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sistemáticas barreras a la inmigra-

ción y la naturalización de extranje-


ros desde aquellas décadas.
Para Yankelevich, la política
migratoria de la Revolución mexi-
cana estuvo siempre relacionada

LIBROS
con la dimensión racial de la ideolo-
gía nacionalista del nuevo régimen.
Una dimensión que se proyectaba
de manera contradictoria, ya que
mientras algunos líderes intelectua-
les como José Vasconcelos, Manuel
Gamio y Alfonso Caso exaltaban
el mestizaje y creaban las bases doc-
trinales e institucionales del indige-
nismo, también hablaban de “vías
eugénicas”, de fomento a la inmi-
gración europea para “mejorar la
raza” o del avance hacia una “socie-
60
Pablo Yankelevich
l LOS OTROS. RAZA, NORMAS dad sin razas” por obra de la mezcla
Y CORRUPCIÓN EN LA GESTIÓN DE LA HISTORIA y del desarrollo social y cultural de
EXTRANJERÍA EN MÉXICO, 1900-1950 las comunidades indígenas.
Tradición de asilo Como en Brasil o en Cuba, la
Elvira Hernández y control migratorio ideología del mestizaje mexicano
l LOS TRABAJOS Y LOS DÍAS
LETRAS LIBRES
Pablo Yankelevich reforzó la ficción republicana de
LOS OTROS. RAZA,
ENERO
MARZO2020
2017 Mariana Enriquez NORMAS Y CORRUPCIÓN una ciudadanía posétnica. Los estu-
l NUESTRA PARTE DE NOCHE EN LA GESTIÓN DE LA
EXTRANJERÍA EN dios sobre Gilberto Freyre en Brasil
Valeria Luiselli MÉXICO, 1900-1950 o Fernando Ortiz en Cuba, y las
Ciudad de México, El
l DESIERTO SONORO Colegio de México, 2019, instituciones etnográficas y antro-
334 pp.
pológicas que ambos crearon en la
primera mitad del siglo xx, descri-
ben una ambivalencia muy pareci-
RAFAEL ROJAS da a la que muestra Yankelevich en
Justo en los días de la llegada a la visión de las élites letradas y políti-
México del expresidente de Bolivia cas mexicanas frente al mundo indí-
Evo Morales, acompañado del exvi- gena. Tal vez la diferencia reside en
cepresidente Álvaro García Linera que, en el México posrevoluciona-
y la exministra de Salud Gabriela rio, tanto los discursos intelectuales
Montaño, comenzó a circular en como las leyes migratorias excluían
librerías el volumen Los otros, de a los afrodescendientes de la inte-
Pablo Yankelevich, una historia gración racial que propugnaba por
exhaustiva y reveladora del control el nuevo orden.
migratorio mexicano en la prime- Yankelevich propone un repa-
ra mitad del siglo xx. El historia- so detallado de las leyes migrato-
dor no desconoce la tradición de rias y poblacionales –la de 1909, la
asilo que, con justicia, se adjudi- de 1926, la de 1934, la de 1947–, de
ca al México posrevolucionario y la los censos –el de 1921, el de 1930, el
refiere en varios momentos, pero de 1940– y de la documentación de
atina al insistir en que esa tradición los congresos indigenistas. En todos
debe reconstruirse sin ocultar las esos acervos y en el estudio de las
normativas y prácticas del servicio sistema cuya esencia era rígida. La Patiño, excanciller del gobierno de
migratorio mexicano, el historia- corrupción en el sistema migrato- Rafael Correa en Ecuador– y con la
dor encuentra un consistente recha- rio mexicano se sumó al racismo y la política de devolución de centroa-
zo al ingreso de chinos y negros y de xenofobia como resortes afectivos de mericanos al otro lado de la frontera
extranjeros de razas y nacionalidades la preservación de una comunidad, con Guatemala. Entre enero y agos-
muy diversas (judíos, eslavos, árabes definida en términos raciales, pero to de 2019, México deportó a 102,314
y asiáticos; húngaros, polacos, sirios y cuyo Estado excluía a buena parte de centroamericanos a sus países de ori-
libaneses; argelinos, turcos, griegos su propia población, basado en pre- gen, casi el doble de las deportacio-
y albaneses...), que por sus “caracte- juicios racistas. nes totales de años anteriores. Se
rísticas psicológicas y morales” resul- El historiador propone algunas espera que la cifra definitiva de 2019
taban “inasimilables” o, en el peor de cifras para pensar el control migra- bata récords en el control migratorio
los casos, “indeseables”. torio mexicano en la larga dura- de centroamericanos en toda la his-
Figura central de la políti- ción. Entre 1828 y 1999 se habrían toria moderna del país. ~
ca migratoria mexicana, a quien naturalizado en México solo 36,519
RAFAEL ROJAS es historiador y
Yankelevich sigue la pista, fue extranjeros. Además de limitado, ensayista. Taurus publicó el año pasado
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Andrés Landa y Piña, un maes- el proceso fue discontinuo ya que la La polis literaria. El boom, la Revolución
tro normalista michoacano que en mayor parte de esas cartas de natu- y otras polémicas de la Guerra Fría.
