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Inmortalidad-mortalidad

en la temática éros-agápe

MARÍA ANGÉLICA FIERRO

Eros och Agape (1) de Anders Nygren inició en el tradicional, un deseo intenso que domina la vida de un
siglo pasado una discusión respecto al concepto de amor individuo pero no dirigido a una persona amada parti-
enlazado a dichos términos griegos, la cual llega hasta cular sino encauzado hacia lo bello, o, más precisa-
nuestros días. La misma ha girado principalmente al- mente, hacia lo bueno (13), y que determina, según
rededor de la generosidad y el desinterés como rasgos cuál sea su foco de orientación, distintos tipos de exis-
distintivos de la agápe neotestamentaria, y de los ar- tencias (14). El éros, entonces, no es privativo de los
gumentos a favor o en contra para también aplicar amantes puesto que todos estamos enamorados –erân–
estos atributos al éros de raigambre platónica. Algu- de lo bueno.
nos intérpretes se han ocupado de agregar razones a Se presentan luego las acciones –érga– propias de
favor de la oposición entre ambos tipos de amor (2); éros de acuerdo a su naturaleza. Estas son la búsqueda
otros, ya de encontrar gérmenes de la agápe cristiana de la felicidad en la posesión de lo bueno y, junto con
en el éros platónico (3), ya de procurar una ello, de la inmortalidad, en tanto lo que se desea es la
complementación de los dos (4). tenencia ininterrumpida de lo bueno
Proponemos aquí explorar esta cuestión desde un
ángulo menos transitado: el de la relación de cada tipo Y es la inmortalidad (athanasías) junto con lo bue-
de amor con la inmortalidad y la mortalidad. En este no lo que debe desearse, de acuerdo a lo ya acorda-
sentido, el éros de cuño platónico remitiría a un deseo do, si el amor (éros) es por la posesión permanente de
de los seres humanos y mortales de llegar a ser inmor- lo bueno. Pues bien, a partir de este argumento es
tales en imitación al éros ‘alado’ que conduce la vida necesario que el amor (tòn érota) sea también amor
celestial de los dioses. Diversamente, la agápe del Nue- por la inmortalidad (tês athanasías). (Bq. 206e-207a)
vo Testamento implica un deseo de mortalidad por
parte de lo divino en tanto el gesto máximo de amor Éros es, entonces, entre otras cosas, tal como se
del dios cristiano comprendería el ‘hacerse hombre’ a desprende de este pasaje, anhelo de inmortalidad.
través de Cristo y someterse con ello a la experiencia Ahora bien, la aseveración de que nuestra alma (15)
del devenir y la muerte, aunque sea, extrañamente, es ‘de hecho’ inmortal es, como sabemos, una de las
para darnos con ello también ‘la vida eterna’ (5). tesis más famosas e influyentes de la filosofía platónica
en la tradición cultural. El Fedón se ocupa precisa-
mente de ‘probar’ que el alma es inmortal en base a
Eros e inmortalidad en la filosofía platónica (6) cuatro argumentos: la psycké¢ es inmortal en tanto
El éros por la inmortalidad divina en el Banquete subsiste a la sucesión de contrarios como vida-muerte
El Banquete parte de la concepción habitual de (argumento de la ‘generación a partir de los contra-
Éros/ éros (7) entendido como la pasión amorosa expe- rios’, Fed. 69e-72d); ha preexistido además a la unión
rimentada por el amante hacia el amado en el estado con el cuerpo, puesto que posee un conocimiento –si
de enamoramiento, (8) particularmente el que se da bien imperfecto– innato de las Ideas (argumento de la
en el contexto de la relación homosexual. (9) El discur- ‘reminiscencia’, Fed. 72e-77a); es además, en la sim-
so de Sócrates/Diotima (Bq. 210a-212a) ofrece una ca- plicidad de su naturaleza, afín a las Ideas que son in-
racterización transformadora del éros desde la filoso- mutables e indestructibles (argumento de la ‘afinidad’,
fía, que supera incluso la de los saberes prestigiosos del Fed. 78b-80c); finalmente, es inmortal porque es lo
momento, representados en los cinco discursos prece- que otorga vida y, por lo tanto, siendo la vida un atri-
dentes (Bq. 178a-197e). buto esencial de la misma, no puede morir (Fed. 105b-
Allí, en primer término (10), se describe a éros como 107b). A esto debemos agregar el argumento de la in-
poseedor de una naturaleza ‘híbrida’ o ‘intermedia’ mortalidad del alma de Fedr. 245c-e –basado en que el
–metaxý¢– en tanto al mismo tiempo que carece de su alma, siendo principio de movimiento, es no-engen-
objeto –lo bello y lo bueno– está provisto de recursos drada e indestructible– y de la República 10.608d-611a
para procurárselo. Por ser metaxý no es sólo un ‘inter- según el cual el alma no puede ser destruida por su mal
medio’ sino, más aún, un daímon ‘intermediario’ que propio: la injusticia. Independientemente de los méri-
vincula el ámbito humano con lo bello, lo bueno, lo tos lógicos de estos argumentos, de acuerdo a ellos,
divino e inmortal, y que encuentra su máxima expre- dado que nosotros somos un compuesto de cuerpo y
sión en el anhelo del filósofo por la verdad (11). Se espe- alma y el componente nuestra ‘alma’ es inmortal, en-
cifica luego (12) que éros es, como en la concepción tonces, en este sentido, ya poseemos la inmortalidad.

