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Es posible estar en la casa de Dios, y sin embargo estar perdido a toda utilidad, como los
Escribas y los Fariseos, a los que se dirigían estas palabras.
Es posible tener el alma salvada y perder la vida. Estar fuera de la mano de Aquel a quien
pertenecemos como redimidos es estar en una condición de inutilidad. Cuando se pierde una
moneda no es sólo el vil metal lo que se pierde, sino todo el bien que pudiera hacerse con
aquel dinero.
La luz de la verdad tiene que ser traída desde fuera, y el polvo de la corrupción interior
barrido desde dentro, para llegar a la confesión y a la rendición.
El inconverso tiene que estar solamente fuera del redil para ser un alma perdida; el salvo
únicamente tiene que estar fuera del control y toque del Espíritu Santo para ser una vida
perdida. Él, como esta mujer, trata de salvar a estos perdidos para una vida de servicio para
Dios.
Es triste encontrar a cristianos en este terrible estado: fuera de comunión con Dios. Los tales
necesitan dos cosas: (1) Volver en sí. (2) Volver a su Padre.