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FASCISMO Y GRAN CAPITAL | _ Daniel Guerin editorial fundamentos ore zs q a8 6001 canon anna cna 6 ° ~ rue waa seed coun 1 sr marewteo tr 81m Io Ta 4074 sana errs paltntao0 tw wet ie foe oe, “ 104 WetRUm a » ho denn, wa mens sae 3 Orem a hai ‘itslo original: Fascisme & Grand Capita. “raduocisn: Daniel de tiles © Libraire Frangots Maspero © Editria) Fundamnents Caracas, 18 Madrid ISBN: 8¢-245.0092-2 Depsito Tegale M38.522-167, Printed in Spain. Impreso on Expat Industrie Fats, Magnolias, 4, Madi, Disefo erica: Diego Lar | Indice Advertencia Prélogo a Ta primera edicién (1936) Prélogo de marzo de 1945 1. Los financieros del faseismo Las tropas Primero, fa mistica 2 3 4. La demagogia fascista 5. La thetica fascista 6 ay decadencia de los pleboyos 7. La verdadera «doctrina» fascista 8. El fascismo contra la clase obrera 9. Politica econdmica del fascismo 10. Politica agricola del fascismo Conclusién. Algunas peligrosas alusiones Notas bibliogréficas Péginas 9 13 5 » a 95 7 155 197 237 255 369 23 Desputs de subir Hitler al poder, a principios dic 1933, y tras de la tentativa de golpe de estado fascista, an Parts, et 6 de febrero de 1934, me dejé convencer por algunos amigos, especialmente por Simone Weil, de que habia que combatir al fascis- ‘mo por medio de investigaciones ceruditass. Expo- nner las verdaderas razones de ta victoria fasciste, desenmescarar sin contemplaciones fos fallos de los partidos obreros vencides, que tantos otros se obs- tinaban en ocultar, convencer al lector le que no se podia combatir al fascismo agarrandase ai clavo ardiendo de la demecracia burguesa, 9 que, en defi nitiva, habla que elegir entre fascismo 9 socialismo. Ese fue mi propésito al escribir este bro, Pero para llevar a cabo este proyecto habla que empezar por diagnosticar cudl era la verdadera na turaleza del fascisino, Este era para mi sa enfer- ‘medad, y como para describir un mal que no cono- ce 0 que conace mal, un médico no tiene otro remedio que comparar minuciosamente tos sinto- ‘mas observados en sus vletimas, es lo que intenté, exantinando los dos casos elinicos a mi disposicion: Italia y Alemania. Eliminando aguellos rasgos par- ticulares 9 diferentes en los dos patses estudiados, traté de obtener como residuo los rasgos comunes del fendmena fascista. Los escritos de Trotsky sobre Alemania y Fran- cia(1) me sirvieron de guta en tan vasto trabajo. Me ayudaron a comprender el problema, tan com- plejo, de unas clases medias que oscilaban entre el prolfetariado y la burguesia, y a las que la crisis econdmica por un lado, y la carencia de las organi- zaciones obreras por otro, arrojaban a la extrema derecha. Me dieron también la pista que me llevd a describir cémo el fascismo, ya en el poder, elimina a los mds izquierdistas de sus «plebeyos» y, termi- nada esta purga, desemboca, al menos en cierto | modo, en una dictadura militar y polictaca de tipo clésico. Otras dos obras me fueron de gran ayuda: prime- 10, el andlisis tedrico det fascismo italiano, tan no- table por su precisién como por su documentacisn, su clarividencia y su estilo, que Ignazio Silone, emi- grado en Suiza, habia pubticado en alemén con el titulo Der Faschismur, y luego, un escrito del dis- cipulo espafiol de Trotsky, Andrés Nin: Las dicta- duras de nuestro tiempo, que Pierre Naville habia traducido al francés y cuyo manuscrito (que no Ile- 26 a publicarse) me habia prestado. Fue Nin quien me enseité los papeles respectivos de la industria ligera y Ia industria pesada en ta marcha del fascis- mo hacia el poder, y las razones por las que ef «gran capitals necesitaba mds al «Estado fuerten fascista que otros grupos de presién econdmicos. k En cuanto a los innumerables datos que tuve que reunir, a medida que evolucianaba la peste fascista, : los sagué del diario Le Temps, conservador, pero E muy bien documentado, y de dos publicaciones, una ee cestalinista» y otra «reformista»: los cuadernos men- suates que el Instituto para el Estudio del Fascis- ‘mo publicaba en Paris, con el titulo Etudes sur le fascisme, y el boletin de informacién publicado en ~ Amsterdam por la Federacién Internacional