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Inmortalidad y Mortalidad en La Temática Del Éros-Agapé
Inmortalidad y Mortalidad en La Temática Del Éros-Agapé
en la temática éros-agápe
Eros och Agape (1) de Anders Nygren inició en el tradicional, un deseo intenso que domina la vida de un
siglo pasado una discusión respecto al concepto de amor individuo pero no dirigido a una persona amada parti-
enlazado a dichos términos griegos, la cual llega hasta cular sino encauzado hacia lo bello, o, más precisa-
nuestros días. La misma ha girado principalmente al- mente, hacia lo bueno (13), y que determina, según
rededor de la generosidad y el desinterés como rasgos cuál sea su foco de orientación, distintos tipos de exis-
distintivos de la agápe neotestamentaria, y de los ar- tencias (14). El éros, entonces, no es privativo de los
gumentos a favor o en contra para también aplicar amantes puesto que todos estamos enamorados –erân–
estos atributos al éros de raigambre platónica. Algu- de lo bueno.
nos intérpretes se han ocupado de agregar razones a Se presentan luego las acciones –érga– propias de
favor de la oposición entre ambos tipos de amor (2); éros de acuerdo a su naturaleza. Estas son la búsqueda
otros, ya de encontrar gérmenes de la agápe cristiana de la felicidad en la posesión de lo bueno y, junto con
en el éros platónico (3), ya de procurar una ello, de la inmortalidad, en tanto lo que se desea es la
complementación de los dos (4). tenencia ininterrumpida de lo bueno
Proponemos aquí explorar esta cuestión desde un
ángulo menos transitado: el de la relación de cada tipo Y es la inmortalidad (athanasías) junto con lo bue-
de amor con la inmortalidad y la mortalidad. En este no lo que debe desearse, de acuerdo a lo ya acorda-
sentido, el éros de cuño platónico remitiría a un deseo do, si el amor (éros) es por la posesión permanente de
de los seres humanos y mortales de llegar a ser inmor- lo bueno. Pues bien, a partir de este argumento es
tales en imitación al éros ‘alado’ que conduce la vida necesario que el amor (tòn érota) sea también amor
celestial de los dioses. Diversamente, la agápe del Nue- por la inmortalidad (tês athanasías). (Bq. 206e-207a)
vo Testamento implica un deseo de mortalidad por
parte de lo divino en tanto el gesto máximo de amor Éros es, entonces, entre otras cosas, tal como se
del dios cristiano comprendería el ‘hacerse hombre’ a desprende de este pasaje, anhelo de inmortalidad.
través de Cristo y someterse con ello a la experiencia Ahora bien, la aseveración de que nuestra alma (15)
del devenir y la muerte, aunque sea, extrañamente, es ‘de hecho’ inmortal es, como sabemos, una de las
para darnos con ello también ‘la vida eterna’ (5). tesis más famosas e influyentes de la filosofía platónica
en la tradición cultural. El Fedón se ocupa precisa-
mente de ‘probar’ que el alma es inmortal en base a
Eros e inmortalidad en la filosofía platónica (6) cuatro argumentos: la psycké¢ es inmortal en tanto
El éros por la inmortalidad divina en el Banquete subsiste a la sucesión de contrarios como vida-muerte
El Banquete parte de la concepción habitual de (argumento de la ‘generación a partir de los contra-
Éros/ éros (7) entendido como la pasión amorosa expe- rios’, Fed. 69e-72d); ha preexistido además a la unión
rimentada por el amante hacia el amado en el estado con el cuerpo, puesto que posee un conocimiento –si
de enamoramiento, (8) particularmente el que se da bien imperfecto– innato de las Ideas (argumento de la
en el contexto de la relación homosexual. (9) El discur- ‘reminiscencia’, Fed. 72e-77a); es además, en la sim-
so de Sócrates/Diotima (Bq. 210a-212a) ofrece una ca- plicidad de su naturaleza, afín a las Ideas que son in-
racterización transformadora del éros desde la filoso- mutables e indestructibles (argumento de la ‘afinidad’,
fía, que supera incluso la de los saberes prestigiosos del Fed. 78b-80c); finalmente, es inmortal porque es lo
momento, representados en los cinco discursos prece- que otorga vida y, por lo tanto, siendo la vida un atri-
dentes (Bq. 178a-197e). buto esencial de la misma, no puede morir (Fed. 105b-
Allí, en primer término (10), se describe a éros como 107b). A esto debemos agregar el argumento de la in-
poseedor de una naturaleza ‘híbrida’ o ‘intermedia’ mortalidad del alma de Fedr. 245c-e –basado en que el
–metaxý¢– en tanto al mismo tiempo que carece de su alma, siendo principio de movimiento, es no-engen-
objeto –lo bello y lo bueno– está provisto de recursos drada e indestructible– y de la República 10.608d-611a
para procurárselo. Por ser metaxý no es sólo un ‘inter- según el cual el alma no puede ser destruida por su mal
medio’ sino, más aún, un daímon ‘intermediario’ que propio: la injusticia. Independientemente de los méri-
vincula el ámbito humano con lo bello, lo bueno, lo tos lógicos de estos argumentos, de acuerdo a ellos,
divino e inmortal, y que encuentra su máxima expre- dado que nosotros somos un compuesto de cuerpo y
sión en el anhelo del filósofo por la verdad (11). Se espe- alma y el componente nuestra ‘alma’ es inmortal, en-
cifica luego (12) que éros es, como en la concepción tonces, en este sentido, ya poseemos la inmortalidad.