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Así, pues, cuál sería la razón de hablar en el Banquete cias; por último, la captación de la Belleza en sí– acce-
de un éros, de un deseo por la inmortalidad. de a una inmortalidad ‘vicaria’ más perfecta dado que
Para comprender esto debemos tener en cuenta, sus creaciones son de una calidad ontológica superior,
como he procurado mostrar más ampliamente en otros y su producción posee sustento en un conocimiento
trabajos (cf. Fierro 2001a), que existen para Platón fundado y estable. Leemos así en 212a:
distintos tipos de inmortalidad. La inmortalidad de-
seada no es el mero subsistir ininterrumpidamente -lo […] allí únicamente le será posible, al contemplar
cual ya estaría garantizado por ser nuestra alma de con aquello con que es visible lo bello, engendrar no
suyo inmortal- sino que se trata del ansia de ser inmor- imágenes de virtud (ouk eídola aretês), ya que no está
tal como los dioses (16) . Éros hace esto posible puesto en contacto con una imagen, sino virtudes verdade-
que es un daímon ‘intermedio’ e ‘intermediario’ – ras (alethê), por estar en contacto con la verdad.
metaxý¢– que conecta lo mortal con lo inmortal y lo
divino. Pero, además, debido a esta experiencia, le cabe
esperar que, tras la muerte, pueda acceder a una in-
Eros es algo intermedio entre lo mortal y lo inmor- mortalidad semi-divina y, con ello, al cumplimiento de
tal. […] Una gran divinidad (daímon). Pues todo lo su deseo.
demoníaco se encuentra entre lo divino y lo mortal
(tò daimónion metaxý esti theoû te kaì thnetoû). (Bq. Y al que ha procreado y alimentado una virtud ver-
202d) dadera le corresponde llegar a ser amigo de los dioses
(theophileî genésthai), y, si realmente es posible a
Sin embargo, por ser retoño de Póros –el Recurso– algún otro de entre los hombres, también a aquel
y Penía –la Carencia–, éros no es en realidad ni ‘inmor- llegar a ser inmortal. (Bq. 212a)
tal’ ni ‘mortal’ y sólo puede sustituir permanente su
objeto de deseo: Este planteo del Banquete no es en realidad ajeno al
Fedón. Allí en forma similar al Banquete, sólo las almas
Y Eros no es por naturaleza ni inmortal (athánatos) de los filósofos, quienes han dedicado su vida a purifi-
ni mortal (thnetós) sino que a veces en el mismo día carse a través de la filosofía –es decir del desarrollo del
florece y vive), cuando se procura abundancia, a eãrwj por la verdad–, al morir, parten junto a ‘lo divi-
veces muere, y nuevamente renace debido al carác- no, inmortal y sabio’ (Fed. 81a; cf. también Fed. 82b-c
ter del padre. Y lo conseguido siempre se le escu- y 63b). En cambio, las almas que presentan diversos
rre… (Bq. 203c-d) grados de injusticia están condenadas meramente a
subsistir y, por permanecer entremezcladas con el ele-
Por ello, el deseo por la inmortalidad como la de los mento somático, vagabundean sin rumbo en su exis-
dioses sólo es posible satisfacerlo, al menos en nuestra tencia incorpórea con formas fantasmagóricas hasta
existencia actual, de forma limitada a través de la pro- reencarnar nuevamente de acuerdo a sus méritos (Cf.
ducción en la belleza de un ‘otro’ gracias al cual nos Fed. 81b-82b).
perpetuamos. La condición inmortal divina implica, Nos queda ahora ver en qué consistiría más preci-
en cambio, identidad consigo mismo así como, en el samente esta inmortalidad del alma como la de los
caso de los dioses, posesión de la sabiduría y la felici- dioses que, junto con lo bueno y lo bello, según el Ban-
dad (17). Leemos en así en Bq. 208a-b: quete, todos anhelamos (erân) pero a la que sólo los
filósofos se aproximan.
Pues todo lo mortal (pa¤n to£ qnhto£n) se preserva
del siguiente modo: no por ser siempre lo mismo de La inmortalidad como la de los dioses en la
modo absoluto, como es el caso de lo divino, sino República: armonía psíquica estable y desarrollo
porque lo que se retira y envejece deja tras de sí a del deseo por la verdad
otro ser nuevo tal como él mismo era. Por este me- Aunque la República a primera vista no parece ocu-
dio lo mortal participa de la inmortalidad…Pues es parse centralmente de la inmortalidad, la tesis central
por la inmortalidad que este afán y amor (he spoudè de esta obra –el valor de la justicia por sí misma– cul-
kaì ho éros) acompaña a todos. mina, en cierta forma, en el libro 10 (18) en una
reelaboración sobre este tema con base en los desarro-
La inmortalidad ‘vicaria’ que nos es asequible tiene llos previos de la República, y de acuerdo a la líneas ya
dos formas fundamentales: la procreación ‘según el trazadas en el Banquete y retomadas más ampliamen-
cuerpo’, por la cual nos prolongamos a través de un te en el Fedro. Lo que intentaré mostrar aquí es que la
individuo de nuestra misma especie; una forma supe- inmortalidad de tipo divino anhelada por todos consis-
rior –la procreación ‘según el alma’–, por la cual, a te, de acuerdo a la República, en el logro de una condi-
través de producciones culturales y actos sobresalien- ción máximamente estable y armoniosa del alma con-
tes, perduramos en la memoria de nuestra comunidad solidada en el éros por la verdad.
(cf. Bq. 206b-209e). Como he desarrollado más ampliamente en otros
Sin embargo, el filósofo que es capaz de recorrer trabajos (cf. Fierro (en prensa a)), la teoría tripartita
toda la scala amoris –esto es, de reconocer la belleza del alma de la República –esto es, la división del alma
de los cuerpos; luego, la de los bellos hábitos y bellas en lo apetitivo, lo irascible y lo racional– puede enten-
normas de conducta; a continuación, la de las cien- derse, a la luz de la imagen hidráulica de Rep. 6.485d,

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como una ampliación de la teoría del éros del Banque- dependen para su manifestación del sôma – quedan
te. De acuerdo a esto, la psycké consistiría en un mon- ‘suspendidas’ y el alma se muestra entonces como
to de energía erótica organizada en dos corrientes de esencialmente sin partes. Sin embargo, la influencia
deseo fundamentales: la de los apetitos, incapaz de quelos aspectos irracionales han tenido en vida en re-
discriminar entre lo bueno y lo malo (19), y la de la lación con el desarrollo del deseo de la verdad y el gra-
razón, que se dirige a la verdad y lo realmente bueno do de justicia alcanzado permanece tras la muerte, y es
(20); los deseos de la parte irascible por la victoria y el precisamente esto lo que se representa en el mito esca-
honor pueden fortalecer, según su tipo de entrena- tológico con el que se cierra el telón de la República.
miento, a uno u otro canal (21). La justicia es la virtud De acuerdo a las especulaciones post-mortem que
deseable por sí debido a ser, primariamente (22), una se hacen al final de República 10 a través del mito de
constitución armónica de las corrientes eróticas del Er (Rep. 10.614b-621d), las almas, al separarse del sôma
alma en la cual la razón, gracias a su conocimiento de son premiadas o castigadas de distintos modos según
lo bueno (23) y adecuada estructuración de las otras el grado de justicia de su vida encarnada (31) –es decir,
dos partes, garantiza la satisfacción adecuada de los del grado y solidez de armonía psíquica alcanzada– y
deseos propios de cada aspecto del alma y hace por eso la mayoría de ellas, incluso al elegir su nueva vida para
al individuo justo feliz (24). reencarnar, siguen siendo afectadas por los hábitos
Ahora bien, la conducción del éros por la verdad de adquiridos en su existencia anterior (32):
la parte racional en el alma justa debe sustentarse como
mínimo en creencias verdaderas adquiridas en la in- Por cierto decía [Er] que esta era una visión digna de
fancia (25). Pero, además, a través estudios matemá- ser vista el cómo cada alma elegía su vida. Pues el
tico-dialécticos, el deseo por la sabiduría puede alcan- verlo era al mismo tiempo penoso, risible y asom-
zar su desarrollo máximo, con lo cual la constitución broso dado que la mayoría elegía de acuerdo a los
psíquica justa adquiere una estabilidad más sólida (26) hábitos de su existencia anterior. (Rep. 620a)
que es prácticamente imposible perder. Este último
es el caso de los filósofos. En el caso de los filósofos, quienes han logrado una
En el libro 10 de la República se retoma el análisis estructura armónica del alma máximamente estable
del alma así como de su justicia o injusticia, pero aho- y una vida conducida por el amor a la sabiduría, afian-
ra, a la luz de la eternidad (27) y considerándola, aun- zan aún más esta condición al liberarse de las solicitu-
que con argumentos distintos a los del Fedón y el Fedro, des del cuerpo mortal y acceder a “las regiones celes-
como siendo de hecho inmortal (28). tiales” (33). Incluso, en caso de volver a reencarnar,
Dado que esta investigación del alma en tanto in- tampoco pierden este estado psíquico ya que elegirán
mortal implica dejar de comprenderla como algo com- por seguro una vida filosófica en la que conservarán
puesto de partes (29), la misma pareciera, en princi- esa disposición del alma, lo cual les garantiza a su vez
pio, dejar de lado las consideraciones sobre el carácter que, cuando mueran, adquieran de nuevo el mejor
tripartito del alma que se hicieran en los libros anterio- tipo de existencia desencarnada (34).
res. Sin embargo, esto no es exactamente así. Lo que Podemos decir entonces que la inmortalidad simi-
se hace más bien es examinarla a la luz de su amor por lar a la de los dioses que todos anhelamos consistiría en
la sabiduría (30). Leemos así: la República en la adquisición de esta estructura psí-
quica armoniosa –justa y feliz– de modo continuo, tan-
Pero es necesario dirigir la vista hacia allí […], a su to si existimos con o sin un sôma mortal.
amor a la sabiduría, esto es, hay que observar con Así, si bien todas las almas son inmortales, la in-
qué cosas se pone en contacto y por cuáles compa- mortalidad como la de los dioses es algo que cada uno
ñías se apasiona, en tanto es por su origen afín a lo se debe ganar (35). Esta es, entonces, la inmortalidad
divino, inmortal y que siempre es. […] Y entonces que, según el Banquete, todos deseamos. Pero sólo quie-
alguien vería su verdadera naturaleza, si es multifor- nes se dedican a la filosofía tienen pleno acceso a ella.
me o uniforme, en qué consiste y cómo es. (Rep.
10.611d-612a) La inmortalidad como la de los dioses en el Fedro:
alma,? sôma y ókhema
Para este análisis teorético del alma a la luz de su La República sugiere que la justicia humana –es
deseo por la verdad es necesario dejar de considerarla decir, el mayor o menor grado de bienestar psíquico
en tanto unida al sôma y la irracionalidad que este alcanzado y, según nuestra lectura, de inmortalidad
conlleva: de tipo divino al que accedemos– se inserta en el mar-
co más amplio de la justicia cósmica que responde a un
Pero para saber cómo es en verdad el alma, es nece- ordenamiento matemático (36). El Fedro da una idea
sario observarla no ultrajada por la unión con el cuer- más completa sobre este punto, integrando, a su vez,
po y otros males, como la vemos ahora, sino mirar los desarrollos del Banquete y la República.
cual es su condición en estado puro, tal como sólo Las almas divinas y humanas comparten el mismo
puede ser examinada de modo suficiente por medio ‘material’ psíquico (37) y tienen una organización
de la razón. (Rep. 10.611b-c) isomorfa, puesto que, tanto las unas como las otras,
poseen tres partes según la imagen del carro alado: la
Es al examinarla dejando de lado al sôma, que las parte racional, simbolizada por el auriga, y dos partes
consideraciones respecto a las partes irracionales –que irracionales, representadas por los caballos (38). Ofre-

