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Trabajo Fin de Grado

Resistencias campesinas en
Europa en la Baja Edad Media

Peasant resistances in
Europe in the Late Middle Ages

Autora
Sofía Paola Remón Gil

Director
Mario Lafuente Gómez

Facultad de Filosofía y Letras/Grado de Historia


Curso 2018-2019
Resistencias campesinas en Europa en la Baja Edad Media
Peasant resistances in Europe in the Late Middle Ages

Sofía Paola Remón Gil

Resumen
El objetivo de este trabajo es analizar las diversas estrategias de resistencia que
desarrollaron los campesinos durante la Baja Edad Media como respuesta a su condición
de subordinación respecto a los señores dentro del marco feudal. Primero se presenta al
campesinado y su situación, resaltando su importancia como sujeto histórico, y después
se procede a analizar el funcionamiento de la servidumbre como estructura de dominac ió n
y los discursos que caracterizaron y opusieron a campesinos y señores. Por último, se
hace un análisis de las distintas estrategias de resistencia campesinas, tratando de explicar
el fenómeno y describir sus tipologías principales, desde las formas de protesta más
cotidianas y sutiles hasta las grandes revueltas campesinas que tuvieron lugar en Europa
durante los siglos XIV y XV.
Palabras clave: resistencias, campesinado, protesta, levantamiento, rebelión,
dominación, servidumbre.

Abstract
The aim of this proyect is to analyze the different resistance strategies developed
by the peasants during the Late Middle Ages in response to their condition of
subordination with respect to the lords inside the feudal frame. First we present the
peasantry and their situation, highlighting its importance as a historical subject, and then
we proceed to analyze the functioning of servitude as a structure of domination and the
speeches that characterized and opposite peasants and lords. Finally, we make an analys is
of the different peasant resistances, trying to explain the phenomenon and describe its
main typologies, from the most daily and subtle forms of protest to the great peasant
revolts that took place in Europe during the fourteenth and fifteenth centuries.
Key words: resistances, peasantry, protest, uprising, rebellion, domination, servitude.

1
ÍNDICE

1. Introducción
1.1. Justificación del trabajo 3
1.2. Estado de la cuestión 4
1.3. Objetivos 9
1.4. Metodología 9

2. Desarrollo analítico
2.1. Los protagonistas: el campesinado como sujeto histórico
2.1.1. Señorialización de las relaciones sociales 11
2.1.2. Caracterización del campesinado 12
2.1.3. La dominación señorial 13
2.1.4. El campesinado como sujeto histórico 15

2.2. Discursos de dominantes y dominados


2.2.1. La servidumbre como estructura de dominación 18
2.2.2. Fundamentos del discurso campesino 21

2.3. Estrategias de resistencia


2.3.1. Sobre el concepto de resistencia 22
2.3.2. Distintas tipologías de resistencias 24
2.3.3. Evolución de las resistencias medievales 31
2.3.4. Las grandes revueltas de los siglos XIV-XV 34

3. Conclusiones 37
4. Bibliografía 38

2
1. INTRODUCCIÓN
1.1. Justificación del trabajo
Este Trabajo de Fin de Grado ofrece un análisis de los discursos y las estrategias
de resistencia campesinas bajomedievales, y por tanto se enmarca en los estudios de
historia social, una rama de la ciencia histórica muy rica en la que convergen la
antropología, la sociología y la historia.
El estudio de los grupos sociales más desfavorecidos de la Edad Media es un
asunto complejo ya que su presencia en las fuentes escritas no siempre es explícita, y sólo
examinando los documentos desde distintas disciplinas y perspectivas se puede llegar a
alcanzar un relato más o menos completo y fidedigno que nos muestre cómo se articula ro n
las relaciones sociales entre poderosos y dominados, y cuáles eran las respuestas de los
dominados ante su situación.
A mi juicio, se trata de un tema sugerente a la par que complicado, y me parece
indispensable para poder comprender el fenómeno feudal en su globalidad, incluyendo la
historia social como un factor clave para su comprensión. Así, sin perder de vista las
características económicas y políticas del sistema, me centraré fundamentalmente en los
aspectos ideológicos y sociales, tratando de analizar los distintos perfiles sociales
implicados, sus discursos, sus roles, y sus respuestas ante el sistema en el que se ven
inmersos.
Además, al poner el foco en el campesinado y sus estrategias, también pretendo
resaltar su importancia como sujeto histórico y mostrar que excluyéndolos del análisis no
se lograría articular un discurso completo y real, ya que, aunque fuesen un grupo
marginado del poder en el marco político, conformaban la inmensa mayoría de la
población y eran una pieza imprescindible para el funcionamiento del sistema feudal; un
grupo social que, lejos de ser pasivo, era consciente de su situación y en muchas ocasiones
trataba de mejorarla. Hasta hace relativamente poco no se les ha prestado la atención que
merecían, y por eso ahora es momento de escuchar sus voces y reconocer sus vidas y sus
actos.

El marco geográfico de este estudio es Europa Occidental, ya que la historiogra fía


consultada es relativa a países como España, Francia, Inglaterra o Italia. El objetivo no
es detallar las particularidades de cada país, sino tratar de obtener una visión general del
campesinado y sus conductas en este contexto europeo. Y el marco cronológico es la Baja

3
Edad Media (siglos XIII-XV), momento en el que se produjeron importantes
transformaciones que afectaron a la situación campesina, y dispararon la conflictividad
social. Además, durante este periodo bajomedieval proliferan los documentos escritos, de
modo que aumentan las fuentes disponibles que facilitan su estudio y nos aportan más
información para desarrollar nuestras hipótesis.

1.2. Estado de la cuestión


Tradicionalmente, la historiografía medievalista estudiaba la historia política y los
“grandes” sujetos y acontecimientos históricos, centrándose en los individuos destacados
y los grupos sociales que poseyeron poder político o económico y tuvieron gran
relevancia en la transformación de la sociedad, como la burguesía, la nobleza feudal o el
proletariado industrial. No fue hasta bien entrado el siglo XX cuando se comenzó a poner
también la mirada en otros sujetos históricos, preguntándose sobre la situación del
campesinado. Los trabajos de Hammonds o de Benedetto Crocce son reflejo de esos
nuevos tiempos, y, especialmente, las grandes corrientes de Annales y del marxis mo
británico terminaron de situar a la historia social y económica en una posición importante
dentro del ámbito académico, y asentaron nuevos actores y temáticas.

En el caso español1 , al igual que en el resto del contexto europeo, durante las
primeras décadas del siglo XX todavía seguían primando las corrientes institucionalistas
y la historia política. Autores como Claudio Sánchez Albornoz (con obras como En torno
a los orígenes del feudalismo2 ) se inscriben en esta tendencia, que caracteriza el
feudalismo español como un caso singular, e ignora la conflictividad social.
Los primeros estudios que trataron los conflictos sociales los leyeron en clave
política y eran bastante escasos. Según Lo Russo, M. J. Aragonés es el primero que
integró en sus trabajos los conflictos urbanos y rurales de los reinos hispánicos durante la
Baja Edad Media, y J.A. García de Cortázar planteó una interpretación que integraba al

1 LO RUSSO, María Belén, La resistencia campesina en la historiografía hispánica: tradiciones,


tendencias y nuevas perspectivas, Mendoza, XIV Jornadas Interescuelas de Historia, Departamento de
Historia de la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Cuyo, 2013, pp. 4-17.

2 SÁNCHEZ ALBORNOZ, Claudio, En torno a los orígenes del feudalismo, Madrid, Ed. Istmo, 1993.

4
movimiento irmandiño gallego en una explicación global de los conflictos sociales,
considerando que se trataba del comienzo de la “lucha de clases”.
En las décadas centrales del siglo XX la dictadura franquista ralentizó el avance
de las nuevas corrientes que ya estaban asentadas en Europa, y fue fundamentalmente a
partir de los años 60 cuando fueron penetrando en la península la historia social y el
marxismo que consolidaron este tipo de estudios sociales. La corriente de Annales o los
trabajos de Abilio Barbero y Marcelo Vigil3 introdujeron nuevas perspectivas y nuevos
interrogantes, relacionados, por ejemplo, con las luchas campesinas que tanta importanc ia
tienen en el materialismo histórico.
Los trabajos de Reyna Pastor son un hito en este aspecto: esta autora, desde
perspectivas marxistas, realizó una de las primeras y más importantes investigacio nes
sobre resistencias y luchas campesinas en los siglos plenomedievales castellano- leones es,
incorporando la noción del conflicto social y enfrentamiento de clases en el momento de
constitución del nuevo modo de producción feudal.4
Otra figura imprescindible en este tema es la de Julio Valdeón Baruque,
reconocido medievalista que también introdujo el materialismo histórico como clave
interpretativa de la historia medieval ibérica, y realizó pioneros estudios sobre los
conflictos sociales en Castilla en la Baja Edad Media.5

Entre la historiografía más reciente, destacan autores como Carlos Astarita, que
cuenta con obras sobre las luchas burguesas como Revolución en el burgo. Movimientos
comunales en la Edad Media6 ; los trabajos de Carlos Barros sobre las revueltas
irmandiñas gallegas7 , los trabajos de Isabel Alfonso Antón8 (precursora en la
incorporación de nuevas interpretaciones basadas en los postulados del antropólogo Scott

3BARBERO, Abilio y VIJIL, Marcelo, La formación del feudalismo en la Península Ibérica, Barcelona,
Ed. Planeta, 1978.
4 PASTOR, Reyna, Resistencias y luchas campesinas en la época del crecimiento y consolidación de la
formación feudal. Castilla y León, siglos X-XIII, Madrid, Ed. Siglo XXI, 1980.
5VALDEÓN BARUQUE, Julio, Los conflictos sociales en el reino de Castilla en los siglos XIV y XV,
Madrid, Ed. Siglo XXI, 1979.
6ASTARITA, Carlos, Revolución en el burgo. Movimientos comunales en la Edad Media. España y
Europa, Madrid, Ed. Akal, 2019.
7BARROS GUIMERÁNS, Carlos, Mentalidad justiciera de los irmandiños, siglo XV, Madrid, Ed. Siglo
XXI, 1990.
8ALFONSO ANTÓN, María Isabel, «Comunidades campesinas en Zamora», en Primer Congreso de
Historia de Zamora. T.3. Medieval y Moderna, Zamora, Diputación Provincial de Zamora, Instituto de
Estudios Zamoranos "Florián de Ocampo, 1991.

5
a la historiografía hispana, analizando las estrategias de lucha antiseñorial en la Baja Edad
Media), o los trabajos de Hipólito Rafael Oliva Herrer9 , que analiza el discurso campesino
y su acción en la esfera política.
Entre los autores que estudian específicamente la sociedad aragonesa destacan las
obras de Esteban Sarasa Sánchez (uno de los primeros en realizar estudios de la
conflictividad social medieval en Aragón, con obras como Sociedad y conflictos sociales
en Aragón: siglos XIII-XV10 , analizando especialmente los levantamientos
antiseñoriales), Carlos Laliena Corberá, con trabajos sobre la servidumbre en el caso
aragonés y navarro11 , o Guillermo Tomás Faci, que se centra en la sociedad ribagorzana 12 .

