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A lberto A sor R osa

las recreaciones más adecuadas, fuera de las regulares ocupa­


ciones y hábitos, al paso de cada estación: la caza en el mes de
Asor Rosa,
febrero, Alberto.
la pesca "Dante
en marzo, Alighieri"
la vacación estiva en
en laHistoria
montaña en
de la literatura italiana. Volumen 1. Edición,
agosto, la caza de aves en septiembre, etc.
introducción
Lo que resultay traducción deuna
es el cuadro de A. vida
Patat. Buenos
señorial, elegante y
gozosa, que ya transfirió en esta esfera de mundanidad, de leja­
Aires: Asociación Dante Alighieri, 2006
no origen feudal, aquella aspiración a la educación del espíritu
que parece ser una de las características dominantes de dicho
período. Si bien se trata de una cosa muy diferente respecto a la Capítulo 3
elevación espiritual de los stilnovistas, no es posible olvidar que D ante A lighieri
en esta sociedad -incluso tras sus manifestaciones intelectuales
más refinadas- existe un proceso ascensional que invade todas
las esferas y se transforma en hábito. Dante Alighieri rep resen ta sin lugar a dudas la síntesis
Aunque la referencia pueda parecer audaz, no se puede ne­ suprem a de las fundam entales tendencias espirituales y a r­
gar que existe un punto de contacto entre el cenáculo de inteli­ tísticas del siglo XIII, lo cual se hace visible ya sea si con­
gencia refinadas, que es identificable en el dolce stil novo flo­ tem plam os la unidad sistem ática de su obra, sea si m iramos
rentino, y el «grupo» de Folgore, que entiende la aristocracia en en sí cada aspecto de la misma, ya sea si, incluso, la estu ­
sentido puramente mundano. Es más, existe también un contac­ diamos a p a rtir de los datos subjetivos de su biografía
to entre el primero, el segundo y el electo grupo de jóvenes y hum ana y sentim ental. Todo ello quiere significar sólo una
doncellas que, algunos años más tarde, se dispondrán a «reci­ cosa: la m onum entalidad aplastante de su obra mayor, la
tar» a un público más vasto los cuentos de un tal Giovanni Boc­ Divina Comedia [Divina Com m edia], no debe inducir a
caccio. equívocos en lo que respecta a su génesis. Si bien, la Divina
Esta línea de civilización de los hábitos y de las costumbres Comedia puede p arecer extrao rd in aria y aislada en su
-que a un cierto punto evolucionará en civilización figurativa y grandeza, en realidad debe su origen a los innum erables
del gusto- se funda en el desarrollo de nuestras letras desde elem entos de la cultura medieval, que esta vez son aborda­
sus orígenes. También en este caso, la absorción de los ideales dos con una visión poliédrica y totalizadora, que tiene por
de la clase declinante -aristocrática y feudal- mundanizados objeto abrazar la infinita variedad de las experiencias
por parte de los intelectuales provenientes de las clases bur­ hum anas para reducirlas en la unidad de la fe. De la misma
guesas y mercantiles parecen constituir la esencia del proceso m anera, aun cuando pueda p arecer enorm e la diferencia
a partir de la cual se desarrolla y toma forma la nueva cultura. entre las obras m enores de Dante y su obra m aestra, no hay
dudas de que existe una línea de desarrollo entre las unas y
la otra, ligada a su vez a un movimiento ascensional de una
búsqueda personal que aspira a conseguir, con esfuerzo in ­
terio r y sufrim iento, un punto de observación siem pre más
elevado. Nos detendrem os brevem ente en dichos aspectos de
la biografía dantesca, in terp retad a como trabajoso proceso
de conquista de la m áxim a m adurez espiritual y cultural.
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A lberto A sor R osa

1. La vida

La familia

D ante (o, m ás exactam en te D urante) A lighieri, hijo de


A lighiero II y nieto de B ellincione, nació en F lorencia en la
m o rad a de h eren cia fam iliar en una fecha aún in c ie rta que va
desde el 14 de m ayo h asta el 13 de junio del año 1265. El m ás
ilu stre de sus antepasados había sido el ta ta ra b u e lo Caccia-
guida, a quien el em p erad o r C onrado III había arm ado ca b a­
llero y que h ab ría de m orir, com batiendo co n tra los infieles,
en la segunda cruzada. D ante h a rá de él uno de los p ro tag o ­
n istas esenciales en los cantos XVI y XVII del Paraíso [Para-
diso], evocándolo con ex p resio n es devotas y afectuosas («ca­
ro antepasado», «mi c a ra raíz», «mi tesoro»)57 y atribuyéndole
el doloroso y fundam ental rol de quien debía p re d e c irle el
exilio («Tú p ro b a rás com o a salado sabe / el pan ajeno, y cuán
duro cam ino / es b a ja r y su b ir las g rad as de otros»)58.
La fam ilia de D ante constituía uno de los tantos casos de
grupos de origen noble que, urbanizados y obligados a a c ep tar
las reglas de la com una, se habían aburguesado. Su padre,
Alighiero II, debió e je rc e r el oficio de p restam ista que, en su
p eor versión, consistía en la usura.
E ntre 1280 y 1290, los años de la adolescencia y de la prim e­
ra juventud, los tran scu rrió de m anera sim ilar a los de sus coe­
táneos florentinos provenientes de fam ilias ni muy ricas ni muy
pobres. Siguió los estudios previstos p ara su época y llegó a fre ­ Dante y su poema.
cu en tar incluso la U niversidad de Bolonia. Estrechó lazos de Fresco de Domenico di Michelino.
Duomo, Florencia.

57 D. A lighieri, Divina Commedia, Par. XVI, v. 22, XVI, v. 13 y XVII v.


121 respectivamente («cara mia primizia», «cara piota mia», «il mio
tesoro»). Las traducciones del texto dantesco provienen de la versión
de A. Battistessa (D. A lighieri, Divina Comedia, Asociación Dante
Alighieri, Buenos Aires, 1984-1986).
58 Id., Divina Commedia, Par. XVII, 58-60. («Tu proverai sì come sa di
sale / lo pane altrui, e come è duro calle / lo scendere e ’1 salir per
l’altrui scale»).

