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MITOS Y REALIDADES // EL DARWINISMO NO JUSTIFICA LA DESIGUALDAD

SOCIAL

El papel de la teoría de la
evolución en la cultura
Las ciencias que se ocupan de la evolución pueden ser útiles para situarnos,
comprender cómo funcionamos y cómo hemos llegado hasta aquí, pero nunca
para justificarnos.
Un texto colaborativo escrito por los investigadores Jesús Díaz-Rodríguez, Marta Lima
Serrano, Francisco Carro Mariño, Alfonso Rodríguez de Austria, Richard Pfeilstetter y
Francisco Javier Menchón
02/01/12 · 8:28
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Aunque el estudio de la evolución fue una de las filosofías clásicas de la


antigua Grecia, hasta la llegada de la teoría evolutiva de Darwin, la variabilidad
biológica y la cultural habían sido tratadas de la misma manera cuando,
realmente, son fenómenos completamente distintos.

Charles Darwin introdujo un nuevo concepto al asumir que sin variación no


puede haber vida, pues justamente sobre ella opera la selección natural. La
selección natural era un mecanismo, no el único, que explicaba la enorme
diversidad actual, permitiendo, de un lado, a los seres mejor adaptados al entorno
en el que viven dejar más descendencia pero también, asegurando, mediante
la variedad existente, la supervivencia ante los posibles cambios de ese entorno.
“El origen de las especies” presentaba por primera vez el origen africano único de la
humanidad, su descendencia de antepasados simiescos y la semejanza
sustancial entre las diferentes variedades humanas. También la selección
sexual basada en los critérios estéticos surgidos en el seno de cada pueblo tenían un
papel importante en la variabilidad humana, según Darwin. Como apunta Jaume
Josa I Llorca en la edición conmemorativa del centenario de su publicación, el
tratamiento complaciente y hasta cierto punto hagiográfico de muchos
trabajos sobre la vida y obra de Darwin olvida, en demasiadas
ocasiones, el contexto histórico en el que se formularon sus ideas. Al
igual que nadie pone en duda, por retrógrada que pueda parecer actualmente, la
influencia de la visión aristotélica del mundo en la historia del pensamiento, es
necesario tener en cuenta estas cuestiones para interpretar con justicia y en
su verdadera dimensión las concepciones darwinistas.
Ideología dominante
Algunas teorías científicas, surgidas anteriormente, sobre la libre
competencia, la lucha por la existencia y la superpoblación, volvieron a ser
utilizadas con fines ideológicos en la primera mitad del siglo
XIX en Inglaterra, casi siempre para justificar las consecuencias sociales del
capitalismo que llevan al empobrecimiento de las clases trabajadoras. Se justificaba
así la miseria de los obreros y se les hacía responsables de tener una elevada
descendencia cuando, en muchos casos, era precisamente la necesidad de aportar
un sustento desde temprana edad, una de las causas comunes de la
familia numerosa. Marx y Engels hicieron una crítica mordaz contra estas
teorías poniendo de manifiesto los intereses que defendían y su poca validez para
la eliminación de la miseria.

No obstante, consideraban positiva la teoría de Darwin para la


explicación científica de la diversidad de los seres vivos, la evolución y el origen del
ser humano y criticaron eficazmentela utilización incorrecta del mal llamado
“darwinismo social” (aunque en realidad debería llamarse lamarckismo o
spencerismo social por su falta de consonancia con el darwinismo biológico).
Alfred RusselWallace (1823-1913), codescubridor de la teoría, además de
darwinista acérrimo, fue un izquierdista radical para su época. Los prejuicios sobre
el carácter reaccionario que pueden tener las teorías de Darwin y Wallace sobre la
conducta humana son desmontados en la obra del filósofo Peter Singer Una
izquierda darwiniana (2000). Darwin propugnó en 1871 la cooperación
en las sociedades humanas como una adaptación surgida de la
competencia entre tribus. De hecho, según Juan Moreno, investigador
del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC), desde una perspectiva dialéctica
es sencillo demostrar que la visión biológica sobre el ser humano que subyace en el
darwinismo no constituye ninguna amenaza para una comprensión progresista y
reformista de la sociedad.
En la obra The Dialectical Biologist (1985), el genetista Richard Lewontin y el
ecólogo evolutivo Richard Levins resumen la visión marxista y dialéctica de la
biología planteando el principio de contradicción y conflicto como motor de los
cambios en cualquier sistema.

La influencia de Darwin
Es un hecho innegable la influencia de la teoría científica de Darwin sobre el origen
de las especies en la biología actual. La ecología evolutiva y la genética de
poblaciones, ambas con gran desarrollo a finales del siglo XX, junto a las técnicas
modernas de biología molecular aplicadas a los patrones del desarrollo,
han incorporado nuevos elementos a la teoría evolutiva al explicar cómo
se producen los cambios evolutivos y cómo la selección natural puede operar sobre
un sustrato asombrosamente amplio de variación. Pero la selección sigue siendo
fundamental para explicar por qué se observan unos cambios biológicos y no otros.

Según el teórico británico C. Caudwell: “El darwinismo sigue manteniendo su


frescura gracias al contacto con multitud de nuevos hechos biológicos que a la
sazón se descubrieron. No coloca de una manera cruda al organismo frente al
medio, sino que presenta el tejido de la vida en fluida interpenetración con el
resto de la realidad (…). La extraordinaria riqueza que despliega Darwin,
al hacer desfilar los cambios, la historia y los conflictos de la vida, da
un poder revolucionario insurgente a sus escritos”. La sociología
naturalista o la sociobiología actual pretenden reducir la ciencia de la sociedad a
un mero capítulo de la biología general y justificar la estructura
imperante erróneamente, basándose en los esquemas propuestos para animales
y plantas.
“La muerte de la teología”, como señala Karl Marx (1818-1883), es una de las
mayores virtudes de la teoría darwinista, derivada de su materialismo respecto de
la naturaleza del mundo. Se trata del desarrollo de una teoría sin
perspectiva antropocéntrica en un contexto en el que la vida estaba
gobernada por conceptos teológicos. El creacionismo pseudocientífico está
presente en sectores cristianos, islámicos y en ámbitos del hebraísmo ortodoxo,
desde principios del siglo pasado. En la actualidad se producen nuevos ataques
de movimientos religiosos antievolucionistas, que imponen la idea del
creacionismo en la enseñanza, disfrazados de teorías como el “Diseño Inteligente”.
Pero para el doctor Francisco Ayala, el diseño de los organismos no es inteligente,
sino imperfecto, con defectos y disfunciones en muchos casos. La evolución es
un proceso en marcha que, operando mediante la selección natural, dota a los
organismos de lo necesario y suficiente para sobrevivir bajo unas
determinadas condiciones, pero en ningún caso se trata de un mecanismo infalible
para llegar a la perfección ideada por una inteligencia superior.
Según Eudald Carbonell, codirector de Atapuerca, estamos inmersos en un proceso
de humanización evolutiva que aún no ha concluido.El desarrollo de la cultura,
la educación y la socialización del conocimiento nos están liberando
poco a poco de nuestra carga genética. Las ciencias que se ocupan de la
evolución pueden ser útiles para situarnos, comprender cómo funcionamos y cómo
hemos llegado hasta aquí, pero nunca para justificarnos. El darwinismo puede ser
una guía orientadora de gran ayuda que nos permite saber cómo minimizar las
resistencias debidas a nuestras predisposiciones biológicas o, incluso,
utilizar dichas propensiones en un sentido que favorezca la cooperación y el
altruismo, sin caer en el machismo, el racismo o la xenofobia.

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