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Albert Camus

Entrevista publicada originalmente em "Le Progrès de Lyon", no natal de


1951 e republicada nas Obras Completas. Editora Aguilar, 1959.

“La justicia no consiste en abrir unas prisiones para cerrar otras. Consiste,
en primer lugar, en no llamar “mínimo vital” a lo que apenas si basta para
hacer que viva una familia de perros, ni emancipación del proletariado a la
supresión radical de todas las ventajas conquistadas por la clase obrera
desde hace cien años. La libertad no consiste en decir cualquier cosa y en
multiplicar los periódicos escandalosos, ni en instaurar la dictadura en
nombre de una libertad futura. La libertad consiste, en primer lugar, en no
mentir. Allí donde prolifere la mentira, la tiranía se anuncia o se perpetúa.
Está por construirse la verdad, como el amor, como la inteligencia. Nada
es dado ni prometido, pero todo es posible para quien acepta empresa y
riesgo. Es esta apuesta la que hay que mantener en esta hora en que nos
ahogamos bajo la mentira, en que estamos arrinconados contra la pared.
Hay que mantenerla con tranquilidad, pero irreductiblemente, y las
puertas se abrirán. ¿Y por qué esperar a Navidad? La muerte y la
resurrección son de todos los días. De todos los días son también la
injusticia y la verdadera rebelión.” 
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- ¿Cree usted lógico relacionar las dos palabras “odio” y
“mentira”?

El odio es en sí mismo una mentira. Se calla instintivamente con relación


a toda una parte del hombre. Niega lo que “en cualquier hombre” merece
compasión. Miente, pues, esencialmente, sobre el orden de las cosas. La
mentira es más sutil. Sucede incluso que se miente sin odio, por simple
amor a uno mismo. Todo hombre que odia, por el contrario, se detesta a
sí mismo, en cierto modo. No hay, pues, un lazo lógico entre la mentira y
el odio, pero existe una filiación casi biológica entre el odio y la mentira.

- En el mundo actual, presa de las exasperaciones internacionales,


¿no toma el odio frecuentemente la máscara de la mentira? ¿Y no
es la mentira una de las mejores armas del odio, quizá la más
pérfida y la más peligrosa?

El odio no puede tomar otra máscara, no puede privarse de esta arma. No


se puede odiar sin mentir. E inversamente, no se puede decir la verdad
sin sustituir el odio por la compasión. De diez periódicos, en el mundo
actual, nueve mienten más o menos (que no tiene nada que ver con la
neutralidad). Es que en grados diferentes son portavoces del odio y de la
ceguera. Cuanto mejor odian, más mienten. La prensa mundial, con
algunas excepciones, no conoce hoy otra jerarquía. A falta de otra cosa,
mi simpatía va hacia esos, escasos, que mienten menos porque odian mal.

- Rostros actuales del odio en el mundo. ¿Los hay nuevos, propios


de las doctrinas o de las circunstancias?

Por supuesto, el siglo XX no ha inventado el odio. Pero cultiva una


variante particular que se llama el odio frío, en maridaje con las
matemáticas y las grandes cifras. La diferencia entre la matanza de los
Inocentes y nuestros ajustes de cuentas es una diferencia de escala.
¿Sabe usted que en veinticinco años, desde 1922 a 1947, setenta millones
de europeos, hombres, mujeres y niños, han sido privados de hogar,
deportados o matados? He ahí en lo que se ha convertido la tierra del
humanismo, que, a pesar de todas las protestas, es como debemos seguir
llamando a esta vergonzosa Europa.

- ¿Importancia privilegiada de la mentira?

Su importancia proviene de que ninguna virtud puede aliarse con ella sin
perecer. El privilegio de la mentira es que siempre vence al que pretende
servirse de ella. Por ello los servidores de Dios y amantes del hombre
traicionan a Dios y al hombre desde el momento que consienten en la
mentira por razones que creen superiores. No, ninguna grandeza se ha
establecido jamás sobre la mentira. La mentira, a veces, hace vivir, pero
nunca eleva. La verdadera aristocracia, por ejemplo, no consiste en
primer lugar en batirse en duelo. Consiste, en primer lugar, en no mentir.
La justicia, por su parte, no consiste en abrir unas prisiones para cerrar
otras. Consiste, en primer lugar, en no llamar “mínimo vital” a lo que
apenas si basta para hacer que viva una familia de perros, ni
emancipación del proletariado a la supresión radical de todas las ventajas
conquistadas por la clase obrera desde hace cien años. La libertad no
consiste en decir cualquier cosa y en multiplicar los periódicos
escandalosos, ni en instaurar la dictadura en nombre de una libertad
futura. La libertad consiste, en primer lugar, en no mentir. Allí donde
prolifere la mentira, la tiranía se anuncia o se perpetúa.

