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Sem. de Der. Constitucional
Sem. de Der. Constitucional
INTEGRANTES:
- CRUZ NORIEGA ALEYDA.
- GARCÍA ACARO EDGAR EDUARDO.
- HUAMÁN ROMÁN KELVIN.
- MARTÍNEZ RIVERA MARÍA ISABEL.
- RUMICHE ALDANA RENZO MIGUEL.
CICLO: XII
PIURA - 2021
INTRODUCCIÓN
Aunque teórica y doctrinalmente las cosas están bastante claras, la reciente fusión de El
Grupo El Comercio con el Grupo Epensa ha ocasionado que se presenten en conflicto la
libertad de empresa con la pluralidad informativa. Por un lado, se argumenta que con
esta transacción se está acaparando los medios de comunicación escritos porque, a nivel
de lectoría, El Comercio tendría más del 78% de lectores del país. Por otro, se afirma
que tal porcentaje es fruto de la preferencia del público que libremente decide comprar
el diario y que no se puede descalificar una fusión empresarial amparada por la libertad
de empresa. Más aún, antes de la fusión empresarial, El Comercio ya contaba con más
del 56% de los lectores peruanos.
CAPITULO I
1. CONCENTRACIÓN DE MEDIOS.
Los medios de comunicación constituyen uno de los poderes más importantes que hay
en el mundo. Gracias al avance tecnológico y el desarrollo de estos medios, las
distancias entre las personas se han disminuido de tal forma que han destruido todas las
barreras que no permitían o privaban a la mayoría del acceso a la información y el
conocimiento de los hechos tanto a nivel local como internacional. Consolidando la
democratización de la información y de su obtención, la cual puede ser lograda por
cualquiera.
Los medios de comunicación, además, son una forma de cómo las personas ven y
perciben el mundo. En síntesis, moldean nuestras capacidades conforme al medio para
poder acercarnos a la realidad.
Existe, por tanto, una tutela amplia del derecho a la propiedad privada. El objeto de
tutela de este derecho trasciende al concepto civil de la propiedad permitiendo el respeto
de cualquier situación jurídica de ventaja patrimonial lo que incluye la protección, a
través de este derecho, de la propiedad sobre bienes intangibles o incluso sobre otros
derechos.
Los únicos límites que se imponen al derecho de propiedad son aquellos derivados de la
denominada función social de la propiedad, la misma que, según el Tribunal
Constitucional “se traduce constitucionalmente en limitaciones al ejercicio de este
derecho y en obligaciones a cargo del propietario, impuestas unas y otras en beneficio
del bien común”, en consecuencia, “obliga a que se armonice el interés del propietario
con el de la comunidad; procediéndose, para tal efecto, a que el Estado modere su
ejercicio a través de la reglamentación”.
3.1 El Comercio.
El 20 de agosto del año 2013, el diario propiedad de la familia Miró Quesada
adquiere el 54% de acciones de Empresa Periodística Nacional (Epensa), que es
dueña de los diarios Ojo, Correo y Bocón
Motivando a que ocho periodistas y líderes de medios, interpongan Acción de
Amparo, presentada el 21 de noviembre ante el Juzgado Constitucional de la Corte
de Justicia de Lima.
En ella impugnaron la compra del 54% de las acciones del sector de impresión y
comercialización del grupo editorial Epensa por parte del Grupo El Comercio, por
ir en contra de la Constitución en cuanto a concentración de medios de
comunicación y libertad de expresión.
Los demandantes que piden la anulación de esta transacción son Enrique Zileri
Gibson, director fundador de la revista Caretas; Luz Helguero Seminario, directora
del diario El Tiempo-Piura; Gustavo Mohme Seminario, director del diario La
República; Fernando Valencia Osorio, director de Diario 16; y los periodistas
Augusto Álvarez Rodrich, Miroslav Lauer Holoubek, Rosa María Palacios Mc
Bride y Mario Saavedra-Pinón Castillo.
Respecto a la demanda
4. La concentración de la audiencia.
La relación que existe entre los dos es fundamental para determinar el éxito en el
mercado. Es más: se puede afirmar que muchas veces la circulación de cualquier diario
se garantiza con la publicidad que ayuda concretamente a financiar el costo de las
impresiones y el pago a los difusores: canillitas, vendedores de kioscos, etc. La
audiencia se siente atraída o comprometida con una determinada industria informativa
que más le agrada y por esta razón hace que prefiera o, incluso, recomiende a otros
consumidores la adquisición de tal o cual periódico. Esto poco tiene que ver con la
calidad del producto, sino que obedece al “gusto” del consumidor y a su preferencia.
