Está en la página 1de 6

Conferencia del Maestro

OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV


Nº 68 Del 21 de abril de 1941

SIMPLE CONVERSACIÓN
“UNA SALIDA DE SOL
EN AUR”

Antes de venir a asistir a la


salida de Sol, debéis poneros en
estado receptivo. Debéis, en primer
lugar, abrir de par en par vuestras
ventanas para que pueda entrar el aire y las ondas más sutiles de la
mañana. Debéis dejar de lado todas las preocupaciones, olvidaros de
vuestro marido, de vuestra mujer, de vuestros hijos, para poder
concentraros en el rey del mundo que va a aportaros todas las
bendiciones en todos los dominios. No sabemos apreciar a este rey.
Da energías a las piedras para ayudarlas en su evolución; también se
las da a las plantas, a los animales, a los hombres, e incluso a los
Ángeles y a los Arcángeles. Por la mañana, todas las plantas, todos los
pájaros, toda la naturaleza están ahí, receptivos, vibrantes; sólo el
hombre piensa en cualquier cosa. Piensa en cosas que no tienen
ninguna relación con el amor, con las cosas divinas. Tiene un
caparazón espeso. No trata de VER ni de SENTIR.

Os lo digo, hay que romper este caparazón. Debemos


prepararnos antes de venir, como para un acto sagrado. Debemos
olvidarnos de todos los pensamientos ordinarios, serenarnos,
desembarazarnos de todo lo que no es divino. Debemos
concentrarnos, meditar. Sólo después de haber visto salir el Sol nos
cargaremos de nuevo con nuestro fardo diario, si lo deseamos. Si
deseáis llevar este peso durante siglos, es asunto vuestro, pero no os
carguéis con él durante la salida de Sol.

Hay que conectarse con el Sol con amor, mediante el


pensamiento, y decirle:

1
¡Qué agradable eres para mí!
¡Cómo te amo, Sol mío!
Levántate como amor en mi alma,
como sabiduría en mi inteligencia,
como poder y libertad en mi espíritu,
como bondad en todas mis acciones,
y como salud en mi cuerpo físico.”

En el momento en que decimos esto, se produce algo mágico


dentro de nosotros.

Cuando veis el primer rayo del Sol naciente debéis estremeceros


de gozo. Todo depende de este gozo: las inspiraciones de la jornada,
lo éxitos, las iluminaciones. Todo depende del primer rayo.

Cuando este primer rayo llega a nosotros ya debemos estar


conectados con el Sol y sentir que nuestro Yo superior es una parte del
Sol, una de sus llamas. Aquí se encuentra un secreto que tenéis que
aprovechar: debéis uniros con la fuerza cósmica que viene del Sol.

Podemos extraer fuerzas del Sol libremente, porque el Yo


superior, que es una parcela del Sol, habita en él, y nosotros vivimos,
por tanto, en el Sol y nos bañamos en su luz, gracias a nuestro Yo
superior. Al hacer eso, creamos un círculo mágico entre nuestra
personalidad, que está en la Tierra, y nuestra individualidad, que está
en el Sol, y recibimos, de esta manera, fuerzas maravillosas. Pero, si
miramos la aurora como hace el hombre común, nos aprovecharemos
muy poco.

Para recibir las energías más sutiles que salen del Sol, debemos
extraerlas de él, y eso se realiza con esta IDENTIFICACIÓN de la
consciencia con el Yo superior que está en el Sol. Eso es lo que nos
dicen los grandes Maestros.