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Alberto A sor R osa Capítulo 3 - Dante A lighieri
amistad con aquel grupo de jóvenes que se reunía en torno a promulgados por Giano della Bella el 15 de enero de 1293. Mas
Brunetto Latini, que constituyó en estos años su punto de refe­ esta constitución ultrapopular se modifica años más tarde, en
rencia. Trabó una sólida amistad con Guido Cavalcanti, descen­ 1295, con nuevas medidas [los así llamados Temperamenti], que
diente de unas de las familias más antiguas y más potentes de introducen una norma según la cual los nobles pueden acceder
Florencia. También en estos años vivió las experiencias amoro­ a los cargos públicos, con la condición de que estén inscriptos
sas y espirituales que inspiraron la mayor parte de las rimas, en una de las Artes, las potentes corporaciones en las cuales se
que más tarde serán incluidas en la Vida Nueva [Vita Nova]59. organizaban los varios sectores productivos de la ciudad.
Dante eligió inscribirse, en cuanto estudioso de filosofía o in­
telectual -tal como será considerado por nosotros- en la corpora­
Acciones privadas y acciones públicas ción de los Médicos y Farmacéuticos. A partir de este momento,
comienza una carrera política, cuyas etapas indican ciertamente
Los años entre 1280 y 1290 fueron para Dante aquellos en la muy buena consideración que tenían de él sus conciudadanos.
que se devanaron los hilos menos complejos de su vida privada. Como la mayor parte de los descendientes de la pequeña nobleza,
Alrededor de 1281-83, con la muerte de su padre, Dante se halló Dante era güelfo, esto es, parte de aquellos que, en la querella
gravado de mayores responsabilidades familiares. En 1277, co­ que había contrapuesto al Papado contra el Imperio, habían apo­
mo era tradición entonces, había sido firmado por sus padres un yado al Papado, por el modo en que éste había favorecido la au­
contrato de matrimonio entre Dante y Gemma di Manetto Dona- tonomía y el crecimiento de las instituciones comunales. Sin em­
ti, matrimonio que, contraído en 1285, le daría tres hijos, Pietro, bargo, los resultados de esta disputa habían quedado muy atrás
Iacopo y Antonia (y quizás un cuarto, Giovanni, del que no se en el tiempo. Dante tenía un año cuando Carlos I de Anjou había
sabe casi nada). derrotado a Manfredi en la batalla de Benevento, cancelando el
Como todos los jóvenes de su condición, en esta fase, Dante dominio suabo en Italia. La derrota de la parte gibelina, por más
participó de empresas militares de la comuna florentina: segu­ que en esa época fuese difícil considerarla definitiva, había pro­
ramente estuvo en Campaldino (11 de junio de 1289), teatro de vocado en el interior de las comunas güelfas nuevos choques, uno
un choque cruento entre florentinos y aretinos, en que combatió de cuyos elementos desencadenantes era la intrusión de la Iglesia
en primera línea en las filas de a caballo60; probablemente for­ romana. Si bien no existe una documentación muy rica acerca de
mó parte del episodio militar de la toma de Cap roña (16 de las orientaciones políticas de Dante en este período, parece razo­
agosto de 1289), que llevó a la conquista del castillo pisano por nable suponer, por lo que más tarde habría de suceder, que, en el
parte de los florentinos aliados con los luqueses. enfrentamiento feroz que en Florencia contraponía la facción de
Hasta 1290, no tenemos testimonios de la vocación política la familia Cerchi, los Blancos, contra la facción de la familia Do-
de Dante, obstaculizada por su temprana edad y por la Consti­ nati, los Negros, Dante intentó permanecer por sobre las partes,
tución entonces vigente en Florencia, que prohibía a los des­ apoyando sin embargo a los primeros.
cendientes de familias nobles el acceso a los cargos estatales,
los así llamados Decretos judiciales [Ordinamenti di Giustizia],
Dante prior
59Ver cap. 2, pp. 88-94.
60 Dante formó parte de los /editori a cavallo, que eran, en el período Hacia fines de 1299, Corso Donati es exiliado de Florencia. El
de las comunas, los jinetes encargados de iniciar el combate. (N. del T.) pontífice Bonifacio VIII, sin demora, lo toma bajo su protección y
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lo nombra potestà61 de Orvieto. En este mismo período, Dante
asume el mayor cargo del Estado florentino, al ser elegido uno de
los priores de Florencia para el bimestre del 15 de junio al 15 de
agosto de 1300. Al cubrir este cargo, Dante debió tomar decisio­
nes muy graves, como, tras un tumulto entre los Grandes y los
Notables del gobierno popular, la condena al exilio en Sarzana de
un grupo de jefes de parte negra y de parte blanca, entre los cua­
les se encontraba su carísimo amigo Guido Cavalcanti.
En el otoño del año siguiente una delegación de la comuna
florentina, de la que probablemente formaba parte Dante, se
. dirige a Roma para discutir con Bonifacio VIII la difícil situa­
ción por la que atravesaba la ciudad. Mientras tanto, el conflicto
se precipita: el príncipe Carlos de Valois entra en Florencia,
acompañado por Matteo d’Acquasparta y Corso Donati; los jefes
de los Blancos son obligados a huir.
Comienza la venganza implacable: se desarrollan, unos tras
otros, diversos procesos políticos, y los sostenedores del viejo
orden son sometidos a condenas durísimas. Para completar la
cita de Cacciaguida: «Al ofendido seguirá la culpa / a gritos,
como suele; mas justicia / a la verdad dará su testimonio. // Tú
dejarás toda cosa dilecta / tan claramente, que es el prim er dar­
do / que el arco del exilio saetea.»62 Dante y muchos otros son
condenados a exclusión perpetua de los cargos públicos y a una
multa de cinco mil florines; quien no se hubiere presentado a
pagarla, habría de sufrir la confiscación y destrucción total de
sus bienes. Puesto que los condenados no se presentaron ni en­
tonces ni después ante dicho tribunal, el 10 de marzo de 1302,
para Dante y para otros catorce imputados, el tribunal pronun­
ció la condena a la hoguera.

61 El potestà o podestà era, en algunas comunas medievales, el jefe de


la justicia y quien guiaba el ejército durante la guerra. (N. del T.)
62 D. Alighieri, Divina Comedia, Par. XVII, 52-54. («La colpa seguirà
la parte offensa / in grido, come suol; ma la vendetta / fia testimonio al Bonifacio VIII.
ver che la dispensa. // Tu lascerai ogni cosa diletta / più caramente; e Escultura en cobre dorado de Manno de Bandino.
questo è quello strale / che l’arco dello essilio pria saetta.») Museo Cívico, Bolonia.