En el contexto europeo, destacan trabajos de Historia Social como las de los


historiadores franceses Dominique Barthélemy (con obras como Les deux âges de la
seigneurie banale. Pouvoir et société dans la terre des sires de Coucy. Milieu du XIe -
milieu du XIIIe siècle13 ), Philip Wolff (Reflexions sur les troubles sociaux dans les pays
de la Couronne d’Aragon au XIVº siècle14 ), Laurent Feller (autor de la conocida obra
Campesinos y señores en la Edad Media 15 ), o Pierre Bonnassie, autor medievalista e
hispanista de la corriente de historia social de Annales que ha trabajado el caso catalán en
su obra Cataluña mil años atrás (siglos X-XI)16 . El inglés Rodney Hilton, desde
posiciones marxistas, estudió la conflictividad entre clases sociales y especialmente el

9 OLIVA HERRER, Hipólito Rafael, La tierra de Campos a fines de la Edad Media: economía, sociedad
y acción política campesina, Valladolid, Universidad de Valladolid, Secretariado de Publicaciones e
Intercambio Editorial, 2002
10 SARASA SÁNCHEZ, Esteban, Sociedad y conflictos sociales en Aragón: siglos XIII-XV. Estructuras
de poder y conflictos de clase, Madrid, Ed. Siglo XXI, 1981.
11LALIENA CORBERÁ, Carlos, Siervos medievales de Aragón y Navarra en los siglos XI-XIII, Zaragoza,
Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2012.
12TOMÁS FACI, Guillermo, Montañas, comunidades y cambio social en el Pirineo medieval. Ribagorza
en los siglos X-XIV, Toulouse - Zaragoza, Presses Universitaires du Midi - Prensas de la Universidad de
Zaragoza, 2016.
13BARTHÉLÉM Y, Dominique, Les deux âges de la seigneurie banale. Pouvoir et société dans la terre
des sires de Coucy. Milieu du XIe - milieu du XIIIe siècle, París, 1984.
14 WOLFF, Philip, «Reflexions sur les troubles sociaux dans les pays de la Couronne d’Aragon au XIVº
siècle», en Congreso de Historia de la Corona de Aragón, Valencia, 1969, pp. 95-102.
15 FELLER, Laurent, Campesinos y señores en la Edad Media, siglos VIII-XV, traducción de Lluís To
Figueras, Universitat de València, 2015.
16 BONNASSIE, Pierre, Cataluña mil años atrás: (siglos X-X), Barcelona, Edicions 62, 1988.

6
levantamiento inglés de 1381 (con obras como The Revolt of 1381 o Siervos liberados17 );
Paul H. Freedman cuenta con numerosos trabajos sobre historia social e historia del
campesinado, como The Origins of Peasant Servitude in Medieval Catalonia, analiza ndo
específicamente el caso catalán, o Images of the Medieval Peasant 18 . También es
destacable la obra de Fabrizio Titone (Disciplined Dissent: Strategies of Non-
Confrontational Protest in Europe from the Twelfth to the Early Sixteenth Century19 ), o
de Pierre Toubert sobre la sociedad medieval italiana20 . También cabe destacar el trabajo
del estadounidense Samuel Kline Cohn, que cuenta con numerosas obras que analizan las
resistencias populares durante la Baja Edad Media y el Renacimiento (títulos como Lust
for Liberty, o Popular protest in Late Medieval Europe21 , donde detalla multitud de
revueltas y tumultos sucedidos en Italia, Francia y Flandes).
Y terminamos citando la obra de Michael Mullet con el título de La cultura
popular en la Baja Edad Media, donde dedica buena parte del estudio a la protesta
popular en Europa occidental en la Edad Media y Moderna. Analiza la protesta de las
clases inferiores, las insurrecciones en la ciudad y en el campo, y los vínculos que unen
estas insurrecciones a los estamentos inferiores de las áreas rurales y urbanas. Su línea
argumental es que tras la protesta popular no había una mentalidad revolucionaria, sino
sólo reformista.22

En general, como explica Lo Russo23 , la mayoría de los trabajos sobre el


campesinado y las luchas entre campesinos y señores se inscriben en dos corrientes
principales. Algunos como Reyna Pastor o Marc Bloch consideran que los conflic tos
entre campesinos y señores son naturales e inherentes al régimen señorial (en propias
palabras de Bloch, “la révolte agraire apparaît aussi inséparable du régime seigneurial

17HILTON, Rodney, Siervos liberados: los movimientos campesinos medievales y el levantamiento inglés
de 1381, Madrid, Ed. Siglo XXI, 1982.
18 FREEDMAN, Paul, Images of the Medieval Peasant, California, Standford University Press, 1999.

19TITONE, Fabrizio, Disciplined Dissent: Strategies of Non-Confrontational Protest in Europe from the
Twelfth to the Early Sixteenth Century, Roma, Viella, 2016.
20 TOUBERT, Pierre, Castillos, señores y campesinos en la Italia Medieval, Barccelona, Ed. Crítica, 1990.
21
K. COHN, Samuel, Popular protest in Late Medieval Europe. Italy, France, and Flanders, Manchester,
Manchester University Press, 2004.
22 MULLET, Michael, La cultura popular en la Baja Edad Media, Barcelona, Ed. Crítica, 1990.
23 LO RUSSO, María Belén, La resistencia campesina en la historiografía hispánica …pp. 2-3.

7
que, par exemple, de la grande entreprise capitaliste, la grève.” 24 ). Rodney Hilton sigue
esta tendencia, pero centrándose más en el antagonismo de clases: apunta que el
campesinado es una clase social antagónica a la clase social dominante, y que de ese
antagonismo y de esa hostilidad deriva un conflicto permanente e inevitable entre ambos.
Por otro lado, autores como Eileen Power, Daniel Waley o Georges Duby
relacionan las luchas campesinas con las tensiones de la Baja Edad Media, y las perciben
como un síntoma de la crisis general del XIV-XVI; como una característica propia de
estos momentos de crisis de sistema.
En cuanto al éxito conseguido por los movimientos campesinos, la línea del
marxismo clásico propone que, aunque se consiguieron ciertos logros, la lucha campesina
medieval estaba llena de limitaciones y no fue exitosa, porque no hubo impugnac ió n
general al sistema.
Frente a esto, surgió una nueva tendencia a partir de la década de 1950 ligada al
nacimiento de los estudios poscoloniales, en la que intelectuales de los estados
recientemente independizados comenzaron a imponer una nueva visión reestablecie ndo
el lugar del campesino como sujeto histórico activo, considerando a los sectores
campesinos como verdaderos agentes de lucha, y modificando la concepción de su
capacidad de acción. Estas tendencias influyeron en la historiografía occidental hacia los
años sesenta y setenta, y comenzó a producirse una redefinición del concepto de
resistencia campesina que iba más allá de la acción violenta y sumaba también diferentes
formas de resistencia cotidiana. En esta línea trabaja el antropólogo James Scott, que, en
su obra Los dominados y el arte de la resistencia. Discursos ocultos 25 teoriza sobre las
relaciones de poder y las formas de dominación basándose en sus estudios de sociedades
del sudeste asiático, y demuestra la existencia de numerosas formas diferentes de
resistencias; la gran mayoría de ellas resistencias cotidianas, disfrazadas, y compuestas
por pequeños actos que no son visibles fácilmente, y que debemos estar preparados para
encontrar, localizándolos en la documentación disponible.

24BLOCH, Marc, Les caractères originaux de l’histoire rurale française, tome I, Librairie Armand Colin,
1968, (édition électronique), p. 196.
25SCOTT, James C, Los dominados y el arte de la resistencia. Discursos ocultos, México, Ediciones Era,
2000.

8
1.3. Objetivos
El objetivo de este trabajo es, mediante la lectura y análisis de historiogra fía
medievalista de diferentes lugares de Europa, obtener una visión amplia de la situació n
del campesinado en la Baja Edad Media y distinguir las formas de resistencia campesina
que se dieron en ese periodo histórico. Especialmente, se pretende poner el foco en la
gran variedad de acciones que los campesinos desarrollaban para hacer frente a su
condición de subordinación y tratar de mejorar su situación, y así ampliar la visión que
se tiene sobre la lucha campesina; una visión que generalmente es muy reducida y
limitada únicamente a las grandes revueltas.

Es un estudio de historia social “desde abajo”, que permite analizar el feudalis mo


desde la perspectiva de la base social, y poniendo el foco en sus respuestas ante el sistema.
No pretendo explicar toda la estructura social ni todos los modos de dominación, sino
acercarnos a las distintas formas de resistencias de los dominados, y comprender cómo
articulaban su discurso.

1.4. Metodología
Para la confección de este Trabajo Final de Grado fundamentalmente se ha
consultado bibliografía sobre Historia Medieval europea, haciendo análisis y selección
de la información obtenida, y creando en ocasiones una comparativa entre los distintos
escenarios presentados; una comparativa que no pretende tanto distinguir las diferencias,
sino remarcar las similitudes y poder establecer unas ciertas pautas generales que me
permitan articular un discurso coherente y teorizar en líneas generales sobre un tema tan
amplio y complejo que nos permita avanzar en su comprensión.
Se han consultado desde obras básicas y clásicas para quien se inicia en el tema,
como las de Laurent Feller, Paul Freedman, Reyna Pastor o Rodney Hilton, hasta obras
más recientes y específicas sobre la servidumbre y las resistencias campesinas, como las
de Carlos Laliena, Guillermo Tomás o Hipólito Rafael Oliva.
Por otra parte, puesto que se trata de un tema de Historia Social, también se han
utilizado instrumentos metodológicos propios de la Antropología Social, y entre los
materiales consultados también hay algunas obras desde esta perspectiva antropológica,
como las de James Scott o Marta Madero, que ayudan a ampliar la visión meramente

9
histórica y comprender el funcionamiento de las comunidades campesinas gracias a, en
muchas ocasiones, una útil comparación etnográfica.
Además, también he trabajado con ejemplos y casos concretos que acompañan la
teoría explicada y la ilustran, reflejando las realidades que tratamos de narrar. Dada la
naturaleza de este trabajo -recopilación y análisis historiográfico- no se han consultado
fuentes primarias, pero sí se ha trabajado con algún documento transcrito y publicado, y
con testimonios y ejemplos recogidos en otras monografías. Por ejemplo, he consultado
un completo trabajo monográfico sobre Sos del Rey Católico para que los estudios de
historia local ejemplifiquen mediante casos concretos lo explicado. Me parece
fundamental, y más en un tema de Historia Social como este, que las hipótesis históric as
se basen lo máximo posible en fuentes documentales.