1930 ya era jefe del Departamento ralidad se entregaron entre los años
Migratorio de la Secretaría de treinta y cuarenta o a fines de la
Gobernación. Landa y Piña ocupó década de 1990 y principios de los
altos cargos en la política poblacional 2000. Hasta 1953, la nacionalidad POESÍA
LETRAS LIBRES
de México hasta su muerte en 1969, más favorecida por la naturalización Decir en la tormenta MARZO 2020
ENERO 2017
cuando era director del Registro era España –unos 12,619 españoles se
Elvira Hernández
Nacional de Electores. Asesorado habían mexicanizado desde 1828–, LOS TRABAJOS
Y LOS DÍAS
por antropólogos y sociólogos como seguida muy de lejos por Alemania. Santiago de Chile,
Manuel Gamio, Lucio Mendieta Estas cifras son mucho más bajas Lumen, 2016, 300 pp.
y Núñez, Gilberto Loyo y Gonzalo que las que reportan, en dos siglos,
Aguirre Beltrán, este funcionario fue otros países americanos como Brasil,
uno de los principales gestores de la Argentina, Venezuela, Colombia
racionalidad migratoria del Estado o Estados Unidos.
cardenista y poscardenista. Por un Hay una especificidad mexica- CRUZ FLORES
lado, delineó las premisas jurídi- na en cuanto a las leyes de extran- La poesía chilena se distingue del
cas para diferenciar a los migran- jería y el control migratorio, que resto de las tradiciones latinoameri-
tes retornados de los inmigrantes Yankelevich resume de esta mane- canas por su tendencia a lo discur-
extranjeros y, por el otro, impulsó ra: “se trata de una nación que vio sivo. En sus autores, desde Gabriela
decisivamente la aplicación de un fracasar todos los intentos por pro- Mistral hasta Pablo Neruda, Enrique
criterio de “deseabilidad” a las leyes mover la inmigración, nunca reci- Lihn o Gonzalo Rojas, encontramos
de extranjería y naturalización. bió corrientes significativas de la identificación del poema con un
Pablo Yankelevich, que ha estu- población extranjera; sin embargo, solo proyecto de vida y escritura.
diado la aplicación del artículo en consonancia con el proceder de En este sentido, la poesía de Elvira
33 de la Constitución de 1917, que naciones de alta inmigración, insti- Hernández, que en lugar de cons-
limita la intervención de extranje- tuyó una de las normas migratorias truir proyectos basados en la expan-
ros en la política nacional, recuerda más restrictivas que conoce el conti- sión de su propia voz lírica o en
en su libro que la administración nente”. Tan específicos de México alguna armadura conceptual parece
de la extranjería en México ha esta- son, por tanto, la tradición del asilo partir de un significante –la bandera
do sometida persistentemente a la como el control migratorio. de Chile, la ausencia del ser amado,
corrupción. Desde los años veinte Ambas dinámicas reiteran su una pintura de Giorgio de Chirico–
y treinta se estableció una maqui- vigencia en nuestros días no solo y cincelarlo por medio del lenguaje,
naria de extorsiones y sobornos que con el asilo a Morales, García Linera funciona como una rebelión frente
hacían casuísticamente flexible un y Montaño –también a Ricardo a los cánones de la tradición poética
de la que proviene. “Mi escritura se Después de la promesa inau- constantemente en las imágenes
ha hecho en el ocultamiento”, dice gural que ofrecen sus dos primeros que la autora ofrece. Esto se mira en
en su ensayo “Sobre la incomodi- volúmenes, nos encontramos con algunos versos de Meditaciones físi-
dad”, y ese ocultamiento es la prin- el que acaso sea el poemario más cas por un hombre que se fue (1987), Arre
cipal pulsión de su obra. urgente de su obra. El orden de los días Halley Arre (1986), Santiago Waria
Perteneciente, en voz y tem- (escrito en 1982, publicado en 1991 (1992) y Seña de mano para Giorgio
poralidad, a la generación de Raúl en Colombia) funciona como una de Chirico (2004), libros donde la
Zurita, Diamela Eltit, Juan Luis especie de diario de la descomposi- potencia de las imágenes, el uso de
Martínez, y otros poetas activistas, ción social, testimonio de lo que es la fragmentación y la sugerencia de
la escritora se niega la posibilidad de vivir cotidianamente bajo la repre- un presente trágico se entremezclan
referir directamente o “adueñarse” sión. Contiene tanta oscuridad como con otras preocupaciones de orden
de los acontecimientos que entre- los dos anteriores, pero también está estético e histórico. En esta etapa de
cruzan sus creaciones. En lugar de quebrado por momentos de paz que creación, Hernández introduce aún
exhibir, sugiere. En lugar de procla- esclarecen el sufrimiento que busca más elementos experimentales en su
LIBROS
mar o “tomar la palabra”, indica en comunicarse. Ya no estamos frente proceso: alusiones a la cultura anglo-
silencio. La evolución de esta bús- a la deconstrucción de un símbolo, sajona, a lo popular y a la imple-
queda es a lo que nos aproximamos una imagen o un cuerpo, sino que mentación de la política neoliberal
en la antología Los trabajos y los días, atestiguamos una quebradura fren- en Chile se filtran en sus búsquedas;
que recorre cuarenta años de poesía te a los ojos, un dolor que va más sin embargo, esta etapa también se
62 en orden cronológico. En sus prime- allá de la tragedia y se involucra con enfrenta con lo difícil de nombrar
ros libros, La bandera de Chile (1981) una vida que sigue, a pesar de todo: una violencia subyacente, resul-
y Cuerpos encontrados en varias partes “subieron el pan en dos pesos”; “un tando en una poética de lo indeter-
(1982), atestiguamos el nacimien- hombre le grita a nadie ¡sálvenme! / minado que expande las fronteras
to de ese proceder debido al impacto nadie será testigo en una calle”; “Día de su propio trabajo: “Perseguir la
