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Educación y formación de capital humano en Colombia

 
octubre 21, 2020

Avances del sistema educativo y formativo en Colombia: acceso y cobertura

La acumulación de habilidades y conocimiento está ligada a una mejor distribución del ingreso y a
un mayor crecimiento económico. La evidencia internacional indica que la calidad de la educación
y la pertinencia de las habilidades de la fuerza laboral son importantes determinantes de la
capacidad de una economía para crecer, innovar y aumentar la productividad y los ingresos de la
población (Hanushek, 2012).

Colombia ha hecho grandes avances en términos de acceso, cobertura y escolaridad de la población


en las últimas décadas, si bien persisten amplias brechas regionales y socioeconómicas. Los
mayores incrementos en cobertura se registran en los niveles de secundaria y media, cuyas tasas
netas pasaron de 57 % a 79 % y de 29 % a 45 % entre 2002 y 2019 (Gráfico 1), si bien existe una
alta heterogeneidad en acceso y cobertura educativa en todos los niveles educativos a nivel regional.
Por su parte, la cobertura en primaria, secundaria y media se encuentra rezagada con respecto al
promedio de las economías que pertenecen a la OCDE en 15 pp, 18 pp y 39 pp.
La cobertura en educación superior también ha aumentado de manera considerable, si bien en 2017
y 2018 se observó una desaceleración en el ritmo de crecimiento observado en años anteriores.
Entre 2008 y 2018 la tasa de cobertura pasó de 34,1 % a 52,8 %, con incrementos tanto en la
matrícula universitaria como en el nivel técnico y tecnológico. Sin embargo, en 2018 se registraron
cerca 13 mil matriculados menos con respecto a 2017, lo que se explica, principalmente, por la
disminución de 4 % en la matrícula en el nivel tecnológico.

Pese a estos avances, la deserción educativa aún es prevalente en el país, lo representa altos costos
de eficiencia y equidad. En el caso de la educación básica y media, los datos más recientes de
Mineducación indican que tan solo 44 de cada 100 estudiantes que ingresan a grado primero logran
terminar la educación media y culminar el grado undécimo (Gráfica 2). Por su parte, en el caso de la
educación superior la tasa de deserción cohorte en la educación técnica profesional, tecnológica y
universitaria en 2016 es de 52,29% %, 53,52% y 45,09 %, respectivamente.

Otro componente importante de la oferta educativa y formativa posmedia en el país es la educación


para el trabajo y desarrollo humano (ETDH). Según el Ministerio de Educación (Mineducación) la
matrícula en esta modalidad entre 2010 y 2019 pasó de 215.442 a 531.074. Sin embargo, de las
3.936 instituciones de ETDH (IETDH) y los 19.779 programas ofrecidos, solo el 8 % y el 9 %
cuentan con certificado de calidad vigente, respectivamente.

Calidad y pertinencia: desafíos pendientes

Los avances en cobertura y escolaridad no son suficientes para que la educación sea un
determinante de la productividad. Para que esto ocurra, se requiere que los sistemas educativos
garanticen que la oferta en todos los niveles de formación sea pertinente y de calidad (CPC, 2019)
y, en estas áreas, Colombia aún enfrenta grandes desafíos.

Los resultados de las pruebas PISA 2018 revelan que el puntaje promedio del país disminuyó
respecto al obtenido en 2015 —si bien mantenido la tendencia positiva de largo plazo— y sigue
teniendo un bajo desempeño relativo al promedio de la OCDE. La mayor brecha en relación se
registra en matemáticas (101 puntos), seguida de ciencias (86 puntos) y lectura (80 puntos). Estos
resultados implican que, en promedio, un estudiante de 15 años en Colombia cuenta con 3,4, 2,7 y
2,6 años de escolaridad menos en cada una de estas áreas respecto al estudiante promedio de la
OCDE.

La falta de pertinencia de la educación se expresa en el descalce que existe entre el stock de


habilidades de la fuerza laboral y aquellas requeridas por el sector productivo (CPC, 2020). En
primer lugar, el aumento en la cobertura educativa de las últimas décadas se refleja a su vez en un
mayor nivel de escolaridad de la fuerza laboral. Al comparar la distribución de la población
ocupada en Colombia por nivel educativo con el estándar internacional se observa que el porcentaje
de personas con algún tipo de educación posmedia es 16,3 pp menor que el promedio de los países
de la OCDE (Gráfica 3).

Así mismo, según la encuesta Manpowergroup Talent Shortage 2019 el 54 % de los empleadores en
Colombia reportan dificultades para llenar sus vacantes, y la tendencia observada en los últimos
años indica que esta dificultad ha sido alta y persistente (Gráfica 3). Los bajos niveles de
escolaridad, así como las deficiencias en calidad y pertinencia de la oferta educativa y formativa,
hacen parte de las razones detrás de la baja productividad laboral en el país.

Impacto de la pandemia en el sistema educativo

De acuerdo con el Banco Mundial (2020), PNUD y UNICEF (2020) el cierre de instituciones
educativas ha generado interrupciones en el aprendizaje, aumento de las inequidades educativas,
deterioros en el bienestar emocional y la salud mental de los estudiantes, incremento en el riesgo de
sufrir maltrato intrafamiliar y del trabajo infantil, así como posibles reducciones en los incentivos
para continuar el proceso educativo.

En el caso de Colombia, el cierre de colegios privados y oficiales decretado por el Gobierno llevó a
que cerca de 10 millones de niños, niñas y adolescentes transitara aceleradamente hacia esquemas
de aprendizaje a distancia.

