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Dos veces Silvia ablo Anzola Montenegro ae ssio Monsefior Manuel Maris fmna Bogota Styvia ANpREA VALENCIA Vivas Cant - Cooma Vivo en Cali y me encanta. Mis padres son misicos y me contagiaron un poco de su locura, asf que por muchos afios estudié clarinete. Luego, estudié literatura porque me gustaba leer, y para seguir aprendiendo hice una maestria en Promocién de lectura y bibliotecas, en Barcelona. Ahora soy promotora de lectura y escritura y a haciendo misica en muchos espacios. Con esta suite he publicado La maleta (2008) en donde as anécdotas de mi infancia, Si teviera un alma fap reper y de violin (2009), una historia lena de magi yo sobre Quién me ha robado el mes de abril (2012), un relate tecnologia y familia. : ess.com www.silviaandreavalencia.wordpress.co Indice Capitulo I SUOIGS ss ersetnediints tension ebb i hcsg) discern 11 Capitulo II Primera ley: La persona que llega 65 Va PerSOMa COTTECEA eeeseecssessvsssssssesssessessveess 37 Capitulo III Segunda ley: Lo que sucede es la unica cosa que podia haber sucedido Capitulo IV Tercera ley: En cualquier momento que comience es el MOMENLO COTTECLO .....se1esereeerer 81 Capitulo V 101 Cuarta ley: Cuando algo termina, termina ...- Capitulo | Silvias Habia tenido un buen afio, y uno muy bue- no, hasta ayer. Destruyendo mi pequefio casti- llo de naipes, mi privada e intima porcién de tranquilidad, se aparecidé como la reina de Saba, azotando la puerta, que por poco se desprende de la bisagra y mirando a todos por encima del hombro, la ultima persona que pensé volver a ver en mi vida. Yo habia regresado hacia poco tiempo de un viaje, que por unas razones mas complejas que otras se convirtio en el mas largo que he tenido y que me Ilevé alrededor del mundo sin rambo fijo, escondiendo, esquivando y olvidando el ca- mino de regreso a casa. Yo era joven —y esta no es una excusa—, y aunque el arrepentimiento nunca se ha pasado por mi mente, el tiempo se me fue pasando a bordo de barcos con lentitud y desidia, sin invitarme a hacer nada apasio- nante o por lo menos sin proponerme algo que me generara una curiosidad intensa. No voy a mentir, de toda la falsa alegria que se vive en los cruceros no senti ni el efecto pla. eso Solo eran dias interminables de una ale. grin ajena, fugaz y tan artificial como Ia sonrisa del anfitridn que mandaba besos por donde pa. siba a ls sefioras que la noche anterior habjan reido a carcajadas con los mismos comentarios yy bromas que hacia todas las noches, y que saly- daba con un fuerte apretén de manos a cuanto caballero se atravesara en la cubierta con ganas de escuchar de nuevo el chiste pasado de tono, o de burlarse de su chaqueta brillante o de sy pelo engominado. Mi ideal tampoco tenfa nada que ver con la rigidez de un templo tibetano, pero sin ninguna razén, no me encontré cé- moda en ninguna parte. Ni en los puertos que paré, ni en las relaciones que construf, ni en mi litera, que cada dia perdia un centimetro mas de espacio. Mi trabajo era simple. Yo cantaba. Si, cantaba nee oe miamas melodfas y nada més. He a, : bi ng 'a orquesta, mis Parte con cierto anhi oe ‘i ae ee \elo de invisibilidad. La ma- Yoria de ye oe tort 0 lograba; en otras noches fatidi- terminaba en Ia bar n a del bar conversando con algtin turista emoc ionado por conocer la Y historia de una corista de crucero, o animando un karaoke en la piscina con los jovenes que a falta de un mar verdadero —a pesar de que nos rodeaba por dias enteros— permanecian como morsas cansadas en la orilla de la piscina de agua salada. Si, yo era una corista de crucero. El director de la orquesta me habia oido hacer los, coros en un pequefio bar de la ciudad, en el que cantaba hasta bien entrada la noche para pagar algunas deudas, y le encanté mi afinacién, mi poca experiencia, mi sonrisa atontada y mi falta de ambiciones. No queria tener en alta mar a una corista con aires de gran cantante, que en un deseo de fama envenenara con higado de pez globo a los cantantes profesionales —esto ya habia ocurri- do—, para recibir la luz de los reflectores todas las noches de chachacha, fox-trot, merengue o bolero, por tres meses consecutivos en la sala de baile de un crucero para cinco mil personas sedientas de diversién instantanea en ocho dias inmensamente costosos que hacfan parecer jus- to y necesario los casi 350 dias al aio que se habian quejado de explotacién laboral y fatiga crénica. Acepté irme en un transatlintico a los dieci- nueve afios, por tres meses, con estos musicos 5 describieron el trabajo como el mejor que me descril nocer que la paga era ex~ del mundo, Debe recone sta my celente, la comida ex impecables y a buena, Las instr como ala realeza, En Jos miso: cio tan pequetio —Ia verdad un barco, un espacio tan peq ; es que es muy pequefio, con respecto a muchos wueblos en tierra firme— que tiene la respon- sabilidad