LETRAS LIBRES que provoca la tragedia. Enfrentada 28 / todo permanece igual / es aterra- ceguera de su imagen / perseguir-
ENERO 2020 con lo indecible, con la barbarie, dor”; “alguien le escribe a la muer- lo en la veloz negrura” (Arre Halley
la autora fija su mirada en los pe- te / escribe los muertos todos con Arre), “y yo quise decir algo / con
dazos, en lo inmóvil, en los yaci- sus nombres / sus inservibles lápi- estas palabras que no tienen sabor
mientos que apuntan a la dicta- das”. En cierto sentido, El orden de los a nada” (Seña de mano para Giorgio de
dura: “La bandera de Chile está días podría verse como una respues- Chirico). En esa búsqueda de poeti-
tendida entre 2 edificios / se infla ta al Purgatorio de Zurita, donde el zar desde lo menor y lo fragmenta-
su tela como una barriga ulcera- poeta se posesiona de su país, trans- rio, sin embargo, los poemas de esta
da –cae como / teta vieja–” (La ban- mite la circunstancia con una inten- etapa se conciben saturados, a veces
dera de Chile); “Los clavos pasaron sidad desoladora, incluso profética. repetitivos, cosa que logra conciliar
por la carne amorosa eterna”, “la La oriunda de Lebu, en cambio, solo en su etapa siguiente de creación.
culpa apareciendo como mina de observa y dice: lo terrible de la dic- Ese “decir algo con palabras que
cal dinamitada” (Cuerpos encontra- tadura, la parsimonia de lo cotidia- no tienen sabor a nada” que enun-
dos en varias partes). En un orden más no, el aburrimiento y el pesar de la cia en Seña de mano... se convierte en
bien cubista, puesto en perspecti- existencia, respiran en sus palabras el impulso que domina su escritura
va contra los ejercicios más abstrac- como la vida que conocemos, sin más reciente: la de los libros escri-
tos de sus contemporáneos Zurita aspavientos. tos durante los últimos veinte años.
y Eltit, Hernández construye imá- En los textos que la antología Los últimos textos recogidos en
genes de podredumbre y desolación nos presenta después de El orden de la antología siguen las huellas de un
por medio del uso de la metáfo- los días podemos encontrarnos con regreso a la simplicidad, a la decons-
ra extendida: en el primer libro, la momentos que se acercan a la fuer- trucción de la imagen poética usada
bandera de Chile es Chile mismo; en za de este libro, pero las imágenes en sus primeros trabajos, pero sin
el segundo, el cuerpo del ahogado y el pensamiento están atravesados olvidar las posibilidades políticas
que se describe aparece como recep- por otras complejidades. La dic- y estéticas que construyó a lo largo
tor de toda la violencia estructural tadura y la represión ya no son los de su obra. En sus últimos libros
que es la razón de ser del poema. ejes de su poética, aunque se filtran encontramos poemas más breves,
que apuntan certeramente a dolo- ¿cómo enunciar el peligro latente?; Premio Herralde de Novela 2019.
res, espacios habitables y al len- la segunda, ¿cómo pensar el arte Enriquez publicó su primera nove-
guaje en sí mismo. En ellos se dan desde una actualidad convulsa?; la con veintiún años, Bajar es lo peor,
cita la inventiva formal y la habili- y, al final, ¿cómo comunicar las inten- pero a España llegó con dos libros
dad para generar discurso median- sidades de la historia por medio de la de relatos, Las cosas que perdimos en el
te fragmentos que también aparecen desnudez del lenguaje? A pesar de fuego y Los peligros de fumar en la cama,
en sus libros anteriores: textos como momentos fallidos, de experimen- y un libro sobre la escritora Silvina
los recogidos en Cuaderno de deportes tos que no cuajan y de búsquedas Ocampo, La hermana menor, todos en
(2010), Seudoaraucana y otras banderas infructuosas, en sus mejores tex- Anagrama.
(2017) y Pájaros desde mi ventana (2018) tos esta antología nos permite acer- Los cuentos de Enriquez dibu-
manifiestan este control con el que la carnos a un futuro en construcción jaban ya un mapa muy personal
poeta ha logrado manejar sus recur- para el proceder literario de nuestro y sirven para establecer los pilares
sos. De entre ellos, Seudoaraucana es continente. Producto innegable de de su mundo literario, reunido en
el que más ha llamado mi atención, su espacio y de su época, el trabajo esta novela: el otro lado, la oscuri-
porque establece una relación histó- de Elvira Hernández abre un cami- dad, lo sobrenatural, pero también 63
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rica entre la situación social en Chile no para cuestionar nuestro presen- la historia reciente de Argentina:
de los setenta y la contemporánea, te: en una realidad donde el poder los desaparecidos de la dictadu-
y pone de manifiesto la inconformi- y sus retóricas se ven socavados por ra, la inestabilidad económica, el
dad con el castigo histórico para los una violencia que rebasa toda cer- Mundial de fútbol del 86, la amena-
culpables de la dictadura, la imposi- tidumbre, quizá lo más sabio sea za permanente de la devaluación y la
bilidad de conciliar el pasado con la tender al ocultamiento, a lo indeci- irrupción del sida. Y están los ado- LETRAS
LETRASLIBRES
LIBRES
calma superficial del presente y, en ble del ahora, y escribir desde ahí. ~ lescentes, que suelen ser habituales ABRIL
ENERO2017
2020
fin, sirve como un regreso a los inte- en sus ficciones. Es un cóctel arries-
reses que construyeron los primeros CRUZ FLORES (Naucalpan, 1994) escribe gado, pero Enriquez mezcla bien los
poemas y ensayos. Fue becario de la
tres libros de la autora. Fundación para las Letras Mexicanas
ingredientes y los sirve de manera
Al recoger casi toda una obra, Los (2018) y actualmente lo es del Fonca impecable. Además de esos asuntos
trabajos y los días desemboca en este (2019-2020) en el área de poesía.