de los Trabajadores de tos Transportes, animada por su secretario general, Eddo. Fimmen, y que se titula ba sencillamente: Fascisme. PROLOGO A LA PRIMERA EDICION (1936) El objeto de este libro os definir Ja naturaleza del fas pabrecida y descontenta, Aunque gran parte de Jos miem- bros de las clases medias que llevaron el fascismo al poder ‘estén hoy completamente desengafiados, no ocurre lo mis- ‘mo con los militantes. En el enorme aparato burocrético del Estado fascista hay muchos logreros y corrompidos, pero también hay verdaderos fandticos. Estos no defienden, al defender al régimen, dinica y exclusivamente su posicién ‘social 0 su vida, sino también un ideal en el que creen con fe ciega y hasta la muerte. (Digamos de paso, que no seré Ja fuerza ni las bayonetas extranjeras lo que desintoxicard ‘los cerebros.) El fascismo, en aquellos paises en que ha conseguido instalarse, puede dejar también secuclas por una razén: tanto en el momento de su decadencia como en el de su nacimiento, le ayuda mucho la complacencia de sus cad- versarioss, El Estado «democrético» que le sucede esta tan infectado del virus fascista como el Estado «demo- -eritico» que le precedié. La y «anti- cristiano». E incluso entonces hubo burgueses y principes de Ia Iglesia que, mAs precavidos contra el «peligro rojo» que contra el peligro nazi, conservaron ciertas simpatias por el gendarme de Europa Hoy, las grandes «democracias» se proclaman eanti+ fascistas». No hablan de otra cosa que de «antifascismo». Y¥ en efecto, es que el eantifascismos les ha sido muy ne- ‘eesario para vencer a su rival alemén, No hubieran podide ‘obtener la plena adhesién de las masas populares sélo con la explotacién del patriotismo, pues a pesar de les aparien- cias, la hora de las guerras nacionales ha terminado, Nues tra época es la de la lucha de clases, la época de Ja guerra social, Las masas obreras no se hubleran lanzado a Iiberar Europa si los gobernantes no hubieran sabido despertar en ellas el ansia de otro orden social, si no hubleran ape- Jado a sus instintos de clase. Charles de Gaulle, que emper6 su carrera politica como discipulo de Maurras, no ha teni- do escrapulos en dar la mano a Stalin Pero el dia de maftana, las grandes democractas quizés releguen el santifascismo» al cuarto de los trastos. Incluso ahora, esa palabra mdgica, que hizo levantarse a los tra bajadores contra el hitlerismo, empieza a ser sospechose ccaando sirve de bandera a los adversarios del capitalis mo. En Bélgica o en Grecia, los aliados no han dudado en tratar sin contemplaciones a aquella misma Resistencia ceayos servicios acababan de utilizar alborozados, Para res- tablecer el xordens, como han hecho ya en Grecia, tarde © temprano tratardn de establecer sus puntos de apoyo en tl geno de las poblaciones Iiberadas, sosteniendo, en con tra de la vanguardia popular, a formaciones més o menos fascistes, Naturalmente que las bautizarén, como lo estén hhaciendo ya con otros nombres, pues la palabra fascismo 2B ha quedado definitivamente inutilizable. Pero veremos re- aparecer con nuevas etiquetas la vieja mercancia. El fas- cismo, sea cualquiera el nombre que le den, seguiré siendo el arma de reserva del capitalismo decadente. Los tiltimos acontecimientos han confirmado la conclu- sidn esericial de este libro; es decir, que al fascismo, fruto de la carencia del socialismo, no le puede combatir efi- cazmente, ni vencerle definitivamente, mds que la revolu- cidn proletaria. Todo «antifascismo» que la rechace es pura charlataneria. Pero desgraciadamente hemos dejado que Jos demécratas burgueses se apoderen del antifascismo. Estos temen al latigo fascista, pero no més que al poder obrero. Para conciliar ambos temores han inventado una solucién bastarda, la de los «frentes populares». Los defen- sores se guardan muy bien de tomar medidas radicales para extirpar sus raices. A pesar de sus discursos demago- gicos contra las «doscientas familias» o los «trusts», se guardan muy bien de hacer nada contra el capitalismo y, Jo que es mucho peor, agravan, con su politica econémica y social, las causas de friccién entre el proletariado y las clases medias, rechazando a éstas hacia el