de miles de personas a bordo y que es obligado a moverse por inmensos kilémetros de mar abierto, sin orillas, sin limites, sin nada que haga olvidar su fragilidad e insignificancia en medio del océano calmo o enfurecido con pasajeros angustiados y a punto de trasbocar por el movimiento incesante, después de inver- tir una cantidad exorbitante de dinero en sus vacaciones, el entretenimiento, cualquier tipo de entretenimiento de buena calidad, es mis valioso que el oro. Sin Ja tripulacién —casi 700 personas entre cocineros, auxiliares, camareros, animadores, maquinistas— un crucero seria un infierno en alta mar, asi que mucha parte del tiempo de trabajo de todos se iba en ayudar a Jos jovenes pasados de tragos a encontrar sus cabinas o § mular sobrevivir a un naufra iniciales obligato gio en la sesiones para todos Jos turistas ° to sencillamente pasando por todos los pasillos y preguntando si estaba todo bien, si podian ayu- darles en algo, recomendando las actividades programadas y haciéndose cargo de los nifios, si era necesario, La primera vez que me subi a una maquina magnifica de estas, debo admitir que pensé en el Titanic, las peliculas que vi,y los articulos y_ demés informacién que me llegé sobre el lujo de estos barcos me estallé en la cara con algo de mal gusto. Me senti como en una escena prefa- bricada lena de camarégrafos y extras sonrien- do mientras sostienen un canapé esperando el “corte” del director. Fue realmente una sensa- cion de artificialidad inabordable; sin embargo, era todo tan brillante y reluciente que olvidé ripidamente el asunto y me enfoqué en lo rela~ cionado con el naufragio. Tenfa plena seguridad de que un barco que llevaba quince afios cruzando los océanos no se hunditfa justo a mi legada, pero la 2ozobra estuvo alli los primeros meses, sobre todo en las noches. Aunque para mi era una enormidad el bareo, para el océano era una migaja, una pelusa de ombligo en medio de una calma sospechosa. En los primeros meses nunca vivi una tormenta Y rogué para que nunca Ilegara, pero como era n de esperarse la tormenta Ilegé, sin previo aviso le esperarse la y-con menos calma de la que pregonaba yo mi ma en los simulacros de amare Fue a plena luz del dia que rpidamente las nubes se acumularon y empezé a Jlover con go- tas gordas, pesadas y me atreveria a decir que saladas, como si la tormenta viniera del mar mismo y no del cielo que se ennegrecta gota a gota. La tripulacién corria nerviosa y a los pasajeros se les pidié que se mantuvieran en los camarotes. Yo estuve dentro del barco todo él tiempo, yendo de un lado para otro junto con has sillas, las mesas y el piano de cola que se desajusté de sus frenos y empezé a bailar por el salén, estrellindose a cada ida y venida con paredes y barandas, ambientando la tormenta con un destemplado acorde entre aumentado y disminuido que, amplificado por la caja de re- sonancia, retumbaba por todo el salén hacien- do la escena atin mas dramitica. Me alejé de las ventanas lo més que pude Para evitar un vidrio en medio de mi garganta © de mis ojos; sin embargo, no pude aguardar la incertidumbre y me acerqué al ventanal al ver caer una antena enorme a estribor. La escena afuera era apocaliptica. La lluvia nublaba la vi- sibilidad pero era cierto que ya casi nada estaba 18 en el lugar ni estado de antes. Al final no hubo heridos; sin embargo, el barco quedé en muy mal estado y las vacaciones de los pasajeros se enaron de anécdotas para contar al regreso a casa. Fue mi tinica tormenta en cinco afios y desde ese dia me alejé completamente de las barandas de todos los barcos a los que me subi, de las playas y del mar mismo; es més, empe- cé a planear mi regreso a tierra firme lo antes posible, pero me tomé mucho tiempo; aun no entiendo por qué alargué tanto la Hegada a un Puerto, a una vida mis estable, sin tormentas ye sin espectaculos cada noche. Luego del primer crucero, el cual abordé pensando en solo quedarme por los tres meses del contrato, aparecieron otros. Cruceros por el Caribe, el mediterraneo, las Islas Griegas, el Nilo, la Antartida, las Filipinas. Recorri todo el ‘mundo de transatlantico en transatlantico, ba- Jandome cada vez que podia para tomar fotos Y comprar recuerdos. Luego, ya no hubo nada fuera por lo que valiera la pena bajarse. Envié tantas postales y cajas con ob: mis padres tuvieron que reg; tios imanes para la nevera donde un barquito de plis Por el canal de Panama, cul sequios a casa, que alar a los vecinos y de Creta, lapiceros tico simulaba pasar bos de hielo también 19 de plistico con imigencs de eee ee mil cosas intitiles més. Creo que en. ee riodo pasé casi dos afios sin tocar tierra me —tinicamente puertos que no contaré como tie- rza firme y solo para conectarme en alguna zona WiFi y no tener que pagar el exorbitante valor del internet a bordo—. El Sea Star nos con- traté por un afio y medio como su orquesta de