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 CAUSA PENAL: SP21-S-2013-3131



 CIUDADANA:
 DRA. PEGGUI MARIA PACHECO
 JUEZ TERCERO DE EJECUCIÓN CIRCUITO JUDICIAL PENAL DEL
ESTADO TACHIRA SU DESPACHO

Quienes suscribe la presente, ABG. NUBIA JANETT MORENO
RUIZ y EDUARDO JOSE DIAZ PABON, en condición de abogados
defensores del ciudadano JUAN CARLOS CEBALLOS PEREZ, quien
figura como condenado en la presente causa, por la comisión del delito de
Actos Lascivos, a una pena impuesta por el tribunal de control a Dos (02)
años y ocho (08) meses de prisión, igualmente el mencionado ciudadano
se había mantenido bajo medida cautelar bajo presentación.
Ahora bien, ciudadana Juez, nuestro defendido actualmente se
encuentra privado de libertad en las instalaciones de POLITACHIRA, una
vez que voluntariamente se puso a derecho ante la orden de aprehensión
dictada por su despacho, es por lo que respetuosamente acudimos a
usted a fin de: REVISION DE LA MEDIDA DE COERCION PERSONAL
CONSISTENTE EN LA PRIVACION JUDICIAL PREVENTIVA DE
LIBERTAD.
Es el caso ciudadana Juez, que mi defendido tiene un tiempo de
presentación desde el día 11-07-2013 hasta el 06-10-2015 es decir 28
meses presentándose puntualmente tal como le fue dispuesto después de
la sentencia en la que admitió lo hechos que se le imputaban.
Ahora bien, el día 06 de Octubre del 2015, el ciudadano JUAN
CARLOS CEBALLOS PEREZ, se puso a derecho luego de conocer que
sobre él pesaba una orden de captura dictada por el tribunal el cual usted
preside, por haber obtenido un resultado desfavorable en la evaluación
realizada por el equipo designado por el Ministerio con competencia en
materia Penitenciaria.
Asimismo, es importante destacar, que mí defendido a cumplido
cabalmente con las condiciones impuestas, siendo una persona
responsable en cada una de sus presentaciones, siendo éstas el 87,5% de
la pena impuesta en tiempo, lo que significa que el ciudadano JUAN
CARLOS CEBALLOS PEREZ, se le dicta una orden de aprehensión
faltando para concluir su pena cuatro (04) presentaciones, sin tomar en
cuenta que ha sido una persona que no ha presentado ningún
problema
ante la justicia venezolana, y que un procedimiento administrativo en
donde su resultado no fue favorable, actualmente se encuentra privado de
libertad, por lo que me permito a exponer lo siguiente:
Con base a lo anteriormente señalado, le solicito respetuosamente
se sirva aplicar el PRINCIPIO CONSTITUCIONAL A LA IGUALDAD, esto,
en virtud de que el Circuito Judicial Penal del Estado Táchira, los Fiscales
del Ministerio Público y nosotros los abogados, tenemos conocimiento del
plan que lideriza nuestra Ministra Penitenciaria la Dra. IRIS VARELA,
llamado Plan Cayapa, cuya única finalidad no es más sino que
descongestionar las cárceles del país de personas que pueden gozar del
beneficio de la suspensión condicional de la pena como es en la presenta
causa, igualmente personas que pueden ir al juicio en libertad, y en casos
similares se han otorgado medidas cautelares sustitutivas de libertad, por
parte de los Tribunales del Circuito Judicial Penal, incluso los fiscales
saben del otorgamiento de estas medidas cautelares cuando se tratan de
pequeñas cantidades de droga, apoyando con ello la visión y la misión del
plan cayapa, por cuanto lo que se quiere es descongestionar las cárceles
que se encuentran abarrotadas de personas que pueden cumplir con
medidas impuestas por nuestros tribunales.
Es por ello, que le solicito se aplique el principio de la igualdad, por
cuanto tengo conocimiento que en situaciones similares o en casos como
por ejemplo robo agravado se han otorgado medidas cautelares
sustitutivas de libertad y medidas de suspensión condicional de la pena,
ésta última solicitamos respetuosamente se le otorgue a mi defendido, por
cuanto le faltan sólo 4 meses para el cumplimiento de la pena impuesta.
 Para ello traigo a colación, normas constitucionales como el principio
constitucional de afirmación de libertad, donde la medida cautelar
extrema Privación Judicial Preventiva de Libertad, debe ser considerada
para casos extremos.
“Artículo 26. Toda persona tiene derecho de acceso a los
órganos de administración de justicia para hacer valer sus
derechos e intereses, incluso los colectivos o difusos, a la
tutela efectiva de los mismos y a obtener con prontitud la
decisión correspondiente.
El Estado garantizará una justicia gratuita, accesible,
imparcial, idónea, transparente, autónoma,
independiente, responsable, equitativa y expedita, sin
dilaciones indebidas, sin formalismos o reposiciones
inútiles.”
“Artículo 21. Todas las personas son iguales ante la ley; en
consecuencia:
No se permitirán discriminaciones fundadas en la raza, el sexo,
el credo, la condición social o aquellas que, en general, tengan
por objeto o por resultado anular o menoscabar el
reconocimiento, goce o ejercicio en condiciones de igualdad,
de los derechos y libertades de toda persona.
La ley garantizará las condiciones jurídicas y administrativas
para que la igualdad ante la ley sea real y efectiva; adoptará
medidas positivas a favor de personas o grupos que puedan
ser discriminados, marginados o vulnerables; protegerá
especialmente a aquellas personas que por alguna de las
condiciones antes especificadas, se encuentren en
circunstancia de debilidad manifiesta y sancionará los abusos o
maltratos que contra ellas se cometan.
Sólo se dará el trato oficial de ciudadano o ciudadana; salvo las
fórmulas diplomáticas.
No se reconocen títulos nobiliarios ni distinciones hereditarias.”