10
2. DESARROLLO ANALÍTICO
2.1. Los protagonistas: el campesinado como sujeto histórico
2.1.1. Señorialización de las relaciones sociales
Entre los siglos VI y X se fue produciendo la señorialización de las relaciones
sociales en el Occidente europeo, y poco a poco, conforme se fue extendiendo el sistema,
las aristocracias territoriales se fueron imponiendo sobre el resto de la sociedad,
adquiriendo poder territorial, político, jurídico y coercitivo.
Al extender sus dominios los grandes señores terratenientes fueron absorbiendo
las pequeñas propiedades alodiales campesinas, y éstas quedaron integradas dentro de los
señoríos como posesiones dependientes que seguían ocupadas por los antiguos
propietarios. Esta erosión de la propiedad alodial trajo como consecuencia un incremento
del volumen de las tierras de la nobleza y una reducción de la independencia de las
comunidades campesinas, que se vieron encuadradas en los señoríos e inmersas en el
sistema de la servidumbre.26

Así, muchos de esos campesinos que antes eran propietarios alodiales de


condición libre (coloni) pasaron, mediante el proceso de encomendación, a una situació n
de sometimiento respecto al señor: se convirtieron en siervos dependientes y perdieron
su estatus de libertad. Y aunque no todos los campesinos adquirieron una condición servil
propiamente dicha, algunos, aún siendo de condición libre, eran minifundistas o braceros
cuya pobreza les hacía tan dependientes de los señores como los que sí lo eran27 .

Esta situación de dependencia campesina empeoró entre los siglos XI, XII y XIII:
la expansión demográfica y agraria, el desarrollo de la economía monetaria y del marco
urbano y los crecientes gastos de la clase privilegiada trajeron consigo un aumento
drástico de la presión señorial y un empobrecimiento de la población, especialmente en
el siglo XIII, momento en el que más aumentó la punción señorial.

26 HILTON, Rodney, Siervos liberados… p. 51.


27 Existen ejemplos de estos procesos en Aragón, como los que describe en el resumen de su tesis doctoral
PIEDRAFITA PÉREZ, Elena, Las Cinco Villas en la Edad Media (siglos XI-XIII), Zaragoza, DPZ, 2005,
p. 249, “Conforme mejoraban las posibilidades técnicas, la propiedad se fraccionaba y aumentaba su
productividad, desaparecían las «hereditates» y las parcelas se reducían. Las perspectivas de
comercializar el excedente llevaron a una reestructuración de la propiedad. Los campesinos menos
favorecidos se verían obligados a ceder sus predios, quedándose en ellos como cultivadores a censo,
mientras que otros elementos más conspicuos conseguían una acumulación hacendística .”

11
Durante los siglos XI y XII los señores tendían a mostrarse más exigentes y
reforzar los signos de sujeción de los campesinos, especialmente imponiendo el
mantenimiento de ritos coactivos y humillantes, como el pago de la capitación. En los
siglos XII y XIII, una parte del campesinado consiguió librarse de esta forma de
servidumbre gracias a los comunes procesos de enfranquecimiento, pero a pesar de ello,
el status no fue abolido y la servidumbre continuó siendo una realidad social de una gran
importancia en el siglo XIV.28 Es cierto que en estos últimos siglos medieva les
disminuyeron las exigencias serviles y se dio un cierto retroceso de la servidumbre como
tal, pero, por el contrario, aumentaron las exigencias económicas que igualmente ataban
al campesino a su señor y le dejaban en situación de dependencia.
Con estas circunstancias se extendió gran malestar social e inseguridad, y los
campesinos, como veremos a lo largo de este trabajo, desarrollaron distintas estrategias
para intentar mejorar su situación; estrategias que van desde las más sutiles y sencillas,
hasta los grandes movimientos campesinos del siglo XIV y XV, momento en el que las
tensiones estallan con más fuerza, y al que se suman las grandes epidemias de peste que
mermaron enormemente a la población y aún empeoraron más su situación.

2.1.2. Caracterización del campesinado


Al hablar de este grupo campesino fundamentalmente nos referimos a unidades
familiares que cultivaban la tierra y a veces criaban animales en sus pequeñas
explotaciones. Su objetivo principal era la producción en la explotación familiar para
satisfacer las necesidades de subsistencia de la familia, pero, como también debían
proveer el sustento de los grupos sociales que no trabajaban directamente la tierra
(aristocracia, sacerdotes, artesanos, mercaderes…), sus explotaciones tenían que producir
un volumen superior al requerido para subvenir a las necesidades de la familia campesina,
pasando el excedente, directamente o a través del mercado, a estos otros grupos sociales .
La unidad doméstica era la base económica de la sociedad medieval. En los siglos
XIII-XIV eran familias no muy extensas, englobando dos o tres generaciones, y
cultivaban explotaciones no muy amplias, en torno a 8/12 hectáreas de tierra cultivab le
de media en el siglo XIII. Normalmente, la familia entera se dedicaba de lleno al cultivo

28 FELLER, Laurent, Campesinos y señores… p. 204.

12
de la explotación agraria, teniendo también que prestar servicios de trabajo en la reserva
señorial cuando el señor lo requiriese. 29

Un rasgo común a la mayoría de las poblaciones campesinas europeas era la


asociación de familias en aldeas o villas; unas comunidades campesinas arraigadas,
organizadas, y donde habían desarrollado una conciencia de los intereses propios durante
muchos siglos. Precisamente por eso, esas comunidades de aldea serán los grandes
protagonistas de las resistencias y las luchas campesinas.
Y otro rasgo común era la solidaridad de las comunidades campesinas. Según la
naturaleza del sistema agrario, las familias campesinas cooperaban entre sí en mayor o
menor medida. Tal cooperación suponía acuerdos mutuos para compartir los recursos
naturales que había más allá de la tierra cultivada que cada familia tenía, o ayudar a los
más desfavorecidos de la comunidad. Para ellos, bosques, ríos…no debían ser propiedad
de ninguna persona, y cada uno debería disponer libremente de sus propios recursos
laborales y del fruto de su trabajo. 30

Las condiciones de vida del campesinado eran generalmente bastante precarias.


Como afirma Julio Valdeón, “El pago de los tributos reales, la entrega del diezmo a la
Iglesia y, en su caso, las agobiantes cargas señoriales que debían de satisfacer, situaban
a la mayoría de los labriegos en el nivel de la pura subsistencia”. 31 Y, además, todo eso
se sostenía sobre un frágil equilibrio, de modo que cualquier circunstancia adversa, por
pequeña que fuese, dañaba enormemente sus débiles economías y les impedía hacer frente
a las diversas cargas.

2.1.3. La dominación señorial


Las exigencias que imponían los señores a los campesinos de su señorío podían
materializarse en forma de rentas, de corveas o de restricciones a la libertad personal de
sus dependientes, es decir, imposiciones serviles, que eran más o menos estrictas
dependiendo de las condiciones de cada lugar. 32 De este modo, los campesinos se

29 HILTON, Rodney, Siervos liberados… pp. 27-28.


30 HILTON, Rodney, Siervos liberados… pp. 28-33.
31 VALDEÓN BARUQUE, Julio, Los conflictos sociales… p.18.
32 TOMÁS FACI, Guillermo, Montañas, comunidades y cambio social… p. 202.

13
convertían en siervos sujetos a la tierra y a la renta, y a cambio, accedían a las tierras de
cultivo y obtenían la protección del señor.

Carlos Laliena distingue cuatro signos distintivos de la servidumbre para el marco


navarro-aragonés: la entrega de tributos propios de los siervos (como el “censo”, la
“galleta”, la “delgada” …), los servicios de trabajo y transporte, la exigencia de participar
en la hueste, y un régimen judicial específico en el que la ordalía tenía un papel destacado.
Todo ello contando, además, con los gestos de sumisión y humillación que los siervos
estaban obligados a realizar para remarcar la posición de inferioridad en la que se
encontraban33 . Estas características, con diferentes matices y grados, son generalizab les
a todos los escenarios en los que había un grupo sometido a servidumbre: los mezquinos
navarros y aragoneses, los remenças catalanes, los villeins ingleses…todos ellos eran
grupos subordinados encuadrados en un sistema feudal que comparte estas característic as
similares.

Otros elementos que siempre están presentes dentro del sistema de la servidumbr e
como rasgos de limitación de libertad son el formariage y la mainmorte, junto con otras
exigencias como la capitación o la talla arbitraria. Estas exigencias remiten a formas de
esclavitud antiguas, y su objetivo es menoscabar el derecho de un individuo a tener
descendencia y poseer bienes. Estos nombres son franceses, relativos a la Île-de-France,
pero tienen equivalentes en los distintos países europeos. El formariage era una tasa a
pagar en el momento del matrimonio cuando éste se efectuaba fuera del señorío (en
Inglaterra, por ejemplo, llamado merchet), la mainmorte era la tasa que tenía que pagar
un descendiente para poder heredar, la capitación es una tasa que mostraba la pertenencia
a un estatus inferior y la talla arbitraria indicaba que el señor tenía derecho a tomar todo
lo que quisiera de su siervo, exigiéndole así el volumen de renta que desease. Estas
instituciones, que tenían paralelos en todas partes, eran muy vejatorias y humillantes, y
reflejaban cómo la servidumbre afectaba fundamentalmente a dos ámbitos especiales y
muy básicos para cualquier persona: el matrimonio y la transacción de bienes. 34

33 LALIENA CORBERÁ, Carlos , Siervos medievales…p. 79


34FELLER, Laurent, Campesinos y señores… pp. 205-207. Feller describe estos elementos partiendo de la
investigación que realizó March Bloch sobre los documentos monásticos de la Île -de-France.

14
Para mantener todo este sistema, los señores hacían uso fundamentalmente de la
coerción y la violencia. Esta violencia hacia abajo les permitía demostrar su poder,
imponer su dominio y reducir al mínimo las opiniones disidentes, ya que la amenaza de
la represión estaba siempre presente sobre los campesinos. Por otra parte, el sistema no
descansaba únicamente sobre las relaciones de fuerza, sino que también funcio naba
ideológicamente. Dentro del esquema tripartito de la sociedad, que venía de muy antiguo,
los campesinos eran los que trabajaban y con el fruto de su trabajo debían sostener a los
que luchaban y los que oraban. Estas ideas junto con las presiones señoriales habrían
hecho que los campesinos naturalizaran ese orden estamental y “paternalista”. Además,
la influencia de la Iglesia también ocupó un papel destacado, ya que, sirviéndo se
fundamentalmente de hagiografías, presentaban la sumisión como un aspecto positivo y
hacían una justificación y legitimación del orden social; un orden que aparecía como
sagrado e inmutable. 35

2.1.4. El campesinado como sujeto histórico


La aceptación inevitable del señorío ha sido una de las cuestiones centrales
afirmadas por la historiografía europea. En esta línea, la historiografía de corte marxista
insiste en que “la estabilidad y la reproducción a largo plazo del sistema feudal sólo
pueden explicarse desde la naturalización de la dominación inherente al sistema
señorial, tal y como apuntará en su momento Reyna Pastor, recogiendo los postulados
de Maurice Godelier acerca de la necesidad del consenso para la reproducción de un
conjunto de relaciones sociales.” 36

Por una parte, se puede afirmar que los campesinos participaban del sistema y que
había cierto consentimiento, pero, por otra parte, también eran sujetos racionales,
conscientes de su mala situación, y en muchas ocasiones reaccionaban ante las prácticas
que percibían como abusivas. No eran un sujeto pasivo que aceptaba sin más su lugar en
la sociedad -como se ha pensado tradicionalmente-, sino que eran un sujeto activo,
consciente, y con capacidad de respuesta cuando creían que la situación excedía el límite.

