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Un riesgo evidente que corre un gobierno que no se transforma en digital es

la pérdida de competitividad.
De acuerdo con el Foro Económico Mundial
si miramos las listas de los 30 países más competitivos
y los 30 más tecnológicos
veremos que 23 países
coinciden en ambas.
La pérdida de competitividad afecta la capacidad para atraer inversión,
para desarrollar el sector empresarial
y por tanto,
para generar crecimiento económico.
Además,
existe el riesgo de no poder atender
a una población creciente y cada vez
más exigente
con los recursos limitados con los que cuentan los gobiernos.
La eficiencia que han traído
las nuevas tecnologías ha permitido que el gobierno de Estados Unidos atienda hoy
el doble de población que hace 50 años
con la misma cantidad
de funcionarios públicos.
Por otro lado,
la digitalización del gobierno
tiene una influencia directa en la lucha contra la desigualdad de un país
ya que influye en la efectividad de las políticas sociales.
Quienes más necesitan del apoyo del Estado
son quienes viven lejos de las oficinas gubernamentales
y pueden quedar fuera de los programas de asistencia social
o ver disminuido el ejercicio de sus derechos
por la falta de acceso.
El gobierno digital permite corregir
estas ineficiencias.
La integración de las bases de datos del gobierno
permite al sector público
por ejemplo,
identificar poblaciones que se encuentren en riesgo de ser afectadas
por alguna epidemia o desastre natural
y tomar acciones de protección proactiva y personalizada.
Gracias a la triangulación de información,
el análisis de datos masivos,
el aprendizaje automático o la inteligencia artificial
el gobierno puede detectar ciudadanos con necesidades
aún cuando estos no se hayan comunicado con el gobierno
Finalmente,
no optar por las innovaciones que ofrece la sociedad del conocimiento
hará que el gobierno parezca anticuado ante los ojos de la ciudadania
cuando se le compare con el sector privado
Será difícil que los ciudadanos perciban
que reciben servicios de calidad por parte de la administración pública
si se mantiene la cultura de la interacción presencial y el papel
mientras que el entorno se hace cada vez más digital.
La transparencia,
el acceso a la información y la participación ciudadana
se ven seriamente limitadas
si se gestionan con base en el papel
y la presencia física.
Las políticas de gobierno digital
como promotoras de la transparencia en la participación ciudadana
se convierten en herramientas clave para incrementar
la confianza de los ciudadanos
en sus gobernantes
y en las instituciones públicas.

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