planta. Todos accedieron: trompetistas, trom- bonistas, saxofonistas, flautistas, percusionistas, cantantes, todos solteros y ansiosos por ver des- filar a las turistas por los bordes de las piscinas, Yo solo miraba el mar y me entraba un vértigo liquido, asi que me enfoqué en el interior del barco, sus estampados de los afios ochenta y sus alfombras con olor a comida revuelta que me daban la seguridad de no tener seguridad nin- guna, ni obligacién, ni futuro, ni nada por lo que valiera la pena encontrarme otra vida, En el Sea Star me agarré la tormenta y atin no en- tiendo por qué, pese al pavor que le tenfa al mar, segui aceptando trabajos en otros barcos. Después de cinco afios a bordo de cruceros de lujo, represando dinero debajo de la litera ¥ cantando canciones de amores ajenos todos los dias, mi compafiera, la cantante principal de la orquesta, se enamord de un pasajero con el que habia tenido una relacion por casi dos afios 20 entre puerto y puerto, El hombre, alto, robus- to, rubio y casado, por supuesto, se subia en el puerto de las Bahamas dos veces al afio,y en el Ultimo puerto del tiltimo crucero que quizés mi compafiera tomara en su vida, al igual que yo, sin previo aviso, nos bajamos. El barco tocé la bocina més de cincuenta veces esa tarde pero dos tripulantes nunca abordaron. Pensé que sola nunca haria algo asi, no me atreveria a en- frentar un espacio nuevo sin alguien con quién Planear o proyectar algo, pero habia algo en Ja voz de mi compafiera que me daba confianza, me traja una tranquilidad infinita, asi que no lo pensé mas y decidi bajarme con ella, Una pequefia ciudad costera fue el escenario ideal para la luna de miel de mis acompafian- tes —que por mas que intenté persuadirlos de Ja locura que cometéan, no logré que ni siquie- Ta pensaran en la posibilidad de alejarse una vez mis—. El dejé a su esposa y ella, bueno, ella solamente se discul ayudarme mis, por no estar mas ti sus hijos y Ip por no iempo con- migo, por convencerme de bajarme para luego dejarme en la mitad de un puerto abandonado de Dios, Se despidi6 de mi deseandome buena Suerte en mi nueva vida, de una real, sin cancio- Nes y sin turistas. a BS Be Querida madre: Esto no puede estar peor. Yo pensé que venir a este pueblo no habia sido tan mala idea, pero ahora me retracto: jes horripilante! Yo sabia que habia gente que necesitaba de nuestra ayuda, la mia y la de Sandy, que decidié, al fin, venirse conmigo y rechazar el rural en el interior, pero no sé si quiera quedarme. El calor es infernal, Estoy escribiéndote desde la oficina de mi jefe que por mas que he tratado de portarme ama- ble no deja de mirarme como un bicho y me tocé rogarle para que me dejara usar su ordena- dor y enviarte este mensaje, aunque lo cierto es que pude escribirte desde otra parte, pero ella es la tinica que tiene aire acondicionado en toda la @+9%$+& isla. Lo siento, mami, yo sé que tt estabas muy contenta con que hubiera conse- Suido este lugar para hacer mi rural, es cierto que el paisaje es indescriptible y las playas son hermosas, pero no me dijiste que en realidad no ¢ra un hospital sino una sala con dos cuartos, 22 que no tenian agua potable sino agua salada que sale por una Have y un calor insoportable. No me hablaste sobre todo del calor que hace en este sitio. Tengo salpullido en todo el cuerpo y no hay en las farmacias ni siquiera un Cala- dril. Pero bueno, basta de quejas, ya estoy aqui y debo quedarme, :o puedo irme? :Verdad que no pensaras que fracaso si me devuelvo? Puff a quién engajio, me quedaré, siento que puedo hacer cosas buenas aqui, sobre todo en obstetri- cia, la tasa de mortalidad de madres que tienen sus hijos en casa es altisima, asi que me pondré mi mejor cara de doctora y ayudaré en todo lo que esté a mi alcance. Cuéntenme cémo van ustedes. Cémo van las cosas con papi, con Rosario, que desde su boda no sé nada de ella. Me gustaria que vinieran una semana, de vacaciones. Papa podria sacar unos dias, zno? Hay sitios lindos que me gustaria que vieran. [Hay unos manglares de otro mundo! Parece como si estuvieras dentro de una peli- cula en medio de un planeta desconocido. En cierta medida si parece otro planeta esto aqui con el acento tan distinto, el agua que escasea, |a pobreza total en la que se vive a pesar de que esta el mar inmenso al frente leno de peces yla tierra no es mala para cultivar. 