fascismo del que pretenden alejarlas. La amenaza fascista hizo descubrir a muchos el pro- blema de las clases medias. Antafio, los partidos de izquier- das no vefan en cllas sino una clientela clectoral facil, fiel y estable. Pero cuando se vio que sus oscilaciones, amplia- das por la crisis econémica, podian Ilevarlas al campo ene- migo, que las podfa dominar una especie de locura colec- tiva, haciéndolas vestir camisas de diversos colores, esos mismos partidos no tuvieron otra preocupacién que la de retener a las clases medias. Por desgracia, ni comprendieron (0 no quisieron com- 24 prender), ni comprenden el problema. Lamento no haber podido tratar en este libro una cuestién tan importante, pero mi objeto no era tanto-hacer ver cémo el socialismo hubiera podido atraer a esas clases medias que engrosan el fascismo, como exponer de qué modo consiguié éste con- quistarlas. Por eso me permitiré una breve digresién, Las clases medias y el proletariado tienen intereses co- munes contra el gran capital, pero su «anticapitalismo» no coincide por completo, y si la burguesfa utiliza, agravén- dola en lo posible, esa divergencia de intereses, no la in- venta, Por eso es imposible reunir a la pequefia burguesia y al proletariado en torno a un programa comin que sa- tisfaga a ambos. Uno de los dos tiene que hacer concesio- nes. El proletariado puede hacer algunas, es cierto. Debe de procurar que sus ataques contra el gran capital no da- fien al mismo tiempo a los rentistas modestos, a los arte- sanos, a los comerciantes individuales o a los agricultores que labran su propia tierra, Pero en ciertos puntos esen- ciales no puede transigir, pues, si para no enfrentarse con las clases medias, lo hiciera, renunciarfa al mismo tiempo a herir de muerte al capitalismo. Y ademés, ha sido precisamente cuando ha fallado en su misién de destruir al capitalismo, siempre que ha re- trocedido cuando las clases medias, comprimidas entre un gran capital implacable y una clase reivindicativa, se han inclinado por el fascismo. En definitiva, no se trata de que el proletariado atraiga a las clases medias renunciando a su propio programa so- cialista, sino de convencerlas de que es capaz de conducir a la sociedad por un nuevo camino, con la fuerza y la se- guridad de su accién revolucionaria. Esto es precisamente lo que los inventores de los frentes populares se niegan a comprender. Su tinica idea es hacer que las clases medias 25 Felton er. CE -— OR piquen en su anzuelo, y su habilidad es tanta, que fi elas tectistan hacia el echo del faicsmos Solo triunfaré el antifascismo cuando deje de ir molque de la democracia burguesa. Hay que desconfiar de los «anti», siempre insufici confiar de cs a ipre insuficientes porque son puramente n gativos. A un principio sélo puede vencer otro principi Superior. El mundo de hoy, en medio de sus convulsiones, no sélo busca una forma de propiedad que corresponda al cardcter colectivo y a Ja gigantesca escala de la produccién moderada, busca también una forma de gobierno capaz de sustituir el cas por el orden racional, liberando al hom- bre. El parlamentarismo burgués sdlo le ofrece una carica- tura de Ia democracia, cada vez mas impotente y putrefacta. Decepcionado y asqueado, puede caer en la tentacién del Estado fuerte, del hombre providencial, del «principio del jefe». Desde el punto de vista ideolégico, sélo podremos des- arraigar total y definitivamente el fascismo cuando pre- sentemos a la humanidad y hagamos triunfar practicamen- te, una nueva forma de gobierno de Ia sociedad, una de mocracia auténtica, total, directa, que asocie a todos los productores a la administracién de las cosas. Este nuev? Tipo de democracia no es una utopia, un producto de Ia jimaginacién. En la gran Revolucin francesa se oyeron su primeros vagidos. La Comuna de 1871 fue la primera ten” fativa de Ievarla a la prdctica, como reconocieron Marx ¥ Lenin, Los soviets ruses de 1917 propusieron su modelo 3 mundo. Luego, la democracia soviética ha sufrido, en Ia snisma URSS, por razones que no podemos exponer aqui, in largo eclipse, y este eclipse ha coincidido en el temp? won la ascensién del fascismo. Hoy, el fascimo tiene sus dias contados. Pero sélo Ie 26 Jenceremos definitivamente cemostranco con nuestros ac- yencsrevya verdadera democracia, Ta de la Comuna o de los de 1917, es posible y que es superior a cualquier gobierno humana. Lenin dijo, «todo el poder y Mussolini, caricaturizando esta consigna, os soviets> del Estado totalitario: «Todo el poder al fabricd el ema fascismo.