35 Ibidem, pág. 256.


OLIVA HERRER, Hipólito Rafael, “Conflictos antiseñoriales en el reino de Castilla a fines de la Edad
36

Media: viejas preguntas, ¿nuevas respuestas ?” en Historia. Instituciones. Documentos, nº 35, 2009, p. 319.

15
Este también es un tema destacado en los debates historiográficos: la afirmac ió n
de la autonomía de la conciencia política campesina. Rodney Hilton, siguiendo esta línea,
llega a afirmar que los campesinos conforman una auténtica clase social con concienc ia
propia, aunque, matiza, “se trataba de una conciencia de clase negativa, pues la
definición que daban de clase era la de sus enemigos y no la suya propia: en otras
palabras, la de la nobleza”. 37 Otros como Julio Valdeón prefieren hablar de un cierto
“instinto de clase”38 , afirmando que sí desarrollaron una conciencia de su papel dentro
del proceso productivo, pero no una conciencia específica de su papel como clase social.
Aunque haya divergencias en torno a si se puede hablar de una verdadera
“conciencia de clase” o no, en el sentido contemporáneo de la palabra, lo cierto es que,
como explica Guillermo Tomás, “los campesinos desarrollaron una conciencia de su
papel en aquella sociedad, forjada a lo largo de siglos de convivencia y, sobre todo, de
oposición a los señores feudales que les tomaban rentas arbitrarias, los humillaban con
actos de sumisión y los sometían a diversas formas de violencia física y simbólica.”39

Al desarrollo de esta conciencia campesina contribuyó mucho la consolidación de


las comunidades. El campesino no se encontraba sólo ante su señor, sino que pertenecía
a una comunidad que luchaba unida por defender sus intereses. Estos individuos, que
vivían en las mismas condiciones y normalmente trabajaban juntos, conforman una
comunidad con conciencia de sus intereses comunes y mantenían relaciones de
solidaridad entre ellos. Juntos, como comunidad, buscaban gestionar los problemas de la
colectividad, gestionar bienes comunales, evitar abusos y usurpaciones del señor… Solo
así, unidos, podían tener cierta fuerza como para intentar mantener una esfera de
autonomía y un espacio de cierta libertad, evitando opresiones demasiado evidentes.
Todos estaban sujetos a la tierra y al señor, y eso contribuía a su unión y a sus actuaciones
colectivas. También es cierto que existían diferencias sociales entre los campesinos del
señorío, y había distintos estatus, rangos y fortunas dentro de la misma aldea. Pero, como
decimos, lo que les unía era más fuerte que lo que les separaba: la oposición al señor y a
su situación de opresión. 40

37 HILTON, Rodney, Siervos liberados… pp. 171-172


38 VALDEÓN BARUQUE, Julio, Los conflictos sociales…p. 25.
39 TOMÁS FACI, Guillermo, Montañas, comunidades y cambio social… p. 384.
40 FELLER, Laurent, Campesinos y señores… pp. 229-259.

16
En la misma línea de lo que estamos afirmando, también debemos descartar la
idea de que sus actuaciones eran incoherentes e impulsivas, motivadas por “arrebatos”,
tal y como mantenía la historiografía antigua. Esta idea responde a la concepción
aristocrática que ve al campesino como un individuo inocente, ignorante e inculto, que
no tiene capacidad de decisión ni actuación, y que sólo se mueve por impulsos. Así es
como eran vistos por los señores durante la Edad Media, mezclando el paternalismo con
el desprecio. Este desprecio llegaba incluso a denigrarlos por su apariencia física, muy
determinada por su duro trabajo en el campo, y así es como aparecen descritos en las
fuentes, ya que los pocos documentos que nos han llegado siempre están escritos desde
la óptica de los poderosos. Por ejemplo, como nos cuenta Paul Freedman, especialme nte
en la literatura francesa los campesinos solían ser descritos con unas atribuciones
mentales y físicas muy negativas: “the peasant was endowed with comical or threatening
qualities of subhuman grotesqueness”. Abundan adjetivos como negro, pequeño,
enfermizo, encorvado, mal vestido, mal armado…y otros que llegan incluso a asimilar los
con animales, mostrando total desprecio a su condición humana.41

Esta idea del campesino ignorante e incapaz ya quedó obsoleta, y ahora podemos
afirmar que los movimientos de protesta campesinos no eran meros brotes inconexos e
ilógicos de violencia, sino que estaban de sobra fundamentados: tenían sus raíces en las
condiciones políticas y económicas que vivían, y en un persistente conflicto entre
campesinos y señores. Los campesinos luchaban por defender sus intereses, se
organizaban, y eran capaces de desarrollar acciones comunes para ejercer más presión y
tener más fuerza para lograr sus objetivos.

Y no podemos acabar este capítulo de descripción de los protagonistas sin hacer


una mención a ellas, las mujeres campesinas. Aunque las fuentes utilicen el término
genérico de “campesinos”, es conocido que cuando se trata de motines, levantamientos,
o resistencias campesinas en general, las mujeres también eran protagonistas. Ellas
también participaban en las acciones populares, y encontramos alguna alusión a mujeres
tomando la iniciativa y participando en auténticos motines que nos demuestran que eso
sucedía, como el caso que nos narra Reyna Pastor, en el que una anciana compostelana,
en medio de un motín en 1116, hirió en la cara a la reina Urraca con una piedra, y

41 FREEDMAN, Paul, Images of the Medieval Peasant… p. 139.

17
seguramente no fue ella sola la única mujer que estaba en la plaza participando en la
revuelta.42 Por otra parte, no debemos olvidar que las mujeres campesinas sufrían todavía
más la violencia señorial, dado que ellas, además, sufrían abusos por parte de los señores,
que incluían entre sus exigencias el poder aprovecharse sexualmente de las mujeres
siervas de sus señoríos.

2.2. Discursos de dominantes y dominados


2.2.1. La servidumbre como estructura de dominación
Utilizando como base la obra de James Scott, vamos a analizar ahora las
estructuras de dominación -entre las que se encuentra la servidumbre característica del
sistema feudal- y sus rasgos estructurales generales que provocan unas estrategias de
resistencia similares.

Esta dominación, en términos teóricos, consiste en la institucionalización de un


sistema para apropiarse del trabajo, los bienes y los servicios de una población
subordinada. El grupo subordinado tiene su posición definida desde el nacimiento, y
carece de derechos políticos y civiles. Además, ideológicamente, se reconocen las
posiciones de superioridad e inferioridad, y cada uno debe actuar siguiendo unos
procedimientos conforme a su posición social. Las relaciones entre siervo y señor
normalmente están marcadas por la conducta arbitraria y caprichosa de los señores, y por
el terror personal, que puede materializarse en forma de violencia verbal o física, o puede
ser simplemente una amenaza presente continuamente. Sin embargo, más allá de las
relaciones públicas de poder, los subordinados llevan a cabo una vida social fuera de los
límites establecidos por el amo donde pueden autoafirmarse y desarrollar sus críticas
comunes a la dominación. Y ahí es donde se gesta la resistencia campesina. 43

Dentro de estos sistemas, las relaciones se articulan siguiendo un discurso oficia l


y hegemónico en el que cada individuo actúa según la posición de inferioridad o

42 PASTOR, Reyna, «Mujeres del común, mujeres anónimas: las que sufrían y las que luchaban. León y
Castilla en los siglos XI-XIII», en La Aljaba. Segunda Época: revista de estudios de la mujer, volumen
VII, 2002, pp. 20-21.
43 SCOTT, James C, Los dominados y el arte de la resistencia… p. 19.

18
superioridad que le corresponde por nacimiento. Esto es lo que James Scott denomina el
“discurso público” (public transcript): las relaciones explícitas entre poderosos y
subordinados, que normalmente son las que más conocemos por su carácter público y
oficial. En ellas, lo que corresponde a los dominantes es actuar con altanería y dominio,
mostrando su poder, mientras que los subordinados deben actuar con humildad y
sumisión, respetando el orden establecido.

Si sólo analizásemos el discurso público de las relaciones de poder, nos parecería


que los siervos son sujetos pasivos y sumisos que aceptan voluntariamente su
subordinación porque sólo veríamos la apariencia que el grupo dominante quiere ofrecer;
una apariencia de aceptación. Y, sin embargo, no veríamos que muchas de sus actuaciones
son en realidad tácticas de supervivencia y resistencia, y detrás de ellas se escond e
oposición, resentimiento y venganza. A esas actuaciones es a las que se refiere Scott
cuando habla de “discurso oculto” (hidden transcript): las manifestaciones lingüístic as,
gestuales o cualquier práctica que confirma, contradice o tergiversa el discurso público;
es decir, todas las acciones que se desarrollan de forma secreta, al margen de la relación
oficial.
El siervo, generalmente por miedo y porque es consciente de su situación de
inferioridad, desarrolla ante el señor un comportamiento prudente y adecuado a lo que los
poderosos esperan de él. Esta es una estrategia de resistencia en sí misma, la más simple :
sacrificar la sinceridad y comportarse de forma prudente y correcta ante quien sabes que
puede hacerte daño, creando así un “prudente y engañoso respeto”.44

Sin embargo, aunque los siervos aparenten resignación y no ofrezcan una


oposición directa frente a las condiciones de su subordinación, crean un espacio social
oculto lejos de la vigilancia y el control de los dominadores donde pueden expresar sus
disidencias y resistencias ante el discurso público oficial de las relaciones de poder. Esto
es una muestra más de la conciencia y la inteligencia campesina: sabían que una oposición
frontal contra el poderoso no podía tener éxito, así que recurrían a formas más seguras de
rechazo, más sutiles, que les permitieran ir ganando pequeñas victorias frente al señor,
sin que éste apenas se diera cuenta. Allí, en ese espacio, el discurso oculto se vuelve

44 SCOTT, James C, Los dominados y el arte de la resistencia… p.25.

19
colectivo, y surge una cultura política disidente donde expresan su cólera, sus críticas, y
nacen sus estrategias de resistencia.

