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se acerca más al 12 por 100. Cfr. Terborgh, George The Bogey of Economic Maturity (1945).

Pues
bien, como resultado de este ahorro e inversión, la producción total del país aumentará cada año.
(Para simplificar el problema nos desentendemos por ahora de las alzas y bajas en los negocios y
otras fluctuaciones.) Supongamos que el aludido incremento anual de la producción se fija en dos
puntos y medio por ciento. (Se adoptan los puntos de porcentaje simple en lugar del interés
compuesto tan sólo para facilitar las operaciones aritméticas.) E1 resultado que obtendriamos
para un período, pongamos por caso, de once años, se desarrollaría, expresado en números
índices, aproximadamente, como refleja el cuadro siguiente: Lo primero que se observa en el
cuadro es que el aumento anual de la producción total se debe al ahorro, sin el cual no habría
tenido lugar. (Cabe imaginar, sin duda, que los perfeccionamientos e invenciones de la técnica,
aplicados meramente a la sustitución de maquinaria y otros bienes de producción de un valor no
superior al antiguo, incrementarían la productividad nacional; pero este incremento sería de poca
consideración y tal argumentación presupone en todo caso suficiente inversión anterior que
hubiera hecho posible la maquinaria actualmente existente.) E1 ahorro se ha destinado ejercicio
tras ejercicio a aumentar la cantidad o mejorar la calidad de la actual maquinaria y de ese modo
incrementar la producción nacional de bienes. Cierto que cada año hay un pastel mayor (si es que
por cualquier extraña razón se considera ello reprobable). Cada año, es verdad, no se consume
todo el «paste].» producido. Pero no existe restricción irracional o acumulativa del consumo. De
hecho, todos los años se consume una porción cada vez mayor, hasta que al final de un período de
once años (en nuestro ejemplo), la porción anual de los consumidores es por sí sola igual a los
pasteles reunidos de los consumidores y productores del primer año. Además, el equipo de
capital, la posibilidad de producir mercancías, es un 25 por 100 mayor que inicialmente.
Observemos algunas otras circunstancias. El hecho de que un 20 por 100 de la renta nacional se
destine anualmente al ahorro no transforma en lo más mínimo a las industrias de bienes de
consumo. Si vendieron solamente las ochenta unidades que produjeron en el primer año (y no
hubo elevación alguna en los precios causada por una mayor demanda), no iban a ser tan torpes
sus directores como para elaborar los planes de producción sobre la supuesta base de que iban a
vender cien unidades en el segundo año. Las industrias de bienes de consumo, en otras palabras,
están condicionadas ya al supuesto de que habrá de continuar la pasada situación en lo que
respecta al índice de ahorro. Sólo un súbito incremento sustancial, inesperado, en el ahorro podría
causar trastornos y acumular mercancías invendidas. Pero igual trastorno, según hemos observado
ya, causaría la súbita y sustancial reducción del ahorro. Si e]. dinero que previamente habría sido
destinado al ahorro se invirtiera ahora en la compra de bienes y artículos de consumo, no
incrementaría los empleos, sino que simplemente provocaría un aumento en el precio de los
bienes de consumo y una baja en el de los bienes de producción. En primer término alteraría la
situación de los empleos, reduciéndolos temporalmente al repercutir sobre las industrias
dedicadas a crear bienes de producción. Sus consecuencias a largo plazo serían reducir la
producción y situarla a nivel inferior del que en caso contrario hubiese alcanzado. Los enemigos
del ahorro no se dan por vencidos ni cejan en sus acometidas. Comienzan ahora estableciendo una
distinción, en cierto modo acertada, entre «ahorro» e «inversión». Pero pronto razonan como si se
tratara de dos variables independientes y fuera mera casualidad el que llegaran a igualarse entre
sí. Estos autores describen una situación portentosa. A un lado sitúan a quienes automáticamente,
sin objeto, de manera estúpida, continúan ahorrando; luego aluden a las limitadas «oportunidades
de inversión» incapaces de absorber tal ahorro. E1 resultado, por desgra

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