A nivel internacional, tenemos los artículos 7.5 y 8.1 de la


Convención Americana sobre Derechos Humanos, suscrita en San José
de Costa Rica el 22/11/1969, en la Conferencia Especializada Interamericana
sobre Derechos Humanos, ellos disponen:
“Artículo 7. Derecho a la Libertad Personal:
(...) 5. Toda persona detenida o retenida debe ser llevada, sin demora,
ante un juez u otro funcionario autorizado por la ley para ejercer
funciones judiciales y tendrá derecho a ser juzgada dentro de un plazo
razonable o a ser puesta en libertad, sin perjuicio de que continúe el
proceso. Su libertad podrá estar condicionada a garantías que aseguren
su comparecencia en el juicio.”
 “Artículo 8. Garantías Judiciales:
1. Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas
garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o
tribunal competente, independiente e imparcial, establecido
con anterioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier
acusación penal formulada contra ella,....”

Siguiendo esta misma línea, los artículos XVIII, XXV y XXVI de la


Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, aprobada
en la IX Conferencia Internacional Americana, en la ciudad de Bogotá,
Colombia, 1948, señalan:
“Art. XVIII. Toda persona puede ocurrir a los tribunales para
hacer valer sus derechos...”
“Art. XXV. Nadie puede ser privado de su libertad sino en los
casos y según las formas establecidas por leyes preexistentes.
Nadie puede ser detenido por incumplimiento de obligaciones
de carácter netamente civil.
Todo individuo que haya sido privado de su libertad tiene
derecho a que el juez verifique sin demora la legalidad de la
medida y a ser juzgado sin dilación injustificada, o, de lo
contrario, a ser puesto en libertad. Tiene derecho también a un
tratamiento humano durante la privación de su libertad.”
“Art. XXVI. Se presume que todo acusado es inocente, hasta
que se pruebe que es culpable.
Toda persona acusada de delito tiene derecho a ser oída en
forma imparcial y pública, a ser juzgada por tribunales
anteriormente establecidos de acuerdo con leyes preexistentes
y a que no se le impongan penas crueles, infamantes o
inusitadas.”
Los artículos 10 y 11.1 de la Declaración Universal de Derechos
Humanos aprobada por la Resolución 217 A (III) de la Asamblea General de
las Naciones Unidas, el 10/12/1948, establecen:
“Art. 10. Toda persona tiene derecho, en condiciones de plena
igualdad, a ser oída públicamente y con justicia por un tribunal
independiente e imparcial, para la determinación de sus
derechos y obligaciones o para el examen de cualquier
acusación contra ella en materia penal.”