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cen, sin embargo, diferencias estructurales relaciona- da en vida y que podemos especular, si aceptamos una
das, según nuestra interpretación (39) en la que determinada explicación del universo, se prolonga y
extrapolamos ciertos conceptos del Timeo (40), con si consolida después de nuestra muerte (47).
en algún estadio el vehículo –ókhema– del alma es un Cabe señalar que esta inmortalidad se logra prime-
cuerpo corruptible (sôma) o no. Si el material psíquico ro en cierta medida en este mundo (48) e implica que
es siempre trasladado en un ókhema que es un cuerpo el alma esté siempre unida a un cuerpo -ya sea corrup-
incorruptible –un astro–, como es el caso del alma de tible o incorruptible (49).
los dioses (41), entonces existe una estructura armo- El éros por una inmortalidad como la de los dioses
niosa y totalmente estable entre sus partes de la que representa entonces, en la filosofía platónica, el sueño
se origina un éros exclusivamente ‘alado’ –-esto es el del hombre de asemejarse a ellos, abandonando así la
deseo de la razón por la verdad– que produce movi- contingencia y la mortalidad.
mientos uniformes y completamente racionales -los
movimientos inteligentes de los astros según propor-
ciones matemáticas (42). Esta disposición psíquica de Agápe: amor, mortalidad e inmortalidad
los dioses-astros que presenta un equilibrio inquebran- en el Nuevo Testamento
table es en lo que consistiría la inmortalidad divina. Uno de los argumentos centrales de Nygren en su
En cambio, si, como ocurre con las almas humanas, obra Eros och Agape es que el cristianismo propone
el vehículo del alma –ókhema– es en algún momento una concepción radicalmente distinta del amor res-
un sôma o cuerpo mortal, entonces las partes pecto a la que se había forjado en la tradición griega, al
irracionales del alma, fundamentalmente la apetitiva punto de que en el Nuevo Testamento se expresa esta
representada en el caballo negro, tienden a desarro- ruptura a través de: a) la acuñación y utilización de un
llarse excesivamente y provocan desequilibrios. Si esto término especial para referirse a esta nueva forma de
ocurre, ‘pierde las plumas’ y se genera una corriente amor –agápe–; b) la ausencia del uso del término éros.
erótica ‘hacia abajo’ contraria a la del éros ‘alado’, por Asimismo, sostiene que bajo la influencia del gnosti-
la cual el alma se aferra a lo somático como objeto de cismo y el neoplatonismo se inicia en los autores
deseo. Leemos así en Fedr. 246b-c: patrísticos, particularmente en el Pseudo-Dionisio y
San Agustín (50), la tergiversación de la novedad del
Así pues [el alma], cuando es perfecta y alada, reco- mensaje neotestamentario al intentar conciliar y com-
rre las alturas (meteoropóreie) y administra el univer- binar el motivo griego del éros con el de la agápe. El
so (43); en cambio, la que pierde las plumas es arras- propósito fundamental de su libro es justamente de-
trada hasta que se apodera de algo sólido, donde se nunciar esta distorsión y rescatar la originalidad abso-
establece, al adquirir un cuerpo terrestre… luta del amor cristiano.
Desde el punto de vista lingüístico, esta aprecia-
A diferencia de la mayoría de las almas, las de los ción es ya cuestionable. El verbo agapáo, del que se
filósofos, en tanto logran compensar máximamente la deriva el sustantivo agápe es de uso frecuente en la
inestabilidad propia de la estructura psíquica huma- literatura clásica y aparece documentado desde
na, son capaces de fortalecer el éros por la verdad y Homero (51). En el caso de la LXX, encontramos in-
asociarse a la dinámica del éros de las almas divinas. cluso el sustantivo agápe así como el verbo agapáo que
(44) De este modo, tras la muerte, que es en el Fedro es aún más frecuente que el sustantivo (52). Agregado
como en el Fedón la separación del alma del cuerpo a esto es necesario tener en cuenta que, como mues-
corruptible o sôma, adoptarían como ókhema un cuer- tran diversas interpretaciones que han defendido co-
po incorruptible como el del dios y lo seguirían en sus incidencias respecto a aquello a lo que refieren respec-
recorridos celestes (adoptando, p. e., a una estrella tivamente éros y agápe, una determinada preferencia
como ‘vehículo’ –ókhema– tal como leemos en Ti. 41e) léxica no es necesariamente indicadora de un cambio
(45). Efectivamente, la ley sagrada de Adrastea es la conceptual. Además, es bastante improbable en cual-
siguiente: quier caso que el concepto de amor del Nuevo Testa-
mento se haya forjado ex nihilo sin depender para su
Cualquier alma que, por haberse vuelto acompañan- gestación de la tradición cultural no sólo griega sino
te del dios, avista algo de las cosas verdaderas, que también judía en la que surge (53).
permanezca indemne hasta la siguiente revolución y, Hechas estas salvedades es, sin embargo, posible
si siempre es capaz de hacer esto, que esté siempre afirmar que en el Nuevo Testamento, especialmente
ilesa (Fedr. 248c) en ciertos textos de Juan y Pablo, agápe y agapáo son
utilizados para expresar una concepción del amor que,
El filósofo adquiere, entonces, la inmortalidad se- totalmente novedosa o no, resultó ser central en la
mejante a la de los dioses y deseada por todos en tanto teología cristiana y que queda sintetizada en la fórmu-
alcanza en vida una estabilidad psíquica semejante a la he agápe toû theoû (54). La ambigüedad del genitivo
la de ellos, la cual, cuando muere, se fortalece aún más es eficazmente explotada en el NT ya que permite
al adquirir como ókhema un cuerpo incorruptible y sugerir simultáneamente que se trata tanto de: a) el
liberarse del sôma, hasta llegar, incluso, con tiempo amor de Dios hacia nosotros (genitivo sujetivo); b) el
suficiente, a desprenderse definitivamente del cuerpo hecho de que Dios es fuente de ese amor (genitivo de
mortal (46). Entonces, la manera en que somos inmor- origen); c) el hecho de que, a su vez, Dios es amado por
tales es algo que se adquiere en mayor o menor medi- nosotros en consecuencia (genitivo objetivo), lo cual