cuestionamiento: no es, como impul-
sa la tradición chilena, una obra del
yo/totalidad/nación, ni una obra
cimentada en el ejercicio directo de NOVELA

la denuncia o la proclamación políti- La herencia


ca, sino que es una poesía que tiende
al silencio, al espacio donde convi-
de la oscuridad
Mariana Enriquez
ven el lenguaje y la nada, al ser aquí NUESTRA PARTE DE
NOCHE
del texto mismo. Barcelona, Anagrama,
Escritora declaradamente “me- 2019, 680 pp.
nor” en una tradición llena de poe-
tas que parecieran definirse a sí mis-
mos como “mayores”, Hernández
encuentra su poder en la indeter-
minación, reconoce plenamen- ALOMA RODRÍGUEZ
te las posibilidades estéticas y polí- Un padre y un hijo emprenden un
ticas de la lengua, sabe usarlas, pero viaje desde Buenos Aires en direc-
nunca reclama alguna especie de ción a Corrientes. Son los años de
propiedad sobre ellas. Al dejar este la dictadura de la Junta Militar.
espacio vacío entre obra y autor, Ellos están huyendo, pero no de
entre autor y lenguaje, nos hace en- los milicos. Así empieza Nuestra
frentarnos con tres cuestiones parte de noche, de Mariana Enriquez
a lo largo de su obra. La primera, (Buenos Aires, 1973), que obtuvo el
está el tema central, el que verte- claro, el monstruo del que se huye avanza, pero uno no puede escapar
bra en realidad la novela: la heren- y al que se venera: la Oscuridad, nunca del todo y menos de su des-
cia y los lazos familiares, el peso de cuya naturaleza nunca llega a reve- tino. Hay algunas caídas del pulso
la sangre, como dirían sus persona- larse completamente. narrativo, sobre todo en la parte lon-
jes. O solo “es la sangre”. Y todo apa- La primera parte adopta el pun- dinense y en la de la década de los
rece dispuesto siguiendo las reglas to de vista de Juan, un médium so- noventa en La Plata, pero son leves
del juego de la literatura de terror: metido al mandato de una secta, la y enseguida se recupera. Enriquez
hay rituales, culto a dioses oscuros, Orden. Juan tiene una enfermedad parece disfrutar especialmente, ade-
sacrificios, amputaciones y magia de corazón que fue lo que posibili- más de en las descripciones de ese
negra. Elementos del folclor popu- tó que quedara a cargo de la podero- otro mundo y todos los rituales, en
lar, Enriquez habla del horror folk, sísima familia Bradford, una de las el relato del mundo adolescente y
“un tipo de terror que tiene que ver fundadoras de la Orden, cuyo obje- de primera juventud. En esta nove-
con el paganismo o las creencias reli- tivo es lograr el trasplante de la con- la cuenta varias primeras juventudes
giosas populares vagamente sinies- ciencia de un cuerpo a otro, es decir, y de dos generaciones diferentes: la
LIBROS
tras”. Así, aparecen San La Muerte una sofisticada forma de inmortali- de Juan y Rosario y la de Gaspar y sus
y San Huesito, que pertenecen a ese dad. Juan y Rosario, miembro joven amigos. En este libro todo parece
mundo pagano popular. Pero tam- de la Orden, se enamoraron y tuvie- tener su doble, su gemelo: el padre
bién William Blake, Yeats, el tarot, ron un hijo, Gaspar, del que la secta y el hijo; la madre y la media herma-
David Bowie y las canciones de espera que haya heredado el don de na; el médium y el falso médium...
64 Violeta Parra. su padre, cuya muerte temen cerca- La vida del hijo repite algunas cosas
Enriquez ha hablado de nove- na. Rosario ha muerto en un terrible de la vida del padre, como un mejor
la monstruo para referirse a Nuestra accidente y Juan y Gaspar se dirigen amigo homosexual o la pasión por los
parte de noche, y lo es en varios senti- en coche a la casa de los Bradford, libros. Son pistas colocadas de mane-
dos. Lo monstruoso, en el de terri- al otro lado del país, no se sabe bien ra hábil que permiten al lector antici-
LETRAS LIBRES ble, está presente: los malos son a qué, pero se intuye que no es a par los acontecimientos.