- ¿Asistimos a una regresión del amor y de la verdad?

En apariencia, hoy todo el mundo ama a la humanidad (del mismo modo


que uno puede amar que le sirvan un filete de ternera poco hecho) y todo
el mundo posee una verdad. Pero es el extremo de una decadencia. La
verdad pulula sobre sus hijos asesinados.

- ¿Dónde están los “justos” en el momento actual?


La mayor parte, en las prisiones y en los campos de concentración. Pero
también están allí los hombres libres. Los verdaderos esclavos están en
otra parte, dictando sus órdenes al mundo.

- ¿En las circunstancias actuales, no podría ser la fiesta de Navidad


un motivo para reflexionar sobre la idea de una tregua?

¿Y por qué esperar a Navidad? La muerte y la resurrección son de todos


los días. De todos los días son también la injusticia y la verdadera
rebelión.

- ¿Cree usted en la posibilidad de una tregua? ¿De qué clase?

La que obtendremos al término de una resistencia sin tregua.

- Usted ha escrito en “El mito de Sísifo”: “No hay más que una
acción útil: la que rehiciese al hombre y a la tierra. Yo no reharé
jamás a los hombres. Pero hay que hacer “como si”. ¿Cómo
desarrollaría usted hoy esta idea en el marco de nuestra
entrevista?

Yo era entonces mucho más pesimista de lo que soy ahora. Es cierto que
nosotros no reharemos a los hombres. Pero no los rebajaremos. Por el
contrario, los levantaremos un poco a fuerza de obstinación, de lucha
contra la injusticia, en nosotros mismos y en los demás. No nos ha sido
prometida el alba de la verdad; no hay contrato, como dice Louis Guillous.
Pero está por construirse la verdad, como el amor, como la inteligencia.
En efecto: nada es dado ni prometido, pero todo es posible para quien
acepta empresa y riesgo. Es esta apuesta la que hay que mantener en
esta hora en que nos ahogamos bajo la mentira, en que estamos
arrinconados contra la pared. Hay que mantenerla con tranquilidad, pero
irreductiblemente, y las puertas se abrirán.

x.x.x

ALBERT CAMUS: ENTREVISTAS

Extraido de:
http://www.coloquioalbertcamus.com.ar/notasrel4.html#contact
o, em 09/10/2012

- Ud. escribió una vez: “Secreto de mi universo: imaginar a Dios


sin la inmortalidad del alma” ¿Puede Ud. precisar?
Si. Tengo el sentido de lo sagrado y no creo en la vida futura…

- En la obra de arte -especialmente en la literatura- ¿a qué valor es


Ud. más sensible?

La verdad. Y los valores de arte que la reflejan.

- ¿Hay en su obra un tema, según Ud. importante, que haya sido


descuidado por sus comentaristas?

El humor.

- ¿Qué autores lo han formado, o ayudado a tomar conciencia de lo


que tenía que decir?

Entre los modernos: Grenier, Malraux, Montherlant. Entre los antiguos:


Pascal, Moliére. La literatura del siglo XIX rusa. Los españoles.

                           Sobre el EXISTENCIALISMO:


“Es un gran error tratar con tanta ligereza una búsqueda filosófica tan
seria como es el existencialismo. Sus orígenes remontan a San Agustín, y
su principal contribución al conocimiento reside, sin ninguna duda, en la
riqueza impresionante de su método. El existencialismo es, ante todo, un
método. Los parecidos que se señalan generalmente entre los trabajos de
Sartre y los míos se deben, naturalmente, a la felicidad o la desgracia que
los dos tenemos de vivir en una misma época y frente a preocupaciones y
problemas comunes.”
(Interview del 6-8-49, en ESSAIS, p. 1699)

“Si las premisas del existencialismo. se encuentran, como creo, en Pascal,


Nietzche, Kierkegaard o Chestov, entonces estoy de acuerdo con ellas. Si
sus conclusiones son las de nuestros existencialistas, no estoy de acuerdo,
porque son contradictorias con las premisas.”
(último Inter., 20-12-59, p. 1927)

- ¿Ve Ud una relación en el artista entre la vida del cuerpo y la inspiración


(o la naturaleza de su trabajo)? Si sí, ¿cuál?

