hola —digo tentativamente.

Ella asiente en señal de saludo.

—¿Todo bien? —Agarro una bolsa de bocaditos de maíz de la despensa, luego me


quedo allí, preguntándome por qué me siento obligada a entablar una conversación con
ella.

—Callum llega tarde —contesta, su voz tensa—. Iremos a Manhattan a cenar, pero
aún no está en casa.

—Oh. Ah. Lo siento. —¿Volarán a Manhattan sólo para cenar? ¿Quién hace eso?—
. Estoy segura de que volverá pronto. Probablemente se retrasó en la oficina.

Ella resopla. —Por supuesto que se retrasó en la oficina. Él vive allí, en caso de que
no lo hayas notado.

Su duro improperio me hace retorcer.

La expresión de Brooke se ablanda cuando se da cuenta de mi incomodidad. —Lo


siento, cariño. Ignórame. Soy una perra de mal humor hoy. —Sonríe, pero no llega a
sus ojos—. ¿Por qué no me distraes mientras espero? ¿Cómo estuvo la escuela?

—Siguiente pregunta —digo inmediatamente.

Eso me consigue una risa que suena genuina. Abriendo bien los ojos, Brooke golpea
ligeramente el taburete vacío junto a ella. —Siéntate —ordena—. Y dile a todo Brooke.

Me siento, aunque no estoy del todo segura por qué.


—¿Que pasó en la escuela, Ella?

Trago. —Nada en realidad. Yo, ah, pude haber golpeado a alguien.

Una risa sorprendida sale de su boca. —Oh querida.

Por alguna razón inexplicable, termino diciéndole toda la historia. Cómo Jordan
estuvo determinada a humillarme y avergonzarme. Cómo retorcí la broma en torno a
mi propio beneficio. Cómo golpeé la mandíbula de la perra. Cuando he terminado,
Brooke me sorprende dándome palmaditas en el brazo.

—Tenías todo el derecho a perder los nervios —dice con firmeza—. Y bien para ti,
pusiste a ésa desagradable en su lugar.

Me pregunto si Callum tendría la misma reacción extraña si supiera lo que le hice a


Jordan, pero lo dudo. —Me siento mal —admito—. Normalmente no soy una persona
violenta.

Brooke se encoge de hombros. —A veces es necesaria una demostración de fuerza,


sobre todo en este mundo. El mundo real. ¿Crees que la chica Carrington va a ser la
única persona que te molestará pro el lugar de dónde vienes? No lo será. Resígnate al
hecho de que ahora tienes enemigos, Ella. Muchos de ellos. Los Royal son una familia
de gran alcance, y usted es uno de ellos ahora. Que está destinado a inspirar el odio y
los celos en las personas que te rodean.

Me muerdo el labio. —No soy una verdadera Royal. No por sangre.

—No, pero eres una O'Halloran por sangre. —Ella sonríe—. Confía en mí, eso es
igual de atractivo. Tu padre era un hombre muy rico. Callum es un hombre muy
rico. Ergo, eres una chica rica. —Brooke toma un delicado sorbo de vino—. Tienes que
acostumbrarte a los rumores, querida. Tienes que acostumbrarse a entrar en una
habitación y todo el mundo en ella susurre que no perteneces allí. Acostúmbrate, pero
no dejes que esos susurros te derroten. Contraatacar cuando te golpeen. No seas débil.

Ella es como un jefe de guerra pronunciando un discurso antes de la batalla, y no


estoy segura de sí estoy de acuerdo con su consejo o no. Pero no puedo negar que me
siento un poco mejor por reordenar la cara de suficiencia de Jordan hoy.

Escuchamos las puertas delanteras abrirse, y un momento después Callum llega a la


cocina. Lleva un traje de chaqueta y se ve cansado.
—No lo digas —ordena antes de que Brooke siquiera pueda hablar. Luego su tono
se vuelve más suave—. Lo siento, llego tarde. La junta decidió convocar una reunión
cuando estaba de i camino a la puerta. Pero déjame vestirme y luego Durand nos llevará
a la pista de aterrizaje. Hola, Ella. ¿Cómo estuvo la escuela?

—Genial —miento,bajando. Evito la mirada de Brooke—. Diviértete en la


cena. Tengo que terminar la tarea.

Salgo de la cocina antes de Callum se dé cuenta de que no fui a un partido de fútbol


como quería.

Me dirijo a mi habitación de princesa y paso las dos horas siguientes luchando con
aburridas ecuaciones matemáticas, y son un poco más de las once cuando mi puerta se
abre y Easton entra sin llamar.

Salto por la sorpresa. —¿Por qué demonios no llamas?

—Somos familia. La familia no llama. —Su pelo oscuro está mojado como si se
hubiera duchado recientemente, y está llevando sudadera, una camiseta ajustada, y una
expresión hosca. En su mano derecha hay una botella de Jack Daniels.

—¿Qué quieres? —exijo.

—No estuviste en el juego.

—¿Y qué?

—Reed te dijo que estuvieras allí.

—¿Y? —digo de nuevo.

Easton frunce el ceño. Da un paso hacia mí. —Así que debes mantener las
apariencias. Papá quiere que participes. Dejará de molestarnos mientras pretendas.

—No me gustan los juegos. Tú y tus hermanos no quieren estar cerca de mí. No
quiero estar cerca de ustedes. ¿Por qué fingir?

—Naah, quieres estar cerca de nosotros. —Él acerca aún más y lleva a su boca a mi
oreja. Su aliento me roza el cuello, pero no huelo el alcohol en ella. No creo que haya
bebido todavía—. Y tal vez quiero estar cerca de ti.
Entrecierro lo ojos. —¿Por qué estás en mi habitación, Easton?

—Porque estoy aburrido y eres la única en casa. —Él se deja caer en mi cama y se
eleva de nuevo en sus codos, la botella de whisky escondida a su lado.

—Valerie dijo que hay una fiesta después del partido. Podrías haber ido a esa.

Haciendo una mueca, levanta su camisa, revelando una contusión aspecto


desagradable en su costado. —Me dieron una paliza en el campo. No tengo ganas de
salir.

Sospecha rueda a través de mí. —¿Dónde está Reed?

—En la fiesta. Los gemelos, también. —Se encoge de hombros—. Como dije,
somos sólo tú y yo.

—Estoy a punto de ir a la cama.

Sus ojos se deleitan en mis piernas desnudas, y sé que no se pierde la forma en que
mi camisa raída se aferra a mi pecho. En lugar de comentarlo, que se desliza hacia arriba
de la cama y descansa su cabeza sobre mis almohadas.

Aprieto los dientes cuando agarra el mando a distancia de la mesa auxiliar, enciende
la televisión, y cambia a ESPN.

—Sal —ordeno—. Quiero dormir.

—Es demasiado pronto para dormir. Deja de ser una perra y siéntate. —
Sorprendentemente, no hay malicia en su tono. Sólo humor.

Pero sigo siendo sospechoso. Me siento tan lejos de él como es posible sin caer del
colchón.

Con una sonrisa, Easton mira alrededor de mi habitación de color rosa y dice: —Mi
padre no tiene ni idea, ¿eh?

No puedo evitar devolverle la sonrisa. —Supongo que no está acostumbrado a criar


chicas.

—No está acostumbrado a educar chicos, tampoco —murmura Easton en voz baja.
—Aw, ¿es aquí donde me dices tus problemas de papá? Papá nunca estaba en casa,
papá me ignoraba, papá no me quería.

Él rueda los ojos de nuevo e ignora la burla. —Mi hermano está enojado contigo —
dice en su lugar.

—Tu hermano siempre está enojado por algo.

Easton no responde. Se lleva la botella a los labios.

Mi curiosidad saca lo mejor de mí. —Está bien, voy a seguirte la corriente. ¿Por qué
está enojado?

—Porque golpeaste a Jordan hoy.

—Se lo merecía.

Toma otro sorbo. —Sí, lo hacía.

Mis cejas se elevan. —¿Qué, sin sermón? No “estás empañando el apellido Royal,
Ella”. Eres una decepción para todos nosotros.

Sus labios se tuercen. —Naah. —Otra sonrisa, traviesa, esta vez—. Esa fue la cosa
más caliente que he visto en mucho tiempo. Las dos rodando por el suelo de esa
manera.... maldición. Me diste suficiente material para alimentar mi imaginación durante
años.

—Asco. No quiero oír hablar de tu imaginación.

—Claro que sí. —Toma un sorbo más, y luego extiende el Jack—. Bebe.

—No, gracias.

—Por el amor de Dios, deja de ser tan difícil todo el tiempo. Vive un poco. —
Empuja la botella en mi mano—. Bebe.

La tomo.
No estoy segura de por qué. Tal vez lo hago porque quiero sentir. Tal vez lo hago
porque esta es la primera vez que cualquiera que no es Callum Toyal ha sido algo bueno
conmigo desde de que me mudara.

Los ojos de Easton brillan con aprobación mientras tomo un trago profundo. Se
pasa la mano por el pelo, a continuación, se estremece ante el movimiento. Me siento
mal por él. Ese sí que es un hematoma.

Nos quedamos en silencio durante un rato, pasando la botella de ida y vuelta. Dejo
de beber al momento en que me siento vibrar, y me golpea en el costado, aun cuando su
mirada se queda pegado al televisor.

—No estás bebiendo lo suficiente.

—No quiero más. —Me recuesto en la cabecera de la cama y cierro los ojos—. No
me gusta estar borracha. Me detengo en achispada.

—¿Alguna vez has bebido? —cuestiona.

—Sí. ¿Y tú?

—Nunca —dice inocentemente.

Resoplo. —Ajá. Probablemente fuiste alcohólico desde la edad de diez. —En el


momento que las palabras salen de mi boca, dejo escapar un suspiro.

—¿Qué?— Me mira con curiosidad. Es mucho más atractivo cuando no está


frunciendo el ceño o sonriendo.

—Nada. Sólo un recuerdo estúpido. —Debería cambiar el tema, hablar mi pasado


es algo que normalmente evitar, pero la memoria ha echado raíces, y no puedo dejar de
reír ahora—. Es terrible, en realidad.

—Bueno, ahora estoy intrigado.

—Tenía diez la primera vez que me emborraché —confieso.

Él sonríe. —¿De verdad?


—Sí. Mi madre estaba saliendo con este chico. Leo. —Quién tenía vínculos con el
hampa, pero no comparten eso con Easton—. Vivíamos en Chicago, y nos llevó a un
juego de los Cachorros un fin de semana. Bebía cerveza, y yo le rogué probar un
sorbo. Mi madre estaba “no hay manera en el infierno”, pero Leo la convenció de que
un sorbo no me haría daño.

Cierro los ojos, trasportándome de nuevo a ese cálido día de junio. —Así que probé,
y sabía horrible. Leo pensó que la cara que hice cuando bebí fue hilarante, así que cada
vez que mamá le daba la espalda, él me pasaba la botella y luego se reía de mi
expresión. No podría haber bebido más de la cuarta parte de esa botella, pero
me emborraché.

A mi lado, Easton se echa a reír. Noto que es la primera vez que he oído una risa
genuina en el palacio Royal. —¿Tu madre enloqueció?

—Oh sí. Dios. Debiste verlo. Estaba dando tumbos por el pasillo, esta niña de diez
años, arrastrándose como un borracho “¿qué quieres decir con que no me compraras un
perrito caliente? “

Los dos estamos riendo ahora, el colchón se agita debajo de nosotros. Es


agradable. Así que, por supuesto, eso significa que no dura mucho tiempo.

Easton se queda bruscamente en silencio por un momento, y luego gira la cabeza


para mirarme a los ojos. —¿Eras realmente una desnudista?

Me pongo rígida. La palabra no toca mi lengua. Pero ¿qué importa en este


momento? Los chicos en la escuela van a decir que me desnudaba, independientemente
de si es o no es cierto.

Así que asiento.

Se ve impresionado. —Eso es un poco rudo.

—No. No lo es.

Se mueve, y su hombro roza el mío. No sé si es intencional de su parte, pero cuando


su cara gira hacia mí de nuevo, sé que es totalmente consciente del contacto entre
nuestros cuerpos.

—Sabes, eres ardiente cuando no estás gruñendo. —Su mirada está en mi boca.
Estoy congelada, pero no es miedo de que está haciendo que mi corazón lata. Los
ojos de Easton están oscuros con necesidad. Son el mismo tono de azul que Reed.

—Tienes que irte. —Trago—. Quiero ir a la cama.

—No, no quieres.

Tiene razón. No quiero. Mis pensamientos están desordenados. Estoy pensando en


Reed, y su fuerte mandíbula y cara perfecta. Easton tiene la misma mandíbula. Antes de
que pueda contenerme, mi mano se extiende para tocarlo.

Un ruido ronco escapa de sus labios. Se inclina hacia mis dedos. Su rastrojo raspa
mi piel suave.

Estoy sorprendida de sentir una oleada de calor entre mis piernas.

—Tenías que venir y arruinar todo, ¿verdad? —murmura.

Y luego sus labios se presionan contra los míos.

Mi corazón late más rápido, junto con el alcohol que me recorre. Respirando, aparto
nuestras bocas antes de que el beso pueda profundizarse.

Exhalo, totalmente preparada para fingir que no sucedió, pero subestimé el atractivo
sexual de Easton Royal. Es hermoso. Sus ojos están pesados, su mandíbula es fuerte
como la de su hermano. Su estúpido hermano. ¿Por qué no sacarme a Reed de la cabeza?

Easton mete los dedos en mi pelo y me acerca hacia él de nuevo. Sus labios rozan
los míos, brevemente, antes de que se aleje. Su mirada es una invitación.

Toco su mejilla y cierro los ojos. Una señal clara. No me di cuenta de cuanto he
anhelado el contacto humano. Los cálidos labios de un chico en los míos, sus manos
acariciando mi pelo. Podría ser virgen, pero he tonteado antes, y mi cuerpo recuerda lo
bien que se siente. Me acerco al pecho de Easton cuando nuestras bocas se encuentran
de nuevo.

Lo siguiente que sé, está encima de mí, el gran peso de su cuerpo me presiona contra
el colchón. Mueve sus caderas, y el placer me recorre, haciéndome temblar de necesidad.

Easton me besa de nuevo. Con profundidad y hambre.


Su lengua entra en mi boca al mismo tiempo que una voz incrédula dice: —¿Me
estás jodiendo?

Easton y yo se nos separamos, nuestras cabezas giran hacia la puerta abierta en la


que se encuentra Reed, quien nos mira con incredulidad.

—Reed —empieza a decir Easton, pero no sirve de nada. Su hermano se da la vuelta


y se aleja.

Los pasos de Reed son tan fuertes como los latidos de mi corazón.

A mi lado, Easton rueda sobre su espalda. Se queda mirando hacia el techo y


susurra: —Mierda.
Traducido por Dee, Anna y Valentina95

Corregido por Mariela

n segundo pasa. Dos. Tres. Y entonces, Easton salta de la cama y sale

U corriendo tras Reed.

—Estaba borracho. —Le oigo exclamar en el pasillo.

Y el ardor de humillación; la vergüenza que juro nunca sentí, me abraza. Él sólo me


besó porque estaba borracho.

—Lo que sea, East. Haces lo que quieres. Siempre lo haces. —Reed suena cansado,
y mi estúpido corazón, el hambriento y solitario que permitió que Easton me besara,
duele por Reed.

—Que te jodan, Reed. Me querías fuera de los analgésicos y lo estoy, pero fui
pisoteado por una novilla de trescientas libras ahí y mis costillas duelen como un hijo de
puta. Es cerveza u oxy2. Elige uno.

La voz de Easton se apaga y no escucho la respuesta de Reed. En contra de mi mejor


juicio, me acerco a mi puerta y me asomo al pasillo. Estoy justo a tiempo para verlos
desaparecer en la habitación de Reed. Mis pies desnudos no hacen ruido mientras
camino de puntitas por el pasillo hasta la puerta ahora cerrada.

—¿Por qué no estás todavía en la fiesta? Abby estuvo toda sobre ti después del juego
—dice Easton—. Culo fácil, amigo.

Reed resopla. —Es por eso que estoy aquí. No puedo volver a eso.

—¿Por qué saldrías con ella en primer lugar?

2
Oxy, abreviatura de oxycodone, analgésico opiáceo que causa dependencia.
Aguanto la respiración porque es también una respuesta que me gustaría saber.
¿Cuál es exactamente el tipo de Reed?

Hay un golpe y luego otro, como algo siendo lanzado a la pared.

—Ella... me recordaba a mamá. Suave. Tranquila. Nada agresiva.

—Como Ella. —Easton ríe con sarcasmo. Otro golpe, esta vez un poco
amortiguado—. Oye, casi me golpeas con esa bola, hijo de puta.

Ambos se ríen. ¿De mí?

—Aléjate de ella, East. No sabes con quien ha estado —advierte Reed, y ahora
parece como si estuvieran jugando a la pelota, sólo discutiendo casualmente mi historia
sexual.

—¿Es realmente una desnudista? —pregunta Easton después de un momento—. Me


dijo que lo era, pero podría haber sido una mentira.

—Eso es lo que dijo Brooke. Además, estaba en el informe del papá.

¿Brooke les dijo que me desnudaba? ¡Hasta acá llegó el confiar en ella! ¿Y qué
demonios quiere decir que Callum tenía un informe sobre mí?

—Nunca lo leí. ¿Había fotos?

Ruedo los ojos ante el entusiasmo en la voz de Easton.

—Sí.

—¿De ella desnudándose? —Está aún más emocionado.

—Naah. Sólo eran de ella haciendo mierda normal. —Reed hace una pausa—. Ella
tuvo tres empleos el verano pasado. Trabajó como dependiente en una parada de
camiones en la mañana, hizo venta al menudeo por la tarde, y se desnudaba en este bar
en la noche.

—Maldición. Eso es duro. —Easton suena casi impresionado. Sin embargo Reed
no.
Reed desprende disgusto. —¿Cómo averiguaría Jordan eso?

—Uno de los gemelos lo dejó escapar, probablemente mientras estaba sacando


ventaja.

—Entonces Sawyer. No puede mantener la boca cerrada cuando hay una perra
alrededor de su polla.

—Cierto. —Un cajón se cierra—. Tú sabes, podrías utilizar esto. Es decir, infiernos,
si ella se siente atraída a ti, entonces, utilízala. Quédate con ella. Averigua lo que
realmente quiere. Todavía no estoy convencido de que ella y papá no tienen algo.

—Ella dijo que no lo estaba haciendo con él.

—¿Y le creíste eso?

—Tal vez. —La incredulidad de Reed infecta a Easton—. ¿Con cuántos chicos
piensas que ha estado?

—Quién sabe. Las caza fortunas como ella abrirán sus piernas a cualquiera que agite
unos dólares delante de ellas.

¡No soy una caza fortunas! Quiero gritar. Y estos idiotas no podrían estar más
equivocados acerca de mi activa “vida sexual”. Ni siquiera he dado una mamada antes.
En la escala de sexo, viro más cerca de mojigata que de profesional.

—¿Piensas que podría enseñarme algo? —se pregunta Easton.

—Cómo se siente una ETS3. Pero si quieres follarla, entonces hazlo. No me importa.

—¿De verdad? Porque estás lanzando esa pelota con tanta fuerza que suena como
si te importara.

El golpeteo se detiene. —Tienes razón. Me importa.

Mi mano se acerca a mi garganta. Golpe. Golpe. Golpe. Lanzan la pelota de un


lado a otro. O tal vez es la esperanza en mi corazón.

3
ETS Enfermedad de Transmisión Sexual.
—Me preocupo por ti. Me importa si te lastimas, enfermas, lo que sea. Sin embargo
ella me importa una mierda.

Bajo la mirada a mi mano, esperando ver sangre de la herida que acaba de abrir.
Pero no hay nada allí.

***

Mi alarma suena a las cinco. Mis ojos están resecos y siento dolor por todas partes.
Puede que haya llorado un poco antes de quedar dormida, pero esta mañana siento un
sentido renovado de determinación. No hay ningún punto en querer agradarle a los
Royal, especialmente a Reed.

La viuda de Steve es una perra, pero al menos es obvio, así que sé que esperar. Eso
va doble para Easton. Si trata de usarme, entonces lo voy a usar igual.

Después de todo, no tengo ningún secreto. Todos están escritos en cierto informe de
Callum.

Me ato mis zapatillas deportivas y pongo en mi hombro la mochila que es diez mil
dólares más ligera. Decidí que era demasiado estresante llevar alrededor esa carga de
dinero en efectivo, así que lo pegué con cinta adhesiva a la parte inferior del lavabo en
el baño. Con suerte estará seguro allí.

Estar despierta tan temprano en un sábado por la mañana es muy desconcertante,


pero Lucy me pidió que viniera hoy y la ayudara con una orden de pastel, y no me sentía
bien diciendo que no. Además, podría usar todo el dinero extra que pueda conseguir.

En el pasillo, trato de ser lo más silenciosa posible, así no levanto a los Royal. Estoy
tan concentrada en ir de puntillas por las escaleras que casi me caigo cuando escucho la
voz baja de Reed detrás de mí.

—¿A dónde vas?

Hmm, eso no sería tu asunto. Imagino que si no entablo una conversación entonces
él sólo volverá a su habitación.

—Lo que sea —murmura cuando mi silencio se prolonga—. No me importa una


mierda.
Después de que la puerta de su dormitorio se cierra con un clic, me doy una
palmadita en la espalda por enemistarme con otra persona en mi vida y salir por la puerta
principal. Todavía está oscuro mientras camino a la parada de autobús. Cuando llego,
me meto dentro de la pequeña parada e intento bloquear todas las cosas malas en mi
vida.

Mi habilidad, si tengo una, no es el baile. Es mi capacidad para creer que mañana


puede ser un mejor día. Realmente no sé de dónde saqué este optimismo. Tal vez fue de
mamá. En algún momento, empecé a pensar que si sólo paso a través de esta mala
experiencia, este mal día, mañana tendrá algo mejor, más brillante, más nuevo.

Todavía lo creo. Aún creo que hay algo bueno por ahí para mí. Sólo tengo que seguir
adelante hasta que llegue el momento, porque seguro, sin duda, nada de esto pasaría si
no hubiera una recompensa más adelante.

Tomo una respiración profunda. La sal del mar hace que el aire sepa fresco y
picante. Tan terribles como son los Royal, tan horrible como Dina O'Halloran es, hoy
es mejor que hace una semana. Tengo una cama caliente, ropa bonita, un montón de
comida. Estoy asistiendo a una escuela realmente increíble. Tengo una amiga.

Todo va a estar bien.

De verdad.

Llego a la panadería sintiéndome mejor de lo que he hecho en días. Debe mostrarse


porque Lucy me elogia inmediatamente.

—Te ves hermosa esta mañana. Oh, ser joven otra vez. —Chasquea simulando
consternación.

—Te ves increíble, Luce —le digo mientras me ato un delantal—. Y algo huele
delicioso. ¿Qué son esos? —Señalo a los pequeños domos glaseados de buena calidad.

—Mini monkey bread4. Son pequeñas piezas de pan con sabor a canela mezclados
con dulce de leche y mantequilla. ¿Quieres uno?

Asiento con la cabeza con tanto entusiasmo que mi cabeza casi se cae. —Creo que
tuve un orgasmo de sólo olerlos.

4
Monkey bread: tipo de pan dulce originario de Estados Unidos.
Lucy se ríe de alegría, sus cortos rizos rebotando alrededor de su cabeza. —Entonces
toma uno y te voy a mostrar cómo hacer cuatro docenas más.

—No puedo esperar.

Los mini monkey bread son un éxito. Los vendemos antes de las ocho y Lucy me
envía a la parte posterior para hacer más antes de que mi turno termine. A las once y
cuarenta y cinco, Valerie se presenta y estoy de tal humor, que prácticamente la tacleo
en un abrazo.

—¿Qué haces aquí? —pregunto felizmente, apretándola con fuerza antes de soltarla.

—Yo estaba en el barrio. ¿Qué pasa contigo? —Valerie se ríe—. ¿Te encamaste
anoche?

—No, pero tuve orgasmos inducidos por masa toda la mañana. —Tiro de un dulce
pan recién horneado del estante y se lo entrego.

Valerie recoge un trozo de pan y empieza a gemir cuando el azúcar golpea su lengua.
—Oh Dios mío.

—¿Verdad? —Me río.

—¿Te va a recoger Durand o necesitas un aventón casa? ¡Tengo un coche hoy! —


dice Valerie mientras lucha con su boca llena de carbohidratos.

—Me encantaría un aventón. —Me quito el delantal y me apresuro a conseguir mis


cosas—. ¿Está bien si me voy, Luce?

Ella me despide, ocupada con otro cliente.

El coche de Valerie es un Honda del modelo más viejo y se ve fuera de lugar entre
los autos Mercedes, Land Rover y Audi que llenan los lugares del estacionamiento.

—Es el coche de la madre de Tam —explica—. Me ofrecí a recoger algunas cosas


para ella.

—Eso es genial. —Tímidamente, comparto—: Callum dice que voy a recibir un


coche, así que una vez que llegue, puedes pedírmelo prestado cuando lo desees.
—Ay, gracias. Eres la mejor amiga de todos los tiempos. —Ella se ríe, entonces me
mira.

—De todos modos, en realidad pasé a ver si querías ir a alguna parte esta noche.

Mi estado de ánimo feliz se atenúa un poco. Espero que no me esté pidiendo que
vaya a una fiesta, porque la idea de pasar tiempo con los niños de Astor Park fuera de la
escuela no es demasiado atractivo.

—Bueno, tengo un poco de tarea...

Valerie se estira y me pellizca.

—¡Auch! ¿Por qué fue eso? —Froto mi brazo y le frunzo el ceño.

—Dame un poco de crédito. No voy a llevarnos a una fiesta de Astor. Quiero decir,
allí podrían asomarse los de Astor, pero es un club del centro que algunas veces permite
a menores de veintiuno, y esta es una de esas noches. Habrá chicos de todas partes y no
sólo de Astor Park.

—No tengo dieciocho. —Me desplomo en mi asiento—. Y la única identificación


que tengo dice que tengo treinta y cuatro.

—No importa. Eres caliente. Te dejaran entrar —dice Valerie con complicidad.

Tiene razón. Ellos no nos piden identificación a ninguna de nosotras en la puerta


cuando llegamos al club más tarde esa noche. El gorila corre su linterna sobre Val y
luego sobre mí, tomando nota de nuestro cabello desordenado, diminutos vestidos y
tacones, y nos deja entrar con un guiño.

El lugar parece ser un almacén renovado. Los bajos están sacudiendo las paredes y
hay luces estroboscópicas iluminando la pista de baile. En el frente hay un escenario y
algunas chicas bailan suciamente en él.

—Vamos a bailar allí esta noche —grita Valerie en mi oído.

Sigo la línea de su brazo. Por encima de la pista de baile, suspendidas en diferentes


niveles, están cuatro jaulas tamaño humano. En cada una hay bailarinas. Una tiene una
chica y un tipo que están moliéndose uno contra el otro, y las otras tres muestran chicas
solas.
—¿Por qué? —pregunto con recelo.

—Para hacernos sentir bien. Extraño a Tam y quiero bailar y divertirme.

—¿No podemos sólo bailar en un escenario?

Val niega con la cabeza. —No. La mitad del baile es para la apreciación de la
multitud. —Me sonríe.

La miro con asombro. —Esto parece tan diferente a ti.

Ella se ríe y sacude su cabello esponjoso. —No soy un ratón. Me encanta bailar y
alardear y este es un lugar en el que puedo hacerlo. Tam me trajo aquí y nosotros hicimos
pedazos el suelo. Y después, rompimos las sabanas. —Se muerde el labio y sus ojos se
ponen un poco vidriosos a medida que recuerda el jugueteo post fiesta con su novio.

Así que Val es una pequeña exhibicionista. ¿Quién lo diría? Supongo que siempre
son los más tranquilos. Nunca me ha importado bailar frente a la gente, pero no logra
emocionarme como aparentemente a Val lo hace. Una vez que empiezo a bailar, me
pierdo en la música y olvido que todos están incluso viendo.

Tal vez es un reflejo protector, uno que aprendí antes cuando era una desnudista a
los quince años. Pero cualquiera que sea la razón, cuando el ritmo se filtra en mi sangre,
podía estar sola o podía estar con cientos de personas alrededor. Me muevo por la
música, no para la audiencia.

—Seguro. Estoy de acuerdo con eso.

Ella parece emocionada. —Asombroso. ¿Una jaula o dos?

—¿Qué tal juntas? Les daremos a todos un espectáculo.

Los hombres en Miss Candy adoraban cuando dos chicas bailaban juntas. Justo
como los jugadores de fútbol disfrutaron el otro día viéndonos a Jordan y a mí peleando.

Valerie aplaude. —Espera aquí. Ya vuelvo.

Observo mientras ella trota hacia un tipo en una cabina. Asumo que era un DJ, pero
supongo que él es quien controla el acceso a las jaulas. Ellos intercambian palabras luego
el tipo levanta un dedo. Valerie se lanza sobre la barra y le da un abrazo. Una vez que
ella termina de convencerlo de que somos un mejor acto, corre de vuelta a mí.

—Una canción —dice—, y entonces estamos arriba. —Ella agarra dos refrescos de
una camarera pasando con una bandeja llena de bebidas y me pasa una.

Val no es realmente paciente. Ella se mueve de un pie a otro. Golpeando la palma


de su mano contra su pierna. Finalmente, se gira hacia mí. —¿Por qué Jordan te dijo
desnudista?

—Porque eso era —admito—. Era desnudista para pagar los gastos médicos de mi
mamá y cuando murió me desnudaba para pagar el techo sobre mi cabeza.

Su boca de abrió. —Santa mierda. ¿Por qué no simplemente te fuiste con un


familiar?

—No sabía que tenía alguno. —Me encojo de hombros—. Hemos sido mamá y yo
por tanto tiempo como puedo recordar. Y una vez que ella se fue, no quise ir a un hogar
de acogida. Escuché todas esas pesadillas sobre el sistema e imaginé que había cuidado
de ella y de mí por tanto tiempo que el sólo cuidar de mí por dos años sería un respiro.

—Vaya. Eres por completo demasiado impresionante para mí —declara Val.

Resoplo. —¿En qué forma? Sacarse la ropa por dinero no es una habilidad que la
mayoría de gente admire. —Mi mente involuntariamente salta de vuelta a Reed. Él
definitivamente no piensa que sea una habilidad que deba ser presumida.

—Tienes un montón de coraje —dice Val—. Y eso es lo que es admirable.

—¿Coraje? ¿Quién dice coraje?

—¡Yo lo hago! —Ella sonríe y tira de mi mano—. Coraje. Coraje. Coraje. —


Empiezo a reír porque Val es adorable y su sonrisa es infecciosa. Ella agarra mi mano—
. Vamos. Es nuestro turno.

La dejo arrastrarme sobre la base de las escaleras. La pareja ya se ha ido y la puerta


de la jaula está abierta. Subimos las escaleras y entramos. Val cierra la puerta detrás de
nosotras.

—¡Vamos a divertirnos! —grita sobre la música.


Y lo hacemos. Comenzamos nuestro baile lado a lado, haciendo nuestras propias
cosa. Es como el videojuego, sólo que uno en vivo. Los tipos debajo de nosotras dejan
de bailar y comienzan a ver, y sus miradas apreciativas empiezan a trabajar sobre mí en
una forma que pensé que sería imposible. Había tenido docenas de hombres mirándome
antes, pero esta es la primera vez que en realidad disfruté la atención. Paso mis manos
hacia abajo por mis costados y bajo lentamente hacia el suelo de la jaula. Val se presiona
contra las barras, apoyándose contra ellas mientras se retuerce con la música.

Es cuando comienzo a subir que lo veo, Reed. Está encogido contra la barra, una
botella de cerveza colgando de sus dedos. Sus labios estaban separados, ¿con sorpresa?
¿Deseo? No estoy segura, pero incluso desde esta distancia puedo sentir el calor de su
mirada mientras la arrastra sobre mí.

Es el tipo más atractivo en el club. Más alto que casi todos, más musculoso, más
todo. No puedo evitar admirar la forma en que su camiseta negra se aferra a su perfecto
pecho, y siento un cosquilleo dispararse por mi columna. Lamiendo mis labios, me
empujo hasta mis pies. Las manos de Val aterrizan en mi cintura. En nuestros tacones,
estamos casi a la misma altura. Siento sus senos empujarse en mi espalda mientras ella
usa mi cuerpo como un tubo para presumir sus propios movimientos.

El vitoreo de la multitud debajo de nosotras se hacen más fuerte, pero para mí, lo
único que existe es Reed Royal. Lo miro.

Él me devuelve la mirada.

Meto mi dedo en mi boca y luego lentamente lo saco. Él no aleja la mirada. Arrastro


mi dedo por mi cuello, bajando por el valle entre mis pechos, hacia mí estómago. El
ruido está volviéndose más y más fuerte. Mi mano baja cada vez más. Los ojos de Reed
están pegados en mí. Su boca se mueve. Ella… Ella…

—Ella.

Valerie agarra mi cintura e inclina su cabeza en mi hombro—. La canción terminó.


¿Lista?

Veo de nuevo hacia la barra, pero Reed se ha ido. Sacudo mi cabeza. ¿Había
imaginado todo? ¿Él siquiera estaba aquí?

—Sí —murmuro—. Estoy lista.


Todo mi cuerpo está palpitando. No soy tan inexperta como para no saber lo que
significa el dolor entre mis piernas. Es sólo que… no sé si eso de masturbarme va a
brindarme la liberación que necesito.

—Bien, chicas. Realmente bien. —Nos grita el gorila cuando salimos—. La jaula es
suya en cualquier momento esta noche.

—¡Gracias, Jorge! —dice Val.

Él nos pasa dos botellas de agua. —En cualquier momento, nena. Cualquier
momento.

—Te desea —le digo a ella cuando nos alejamos.

—Sí, pero no deseo a nadie más que a Tam. —Ella bebe el agua y rueda la botella
fría contra su frente—. Pero me siento bien ahora. ¿Sabes a lo que me refiero?

Para mi miserable consternación, lo sé.

—De todos modos, voy a orinar. ¿Quieres venir?

Niego con mi cabeza. —Esperaré aquí.

Mientras ella desaparece dentro de la multitud, termino mi botella de agua y miro


alrededor del club. Está mucho más lleno ahora, y noto rápidamente unas cuantas
miradas interesadas apuntando en mi dirección.

Hago contacto visual con un chico lindo con un corte de cabello punk. Está usando
vaqueros, una camiseta ajustada, y zapatos Converse. Una de las luces estroboscópicas
ilumina las perforaciones sobre su ceja y en su labio inferior.

Él luce… cómodo. Como si lo conociera. Como si estuviésemos cortados de la


misma tela. Le doy una sonrisa provocativa, la cual me regresa. Veo como le murmura
algo a uno de sus amigos y luego comienza a atravesar el piso hacia mí. Me enderezo….

—Hola, hermanita. Vamos a bailar. —Easton aparece de la nada, su gran cuerpo se


eleva sobre mí.
El chico que se dirigía en mi dirección se detiene. Mierda. —Estoy tomando un
respiro. —¿Debo hacerle señas con la mano para dejarle saber que está bien? ¿Qué
Easton no muerde?

Easton sigue mi mirada y ve al chico con perforaciones hasta que el chico levanta
sus manos en derrota y vuelve a su mesa. —¿Así que dónde estábamos? —pregunta
Easton inocentemente—. Oh sí, vamos a bailar.

Suspiro y accedo. Easton acaba de hacer claro que va a ahuyentar a cualquier otro
chico esta noche.

Él me agarra por la cintura y prácticamente me arrastra a la pista de baile.

—Te ves caliente esta noche. Si no fueras mi hermana, estaría sobre ti.

—Tú ya estás sobre mí. —Levanto una ceja hacia su oscura mirada—. ¿Anoche?

Sonríe. —Oh cierto. Eso. Vamos, bailemos.

Un par de tipos lo palmean en la espalda a medida que pasábamos y le gritan algo


como “eres el hombre”. Lo ignoro porque si Easton está aquí, entonces debe ser a Reed
el que vi antes.

Reed, por quien bailé. Reed, el que me devoró con la mirada e hizo sentir a mi
cuerpo tan caliente que todavía se siente como si estuviera en llamas.

―Estoy bastante segura de que estarías sobre cualquiera que se encuentre en el


mismo estado5 que tú ―remarqué.

Las manos de Easton suben por mis costados, deslizándose sobre mi vestido y
posándose sobre la piel desnuda, expuesta por los recortes. ―Tengo algunos estándares.
No muchos, pero algunos.

―Me alegro estar en el estándar ―digo secamente.

Me acerca más, pero sorprendentemente sus manos no vagan. Entrelazo mis brazos
alrededor de su cuello y me pregunto a qué estamos jugando ahora.

5
Refiriéndose a los diferentes estados de los Estados Unidos.
―Has dado un gran espectáculo. Me hubiese gustado verte desnudándote.

―Tú vas primero y, quizás, si eres lo suficientemente bueno, te devolveré el favor.

Sus ojos se llenan de alegría. Él ama la idea de un espectáculo. ―Hermanita, no


puedo mostrarte mis atributos. Estoy muy bien, el sólo verme, te arruinaría para todos
los demás hombres.

Me río en contra de mi voluntad. ―Eres demasiado, Easton.

―Lo soy ―asiente solemnemente―. Es por eso que me acuesto con otras. Porque
ninguna chica puede manejarme.

Esa declaración me hace rodar mis ojos. ―Si decirte esta historia a ti mismo te hace
sentir mejor, entonces hazlo.

―Oh, lo hago, no te preocupes. ―Acerca su cabeza a la mía y, la ola de alcohol casi


me tira de mis pies.

―Por Dios, hueles como una licorería. ―Lo empujo un poco para poner algo de
distancia entre nosotros.

Él sonrió, pero no era lindo. ―Soy un alcohólico, ¿no lo sabes? Tengo problemas
de adicción. Lo heredé de mi mamá al igual que tu madre te pasó su zorrería. ¿No son
grandes dones?

Si no fuera por el dolor en sus ojos, le habría dicho que prefiero vestirme como una
puta que ahogarme con una botella, pero su dolor es uno que reconozco, así que en vez
de decir algún comentario hiriente en respuesta, atraje su cabeza a mi hombro.

―Oh Easton, extraño a mi mamá también ―susurro en su cabello humedecido por


el sudor.

Se estremece y me sujeta más estrechamente. Su cara se gira hacia mi cuello y


presiona sus labios contra una vena. No es realmente erótico. Es más… como que está
buscando consuelo de alguien que no lo está juzgando.

Sobre su pose encorvada, diviso un par de ojos llameantes.

Reed.
Y estoy tan cansada de ello. Quizás Easton quiera usarme, pero no estoy en contra
de usarlo también.

Ambos queremos algo… comodidad, afecto, una manera de borrar el mundo. Tiro
de la cabeza de Easton hacia arriba.

―¿Qué es esto? ―murmura.

―Bésame cómo si quisieras hacerlo ―le digo.

Sus ojos se oscurecen y su lengua sale para recorrer su labio inferior y, es sexy como
el infierno.

Mi mirada se posa sobre Reed, que no había dejado de fruncir el


ceño. ―Bésame ―repetí.

Él baja su cabeza y susurra―: No importa si pretendes que soy Reed. Yo también


pretenderé que eres alguien más.

Sus palabras se perdieron cuando su boca chocó con la mía. Sus labios son tan
cálidos. Y su cuerpo, fuerte y firme, al igual que el de su hermano, presionado contra el
mío. Me entrego a ello. Nos besamos y nos seguimos besando, balanceándonos con la
música hasta que alguien nos separa y somos arrastrados fuera de la pista de baile.

Un infeliz gorila cruza sus brazos. ―Nada de sexo en la pista de baile. Tiempo de
irse.