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se refleja, además, en nuestro amor al prójimo (55). verdadero Dios. Y estamos en el verdadero, en su
En el pasaje de 1 Jn 4, 7-8, aunque no aparece propia- Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios y la Vida
mente esta expresión nominal, estos tres sentidos es- Eterna.
tán claramente implicados: “Amados, amémonos los
unos a los otros porque el amor proviene de Dios, y Más aún, la expresión superlativa de la agápe de
todo el que ama se ha engendrado a partir de Dios y Dios en la entrega de su Hijo único tiene por razón
conoce a Dios. El que no ama no conoce a Dios porque justamente que no perezcamos y tengamos la vida
Dios es amor (hóti ho theòs agápe estín).” Aquí Dios es eterna:
caracterizado explícitamente por ser la fuente de amor
pero también quien nos ama –al punto de ser identifi- Pues tanto amó (egápesen) Dios al mundo que entre-
cado con la agápe– y el que, a su vez, genera en noso- gó a su único Hijo para que todo el que crea en él no
tros el amor a nuestros semejantes y a Él mismo. perezca sino que tenga vida eterna (zoèn aiónion)…
Ahora bien, la discusión suscitada por Nygren se ha (Jn 3, 16)
concentrado fundamentalmente en torno a la genero-
sidad como rasgo distinto de he agápe toû theoû frente La inmortalidad otorgada por el amor de Dios a tra-
al carácter supuestamente egocéntrico y egoísta del vés de Cristo a los creyentes consiste en la resurrec-
éros platónico. En este sentido, uno de los textos más ción al final de los tiempos de nuestra misma unidad
representativos de la generosidad y desprendimiento psico-física pero en estado incorruptible (60).
de sí mismo propios del amor cristiano ha sido el “Him-
no al Amor” de Pablo en 1 Co 13. Leemos así: Pues sonará la [última] trompeta y los muertos se
levantarán incorruptibles (áphartoi), y nosotros se-
El amor (he agápe) se comporta con paciencia y ho- remos transformados. Pues esto corruptible (tò
nestidad. El amor no tiene envidia, no se vanaglo- phthartón) debe revestirse de incorruptibilidad
ria ni se hace el importante, no actúa con bajeza ni (aphtharsían), y esto mortal (tò thnetón) revestirse
busca el propio interés… (1 Co 13, 4-5) de inmortalidad (athanasían). (1 Co 15, 52-53)

Diversos autores han disentido con Nygren esgri- La esperanza de esta resurrección tiene sus funda-
miendo distintos argumentos con respecto a si no le mentos en la anticipación de la misma que se ha dado
corresponde también al éros platónico la generosidad ya primero a través de la resurrección de Jesucristo
como una de sus características (56). En lugar de abor- (61).
dar este aspecto de la cuestión, nos proponemos aquí Esta concepción de la inmortalidad es sin duda di-
concentrarnos en la diferente relación respecto a la ferente en muchos puntos a la inmortalidad similar a
mortalidad y a la inmortalidad que implica el éros pla- la de los dioses que reconstruimos de los textos plató-
tónico respecto a la agápe cristiana. Para ello, con base nicos. Aquella, como vimos, consiste en lograr en nues-
en textos provenientes de distintos libros del canon tra existencia actual, fundamentalmente a través de
neotestamentario (57), presentamos aquí brevemen- la conducción de una vida filosófica, una organización
te y de modo esquemático una afirmación central y armoniosa y estable de la energía erótica del alma,
conocida de la doctrina cristiana: la manifestación del para la cual podemos eventualmente adquirir como
amor de Dios a través de la entrega de su hijo Jesucris- soporte el cuerpo de un astro, y así sumarnos a la eje-
to, quien se hace hombre y enfrenta la experiencia de cución inteligente de los movimientos eternos del cos-
la muerte para luego resucitar y abrir al ser humano la mos, bajo la conducción del éros alado y divino por la
esperanza de la vida eterna. El objetivo es poner a la verdad.
vista cómo en este punto el éros, tal como aparece Podría decirse, sin embargo, que el éros platónico y
caracterizado en los textos de Platón, exhibe caracte- la agápe cristiana conllevan, mutatis mutandis, un plan-
rísticas diversas a las de la agápe cristiana. teo similar en relación con la inmortalidad en tanto
La preocupación por el acceso a la vida eterna –y la ésta pertenece en forma eminente a Dios y, en ambos
elusión de la condenación eterna (58)– es una temática casos, el ser humano puede acceder a ella a través de
cristiana que aparece claramente en el Nuevo Testa- su participación en el amor divino.
mento en tanto Jesucristo enfatiza en numerosos pa- Por otra parte, a la manera del éros platónico, metaxý
sajes a sus seguidores la promesa de la victoria defini- entre lo mortal y lo inmortal, y daímon intermediario
tiva sobre la muerte puesto que Él mismo es Dios y la entre el plano humano y el plano divino que nos da
vida eterna. Así leemos, por ejemplo (59): acceso a la inmortalidad, Cristo, quien es a su vez el
Hijo de Dios y el Hijo del Hombre, es también el me-
En verdad así os digo que el que escucha mi palabra diador entre los hombres y Dios (62).
y cree en el que me envió tiene vida eterna, y no va No obstante, existe una diferencia fundamental
a ser condenado sino que ha pasado de la muerte a la entre uno y otro. En el caso del éros platónico el acceso
vida. (Jn 5, 24) a la inmortalidad a través de la participación en el amor
divino implica que, como vimos, el hombre intente ya
Similarmente en 1 Jn 5, 20: en esta vida asemejarse lo más posible a los dioses (63)
que no son aquejados por las necesidades del sôma
Y sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha mortal. En cambio, en el caso de la agápe, el ser huma-
dado entendimiento para que conozcamos que al no accede a la inmortalidad gracias a que Dios, a tra-