2 Sandy parece arreglirselas mejor que yo, Esta muy contenta, Quizs en el fondo sf soy muy caprichosa y consentida —que conste que dije que en el fondo— y no estoy acostumbrada 4 pasar trabajos de ningxin tipo y aqui toca de to- dos los tipos. :Te conté que la semana pasada hubo una amenaza de huracén? Hicieron sonar la sirena y nadie se movi6, madre, ni un pelo, nadie corri6. Las mujeres ancianas se quedaron en sus mecedoras frente a sus casas y los nego- cios no cerraron. Quizas estén acostumbrados a que sean falsas alarmas 0 quizés no le temen ni un poco a la muerte por aqui, por eso la falta de hospital y de mejores condiciones de salubridad, El otro dia al teléfono no alcancé a contarte bien cémo Megué. El viaje duré casi cuatro ho- Tas, con la escala de la qygste hablé y no se me paso ni por la cabeza traer una chaqueta o algo parecido, asi es que me congelé una hora en ese acropuerto esperando a que saliera el siguiente avin, que por cierto era un Fokker 50 que por poco se destartala al arrancar y aterrizar, por no describirte la turbulencia constante en la mitad del cielo. Qué viaje tan horripilante, En algin momento pensé en mandar al diablo las indica- ciones de apagar el celular y lamarte para darte mi tltimo adiés, asi de critico fue el vi a Al Ilegar al aeropuerto supuse que todo es- taria mejor, por lo menos habia tierra firme, pero no, el taxi que habia contratado, el que ha- biamos Iamado porque nos lo recomend tu amiga, nunca Ilegé. Asi que me quedé bastante tiempo decidiendo si me atrevia a subirme a uno de los carros de los taxistas que me jalaban a maleta desde que puse un pie a fuera, arries- gindome a que me robaran o me cobraran ca- risimo el trayecto o si empezaba a caminar por- que habia visto en el mapa que la habitacion que alquilamos por internet no quedaba muy lejos. Decid caminar. Al llegar a la habitacién tenia ampollas en las manos. ;Por qué no te escuché y traje tan- ta tonterfa en esta maleta de 23 kilos? Toqué el timbre por lo menos quince veces y nadie abri6, Me senté en el antejardin a esperar, pero cuando noté que empezé a oscurecerse le di un par de Patadas a la puerta como despedida para la ca~ Sera estipida que se habia ido sabiendo que yo estaba por llegar e iba a buscar un hotel, pero la Sefiora salié al instante lagaiosa disculpindose Porque no me habia oido. Sonrei para no empe- zar mal ta relacién que debia sufrir por un aio, La habitacién es un desastre, madre. En las fo- os se veia humilde pero decente; sin embargo, 25 en realidad es un horror. El techo esta Meno de humedad y las sfbanas estaban tan usadas que eran casi transparentes. Compré otras y la primera noche dorms encima de mi toalla, No te describiré mas el asunto para no deprimirte, De lo que si estaré muy atenta es de mi vecino, Un tipo de unos 45 afios que alquila la habita- cién de al lado y que me parece algo miedoso, Tiene ojeras grandisimas y Ia casera dice que casi nunca sale de su habitacién de dia. Dentro de mis teorias estan que es un asesino en seric, un vendedor de érganos 0 un sepulturero, pero atin no confirmo ninguna de las hipétesis. No le he hablado atin, pero noto cémo entreabre Ja puerta cada vez que subo las escaleras. Quizis me esté espiando. Pero en fin, no creo que sca nada grave, madre, no te vayas a preocupar ya enloquecer porque no me voy a mudar, me re~ sisto a pagar mas de lo que pago aqui y entien- do que no pueden ayudarme mucho hasta que no se solucione lo del trabajo de pap: Pues nada, mucha chéchara.Te quiero, mami. PD. Enviame un Caladril cuando puedas, no Pienso seguir poniéndome los cristales de sibila que me recomendaron los nativos, Esa planta cree eo como maleza por agut, es propia de los ; DESIER~ TOS! Ya ves dénde vine a parar? aun desierto, a pesar de que el mar se siente hasta al respirar... eso Io agradezco. PRD. Espera, no podia dejar de contarte lo que me paso hoy —quién sabe cudndo la jefe vuelva a dejarme usar su computador—. Te cuento que el tinico sitio decente para comer que hay por agut es de Silvia, gte acuerdas? gLa dizque amiguita que me conseguiste cuando era nina? pues boy entré a su restaurante y me tropecé en la entrada. Casi me caigo y por poco le rompo el vidrio a la puerta. Con el ruido que hice, ella salié de la cocina para ver qué pasaba y alli la reconoct, no sé si me habra recono~ cido. Espero que no, no te aseguro ser amable con ella: gte acuerdas lo que me hizo? En fin, no comt nada y me fui. Bueno, besos otra vez y saludes a papa. Silvia @& 27 ak No supe distinguir lo que senti cuando la yj pa- rada en Ia mitad del comedor. Una especie de sabia vergiienza y de nostalgia a la vez. No la vefa desde hace tanto. Entré a la cocina de inmediato para ter- minar de servir un plato y Ia verdad es que no erg mas que una excusa estpida para esconderme, es- peraba que no me hubiera reconocido y que comie- ray se fuera y no volviera, o mejor, que no comiera y se fuera, no queria invertir mi trabajo en ella, Que volviera era lo mas seguro, no habfa muchas partes donde comer por aqui, pero no podia escon- derme para siempre dentro de la cocina. Jenny ter- minaria por alcanzarse con los pedidos y tendria que salir a ayudar en las cuentas 0 en las mesas, 0 quizis tendria que salir a saludar a algin cliente, unto que alcancé g sus gritos a la distancia y tuve tiempo ee cha rriendo. No debi estar alli,en todo caso. Haq una casualidad. oabia iy Sali a la playa, como