Easton echa su cabeza hacia atrás y ríe histéricamente. El gorila no se retracta y, en


su lugar, señala hacia la salida. Miro alrededor pero Reed ha hecho de su acto de
desaparición. ―¿Dónde está Reed? ―pregunto estúpidamente.

―Probablemente acostándose con Abby en el estacionamiento.

Afortunadamente Easton está distraído buscando algo en sus bolsillos por lo que no
ve como duelen sus palabras. Encuentra lo que estaba buscando y me entrega un llavero.

―Estoy demasiado borracho para conducir, hermana.


Localizo a Valerie, quién dice que va a ser capaz de llegar a casa por su cuenta. Está
subiendo las escaleras, en camino hacia otro baile en la jaula. Resignada, llevo a Easton
afuera. El alcohol debe haberle alcanzado, porque se apoya pesadamente contra mí.

―¿Dónde te estacionaste?

Apunta a la izquierda. ―Ahí. No, espera ―gira hacia su derecha―. Allá.

Veo su camioneta y nos arrastramos hacia ella. Tres plazas más abajo se encuentra
la camioneta de Reed. Se está… moviendo.

Easton también mira la Rover y toca la bocina. Deja escapar una fuerte
carcajada. ―Si la camioneta se balancea, no esperes una sorpresa.

El conocimiento de lo que podría estar pasando en esa camioneta me quemó todo


el camino a casa. Al menos, no tengo que lidiar con Easton, ya que se desmayó después
de cinco minutos en marcha.

En la mansión, lo ayudé a salir y a subir las escaleras. Él giró hacia mi dormitorio y


tropezó sobre mi cama, cayendo boca abajo. Después de un par de insatisfactorios
intentos de moverlo, me rendí y fui al baño. Para el momento en que volví, estaba
roncando y babeando en mi edredón.

Me debatí en ir a su habitación y dormir en su cama, entonces, decidí que sólo lo


cubriría y yo dormiría bajo las sábanas. Encontré una afgana y la tiré sobre él. Un
bostezo sacudió mi cuerpo mientras me quitaba el trozo de tela que Val había llamado
vestido y lo tiré al suelo. En sólo mi ropa interior, me metí debajo de las mantas y dejé
que el sueño se hiciera cargo.

Cuando me despierto, es en la cara de enojo de Reed. Miré sobré él al lado de la


cama donde estaba Easton, pero se había ido.

―Te dije que te mantuvieras alejada de mis hermanos ―gruñe Reed.

―No soy buena oyente. ―Empecé a sentarme y, entonces, tiré las mantas contra
mi pecho. Olvidé que me había quitado mi vestido y que todo lo que llevaba puesto eran
bragas.

―El sexo es sexo ―responde oscuramente―. Si tengo que follarte para que no
arruines a mi familia, voy a hacerlo.
Entonces se había ido, cerrando la puerta con un sonoro clic. Me quedé sentada allí
sorprendida.

¿Qué demonios quiso decir con eso?


Traducido por Dee, Anna y Valentina95

Corregido por Mariela

D espués de ese rudo despertar, no tengo oportunidad de volverme a dormir.


No me molesto en correr tras Reed para pedirle que se explique, porque sé
que no lo hará, pero ahora son; compruebo la alarma del reloj, las siete a.m.
y estoy completamente despierta. Estupendo.

No trabajo los fines de semana, así que ya estoy temiendo este día. Conociendo a
Callum, él sugerirá un montón de actividades de vinculación para hacer y obligar a sus
hijos a venir. Mátenme ahora.

Me arrastro fuera de la cama y tomo una rápida ducha luego me pongo un vestido
veraniego brillante y amarillo que compré el día que Brooke y yo fuimos de compras.
Por la luz del sol entrando a través de las cortinas, puedo decir que va a ser un día
precioso, y cuando abro la ventana, una cálida brisa se filtra y me sorprende. Es casi
finales de septiembre. El tiempo no debería ser tan agradable.

¿Gideon viene a casa hoy? La semana pasada regresó en un viernes, por lo que es
poco probable que vaya a aparecer para lo último del fin de semana, pero de cierto modo
deseo que lo haga.

Tal vez él distraerá a su papá y a sus hermanos y no recordarán que estoy aquí.

Dejo mi habitación, al mismo tiempo que la puerta de Sawyer se abre. La diminuta


pelirroja con quien lo había estado haciendo en la fiesta de Jordan sale, y él la sigue, sus
manos en su cintura mientras él se inclina para besarla.

Se ríe en voz baja. —Tengo que irme. Debo llegar a casa antes de que mis padres se
den cuenta de que no llegué a casa anoche.

Él susurra algo en su oído y ella se ríe de nuevo.


—Te amo.

—Yo también te amo, nena —responde él. El chico tiene sólo dieciséis y su voz es
tan profunda y rasposa como sus hermanos mayores.

—¿Me llamas luego?

—Por supuesto. —Sonriendo, Sawyer extiende su mano, mete un mechón de


cabello rojo detrás de su oreja y…

Oh Dios mío. Ese no es Sawyer.

Mi mandíbula cae abierta. La desagradable quemadura en su mano, la que obtuvo


a principios de esta semana cuando había estropeado la cena, ya no estaba. Pero había
estado allí ayer, recuerdo haberla visto.

Lo que significa que el chico con la novia de Sawyer no es Sawyer. Es Sebastián.


Me pregunto si la chica lo sabe.

Ella se ríe de alegría cuando él besa su cuello otra vez. —Detente. ¡Me tengo que ir!

Tal vez ella lo sabe.

A medida que se separan, ambos me notan allí de pie, y la chica luce insegura por
un momento. Ella murmura un rápido, “Hola” y se apresura por la escalera.

Sawyer; no, Sebastián me fulmina con la mirada y luego desaparece en su, no, el
dormitorio de su hermano.

Bien, entonces. Sólo me voy a meter en mis propios asuntos.

En la cocina, encuentro al otro gemelo comiendo cereal en la mesa. Mi mirada


inmediatamente va a su mano izquierda. Sí, la quemadura está allí. Sólo para probar la
teoría, digo—: Buenos días, Sebastián.

—Sawyer —dice entre dientes antes de meter más cereal en su boca.

Me trago un jadeo. Ah hombre. ¿Estos chicos están intercambiándose con la novia


de Sawyer? Eso es arriesgado. Y retorcido.
Vierto mi propio plato de cereal y me apoyo en el mostrador para comerlo. Pocos
minutos más tarde, Sebastián entra en la cocina. A medida que pasa la mesa, Sawyer
murmura—: Gracias, hermano. —A su gemelo.

No puedo evitarlo. La risa surge. Ambos se vuelven para mirarme. —¿Qué? —


murmura Sawyer.

—¿Tu novia sabe que durmió con tu hermano anoche? —le pregunto.

Sus rasgos se endurecen, pero él no lo niega. En cambio, emite una advertencia. —


Di una palabra sobre esto y…

Lo corté con otra risa. —Relájense, pequeños Royal. Jueguen todos los
espeluznantes juegos sexuales que quieran. Mis labios están sellados.

Callum entra en la cocina, vestido con una camisa polo blanca y pantalones de color
caqui. Su oscuro cabello está alejado de su cara con gel, y, por una vez, no luce como si
ya hubiera atacado el gabinete de licor.

—Bien, están despiertos —le dice a los gemelos—. ¿Dónde están los otros? Les dije
que estuvieran abajo a las siete y quince. —Se vuelve hacia mí—. Te ves preciosa, pero
es posible que quieras cambiarte en un traje más adecuado para navegar.

Lo miro fijamente. —¿Navegar?

—¿No te dije anoche? Todos vamos a navegar esta mañana.

¿Qué? No, no me había dicho, y si lo hubiera sabido, me habría escabullido de la


casa con la novia de Sawyer y viajado de polizón en el maletero de su coche.

—Vas a amar el María —me dice Callum sonando emocionado—. No hay mucha
brisa afuera, así que no creo que vayamos a utilizar las velas, pero todavía será divertido.

¿Los Royal y yo en un barco? ¿En mar abierto? No creo que Callum entienda lo que
significa la palabra diversión.

Easton entra tambaleándose en la cocina entonces, usando arrugados pantalones


cortos y una camiseta sin mangas, con una gorra de béisbol colgando sobre su frente.
Está, sin duda, crudo de la noche anterior, y de repente tengo visiones del barco
rebotando sobre las olas mientras Easton vomita por la borda toda la mañana.
—¡Reed! —grita Callum en dirección a la puerta—. ¡Date prisa! Ella, cámbiate. Y
usa los zapatos náuticos que Brooke te compró. Te consiguió zapatos náuticos, ¿cierto?

No tengo ni idea porque “zapatos náuticos” no son parte de mi vocabulario. Intento


salir de esta pesadilla-escape que acaba de pintar para mí. —Callum, tengo un montón
de tarea…

—Tráela contigo. —Agita una mano y de nuevo grita—: ¡Reed!

Maldita sea. Supongo que voy a navegar.

El María es todo lo que esperarías de un barco de una persona asquerosamente rica.


Barco. Ja. Es un yate, por supuesto, y siento como si estuviera protagonizando un video
de rap mientras estoy de pie en la barandilla y sorbo de la flauta de Cristal que Brooke
deslizó en mi mano cuando Callum no estaba mirando. Me guiñó un ojo mientras lo
hacía, susurró que debía decir que es ginger ale6 si Callum preguntaba, lo que nunca
hace.

Callum tenía razón, es precioso afuera en el agua, y el atlántico se extiende a nuestro


alrededor, tranquilo y hermoso.

Conduje hasta el puerto deportivo con Callum y Brooke, mientras que los chicos
tomaron la camioneta de Reed.

Lo que fue un alivio, porque la idea de sentarme en el coche de Reed después de


verlo sacudiéndose en el estacionamiento anoche me hizo enfermar del estómago.

Me pregunto con quién estaba. Su dulce y pura Abby, apuesto. No estoy segura de
que lo satisficiera, sin embargo. He oído el sexo se supone que te deje todo flojo y
relajado, pero el cuerpo entero de Reed ha estado enrollado con tensión desde que
abordamos el yate.

Se pone de pie en el otro lado de la barandilla, tan lejos de mí y de Callum como es


humanamente posible y sin caer por la borda. En la cubierta superior; que alberga un
área de comedor y una bañera de hidromasaje, Brooke está tomando el sol al desnudo,
su cabello dorado brillando en el sol. El tiempo no está lo suficientemente caliente para
trajes de baño, y mucho menos al desnudo, pero a ella no parece importarle.

6
El ginger ale es una bebida gaseosa de origen inglés fabricada con agua mineral, jengibre, azúcar y limón.
—Entonces, ¿qué te parece? —Callum hace un gesto hacia el agua—. Pacífico, ¿eh?

En realidad no. No hay tal cosa como la paz cuando Reed Royal está mirándote.
No, mirándote fijamente, y ha estado haciéndolo durante la última hora.

Easton está todavía abajo haciendo Dios sabe qué, y los gemelos están
profundamente dormidos en un par de tumbonas cercanas, por lo que la única compañía
que tengo es Callum, y Reed claramente no es feliz por ello.

—¡Cariño! —llama Brooke desde la terraza—. ¡Ven a frotar loción en mi espalda!

Callum evita mi mirada, probablemente porque él no quiere que vea sus ojos
lujuriosos.

—¿Estás bien aquí sola por un rato? —pregunta.

—Está bien. Adelante.

Me alivia que me dejen sola, pero el alivio no dura. La tensión aumenta de nuevo
cuando Reed se mueve hacia mí con depredadoras zancadas. Él apoya sus antebrazos
en la barandilla y mantiene su mirada al frente.

—Ella.

No puedo decir si es un saludo o una pregunta. Ruedo los ojos. —Reed.

Él no continúa. Sólo sigue mirando al agua.

Le echo un vistazo, y mi corazón hace ese irritante salto que siempre hace cuando
Reed está alrededor. Él es la masculinidad personificada. Alto y fornido, sus magníficos
rasgos cincelados a la perfección. Mi boca se seca a medida que admiro sus brazos, lisos
con musculo, ondeando con poder.

Él es más o menos unos treinta centímetros más alto que yo, así que cuando
finalmente se vuelve a mirarme, tengo que inclinar hacia atrás la cabeza para mirarlo a
los ojos.

Aquellos ojos azules pasan rápidamente sobre mí, descansando brevemente en mi


diminuto pantalón corto de mezclilla y apretada camiseta sin mangas que se ata en el
cuello. Se centran en mis zapatos náuticos de color azul marino y blanco, y la comisura
de su boca tira ligeramente.

Me pregunto si está a punto de burlarse de mis zapatos, pero su casi sonrisa


se desvanece cuando un gemido ronco hace eco desde arriba de nosotros.

—Sí. —La ronca voz de Brooke nos hace a Reed y a mí encogernos.

Un gruñido masculino sigue la petición. Callum aparentemente no tiene ningún


problema en ocuparse cuando sus hijos están muy cerca. Me parece desagradable, sin
embargo, al mismo tiempo, no puedo resignarme a odiarlo, no después de su confesión
de que él todavía está de duelo por su esposa. La pérdida nos hace hacer cosas locas.

Reed maldice entrecortadamente. —Vámonos.

Su agarre de acero captura mi brazo, por lo que es imposible hacer otra cosa que
seguirlo hacia las escaleras que conducen debajo de la cubierta.

—¿A dónde vamos?

Él no contesta. Abre la puerta de un empujón y entra en la lujosa sala principal, que


está amueblada con sofás de cuero y mesas de cristal. Reed va intimidante más allá de
la cocina y el comedor hacia las cabinas en la parte posterior.

Él llama a una puerta de roble. —East. Maldición, despierta.

Hay un fuerte gemido. —Vete. Mi cabeza está palpitando.

Reed entra en la cabina sin llamar. Me asomo detrás de sus anchos hombros y veo
a Easton tumbado en una enorme cama, con una almohada sobre su cabeza.

—Levántate —ordena Reed.

—¿Por qué?

—Necesitas mantener a papá ocupado —Reed se ríe sarcásticamente—. Bueno, está


lo suficientemente ocupado por el momento, pero quiero que subas allá en caso de que
eso cambie.
Easton empuja la almohada fuera de su cara y se sienta con un gruñido. —Sabes
que siempre te he apoyado, pero escuchar a esa mujer es mi idea de una pesadilla. Ese
chirriante ruido que hace cuando papá… —Él se detiene a media frase cuando me nota
detrás de Reed.

No puedo ver el rostro de Reed, pero lo que sea que sus ojos están trasmitiendo
causan que Easton se levante de la cama. —Ya voy.

—Mantén a los gemelos lejos, también —dice Reed.

Su hermano desaparece sin otra palabra. En lugar de permanecer en la cabina de


Easton, Reed camina hacia la siguiente puerta y me hace un gesto para que lo siga
dentro.

Me quedo en mi lugar, cruzando mis brazos. —¿Qué quieres?

—Hablar.

—Entonces hablemos aquí.

—Entra, Ella.

—No.

—Sí.

Dejo caer mis brazos y entro en la cabina. Algo sobre este tipo… él emite una orden
y yo obedezco. Luché contra ello al inicio, seguro. Siempre lucho, pero él siempre gana.

Reed cierra la puerta detrás de mí y pasa una mano por su cabello desordenado.

—He estado pensando en lo que hablamos antes.

—Nosotros no hablamos. Tú hablaste. —Y mi pulso se acelera porque ahora estoy


recordando lo que dijo.

Si tengo que follarte para que no arruines mi familia, lo haré.

—Quiero que te mantengas alejada de mi hermano.


—Ay, ¿estás celoso? —Como Callum diría, estoy pinchando al tigre, pero en
realidad no me importa. Estoy cansada de este tipo diciéndome qué hacer.

—Lo entiendo, estás acostumbrada a cierto tipo de vida —dice Reed, ignorando mi
burla—. Apuesto a que los tipos se alineaban para follarte en tu antigua escuela.

Mi corazón se detiene cuando agarra la parte inferior de su camiseta.

—Tienes necesidades. —Se encoge de hombros—. No puedo culparte por eso, y sí,
no te he facilitado el hacer amigos en Astor Park. No un montón de chicos tienen las
bolas para ir en contra mía y pedirte salir. Ellos piensan que eres caliente. Todos lo
hacen.

¿Adónde en la tierra va con eso? Y, ¿por qué…? oh mi Dios, ¿por qué está quitándose
la camisa?

Me quedo boquiabierta con su pecho desnudo. Tiene un paquete de seis que me


hace babear, sus músculos oblicuos están apretados y deliciosos. Calor se propaga por
mi cuerpo. Aprieto mis muslos para tratar de detener el palpitar entre ellos, pero sólo lo
hace peor.

Me sonríe. Oh sí, él es completamente consiente del efecto que tiene en mí.

—Mi hermano es un buen polvo. —Sus ojos brillan—. Pero no es tan bueno como
yo.

Reed deshace el botón de sus pantalones cortos y tira del cierre. No puedo respirar.
Estoy congelada en el lugar mientras él tironea los pantalones cortos y los patea lejos.

Mis piernas comienzan a temblar. Donde quiera que volteo veo suave piel dorada y
músculos apretados.

—Éste es el trato —dice él—. Mi hermano y mi padre están fuera de los límites para
ti. Si tienes una comezón que necesitas rascar, vienes a mí. Me ocuparé de eso.

Él descansa la larga palma de su mano entre sus pectorales, luego la arrastra hacia
abajo.

Todo el oxígeno se queda atrapado en mis pulmones. No puedo hacer nada más que
seguir la trayectoria de su mano. La desliza sobre sus abdominales y estómago, se
detiene justo por encima de su ingle, luego se mueve más abajo para hurgar más allá del
elástico de su calzoncillo.

Los dedos de Reed se cierran alrededor de su muy obvia erección y alguien gime.
Creo que soy yo. Debo ser yo, porque él sonríe.

—¿Quieres esto? —Él se bombea a si mismo lentamente—. Puedes tenerlo.


Lamerlo, succionarlo, follarlo, todo lo que quieras, nena. En tanto sea sólo conmigo.

Mi corazón late incluso más rápido.

Reed inclina su cabeza. —¿Tenemos un trato?

Es el tono calculador en su voz lo que me saca de mi trance. El horror y la


indignación se precipitan a la superficie, y me tambaleo hacia atrás, golpeando mis
espinillas contra la cama.

—Jódete —digo atragantándome.

No se ve sorprendido por mi arrebato.

Lamo mis labios. Mi boca está más seca que el Sahara y sin embargo nunca me he
sentido más viva. Todos mis desnudos, todos mis intentos por evadir a los manoseadores
novios de mamá, no me habían preparado para esto. Tal vez había tipos haciendo fila
para dormir conmigo, pero estaba concentrada en el trabajo, en cuidar de mi mamá, y
luego sólo en sobrevivir. No podía siquiera recordar el rostro de un solo tipo con quien
fuera a la escuela el año pasado.

La imagen de Reed de pie aquí, piel suave, dorada, y desnudo con su pene en su
mano; se quedará grabada en mi memoria por siempre.

Él tiene todo lo que una chica podría querer: el duro cuerpo, el hermoso rostro que
seguiría viéndose bien por años desde ahora, el dinero, y ese algo extra. Carisma,
supongo. La habilidad de matarte con sólo una mirada.

La manzana está colgando frente a mí, roja, jugosa y deliciosa, pero como en el
cuento de hadas, Reed Royal es el villano disfrazado como un bonito príncipe. Tomar
una mordida de él sería un gran error.
Y podría estar atraída por él, pero me niego a dejar que mi primera vez sea con
alguien que me desprecia. Alguien que está tratando de proteger a su perfectamente
capaz hermano de mi inocente destrucción.

Pero no quiero irme sin una probada tampoco, porque no soy así de fuerte… o
estúpida.

Él podría odiarme, pero me desea. Su agarre en su pene no se afloja. En todo caso,


su montón de músculos se vuelven más duros como si estuviera anticipando mi toque.

Esto es de lo que Valerie estaba hablando la otra noche cuando bailábamos. No


respondí a la multitud, pero la caliente mirada de Reed siguiendo cada movimiento me
hizo sentir real. Sé que si estuviera en la cabeza de Reed ahora mismo todo lo que vería
sería a mí.

Me paseo hacia la silla en la esquina donde una bata doblada está envuelta con una
cinta. Saco la cinta y luego paso la tira del paño de felpa a través de mis dedos.

—¿Todo lo que quiera? —le pregunto.

Sus ojos se cierran momentáneamente y luego los abre, llenos de tanta necesidad
que mis rodillas casi se doblan.

—Sí. Cualquier cosa. —Su respuesta suena como si saliera forzadamente de él—.
Pero sólo conmigo.

—¿Por qué estás tan desesperado? —me burlo—. Tuviese sexo con alguien apenas
anoche.

Hace un sonido de disgusto en la parte trasera de su garganta. —No tuve sexo


anoche. Eres la única que lo consiguió con East.

—¿Y tú no sacudiste la Range Rover tan fuerte que los neumáticos se salieron? —
digo sarcásticamente.

—Ese fue Wade. —Mi confusión debe mostrarse porque él se explica—. El mariscal
de campo de Aston Park, amigo mío. El baño estaba lleno. Él no podía esperar.
Algo parecido al alivio me inunda. Tal vez esta es la única forma en que su orgullo
nos permita estar juntos. Tal vez podía tenerlo. Tal vez esta es mi cosa buena. Mi
recompensa. Y decido probarla.

—Quiero atarte.

Su mandíbula se aprieta. Probablemente piensa que esto es lo mío, algo que he


probado una docena de veces antes.

—Seguro, nena, cualquier cosa que quieras.

Él no está cediendo, está tentándome. Me pateo por creer por un simple momento
que soy algo más para Reed que un cuerpo convenientemente caliente.

Me acerco a él con creciente determinación. —Esto es agradable, ¿no?

Él me mira con recelo cuando gesticulo para que extienda sus muñecas. Y aún con
toda mi pretensión de indiferencia, apenas puedo reprimir un jadeo cuando sus manos
se rozan contra mi pecho desnudo. Nota para mí misma: llevar más ropa alrededor de
Reed para mi auto preservación.

No soy ni un Boy Scout ni un marinero. Conozco solamente un nudo, el del cordón


del zapato. Envuelvo sus muñecas dos veces y ambos inhalamos cuando la soga roza el
frente de su calzoncillo, no una, sino dos veces. —Me estás matando —dice él con los
dientes apretados.

—Bien —murmuro, pero mis manos tiemblan tanto que apenas puedo atar mi
simple nudo.

—¿Te gusta esto? Yo estando a tu merced.

—Ambos sabemos que nunca estás a mi merced.

Murmura algo bajo su respiración sobre mí no sabiendo ni mierda, pero lo ignoro.


Miro alrededor buscando algún lugar para atarlo. Lo bueno de los barcos es que todo
está atornillado. Hay un brillante aro de latón al lado de la silla, y guio a Reed hacia ella.

Empujándolo a la silla, me arrodillo entre sus piernas con la banda entre mis manos.
Él se sienta allí como un dios, un moderno rey Tut inspeccionando a la esclava a sus
pies.
El latido entre mis piernas es casi doloroso. Todo lo que puedo escuchar es una
suave, y diabólica voz preguntándome cuales serían las consecuencias.

Este chico me desea tanto que no ha perdido ni una pizca de su erección. Bajo el
algodón, está esperándome para tocarlo como ordenó, o rogó. Nunca tuve mi boca
alrededor de un pene. Me pregunto cómo se siente.

Antes de poder detenerme a mí misma extiendo la mano y tiro de su calzoncillo


bajándolo lo suficiente para liberarlo. Sisea cuando lo toco. Ah, vaya. La suavidad me
sorprende. Su piel es como el terciopelo.

—Eres… —perfecto, quiero decir, pero estoy asustada de que se burle de mí si lo


hiciera. Corro mis dedos sobre él y tomo una respiración profunda. La necesidad pulsa
en mi sangre.

—¿Es esto lo que quieres? —pregunta Reed. Se supone que era una burla pero sale
más como una plegaria.

Me quedé mirando a su erección, intimidada por ella. Hay una perla de líquido en
la punta y… la lamo. Pero una probada no es suficiente. Vuelvo por una segunda,
lamiendo la punta como si fuera el día más caluroso de julio y él fuera un cono de helado
a punto de derretirse por todos mis dedos.

—Maldita sea. —Sus manos en puños vienen a apoyarse en la parte superior de mi


cabeza—. Chúpala. Maldición. Chúpala como sé que puedes.

Sus crueles palabras rompen a través de la niebla de deseo. Me echo atrás.

—¿Cómo sabes que puedo? —Mis defensas están tan bajas que la vulnerabilidad que
he tratado de evitar se filtra.

—Como tú… —Trastabilla por un momento, inestable por el dolor en mi voz, pero
algo le hace recuperarse—. Como lo has hecho miles de veces antes.

—Correcto. —Libero una risa temblorosa—. Entonces tienes que estar asegurado
para esto, porque conozco trucos que jamás has soñado.

Estiré fuerte de la banda y la até en el anillo en el suelo. Él me mira con los ojos
brillantes. Quiero darle un puñetazo, realmente hacer que le duela. Pero puede soportar
el dolor físico, así que lo único que puedo hacer es hacerle creer que voy a arruinar su
preciosa familia de maneras en la que no pueda ser reconstruida. De la forma en que me
está despedazando en diminutas piezas.

Me subo a la silla, con mis rodillas a ambos lados de sus fuertes muslos.

—Sé que me deseas. Sé que estás muriendo porque vuelva a estar sobre mis rodillas.

Curvando mis uñas en su cuero cabelludo, tiro de su cabeza hacia atrás para que
pueda ver mis ojos.

—Pero va a ser un frío, frío día en el infierno antes de que me veas arrodillada de
nuevo. No te tocaría ni aunque me pagaran. No te tocaría de nuevo incluso si me rogaras
por ello. Incluso si juraras que me amas más de lo que el sol ama el día o la luna ama la
noche. Me acostaré con tu padre antes que hacerlo contigo.

Lo empujo lejos y me bajo. —¿Sabes qué? Tal vez voy a ir a hacer eso en este
momento. Recuerdo a Easton diciendo que a tu padre le gustan jóvenes.

Me paseo hacia la puerta con una confianza que realmente no siento. Reed sacude
sus ataduras pero mis simples nudos lo mantienen apretado.

—Vuelve aquí y desátame —gruñe.

—Naah. Vas a tener que encontrar un modo de liberarte por ti sólo. —Camino hacia
la puerta y coloco mi mano en el pomo. Girándome, coloco una mano en mi cadera y
me burlo—. Si tú eres mejor que Easton, entonces por la experiencia, tu padre tiene que
ser espectacular.

—Ella, trae tu culo de nuevo aquí.

—No. —Le sonrío y me voy. Detrás de mí, lo escucho gritando mi nombre. El


sonido se vuelve más y más débil hasta que su voz es sólo un mal recuerdo persistente.

En la cubierta, Callum está tomando alcohol mientras que Easton está durmiendo
a su lado en una tumbona.

—Ella, ¿estás bien? —Callum se apresuró a ponerse de pie y se acerca.


Me aliso el cabello y pretendo ser imperturbable. —Estoy bien. En realidad… estaba
pensando en Steve y, bueno, me gustaría saber más acerca de él si estás dispuesto a
compartir.

El rostro de Callum se ilumina por completo. —Sí, definitivamente. Ven y siéntate.

Muerdo mi labio y miro hacia mis pies. —¿Podemos ir a un lugar privado?

—Por supuesto. ¿Qué te parece mi camarote?

—Eso sería perfecto —emito.

Su boca se abre ligeramente. —Dios, esa sonrisa es toda Steve. Vamos. —Envuelve
un brazo alrededor de mis hombros—. Steve y yo crecimos juntos. Su abuelo, quién
fundó Atlantic Aviation con mi abuelo, fue un marinero. Steve y yo nos sentábamos a
escuchar las historias de su abuelo por horas. Supongo que es de donde obtuvimos el
impulso de enlistarnos.

La cabeza de Easton se alza mientras Callum me lleva hacia el camarote. Me mira


fijamente, entonces al brazo de Callum. Me preparo para un comentario estirado, uno
que probablemente me merezca en este momento. En su lugar, parece como que lo
golpeé en el estómago o le mentí, lo que es casi peor.

Dejé que Callum siguiera parloteando sobre el bueno y viejo Steve por unos diez
minutos antes de interrumpirlo.

—Callum, esto es interesante y aprecio que lo estés compartiendo conmigo, pero…


—dudo—. Tengo que hacerte una pregunta que me ha estado molestando desde que
puse un pie en tu casa.

—Claro, Ella. Puedes preguntarme lo que sea.

—¿Por qué tus hijos son tan infelices? —Pienso en la cara perpetuamente hosca de
Reed y trago duro—. ¿Por qué están tan enfadados? Los dos sabemos que no les gusto y
quiero saber por qué.

Callum se frota una mano por la cara. —Sólo hay que darles un poco de tiempo.
Vendrán a tu alrededor.
Doblo mis piernas por debajo de mí en la cama. Sólo hay una silla en el camarote,
por lo que Callum se sentó en ella mientras yo tomaba la cama. Es incómodo estar aquí
sentada en un colchón mientras hablo con mi nueva figura paterna sobre mi
recientemente descubierto, difunto padre.

—Dijiste eso antes, pero yo no creo que lo hagan —digo en voz baja—. Y no lo
entiendo. Es decir, ¿es el dinero? ¿Les molesta que me estés dando dinero?

—No es el dinero. Es… joder. Quiero decir, rayos. —Callum se tropieza con sus
palabras—. Dios, necesito una bebida —ríe un poco—. Pero apuesto a que no me dejarás
tener una.

—Ahora no. —Cruzo mis brazos. ¿Callum quiere que sea dura con él? Puedo serlo.

—Directamente, sin mierdas. Así es como lo quieres, ¿cierto?

Tengo que sonreír. —Cierto.

Él inclina su cabeza hacia atrás para mirar al techo. —En este punto, mi relación
con los chicos está tan rota que podría traer a la Madre Teresa a casa y ellos la acusarían
de tratar de meterse en mis pantalones. Piensan que engañé a su madre y que causé su
muerte.

Hago un esfuerzo para mantener mi mandíbula cerrada. Bien. Vaya. Bueno, eso
explica algunas cosas. Tomo una respiración. —Y, ¿lo hiciste?

—No. Nunca la engañé. Ni siquiera estuve tentado, ni una sola vez durante nuestro
matrimonio. Cuando era joven, Steve y yo, éramos un poco salvajes, pero una vez que
me casé con María, nunca miré a otra mujer.

Suena sincero, pero siento que no estoy obteniendo toda la historia. —Entonces,
¿por qué tus hijos siempre están de mal humor?

—Steve era… —Callum mira hacia otro lado—. Infiernos, Ella, quería tiempo para
que aprendieras a amar a tu padre, no decirte todas las cosas incómodas que hizo porque
se sentía solo.

Agarro cada pizca que puedo con el fin de obligar a Callum a derramar lo que sea
que esté tratando, tan difícilmente, de ocultar. —Mira, no estoy tratando de ser mala,
pero no conocí a Steve y, ahora él se ha ido, nunca voy a conocerlo. Él no es una persona
real para significar algo, no como Reed, Easton o tú. Tú quieres que sea una Royal, pero
nunca voy a serlo si nadie en la familia me acepta. ¿Por qué debería volver después de
la graduación a un lugar donde no me siento querida?

Mis intentos de chantaje emocional son un éxito. Callum empieza a hablar


instantáneamente, y me siento tocada genuinamente por lo mal que quiere que sea parte
de su familia.

—Steve fue soltero por mucho tiempo. Le gustaba presumir mucho, y creo que
cuando los chicos eran más jóvenes pensaba que su tío Steve era el epítome de la
masculinidad. Él les contaba historias de nuestros días salvajes y yo nunca lo detuve.
Pasamos mucho tiempo viajando por todos lados en viajes de negocio y Steve se
aprovechó de eso. Te prometo que no lo hice, pero… no todo el mundo lo creyó.

Como sus hijos. Como su esposa.

Se mueve en su silla, obviamente incómodo con esta historia. —María se deprimió


y yo no reconocí los signos. Mirando hacia atrás, me doy cuenta de que su alejamiento
y su mal humor eran síntomas de un problema grave, pero yo estaba tan ocupado
tratando de mantener al negocio con ganancias durante el receso. Ella estaba tomando
más y más píldoras con sólo los muchachos para hacerle compañía. Cuando tuvo la
sobredosis y yo estaba al otro lado del mundo en Tokio, sacando a Steve de un
prostíbulo, ellos me culparon.

Tal vez tenían razón al culparte, pienso.

—Steve no era un mal tipo, pero tú… eres… evidencia, supongo. La evidencia de
que él me hizo dar vueltas alrededor en cosas que eventualmente mataron a su madre.
―Sus ojos rogaron porque lo entendiera, incluso por el perdón, pero no soy la que le
puede dar eso―. Cuando recibió la carta de tu madre, Steve cambió. Era un hombre
nuevo de la noche a la mañana. Te lo juro, él habría sido el padre más atento y cariñoso.
Quería hijos y estaba sobre la luna en cuanto te descubrió. Habría empezado a buscarte
inmediatamente si no hubiese tenido planeado ese viaje con Dinah desde hacía tiempo.
Planeó en algún lugar que aparentemente no lo permite, pero Steve se las arregló para
sobornar a algunos funcionarios para que los llevaran a una carrera. Iba a comenzar a
buscarte en el momento en que regresara. No lo odies.

—No lo odio. Ni siquiera lo conocí. Yo…


Me desvanecí, porque mis pensamientos son un revoltijo. De alguna manera, en la
mente de los chicos Royal, la muerte de su madre y la participación de Steve están
enredadas, y yo soy un conveniente y vivo objetivo. No hay nada que pueda hacer para
cambiar su opinión. Lo veo ahora. Aun así, pedí la verdad, y no voy a culpar a Callum
por esto.

—Gracias —le digo con voz temblorosa—. Aprecio que hayas sido sincero
conmigo.

Podría ser completamente virtuosa y ellos todavía me odiarían. Podría ser similar a
Abby y… un pensamiento me viene a la mente y sale de mi boca antes de que pueda
detenerlo. —¿Cómo era María?

—Dulce. Ella era dulce. Sólo un poquito más alta de un metro y medio, y con el
alma de un ángel—. Sonríe, y en ese instante sé que amó a María. He visto esa clase de
resplandor de amor verdadero sólo una vez, en los ojos de mi propia madre. Ella no
tenía toda su mierda junta, pero me amaba.

María inspiró el mismo amor en sus hijos. Esa Abby es su réplica y lo opuesto de
todo lo que soy. No debería molestarme, pero lo hace, porque por mucho que odie
admitirlo, la verdad es que quiero que Reed se sienta de esa manera por mí.

El cual es de cerca el sentimiento más estúpido que he evocado alguna vez.


Traducido por Dee

Corregido por Mariela

R eed no me mira en todo el viaje de regreso a la costa o cuando llegamos


a casa. Su pensativo silencio habla lo suficientemente alto. Está furioso
y va a permanecer así durante un buen rato.

Me excuso de la cena citando insolación, porque no hay manera de que pueda


soportar toda una comida con Reed ya sea ignorando que existo o provocando en cada
oportunidad.

Sé que yo misma provoque esto, pero cuando incluso Easton frunce el ceño mientras
me dirijo a mi habitación, me pregunto si he cometido un error.

—Pensé que no ibas a meterte con mi papá —sisea cuando paso junto a él en el
pasillo.

—No lo hice. Sólo quería que Reed pensara que lo hice. —Cuando Easton todavía
parece dudoso, dejo escapar un suspiro—. Todo lo que Callum y yo hicimos fue hablar
de Steve. —Y de tu mamá, pero imagino que Easton no apreciaría eso en su actual
estado de ánimo.

Él no es apaciguado ni un poco por mi confesión. —No juegues con mi hermano.


Lo has calentado y ahora va a tener que sacarlo de su sistema.

Palidezco. —¿Qué quieres decir? —pregunto, pero temo la respuesta. ¿Está


corriendo hacia Abby? Eso me hace querer vomitar todo sobre los zapatos náuticos de
Easton.

—No importa. —Él me despide con la mano—. Ustedes deberían follar o


mantenerse alejados el uno al otro. Mantenerse alejados del otro es mi voto.
—Anotado. —Empiezo a abrir la puerta de mi dormitorio, pero Easton agarra mi
brazo.

—Lo digo en serio. Si necesitas a alguien, ven a mí. No me molestas tanto.

Uff. He terminado con estos chicos Royal. —Cielos, Easton. Eso es tan generoso.
¿Tu penosa oferta de sexo tiene una fecha de caducidad? O se trata de un cupón que
puedo utilizar cada vez que tenga ganas.

Entro pisoteando en mi habitación y cierro la puerta en su rostro confundido. Es


temprano, pero decido ir a la cama porque tengo que estar en la panadería antes de que
salga el sol y luego a la escuela, y no hay una persona en esta casa con quien quiera
hablar en este momento.

Me meto bajo las sábanas y me obligo a quedarme dormida, pero voy a la deriva
dentro y fuera, despertando en cada golpe de la puerta y paso fuera de mi habitación.

A deshoras de la noche, escucho susurros furiosos en el pasillo. Los mismos susurros


furiosos que escuché la otra noche. Easton y Reed están discutiendo sobre algo.
Compruebo la hora. Es casi la misma hora también, justo después de la medianoche.

—Estoy yendo —dice Reed rotundamente—. ¿La última vez estabas enojado
porque no te dejaría venir y ahora estás lloriqueo cuando te invito?

Ah, eso es un botón presionado garantizado.

—Oye, perdón por preocuparme de que tu cabeza esté tan metida en tu culo, que
no verás un puño venir —espeta Easton en respuesta. Sip. Botones presionados.

—Al menos no estoy jadeando tras la hija de Steve.

—Sí, claro —dice Easton burlonamente—. Debido a que es por eso que te encontré
casi desnudo y atado a una silla. Porque no deseas en absoluto a Ella.

Se alejan lo suficiente por el pasillo que no puedo escuchar la respuesta completa de


Reed pero suena algo así como—: Preferiría follarme a Jordan que meter mi polla en
esa trampa.
Mi rabia me tiene haciendo a un lado las sabanas y saliendo la cama. ¿Esos dos
tienen secretos que no quieren que yo sepa? Bueno, si estoy en una guerra aquí, en la
casa Royal, necesito toda la munición que pueda conseguir.

Corro al armario y me pongo la primera cosa que toco, lo que resulta ser una
minifalda. No es la ropa perfecta de acosador, pero no tengo tiempo que perder. Salto
en la falda y me pongo una camiseta, luego empujo mis pies en mis zapatillas y me
escabullo de mi habitación lo más silenciosamente posible.

Voy de puntillas por la escalera trasera. No hay nadie en la cocina, pero escucho
leves ruidos afuera. Una puerta de coche se cierra. Mierda. Necesito darme prisa. Por
suerte, los gemelos dejan ropa, llaves, carteras y todo tipo de basura por el vestíbulo de
la entrada todo el tiempo.

Corro a través de la cocina hasta el vestíbulo conectado y agarro la primera sudadera


con capucha que encuentro. Hay llaves y un fajo de billetes en el bolsillo delantero.
Perfecto. Agachándome debajo de la ventana de la puerta, me asomo y veo las luces
traseras del Range Rover de Reed parpadeando por el camino.

Abro de un tirón la puerta y arrastro mi culo al garaje. Cuando el botón del llavero
ilumina la camioneta de los gemelos, doy un suspiro de alivio y trepo en el interior.

Es difícil seguir a alguien en secreto en un coche en una noche oscura en una calle
tranquila, pero me las arreglo para hacerlo, ya que Reed no se detiene o da vuelta
bruscamente a su vehículo para confrontarme furiosamente. Él me lleva al corazón de
la ciudad y luego por varios caminos secundarios hasta que llegamos a una reja.

Reed aparca su camioneta. Apago el motor y las luces. A la luz de la luna, apenas
puedo distinguir a los dos hermanos mientras salen del Rover y luego trepan la cerca.