> EI Esta no conseguiremos junfar su antitesis do totalitario es un monstruo moribundo, pero librarnos de su cadaver si no hacemos Ja reptiblica de los consejos obreros. 27 oom ename 1. LOS FINANCIEROS DEL FASCISMO 1. En Italia: para guitar al profetariado las con cesiones que éste habla conseguido después de {a guerra, los magnates de la industria pesada i 1 los terratenientes subvencionas a fos «fascin. 2. Las bandas fascistas al servicio del naciona: lismo: ta aventura de Fine, 3. A esta politica se opone ta de ta industria ti era 4, La crisis seoa ta fuente del beneficio capita lisea: os magnates lanzan al fasctsmo @ la conguista del poder. 5. El aplons de Giolitt. El conjunto del capita lismo italiano subverciona la «Marcha sobre Romas. 6. En Alemanta: para guitar al profetariado las concesiones que éste habla conseguido des- puds deta guerra los magnates de la industria posada y las terratenientes subvencionan a fos cuerpos francor 7. Los ecuerpos francose al servicio del nacio- nlismo: Baltikum, Reichswehr negra, etc. 8. Aesia politica se opone la de ta Fert dustie. 9. La crisis seca fa fuente del benefcto capita lista: los magnates lanzan al nacionalsocall- ‘mo a conguistar el poder. 10, EI aplons de Brisning y de Schleicher. El ca pitalismo aleman en blogue entrega et poder a Hitler | | | Bl Estado, desde que existe, es el érgano que utiliza uuna clase social para mantener’ su dominio sobre las de- més. Cuando un Estedo cambia de fisonomfa, cuando un régimen politico deja sitio a otro, el primer pensamiento. fue nos viene a Ia mente es: zqué ocutre en este momen- to entre bastidores? 2s una nueva clase la que sube al poder? Pero cuando hay senales inequivocas de que es la mis- ims clase Ia que gobierna, la pregunta que nos hacemos es! cqué interés tiene la clase dirigente en onganizar todo este rovuelo? El régimen modermo de la mayorfa de los Estados mo- dernos adelantados era, hasta ahora, In «democracies © mejor dicho, Ia seudodemocracia, la democracia parla: mentaria, la demoeracia falsificada y no la auténtica, Cuan- do se la miraba de cerca, en esta «democracia» se distin guian sin esfuerzos rasgos de cesarismo, Pero, en general, es cierto que en los Estados adelantados de nuestro tiem po, era la solucién politica que se aplicsba. ‘Sin embargo, en estos wiltimos aflos, en dos grandes paises de Europa occidental, Italia y Alemania, este régic men ha sido sustituido por otro nuevo, que se diferencia, de modo bien visible del anterior: el fascism. Como se manifesté por ver primera en Italia, se Ie dio un nombre de origen romano (*). Pero no tiene nada de especificamen- Is apcgws Roma, alpmos magletrador toin precdidos pot ete Hades scocel que saan corn easbolo Se a te italiano. Por esto la palabra italiana ha terminado por designar un fenémeno universal. ; ‘Hasta estos tltimos afios se crefa que la «democraciar era el mejor régimen politico para la clase dominante, {Por qué, en dos paises europeos, que no son de los m= fos importantes precisamente, la burguesia ha cambiado de opinién? Los revolucionarios tienen una tendencia bien natural aver todo desde su punto de vista. Por eso tienen la im- presign de que el capitalismo recurre a la solucién fascista, niea y exclusivamente para vencer a la revolucién prole- tara que le amenaza. Es cierto que hay en ello algo de verdad; que los propietarios tienen miedo de la revolucién J subvencionan a bandas de matones pare atemorizar a los Zoreros. Pero no es por miedo a Ia revolucién por lo que se Geciden a confiar el poder al fascismo. Ni en Italia ni en ‘Alemania existfa un peligro revolucionario en el momento fen que el fascismo tomé posesién del Estado. En realidad, aquéllos recurren a la solucién fascista no tanto para pro- tegerse contra los disturbios callejeros, como contra los