Es subjetivo. Pero esto tampoco quiere decir que producto de calidad no sean preferidos
por los consumidores. Durante mucho tiempo la gente prefería la calidad a la cantidad.
Sin embargo, actualmente se ve que no es así. Entonces, la preferencia del consumidor
es lo que hace que se apegue a un determinado producto de la industria informativa. Por
lo tanto, no hay un criterio objetivo para establecer el éxito de un producto. Y esto
obedece a un principio que pertenece al libre mercado que se denomina “la soberanía
del consumidor”, es decir, es él quien determina que un producto tenga o no éxito en el
mercado, independiente de la calidad o no del producto.
Esto ha quedado demostrado con la compra masiva, en el caso de los medios de prensa
escrita, de los tabloides de la prensa amarilla, o sea: El Trome u Ojo, los cuales son los
más vendidos, periódicos donde se vierten información inane y sin importancia social y
política, sino que tienen contenidos “sociales”.
Bueno, volviendo al tema, se dirá que la audiencia lo conforman todas las personas que
se encuentran afiliadas a una determinada industria informativa. Y la concentración de
ella se hará en mayor medida cuando un solo producto informativo sea el que mayor
audiencia tenga. En el caso peruano, por ejemplo, El Comercio resulta muy modélico,
ya que no es una concentración de la propiedad lo que se ha producido, puesto que
existen alrededor de 60 periódicos, sino que la fusión entre la empresa Epensa y El
Comercio generó que la audiencia de los dos se uniera e hiciera que llegaran a más del
70% de la lectoría a nivel nacional; por esta razón, existe una concentración de
audiencia y no de propiedad, aunque han aumentado, evidentemente, la propiedad de
ambos. Es una concentración de audiencia en la medida que la mayoría de gente siente
impulsada a comprar los periódicos que conforman esas empresas.
El argumento que generalmente usan en favor de esta unión es que los periódicos que se
distribuyen en toda la sociedad son alrededor de cincuenta, por lo no habría una
concentración porque los diarios que se han fusionados no pasan de diez, por lo tanto,
no existiría una concentración de medios escritos ni, mucho menos, un acaparamiento o
monopolio.
No obstante, a pesar de que esto, no deja de ser menos cierto que habría que separar
aquellos diarios que se dedican a la información en sí, es decir, a la que se relaciona con
la política y los problemas sociales de los periódicos de prensa amarilla o que se dedica
a temas “sociales”, de interés farandulero. Porque la industria informativa se ha
diversificado y se han establecido diferentes campos de información, o sea, que antes
del advenimiento de la sociedad postmoderna la información se circunscribía a la vida
política y a los problemas de la ciudadanía, porque estaba muy arraigada la idea de que
la prensa tenía la función especial de tutelar los derechos de los ciudadanos controlando
y fiscalizando las actividades gubernamentales, pero ahora a la información política y
social se le ha agregado otra que tiene carácter superficial, puesto que se relaciona a la
vida de los “artistas” y “personas vinculadas a la vida pública”.
Tomando en cuenta este aspecto nos es posible separar los diferentes diarios que tienen
un interés totalmente “farandulero” (Ojo, Trome, Aja, etc.) de los diarios que tienen un
objetivo más informativo, en el sentido de que desean contribuir a la información sobre
los problemas sociales y, concretamente, intereses públicos y políticos. Esta idea, que ha
sido defendido por varios de los periodistas, es una evidente obnubilación respecto a lo
que realmente sucede. Porque no se puede equiparar los otros periódicos, que muchos
de ellos no llegan ni a los 10 mil lectores, puedan ser competencia de empresas como El
Comercio o Epensa.
Los periódicos que pertenecen a estas dos empresas son demasiado poderosas y tienen
mayor impacto en la sociedad, porque su lectoría es abundante. Además, mucho de los
otros periódicos no son dedicados a la información “seria”, sino que se dedican a
noticias amarillistas; en cambio, los diarios que conforman las empresas citadas tienen
mayor incidencia en noticias de actualidad y que tienen que ver con la vida política, por
lo que su impacto es mayor en la sociedad porque puede determinar la agenda política.