¿En qué diablos me estoy metiendo? ¿Trafican drogas? Eso sería una locura. La
familia está cargada. La sudadera que estoy usando tiene quinientos dólares en billetes
de veinte y cincuenta doblados, y me jugaría todo el fajo que si iba a través de cada uno
de los bolsillos de las chaquetas colgadas en el vestíbulo, encontraría un montón de
dinero en efectivo en cada una de ellas.

Entonces, ¿qué podrían estar haciendo?


Corro hacia la cerca para ver si puedo ver algo, pero todo lo que puedo ver es una
larga fila de estructuras de forma rectangular todas más o menos del mismo tamaño.
Pero no a Reed o Easton.

Ignorando la voz interior que me está diciendo que es más que estúpido escalar una
cerca y precipitarme en la oscuridad, lo hago de todos modos.

Cuando me acerco más a los edificios, me doy cuenta de que no son edificios en
absoluto, sino contenedores de transporte, lo que significa que debo estar en un astillero.
Mis zapatos náuticos son suaves en el fondo y no hacen ruido, así que cuando encuentro
a Easton entregando una pila de dinero en efectivo a un desconocido con capucha,
ninguno de ellos me oyen.

Me agacho, utilizando el contenedor como escudo mientras miro a escondidas


alrededor de la esquina como un espía inepto en una película de acción terrible. Más allá
de Easton y el desconocido, hay un círculo improvisado en el centro de un espacio vacío
al final de cuatro cajas de envío.

Y dentro de ese círculo está Reed, desnudo hasta el pantalón vaquero.

Él empuja un brazo a través de su cuerpo y luego cambia para estirar el otro brazo.

Después salta sobre las puntas de sus pies como si estuviera tratando de aflojarse.
Cuando veo a otro hombre sin camisa, todas las piezas caen en su lugar. Los viajes
nocturnos secretos fuera de casa. Los moretones en su rostro. Easton debe estar
apostándole a su hermano. Demonios, Easton podría estar luchando, también, si
recuerdo la discusión entre los dos la semana pasada.

—Pensé que alguien nos estaba siguiendo, pero Reed no quiso escuchar.

Me di la vuelta para encontrar a Easton de pie justo detrás de mí. Luego voy a la
defensiva antes de que pueda darme una mierda por seguirlos. —¿Qué vas a hacer,
acusarme? —me burlo.

Él rueda los ojos, luego me tira hacia adelante.

—Vamos, acosadora. Eres la causa de esto. Deberías verlo pasar también.

Lo dejo arrastrarme hasta el borde del círculo, pero protesto. —¿Soy la causa de
esto? ¿Cómo lo sabes?
Easton empuja la gente a un lado y nos empuja hasta el frente. —¿Atar a Reed a una
silla con el culo desnudo?

—Tenía la ropa interior puesta —murmuro.

Easton me ignora y sigue hablando. —¿Dejarlo más caliente que un marinero


después de nueve meses de restricción en el fondo del océano? Por favor, hermana, tiene
tanta adrenalina en su cuerpo ahora que es luchar o… me mira con especulación, follar,
y ya que no te lo vas a follar, esto es. Oye, hermano mayor —clama él—. Nuestra
hermanita vino a ver.

Reed se da vuelta.

—¿Qué demonios estás haciendo aquí?

Resisto la urgencia de esconderme detrás de la gran complexión de Easton. —Justo


aquí para animar a la familia. Vamos… —Royal, empiezo a decir, pero luego me
pregunto si estos tipos están usando alias o algo. Alzo mi puño—. ¡Vamos, familia!

—East, si la metiste en esto, te juro que voy a vencer tu culo el próximo domingo.

Easton levanta sus manos. —Amigo, te dije que alguien nos estaba siguiendo, pero
no podías escuchar nada sobre todas tus habladurías acerca de cómo ibas a
enseñarle alguien… —Él inclina su cabeza en mi dirección—, una lección.

Reed frunce el ceño. Claramente quiere levantarme y lanzarme hacia la oscuridad.

Antes de que pueda hacer cualquier cosa, el otro hombre sin camisa con muslos
como troncos le da una palmada en el hombro.

—¿Terminaste de tener tu reunión familiar? Quiero terminar esta lucha antes de que
salga el sol.

La ira en los ojos azules de Reed se disuelve con diversión. —Cunningham, no


durarás cinco segundos. ¿Dónde está tu hermano?

Cunningham se encoge de hombros. —Está consiguiendo que su polla sea aspirada


por alguna ocasional. Ahora bien, no te asustes, Royal. No voy a herirte demasiado. Sé
que tienes que mostrar tu cara bonita en Astor Park mañana.
—Quédate aquí. —Reed me señala y luego al suelo—. Muévete y será mucho peor
para ti.

—Porque ha estado tan bien hasta ahora —le digo.

—Dejar de hablar y empieza a luchar —grita alguien de la multitud—. Si


quisiera ver una telenovela, me hubiera quedado en casa.

Easton golpea con fuerza a Reed en el hombro y Reed le golpea de vuelta.

Ambos golpes me habrían derribado, pero los dos ríen como maníacos.

Cunningham retrocede al centro y hace gestos para que Reed vaya tras él.

Reed no vacila. No hay baile alrededor, midiéndose entre sí.

Reed se lanza contra Cunningham y por unos buenos cinco minutos, los
dos intercambian golpes. Me estremezco ante cada contacto que Cunningham hace,
pero Easton sólo se ríe y anima a Reed.

—El dinero más fácil que he hecho, apostar por Reed —alardea.

Envuelvo los brazos alrededor de mi cintura. Callum dijo que estaba en un lugar
oscuro, ¿pero se da cuenta de que sus hijos están ahí, también? ¿Qué vienen aquí y toman
un golpe tras otro para librarse de cualquier emoción que los persiga?

¿Y qué dice de mí que las palmas de mis manos se estén humedeciendo y también
otras partes de mi cuerpo? ¿Qué mi respiración se esté acelerando y mi corazón esté
empezando a latir frenéticamente?

No puedo apartar mis ojos de Reed. Sus músculos están brillando a la luz de la luna,
y él es tan increíblemente hermoso en esta forma animal que algo primitivo en mi interior
responde de una manera con la que no sé cómo lidiar.

—Te pone caliente, ¿no? —susurra Easton en mi oído a sabiendas.

Niego con la cabeza, pero todo mi cuerpo grita sí, y cuando Reed da su golpe final,
uno que hace que Cunningham se balancee completamente y caiga de cara en el
hormigón, sé que si el dobla su dedo meñique en mi dirección, no seré capaz de
apartarlo. No esta vez.
Traducido por Anna

Corregido por Xei07

onduje de vuelta hacia la mansión con Easton en el lado del pasajero porque
C Reed murmuró que no confiaba en mí para volver por mi cuenta. Quería
señalar que logré llegar bien al campo yo sola, pero mi boca está cerrada con
cemento.

Obviamente Reed no está de humor para ser molestado esta noche.

Luchó con otros dos chicos después de Cunningham, y pateó el trasero de ambos
también. Easton contó sus ganancias en el viaje de regreso y terminó con ocho de los
grandes, parecía como una gota en el mar comparado con cuán forrados de dinero
estaban ya, pero Easton me informó que el dinero siempre es más dulce cuando has
sangrado por él.

Reed no sangró, sin embargo. No creo que él siquiera tuviera un moretón o molestia
mañana.

Así de salvaje y poderoso había sido cuando estampó sus puños una y otra vez en
esos chicos esta noche.

En la entrada, apago el motor, pero me quedo dentro del auto porque Reed no ha
salido del suyo tampoco. Easton no se queda, él sólo mete el dinero en su bolsillo y sale
de la camioneta, dirigiéndose por la puerta lateral sin mirar atrás.

No es hasta que veo a Reed salir del asiento del conductor que hago lo mismo.
Estamos de pie a unos tres metros de distancia y nuestras miradas se bloquean. Sus duros
ojos y mandíbula apretada envían una ola de agotamiento a través de mí. Estoy tan
cansada, no porque sean casi las dos a.m. y he estado despierta desde las siete.
Estoy cansada del odio que sale del cuerpo de Reed cada vez que me ve. Estoy
cansada de pelear con él. Estoy cansada de los juegos, la tensión y la interminable
hostilidad.

Doy un paso hacia él.

Él gira su espalda hacia mí y desaparece por el costado de la casa.

No. No esta vez. No puede huir de mí. No se lo permitiré. Me apresuro tras de él,
agradecida por las luces activadas por movimiento que rodean la casa. Ellas me guían
hasta el patio trasero y luego más allá, bajando el sendero que lleva a la playa.

Reed está a unos seis metros por delante, y tiene la ventaja de haber vivido aquí toda
su vida. Con total facilidad, él navega entre las rocas bordeando la playa hasta que
alcanza el borde del agua.

Todavía estoy atravesando la arena cuando lo veo sacarse los zapatos de una patada,
quitarse los calcetines y caminar dentro del agua. No parece importarle que la parte
inferior de sus vaqueros estén empapados.

Es tarde, pero no está oscuro. La luna está afuera, iluminando su hermoso rostro.

Sus hombros están caídos, y pasa ambas manos por su cabello cuando finalmente
llego a su lado.

—¿No nos hemos torturado el uno al otro suficiente por hoy? —Su voz sale cansada.

Dejo escapar un pesado suspiro. —Ha sido un día bastante agitado, ¿eh?

—Me ataste a una silla —murmura él.

—Lo merecías.

Nos quedamos en silencio por un momento. Saco mis zapatos y doy un paso hacia
adelante, luego chillo cuando el agua fría moja mis pies. Reed ríe entre diente.

—¿El atlántico está siempre así de frío? —digo.

—Sí.
Me quedo mirando el agua y escucho las olas chocar contra la costa. Luego suspiro
de nuevo.

—No podemos seguir haciendo esto, Reed.

No responde.

—Quiero decir. —Pongo mi mano en su brazo y lo giro para que me encare. Sus
ojos azules son inexpresivos, lo cual supongo que es mejor que su usual dosis de
desdén—. Ya no quiero pelear. Estoy cansada de pelear.

—Entonces vete.

—Ya te lo dije, estoy aquí para quedarme. Estoy aquí para ir a la escuela, graduarme
y luego ir a la universidad.

—Eso dices.

Dejo escapar un gemido exasperado. —¿Quieres que diga algo más? Bien, tengo
bastante que decir. No estoy acostándome con tu padre, Reed. Y nunca voy a hacerlo,
porque uno, eso es asqueroso, y dos, es asqueroso. Él es mi tutor, y aprecio todo lo que
está haciendo por mí. Eso es todo. Es todo lo que siempre será.

Reed mete las manos en sus bolsillos y no dice nada.

—Todo lo que Callum y yo hicimos en el yate hoy fue hablar. Me contó sobre mi
padre, y honestamente, aún no sé cómo sentirme sobre todo eso. Nunca conocí a Steve,
y por lo que he escuchado de él, no sé si me hubiera agradado. Pero no puedo cambiar
el hecho de que es mi padre, ¿bien? Y no puedes seguir sosteniendo eso en mi contra.
No pedí que Steve se acostara con mi madre, y no pedí que tu padre se entrometiera en
mi vida y me trajera aquí.

Él se burla—: ¿Estás diciendo que preferirías seguir quitándote la ropa por dinero?

—¿Ahora mismo? Sí —digo con franqueza—. Al menos sabía qué esperar de esa
vida. Sabía en quién confiar, y de quién alejarme. Y di lo que quieras sobre ser
desnudista, pero nadie, ni una sola persona, jamás me llamó puta o zorra en todo el
tiempo que estuve trabajando en los clubs.

Reed rueda sus ojos.


—Porque es una profesión tan respetable.

—Es una vida —disparo de vuelta—. Y cuando tiene quince años y tratas de pagar
las facturas médicas de tu madre moribunda, es sobrevivir. No me conoces. No sabes
nada sobre mí, y no has siquiera tratado de conocerme, así que no tienes permitido
juzgarme. No tienes permitido hablar mierda de cualquier cosa sobre la que no tienes
idea.

Sus hombros se ponen rígidos de nuevo. Él da otro paso al frente, causando que el
agua salpique mis tobillos desnudos.

—No me conoces —repito.

Me lanza una mirada oscura.

—Sé lo suficiente.

—Soy virgen, ¿sabías eso? —Las palabras salen de mi boca antes de que pueda
detenerlas y él se sacude con sorpresa.

Se recupera rápidamente, una mirada cínica juega a través de su rostro.

—Seguro, Ella. Eres virgen.

—Es la verdad. —Vergüenza calienta mis mejillas aunque no estoy segura de por
qué estoy avergonzada—. Puedes seguir pensando que soy una puta, pero estás
equivocado. Mi mamá se enfermó cuando tenía quince años, ¿cuándo demonios iba a
tener tiempo de andar tonteando con chicos?

Él se ríe con dureza.

—La próxima de las cosas que vas a decirme es que nunca has besado a un tipo,
¿no?

—No, lo he hecho. He hecho… algunas cosas. —Mis mejillas queman ahora—.


Pero no la gran cosa. No las cosas de las que sigues acusándome.

—¿Esta es la parte en la que me pides que te vuelva una mujer?

Mi piel pica con el insulto.


—Eres un verdadero imbécil algunas veces, ¿lo sabes?

El frunce el ceño.

—Sólo estoy diciéndote esto porque quiero que te des cuenta cuan injusto estás
siendo —susurro—. Lo entiendo, tienes problemas. Odias a tu padre y extrañas a tu
madre y te gusta golpear gente por mierdas y risas. Estás jodido de la cabeza, eso es muy
obvio. No espero que seamos amigos, ¿bien? No espero nada de ti en realidad. Pero
quiero que sepas que acabé con esto… esta pelea en la que estamos. Me disculpo por la
forma en que actué temprano. Me disculpo por atarte a una silla y dejarte pensar que
había algo entre Callum y yo. Pero a partir de este momento, he terminado de pelear.
Dime lo que sea que quieras, piensa lo que desees sobre mí. Sigue actuando como un
idiota, no me importa. Ya no voy seguir en este jugo. He terminado.

Cuando él sigue en silencio, salgo del agua y me dirijo de nuevo a la casa. He dicho
mi parte, y quería decir cada palabra. Ver a Reed sacar la mierda de alguien esta noche
realmente puso todo en perspectiva para mí.

Los hermanos Royal están aún más dañados que yo. Ellos lastiman, atacan y soy el
blanco más conveniente, pero luchar en respuesta sólo lo hace peor. Sólo alimenta su
rabia hacía mí y me niego a participar.

—Ella. —La voz de Reed me detiene cuando alcanzo la cubierta superior.

Me detengo cerca de la piscina, y trago con fuerza cuando vislumbro el


remordimiento en sus ojos.

Él me alcanza, su voz apretada mientras dice—: Yo…

Una fuerte voz viene detrás de nosotros.

—¿Qué están haciendo aquí afuera tan tarde chicos?

Cubro mi irritación mientras Brooke aparece en las puertas del patio. Ella está en
una bata blanca de seda, con su cabello rubio derramándose sobre un hombro. En su
mano derecha está agarrando una botella de vino tinto.

Noto que Reed se encoge con el sonido de su voz, pero cuando habla, suena frío e
indiferente.
—Estamos a mitad de algo. Ve a la cama.

—Sabes que no puedo dormir sin tu padre acurrucado a mi lado.

Brooke se las arregla para bajar los escalones sin tropezar. Viene hacia nosotros, y
suspiro cuando veo sus ojos vidriosos por el alcohol. Callum es un profesional cuando
se trata de beber, pero esta es la primera vez que he visto a Brooke borracha.

—¿Dónde está Callum? —Extiendo una mano para sostenerla.

—Fue a la oficina —se queja—. Un domingo en la noche. Dijo que hubo una
emergencia que tenía que manejar.

No puedo evitarlo pero siento una punzada de simpatía. Es tan obvio que Callum
no está del todo interesado en su relación con Brooke, e igualmente obvio que ella quiere
tan desesperadamente que él la ame. Me siento mal por ella.

—No sabía que revolcarse con su secretaria era considerado una emergencia —dice
Reed burlonamente.

Sus ojos se dirigen hacia Reed. Doy un paso protector hacia él.

—Déjame llevarte adentro —le digo a Brooke—. A la sala. Te conseguiré una manta
y…

Ella se sacudió de mi agarre.

—¿Eres las señora de la casa ahora? —Su voz está alcanzando niveles agudos—.
Porque eres una tonta si crees que serás algo para estos Royal. Y tú… —Se gira con una
brillo salvaje en sus ojos hacia Reed—, será mejor que dejes de hablarme así.

La réplica que estaba segura que Reed escupiría nunca vino. Lanzó una mirada
cuestionadora hacia él, pero se ha ido. Su expresión está cerrada, casi vacía.

—Voy a ser tu madre algún día. Deberías aprender a ser más agradable conmigo. —
Brooke da un inestable paso hacia adelante y roza sus uñas con manicura por la mejillas
de él.

Él se sobresalta y luego sacude la mano de Brooke. —Estaré muerto primero.


La empuja cuando pasa y se va hacia las puertas francesas. Me apresuro tras él,
dejando a la novia de Callum en el patio.

Esta vez soy la que lo llama. —Reed.

Él se detiene frente a las escaleras en la cocina. —¿Qué?

—¿Qué… qué ibas a decir antes de que Brooke nos irrumpiera?

Su cabeza gira. Duros ojos con malicia me miran. —Nada —murmura—.


Absolutamente nada.

Detrás de mí escucho un crujido. No quiero nada más que perseguir a Reed, pero
no puedo dejar a Brooke sola y borracha por la piscina.

Me apresuro de vuelta a su lado, cuando la encuentro peligrosamente cerca del


borde del agua.

—Vamos, Brooke. —Tiro de su brazo, esta vez me sigue dócilmente, inclinando su


ligero peso contra mí.

—Todos son terribles —lloriquea—. Necesitas alejarte de ellos, sólo protégete.

—Voy a estar bien. ¿Quieres ir arriba o está bien la sala?

—¿Con el fantasma de María mirándome? —Brooke se encoge de hombros—. Ella


está aquí. Siempre aquí. Cuando esté a cargo, vamos a demoler esta casa hasta los
cimientos y erradicar a María.

Eso suena poco probable. La llevo, medio cargo, medio arrastro dentro de la sala
donde, sí, hay una retrato de María sobre la chimenea. Brooke levanta sus dedos con
una señal de cruz mientras pasamos frente a ella.

Tengo que tragar una risa con lo ridículo que es esto. La sala es en realidad una gran
habitación que va a lo largo de la parte delantera de la casa. Hay dos áreas para sentarse,
así que tiro de Brooke hacia el segundo juego que está cerca de la ventana y lejos del
retrato de María.

Ella se hunde con alivio sobre el sofá, doblando sus rodillas y mete sus manos bajo
su mejilla. Sus lágrimas han manchado su maquillaje y luce como una muñeca trágica,
como una de las desnudistas que está tan segura de que el hombre rico que les da
propinas de cien dólares va a regresar y llevárselas. Claro, él no lo hace.

Él sólo está usándola.

—Brooke, si estar con Callum te hiere así, ¿por qué te quedas?

—¿Realmente piensas que hay algún hombre allí afuera que no me lastimará? Eso
es lo que los hombres hacen, Ella. Te lastiman. —Su mano sale disparada y agarra mi
muñeca—. Deberías alejarte de aquí. Estos Royal te destruirán.

—Tal vez quiero ser destruida —digo suavemente.

Ella me deja ir, tira de su mano, retrayéndose dentro de su misma. —Nadie quiere
ser destruido. Todos queremos ser salvados.

—Debe haber al menos un tipo decente allí afuera.

Eso la hace reír. Histéricamente. Y la risa sólo sigue y sigue.

La dejo, subiendo las escaleras con el sonido de su risa cosquillando en mi espalda,


esta mujer sinceramente no cree que pueda encontrar a un hombre que no la lastime. Y
no sé por qué esa convicción se siente como si ella estuviera raspando un cuchillo por
mi columna.
Traducido por Lili-ana

Corregido por Xei07

R eed no me lleva a trabajar a la mañana siguiente. Y se ha ido a la práctica


de fútbol cuando salgo de la casa, y no me sorprendí. Estoy bastante
segura que la última cosa que él esperaba obtener de mí anoche era una
oferta de tregua. Lo que significa que probablemente está en camino a la escuela en este
momento, obsesionado sobre si o no mi disculpa es sólo otro truco. No lo fue, sin
embrago. Estoy quedándome con la decisión que hice ayer. He terminado de
antagonizar a los Royal.

Tomo el autobús a la panadería y trabajo junto a Lucy por las próximas tres horas.
Luego camino hacia la escuela y me escabullo en el baño para cambiar mi uniforme.
Cuando salgo del baño de damas, choco con la chica con la que Easton supuestamente
estaba saliendo antes. Claire, creo.

Al segundo que me ve, su boca se aprieta en una línea tensa. Luego pasa más allá
de mí, dejando un silbido de una palabra en su estela.

—Zorra.

Esa sola palabra es como un puño en el estómago. Vacilo, preguntándome si la había


escuchado mal, pero mientras camino por el pasillo y todas las niñas que paso me
fulminan con la mirada, me di cuenta que algo pasa. De los chicos obtengo sonrisas. Es
dolorosamente obvio que por alguna razón, soy el tema candente hoy.

No es hasta que Valerie me encuentra en mi casillero que me informó.

—¿Por qué no mi dijiste lo que hiciste con Easton Royal? —exige ella en voz baja.

Mi libro de cálculo casi resbala de mis dedos. Espera, ¿esto es acerca de Easton?
Pero estábamos en mi habitación cuando nos besamos, y no hay forma que Reed
chismeara sobre eso. Así que como diablos todo el mundo sabe…
El club. Mierda. El recuerdo zumba en mi cabeza al mismo tiempo que Valerie
comienza a reír.

—Sabía que debería mantener un ojo sobre ti esa noche —se burla ella—. ¡Pero
nosotros ni siquiera bebimos! ¡Eso significa que lo hiciste sobria! ¿Es necesario agendar
una intervención para ti?

Suspiro. —¿Tal vez?

Las chicas que Val me había presentado en la fiesta de Jordan “las tono pastel así la
había llamado” pasaron por allí. Las tres se volvieron a mirarme y susurrar entre sí.

—Fue un movimiento estúpido —lo admito—. Realmente no estaba pensando. —


No, todo lo que estaba pensando esa noche era en Reed y la forma que lucía cuando yo
estaba en la jaula—. ¿Todo el mundo lo sabe, entonces?

Ella sonríe. —Oh, lo saben. Es de lo único que han estado hablando esta mañana,
y la primera campana ni siquiera ha sonado. Claire se molestó.

Apuesto que lo está. Y si Claire está de mal humor, sólo puedo imaginar lo que
Jordan tendrá que decir sobre ello. Un “casual” ¿Cómo puse mis manos sucias sobre
todos sus preciosos Royal? Probablemente se está volviendo loca en este momento.

—¿Qué sobre ti? —pregunto a la única persona que importa—. ¿Estas enojada?

Valerie ríe entre dientes. —¿Porque pegaste tu lengua en la garganta de Easton? ¿Por
qué me importaría eso?

Es la respuesta que había esperado, y me aferro a eso, mientras pasamos en el pasillo


y vamos a nuestras clases de la mañana. No me importa que todo el mundo esté
susurrando o que las chicas me miren con furiosas dagas, cada vez que entro a un salón
de clases. La opinión de Valerie es la única que me importa.

Aun así, a la hora del almuerzo, estoy lista para arrancarme el cabello. Todas las
chicas que me pasan en el pasillo parecen listas para asesinarme. Easton hace eso peor
al salir de su camino, dar una visita a mi casillero y un prolongado abrazo a mi cuerpo.
Él pretende no darse cuenta de todas las miradas que estamos recibiendo pero soy
terriblemente consiente de ellas.

—Eres Ella ¿verdad?

Acabo de empujar mis libros de texto en mi casillero cuando un chico con cabello
rubio puntiagudo y camisa de rugby rayada se acerca.
Su pregunta es ridícula, porque sabe muy bien quien soy. Estos niños han ido todos
juntos a la escuela desde la guardería probablemente, y no hay una sola alma en Astor
Park Prep que no sepa sobre la nueva “Royal”.

—Sip. —Pego una mirada indiferente—. ¿Quién eres?

—Daniel Delacorte. —Extiende su mano, luego la baja torpemente a su lado cuando


no la agito—. He querido presentarme hace un tiempo, pero… —Se encoge de hombros.

Ruedo mis ojos. —Pero ¿Era contra las reglas de Reed?

Asiente con la cabeza tímidamente.

Dios, estas personas son los peores. —Así que ¿por qué de presentas a ti mismo
ahora?

Eso gana otro encogimiento de hombros. —Un par de amigos míos estaban en el
club el sábado por la noche. Dijeron que te vieron con Easton.

—¿Así que? —Anticipo algún tipo de insulto, pero no consigo ninguno.

—Así que las reglas han cambiado. Nadie tenía permitido invitarte a salir antes
debido a Reed. Pero estabas con Easton la otra noche, así que las cosas son diferentes
ahora.

Espera, ¿me está invitando salir?

Estrecho mis ojos hacia él. —¿Qué, no vas a llamarme zorra por enrollarme con
Easton en el club?

Sus labios se contraen con humor. —Si llamara zorras a todas las chicas que se han
enrollado con Easton, no quedaría ninguna en la escuela.

No puedo evitarlo pero me rio.

—Estoy siendo serio —insiste Daniel—. Borrachas enrollándose con Easton Royal
son como un rito para entrar en Astor Park.

—¿Estás hablando por experiencia personal? —pregunto cortésmente.

Él muestra una sonrisa. El chico es lindo, le daré eso. —Por suerte no. De ninguna
forma, sólo vine a preguntar si quieres salir a cenar en algún momento.

Una sacudida de sospecha viaja a través de mí, y Daniel debe sentirla porque
rápidamente dice—: No tiene que ser una cita. Podríamos hacerlo una cosa de amigos
si eso es más cómodo. Solamente quiero conocer a la chica que tiene toda la ropa interior
de los Royal en un giro.

Aún estoy dudando, así que él deja escapar un suspiro apresurado. —¿Puedo ver tu
teléfono?

Aunque no estoy segura porque, meto ni mano en mi bolsillo trasero y saco mi


teléfono, pasándoselo.

Sus dedos se mueven rápidamente sobre la pantalla táctil. —Ahí. Tienes mi número
ahora. Así que ¿qué tal esto? Piensa en ello, y si decides que quieres tener la cena. Me
disparas un mensaje.

—Um. Está bien. Seguro.

Daniel sonríe, de nuevo me da un pequeño saludo antes de salir dando zancadas.


Lo veo irse, mi mirada enfocándose en su lindo trasero. Tiene el cuerpo tonificado de
un atleta, y de repente me pregunto si está en el equipo de fútbol. Espero que no, porque
eso significa que Reed probablemente escuchará sobre Daniel invitándome a salir
cuando estén en su práctica por la tarde.

Pero subestime la vid en esta escuela. La noticia de Daniel invitándome a salir


literalmente sale cinco minutos después que él la emitió. Estoy a dos pasos de la cafetería
cuando me llega un mensaje de texto de Valerie.

¿Daniel Delacorte te invito a salir?

Respondo con sí.

¿Le dijiste sí?

Dije que lo pensaría.

No pienses 2 duros. Él es uno de los más agradables.

Otro texto aparece rápidamente. Capitán del equipo de lacrosse. Ella agrega esto como
si eso hiciera una diferencia para mí.

Rodando mis ojos, entro a la cafetería y localizo a Val en nuestra mesa habitual en
la esquina. Sonríe en el momento que me ve, guarda su teléfono, y dice—: Está bien.
Dime todo. ¿Se colocó en una rodilla? ¿Te dio flores?
Por la siguiente hora, descarga con preguntas acerca del chico con el que sólo hable
dos minutos. A decir verdad es una agradable distracción de este festival de susurros de
esta mañana y me detiene de obsesionarme de lo que Reed dirá cuando se entere.
Traducido por Valentina95

Corregido por Xei07

N o vi a Reed hasta después de la escuela, y cuando lo hice, no estaba


corriendo a exigir que me mantuviera alejada de Daniel. En su lugar, está
apoyado sobre la puerta del conductor hablando con Abby. Y la suave
rubia está apoyada sobre el Rover de Reed con una mano en su cadera. La escena entera
me da ganas de atragantarme.

―Ellos lucen amistosos.

Me giro para ver a Savannah a mi lado. No hemos hablado en absoluto desde el día
en que me dio un paseo guiado por el campus, así que estoy sorprendida de encontrarla
ahí. ―Supongo.

―Escuché que Daniel Delacorte te pidió salir hoy. ―Ella suaviza su pelo liso con
la mano.

―Aparentemente es una noticia lenta en la escuela ―bromeo―, pero sí.

―No lo hagas ―dice abruptamente―. Te arrepentirás si lo haces.

Después de dejar caer esa bomba, camina fuera del bordillo y se apura hacia su
coche, dejándome confundida y con la boca abierta.

Antes de que le dé sentido a la advertencia, un bajo y descapotado coche deportivo


se mueve a mi línea de visión. Daniel me sonríe desde el asiento de conductor.

―Lindo auto. ―Miro con atención el interior. Es negro y está lleno de diales
brillantes―. Suena como una bestia.
―Gracias. Regalo de mis padres cuando cumplí dieciséis. Estaba un poco
preocupado cuando escuché que tenía cuatrocientos caballos de fuerza. Me pregunté si
mi padre pensaba que yo tenía algo que compensar.

Sonrío. El que tenga la habilidad de hacer una broma sobre sí mismo me hace
calentarme por él. ―¿Y lo haces?

―Ella ―dice bromeando―. Se supone que tienes que tranquilizarme sobre que no
tengo nada de qué preocuparme en el departamento de hombres.

―¿Cómo lo sabría? ―lo tiento.

―Aquí hay un secreto. ―Se apoya sobre la consola y me hace gestos para que me
acerque―. Nosotros, los hombres, tenemos egos frágiles. Es mejor que siempre nos
hagan cumplidos para que así no nos convirtamos en psicópatas.

―No tienes nada de qué preocuparte en el departamento de hombres ―respondo


diligentemente.

―Esa es mi chica. ―Asiente en aprobación—. ¿Quieres un viaje a casa?

Me enderezo y escaneo el estacionamiento por Easton, los gemelos o incluso


Durand, pero está vacío de Royal excepto por Reed, que no me ve. Su atención está
sobre el hada angelical que le recuerda a su madre.

Daniel sigue mi mirada directamente hasta la pareja. ―Abby y Reed. ―Medita—.


Esa es una pareja destinada a estar junta.

―¿Por qué dices eso? ―Sueno contrariada y lo estoy, pero desearía esconderlo
mejor.

―Reed es difícil, no como Easton. Lo he visto sólo con una chica en los últimos dos
años. Creo que ella está por él.

―Así que, ¿por qué no están juntos?

Ambos miramos como la cabeza de Reed se acerca a Abby, como si fueran a


besarse.
―¿Quién dice que no lo están? ―La observación de Daniel es despreocupada, sin
intención de herirme, pero el dolor se propaga en mi interior de todas formas―. ¿Has
pensado en mi propuesta?

Mis ojos se alejan de Reed hacia Daniel. Daniel es la quinta esencia de un chico
rico. De la forma en que pensé que los Royal lucirían: cabello rubio, ojos azules y un
rostro que probablemente adornaría las pinturas en los viejos museos ingleses. Los Royal
eran casi gamberros comparados con su fácil elegancia. Cualquier chica estaría
encantada de haber sido invitada a una cita por Daniel, y pienso que dice algo malo
sobre mí el que no pueda reunir algo de excitación por él.

―Soy un tipo de enredo en este momento ―le informo―. Hay mejores y más
estables, peces en el estanque.

Me estudia por un momento. ―No puedo darme cuenta de si estás tratando de


rechazarme gentilmente o si no te estás dando el suficiente crédito. De cualquier manera,
no me estoy rindiendo.

Soy salvada de responder cuando una fuerte bocina suena detrás de nosotros. Nos
giramos para ver como Reed ha maniobrado su Rover tan cerca del auto deportivo de
Daniel que los guardabarros están casi besándose. La posición entre los dos vehículos es
casi invisible, con el Rover elevándose sobre el pequeño convertible de dos asientos.
Parece como si el Rover sólo estuviera esperando para conducir por encima del coche
de Daniel.

Daniel se apoya sobre el asiento de conductor y enciende su auto. Con un brillo


malicioso en los ojos, inclina su cabeza hacia Reed. ―Alguien está compensando, pero
pienso que no soy yo.

Con eso, acelera, dejando un espacio que Reed ocupa rápidamente. Daniel está
equivocado. Reed no tiene nada que compensar. Su enorme camioneta encaja
perfectamente con él.

―¿Vas a salir con él? ―pregunta Reed al momento en que cierro la puerta de
acompañante.

―¿Daniel?

―¿Otro chico te ha invitado a salir, también?


Desearía que no llevara puesta las gafas de sol. No puedo ver sus ojos. ¿Está
enfadado? ¿Frustrado? ¿Satisfecho?

―No, sólo Daniel. Y estoy pensando en ello. ―Miro su perfil―. ¿Alguna razón
para no hacerlo?

Un músculo se flexiona en su mandíbula. Si me da la más mínima apertura, la


tomaré. Vamos, Reed. Vamos.

Me ofrece una breve mirada antes de retornar sus ojos a la carretera. ―Pienso que
llegamos a una tregua anoche, ¿cierto?

Quiero que sea más que una tregua, y el pensamiento me sorprende. Un alto el fuego
es una cosa, ¿pero admitirme a mí misma… y a él… que quiero actuar sobre la atracción
entre nosotros? Eso se siente como un peligroso error.

―Sí, algo como eso ―murmuro.

―Entonces sería un imbécil si te dijera que no salieras con él.

No, pienso, me deberías estar diciendo que te preocupas por mí. ―Creo que mirar
por el bienestar de alguien no viola el espíritu de nuestra tregua ―digo ligeramente.

―Si estás preguntando si él va a lastimarte, diría que no. No he escuchado que él


fanfarroneara en el vestuario sobre las chicas que se tiró. Pienso que todo el mundo lo
considera un tipo decente ―se encoje Reed―. Él está con el equipo de lacrosse. Esos
chicos tienden a quedarse juntos así que no lo conozco muy bien, pero lo suficiente,
supongo. Si tuviera una hermana, no me opondría a que saliera con él.

¡Esa no era mi pregunta! Le grité en mi cabeza. En voz alta, lo dirigí sobre un ángulo
diferente. ―¿Tú y Abby están volviendo a estar juntos?

―Nunca estuvimos juntos ―dice toscamente.

―Lucían un poco acogedores justo ahora. Daniel dijo que ambos estaban hechos
para ser pareja.

―¿Lo hizo? ―Reed sonó divertido―. No sabía que Daniel tenía ese tipo de interés
en mi vida amorosa.
―Así que ¿Abby es parte de tu vida amorosa? ―Soy una glotona por el castigo con
todas esas preguntas.

―¿Qué es lo que estás preguntando exactamente? ―Gira a la izquierda y no puedo


ver su cara por eso.

Muy avergonzada para presionar sobre el tema, me hundo de nuevo en el


asiento. ―Nada.

Después de un momento, Reed suspira. ―Mira, me voy a ir a la universidad el año


que viene. Y, al contrario que Gideon, no voy a volver cada fin de semana. Necesito un
tiempo lejos de esta ciudad. Abby y yo tuvimos un buen rato, seguro, pero ella no es mi
futuro y no voy a joder a su alrededor… o de cualquier otra, por esa razón… sólo para
tener un polvo.

Y ahí está mi respuesta. Incluso si él se siente atraído por mí… aunque noto que
tiene cuidado en no decirlo… no va a hacer algo sobre ello. Se irá tan pronto como sea
posible. Debería admirar ese tipo de honestidad, pero no lo hago. Alguna ridícula parte
de mí quiere que me diga que me desea lo suficiente, que ningún principio lo prevendría
de tenerme. Dios, soy un cachorrito enfermo.

Me giro lejos de él y miro la ciudad pasándonos mientras Reed conduce a casa.

Finalmente, cansada del silencio, dejo escapar―: ¿Por qué peleas? ¿Es por el
dinero?

Suelta una afilada risa. ―Infiernos, no. Peleo porque me hace sentir bien.

―¿Por qué no te permitirás dormir con Abby? ¿Así que tienes que salir y golpear a
algunos chicos para deshacerte de lo que sea que se está construyendo dentro de ti? ―Las
palabras se deslizan antes de que mi cerebro se dé cuenta.

Reed detiene el Rover y miro alrededor, sorprendida de ver que ya estamos en


casa. Finalmente se quita sus lentes de sol y me enfrenta.

Mi garganta se seca. ―¿Qué es esto?

Se estira y sujeta un mechón de mi pelo entre sus dedos. Sus nudillos a pulgadas de
mi pecho y conlleva un esfuerzo sobrehumano no descansar en su toque, no presionar
su mano del todo contra mí.
―¿Realmente piensas que es Abby quién me mantiene despierto en la noche?

―No lo sé. ―Vacilo―. No quiero que lo sea.

Aguanto mi respiración, esperando a que responda, pero todo lo que hace es dejar
caer mi pelo y agarrar la manija de la puerta.

Sin girarse de nuevo para mirarme, dice―: Daniel es un buen tipo. Tal vez deberías
darle una oportunidad.

Me siento en el coche después de que él se va para así recuperar la compostura.


Ninguno de los dos se ha declarado, pero sé que ahora está fuera de la cuestión. He
dejado salir mis sentimientos y él me ha dicho que me los guarde. Lo hizo de una buena
manera, pero un corte limpio todavía provoca una herida dolorosa. .

Brooke está sentada al lado de la piscina cuando entro a la casa. Parece recuperada
de la sesión de alcohol de la noche anterior. Está balbuceando a distancia con Reed, que
está de pie al lado de su reposera, tieso como una tabla, mientras su mano corre arriba y
abajo sobre su pantorrilla desnuda. La he visto tocar así a Gideon también, y me
pregunto por qué los chicos soportan eso. Si hay una cosa que Callum pueda hacer para
reparar su relación con sus hijos, esa sería desechar a Brooke.

Solitaria e irritada, busco a Easton, que está desplomado sobre su cama mirando un
programa de coches donde se desarman y se arman hasta que parecen vehículos
animados.

―¿Así que estamos en tregua, eh? ―Sonríe cuando me ve.

―¿Es esa siquiera una palabra? ―pregunto mientras entro a su dormitorio.

―Suena como una palabra, así que supongo que debe serlo.

―Gilitardado7 suena como una palabra, también, pero estoy bastante segura de que
no la encontrarás en el diccionario.

―¿Me estás llamando un gilitardado?

7
Gilitartado: mezcla entre gilipollas y retrasado; del original "douchetard".
―Naah. Sólo eres un regular viejo imbécil.

―Ay, gracias, hermanita.

―Sabes que tenemos la misma edad, ¿cierto? ―Ruedo mis ojos y me subo a la cama
al lado de él. Easton rueda lejos para dejar espacio para mí.

―Siempre voy a ser más viejo y más sabio que mi edad.

―Ajá. Seguro.

―En serio, sin embargo. Reed dice que ahora nos llevamos bien. ¿Es cierto? ¿O
están jugando a otro juego?

―Nunca estuve jugando para empezar ―me quejo―. Y sí, pienso que es real.
―Luce más aliviado de lo que esperé―. De cualquier modo, quiero preguntarte algo.
¿Qué piensas sobre Daniel Delacorte?

―¿Por qué quieres saberlo?

―Me ha pedido salir después de escuchar que me besaste. Aparentemente, ese fue
el beso de la aprobación.

Easton menea sus cejas hacia mí. ―Soy mágico, ¿no es así?