casi nunca lo hago, pa pejar un poco la cabeza y ver gente, la sea que aunque me Hena de panico desde le nas ta en el crucero, me abre la puerta de la nocut también para que se me Ilenaran los pulmoner sal y sentirme un poco més libre. La cocina es uy espacio muy limitado. De pronto, se acercaba de frente “un escuadrén de la muerte”, si, uno de los nos. Si Jenny hubiera estado alli se habria diver mucho, pero estaba yo sola. Una docena de jévens de unos dieciséis afios, en modo excursién de fine afio, corrian como locos por Ia playa, silbando «li chicas, levantando arena con los pies y negociand> un jet sky por menos de la mitad de lo que cobs ba el empleado de turno. Al final lo negociaron} arrancaron como cohetes en Jas motos sin aa las indicaciones adecuadas que el chico = : dar mientras les ponfa con dificultad los chal salvavidas. Y bullliciogg a todos, Com, hy Ona asi la gn 50 st ocorsi en un segundo, no aban stave; sary legada de las olas cuando uno de ado Ia Pe al agua. El asunto fue que se asust6 ellos fue & Orr ge agarr6 1a moto con un solo brazo PO oa eto en la playa tenia un brazo miran- a esté 1 Mjreccidn contraria. No habia muchos do hacia ili y aunque traté de alejarme de la si- adultos Por Nj ellos me mir6 suplicante, como pi- aac que hiciera algo. Agarré el brazo del mu~ chacho como pude y con mi pareo le hice lun apoyo chap que no quedara colgando el brazo. Ll come Par esvel fn del mundo el muchacho, y porque el sa de los je sky no podia dejar sola su mercancia tuve que guiarlos hasta el centro de salud. Sus compafieros estaban asustados, entraron co- stiendo como en cabalgata y fue alli donde empez6 la griteria. Reconoci de inmediato su tono chillén, venia en mi direccién, casi cortiendo, junto con otras personas en bata y un chico con una nariz roja ena cara, Sali de inmediato. Me quedé afuera unos minutos mientras escuchaba cémo Silvia casi insul- taba alos muchachos por haber hecho tan mal “se- mejante remiendo” en el brazo del chico. Alli estaba pintada Silvia, tratando de pasar por encima de to- dos, con su tono de capataz y su sonrisa mentirosa. ae que va a ser costumbre. Estaremos desti- na ‘@8 Q encontrarnos una y otra vez en todos los tincones de este pueblo, como ditta mj lo chico, infierno grande”. No sé s; ly madre, yo si la vi entrando con una recua de jan’ Yi pe, alborotaron a todos mis pacientes, #*Stonge gitar y trastornar todo el centro de wie 2 tud si que es una cosa muy complicads 1, —% de bella Jo tiene de imprudentey mate Doria Azucena levaba casi dos aise dormir, mientras luchaba contra ung wy Ia dejaba en paz; también una la luz. No era un momento pai un centro de salud. No queria didad de saludar y hacerme la amable, as a ofusqué con los chicos lo més que pude e ne ® hacerles entender el lugar de respeto y orden ai que se encontraban, pero como no me hicieron my. cho caso tuve que alzar la vor y pedirle a Sandy, me ayudara. Intenté evitarlo para que el guapo wo luntario de turno no me viera “transformads?, peo no habfa nada que hacer, era quedar un poquitoma enfrente de todos o hablar con Silvia de nuevo. Pi- rece que la estrategia funciond porque Silvia sali corriendo. Mejor que se asusté y no le dio por be blarme. La tiltima vez no salié bien la cos. Al final, la historia fue que el chico se partéd brazo en dos lugares distintos, y el amarrado quele habjan hecho no fue muy inteligente, pues hte" dre * tiene cd, tan, na tilcera gy e : ie mujer acababa de & *4 entrar bramandg a Pasar por la incom,. 52 YS j bier’ mejor hul 5s a2 acho mas. 10 TT gue los chicos nO SY eq astilé Mijrado. Exa norma’ qv | eats A an ayudar a su a0 Habria venid© hacia Silvia aqui, ¢ one dria con los chicos, ¢° si? ei itos? chitos? oco de mucha: *, jlvita con ese P oe Silvita fete el muchacho al final con qU Fe i ae 1 sinado su excursion, y sus compat oe veeian tan aburtidos, que les oe : i ote! Piva con mi amiga a buscaflos 2 st - 0" ig . i ft alir un rato. Creo que le piqué el ojo tambier any stig, No lo haria en realidad, pero algo tenia rido. 1 7 birle el 4nimo, por lo menos ahora ul jue hacer para s = we el “mocho” —asi lo llamaron sus compafieros cuando lo vieron salir con el yeso— que se levanté tla doctora. ;Qué habria pensado Silvia de todo esto, de mi actitud? Estaria reprochandome por ser asi como soy, con su actitud de jueza y su carita de yono fui. 50, quer pi unto qué : tne PCE I ven hubiera 3" rambién P® Delas dos, no se sabria decir cual habia sido mas necia en la vida, Si Silvia con sus ganas de cantar y tocar la flauta y luego de cocinar dejando afios de estudio en un silencio sostenido, o Silvia con sus ganas de mejorar a todo el mundo, de auscultar las Tunimas partes del cuerpo de los o} tro: SW abuela habria dado Ia vida por ve as que fuera reina. % OMe CC Ieee mome: se e 6 oi 7 neers calladita en una . & Punto remoto de} Planeta, Site 7 ‘s + Silvia fi a NO perc 7 