Los artículos 14.1 y 14.3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y


Políticos adoptado y abierto a la firma, ratificación y adhesión por la Asamblea
General en su Resolución 2200 A (XXI), del 16/12/1966, con entrada en vigor
el 23/03/1976, ordenan:
“Artículo 14.1. Todas las personas son iguales ante los
tribunales y cortes de justicia. Toda persona tendrá derecho a
ser oída públicamente y con las debidas garantías por un
tribunal competente, independiente e imparcial, establecido por
la ley, en la substanciación de cualquier acusación de carácter
penal formulada contra ella o para la determinación de sus
derechos u obligaciones de carácter civil.”
(...).
A nivel de doctrina, decisiones y jurisprudencia tenemos:
Doctrinas como la de la Catedrática Gladis Tinedo Fernández en su
artículo publicado en el Capítulo Criminológico 34, Maracaibo, Septiembre de
2006, se señala que, el control judicial de la ejecución de la pena privativa de
libertad es un logro, político criminal, contemporáneo con la formación del
Poder Judicial desde cuando el Estado se hace tripartito, ya que a ese poder
se le asigna competencia para juzgar y ejecutar lo juzgado, lo que permite
afirmar que el control judicial de la ejecución de la pena, se incluye dentro de
un proyecto más amplio como lo es la juridización de todo lo que es la
ejecución de la pena.
De conformidad con el artículo 479 de la norma adjetiva Penal en su
artículo 471, al tribunal de ejecución le corresponde la ejecución de las penas
y medidas de seguridad impuestas mediante sentencia firme. En
consecuencia conoce de: 1. Todo lo concerniente a la libertad del penado, las
fórmulas alternativas de cumplimiento de pena, redención de la pena por el
trabajo y el estudio, conversión, conmutación y extinción de la pena. 2. La
acumulación de las penas en caso de varias sentencias condenatorias
dictadas en procesos distintos contra la misma persona. 3. El cumplimiento
adecuado del régimen penitenciario. A tales fines, entre medidas, dispondrá
las inspecciones de establecimientos penitenciarios que sean necesarias, y
podrá hacer comparecer ante sí a los penados con fines de vigilancia y
control.
 