―Eres algo. ―Lanzo una almohada a su cabeza, que él agarra y pliega bajo su
pecho―. ¿Por qué me besaste?

―Estaba cachondo. Tú estabas allí. Quería besarte. ―Se encoje de hombros y se


gira de vuelta hacia la televisión. Se siente bien. Quería hacerlo. Es así de simple para
Easton. Se deja guiar por sus bajos instintos. Comer, beber, besar, repetir.

―¿Por qué me besaste? ―contrarresta.

Mis razones parecen más complicadas. Quería poner celoso a Reed. Quería
probarme a mí misma y a todo en el mundo en el club que era deseable. Quería un
caliente y afectivo toque de alguien… quien fuera. Supongo que mis razones no eran
muy diferentes de las de Easton, después de todo. ―También lo quería.

―¿Quieres otro conmigo? ―Palmea sus mejilla a modo de invitación.


Riendo, sacudo mi cabeza.

―¿Cómo así? ―Está imperturbable por mi rechazo.

―Porqué… sólo porqué. ―Aparto mis ojos.

―Nooo, no vas a librarte tan fácil. Quiero que lo digas. Cuéntale a tu hermano
mayor sobre tu flechazo con tu otro hermano mayor.

―Estás imaginando cosas. No tengo un flechazo por Reed ―miento.

―Tonterías.

―No lo estoy ―insisto, pero Easton ve a través de mí.

―Mierda, Ella, necesito un cigarro cada vez que ustedes dos están a menos de metro
y medio el uno del otro. ―Sonríe, pero casi inmediatamente se despeja―. Mira, me
gustas. No pensé que lo harías pero lo haces, y porque me gustas, tengo la necesidad de
advertirte de que los Royal estamos bastante jodidos. Somos buenos en la cama, pero
¿fuera de eso? Somos como un huracán de grado cuatro.

―¿Y Daniel?

―Es un buen tipo. No es un prostituto como yo. A los chicos en el equipo de


lacrosse les cae bien. Su padre es un juez.

―¿Algún rumor sobre él?

―No que yo sepa. ¿Estás planeando acostarte con él?

―Savannah dijo…

―No puedes escuchar una palabra de lo que ella diga ―interrumpe Easton.

Lo miro sospechosamente. ―¿Por qué no?

―Ella y Gid tuvieron algo el año pasado.

Mi mandíbula cae abierta. ¿En serio? ¿Savannah y Gideon? Pienso de nuevo en el


paseo guiado por el campus, en la contundente explicación de Savannah de como los
Royal controlaban la escuela, pero no la recuerdo mostrando cualquier emoción cuando
lo dijo. Excepto… había estado mirándolo duramente en la fiesta de Jordan, como si
estuviera tratando de borrarlo mentalmente de su vista.

―Savannah fue esa torpe estudiante de mediana escuela ―continúa Easton―.


Tirantes. Un tipo raro de cabello. No sé qué le hizo ella. Quizás un corte diferente o
algo. De cualquier manera, ella entró a décimo grado totalmente cambiada. Gid le dio
una mirada y palmeó su nombre en su culo. Pero en algún momento cercano a la muerte
del tío Steven, las cosas cambiaron. La dejó duramente y ella ha sido una amargada
Betty desde entonces.

―Maldición ―silbé. Savannah y Gideon. Ni siquiera puedo imaginármelos como


pareja.

―Te lo dije. Huracán de grado cuatro. ―Hace un movimiento de demolición con


la mano, luego suspira y se vuelve de nuevo hacia la televisión.
Traducido por Anna

Corregido por Xei07

D aniel está esperando en mi casillero a la mañana siguiente. Aunque Reed


y Easton me dieron su aprobación, todavía estoy indecisa sobre Daniel.
Pero necesito superar a Reed. Eso está muy claro.

Daniel apenas tiene oportunidad de decir hola antes de que imponga las reglas. —
Necesito decirte por adelantado que soy lo opuesto a una cosa segura —explico
torpemente—. Ahora mismo estoy lidiando con grandes cambios en mi vida y no puedo
manejar nada más pesado.

—Te entiendo —promete. Se inclina y planta un suave beso en mi mejilla—. Eres


dulce. Puedo esperar.

¿Soy dulce? A excepción de mi madre, nadie me ha dicho eso jamás. Creo que me
gusta.

Daniel me encuentra en mi casillero cada día después de eso, comparte algo gracioso
y luego me deja con un beso en la mejilla. Easton se burla de mí por eso en la noche,
pero cada vez que miro a Reed para una reacción, su rostro está impenetrable. No tengo
idea de cómo se siente por toda la atención que estoy consiguiendo de Daniel, pero al
menos nuestra tregua está intacta. Incluso Callum ha notado la diferencia en la mansión
Royal. Cuando caminó pasando por mi habitación la otra noche y me vio a mí y a
Easton viendo televisión juntos, juro que sus cejas casi saltaron de su rostro.

El viernes le traigo a Daniel un buñuelo de manzana, el cual me dijo que era su


pastel favorito de French Twist. Y esta vez, el beso que me da va directamente contra
mis labios, suave y seco pero sorpresivamente no desagradable.

Un fuerte golpe al final del pasillo me asusta y salto, casi dejando caer su regalo. —
Te ayudo con eso. —Daniel toma el dulce de mis manos—. No puedes dañar la comida.
Esa es una seria violación del Tratado de Ginebra. Tendré que llevarte para un castigo.
—Sus ojos están centelleantes.

—¿Estás tratando de salir conmigo por mi acceso a la comida horneada? —pregunto


con falsa sospecha.

—Ah vaya. —Él estampa la mano en su cabeza—. Me atrapaste. ¿Estoy en


problemas?

Su actuación me saca una sonrisa. —Ohh, logré que sonrieras y eso es malo porque,
cariño, esa sonrisa es asesina. Creo que mi corazón se detuvo. —Golpea su pecho—.
Tienes que escuchar.

Daniel es tan evidentemente cursi y alegre, decido seguirle el juego. Pongo mi


cabeza contra su pecho y escucho fácilmente los latidos de su corazón.

A mi lado, escucho un ruido de ahogo. Cuando me enderezo, veo a Easton


metiendo su dedo por su garganta. Él rueda sus ojos hacia nosotros y sigue caminando.
A su lado, Reed no levanta la mirada. Se ve tan caliente con la camisa del uniforme por
fuera que tengo que forzarme a apartar la mirada.

Daniel se ríe. —Entonces, ¿vienes al juego esta noche?

—Eso creo. —Aprieto mis rodillas, así no me giraré para ver qué está haciendo
Reed—. Pero probablemente no lograré llegar hasta la segunda mitad. Trabajo hasta las
siete los viernes.

—¿Qué hay de la fiesta de después?

—Voy a ir con Easton —admito. Acordamos anoche que me llevaría a la fiesta


después del partido de fútbol. Val se quedará en casa porque tiene una cita por Skype
con Tam. Lo cual apesta, porque siempre me divierto más cuando ella está alrededor.

Durante toda la discusión entre Easton y yo sobre el juego y sobre cual auto
llevaremos a la fiesta, Reed se quedó de pie allí como una estatua. No dijo ni una
palabra, y sólo quería hacer pedazos su botón de silencio y forzarlo a hablarme. Pero
eso probablemente destruiría la tregua.

No podía decidir qué quería más. La calmada casa Royal sin la voz de Reed o a él
gritándome que me aleje y amenazándome con su pene.
—Lo entiendo. Podemos pasar el rato, ¿cierto? —pregunta Daniel.

—Cierto.

Mientras el destella una de sus sonrisas de millón de dólares y se aleja, me pregunto


por qué no sólo le dije que sí.

La fiesta es en una de las mansiones de los jugadores de lacrosse. Farris algo. No lo


conozco. Él es de último año como Reed y supuestamente un súper geek de la ciencia.
Él y otro chico científico son los mescladores de tragos que están sirviendo en vasos de
laboratorio. Ellos están completamente comprometidos con la actuación ya que tienen
puestas batas blancas de laboratorio que cuelgan abiertas para mostrar los abdominales
de lavadero, demoliendo cualquier estereotipo de nerd.

Elijo el daiquiri de fresa aunque el cantinero/químico trata de forzar una cosa de


aspecto extraño en mi mano.

Easton lo rechaza todo. —Bebo cerveza —declara—. Todo dentro de mí protestara


si introduzco algo de frutas en mi sistema.

Después de tomar mi vaso, Easton me lleva lejos. —Esas cosas pueden ser realmente
fuertes así que sé cuidadosa esta noche —me advierte.

Tomo un sorbo. —Sabe a batido.

—Exactamente. Esos chicos son profesionales en lograr que todo el mundo se


emborrache sin que nadie lo note.

—Bien. Una bebida es todo lo que tendré. —Estoy agradecida de que Easton esté
cuidándome.

Nunca he tenido eso antes. Escaneo la habitación buscando a Reed, pero no lo veo
en ningún lado. Patéticamente, reviso con Easton. —¿Reed va a venir?

—No lo sé. Probablemente, pero… lo vi de nuevo con Abby después del juego.

Bebo la mitad del vaso en respuesta.

Easton busca en mi rostro. —¿Vas a estar bien?


—Claro —miento.

—Si necesitas algo, sólo estoy a una llamada telefónica de distancia. —Levanta su
teléfono—. Pero por ahora, necesito echar un polvo, hermanita. —Estalla un beso en mi
mejilla y se dirige hacia la piscina.

Daniel se acerca una vez que Easton desaparece. Sus ojos destellan alegremente.

—Vaya, pensé que el chaperón nunca se iría. Vamos, te presentaré.

Él envuelve un brazo alrededor de mi hombro y me lleva de grupo en grupo. Chicos


de la escuela que no me habían dado ni la hora están repentinamente asintiendo,
sonriendo y haciendo conversación mientras hablamos sobre el juego que ganamos esta
noche. El oponente de la semana que viene, que aplastaremos. El profesor hobbit de
química que a nadie le agrada y el profesor de arte que todos aman.

La experiencia es casi un sueño. No estoy segura de si es porque Daniel está a mi


lado, o si las noticias de la tregua con los Royal han llegado a la gente, pero todo el
mundo es agradable. Sus sonrisas son brillantes y las risas, las que compartimos, son
infecciosas. Mis mejillas duelen por sonreír tanto.

—¿La estás pasando bien? —murmura Daniel en mi oído.

Me inclino contra él. —Lo estoy. Realmente lo estoy pasando bien —digo con
sorpresa. Reed está afuera en alguna parte y esta vez es probablemente él y Abby quienes
sacuden su Range Rover y no Wade, a quien vi dentro con una chica posada sobre su
rodilla. ¿Pero y qué? El agradable Daniel está aquí con su sólido brazo en mis hombros
y su cálido cuerpo acunando el mío. Una extraña lentitud se desliza sobre mí. El alcohol
está derribando mis defensas, justo como Easton me advirtió, y un pinchazo de alarma
sube por mi cuello.

—Déjame conseguirte otro trago —ofrece Daniel.

—Creo… —Miro hacia él, insegura de qué estoy pensando.

—Ella necesita usar el baño.

Frunzo el ceño hacia el intruso. Savannah Montgomery. ¿Qué está haciendo aquí?
Antes de que pueda protestar, ella me arrastra hasta el baño más cercano y cierra la
puerta.
Miro mientras ella se gira hacia el grifo y sumerge una toalla de mano bajo el chorro
de agua.

—¿Qué demonios está pasando ahora? —demando.

Ella se gira hacia mí con una expresión turbia. —Mira —dice bruscamente—, no
me agradas mucho…

—Guau, gracias.

—… pero nunca dejaría ni que mi peor enemiga sea jodida por Daniel.

Mi confusión se triplica. —¿Qué está mal con Daniel? Reed y Easton lo certificaron.
Dijeron que es un buen…

—¿Quieres algunos consejos? —Me interrumpe—. No tomes la palabra de los Royal


para nada.

Esa amargura que Easton había mencionado es ahora dolorosamente obvia. Está en
lo apretado de su mandíbula, la dureza de sus palabras.

—Entiendo que no te agradan —digo suavemente—. Escuché sobre ti y Gideon…

Ella me interrumpe de nuevo, sus ojos verdes arden con disgusto. —¿Sabes qué?
Cambié de opinión. Tú y Daniel son perfectos el uno para el otro. Ten una gran noche,
Ella.

Con eso, Savannah me lanza la toalla húmeda y me golpea en el rostro, mojando la


parte delantera de mi camiseta. Aturdida, levanto la toalla y arranco la tela mojada de
mi pecho. ¿Qué demonios acaba de pasar?

Daniel está esperando afuera del baño, preocupación grabada en su rostro. —¿Qué
pasa? ¿Tú y Savannah se metieron allí?

—No exactamente. No sé qué paso allí atrás además del hecho de que ella se
molestó y empapó mi camiseta. —Señalo la húmeda camiseta de Astor Park que tomé
prestada de uno de los gemelos y até en la espalda para ajustarla.

—¿Necesitas otra camiseta? Puedo tomar una de la habitación de Farris. —Él señala
arriba.
—No, está bien. Se secará. —Agito la tela. Es lo suficientemente delgada como para
secarse bastante rápido.

Él asiente. —Mira, no quiero decir nada malo sobre ella, pero Sav no es realmente
una persona feliz estos días. No dejes que te contagie.

—Sí, entiendo eso.

—Están preparando un juego de dardos en la otra habitación. ¿Interesada?

—Seguro, porque no.

Me pasa una botella de agua. —No sé si quieres esto ya que estás empapada, pero
pensé que podría gustarte. Esas bebidas que Farris mezcla son potentes.

—Gracias. —Abro la botella, notando que el seguro no ha sido roto.

Daniel claramente cae en la categoría de chico bueno, y he sido realmente estúpida


por no darle al menos una oportunidad.

Su brazo golpea mi hombro mientras caminamos por el pasillo.

—Sabes, Daniel… —Tomo una respiración—. Creo que deberíamos salir.

—¿Sí? —Irradia.

—Definitivamente.

—Todo bien entonces. —Me jala a su lado y besa mi sien en otro agradable y
tranquilizarte movimiento—. Pero primero, vamos a patear algunos traseros en los
dardos.

El tablero es una cosa del tamaño de una barra en la casa de la piscina en la parte
posterior de la propiedad Farris. La vista de otras dos chicas descansando en la sección
de cuero alivia mi mente de que Daniel hubiera asumido inmediatamente que mi
aceptación a una cita significa que estoy lista para algo más.

—Esta es Zoe y Nadine. Son de la ciudad.

Zoe levanta una flácida muñeca. —Vamos a la secundaria South East.


—¿No acabamos de jugar contra su equipo esta noche?

—Síp —confirma ella—. Y ahora estamos celebrando.

Tengo que reír. —Pero ustedes perdieron.

—Entonces supongo que estamos consiguiendo consuelo. —Ella y Nadine ríen de


nuevo.

—Que bueno que tenemos a Hugh aquí.

Hugh es un tipo fuerte, un par de pulgadas más alto que yo, quien toma una calada
de lo que sea que esté fumando y apenas asiente.

Daniel les da un guiño a las chicas. —Bueno, Ella y yo tenemos una cita con el
tablero de dardos. ¿Ustedes tres quieren unirse?

—No. Sólo veremos. A Hugh le gusta mirar, ¿no, Hugh?

Hugh sopla humo en sus caras, lo cual las hace reír incluso más fuerte. No es difícil
suponer que estas chicas están borrachas o drogadas.

—¿Quieres rojo a amarillo? —Daniel levanta dos dardos.

—Rojo.

Me entrega los dardos rojos, luego me jala hacia la diana. Antes de que pueda lanzar
el mío, siento un pinchazo en la parte superior de mi brazo.

—¡Ay! —Pongo mi mano sobre mi brazo—. ¿Qué fue eso?

Él levanta su dardo amarillo, pareciendo inocente. —Te pinche con mi dardo.

—Vaya, Daniel, eso duele. No es gracioso. —Froto el punto doliendo.

Él le frunce el ceño a la punta de su dardo. —Lo siento. Debo haberte pinchado


demasiado fuerte.

Me fuerzo a relajarme. —Sólo… no lo hagas de nuevo, ¿bien?

Él me arrastra a sus brazos. —No pasará de nuevo.


Le dejo sostenerme por un par de minutos porque el contacto se siente realmente
bien. Cuando me deja ir, tengo que sostenerme con una mesa cercana. Mi equilibrio está
fuera. Debo de estar experimentando aún los efectos de la bebida. Jugamos una ronda y
luego otra. Mi puntería es terrible y golpeo la pared más de lo que golpeo la diana. Daniel
hace un par de bromas sobre cómo espera que yo nunca tenga que competir en los Juegos
del Hambre.

Por la tercera ronda, mi boca está extrañamente seca. Me estiro para alcanzar la
botella de agua, pero mi mano se pierde y la golpea. —Oh mierda. Lo siento.

Escucho a las chicas riendo detrás de mí. Caigo de rodillas y busco algo para trapear
el piso. Mi camisa. Mi camiseta es absorbente y ya está húmeda. Además, la tela
realmente está molestándome. En realidad, toda mi ropa está comenzando a irritarme.

Mi sujetador se siente demasiado apretado y el elástico de mi ropa interior está


enterrándose en mi piel. Lo hilos del dobladillo de mi falda raspan mis muslos cada vez
que me muevo. Debería sácame la ropa.

—Esa es una buena idea —concuerda Daniel.

Debo haber dicho eso en voz alta. —La ropa está molestándome —confieso.

—¡Sí, vamos a quitarnos la ropa! —Una de las chicas grita desde el sofá. Escucho
un crujido de tela y luego más risas.

—Mi cabeza está atascada —chilla una de ellas.

—¿Por qué ustedes no se ayudan la una a la otra? —sugiere Hugh.

Me pongo de pie, apoyándome contra el hombro de Daniel. Zoe saca el top de


Nadine y lo lanza hacia Hugh. Él lo deja caer al piso y se pasea hacia el sofá.

—Debo irme —le digo a Daniel. Tengo una buena idea de qué va a pasar entre ellos
tres, y realmente no me interesa mirar.

Daniel me hala contra su cuerpo de nuevo, envolviendo un brazo alrededor de mi


cintura. Su respuesta física a la escena desplegándose frente a mi es inconfundible.

—¿Dónde está Reed? —Me giro bruscamente. El cosquilleo entre mis piernas me
hace pensar en él—. Necesito a Reed.
—No, no lo necesitas. Me tienes a mí. —Daniel se frota lentamente contra mí.

—No. —Me zafo de su agarre—. Lo siento, Daniel. No creo… yo no… —Levanto


una mano hacia mi cabeza y temblorosamente la empujo a través de mi cabello. La
necesidad está pulsando por mi sangre. Puedo escucharla en los latidos de mi corazón,
fuerte y rápido, en mis oídos. Me obligo a concentrarme—. Necesito a Reed.

—Jesús, perra estúpida. Sólo cierra tus ojos y disfrútalo.

Su voz ya no es agradable. Es fría y molesta. Tironea de los botones de mi camiseta.


Golpeo sus manos pero mis movimientos carecen de coordinación y él saca mi camisa
antes de que pueda protestar.

—¿Cómo va todo por allí? —Escucho a Hugh decir. Su voz está cerca. Muy cerca.

—Acaba de rodar. Le di un poco de molly8. Piensa que la pinché con un dardo. —


Daniel suena encantado con su truco. Trato de lanzar mi puño pero mi brazo está
demasiado pesado.

Hugh hace una pausa. —Amigo… ¿crees que deberías hacer esto con Ella Royal?
Pensé que íbamos a seguir con las forasteras después de la cosa con la prima de
Savannah. No es bueno cagar donde comes.

Daniel resopla. —Los Royal no pueden soportarla. Ella no va a decir nada. Es


basura. Nadie me ha hecho trabajar en vano por una semana.

Él acuna mi rostro y se siente tan bien. Desearía que Reed estuviera aquí y que
fueran sus manos.

Gimo su nombre.

—¿Qué dijo?

Daniel se ríe. Creo que esta chica se acostó con ambos, Easton y Reed. —Él
toscamente acaricia mis senos y el contacto saca otro gemido de mí.

—Mierda, está caliente —dice Hugh—. Impresionante. ¿Puedo tenerla cuando


termines?

8
Molly: es uno de los nombres que recibe el éxtasis.
—Seguro. Déjame hacer mi cosa y luego ella es toda tuya.

—¿Cuán floja crees que esté? He oído que ha tenido un montón de acción.

—No lo sé todavía. No puedo abrir esas malditas piernas. —Él me empuja hacia
abajo sobre una silla y pone una rodilla entre mis piernas.

—¿Por qué no le das un poco de coca? Eso la despertará.

—Sí, buena idea.

La presión desaparece cuando Daniel se levanta y va hacia el mostrador. Miro con


alarma mientras hurga en un cajón.

—¿Dónde mete esa mierda Farris?… Pensé que estaba aquí… ah, tal vez en el
refrigerador.

Oigo voces amortiguadas fuera de la casa de la piscina. —Ella… vi… Daniel…


piscina.

—Reed. —Me fuerzo a ponerme de pie—. Reed. —Me tropiezo más allá de las dos
chicas que están ocupadas besándose entre sí.

—Oye, sostenla. —Daniel cierra de golpe un cajón y se lanza hacia mí, estampando
su mano sobre la puerta antes de que pueda abrirla—. ¿A dónde vas?

—Tengo que irme —insisto y agarro la perilla.

—No, no tienes. Vuelve aquí.

Peleamos por la puerta. Daniel tiene algo puntiagudo y brillante en su mano.

—Hugh. Una mano por favor —dice él.

Golpeo la puerta. —¡Reed! ¡Reed!

Daniel maldice y Hugh me lanza lejos, pero es demasiado tarde. La puerta se abre
de golpe y Reed aparece. Sus ojos azules inmediatamente se vuelven rabiosos cuando
nos ve a los tres.

Me tambaleo hacia él. Daniel, en sorpresa, me deja ir y caigo sobre el suelo.


—¿Qué coño está pasando aquí? —gruñe Reed.

—Mierda, hombre, ella es basura —dice Daniel con una risa apresurada—. Tuve
que traerla aquí así no se avergonzaría a sí misma.

—No, no —protesto, tratando de sentarme pero todo es un lio. No puedo encontrar


las palabras para explicarme. Sólo puedo mirar a Reed con desesperación. Él me odiará
ahora. Él realmente creerá que soy una zorra. Toda la lucha sale de mí. Estoy acabada.

Más personas llegan y cinco pares de grandes pies se alinean ante mis ojos. El
número de personas aquí atestiguando mi humillación crece. Dejo caer mi cabeza en las
baldosas del suelo esperando que se abran y me traguen por completo.

—Tienes dos opciones —comienza a decir Reed. Su voz es fuerte y calmada, como
si estuviera dando un discurso matutino al cuerpo estudiantil—. Pueden disculparse y
decir la verdad, y sólo uno de ustedes tendrá el rostro golpeado. O mienten y todos nos
turnaremos para hacer de sus cuerpos un proyecto científico. Elijan sus palabras
cuidadosamente.

¿Está hablándome a mí? Pensé que podría estarlo. Levanto mi cabeza para protestar
que no hice nada malo, pero cuando levanto la mirada veo una pared de cuerpos Royal.
Todos los hermanos están aquí. Cada uno de ellos, incluyendo a Gideon. Sus brazos
cruzados y sus rostros son atronadores. Pero ninguno de ellos está mirándome.

Echo un vistazo sobre mi hombro a donde Daniel está, sus manos a sus lados y una
jeringa colgando entre sus dedos.

Él aclara su garganta. —Reed, no hice nada…

—Supongo que hiciste tu elección.

—Una realmente estúpida, también. —Escucho a Easton murmurar.

Alejando la mirada de Daniel, Reed se agacha y me levanta en sus brazos. Me dobla


contra su pecho, un brazo sosteniendo mi parte inferior, el otro envuelto apretadamente
alrededor de mis hombros. Este tipo ha sido mi enemigo, la razón de mucho dolor
emocional. Pero ahora mismo, me aferro a él como si sostuviera el único consuelo que
encontraré en este mundo.

Dentro de la Range Rover, comienzo a llorar. —Reed, algo está mal conmigo.
—Lo sé, nena. Va estar bien. —Coloca una mano fría sobre mi pierna y la sensación
es alucinante.

—Necesito que me toques. —Trato de arrastrar su mano arriba.

El gime. Su agarre se aprieta en mi pierna, sólo por un segundo, pero luego se aleja.

—No —me quejo—. Eso se siente bien.

—Daniel te drogó con éxtasis, Ella. Estás en un estado de excitación inducido por
la droga y no voy a aprovecharme de ti.

—Pero… —discuto, estirándome para alcanzarlo.

—No —grita de nuevo—. Ahora, por favor. Por el amor de Dios, silencio por favor
y déjame conducir.

Me echo hacia atrás, pero la sensación de pinchazos en mi piel no se detiene. Froto


mis piernas juntas para aliviar algo del dolor y descubro de eso ayuda un poco. Preferiría
tener el toque de Reed, pero mis manos están proporcionando alivio, así que lo tomo.
Paso mis manos sobre mis muslos, mis pantorrillas. Mi piel se siente como si estuviera
viva y llego hasta bajo la camisa prestada de Reed para alejar el dolor.

—Jesús, Ella, por favor. Estás matándome aquí.

Avergonzada, intento detenerme. —Lo siento —me disculpo en voz baja—. No sé


qué está pasando.

—Sólo déjame llevarte a casa. —Suena exhausto.

El resto del viaje en el auto es agonizante. Toma todo de mi energía mental evitar
tocarme.

Reed se apresura por el camino y luego salta fuera del Rover antes de que el motor
se apague. Abre de golpe la puerta y me tumbo en sus brazos. Ambos gemimos, yo con
alivio, y él en frustración.

Las puertas del otro auto se cierran y los otros hermanos se unen a nosotros con
Sawyer corriendo hacia la puerta.
—Va a tener una larga noche. Uno de nosotros tiene que ayudarla —dice Gideon.

—¿En qué forma? —gruñe Reed.

—Ya sabes. —La voz de Gideon es baja.

—Mierda.

—¿Quieres que lo haga? —pregunta Easton.

Me retuerzo contra Reed. Su agarre en mí se aprieta. —No. Nadie más que yo.

Mi cabeza está nublada mientras él me lleva arriba por las escaleras y me deposita
en la cama. Cuando se aleja, me estiro con consternación. —No me dejes.

—No lo haré —promete—. Sólo voy a conseguir una toalla.

Comienzo a llorar de nuevo cuando desaparece en el baño. —No sé por qué estoy
tan rara.

—Estás drogada como el infierno. Molly. Coca. Dios sabe qué más te dio él. —Reed
suena disgustado.

—Lo siento —susurro.

—No estoy molesto contigo. —Él presiona una toalla fría contra mi frente—. Estoy
molesto conmigo mismo. Hice esto. Bueno, Easton y yo. Traje esto hasta ti. Soy Reed
el Destructor. —Suena triste—. ¿Sabías eso?

—No me gusta ese nombre.

Él se sienta a mi lado, arrastrando la toalla alrededor de mi rostro, abajo por mi


cuello y sobre mis hombros. Se siente celestial. —Sí, ¿y cómo me llamarías en su lugar?

Abro mi boca y digo—: Mío.


Traducido por Anna

Corregido por Xei07

mbos dejamos de respirar.

A —Ella —comienza, pero no termina, sólo me observa mientras


me siento.

Quito la toalla mojada de su mano y la arrojó al suelo. Su


camisa prestada sigue un poco después.

—Ella. —Intenta otra vez.

Pero ya terminé con su intento de ser noble. Lo necesito en este momento.

Subo a su regazo, enrollando las piernas en su cadera. —Pregúntame por qué Daniel
estaba tan molesto conmigo antes.

Reed intenta desenredar mis piernas. —Ella…

—Pregúntame.

Hay un instante, y luego sus intentos de alejarme se detienen. Sus manos descansan
en mis muslos, y un estremecimiento me atraviesa completamente.

—¿Por qué él estaba tan molesto contigo? —pregunta Reed con voz ronca.

—Porque no podía dejar de decir tu nombre.

Sus ojos arden.

—Porque eres tú. Siempre has sido tú y estoy cansada de luchar contra ello.
La confusión llena su expresión. —Mi hermano…

—Tú —repito—. Siempre tú.

Pongo mis manos en su nuca, y él gime. —No estás pensando claramente.

—No es a causa de las drogas —susurro—. No es estado pensando con claridad


desde que te conocí.

Otro gemido deja sus labios. —Siento como si estuviera aprovechándome de ti.

Tiro de su cabeza abajo hacia la mía. —Te necesito, Reed. No me hagas rogar.

Y sólo así, él cede. Una mano sube para enredarse en mi cabello mientras la otra me
empuja toscamente contra él. —Ni siquiera tienes que pedirlo de nuevo. Te daré todo lo
que quieras.

Su boca se estampa contra la mía, suavemente al inicio. Sólo toques superficiales,


como si estuviera memorizando la forma de mis labios con los suyos. Y luego, justo
cuando estoy a punto de pedir más, él arrastra su lengua dentro de mis labios divididos
y me besa tan profundamente que me siento mareada.

Nos tumbamos sobre el colchón. Sus manos encuentran mi cadera y me mueve en


su contra. Su boca se fusiona con la mía, hambrienta y demandante. Vierto todo lo que
tengo en ese beso. Todo mi amor, mi soledad, mis esperanzas, mi tristeza.

Reed lo toma y me da todo a cambio. Nuestros brazos se enredan el uno en el otro,


y su boca encuentra los puntos de pulso detrás de mi oreja y en la base de mi garganta,
mientras me besa como si no pudiera tener suficiente.

Empuja uno de sus muslos entre mis piernas y a pesar de mi ropa interior y sus
pantalones vaqueros, encuentro el alivio que necesito. Casi. Aún no es suficiente, y hago
que mi insatisfacción se note bajo la forma de un gemido agonizante.

Él se levanta sobre sus codos y me mira con atención, sus ojos medio abiertos, sus
labios hinchados por nuestros besos. Es el tipo más caliente del planeta, y es mío. Al
menos por esta noche.

—Más —ruego.
Él sonríe, luego rueda sobre su lado y desliza una mano entre mis piernas. Una onda
de choque sacude mi cuerpo.

—¿Mejor? —susurra.

Ni siquiera cerca. Me retuerzo, y otra sonrisa se arrastra en la esquina de su boca


antes de que su mirada arda de nuevo. Su palma se mueve en círculos, y el talón de su
mano se presiona en el punto que está doliendo por él.

Mi cuerpo es como un cable de alta tensión, segundos antes de explotar.


Literalmente segundos, porque todo lo que toma es otro roce de la palma de su mano y
el placer estalla dentro de mí. Jadeo y tiemblo, atónita por cuan increíble se siente. Tal
vez son las drogas, pero me gusta pensar que es Reed. Me da un bajo murmullo de
aliento mientras me froto contra su mano. La prueba de su excitación presionándose
contra mi cadera.

Sus labios me encuentran de nuevo, y lo beso con renovada urgencia, porque la


necesidad está aumentando de nuevo, más rápido de lo que cualquiera de nosotros
espera. Llego a él, tirando de sus hombros hasta que está sobre mí.

Nuestras bocas colisionan y gime cuando me arqueo para frotarme contra él. La
dureza de su cuerpo es la única cosa que me proporciona alivio. Es grande y está listo,
pero cuando me estiro entre nosotros, él aleja mi mano.

—No. —Su voz es torturada—. Esto no es sobre mí. No esta noche. No cuando
estás…

Drogada, creo que es lo que quiere decir, pero ya no me siento así. O al menos no
estoy drogada por cualquier otra cosa que no sea él.

Su boca va a mi cuello, besando y succionando mientras mece su cuerpo contra el


mío. El placer aumenta, pero sus pantalones están en el camino. No quiero que esto sea
sólo sobre mí. Quiero…

Él aleja mi mano de nuevo y luego se mueve fuera de mí. Pero no va muy lejos. El
calor pincha mi piel mientras besa un camino a través de mis pechos. Cálidos labios
rozan mis pezones. Cuando su lengua sale por una probada, veo estrellas. Cuando su
boca se cierra sobre mí, dejo de respirar.
Cada probada me pone más y más caliente. Bajo su agarre, me sacudo, mi cuerpo
se retuerce por algo esquivo. El cambia de nuevo, tomando mi otro pezón en su boca. Y
luego se mueve más abajo, sus labios deslizándose hasta mi estómago.

—Oh Dios mío —susurro. Mis terminaciones nerviosas zumban con necesidad—.
Reed —ruego.

—Todo está bien, nena, te entendí. Sé lo que necesitas.

Mi corazón se detiene cuando se mueve entre mis piernas. Puedo sentir sus manos
temblando mientras desliza las finas bragas hacia abajo por mis piernas. Una gran
bocanada de aire es todo lo que da antes de que su boca baje sobre mí.

Grito por la desconocida sensación. Se siente bien. Tan bien. Su lengua encuentra
un punto sensible, causando que mis caderas se sacudan. Un ronco gemido brota. Clavo
los dientes en mi labio inferior para tratar de mantenerme en silencio, pero Reed está
volviéndome loca. Casi me desmayo, agarrando la parte trasera de su cabeza para tirar
de su cabello.

Me mira con sus ojos oscuros. —¿Quieres que me detenga?

—No.

Él continúa. Su lengua es mágica, moviéndose sobre mí con un ritmo impasible.


Hace un ruido profundo como si mi respuesta fuera igual de maravillosa que todo lo que
me está haciendo sentir.

Sus dedos trazan un camino hacia arriba por la cara interna de mi muslo. Levanta
su cabeza para pedir un permiso silencioso. Se lo doy con un ansioso asentimiento.
Quiero esto desesperadamente. Sus ojos se cierran mientras desliza un dedo lentamente
dentro de mí. Sus dientes se aprietan.

—Estás tan jodidamente apretada.

—Te lo dije. —Me las arreglo para decir.

Él se ríe. —Sí, lo hiciste. —Lo saca y desliza una mano sobre mi muslo—. Voy a
hacer que esto se sienta muy bien para ti.

—Ya se siente bien —protesto, levantando mis piernas.


Una arrogante y familiar sonrisa destella hacia mí. —No has visto nada aún.

Él se posiciona de vuelta entre mis piernas, y sus hombros me dejan tan abierta que
debería estar ruborizada, pero todo lo que puedo sentir es anticipación. Con un brazo
alrededor de mi muslo, él mete su dedo de nuevo en mi interior.

Los músculos de mis piernas se tensan. Mis dedos se clavan en su cráneo pero no
deja de besarme, ni siquiera cuando el placer se estrella sobre mí en olas que me arrastran
a lo profundo. Una vez que me relajo, él sube y yace a mi lado, halándome hacia él.

Sus labios encuentran mi cuello de nuevo e inhala profundamente.

—¿Por qué tuviste que venir aquí?

Estoy confundida por la pregunta. —Yo… tú sabes por qué. Tu padre…

—Me refiero a por qué ahora. —Sus palabras frustradas calientas mi piel—. Tal vez
en otro momento, lejos de este lugar, tú y yo podríamos tener una historia diferente.

—No entiendo qué estás diciendo.

—Estoy diciendo que esto no puede pasar de nuevo. —Él levanta su cabeza, y veo
su miseria—. Necesito irme lejos. Necesito dejar este maldito lugar y rehacerme en algo
mejor. Algo… digno… —Su voz vacila en la última palabra.

—Digno —repito con un susurro—. ¿Por qué crees que no eres digno?

Se queda en silencio por un momento. La palma de su mano acaricia distraídamente


mi hombro.

—No importa —dice finalmente—. Sólo olvídalo.

—Reed…

Él se sienta y se quita la camiseta de repuesto que se puso en el auto. La otra camisa,


la que se arrancó y puso sobre mí cuando estábamos dejando la fiesta, se encuentra
descartada en el suelo, junto con el resto de mi ropa.
—Cierra los ojos, Ella —dice toscamente, colocándose a mi lado de nuevo. Está sin
camiseta ahora, pero aún lleva sus vaqueros. La tela raspa mi piel desnuda cuando giro
sobre él—. Sólo cierra tus ojos y ponte a dormir.

Mi voz es amortiguada contra su pecho desnudo. —¿Prometes que no te iras?

—Lo prometo.

Me acurruco más cerca, perdiéndome en el calor de su cuerpo y el constante latido


de su corazón bajo mi oído.

Cuando despierto la mañana siguiente, Reed se ha ido.


Traducido por Mariela

Corregido por Xei07

—¿L
o estás haciendo bien, hermanita? —Easton me mira desde la
mesa de la cocina mientras me tambaleo dentro sintiéndome
como si hubiera sido atropellada por un camión de dieciocho
ruedas.

—No. Me siento horrible. —Me sirvo agua del fregadero, le doy un gran trago, luego
otro.

El tono de Easton está lleno de simpatía. —Te estrellaste duro, ¿no? Me sucedió
también, la primera vez que molly entró en mi vida.

—¿Molly? —dice la voz curiosa de Callum desde la puerta—. ¿Tienes una nueva
novia, Easton? ¿Qué pasó con Claire?

Puedo ver a Easton luchando con una risa.

—Claire y yo hemos terminado. Pero esta chica Molly es genial. —Él me da una
sonrisa traviesa.

Mi cabeza está golpeando tan fuerte que ni siquiera puedo dar una sonrisa. La
mirada de Callum cambia hacia mí, y él está visiblemente sorprendido.

—Ella, te ves terrible. —La sospecha oscurece su rostro mientras su mirada vuelve
a su hijo—. ¿En qué tipo de problema la metiste anoche?

—Sólo el problema líquido usual. Resulta que Ella no puede manejar su licor.

Le di una mirada agradecida a espaldas de Callum. Parece que la tregua Royal


también incluye cubrirse entre sí. No es que voluntariamente haya tomado drogas
anoche. Mis manos se cierran en puños mientras recuerdo la lujuria vidriosa en los ojos
de Daniel y la forma en que tentó.

—¿Te emborrachaste anoche? —La boca e Callum se aprieta mientras vuelve a mí.

—Un poco —confieso.

—Vamos Papá, to te vuelvas todo parental con nosotros ahora —chilla Easton—.
Tú me diste mi primera cerveza cuando yo tenía doce años.

—Once para mí —dice Gideon, entrando con zancadas dentro de la cocina. Sin
camisa y una notable marca sobre su pectoral izquierdo. Él me mira, su simpatía obvia—
. ¿Cómo te sientes?

—Con resaca —responde Easton por mí, luego mira fijamente a su hermano cuando
su padre no está mirando.

Callum todavía no está feliz conmigo. —No quiero que estés bebiendo
excesivamente.

—¿Estás celoso de que ella pueda destronar al campeón de consumo excesivo de


bebida de la familia Royal? —dice Easton.

—Es suficiente, Easton.

—Oye yo sólo estoy señalando la hipocresía, papá. Y, aparentemente, el doble


estándar. Tú no das ni mierda porque cualquiera de nosotros nos emborrachemos,
entonces ¿por qué no puede hacerlo Ella?

Callum mira de su hijo a mí, luego niega con su cabeza. —Creo que debo estar feliz
que todos ustedes ahora están dando la cara por el otro ahora.

Pisadas hacen eco en el pasillo, y mi respiración se queda en mi garganta cuando


Reed entra en la cocina. Pantalones de chándal negros caen sobre sus caderas, y su pecho
musculoso está desnudo y ligeramente húmedo, como si él acabara de salir de la ducha.

Él no me mira mientras se dirige al refrigerador.

Mi ánimo se desploma, aunque no estoy segura de que tipo de reacción esperaba.


Despertarse sola era un mensaje claro. Y lo que él había dicho ayer… esto no puede
volver a suceder; sólo me hace más claro el mensaje.

—Oh Ella —dice Callum de repente— Olvidé contarte. Tu coche llegará mañana,
así que serás capaz de conducir por ti misma al trabajo el lunes por la mañana.

