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Mitologia Nordica: la leyenda de las runas

vikingas

De acuerdo con el Gran Diccionario del Ocultismo (Mares, 2005), las runas son:
…los símbolos que se manejan en el oráculo nórdico, se trata de piedras que tienen grabados
signos angulares y que aunque en un principio se han considerado un código de comunicación, su
simbología se asocia con un conocimiento esotérico y un método de adivinación.
Las runas, cuyo nombre proviene del nórdico antiguo run que significa “misterio” o “secreto” son
24 símbolos grabados en piedra o madera que utilizaban los vikingos y para quienes la palabra
tenía un gran valor, por lo que su escritura era considerada mágica y las runas estaban asociadas
con el poder de los dioses.
Aunque en la Europa pagana el uso de las runas estaba ampliamente extendido, los vikingos
utilizaban la versión futhark joven o futhark escandinavo (800-1100), que no es otra cosa que la
adaptación del futhark antiguo (c. 150-800), es decir, los 24 signos grabados que se originaron a
partir de las 6 primeras runas.

La leyenda de las runas vikingas

Hasta hoy día no se ha logrado establecer el origen de la escritura rúnica; sin embargo, de acuerdo
con la mitología escandinava, las runas tienen un origen divino, pues fue Odín (el dios principal de
esta mitología) quien adquirió el conocimiento de las runas a través del autosacrificio cuando fue a
ver al gigante Mimir quien, a cambio del ojo izquierdo de Odín, le mostraría los misterios del
mundo. Más adelante Odín, aún sin estar satisfecho del conocimiento que le había otorgado
Mimir, quedó atrapado entre las ramas de Yggdrasil (Idrasil) durante nueve noches, tiempo que le
sirvió para crecer internamente y ser iluminado por los símbolos más nobles a los que llamaría
runas.

En la Edda Poética o Edda Mayor (la colección de poemas escritos en nórdico antiguo recopilados
en el Codex Regius que data del siglo XIII) se narra el descubrimiento de las runas en el poema
conocido como Hávamál:
Sé que pendí nueve noches enteras
del árbol que mece el viento (Yggdrasil);
herido de lanza y a Odín ofrecido
–yo mismo ofrecido a mi mismo–
del árbol colgué del que nadie sabe
de cuáles raíces arranca.
Ni pan me tendieron ni copa alguna;
fijo en lo hondo miré;
las runas alcé, las gané entre gritos;
caí a la tierra de nuevo.

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