Físicamente, ese espacio donde expresar la crítica eran las villas y aldeas de
marcado carácter rural donde vivía la comunidad campesina, y dentro de ellas es
destacable el papel que jugaban las parroquias: en el siglo XI se puso fin a las iglesias
privadas que solían pertenecer a la aristocracia, y eso supuso una reapropiación de los
espacios sagrados por parte de los campesinos. Así, los campesinos pasaron a
identificarse con la parroquia, y convirtieron la iglesia en un lugar de reunión donde tratar
y formalizar las reivindicaciones y acciones colectivas. 45

Cuando querían mostrar parte de esa insubordinación, normalmente utilizab a n


distintos mecanismos que les servían para disfrazar y encubrir las críticas, como
protegerse en el anonimato o en explicaciones inocentes de su conducta. Así, el discurso
oculto se manifestaba abiertamente, pero disfrazado, de modo que los señores apenas lo
pudieran percibir o no pudieran tomar represalias contra ello. El conjunto de estas formas
de insubordinación maquilladas es lo que James Scott denomina la “infrapolítica de los
desvalidos”. 46

Marta Madero, en su obra sobre la injuria y la honra, analiza especialmente ese


arte de la ambigüedad para injuriar, y lo explica con mucho acierto: “El arte de velar y
descubrir la verdadera intención, de articular la ironía o el desafío de modo de dejar ver
sólo aquello que se desea, la astucia de dar al otro la alternativa de una respuesta no
violenta, son condiciones de maestría que harán de la injuria, en sus formas ambiguas,
un juego de sutilezas”. Algunas injurias son indudables y evidentes, pero otras muchas,
sutiles y disfrazadas, quedan en la sombra “ocultas por una ineptitud del destinatario
para comprenderlas, o por su voluntad -sabiduría de filósofo o astucia de hombre
político- de ignorarlas”. 47

45 FELLER, Laurent, Campesinos y señores… pp. 249-250.


46 SCOTT, James C, Los dominados y el arte de la resistencia… pp. 20-21.
47
MADERO, Marta, Manos violentas, palabras vedadas. La injuria en Castilla y León (siglos XIII-XV),
Madrid, Taurus Ediciones, 1992, p. 45.

20
2.2.2. Fundamentos del discurso campesino
Para legitimar su resistencia, se basaban en dos argumentos fundamentales: la
defensa de la costumbre, y el rechazo a los abusos sobre personas pobres o indefensas. 48

Muchas veces se aferraban a la costumbre y rechazaban cualquier cambio o innovac ió n


para intentar que no se modificase el statu quo. El argumento de la defensa de la
costumbre se repite continuamente en las reivindicaciones campesinas de este periodo
bajomedieval. Por ejemplo, podemos verlo en algunas expresiones formularias notariales
de queja campesina contra un señor: “aseguran que se hizo en máximo perjuicio y
agravio, y contra la costumbre largamente utilizada desde tanto tiempo a esta parte que
en la memoria de los hombres no se conoce otra cosa”. Por otro lado, también alegaban
el empobrecimiento y deterioro de las comunidades para denunciar la injusticia de
determinadas obligaciones, y así, al denunciar esa situación, buscaban la protección de
los poderes públicos a las personas pobres o desvalidas, o por lo menos, buscaban
legitimidad moral.
Todos estos argumentos conforman un discurso antiseñorial, un juicio de valor de
los campesinos sobre sus obligaciones con los señores, y una distinción entre lo que creían
legítimo y lo que no.
Poco a poco, la suma de los agravios y de las acciones que consideran ilegítima s
da lugar al desarrollo de una mentalidad justiciera entre los dominados, que es la que
termina desembocando, en ocasiones, en levantamientos campesinos. Este tema está
especialmente tratado en la obra de Carlos Barros sobre los irmandiños: él define esa
mentalidad justiciera como “una compleja actitud colectiva que predispone a la acción
para hacer observar la justicia infringida, para restablecer el equilibrio del derecho; la
mentalidad justiciera de revuelta es hacer justicia mediante la revuelta popular.” Esa
mentalidad justiciera estaría compuesta, en primer lugar, por el sentimiento de agravio
(un primer paso de rechazo a la situación), al que se suma la ira colectiva, la concienc ia
de revuelta y, finalmente, la justicia imaginaria que les empuja a luchar por una justicia
idealizada y eficaz. Todos estos elementos se entremezclan y articulan en el discurso
campesino, y así es como se pasa de una actitud pasiva a una activa, a través de la
adquisición de ese estado intelectual consciente característico del momento plenamente
justiciero de la colectividad, que les termina empujando a pasar a la acción. 49

48 TOMÁS FACI, Guillermo, Montañas, comunidades y cambio social… pp. 384-385.


49 BARROS GUIMERÁNS, Carlos, Mentalidad justiciera de los irmandiños… pp. 240-241.

21
Los discursos de unos y otros, como vemos, no sólo eran distintos, sino que eran
totalmente opuestos tanto en su versión pública como en la oculta. Eran dos grupos con
intereses totalmente contrarios: el señor buscaba extraer la mayor renta posible
explotando el trabajo campesino, y los campesinos trataban de resistirse a las exigenc ias
de los señores y defender su trabajo y su dignidad. Por eso, vivían en un estado
permanente de tensión y conflicto donde se enfrentaban las ambiciones de los señores
con la autonomía campesina, y entre ambas posturas surgía un espacio de negociac ió n,
de oferta, de intercambio. Esa negociación, según Carlos Laliena, “se realizaba sobre una
base instituida, que cabe denominar la “costumbre”, es decir, el conjunto de normas,
escritas o no, que regulaban los deberes mutuos de señores y campesinos como parte de
un contexto consuetudinario más amplio que abarcaba las pautas de interacción de los
grupos campesinos con el medio, las formas de solidaridad comunitaria y las relaciones
con los poderes exteriores, de los cuales los señores eran una parte.” 50

Así, históricamente, tanto señores como campesinos se han movido en ese espacio
de negociación, entablando una continua dialéctica entre el discurso señorial y el
antiseñorial para establecer sus relaciones y tratar de mejorar su posición frente a la
contraria, atravesando etapas de mayor y menor intensidad. 51

2.3. Estrategias de resistencia


2.3.1. Concepto de resistencia
La primera idea de la que debemos partir es que no existe sólo un único tipo de
resistencia (la más evidente y la que provoca un enfrentamiento abierto), sino que existen
muchos tipos diferentes de resistencia, de modo que sería más correcto hablar de
“resistencias”, en plural, englobando a todo el conjunto de tipologías. Si nos centrásemos
sólo en analizar la rebelión abierta reduciríamos mucho la imagen de la vida política y
estaríamos obviando una parte muy significativa de las actitudes de protesta, la de las
resistencias cotidianas.

50 LALIENA CORBERÁ, Carlos , Siervos medievales… p. 20.


51 TOMÁS FACI, Guillermo, Montañas, comunidades y cambio social… p. 117.

22
De hecho, Reyna Pastor, en su obra Resistencias y luchas campesinas en la época
del crecimiento y consolidación de la formación feudal. Castilla y León, siglos X-XIII,
utiliza dos conceptos diferentes para dejar clara esa diferencia: usa el concepto de lucha
para referirse a los “casos en que el movimiento campesino sea violento, que implique la
acción de armas”, y utiliza resistencia para referirse a “la acción lenta, frecuentemente
sostenida y permanente, de tiempo lento y largo, de rechazo conjunto a las
manifestaciones de poder, la coerción, etc.”.52 Ambos conceptos se enmarcan dentro de
su idea general de movimiento campesino, pero sirven para acotarlo y representar dos
formas diferentes de acción.

Un aspecto fundamental de estas resistencias es su pragmatismo: las formas de


dominio que más ilegitimas consideraban y contra las que más se revelaban eran las que
creían que tenían alguna posibilidad de revertir, aunque no fuesen las más gravosas ni
perjudiciales. Por ejemplo, como explica Guillermo Tomás, la novena (renta que se
llevaba el 10% de las cosechas) apenas suscitaba quejas porque estaba muy asentada, y,
por el contrario, otras rentas menos gravosas pero de clara connotación servil fueron
rechazadas con severidad, sobre todo después de que otras localidades consiguie se n
suprimirlas. Esto corrobora la idea de que “lejos de ser actos irreflexivos, los actos de
resistencia campesina respondían a estrategias complejas que perseguían objetivos
concretos y plausibles”.53 También Mullet defiende esta idea, alegando que “los
estamentos inferiores muchas veces reaccionaron de forma violenta, pero pragmática,
ante un descenso de su nivel de vida que podían atribuir a agentes humanos;
generalmente no podían proponer estructuras sociales alternativas”. Su línea argumenta l
es que tras la protesta popular no había una mentalidad revolucionaria, sino una
mentalidad reformista y pragmática. 54

Precisamente por eso, porque se revelaban contra lo que sabían que tenían alguna
posibilidad de vencer, no se puede juzgar como fracaso a las resistencias campesinas por
no conseguir una transformación radical y sistemática de la estructura, porque ellos nunca
pretendieron tal cosa, sino que perseguían objetivos puntuales que se traducían en una

52 PASTOR, Reyna, Resistencias y luchas campesinas… p.11.


53 TOMÁS FACI, Guillermo, Montañas, comunidades y cambio social… p. 368.
54 MULLET, Michael, La cultura popular… pp. 12-17.

23
mejora real de sus condiciones de vida. Buscaban hacer frente a los elementos más
vulnerables, y normalmente no lo hacían abiertamente, sino consiguiendo pequeños
logros poco a poco, adaptándose a las circunstancias. Esto les llevaba a rectificar o
corregirse a veces, lo que no quiere decir que fuesen actos incoherentes. Los campesinos
tenían distintos mecanismos de disfraz y distintas herramientas, y las usaban como mejor
convenía en cada caso para acercarse a su objetivo.

Muchas de las resistencias no son apreciables fácilmente, porque, como ya hemos


visto, mensaje y/o mensajero se disfrazaban para evitar la represión, y porque muchos
eran pequeños y sencillos actos que podrían pasar desapercibidos, y que no han dejado
apenas huella en la documentación. Por suerte, algún testimonio (sobre todo recogido en
procesos judiciales) nos ofrece ejemplos muy significativos que demuestran que tales
acciones existían, y probablemente más comúnmente de lo que pensamos. Gracias a ello,
podemos obtener una visión general del funcionamiento de las resistencias campesinas.