A pesar de que me siento aliviada de que finalmente Callum pueda decir la palabra
“trabajo” si fruncir el ceño, también me golpea con una oleada de decepción. En el
refrigerador, la espalda de Reed se tensa. Él también sabe lo que esto significa. No más
compartir el coche para nosotros.

—Es genial —digo dócilmente.

—De todos modos. —Callum echa un vistazo alrededor de la cocina—. ¿Cuáles son
los planes de cada uno para hoy? Ella, estaba pensando que tú y yo podríamos ir a…

—Voy a ir al muelle con Valerie —interrumpo—. Vamos a tener un almuerzo en


este restaurante de mariscos justo en el agua en el cual se ha mantenido insistiendo.

Él parece decepcionado. —Ah, está bien. Eso suena divertido. —Voltea con sus
hijos—. ¿Alguno que quiera ir al campo de prácticas conmigo? Han pasado años desde
que todos fuimos.

Ninguno de los hermanos Royal acepta su invitación y cuando Callum avanza con
dificultad fuera de la cocina viéndose como un cachorro perdido, no puedo evitar fruncir
el ceño.

—¿Ustedes no pueden ni siquiera intentar hacer un esfuerzo? —les pregunto.

—Créeme, hacemos un esfuerzo. —Es Gideon quien responde, y su fea burla me


atrapa fuera de guardia.

Cuando él se levanta, miro a Easton. —¿Qué le pasa a su culo?

—No tengo idea.

Por primera vez, Easton está tan sin idea como yo lo estoy, pero Reed debe saber
algo que nosotros no, porque él frunce el ceño y dice—: Dejen a Gid.
Luego camina hacia fuera también. Él no me miró ni una sola vez, y el dolor que
me aprieta el corazón es mil veces peor que cualquier resaca.

El almuerzo con Valerie es divertido, pero ruego porque terminemos pronto ya que
mi cabeza aún se siente como si fuera a ser apuñalada con cuchillos oxidados. Ella se
ríe y me dice que cuanto mayor sea la resaca, mejor debe de haber sido la fiesta, y le dejo
creer la misma cosa que cree Callum, que bebí un poco de más y ahora estoy siendo
castigada por ello.

No sé por qué no le dije a ella sobre Daniel. Val es mi amiga, y ella sería la primera
persona en la fila para vencer la mierda fuera de Daniel por lo que me hizo. Pero algo
me detiene de decirle. Tal vez la vergüenza.

Yo no debería sentirme avergonzada. No debería. No hice nada malo, y si hubiera


tenido siquiera la más ligera sospecha de que Daniel era como un psicópata, nunca
habría ido dentro de la casa de la piscina con él. Nunca.

Pero cada vez que pienso sobre anoche, me veo quitándome mi ropa y susurrando
el nombre de Reed mientras las manos resbalosas de Daniel pasaban por todo mi cuerpo.
Recuerdo eso y me inunda la vergüenza.

Y ni siquiera puedo distraerme pensando en lo que sucedió después, la parte buena,


cuando estaba susurrando el nombre de Reed por otras razones. No puedo pensar en
ello porque me entristece. Reed me quería anoche, y me dio tanto de sí mismo como lo
que estaba dispuesto a dar, pero ahora se ha retirado de nuevo.

Valerie me deja en la mansión y se aleja rápidamente en el coche de su ama de llaves.


Ella me dijo que su novio está llegando a casa el próximo fin de semana, y estoy viendo
si puedo conocer al chico. Por la cantidad de tiempo que ella pasa hablando de Tam,
siento como si ya lo conociera.

Es otra bella tarde, así que decido cambiarme, ponerme mi bañador y yacer cerca
de la piscina por un rato. Esperando que la luz del sol pueda hacerme sentir humana
nuevamente. Agarro un libro y me acomodo en un camastro, pero sólo tengo como
veinte minutos de soledad antes de que Gideon salga en su Speedo9.

De todos los hermanos Royal, Gideon es probablemente el que tiene menos


cantidad de grasa en el cuerpo. Él tiene estructura de nadador, y Easton me dijo que

9
Speedo marca de trajes de baño para nadadores.
tiene viaje completo a la universidad con una beca de natación. Los gemelos insisten en
que él va a estar ganando el oro en los próximos Juegos Olímpicos de verano, pero es
bueno que no haya funcionarios de los olímpicos por aquí hoy, porque le habrían
rechazado en un santiamén. Sus brazadas son desiguales, y su ritmo es alarmantemente
lento.

Pero tal vez estoy preocupada por nada. Me refiero, sólo lo he visto nadar en otro
momento. Tal vez sólo lo esté tomando con calma hoy.

—Ella —me llama mientras sale de la piscina cerca de una hora más tarde.

—¿Sí?

Él camina hacia mí, goteando agua por toda la cubierta. —Hay una fiesta en la playa
esta noche. En la finca Worthington. —Se frota la toalla sobre su pecho—. Quiero que
te quedes en casa.

Arqueo una ceja. —¿Ahora estás a cargo de mi agenda social?

—Esta noche lo estoy. —Su tono quiebra sin ningún argumento—. Lo digo en serio.
Mantente alejada de la fiesta.

Después de anoche, no tengo interés de salir a otra fiesta nunca más, pero aun así
no me gustaba que me digan que hacer. —Tal vez.

—No hay tal vez en esto. Te quedas en casa.

Desaparece dentro de la casa, y ni siquiera cinco minutos después, Easton sale y se


cierne sobre mi silla. —Brent Worthington está teniendo una…

—Fiesta —termino—. Sí, sé sobre ella.

Frota una mano sobre la barba de su mandíbula. —No vas.

—Has estado hablando con Gideon, ya veo.

Su expresión revela que lo ha estado haciendo, pero entonces el trata con un enfoque
diferente, lanzándome una sonrisa de niño. —Mira, no hay una razón para que no
puedas salir, hermanita. Tomate esta noche libre, relájate, ve algunas telenovelas…
—¿Telenovelas? ¿Quién crees que soy, un ama de casa de cincuenta años?

Él ríe disimuladamente. —Bien entonces ve algo de porno. Pero no vas a venir con
nosotros esta noche.

—¿Nosotros? —repito—. ¿Reed también va?

Easton se encoge de hombros, y la forma en que evade mi mirada pone mis pelos
de punta. ¿Qué demonios es lo que están planeando para esta noche? Él pánico se clava
en mi vientre. ¿Daniel va a estar ahí? ¿Es por eso que quieren mantenerme lejos?

No tuve la oportunidad de preguntar, porqué Easton ya está corriendo. Con un


suspiro, tomo mi libro y trato de concentrarme en el capítulo que estoy leyendo, pero no
sirve de nada. Estoy preocupada de nuevo.

—Hola.

Miro hacia arriba y me encuentro a Reed aproximándose. Por primera vez en el día,
él realmente encuentra mis ojos.

Él baja su amplio cuerpo en la silla enseguida de mí. —¿Cómo te sientes?

Meto el libro a mi lado. —Mejor. Mi cabeza ya no me duele, pero mi cuerpo se


siente todavía un poco débil.

Él asiente. —Deberías comer algo.

—Lo hice.

—Entonces come más.

—Confía en mí, estoy llena. —Una mueca sale de mis labios—. Valerie empujó una
loca cantidad de camarones y patas de cangrejo por mi garganta en el almuerzo.

Sus labios se contraen.

Sonríe, ruego en silencio. Sonríeme. Tócame. Bésame. Cualquier cosa.

La sonrisa no sale a la superficie. —Escucha, sobre anoche… —Se aclara la


garganta—. Necesito saber algo.
Mi ceño se frunció. —Bien.

—¿Tú… fue…? —Él dejó escapar un suspiro— ¿Sientes como si me aproveche de


ti?

—¿Qué? Claro que no.

Pero la intensidad de sus ojos no vacila. —Tienes que ser sincera conmigo. Si sientes
que me aproveche de ti, o hice algo que no querías que yo hiciera… tienes que decírmelo.

Me siento y me inclino hacia él, acunando su rostro con mis dos manos. —No
hiciste nada que yo no quisiera.

Su alivio es obvio. Cuando paso mis pulgares por su mandíbula, su aliento se


engancha.

—No me veas así.

—¿Cómo? —susurro.

—Tú sabes cómo —gruñendo, quita mis manos de su cara y se levanta inestable
sobre sus pies—. No puede volver a ocurrir. No lo permitiré.

Frustración se abre dentro de mí. —¿Por qué no?

—Porque no es correcto. Yo no… yo no te deseo, ¿está bien? —Hace una mueca de


desprecio—. Estaba siendo amable contigo anoche porque estabas saltando en éxtasis10
y necesitabas un poco de alivio. Sólo te estaba haciendo un favor, pero eso es todo lo
que era. No te deseo.

Se marcha antes de que pueda responderle. O mejor dicho antes de que pueda
llamarlo gran mentiroso. ¿Él no me desea? Mentira. Si él no me deseara, entonces no
me habría besado de la forma que lo hizo como si fuera un hombre muerto de hambre y
yo fuera su única fuente de nutrición. Si él no me desea, no habría adorado mi cuerpo
como si fuera el más grande regalo recibido, o no me hubiera sostenido en sus brazos
hasta que me quedé dormida.

10
Éxtasis: tipo de droga.
Él está mintiéndome, y ahora mis niveles de preocupación están a un máximo
histórico. No sólo la preocupación, sino la determinación, porque es evidente que Reed
Royal tiene secretos que ni siquiera puedo comenzar a decodificar.

Pero lo haré. Voy a averiguarlo todo. ¿Por qué mantiene todos a distancia, por qué
se siente indigno, por qué está fingiendo que no hay algo entre nosotros cuando los dos
sabemos que sí lo hay? Voy a conocer todos sus secretos, maldición.

Lo que significa… supongo que voy a ir a otra fiesta esta noche.


Traducido por Lili-ana

Corregido por Xei07

ecesito refuerzos o, al menos, información. Por lo que dijo Gideon, los


N Worthingtons viven en la costa y lo suficiente cerca que debe ser capaz
de escuchar un poco de ruido en la propiedad Royal. También deben
tener hijos cerca de la edad de los hermanos Royal. Pero eso es todo.

Lo bueno es que conozco a alguien quien es el centro de los chismes.

Valerie responde al primer tono. —¿Necesitas más mariscos? Te dije que la mejor
cura para la resaca es la comida.

La idea de incluso una pieza más de marisco en mi estómago me hace querer


vomitar. —No gracias. Me estaba preguntando si has terminado la video-llamada con
Tam y querías venir a espiar a los Royal conmigo.

Valerie aspira una bocanada de aire. —Llego en un momento.

—Oye —interrumpo antes de que cuelgue—. ¿Tienes auto?

—No. Y no puedes pedirle a uno de los hermanos que me recoja, ¿verdad? —dice
con tristeza.

—No te preocupes. Durand te recogerá. Demonios, una vez que le diga a Callum
que quiero tener a una amiga cerca, será voluntario.

—Oh, Callum. Agradable. Es caliente para ser un tipo viejo.

—Asqueroso, Valerie. Tiene como más de cuarenta años.

—¿Y? Es lo que llaman un zorro plateado. ¿Sabes quién está enrollada en eso?
—No tengo idea. ¿Una de los pasteles?

Oh diablos no. Esas chicas no sabrían que hacer con un hombre adulto, mucho
menos con uno con un par de décadas en su haber. ¡La hermana mayor de Jordan! Tiene
veintidós y constantemente trae a casa chicos viejos. El último de ellos en realidad tenía
el cabello gris y juro era mayor que el tío Brian. No puedo decidir si es súper pervertida
y estos son los únicos chicos que saben lo que están haciendo, o si tiene problemas
paternales.

—Mi insulto a Jordan en su fiesta podría haber golpeado un poco demasiado cerca
de casa, ¿entonces?

—Probablemente no ayudó —dice Valerie alegremente.

—Voy a colgar ahora porque seriamente estoy pensando en vomitar mi almuerzo


por esta plática. —Coloco el teléfono abajo y trato de suspender cualquier pensamiento
de Callum haciendo cosas fetichistas en mi cerebro.

Afortunadamente Durand está disponible y Valerie es traída a la finca Royal


rápidamente.

—Guau, ese lugar es tan… —Se devana los sesos por la palabra correcta mientras
mira boquiabierta mi recamara.

Suministro varios. —¿Juvenil? ¿Femenino? ¿Un homenaje al día de San Valentín


yendo mal?

Cae hacia tras sobre la colcha rosa con volantes. —Interesante.

—Esa es una palabra para eso. —Me acomodo en la silla del tocador cubierta con
piel blanca y veo a Valerie golpear las cortinas que cuelgan alrededor de la cama con
dosel.

—¿Quieres algo de beber? De hecho tengo una mini nevera aquí. —Abro la puerta
de cristal de las bebidas situada en la encimera del tocador.

—Seguro. Tomaré cualquier cosa de dieta. A pesar del rosa, esta es una habitación
genial. Televisión, cama elegante… —Toca el cubrecama—. ¿Es seda?
Tengo mi mano en la nevera cuando deja caer esa bomba. —¿Estoy durmiendo en
una manta de seda?

—Técnicamente duermes bajo ella. Es decir, no tienes que, pero supongo duermes
en las sabanas y bajo el edredón. —Valerie luce absolutamente preocupada como si mi
crianza hubiese sido tan bizarra que no podría saber sobre las sábanas.
Lamentablemente, no está lejos de la verdad.

—Sé eso, listilla. —Saco un refresco de dieta y la empujo en su mano. Descorcho


una para mí—. Es simplemente extraño. Pasé de dormir en sacos a mantas de seda o
discúlpame edredones. —Me corrijo antes que Valerie lo haga. Pero suficiente sobre las
cosas de la cama. Necesito información—. Dime todo lo que sabes sobre los
Worthingtons —ordeno.

—¿Las telecomunicaciones o bienes raíces Worthingtons? —pregunta, su boca aun


alrededor de la abertura de la lata de soda.

—No tengo idea. Viven cerca de aquí y están teniendo una fiesta en la playa esta
noche.

—Oh, entonces Telecomunicaciones Worthingtons. Viven cinco casas más abajo.


—Levanta su lata—. ¿Tienes un portavasos?

Le lanzo un cuaderno, que utiliza para colocar su lata.

—Brent Worthington está en el último año. Es súper estirado, aunque más sobre el
reconocimiento del nombre que dinero. Los padres de su novia Lindsey tuvieron que
declararse en bancarrota hace un par de años y sacaron a Lindsey de Astor Park porque
no podían pagar la matrícula, pero Brent nunca rompió con ella porque Lindsey es una
DAR.

—¿Qué hacen los Dars? —pregunto.

Valerie ríe y niega con la cabeza. —No, ese no es un apellido. Hijas de la Revolución
Americana11. Ella puede rastrear el árbol genealógico de su familia en uno de los tres
barcos originales que vinieron de Inglaterra.

—¿Eso es una cosa? —Quedé boquiabierta.

11
En Ingles Daughters of the American Revolution (DAR)
—Sip. Así que ¿qué está pasando?

—Los Royal van a ir esta noche y me dijeron que me mantenga alejada.

—¿Por qué? Esas fiestas son bastante sosas tan extremas como los eventos de la
escuela. Cierran todas las puertas en la casa porque Brent no quiere a nadie teniendo
sexo en las habitaciones. Hay un baño que las personas tienen permitido usar y está justo
en el patio. La casa de la piscina también está bloqueada. Brent tiene servicio de comida
y le gusta que todo el mundo se muestre como si estuvieran a punto de viajar en yate.
Incluso él viste el abrigo de su club de campo deportivo y todas las chicas usan vestido.
Sin excepciones.

Suena terrible. Si los Royal me hubiesen dado este resumen, no necesitarían


haberme advertirdo que me quedara lejos. Pero lo hicieron, así que significa que algo
está pasando que no quieren que vea o sea parte de ello.

—¿Daniel Delacorte estará invitado?

Lo considera y luego asiente lentamente. —Sip. Su padre en un juez. Creo que


Daniel planea ser uno, también, y no puedes tener demasiados jueces como tus mejores
amigos, ¿correcto?

Se me ocurre entonces que esto es porque los ricos se hacen más ricos. Forman estos
vínculos en la escuela secundaria, tal vez incluso antes, y cuando se hacen mayores,
simplemente continúan rasguñando su espalda unos a otros.

—¿Pasó algo entre tú y Daniel la otra noche? Sé que tenías resaca, pero Jordan dijo
que estabas tan destrozada que Reed tuvo que sacarte cargando de la casa de Farris. ¿Él
no… hizo algo? —Luce preocupada.

No quiero decirle a Valerie sobre lo espantoso de esa noche, pero si va a estar


involucrada, entonces merece algo. —Él pensaba que era fácil. No lo soy. Y a los Royal
no les gusto cuando su tal vez, era un no realmente, y que su hermana estaba en un tipo
de lío. Vamos a dejarlo así.

Ella luce desconcertada. —Dios, que porquería. Pero porque estoy aquí, ¿si los
Royal ya están exigiendo venganza?

—No sé si lo están, sólo que tres de ellos me dijeron que no fuera a la fiesta
Worthington esta noche sin importar que.
Los ojos de Valerie se iluminan. —Me encanta que no te importe lo que los Royal
piensen. —Salta de la cama y abre la puerta de mi armario—. Vamos a ver que vestidos
tienes que podrían ser aprobados por Worthington.

Bebo el resto de mi soda, mientras Valerie revuelve y descarta, artículo tras artículo.

—Necesitas más ropa. Incluso los Carringtons llenaron mi armario de nada de lo


que quiero. Mantiene las apariencias, sabes. No me di cuenta que Callum era tacaño
contigo.

—No lo es —respondo, defendiendo a Callum—. Tuve que ir de compras con


Brooke y los lugares a los que me llevó eran demasiado caros.

—Todo aquí es caro. —Valerie hace un gesto con la mano—. Piensa en ello como
una extensión de tu uniforme. Además. Si luces mal, entonces las personas pensarán lo
mismo que yo, que Callum está siendo tacaño contigo. ¡Aja! —Saca un vestido de
verano azul marino con mangas cortas y un profundo escote en V bordeado de encaje
blanco. No recuerdo haberlo visto, lo que significa que Brooke debe haberlo tomado
cuando no estaba mirando—. Es bonito. Cuenta con un escote profundo que dice soy
sexy sin decir que cobras cincuenta dólares y me gustaría el dinero por adelantado.

—Estoy haciendo una reverencia a tu mejor juicio. —En mi anterior línea de


trabajo, necesitarías un escote mucho más profundo que eso para conseguir cincuenta
dólares por adelantado. Cruzo la habitación y comienzo a cambiarme. Se hace tarde y
quiero asegurarme que me dirijo a la fiesta antes que los fuegos artificiales comiencen.

—¿Está bien si te pido prestado este vestido? —Cubre Valerie contra su cuerpo un
ejemplar de encaje blanco.

—Elije el que quieras. —Es una pulgada más baja que yo y teniendo en cuenta la
longitud de la falda, el dobladillo debe quedar alrededor de la mitad del muslo—. Por
curiosidad, ¿Cuántos vestidos necesito? —Dos parecen un montón.

—Un par de docenas.

Me giro, pero Valerie me mira muy en serio. —¿Estas bromeando?

—No. —Cuelga el vestido en el armario y comienza a extender sus dedos, uno por
uno—. Necesitas vestidos de tarde, para navegar, ir a bailar, tanto para el club como
para la discoteca —mi cabeza está girando—, fiestas de jardín, fiestas escolares oficiales,
para después de la escuela, de boda, funeral…

—¿Dijiste vestidos fúnebres? —interrumpo.

Valerie apunta su dedo y guiña. —Sólo me aseguro que estas poniendo atención. —
Ríe cuando ruedo mis ojos, y comienza a desvestirse—. Necesitas mucha más ropa de
la que tienes. Las apariencias son importantes, incluso para los Royal.

Su voz en ahogada mientras tira la camisa sobre su cabeza. —Por ejemplo, decir
incluso la cosa más negativa de María Royal y todos sus hijos se vuelven locos. Reed
casi fue encarcelado por asalto después que algún chico de South East High la llamo un
caso suicida de traga pastillas.

—¿Él acuso a María de matarse? —exclamo, sorprendida por eso.

Valerie mira a su alrededor como si esperara ver a Reed saltando hacia ella. Luego
baja su voz dice—: Es un rumor, y a ninguno de los Royal les gusta. Incluso demandaron
al médico de María por negligencia.

—¿Ganaron?

—Se arregló el asunto y el doctor dejó la práctica y el estado así que… ¿sí?

—Guau.

—De cualquier forma —continúa Valerie—, son muy protectores con el tema de su
mamá, y supongo que sería importarte que las personas fuera de la familia crean que
están tratándote correctamente.

Una punzada me golpea. ¿Es eso lo que Reed está haciendo? ¿Simplemente
asegurarse que mantiene la reputación de la familia? No, no puede ser. Todas las cosas
que hicimos aquí, en esa manta de seda y debajo de ella, fueron privadas y no tuvo nada
que ver con ninguna reputación Royal.

Miro el reloj y me doy cuenta que necesito apresurarme. Me cambio a toda


velocidad, pero cuando me miro en el espejo, veo un problema. —Val, este escote en
demasiado pronunciado. —Me giro así puede ver que el lazo blanco de mi sujetador está
mostrándose.
Se encoge de hombros. —Tendrás que quitarlo. Usa tiritas si estas preocupada
porque se noten los pezones.

—Supongo. —A pesar de estar en la misma zona postal que Daniel sin usar
sujetador me asusta.

Nos toma otra media hora arreglar nuestro cabello y maquillaje. De hecho, maquillo
a Valerie. Está sorprendida por la cantidad de maquillaje que he acumulado.

—Podrías necesitar vestidos, pero tu surtido de maquillaje es el punto de la coma —


exclama ella.

—Gracias pero necesito que cierres la boca ahora así no pondré lápiz labial en tus
dientes. —Agito el lápiz labial hacia ella amenazadoramente y cierra la boca
obedientemente. Una vez que estamos listas, esperamos que los Royal se vayan. Hay un
golpeteo de puertas y forcejeos de pies en el pasillo. Al menos un par se detiene en mi
puerta.

Hay una explosión ensordecedora que me hace hacer una mueca de dolor, seguido
por la voz de Easton. —¿Estas bien allí adentro? Regresaremos temprano.

—No importa —le respondo, pretendiendo estar molesta—. Y no llames a mi puerta


de nuevo. Estoy enfadada contigo. Con todos ustedes.

—¿Incluso Reed? —bromea Easton.

—Todos ustedes.

—Ah, vamos, hermanita, esto es por tu propio bien.

De repente, no tengo que fingir mi ira. —Ustedes los Royal no sabrían lo que es
bueno para mí si fuera empujado en su rostro por una conejita playboy.

Valerie me da dos pulgares arriba alentándome.

Easton lanza un gran suspiro de rechazo. —Por supuesto que no sería capaz de ver
nada si una conejita de playboy está frente a mí. Estaría demasiado ocupado comiendo
sus tetas para ponerle atención a cualquier otra cosa.

Valerie no puede dejar de reírse.


—No —siseo—. Sólo lo animarás.

—Te escucho y sí, estoy animado —responde Easton detrás de la puerta.

—Estaremos en casa en un par de horas. Espéranos y todos veremos una película.

—Vete, Easton.

Él arrastra los pies.

—Easton es adorable. Si no estuviera tan enamorada de Tam, perseguiría duro a


Easton —admite Valerie.

—No creo que atraparlo sea el problema —contesto secamente.

—¿No? Entonces, ¿cuál es?

—Mantenerlo.
Traducido por Rosewin

Corregido por Anna

levando nuestros zapatos en las manos, Valerie y yo caminamos por la costa

L hacia el lugar Worthington. —¿Qué impide que las personas se estrellen con
la fiesta? —pregunto con curiosidad—. ¿No puede alguien sólo caminar por
esta playa y luego hacia la casa?

—Ellos saben que no perteneces allí sólo por la ropa que llevas puesta. Además, las
únicas personas que tienen acceso a esta playa viven en ella, y si no puedes permitirte
un colchón de diez millones de dólares, no estarás en esta arena.

—¿Nos alejarán? —El pensamiento ni siquiera se me había ocurrido porque nunca


me he topado con fiestas como estas antes.

—Nop, porque eres Ella Royal y aunque yo soy un pariente pobre, mi apellido sigue
siendo Carrington.

Ni siquiera conseguimos estar lo suficiente cerca para ser confrontadas por Brent
Worthington, ya que los cinco hermanos Royal se encuentran agrupados en el borde de
la propiedad. Ellos están tramando algo, así como sabía que lo harían. Y es
definitivamente un plan para vengarse de Daniel, porque, ¿a quién más podrían apuntar?

Si alguien merece conseguir venganza, soy yo. Pisoteo hasta su grupo y ellos ni se
dan cuenta.

—Oye hermano mayor, ¿qué está pasando? —Empujo a Gideón en la espalda.

Reed gira y me regaña primero. —¿Qué estás haciendo aquí? Te dije que te quedaras
en casa.

—Yo también lo hice. —Gideón me mira con el ceño fruncido y los labios
apretados.
—Yo también —contesta Easton inconscientemente.

—¿Y ustedes dos? —Miro fijamente a los gemelos, los cuales están vestidos con
pantalones cortos color caqui idénticos y polos blancos con un cocodrilo sobre su
pectoral izquierdo.

Parpadean inocentemente hacia mí. No hay forma de distinguirlos esta noche, lo


que podría ser exactamente lo que disfruta su novia. Voy a tener que marcar a uno con
lápiz labial antes de que termine la noche. —Bueno, noticia de última hora, no soy un
perro. No sólo me siento y me quedo quieta nada más porque ustedes me ordenan que
lo haga. ¿Por qué se supone que debía mantenerme alejada de todos modos? ¿Las
bebidas tienen droga aquí también?

Detrás de mí Valerie jadea, lo cual envía cinco miradas molestas en mi dirección.

—No —dice Gideón—, pero si algo malo pasa, papá no estaría tan enojado si
estuvieras en casa y metida en tu cama.

—O pasando el rato con Valerie —señala Easton—. Pero en cama y en casa eran
las cosas importantes —añade a toda prisa cuando es su turno de conseguir una serie de
miradas condenatorias.

—Que tú estés aquí podría alertar a Daniel de que estamos planeando algo —dice
Reed, su ceño profundizándose.

Valerie da un paso a mi lado. —Si el plan era no ser sospechoso, entonces Easton
debería tener su lengua en la boca de alguien, Reed debería estar susurrando palabras de
amor a Abby. —Me atraganto—. Gideón debería estar haciendo cosas de universitario
y ustedes dos. —Ella agita un dedo entre los gemelos—, deberían estar haciéndole
travesuras a la gente porque maldición si puedo diferenciarlos.

Easton encubre una risa con una tos falsa, mientras que los gemelos pretenden estar
mirando cualquier cosa menos a Valerie. Reed y Gideón intercambian una larga mirada.
Cuando se trata de los hermanos Royal, estos dos están a cargo. Al menos por esta
noche.

—Ya que estás aquí, no tiene sentido que te vayas a casa, pero esto es un asunto
Royal. —Gideón le da a Valerie una mirada significativa.
Ella es rápida. —De repente siento mucha sed. Creo que voy a ir extorsionar a los
anfitriones por una copa de champán.

Después que Val se va, froto mis manos juntas. —Así que, ¿cuál es el plan?

—Reed va a iniciar una pelea y moler a golpes la mierda alguna vez adorable de
Daniel —me informa Easton.

—Ese es un plan terrible.

Todos se giran de nuevo hacia mí. Ser el único foco de cinco Royal es algo
abrumador.

Me centro en Reed y Gideón, los dos que tengo que convencer. —¿Piensan que sólo
van a incitar a Daniel a una pelea? —Ambos hermanos se encogen de hombros—. Y
estoy segura de que pensaron que va a funcionar porque todos ustedes lucharían para
defender su nombre. Pero este tipo no tiene honor. Él no es un luchador justo. Es el tipo
de chico que droga a una chica porque no estaba lo suficientemente confiado o paciente
para conquistarla. Es un cobarde. —Agito una mano sobre el cuerpo increíblemente
torneado de Reed—. Reed tiene nueve kilos más que él y pelea con regularidad.

—¿Ella sabe de las peleas? —interrumpe Gideón. Reed le da una brusca inclinación
de cabeza y Gideon chasquea ambas manos a nosotros como si hubiera puestos nuestros
culos en la escuela secundaria.

—Él todavía va a querer defenderse —argumenta Reed.

—Te apuesto cien dólares a que él se reirá y dirá que sabe que vas a ganar. Entonces,
si intentas presionarlo, te verás como el malo de la película.

—No me importa.

—Bien. Si todo lo que quieres hacer es golpearlo, entonces, sólo tienes que ir y
hacerlo. —Señalo el jardín trasero, que se está llenando.

—Reed no puede lanzar el primer golpe —interviene Easton.

Desconcertada, miro de un hermano a otro. —¿Es un tipo de regla del club de lucha?
—No. Papá atrapó a Reed peleando hace unos meses. Dijo que si lo sorprendía
haciéndolo de nuevo iba a enviar a los gemelos a la escuela militar.

Vaya, eso es diabólico. Sé que a Reed no le importaría ir a la escuela militar, o al


menos no le importaría mucho, pero lo odiaría para los gemelos. Callum me sorprende
constantemente.

—¿Así que no puedes golpear a alguien nunca?

—No, no puedo lanzar un puñetazo a menos que me esté defendiendo o a un


miembro de la familia de un peligro inminente. Esas fueron sus palabras exactas —dice
Reed con los dientes apretados—. Si tienes una idea mejor, escúpela.

No la tengo y todos lo saben. Gideon niega con la cabeza e incluso Easton se ve


decepcionado de mí. Fijo la mirada en el cielo azul oscuro, luego, en el océano, arriba
en la casa, y entonces a los hermanos. Una idea brilla.

—¿Los Worthington tienen una casa de la piscina?

—Sí —dice Reed con cautela.

—¿Dónde está? —La casa de la piscina de los Royal está compuesta casi
enteramente de vidrio para poder ver el mar desde un lado y la piscina del otro. Jalo el
brazo de Reed—. Muéstrame.

Reed me ayuda a levantarme sobre una saliente rocosa y hacia el jardín trasero.
Apunta a una estructura oscura de pie justo al borde de la cubierta de hormigón
alrededor de la gran y rectangular piscina. —Worthington la mantiene cerrada con llave.

—Así nadie puede tener sexo allí. Valerie me dijo. —Todo esto es tan perfecto.

Pongo mis ojos en los gemelos.

—Si esto me involucra a mí vistiendo como una mujer, estoy fuera. —Sawyer
levanta una mano en protesta. Al menos creo que es Sawyer por la quemadura
desvaneciéndose en su muñeca.

—Déjame encontrar a Valerie. Va requerir de dos de nosotras. Y necesitaré a ambos


gemelos. El resto de ustedes pretendan que están en una fiesta. Cuando sea el momento
adecuado, Sawyer saldrá y se los hará saber. Tendrán que reunir la mayor multitud como
puedan en la piscina. Tal vez conseguir que tengan sus cámaras listas.

—¿Qué es lo que tienes planeado, hermanita? —Easton se acerca furtivamente hacia


mí.

—No hay furia como la de una mujer despreciada o una chica drogada en contra de
su voluntad —digo de manera misteriosa y corro a buscar a Valerie. La encuentro
conversando con Savannah a medio camino entre la orilla y la piscina, lo cual es un tipo
de perfecta casualidad—. Oye, ¿puedo hablar con ustedes por un minuto?

Valerie tiene que arrastrar a Savannah, pero me las arreglo para secuestrarlas a un
lado.

Me dirijo a Savannah primero. —Mira, quiero disculparme por no escucharte la otra


noche. Me sentía sola y quería a alguien que no podía tener, por lo que pensé en salir
con Daniel. Eso fue un error.

Ella aprieta sus labios, pero mi genuino arrepentimiento o nuestro odio mutuo por
Daniel rompen sus barreras de hielo. —Acepto tus disculpas —dice ella con rigidez.

—Oh, Sav, saca el palo de tu culo —reprende Valerie—. Estamos aquí para
vengarnos de Daniel. ¿Cierto, Ella?

Savannah arquea una ceja interesada en mi dirección y yo asiento con


entusiasmo. —Este es el plan.

Después de explicarles los detalles, Valerie grita. Pero Savannah parece escéptica.
—¿Realmente crees que él va a caer en esto?

—Savannah, el tipo droga a las chicas por sexo. Él no va a dejar pasar esta oferta.
Es un viaje de poder para él y vamos a alimentar eso.

Ella levanta un hombro elegante. —Está bien. Estoy dentro. Acabemos con ese
idiota.

Daniel está sentado en un sillón junto a la piscina con una Heineken en una mano
y la pierna de una chica de aspecto juvenil en la otra. Ella tiene que ser una estudiante
de primer año. Un renovado sentido de la rectitud pasa sobre mí. Daniel tiene que ser
detenido. Como dijo Savannah, es el momento de acabar con él.
—Hola, Daniel. —Adopto el tono más sumiso que puedo reunir.

Su cabeza se sacude y escanea la multitud en busca de los hermanos Royal. Cuando


él no los ve, se inclina hacia atrás, tirando de la chica más cerca de su lado, casi como si
ella fuera un escudo. —¿Qué quieres? Estoy ocupado.

Presiono la puntera de mi zapatilla en el concreto estampado. —Quería disculparme


por lo de la otra noche. Yo... yo exageré. Eres Daniel Delacorte y yo soy... —Lucho con
mi reflejo al vomito—, una don nadie embustera.

La chica se mueve incómodamente. —Um, creo que oigo a mi hermana


llamándome.

Ella se desliza fue de la mano de Daniel. Cuando él protesta, salto. —Sólo necesito
a Daniel por un minuto y luego es todo tuyo.

Daniel sonríe. —¿Sólo un minuto? Yo duro mucho más que eso.

La chica ríe y corre lejos. Lo entiendo. Es incómodo como el infierno ver a alguien
humillarse. En el momento en que ella está fuera del alcance del oído, la sonrisa
descuidada de Daniel se convierte en un ceño fruncido. —¿A qué estás jugando?

—Quiero otra oportunidad. —Me inclino hacia delante para que mi escote se exhiba
a él—. Cometí un error. Si me hubieras dicho lo que querías, no habría reaccionado de
manera exagerada. —Dios, no puedo creer que tenga que decirle esta mierda.

Sus ojos caen a mi gran escote y se lame los labios como un cerdo horrible. —Los
Royal no parecían muy felices.

—Estaban molestos porque hice una escena. Ellos quieren que me calle y me quede
fuera de la vista.

—Sin embargo, estás aquí.

—Su padre hizo que me trajeran.

Él frunce el ceño. —¿Así que quieres vengarte de ellos? ¿Es eso?

—¿Honestamente? Algo así —miento, porque creo que involucrar a los Royal
podría ser algo que será de interés para él—. Estoy cansada de esos idiotas que me
obligan a actuar como algo que no soy. —Me encojo de hombros—. Me gustan las
fiestas y divertirme. Estaba tratando de ser toda correcta para su bien, pero... eso no es
lo que soy.

Daniel parece intrigado.

—Así que vamos a dejar de fingir. Lo que quieras, estoy dispuesta y no sólo para
mí. —Señalo a un área vaga detrás de mí—. Conoces a Valerie, ¿verdad? —Él asiente,
su mirada cayendo de nuevo a mi pecho—. Le dije acerca de tus amigas, Zoe y Nadine.
Y ella está interesada. Pensamos... —Extiendo mi mano, poniéndola junto a la rodilla
de Daniel. Llevo mis labios a su oreja—. Pensamos que podríamos mostrarte lo que las
chicas Astor Park pueden hacer. Las dos somos bailarinas, ya sabes.

—¿Sí? —Sus ojos se iluminan.

—Y puedes hacer lo que quiera con nosotras —bromeo.

Parece más interesado ahora. —¿Cualquier cosa?

—Cualquier cosa… y de todo. Puedes traer tu cámara. Es posible que desees


mantener los recuerdos.

—¿Dónde? —Desliza su mano entre sus piernas. Ugh, ¿se está tocando justo en
frente de mí? Aprieto mis labios juntos, así no vomito en su regazo.

—La casa de la piscina. La desbloqueé. Nos vemos allí en cinco minutos.

Me balanceo sin mirar atrás. Si he juzgado mal a Daniel, esto no va a funcionar y


voy a tener que reconocerlo humildemente ante los hermanos Royal. Pero no creo estar
equivocada.

Daniel Delacorte tiene la oportunidad de degradar a dos “don nadie embusteras” y


tomar fotos de ellas para poder mostrarlas a todos sus amigos pervertidos. De ninguna
manera va a dejar pasar esta oportunidad de oro.

Mientras entro en la pequeña estructura, Valerie se levanta de una de las dos sillas
que ella y Savannah arrastraron lejos de las ventanas del piso al techo. Como la casa de
la piscina de los Royal, ésta es casi toda de vidrio para que la vista desde la casa hasta el
océano no esté obstruida, pero está oscura y las dos chicas han movido retirando todo.
—Me gusta lo que han hecho con el lugar —bromeo.

Valerie me tira algo, lo cual atrapo por acto reflejo. Un lazo de bata. —Gracias,
nosotras fuimos por lo minimalistas. Savannah y yo pensamos que sería mejor mostrar
nuestra obra de arte así no habría ningún tipo de distracción. ¿Estás bien con la banda?

Pensando en el yate y Reed, le digo—: Eso funcionará. —Envuelvo la longitud


alrededor de mi cintura—. ¿Dónde está Savannah?

—Estoy en el baño —sisea ella.

Un golpe seco en la puerta indica la llegada de Daniel.

—Hora del espectáculo —susurro y luego abro la puerta.


Traducido por Anna

Corregido por Mariela

—M edio pensé que podrías estar engañándome, pero acabo de ver a


los Royal bebiendo. Reed se ve listo para meter sus bolas
profundamente en Abby esta noche. —Daniel pasa sus ojos
insolentemente sobre mí y luego cambia a Valerie—. Y tú, Val. Nunca sospeché que
fueras tan sucia. Pero tal vez debí suponerlo.

Porque ambas son de clase baja y basura, terminé por él silenciosamente.

La boca de Valerie se tuerce con notable desprecio. Ya que ella no está haciendo un
buen trabajo pretendiendo estar excitada por Daniel, me apresuro a distraerlo.

—¿Qué quieres hacer primero? —Paso una mano sobre sus hombros y lo dirijo hacia
la mesa en medio de la habitación. Debe haber sido demasiado pesado para Valerie y
Savannah moverla.

—¿Qué tal si dos de ustedes van una sobre la otra? —sugiere él.

—¿Sin preliminares? ¿Sólo directo a la acción? —Con una caricia más dura de lo
necesario, lo empujo hacia abajo sobre la mesa—. Creo que necesitas una lección de
anticipación. Déjanos bailar un poco para ti.

Reclinándose hacia atrás sobre sus brazos, nos da un asentimiento de su barbilla. —


Bien. Pero quiero ver las manos de la una sobre la otra y montones de piel.

Valerie se recompone y da unos pasos adelante. —¿Qué tal si te damos un masaje?


¿Has tenido uno de esos alguna vez?

—¿Un masaje? Claro, los consigo en el club de papá todo el tiempo.


—¿Pero de dos chicas con una final feliz? —Ella dobla sus dedos—. Como dijo Ella,
no apresures las cosas. Podemos darte un masaje y luego puedes vernos hacer nuestra
cosa. Después de todo, deberías ser el primero en conseguirlo.

Daniel reflexiona esa oferta por un momento y luego acepta. —Sí, eso suena
correcto. Ustedes perras pueden esperar su turno. —El guiña un ojo al final para señalar
que se supone que tomemos el comentario de “perras” como una broma. Ninguna de
nosotras se ríe y toma un esfuerzo superhumano no golpear su petulante rostro.

—Vamos a ayudarte a sacarte la ropa —digo dulcemente.