uiias, de alisarse Jo. Perdona, dejs Habian iniciado caminos heredados los propios tan pronto pudieton, Hanan desde nifias. Desde que sus pades ls jnnte las tardes para jugar a las muieca, tnientae Paciencia de santos se escuchaban una Y otra vez bas mismas historias sobre los viajes del uno y los po- blemas del otro. Desde que nacié Silvia, en aquels fiesta tatuada con whisky en la memoria de todas los misicos de la orquesta, se sintieron aliviados ée tener a otros con quién compartir experienciasy ls sufrimientos propios de la paternidad. Los pads de Silvia sufrian muchisimo, los de la Silvia my% la que nacié un afio antes en medio de un diluvio Habia tenido muchas oportunidades pat oe Ya casi nueve meses y dos semanas y Sis pefiaba en seguir en las adoloridas entrafa oY va exube- jmave fas de una primal y el sole- was de la €poca 2s ees Y franaslevaba encerrada eh C884 pops Oe go la noche extraiia del vendays, Strode jardin la agar en medio ooo nadres de apoyo. Alli,en med s tazas de té, Ana tuvo que pedir dis- 2 ea la alfombra mientras las mujeres ps Poi corrian desesperadas haciendo caso ena as las recomendaciones estudiadas y le men astante que ato cito con® Dos se das en las reuniones. anal c ‘Alguna madre precavida y juiciosa prest6 su pro- pio maletin de emergencia en donde cargaba la pri- mera muda, los pafiales, las cremas, la piyama, la toalla y cientos de objetos ¢ implementos indispen- sables para un parto en el siglo XXI, y que levaba a todas partes como un talisman, no fuera a venirse el nifio y agarrarla sin estar lista, como a Ana. De manera que asf, con la ropa prestada y el corazén en ‘opel, la levaron al hospital mas cercano. ae evens de afuera la escena de la carrera al nacimiento de Silvia, dirfan que fue un \ le a enfermeros que, angustiados . Por la ca, hormonas reunidas sin previo _ im aviso, quién atender. Las mujeres Parecian acto del Cirgue du Solei. Olvidaron lamar a Fernando, nada mg menos que al padre de la criatura. Unc da y con la cabeza de Silvia asomind piernas, Ana grité con desesperacién: perdonar nunca!” Efectivamente, Ferna do trombén de la orquesta, de la poesia de Benedetti, afios después en las tardes de café con los Solarte atin le reclamaria a su oh por privarlo de presenciar el milagro de la vide su Silvia, su encantadora mujer imaginaria, Fernando era un lector hambriento, insaciale Sus lecturas, sin embargo, le impedyan ser un buen narrador. Se ensimismaba tanto en las palabras en la forma de unirlas, que escucharlo hablar era cas tedioso, quizas por eso adoraba a su compaiiero de trabajo, el primer trombén, con su esponténea for ma de hablar de cualquier tema con una especie de conjuro en la voz. Adornaba cualquier historia por insignificante que fuera con sus ojos brillantes y sus cejas que parecian tener vida propia, a pesar de leer Gnicamente las noticias de cada mafiana y andat ut poco divorciado de la literatura y otras distraccio- nes escritas. dad 4 ne Sabjgg Salida qe? ley Y nad Vez instal ‘OSE entre | 7 ls ino me va, Indo, seguy. amante de Cortizary 56 via se le habia presentado a Fer- nofmo un suefio, como una secs Kg de una Jectura de su autor favorito. Una j ‘osa y efimera aparecia en las palabras y 1 Fernando se le hacia estar en la esencia de un ser entre fantasma y Angel misma Pree rho. Empez6 a llamar a su hija Silvia, a Ee eueat desde antes de nacer, desde antes com Gpeemosa y efimera pero de carne y bueso, cuando ain era imaginaria y solo parecia existir en Temente infantil de su futuro padre, Cuando Fernando escuché a su compafiero nom- brar también Silvia a su pequefia en medio del es cenario, call6. Se sintié tan emocionado, tan alegre, tan profundamente conmovido, que no supo como felicitarlo, c6mo acercarse y hacer sentir lo que le- vaba adentro, de manera que dejé escapar una es- truendosa carcajada de trombén, un resoplido que se produce mientras se desliza la vara del instru- mento de arriba y abajo simulando el sonido de un elefante, gesto que su compaiiero entendié de com- plicidad levantando sus dos cejas vivientes y entre- gandole una sonrisa con sordina. pl nombre de Sil medio vyencita erm de Cortazar 37 Capitulo II Segunda ley: Lo que sucede es la vinica cosa que podia haber sucedido Ideas y anecdotas de una mujer mide Todo este asunto con Silvia ha sido la ex- periencia mas dificil de toda mi vida. Dificil porque atin la tengo en medio de la garganta y creo que vivira all para siempre; también fue el detonante de mi partida del mundo real a bordo de un barco. Parecia que la cosa no iba a ser tan grande, tan dolorosa, pero luego no ha hecho sino crecer como una bola de nieve, que en lugar de derretirse se endurece como piedra. Recuerdo que olvidé a Silvia por mucho tiem- Po, por contradictorio que eso suene. La olvidé, olvidé sus visitas a mi casa, su olor a fresa, sus vestidos de mufieca y sus ganas de destrozarlo todo por