Nuestra consciencia todavía no ha entrado a vivir en el dominio


de la supra-consciencia. Está estancada aún en la sub-consciencia en
la mayoría de los hombres. Para que la consciencia evolucione, así
como la consciencia de sí, ambas deben entrar unos minutos cada día
2
en la supra-consciencia y sumergirse en ella. Entonces constataremos
que nuestro ser no está limitado al ser físico, sino que se prolonga
hasta el infinito. Sentiremos que habitamos en el Sol y que nuestro Yo
superior, que es Dios mismo, lo posee todo. Entonces nos sentiremos
unidos a Dios y toda la sabiduría divina se encontrará en nuestra
cabeza y todos los Ángeles y los Arcángeles estarán unidos a nosotros
para ayudarnos. Por eso hay que practicar sin cesar esta clase de
ejercicios, para aprender a vivir en este estado de consciencia elevado.

Conectados con el Sol, nos sentiremos ciudadanos del Cielo.


Hay momentos en los que estamos más o menos estrechamente
conectados con nuestro Yo superior. Cuando esta conexión es
poderosa, sentimos, de repente, lo que nunca habíamos sentido hasta
entonces, comprendemos lo que nunca habíamos comprendido, y
realizamos lo que nunca habíamos realizado. En efecto, cuando
contactamos con nuestro Yo superior en el Sol, como éste lo sabe
todo, puede revelarnos muchas cosas, por mediación de nuestra
consciencia, y permitirnos prever los acontecimientos. Es igualmente
el Yo superior el que puede transformar las cosas, alejarlas o
acercarlas de nosotros, y es a él a quien debemos recurrir para actuar
sobre los acontecimientos y los objetos.

Cristo decía que todo poder y autoridad le habían sido dados


sobre las cosas terrestres; pero, si esto era verdad para él, lo es
también para los hombres, puesto que les dijo esto: “Podréis hacer las
mismas obras que yo, e incluso más grandes.” Eso pueden entenderlo
los hombres sólo si comprenden que el Yo superior puede realizar
todas estas cosas. Pero únicamente pueden comprenderlo si hacen
ejercicios. Cristo hizo preceder esta promesa de la frase: “Si aplicáis
mi ley”, es decir, si avanzáis con el amor y la sabiduría, conectados
con Dios, y si queréis cumplir su voluntad. Si hacéis estas cosas,
llegará un momento en el que, sumergidos en la supra-consciencia,
sentiréis que vuestra consciencia está conectada con la de Dios.

Por eso, ver la salida de Sol es de una importancia capital. Todo


depende, sin embargo, de la manera de mirarlo, de la manera de
pensar.

3
Debemos conocer, en primer lugar, el valor de la aurora para
nuestra vida psíquica. Después, tenemos que perseverar, porque no
vamos a obtener grandes resultados de inmediato.

Nuestra consciencia no sabe, generalmente, elevarse hasta la


consciencia de si, ni subir hasta la supra-consciencia. Hay que
entrenarla, pues, para que pueda hacer esta ascensión. Al cabo de
algún tiempo de ejercicios, seréis irreconocibles y constataréis que ya
no sois como los demás; ya no vivís ni vaciláis como los demás. Os
sentís iluminados y libres. No escapáis a los sufrimientos, pero éstos
se han vuelto más sutiles, más agradables, porque os aportan
revelaciones y hacen evolucionar vuestra consciencia.

El sufrimiento, en efecto, tiene un dominio que no se limita al


plano físico, y existen, más allá del mundo físico, sufrimientos
agradables que los Iniciados buscan. Comprenderéis eso más tarde.
No queremos liberarnos de estos sufrimientos, porque son la garantía
de la evolución y la seguridad de la felicidad suprema y del
cumplimiento de la voluntad de Dios. Sin ellos no podríamos
evolucionar, ni tener parte alguna en la herencia de los Santos y de los
Maestros. El alma debe liberarse de los sufrimientos que tienen que
ver con la falta de comida, con los negocios, etc... Pero los grandes
Maestros sufren al ver que los discípulos no quieren aprovecharse de
la riqueza de sus enseñanzas. Conocen el dolor de una madre que
quiere salvar a su hijo, iluminarle, enriquecerle, y que constata que el
hijo no quiere aceptar lo que ella le da. Tales sufrimientos
engrandecen al ser.