Afortunadamente, Daniel no sospecha nada. Él desconfiaría de Reed o Gideon,


pero no de dos chicas pobres que, si no fuera por sus parientes ricos, probablemente
estarían vendiendo su cuerpo en las calles de todas formas. Así es como opera su mente,
lo cual es por qué nuestro pequeño chantaje es posible. Porque él es Daniel Delacorte,
hijo de un juez, jugador de lacrosse, un chico con una reputación de oro del que nadie
sospecharía jamás que sea semejante imbécil. No dudo ni por un segundo que la prima
de Savannah probablemente es de una rama menor de la familia.

Valerie y yo nos armamos de acero para poner nuestras manos sobre su cuerpo, pero
para nuestro alivio él no necesita ayuda. Deja caer sus pantalones cortos, baja su
calzoncillo y tiene su camiseta sobres su cabeza antes de que podamos tomar nuestro
próximo aliento.

—Alguien está ansioso —murmura Valerie en voz baja.

Daniel muerde su labio. —¿Dónde me quieren?

Ella pone las manos en sus caderas y finge considerar la pregunta. —¿Qué tal allí?
—Señala un nido de almohadas situado justo frente a las ventanas.

Daniel avanza y se arrodilla sobre los suaves cojines. —No olviden mantener sus
dientes para sí mismas. Quizás podrían cubrirlos con sus labios.

Esa es la última instrucción que va darme jamás, pienso, y luego tranquilamente


tomo un frutero de la mesa y lo golpeo en la cabeza con él.

Él se levanta con un grito. —¡Qué demonios! —Aturdido, agarra firmemente la


parte posterior de su cabeza con una mano.
—Te dije que el tazón era demasiado débil —dijo Savannah, saliendo del baño.
Antes de que Daniel pueda alejarse, ella bate una botella de spray para el cabello y envía
un disparo del solvente directamente en su rostro.

—¡Hija de puta! ¡Ustedes tres son carne muerta! —ruge Daniel. Él se tambalea al
ponerse de pie y se golpea con la ventana.

Las tres nos reímos.

—No quiero matarlo, sólo mutilarlo —repite Savannah—. ¿Qué tal el candelabro?
—Giro la pesada arma de plata y golpeo a Daniel en el hombro.

Savannah levanta el otro a juego y lo deja caer sobre la parte superior de su cabeza,
y Daniel se desploma.

Valerie recoge uno de los cintos y me lanza el otro. —Tienes razón, Ella. Este tipo
es desagradable.

Tan rápido como es posible, lo atamos como un pavo. Con Daniel


momentáneamente aturdido, es fácil para nosotras asegurar sus manos en su espalda,
atar sus tobillos y luego dejar suelto un pequeño trozo de la soga entre los dos conjuntos
de amarres.

—Lástima que no tengamos una cinta adhesiva. —Recojo una banana del suelo y
la lanzo en el aire—. Podríamos pegan esto en su culo.

—Eso sería increíble —dice Valerie.

Savannah frunce el ceño. —Tengo algo que pegar en su culo. —Ella pasa por
encima, echando para atrás su pierna y enviando la patada más fuerte que he visto fuera
de una película.

Aparentemente estrellar un candelabro de dos kilos en su cráneo no disminuyó


mucho su ira hacia él.

El impacto de su delicado pie en su trasero es sorprendentemente fuerte. Daniel se


sacude de su estupor, y deja salir un aullido de dolor. Una fea sonrisa se extiende por el
rostro de Savannah. Valerie y yo vemos como ella se agacha para susurrarle algo que lo
hace estremecerse.
Luego se endereza y pasa su mano sobre su cabello, alisando todos los mechones
que caen planos contra su bonita cabeza. —Estoy lista. No quiero pasar otro minuto con
este pedazo de porquería.

—Espera —dice Valerie. Nos giramos para verla lanzando una manzana en el aire.

Una sonrisa se extiende lentamente a través de mi rostro. —¿Estás pensando lo que


estoy pensando? —pregunto. El plan es tan malvado. Me encanta.

Savannah comienza a reír y está riendo casi demasiado fuerte cuando ayuda a
tironear para abrir la boca de Daniel y meter la manzana dentro, pero un tipo aturdido
y desnudo no es rival para nosotras tres.

—Vámonos. —Corro hacia la puerta y encuentro a Sawyer allí—. Estamos listas.

—También lo estamos —responde con una sonrisa—. ¿Lo mataron? Porque ese
grito allí atrás sonó malo.

—Creo que Savannah lo quería pero ayudamos a contenerla.

—Siempre me ha gustado esa chica —dice Sawyer.

Me inclino y hago un gesto para que las chicas salgan. Savannah y Valerie salen por
las puertas corredizas que llevan a la playa. Una vez que ellas están abajo en la orilla,
enciendo las luces y presiono el botón del control remoto de las cortinas. Los
Worthingtons hicieron todo esto fácil para nosotras. Mientras las luces se encienden y
las cortinas se abren, Sawyer y yo llevamos nuestros culos detrás de las chicas, que
encontramos de pie con Sebastián.

Una vez que llegamos, Seb pone una mano en el hombro de Valerie y Savannah.

—No puedo creer que vamos a perdernos el espectáculo —dice con tristeza.

También estoy desanimada, pero decidimos que no era una buena idea para mí y
las chicas ser parte de la multitud durante la revelación de Daniel. Si alguno de sus
amigos averiguaba que estábamos detrás de eso, podrían volverse hacia nosotros. Los
gemelos están aquí para servir como nuestros guardaespaldas en caso de que eso suceda.

Nos quedamos de pie y esperamos, filtrando los sonidos que marcaran la revelación
en Daniel, atado y exhibiéndose como un cerdo en un luau.
Los primeros ruidos que escuchamos son un coro de gritos de asombro. Hay un
grito que no podemos descifrar y luego un momento de silencio. Después de lo que
parece mucho tiempo para mí, pero que seguro se siente como una eternidad para el
desnudo y atado Daniel, hay un grito de “¡Oh mi Dios!” y “Santa mierda, ¿es Daniel
Delacorte?”. Otras voces se unen hasta que parece como si cada invitado estuviera
comentando la escena frente a ellos.

Hay aplausos y gritos, y por alguna razón comienzo a temblar. Temblando tan
fuerte que tengo que apoyarme contra Sawyer. Él pone un brazo a mi alrededor y frota
mi lado.

—Yo… yo no sé por qué estoy tan débil —tartamudeo.

—Estás volviendo de un golpe de adrenalina. —Él busca en su bolsillo y luego me


da un rollo de mentas—. Eso es todo lo que tengo. Lo siento.

—Está bien —murmuro y meto dos en mi boca. Me concentro en masticar los


caramelos, y no sé si es la pequeña descarga de azúcar o sólo concentrarme en algo
además de la artimaña en la que acabo de participar, pero mi temblor se detiene y
comienzo a calentarme—. ¿Dónde está el resto del equipo Royal?

Sebastián me da una mirada divertida como si supiera exactamente sobre cual Royal
estoy preguntando. —Atestiguando la humillación de Daniel con el resto de Astor Park
y asegurándose de que la historia real se esparza.

—¿Cuál historia es esa?

—La verdad. Que logró ser engañado por una chica.

—Tres chicas —corrijo.

—Es una mejor historia si sólo es una chica —grita Sawyer hacia arriba.

—¿Pero no quieren tomar el crédito también?

—¿En público? Naah. Llegaría a papá y luego estaría en nuestros culos sobre la cosa
de la escuela militar otra vez. —Sawyer sonríe—. Pero nosotros sabremos que hicimos
esto, y eso es todo lo que importa.
Una conmoción en la parte superior del terraplén llama mi atención. Los otros tres
Royal están viniendo. Sawyer me agarra de un brazo y arrastra por la playa. Valerie grita
tras nosotros y entra en el sendero de una casa con Savannah, y le doy un rápido saludo
mientras salgo con los gemelos. Sus hermanos no están lejos tras nosotros. —Deberías
haber visto la mirada en su rostro… —comienza Gideon.

—Hombre, su pene es minúsculo. —Se carcajea Easton—. ¿Fue que se encogió o es


realmente así de pequeño…?

—El moretón en su frente se veía desagradable. ¿Eso vino de ti? —Reed sonaba
impresionado.

Los tres hermanos Royal se reunieron con nosotros, hablando todos a la vez.

—Vaya, vaya, vaya. —Levanto mis manos—. No puedo manejarlos a todos a la


vez.

—Lo hiciste bien. —Gideon me sorprende desordenando mi cabello.

—Fue perfecto —dice Reed lentamente, y la aprobación en sus ojos me hace sentir
caliente y pegajosa por dentro.

Easton me levanta y hace girar. —Eres la jefa, Ella. Recuérdame nunca hacerte
enfadar.

Un alboroto de gritos y maldiciones nos hace girar hacia la casa Worthington.

Easton me deja a un lado en el suelo mientras ve un grupo en la parte superior de la


cresta. Hay un chapoteo, ¿alguien acaba de ser empujado en la piscina?

—¡Acaba de lanzar a Penny Lockwood-Smith en la piscina! —grita alguien en la


fiesta antes de romper en risas.

—Aquí viene él —dice Gideon con un suspiro.

Él es Daniel, que está cargando una línea de gente. Incluso en el azul oscuro de la
noche, puedo ver que está furioso.

—No dejes que te muerda —murmura Easton en mi oído—. Podría tener rabia.
Daniel se detiene en el borde del césped y explora la costa. Cuando nos ve, ruge,
apuntando y luego cae sobre la arena en un salto. Es un movimiento
impresionantemente atlético.

—Míralo. —Me maravillo.

—Está en el equipo de lacrosse. —Me recuerda Sawyer.

—Voy a matarlos. ¡A todos ustedes! Empezando contigo, basura de alcantarilla.

El rostro de Reed estalla con una sonrisa mientras se gira hacia el resto de nosotros.
Imagino que este sería el momento en que diera rienda suelta a una de sus raras sonrisas.
—Eso sonó como una amenaza, ¿cierto?

Easton asiente. —Creo que Ella se encuentra en inminente peligro. Ya sabes, que a
papá no le gustaría eso.

Más feliz de lo que lo he visto jamás, Reed me empuja detrás de él mientras Daniel
corre por la arena, cubierto con sólo sus pantalones cortos color caqui. Pequeños puntos
de luz se encienden mientras varios de los asistentes a la fiesta deciden que esta escena
debería ser inmortalizada. Los Royal me empujan hacia atrás y tengo que forzar mi
camino entre los gemelos para ver qué está pasando. Y lo hago justo a tiempo, también,
porque tan pronto meto mi cabeza entre las montañas de músculos Royal, Daniel se
lanza hacia Reed con una gruñido. Reed da un paso hacia adelante y estampa su puño
en la mandíbula de Daniel. Daniel cae como una piedra.
Traducido por Watson

Corregido por Anna

T odos estamos de muy buen ánimo mientras regresamos a la mansión. Le


mando a Valerie un texto rápido para asegurarme que le parece bien
conducir a casa con Savannah, y ella me asegura que está bien. Resulta
que los Carrington viven justo a la vuelta de la esquina de los Montgomery.

Easton camina a mi lado. Los gemelos están adelante, aun riendo por la escena que
hemos dejado atrás en la casa Worthington. Sus voces flotan hacia nosotros.

—Lo noqueó en un segundo. —Sawyer está riendo entre dientes.

—Nuevo record para Reed —concuerda Sebastián.

Reed y Gideon avanzan detrás de nosotros. Cada vez que me giro, sus cabezas están
inclinadas cerca en conversación. Es obvio que estos dos tienen secretos que Easton y
los gemelos no conocen, y eso me molesta, porque realmente empezaba a creerme el
lema sobre que los Royal permanecen juntos.

Alcanzamos la casa, pero me detengo en los escalones que conducen a ella. —Voy
a caminar por la orilla un rato. —Le digo a Easton.

—Caminaré contigo.

Sacudo la cabeza. —Como que quiero estar a solas. Sin ofender.

—No te preocupes. —Se inclina y planta un beso en mi mejilla—. Lo de esta noche


fue una venganza de primera clase, hermanita. Eres mi nueva heroína.

Después de que se marcha, dejo mis zapatos sobre una roca y camino descalza a lo
largo de la suave arena. La luna ilumina mi camino, y no he dado ni veinte pasos cuando
escucho pisadas detrás de mí. No necesito girarme para saber que es Reed.

—No deberías estar sola aquí afuera.


—¿Qué? ¿Crees que Daniel va a saltar de detrás de un peñasco y atacarme?

Reed me alcanza. Dejo de caminar y me giro hacia él. Como siempre, su hermoso
rostro hace que el aliento mi aliento se atore.

—Puede que sí. Lo humillaste bastante bien esta noche.

Tengo que reírme. —Y tú lo noqueaste. Probablemente está ahora en casa


poniéndose hielo en la cara.

Reed se encoge de hombros. —Se lo merecía.

Miro el agua. Él me mira a mí. Puedo sentir su mirada quemando mi rostro, y


muevo la cabeza de nuevo, sonriendo irónicamente.

—Oigámoslo.

—¿Oír qué?

—Algunas mentiras más. Ya sabes, como que anoche sólo me estabas haciendo un
favor, realmente no me deseas, bla bla. —Agito la mano.

Para mi sorpresa, se ríe.

—Oh, Dios. ¿Eso fue una risa? Reed Royal ríe, amigos. Alguien llame al Vaticano
porque un verdadero milagro ha ocurrido.

Eso me consigue otra risita. —Eres tan molesta —gruñe.

—Sí, pero aun así te gusto.

Él se queda callado. Creo que va a quedarse así, pero entonces maldice entre dientes
y dice—: Sí, tal vez sí.

Finjo diversión. —¿Dos milagros en una noche? ¿El mundo se está acabando?

Reed sujeta un mechón de mi cabello y le da un tirón. —Eso es suficiente para ti.

Doy un paso más cerca del agua, pero está incluso más congelada de lo usual. Grito
cuando me toca los dedos de los pies, luego retrocedo rápidamente.

—Odio el atlántico —declaro—. El pacífico es mucho mejor.

—¿Vivías en la costa oeste? —Suena curioso, a regañadientes.


—Oeste, este, norte, sur. Vivimos en todos lados. Nunca nos quedábamos en un
lugar durante mucho tiempo. Creo que lo más fue un año, y fue en Chicago. O supongo
que Seattle fue el mayor tiempo, dos años, pero no cuento ese porque mi mamá estaba
enferma y no teníamos opción más que quedarnos en el sitio.

—¿Por qué se mudaban tanto?

—Dinero, principalmente. Si mamá perdía su trabajo, teníamos que empacar e ir a


donde estuviera el dinero. O ella se enamoraba y nos mudábamos con su novio nuevo.

—¿Tenía muchos novios? —Su voz es dura.

Soy honesta con él. —Sí. Se enamoraba un montón.

—Entonces no estaba realmente enamorada.

Lo miro interrogativamente.

—Eso es lujuria —dice Reed, con un encogimiento de hombros—. No amor.

—Tal vez. Pero para ella, era amor. —Vacilo—. ¿Tus padres se amaban?

No debí haber preguntado, porque se pone más rígido que una tabla. —Mi papá
dice que sí. Pero seguro que nunca actuó como un hombre enamorado.

Creo que Reed está equivocado. Tan sólo escuchando a Callum hablar sobre María,
puedes decir que la amaba profundamente. No sé por qué sus hijos se rehúsan a ver eso.

—Todos ustedes la extrañan, ¿eh? —Cambio el tema a algún lugar más seguro, pero
eso no borra la tensión en su rostro.

Reed no responde.

—Está bien decirlo. Yo extraño a mi mamá cada día. Ella era la persona más
importante en mi vida.

—Era una desnudista.

Su respuesta burlona hace que mis hombros se tensen. —¿Y? —Vengo en defensa
de mi mamá—. Su desnudismo pagaba nuestras cuentas. Mantenía un techo sobre
nuestras cabezas. Pagaba por mis clases de baile.

Acerados ojos azules se enfocan en mí. —¿Te forzó a ser desnudista cuando se
enfermó?
—No. Nunca supo al respecto. Le dije que estaba sirviendo mesas, lo que era
verdad. Hacía eso, y también trabajaba en una parada de camiones, pero no era
suficiente para todas sus cuentas médicas, así que robé su identificación y conseguí un
trabajo en un club. —Suspiro—. No espero que lo entiendas. Nunca has tenido que
preocuparte por dinero ni un día en tu vida.

—No, no he tenido que hacerlo —concuerda.

No estoy segura si yo me muevo primero, o si es él, pero caminamos de nuevo. Un


metro de distancia nos separa al principio, pero conforme caminamos, nos acercamos
cada vez más hasta que nuestros brazos desnudos se rozan con cada paso. Su piel es
cálida, y mi brazo cosquillea cada vez que hacemos contacto.

—Mi madre era amable —revela finalmente.

Eso es lo que dijo Callum también. Pienso en la mujer con la que se casó Steve…
Dinah, la desagradable arpía que tiene fotografías desnudas de sí misma por toda la casa,
y me pregunto cómo es que dos amigos pudieron haberse casado con mujeres tan
dramáticamente diferentes.

—A ella le importaba la gente. Demasiado, tal vez. Siempre caía con las historias
lacrimógenas. Siempre se esforzaba por ayudar a la gente.

—¿Era buena contigo? ¿Y tus hermanos?

Reed asiente. —Nos amaba. Siempre estaba allí para nosotros, dándonos consejos,
ayudándonos con nuestra tarea. Y cada día pasaba tiempo a solas con cada uno de
nosotros. Supongo que no quería que ninguno se sintiera descuidado o que ella tuviera
un favorito. Y los fines de semanas todos hacíamos cosas juntos.

—¿Cómo qué? —pregunto curiosa.

Se encoge de hombros. —Museos, el zoológico, cometear.

—¿Cometear?

Rueda los ojos en mi dirección. —Volar una cometa, Ella. No me digas que nunca
lo has hecho.

—Nop. —Frunzo los labios—. Pero sí fui a un zoológico una vez. Uno de los novios
de mi mamá nos llevó a ese zoológico de mierda para tocar animales en medio de la
nada. Tenían una cabra, una llama y un monito que me lanzó popo cuando pasé a su
lado. —Reed echa la cabeza hacia atrás y se ríe. Es el sonido más sexi que alguna vez
he oído—. Y entonces resultó que el zoológico era una fachada para una operación de
venta de drogas. Su novio sólo estaba allí para comprar marihuana.

Ninguno comenta las drásticas diferencias en nuestra niñez, pero sé que ambos
estamos pensando en ello.

Continuamos caminando. Sus dedos rozan los míos. Contengo el aliento,


preguntándome si va a tomar mi mano, pero no lo hace, y la decepción es demasiada
para soportar. Me detengo en seco y encuentro sus ojos. No es una buena idea, porque
sé que puede ver el anhelo en mi cara. Causa que su mirada se cierre más, y contengo
mi frustración.

—Te gusto —anuncio.

Su mandíbula tiene un tic.

—Me deseas.

Otro tic.

—Demonios, Reed, ¿por qué no puedes sólo admitirlo? ¿Cuál es el punto en mentir?

Cuando no responde, me giro y alejo a zancadas, mis pies descalzos patean la arena.
Repentinamente me jalan hacia atrás, y mis hombros colisionan con un sólido pecho
masculino, robándome el aliento de los pulmones.

La barbilla de Reed baja a descansar sobre mi hombro, sus labios están a milímetros
de mi oído. —¿Quieres que lo diga? —susurra—. Bien, lo diré. Te deseo. Te deseo
jodidamente.

Siento su dura longitud presionándose contra mi trasero y sé que no está mintiendo.


Mientras la emoción asciende por mi columna, Reed me da la vuelta y su boca choca
con la mía.

El beso es lo bastante ardiente para convertir el atlántico en lava. Mis labios se


separan y él desliza su lengua entre ellos, devorando mi boca en estocadas ansiosas que
me dejan sin aliento. Me aferro a sus amplios hombros, luego deslizo las manos hasta
su estrecha cintura.

Gruñe y acuna mi trasero, rotando sus caderas para que pueda sentir cada
centímetro suyo. Entonces, después de otro beso embriagador, me suelta y se tambalea
hacia atrás.
—Me marcharé a la universidad el próximo año —dice con voz ronca—. Me
marcho, y es muy probable que no vuelva. No soy lo bastante egoísta para empezar algo
que no puedo terminar. No te voy a hacer eso.

No me importa, quiero decir. Lo aceptaría a él de cualquier forma posible, incluso


si es por un corto tiempo, pero no doy voz a las palabras, porque sé que no lo
conmoverán.

—Regresemos a la casa —murmura cuando mi silencio se extiende.

Lo sigo sin una palabra, mis labios aún cosquillean por su beso, mi corazón todavía
duele por su rechazo.

Justo estoy quedándome dormida cuando la puerta de mi dormitorio cruje al abrirse.


Levanto la cabeza, adormilada. En segundos estoy completamente despierta. Reed se
mete en mi cama a mi lado. No dice una palabra. La habitación está muy oscura, así
que no puedo ver su expresión, pero puedo sentir la calidez de su cuerpo cuando se
desliza más cerca, el calor de la palma de su mano mientras acaricia mi mejilla, antes de
sujetar mi barbilla y levantar mi cabeza hacia la suya.

—¿Qué estás haciendo? —susurro.

Su voz es dolorida. —Decidí ser egoísta.

La felicidad explota en mi pecho. Envuelvo los brazos alrededor de su cuello y lo


jalo más cerca. Sus labios están por encima de los míos, pero no me besa.

—Sólo esta noche —me dice.

—Eso es lo que dijiste anoche, también.

—Esta vez lo digo en serio. —Y entonces me besa, y cualquier protesta que pudiera
haber expresado se pierde en la apresurada unión de nuestras bocas.

Él gime cuando mi lengua toca la suya. Caderas fuertes se frotan contra mí, su
erección me frota el muslo. Me muevo para que ambos estemos de costado, cara a cara,
con las bocas fusionadas.

—Joder —dice entrecortado, y entonces su mano se desliza debajo de mi camiseta.


En mis bragas.

Sus dedos juguetean conmigo, presionándose contra puntos sensibles que me hacen
gemir contra sus labios. Nos tocamos el uno al otro, pasando las manos sobre toda la
piel desnuda que podemos encontrar, ninguno de los dos se aleja por aire mientras
prácticamente nos comemos la cara mutuamente. No pasa mucho antes que el nudo de
tensión en mi interior se rompa en un millón de trocitos. El placer arde por todo mi
cuerpo mientras jadeo en su boca. Reed tiembla contra mí, y esta vez soy yo la que se
traga su gruñido de placer.

Después, yacemos enredados, besándonos por lo que se siente como horas. No


quiero que se vaya nunca. Quiero que se quede en esta cama para siempre.

Pero justo como anoche, se ha marchado cuando abro los ojos la mañana siguiente.

Me pregunto si lo soñé, pero cuando ruedo, lo huelo en mis almohadas. Su champú,


su jabón, la loción especiada para después de afeitar que utiliza. Estuvo aquí. Fue real.
La pérdida me golpea con fuerza, y ni siquiera la luz del sol que entra desde las cortinas
puede reducir la decepción con la que despierto.

Pero entonces la decepción es reemplazada con un sobresalto de pánico, porque un


grito agudo repentinamente reverbera por la mansión. Creo que proviene del salón
frontal, y salto fuera de la cama, abro la puerta de un tirón justo cuando otro grito asalta
mis tímpanos.

—¡No te vas a salir con la tuya en esto! —Brooke está gritando—. ¡No esta vez,
Callum Royal!
Traducido por Lili-ana

Corregido por Anna

L
lego a la barandilla al mismo tiempo que Easton sale de su dormitorio. Su
cabello oscuro sobresale en todas direcciones, y sus ojos están rojo sangre
a medida que se acerca a mi lado.

—¿Qué demonios? —murmura él.

Ambos miramos hacia el vestíbulo, donde Brooke y Callum están enfrentándose. Es


casi cómico, porque ella es una cabeza más baja que él, por consiguiente aparentan la
imagen menos intimidante en el planeta.

—¡Es mi derecho estar aquí! —grita Brooke, apretando el centro del pecho de
Callum con una uña afilada.

—No, no lo es. No eres una Royal y no una O´Halloran. Este no es tu lugar.

—Entonces dime, ¿cuál es mi lugar? ¿Por qué tolero toda tu mierda entonces? ¡Me
tratas como si fuera tu amante en lugar de tu novia! ¿Dónde está mi anillo, Callum?
¿Dónde carajos esta mi anillo?

No puedo ver el rostro de Callum, pero no paso por alto la tensión en sus
hombros. —¡El cuerpo de mi esposa apenas está frío! —ruge él.

A mi lado, Easton se tensa, también. Extiendo la mano y tomo la suya, y él aprieta


mis dedos lo suficiente para traer un aguijón de dolor.

—Esperas que sólo me vuelva a casar como si no fuera la gran cosa…

—¡Dos años! —interrumpe Brooke—. ¡Ella murió hace dos años! ¡Supéralo!

Callum se tambalea como si ella lo hubiera herido.


—No dejaré que me entretengas por más tiempo. No lo haré. —Embiste hacia
adelante Brooke y agarra la parte delantera de su camisa de vestir, agrupándola entre sus
dedos—. Ya he terminado contigo, ¿me escuchaste? ¡Terminado!

Con eso, ella empuja su pecho y da vuelta hacia la puerta, sus tacones golpeando el
piso de mármol.

Callum no la persigue, y cuando ella se da cuenta de eso, se da la vuelta y lo señala


con el dedo. —¡Si salgo en este momento, nunca regresaré!

La voz de Callum es más fría que el hielo. —No dejes que la puerta te golpee el culo
a tu salida.

Easton ríe entre dientes.

—¡Tú… tú… monstruo! —chilla Brooke. Tira de la puerta abriéndola con tanta
fuerza que una ráfaga de aire sopla a través del vestíbulo y la siento hasta el segundo
piso.

Su cabeza rubia y el cuerpo con el minivestido de terciopelo desaparecen a través


del umbral. Ella cierra la puerta con la misma fuerza.

El silencio se estrella sobre el vestíbulo. Veo un destello de movimiento por el rabillo


de mi ojo, y me giro para encontrar a los otros Royal de pie detrás de nosotros. Los
gemelos lucen somnolientos, Gideon parece sorprendido. El rostro de Reed es
impasible, pero juro que veo un destello de triunfo en sus ojos.

Easton ni siquiera trata de ocultar su alegría. —¿Esto realmente sucedió? —Nos


pregunta, sacudiendo su cabeza con asombro.

Callum escucha la voz de su hijo, e inclina la cabeza hacia arriba a la barandilla.


Luce destrozado, pero no devastado porque su novia se acaba de marchar furiosa.

—Papá —dice en voz alta Easton, sonriendo de oreja a oreja—. ¡Tú eres el hombre!
Ven aquí arriba y dame cinco.

La expresión de su padre se vuelve fatigada. En lugar de responder a Easton, Callum


gira rápido su mirada hacia mí. —Puesto que estás despierta, Ella, ¿por qué no vienes a
mi estudio? Necesitamos tener una pequeña charla. —Luego sale del vestíbulo.
Muerdo mi labio, dudando en seguirlo. De repente recuerdo lo que acaba de decirle
a Brooke, como no es una Royal o una O´Halloran, y mi ansiedad crece. Tengo la
sensación de que ellos estaban peleando sobre Steve. Lo que significa que
indirectamente, también era sobre mí.

—Ve —murmura Reed cuando no me muevo de la barandilla.

Como de costumbre, instintivamente obedezco sus órdenes. Es como si él tuviera


un poder sobre mí y no estoy segura que me agrade eso. Pero soy incapaz de detenerlo.

Bajo las escaleras con piernas temblorosas y encuentro a Callum en el estudio. Él ya


ha golpeado el gabinete de licor, sirviéndose un vaso de whisky cuando entro.

—¿Estás bien? —pregunto en voz baja.

Agita el vaso en su mano, provocando que el líquido salpique por encima del borde.
—Estoy bien. Está bien. Lamento que hayas tenido que despertar por eso.

—¿Crees que de verdad se acabó lo de ustedes dos? —No puedo evitar sentirme mal
por Brooke. He visto su lado perra, sin duda, pero también ha sido agradable conmigo.
O por lo menos eso creo. Brooke Davidson es un hueso duro de roer.

—Probablemente. —Da un sorbo a su bebida—. Ella no estaba completamente


fuera de lugar. Dos años es mucho tiempo que esperar para una mujer. —Callum coloca
el vaso sobre el escritorio y pasa una mano por su cabello—. La lectura del testamento
está programada para dos semanas a partir de mañana.

Lo miro sin comprender. —¿El testamento?

—Sí. El testamento de Steve.

Todavía estoy confundida. —¿Eso no sucedió ya? Pensé que dijiste que hubo un
funeral.

—Lo hubo, pero la herencia no se ha resuelto todavía. Dinah y yo comenzamos la


autenticación después de la muerte de Steve, pero la lectura del testamento por sí misma
fue aplazada hasta que pudieras ser localizada. —Apuesto que Dinah debió haber
amado eso—. ¿Realmente tengo que estar allí? ¿Dinah no heredará todo porque ella es
su esposa?
—Es mucho más complicado que eso. —No entra en detalles—. Pero sí, tienes que
estar allí. Voy a estar allí también, como tu tutor legal, y también estará Dinah y nuestros
abogados. Ella se fue a Paris anoche, pero regresará en dos semanas, y entonces se
aclarará todo. Será indoloro, lo prometo.

¿Con la presencia de Dinah O´Halloran? Sí claro. Doloroso es más que probable.

Pero simplemente asiento y digo—: Está bien. Si tengo que ir, iré.

Él asiente también, y recoge su bebida de nuevo.

Callum sale poco después a jugar golf. Afirma que caminar los dieciocho hoyos
ayuda a despejar su mente. Me preocupa cómo planea conseguirlo estando ebrio pero
luego recuerdo que él es el adulto y yo la de diecisiete años, así que muerdo mi lengua.

Uno a uno los Royal se van. Antes del almuerzo Gideon regresa a la universidad.
Él siempre luce más feliz yéndose que llegando.

Pronto soy sólo yo. Caliento el quiche sobrante y luego considero dar un paseo por
la playa. Solamente he estado un mes en la casa Royal, pero ese mes ha estado lleno
de… bueno, vida. Las cosas siempre están sucediendo. No siempre cosas buenas, pero
no he estado sola, y hasta ahora, en este momento de soledad, me doy cuenta que no
me gusta estar sola. Es agradable tener amigos y familia alrededor, incluso si la familia
es súper disfuncional.

Me pregunto si esa es la razón por la que Gideon sigue regresando.

—¿Guardaste un poco de esa cosa de huevo para mí? —La voz de Reed me hace
saltar.

Coloco una mano sobre mi corazón para evitar que salga fuera de mi pecho. —Me
asustaste. Pensé que te habías ido con Easton.

—Nop. —Cruza la habitación para mirar por encima de mi hombro—. ¿Qué más
hay en la nevera?

—Comida —respondo.

Jala mi cabello en broma, al menos espero que sea en broma, y va a investigar sus
opciones.
Puerta en una mano, de pie delante a la nevera, se inclina, en realidad, con la otra
mano apoyada en el gabinete, hasta que todo el ambiente está frío con el aire de la
nevera.

—¿Problema? —Tomo un descanso de comer, así puedo admirar la línea sexy de su


cuerpo y la forma en que sus músculos se agrupan y flexionan mientras él revuelve la
comida.

—¿Supongo qué no me harías un sándwich? —dice desde algún lugar en el interior


de la nevera.

—Eso sería un no.

Cierra la puerta de golpe y se une a mí en la mesa, extrayendo el plato y tenedor


bajo mi nariz y luego pasa la mitad del quiche por su garganta antes de que incluso pueda
protestar.

—¡Eso era mío! —Me acerco y trato de arrebatárselo de regreso.

—Sandra querría que compartas conmigo. —Me detiene con una mano… de nuevo.

Maldita sea. Necesito comenzar un programa de levantamiento de pesas. Intento


una vez más agarrar el plato de regreso, y esta vez Reed no me elude. Tira de mí y el
movimiento sorpresa me hace perder el equilibrio. Termino cayendo en su regazo con
las piernas extendidas en ambos lados de sus anchos y músculos muslos.

Mis intentos por zafarme son detenidos cuando abraza mi trasero con una mano y
me tira contra él. Cuando me besa, no puedo evitarlo pero respondo con entusiasmo,
deseando que haga esos ruidos roncos que me dicen cuan caliente lo pongo.

—Te fuiste esta mañana —digo, cuando libera mi boca. Deseo poder meter esas
palabras de vuelta, porque estoy asustada de que él vaya a decir algo hiriente.

—No quería —responde.

—¿Por qué me dejaste? —Todo mi orgullo se ha ido al suelo, pero mi debilidad no


lo apaga.
Corre sus dedos por mi cabello. —Porque soy débil cuando se trata de ti. No confió
en mí estando en tu cama toda la noche. Demonios, deberían encarcelarme por la mitad
de las cosas que acabo de pensar.

Sus palabras me llenan con placer vertiginoso. —Piensas demasiado.

Él hace algunos ruidos indescifrables –impaciencia, cinismo, humor– y luego me


besa de nuevo. Pronto los besos no son suficientes. Me agacho y tiro de la parte inferior
de su camisa. Sus manos están por todas partes sobre mí también, dentro de mi camiseta,
debajo del elástico de la cintura de mis pantalones cortos. Me presiono contra él,
buscando la liberación, que he descubierto que solamente Reed puede proporcionarme.

Un ruido de forcejeo fuera de la cocina nos aparta.

—¿Escuchaste algo? —susurro.

Reed se levanta en un gesto suave y poderoso, todavía me sostiene en sus brazos, y


camina al pasillo. Esta vacío.

Colocándome sobre mis pies, le da a mi trasero un pequeño golpe. —¿Por qué no


vas a ponerte un traje de baño?

—Um, ¿por qué querría hacer eso? —Sólo quiero regresar a la mesa y sentarme en
su regazo mientras me besa sin sentido, pero él ya está moviéndose hacia afuera.

—Porque vamos a nadar —dice por encima de su hombro.

Con un suspiro, subo las escaleras. Cuando llego a la cima, veo a Brooke saliendo
de mi habitación. O al menos, eso es lo que parece.

Me detengo en seco, ira y sospecha formando un apretado pretzel en mi estómago.


¿Qué demonios estaba haciendo en mi habitación?

¡Oh, mierda! Mi dinero está allí.

¿Qué si ella lo tomó?

La escaneo rápidamente pero ella no tiene una cartera y su ropa es tan apretada que
no hay manera de que pueda ocultar una pila de dinero en ella. Sin embargo, ella no
pertenece aquí, y le hago saber mi disgusto mientras marcho hacia ella.
—¿Qué haces aquí? —exijo.

Se pasea tranquilamente en mi camino. —Bueno, si no es la pequeña huérfana Ella,


la nueva princesa del castillo Royal.

—Pensé que le dijiste a Callum que te ibas y nunca regresaría —digo con cautela.

—No lo desees —se burla y mueve su largo cabello rubio hacia un lado.

Cualquier cálido sentimiento que ella pudo haber tenido para mí ha quedado atrás.

No hay ningún punto en contraatacar, así que la esquivo y me muevo frente a la


puerta de mi dormitorio. —Mantente fuera de mi habitación. Estoy hablando en serio,
Brooke. Si te atrapo aquí de nuevo, le diré a Callum.

—Cierto. Callum. Tu salvador. El hombre que te sacó de la cuneta y te trajo a su


palacio. —Amargura llena sus ojos—. Hizo lo mismo por mí. Él me salvó también,
¿recuerdas? Pero supongo que, cariño, somos desechables. Todos somos jodidamente
desechables para él. —Ondea un dedo perfectamente cuidado con manicura en mi
rostro—. Tu vida se transformó ¿no es así? Como alguna princesa de cuento de hadas.
Pero los cuentos de hadas no son reales. Chicas como nosotras, siempre se convertirán
en una calabaza después del baile.

Noto que sus ojos han comenzado a brillar con lágrimas contenidas. —Brooke —
digo suavemente—, déjame llamar un taxi, ¿de acuerdo? —Mi corazón se ablanda por
ella. Está sufriendo y necesita ayuda. No sé lo que puedo hacer por ella, sin embrago,
además de un viaje seguro a casa.

—Él se cansará de ti, también —continúa Brooke, como si yo ni siquiera hubiera


hablado. Mi respuesta no importa. Sólo necesita una audiencia—. Marca mis palabras.

—Gracias por tu percepción —digo secamente—. Pero creo que es tiempo de que te
vayas.

Trato de dirigirla a la escalera, pero se estremece a la distancia, tropezando contra


la pared opuesta. Una carcajada maníaca cae de sus labios color rojo cereza. —He tenido
a los Royal en la palma de mi mano por mucho más tiempo de lo que tú los tienes,
cariño.
He terminado de escucharla. Ella sólo quiere quejarse y hablar mal de los Royal. Mi
paciencia se evapora, así que simplemente me escabullo en mi habitación, cerrando la
puerta de golpe, y corro al baño. Con una mano temblorosa, siento dentro del gabinete.
Cuando mi mano pasa por el fajo de billetes, me debilito con alivio.

Necesito mover mi dinero a un lugar donde sólo yo tenga acceso. Lo antes posible.

***

—¿Qué pasa? —pregunta Reed al momento en que llego al patio.

No puedo responderle inmediatamente porque mi lengua está unida a mi paladar.


No sé cómo se supone que debo actuar cuando Reed está de pie allí sólo en un par de
pantalones cortos que parecen a punto de dejar sus caderas. Su pecho es una pared de
sabrosos músculos, y es difícil concentrarme. Mi discusión con Brooke se desvanece
cuando el chico más caliente en el planeta está de pie allí exhibiéndose para mí.

—¿Ella? —incita él, con humor en su voz.

—¿Qué? —Me sacudo—. Oh lo siento. Fue Brooke. Ella estaba saliendo de mi


habitación. O al menos creo era mi habitación.

La habitación de Callum está al otro lado de la casa. La amplia escalera se divide


en dos alas y las habitaciones de los chicos están en uno de los lados y la habitación de
Callum está en el otro. Las habitaciones de invitados están en el primer piso. No había
absolutamente ninguna razón para que Brooke estuviera en nuestro lado de la casa.

Reed frunce el ceño y comienza a moverse hacia la puerta.

—Ella se fue —le digo a él—. Vi su auto dirigiéndose por el camino antes de venir
aquí.

—Tenemos que cambiar el código de la verja —murmura él.

—Mmm-hmm. —No puedo dejar de mirar.

Antes de que pueda parpadear, Reed me levanta en sus brazos y me tira en la piscina.
Y aterrizo con una enorme e incómoda salpicadura, escupiendo agua mientras pataleo
a la superficie.
—¿Qué fue eso? —grito, tirando los mechones húmedos lejos de mi rostro.

Él sonríe maliciosamente. —Parecía como que necesitabas refrescarte.

—¡Mira quién habla! —Nado hacia el borde de baldosa y me lanzo por él. Se aleja
rápidamente. No hay ningún punto en perseguirlo. Es más grande y rápido que yo, así
que tengo que recurrir al engaño.

Pretendo golpear mi pie contra una tumbona.

—¡Auch! —grito y me tambaleo sobre el borde de la piscina donde me agacho y


agarro mi pie.

Reed se acerca inmediatamente. —¿Estás bien?

Alzo mi pie supuestamente herido para su inspección. —Me golpeé el dedo del pie.

Él se inclina y lo empujo dentro del agua.

Sale a la superficie inmediatamente, batiendo la cabeza para conseguir sacar el agua


de sus ojos. Luego sonríe. —Te dejé hacer eso.

—Seguro lo hiciste.

Miro con fascinación como el agua se adhiere a su cuerpo. Él me acerca hacia él. —
Ambos estamos mojados, así que bien podrías traer tu bonito culo a la piscina.