ENERO
ABRIL2020
2017 malos, verdaderos monstruos. Pero pasar las vacaciones. Juan tiene un Nuestra parte de noche no es una
también la deformidad es un ele- plan para tratar de poner a salvo novela simbólica: la Oscuridad no es
mento recurrente: miembros ampu- a su hijo. En la tercera parte, se reto- una metáfora de nada, ni de la Junta
tados, mujeres sin boca, niños con ma al padre y al hijo unos años des- ni de los males del mundo, tiene
los huesos retorcidos para ofrecer pués, en Buenos Aires, pero ahora el entidad en sí misma y su desarrollo
sacrificio, etc. Y en parte, tiene algo punto de vista que predomina es es paralelo al del mundo al alcan-
frankensteiniano por la mezcla no el del hijo: hay salidas con sus ami- ce de todos. Si recorre los últimos
solo de materiales, sino por la pro- gos, una casa que creen encantada, años del siglo xx de Argentina es
pia estructura de la novela: seis par- episodios de violencia, incomuni- porque coincide más o menos con
tes, cada una de ellas aborda una cación y secretos. Juan es casi una la vida de Enriquez, que sería más
época y adopta también un punto sombra y la relación entre el padre o menos coetánea de Gaspar. En to-
de vista diferente. Hay incluso un y el hijo es cada vez más difícil. do caso, la Oscuridad, el don y todo
capítulo que se presenta como una En medio hay un breve capítulo, lo que hay de sobrenatural y terrorí-
crónica periodística. Y también, que podría funcionar como un fico viene a subrayar algunos de los
cuento independiente, en el que temas centrales de esta novela ambi-
la Oscuridad es la protagonista. La ciosa y enorme: la complejidad de
cuarta parte es el relato del noviazgo las relaciones familiares, el deseo, la
de Juan y Rosario: transcurre entre dificultad de entendimiento entre
Buenos Aires, Londres y Misiones, padres e hijos, el sentimiento de pro-
@letras_ aparecen las drogas, David Bowie, tección, la idea de familia y los lazos
libres la experimentación sexual, el amor irrompibles. ~
libre y, al final, el hijo. Entre tanto
ALOMA RODRÍGUEZ (Zaragoza, 1983)
sucede el golpe militar. La quinta es escritora y miembro de la redacción
parte es la crónica periodística. Y en de Letras Libres. En 2016 publicó Los
la sexta y última, Gaspar crece, la vida idiotas prefieren la montaña (Xordica).
LIBRO DEL MES autora consistió en la elección del traductor: un escri-
tor y poeta de su misma generación de una sensibilidad
NOVELA artística y formación literaria muy semejante, Daniel
Saldaña París (1984). La traducción, lejos de neutra-
Valeria Luiselli
DESIERTO SONORO lizar el texto, emula el tono y léxico del exiliado, que
Ciudad de México, Sexto Piso,
2019, 458 pp. se contagia de las distintas versiones del español lati-
noamericano. Reproduce la “rareza” o extrañamiento
frente al propio lenguaje que se conserva a la distancia,
como una forma de resistencia y de apego. Ya entra-
dos en la lectura, nos perdemos en la extranjería y en el
universo luiselliano sin pensar que leemos Lost children
archive en otro idioma.

El siglo xxi
En sentido opuesto al recorrido de los migrantes
que llegan a la frontera, sin brújula o gps, una fami-
lia mexicana emprende un road trip por los Estados 65

será femenino
Unidos: del Norte liberal al Wild West. Es el inicio
–para los medios– de la llamada “crisis migratoria”
declarada en el 2014. Una crisis que se replica en una
pareja de documentalistas sonoros; en un nudo que
GAËLLE LE CALVEZ se desteje exponiendo los distintos mapas afectivos
Desierto sonoro, la quinta entrega de Valeria Luiselli y el distanciamiento con sus propias conjugaciones, LETRAS LIBRES
(Ciudad de México, 1983) es una obra con la cual se gramáticas y pronombres: “La hija es mía y el niño ABRIL 2017
ENERO 2020
consolida una trayectoria literaria –consistentemente– es de mi marido. Soy la madre biológica de una,
brillante. Un talento que generó incomodidad en un madre de facto de los dos. Mi esposo es padre y pa-
medio todavía reticente frente a la recepción favora- drastro de cada uno respectivamente, pero también
ble (nacional) y el éxito rotundo (internacional) de una padre de ambos [...]” El destierro precipita la disgre-
escritora mexicana que no fuera sor Juana. El males- gación de la tribu que, lejos de sus ritos cotidianos,
tar se tradujo en críticas enfocadas en la persona, más pierde el sentido de ser núcleo.
que en su obra. Rumbo al suroeste, la documentarista y el docu-
Su primer libro, Papeles falsos (2010), ya presenta- mentólogo van persiguiendo las huellas y los sonidos
ba una poética balanceada entre lo híbrido –abierta de personajes –ahora fantasmas– que alguna vez tran-
hacia otros textos y lenguas– y lo íntimo –represen- sitaron por esos enormes “valles de polvo”. El amplio
tando al cuerpo en movimiento, libre–. Revelaba una archivo de textos y de música que acompaña sus pro-
gran capacidad de análisis y una manera muy particu- cesos de documentación borra las fronteras entre reali-
lar de retratar y contextualizar a sus autores de cabe- dad y ficción. A pesar de entrecruzarse, los respectivos
cera. Su bagaje cultural y perspectiva de la literatura, archivos se construyen como proyectos paralelos. Para
abriría el camino a las pequeñas historias cotidianas la narradora, “Flecha suertuda”: “documentar cosas
con h minúscula, a las narrativas en primera perso- [...] solo es una forma de añadir una capa más [...]