2.3.2. Distintas tipologías de resistencias


Las estrategias de resistencia tienen múltiples formas: en primer lugar,
encontramos las más simbólicas y sutiles, como los gestos, los rumores, los chismes, los
chistes, los eufemismos, los cuentos populares, las burlas… Estos niveles son muy
interesantes pero apenas han dejado huella escrita, de modo que sólo nos queda imagina r
que sí existían y que estos elementos de protesta estaban presentes en las conversaciones
entre campesinos, cuando estos se encontraban en los marcos ajenos al control señorial.
Por encima encontramos otro nivel de resistencias más concretadas y específicas que sí
han sido recogidos en fuentes documentales, como la protesta verbal, el impago de rentas,
la ocupación ilegal de tierras, las tácticas dilatorias del trabajo, el trabajo deliberadame nte
mal hecho, los engaños, las fugas, la caza furtiva, el hurto… y, en última instanc ia,
encontramos las resistencias más evidentes y frontales; acciones colectivas que se
enmarcan en auténticas revueltas campesinas de entidad considerable, y que en muchos
casos conllevaban violencia.

La resistencia es ante todo un asunto de supervivencia, y la base para luchar por


la subsistencia era la solidaridad campesina. Esta solidaridad se desarrollaba
especialmente en el marco de las aldeas y villas rurales, y gracias a ella, parientes, amigos

24
y vecinos de la misma aldea ayudaban a quienes estaban más empobrecidos y se
encontraban en situaciones más vulnerables. La familia era uno de los ámbitos más
importantes donde se desarrollaban esas actitudes, y en ella se atendía a los miembros
más débiles del grupo, o se hacía algún tipo de préstamo o donación para aliviar la
situación precaria de algún componente. También los vecinos ayudaban, por ejemplo, con
préstamos monetarios o cediéndoles tierras para que los más pobres las cultivasen en
régimen de arriendo o aparcería, y pudiesen conseguir ingresos necesarios para subsistir.
Y, además, también el concejo de la villa llevaba a cabo intervenciones para tratar de
asegurar el abastecimiento de la comunidad y que ningún miembro pasase hambre.

Una de las vías legales de resistencia campesina más básica era mostrar
públicamente su disconformidad en el momento de pagar la renta en cuestión. Con ello
trataban de proteger la costumbre y evitar sentar precedente para que esa renta no se
repitiese más en el futuro, pensando que si no mostraban una cierta resistencia, favorecía n
la estabilización de esa nueva renta y “después no estaría en sus manos rectificar”. En
los documentos encontramos algún ejemplo donde se puede apreciar que percibían esas
obligaciones como injustas: expresiones representativas como se fa dar, se fa pagar,
fuerzan a dar, exigir, requerir, injustamente, contra su voluntad… muestran clara
disconformidad y descontento. “Las palabras no eran arbitrarias ni inocentes: con ellas,
los rústicos manifestaban el modo como percibían las formas de dominio que
soportaban”. 55

Por otro lado, el segundo mecanismo legal de resistencia campesina era recurrir
al sistema judicial, una vía incierta y costosa económicamente, pero que en ocasiones
logró obtener sentencias favorables a ellos. “Los procesos judiciales conservados
muestran que los rústicos sabían emplear herramientas y estrategias jurídicas de cierta
complejidad. En buena medida, esto se debía a la elección de procuradores y abogados
con formación jurídica”.56 Elegían a representantes profesionales para que luchasen por
la defensa de sus intereses colectivos, y sabían manejar bastante bien los documentos.
Guardaban a buen recaudo los que les interesaban (por ejemplo, los que contenían
privilegios o derechos) para mostrarlos cuando éstos se vieran amenazados, y alguna vez
ocultaban o falsificaban otros que sabían que no les convenían tanto.

55 TOMÁS FACI, Guillermo, Montañas, comunidades y cambio social… p. 386.


56 Ibidem, p. 388.

25
También se conservan documentos que acreditan que los concejos escribían
bastante habitualmente quejas y súplicas al rey esperando que éste les atendiese y
solucionase sus problemas. Por ejemplo, como explica Reyna Pastor, los reyes castellanos
recibieron repetidamente quejas de los concejos por los excesos de sus funcionar ios
reales, ya que en numerosas ocasiones hacían abuso de su poder. A lo largo del siglo XIII
las quejas aumentan, y en el siglo XIV son muy numerosas. A través de esas quejas
lograron hacer llegar su voz hasta el rey y ser atendidos, si bien las medidas que se
tomaron para paliar la situación generalmente no fueron efectivas ni suficientes. En
cualquier caso, aunque no siempre lograran tener éxito en sus peticiones, acciones como
estas demuestran que los campesinos, en comunidad, se organizaban y sabían utiliza r
diferentes vías para luchar por la defensa de sus intereses. Y la reiteración de las quejas
muestra que, además, estaban convencidos de que su petición era justa, y no se daban por
vencidos.

Describo aquí un ejemplo concreto: el concejo de Castrotierra, villa perteneciente


al señorío del obispo de León, solicita en 1257 al rey Alfonso X que no entre merino en
la zona, porque éste ha hecho muchos males a la villa y alrededores. El rey les responde
con un documento real atendiendo su queja y prohibiendo la entrada de merinos. El
documento real dice que, dado que muchas veces viniero n los hombres buenos de la villa
y concejo de Castrotierra y villas de su alrededor a quejarse de los males que les hacían
los merinos, el rey, dispuesto a oír sus quejas, prohíbe que los merinos vuelvan a entrar.
Se refiere a las quejas de los villanos con estas palabras: “[…] emostraron me muchos
males e muchos dannos que reciben de los merinos, tanbien de los menores como de los
otros, lo uno que vinien a la villa mucha veces e levavan yantares mayores que devien,
lo al que trayen frand compannia por que fuese la yantar mayor, et que tomavan estas
yantares no faciendo justicia en la tierra. Et otrossi se me querellaron que vinie el merino
de la villa e que daba onmes sennallados por forfechosos que lo non eran ni avien por
que lo seer, et pues que los avie dado, cosechavalos por dineros en manera que la justicia
non le facie, e fincaban los onmes despechados. […] 57

57PASTOR, Reyna, Resistencias y luchas campesinas…pp. 214-216. Pastor extrae el ejemplo de la obra
de J. Rodríguez, El señorío eclesiástico de Valmadrigal.

26
Estas protestas eran complicadas, y en ocasiones desbordaban los estrechos
caminos de la legalidad. Una de las resistencias más comunes al margen de la legalidad
eran los impagos sistemáticos de rentas o “huelgas de renta”, que ocasionaron numerosos
embargos y episodios violentos. Esta ya era una expresión más contundente del
desacuerdo, y muy arriesgada para los campesinos: al no pagar, el recaudador les
embargaba bienes con un valor similar, y esos embargos eran un peligro para las
economías campesinas, ya que rompían su débil equilibrio al requisarles, por ejemplo, los
animales de tiro imprescindibles para las tareas agrícolas. Por eso, conscientes de su
situación de debilidad, recurrían a este tipo de protesta en casos más extremos, cuando
era necesaria más determinación, y cuando preferían perder algún bien antes que ceder
ante la nueva renta. Los embargos solían dejarse por escrito, y por tanto podemos
conocerlos mejor.
Un ejemplo de impago de renta lo encontramos en las tierras jacetanas y del
Gállego medio. Allí se atestiguan numerosas quejas del monasterio de San Juan de la
Peña por el decaimiento de las tributaciones debidas por los hombres de servicio, y desde
el monasterio se quejaban insistentemente a Jaime II por los perjuicios que le causaba
esta rebeldía campesina. En 1298, «indebida e injustamente», se negaban a pechar los
cultivadores de heredades monásticas de Ferrera, Nofuentes, Bayétola, Montañano,
Aranilla y Gabás; una actitud que unos años después, en 1302, se extendía a otros lugares,
entre ellos Cercastiel, Salinas de Jaca, Fañanás y Villalangua. La debilidad material de
los monasterios hacía que fueran proclives a solicitar la ayuda real y, por lo tanto,
aparecen más habitualmente en los registros de Cancillería, mientras que los nobles laicos
zanjaban estos problemas con oscuros forcejeos que raramente emergen a la luz, y es más
difícil detectar. 58

También es común el fenómeno de traslado de residencia de los campesinos que


decidían dejar de pagar por la explotación que cultivaban, un fenómeno que completa el
rechazo de la tributación servil debida a los señores tradicionales. Este cambio de
domicilio no suponía un gran desplazamiento, dada la abundancia de núcleos de
poblamiento, pero equivalía a colocarse bajo la dependencia de otros señores,
normalmente caballeros o nobles de menor rango, que estaban dispuestos a aceptar la
libertad de estos inmigrantes o como mínimo ofrecerles mejores condiciones con tal de

58 LALIENA CORBERÁ, Carlos , Siervos medievales…p. 456.

27
aumentar la dimensión demográfica de sus propios señoríos. Por ejemplo, las noticias
pinatenses de alrededor de 1300 muestran que «hombres de las villas del monasterio […]
desplazándose a villas de caballeros e infanzones […] se niegan a pagar o dar los
tributos y a pechar por las heredades que tienen del monasterio», en lugares como Jaz o
Jaca. 59

Del mismo modo eran muy comunes los pequeños hurtos para apropiarse de
algunos frutos aprovechando la ausencia del propietario en los campos. Las víctimas de
estos hurtos solían ser los propietarios más grandes, y, a la vez que eran un desafío al
señor, eran un mecanismo de subsistencia, ya que quienes los perpetraban solían ser
personas con un patrimonio tan escaso y una situación económica tan precaria que apenas
tenían para alimentarse.
Un ejemplo de este tipo de hurtos lo encontramos en Sos, donde el infanzó n
Alfonso de Artieda, cabeza de su linaje, tuvo que acudir en 1448 ante Pedro López del
Frago, oficial de Uncastillo, porque desde hacía tres años se cometían robos en sus viñas
y huerto de Sofuentes, en su majuelo de Plagaciello y en su linar de Buxeñas. Como
respuesta a esa queja, se envió una carta a los vicarios y capellanes de la zona para que
en un plazo de nueve días advirtiesen tres veces desde el púlpito que los bienes tenían que
ser devueltos, y que las personas que conociesen a los autores de los robos lo revelasen,
bajo pena de que se excomulgase a los ladrones y los encubridores. Sin embargo, aun con
esas amenazas, parece que los robos persistieron, ya que documentos posteriores hacen
reiteradamente alusión a esos delitos. Esta continuidad demuestra que había cierto grado
de complicidad y cooperación en la población, ya que era muy difícil creer que en esas
villas de menos de mil habitantes nadie viese ni oyese nada; y también demuestra que los
poderosos eran conscientes de esa complicidad, porque en sus amenazas siempre incluía n
a los encubridores. Aún con todos los intentos de los poderosos por frenar esos actos, el
silencio y la solidaridad vecinal se impusieron, y esos robos siguieron perpetrándose y se
convirtieron prácticamente en estructurales en esos años. 60

Además de estas tácticas, también abundaban manifestaciones de rechazo a las


corveas que consistían en impedir el correcto desarrollo del trabajo, como echarse una

59Ibidem, p. 457.
60 ABELLA SAMITIER, Juan, Sos en la Baja Edad Media. Una villa aragonesa de frontera , Zaragoza,
Institución Fernando el Católico, 2012, pp. 273-274.