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vés de Jesús, nace como un niño, se hace hombre con la ocasión en que se manifiesta su debilidad y abati-
un cuerpo como el nuestro (Hb 10, 5) y experimenta miento.
como tal lo que su humanidad implica: tiene hambre La singularidad de la propuesta cristiana de la agápe
(Mt 4, 2), sed (Jn 19, 28), cansancio (Jn 4, 6); se enoja en relación con la mortalidad humana puede
y se apena (Mc 3, 5); siente miedo, tristeza y angustia sintetizarse en las palabras de Moltman (1977: 296):
(Mc 14, 33; Mt 26, 38); está expuesto a tentaciones
como nosotros (Hb 4, 15; cf. también p.e. Mt 4, 1-11; Quien reconozca a Dios en la bajeza, debilidad y
Lc 4, 1-13). Pero además, crucialmente, Dios, al en- muerte en Cristo, no lo hace en la supremacía y
tregar a su Hijo único, ‘se vacía de sí mismo’ y ‘se divinidad soñada por el hombre que busca a Dios,
rebaja’ al adoptar la condición humana, asumiendo sino en la humanidad que él mismo ha abandonado,
con ella la humillación, el dolor, el abandono y la muer- rechazado y despreciado. Y esto destruye su soñada
te (64): semejanza con Dios, que lo convirtió en monstruo, y
lo hace volver a su humanidad, que hizo suya el
Tengan este pensamiento en ustedes que también verdadero Dios.
estuvo en Cristo Jesús: el que, existiendo en forma
de Dios, no consideró como un botín el ser igual a
Dios (to£ eiånai iãsa qe%) sino que se vació a sí Conclusión
mismo, tras haber tomado la forma de esclavo, ha- Hemos visto, entonces, que el amor, ya entendido
biéndose hecho a semejanza de los hombres. Y, ha- como éros en el sentido platónico o como la agápe cris-
llándose en su figura como hombre, se humilló a sí tiana, implica en ambos casos un deseo de alcanzar la
mismo, habiéndose hecho obediente hasta la muer- inmortalidad a la manera de lo divino. Sin embargo,
te, y muerte en la cruz. (Flp 2, 5-8) (65) ambos difieren no sólo en cómo conciben ese estado
inmortal –sumarse al itinerario inteligente y eterno de
Este rasgo central de la agápe cristiana es lo que los dioses-astros, en el caso de Platón; resucitar como
queda expresado posteriormente, al menos según cier- una unidad psicofísica incorruptible, en el caso del cris-
tas interpretaciones que han prevalecido, en el dogma tianismo– sino, fundamentalmente, en lo siguiente:
de la Encarnación (66), según el cual Dios, a través de en el caso del éros platónico, el ser humano aspira a
Jesucristo, adquiere una doble naturaleza y asume así, abandonar la contingencia del sôma para acceder a la
además de la divina, una dimensión humana en la que inmortalidad divina a la que le es ajena la mortalidad;
se somete a la experiencia de la mortalidad, cargando en el caso de la agápe cristiana, inversamente, Dios
sobre sí la vulnerabilidad, el sufrimiento e incluso la asume la condición mortal a través de Jesús para pro-
muerte que la misma implica. En la agápe cristiana la porcionar al hombre la vida eterna, e invitarlo a seguir
esperanza para el hombre de la inmortalidad a través este modelo en la participación de su amor.
de la resurrección al final de los tiempos se abre, como Sin duda, estas formas de inmortalidad pueden pa-
vimos, a través del acontecimiento de la resurrección recer a los escépticos respecto a los supuestos ya filo-
de Cristo. Pero, para que ello sea posible, Él muestra sóficos, ya religiosos de las mismas igualmente quimé-
antes su amor al hacerse humano y morir crucificado. ricas. No obstante, el deseo de inmortalidad no se acalla
y sigue llevando al ser humano a especular con estos u
Pues Cristo, cuando éramos todavía débiles, en el otros modos similares para satisfacerlo. Actualmente
tiempo fijado murió por los impíos. Porque difícil- hay filósofos que, en términos en realidad no tan leja-
mente alguien morirá por un hombre justo. Por un nos a los de Platón, postulan una programación al
hombre bueno alguien quizás osaría morir. Pero Dios modo computacional de nuestros estados cerebrales
consolida su amor hacia nosotros porque, aún sien- que nos garantice su reproducción en un nuevo
do pecadores, Cristo murió por nosotros. Mucho más ‘hardware’ y, con ello, la continuidad de nuestra con-
todavía, entonces, ahora tras haber sido absueltos en ciencia con independencia del cuerpo (68). Otros, re-
su sangre, seremos salvados a través de Él de la ira. creando a su manera la idea de la resurrección, sue-
Pues, si estando enemistados, fuimos reconciliados ñan, con base en los avances de la biotecnología y la
con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más aún, ingeniería genética, con la creación de una réplica exac-
al haber sido reconciliados, seremos salvados en la ta pero mejorada de nuestro cuerpo –y con él de nues-
vida de Él. (Rm 5, 6-10) tra mente– que lo vuelva inmortal (69).
Pero, además, independientemente de que nos sea
Esto implica que, a su vez, aquellos entre los hom- dado algún tipo de existencia por siempre a la manera
bres que participan de he agápe toû theoû y esperan la de los dioses, nos cabe de cualquier modo preguntar-
resurrección no deben abolir sino abrazar en el amor a nos a la luz de lo aquí analizado cómo logramos nuestra
Dios y el amor al prójimo su condición mortal y la de real trascendencia: si al intentar la superación de nues-
sus semejantes. Así, por ejemplo, en Lc 10, 25-37 la tra condición mortal o, más bien, al abrirnos a una
cuestión que el experto en la ley le plantea a Jesús es plena aceptación de la misma.
justamente “Maestro, ¿qué debo hacer para conse-
guir la vida eterna?” (67). La respuesta a ella es el
mandamiento del amor de Dt 6,5 y Lv 19, 18 interpre-
tado a la luz de la parábola del samaritano, i.e. amar al
semejante, incluso al enemigo, muy especialmente en

6 - I Simposio Internacional Helenismo Cristianismo


Notas (8) Dover (1980: 1). Se trata de un deseo caracterizado
(1) El libro aparece en 1930-1936 en sueco y es traducido por su intensidad y la exclusividad del objeto que puede
posteriormente al inglés, francés, alemán, italiano y es- colmarlo (cf. Ilíada 3, 441-46) y originado en la belleza –tò
pañol. kálllos– que se descubre en el amado (cf. Safo Fr. 16.1-4).
(2) Así Vlastos (1973) quien, aunque prefiere comparar (9) Sobre este punto cf. Davidson (1997); Dover (1978);
el éros platónico no con la agápe cristiana sino con la Foucault (1985). La institución del sympósion favorecía
philía aristotélica, corrobora de cualquier modo lo que este tipo de relación.
afirma Nygren. En efecto, sostiene que el amor, tal como (10) Esto tiene lugar en la conversación inicial entre
lo entiende Platón, es egoísta puesto que sólo se ama a Sócrates y Diotima (Bq. 201d-203a), que, a su vez, retoma
las características positivas instanciadas en el individuo lo ya acordado en el diálogo refutatorio entre Sócrates y
que es objeto de amor y no al individuo como tal. Reale Agatón (Bq. 199a-201c), y en el mito del nacimiento de
(2004: 207-209) también contrapone ambos tipos de amor Eros (Bq. 203a-204c). En el Lisis se anticipan algunas de
utilizando respecto al Banquete de modo simplificado ar- las tesis sobre el objeto y el sujeto de deseo del Banquete.
gumentos similares a los de Vlastos y Nygren. Spicq Cf. Kahn (1996: 264-267).
(1955: 7-11) coincide con esta línea de interpretación. (11) Cf. Robin (1908); Souilhé, J. (1919). Más reciente-
(3) Rist (1964) identifica en Platón dos tipos de éros: uno, mente, Fierro (2001b; 2007); Halperin (1992); Hornsby
adquisitivo y egoísta; otro, creativo y generoso que anti- (1956-1957).
cipa la noción cristiana de agápe y recibe desarrollo en (12) Bq. 204c-206a.
pensadores posteriores como Plotino, Orígenes y Proclo.
(13) Tò kalón y tò agathón aparecían ya íntimamente vin-
Osborne (1994) explora el tema en relación con distintos
culados en el concepto de la aristocracia ateniense de
pensadores antiguos y la teología cristiana. Su tesis prin-
kalokagathían o ‘caballerosidad’ (cf. Jaeger 1942). De acuer-
cipal consiste en que el amor, ya se lo llame éros o agápe,
do a lo que se dice en Rep. 6.508e-509a el Bien es un género
es, desde su formulación en Platón, esencialmente inmo-
más amplio que incluye lo Bello; a su vez en Fedr 250b,
tivado y causa inaugural de la bondad y belleza que per-
250c-d se sugiere que la Belleza sería el aspecto más ‘visi-
cibimos en el amado. Armstrong (1961; 1964) también
ble’ o ‘resplandeciente’ de lo Bueno, es decir, su aspecto
tiene una interpretación conciliadora: en su primer tra-
más obvio y atractivo.
bajo defiende que el amor platónico no es egoísta mos-
trando, en forma similar a Rist, que el éros de (14) Cf. Bq. 204d-206a. Este argumento lo analizo en Fie-
neoplatónicos como Proclo y Hierocles es muy similar a rro (en prensa a).
la agápe cristiana y que se desarrolla en base a ideas ya (15) Platón no utiliza la palabra ‘alma’ (psykhé) de modo
presentes en el propio Platón; en el segundo trabajo, unívoco (cf. Annas 2003: cap. 6 “My soul and myself ”:
defiende la misma tesis haciendo referencia a: a) el interés 65-76). Aquí asumimos que el sentido fundamental de
en el amor platónico por el mejoramiento del amado; b) este término es en el caso del alma humana lo que la
la preocupación del demiurgo del Timeo por el mejora- filosofía de la mente llamaría el ‘yo interno’, mientras
miento del mundo; c) la búsqueda de la felicidad que su- que el sôma o ‘cuerpo’ sería nuestro aspecto físico y ex-
ponen, a su parecer, tanto el amor platónico como el terno. El alma es para Platón responsable de la vida, el
amor cristiano; d) la promoción de lo bueno que ambos movimiento, pero también, como señala Bostock (2001)
tipos de amor implican. de actividades tales como percepciones, deseos, emocio-
(4) Milhaven (1974 citado en Dietz 1976: 703) que sostie- nes, creencias y razonamiento. El Alma del Cosmos (Ti.
ne que el éros celestial e incluso el sexual no deben ser 34b-37c) descrita en el Timeo presenta muchas caracte-
abandonados sino que se perfeccionan en la agápe. rísticas similares: es responsable de la vida y el movi-
Benedicto XVI (2006) en su encíclica Deus Caritas Est miento, pero además tiene razonamientos y creencias
también interpreta que hay una complementariedad (Ti. 36d-37c). Ambos tipo de alma están hechas del mis-
entre ambos tipos de amor. mo ‘material’ psíquico (cf. Ti. 41d y n. 37 infra).
(5) Las traducciones de los textos griegos me pertenecen (16) En este sentido Platón reformula desde la filosofía la
de acuerdo a las ediciones del TLG que en el caso de Platón proyección del ideal humano plasmado en la figura de los
sigue la de Burnet (1905-1907) y en el NT la de Westcott dioses homéricos que son athánatoi kaì agérontes (cf. p.e.
& Hort (1885). Los nombres de las obras de Platón se Odisea 5, 218).
abrevian de acuerdo a las formas corrientes en español: (17) Tanto las Ideas como los dioses son inmortales pero
Bq. = Banquete; Fed. = Fedón; Fedr. = Fedro; Lis. = Lisis; en un sentido distinto. Las inmortalidad de las Ideas (cf.
Rep.= República; Ti. = Timeo; Teet. = Teeteto. p.e. Fed. 79d) está relacionada con que son inmutables,
(6) Mi lectura de los textos platónicos supone una inter- uniformes y en sí (Fed. 78d-79a). La inmortalidad de los
pretación sincrónica de los mismos en la que, reconocien- dioses está relacionado también con ser idénticos a sí
do sus diferencias, suponemos una complementariedad mismos, como las Formas, pero también por tener una
de las visiones que presentan, y mayormente una coinci- existencia sin fin, a la manera de los dioses homéricos (cf.
dencia en los conceptos filosóficos nucleares. Un buen n. 16 supra). Veremos que en el Fedro queda aún más clara
resumen sobre las distintas maneras de leer los diálogos la diferencia entre uno y otro ámbito. Los dioses allí tie-
de Platón puede encontrarse en Annas (2003: 33-38). nen una existencia uniforme porque ejecutan movimien-
tos inteligentes, ordenados y eternos que podemos iden-
(7) Éros/ éros puesto que los griegos se referían tanto al
tificar con el movimiento de los astros. Cf. n. 40 infra.
sentimiento como al dios. Cf. Dover (1980: 1).

