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25 de Octubre – 23:39

Escena: Noche con leve neblina, cielo despejado.


Ubicación: Parte interna del perímetro del bosque nativo.
Víctima: Mujer, alrededor de 28-30 años. Traje deportivo.
El cuerpo de la víctima fue hallado alrededor de 30 metros dentro del perímetro del bosque.
La víctima fue encontrada por un vecino del vecindario. Alega que se encontraba en un
paseo nocturno con su can, cuando este sintió un aroma y desesperadamente dirigió a su
amo a la zona en la que la víctima se encontraba tirada encima de varios arbustos que
parecían haber sido destruidos con la caída de la victima momentos antes de sus últimos
respiros. Indicios de pelea se muestran, tanto, alrededor de la víctima como en su cuerpo.
Ramas, arbustos y hojas secas, todas apelmazadas haciendo un camino con dirección al
cuerpo de la víctima. El agresor debe de haber encontrado resistencia y en un intento de
escapar, la víctima se vio atrapada en el forcejeo, que prontamente llegó a los golpes y
heridas a lo largo de su descenso por la vegetación.
La primera revisión de la escena, dio a descubrir los golpes en el cuerpo de la víctima, por
diferentes lesiones: cubito y radio derechos rotos; hombro izquierdo dislocado; costillas
rotas; marcas de golpes en el rostro y señales de estrangulamiento.
Sin embargo, en el proceso de revisión del cuerpo in situ, lo que al principio parecieron
heridas causadas por elementos del medio (ramas y otros), rápidamente fue descartado al
encontrar heridas de mayor profundidad y diferentes patrones a lo largo de: posterior
cuello, ambos omoplatos, muslo izquierdo y pierda derecha. Difícil distinguir entre
arañazos y mordidas, pudiendo ser mezcla de ambas.
El “camino” que lleva a la víctima, hecho por la caída de la misma, quedó lleno de pisadas
tanto del testigo, como su can y los primeros oficiales en la escena; por ende la entrada
queda inhabilitada para rescatar algún tipo de huella o pista que nos pueda indicar la
dirección que el agresor tomó o podría haber tomado. Fuera de esto, no existen rastros que
se dirijan a la locación del cuerpo de la víctima ni que hayan partido de la escena del
crimen. Una posibilidad es que el agresor haya atacado a la víctima y al verla caer y yacer
en el piso, sin movimiento, este desistiera de cualquiera intención que lo haya llevado a
atacar en primera instancia. El problema aquí, cae en el motivo del ataque. Todavía no
tenemos un posible escenario imaginario que pudiera explicar esta parte del asesinato.
Causa de la muerte, se cree, fue por pérdida de sangre y previa contusión cerebral por la
caída de la víctima. Sin motivo que dar a un agresor, el caso podría perderse y archivarse
como un accidente. Las heridas podrían haber sido inflictas previo a cualquier posible
ataque, incluso podrían haber sido auto inflictas.

Unos momentos más en la escena, eso es lo que necesito, que todos recojan todo y se
larguen; entiendo que tienen un rol que cumplir y tareas por registrar, pero a mí, no me
ayudan a resolver este caso. Silencio, eso es lo que necesito junto a mi linterna, guantes y
pistola. Con todos en sus autos y empezando a dejar las premisas del bosque, puedo
empezar a pensar claramente, así como la neblina se disipa de a poco, al igual lo hace mi
cabeza. Primero empiezo a rondar la escena, ver diferentes ángulos en los que podría
encontrar alguna pista, pero nada. Sin motivo y sin pistas, desalentador caso en medio de la
noche y de un bosque bastante tranquilo. Los arboles son altos, robustos, capaces de
bloquear luz y la visión del horizonte, una cortina vegetal que rodea a la escena. Pero, por
la posición de la luna, cuento con una buena fuente de luz natural; además, que me
tranquiliza y ayuda a no rendirme por la falta de todo que presenta el caso. Por muy poco
probable que parezca, y por lo que odie admitir esta posibilidad, el motivo del ataque
podría ser simplemente violencia; el agresor podría haber deseado infligir dolor sin más
sentido que ese; siendo este el caso, podría ser el principio de una serie de ataques y
asesinatos. Mi instinto me dice que hay algo aquí, no puedo ignorarlo. Con un buen asiento,
formado por los remanentes de los arbustos, me quedo observando la escena desde un
punto relativamente alto. Todo está limpio y odio la pulcritud de esta escena. Sin darme
cuenta pasan algunas horas, el frío de la noche empieza a envolver el bosque, desde el
húmedo suelo hasta las ramas y hojas de los arboles. Es inevitable pero mi cuerpo está
llegando a los límites, los ojos me quieren jugar una pasada y se dejan llevar por la
gravedad. Tal vez pueda dejarlos unos minutos, tal vez.
Es el frío, el que me despierta, pero es algo más lo que pisa el acelerador a mi cuerpo para
salir disparado de donde estaba dormido. Es el aire caliente detrás de mi cuello, la
sensación de inminente peligro en forma de olores y vibraciones; es un algo escalando de
bajada el mismo árbol sobre el que estaba apoyado. En la oscuridad de la noche y la sobra
de los arboles solo puedo ver una sobra, que puede que se vea más o menos grande de lo
que es; sin duda es atemorizante. El pensamiento va a 100 por hora, pero mis músculos
están apagados; no es miedo, es curiosidad. Por fin logro dar unos pasos, pero hacía
adelante. Tres, cuatro, cinco pasos son todos los que puedo dar, cuando la sobra salta
encima mío, el peso es demoledor, la fuerza con la que siento mi cuerpo estrujado es
demasiado. Solo puedo procesar algunas cosas: la caída, el olor a podrido y sucio, algo
clavándose en diferentes partes de mi carne y la luna, redonda justo por encima de nosotros,
brillando, haciendo mi sangre brillar acompañando a mis ojos descansar.

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