Diversos autores han disentido con Nygren esgri- La esperanza de esta resurrección tiene sus funda-
miendo distintos argumentos con respecto a si no le mentos en la anticipación de la misma que se ha dado
corresponde también al éros platónico la generosidad ya primero a través de la resurrección de Jesucristo
como una de sus características (56). En lugar de abor- (61).
dar este aspecto de la cuestión, nos proponemos aquí Esta concepción de la inmortalidad es sin duda di-
concentrarnos en la diferente relación respecto a la ferente en muchos puntos a la inmortalidad similar a
mortalidad y a la inmortalidad que implica el éros pla- la de los dioses que reconstruimos de los textos plató-
tónico respecto a la agápe cristiana. Para ello, con base nicos. Aquella, como vimos, consiste en lograr en nues-
en textos provenientes de distintos libros del canon tra existencia actual, fundamentalmente a través de
neotestamentario (57), presentamos aquí brevemen- la conducción de una vida filosófica, una organización
te y de modo esquemático una afirmación central y armoniosa y estable de la energía erótica del alma,
conocida de la doctrina cristiana: la manifestación del para la cual podemos eventualmente adquirir como
amor de Dios a través de la entrega de su hijo Jesucris- soporte el cuerpo de un astro, y así sumarnos a la eje-
to, quien se hace hombre y enfrenta la experiencia de cución inteligente de los movimientos eternos del cos-
la muerte para luego resucitar y abrir al ser humano la mos, bajo la conducción del éros alado y divino por la
esperanza de la vida eterna. El objetivo es poner a la verdad.
vista cómo en este punto el éros, tal como aparece Podría decirse, sin embargo, que el éros platónico y
caracterizado en los textos de Platón, exhibe caracte- la agápe cristiana conllevan, mutatis mutandis, un plan-
rísticas diversas a las de la agápe cristiana. teo similar en relación con la inmortalidad en tanto
La preocupación por el acceso a la vida eterna –y la ésta pertenece en forma eminente a Dios y, en ambos
elusión de la condenación eterna (58)– es una temática casos, el ser humano puede acceder a ella a través de
cristiana que aparece claramente en el Nuevo Testa- su participación en el amor divino.
mento en tanto Jesucristo enfatiza en numerosos pa- Por otra parte, a la manera del éros platónico, metaxý
sajes a sus seguidores la promesa de la victoria defini- entre lo mortal y lo inmortal, y daímon intermediario
tiva sobre la muerte puesto que Él mismo es Dios y la entre el plano humano y el plano divino que nos da
vida eterna. Así leemos, por ejemplo (59): acceso a la inmortalidad, Cristo, quien es a su vez el
Hijo de Dios y el Hijo del Hombre, es también el me-
En verdad así os digo que el que escucha mi palabra diador entre los hombres y Dios (62).
y cree en el que me envió tiene vida eterna, y no va No obstante, existe una diferencia fundamental
a ser condenado sino que ha pasado de la muerte a la entre uno y otro. En el caso del éros platónico el acceso
vida. (Jn 5, 24) a la inmortalidad a través de la participación en el amor
divino implica que, como vimos, el hombre intente ya
Similarmente en 1 Jn 5, 20: en esta vida asemejarse lo más posible a los dioses (63)
que no son aquejados por las necesidades del sôma
Y sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha mortal. En cambio, en el caso de la agápe, el ser huma-
dado entendimiento para que conozcamos que al no accede a la inmortalidad gracias a que Dios, a tra-