I Simposio Internacional Helenismo Cristianismo - 7


(18) Rep. 10.608c-621d. Este estadio podemos identificarlo con los dos primeros
(19) Según Rep. 4.439a, los apetitos tienen objetos no niveles –el de los cuerpos bellos, y los bellos hábitos y
cualificados de deseo y, en consecuencia, los objetos de normas de conducta– de la scala amoris del Banquete.
deseo de los apetitos pueden ser buenos o malos. A su vez (26) La preeminencia de este estado superior no consiste
lo apetitivo es caracterizado como alogistón o ‘irracional’ simplemente en conocer los fundamentos de las creencias
y esto en dos sentidos: se dirige a sus objetos en forma irreflexivas de la primera etapa, como piensa Irwin (1995:
“bestial” (Rep. 4.439b), siendo en general incapaz de cál- 458-461), sino que hay un fortalecimiento de la potencia
culo y reflexión, y, crucialmente, como señalábamos, res- de la razón (Gill 1995: 266-287). Este último estadio de la
pecto a lo bueno y lo malo; es en su esencia insaciable educación filosófica coincide a su vez con los dos últimos
(Rep. 4.442a) y sin límites, siendo incapaz de establecer el niveles –el de las bellas ciencias y la Belleza en sí– del
coto apropiado, es decir de establecer lo que es bueno ascenso amoroso del Banquete.
para sí mismo (Rep. 4.442a-b). (27) Rep. 10.608b-c.
(20) Lo logistikón es el aspecto capaz de reconocer y de- (28) Rep. 10.608d-611a.
sear lo bueno –no sólo respecto a sí mismo sino también
(29) “Pero… no supongamos esto […] que [el alma] es, a
de las otras dos partes y del alma en su totalidad (Rep.
su vez, de tal índole en su más verdadera naturaleza que
4.442c)– y en este sentido se opone a menudo a los deseos
está llena de gran diversidad, disimilitud y diferencia en sí
de lo epithymetikón (Rep. 4.439c-d) de acuerdo a sus cálcu-
misma respecto a sí misma . […] No es fácil que sea
los. En coherencia con esto la Idea del Bien, que es lo
siempre existente si compuesta de muchos elementos y
verdaderamente bueno, es sólo accesible a la inteligencia
sin haber sido provista de la más bella disposición, tal
(noûs), es decir, a la razón en su máxima expresión (Rep.
como se nos mostró el alma a nosotros”. Rep. 10.611b.
6.508b-509a).
(30) Cf. Guthrie (1975: 233); Hackforth (1955: 22); Szlezák
(21) Lo thymoidés es un aliado de la razón por naturaleza,
(1993: 72-75; 1976).
cuando, habiendo sido apropiadamente entrenado y de-
sarrollado (Rep. 4.441a), dirige su agresividad contra los (31) Los que en han sido en parte injustos son castigados
apetitos cada vez que la razón indica que lo correcto es (cf. Rep. 10.615a-b) pero no al extremo que lo son los
oponerse a la pulsión de los mismos (Rep. 4.440a-b). Pero tiranos que son injustos incurables (cf. Rep. 10.615c-616a).
lo thymoidés puede querer procurarse los objetos que le Los que han sido justos, ya sea sólo por hábito, ya por
son propios –la victoria y el honor– sin la guía de lo conocimiento como los filósofos, son recompensados con
racional (Rep. 4.441a-c). Así, en Rep. 9.590a-b se sugiere una existencia celestial (Rep. 10.614c).
la posibilidad de que el elemento ‘leonino’ y ‘viperino’ del (32) Por no tener conocimiento gran parte de las almas
alma, identificado con lo irascible, crezca y se extienda en eligen formas de vida muchas veces inapropiadas (cf. Rep.
detrimento de la armonía anhelada por la racionalidad, 10.620a-d). En el caso los que han sido justos por hábito
siendo lo irascible mismo finalmente debilitado por los y no por conocimiento tienen incluso tendencia a elegir
apetitos, los cuales convierten “al león en mono” (Rep. los peores tipos de vida: Rep. 10.619c-d.
9.590b). (33) Rep. 10.614c y 10.615a.
(22) La República, tal como se sigue claramente del Libro (34) Rep. 10.618b y ss. Cf. especialmente Rep. 10.619b.
IV, se refiere tanto a la justicia en el hombre como a la
(35) Una idea similar es propuesta con base en otros
justicia en la ciudad e incluso en el mito de Er del libro 10
argumentos en O’Brien (1984).
a la justicia cósmica. No podemos desarrollar este punto
en el presente trabajo. (36) Sobre este punto cf. Guthrie (1975: 558) y Halliwell
(1993: 17, 20; 176-183).
(23) Rep. 4.442c. Para una caracterización de la justicia
en relación con el alma del individuo cf. Rep. 4.443d-444a. (37) La línea Psykhè pâsa athánatos que inicia el argumen-
to de Fedr. 245c y ss. es posible interpretarla como refi-
(24) Cf. Rep. 9.586e-587a.
riéndose fundamentalmente a la totalidad del material
(25) El período de instrucción primaria expuesto en los psíquico –‘toda el alma qua alma es inmortal’–, aunque
libros 2 y 3 de la República está concebido para lograr una también implique, de modo derivado, que ‘toda alma’, es
correcta configuración de las fuentes de motivación – decir, ‘cada alma’, hecha de este material, es, a su vez,
esto es, de las partes del alma– de los jóvenes guardianes inmortal. Esta idea es defendida por Bett (1999).
a través fundamentalmente de un adiestramiento en los
(38) Fedr. 246a-d.
hábitos correctos (cf. Rep. 3.386a-387b; 3.390a-c; 3.395b-
d; 3.390d-391c). Con respecto a la ‘parte que ama apren- (39) Cf. Fierro (en prensa b)).
der’, ésta es incentivada desde la más tierna infancia (cf. (40) En el Timeo podemos encontrar la contraposición
Rep. 3.411c-d) y los guardianes adquieren creencias co- sôma–ókhema que relevamos del Fedro en las distinciones
rrectas (cf. Rep. 3.382d-e; 2.376e-377b; 3.391d-e; 3.412e y que se hacen entre el cuerpo – sôma– del universo y el de
ss.), aunque todavía de manera irreflexiva (Rep. 3.402a; los humanos. Allí la palabra sôma se refiere, primera-
3.401d), así como también una cierta afinidad con lo in- mente, a los cuatro elementos (Ti. 53c) y, derivadamente,
variable (3.397b-c; 3.399e-400a), que para Platón está a los compuestos resultantes de aquellos los cuales son
relacionado con lo que es más real y verdadero, tales fundamentalmente de dos tipos: incorruptibles y corrup-
como la inmutabilidad de los números y, sobre todo, de tibles. El cuerpo del cosmos –lo cual puede aplicarse en
las Ideas, que serán posteriormente objeto reflexivo de forma derivada al de cada astro (Ti. 37c-d)– es incorrup-
estudio para quienes accedan a la educación superior. tible en tanto los elementos que lo constituyen nunca se