trastornos ocasionados por su propio sistema econémico. EI mal que tratan de evitar est més bien dentro que fuera del sistema. . La ley del sistema capitalista es el beneficio. Durante un largo perfodo, que podrfamos llamar la fase ascenden- te del capitalismo, el desarrollo continuo de la produccién la ampliacién incesante de los mercados, han permitido Ja burguesfa, pese a ciertas crisis periddicas de crecimien- to, un progreso ininterrumpido de sus beneficios. Después Ju poder una varas de abedul atadas, formando un haz en torno su pofscha, En el vocabulario politico moderno italiano, se lama- aun psio (plural de fasci) a diversas ligas de accién politica y ro tee tendencias avanzadas en la _mayoria de los casos. Fue Sfando Mussolini se apropié de la palabra, 32 de la guerra de 1914-1918, que fue a la vez el producto y la primera manifestacién publica de sus dificultades internas, el capitalismo en su conjunto ha entrado en una fase des- cendente. A las crisis econémicas ciclicas se ha superpues- to una crisis crénica, una crisis permanente del sistema. La misma fuente del beneficio capitalista esté amenazada. Durante el periodo precedente, la «democracia» era muy ventajosa para el capitalismo. Todo el mundo ha ofdo argu- mentos como: la democracia es el gobierno menos caro; el espiritu de empresa necesita la libertad; los derechos politicos concedidos a las masas son como una valvula de seguridad que evita los choques violentos; la «democra- cia» desarrolla el mercado capitalista al crear nuevas ne- cesidades en las masas y darles al mismo tiempo la posibi- lidad de satisfacerlas, etc. Cuando el festin es abundante, se puede dejar al pueblo que recoja las migajas. Pero en el perfodo actual, en la fase de decadencia del capitalismo, la clase dominante se encuentra ante los pla- tillos de la balanza en que mide las ventajas y los incon- venientes de la «democracia tan perpleja como el asno de Buridan, En algunos paises y circunstancias le parece que los inconvenientes pesan més que las ventajas. Cuando la crisis econémica (cfclica y crénica a la vez) es muy aguda, cuando el beneficio tiende a cero, no ve otra salida, no ve otro remedio para restablecer el mecanismo del beneficio que vaciar los bolsillos —ya bien vaclos— de la pobre gen- te que constituye las «masas». Esto es lo que Joseph Cai- Tlaux, ees gran burgués de verbo florido, ha lamado entre nosotros la «gran penitencias: la brutal reducoién de los salarios, de los seguros sociales, el aumento de los impues- tos (sobre todo de los impuestos sobre el consumo). Con el producto de esta operacién, el Estado saca a flote a las empresas al borde de la quiebra, las sostiene artificialmen- 33 te a fuerza de subvenciones y de ventajas fiscales, a fuerza de contratas de obras piiblicas y encargos de armamentos. En una palabra, el Estado sustituye de este modo a la clien- tela privada, al ahorro insuficiente. ath Pero el régimen democratico se presta mal a la reali- zaciGn de tal plan, Mientras la «democracia» subsista, las diversas categorias sociales que componen el pueblo (aun- que estén engafiadss) tienen algunos medios de defender- se contra la «gran penitencia»: libertad de prensa, sufra- gio universal, derecho sindical, derecho de huelga, etc. Medios insuficientes, pero que imponen ciertos limites a las ilimitadas exigencias de los poderosos del dinero. En especial, la resistencia del proletariado organizado impide una excesiva disminucién de los salarios. Por ‘esto, en ciertos paises y en determinadas circuns- tancias, cuando los benficios est4n gravemente amenaza- dos, cuando le parece necesaria una «deflacién» brutal, la burguesia tira por encima de la borda la «democracia» tra- dicional y pide —sin que, naturalmente, se limite a pedir- Jo— un Estado fuerte. Este empieza por quitar al pueblo todos sus medios de defensa, le ata las manos a la espalda, para poder vaciarle los bolsillos con mayor facilidad. Si hemos dicho: ciertos paises y en determinadas cir- cunstancias, es porque se trata, en este caso, de aquellas naciones que reivindicaron un «lugar al sol» cuando ya todos los buenos sitios estan cogidos, que carecen tanto de materias primas como