—¿Por qué? ¿Así puedes ahogarme?

—No te ahogaré. —Levanta dos dedos—. Palabra de scout.

Entrecierro los ojos hacia sus dedos extendidos. —Creo que ese es el saludo
Vulcano, no una promesa de scout.

Golpea una mano fuerte contra la superficie y una enorme ola de agua rocía sobre
mí. —Listilla. El saludo Vulcano es de cuatro dedos. Ahora no me hagas ir allí.

—Sólo estoy entrando porque quiero, no porque me lo ordenas.

Reed rueda sus ojos y me rocía de nuevo.


Retrocedo y luego corro, lanzándome en el aire y luego me curvo en una bola que
cae justo al lado de Reed. Lo escucho ulular con risa mientras me hundo en el agua.

Pasamos unos diez minutos tratando de ahogarnos uno al otro.

En el proceso, podría haber tirado sus pantalones cortos un poco demasiado y él


podría haber rozado la parte superior de mi bikini con la mano. Mi cuerpo responde
inmediatamente incluso a esas leves caricias.

La siguiente vez buceo por sus caderas, él envuelve sus manos alrededor de mis
muñecas y me arrastra hacia la superficie. Me arrastra hacia atrás hasta que él está
sentado en el borde que rodea la piscina y yo estoy de pie frente a él, aun en el agua.

—Crees que puedes bajar mis pantalones, ¿eh?

—Sólo estaba nadando. —Parpadeo—. Soy inocente, oficial. —Levanto las


muñecas esposadas todavía.

Reed ondea un dedo sobre mi pecho. —No pareces inocente.

En venganza, corro mi pie a lo largo de su pantorrilla y sonrió con suficiencia


mientras él se mueve incómodamente contra la baldosa.

—Hace frío aquí —digo—. Cualquiera podría ver mis pezones.

—Si tienes frío, yo debería calentarle. —Toma su mano libre y empuja a un lado la
parte superior de mi bikini hasta que estoy totalmente expuesta.

Creo que siempre he cerrado los ojos cuando él me ha tocado allí, y es


sorprendentemente erótico verlo, a plena luz del día, tomándome en su boca. Me da un
pequeño mordisco suave y luego lame, alejando el ardor antes de abrir su boca y chupar
mi pezón.

Santa mierda.

—Yo, ah, creo que voy a ahogarme aquí —jadeo.

Levanta su cabeza y me da una mirada malvada. —No podemos hacer eso. —


Entonces me impulsa fuera de la piscina y me arrastra a la casa de la piscina.
Sin aliento, caemos sobre el sofá, luego Reed rueda sobre su espalda y me empuja
encima de él, así que estoy cabalgando sus muslos. Ambos estamos empapados, pero no
me importa que mi cabello esté goteando agua por todo su pecho desnudo. Estoy
demasiado ocupada gimiendo porque sus manos están tirando de la parte superior de mi
bikini y sus caderas sacudiéndose contra mí.

Él tira de las cuerdas alrededor de mi cuello y espalda, y mi bikini cae. Calor inunda
al instante su mirada. —Te quise desde el segundo en que te vi —confiesa él.

—¿En serio? —bromeo—. ¿Quieres decir cuando entré a tu casa por primera vez y
estabas de pie en la barandilla mirándome?

—Oh, sí. Entraste vestida como un vagabundo, con esa camisa de franela abotonada
hasta el cuello y tus ojos brillando hacia mí. Fue la cosa más caliente que he visto en mi
vida.

—Creo que tenemos definiciones diferentes de caliente.

Él ríe.

Hablando de caliente, su pecho está en llamas, quemando las palmas de mis manos
mientras acaricio sus pectorales.

Cuando me inclino para besarlo, él responde con tanta ansiedad que me quita el
aliento. Nuestros labios se ajustan perfectamente. Corro mis manos sobre su pecho y su
respiración se traba. Los músculos tiemblan bajo mis dedos.

Me encanta saber que soy la que lo enciende. Estoy encendiendo a Reed Royal, el
chico que frunce el ceño en lugar de sonreír, quien guarda sus emociones bajo llave,
ocultándolas del mundo.

Él no está escondiendo nada en este momento. Su deseo por mí está escrito por todo
su rostro.

Puedo sentirlo cuando se presiona contra mí.

Agacho la cabeza para besarlo de nuevo y me hace jadear por la succión en mi


lengua. Luego me hace gemir usando sus pulgares para jugar con mis pezones.
Respirando con dificultad, me sostengo en sus palmas, y un frustrado ruido sale de
su boca.

—Estoy siendo egoísta de nuevo —murmura.

—Me gusta cuando eres egoísta —digo suavemente.

Da una risa ahogada, luego nos rueda de nuevo y desliza una mano dentro de la
parte inferior de mi traje de baño.

—Quiero hacerte sentir bien. —Sus labios encuentran los míos, y una chispa de
placer corre a toda velocidad a través de mí. Cierro los ojos y monto las increíbles olas
de sensación hasta que ambos respiramos con suficiente dificultad como para empañar
los cristales en la casa de la piscina.

—Reed. —Su nombre sale temblando mientras mi entorno desaparece. Mi cerebro


se apaga. Todo lo que puedo hacer es dejar que el placer remontando tome el control.

Cuando golpeo de regreso a tierra, él está sonriéndome, luciendo poderosamente


satisfecho consigo mismo.

Estrecho mis ojos, deseando golpearlo por tener el poder de hacerme perder el
control de esa manera, pero ese es un pensamiento estúpido, porque oh mi Dios, eso se
sentía bien.

Pero no estaría mal nivelar el campo de juego un poco. Le doy un empujón, por lo
que está de espaldas otra vez. Luego comienzo besando su pecho. Cada gloriosa pulgada
de ello.

La respiración de Reed se vuelve más inestable. Cuando mis labios viajan hasta la
cintura de su traje de baño, se tensa. Levanto mi cabeza para comprobar su expresión.
Está tenso con anticipación.

Mis dedos tiemblan mientras juego con su pretina. —¿Reed?

—¿Mmm? —Sus ojos están cerrados ahora.

—Puedes enseñarme como… um… —murmuro vagamente—… ya sabes.


Sus ojos se abren de golpe. Para mi molestia, él luce como si estuviera tratando de
no reírse.

—Ah. Sí… claro.

Me enfurece. —¿Sí, claro? No tengo que hacerlo si no quieres…

—Quiero —responde tan cómicamente rápido que soy la que está riendo ahora—.
Realmente, realmente quiero. —Rápidamente libera sus pantalones cortos.

Mi corazón late mientras acerco mi boca a él. Quiero hacer esto bien, pero ya que
puedo sentirlo mirándome, la autoconciencia me hace querer correr.

—¿De verdad nunca has hecho esto? —dice con voz ronca.

Niego con la cabeza. Por alguna razón, se ve molesto por eso. —¿Qué está mal? —
Mi frente se frunce cuando su expresión se hace cada vez más atormentada.

—Soy un idiota. Todas las cosas que te dije en el barco… Deberías odiarme, Ella.

—Pero no lo hago. —Froto mi mano a lo largo de su rodilla—. Enséñame cómo


hacer que sea bueno para ti.

—Ya es bueno. —Sus ojos son confusos, y ahueca la parte posterior de mi cabeza,
suavemente enhebrando sus dedos por mi cabello. Su otra mano se extiende por una de
las mías y lentamente envuelve mis dedos alrededor de él—. Usa tu mano, también —
susurra.

Le doy un pequeño bombeo. —¿Cómo eso?

—Sí, como eso. Eso es… bueno…

Sintiéndome más audaz, tomo la punta de él en mi boca y chupo. Él casi se corre en


el sofá. —Eso es incluso mejor —gruñe.

Sonrió contra él, disfrutando los ruidos que está haciendo. Podría no tener
experiencia pero espero que mi entusiasmo lo compense porque realmente quiero
hacerlo sentir bien. Quiero que él pierda el control.
Se mantiene acariciando mi cabello y cumplo mi deseo más pronto que tarde. Se
viene debajo de mí, temblando violentamente, y cuando me arrastro a su cuerpo
después, me sostiene apretada a él y dice—: No merezco esto.

Quiero preguntarle lo que significa, pero no tengo la oportunidad. Fuertes golpes en


una de las puertas de cristal nos interrumpen.

—¡Hermanita! ¡Hermano mayor! El tiempo de manoseo terminó. —Es Easton, y


está riendo histéricamente, mientras golpea su puño contra el vidrio.

—Piérdete —devuelve Reed.

—Te amo, pero papá acaba de llamar. Está en camino a casa y quiere llevarnos a
cenar más tarde. Estará aquí en cinco.

—Maldición. —Reed se incorpora y pasa una mano por su cabello. Luego mira
nuestros cuerpos desnudos y sonríe—. Debemos vestirnos. Papá se conmocionará si nos
encuentra así.

¿Lo hará? Por primera vez desde que esto comenzó con Reed, me permito pensar
acerca de cómo reaccionaría Callum si lo supiera. Mi corazón se hunde en el fondo de
mi estómago, porque creo que Reed podría tener razón. He estado en Bayview sólo un
mes y Callum ya es súper protector conmigo. Demonios, era protector conmigo incluso
antes de conocerme.

A Callum no le gustará esto.

Mi mirada se fija en el trasero desnudo de Reed mientras se levanta y da un tirón a


su traje de baño hasta sus caderas.

No, Callum odiará esto.


Traducido por Rosewin

Corregido por Anna

—¡E
lla! —llama Callum desde la base de la escalera treinta minutos
más tarde—. ¡Ven, tengo algo que mostrarte!

Me giro y tiro una almohada sobre mi cabeza. No quiero


dejar mi habitación. Vine aquí para cambiarme para la cena, pero en realidad, sólo he
estado acostada en la cama repasando cada cosa impresionante que pasó en la casa de
la piscina.

No quiero ir abajo, ver a Callum y preocuparme por lo que diría o cómo sentirá si
supiera lo que Reed y yo hemos estado haciendo. Sólo quiero quedarme en este capullo
rosa y abrazar fuerte a mi memoria. Porque lo que hicimos en la casa de la piscina fue
bueno y correcto, y nada va a arruinar ese recuerdo para mí.

Pero el insistente llamado para que consiga bajar es difícil de ignorar, especialmente
cuando Easton está ahora fuera de mi puerta, golpeando la madera. —Vamos, Ella.
Tengo hambre y papá no nos dejará salir al restaurante hasta que bajes.

—Ya voy. —Salgo de la cama y meto mis pies en los zapatos náuticos, que se están
convirtiendo en mi par favorito de calzado. Son tan malditamente cómodos. Me
pregunto por un segundo si el uso de los zapatos náuticos fuera de un barco es una
enorme metedura de pata, pero luego decido que no me importa.

Cuando llego al rellano del segundo piso, todos los Royal me están esperando abajo,
llevando diferentes grados de sonrisas, de una secreta en el rostro de Reed a una enorme
de oreja a oreja sobre Callum.

—¿Puede uno de ustedes mirar al techo? —refunfuño—. Me están cohibiendo.

Callum hace un gesto de impaciencia. —Ven afuera y todos miraremos lo que está
en la calzada.
En contra de mi voluntad, siento una oleada de emoción. Mi auto, o por lo menos
el auto que Callum me consiguió para que condujera, debe haber llegado. Trato de no
correr por las escaleras, pero Easton está cansado de esperar. Toma las escaleras de dos
en dos y luego me arrastra hacia abajo hasta el vestíbulo y el resto de los Royal me
empujan afuera.

En el centro de la calzada, a los pies de los amplios escalones de azulejos, está un


descapotable biplaza. El interior está cubierto de cuero color crema y brillante madera
oscura. El cromo en el volante brilla tan intensamente que casi tengo para dar sombra a
mis ojos.

Pero nada de eso es tan sorprendente como el color. No es de color rosa. No es de


color rojo. Pero si un verdadero azul rey, el mismo azul que adornaba el avión que me
trajo aquí, el mismo de las tarjetas de negocio de Callum.

Mis ojos vuelan a Callum y él asiente. —Se pintó en nuestra fábrica de California.
Es azul Royal12 y la fórmula está patentada por Atlantic Aviation.

Reed presiona una mano en la parte baja de mi espalda y tropiezo hacia adelante
hasta el auto. Es tan hermoso, limpio, y nuevo que tengo miedo incluso de conducirlo.

—¿Estás lista para ir a dar un paseo?

—No, en realidad no —confieso.

Todos se ríen, no de mí, pero si en genuina y buena diversión. Mi corazón se


tambalea. ¿Es esta realmente mi familia? El pensamiento hace que las pocas barreras
que había dejado se desmoronen.

Callum me entrega las llaves junto con un trozo de papel. —Este es el certificado
para el coche. Pase lo que pase, esto es tuyo.

Lo que significa que si decido irme, por cualquier razón, él espera que lleve este auto
conmigo. Lo cual es una locura porque me da miedo incluso sentarme en él.

—Vamos, llevemos a este bebé a dar una vuelta. —Reed abre la puerta del pasajero
y se desliza adentro.

Juego de palabras: En ingles Blue Royal se traduce como Azul Rey, por lo tanto hace referencia al color y
12

al apellido de la familia.
Con todos ellos mirando expectante, no tengo otra opción que caminar hacia el lado
del conductor. Reed me explica cómo mover el asiento hacia delante, inclinar el volante
hacia abajo y operar la radio, el elemento más importante.

Y luego con literalmente presionar un botón, el motor ruge a la vida y nos vamos.
—No me gusta conducir —admito mientras conduzco el auto por el tranquilo camino
de dos carriles que lleva a la residencia Royal. Mis dedos se agarrán con fuerza al volante
y parece que no puedo conducir a más de cuarenta kilómetros por hora. Las casas a lo
largo de este paseo arbolado tienen valla o la entrada es tan larga que no se puede ver
nada más que un carril de asfalto absorbido por los árboles y bugambilias.

El coche es lo suficientemente pequeño para que Reed pueda estirar fácilmente su


brazo en la parte de atrás de mi asiento. Él pasa sus dedos a través de las puntas de mi
cabello. —Es bueno que me tengas entonces, porque me gusta conducir.

—¿Lo hago? —pregunto en voz baja, casi contenta de que tengo que mirar al camino
en lugar de a sus ojos azules—. ¿Te tengo, eso es?

—Sí, creo que sí.

Y por el resto del viaje, se siente como si estuviera volando.

—Parece que lo disfrutaron —nos saluda Callum cuando regresamos.

—El mejor viaje en la historia —declaro. Y luego porque estoy mareada de felicidad,
me lanzo a sus brazos—. Has sido muy bueno conmigo, Callum. Gracias. Gracias por
todo.

Callum está aturdido por mi arrebato de emoción, pero responde a mi abrazo


rápidamente. Los chicos nos separan, quejándose de sus estómagos vacíos y todos salen
a un lugar de carne bajando por la calle, donde los Royal comen suficiente para cinco
familias.

Cuando llegamos a casa, corro escaleras arriba para añadir conducir a mi catálogo
mental de las cosas maravillosas que han sucedido en mi vida. Lo coloco justo después
de mamada.

Esa noche, tan tarde que incluso los ratones han metido a sus crías adentro, Reed se
desliza en mi cama.

—Estaba teniendo el mejor sueño —murmuro mientras él enrosca su cuerpo


alrededor de mi espalda.
—¿Cómo era? —dice suavemente.

—Que tú aparecías en mi habitación y me sostenías durante toda la noche.

—Me gusta ese sueño —susurra en mi oído y luego hace eso, me sostiene hasta que
me duermo.

Él se ha ido de nuevo cuando me despierto, pero su olor está en mis sábanas.

En la planta baja, lo encuentro apoyado en la mesa de la cocina. —¿No tienes


práctica? —le pregunto a la ligera, no dispuesta a creer que todavía me quiere llevar al
trabajo.

—No puedes estar en la carretera tan pronto en un nuevo vehículo. Necesitas


practicar un poco más antes de conducir mientras estás medio dormida.

Trato de restarle importancia a la forma en que mi emocionado corazón está


rebotando alrededor de las paredes de mi pecho. —Oye, yo estaba durmiendo
inocentemente hasta que un gran oso entró y decidió que mi cama estaba bien.

Él tira de mi cabello. —Creo que tienes el cuento equivocado aquí.

—¿Cuál sería el correcto? ¿Aladdin porque tienes previsto llevarme en un viaje en


tu alfombra mágica? —Muevo mis cejas.

Reed se echa a reír. —¿Eso es lo que piensas de mi pene? ¿Qué es mágico?

Me sonrojo tan furiosamente que él se ríe aún más duro. —Maldición, realmente
eres virgen, ¿verdad?

Mis mejillas todavía están en llamas, levanto mi dedo medio. —Eso es lo que pienso
de ti y tu mágico, uh...

—Pene —dice él entre risas—. Vamos, virgen, dilo… pene.

—Oh, eres un idiota, está bien. —Lo miro todo el camino hasta el coche.

Reed se las arregla para ganar el control de sí mismo mientras se abrocha el cinturón.
Se inclina para besarme, y eso es todo lo que se necesita para que mi irritación se
desaparezca.

Estoy prácticamente flotando en el aire durante mi turno de la mañana en el French


Twist, y mi buen humor se queda conmigo durante todo el día escolar. Me encuentro
con Reed en el pasillo un par de veces, pero aparte de algunas miradas secretas y un
guiño de él, no hablamos. No me importa, porque no estoy segura de estar lista para
anunciarle a todo el mundo en Astor Park que estoy un poco involucrada con mi casi
hermanastro.

En el almuerzo, Valerie y yo nos sorprendemos cuando Savannah hace ademanes


hacia nosotras para sentarnos con ella y sus amigos. Creo que la operación patear-el-
trasero-de-Daniel-Delacorte fue un éxito en más de un sentido, aunque Savannah
todavía no parece del todo cómoda alrededor mío.

Después de la escuela, me tumbo en el césped al sur haciendo mi tarea hasta que


Reed y Easton se reúnen con el equipo, y luego Reed me lleva de regreso a la mansión,
manteniendo su brazo alrededor de mí durante todo el viaje.

Cuando llegamos a casa, descubrimos que Callum ha ido a un viaje de negocios a


Nevada, lo que significa que tendremos la casa para nosotros hasta el sábado. Infierno
que sí.

Esa noche, Reed se desliza en mi habitación mientras estoy leyendo.

—Claro, entra. No me importa —digo con sarcasmo. Me giro sobre mi espalda y


veo como él fija un enorme plato de palomitas de maíz en mi mesita de noche.

—Gracias. No importa si lo hago. ¿Quieres algo de beber? —Él escudriña en mi


mini nevera—. ¿No tienes nada sin la palabra dieta aquí?

Él camina y se inclina hacia fuera en el pasillo. —Trae la cerveza. Ella sólo tiene
mierda de dieta.

Escucho un débil, "Entendido," que hace eco desde el final del pasillo.

Me recuesto contra la cabecera. —Tengo miedo de preguntar lo que está pasando.

—Vamos a ver el juego.

—¿Nosotros?

—Tú, yo, y Easton. Nosotros —explica y luego se sube a la cama. Me muevo así no
se sienta encima de mí.

Miro a mi alrededor con recelo. La cama es lo suficientemente grande como para


contenernos a Reed y a mí, ¿pero a Reed, Easton y yo? —No creo que vayamos a caber.

—Claro que lo haremos. —Sonriendo, Reed me levanta y me pone entre sus piernas,
tirando de mí contra su pecho.
Easton llega momentos después, tomando mi lugar abandonado. Ni siquiera
parpadea hacia la acogedora posición en que nos encuentra. Reed coloca el cuenco de
palomitas entre nosotros y se mueve hacia el televisor.

—¿Dónde están los gemelos? —pregunto. Mi cama está atestada con dos Royal
gigantes en ella, pero añadir a los gemelos y sería como el relleno doble D en un
sujetador de copa A.

—Ellos van a la casa de Lauren —responde Easton antes de empujar un puñado de


palomitas de maíz en su boca.

—¿Ambos?

—No hagas preguntas de las que no deseas saber la respuesta —sugiere Reed y me
callo rápidamente.

Incluso si tuviera más preguntas, no creo que fuera capaz de obtener ninguna
respuesta. Una vez que el juego está en marcha, es como si ni siquiera estuviera allí.
Reed y Easton gritan, gruñen y chocan los cinco entre sí. Me paso el tiempo admirando
todos los culos apretados en la pantalla y sonriendo con todos los comentarios cargados
de insinuaciones, como la forma en la que un chico con la pelota realmente necesita
llenar el agujero y como el otro equipo no está recibiendo suficiente penetración en el
backfield.

Ninguno de los chicos aprecia mis observaciones. Me acomodo entre las piernas de
Reed y simplemente disfruto de la compañía. De vez en cuando, Reed se acerca y
acaricia mi espalda o pasa las manos por mi cabello. Son caricias descuidadas e
improvisadas, como si hubiéramos sido una pareja por años, y lo bebo como un gatito
sediento. Hay peores formas de pasar mi noche, medito.

La puntuación es bastante desigual y en algún lugar a lo largo de la línea me quedo


dormida, llena de palomitas de maíz y aburrida por el juego. Me despierto con el sonido
del teléfono de Easton sonando. Él se va a responder y Reed se estira junto a mí como
mi propio calentador personal.

—¿Quién era? —digo entre dientes, sintiéndome aturdida.

—Quién sabe. ¿Estabas durmiendo?

—No, sólo descansaba mis ojos. ¿Cómo va el juego?

—Los Leones están matando a los Titanes.


—¿Esos son los nombres reales de los equipos o sólo estás inventando cosas?

—Esos son los nombres reales de los equipos. —Suena divertido. Un cálido dedo
pasa rozando a lo largo de la cintura de mis shorts. Me estiro, sintiendo una nueva y
familiar filtración de calor en mis huesos.

—¿Terminamos de ver el fútbol? —Se trata más de una sugerencia que una pregunta.

Los ojos azules de Reed se vuelven tormentosos. Él se levanta sobre mí,


atrapándome entre sus brazos y piernas. —Sí, creo que hemos terminado con eso.

Su cabeza desciende lentamente y yo lamo mis labios con anticipación…

—¿… qué diablos, los Leones acaban de marcar? —irrumpe Easton.

Reed suspira y se separa de mí.

—Ve lo bueno que sería si la gente comenzara a llamar —susurro mientras Easton
agarra el mando a distancia de la cama y sube el volumen en el juego.

Reed simplemente se cruza de brazos y gruñe. Ambos miramos como Easton


comienza a pasear.

El equipo de uniforme azul y plata y leones deportivos en sus cascos está marchando
por el campo. El equipo contrario con una T en llamas en sus cascos no está haciendo
un muy buen trabajo protegiendo su área de puntuación. Durante los siguientes veinte
minutos, la puntuación del equipo azul y marino anota un touchdown tras otro hasta
que el marcador está empatado.

Easton está fuera de sí. En el momento en que suena el silbato, él está tan blanco
como las cortinas que cuelgan en las ventanas.

—¿Qué está pasando? —demanda Reed—. ¿Cuánto le apostaste este juego?

Heredé problemas de adicción de mi mamá. Oh, Easton.

Easton se encoge de hombros, tratando de actuar como si no fuera gran cosa. —


Tengo esto, hermano mayor.

La mandíbula de Reed trabaja como si estuviera luchando para no gritarle a Easton.


Por último, dice—: Si necesitas algo, dímelo.

Easton nos da una sonrisa cansada. —Sí, por supuesto. Tengo que hacer una
llamada telefónica ahora. No hagas nada que yo no haría —dice con jovialidad forzada.
—¿Easton tiene un problema con las apuestas? —pregunto una vez que la puerta de
Easton se cierra al final del pasillo.

Reed exhala en frustración. —¿Tal vez? No lo sé. Creo que él juega y bebe porque
se aburre, no porque es adicto. Pero, yo no soy psiquiatra, ¿verdad?

Quería decir algo, pero sólo digo—: Lo siento.

Él se encoge de hombros. —No hay nada que tú o yo podamos hacer al respecto.

Por la fuerza de la mandíbula de Reed, puedo decir que no cree eso ni por un
minuto. —Me voy a la cama. —Reed se empuja lejos del colchón.

Doblo mis piernas debajo de mí, luchando contra el impulso de rogarle que se quede.
—Está bien —digo en voz baja.

Sus cejas se fruncen. —No creo que sea buena compañía esta noche.

—Eso está bien. —Me levanto de la cama y me dirijo al baño. ¿Estoy dolida porque
él no quiera quedarse conmigo esta noche? Un poco.

Él agarra mi muñeca mientras camino. —Estoy exaltado y... no quiero presionarte


por nada.

—¿Ese es el discurso de no eres tú, soy yo? Porque eso es mucho peor. Nadie quiere
oír eso.

Una reacia sonrisa aparece en su boca. —No. ¿Es un discurso de “eres demasiado
caliente para tu propio maldito bien y estoy teniendo un rato duro, literalmente,
manteniendo mis manos lejos de ti”?

Lo rodeo y pongo un dedo en su pecho sólido como una roca. —¿Quién dice que
quiero que mantengas tus manos para ti?

Él agarra mi dedo y me jala contra él. —¿Estás realmente lista, Ella? ¿Lista para
todo?

Vacilo y esa es toda la respuesta que él necesita. Inclinando su cabeza cerca de la


mía, dirige su nariz a lo largo de mi mejilla. —No lo estás, y eso está bien porque yo
puedo esperar, sólo que dormir junto a ti es una tortura para mí. Tu cuerpo presionado
contra mí... y despierto… —Se interrumpe pero sé lo que está diciendo porque es verdad
para mí, también.
De repente estoy adolorida en lugares que no sabía que podían doler. —Podríamos
hacer otras cosas. —Lamo mis labios, pensando en la casa de la piscina.

Él gime y entierra su cara en mi cuello. —No hay prisa. En serio. Vamos a tomar
nuestro tiempo y hacerlo bien. —Con otra respiración profunda, me coloca lejos de él y
aleja un mechón de cabello de mis ojos—. ¿Estamos de acuerdo?

No hay ningún punto en discutir. Conozco lo suficiente a Reed como para saber que
una vez que ha tomado una decisión sobre algo, se necesita mucho tiempo para
cambiarla, lo que significa que voy a pasar la noche sola.

—Estamos bien. —Me levanto de puntillas para besar su mejilla, pero Reed gira su
cara para que nuestros labios se encuentren.

El largo y tierno beso que me da, alivia cualquier sentimiento herido. La sensación
de su duro cuerpo contra el mío no duele tampoco.

Y las últimas notas de rechazo se alejan cuando Reed se desliza en mi cama esa
noche. En silencio, pongo su brazo a mí alrededor y caigo en un profundo y bienvenido
sueño.
Traducido por Rosewin

Corregido por Xei07

l jueves, Valerie me acosa en el almuerzo. —¿Qué está pasando contigo y

E Reed?

Trato de verme lo más inocente posible cuando contesto. —¿Qué


quieres decir?

—Aparentemente ayer él caminaba contigo de camino a Bio y movió tu cabello —


anuncia.

La miro y luego estallo en risas. —¿Y eso es una especie de gran declaración por
Reed Royal? —pregunto con incredulidad.

Ella asiente. —Reed no hace PDA13. Incluso cuando estaba supuestamente saliendo
con Abby… —Yo frunzo la nariz a esto. No me gusta escuchar esos dos nombres en la
misma frase.

Valerie me ignora y continúa—: …él la evitaba. No estuvo besándola contra la


taquilla. No sostuvo su mano. Claro, ella fue a sus partidos de fútbol, pero él está en el
campo así que no es como que estaban haciendolo durante los juegos o cualquier cosa.
—Ella mira cuidadosamente en la distancia, como imaginándolos. Contengo una
broma—. Creo que fueron las únicas personas en ese tiempo que se vieron juntos en una
fiesta. Así que sí, el hecho de que él alcanzó a tocarte intencionalmente es enorme.

Fijo la mirada en mi bandeja de vegetales orgánicos frescos y pechuga de pollo de


la granja local para que Valerie no vea que es enorme para mí, también. El roce de sus
dedos contra la base de mi cuello el martes por la mañana se quedó conmigo durante
horas.

13
PDA Public Display of Afection: Demostraciones Públicas de Afecto
Cuando consigo controlarme, miro de vuelta a Valerie. —Estamos disfrutando de
una tregua. —Es todo lo que admito.

Ella me lanza una mirada de preocupación, pero no presiona porque es una amiga.

Traviesamente, llego a través de la mesa y agarro su mano, presionándola contra mi


pecho.

—Eres la primera en mi corazón, Val.

—Será mejor que lo sea, perra. —Ella pellizca mi teta y yo empujo su mano lejos.

Riendo, ella toma una zanahoria en su boca. Después de que terminamos con el
almuerzo, me dice que el club Moonglow está teniendo otra noche donde dejan entrar a
personas de dieciocho años. —¿Te unes?

Vacilo, porque mi primer instinto es mandarle un mensaje a Reed y averiguar lo que


está haciendo, pero luego me doy cuenta de que no sólo alejaría a Valerie, sino que no
importa lo que está pasando entre Reed y yo, necesito una vida independiente de la suya.
Así que asiento con firmeza. —Estoy dentro.

Ella choca mi hombro amigablemente mientras caminamos de regreso hacia


nuestras taquillas.

—¿Bailaremos en la jaula? —pregunto con una sonrisa.

—¿El Papa es Católico?

—¿Voy a necesitar otro traje?

Ella sacude su cabeza en consternación fingida. —Es como si fuera el primer día de
clases de nuevo. ¿No has aprendido nada desde que estás aquí? Por supuesto que
necesitas un nuevo traje.

Valerie y yo hacemos planes para ir de compras más tarde.

—Te recogeré después del trabajo —le digo, recordando mi nuevo conjunto de
ruedas enfriándose en casa.
Se detiene bruscamente y agarra mi brazo. —¿Qué quieres decir con que vas a
recogerme? ¿Conseguiste un auto?

Asiento. —Un convertible. Callum me lo dio.

Da un silbido largo y bajo, pero lo suficientemente fuerte que hace girar las cabezas
de cada persona dentro del radio de tres metros de distancia de nosotros.

—¿Lo has traído a la escuela? —Ella aplaude—. ¡Quiero verlo!

—Ah, no. —Me detengo, tratando de pensar en una excusa plausible de por qué he
llegado con Reed esta mañana—. Tomé un paseo con Reed. Él tiene la práctica de fútbol
en las mañanas por lo que tiene más sentido para nosotros compartir el auto.

Valerie rueda los ojos. —¿Cuánto tiempo les llevará a ustedes fingir que no están
saliendo?

Reprimo una sonrisa. —Tanto hasta que nadie lo crea. —Y eso es lo más cerca que
admitiré que ella tiene razón.

Predeciblemente Valerie ama el pequeño auto. Y utilizo algún dinero de mi


escondite para comprar ropa para esta noche. Ella me lleva a un centro comercial
ordinario, donde los precios son altos, pero no tan altos que me siento como si estuviera
usando un sueldo entero para el club. En la mansión Royal, preparo su cabello y
maquillaje luego el mío, creando looks dramáticos para club nocturno.

—Estoy candente —declara Valerie mientras se examina en el espejo—. Déjame


tomarme una selfie para Tam.

—Puedo tomarla por ti.

Me entrega el teléfono y saco un par de fotos, que ella envía inmediatamente a su


novio. Esos dos parecen tener una gran relación, a pesar de que él no se presentó hace
una semana como le había prometido. Val no parecía demasiada molesta por eso.

—¿Cómo lo haces? —Pienso en Reed en la universidad y me pregunto si yo sería


capaz de manejarlo estando junto a tantas chicas mayores.

Valerie toma una fotografía de mí antes de contestar. —Tengo que confiar en él. Le
envío un montón de imágenes.
—¿Desnuda?

—Síp. Fotos traviesas, también, sobre todo de mi barbilla hacia abajo... por si acaso
—Ella hace una mueca—. No es que no confíe en él, pero si alguien roba su teléfono o
algo así.

—Cierto. —Vacilo—. ¿Fue Tam tu primero?

—¿Me estas juzgando? —pregunta con curiosidad.

—¡No, absolutamente no! —Agito mis manos en el aire—. Ningún juicio.

Ella me mira con incredulidad. —Espera. ¿Nunca has tenido sexo?

Bajo mi cabeza y admito. —No, nunca.

—¿Nunca? —Ella retrocede—. Guau. Ahora estoy replanteándome tu relación con


Reed, porque no hay manera de que el tipo vaya sin ello.

—Yo… yo… yo… —tartamudeo, en una pérdida para las palabras.

Ella golpea una mano sobre su boca. —No me refería a eso. Si está contigo, entonces
te garantizo que no está durmiendo alrededor. Cuando salía con Abby, nunca lo vi
conectar con otra chica.

—Sí, está bien. —Me siento un poco adormecida. Nunca se me ocurrió que él podría
estar durmiendo con alguien más. ¿Es por eso que no me está presionando?

Valerie aprieta mi hombro. —Fue un comentario estúpido. No quería decir nada


con eso. Honestamente. Traté de ser divertida y salió mal. ¿Me perdonas?

—Por supuesto. —La abrazo, pero en el fondo de mi mente, la duda se ha colado.

Unos minutos más tarde, salimos de mi habitación en nuestros vestidos cortos,


tacones altos, y cabello largo. Easton está saliendo de su habitación al mismo tiempo y
deja escapar un largo silbido. —¿Adónde van ustedes dos?

—Moonglow. Están teniendo otra fiesta rave14 —explico.

14
Fiesta Rave: Fiesta de música electrónica.
Él arquea una ceja. —¿Le dijiste a Reed sobre esto?

—No. ¿Debería? —No había visto a Reed desde esta mañana.

—Está bien. Te veo después —dice Easton y trota por las escaleras.

—Después, ¿dónde? —grito tras él.

—¿Dónde crees? —Él resopla—. Le diré a Reed que llevas una Band-Aid y estas
bailando en la jaula y vas a tener un exaltado Royal en tus manos.

—Así que supongo que eso es un sí que Reed y Easton estarán allí esta noche —
conjetura Valerie.

No hago ningún intento de ocultar mi sonrisa de satisfacción.

Valerie y yo somos acompañadas a las jaulas casi antes de que podamos sacar la
entrada. Supongo que nos recuerdan. Nos ponemos en un espectáculo para dos
canciones hasta que escucho que me están llamando. Miro a través de las barras y veo a
Easton con las manos ahuecadas alrededor de su boca gritando mi nombre.

Cuando él capta mi atención, apunta hacia la barra. Sigo la línea de su brazo hasta
Reed, que está apoyado en la barra en casi la misma pose como la primera noche que
Valerie y yo bailamos aquí. Sólo que esta vez no desaparece.

Él espera.

Espera a que descienda de la jaula.

Espera a que camine a través de la sala.

Espera hasta que llego a él.

Y todo el tiempo sus ojos ardían siguiendo cada paso mientras me acercaba.

Me detengo un palmo de distancia. —¿Qué estás pensando? —pregunto con voz


ronca.
Él mira fijamente mi pecho y luego la longitud de mis piernas expuestas por la
apretada falda corta negra. —Sabes exactamente lo que estoy pensando. —Él inhala
profundamente—. Pero ya que estamos en público, sólo puedo pensar en ello.

Alzo una mano en su hombro, y este chico que no le gustan las demostraciones
públicas de afecto la toma y la lleva a su boca. Su cálido aliento sopla contra la palma
de mi mano y luego, con un tirón fuerte, me lleva al ras contra él.

—Estas llevando a la locura a la mitad de los chicos aquí —gruñe contra mi cabello.

—¿Sólo la mitad? —bromeo.

—La otra mitad están enamoradas de Easton —me informa. Él mete su mano
debajo de mi cabello y la dirige todo el camino hasta la parte baja de mi espalda. Un
pequeño tirón me lleva bruscamente entre sus piernas. Ambos jadeamos cuando
hacemos contacto.

—Quiero bailar —me las arreglo para decir.

Él se toma todo lo que está bebiendo, pone de golpe el vaso vacío en la barra, y toma
mi mano. —Vamos.

En la pista de baile, nos apretamos firmemente uno contra el otro. Uno de sus fuertes
muslos abre paso entre mis piernas y dobla sus rodillas de modo que prácticamente lo
estoy montando. Luego pasa sus dedos a través de la piel recién expuesta en la parte
posterior de mis muslos.

Cuelgo mis brazos alrededor de su cuello y me sostengo, confiando en él.

—Casi explotó en mis pantalones viéndote bailar —susurra en mi oído.

—¿Sí? ¿Te gusta vernos bailar a Val y a mi juntas? —bromeé. La fantasía de cada
tipo, pienso.

—¿Había alguien más ahí arriba contigo? —Él pasa una mano por mi cabello—.
Sólo te vi a ti.

Casi me derrito en un charco de baba. —Sigue hablando así y puede que tengas
suerte.
Su aliento se atasca y sus dedos aprietan contra mi carne. —¿Quieres salir de aquí?

Caliente, ansiosa, tan desesperada por él, asiento con la cabeza sin poder hacer
nada.

—Déjame encontrar a Easton y hacerle saber que nos vamos. —Él me aprieta la
mano y se inclina hacia adelante para cepillar sus labios contra mi sien. Ese beso
inocente me ilumina.

—Voy a la barra para conseguir un vaso de agua. —Estoy muy sedienta.

—Está bien, estaré de vuelta en un segundo.

Reed es tragado por la multitud mientras me muevo en dirección opuesta e intento


parar a un camarero. Val aún está en las jaulas, bailando con sus hermosos botines.

Un chico guapo de cabello marrón despeinado se pone delante de mí. Él está usando
una camisa de botones con puños enrollados con un short a cuadros. Parece vagamente
familiar y me pregunto si va a Astor Park.

—Ella Royal, ¿cierto? —pregunta.

He renunciado a tratar de conseguir que alguien me llame por mi apellido


verdadero. Tengo un billete de diez libras entre mis dedos y una de las cantineras me
señala con una punta de la barbilla. —Agua —digo. La chica asiente con la cabeza y me
llena hasta la cima. Es un montón de dinero para solamente agua, pero tengo sed y me
imagino que es la manera más rápida para que sirvan.

—Sí, soy Ella. ¿Eres de Astor Park?

—Scott Gastonburg. —Él inclina un codo en el mostrador—. ¿Puedo hacerte una


pregunta?

—Claro. —Tomo el vaso de la cantinera y grito mi agradecimiento.

—¿Me estoy preguntando si tu comenzaste con los gemelos y estas moviéndote en


la escala de edad Royal, o simplemente estás saltando?

Me sacudo tan rápido que el agua se derrama por toda mi mano. —Jódete.
Él extiende sus manos. —Estoy más que dispuesto, bebé, pero mi apellido no es
Royal.

Resisto las ganas de tirar todo el contenido del vaso en la cara de este idiota.

—Vete al infierno. —Golpeo el vaso contra la cima de la barra, luego, me giro y


choco con Reed.

Él toma un vistazo a mi cara, luego a la expresión insolente del de pantalones cortos


a cuadros, e inmediatamente entiende lo que está pasando.

Sus ojos se estrechan y me empuja detrás de él. —¿Qué has dicho? —exige.

—No es nada. —Tiro del brazo de Reed—. Nada. Sólo vámonos.

Scott o bien carece de cualquier instinto de conservación o tiene una gran cantidad
de valor líquido, porque él sonríe y dice—: Ellie aquí sólo se ofreció a un polvo pero le
recordé que yo no era un Royal. Ni siquiera soy un primo, pero bueno, estoy dispuesto
a tomarla de tus manos lo que ha hecho con ustedes.

El puño de Reed vuela tan rápido que no tengo la oportunidad de reaccionar. Para
el momento que noto lo que está pasando, Scott está en el suelo y Reed está golpeándolo.
Incluso con el bajo pesado, puedo oír el chasquido de nudillos contra el hueso.

—¡Reed! ¡Reed! ¡Reed! —le grito y empujo sus hombros, pero él está demasiado
centrado en la reordenación de todas las funciones de Scott. Otros tratan de ayudarme,
aunque creo que algunos de ellos están animando activamente en la pelea.