8 - I Simposio Internacional Helenismo Cristianismo


disocian (Ti. 33c) y su composición responde a propor- caso de Zeus (como sostiene el mismo Eggers)– mientras
ciones matemáticas constantes (Ti. 31b-33c). La estabi- que la ojeada en el lugar fuera del cielo simbolizaría en
lidad de lo somático a nivel cósmico está relacionada, asi- lenguaje mítico la inteligencia inmanente que dirige es-
mismo, al hecho de que no se generan en el cuerpo del tos movimientos de acuerdo al paradigma eidético.
universo carencias y necesidades que lo desestabilicen (43) Esto es propio de las almas divinas en tanto dirigen
(Ti. 33c-d). Entonces, en el caso del alma del mundo, si al cosmos a lo mejor, de acuerdo al conocimiento de las
bien una parte de energía psíquica debe dedicarse a man- Ideas, pero también de las almas humanas filosóficas
tener el ordenamiento de lo somático, lo corporal aquí que pueden sumar su éros a este éros universal.
permite siempre que lo racional del alma lo conduzca
(44) Fedr. 248a. La diferencia es que las almas de los filó-
hacia lo mejor. Así, el alma del universo, con bases en un
sofos sólo ven las Ideas en el lugar fuera del cielo ‘con
conocimiento verdadero (Ti. 37a-b), se mueve en su cuer-
dificultad’ (mógis) y, en algunas casos, sólo parte de ellas.
po de acuerdo a un comportamiento uniforme y mate-
máticamente cuantificable: en primer lugar, el movimien- (45) Así, la afirmación de Bostock (2004: 248) respecto al
to del propio universo en el Círculo de lo Mismo que coincide Fedón –“We take bliss everlasting to be the philosophic afterlife,
con el movimiento estable de las estrellas fijas (Ti. 40b); en in which the soul pursues pure reason and nothing else, and we
segundo lugar, los movimientos regulares de los planetas take the life of purification to be the philosophic life, in which
sobre la eclíptica de acuerdo al Círculo de lo Otro. the body and all its works are held in contempt, and all the
energies are concentrated in the life of pure reason” – es esen-
En cambio, los humanos poseen un cuerpo perecedero en
cialmente correcta sólo que en el Fedro recibe el matiz de
el que los elementos que lo componen poseen un orden
que la actividad racional se realiza con el soporte de un
precario, causa por la cual en algún momento se disocia-
‘cuerpo-vehículo’ que no obstruye su conducción sino
rán provocando con ello la muerte del mismo (cf. Ti. 42e-
que la acompaña.
43a). Cuando el alma se une a un cuerpo mortal –situa-
ción correspondiente con nuestra existencia actual– ésta (46) La liberación definitiva del filósofo de un sôma, en el
manifiesta aspectos a su vez llamados ‘mortales’, los cuales cual reencarnar se produce después de la tercera revolu-
son las partes irracionales del alma humana: lo apetitivo ción –cada revolución es de mil años–, luego de elegir por
y lo irascible (cf. Ti. 69c y ss.). Esta aparición de las tres veces consecutivas una vida filosófica. De lo contra-
partes irracionales del alma en la unión del alma con un rio, deben esperar diez mil años para que el ciclo cósmico
cuerpo corruptible es explicable si pensamos que en tal se reinicie. Cf. Fedr. 249a.
caso hay una porción de energía psíquica que debe ser (47) ¿Podría decirse que en este punto desaparecería en-
dedicada a la satisfacción de las necesidades somáticas – tonces el éros por la inmortalidad? La respuesta parece
que es con lo que se relaciona lo apetitivo– y a la defensa ser negativa ya que, aún en una vida lo más parecida
para la preservación del organismo –que es la función posible a la de los dioses, lo que se alcanza es la capacidad
primaria de lo irascible con su amor por la victoria– La de una satisfacción continua de este deseo –así como del
inestabilidad de lo somático afecta principalmente a la deseo por la verdad– y no una aniquilación del mismo. De
parte apetitiva del alma, ya que los apetitos del alma lo contrario, cuál sería el motivo de atribuir un éros ‘ala-
humana, como ya hemos visto anteriormente en la Re- do’ a las almas divinas.
pública, por una parte, siempre generan carencias y nece- (48) Cf. al respecto el pasaje de Leyes 12.959a-b señalado
sidades pero, además, tienden a multiplicarse sin límite. por Hackforth (1955: 23-24) “as Plato´s last word” sobre
La parte irascible, en cambio, si bien también depende la inmortalidad.
para su emergencia de una base física, parece vincularse
(49) Cabe la pregunta de cuán ‘personal’ es la inmortali-
a aspectos menos desordenados puesto que es más pro-
dad que se logra en cualquier caso. La ‘individualidad’ de
pensa a ser guiada por la razón. En el caso de lo racional
nuestra existencia parece perdurar al menos en dos sen-
del alma humana, si bien es en sí mismo autónomo res-
tidos: en tanto nuestro éros, según cómo haya sido orien-
pecto al cuerpo, resulta sin embargo afectado en su desa-
tado, alienta o desfavorece el desarrollo del éros ‘alado’ del
rrollo y desempeño por las otras dos partes del alma.
universo y, en ese sentido, deja su impronta; en tanto
Según la interpretación del Timeo y el Fedro aquí pro-
determina el tipo de existencia posterior que se nos po-
puestas, para Platón el alma siempre supone un cuerpo
dría adjudicar. El mito final de la República también pare-
y no es, tal como señala Carone (2004: 5-6), por lo tanto
ce sugerir que las almas separadas del sôma conservan,
dualista en el sentido en que habitualmente se lo ha con-
tras la muerte, la memoria de sus experiencias anteriores
siderado.
y, en ese sentido, existe una continuidad de sus estados
(41) Sobre la vida de los dioses ver Fedr. 246a-248a. mentales. Sin embargo, antes de volver a reencarnar,
(42) Esta idea ya aparece en el comentario al Timeo de sufren un olvido parcial ya que beben en la llanura del
Calcidio (Waszink: 207, 4-9). Opuestamente a lo que sos- Olvido del agua de la Falta de Ejercitación (Rep. 10.621a).
tiene Eggers (1992: 43), creemos que no invalida esta Sobre el dualismo en Platón cf. también n. 40 ad finem.
interpretación el hecho de que a los doce dioses no se los (50) Cf. Nygren T. I (1969: 126 y ss., 176, 214). Nygren se
puede hacer corresponder uno a uno con el primer cielo dedica en T. II a un análisis pormenorizado de las centra-
de las estrellas fijas y con los planetas, ni que sus carros les doctrinas neoplatónicas y patrísticas relacionadas con
se ‘salgan’ de la revolución para espiar este lugar fuera el éros, la agápe y la cáritas.
del cielo. A pesar de esto, el itinerario de los dioses puede
(51) Cf. Odisea 23.214: agápesa que significa aquí ‘recibir
representar de modo general el movimiento ordenado de
con afecto’.
los astros –y, quizá, de la propia Alma del Mundo en el

