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UN PEDACITO DE HISTORIA

Alexander von Humboldt en Cuba


Shirley Piloto Laborí

En un trabajo anterior, publicado en esta Sección con el título de La Cátedra Alexander und
Wilhelm von Humboldt, que se dedicó a dar cuenta de la misión y visión de esa institución, se
informó, entre otras cosas, la razón por la cual ésta lleva el nombre de los ilustres hermanos
que pasaron a la historia por el alcance y trascendencia de los conocimientos aportados por
ambos a las ciencias naturales y sociales.

La referencias obtenidas en el mencionado trabajo sobre el caso particular del naturalista y


explorador Alexander von Humboldt (1769-1859), cuyo quehacer se convirtió en factor fun-
damental en el conocimiento de las leyes que rigen en la naturaleza, sirvieron de motivación
para confeccionar este escrito, destinado a brindar información con cierto grado de detalle
sobre su ejecutoria en Cuba. Los datos que a continuación se brindarán, bien pudieran servir
para justificar la sospecha de que para el establecimiento de las teorías científicas del sabio
fue determinante su estancia en suelo cubano, por cuanto en ese lapso pudo interactuar con
la diversidad y la riqueza natural del país. En este sentido procede asimismo tener en cuenta
a algunos de sus colaboradores, integrantes de la élite intelectual cubana, quienes influyeron
también de modo favorable en sus logros.

Alexander von Humboldt

A finales del siglo XVIII Humboldt abrigó el propósito de investigar y descubrir la naturaleza
con sus propios ojos. A ese efecto concibió hacer un extenso viaje al continente americano,
el cual realizó junto con su colega francés Aimé Bonpland (1733-1858).
En 1799 el Rey de España Carlos IV (1748-1819) los autorizó a emprender un viaje a las in-
mensas posesiones de la América Española, hecho que les posibilitó hacer innumerables ob-
servaciones útiles a la historia natural y a la física de todo el mundo. De ahí el reconoci-
miento que con justicia se le dispensa desde entonces al científico alemán en todas las lati-
tudes por sus aportes al conocimiento universal de las ciencias. Particularmente su notable
contribución al desarrollo de las ciencias naturales en Cuba, lo hicieron acreedor a que se
llegara a consagrar como el segundo descubridor de la mayor isla de las Antillas. Se sostiene,
inclusive, que gracias Humboldt, la Geografía se convirtió en “una ciencia con carácter pro-
pio”. Prueba fehaciente de ello es la famosa sentencia del célebre geógrafo cubano Salvador
Massip Valdés (1891-1978), en cuanto a que “La Geografía era una antes de Humboldt y fue
otra después de Humboldt”.

La expedición humboldtiana zarpó hacia La Habana el 24 de noviembre de 1800, después de


haber permanecido durante 16 meses en Venezuela. Vale apuntar que el 11 de julio de ese
año había nacido en la misma ciudad el filósofo y pedagogo José de la Luz y Caballero (1800-
1862), considerado maestro por excelencia y un formador de conciencias que engrandeció el
sentido de la nacionalidad cubana. Este intelectual cubano conoció a Humboldt durante una
estancia que tuvo muchos años más tarde en Europa. Es a él a quien justamente se le debe
el epíteto antes apuntado, que consagra al sabio alemán como el “segundo descubridor de la
isla de Cuba”.

El 19 de diciembre de 1800 llegó la expedición a La Habana. Se alojó en la casa de la familia


Cuesta y situó sus colecciones e instrumentos de trabajo en el Palacio del Conde O'Reilly, ya
que su azotea favorecía las observaciones astronómicas.

Una vez que pisó suelo cubano, Humboldt emprendió un camino de exploración que comen-
zó en La Habana el 29 de diciembre de 1800. El 6 de marzo de 1801 salió en dirección al Sur-
gidero de Batabanó, donde desembarcó para recorrer la costa sur; divisó la Isla de Pinos y los
callos de los Jardines y Jardinillos; siguió a la bahía de Jagua y, luego de ocho días de navega-
ción, llegó al río Guaurabo.