una Unica razon: no era suyo, asi que No importaba. De manera que la tarde en la que 0S quedamos atascadas una hora en la silla trasera del auto de su madre, podria escribirse “1 mis memorias como el dia de mi muerte. Lo ue me recuerda la absurda segunda ley de la “spiritualidad: “Lo que sucede es la tinica cosa due podia haber sucedido”. En serio? ol _ Yo trabajaba con : al An, ne oe de la nied veal a, h - 0 ra muy joven habia en mas bien, d aaa fio: le mai al ng $ ya llevaba y era que a | mascota cachorro, Eso era, medio de una orquesta de, paternales que me miraban Le conté al director de tante con la misica, una adolescente en miisicos veteranos y Con cierta listima, mi distraccién cons- de mi incapacidad para o2 Igo a través de las negras Nee ce profunda que tenia de a necesidad da que tenia de «, Le confesé que ni siquie lefa en el ensayo, era e | algo diferent hacer alg pacet Mana novela 1o que ce Iibro de cocina que habia comprado porque un libro staron sus colores, y leerlo al mediodia , del ensayo— era como Un banquete ro- ni cabeza. Quizas sintio Jastima de confundida o le parecié inocente ro ya nunca me vol- me en —hora mano para D imi juventud rr ectura en el ensayo, Pe : yié a reprender en publico y yo intente estar atenta lo que més podia a mi hora de tocar. Encantada con la posibilidad de cocinar, de hacer algo distinto a la lectura monétona de la misica, me inscribi en un curso de gastrono- mia, que con mucho esfuerzo logré pagar con mi salario bastante achicado por el alquiler, los servicios publics, la comida y otros gastos de jovencita con deseos de independencia. El ins- tituto quedaba a pocas calles de la casa de Ana. No lo supe durante varios semestres, hasta que un dia, saliendo de una clase, la vi pasando en su carro por la calle. Fren6 en seco y como si hubie- ra visto a Jesucristo caminando por la acera, se bajé del carro, me abraz6, me hal6 los cachetes y me dijo lo feliz que estaba con que estudiara cocina, Mi madre, afios atras le habia contado lo feliz que me sentia cuando cocinébamos juntas, a madre ela, que no sabia cé; MO era que h; ACE tay f o un reencuentro de todos. Y Que era urgene Asi fue como consegui que Ana me tara después del ensayo todos los di nee tuto de cocina. Nos ibamos coi ee @licamindiecbre la 6; ie rquesta, el director y sus costumbres Tusas extrafias pese a su acento cos- tefio; de su trabajo como miisico por fuera dela orquesta, cantando y tocando en misas, fiestas, funerales, lo que cayera con tal de hacer misica y vivir de ella todo el tiempo. Era una mujer especial Ana, con su sonrisa grandota, las me- jillas redondas y rosadas todo el tiempo como si acabara de correr la marat6n. Era dulce, muy dulce y preocupada por todo. Alguna vez en camino, un carro se nos atravesé obligéndola a frenar de improviso. Yo senti un golpe en ¢! estémago infinito, pensé que nos hab{amos es trellado, pero no, era el brazo de Ana que in- conscientemente estiré para evitarme un golpe contra el parabrisas. Una tarde al salir del ensayo fui a buscar # Ana al parqueadero. Noté a alguien en la silla de enfrente, asi que abri la puerta de atras, meti Ja flauta, mi maleta y subi saludando al auto. oH para mirarme sa carifiosa- das? [bamos 4 a tomar café deberia~ dad? das, Silvia, querida, y 20 ndo? —Fernan’ : via, gsi la recuer gar con sus muriceas ¥ 2 8 jcomo los extrafio:, de nuevo todos, Los profes aron la excusa perfecta en la horror story en la que se habia convertido el cole- gio para darle un vuelco didactico. En las clases se hublaba de violencia, de sexo, de muerte, de dolor yde venganza sin tantos tapujos. La violencia ha- bia entrado atropellando a todos por Ia puerta de la escuela porque iban a cerrarla y poner la mugre debajo de la alfombra. Era estpido hacerlo ahora. No aceptaron sus culpas ni debatieron si era ver- ad o no lo que decian de ellos los mensajes, pero hablaron de esos temas y tragaron grueso en las *suniones con directivos y padres de familia. Discu- ‘ion sobre el sentido de la vida y sobre la vida del a8 a sinsentido, tal cual era meeesano Pas Sina ioe los jovenes de esa genera- fogs ae fan enfrentarse a un tornado todo Preciso, pero nadie esta preparado para © viene en la vida, nadie puede anticipar "edo Jo qu ira des smedida o Ja tri a tristeza profun 2 con todo, profunda cuando llega Sibi en los p wi oe i enti, problemas seguian all, la escuela los wu entado, los habi: i 0, bipotétig oe habia puesto en la mesa en to, cori a Wabi sea eotiet forma de ensefiar el: mun- Ute ‘© el asunto de la manera politica~ » € : 5 n contra de padres furiosos que ha a "correcta a9 censuraban libros y docentes que rem tener que lidiar con la carga emocional que caba hablar de esos temas en el salén de Era un alivio, un descanso mirar la reali través de la seguridad del pupitre y la tiza, Sig deseaba que ojala la vida fuera asi, un entrenamien. to, un encuentro