Finalmente tres porteros se empujan a través de la multitud y agarran a Reed,


dejando a Scott tendido en el suelo, su nariz sangrando y un ojo cerrado por la
hinchazón.

—Vas a tener que salir —dice uno de los porteros vestidos de camiseta negra.

—Está bien. —Reed se sacude de las manos del gorila agarrándolo y agarra mi
muñeca. Sé lo que quiere antes de que abra la boca.

—Buscaré a Easton —le aseguro.


Reed asiente con la cabeza. Él señala a uno de los porteros, un chico rubio que
parece que come esteroides para el desayuno y niños pequeños para la cena.

—Tú, quédate con ella. Cualquier cosa que le pase otra vez —Hace hincapié en la
palabra—, este lugar será cerrado y convertido en una zona de juegos para niños antes
que termine el negocio mañana.

No espero a que los gorilas y Reed lleguen a un acuerdo. Es hora que Reed salga de
aquí. Está lleno de adrenalina y puedo ver que necesita salir de este bar antes de que el
impulso de entrar en otra pelea lo alcance.

—Easton estaba por los baños —grita Reed cuando los gorilas lo escoltan hacia la
entrada. He perdido de vista a Val, pero tengo que llegar a Easton.

Mientras me apresuro, escucho susurros. Las personas más cercanas a la pelea han
comenzado a murmurar.

—¿Qué acaba de suceder?

—Creo que acabamos de ver el anuncio de otro decreto Royal. Decir algo malo
sobre Ella Royal y beberás tus comidas de una paja por los próximos seis meses.

—Ella debe ser impresionante en la cama —comenta alguien.

—Nada como el sexo de mala calidad —dice otra voz—. Esas perras te dejarán
hacer cualquier cosa.

Mis oídos queman y tengo la tentación de repetir las acciones violentas de Reed en
cada uno de esas caras con aire satisfecho, pero no puedo parar porque veo a Easton en
el pasillo cerca de los baños.

Empujo a través de la multitud, pero Easton no entra en el baño de hombres. En su


lugar, camina hasta el final del pasillo hacia la puerta de salida.

—Disculpa —murmuro como esquivo alrededor de la línea de las chicas esperando


para usar el baño de mujeres y más allá de una pareja haciéndolo en una esquina no tan
oscura.

—Easton —llamo, pero él no se detiene. Sé que él me escucha, porque puedo ver su


cuerpo tensarse en reconocimiento. Pero él sólo sigue adelante.
Corro por el pasillo, saliendo por las puertas varios segundos después de él. Al
instante me derrapo a un alto.

Él está en el callejón con otros dos chicos, y no se ve como si estuvieran disfrutando


de un descanso para fumar.

Oh no. ¿En qué se ha metido Easton?

Los dos tipos tienen el cabello castaño oscuro, peinado hacia atrás, lejos de sus caras.
Están usando camisetas blancas y pantalones vaqueros colgando bajo y me gustaría
apostar si se dieran la vuelta que verían sus calzoncillos. No es que me gustaría. Una
cadena de metal cuelga de una de sus presillas.

—Ve adentro, Ella. —La voz de Easton es más dura y más fría de lo que nunca he
escuchado de él antes.

—Ahora mira —dice el tipo de cadena—. Puedes pagar tu deuda con ella si quieres.
—Él toma su entrepierna—. Me prestas la perra por una semana y ni llamaremos.

Mi vida antes de los Royal estaba llena de sordidez, y reconozco un movimiento


bajo cuando lo veo.

El juego de lunes por la noche corre a través de mi mente.

—¿Cuánto? —le pregunto a Señor Cadena.

—Ella… —comienza Easton.

Lo corto. —¿Cuánto le debes?

—Ocho de los grandes.

Casi me desmayo, pero a mi lado, Easton trata de encogerse de hombros como si


ocho mil fuese poco dinero. —Lo tendré la próxima semana. Solo tranquilízate.

Si fuera poco dinero, él no estaría aquí en la parte de atrás de la barra siendo


amenazado, y el Señor Cadena lo sabe. —Sí claro. Ustedes los niños ricos viven a
crédito, pero no conmigo. No he pateado tu culo durante más de una semana, porque
tengo que pagar las cuentas. Así que pones tu dinero en efectivo o conseguirás la
advertencia esta semana, para que todos tus amigos de mierda sepan que Tony Loreno
no es corredor de empeño de nadie.

Los hombros de Easton están tensos en una línea dura mientras ajusta ligeramente
su postura. Mierda. Se está preparando para una pelea, y todos lo sabemos.

Tony llega dentro de su bolsillo y el miedo se alza en mi pecho.

—Para. —Cavo en mi bolso por mis llaves—. Tengo tu dinero. Esperen aquí.

—¿Qué diablos, Ella? —ladra Easton.

Nadie espera. Todos me siguen a mi auto.


Traducido por Anna

Corregido por Mariela

ientras aprieto la llave para desbloquear el maletero, escaneo el


M estacionamiento en busca del Range Rover de Reed. No lo veo en ningún
lado, lo cual significa que está estacionado en uno de los lugares al otro
largo del edificio.

El alivio inunda mi estómago, porque la idea de Reed topándose con este pequeño
enfrentamiento sería la peor cosa que pudiera pasar ahora mismo. Él ya sacó la basura
de un tipo a golpes esta noche y sé que no dudaría en hacerlo otra vez, especialmente
para cuidar de su hermano.

—Será mejor que no estés buscando un arma allí —susurra Tony, asomándose
detrás de mí.

Ruedo mis ojos. —Sí, amigo, mantengo un arsenal de fusiles de asalto en la cajuela
de mi auto. Relájate.

Levanto la cubierta de fieltro que cubre el compartimiento de la llanta de repuesto y


alcanzo la bolsa de plástico que escondí debajo. Hay un pesado sentimiento en mi pecho
mientras saco la pila de dinero de la bolsa y cuento ocho grandes fajos de billetes.

Easton no dice una palabra, pero me mira con un ceño fruncido. Frunce el ceño aún
más fuerte cuando estampo los billetes en la mano de Tony.

—Allí. Ustedes chicos están saldados ahora. Un placer hacer negocios con ustedes
—dice sarcásticamente.

Sonriendo, Tony se queda parado allí y cuenta el dinero. Dos veces. Cuando
comienza a hacerlo una tercera vez, Easton gruñe—: Todo está allí, idiota. Sal de aquí
maldición.
—Cuidado, Royal —advierte Tony—. Aún podría poner el ejemplo con ustedes sólo
porque me da la gana.

Pero sabemos que no lo hará. Una paliza sólo podría llamar la atención hacia
nosotros y hacia sus “negocios”.

—Ah, y puedes hacer tus apuestas en cualquier otro lugar desde ahora —dice Tony
fríamente—. Su dinero ya no es bueno para mí. Estoy cansado de ver sus feas caras.

Los dos tipos se alejan, Tony mete el dinero en su bolsillo trasero, y sí, puedo ver su
calzoncillo sobresaliendo fuera de sus pantalones.

Cuando se van, me doy la vuelta hacia Easton. —¿Qué está mal contigo? ¿Por qué
siquiera te asociarías con arrastrados como ese?

Él sólo se encoje de hombros.

Oleadas de adrenalina surgen a través de mi sangre mientras lo miro fijamente con


incredulidad. Podríamos haber sido lastimados. Tony pudo haberlo matado. Y él se
queda de pie allí como si no le importara una mierda nada de eso. La esquina de su boca
incluso está moviéndose hacia arriba como si estuviera tratando de no sonreír.

—¿Esto es divertido para ti? —grito—. ¿Casi morir te pone duro, es eso?

Él finalmente habla. —Ella…

—No, sólo cállate. No quiero escucharlo ahora mismo. —Meto mi mano en mi


cartera y agarro mi teléfono, luego le envío un mensaje a Reed dejándole saber que
Easton viajará de vuelta conmigo y que debería encontrarnos en casa.

Aún estoy sosteniendo la bolsa de plástico en mi otra mano, así que la lanzo dentro
del maletero, tratando de no pensar en cuan vacía está. Ocho grandes se han ido, además
de trescientos de mi viaje de compras con Val hoy. Hasta que Callum me dé los diez mil
del próximo mes. Sólo tengo setecientos dólares en mi fondo de escape.

No tenía planeado marcharme, no después de todos los cambios positivos en mi


vida, pero ahora mismo, me siento tentada a tomar el dinero e irme.

—Ella… —comienza Easton.


Levanto mi mano. —Ahora no. Tengo que encontrar a Val. —Marco su número,
esperando que lo escuche dentro del club.

Afortunadamente responde. —Hola, ¿todo está bien?

Miro hacia Easton. —Lo está ahora. ¿Puedes encontrarnos afuera en el auto? No
van a dejarnos entrar de nuevo en el club.

—Ya voy.

—Ella… —Easton trata de nuevo.

—No estoy de humor.

Él cierra su boca y esperamos en tenso silencio que Val aparezca. Cuando lo hace,
fuerzo a Easton a sentarse en la pequeña parte trasera. Val abre su boca para discutir
pero decide, sabiamente, que no tiene sentido.

El viaje hasta su casa es completamente silencioso.

—¿Me llamas mañana? —dice ella mientras sale. Easton la sigue fuera del auto.

—Sí, y lo siento por lo de esta noche.

Ella me da una sonrisa indulgente. —Las mierdas pasan, nena. No es gran cosa.

—Buenas noches, Val.

Ella agita sus dedos en despedida y desaparece dentro de la mansión Carrington.


Silenciosamente, Easton se desliza en el asiento del pasajero. Agarro el volante en un
apretón de muerte y me fuerzo a concentrarme en manejar, pero es difícil hacerlo cuando
estoy a segundos de golpear al chico a mi lado.

Cerca de cinco minutos en el viaje de vuelta a casa, mi respiración finalmente se


estabiliza, y la voz de Easton se extiende hacia mí.

—Lo siento.

Hay genuino arrepentimiento allí, y me giro para mirarlo. —Deberías.

Vacila. —¿Por qué tienes dinero escondido en tu auto?


—Porque sí. —Es una respuesta estúpida, pero eso es todo lo él va a conseguir de
mí. Estoy demasiado molesta para ofrecer algo más.

Pero Easton prueba que me conoce mejor de lo que pienso. —Mi papá te lo dio,
¿no? Así fue cómo te convenció de venir a vivir con nosotros, y ahora lo tienes escondido
en caso de que necesites salir de la ciudad.

Aprieto mis dientes.

—Ella.

Salto cuando su cálida mano cubre la mía, y luego su cabeza se mueve para descansa
en mi hombro. Su suave cabello hace cosquillas en mi piel desnuda, y me obligo a no
pasar una caricia reconfortante a través de él. No se merece esa comodidad ahora.

—No puedes irte —susurra, su aliento acaricia mi cuello—. No quiero que te vayas.

Él besa mi hombro, pero no hay nada sexual en ello. Nada romántico en la forma
en su mano se aprieta sobre mis nudillos.

—Tu lugar está con nosotros. Eres la mejor cosa que le ha pasado a esta familia.

Sorpresa se filtra a través de mí. Bien. Vaya.

—Eres nuestras —murmura Easton—. Lo siento por lo de esta noche. De verdad,


Ella. Por favor… no estés molesta conmigo.

Mi ira se desvanece. Él suena como un pequeño niño perdido, y no puedo detenerme


de acariciar su cabello ahora. —No estoy molesta. Pero maldición, Easton, las apuestas
tienen que detenerse. Puede que no esté allí para rescatarte la próxima vez.

—Lo sé —gime—. No deberías haber tenido que recatarme esta noche. Prometo
que te lo pagaré, hasta el último centavo. Yo… —Él levanta su cabeza y presiona un
beso en mi mejilla—. Gracias por hacer eso. Lo digo en serio.

Suspirando, giro mis ojos de vuelta a la carretera. —De nada.

En la casa, Reed ya está esperando en el camino de entrada. Mira de mí a Easton


con sospecha, pero entro antes de que pueda preguntar qué pasó esta noche.
Easton puede informarlo. Estoy demasiado cansada para discutir de nuevo.

Entro a mi habitación y me quito el vestido, remplazándolo con la camiseta de gran


tamaño con la que duermo. Luego me meto en el baño para remover mi maquillaje y
cepillar mis dientes. Son sólo las diez, pero esa escena con Tony me dejó agotada, así
que apago la luz y me meto en la cama.

Pasa algo de tiempo antes de que Reed entre a mi habitación. Una hora al menos,
lo cual me dice que él y Easton deben haber tenido una charla realmente larga.

—Ayudaste a mi hermano esta noche. —Su voz ronca me encuentra en la oscuridad


y el colchón se mueve a medida que se desliza a mi lado.

No me resisto cuando envuelve sus fuertes brazos a mí alrededor y me hacer girar


de modo que mi cabeza está descansando sobre su pecho desnudo.

—Gracias —dice, suena tan conmovido que me muevo con incomodidad.

—Sólo pagué su deuda. No es la gran cosa —respondo, restándole importancia a mi


papel en los eventos de esta noche.

—A la mierda. Es la gran cosa. —Acaricia la parte baja de mi espalda—. Easton me


dijo sobre el dinero en tu auto. No tenías que dárselo a ese corredor de apuestas, pero
estoy agradecido de que lo hicieras. Degradé a Easton a un nuevo nivel de idiota esta
noche por involucrarse con ese tipo. Su otro corredor de apuestas es legal, pero Loreno
es malas noticias.

—Espero que deje de usar corredores de apuesta después de esta noche. —Sin
embargo no estoy convencida de que lo hará. Easton se alimenta de la emoción que
viene con las apuestas, beber o revolcarse con quien sea que pueda. Eso es simplemente
quien es.

Reed me hala sobre él y ambos reímos cuando las sabanas se enredan en nuestras
piernas. Él las patea lejos, luego baja mi cabeza y me besa. Me acaricia sobre la camiseta
mientras su lengua persigue la mía en mi boca, luego dice—: ¿Estás molesta porque
derribé a ese arrastrado esta noche?

Estoy demasiado distraída con sus cálidas manos para entender la pregunta. —
¿Peleaste con Tony?
—No, ese imbécil de Scott. —Las facciones de Reed de endurecen—. Nadie tiene
permitido hablarte de esa manera. No los dejaré.

Reed Royal, mi propio mata dragones. Sonrío y me inclino para besarlo de nuevo.

—Tal vez esto dice algo sobre mí, pero creo que es caliente cuando te pones todo
cavernícola conmigo.

Él sonríe. —Sólo di la palabra y te golpearé en la cabeza con un garrote y te


arrastraré a una cueva.

Suelto una risa. —Aw, eso es tan romántico.

—Nunca dije que fuera bueno con el romance. —Su voz es ronca—. Soy bueno en
otras cosas, sin embargo.

Totalmente lo es. Dejamos de hablar mientras nuestros labios se encuentran de


nuevo, y luego yacemos allí besándonos, mientras sus manos corren de arriba a abajo
por mi cuerpo. Cuando su dedo se desliza dentro de mí, olvido todo lo de club, el
corredor de apuestas y a Easton pidiéndome que nunca me fuera. Demonios, olvido mi
nombre.

Reed es la única cosa que existe. Aquí, ahora, él es el centro de mi universo.

El fin de semana pasa rápidamente. Callum vuelve a casa el sábado en la mañana,


así que Reed y yo somos forzados a salir furtivamente pasar tiempo juntos en la casa de
la piscina. El sábado en la noche, Valerie y yo salimos para cenar y finalmente me rindo
y le digo sobre las cosas sucias que hago con Reed Royal. Ella está encantada con ello,
pero señalo que aún no hemos hecho la cosa más sucia de todas y procede a burlarse de
mí por ser una mojigata. Pero no me importa la lentitud que Reed ha establecido. Una
parte de mí está definitivamente lista para cruzar ese último obstáculo, pero él sigue
conteniéndose, casi como si estuviera asustado de ir allí. No sé por qué lo estaría,
considerando que estamos el uno sobre el otro en una base diaria de otras formas.

El lunes, Reed me lleva al trabajo, y para mi consternación, el día en la escuela pasa


volando. Hoy es la lectura del testamento, pero no importa cuán duro le ruego a mi reloj
que vaya más lento, la campana final suena antes que esté lista y luego bajo los escalones
del frente hacia el auto que espera.
Callum, no dice mucho mientras Durand nos lleva a la ciudad, pero cuando
llegamos a un resplandeciente edificio que alberga las oficinas legales de Grier, Gray, y
Devereaux, él se vuelve hacia mí con una sonrisa alentadora.

—Podría ponerse rudo allí —advierte—. Pero sé que Dinah es pura coraza y no
muerde. En su mayor parte, de todos modos.

No he visto a la viuda de Steve desde nuestro primer encuentro en su penthouse, y


no estoy anhelando la reunión. Tampoco lo está ella al parecer, porque hace un gesto de
desprecio al momento en que entro a la oficina de lujo.

Soy presentada a cuatro abogadas y me acomodo en un sofá. Callum está a punto


de sentarse a mi lado cuando uno de los abogados se mueve y una familiar figura da un
paso desde detrás de él.

—¿Qué estás haciendo aquí? —dice bruscamente Callum—. Específicamente te


ordené no venir.

Brooke no se inmuta por su tono. —Estoy aquí para apoyar a mi mejor amiga.

Dinah da un paso junto a ella y las dos mujeres enlazan sus brazos. Parodian ser
hermanas, con sus largos y rubios cabellos y delicadas figuras. Repentinamente me doy
cuenta de que no sé nada sobre su historia, y probablemente debería harbarle preguntado
a Callum sobre ello hace tiempo, porque obviamente las dos son súper cercanas.

Si estamos eligiendo lado, entonces supongo que Brooke y yo estamos ocupando


esquinas opuestas. Mi lealtad está con los Royal. Por el desprecio en los ojos de Brooke,
ella lo sabe. Supongo que pensó que estaría con ella. Que ella, Dinah, y yo nos uniríamos
contra los malvados hombres Royal y ahora estoy traicionándolas.

—Le pedí que viniera —dice Dinah fríamente—. Ahora vamos a comenzar.
Tenernos reservaciones para cenar temprano en Pierre’s.

¿Estamos a punto de sentarnos para escuchar el testamento de su esposo muerto y


ella está preocupada por perder su reservación para cenar? Esta mujer es realmente algo.

Otro hombre se separa del grupo. —Soy James Drake. El abogado de la señora
O’Halloran. —Le ofrece su mano a Callum, que mira la mano y luego a Dinah con
incredulidad.
No estoy familiarizada con este tipo de cosas pero es fácil ver que Callum está
confundido e infeliz de que Dinah trajera a Brooke y a otro abogado. Callum se acomoda
a regañadientes en el sofá, mientras Brooke y Dinah se sientan en el que está al otro lado
de nosotros. Los abogados se sientan en varias sillas, mientras el que está detrás del
escritorio, el Grier de Grier, Gray y Devereaux, baraja algunos papeles y aclara su
garganta.

—Ésta la última voluntad y testamento de Steven George O’Halloran —comienza


él. El abogado canoso escupe un montón de jerga legal sobre un legado a varias personas
de las que nunca he escuchado, dinero dejado en custodia de un par de organizaciones
de caridad, y algo llamado una propiedad de vida dejada a Dinah. El abogado de Dinah
frunce el ceño con esto, así que no debe ser bueno para Dinah. Hay regalos importantes
para los chicos de Callum, en caso de que, y el abogado tose antes de recitar la línea—:
Callum haya agotado su fortuna en bebidas y rubias antes de me vaya.

Callum simplemente sonríe.

—Y a cualquier asunto legal que sobreviva a mi muerte, le dejo…

Estoy demasiado ocupada tratando de averiguar qué significa “asunto legal” para
concentrarme en el resto de la sentencia de Grier, así que salto sorprendida cuando
Dinah deja salir un grito indignado.

—¿Qué? ¡No! ¡No estoy de acuerdo con esto!

Me inclino hacia Callum para una explicación de lo que el abogado dijo, y soy
sorprendida por su respuesta. Aparentemente soy el asunto legal. Steve me dejó la mitad
de su fortuna, algo cercano a la suma de… Me siento débil cuando Callum me dice el
número. Santa mierda. El padre que nunca conocí me dejó millones. Él no me dejó
decenas de millones.

Me dejó cientos de millones.

Voy a desmayarme. De verdad.

—Y una cuarta parte de la compañía —añade Callum—. Las acciones serán


transferidas a tu nombre cuando tengas veintiuno.

Al otro lado de la habitación, Dinah se levanta de golpe, tambaleándose en sus


tacones imposiblemente altos mientras se gira para mirar a los abogados. —¡Él era mi
esposo! ¡Todo lo que tenía es mío y me niego a compartirlo con esta mocosa de
alcantarilla que podría ni siquiera ser su hija!

—La prueba de ADN… —comienza a decir Callum con enojo.

—¡Tu prueba de ADN! —le responde ella—. ¡Y todos sabemos lo lejos que irías
para proteger a tu precioso Steve! —Se gira hacia los abogados de nuevo—. Demando
otra prueba, una que esté dirigida por mi gente.

Grier asiente. —Estaríamos felices de conceder esa solicitud. Su esposo dejó varias
muestras de ADN que están almacenadas en un laboratorio en Raleigh. Me ocuparé del
papeleo yo mismo.

El abogado de Dinah tranquilamente dice—: Conseguiremos una muestra de


comparación de la señorita Harper antes de que nos vayamos. Puedo supervisar el
proceso.

Los adultos se mantienen hablando y discutiendo entre sí, mientras me siento ahí
en atónito silencio. Mi mente se mantiene tropezando con las palabras “cientos de
millones”.

Es más dinero del que podría haber soñado, y una parte de mí se siente culpable por
heredarlo. No conocí a Steve. No merezco la mitad de su dinero.

Callum nota mi rostro aturdido y aprieta mi mano, mientras los labios de Brooke se
curvan con disgusto. Ignoro las olas de hostilidad rodando hacia mí y me concentro en
arrastrar aire dentro y fuera de mis plumones.

No conocí a Steve. Él no me conoció. Pero mientras me siento aquí luchando con


mi conmoción, repentinamente me doy cuenta que él me amaba. O al menos, hubiera
querido amarme.

Y mi corazón duele porque nunca logré tener la oportunidad de amarlo de vuelta.


Traducido por Mariela

Corregido por Anna

oras después de la lectura, todavía estoy entumecida. Sigo

H conmocionada. Sigo triste. No sé qué hacer con la bola de dolor en mi


estómago, así que solamente me enrosco sobre mi cama y dejo mi mente
en blanco.

No me permito pensar en Steve O´Halloran y cómo nunca, jamás lo conoceré.


Realmente conocerlo.

No pienso en las amenazas de Dinah mientras Callum y yo dejábamos el despacho


de abogados, o en las palabras enojadas de Brooke lanzadas contra Callum cuando él se
negó a cenar con ella así podrían “hablar”. Creo que ella lo quiere de vuelta. No me
sorprende.

Finalmente Reed entra en mi habitación. Cierra la puerta, luego se une a mí en la


cama y me toma en sus brazos.

—Papá dijo que te diera tu espacio. Así que te di un par de horas. Pero eso se acaba
ahora. Háblame, nena.

Oculto mi rostro en su cuello. —No me siento como para hablar.

—¿Qué sucedió con los abogados? Papá no dirá nada.

Él está determinado en hacerme hablar, demonios. Gimiendo, me siento y veo sus


preocupados ojos. —Soy multi-millonaria —dije bruscamente—. No sólo una
millonaria común, sino una multi-millonaria. Estoy enloqueciendo ahora.

Sus labios se alzan.

—¡Es en serio! ¿Qué demonios voy a hacer con esa cantidad de dinero? —me
lamento.
—Inviértelo. Dónalo a caridad. Gástalo. —Reed me jala de nuevo hacia él—.
Puedes hacer lo que quieras.

—Yo… no lo merezco. —La mansa respuesta sale antes de que pueda detenerla, y
lo siguiente que sé, es que todas mis emociones salen rápidamente a la superficie. Le
digo sobre la lectura del testamento, la reacción de Dinah, y el darme cuenta de que
Steve realmente me consideraba su hija incluso sin siquiera haberme conocido.

Reed no hace ningún comentario, ni una vez durante mi largo discurso, y me doy
cuenta que eso es lo que quería de él. No necesito consejos o que me tranquilicen, sólo
necesito que alguien me escuche.

Cuando finalmente hago silencio, él hace algo incluso mejor; me besa, larga y
profundamente, y la fuerza de su cuerpo presionándose contra el mío tranquiliza la
ansiedad en mi pecho.

Sus labios viajan por todo mi cuello, la línea de mi mandíbula, y mis mejillas. Cada
beso me hace enamorarme con más y más fuerza de él. Es un sentimiento aterrador, este
se aloja en mi garganta y provoca la urgencia de correr. Nunca he amado a alguien antes.
Amé a mi mamá, pero no es lo mismo. Lo que estoy sintiendo ahora… lo consume todo.
Es caliente, doloroso, poderoso y está en todos lados, desbordando mi corazón, latiendo
a través de mi sangre.

Reed Royal está dentro de mí. Figurativamente, pero oh Dios, necesito que sea
también literal. Lo necesito y lo voy a tener, mis manos son frenéticas mientras agarran
su cierre.

—Ella —gime, interceptando mis manos—. No.

—Sí —susurro en sus labios—. Quiero esto.

—Es la casa de Callum.

El recordatorio es como un balde de agua fría en la cara. Su papá puede tocar mi


puerta en cualquier momento, y probablemente lo hará, porque sé que Callum sintió
cuán molesta estaba cuando llegamos a casa.

Maldigo en frustración. —Tienes razón. No podemos hacerlo.

Reed me besa nuevamente, sólo un ligero roce de sus labios antes de salir de la cama.
—¿Vas a estar bien? Easton y yo se supone que vamos a salir esta noche a tomar
unas cervezas con algunos chicos del equipo, pero lo puedo cancelar si necesitas que me
quede alrededor.

—No, está bien. Ve. Sigo digiriendo esta cosa del dinero y probablemente no seré
buena compañía esta noche.

—Estaré de vuelta en un par de horas —prometió él—. Podemos ver una película o
algo si sigues despierta.

Después de que él se va, me enrosco nuevamente y termino durmiendo por dos


horas, lo cual iba a destrozar mi horario de sueño totalmente. Me despierto cuando mi
teléfono celular suena, y me asusto al ver en la pantalla el número de Gideon. Tengo
todos los teléfonos de los hermanos, pero es la primera vez que Gideon me llama.

Contesto el teléfono, todavía un poco adormecida. —Hola, ¿qué sucede?

—¿Estás en casa? —Es su respuesta brusca.

Estoy a la defensiva casi inmediatamente. Son sólo unas palabras. Pero escucho algo
en su voz que me asusta. Él está enojado.

—Sí, ¿por qué?

—Estoy a cinco minutos…

¿Lo está? ¿En un lunes? Gideon nunca viene a casa de la universidad durante la
semana.

—¿Podemos salir a pasear en el coche? Necesito hablar contigo.

Mis cejas se juntan. —¿Por qué no podemos hablar aquí?

—Porque no quiero que nadie nos escuche.

Me siento en la cama, pero aún no estoy a gusto con su respuesta. No es que crea
que vaya a matarme a un lado de la carretera o algo por el estilo, pero pedirme que salga
a dar una vuelta es extraño, especialmente viniendo de Gideon.

—Es sobre Savannah, ¿está bien? —murmura—. Y quiero que se quede entre
nosotros.
Me relajo ligeramente. Pero la confusión permanece. Esta es la primera vez que
Gideon me menciona a Savannah. Sólo sé sobre su historia por medio de Easton. Aun
así, no puedo negarlo, estoy locamente curiosa sobre ello.

—Te veo afuera —le digo.

Su enorme camioneta espera en el sendero cuando desciendo los escalones frontales.


Salto en el asiento del pasajero y Gideon maneja fuera sin decir ni una sola palabra. Su
perfil es como roca y sus hombros están rígidos. Y no dice nada hasta que se estaciona
en una pequeña plaza cinco minutos después y apaga el motor.

—¿Estás teniendo sexo con Reed?

Mi boca se abre, mi corazón comienza a golpear, porque la mirada furiosa en sus


ojos es inesperada.

—Um. Yo… no —balbuceo. Es la verdad.

—Pero están juntos —presiona Gideon—. ¿Pero están pasando el rato?

—¿Por qué me estás preguntando esto?

—Estoy tratando de averiguar cuánto control de daños voy a tener que hacer.

¿Control de daños? ¿De qué demonios está hablando?

—¿No deberíamos estar hablando de Savannah? —le pregunto inquieta.

—Esto es sobre Savannah. Y sobre ti. Y sobre Reed. —Su respiración suena
entrecortada.

Mi pulso está incluso más desestabilizado. —¿Por qué?

—Porque nada bueno podrá salir de esto.

Él pasa su mano a través de su cabello, lo que ocasiona que su cabeza se incline un


poco hacia atrás, llevando mi atención a la marca roja en su cuello. Luce como un
chupetón.

—Reed está jodido —dice Gideon con voz ronca—. Está tan jodido como yo, y
mira, tú eres una buena chica. Hay otros chicos en Astor. Reed estará yéndose a la
universidad pronto.

Las palabras de Gideon salen, un puñado de oraciones inconexas a las que no puedo
darles sentido. —Sé que Reed está jodido. —Comienzo a decir.
—No tienes ni idea. Ni idea para nada. —Interrumpe él—. Reed, yo y mi papá,
tenemos una cosa en común. Arruinamos la vida de las mujeres. Conducimos a las
mujeres al precipicio y luego las empujamos. Tú eres una persona decente, Ella. Pero si
te quedas aquí y continúas con Reed, yo… —Se interrumpe, su respiración es pesada.

—¿Tú qué?

Sus nudillos se vuelven blancos mientras agarra el volante con fuerza pero no ofrece
otra explicación.

—¿Tú qué, Gideon?

—Debes dejar de hacer preguntas y comenzar a escuchar —suelta Gideon—.


Termina eso con mi hermano. Puedes ser su amiga, como lo eres con Easton y los
gemelos. No comiences una relación con él.

—¿Por qué no?

—Maldita sea, ¿eres siempre así de jodidamente difícil? Estoy tratando de salvarte
de tener el corazón roto y te alejes con un bote de píldoras. —Explota finalmente.

Oh. Su sobresalto tiene sentido ahora. Su madre se suicidó… Oh Dios, ¿Savannah


trató de hacer algo también?

Reed y yo tenemos las cosas en orden, pero no creo que Gideon esté listo para
escuchar eso. Y sospecho que no me va a dejar hasta que esté de acuerdo con sus locas
demandas. Pues bien.

Estoy de acuerdo entonces, Reed y yo ya estamos escabulléndonos detrás de la


espalda de Callum. Va a ser lo suficientemente fácil esconderlo de Gideon, también.

—Está bien. —Extiendo mi mano y la pongo tranquilizadoramente sobre la suya—


. Voy a terminar con Reed. Tienes razón, estamos jugando, pero no es serio ni nada —
miento.

Pasa su mano por su cabello nuevamente. —¿Estás segura de eso?

Asiento. —A Reed no le importará. Y honestamente, si te molesta tanto, estoy


segura de que él estará de acuerdo en que no vale la pena. —Aprieto la mano de
Gideon—. ¿Está bien? No quiero que se arruine la dinámica que hemos estado teniendo
en la casa. Estoy bien con terminarlo.

Gideon se relaja, su respiración sale rápidamente. —Está bien. Bien.


Quito mi mano. —¿Podemos regresar a casa ahora? Si alguien maneja por aquí y
nos ve estacionados, el rumor que se creará va a explotar mañana la escuela.

Se ríe un poco. —Es cierto.

Centro mi mirada en la ventana mientras él enciende el motor y sale del


estacionamiento. No hablamos de regreso, y él no sale de la camioneta cuando me deja.

—¿Vas hacia la escuela ahora? —pregunto.

—Sí.

Él acelera, y por alguna razón no creo que esté volviendo a la universidad.

Al menos, no esta noche. También estoy un poco asustada de su sobresalto y sus


peticiones locas de que me mantenga alejada de Reed. Hablando de Reed, su camioneta
Rover está estacionada cerca del garaje, y verla me llena de alivio. Él regresó. Y todos
los otros vehículos ya no están, incluso el Town Car; lo que quiere decir que Reed y yo
estamos solos. Me apresuro a entrar y tomo las escaleras dos a la vez. En el descanso,
giro hacia la derecha, hacia el ala este, donde cada puerta está abierta excepto la de Reed.
Los gemelos y Easton no se pueden ver por ningún lado, y mi habitación también está
vacía cuando me asomo. Nunca he estado antes en la habitación de Reed, él siempre
aparece en la mía, pero esta noche no voy a esperar a que él venga a la mía. Gideon
realmente me sorprendió, y Reed es el único que puede darle sentido al extraño
comportamiento de su hermano.

Llego a su puerta y levanto mi mano para tocar, y luego sonrío con tristeza porque
Dios sabe que nadie en esta casa toca a mi puerta. Ellos sólo entran como si les
perteneciera mi habitación. Así que decido darle a Reed una probada de su propia
medicina. Tan infantil como es, sólo espero que se sacuda ahí, solamente para enseñarle
una lección del porqué es importante tocar la puerta.

Abro la puerta y digo—: Reed, yo…

Las palabras mueren en mi garganta. Me tambaleo para detenerme y jadeo.


Traducido por Mariela

Corregido por Anna

L a ropa arrojada en el suelo como un rastro obsceno de migajas de pan. Sigo


el camino con mis ojos. Los zapatos de tacón alto se inclinan sobre sus
costados. Zapatos deportivos encerrándolos. Una camisa, un vestido,
debajo; cierro mis ojos como si pudiera borrar las imágenes pero cuando los abro
nuevamente, no ha cambiado. Las cosas de encaje negro, cosas que yo nunca usaría,
parecen como si hubieran caído justo antes de que su dueña subiera a la cama.

Mi mirada parpadea hacia arriba, más allá de las pantorrillas fuertes, sobre las
rodillas, más allá de un par de manos entrelazadas flojamente juntas. Arriba su abdomen
desnudo y estirado deteniéndose ante nuevos rasguños en su pectoral izquierdo, donde
se suponía debe estar su corazón, me detengo para encontrar su mirada.

—¿Dónde está Easton? —Reacciono. Mi mente rechaza la escena. Sobreponiendo


una historia diferente a la que está delante de mí. Una historia en la que he tropezado
en la habitación de Easton, y Reed, en una niebla inducida por las bebidas alcohólicas
se tambaleó en la habitación equivocada, también.

Pero Reed sólo me mira fijamente de vuelta, desafiándome a cuestionar sus


acciones.

No hay forma en que Reed continúe sin eso, oigo a Val en mi oído.

—¿Los chicos con los que estabas reuniéndote para unas cervezas? —digo
desesperadamente. Le doy a Reed cada oportunidad de cambiar lo que veo ante mí.
Miénteme, ¡maldita sea! Pero él permanece obstinadamente silencioso.

Brooke se levanta como un espectro fantasmal detrás de él, y la tierra se detiene. El


tiempo se extiende mientras desliza su mano por la columna vertebral de Reed, sobre su
hombro y luego lleva sus dedos con manicura a través de su pecho.
No hay duda que está desnuda. Ella besa el cuello de Reed, todo el tiempo mirando
hacia mí. Y él no se mueve. Ni un solo músculo.

—Reed… —Su nombre ya no es un susurro, es un rasguño doloroso contra mi


garganta.

—Tu desesperación es triste. —La voz de Brooke suena equivocada en esta


habitación—. Deberías irte. A menos… —Ella extiende una pierna desnuda y cubre la
cadera de Reed por fuera, las cuales todavía están cubiertas por el algodón de sus
pantalones para dormir—. A menos que quieras mirar.

El dolor de mi garganta empeora cuando ella permanece envuelta a su alrededor y


él no hace ningún esfuerzo por alejarse.

Su mano desciende por el brazo de él y cuando llega a su muñeca, él la mueve,


mínimamente, casi imperceptible. Miro con alarma mientras sus dedos se deslizan sobre
sus abdominales, y antes de que ella pueda agarrar lo que yo comenzaba a creer que me
pertenecía, me giro abruptamente y me voy.

Me había equivocado. Equivocada sobre tantas cosas que mi mente no puede


catalogarlas todas. Cuando nos mudábamos tan seguido, pensé que necesitaba raíces.
Cuando mamá tuvo su enésimo novio que me miraba lentamente por mucho tiempo,
me pregunté si yo necesitaba una figura paterna. Cuando estuve sola en la noche y ella
estaba trabajando por largas y agotadoras horas, esperando mesas, desnudándose y Dios
sabe qué otra cosa para mantenerme alimentada y vestida, yo anhelaba tener hermanos.
Cuando estuvo enferma, oré por dinero.

Y ahora tengo todo eso y estoy peor que antes.

Corro a mi habitación y lleno mi mochila con mi maquillaje, mis dos pares de mis
pantalones vaqueros, cinco camisetas, ropa interior, las cosas de estríper de Miss Candy
y el vestido de mi madre.

Mantengo las lágrimas acorraladas porque llorar no me va a sacar de esta pesadilla.


Sólo poner un pie delante del otro.

La casa está mortalmente silenciosa. Los ecos de la risa de Brooke cuando le dije
que había un hombre bueno y decente por ahí rebotaban de un lado mi cráneo al otro.
Mi imaginación evoca visiones de Brooke y Reed. Su boca sobre la de ella, los dedos
de él tocándola. Fuera de la casa, tropiezo en la esquina y vomito.

El ácido cubre mi boca pero lo empujo. El auto se enciende inmediatamente. Me


meto, y con manos temblorosas, manejo por el camino de entrada. Sigo esperando por
ese momento de película donde Reed corre fuera de la casa, gritándome para que
regrese.

Pero nunca sucede.

No hay un rencuentro lleno de lluvia, y la única humedad son las lágrimas que no
puedo contener por más tiempo.

La voz monótona de GPS me dirige a mi destino. Apago el motor, saco el título de


mi auto y lo meto en mi libro de Auden. Él escribió que cuando el chico cae del cielo
después de calamidad tras calamidad, tiene todavía un futuro en alguna parte y no tiene
sentido detenerse en uno que está perdido. ¿Pero él sufrió esto? ¿Lo habría escrito si
hubiera vivido mi vida?

Apoyo mi cabeza en el volante. Mis hombros se sacuden con mis sollozos y mi


estómago se agita de nuevo. Salgo del coche y me tambaleo con piernas temblorosas a
la entrada de la estación de autobuses.

—¿Estás bien cariño? —pregunta la encargada del mostrador de boletos, pareciendo


preocupada.

Su amabilidad saca otro sollozo de mí.

—Mi… mi abuela falleció —miento.

—Oh, lo siento tanto. ¿Funeral entonces?

Muevo mi cabeza asintiendo.

Ella teclea en su computadora, las largas uñas hacen clic contra el teclado.

—¿Viaje redondo?

—No, sencillo. No pienso regresar.


Sus manos se detienen sobre las teclas. —¿Estás segura? Es más barato comprar un
boleto de viaje redondo.

—No hay nada para mí aquí. Nada —repito.

Creo que es la angustia en mis ojos lo que la detienen de hacer preguntas. Ella
silenciosamente imprime el boleto. Lo tomo y subo al autobús que no me puede llevar
lo suficientemente lejos y rápido de este lugar.

Reed Royal me ha roto. He caído del cielo y no estoy segura de poder levantarme.

No esta vez.
rin Watt es una invención de dos de las autoras bestselling vinculadas a través
de su amor a grandes libros y una adicción a escribir. Ellas comparten una
imaginación creativa. ¿Sus grandes amores (después de sus familias y
mascotas, por supuesto)? Apareciendo con diversión, y algunas locas ideas. ¿Su mayor
temor? Dividirse.

También podría gustarte