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Benito Perez Galdós 

La farsa social :
En el S. XIX el conflicto realidad-imaginación termina en farsa. La sociedad ya no cree ser, le
basta con aparentar ser; el individuo se da por satisfecho que los otros crean que es, y en
realidad ni aún eso. Todos están de acuerdo en vivir la farsa como si fuera realidad.

Todo es falso: bienestar, dignidad, honor, sentimiento religioso, moralidad, organización


política, economía.

La pompa y la opulencia han desaparecido. Ahora son todos empleados o aspiran a ser
empleados (Empleado sacerdote, empleado militar, empleado comerciante, etc.). El drama de
esta sociedad es quedar sin empleo, pasar de empleado a empleado cesante.

El autor naturalista
El autor naturalista no observa la sociedad aristocrática y sus salones. Acude al pueblo, a las
formas marginales de la sociedad, para poder observar en su estrato menos complejo los
elementos que se mezclan para dar vida a la sociedad. Galdós primero escribe para enseñar a
los españoles su historia; ahora para explicarles su carácter.

El mundo de misericordia:
Se describe el medio. Se multiplica la observación para poder asir la realidad.

El argumento de Misericordia se centra en el empobrecimiento de una familia de clase media


adinerada.

En Misericordia nos encontramos con dos zonas diferentes: pobreza-riqueza, realidad-


imaginación. Pero la una no se opone a la otra, se tiende un puente, por el cual pasamos de
una a otra (puente que se inventa y construye con el corazón) Este puente es la “misericordia”,
la piedad.

En la novela pasamos de la realidad a la imaginación. La realidad siempre es la misma: gris,


angustiosa, monótona, implacable. En esta época en la Banca se habla de millones. En
Misericordia lo único inmenso es la miseria.

Además de las circunstancias económicas y el decaimiento social de la familia Zapata, el


novelista da a conocer las taras fisiológicas de Doña Francisca, que Obdulia hereda.

El medio social (casa, tabernas, etc.) aparecen descriptos detalladamente.

Parodia humorística del mundo romántico: Obdulia se envenena con fósforos, luego se casa y
pasa el resto de su vida entre ataúdes (en el romanticismo se sueña con la muerte para
alcanzar la libertad)

En esta obra de Galdós hay una impresión espiritualista. La realidad no sólo aparece descripta
en su bajeza sino que a la vulgaridad de la vida, de las cosas, se les halla un atractivo, una
poesía. Aparece el humor: Benina y Paca se llenan con la imaginación de una comida. Obdulia y
Ponte también se sacian con la fantasía.
El mundo no es, sino que deviene, se forma, cambia gracias al hombre, que hace que lo
soñado, las utopías, se truequen en realidades. El mundo fluctuante de la novela va de la
realidad al misterio y de éste a la realidad del espíritu.

Los “pecados” son perdonados por la obra del amor.

Consideraciones de C. Alonso y J. Casalduero:


Misericordia muestra desde sus primeras líneas la asimetría social de la religión al sugerir el
desequilibrio simbólico entre las dos puertas de la iglesia de San Sebastián: la barraca que da a
los barrios bajos y la más sombría por la que transita el señorío mercantil.

La novela aparece como exponente del fracaso social de la Restauración.

Dice Don Romualdo: “Es nuestro país inmensa gusanera de pobres, y debemos hacer de la
nación un asilo sin fin, donde quepamos todos”

En esta novela, Galdós desconfía de la clase media y desplaza el conflicto a la frontera de ésta
con el llamado cuarto Estado, cercano al lumpen, adquiriendo el carácter de novela
antiburguesa. Benina no es una heroína revolucionaria sino una abnegada sirvienta. Su fórmula
es evangélica: “vete a tu casa y no vuelvas a pecar”, le dice a Juliana hacia el final.

Uno de los pilares del relato es la invención de Don Romualdo.

La hipócrita exclusión de la criada por su relación con el moro sirve al proceso irónico de
rehabilitación moral, ya que Nina se convierte en objeto obsesivo de la veneración de Juliana,
que pone en ella toda su fe para curar su nerviosismo.

Galdós para dar idea de la muchedumbre social en un período histórico determinado, al


estudio de personajes populares de los barrios bajos madrileños añade materiales procedentes
de la preparación de la novela Fortunata y Jacinta (1887)

En Marianela (1878), Galdós declara la superioridad del mundo de la realidad sobre el de la


imaginación y el deber de abandonar éste para introducirse en el de la realidad. Con la novela
La desheredada (1881) procura basar el diálogo y las descripciones en el documento humano.

Según Casalduero, Dickens y Balzac son sus modelos, Taine y Comte sus guías, Zola el fermento
vital, Cervantes su maestro indiscutible.

El naturalismo: Casalduero:
El naturalismo construye su mundo con las teorías darwinistas y positivistas. La influencia del
medio, la lucha por la vida, la ley de la herencia, la evolución, la transformación físico-química
de la materia, etc., son los principios que informan al escritor naturalista, el cual niega toda
validez a la invención, tan presente en Cervantes, para servirse únicamente de la observación.

No se propone el estudio de tipos ni aún de caracteres, sino de temperamentos.

La moral es un producto del medio y de la fisiología, cuyas leyes hay que indagar.

Además, la muerte para el naturalista es un cadáver que hay que abandonar a los médicos con
la esperanza de que encuentren algún día las leyes que rigen el mecanismo humano.

El naturalismo positivista pone ante nuestros ojos una naturaleza que no es nada más que
materia, naturaleza sin finalidad que la trascienda.
Galdós interpreta el mundo cervantino con sus propios ideales, pues quiere:

 que España deje de soñar y entre en el mundo de la realidad;

 que los delirios de grandeza sean reemplazados por el trabajo paciente;

 que el amor a la gloria y el heroísmo dejen su lugar a la disciplina, al servicio de la


sociedad;

 Que en lugar de pensar en Dulcineas se piense en las necesidades cotidianas.

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