con el horror ajeno a través de historias de hombres y mujeres atormentados que solucionaban sus problemas de tinta en el papel y deseaba la tristeza y el dolor siempre detrés de una cerca, nunca la propia. Los padres de las Silvias no se hablaron mis Dejaron el asunto alli silencioso, tallando en algin fondo o goteando en algiin pozo. Quiads hacerlo de ese modo dolia menos, aunque dolia. Las historias del paciente del doctor Reynolds hablaban de asuntos imposibles, de hombres y mv" icos, nacidos de una mente sin con- cidid vivir otras . jeres magnifi ciencia y de un corazén roto que de’ vidas menos tangibles y asi evitarse el esfucrso asumir la propia, de guardar la responsabilidad y # memoria aunque estuviera podrida de tanto vueltas bajo el calor insufrible del puerto: ‘Avveces las cosas no terminan como s¢ espe terminan y pueden hacerlo en la mitad del cd dejando la vida en punta, en vilo, como un de séptima aumentada que engafa al aplauso,Y™ asi, se sigue caminando, se sigue respirane? 100 Cuarta ley: Cuando algo termina, termina DB. "ideas u anteciatel vO de una Majer Lirica ¥ La cuarta y ultima ley de la espiritualidad dice: “cuando algo termina, termina”. Asi de sabio anuncia el fin del fin. Como si se pudiera determinar un fin exacto a algo. Me gusta la cancion de Drexler que se llama Todo se trans- forma, |a idea del sin fin, del cambio. Cada uno da lo que recibe y luego recibe lo que da, nada es mds simple, no hay otra norma: nada se pierde, todo se transforma. El papel lo puede todo. Tanto la ley India como la cancién de Drexler suenan a una ver- tad absoluta, a algo en lo que cualquiera po- sens sin embargo, es tan debatible la una ie La sabidurfa popular es increi- «jy. Ontradictoria. Por ejemplo, se afirma Verda a. habla, dios no lo escucha”, una ‘uta; sin embargo, también se dice: 103 “En boca cerrada no entran moseas”, ota ver. dad irrefutable, pareciera que hay una forma 9 una verdad para cada ocasion, Me gusta pensar que mas que otra cosa so- mos memoria, no verdad, somos lo que hemos isto, Ieido, amado, lo que hemos sentido, yeso tn wiltimas, equién dice si es verdad? 104 dormiamos. Siempre me Hev6 de a mano ‘jus partes, como si fuera infinitamente aaah Como si fuera mi pade en lugar de mi henge” ‘io una decena de centimetros mais grande § pia que eruzar una calle me buscaba eon mirada pa egurarse de que yo estaba aga~ vida a alguna mano segura o ibay me agarraha {1 mismo como evitando inconvenientes, Me miraba como si fuera de chocolate, como si en cualquier momento fuera a darme una mordi- da despacito, como los gatos que ronronean y te clavan los dientes jugando, y a pesar de eso se robaba mi tetero por las noches y mamé lo reprendia en la mafana. Su tetero desapare- cid primero que el mio y siempre le parecié un misterio gigantesco. A veces creo que todo seria mis ficil si él se encontrara aqui. Quizs hubiera ido a sacarme arastras o de la mano de esos barcos obligindo- me a tener una vida y se habria burlado a pier na suelta de mi fobia al mar. El, que se tiraba del trampolin mis alto de la piscina llamando todos como si fuera a dar un gran especticu- |. El, que podia atravesar una ida y una vuelta “in respirar bajo el agua. El, que habia agarrado s para meterlos en mis botas ara a “pos con las mano Violetas y s ” t en 7 4S Y que me vio vomitar al meter los pies ella Tomas merecia mas jugos de maracuyé, le encantaban, y definitivamente hubiera a do mi pastel con dulce de guayaba. Me hubie- ra encantado no haberle gritado esa mafiana mientras pintaba en la calle y haberle prestado mis colores. Habria sido muy justo que pintara conmigo de la mano, que me recordara que no puedo sola, que no tengo por qué hacer todo sola y que lo necesitaba para pasar al otro lado de la calle. Tomas significa mellizo, creo que una parte de mi se } embargo él vive en mi, en mi memoria, ast ae nada se pierde, todo se transforma. A pest eso la vida es una broma, una ruleta giginte ca y las cosas a veces ademas de translotatae “cuando terminan, terminan’, ast que he © dido cerrar este blog. Ya no Jo actualizare 0 Ya no necesito la atencién que recibo aq' puedo irme cy ustedes? gemelo, y asi lo creo, murié con élysi8 Ho. fe alegra montones que Ro- calio haya venido a visitarlos! No me alegra ni lemds venga para acd, no tendré donde ponérmela y a su marido tan elegante €n ste euarto-sauna que tengo aqui, pero qué le vamos a hacer, me las arreglaré, sera bueno ver” la también. Deseo que haya engordado y que sea menos lista, pero mis deseos se irin por ¢l ;Padre mio! (M un poco que ad caiio, lo sé. cHace mucho no escribo, verdad? Casi un mes, Lamento muchisimo que lo de la orquest# no se haya solucionado y que el tiempo libre te coma las horas tediosas, puedes escribirme todo lo que quieras, 0 podrias ti mismo de- dicarte a escribir como siempre quisiste

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