Esta disposición también establece, que cuando el Juez realice las


visitas a los establecimientos penitenciarios, dictará los pronunciamientos que
juzgue convenientes para prevenir o corregir las irregularidades que observe.
Exhortará y de ser necesario, ordenará, a la autoridad competente que las
subsane de inmediato, y le rinda cuenta dentro del lapso que se fije. 
Se observa, que la jurisdicción no se limita a contar el tiempo que el
penado debe permanecer en prisión. Una vez definidas las funciones
administrativas que rigen el régimen penitenciario los tribunales de ejecución
pueden confirmar o modificar las disposiciones de la administración, sin que
esto signifique sustituirla. La jurisdicción, está legitimada para conocer las
modalidades del tratamiento y demás condiciones de cumplimiento de pena o
medida de seguridad, así, el anterior artículo 475, establece que “los
incidentes relativos a la ejecución o a la extinción de la pena, a las fórmulas
alternativas de cumplimiento de la misma y todos aquellos en los cuales, por
su importancia, el tribunal lo estime necesario, serán resueltos en audiencia
oral y pública…”. Esta disposición ampara contra acciones que puedan
afectar los intereses del detenido por parte de la administración en el ejercicio
de sus funciones y atribuciones.
El Juez para formarse un mejor criterio, podrá, también, ordenar una
investigación, recabar pruebas, convocar expertos, realizar una audiencia oral
y pública, para resolver la controversia. Las medidas que pueden tomarse en
el ámbito penitenciario pueden ser del director de la institución o de algún
cuerpo asesor o técnico. La única condición para que pueda darse las
intervenciones jurisdiccionales por esas decisiones es que las mismas sean
interpretadas por el administrado como susceptible de afectar derechos
fundamentales, esto significa que para que la intervención jurisdiccional
proceda, no es necesario que se hayan agotado las instancias administrativas
o los recursos que pudieran estar previstos en ese ámbito. 
Prevé el precitado artículo, el recurso de apelación contra la resolución del
tribunal confirmándose, así, la competencia jurisdiccional para conocer de los
incidentes en una primera instancia. No se trata de una verdadera apelación,
respecto de una decisión administrativa, sino, de una intervención ante una
decisión de la misma jurisdicción y contra la cual, como se dijo anteriormente,
existe el recurso de apelación.
El artículo no establece expresamente que el tribunal de ejecución
pueda ordenar la suspensión provisional de las medidas acordadas por la
administración, objeto del incidente, hasta tomar una resolución definitiva, no
obstante, aquella es una acción independiente con efectos sobre las
actuaciones de la administración, así, el tribunal de ejecución bien podría