El 14 de marzo arribó la expedición a Trinidad, donde permaneció hasta el día siguiente en la


noche, cuando embarcó de nuevo rumbo a Cartagena de Indias.

En su segundo viaje a La Habana, que temporalmente abarcó desde el 14 de marzo hasta el


29 de abril de 1804, completó sus informes y trabajos de investigación. Durante su estancia
en la capital, fue atendido por figuras cubanas del prestigio del abogado y economista Fran-
cisco de Arango Parreño (1765-1837), a quien el propio Humboldt calificó como “uno de los
hombres de más ilustración y más profundamente instruidos de su patria”. Otro colaborador
cubano de Humboldt en su segundo viaje fue el religioso de la Orden de los Dominicos fray
Juan González (1745-1805), quien lo acompañó a la hacienda Río Blanco del Conde de Jaruco
y Mopox, y más tarde en la primera de sus excursiones. Por otra parte, el Asesor General del
gobierno colonial y Director de la Real Sociedad Patriótica de La Habana en aquel entonces,
José Ilincheta (1754-1829), estuvo siempre a su lado.

Los estudios de Humboldt en Cuba tuvieron una repercusión muy favorable para el desarro-
llo socioeconómico y cultural de todos los lugares donde dejó su huella, con independencia
de su significación en cuanto a la dinamización de sitios históricos, la difusión de los valores
patrimoniales e, inclusive, en cuanto a la posibilidad de extender su contenido y beneficio a
otros lugares del país.

Los resultados de las investigaciones que realizó durante sus dos viajes a Cuba, quedaron
plasmados en una obra de su autoría que tituló Ensayo político sobre la isla de Cuba. En esa
obra, una de las más influyentes en la historiografía cubana, Humboldt dibujó con precisión y
rigor la geografía, al punto de que fue capaz de establecer que la población cubana ascendía
entonces a unos 715 000 habitantes, además de su gran aporte respecto a la representación
del territorio nacional en un mapa, en el que además fijó con exactitud la posición de La
Habana.

Sus investigaciones sobre Cuba ampliaron no sólo los conocimientos de la Geografía, sino
también los de las comunicaciones, la flora, la fauna, la topografía, el clima, los suelos, el
cultivo de caña y la fabricación de azúcar. Pero hay más, pues en el texto de este libro clásico
para la historia de América se pone también de manifiesto la condición del autor de enemigo
de la esclavitud y de defensor de los derechos humanos. De ahí que se puede afirmar que su
contenido abarca en toda su extensión la realidad social, económica y política del país en los
años finales del siglo XVIII y los primeros del XIX.
Como se advirtió al principio, el presente escrito, contiene un primer nivel de detalle acerca
de la huella dejada por el científico teutón Alexander von Humboldt en el territorio cubano.
La decisión de su confección estuvo condicionada por el propósito de diseminar información
sobre tan interesante tema, que pudiera incluso ser de utilidad para estimular y emprender
estudios al respecto con un mayor nivel de profundidad.

Y si en esta motivación se ven involucrados mis condiscípulos de la Cátedra Humboldt, estará


bien justificada mi determinación de haber puesto a su disposición este texto que les brinda,
acerca de la influencia de la cultura alemana sobre la cubana, un pedacito de historia.

BIBLIOGRAFÍA

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ría e Imprenta “La Moderna Poesía”.

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DATOS DE LA AUTORA

Shirley Piloto Laborí

Graduada en La Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona como Licenciada


en Educación. Es profesora de Inglés. Labora en la Empresa de Proyectos e Investigaciones
de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) como especialista Comercial. En la actualidad
cursa el nivel A1.2 en la Cátedra Alexander und Wilhelm von Humboldt de la Universidad de
La Habana.

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