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A lberto A sor R osa Capítulo 3 - Dante A lighieri

El exilio damentales de la cultura enciclopédica medieval, la lectura de


los poetas provenzales, sicilianos y toscanos, la atenta medita­
No sabemos siquiera si Dante había renunciado a regresar a ción acerca de los textos de retórica clásica y contemporánea,
Florencia tras la embajada en Roma o, si habiendo regresado, no se hallan en contradicción con su participación en las vicisi­
huyó cuando hubo sido claro el curso que tomaban los eventos. tudes de la ciudad, sino que, por un lado representan la prepa­
El hecho es que, habiendo partido de Florencia, no pudo regre­ ración y la formación a dicha participación, por el otro expresan
sar jamás no obstante todos los esfuerzos realizados. El exilio ese ideal de vida refinada y espiritual que fermenta, como
representa una cesura neta y dolorosa en la vida del poeta. hemos visto, en los sectores más avanzados de la nueva clase
Cambian completamente las condiciones de su existencia: la comunal, y manifiesta su aspiración a integrarse con la tradi­
férvida participación en la vida de la comuna se transform a en ción cultural feudal, tan acabada y elevada en ese período.
un vagar difícil y atormentado de ciudad en ciudad en busca de
hospitalidad y sustento, y cuyas huellas es imposible seguir ple­
namente. La relación con las órdenes religiosas
Sabemos que durante todos estos años estuvo en Treviso,
huésped de los Da Camino; en Padova y en Venecia; en Luni- Al mismo tiempo, como sostuvieron algunos biógrafos del
giana, huésped de los Malaspina; en el Casentino; en Lucca y pasado, por más que sea totalmente inadmisible que Dante haya
quizás en París. Conoció una estadía larga, importante y tran­ entrado de joven en la Tercera Orden de los franciscanos y, con
quila por mérito de la generosa acogida de Cangrande della mayor razón, en la Prim era Orden, es probable, en cambio, que
Scala. En 1318, se trasladó a Ravenna, donde el señor de la ciu­ haya frecuentado el Studium de Santa Croce, franciscano, y el
dad, Guido Novello da Polenta, lo hospedó con grandes honores. de Santa María Novella, dominico63.
En 1321, fue enviado a Venecia, como embajador de Ravenna, Su profunda cultura filosófica y teológica, tal como lo revelan
con el objeto de evitar una posible guerra. Habiéndose enfer­ sus obras sucesivas, no podía sino tener una raíz profunda y
mado durante el viaje, se vio obligado a regresar a Ravenna, lejana en el tiempo. Así, la educación retórica y poética laica se
donde, según un preciso testimonio de Boccaccio, murió el 14 de suma desde el inicio a esta férvida frecuentación de los textos
septiembre de 1321. de tradición religiosa, orientada sobre todo en sentido ascético y
fuertemente inspirada por las sugestiones del movimiento fran­
ciscano. Por ejemplo, queda fuera de toda discusión la familia­
2. Dante intelectual ridad de Dante con la obra de Bonavenura da Bagnoregio64.

En muchos aspectos, Dante se presenta al principio como un


perfecto ejemplo de la juventud culta y acomodada de una co­ 63 G. Petrocchi, Vita di Dante, Laterza, Bari-Roma, 1983. Acerca de la
relación entre Dante y la cultura franciscana y dominica, cfr. también R.
muna como la de Florencia en los últimos decenios del siglo Antonelli, «L’ordine domenicano e la letteratura nell’età pre­
XIII. Descendiente de una antigua familia de la pequeña noble­ tridentina», en Letteratura Italiana, voi. I: Il letterato e le istituzioni,
za decadente, su cultura y su vida se modelan sobre los ejem­ dirigida por A. Asor Rosa, Einaudi, Torino, 1982, pp. 681-728 y C.
plos que le ofrecen sus coetáneos y sus amigos, algunos años B ologna, «L’ordine francescano e la letteratura nell’età pre-tridentina»,
mayores que él. La frecuentación comprobada de una persona­ en Letteratura Italiana, voi I: Il letterato e le istituzioni, pp. 729-797.
64Ver cap. 2, pp. 47-48.
lidad como Brunetto Latini, la absorción de los elementos fun­
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Las experiencias culturales del exilio

Desde el punto de vista de la experiencia intelectual y cultu­


ral y de la relación con los grupos intelectuales, diferentes res­
pecto de aquellos comunales, no caben dudas de que el exilio
representa el hecho más importante de la vida de Dante. No
queremos decir que sin él, Dante no hubiera escrito sus obras
mayores. Sin embargo, la ruptura forzada de su carrera política
y el alejamiento de Florencia lo obligaron a ejercitar su genio
por senderos diferentes respecto de aquellos a los que el destino
parecía haberlo encaminado desde el principio, y lo comprome­
tieron a una concentración intelectual absoluta a la que le que­
daba abierto sólo el desahogo del quehacer literario y cultural.
Una profunda transformación tuvo lugar en las orientaciones
políticas e intelectuales del escritor. Arrancado de su cuna por
la fuerza, Dante comenzó a reconsiderar todas las cuestiones
relacionadas con el período que le tocaba vivir. En medio de
una crisis que parecía derribar de sus propios cimientos los
pilastros ideológicos de su tiempo, Dante empezó a acercarse
cada vez más a la idea de que sólo un principio superior de
igualdad y de justicia habría podido devolver la paz y la concor­
dia sobre la faz de la Tierra: creyó identificar este principio en
el imperio, o mejor dicho, en el imperio vuelto a sus orígenes y a
sus deberes fundamentales. Cuando, hacia fines de 1310, Enri­
que VII llegó a Italia para reivindicar sus derechos imperiales
sobre las ciudades rebeldes y sobre el Papado, Dante dedicó a
dicho evento histórico algunas apasionadas Epístolas [Episto- Florencia en el siglo XIV con la fachada de Santa María del Fiore.
lae] en latín, en las cuales el acre espíritu de revancha contra Detalle del fresco Madonna de la Misericordia. Anónimo.
los florentinos rebeldes tiende a sublimarse y acaba en una altí­ Loggia del Bigallo.
sima visión de un mundo renovado por la razón y por la justicia.
La coincidencia por la cual Dante participó de esta renovada
esperanza en la empresa de Enrique VII, junto a Ser Petracco,
notario florentino exiliado y padre de Francesco Petrarca, tien­
de a poner en evidencia el desplazamiento de horizontes del
poeta hacia una función y un uso del rol de intelectual siempre
menos vinculado a presupuestos localistas y partisanos en el
ámbito de la cultura italiana medieval.
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A lberto A sor R osa Capítulo 3 - Dante A lighieri