na escritas por mujeres, a los personajes secundarios a todas las cosas que ya están sedimentadas en una com-
e invisibles, a los niños, a las voces de los que migran. prensión colectiva del mundo”. Para el esposo, “Papá
Muchas preguntas guiaron mi lectura de su Cochise”, el propósito es hacer “un inventario de ecos”
más reciente novela. La primera tenía que ver con de los últimos apaches libres. “Pluma Ligera”, el hijo,
la dificultad de traducir una obra tan polifónica además de narrar la segunda parte de la novela, funcio-
y poética como Pedro Páramo de Juan Rulfo, y tan inter- na como el guardián del mundo imaginario que com-
textual como La muerte me da de Cristina Rivera Garza. parte con su hermana. La pequeña “Memphis”, como
Publicada originalmente en inglés, Desierto sonoro es se autobautiza, hace preguntas, cuenta chistes, se chupa
una obra de madurez que deslumbra por la belleza el dedo.
y la complejidad de la narración fragmentaria, a dos El viaje delata el hondo aburrimiento de los adul-
voces, que va componiendo la(s) historia(s) en el vér- tos –o su incapacidad para conectarse– en contraste
tigo de lo que se va perdiendo. El primer acierto de la con el juego y la vitalidad de una infancia protegida,
a punto de ser vulnerada. El espejo de esa imagen fami- –insostenible– que necesita con urgencia ser dinamita-
liar, llevada al extremo dentro de la ficción en una serie do. En una reseña de 2015, Luiselli cuestionó la prácti-
de elegías –pero brutalmente real–, es la desprotección de ca –condescendiente y misógina– de singularizar a las
los niños que viajan solos, “los niños que no llegan, escritoras para minimizarlas y asegurar que otras que-
aquellos cuyas voces han dejado de oírse porque están, den excluidas: “a Tina Modotti le decían ‘La Perlotti’,
irremediablemente, perdidas”. La vulnerabilidad hiere a Josefina Vicens ‘La Peque’ [...] Elena Poniatowska
por igual a todos los sujetos: padre, madre, niño, niña, es ‘La Poni’. Qué tiernas, qué lindas: qué incómo-
a pesar del olor familiar que los acompaña en el trayec- das son nuestras intelectuales”. Cinco años más tarde,
to, las piernas que se entrecruzan en alguna cama de “La Luiselli”, cresta de la ola, ha logrado la prestigiosa
motel, los ronquidos estruendosos de los niños dormi- beca MacArthur, pero mejor aún: ha publicado la que
dos, la narración de las memorias colectivas como refu- es, sin duda, la nueva gran novela latinoamericana. ~
gio para el desamparo afectivo. “La infelicidad crece
lentamente” dentro de cada personaje. GAËLLE LECALVEZ es crítica literaria y autora de Les
LIBRO ¿Cómo leer un libro que se presenta en cua- émigrants/Los emigrantes (uam-Écrits des Forges, 2015).
LIBROS
DEL MES tro partes (“Sonidos familiares”, “Archivo de ecos”,
“Apachería”, “Huellas”) y se organiza en siete “cajas”

Cuando
o archivos? La multiplicidad de intertextualidades no
permite una sola respuesta, cada caja contiene sus pro-

una novelista
pias lecturas que a su vez corresponden a otro archivo.
66 “Creadora de cajas”, como la definió acertadamente
Christopher Domínguez Michael, Luiselli disocia el

se divorcia
texto de su formato tradicional –el libro– para en su
interior, desde la ficción, representar la complejidad
de los afectos, de las familias, de un país que no ter-

de la novela
LETRAS LIBRES mina de entender, del mundo. Su manera de trabajar,
ENERO
ABRIL2020
2017 como lo explica en muchas de las entrevistas, refleja
su relación orgánica con la escritura. Cuando empezó
a retacar Lost children archive de cuestionamientos polí-
ticos, detuvo su escritura e hizo Tell me how it ends. An WILFRIDO H. CORRAL
essay in forty questions (publicado en español como Los Los escritores del Crack y los milenarios como Valeria
niños perdidos), un texto hecho de testimonios en el que Luiselli no tienen más prosélitos que ellos mismos,
podía dirigir, de manera más directa, sus preocupacio- incluso cuando se aseguran de no practicar la auto-
nes políticas y evitar convertir la novela en un panfle- biograficción de manera transparente. Empero, la
to. Lo que había comenzado como un intenso ejercicio calculada espontaneidad de la escritura de Luiselli
intertextual en su obra temprana, constituye en Desierto revela dominio del oficio, y una voluntad de escribir
sonoro el eje de la obra de arte literaria. lo impublicable y de hacer notar, en analogías inusua-
Los libros de Luiselli no dan respuestas, generan les, la multiplicidad. También llama la atención a tra-
más diálogos con la literatura (Los ingrávidos), con el vés de premios extranjeros (aunque esta obra no los ha
arte contemporáneo (La historia de mis dientes) y con la recibido todavía). Sin embargo, no responde a ningún
política (Los niños perdidos). Son textos que hacen una ánimo provinciano preguntar si la de ella representa
relectura sistemática de textos canónicos y crean algo una narrativa mundial y/o hispanoamericana verda-
distinto. Respiran. Hierven frente al mundo que se deramente desafiante, a pesar de o por vivir y haber
desmorona. Es escritura donde están presentes todos estudiado en Estados Unidos.
