1. Determinar cual es el conflicto, Quien tiene el conflicto, Que lo
origina? A veces nos enfocamos mal cuando analizamos un problema porque vemos las cosas de una manera y nuestros hijos lo ven de otra. Hay que tener cuidado de no estar proyectando sobre nuestros hijos una situación personal o con nuestra pareja.
2. Manejar con Asertividad la situación que genera el conflicto
Buscando las maneras de cambiar hábitos no productivos en nuestra relación con los hijos. Sustituyendo nuevas actividades repetitivas que beneficien cambios de patrones para lograr ese objetivo, hay que ser disciplinado para lograr cambios en nosotros y en la vida de nuestros hijos.
3. Establecer límites para controlar y reafirmar la nueva conducta
Aprender a ejercitar el músculo del “NO”, a veces nos cuesta establecer los límites, y nuestros hijos invaden con facilidad nuestros espacios y nos hacen sentir culpables, manejando nuestros sentimientos, logrando manipularnos y finalmente controlan ellos la situación.
4. Dejar de ser padres buenos para ser padres brillantes
Muchos de nosotros nos conformamos en cumplir con una serie de requisitos que consideramos son los necesarios para ser buenos padres, pero debemos ir mas allá, nuestra sociedad así lo requiere, ya que existe una presión social que se ejerce sobre la conducta de nuestros hijos determinando en gran medida cual es el sistema de valores y la manera de conducirse ante nosotros. Para ello hay que incorporar cambios en la manera de relacionarnos con nuestros hijos.
5. Dejando verdaderas huellas en nuestros hijos, hacia una educación
de valores Los buenos padres dan obsequios, los padres brillantes dan su propio ser Hay que estimularnos a desarrollar su autoestima, protección de emoción, capacidad de manejar pérdidas y frustraciones, filtrar estímulos estresantes, dialogar y escuchar a sus hijos. Hay que brindarles los valores que nosotros estemos viviendo. Por eso hay que crecer como padre. Los buenos padres nutren el cuerpo, los padres brillantes nutren la personalidad. Hay que nutrir a nuestros hijos no solo de alimentos sanos sino debemos proveerlos de una excelente nutrición psíquica, brindarles alimentos que enriquecen la inteligencia y la emoción. Así como se enseñan hábitos de higiene física también deberíamos enseñarle a proteger sus emociones desde pequeños. Todo lo que ataca frontalmente las emociones, ataca también drásticamente la memoria y constituirá su personalidad. Los padres buenos corrigen errores los padres brillantes enseñan a pensar. Ese hábito contribuye a desenvolver: conciencia crítica, pensar antes de reaccionar, fidelidad, honestidad, capacidad de averiguar, responsabilidad social. Los padres buenos preparan a los hijos para los aplausos, los padres brillantes los preparan para enfrentar los fracasos. Estimulen a sus hijos a tener metas, a procurar éxito en el estudio, en el trabajo, en las relaciones sociales, pero no se detenga ahí, llévelos a enfrentar sus errores, hay que educar sus sensibilidades.
6. Establecer acuerdos, tener un sistema de seguimiento y control
efectivo Muchos de nosotros tenemos miedo a la confrontación con nuestros hijos, y es necesario e inevitable, para la convivencia sana y libre de contaminación emocional. Debemos hacerlos por el bien nuestro, pero sobre todo por el bien de nuestros hijos, ellos nos necesitan hoy mas que nunca, tenemos que superar esas angustias y esos miedos, comunicarnos efectivamente y afectivamente con ellos. Converse con sus hijos establezca esos acuerdos y respételos, pero sobre hágale seguimiento. Chequée expectativas y haga constantemente evaluación.
¡Nunca seré un padre perfecto pero si puedo ser un