28
siesta en frente de la cosecha e impedir al resto trabajar, jugar a juegos en lugar de hacer
las labores que les ordenaban, trabajar mal conscientemente, insultar al capataz, volver a
casa sin tener permiso… Todos estos son ejemplos de actos registrados en los court rolls
ingleses, condenados por el tribunal del manor, y con su sentencia correspondiente. Y, en
ocasiones, los campesinos se organizaban para ofrecer un rechazo colectivo al trabajo a
modo de “huelga”, como lo sucedido en 1294 en Broughton, donde los villains ingles es
abandonaron su trabajo cuando se dieron cuenta que los panes que les distribuían en la
comida debida por la ejecución de la corvea eran más pequeños de lo habitual. 61

Por otro lado, también encontramos episodios de desacato a la autoridad o ataques


a ciertos símbolos de poder, que eran duramente reprimidos. La monarquía y los señores
respondían con dureza a estos desacatos violentos de la autoridad y a los intentos de
insumisión fiscal, y lo penalizaban rigurosamente para que sirviese de ejemplo. La horca,
siempre en lugares muy visibles, era herramienta de castigo y símbolo del poder político
y su capacidad represora, y precisamente por ese potente simbolismo, fue objeto de
múltiples ataques de carácter subversivo. Atacar la horca o descolgar el cuerpo de un
ajusticiado era un delito importante de subversión, porque se entendía como desafío a la
autoridad.

Un nivel por encima, encontramos expresiones de violencia campesina, traducidas


normalmente en agresiones físicas o asesinatos de oficiales del rey durante las
recaudaciones (por ejemplo, el lugarteniente de Graus, asesinado en 1298)62 . El ascenso
de la presión fiscal en el siglo XIII fue un aspecto clave para las economías campesinas,
y generó aún más resistencias. Trataban de buscar inmunidad fiscal relativa a impuestos
ordinarios y extraordinarios (las imposiciones regias) que aumentaron enormemente en
este siglo.

Aquí me parece interesante incluir un ejemplo muy potente y significativo de


discurso antiseñorial, extraído de la obra de Carlos Laliena, sobre el señorío de Larués 63 .
Este caso, excepcionalmente bien documentado, muestra cómo a lo largo de una quincena

61 FELLER, Laurent, Campesinos y señores… p. 211.


62 TOMÁS FACI, Guillermo, Montañas, comunidades y cambio social… p.390.
63 LALIENA CORBERÁ, Carlos , Siervos medievales…pp. 438-443.

29
de años los campesinos trataron de defender su estatus de libertad frente a los señores que
pretendían aumentar las rentas a su costa, y se pueden distinguir numerosas estrategias de
resistencia.
El enfrentamiento tuvo lugar entre los vecinos de Larués y su señor Juan de
Lográn, entre los años 1323 y 1325. El señorío de Larués sufrió varios arriendos durante
el siglo XIII, tuvo varios señores en poco tiempo, y la dependencia se fue diluyendo. En
torno al año 1300 cayó en manos de los Lográn, quienes quisieron maximizar sus rentas,
y ante ello la gran mayoría de los vecinos del señorío respondieron que eran infanzo nes
que no debían ninguna pecha ni servicio al señor. Juan de Lográn exigió a los hombres
de Larués que pechasen, llegando incluso a embargarles el ganado para forzales. Además,
les obligó a realizar varios trabajos agrícolas para él, y a trasladar materiales de
construcción de un pueblo a otro, para que los habitantes de otras aldeas vieran la
humillación de estos hombres.
Dentro de este conflicto, hay atestiguadas distintas respuestas de desobediencia
campesina. Por ejemplo, un testimonio narra el momento en el que el alcaide trata de
obligar a que los infanzones vayan a segar las tierras del señor bajo pena de sesenta
sueldos, «entonces le respondieron al alcaide que puesto que les ponía una pena, que no
irían. Y este dijo que miraría [a ver] quiénes no iban. Y [los infanzones] por esto no
quisieron ir entonces ni nunca».
Otro ejemplo: Juan de Brun, vecino de Berne (aldea a tan sólo 1 km de Larués) da
testimonio de cómo en el año 1323 dio a luz la mujer del señor Juan de Lográn, y el
alcaide había mandado cortar leña para atender el parto, pero “los hombres del lugar de
Larués, los mismos que hacen su salva, no quisieron cortarla”, y finamente tuvo que ser
el testigo de Berne quien fue a cortarla. Se negaron a realizar servicios que mostraban
dependencia personal, en un acto de desobediencia muy simbólico.
Este conflicto continuo entre señor y campesinos llegó hasta tribunales reales y
ante el Justicia Mayor de Aragón, y ahí se aprecia perfectamente el contraste entre el
discurso de los señores, que se creen con total derecho para exigir servicios arbitrarios
gracias a su honor, y el de los campesinos, en el que se pueden observar términos como
violenter (violencia) o compellere (forzar), palabras que tratan de poner en evidencia el
comportamiento del señor. 64

64 Ibidem, p. 442.

30
Con este ejemplo vemos algunas de las repuestas campesinas más comunes ante
la presión y la arbitrariedad del señor. Mostraron su disconformidad públicamente, se
negaron al pago de la pecha y a diversos servicios, negociaron continuamente con el señor
para que, a cambio de unos pagos, éste les concediera unas cartas de franquic ia
reconociéndolos como infanzones, recurrieron al sistema judicial, e incluso apelaron al
monarca cuando Juan de Lográn les había embargado bienes, y éste ordenó que se
impidiera al señor seguir con esa arbitrariedad.

Y todavía se puede apreciar una estrategia más: los campesinos se acercaron al


noble Pedro de Ayerbe, enemigo de los Lográn, y se hicieron vasallos suyos para obtener
su protección, aprovechándose de las enemistades y las divisiones internas en la clase
señorial. Como se puede apreciar, contaban con numerosas herramientas y sabían cómo
usarlas para conseguir defender sus intereses, y, aunque no conservemos mucha
información al respecto, ejemplos como este son muy clarificadores y demuestran su
capacidad para desarrollar una acción colectiva consiente y contundente.

Con la propagación de las libertades del Fuero de Jaca y el Fuero de Aragón, se


favoreció la disolución de las exigencias que iban más allá de lo económico y suponían
el reconocimiento de la dominación señorial mediante objetos y servicios concretos. Esos
“malos usos” perdieron rápidamente vigor en Aragón desde finales del siglo XII, sin
embargo, en Cataluña se prolongaron varios siglos más.

2.3.3. Evolución de las resistencias medievales


Analizando ahora las resistencias cronológicamente, como explica Rodney
Hilton, las primeras acciones y los primeros movimientos campesinos medievales giraban
fundamentalmente en torno a eludir rentas y servicios, a conservar a disposición de la
familia el máximo posible del producto de su trabajo, al derecho de acceso a tierras
comunales, o a la obtención de cartas de franquicia que les otorgasen estatus de libertad
(por ejemplo, los movimientos sucedidos en Francia en los siglos XII y XIII, o las
querimoniae catalanas del siglo XII).
Uno de los primeros conflictos sangrientos entre señores y campesinos del que
tenemos constancia fue la Guerra de los campesinos de Normandía en el año 966,
provocada por un malestar generalizado entre los campesinos que intentaban explotar en

31
beneficio propio bosques y ríos. En este movimiento, aunque fue bastante temprano, ya
aparecen indicios de organización campesina, puesto que los dirigentes nombraron
delegados para asistir a una asamblea general. 65

Estas acciones de protesta anteriores al siglo XIII no llegan a la categoría de


revuelta, aunque algunos comportamientos marginales llegasen, aparentemente, a poner
en cuestión la estructura señorial. El objetivo era limitar los abusos de los señores, pero
todavía desde dentro del sistema, tratando de buscar una redistribución más justa dentro
del señorío, o tratando de conseguir un estatuto de libertad, mediante cartas de franquic ia,
o mediante distintas acciones como las desarrolladas por los campesinos de Montecasino
a mediados del siglo XIII66 : éstos desarrollaron fraudes durante la década de 1260 para
tratar de mejorar su condición social y eludir rentas. Para ello, dentro de la misma
comunidad campesina, miembros de un grupo social, los franci (libres) adoptaban a
miembros de otro grupo social inferior, los angararii (siervos que debían corveas y
rentas) y realizaban matrimonios, de modo que, según creían, todos los miembros de esa
casa cambiaban de estatus y se convertían en libres de pleno derecho. Aquí se observa un
mecanismo de eliminación de la servidumbre y evasión de rentas, pero sin desarrollar una
verdadera acción política todavía.

Poco a poco fueron surgiendo movimientos de masas que movilizaron a un gran


número de campesinos y estratos sociales bajos (como las Cruzadas Populares de los
siglos XII y XIII, o los movimientos heréticos de albigenses, cátaros y valdenses), y
también fue creciendo el número de alzamientos a pequeña escala contra la opresión de
las autoridades locales, como los tumultos y levantamientos que se sucedieron durante
las primeras décadas del siglo XIV en Inglaterra o en Nápoles.

En el siglo XIII encontramos el movimiento “engañoso” de los


enfranquecimientos, una válvula de escape del sistema que relajaba las tensiones al liberar
a los siervos, pero que también tenía su contrapartida para los campesinos. El motor de
estas manumisones no era ideológico ni religioso, sino económico: los siervos, una vez
libres, quedaban sometidos al impuesto, y se convertían en una nueva base fiscal. Esto
ocurrirá por toda Europa: en Bolonia enfranquecían a los siervos del contado para
conseguir más contribuyentes para la ciudad, o en la región parisina pagaban una elevada

65 HILTON, Rodney, Siervos liberados…p. 90.


66 FELLER, Laurent, Campesinos y señores… p. 256.

32
cifra de libras parisienses para obtener su libertad, quedando endeudadas las comunidad es
para poder pagarlas. También podían quedar comprometidas a entregar una suma de
dinero fija anual para poder liberarse.
De este modo vemos cómo la libertad también se negociaba, y era una herramie nta
del señor para aumentar las sustracciones y obtener ingresos. Y, además, esto renovaba
las relaciones existentes entre señores y campesinos, y la servidumbre solía dar paso a
una relación de patronazgo. Feller nos narra el caso del enfranquecimiento de una aldea
parisina en 1249: “En la carta de Gennevilliers, por ejemplo, el redactor indica muy
claramente que el derecho de patronazgo se impone al enfranquecido: como todo antiguo
esclavo, se convierte en el cliente de su viejo dueño lo que limita su libertad. En este caso,
el mismo texto de la manumisión instaura una relación personal perpetua y hereditaria
entre el señor y el antiguo siervo.” 67 Así, cambia el estatus jurídico y se eliminan ciertas
exigencias humillantes, pero el vínculo de dependencia entre campesino y señor se
mantiene, y los nuevos libres continúan teniendo limitada su libertad.

