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“son conscientes de la gloria también estos vigilantes nocturnos nuestros, que la naturaleza

engendró para despertar a los mortales al trabajo y para interrumpir el sueño. Conocen las
estrellas y dividen con su canto las horas a lo largo del día […] nos llaman a las
preocupaciones y al trabajo […], al punto cantan en señal de victoria y ellos mismos se
proclaman príncipes” (Plinio el Viejo, Historia Natural, X, 21).

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