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Continuando con el tema de hoy sobre el futbol y su influencia en la construcción de

identidades es importante decir que el aficionado se siente representado y


partícipe del equipo al que sigue, por lo que el club se convierte en el principal
embajador de una parte de los sentimientos, creencias, percepciones y de la
identidad de cada uno de sus seguidores. Por tal razón, se hace real la afirmación de
los autores al decir que “los partidos de fútbol se convierten en escenarios simbólicos
de enfrentamiento y un marco de oposición entre identidades donde cada seguidor
defiende su concepción frente a su equipo de futbol hasta el punto de sobrepasar los
límites de respeto hacia otro sujeto. Lo que permite confirmar lo dicho por Ramonet
(1999), el cual afirma que en los casos donde las circunstancias y los contextos
territoriales, políticos o ideológicos intensifican esta referencia de oposición, las
rivalidades cobran aún más fuerza y, en ocasiones, avanzan el desencadenamiento
de determinados conflictos civiles. Por ello, es importante decir que las hinchadas o
llamadas barras las cuales por lo general se encuentran involucradas en los conflictos
civiles construyen una noción de territorialidad sobre los espacios en los que tienen
existencia social donde dichos territorios son exclusivos de la barra lo que genera un
sentido de pertenencia, legitimidad territorial y un refuerzo a sus creencias y por tanto
a su identidad. De igual forma, cada demostración de violencia es vista como una
representación de aguante, resistencia y pertenencia al grupo; es decir, la violencia
funciona como un lenguaje cuyo fin es defender un territorio o el prestigio, escenificar
la identidad y demostrar la pertenencia al grupo. Para entender mejor lo mencionado
anteriormente los dejo con este pequeño fragmento del documental RT Bestias del
futbol…

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