suspender provisionalmente las medidas ordenadas por ella. No hay duda de


que tal facultad está insita en la función jurisdiccional para actuar por vía
incidental y la articulación de competencia del artículo 471 numeral primero,
ya citado, en concordancia con los antes artículos, hoy 482, 483, 488, 490,
492, 500, 501 relativos a acordar suspensión condicional de la ejecución de la
pena, autorizar el trabajo fuera del establecimiento penal, establecimiento
abierto, libertad condicional, fijar condiciones, redimir la pena, revocar
cualquiera de las medidas otorgadas, todas esta atribuciones legitiman la
posibilidad de que el Juez de Ejecución intervenga a través de la vía
incidental en las dediciones de la administración.
En este sentido y de igual manera, el artículo 471 numeral tercero, con el
fin de controlar el cumplimiento adecuado del régimen penitenciario, dispone,
inspecciones de establecimiento pudiendo, el Juez de Ejecución, dictar “los
pronunciamientos que juzgue convenientes para prevenir o corregir las
irregularidades que observe. Exhortará y de ser necesario, ordenará a la
autoridad competente que subsane de inmediato y le rinda cuenta”… “se trata
de una intervención imperativa, al utilizarse formas verbales como “ordenará”,
lo cual obliga a la administración a acatar lo dispuesto (Arroyo Gutiérrez,
2000), es evidente la amplia facultad del Juez de Ejecución sobre el ámbito
administrativo, el mismo artículo 483 reitera la intervención jurisdiccional en
“todos aquellos casos en los cuales, por su importancia, el tribunal lo estime
necesario…” a través del procedimiento allí señalado, el Juez de Ejecución
podrá resolver quejas que tengan que ver con la afectación a derechos
fundamentales, reclamos por sanciones disciplinarias, y/o tratamiento
penitenciario violatorios de derechos, la disposición “es una autorización
legislativa para que la jurisdicción ejerza un estricto control de la legalidad de
las actuaciones en el ámbito administrativo” (Arroyo Gutiérrez, 2000:73).
El Juez de Ejecución es un garante de que la pena de privación de
libertad se cumpla de conformidad con los fines constitucionales y legales
establecidos. Otra atribución según el artículo 474, es fijar el cómputo
definitivo de la pena y determinar con exactitud la fecha en que se realizará
la condena, así como la fecha en que podrá solicitar la suspensión
condicional de la ejecución de la pena, redención de la pena por el trabajo
y el estudio y cualquiera de las fórmulas de cumplimiento de penas. Los
jueces de ejecución deben controlar la legalidad de las medidas y el
respeto de los derechos de las personas privadas de libertad entre éstos, el
tiempo que debe estar privado de su libertad y los beneficios a través de
los cuales puede ir ganando su libertad anticipada. 
En razón de las atribuciones anteriores el Juez de Ejecución tiene
amplísima discrecionalidad para tomar cualquier medida con fines de
vigilancia y control así como para corregir y prevenir las faltas que observe.
En cognición de la prioridad que actualmente tiene en la legislación
procesal penal el informe técnico, el Juez de Ejecución está obligado a
conocer en profundidad los criterios técnicos y los efectos que ellos
producen cuando deben tomarse una decisión que afecta las condiciones
de la persona privada de libertad. Solo si el conocimiento de los jueces es
sólido, podrá establecerse, al analizarse el caso planteado, si se ha
actuado conforme a la normativa vigente o si se está en presencia de una
decisión discriminatoria o arbitraria”, se destaca la labor dentro del marco
Jurisdiccional que tiene el Juez de Ejecución, por lo que con el avance de
las mas altas corrientes humanísticas el Juez de Ejecución interviene
activamente en la Ejecución de las penas, constituyéndose en un
verdadero garante de los derechos del recluso, constituye su función
corolario de la humanización de las penas y una consecuencia del principio
de legalidad de las penas y la legalidad de la Ejecución Penitenciaria, que
se enuncia como lo cita María Morrais de Guerrero: “La Ejecución de las
Penas y medidas de Seguridad no debe quedar al arbitrio de la Autoridad
Judicial y/o administrativa, sino que deberá llevarse a cabo de acuerdo a
leyes y reglamentos”. 
De acuerdo con el artículo 21 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela (CRBV) todas las personas son iguales ante la
ley; en consecuencia: 
1. No se permitirán discriminaciones fundadas en la raza, el sexo, el credo,
la condición social o aquellas que, en general, tengan por objeto o por
resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio en
condiciones de igualdad, de los derechos y libertades de toda persona. 
2. La ley garantizará las condiciones jurídicas y administrativas para que
la igualdad ante la ley sea real y efectiva; adoptará medidas positivas a
favor de personas o grupos que puedan ser discriminados, marginados
o vulnerables; protegerá especialmente a aquellas personas que por
alguna de las condiciones antes especificadas, se encuentren en
circunstancia de debilidad manifiesta y sancionará los abusos o
maltratos que contra ellas se cometan.
“La noción de igualdad […] es inseparable de la dignidad esencial de la
persona, frente a la cual es incompatible toda situación que, por
considerar superior a un determinado grupo, conduzca a tratarlo con
privilegio; o que, a la inversa, por considerarlo inferior, lo trate con
hostilidad o de cualquier forma lo discrimine del goce de derechos que

