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En un primero momento una noticia nos impacta, pues esta nos pone de cara a una realidad que

resulta difícil de aceptar, una ley natural de la cual somos incapaces de escapar, sí, la muerte. Esa
promesa que parece tan lejana para nosotros los jóvenes de que hoy somos, pero que en algún
momento no seremos, nos lleva a preguntarnos como lo dice el mismo Dostoievski “¿Qué has
hecho con tus años? ¿Dónde has sepultado los mejores días de tu vida? ¿Has vivido o no?”

Es claro que la literatura nos sirve para entendernos a nosotros mismos, para hacer las preguntas
que de otro modo seríamos capaces de hacernos y para, en pocas palabras, ayudarnos en un proceso
tan inagotable como lo es el de forjar nuestra verdad propia; pero en ese sentido ¿Leer sobre la
muerte, intentar comprenderla y reflexionarla podrá mermar la angustia de la misma cuando
tengamos que enfrentarnos a ella? Puede que no, pero de algo no debe quedar dudar, y es que la
literatura nos puede llevar a entender el valor de la vida, a entender que el ser humano es el ser de
las posibilidades y que debemos vivir a la altura de las mismas.

Ahora bien, de las primeras páginas de esta lectura queda claro que es una novela compleja y que
no nos resultará fácil entender, pero aun así ya ha logrado suscitar en nosotros algunas cuestiones, y
saltan a la vista tres grandes problemáticas que debimos abordar ¿Quién es este hombre del
subsuelo? ¿Qué diferencia hay entre una conciencia refinada y una ordinaria? Y por último ¿Quién
es ese hombre de acción?

Al principio este personaje se nos presenta como un sujeto contradictorio, alguien que se muestra
como malvado, como un villano, pero que al final no lo es, que parece más una máscara que otra
cosa, y aquí no está demás parar y preguntarnos, ¿Acaso no somos así a veces? ¿Alguna vez no
habremos mostrado un lado nuestro, pero en el fondo pensar y querer actuar de otra forma? Y es
que precisamente es de esto de lo que se trata la lectura, de buscarnos en esas páginas, y es ahí
donde cobra sentido la frase de Marcel Proust “No lean mi obra, léanse en ella”

Pero ¿A qué se deben estas contradicciones? No parece algo adrede de este sujeto, sino algo que
maquina en su exterioridad y que en ese sentido se nos presenta como una sujeción a una mecánica
social que él mismo encuentra mediocre pero de la que le es imposible salir o escapar, y que el
hombre de acción no hace más que reproducir sin pensárselo. Entonces este hombre, el hombre del
subsuelo, es consciente de esto, consciente de la situación en la que se encuentra y que aun así no le
genera el más mínimo consuelo, además gracias a sus vacilaciones y dudas es incapaz de actuar, y
entonces es así como se nos muestra el hombre del subsuelo, el que piensa pero no actúa, el que se
guarda las cosas, el que duda, el que vacila y que al final pareciera que son esas mismas cosas las
que lo sumen en un lodazal que cada vez lo engulle más. Y en este punto salta a la vista una
separación que se ha propagado en esta sociedad entre el conocimiento teórico contemplativo y el
conocimiento práctico, donde al primero se le ha relegado mientras que al segundo se le ha
exaltado, tanto que incluso a la mujer que se le ha asociado a esos pensares teóricos también se la
menospreciado, y es algo que esta sociedad capitalista con su ritmo de vida no ha hecho más que
intensificar. Ahora, vale preguntarnos si estos dos personajes, el hombre del subsuelo y el hombre
de acción, podrían considerarse opuestos, pues al menos hasta ahora parecen tener actitudes
opuestas frente ciertas cuestiones, tal vez la más importante ese muro infranqueable, esas leyes de
naturales que poco le importa nuestra inconformidad con las mismas, y es que el hombre del
subsuelo es así, inconforme, no le basta con que sea un muro que no pueda romper, mientras que
para el hombre de acción le es suficiente para detenerse y deshacer lo andado.

Sin duda, la literatura nos lleva a debates y preguntas difíciles de responder, tanto así que esta
novela nos ha llevado incluso a preguntarnos el papel de la naturaleza en nuestro ser, a
cuestionarnos si la naturaleza y sus leyes juegan un rol de condición o de determinación en nuestra
vida, y tal vez sea la tergiversación de esto y el lugar que le damos a esta, la naturaleza, lo que nos
explique es sentimiento de superioridad que a veces el ser humano tiene frente a lo que lo rodea.

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