Igualmente importante, desde el punto de vista de una histo­ 3. Las obras precedentes al exilio
ria de los intelectuales italianos, resulta el hecho de que, obli­
gado como estaba a ir de corte en corte para ganarse el susten­ Las Rimas
to, Dante conoció y vivió en sí mismo una repentina transform a­
ción de intelectual comunal en intelectual cortesano. Las obli­ Por más inapropiada que pueda aparecer la expresión, podría­
gaciones, a las cuales él mismo fue sometido, si bien fueron mos afirmar que la producción literaria de Dante que precede al
fuente de humillación y de dolor, contribuyeron mucho para exilio puede distinguirse por un grandioso diletantismo. Es decir, en
ensanchar y enriquecer sus horizontes y experiencias intelec­ el fondo, partícipe de las tradiciones y de los gustos de ese joven
tuales, poniéndolo en relación con una serie de personalidades grupo, del que, como dijimos, había formado parte, Dante no es ava­
políticas relevantes, como, por ejemplo, el famoso Cangrande ro de manifestaciones de afecto y de amistad para con sus compañe­
della Scala, señor de Verona, personalidades que probablemen­ ros (como en el caso del soneto «Guido, yo quisiera que tú, Lapo y
te fueron el público más concreto y determinado al que Dante yo», dedicado a Guido Cavalcanti, o en «Saber y cortesía, ingenio y
pensaba para dirigir su poesía, tan sedienta de transformación y arte», dirigido a Dante da Maiano)65 ni de tributos burlescos típicos
de renovación. de las variaciones estilísticas de la poesía del siglo XIII (como en el
caso de la famosa tensón con el amigo Forese Donati, hermano de
Corso, en los sonetos «Ladran perros, azuzan cazadores»66, que más
Cultura clásica y cultura cristiana bien parecen seguir la manera de Folgore da San Gimignano).
De tono más elevado y muy intenso, son las Rimas a Pietra [Ri­
Las dos Églogas [Egloghe] de Dante, compuestas en Ravenna me petrose], en las cuales, bajo un velo transparente de símbolos,
bajo forma de correspondencia con el docto Giovanni di Virgilio Dante expresa, con accesos de vivísima sensualidad, su pasión cuasi
-y que constituyen una novedad fundamental, en cuanto prim e­ violenta por una mujer que lo hace sufrir al no corresponderle su
ros modelos en absoluto que retoman el género bucólico en el amor. Entre sus canciones, recordemos su bellísima composición:
Medioevo- tuvieron una enorme importancia durante el período
del exilio, en que Dante amplió sus intereses culturales. Lo Quiero ser tan áspero en mis palabras
mismo puede afirmarse del Tratado del agua y de la tierra como lo es en sus actos esta hermosa piedra,
[Quaestio de aqua et térra], ardua disputa sobre la naturaleza que encierra, en cuanto tal,
de la Tierra y sobre su colocación en el centro del universo. mayor dureza y mayor crueldad
En este mismo período, la cultura de Dante crece y se pro­ y su cuerpo viste de un tal jaspe
fundiza: junto al amadísimo Virgilio, a los principales poetas de que por su causa o porque ella retrocede,
la Antigüedad, a Lucano, Terencio y Tito Livio y a aquel funda­ no sale de la aljaba
dor de la síntesis clásico-cristiana que había sido Boecio, el poe­ flecha que la encuentre desnuda:
ta florentino abarca en sus estudios los textos fundamentales de ella no mata, en cambio, y de nada vale que uno se oculte
la escolástica, desde Santo Tomás hasta Alberto Magno, los co­
mentadores árabes de Aristóteles, San Agustín y la Biblia.
65 D. Alighieri, Rime. («Guido, i’ vorrei che tu e Lapo ed io» y «Savere
e cortesia, ingegno ed arte»)
66 Ibidem. («Sonar bracchetti, e cacciatori aizzare»).

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ni que se aleje de los golpes mortales,


pues, como si tuviera alas,
igual lo alcanza y lo despedaza cada arm a
así que yo no sé ni puedo defenderme de ella67.

Ha sido notado precisam ente que la aspereza tem ática -a la


que corresponde puntualm ente, desde el punto de vista del esti­
lo, una análoga voluntad de producir resultados fuertem ente
expresivos- anticipa tonalidades y formas de la Comedia.

Vida Nueva

No caben dudas de que la participación de Dante en el dolce


stil novo y la escritura de una obra como la Vida Nueva [Vita
Nova]68 constituyen el punto más alto de su experiencia juvenil,
antes de sus treinta y cinco años.

4. Las obras posteriores al exilio


Convite

El Convite [Convivio] debía ser una verdadera enciclopedia,


construida sobre modelos medievales. El haber sido escrito en
romance, lo cual constituye una novedad respecto de la trad i­
ción del enciclopedismo precedente, que a menudo había utili­
zado el latín o las lenguas extranjeras más consolidadas (recor-

67 Ibidem. (Così nel mio parlar voglio esser aspro / com’è nell’atti
questa bella petra, / la quale ognora impetra / maggior durezza e più
natura cruda, / e veste sua persona d’un diaspro / tal, che per lui, o
perch’ella s’arretra, / non esce di afretra / saetta che già mai la colga
ignuda: / ed ella ancide, e non vai ch’om si chiuda / né si dilunghi da’
colpi mortali, / che, com’avesser ali, / giungono altrui e spezzano Alegoría de la Gramática en trono, alabada por los escolares.
ciascun’arme; / sì ch’io non so da lei né posso atarme.») Dibujo anónimo del siglo XI, puesto como ilustración introductoria
68 Cfr. cap. 2, pp. 88-94. a un texto de Prisciano da Cesárea.
Biblioteca Laurenciana.
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A lberto A sor R osa Capítulo 3 - Dante A lighieri
demos el Trésor de Brunetto Latini), explica que la obra se diri­ De la lengua vulgar
gía a cuantos no podían por sus condiciones civiles formarse
una cultura latina y, no obstante ello, estaban animados por una El De la lengua vulgar [De Vulgari Eloquentia] -o sea, el tra­
gran pasión por el aprendizaje de la verdad. tado acerca de la lengua romance, no latina- fue escrito en latín,
El título obedece a una razón: satisfacer el hambre de cultu­ precisamente porque, aun cuando Dante sostenía la legitimidad
ra es como participar a un banquete espiritual o, como escribe de la utilización del romance en algunos casos, debía dirigirse a
el mismo Dante, «queriendo ahora mismo poner la mesa, me un público docto, para el que la lengua de comunicación cientí­
propongo organizar un convite general con aquello que ya les he fica habría de ser por mucho tiempo todavía el latín. La obra
mostrado a los invitados [es decir, el comentario y la interpre­ debía contener cuatro libros, pero quedó interrumpida en el
tación iniciales del tratado], y con aquel pan, que es la materia capítulo XIV del segundo libro.
sin la cual no podrían comer estos manjares»69. La obra sostiene la legitimidad del uso del romance en litera­
La obra debía com prender un tratado introductorio, en el tura y en poesía a partir de una reconstrucción minuciosa de la
que se especificaran los fines y el sentido del trabajo, y otros historia del lenguaje desde la creación del hombre hasta los días
catorce tratados que, bajo forma de comentario y de interpre­ en que Dante escribe la obra, reconstrucción que, teniendo en
tación a catorce canciones doctrinales respectivas, debían ex­ cuenta los conocimientos de la época, resulta sorprendente y
poner una m ateria compleja y difícil. Contamos sólo con el tan aguda en la definición de varios fenómenos literarios con­
prim er tratado y otros tres sucesivos, que contienen las si­ temporáneos al autor, que aun hoy son útiles para la clasifica­
guientes canciones: «Vosotros que, comprendiendo, movéis el ción de los mismos.
tercer cielo», «Amor, que en mi mente comunica», «Las dulces La distinción fundamental, que constituye la base de la teoría
rimas de amor que yo solía»70. Las cuestiones abordadas más lingüística dantesca, y que es necesario recordar para una me­
acabadamente son la configuración de los cielos y de sus moto­ jor comprensión de su desarrollo intelectual, también desde
res, es decir, las inteligencias angélicas y, en consecuencia, las este punto de vista, es aquella que existe entre el romance [vul-
siete ciencias del trivio y del quadrivio; las almas, el amor, la gare] y la gramática o latín [grammatica]. El romance es la
nobleza y el imperio. lengua que «se aprende sin reglas e imitando a la nodriza»71. La
La materia es árida y doctrinaria. El desarrollo del razona­ gramática es la lengua reducida al dominio de reglas fijas y, por
miento, a causa de la estructura de la obra, resulta particular­ tanto, sólida y duradera72. En este punto, Dante hace observa­
mente asistemático. Mas una vena de férvida pasión anima toda ciones agudísimas: advierte que la lengua hablada es muy va­
la obra: el amor por la verdad y la cultura constituye el verda­ riable según el contexto temporal y espacial, a tal punto que
dero motivo conductor. sería improbable que pudieran comprenderse los habitantes de
un mismo lugar que hubiesen vivido en distintos momentos his­
tóricos. La gramática, en cambio, «no es otra cosa que una cier­
69 D. A lighieri, Convivio, I, 1. («volendo ora apparecchiare, intendo ta identidad de la lengua inalterable en varios tiempos y luga-
fare un generale convivio di ciò ch’i loro mostrato, e di quello pane,
ch’è mestiere a così fatta vivanda, senza lo quale da loro non potrebbe
essere mangiata»), 71 Id., De vulgari eloquentia, Libro I, I, 1-2. («sine omni regula
70 Ivi, II, III y IV. («Voi che intendendo il terzo ciel movete»; «Amor nutricem imitantes accipinus »).
che ne la mente mi ragiona» y «Le dolci rime d’amor ch’io solia») 72Ivi, Libro I, cap. IX.