Estas anomalías surgen, generalmente, por la rapacidad con la que proceden los sujetos
del mercado, o sea, las empresas, para poder suprimir la competencia con los otros
integrantes de un mercado. O, también, por la ausencia de normas claras de competencia
que no está específicamente establecidas las prohibiciones o aun teniéndolas no
disuaden a los competidores quienes perjudican a los demás dentro una actividad
económica determinada o de la producción de un bien en el mercado. Es muy
importante señalar que las leyes que protegen el funcionamiento del mercado vedan esas
patologías dentro del mercado cuando ellas son ejercidas abusivamente. Sin embargo, el
art. 61 de la Constitución -que hemos citado- hace una excepción a esta regla cuando los
monopolios y abusos de posición de dominio se relacionan con la industria informativa,
es decir, con la prensa escrita, audiovisual o radial. En estos casos el monopolio y el
abuso de posición de dominio per se son censurados y no pueden ser avalados bajo
ningún argumento. Trataremos las razones de esto último en el capítulo final de la
presente tesis.
6. Dominio político de los medios de comunicación escrita.
Una de las razones en nombre de las cuales se limita el derecho de propiedad en los
medios de comunicación radica en la idea de que la concentración de estos medios en
pocas manos, pondría en riesgo el derecho a la libertad de expresión. Derecho
fundamental que ha sido reconocido en muchas Constituciones y en diversos
instrumentos internacionales, y son muchas las teorías que se refieren a los fundamentos
por los cuales la libertad de expresión merece tutela. Desde aquellas que consideran a
este derecho como un instrumento esencial para el descubrimiento de la verdad hasta las
que consideran a la libertad de expresión necesaria para el autogobierno personal, el
desenvolvimiento autónomo y la autonomía política, incluyendo la realización personal
y el derecho a la identidad.
Este derecho abarca también el derecho a recibir información en la medida que muchas
veces un requisito para expresarse libremente radica en contar con la información
suficiente sobre alguna materia; y que este aspecto permite incorporar una faz social de
este derecho. En ese sentido, se advierte que la relevancia de este derecho también
trasciende la subjetividad en la medida que favorece la igualdad y la inclusión cuando
permite que se oigan las demandas de las minorías y de aquellos que no siempre son
escuchados por sufrir alguna clase de marginación social. Precisamente por ello, se
advierte que la libertad de expresión merece una tutela preferente por parte de los
ordenamientos jurídicos que se despliegan en sociedades democráticas.
Se considera que en tanto existan menos canales a través de los cuales se pueda permitir
la libertad de expresión existirán más riesgos para que este derecho no pueda ser
plenamente ejercido por todos los ciudadanos. En ese sentido, mientras menos
propietarios de medios de comunicación existan, existirán también menos posibilidades
de que las personas cuyos intereses no se encuentren alineados con aquellos que
promueven los propietarios de dichos medios puedan alzar su voz en las plataformas en
las que actualmente las voces pueden ser realmente oídas.
En este sentido, se tiene que los límites a la concentración de la propiedad de los medios
de comunicación se justifican en la medida que permiten mayores posibilidades para
que los ciudadanos puedan expresarse. Se admite que no existe libertad de expresión si
el mensaje que se transmite no tiene la llegada suficiente a la sociedad y esto se logra
únicamente cuando existen medios de comunicación a disposición de todos: las
mayorías y las minorías.
CAPITULO II
1. PUBLICIDAD ESTATAL.
Es toda “información que las entidades públicas difunden con fondos y recursos
públicos, destinada a divulgar la programación, el inicio o la consecución de sus
actividades, obras públicas, cuyo objeto sea posicionarlas frente a los ciudadanos que
perciben los servicios que estas prestan” (Resolución N.° 0078-2018-JNE, 2018). Esta
aproximación conceptual ha sido elaborada por el Jurado Nacional de Elecciones en su
Resolución N. °0078-2018-JNE artículo 5 acápite q).
Igualmente, publicidad estatal son todos los recursos públicos utilizados en propaganda
a favor del Estado, gobierno nacional, regional y local, contenidos en diferentes
elementos de difusión entiéndase fotos, gigantografías, videos, altoparlantes, diarios,
internet, entre otros; que tenga el objetivo de ser exhibidos y distribuidos (Huamán
Fernández, s.f.).