los sentidos, sin por ello perder claridad sobre los No hay que ser un genio para confirmar que sus
objetos representados y las experiencias de la condi- originales y traducciones cumplen con diferentes
ción humana: la maternidad, el matrimonio, la sole- expectativas y públicos (sus dos novelas anteriores,
dad, el desamor. Movidos por la rabia de denunciar menos anhelosas, tuvieron una recepción desigual en
la injusticia, nunca caen en los clichés de la literatu- México). Su cohorte mundial navega así entre varios
ra comprometida. Resplandecen. Su obra se planta de intereses potencialmente peligrosos, y el mayor de
manera contundente frente a un canon patriarcal ellos es el cansancio de los lectores ante una narrativa
de “mi cuarto, mi enfermedad, mi pareja, mi obra, mi historia secular de cambios técnicos y la abundan-
sufrimiento”, o aquella que no le importa si Picasso cia de la hibridez en un siglo de posverdades digita-
hablaba de artistas malos, buenos, grandes o genios al les y noticias falsas, mostrando un giro inusual: la fe
decir que unos copiaban y otros robaban. En el caso de de la autora en una verdad más que una desconfian-
Luiselli, aspirar a ser La Novelista choca entonces con za en las historias.
querer ser La Rebelde, y varios de sus contemporáneos El divorcio, según Oscar Wilde, se hace en el
comparten esa contradicción. Sin embargo la autora cielo. Pero según Desierto sonoro se hace en la tie-
de Los ingrávidos y La historia de mis dientes es más perspi- rra cuando una pareja comienza a conocerse en aras
caz al conglomerar oportunamente esos intereses para de querer divorciarse, y cuando, ¿ficcionalmente?,
un público anglófono y sus derivas “latinounidenses”. se involucra a los hijos en los traumas de los adul-
Leer Desierto sonoro como roman à clef hace flaco tos. Parece demasiado ingenuo que al principio de la
favor a la realidad de la pareja representada y al afecto segunda parte, después de más de doscientas páginas
agridulce que transmiten sus entresijos, como cuando en las que manifiesta su preocupación por la coheren-
la narradora dice: “Sé que no he sido generosa con el cia del relato, la narradora exprese que el hijo debe-
futuro proyecto de mi esposo. De hecho, he intentado ría contarlo todo, porque “es su versión de la historia 67
chingarlo al respecto todo el tiempo.” La primera de la que nos sobrevivirá; su versión la que quedará
las partes basta como novela fronteriza porque resu- y será transmitida”. Consecuentemente, sin permitir
me el meollo del asunto y por directa, sutil al manejar intuir la razón de su madurez, el niño narra la sección
alusiones, bien construida e hilada en su sentimenta- “Deportaciones”. En el siguiente apartado (“Mapas
lismo. También por compendiar ajustes de cuentas, y cajas”) sigue narrando hasta que su mamá narrado-
alusiones, chistes privados, ironías íntimas y referen- ra se apropia de las voces y sonidos, alternando pun- LETRAS LIBRES
cias culturales populares (la mayoría musicales). Los tos de vista para decir: “Primero les pregunté a ustedes ABRIL 2017
ENERO 2020
problemas de las otras partes yacen en las lucubracio- tres qué era lo que más deseaban en ese momento.
nes de la mamá narradora en torno a quién contará Tú dijiste, ¡frutilupis! Papá dijo, yo deseo claridad.
el relato y cómo, acerca del estado de los niños refu- Mamá dijo, yo justicia y que Manuela encuentre a sus
giados, y sobre su deseo de volver a Nueva York para hijas” (énfasis mío). Así se enredan varios hilos del
completar su propio proyecto, mientras no le preocupa relato total, que controla la mamá narradora, no
que el marido (que “irá registrando todo”) se despla- el hijo. Ese desencuentro no es asunto de técnica
ce con su hijo para tal vez novelizar su punto de vista. narratológica cuando nadie espera una novela “tradi-
“Huellas”, la cuarta y última parte de la nove- cional” o cierta verosimilitud: Desierto sonoro no tiene
la, se reduce a las cajas vi (de la niña) y vii (del niño). la originalidad de las primeras novelas de Luiselli.
En Desierto sonoro, cada personaje tiene una (la v es El divorcio de la novelista de su novela es más
de la madre narradora, de la i a la iv del esposo) y un patente en la tercera parte (“Apachería”), que concen-
documento que “revela el recurso” del hermano diri- tra los conflictos del marido. Al principio se pierden
giéndose a su hermana, apodada “Memphis”, y la los niños, y sin conexión alguna se pasa a “Corazón
separación de padre/hijo y madre/hija. Desde la pri- de la luz (últimas Elegías para los niños perdidos)”, novela
mera parte, la madre narradora se concibe a sí misma apócrifa rescatada dentro de la novela en la que las
“como una periodista política cuya labor era reportar voces de los niños se disipan entre las palabras de
y denunciar”, cuyas últimas palabras en la novela, ya quienes cruzan la frontera, que “oyen voces de hom-
como autora real, explican lo que ha transcrito, citado bres que les gritan órdenes en otra lengua”. Si hay un
y referido. Para los lectores asiduos de novelas hispa- intento épico en esa identificación es a la manera de
noamericanas será curioso que la narradora princi- Cecil B. DeMille: panorámica, efusiva, melodramáti-
pal incluya 2666 como lectura de su marido, y que no ca. A la sazón es inevitable rescatar el ensayo Los niños
“archive” la deuda con Bolaño, Rey Rosa o Castellanos perdidos (2016), cuando Luiselli comienza las llamadas
Moya –de los “Reportes de mortalidad de migrante” “traducciones performativas” (algo presente en Los
de la caja v (su caja)– en la segunda parte de la nove- ingrávidos). Desierto sonoro es un reciclaje que noveliza
la. Habría que tener algún trastorno emocional para hechos con los que se puede o debe empatizar; y, por
no empatizar con el sufrimiento infantil, pero no se no haberlos vivido, los cosmopolitas no corren peligro
peca de frialdad objetiva si se reconoce que esta nove- al analizarlos, traducirlos y apropiarse de ellos, inclu-
la se apega a los parámetros novelísticos actuales, o a la so cuando detestan la realidad política del trasfondo.