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res»73, es decir, inventada «con el fin de que la variabilidad de


la lengua fluctuante a causa del arbitrio del uso individual no
nos im pidiera absoluta o im perfectam ente conocer los pensa­
mientos escritos y las historias de los antiguos y de aquellos a
los que la diferencia del lugar hace diferentes de nosotros»74.
El problem a para el escritor que ha elegido tra ta r sus cues­
tiones en romance, entonces, es lograr elevar al nivel de la gra­
m ática la lengua hablada, a menudo sin gracia, tosca y dem a­
siado comunal. Esta «lengua vulgar ilustre, cardinal, áulica y
curial: se trata del vulgar que es de cada ciudad italiana pero
que no pertenece a ninguna, y con el cual todos los vulgares
italianos son medidos, pesados y comparados»75. Por lo tanto, no
se trata de una verdadera y propia lengua híbrida, esto es, re ­
sultante de la unión de elementos lingüísticos diferentes, sino
de una lengua culta, nacida de una operación de refinam iento
intelectual, que ha sido confiada a varios grupos de literatos que
se hallan relacionados entre sí y que operan en los diferentes
centros de la península.
Ha sido observado que, de este modo, el De Vulgari Eloquen-
tia, «constituye, en el plano teórico, la afirmación de la nueva A O dtco fw piitm ido chraitii tm tnn
poesía italiana, es decir, la poética del gusto stilnovista»76. Sea y f cKctioHuflitnosit p ttd t G ita w v r t
una prueba suficiente el hecho de que Dante practicará concre­ f l C h«c}«iu*0nnatnfar cinti
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tam ente otra solución al problem a lingüístico, que consistirá en ^ l i i w l i r . i da Ittttm i r r . ir r .-n m -*
p artir del habla nativa florentina y en operar cambios sobre t.mr o cKäptt’.i j p o rri ¡ n r í n c f o tit
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» o titiiltip tiuvo Achí fern iiun dici ftn n c

73 Ivi, Libro I, IX, 11. («nichil aliud est quam quedam inalterabilis
locutionis ydemptias diversis temporibus»).
74 Ibidem, («propter variationem sermonis arbitrio singularium
fluitantis, vel nullo modo vel saltim imperfecte antiquorum *• *■
actingeremus autoritates et gesta, sive illorum quos a nobis locorum
diversitas facit esse diversos»).
75 Ivi, Libro I, XVI, 6. («illustre, cardinale, aulicum et curiale vulgare in
Latio, quod omnis Latie civitatis est et nullius esse videtur, et quo Dante y Virgilio. Inf. Vili.
municipalia vulgaria omnia Latinorum mensurantur et ponderantur et Miniatura de Guglielmo Giraldi.
comparantur»). Còdice manuscrito Urb. Lat. 365, f. 20r., año 1480.
76N. Sapegno, Il Trecento, Milano, 1960. Biblioteca Vaticana, Roma.

114 115
A lberto A sor R osa Capítulo 3 - Dante A lighieri
ésta con el fin de que los distintos niveles expresivos sean al 5. La Divina Comedia
mismo tiempo potenciados y homogeneizados.
La Divina Comedia [Comedia y luego Divina Commedia],
iniciada probablemente en torno a los años 1306-1308, represen­
De la Monarquía ta un nuevo momento decisivo en la historia de las ambiciones
dantescas. Para esos años, ya había cambiado la profunda dis­
Con el De la Monarquía [Monarchia], obra de datación in­ posición espiritual de Dante. A medida que el suceso mundano
cierta -estamos probablemente entre 1312 y 1313, en tiempos se le escapa de las manos, suceso al que él mismo ligaba su po­
de la llegada de Enrique VII a Italia-, entramos en el clima sible regreso a Florencia, a medida que su condición de exiliado
ideológico y espiritual de la Divina Comedia. La obra, acabada, se consolida y se vuelve permanente, Dante se siente simpre
contiene tres libros, está escrita en latín, puesto que la m ateria más estimulado a proyectar en un plano ya no contingente, sino
doctrinal de que trata no es de importancia sólo relativa a Italia. duradero y universal, su rica experiencia humana, cultural y
En ella, Dante afirma decididamente la superioridad, incluso filosófica. Observemos con atención la enorme, extrema impor­
religiosa, del principio imperial por sobre todas las otras potesta­ tancia que reviste la elección de la poesía, elección que hasta
des políticas terrenales, a partir de la argumentación de que sólo unos pocos años antes, no hubiera parecido tan ineluctable. El
un soberano que posea todo y que no deba desear nada más, pue­ pasaje de las grandes obras de cultura -no es casual que el ini­
de estar en condiciones de administrar rectamente la justicia y cio de la Comedia se sitúe en el punto de crisis e interrupción
asegurar la paz. Dios asignó a dicho principio una sede natural, del Convite y del De la lengua Vulgar- hacia la gran obra de
Roma, razón por la cual el emperador, para acentuar al máximo poesía quiere significar que Dante optó por una forma de co­
su distanciamiento de sus propios intereses personales, debe re­ municación que lograra comprender en sí misma la ciencia, la
sidir en dicha ciudad. Dante confuta con decisión y coraje la legi­ doctrina, la cultura, sin negar el mundo imaginario y fantástico.
timidad de la donación de una parte de los dominios del imperio La forma de dicha obra es la manifestación ejemplar de este
que Constantino había efectuado a favor del Papa, para que éste entrecruzamiento de intenciones.
estableciera en Roma el Estado de la Iglesia. Aun no pudiendo
demostrar la falsedad material del acto con el cual la pretendida
donación había sido legitimada -hecho que demostrará Lorenzo Poema cómico y didascàlico
Valla un siglo y medio más tarde-, Dante argumenta que Cons­
tantino no hubiera podido donar un bien que resulta inalienable Desde el punto de vista de los géneros, la Comedia es una
por voluntad divina, es decir, el territorio del imperio. composición poética77 que asume el metro (el terceto)78 y las
En dichos términos, Dante vuelve a plantear el problema formas de la poesía didascàlica, provenientes de la tradición
espinoso de la relación entre Papado e Imperio, sosteniendo que poética medieval. En fin, una gran poesía de amaestramiento. Y,
se trata de dos autoridades destinadas a moverse en esferas al mismo tiempo, poesía cómica, puesto que, aun tocando altí-
diferentes, ambas directamente emanadas por Dios y, por lo
tanto, independientes entre sí, aun si dirigidas a un mismo fin, 77Ver cap. 2, nota 37.
que es el de asegurar, en el dominio temporal como en el domi­ 78 La terzina dantesca es la estrofa compuesta por tres versos endecasí­
nio religioso, las mejores condiciones para la salvación del alma labos cuyas rimas se hallan encadenadas a la sucesión de las nuevas
humana. estrofas: ABA BCB CDC etc. (N. del T.)