La vida del cuerpo en pleno aire y al sol, el deporte, el equilibrio físico son
para mí las condiciones del mejor trabajo intelectual. Y con ello va junto
un buen empleo del tiempo. Yo raramente me encuentro en esas
condiciones. Pero sé en todo caso que la creación es una disciplina
intelectual y corporal, una escuela de energía. Nunca hice nada en la
anarquía o en la dejadez física.
(int. 1959. Essais, p. 1921)

- ¿Si por alguna razón tuviera que dejar de escribir, cree que de todos
modos podría ser feliz? ¿El simple “acuerdo entre la tierra y el pie” del que
habla en “Calígula” bastaría para compensar la felicidad de la expresión?

Cuando era más joven hubiera podido ser feliz sin escribir. Aún hoy tengo
todavía grandes dones para la felicidad muda. Sin embargo, debo
reconocer que, probablemente, ahora no sabría vivir sin mi arte.
(id.)

                           Sobre la relación LITERATURA-TRABAJO


(DE una carta al redactor-jefe de una revista obrera)
            “En este arte pueden reunirse el corazón más simple y el gusto
más elaborado. A decir verdad, si uno de los dos falta, el equilibrio se
rompe. De hecho, la literatura de nuestro tiempo que es en realidad una
literatura para clases de mercaderes (al menos en la mayor parte de sus
obras) ha destruido el equilibrio.
Habría que insistir sobre esa verdad de que hay entre el trabajador y el
artista una solidaridad esencial y que sin embargo están hoy en día
desesperadamente separados. Las tiranías como las democracias del
dinero saben que, para reinar, hay que separar el trabajo y la cultura. Con
respecto al trabajo, la opresión económica basta, junto con la conjugada
fabricación de un simulacro de cultura” (el cine, en general). En cuanto la
cultura, la corrupción y la vulgaridad hacen su obra. La sociedad
“mercantil cubre de oro y de privilegios a los entretenedores decorados
con el nombre de artistas y los empuja a todas las concesiones. Desde el
momento en que aceptan esas concesiones, se ven ligados a sus
privilegios, indiferentes u hostiles a la justicia, y separados de los
trabajadores. Es pues contra esta separación que vosotros y nosotros,
artistas de oficio, debemos luchar. En primer lugar, renunciando a las
concesiones …”

junio de 1954
                                  
CAMUS escribió a propósito de la obra “El arraigo” de Simona WEIL:

La palabra “arraigo” (enraizamiento) muestra cuál es el secreto (para que


Francia resurja), es un retorno a la tradición. No a la tradición como se la
entiende en ciertos medios políticos ni en nuestros lamentables manuales
de historia, sino la que consiste en pensar justo, en ver justo.
(sentar “raíces” en la realidad)
            “Me parece imposible en todo caso imaginar para Europa un
renacimiento que no tenga en cuenta las exigencias que Simone
WEIL definió en “El arraigo”, … uno de los libros más lúcidos, más
elevados, más bellos que se hayan escrito desde hace mucho tiempo
acerca de nuestra civilización. Este libro, uno de los más importantes que
han aparecido después de la guerra…(dice), con respecto a las
“necesidades esenciales” del HOMBRE, que “no sólo de pan vive el
hombre”
sino de orden y libertad, obediencia y responsabilidad, igualdad y honor”
“ En el siglo del poder y de la eficacia estas verdades son provocantes… en
una sociedad que corre a la mentira…”
(proyecto de Prefacio, Essais, p. 1700)

TEXTOS DE CAMUS (tomados de Lottman)– VALORES y PERSONAS:


   “Mi rol…no es transformar el mundo ni al hombre… Puede que sea
servir, en mi puesto, a aquellos valores sin los cuales no vale la pena
vivir tampoco en un mundo cambiado…
(declaración a d’Astier y la izquierda francesa) p. 458

   En mi vida tuve la suerte de encontrar y amar… a seres excepcionales.


Conocí la virtud, la dignidad, la naturalidad, la nobleza en ellos. Admirable
espectáculo …
p. 459
   « En una época de mala fe, el que no quiere renunciar a separa lo
verdadero de lo falso está condenado a una especie de destierro. ».
(carta a Jean Gillibert, févr. 1956) p. 570
 

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