Para la crítica hispanoamericana, asidua de nove- positiva para Babelia Carlos Pardo concluye que Luiselli
las, Desierto sonoro aporta poco; pero para la anglófona “se ha obsesionado con mostrar el artificio de los ma-
es luminosa y llena de novedad, porque desconoce la teriales que lo nutren. No era necesario”, y se puede
tradición “nativa”, y porque al no poner el libro en concluir lo mismo respecto a la ética forzada de qué
el contexto de su propia tradición –junto, digamos, y cómo documentar.
a Los emigrados de Sebald, o al McCarthy perdido en Por otro lado las imprecisiones de la traducción,
un audiolibro que escucha la familia, que curiosa- debida a Daniel Saldaña París y la autora, sugieren
mente no se mencionan al final de la novela en las, que la novela en verdad fue escrita primero en espa-
superficialmente anotadas, Obras Citadas– la denun- ñol, traducida al inglés y después retraducida. En
cia autobiográfica les calma la conciencia. James Desierto sonoro puede leerse “Jesús pinche cristo”, neo-
Wood –reseñador positivo de Luiselli, lector entu- logismo benévolo mexicanizado para la exclamación
siasta de Sebald, Bolaño y Zambra (en 2013 este defi- Jesus Fucking Christ (no apta para niños); madafakas (el
nió contundentemente la diferencia entre cuaderno, “modefoca” del latino neoyorquino que aspira la ese)
LIBRO archivo y libro)– sostiene en Los mecanismos de la ficción atenúa el agresivo motherfuckers; un exitoso juego lin-
LIBROS
DEL MES que una novela falla no cuando sus personajes no güístico en inglés sobre los “infrachones” de la hija y
son vívidos o suficientemente profundos, sino cuan- unas hormigas pierde a lectores no mexicanos; etcé-
do, “al enseñarnos cómo adaptarnos a sus conven- tera. La traducción más exitosa resulta ser la del títu-
ciones, no logra controlar alguna apetencia específica lo, porque los sonidos son protagonistas, algo que se
por sus propios personajes, por su propio nivel de pierde en el “original” Lost children archive.
68 realidad”. Ya son décadas en que algunos críticos sostienen
Es obvio que al reseñar el original en inglés de que los autores latinoamericanos radicados en “El
Desierto sonoro para The New Yorker Wood no pensó Imperio” escriben novelas para el mismo. Aunque
en sus preceptos: al tiempo que se muestra objetivo Luiselli se ajuste a esa tendencia, Desierto sonoro es muy
y justo cuando observa que el radicalismo formal es superior a las novelas del montón, o a las abundantes
LETRAS LIBRES inevitable para la búsqueda de su propio realismo, obras estrictamente reivindicativas de la santa trini-
ENERO 2020 y que la novela es apasionante y sorpresiva, también dad de género (sexual), raza y nación. En ese contexto
admite que “hay demasiada habladuría sobre archi- valdría preguntar cuál sería la acogida si autoras como
vos, inventarios, ecos y fantasmas”, para concluir que Rita Indiana, Ariana Harwicz o María Gainza hubie-
los niños en verdad no pueden contar la historia de los ran publicado sus novelas primero en inglés.
menos privilegiados, solo hacer una actuación, lo que Lo que Desierto sonoro monetiza a pesar de sí es el
convierte al libro en un producto sintomático de la “amor líquido” de Zygmunt Bauman, aquel miedo
generación letraherida. Otro reseñador menos asom- a establecer relaciones perdurables, observándolas
brado por la susceptibilidad de la autora –Sam Sacks desde “espacios seguros” políticamente correctos. No
de The Wall Street Journal– reconoce el carácter cere- importa qué textura les dé Luiselli o cómo se divor-
bral y la intención noble del original en inglés, pero cie de ellas, sus historias no silencian otras verdades,
previene que su acercamiento libresco se acopla de y por eso su novela tiene la fuerza de una reivindica-
manera incómoda a la crisis representada, cuando ción, no la de una verdad. ~
convierte el tema de los niños perdidos y separa-
dos en un artefacto literario: “La táctica no fun- WILFRIDO H. CORRAL es crítico literario. Iberoamericana
ciona por completo [...] nunca logra pasar de lo Vervuert publicó el año pasado Discípulos y
abstracto a lo real.” De manera similar, en su reseña maestros 2.0. Novela hispanoamericana hoy.

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