116 117
A lberto A sor R osa

simas vetas de expresión poética, no rechaza los tonos realistas,


la invectiva violenta, los colores de la verdad y, sobre todo, co­
mo toda poesía cómica -de acuerdo con la definición del mismo
D ante- porque se caracteriza por el «final feliz» [«lieto fine»],
es decir, que, tras varias peripecias, el alma alcanza la vía de la
salvación.

El vi^je de ultratumba

En una obra como la Comedia -no es difícil in tu irlo - la


estru c tu ra tiene una enorm e im portancia. Dicha estru ctu ra
corresponde, a grandes rasgos, a la estru c tu ra del mundo de
ultratum ba en la visión cristiana m edieval, que se divide en
tres reinos: el de la eterna perdición (Infierno), el del arrepen­
timiento y purificación (Purgatorio) y el de la salvación eterna
(Paraíso). Dante imagina que n arra el viaje excepcional y casi
único que él mismo cumple en alma y cuerpo por los tres reinos
a la edad de treinta y cinco años («En el medio del camino de la
vida»)79 en el año 1300, es decir, el mismo año en que Bonifacio
VIII había proclamado un solemne jubileo, en el curso del cual,
efectivamente, Dante peregrinó hacia Roma. En un juego de
sutiles y profundas correspondencias, los guías de Dante son
Virgilio, en el Infierno y en el Purgatorio, Beatriz, en el Paraíso.
Los fantasmas de la cultura y del amor, cristianam ente subli­
mados, vigilan la purificación del alma dantesca.
A través del conocimiento de todas las formas del pecado y
de la beatitud, y de todas las posibles experiencias espirituales
e intelectuales, en dialógica disquisición con decenas de perso­
najes, a veces humildes, a veces celebérrim os, acerca de las
más im portantes cuestiones teológicas, culturales, políticas,
Dante sitúa el universo entero frente a un lector atónito y adm i­
rado. Se trata de un universo poliédrico y polisémico, en que

Dante y Virgilio. Inf. XII.


9 D. A lighieri, Divina Comedia, Inf., I, v. 1 («Nel mezzo del cammin di Miniatura de Guglielmo Giraldi.
nostra vita»). Còdice manuscrito Urb. Lat. 365, f. 30v, año 1480.
Biblioteca Vaticana, Roma.
118 119
A lberto A sor R osa Capítulo 3 - Dante A lighieri
cada palabra, cada signo, puede significar muchas cosas. En jas o elementales, de cualquier manera siempre pretextos para
sentido cristiano, de hecho, la realidad aparente es receptáculo justificar la transmisión de una verdad religiosa o filosófica a la
de muchas verdades ocultas. La forma del poema es alegórica: que le resulta indiferente la forma concreta con que se expresa.
Dante expone una imagen en su completud, pero espera que el Una larga tradición crítica -que se remonta a Hegel y que
lector, detrás de dicha imagen, sepa descubrir la verdad que la tiene sus mayores representantes en Francesco De Sanctis y en
misma esconde. Erich Auerbach- nos enseñó a observar atentamente cómo la
Es en este aspecto -alegoría, sentido evidente, sentido ocul­ genialidad de Dante, poeta y profeta, consistió en el haber sabi­
to- en que se manifiestan en toda su plenitud la genialidad y la do integrar profundamente los dos planos de lo humano y de lo
modernidad de Dante. En efecto, la forma de la alegoría explici- eterno, de lo concreto y de lo abstracto, de lo determinado y de
tada a través de la descripción de los tres reinos de ultratumba, lo simbólico, sin haber renunciado jamás a ninguno de estos
al tiempo que se adapta admirablemente a la mentalidad tras­ elementos, ni siquiera en aquellos momentos de más difícil con-
cendente y anagògica de sus contemporáneos, todavía profun­ ceptualización y alegorización, o de más acentuado realismo.
damente imbuidos de espiritualidad medieval, se halla igual­ Los personajes de su obra, de hecho, en cuanto almas, se mue­
mente reforzada y concretizada por Dante mismo respecto a sus ven en esa atmósfera perenne y definitiva que les asegura eter­
débiles experiencias precedentes. Al darle a la alegoría una nidad. Cuanto dicen, en modo directo o a través de la mediación
forma de un verdadero y propio viaje del alma a través de las de Dios, tiene la impronta rítmica y solemne de las sentencias
tres condiciones espirituales de la perdición, del arrepentim ien­ que tienen validez para siempre, y los juicios y las afirmaciones
to y de la salvación, Dante puede colmar un esquema bastante que salen de sus bocas se pronuncian libres de la relatividad y
rígido y escolástico de una extrema plenitud de experiencias de la variabilidad de las afirmaciones y de los juicios humanos.
humanas y sentimentales. Así, la presencia de Dante en primera Pero, al mismo tiempo, la naturaleza humana de los personajes
persona, en el rol de protagonista, en tanto que hilo conductor permanece vital dentro de la transfiguración ultraterrena por
de episodio en episodio, sirve no sólo para asegurar una unidad obra de la muerte y del juicio divino, ya sea como fundamento
estructural al poema, sino que da vida, fuerza persuasiva y au­ sensible de la condición que asume el alma tras la muerte, ya
tenticidad humana a cuanto se desarrolla en el mismo, desde el sea como nostalgia, reevocación, condena, amonestación respec­
momento en que todo pasa a través del ojo de este testigo tangi­ to de las acciones que ellos mismo llevaron a cabo en vida y de
ble, cuyas conmociones, estupores, temblores, iras e impulsos aquellas que ejecutaron los demás mortales, pasados, presentes
místicos dejan sus huellas en cada página. Asimismo, a partir de o venturos.
esta original solución estilística y arquitectónica de la Comedia, Dicha eternidad y humanidad, sin embargo, no deben ser
los personajes, es decir, las almas, con los que Dante se encuen­ vistas como un antes y un después, como dos situaciones sepa­
tra durante su viaje, ganan en precisión y fuerza expresiva. radas y casualmente superpuestas en virtud del artificio litera­
rio: éstas constituyen una síntesis perenne, es más, para ser más
exactos, la humanidad no es sino la sustancia concreta de la
Humanidad y ejemplaridad de los personajes eternidad, su modo de seguir manifestándose a los ojos, esta vez
verdaderamente humanos de Dante, con el fin de poder pene­
Los personajes de la Comedia hubieran podido ser, como lo trar, del modo más adecuado a su condición de hombre vivo, en
son en la tradición didascàlica precedente, símbolos abstractos la profundísima verdad de la visión religiosa y de la fe en Dios.
e incorpóreos, puros ejemplos, alegorías de vez en vez comple­
120 121
A lberto A sor R osa