de mercados amplios. En los patses mas favorecidos, de recursos econémicos y financi ros més importantes, la burguesia puede reparar el meca- nismo del beneficio, sin reemplazar el régimen « GSlocarsn su solidarided de clase por delante de su diver fencia de intereses. Se horrorizan ante Ia perspective. de Serter la sangre de epstritass y se resignan al triunfo del Tasclamo. Bntonces, el capitalismo en su conjunto se une para instalar al fascismo en el poder. Veamos ahora de un modo mas detallado, en Tala pri- mero, ¥ en Alemania despuss, sein el métedo que hemos Mdoprado, cudl ha sido Te actitwd de los diversos grupos apitalisas hacia el fascismo. 38 Fara qu se comprenda sor, hemos escompussto et sodls on dot fees uosiver eee oe 1) AV principe el gran capa xo ples. en empujr at fasime paru que conus el poder Se se de ot Bandas uniformadas como mala ante ‘ria de a pura de 1s patroncntuvleron que hacer, en abo ple, para tar ann rool bose importantes conouiones aa Sue ober, Desde re ‘Sera el terpeo perddn, tne a en verdadero rvs de confiar a Cera bandas arden, tapectiladen cn la lucha ener, el hotline a rot icoiadoy bia su resenc, Lo grades terete: tert tuaan a ete proyecto, Beoire de epi Sie nad del polar url, bin ei ambien Gor arojr hate y queen reaper fo perdi us HrmncerosSljan tambien ove jv gs bam dag armadas do Muli 9 de ies: Tain Meats tt erouonran, deste des guerra, en a penn de Pat Sie "onedony huriledoe tenes grinder pons ‘rca, Low grandes Inde, donde ener de a trameni,subvencionan la Tucha conta Ia jet de Io tratades, Lach que emprenden, pasendo or eneioa Ak gaan legals por medio sla Banas facia Pere otha co que una cis te 0 eno gee amcnar con scat a foete desu tension, cuendo 060 Un stad forte» ls parece susceptible de ssegure ona Tenabllded reenter aes eres se aclngan a at tm vo paso, Lanan a ns bands fascias a cong wr a pede plo eisauran, con su aye, se Ste dhe de mse po 3 En Italia En Italia, tras de la guerra mundial, hay un verdadero resurgir del impetu revolucionario de las masas, Obreros y campesinos, aunque no tratan, faltos de madurer politi de conquistar el poder, consiguen, gracias a su combativi- dad, considerables ventajas. En la industria, los obreros ogran mejores salarios, la jornada de ocho horas, la gene- ralizacién de los contratos colectivos y su representacién fen el Seno de Ja empresa en «comisiones interiores de £& bbrica», Las huelgas se suceden (1.663 en 1919, 1.881 en 1920). En Génova y en otros grandes puertos, los cargadores se imponen gracias a una sélida organizacién. Los obreros metalirgicos, en septiembre de 1920, amplian un simple conflicto de salarios en una gran batalla de clases. Como fos magnates de la industria pesada deciden cerrar sus fi bricas, los 600.000 obreros las ocupan, y administran la produccién gracias a eonnicas ly fee 5 ‘alae scptan, Pro e sbre todo fines de 1920, oe Puts de a oupacn de as tries, cuando lan sabes bes desde nts empean Hover cx Hay tobién otra rarén a aie de 19141915, los tagntes Ge la poansula se declan Subvencionat estas bandas armedys El joven tmperi ‘no ‘aliano aparecio demasiado tarde en an mundo donde todos los buenos sitios enaban ye ceapados,Apenas le to. Con ss mgs, como los arenas de Tipline ia es, visperas do im guerra mundial, egran polete av, como dios el nacionlista Corradni, Pros denpuey del armistice sigue siéadolo, La Enente le prometi diversas scompensacioness erritriales, pero no ha camplido sus Promesas, Los magnates de le indusra pesada Cenen Un Interes directo en que su pats gana politica exterior nec cioralista y agresvs, parm seqvirenriquecléndowe con los cts de atrld gta, yal mmo emp conse ir nuevos mercados por In fuera, Pores, pasando por fncima del gobierno italiano, subvencionany arman a gr pos de ex combatientes y de aventureros. Como la Confe- Fencia de la Paz he negado a Tali la cisdad de Flume, a orillas de] Adridtico (*), envian a estas bandas, bajo el mando del literato d’Annunzio, a ocupar Ia ciudad (17 de Seem de 198), ato gies sobre todo an alr sunbolce A parti de julio do 1919, Flume’ queds en manos coon ltr fntenecena, Tm" SSS aaa

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