Esta prolongada interrupción en los procesos de aprendizaje puede profundizar las inequidades
educativas en el país, debido a las heterogeneidades regionales en de infraestructura educativa y
conectividad a internet, la falta de entrenamiento de los docentes en el uso de tecnologías de la
información y el limitado acceso a software y hardware necesario para que los niños, niñas y
jóvenes de bajos recursos puedan acceder a la educación por métodos virtuales.

Las pérdidas asociadas a la interrupción de los procesos de aprendizaje se reflejan tanto en


acumulación de capital humano como en la capacidad futura de los estudiantes para generar de
ingresos. En primer lugar, que las pérdidas en términos de aprendizaje asociados a un cierre de siete
meses de los centros educativos equivalen a 0,9 años de educación en América Latina (Azevedo et
al., 2020). Por su parte, cálculos de Brookings (2020) indican que, debido a las pérdidas de
aprendizaje por el cierre de establecimientos educativos, la reducción de los ingresos de los
estudiantes activos será de US $ 10 billones durante su vida laboral. Esto equivale a 10 % del PIB
global o al doble del gasto público mundial anual en educación primaria y secundaria.

Cómo avanzar hacia la solución de los desafíos estructurales del sistema educativo y
formativo

Dado los efectos sobre el bienestar de niños, niñas y jóvenes y los costos económicos asociados a la
interrupción de los procesos de aprendizaje, y mitigar los impactos que ha tenido sobre el
desempeño de la fuerza laboral femenina, es fundamental que la reapertura de los centros
educativos en condiciones seguras para la salud de estudiantes y profesores sea una política pública
prioritaria en el contexto de la pandemia. Así mismo, se requiere implementar esquemas de
remediación, compensación y evaluación de las posibles pérdidas de aprendizaje que ha significado
el cierre de centros educativos por la crisis del COVID-19, así como desarrollar una estrategia
integral para atender a los jóvenes en riesgo de deserción en la educación básica y media y superior
(CPC, 2020).

Adicionalmente, PNUD y UNICEF lanzaron recientemente un documento de política en el realiza


una serie de recomendaciones de corto y largo plazo para mitigar los impactos del COVID en el
sistema educativo (García, 2020). Además de la apertura de centros educativos, el documento
recomienda mantener rol protector de la escuela, particularmente para los más vulnerables (ej.
dando continuidad al Programa de Alimentación Escolar (PAE), brindando servicios de detección y
prevención del maltrato infantil, y desarrollando programas de promoción y prevención en salud);
asegurar el bienestar emocional de la comunidad educativa (orientando a padres de familia para que
puedan acompañar procesos de aprendizaje de los niños, niñas y adolescentes, y brindando a los
centros educativos para que incorporen en su currículo el desarrollo de competencias y habilidades
socioemocionales); y manejar la emergencia con visión de largo plazo (realizando las acciones e
inversiones necesarias para cerrar la brecha digital –infraestructura de internet y disponibilidad de
dispositivos electrónicos—, consolidar modelo educativo centrado en el aprendizaje, y
consolidando un cuerpo docente de alta calidad).

Por otro lado, para superar los problemas estructurales del sector educativo en Colombia en
términos de cobertura, calidad y pertinencia se recomienda avanzar hacia la universalización de la
educación preescolar integral y en la implementación de la jornada única en la educación básica y
media, así como replantear el sistema de financiamiento y sostenibilidad de la educación superior
pública a partir de un modelo que no solo garantice la suficiencia de recursos a las Instituciones de
Educación Superior Públicas sino que tenga en cuenta criterios tanto de calidad y pertinencia.

Para aumentar la calidad de la oferta educativa se requiere fortalecer los mecanismos de evaluación
docente para que sus resultados sean insumo en el mejoramiento continuo de su desempeño en aula,
fortalecer la institucionalidad alrededor de las políticas de gestión docente y de los directivos
docentes para que promueva la coordinación de políticas y actores, así como avanzar hacia la
elaboración de un currículo nacional en los niveles de básica y media, creando incentivas para su
adopción por parte de los establecimientos educativos.

Por último, con el fin de mejorar la pertinencia de la oferta educativa y formativa se recomienda
fomentar la apropiación y uso del Marco Nacional de Cualificaciones y demás componentes del
Sistema Nacional de Cualificaciones, así como expandir la oferta de programas educativos en la
modalidad de educación y formación dual.

Elaborado por Johanna Ramos, Investigadora Asociada del Consejo Privado de Competitividad, con
base en el capítulo Sistema tributario del Informe Nacional de Competitividad 2019-2020 y 2020-
2021 (próximo a publicarse).

Octubre de 2020

Referencias

 Azevedo, J.P., Hasan, A., Goldemberg, D., Iqbal, S.A., & Geven, K. (2020). Simulating the
Potential Impacts of COVID-19 School Closures on Schooling and Learning Outcomes.
Policy Research Working Paper, 9285. Banco Mundial.
 Banco Mundial. (2020). COVID-19: Impacto en la educación y respuestas de política
pública. Washington D.C.: Grupo Banco Mundial.
 Consejo Privado de Competitividad. (2019). Informe Nacional de Competitividad 2019-
2020. Bogotá: CPC.
 Consejo Privado de Competitividad. (2020 – pendiente publicación). Informe Nacional de
Competitividad 2020-2021. Bogotá: CPC.
 García, Sandra. (2020). COVID-19 y educación primaria y secundaria: repercusiones de la
crisis e implicaciones de política pública para América Latina y el Caribe. PNUD LAC C19
PDS No. 20. PNUD y UNICEF.
 Hanushek, & A., E. (2012). Education Quality and Economic Growth. En Miniter, & B.
(E), The 4 solution. Unleashing the economic growth that America needs. (págs. 226-239).
Estados Unidos: Crown Business.
 OCDE. (2012). Revisión de políticas nacionales de educación: la educación superior en
Colombia. París: OCDE.

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