Los diferentes tonos poéticos

Sobre dicha base, se fundan las innum erables posibilidades


tem áticas y estilísticas de la obra, que Dante mismo dejó
I s» *j mí®Ufbm mu q d h » *
abiertas a través de la genial intuición de los diferentes reinos ' ■£«i«v

de ultratumba, cada uno de los cuales expresa una condición f *f* rq * * « * *



%Ttt oíkt tíft gmir «míuttc Utqt«.
kmmrnmrnWMimm
humana diferenciada, un diferente tono poético y una sistem a­ JÍbqMt » lour mitili-
tización diversa de los equilibrios formales, ideológicos y reli­ *tapa*u ire irtjjm ocmtiwi
«fin ftónur Si fcui.iaít ncbiuii
giosos. No sorprende, por eso, que Dante, dentro de la gran : i%
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estructura del género comedia, haya sido capaz de pasar de un M»ftm m &tt®
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tono realista encendido y expresivo, que no en vano halla su di«i
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tradición en la poesía cómica contemporánea, a tonos elegia­ ib«
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cos dulces y melancólicos, construidos sobre la base de los
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grandes sentimientos humanos, como el amor y la amistad, o SX, £¡M*I6mW«*Wf aisedEm*jfc
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bien que va desde el solemne realismo de las escenas dram áti­
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cas y patéticas a la invectiva política y religiosa, a la contem­
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plación mística de las verdades supremas, expresadas según ■'%#&*
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los cánones del estilo elevado y sublime. Las teclas que Dante »■mi U
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toca de vez en vez son múltiples, precisam ente porque el reco­
rrido interno de su fantasía lo ha llevado, en función de las memmmtmmm «pr*
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experiencias sutiles y refinadas de la juventud, a concebir la
poesía como voz suprema del todo, verdadera y propia crítica
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y autocrítica de una entera civilización que habla a sí misma y ,i«.WJÍ .-i
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Dante toma también de la tradición medieval la ambición de f* r b r*« «« m
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la gran síntesis, en busca del discurso totalizador que abarque y
relacione cielo y tierra, vida y muerte, saber y sentimiento, ra ­
zón y fe. Acerca de este punto, Natalino Sapegno ha observado
que «su filosofía adhiere todavía con fe intacta al presupuesto,
propio de la escolástica en su fase más madura y sistemática, La nave de Ulises, Inf. XXVI.
desde Alberto Magno a Santo Tomás, de una concordia sustan­ Miniatura tardo-gótica.
Códice manuscrito Vat. Lat. 4776, f. 92r., siglo XV.
cial y de una coherente continuidad, aun en la distinción entre

122 123
Alberto A sor R osa Capítulo 3 - Dante Alighieri
razón y fe, aristotelismo y revelación cristiana, ciencia dialécti­ recer también presa de una violencia irracional y autodestructi-
ca y natural y teología»80. Y no caben dudas de que ésta es la va, verdadera sentina de vicios y de culpas, que iban con rarí­
forma de su pensamiento y de su proyecto intelectual. sima excepción de lo privado a lo público y que afectaban tam­
bién en este caso modos de vida, ideales, hábitos éticos sancio­
nados por la tradición y por el espíritu religioso de los antepa­
La forma de la profecía sados. El sentido profundo de dicha caída, entendida en su
acepción bíblico-cristiana como expulsión del paraíso terrestre
Para comprender en profundidad cuál es la raíz de la fasci­ y pérdida de los privilegios concedidos al hombre por Dios, es la
nación perdurante de una poesía impregnada del espíritu me­ raíz de la Comedia. Es decir, dicha caída está relacionada con la
dieval y de todo aquello que, junto a éste, también resulta muer­ situación política y social de los tiempos de Dante. Sin embargo,
to, es necesario distinguir el ángulo visual exacto que se insinúa será necesario no ir demasiado lejos con dicha relación, para no
entre los diversos componentes de la cultura dantesca, los hace convertir a Dante en el poeta de la lucha de clases entre floren­
fermentar recíprocamente y, en fin, los unifica en una visión tinos magnates y populares y para no leer figuras y episodios de
cuya validez poética trasciende los horizontes ideológicos en su gran obra con modernos criterios sociológicos.
que fue originalmente formulada.
Este ángulo visual es la forma de la profecía que asume el
discurso de Dante, profecía que, a su vez, no se presenta como Esquemas conceptuales y religiosos
algo abstracto o intelectualizado, sino como el producto férvido
y totalmente humano de una entera carrera espiritual dedicada Desde sus inicios como escritor, las visiones de los conflictos
al conocimiento y a la afirmación intelectual del bien. sociales y políticos contemporáneos se ordenan en la mente de
Dante según esquemas conceptuales que son los de la tradición
cristiana desde San Agustín a Santo Tomás: un criterio moral y
La decadencia de los tiempos religioso está por sobre los juicios acerca de los hechos, a tal
punto que, como se ha dicho, el desequilibrio en acto entre las
Dante vive en pleno de una decadencia profunda, que afecta diversas instituciones y poderes tradicionalmente dominantes
a la sociedad medieval en todos sus aspectos: el Imperio y la se le presenta bajo la forma de una eterna repetición de una
Iglesia se presentan en profunda declinación, y con ellos todos historia humana que comporta, junto a la elevación, la caída,
los valores, políticos y religiosos, que los hombres de las gene­ según una determinada e inexorable escansión de los diferentes
raciones precedentes podían considerar referenciales, en tanto estados espirituales, cuyos símbolos pueden leerse ya en los
seguras señales de una vida dirigida al bien común y a la exal­ libros sacros.
tación de Dios. Pero la posición de Dante aparece aun más extremadamente
La comuna, lejos de presentarse a la luz de un contemporá­ indirecta y mediata respecto de los conflictos sociales existentes
neo como en desarrollo o en positiva transformación, debía pa­ en su tiempo, si se observa la respuesta sobre el sentido de
aquella crisis que él mismo da desde su profunda y verdadera­
mente admirable fe religiosa. La caída, de hecho, no es nunca
80 N. Sapegno, Note e commento en D. Alighieri, Divina Commedia, cristianamente irremediable. La fe está estrechamente ligada a
Milano-Napoli, 1957. la esperanza; y la esperanza es la verdadera fuerza del cristia-
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A lberto A sor R osa
UK'ttfXIlJ* òi (inclinile ttn .cYw^L-ittifàfexciìxofu
V ie o p tite lo m eto fi fì&rama A ’l vte c l
no. Baste recordar las espléndidas definiciones que Dante da en
su texto acerca de esas dos virtudes teologales, interrelacionán­
dolas en una síntesis indisoluble:

Fe es sustancia de cosas que se esperan


y argumento de aquellas no visibles81

dije: Esperanza es la espera cierta


de la gloria futura, a la que llevan
la gracia divina y precedente mérito82

Nostalgia y poesía

La profecía consiste en señalar a la humanidad por entero el


camino de su posible redención, mostrándoselo concretamente a
través de la sugestiva experiencia de una sola alma, que es la de nc vmf# m o to
Dante mismo. Mas -y aquí entramos en un campo que afecta los [film o M Shunto fc q m ji
fundamentos espirituales e intelectuales de la entera civiliza­ (flètta m£ifi02Cn*mo
ción occidental, puesto que Dante, en prim er lugar, formula uno
de los modelos que serán mayormente repetidos a continuación, ¿»i fcmblt ueuin
motivo quizá de su perenne fortuna- el contenido de la profecía, f g t v d y e c d n t r e f a i____ , t e g u a n i n a c o t o ;
el sentido de la utopía no son otra cosa que el entero pasado del f tentala cb*t¿ilt/ H P ! te* «t
hombre, reintegrado en su equilibrio ideal (es decir, inexistente [ ìlei d&py cfctwuicv {chorno vgfolm o
históricamente) y mirado nostálgicamente como el patrimonio Di retto g m flp : * èt qucite-tamuf
espiritual de la humanidad: el Edén perdido que ha de recon­
quistarse, el sueño grandioso de una concepción del alma pur­
; ~ l> i ini nao tu diouo mjgigftcii;
gada de vicios, de violencias, de abusos, de avidez, de envidia, I* uuo che, numidi ^ a iti into perduo
de lujuria; un mundo en que Iglesia e Imperio, esto es, la dimen­ _f o n ta lv i r m o * .
sión religiosa y la dimensión terrena, lo sacro y lo mundano, d>uo2 m i p 2tm c tK per Icflrtto tv \
no choquen sino que se integren armónicamente y se com- i?«« fu ti in d i i n i b i r t i ;
Dante y Virgilio, Inf. XXXIII.
Miniatura de escuela florentina.
81 D. Alighieri, Divina Comedia, Par. XXIV, vv. 64-65 («Fede è Divina Comedia con el comentario de Jacopo di Dante.
sustanza di cose sperate / ed argomento delle non parventi»). Códice manuscrito Pal. 313, siglo XIV.
82 Ivi, Par. XXV, vv. 67-9 («Spene, diss’io, è uno attender certo / della Biblioteca Nacional de Florencia.
gloria futura, il quale produce / grazia divina e precedente merto»).

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A lberto A sor R osa Capítulo 3 - Dante A lighieri
pleten; un mundo en que una comuna arcaica, fundada en la rato que, no casualmente, también los humanistas amaron y
frugalidad y la fraternidad, restituya a los hombres la célula apreciaron, al menos hasta la mitad del siglo XV. La nostalgia
elemental de la convivencia terrena, también incluida en el uni­ ciclópea del mundo perdido, la airada polémica contra el pre­
verso armónico, sobre el que reinan el principio religioso y polí­ sente corrupto, la tensión hacia lo trascendente, la identifica­
tico; un mundo en que las características esenciales de la nueva ción del sueño utópico con el recuerdo de una mítica edad pri­
realidad política y social (acumulación de riquezas, luchas fac­ mitiva, ingenua y pura -en suma, todo lo que envuelve a Dante
ciosas, desconocimiento de los grandes principios religiosos y en una perspectiva medieval cristiana- producen simultánea­
éticos de la obediencia, el respeto y la cortesía) sean borrados mente modernidad y conocimiento del mundo en la elocuencia
para siempre y se regrese a practicar la ley pura y simple del del poeta, en su estilo, en su mensaje humanitario elevadísimo.
Evangelio, como criterio fundamental de guía no sólo de las La poesía de Dante va más allá de su pensamiento: es su pen­
cuestiones privadas sino también de aquellas públicas. samiento expresado en un lenguaje que lo libera de los condi­
Así, en los albores de nuestra literatura, que por tantos moti­ cionamientos de su tiempo y de su historia.
vos ya podríamos llamar moderna, se coloca este gigantesco
sueño medieval cristiano, cuya fuerza de pensamiento y poética
deriva de la capacidad sobrehumana de Dante de contraponer a
la declinación de una civilización la síntesis pura y armónica de
los valores sobre los cuales ésta hubiera debido fundarse y
hubiera debido continuar perennemente.
No nos caben dudas, entonces, de que Dante debe ser leído
como uno de los grandes poetas cuya característica esencial
consiste no en abrir sino en cerrar una entera edad. Mas esto no
nos impide ver que, al realizar esta síntesis extrema y total de
un mundo a través de la poesía, Dante haya obtenido un resul­
tado más complejo y contradictorio de cuanto sus mismas pre­
misas le permitieran imaginar inicialmente. El hecho es que su
gigantesca visión religiosa produjo una gigantesca obra, fruto
de un esfuerzo grandioso de elaboración retórica, estilística e
imaginativa. Con la Comedia, Dante ofreció un modelo extraor­
dinario de aquello que se podía lograr en el campo de las letras,
usando el romance y sometiendo la tradición a la busca de los
pensamientos nuevos que expresar.

La visión Cristina y la gran literatura moderna

El profeta, el visionario, el cultor de alguna manera reaccio­


nario del pasado y de la tradición, habían dado vida al gran lite-
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