Os indicaré un medio de discernir estos sufrimientos de los


sufrimientos ordinarios. Todos los sufrimientos que contraen la cara y
la afean son sufrimientos ordinarios. Creedme, destruyen la salud y el
equilibrio. Otros sufrimientos, al contrario, dan una expresión
profunda, agradable, y hasta quitan las arrugas de la piel. El estado de
consciencia de los hombres ordinarios hace, a veces, que éstos sean
tan feos como los animales. Eso es algo verídico, pero no
reflexionamos sobre ello. Si os observáis, constataréis que, ciertos
días, vuestra cara no está para que la vean, y no tenéis ninguna gana
de exhibiros. En cambio, sucede, a veces, que tenéis una cara tan
4
agradable, tan bonita, que da gusto mirarla, y buscáis entonces a
vuestros amigos para que la vean. En el primer caso buscabais la
oscuridad, y en el segundo la luz. Sucede lo mismo cuando estáis mal
vestidos: deseáis esconderos a todas las miradas; mientras que, cuando
tenéis vestidos nuevos, os exhibís. Lo mismo ocurre en el dominio
espiritual.

Cuando nos hemos preparado para asistir a la salida del Sol,


empezamos a rezar, a meditar, a cantar, a glorificar a Dios cuando
florece la aurora. Después, hacemos ejercicios respiratorios, y
tomamos finalmente un pequeño desayuno. Después de haber
empezado así, toda la jornada será perfecta. Nos sentiremos bien
dispuestos, reforzados, y tendremos una abundancia interior que nos
permitirá hacer regalos a todos nuestros amigos. De esta manera, la
vida se vuelve magnífica; vivimos como príncipes, como reyes, y nos
llevaremos al otro mundo tesoros con nosotros.

Por eso os pido que prestéis una gran atención a estas cosas y
que os preparéis bien antes de venir a la salida de Sol, para establecer
entre el Sol y vosotros esta conexión que os he explicado, para
penetrar dentro de él y querer ser claros, luminosos como él durante
toda la jornada.

Si, cada día, el discípulo pone estas ideas en su cabeza, no habrá


fuerza en la vida que pueda retenerle cautivo. Al contrario, una fuerza
lo levantará, lo elevara, y cambiará las condiciones de su existencia.
En efecto, la naturaleza ama a aquéllos que saben apreciarla; nunca
deja a sus hijos en unas condiciones en las que reinen la oscuridad y la
esclavitud. Con tales ideas cambiaremos nuestro destino. Para los
discípulos, habrá todos los bienes, las inspiraciones, las riquezas, los
amigos, si saben admirar, respetar y santificar todo lo que nuestra
madre Naturaleza nos da sin cesar cada día.

Pero los otros pasarán ante la Belleza de las cosas sin verla ni
comprenderla y seguirán en el mismo estado. TRABAJAD, pues, con
aplicación y BEBED cada día en la FUENTE INAGOTABLE del Sol.
Eso es Magia Blanca.

5
Os doy una fórmula para que la meditéis, la que Cristo decía:

“LO PUEDO TODO, CON MI PADRE CELESTIAL.”


De la misma manera, los discípulos dicen:
“CON CRISTO, LO PUEDO TODO.”

¿Por qué hay que pasar siempre por un intermediario para tener
poder? Planteaos la cuestión. Al buscar la respuesta, descubriréis que
nuestro Yo superior, que habita en el Sol, es el intermediario
indispensable para toda manifestación celestial y que, por
consiguiente, debemos reencontrarlo.

Las dos naturalezas del ser


humano: el Yo superior
(individualidad/naturaleza
divina) y el yo inferior
(personalidad/naturaleza
humana).

Trabajo del Centro


Fraternal AUR - Madrid

Centre
OMRAAM
Institut Solve et Coagula
Reus
www.omraam.es
Primer Centro
De difusión de la obra
Del Maestro OMRAAM
En lengua Española

También podría gustarte