Otro ejemplo: en 1250 el abad de Saint-Germain-des-Prés libera sus hombres de


Valenton y Villeneuve-Saint-Georges, y a cambio de 1400 libras parisinas renuncia a
exigir la mainmorte, el formariage y la talla arbitraria. Les elimina esas importantes
exigencias serviles, pero, por contra, siguen sin poder hacer comuna en la aldea ni pueden
alienar sus tierras a favor de otro que no sea el abad, pueden seguir siendo movilizados
para la defensa de su señor, siguen prestando corveas, el señor continúa con el monopolio
de hornos, molinos y prensas, se imponen otros tributos… Lo que muestra que, a fin de
cuentas, las manumisiones apenas han cambiado la situación de dependencia, y los
señores continúan manteniendo lo esencial de su dominio.68

Los cambios que se fueron produciendo a lo largo de estos siglos (aumento


demográfico, fenómeno urbano, desarrollo del comercio y los transportes, aumento de la
burocracia…) incidieron en la naturaleza de los movimientos, que poco a poco fueron
pasando de tipos más rudimentarios y primarios de protesta a otros movimientos más
complejos que respondían a la nueva situación social, y tenían mayor alcance. De este

67 FELLER, Laurent, Campesinos y señores… pp. 208-210.


68 Ibidem, p. 211.

33
modo, en los movimientos bajomedievales se van entremezclando elementos simples de
protesta con otros más complejos y de mayor componente ideológico.

2.3.4. Las grandes revueltas de los siglos XIV-XV


Y así es como se llega a las grandes revueltas del siglo XIV y parte del XV, donde
ya encontramos una oposición directa y revolucionaria contra la opresión señorial. Los
levantamientos campesinos más conocidos durante la Baja Edad Media son la revuelta de
Flandes marítimo (1323-1327), la Jacquerie (1358), el movimiento de los Tuchins (1360-
fines del XIV), el levantamiento inglés de 1381, y las guerras de los remenças en Cataluña
(décadas de 1460-1480). A estos movimientos habría que sumarles otros que no llegaro n
a alcanzar esa proporción (como la huelga de viñadores de la región de Auxerre a fines
del XIV), o que se entremezclaron con movimientos promovidos por otros grupos
sociales, pero que también tuvieron importante participación campesina.
En la mayoría de estos levantamientos los campesinos se autoproclama ro n
defensores de la tradición y el derecho tradicional, y se negaban a las innovaciones y a
las excesivas exigencias que introducían los señores (como el impuesto compensatorio
de Flandes, las requisas de la jacquerie, los malos usos catalanes…). Gobierno o
aristócratas alteraban el estado de las relaciones habituales con nuevas cargas o
directamente se excedían en sus exigencias para aumentar sus lujos, lo que se sumaba a
las tensas situaciones sociales existentes y a la mala situación económica campesina, que
aún les hacía ser más vulnerables y más dependientes de las acciones de los señores. De
este modo se observa que no son simples revueltas contra la pobreza, sino que había una
serie de razonamientos más profundos detrás. Todas las revueltas que vamos a ver
brevemente a continuación, basándonos en la obra de Feller69 tienen estas motivacio nes
comunes, si bien cada una de ellas tiene unas características específicas que les hace ser
muy diferentes una de la otra: distintas tácticas, distinto grado de formulación de las
reivindicaciones, distinta duración y extensión…

La Jacquerie es una de las revueltas campesinas más conocidas históricame nte.


Tuvo una corta duración, ya que fue reprimido fuertemente en apenas unas semanas, pero
tuvo un fuerte impacto y conllevó mucha violencia. La visión generalizada que se tenía

69Ibidem, pp. 307-324. En este capítulo Feller analiza las revueltas y resistencias campesinas a fines de la
Edad Media, describiendo los principales movimientos.

34
de la Jacquerie provenía fundamentalmente de una fuente, Jean Froissart, que en su
crónica describía el episodio desde el punto de vista aristocrático y, sin embargo, no
conservamos testimonios que expliquen el movimiento desde la perspectiva campesina
ni tenemos sus reivindicaciones formalizadas, de modo que sólo nos queda analizar los
actos y tratar de reconstruir las razones campesinas que les llevaron a desarrollar esas
acciones. En mayo de 1358 un grupo de campesinos asalta una tropa armada en Saint-
Leu y, tras ese incidente, los asaltantes van a las aldeas vecinas a organizarse, el
movimiento antinobiliario se extiende, y durante semanas los campesinos dominan los
campos de la Île-de-France, cometiendo diversos actos violentos: los jaques atacan
castillos, asesinan señores, cometen violaciones… En la primera quincena de junio el
movimiento alcanza su mayor apogeo, y entonces empieza una fuerte reacción señorial
que pronto le pone fin. En primer lugar se advierte el fuerte carácter antinobiliario del
movimiento, ya que los campesinos atacan claramente el estatus de la nobleza, y en
segundo lugar se perfila el carácter antifiscal, puesto que los jaques respondían ante las
exacciones que percibían como abusivas, y ante la redistribución injusta de los bienes.

El caso de los tuchins era diferente: estas comunidades adoptaron una modalidad
de protesta diversa, una estrategia de “bandidaje social”, y estuvieron décadas hostigando
a las autoridades de la región. Desarrollaron unas potentes redes de cooperación y
solidaridad entre las comunidades, que se unieron contra invasiones exteriores
(mercenarios e ingleses) y contra los poderes opresores. No fue un levantamiento brusco
en masa, sino una estrategia de resistencia menos evidente y más continuada que no busca
llegar a un enfrentamiento abierto con la nobleza o la corona, sino desgastarles poco a
poco con acciones coordinadas.

La revuelta de los trabajadores ingleses de 1381 tuvo un cassus belli muy


concreto: en mayo de 1381 los aldeanos de Essex se resistieron a pagar la impopular poll
tax, un impuesto de capitación, y ante ello las autoridades reales respondieron con fuerte
represión, iniciándose un potente conflicto. Los “rebeldes” se unieron, tomaron armas,
formaron un ejército e incluso nombraron un líder, Wat Tyler, quien presentó al rey
Ricardo II sus peticiones: la abolición de la servidumbre y la de todos los censos salvo
uno. Los campesinos desarrollaron actos violentos selectivos y planificados y
consiguieron ejercer gran presión sobre la corte, llegando hasta el punto de forzar al rey

35
a una negociación. La revuelta se extendió después por numerosas ciudades inglesas, pero
finalmente fue reprimida a finales de julio.

En el caso catalán, la región estaba por completo bajo un duro régimen señorial,
y además de rentas y servicios, eran comunes diversas exigencias limitando enormemente
la libertad de los campesinos y atándolos a esas tierras de por vida. Sólo podían abandonar
esas tierras si pagaban la elevada remença, y estaban sujetos a los 5 “malos usos”: intestia,
exorquia, cugucia, arsina y firma d’espoli violenta; unas obligaciones que eran muestras
de servidumbre personal y humillación, además de pesadas cargas económicas. A finales
del siglo XIV ya se había incrementado la tensión y el malestar ante esa situación, y
finalmente a mediados del siglo XV estalló este movimiento de las remenças, que
perseguía la abolición de los malos usos, y tuvo bastante coordinación y organizac ió n:
los campesinos consiguieron el apoyo de los reyes contra la aristocracia catalana, y
llegaron incluso a crear un auténtico ejército campesino. Finalmente, este movimie nto
resultó victorioso, y la sentencia de Guadalupe promulgada por Fernando de Aragón en
1486 fijó la libertad campesina y la abolición del ius maletractandi y de los “malos usos”.

Estos ciclos de revueltas campesinas muestran el debilitamiento de la estructura


señorial y de la nobleza, que intenta mantener su posición ejerciendo gran violencia y
represión. Estas represiones de los siglos XIV y XV ya no son locales, sino que
corresponden a tropas armadas que actúan en nombre del Estado, y que intentan conservar
las estructuras señoriales dañadas por la resistencia campesina. Sin embargo, poco a poco
las monarquías irán reabsorbiendo y reagrupando las competencias reales que se habían
dispersado en los señoríos, y de este modo los campesinos se irán librando de los estatus
de servidumbre y humillación, y conseguirán afianzar su libertad. “Mientras Europa
oriental experimenta una nueva servidumbre, aparecida en el marco del desarrollo de
una economía comercial, a partir de entonces Europa occidental ignora casi
completamente las formas más crudas de opresión del mundo campesino.” 70

70 FELLER, Laurent, Campesinos y señores… pp. 307-324.

36
3. Conclusiones

Durante mucho tiempo se ha considerado que las rebeldías de los grupos


subordinados del sistema feudal se limitaban únicamente a las grandes insurrecciones que
se desarrollaron en Europa durante los siglos XIV y XV, obviando una parte básica y
fundamental: las resistencias cotidianas que realizaban tantos y tantos campesinos, y que
iban desgastando el sistema poco a poco. Gracias al desarrollo de este tipo de acciones a
muchos campesinos les fue posible subsistir y les fue posible burlar el dominio del señor,
aunque no fuera frontalmente.

Sólo de este modo indirecto podían ofrecer cierta resistencia sin ser aplacados en
el primer intento, y eran conscientes de ello. Además, aparentemente son acciones
pequeñas, que no parecen producir mucho beneficio, pero esa es precisamente la razón
que les permitió prolongarlas en el tiempo y repetirlas reiteradamente. Un gran robo en
la reserva señorial sería demasiado evidente y las consecuencias para el autor del robo
demasiado graves, pero, por el contrario, pequeños robos apenas sobresalían, apenas
recibían importancia, y se podían ir repitiendo con cierta regularidad, asegurando el
sustento de una familia campesina.

Con trabajos como este se pretende demostrar que esas acciones no sólo existía n,
sino que tenían bastante fuerza, eran muy variadas y seguramente se repetían más
comúnmente de lo que creemos. Los documentos suelen estar escritos desde la óptica de
los poderosos y raramente reflejan la voz de los campesinos, pero, aún así, el escaso
número de fuentes que conservamos sobre esta temática ya nos aporta ejemplos e indic ios
suficientes para demostrar que, efectivamente, las resistencias campesinas eran comunes
y generalizadas.

Estudiar su gran variedad de acciones de protesta, sus protagonistas y su grado de


organización, sus éxitos o fracasos, su nivel de incidencia en la sociedad y el alcance que
tuvieron, son posibles líneas de investigación a rastrear desde distintas perspectivas que
nos ayuden a completar nuestro conocimiento de las relaciones sociales y las sociedades
pasadas.

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