Según el artículo 2 de la Ley 28874 – Ley que Regula la Publicidad Estatal, “se
entenderá por publicidad estatal, a aquella que tiene por finalidad promover conductas
de relevancia social, tales como el ahorro de energía eléctrica, la preservación del medio
ambiente, el pago de impuestos entre otras, así como la difusión de la ejecución de los
planes y programas a cargo de las entidades y dependencias” (Ley 28874, 2006).
La Sentencia que declaró la inconstitucionalidad de la Ley 30793, define la publicidad
estatal en los siguientes fundamentos (Expedientes 0012-2018-PI/TC y 0013-2018-
PI/TC, 2018):
74. En este contexto, este Tribunal considera que la publicidad estatal está
protegida por el derecho a la libertad de información, en tanto se asume que el
Estado brinda, en muchas ocasiones, información relevante para el interés
social, lo que se relaciona con el derecho de la colectividad de ser informada.
Ahora bien, es importante precisar que la circulación diversa de información no
solo tiene una da influencia colectiva, sino que también es trascendental para la
autorrealización de la persona, pues es más que evidente que la pluralidad de
fuentes informativas permitirá que ella cuente con la mayor cantidad de datos
disponibles para adoptar las decisiones que, según estime, sean beneficiosas
para la concreción de su proyecto de vida y el bienestar de la comunidad
(Expedientes 0012-2018-PI/TC y 0013-2018PI/TC, 2018).
Como se aprecia del cuadro comparativo los argumentos a favor y en contra de la Ley
N° 30793 estuvieron marcados por un intenso debate público que culminó con la
declaratoria de inconstitucionalidad de la mencionada norma.
CAPITULO III
El Tribunal también plantea el contenido y la finalidad subjetivos del concepto que nos
interesa. Ello se evidencia en la importancia dada a la urgencia de una revisión
específica atinente a derechos fundamentales y también a la obligación del Tribunal de
asegurar el efectivo respeto de los derechos fundamentales.
El mismo criterio fue reiterado por el Tribunal en varios otros expedientes, y se puede
afirmar que cada uno de ellos provee motivación respecto al rechazo de la
admisibilidad, fundamentado en la ausencia de especial trascendencia constitucional.
Esta observación nos permite, por un lado, confirmar la naturaleza de norma-principio
que hemos atribuido a la especial trascendencia constitucional. Por el otro, sirve
también para desestimar las preocupaciones relacionadas con los riesgos de la
discrecionalidad que conlleva la aplicación de un concepto como el de especial
trascendencia constitucional.
2. La especial trascendencia constitucional y el rol del Tribunal Constitucional.
Es altamente probable que una resolución denegatoria que haya declarado improcedente
una demanda por carecer de justificación vinculada al contenido constitucionalmente
protegido de un derecho invocado, tampoco contenga especial trascendencia
constitucional. En este sentido, los casos declarados improcedentes, como el de la
señora Vásquez que motivó el establecimiento del precedente vinculante, suman a la
carga procesal del Tribunal Constitucional. Aunque la norma procedimental ha
establecido filtros que permitan una rápida respuesta a casos de improcedencia por falta
de argumentación sobre el contenido constitucionalmente protegido del derecho
invocado, la función constitucional del Tribunal de ser última y definitiva instancia
frente a las resoluciones denegatorias de procesos constitucionales exige del Tribunal un
pronunciamiento en estos casos.
Con ocasión del rechazo del recurso de agravio constitucional (RAC) que presentó
Francisca Lilia Vásquez Romero por la supuesta vulneración de su derecho al debido
proceso, sin demostrar cómo ocurrió esta afectación o cuál era el contenido del derecho
vulnerado ilegítimamente, el Tribunal Constitucional (TC) dictó un precedente
vinculante (Exp. N° 00987-2014-AA/TC); en el que se han establecido cuatro supuestos
por los cuales el supremo intérprete de la Constitución puede rechazar un recurso de
agravio constitucional.
Así, el pleno del TC, ha señalado en el fundamento 49 del Exp. N° 00987-2014-PA/TC,
que se emitirá sentencia interlocutoria denegatoria cuando:
La decisión estuvo motivada en que «la atención de estos casos produce demoras que
impiden atender oportuna y adecuadamente aquellos otros en los cuales verdaderamente
existen vulneraciones que exigen una tutela urgente» y que «[...] la tutela jurisdiccional
que no es efectiva no es tutela (...) y por lo tanto [el TC] debe concentrar sus recursos en
la atención de reales vulneraciones que requieren tutela urgente.