se reconocen a quienes no se consideran incursos en tal situación de


inferioridad” (Opinión Consultiva OC- 18/03. Condición jurídica y
derechos humanos de los migrantes indocumentados, Corte
Interamericana de Derechos Humanos). 
Como señala el artículo 21 de la CRBV la igualdad supone, por una parte,
no discriminar a ninguna persona o grupo ocasionándole menoscabo a
sus derechos (Artc. 21, numeral 1) y, por otra, que el estado debe
adoptar medidas a favor de aquellos sectores que se encuentran
estructuralmente discriminados (las personas pobres, las mujeres, los
campesinos, los pueblos indígenas o afro, las diversidades sexuales,
los extranjeros pobres, los jóvenes, entre otros), para lograr la igualdad
social (Artc. 21, numeral 1). Lo primero es el principio de igualdad
formal (o igualdad ante la ley y en la aplicación de la ley) y, lo segundo,
apunta es el principio de igualdad real (o igualdad sustantiva).
El principio de igualdad formal comprende la igualdad ante la ley, que
se refiere a que las normas no deben establecer diferencias no
razonables entre las personas, y la aplicación de la ley de forma
idéntica, que consiste en que las autoridades encargadas de aplicarla
deben dar el mismo trato a las personas. 
Sin embargo, la igualdad ante la ley y la aplicación de la ley en forma
idéntica resultan insuficientes para garantizar la igualdad real, dado que
existen factores estructurales (discriminaciones culturales, económicas
y políticas) que pueden dejar a ciertos grupos a la zaga en relación con
el resto de la sociedad, independientemente de que formalmente
reciban un trato igualitario ante la ley o exista una prohibición de
discriminación directa. Por esta razón, para lograr la igualdad
sustantiva, el Estado debe dar un trato no igualitario a quienes se
encuentran en una situación de desigualdad y discriminación
estructural, beneficiándolos con medidas que les permitan conseguir la
igualdad real o sustancial, es decir, el goce y ejercicio efectivos de
todos sus derechos.
Ahora bien, la Sala Constitucional de nuestro máximo Tribunal
Patrio al analizar este Derecho humano y fundamental como es
el de la igualdad, en decisión de la sentencia Núm. 2.413 del
13 de octubre de 2012, caso: Manuel Enrique Peña Mendoza,
aprecia que: el artículo 21 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela establece: “Todas las personas son
iguales ante la Ley; en consecuencia: 1. No se permitirán
discriminaciones fundadas en la raza, el sexo, el credo, la
condición social o aquellas que, en general, tengan por objeto o
por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o
ejercicio en condiciones de igualdad, de los derechos y
libertades de toda persona”.
 

En relación con el referido enunciado esta Sala ha dejado


establecido respecto a la violación de esta norma que “…la
cláusula de igualdad ante la ley, no prohíbe que se le confiera
un trato desigual a un ciudadano o grupo de ciudadanos,
siempre y cuando se den las siguientes condiciones: a) que los
ciudadanos o colectivos se encuentren real y efectivamente en
distintas situaciones de hecho; b) que el trato desigual persiga
una finalidad específica; c) que la finalidad buscada sea
razonable, es decir, que la misma sea admisible desde la
perspectiva de los derechos y principio constitucionales; y d)
que la relación sea proporcionada, es decir, que la
consecuencia jurídica que constituye el trato desigual no
guarde una absoluta desproporción con las circunstancias de
hecho y la finalidad que la justifica. Si concurren las
condiciones antes señaladas, el trato desigual será admisible y
por ello constitutivo de una diferenciación constitucionalmente
legítima”.
 
De lo anteriormente expuesto, mi defendido JUAN CARLOS
CEBALLOS PEREZ, había cumplido con cada una de las condiciones
impuesta como es el régimen de presentación (anexo comprobantes), y
luego de la valoración de la comisión técnica adscrita al Ministerio
Penitenciario, arroja como resultado dicha evaluación una negativa en el
mismo, sin contar que el mencionado ciudadano se encuentra en una
etapa de supervisión médica psiquiátrica aunado a que fue declarado por
el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales IVSS jubilado por
incapacidad, con tan solo 29 años de edad, se dicta una orden a
aprehensión en su contra faltando tan solo 2 meses para el cumplimiento
de la pena, es allí, donde se despende el principio constitucional de
igualdad, en donde el Plan Cayapa ha manifestado y concretado libertad
para muchos privados de libertad con penas superiores a la dictada a mi
defendido; es por lo que solicito respetuosamente la revisión de la medida
de privación judicial de libertada y le sea otorgada una medida alterna
enmarcada en la suspensión condicional de la ejecución de la pena.
Por último, ciudadana Juez, mi defendido tienen domicilio fijo en el país,
tienen su familia en el estado, no existe peligro de fuga, que él mismo cumplirá
con las condiciones que le sean impuestas al momento del otorgamiento de lo
solicitado.
Sin más a que hacer referencia, se suscribe de Usted;

ABG. Nubia Janeth Moreno Ruiz.

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