I Simposio Internacional Helenismo Cristianismo - 9


(52) Cf. Barr 1987 citado en Osborne (1992: 25). La fre- telismo que niegan que Cristo tenía una voluntad huma-
cuencia es la siguiente: en la LXX 28 veces agápe y 271 na. Al respecto cf. Kinght, K, The Catholic Encyclopedia:
veces agapáo; en el NT 115 veces agápe y 143 veces agapáo. u.v. “Incarnation”. El debate en relación con esto no se
(53) Cf. Spicq (1955) quien recapitula lo esencial de la ha interrumpido: cf. Beeson (1977) y Davis, Kendall &
tradición clásica y judía al respecto. O´Collins (2004). Una discusión sobre este punto implica
también entrar en el debate sobre cómo interpretar el
(54) En este punto seguimos a Osborne (1995: 27).
dogma de la Trinidad. Dejamos esto de lado en la presen-
(55) Osborne (1994: 30-41) muestra que estas tres inter- te exposición. Sobre la diferencia con la doctrina de la
pretaciones están la mayor parte de las veces presentes, reencarnación que aparece en Platón cf. Osborne (1994:
remitiéndose a textos de los evangelios así como de Pablo 177).
y Juan.
(67) Cf. también Mt 19, 16; Mc 10, 17; Lc 18, 18.
(56) Cf. nn. 2-4 supra.
(68) Cf. Olen (1983).
(57) El NT está constituido por los textos que la Iglesia
(69) Harris (1998; 2000). Esto incluiría el traspaso de los
primitiva terminó consagrando como expresiones fun-
componentes químico-biológicos donde se guarda la me-
damentales de su fe (cf. Grant 1963; Heard 1950). Dada
moria, lo cual permite hablar de una inmortalidad perso-
las diversas autorías y contextos de los mismos puede
nal. Se puede también mencionar la idea de la criónica
haber diferencias y matices respecto a los mismos con-
aplicada a la preservación del cuerpo muerto para una
ceptos entre los distintos libros. Aquí los hemos tomado
posible posterior reanimación cuando los futuros ade-
en forma global sin profundizar por el momento en estas
lantos científicos y tecnológicos permitan la cura de lo
posibles divergencias.
que era la causa de su enfermedad.
(58) Cf. p.e. Jn 5, 29.
(59) Al respecto ver también: Mt 19, 29; Mt 25, 46; Mc.
10, 30; Lc 18, 30; Jn 3, 15; Jn 3, 36; Jn 4, 14; Jn 6, 27; Jn
6, 40; Jn 10, 28; Jn 12, 50; Jn 17, 2-3; Rm 2, 7; Rm 5, 21; Ediciones
Rm 6, 22-23; Ga 6, 8; Ga 6, 8; Tm 1, 16; Tt 1, 2; Tt 3, 7; 1 NUEVO TESTAMENTO: Westcott, B. F. & Hort, F. J. A. (1885).
Jn 1, 2; 1 Jn 2, 25; 1 Jn 5, 11-13; 1 Jn 5, 2; Judas 1, 21. The New Testament in the original Greek. Nueva York.
(60) Cf. también Jn 6, 53-54. Cf. sobre la doctrina cristia- PLATÓN: Burnet, I. (1905-1907). Platonis Opera, 5 vol..
na de la inmortalidad Salmond (2006), 463-527. Oxford.
(61) Cf. Hch 26, 23; 1 Co 15, 12-13; Jn 11, 2. De ahí la C ALCIDIO : Waszink, J. H. (1964). Studien zum
importancia para ciertos estudiosos de establecer la re- Timaioskommentar des Calcidius, I. Die erste Hälfte des
surrección como hecho histórico: cf. Davis (1989; 1993). Kommentars (mit Ausnahme der Kapitel über die
Sobre la doctrina de la resurrección y las críticas contem- Weltseele). Leiden.
poráneas a la misma cf. también Brown (2002: cap.2
“Bodily Survival, 49-63).
(62) Cf. 1 Tim 2, 5: mesítes theoû kaì anthrópon, ánthropos
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(63) Sobre la homoíosis theôi referida en Teet. 176a-b cf.
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(64) Moltman (1977: 206ss.) entiende la kénosis como un ______________ (1964). “Platonic Love. A Reply to
vaciamiento de la divinidad de Jesús al punto de ser “en- Professor Verdenius” en The Downside Review, 82, 199-
tregado” (parédoken), Rm 8, 32) por su Padre y conver- 208.
tirse así en “el abandonado por Dios” cuando exclama en Beeson, T. (1977). “Debating the Incarnation” en
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(“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”),
Benedicto XVI (2005). Deus Caritas Est. Ciudad del Vati-
Mc 15, 34 (cf. también Mt 27, 46-47).
cano.
(65) Ver también Ga 2, 20.
Bett, R., (1971). “The Argument for Immortality in
(66) El pasaje mas representativo es Jn 1, 4: «Y el Verbo Plato´s Phaedrus” en Anton, J. P. &
se hizo carne y habitó entre nosotros». La doctrina de la
Kustas, G. L. (Eds.). Essays in Ancient Greek Philosophy,
Encarnación fue tema de debate desde los comienzos del
345-53.
cristianismo. Las interpretaciones que de uno u otro modo
negaban que en la persona de Cristo se conjugaban las Bostock, D. (2001). “The Soul and Immortality in Plato´s
dos naturalezas, fueron condenadas como heréticas ya Phaedo” en Wagner, E. (Ed). Essays on Plato´s Psychology.
en los primeros siglos: a) el arrianismo que sostenía Je- Nueva York.
sús no era Dios mismo sino una criatura concebida por Brown, S. (2002). Destiny, purpose and faith. Milton
Él; b) el nestorianismo que afirmaba que las dos natura- Keynes.
lezas no estaban unidas físicamente en la persona de Cris- Carone, G. R. (2005). Plato´s Cosmology and its Ethical
to sino sólo en un sentido moral; c) el monofisismo que Dimensions. Cambridge.
sólo reconocía a Jesús como persona divina; d) el mono-

10 - I Simposio Internacional Helenismo Cristianismo


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I Simposio Internacional Helenismo Cristianismo - 11

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