En efecto, considerando cuantitativamente que a la fecha del año 2013, la carga procesal
acumulada era de 6 659 casos pendientes por resolver (ver Cuadro N° 1), resultaba
necesario un mecanismo que permita que la justicia constitucional llegase de manera
oportuna al justiciable pese a la sobrecarga procesal.
Precisamente, el precedente recaído en el caso Vásquez Romero se fundamentó en
resolver esta necesidad cuantitativa que limita la tutela urgente, antes que por una
necesidad cualitativa de la protección sustantiva de los derechos fundamentales.
Por otro lado, habíamos dicho que “Existe una cuestión de especial transcendencia
constitucional cuando la resolución resulta indispensable para solucionar un conflicto de
relevancia o cuando se presente la urgencia de una revisión sobre el contenido de un
derecho fundamental”, para lo cual pasaremos a explicar qué se entiende por contenido
esencial de los derechos fundamentales.
Así, el bien humano intimidad se convierte en lo debido a la persona humana y, por ello,
en el derecho humano a la intimidad. El contenido de este derecho humano será aquello
que hace que el derecho a la intimidad sea derecho a la intimidad y no otro derecho
diferente. Este contenido bien puede ser llamado contenido esencial del derecho a la
intimidad, porque brota de la esencia o naturaleza jurídica del referido derecho26. De
esta forma hay que reconocer que el derecho humano cuenta con un contenido que lo
define en su esencia o naturaleza y que bien puede ser llamado contenido esencial; y
que puede ser definido como aquel conjunto de facultades o atribuciones que hacen que
el derecho humano sea ese derecho y no otro diferente.
Ahora bien, en lo tocante a este precedente consideramos una cuestión de orden precisar
que no existe una definición integral del concepto «sentencia interlocutoria
denegatoria», pues la posición de aproximación más cercana a su contenido es la
referencia en el propio precedente a que la citada sentencia se dictará sin más trámite.
En rigor, el término «interlocutorio», aun cuando puede abordar la referencia a una
sentencia, es regularmente una decisión intra proceso, más propia de un incidente.
Importa entonces evitar esta vaguedad en ciernes.
Existe una contradicción, puesto que el TC indica que quiere seguir protegiendo los
derechos fundamentales y la supremacía de la Constitución, pero ahora solo quiere
resolver los casos que revistan mayor urgencia, o sea, los que tengan “especial
trascendencia”. Aquellos que no sean “tan urgentes” se quedarán sin tutela, por más que
exista un efectivo agravio de un derecho fundamental. Si la razón de existencia del TC
es la de ser el guardián de los derechos fundamentales (como desde hace una década se
ha empeñado en serlo, muchas veces con poca suerte), una opción como la adoptada en
este precedente de observancia obligatoria va directamente al encuentro de esa finalidad
trazada por él mismo.
El punto aquí es que una opción como la adoptada por nuestro TC sería impensable para
una verdadera corte de control. Este modelo fue pensado teniendo en cuenta que recibir
una gran cantidad de recursos es positivo, a fin de que la corte tenga cada vez más
oportunidades de enmendar la plana a los jueces inferiores. Ello es así porque una corte
de control está preocupada por controlar la legalidad de las decisiones judiciales. En una
palabra, a más chances de suscitar la actividad de control, mejor. El TC peruano, al
enarbolar la bandera de la tutela de los derechos fundamentales contra los estamentos de
poder del Estado (Poder Judicial incluido), claramente se ha autoproclamado el defensor
último de los derechos de las personas, teniendo por misión controlar, en cada caso,
siempre que sea posible, la constitucionalidad de las decisiones judiciales. La Corte de
control en todo su esplendor.
No obstante, esta postura tiene un precio muy alto: sentencias contradictorias de un día
para otro; interpretaciones constitucionalmente muy discutibles; decisiones apresuradas
que violan el equilibrio entre los órganos de poder del Estado; decisiones sin rigor en la
argumentación; deficiente trabajo con los precedentes de observancia obligatoria; y todo
ello, en gran medida, debido a la ingente cantidad de recursos que le llegan a diario y
que tiene el deber de resolver. Esa es una consecuencia necesaria para un órgano que
todo lo quiere hacer, pero que, materialmente, es imposible que lo haga.
CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFIA