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Nancy, Jean-Luc
ÍNDICE
¿Un sujeto?
- 1a ed.- Adrogué: Ediciones La Cebra, 2014.
84 p.; 21,5x14 cm.

Traducido por: L Felipe Al arcón


ISBN 978-987-3621-07-9

1. Filosofía Contemporánea. l. Alarcón, L Felipe, trad. 11. Titulo


CDD 190

Prefacio a la traducción en español 7

Nota del autor 11

El supuesto sujeto 13

Alguien 51

© Jean-Luc Nancy
©de la traducción: L Felipe Alarcón
©de esta edición: Ediciones La Cebra 2014

Traducción
L Felipe Al arcón

edicioneslacebra@gmail.com
www.edicioneslacebra.com.ar

La Cebra agradece a Juan Manuel Garrido quien nos acercó la


propuesta para la presente publicación.

Esta primera edición de 1500 ejemplares de ¿Un sujeto? se terminó


de imprimir en el mes de octubre de 2014 en Encuadernación
Latinoamérica, Zeballos 885, Avellaneda

Queda hecho el depósito que dispone la ley 11.723


PREFACIO A LA
TRADUCCIÓN EN ESPAÑOL

Este texto había sido publicado en francés en un vo-


lumen colectivo* que reunía la transcripción de las
exposiciones realizadas en el marco de un programa
para doctorandos en psicoanálisis en la Universidad de
Estrasburgo. No era entonces un texto escrito y su fina-
lidad había sido más didáctica que editorial. Esa es la
razón por la que no lo republiqué desde aquel entonces.
Dado que algunos lectores deseaban que el texto estu-
viera nuevamente disponible y dado que, por iniciativa
de Juan Manuel Garrido, se presentó un proyecto de
traducción al español, con mucho gusto propongo esta
publicación.
Al rel~er este texto de hace más de veinte años -y
sin detenerme en el carácter didáctico que he señalado-
dos observaciones se me imponen en primer rango.
La primera tiene que ver con el asombro de no en-
contrar en el texto un recurso al Ereignis de Heidegger.

* A. Michels, J-L. Nancy, M. Safouan, J.-P. Vernant, D. Weil, Ho111me


et sujet. La subjectivité en question dans les sciences llumaines (Paris:
L'Harmattan, 1992).

7
Prefacio a la traducción e11 español
¿Un sujeto?

de un sujeto o bien habría que hablar de eso que en


Esta ausencia se explica por las fechas: los Beitriige, cuyo
francés se dice con una fórmula del tipo "estar sujeto
subtítulo es Vom Ereignis, habían sido publicados en
a ... " -por ejemplo, a ciertas enfermedades, a ciertos
1989 y en el intervalo entre ese año y el invierno en el
afectos. En esa expresión se dice un equivalente a "estar
que pronuncié este curso, el de 1991-1992, un largo epi-
expuesto a".
sodio médico me había impedido leerlos. No podía sin
embargo ignorar el motivo del Ereiguis que aparece en Yo diría hoy que eso a lo que estamos constreñidos
los textos publicado antes de 1989, pero no había podi- a llamar "sujeto", a falta a veces de otro término para
do o no había sabido apreciar toda su amplitud. Ahora designar a un existente singular expuesto al mundo, no
bien, ese motivo debiera aparecer para prolongar un "es" nada que pueda tratarse como el sujeto de atribu-
texto que quería ir lo más lejos posible en el análisis de ciones posibles (X es grande, moreno, erudito, orgullo-
la inestabilidad del "sujeto" en tanto que sub-jeción, su so ... ) sino que "es" solamente en el movimiento que lo
posición por debajo de que implica la ausencia de todo expone al mundo, es decir, a las posibilidades de senti-
otro suppositum o substantia y que termina por no ser ya do. Es por eso también que el Ereignis es estrictamente
de ninguna manera "posición". indisociable de una Enteignis -una desapropiación de
todo lo que podría parecer formar un atributo propio-
Si Heidegger quería remplazar a través del Dasein
y una Zueignis -palabra que designa una dedicación o
-existencia, ser-arrojado- la inherencia a sí mismo de
una manera de atribuir a ... , de consagrar a .... Dicho de
un supuesto sujeto, es precisamente en el Ereignis que
otro modo, lo que adviene es que el existente se deshace
ese gesto debía cumplirse (mientras que el Dasein de
de toda pertenencia, asignación y propiedad para en-
Ser y tiempo permanece desde ciertos puntos de vista
viarse, dirigirse, dedicarse a ... nada distinto al hecho
del lado de un sujeto). No voy a introducir aquí un
mismo de existir, de estar expuesto a rencuentros, a
desarrollo que debiera tener lugar en otra parte, sino
sacudidas, a encadenamientos de sentido. Cada vez es
que solamente recordaré que esa palabra, comprendida
un "advenir", un "producirse" y un "jugarse" en el que
en el sentido de "evento" (eso dicho para limitarse a lo
seguramente puede reconocerse un "sí mismo" pero
esencial. .. ) ya no busca en ningún punto designar algo
solo reconociendo al mismo tiempo que ese "sí mismo"
así como un "sujeto" (un "agente", "alguien", una "per-
(ese sujeto) se encuentra infinitamente alejado, arrojado
sona", etc.) sino que habla solo de un "adviene" o de un
detrás y delante, por el choque mismo del"advenir".
"eso adviene"*. La apropiación, la sobreadvenición de
un "propio" -de un ser-propiamente ese existente- La segunda observación que me viene prolonga la
es un evento cuya eventualidad constituye en alguna precedente pero en un registro totalmente distinto.
medida toda la "sustancialidad". Ya no hay que hablar Al final del texto de 1992 la cuestión es la de "alguien
inventándose a sí mismo cada vez". Hoy me parece
• Lo que traducimos por "advenir" es el verbo "arriver", que es necesario agregar que la literatura pone de relieve una
tanto "llegar" como "suceder". Advenir contiene en español las dos invención de ese tipo. No que cada cual deba hacerse
acepciones. [N. del T.]

9
8
¿Un sujeto?

-de manera real o imaginaria- autor de un relato NOTA DEL AUTOR


de su existencia ni autor de una existencia "literaria"
(novelesca, venturosa, palpitante): se trata más bien de
considerar cómo la literatura forma un registro de ex-
periencia y de pensamiento, pues a través de ella solo
puede presentarse la verdad del existir que no es un
"sujeto" ni "una vida" sino la sucesión singular de una
serie de "advenimientos" -y de partidas- cada una
de las cuales abre de cierta manera al infinito. Ahora
bien, el infinito es aquello que no vuelve a sí mismo
-sino, justamente, al infinito.
Terminaré dejando que se deslice aquí la literatura El título: "¿Un sujeto?" fue dado posteriormente al con-
bajo las especies de una cita que dejo sin referencia, in- junto de dos seminarios realizados en abril y mayo de
dicándoles solamente que el texto original está escrito, 1992, en el marco de la formación doctoral de psicología
como aquí es debido, en un español en el que deben dirigida por Mme. Dominique Weil. El objetivo inicial
escucharse acentos chilenos y mexicanos. era permitir a un público de psicólogos y de psicoana-
listas involucrarse, a propósito de la cuestión del sujeto,
.. .entonces se levantaba de la cama y se acercaba a la
en una confrontación con una perspectiva filosófica.
ventana y miraba la calle, una calle vulgar, fea, silenciosa,
escasamente iluminada, y luego se iba a la cocina y ponía a El texto que sigue proviene de una transcripción de
hervir agua y se hacía café, y a veces, mientras bebía el café las sesiones, realizadas bajo la dirección de Dominique
caliente y sin azúcar, un café de mierda, ponía la tele y se Weil, y corregida por mí mismo con la determinación
dedicaba a ver los programas nocturnos que llegaban por los de permanecer lo más cerca posible de la exposición
cuatro puntos cardinales del desierto ... oral, conservando también las simplificaciones, incluso
las supresiones, que los límites de horario volvieron
necesarias.
Jean-Luc Nancy En virtud de la claridad, fue introducida una subdi-
visión numerada.

J.-L. N -julio de 1992

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EL SUPUESTO SUJETO

He decidido adoptar la manera del seminario, es decir,


no leerles un texto escrito sino presentarles una exposi-
ción, o un curso, con lo que eso tiene de improvisado,
incluso de titubeante, porque no se trata de un trabajo
concluido, sino solamente de esbozos, de recorridos
para un trabajo por hacer.
Así pues, la primera exposición se titula "El supues-
to sujeto" y la segunda se titula "Alguien".

l. Que el sujeto esté supuesto, eso al menos no es una


suposición. Lo habrán comprendido ustedes mismos
en el enunciado del título. Es una evidencia en la me-
dida en que "el supuesto sujeto", o el"sujeto supues-
to", es una tautología. Sujeto quiere decir supuesto, en
buen latín como en buen francés filosófico, a lo menos.
Y vamos a hablar de filosofía, lo que quiere decir que
hablaremos también de un discurso filosófico presente
en el psicoanálisis.
Subjectum, subjectum vel suppositum, en latín es el
sujeto o bien el supuesto. Esa es una fórmula que para

13
¿Un suieto? El supuesto sujeto

la escolástica del doceavo o del treceavo siglo no hu- de ser su propia suposición? Porque el punto esencial,
biera presentado ningún tipo de sorpresa, ni tampoco veremos, es que es su propia suposición. Y luego, has-
ese aire provocador que reviste un poco mi título, in- ta dónde retrotraemos esta suposición: a la suposición
tencionalmente. Porque el suppositwn podía ser para la de un sujeto, ¿hace falta todavía suponer otra cosa? ¿O
escolástica el ser sustancialmente completo en sí, ens ín bien debemos dirigimos hacia una de-suposición?
se substantialiter completum, como encontrarán definido
Todas esas serán nuestras preguntas en las siguientes
por ejemplo en Avicena, así como en Alberto Magno. O
dos sesiones de este seminario. Veremos cómo, de este
incluso la sustancia primera singular, substantia prima
conjunto de preguntas, se desemboca en una segunda
singularis, otra definición de supposi tum, dicho de otra
serie, que será más bien la de la segunda sesión. Estas
forma, el ser singular o, como volveremos a decir, el
preguntas, tal como las arrojo, en paquete, componen
individuo: quizás no en el sentido moderno, sino el in-
una red aceptablemente intrincada, amontonada, pues-
dividuo justamente en el sentido del uno, de cada uno,
to que, como vamos a verlo, ni el sujeto ni la suposición
del ekastos de Aristóteles, del que también volveremos
se toman en un solo sentido. Hay por el contrario toda
a hablar.
una combinatoria de sentidos posibles. Y en el fondo,
Esto es lo que hay que plantear desde el comienzo: por esta primera sesión, tampoco querría hacer nada
sujeto o supuesto, el supuesto o el sujeto, es la misma más que distinguir y clarificar las significaciones, y re-
cosa. El subjectum está supuesto, está puesto abajo, de- hacer el montaje histórico-conceptual de la manera más
bajo, por debajo. Pero toda la cuestión, de seguro, es: ¿en clara posible: ya será bastante en relación a una cierta
qué sentido? En qué sentido, es decir, inmediatamente, cantidad de debates, que en su mayoría son debates de
¿de qué es el soporte? ¿o el subordinado? Todas esas opinión más que serios debates de conceptos en tomo
palabras dicen la misma cosa, soporte, subordinado. al sujeto. Quiero decir: debates del tipo "muerte del su-
("Subordinado", que ya solo existe bajo la forma de "su- jeto- retomo del sujeto", donde el sujeto se vuelve una
bordinado de Satán", no es otra cosa que el suppositum) •. especie de extraño títere que puede irse, volver. O bien,
Entonces, ¿bajo qué está puesto, o qué quiere decir ese los debates del género "ontología versus subjetividad".
"debajo" en general, y en qué esta tus o en qué postura Y por cierto los debates donde se mezclan sin cuidado
ese "estar debajo" pone a lo que llamamos el sujeto? lo que se entiende por sujeto en filosofía, lo que se en-
¿No hay otra postura, además de estar así supuesto o tiende por sujeto en psicología y lo que se entiende por
sujeto en psicoanálisis. Debates que en buena medida
deben su existencia, y a menudo su necedad, solo a la
• Juego de palabras difícilmente traducible: como recuerda J-L.
confusión entre significaciones o a la ausencia de signi-
Nancy, supp6t (adherente, adepto, subordinado) tiene en francés la
misma raíz que support (soporte). No es el caso en español, por lo que ficaciones claras y nítidas.
no podremos mantener el juego. En este mismo sentido, la referencia
a los adoradores de Satán nos parece penosa de traducir al español. Hay, para tomar las cosas a partir de esas confusio-
[N. del T.) nes y de esos enredos, dos grandes motivos de debate

14 15
¿Un sujeto? El supuesto sujeto

o de malentendido alrededor de la palabra sujeto. Un Así, en un caso no se habla de la misma cosa, y no


primer motivo transita entre la filosofía y el psicoanáli- es siempre seguro que cada uno de los interlocutores
sis, tomado este al menos en su léxico lacaniano, y creo sepa exactamente de qué habla. Y en el otro caso se cree
que en ese caso se trata en primer lugar de una singular hablar de la misma cosa, del sujeto, y decidirse a favor o
confusión en cuanto al sentido de la palabra sujeto. La contra él, y no es seguro que se hable de la misma cosa.
filosofía y el psicoanálisis no hablan de la misma cosa, Y entonces no es seguro tampoco que las decisiones que
pero a menudo lo ignoran. Aún cuando no sea tan sim- se puedan tomar tengan mucho sentido. Hago estas ob-
ple como eso: Lacan, quizás a pesar de sí mismo, retiene servaciones para subrayar lo siguiente: nada es menos
algo, quizás mucho, del concepto filosófico de sujeto. claro, hoy, que aquello que se supone cuando se habla
Seguramente volveremos a hablar de eso. Pero un ana- del sujeto. Es preciso entonces tomar mucha distancia
lista, en su práctica, hablando del "sujeto", no dice la en relación a todas esas habladurías.
misma cosa que un filósofo que hace un curso sobre el
sujeto, sobre el sujeto del sujeto*. Habría que aclarar eso 2. Uno de los rasgos más destacables, en el segundo pla-
de una vez por todas. no de esta confusión, es esta muy simple constatación:
que a menudo en la tradición de la que provenimos
El otro debate sucede al interior de la filosofía, es cuesta mucho encontrar la palabra sujeto con el sentido
el debate entre lo que se presenta como "filosofía del o los sentidos que se le da. Se puede decir que es solo
sujeto", y lo que se afirma como filosofía del no sujeto
con Leibniz que la palabra sujeto toma su primer senti-
o sin sujeto, en la medida en que se creyó poder, deber do moderno en filosofía. Pero se pueden tomar cuatro
decir que el sujeto no era ya un concepto adecuado al ejemplos mayores, de autores muy importantes en la
pensamiento contemporáneo. Eso no sin buenas razo- historia de la constitución de la subjetividad y en la
nes, pero es posible que expresiones como "muerte del historia de los debates actuales en torno a ella, para los
sujeto" o "fin del sujeto" no sean del todo felices. En que la palabra sujeto no tiene ninguna o casi ninguna
este debate al interior de la filosofía hay también a me- de sus significaciones actuales. Estos ejemplos son San
nudo una confusión respecto al sentido de la palabra,
Agustín, Descartes (lo que tal vez sorprenda a algunos
y por otra parte hay oposición entre ciertas elecciones, de entre ustedes), Rousseau (que solo conoce la pala-
decisiones o convencimientos filosóficos.
bra sujeto en una acepción bastante diferente, sobre la
que volveremos) y, en fin, Freud (lo que sorprenderá a
* Con "sujeto del sujeto" traducimos la expresión "sujet du sujct'". otros). En cierto sentido no es importante: son las cosas,
Aun cuando sea poco frecuente, una de las acepciones de "sujeto'" en
español, al igual que en francés, es "asunto o materia sobre la que
no las palabras, las que cuentan. Pero las palabras ha-
se habla o escribe" (DRAE, 22.i edición). En el prólogo Tradiciones cen también a las cosas, y entonces esto también indica
argentinas, escrito por Pastor Servando Obligado a principios del que no hay y que no hubo un solo sujeto, no ha habido
siglo XX, leemos: "Tal es el sujeto del libro digno de popularidad",
siendo claro que se refiere allí al tema (las tradiciones) y no al sujeto
una sola suposición de la palabra sujeto. Y eso quiere
en sentido de agente. [N. del T.] decir, aún y de manera más fina, más aguda, que tal

16 17
¿Un sujeto? El supuesto sujeto

vez tampoco haya una realidad una cada vez que está un tis, un alguien, pero es el "alguien" en su unidad y1o
supuesto un sentido de sujeto. Y entonces que hay que en su unicidad lo que nos crea problemas, o es eso lo
tratar a esa palabra según una multiplicidad de sentido que nos turba. Es para nosotros una cuestión saber si
que tal vez, desde ciertos puntos de vista, se revelará hay alguien, dónde hay alguien, qué es ser alguien",
11

irreductible. Lo que quiere decir que hay allí, probable- 11


o quién es alguien". He ahí la pregunta a la que, creo,
mente, el síntoma de algo importante que está en juego. se tratará de llegar, porque es una de las preguntas
Los debates que evocaba son también síntomas de eso más necesarias en el trabajo del pensamiento contem-
que está en juego, a pesar de sus confusiones o a causa poráneo, como testimonian los síntomas de los que he
de ellas. Los síntomas de algo que debería guiar nues- hablado, y que son también síntomas de la situación de
tro interés en estas dos sesiones, a saber, que allí donde la filosofía, de la psicología y del psicoanálisis.
por excelencia se contaría con capturar lo "uno" (pues
si hay algo que salta al espíritu cuando decimos "el 3. Dicho eso, para comenzar a orientamos en esa mul-
sujeto" es que hay, de alguna manera, "uno"), encon- tiplicidad, en esa confusión diacrónica y sincrónica del
tramos lo múltiple y lo confuso. El mínimo supuesto "sujeto", quiero plantear algo que puede valer como
bajo la palabra "sujeto" es una cierta unidad, y es eso una definición lata, más o menos implícitamente su-
lo que no hallamos. El inhallable supuesto del sujeto, puesta por todo uso de la palabra. Porque está también
ese es nuestro problema, ese es el estado crítico del que esta paradoja: bajo la multiplicidad, bajo la niebla, hay
hay síntoma. Como si toda nuestra tradición occidental también una suerte de consenso más o menos claro al-
hubiera trastornado, vuelto contradictorio, múltiple, rededor de una acepción de la palabra, alrededor de lo
dividido o diseminado lo "uno". (Todo eso queriendo que se supone "una" acepción de la palabra, a falta de
decir por otra parte cada vez cosas diferentes). No digo la cual no se haría siquiera uso de la palabra pues no
que nuestra tradición haya abismado o haya perdido habría más que pura dispersión. Detrás de todo uso de
algo que era "uno" al principio: con seguridad eso no. una palabra hay un mínimo de sentimiento lingüístico.
Ella ha más bien producido, engendrado la problemá- Si dejamos de lado los casos en que la palabra "sujeto"
tica del "uno", del "sujeto uno" a la que ahora debere- tiene un sentido próximo al de objeto (como en "el suje-
mos enfrentamos. No hablo entonces de degradación to de esta exposición"), nuestro sentimiento lingüístico
ni de pérdida: subrayo que ahí donde hoy tenemos al nos indica que "sujeto" designa el ser propio de un
"sujeto" justamente como el subjectum de una cantidad agente de representación o de volición. Eso es al menos
de confusiones y de debates, alguien como Platón tenía lo que entendemos cuando se habla de un sujeto. Un
solamente la pequeña palabra griega tis, que quiere de- sujeto es ese "alguien" que puede tener representa-
cir "alguien" (o el neutro ti que quiere decir algo), y esa ciones y/o voliciones. Digo "volición" para tomar esa
palabra no era objeto ni de un problema ni de un deba- palabra arcaica en un sentido lato, deseos si ustedes
te. Con la palabra "sujeto" nosotros seguimos siempre quieren (a condición de que se pueda hacer la distin-
ción entre representaciones y voliciones, cuestión que
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19
¿Un sujeto? El supuesto sujeto

no va de suyo. Pero dejemos eso). En segundo lugar, el uno de los aspectos de la cuestión del sujeto. Qué ~~~
mismo sentimiento lingüístico nos indica también que ser para sí mismo o qué es tenerse, es eso lo que nos
poder tener ese tipo de cosas, de representaciones y/o pone de inmediato frente a una gran cadena de de-
voliciones, supone inmediatamente una propiedad bas- terminaciones filosóficas. Tomo tres para marcar tres
tante precisa y que es precisamente la propiedad de la momentos en ese encadenamiento. Kant, primero, para
apropiación. Poder tener representaciones o voliciones quien "tener representaciones como mías" remite a un
es poder tenerlas como suyas, y eso no en el sentido de "yo" trascendental al que hay que plantear como una
una posesión exterior sino según una verdadera asimi- forma necesaria pero en sí misma vacía, incognoscible
lación a sí mismo. Hace falta que ese "alguien" tenga como sustancia. Segundo momento, otro dispositivo:
la representación o la volición presente en él mismo Heidegger, quien plantea no la pertenencia de repre-
como él mismo. Por cierto no hago aquí más que repetir sentaciones de un "sí mismo" sino la existencia como
una frase de Kant: "es preciso que mis representaciones aquello donde lo que sucede es "cada vez mío" (en ale-
puedan ser mías"*. Es decir que la representación no mán, ]emeinigkeit). No se trata, en principio, de un suje-
puede ser lo que es una imagen en un aparato fotográ- to como presencia supuesto bajo la representación, sino
fico. El aparato tiene la imagen en él, pero no la tiene que se trata de una apropiación, de un acontecimiento
por él, no la tiene como suya. En este sentido, tener algo de apropiación constitutivo del acontecimiento de exis-
como suyo es de una manera o de otra rencontrarse tir. Tercer momento, la pregunta planteada por Derrida
en ello o rencontrarse a sí mismo en ello. El sujeto que a la "presencia a sí" del sujeto husserliana, pregunta
comprendemos como agente, o como portador de una que yo resumiría así: ¿cuál es la diferencia implicada
representación o de una volición, es entonces lo que es por el estar-presente-a-sí, o cuál es la distancia del "a sí"
para sí mismo. El"tenerse a él mismo" o el "ser para de la presencia a sí? Tres momentos entonces de la pro-
sí mismo" define, entonces, más latamente al sujeto así blemática del sujeto: mis presentaciones en tanto que
comprendido. las del"yo", lo "mío" de la existencia en cada instante,
y la presencia a sí como distancia a sí. ¿Qué deviene el
4. Ahora bien, no vamos a hablar más que de eso: ¿qué "sujeto" a través de esos tres momentos? Esto será uno
es "ser para sí mismo", o qué es "tenerse"? aquí, pre- de los hilos conductores en lo que sigue de este semina-
cisamente, tener y ser no constituyen distinción. Es rio: la problematización del"sujeto" entendido como el
soporte o corno la suposición de una apropiación para
* lmmanuel Kant, Crítica de la razón pura (Buenos Aires: Colihue, sí mismo, de sí mismo para sí mismo.
2007; Traducción de Mario Caimi), §16. Cuando J-L. Nancy ofrece
referencia en el cuerpo del texto, la dejamos tal cual, cambiando solo 5. Pero un retorno al sentimiento lingüístico se impone
el número de página en los casos que corresponde. Cuando, como primero, para complicar un poco esos datos de parti-
en este caso, no da referencia, la agregamos nosotros. En cuanto a
las traducciones, seguimos más la ofrecida por Nancy que la versión da. Pues el sentimiento lingüístico nos da también otro
castellana corriente. [N. del T.] sentido de "sujeto", u otra suposición cuando se habla

20 21
¿Un sujeto? El supuesto sujeto

de un sujeto. Es súbdito el que está sujeto, el que está representación, o bien es lo que está colocado bajo la
sometido a algo, a una autoridad o a una obligación*. autoridad o bajo el imperio de alguien más.
El o la, pues en ese caso la palabra admite un femeni-
no, "súbdita". Lo admite como sustantivo, pero tal vez 6. El sentimiento lingüístico nos impone aún una ter-
porque es allí en primer lugar adjetivo. Mientras que en cera significación, o una tercera suposición: el sujeto es
el primer caso el sujeto no es más que sustantivo, es de- también la materia que se trata, por ejemplo el sujeto
cir también sustancial (vamos a volver sobre eso), y el de este seminario, que es "el sujeto". Es entonces lo que
sustantivo es como por definición siempre masculino. está debajo, en el sentido del objeto de un discurso, de
Entonces sujeto, sujeta, como ejemplo "siempre he es- un análisis. Nada más corriente que tomar "sujeto" en el
tado sujeta a sudar", escribe Madame de Sévigné (carta sentido de "objeto". Ese sujeto-objeto pierde su referen-
575). El sujeto o la sujeta está expuesto(a) a accesos o a cia implícita a un alguien o a una alguna y deviene más
accidentes. No la sustancia que soporta accidentes, en bien algo, una cosa. Su "estar debajo" es una sumisión
tanto que cualidades o propiedades, sino un súbdito a la apropiación y a la inspección de un entendimiento,
expuesto a que le suceda algo, o bien expuesto a los un entendimiento que da a la cosa su unidad de objeto.
efectos de una autoridad, ley o soberano. El súbdito so- Hay entonces, si ustedes quieren, al menos tres ins-
bre el que algo cae o recae. Es bastante destacable que tancias o tres suposiciones del sujeto. Como más tarde
en este sentido, en lugar de la propiedad de sí sea la lo veremos mejor, eso responde en primer lugar a la
sumisión a otro lo que es significado. Es lo que se llama historia de la palabra, en la cual se mezclan, como en
la sujeción. Aunque este último término relativamente tantas palabras, muchas proveniencias, muchas tra-
poco utilizado hoy haya podido designar también el es- ducciones y por consiguiente muchas significaciones.
tado del que somete: Pascal por ejemplo escribe "poner Eso no es para nada banal y no merma la consistencia
bajo su sujeción". Doble sentido, entonces, que él mis- propia de cada uno de esos sentidos tomados separa-
mo redujo al doble valor del sujeto. Si es que el primero damente. Es bastante cierto, por ejemplo, que el sentido
es un valor activo y el segundo un valor pasivo, había político-jurídico del sujeto, del latín subjectum, se sepa-
entonces dos suposiciones posibles del sujeto: o bien ra claramente todavía, en la mayoría de los contextos,
es lo que está bajo una representación o una volición, del sentido filosófico, en el que la misma palabra ha
es el soporte de una representación o de una volición traducido el griego hypokeimenon (lo que se mantiene
en tanto que el ser para sí o la propiedad de sí de esa debajo). Basta entonces saber lo que está supuesto por
el contexto. Pero no es menos cierto que la proliferación
de sentidos y su amplitud, que aquí he limitado a lo
esencial, arriesga evocar más tarde la distinción entre
• "Sujeto" y "súbdito" se dicen en francés con la misma palabra:
"su jet". Hay nuevamente un juego difícil de traducir, pues solo sujeto y sustancia, o incluso entre los buenos y los ma-
contextualmente se puede determinar si se trata de un súbdito, de los sujetos, o incluso el sujeto en sentido botánico de
una súbdita o de un sujeto. [N. del T.]

22 23
¿Un sujeto?

soporte o receptor de un trasplante, para no hablar de


lo que finalmente está en juego hoy: el filósofo o el ana-
lista o el jurista, tal filósofo, tal analista o tal jurista ... sin
El supuesto sujeto

quiero hablar. Digámoslo por ejemplo así: occidente es


lo que comienza diciendo "yo me presupongo como
'
habiendo ya estado". Por ejemplo, y aparentemente
duda esta proliferación no es ajena a la confusión y a los
junto a nuestra cuestión del sujeto, tornen la ciudad.
debates de los que esta palabra es el objeto, o el sujeto.
Se dice que Occidente comienza con la ciudad, ahora
Lo que quisiera desprender es cómo esa confusión ge-
bien la ciudad dice "yo ya soy la ciudad". No cuenta
neral sería la de una suposición en tanto que suposición
su génesis. Dice que se fundó a sí misma. Dice "soy la
de un "uno", de lo uno. El sujeto causa problemas por-
ciudad, no soy ni la villa ni el imperio ni lo nómade,
que es la suposición de lo uno, o porque se supone a sí
mismo como lo uno o como uno. no provengo de ellos, me instituyo a mí misma, lo que
es justamente lo propio de una ciudad". Eso eviden-
7. A partir de esos preliminares, intentemos enfrentar temente arrastra consecuencias, tanto políticas como
la proveniencia de ese régimen plural, complejo y re- filosóficas. Y en este sentido, si la subjetividad como
torcido del supuesto sujeto. Para ello hace falta que yo tal no está formalmente presente en el nacimiento de
marque a lo menos algunas etapas, solo algunas, de una Occidente, y es seguro que formalmente no lo está, pue-
historia que, lo verán, no es nada más que la historia de de por el contrario mostrarse que Occidente nace en la
Occidente o de la filosofía en tanto que historia de una suposición, que es ella la que vuelve posible la subjeti-
suposición. Con eso no quiero decir solamente una su- vidad. Sin duda la subjetividad propiamente dicha se
posición determinada, algo que habría sido supuesto y toma su tiempo para desplegarse. Se habrá insistido y
que tendríamos entonces detrás, en nuestro origen, eso repetido, ustedes lo saben, que en cierto sentido no hay
es lo que está presupuesto. Quiero decir más bien esto subjetividad antes de San Agustín, lo que quiere decir
(que es un poco más complicado que la suposición): el que no hay subjetividad antes del Cristianismo. O bien,
gesto mismo de suponer es el gesto occidental filosófico algunos pueden decir, permaneciendo en el dominio
por excelencia, el gesto principial. Y que consecuente- griego, que no hay subjetividad antes de Eurípides.
mente el sujeto, en tanto que es él mismo (si oso decirlo Nada de eso es falso, y se puede decir también que no
así) el retoño de ese gesto, en tanto que suposición de sí, hay subjetividad antes de Descartes, propiamente ha-
y eso en muchos sentidos, no es evidentemente cualquier blando. Pero se tendría aún más razones para decir que
cosa: el sujeto es de alguna manera, si oso decirlo así, la la subjetividad no se alcanzó verdaderamente antes de
figura cumplida, desarrollada, de un gesto de alguna Hegel. Si la subjetividad como tal no está presente en
manera pre-subjetivo. Ese es verdaderamente el gesto el nacimiento de Occidente y si es cierto, globalmente,
fundador occidental, el gesto de la suposición y de la que la antigüedad es el mundo sin subjetividad (y toda-
presuposición. Eso habría que desarrollarlo muy larga- vía en parte la Edad media), no es sin embargo menos
mente y no es posible aquí, pero pienso que pueden re- cierto que el sujeto en su estructura más general, es
presentarse un poco ustedes mismos aquello de lo que decir en la estructura de la suposición, sí está en el na-

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25
¿Un sujeto?

cimiento de Occidente. Desde este punto de vista, creo


que la determinación hecha por Heidegger del momen-
El supuesto sujeto

turaleza, el agua o el fuego por ejemplo. Anaxágoras


dice que es el nous el que es autor del orden del mundo.
'
to cartersiano como el momento de irrupción del sujeto Anaxágoras, que es un poco más joven que Parménides,
queda aún demasiado corta. Deja en la sombra algo de ese Parménides que en su poema dice, como ustedes sa-
esta suposición que está presente desde el comienzo. ben, que es la misma cosa noein, pensar, y noema, lo que
Yo diría que Occidente, o la filosofía, es eso que se es- es pensado. Hay entonces, evidentemente, una configu-
tablece en y como la suposición, o según la relación de ración histórica en la que la cuestión del nous, del pen-
suposición. samiento, juega un rol muy importante. Y es al interior
de eso, es en la matriz delnous que el sujeto comienza
8. De esta trayectoria de lé!!' filosofía solo voy a retener a prepararse. Dejo de lado cualquier otro examen de
ahora lo que compromete más directamente o más visi- la doctrina de Anaxágoras y no retengo más que esto,
blemente a la dimensión del sujeto tal como lo he toma- que es lo que nos interesa: el rwus de Anaxágoras no
do latamente en su primera definición, es decir, como es un elemento natural, no es tampoco, o en todo caso
sujeto de la representación y/o de la volición. Diciendo no exactamente ni tampoco en principio, un dios ni
esto me conformo, esta vez, con el gesto de Heidegger. tampoco un demiurgo. Aun cuando sea llamado dios
Este justamente designa, en el sujeto cartesiano, el suje- o divino por otros, no es como tal un dios. Es la capta-
to de la representación y ve en él al sujeto como tal, en ción a la vez ordenada y ordenadora de algo en general.
general o absolutamente. Pero ese sujeto de la presenta- En tanto tal, en tanto intelecto ordenador del mundo,
ción tiene él mismo una historia en la que primero no se tiene dos propiedades: en primer lugar, no está dado
presenta del todo como el sujeto de la representación. por una experiencia o por un testimonio, sino que está
Partamos, si así lo quieren, por Anaxágoras, o en todo supuesto. Ahí está la suposición. Ese gesto de suposi-
caso por Anaxágoras tal como Platón lo comprendió. ción no es propio de Anaxágoras, es el gesto de todos
los que llamamos físicos jónicos, quienes suponen un
De Anaxágoras el Sócrates de Platón admira la gran
principio del universo: el agua, el fuego, etc. Pero lo que
idea, la idea mayor (en el Fedón, 97 B), a saber, esa idea
está supuesto con Anaxágoras es, justamente, el orden
de que el nous (palabra de la que viene "noético", o las
del mundo. Lo que está supuesto no es una materia
palabras de Husserl, "noema", "noemático", etc., el
primera, es el ordenamiento de todas las cosas. Es el
intelecto o la inteligencia si quieren, es decir el pensa-
hecho de que el mundo mantenga, que sea consistente,
miento dirigido de tal o cual manera, o incluso la inten-
coherente, relativamente coherente, que no esté en lo
ción, la atención, la concepción) de que el nous, digo,
puramente ilimitado y mezclado. Anaxágoras dice: las
es el autor del orden del mundo. He ahí para Platón
cosas eran ilimitadas y estaban mezcladas, luego hay
el gran hallazgo de Anaxágoras. Anaxágoras se distin-
lo no-ilimitado y lo no-mezclado, pues las cosas son
gue así de aquellos que le atribuían al mundo, como
distintas, y eso supone un ordenamiento. Es entonces el
su causa o su principio, uno de los elementos de la na-

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26
¿Un sujeto? El supuesto sujeto

orden lo que se supone a sí mismo como ordenamien- que Sócrates recibe del dios de Delfos. Y noten al pasar
to. El orden como hecho está supuesto como acto. Se que hay allí todavía un dios, hay todavía la figura de un
supone como puesta en orden. El hecho supuesto a sí dios. Yo diría que ese dios es verdaderamente el último
mismo como acto comporta también la dimensión de dios. El último dios que lanza la primera palabra, si
una relación a sí. El orden se supone. Noten también quieren, de la subjetividad. Cuando se quiere distinguir
al pasar, si quieren mirar de reojo, que en quien puede bien al Sócrates histórico del Sócrates de Platón, se in-
aparecer como completamente opuesto a Anaxágoras, siste sobre al carácter ante todo moral, como se dice, del
del lado que diríamos materialista de Demócrito, tienen "conócete a ti mismo", a diferencia de lo que va a hacer
ustedes la misma cosa. Los átomos y la relación de los Platón con él. Pero lo que nos interesa por el momento
átomos en su caída es la suposición del ordenamiento, es el Sócrates de Platón, es decir justamente el Sócrates
de la puesta en orden, del orden del mundo. Este se supuesto por Platón. Todo ese juego de suposiciones
produce por la caída y el azar, pero es otra figura de la al que Platón se entrega con Sócrates y que hace que
puesta en orden. Y tal vez nos da también de inmediato, Sócrates sea también el primer sujeto del texto, del diá-
curiosamente, una doble figura del sujeto, ya sea el su- logo filosófico. Ahora bien, ese Sócrates supuesto por
jeto como uno solo, un ordenador, ya sea el sujeto como Platón, ese Sócrates alzado como figura de la filosofía,
muchos pequeños "uno", singuli, muchos pequeños es una figura de suposición. Por ejemplo, Sócrates es
átomos que hacen falta, si es que ese número puede ser bastante feo, pero en el interior tiene el alma más bella. Y
determinado. La suposición fundamental, o la razón para volver al oráculo de Delfos, Sócrates tiene una des-
por la que se podría fabricar la palabra "sujeción", es lo tacable, impresionante propiedad, que es la capacidad
que está en obra cuando el dato del mundo es tomado de aplicar su pensamiento a sí mismo (vean el Banquete
como ordenado y cuando, al mismo tiempo, porque 174 D). El Sócrates de Platón no es simplemente quien
está tomado como orden, el ordenamiento se le supo- portaría una sentencia moral, "conócete a ti mismo",
ne a lo ordenado. Pero el ordenamiento está supuesto sino que se distingue por ese saber-hacer, por aplicar su
como algo que es en última instancia, tal vez, de la mis- 1wus a sí mismo. Es decir que lo que dios le ordena está
ma naturaleza que lo ordenado. Una vez más el orden ya preparado, presupuesto en él, como su naturaleza.
está presupuesto. Cuando se trata de un dios, que crea El nous entonces aplicado a él mismo, volteado hacia sí
o fabrica el mundo, el ordenador tiene otra esencia, ~tra mismo, sometiéndose él mismo a él mismo. Helo ahí a
naturaleza. Aquí, por el contrario, podría bien ser de la Sócrates, he ahí el ejemplo, he ahí el paradigma. Para
misma. Platón, eso entrega el principio de un "conocerse a sí
mismo" no ya moral sino teórico, del que tomo ahora
9. Segundo momento, Sócrates y Platón. Sócrates es otra determinación en el texto de Platón: conocerse a sí
sin duda, y no por azar, quien trae la primera palabra mismo supondría la posesión de un saber que se sepa
explícita, si puede decirse, de la subjetividad: es el fa- a sí mismo, episteme epistemes, la ciencia de la ciencia.
moso "conócete a ti mismo", el famoso gnoti seauton,

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1 1\~

¿Un sujeto? El supuesto sujtto

Una ciencia de la ciencia la encontrarán en el Cármides, mente: la suposición última es siempre supuesta comu
en 169 OC. Una ciencia de la ciencia es una suposición fuera de alcance. O incluso está supuesta en dos sentl·
que se hace en ese momento (Platón emplea el verbo dos: puesta debajo, en el principio, y supuesta, pero no
sunclwrein, admitir, hacer una hipótesis). Se hace la hi- planteada. Esta negatividad inherente a la suposición
pótesis de una ciencia de la ciencia. Un saber que se forma en buena medida lo que está en juego en el "su-
sabe, una episteme epistemes, sería la suposición de un jeto". Luego ahora el saber en tanto que "saberse" es
"conocerse", él mismo presupuesto para poder ser sa- una relación consigo, y la relación consigo es un saber
bio. El "conocerse" exige la mediación de una ciencia de sí. Ese es, si ustedes quieren, el segundo estado de la
que sea ella misma su propia ciencia, de una ciencia que matriz suposicional.
se suponga a ella misma e, inversamente, una relación
con sí mismo sería la presuposición de un saber ver- 10. Tercer momento, Plotino. Plotino hace avanzar las
dadero. De esto encontramos el fruto en Descartes: el cosas un poco diciendo, en la tercera Enéada, libro 9, lo
saber verdadero es un saber que se sabe, incluso es allí siguiente: "Cuando nos pensamos a nosotros mismos,
donde está el saber verdadero. Ciertamente, y en la es- es claro que vemos una naturaleza pensante (... ) este
tela de Cármides, esa ciencia de la ciencia no puede ser pensamiento nuestro presupone otro Pensamiento, que
encontrada. Al contrario, se concluye que no se la pue- está como en quietud"•. Acá tenemos un giro más: nos
de encontrar y que todo lo que se sabe es que no se sabe. pensamos a nosotros mismos y nos encontramos en
Ustedes saben, la gran fórmula socrática, el resultado nosotros como naturaleza pensante, y esta presupone
del "conócete a ti mismo" en el orden teórico es "solo un pensamiento anterior, que no implica movimiento,
sé que nada sé". Pero esa negatividad no anula la im- mientras que nuestro pensamiento está siempre en
portancia de la suposición. Como también saben, muy a movimiento hacia algo. Hay que introducir aquí una
menudo en Platón la conclusión aporética de un diálo- suposición bajo la suposición precedente. ¿Por qué hace
go es un procedimiento para hacer entender lo que pasa falta tal suposición? Porque para Plotino en general
con la verdadera solución, y en primer lugar esto: que todo lo que está en movimiento presupone algo que no
la verdadera solución no puede ser encontrada por las esté en movimiento, que no esté en desplazamiento. Es
vías de la dialéctica y del diálogo. Y en efecto, de lo que decir, también, que no esté en potencia, sino que sea
se trata aquí, y que en otra parte llama noesis noeseos, pura y simplemente, absolutamente presente y en acto.
la inteligencia de la inteligencia o el pensamiento del Para que haya algo en movimiento, entonces, hay que
pensamiento, está más allá de la dialéctica. suponer algo en acto. Se tiene aquí entonces, y de hecho
en una especie de desenlace conjunto de Platón y de
Debemos volver a ver esto: cómo el término último
Aristóteles, la idea de que el pensamiento del pensa-
de la presencia a sí, es decir también la suposición pri-
mera o última de toda suposición, se presenta siempre
al final o más allá de las dialécticas. Para decirlo brutal- * Plotino, E11éadas III-IV (Madrid: Gredos, 1985; Traducción de Jesús
Igal), 271. [N. del T.]

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1,

El supuesto sujeto
¿Un sujeto?

miento, la suposición por excelencia, es el acto puro de que el Cristo es una sola naturaleza en dos hipóstasis.
un rzous, o el nous como acto puro. Es decir, por primera Ahora bien, hipóstasis no es más que otra palabra para
vez el nous es definido como pura relación consigo mis- hypokeimenon (puesto debajo, supuesto, palabra muy
mo sin movimiento fuera de sí. Y en efecto, dice Plotino, importante en Aristóteles), que en latín se traduce por
el pensamiento que tenemos de nosotros mismos nos subjectum. Hay allí toda una familia, "sustancia", "su-
entrega la imagen de lo que es el nous, pero solo una jeto", "hipóstasis", "hypokeimenon", de la que podría
imagen. decirse que es toda la familia del suppositum. El dogma
central del cristianismo es entonces el dogma de uno en
En Plotino hay todavía un grado más de suposición. dos sujetos, o dos sujetos en un sujeto (en una persona).
El nous, como presencia a sí del pensamiento, presupo- Y la suposición se llama aquí misterio.
ne aún al uno. En el uno, dice Plotino, no hay nada más
que el uno, y el uno debe ser presupuesto. En el uno Pero volvamos a Agustín. Con él, el "ser supuesto
hay el uno, es decir que no hay allí ni siquiera la lige- a sí mismo" y el estar presente a sí como saber de sí,
ra, la ínfima distinción implicada en "pensamiento del devienen el asunto específico de una instancia propia,
pensamiento", en noesis noeseos. Es por esto que según que va a ser justamente la instancia de lo propio y que
Plotino se accede al uno a través de lo que es llamado de este modo va a ser, desde ya, el lugar mismo del su-
éxtasis, y que no es ya conocimiento. Tenemos así un jeto en un sentido pre-moderno: se trata del alma. (Más
doble carácter de la suposición: por una parte, hace fal- tarde, Leibniz dirá "el sujeto o el Alma"). En tanto que
ta una división consigo mismo para plantearse bajo sí distinta del cuerpo, el alma se distingue precisamente
mismo, detrás de sí mismo, noesis noeseos, fundamento por la presencia a sí, incluso por la inmanencia a sí, la
para sí mismo. Y por otra parte, y al mismo tiempo, es presencia sin distancia y sin movimiento. El alma se
11
así que la unidad de un sí mismo sin división puede distingue por la interioridad o, más bien, en los térmi-
ser planteada en el fondo o en el principio. Se tiene en- nos de San Agustín, por la intimidad, intimidad que
tonces a la vez división y unidad. Todas las figuras del es también intimidad con Dios, o intimidad divina en
"sujeto" heredarán esa estructura doble. mí, lo que es lo mismo. Así, el alma no se distingue del
cuerpo por motivos en primera instancia morales. En
11. Cuarto momento: Agustín. Agustín es realmente primera instancia el alma se distingue del cuerpo por
el giro de la antigüedad en cuanto a la subjetividad. un motivo ontológico, ella es el lugar de la verdadera
No solo él, evidentemente, pues se trata de hecho de presencia (De trinitnte, libro 10, capítulo 9). Una presen-
la totalidad del cristianismo y haría falta detenerse cia verdadera, interior, no simulada: el alma es el nom-
largamente allí. Les señalo, porque tal vez volveré a bre de la verdadera presencia, es decir de la presencia
hablar un poco de ello, que el dogma central del cristia- a sí, sibi praesens, presencia a ella misma. Presencia
nismo, a saber el dogma de la encarnación, se enuncia que de alguna manera toca su propia suposición, que
teológicamente, teológico-filosóficamente, diciendo es indiscernible de ella. Desde ese momento (lo que

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!11

El supuesto 5Ujtto
¿Un sujeto?

un tú le es dirigido bajo el régimen del"tú mlamu", 1;Mtl,


nos arrastra cada vez más rápido hacia la subjetividad
entonces, deviene también el que se dirige a sf mlamu,
moderna) comienza una relación de sí mismo consigo
que se llama o que se interpela. O bien es así que devlr-
mismo que constituye esa presencia a sí. En efecto, bas-
ne ego, es así que un cierto "uno", un supuesto "uno",
ta con que se le diga al alma "conócete a ti misma", cog-
deviene ego. Y esa interpelación indica entonces un "en-
nosce te ipsam -es decir que se renueva con el alma el
tre", un entre tú y yo, que en San Agustín sucede entre
mandamiento socrático, dice San Agustín (siempre en
Dios y yo: es Dios quien me dice "conócete a ti mismo".
el mismo pasaje del tratado de la Trinidad)-, para que
Y es entre Dios y yo que se abre todo el espacio de las
con la simple enunciación te ipsam, "ti misma", el alma
Confesiones, es decir lo que nos entrega también el pri-
se conozca a ella misma, cognoscit se ipsam. Es decir que
mer modelo de ese desahog'fl, para decirlo con un térmi-
le basta ser designada en su identidad para conocerse:
no romántico, del sujeto, abr1endo así una serie que pa-
lo que quiere decir también que fuera de eso no hay
sará por Montaigne, Descartes, Rousseau o Proust. Pero
nada que conocer, que el se ipsam, el sí mismo, o si quie-
ese espacio entre Dios y yo es también el espaciamiento
ren el conocer que yo soy mí mismo, es la misma cosa
entre deus intimior intimo meo, dios más íntimo a mí que
que conocerme a mí mismo. Yo soy mí mismo, en algún
yo mismo, y mí mismo. Al mismo tiempo que remite al
sentido me agoto en esa propiedad de ser mí mismo. Es
otro remite al mismo en su suposición más supuesta,
eso lo que soy, fundamentalmente. Esa propiedad de
si puede decirse, más íntima. La suposición última es
ser mí mismo es la propiedad más propia, la propiedad
de todas las propiedades. esa intimidad, más íntima a mí que yo mismo que es la
intimidad de Dios en mí. La suposición del otro, bajo la
Aquí sale a la luz algo que tendrá una gran impor- posición del mismo, sosteniendo la posición del mismo,
tancia para todo lo que sigue, aquí surge la puntuali- es la condición y quizás la condición decisiva del sujeto.
dad del sujeto. La puntualidad siempre ha estado allí, Es decir, también, tanto el otro supuesto como mismo,
latente, pero aquí es verdaderamente evidente y está corno el mismo supuesto corno otro.
indicada, más precisamente, como una puntualidad
enunciadora y receptora al mismo tiempo. Es el asunto 12. Quinto momento: Descartes, evidentemente. En
de esa llamada, de ese dictamen: cognosce te ipsam: ella cierto sentido, todos los elementos del ego sum están
no solamente comprende, dice San Agustín, sino que ya dados. Y lo que se agrega, con Descartes, son de al-
comprende de inmediato, eo icto, en ese golpe, por ese guna manera tres determinaciones que van a producir
golpe, de un solo golpe. lctus es el golpe, el choque, y el "yo" completo del sujeto. Esas tres determinaciones
es también el latido de la medida, o de las gallinas. La son: la necesidad, la temporalidad y la sustancialidad.
suposición deviene la suposición de una enunciación Esas tres determinaciones, que eran latentes, virtuales,
o de un dirigirse del sujeto al sujeto, en un golpe, un salen ahora a la luz. Primeramente la necesidad. La su-
latido de interpelación. Hay una dirección, una palabra posición del sujeto en Descartes se vuelve estrictamen-
dirigida, el ego se conoce como ego en la medida en que te necesaria, como bien saben, a través de la duda. La

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34
¿Un sujeto? El supuesto sujeto

duda permite no solo llevar a la pureza absoluta a ese todo el tiempo que pienso. Así, no todo pensamiento
yo que piensa dudando, y que piensa "que puesto que es el pensamiento ego sum, pero todo pensamiento su-
dudo, hace falta que sea algo". Eso no solamente lleva a pone como fondo el ser de ego. Y todo ego supone como
ese "yo" a su claridad absoluta, sino que lo lleva nece- fondo un "pensarse", pensar es pensarse. Pensarse no
sariamente. Lo único que puede hacerse es llegar hasta es una determinación suplementaria que se agrega, es
allá. Esta suposición no es una suposición en el sentido por el contrario una determinación de suposición nece-
de una hipótesis, o bien es una hipótesis coactiva, es la saria. Por otra parte, esa presencia a sí se hace presente,
hipótesis contra la que no se puede hacer nada y que presente temporal, presente del instante. Ictus de una
sin embargo no está probada, no está demostrada. El presencia del ser que aparece y desaparece a cada mo-
ergo que se encuentra en el texto del Discurso, Lacan lo mento. (Volveremos a encontrar las consecuencias de
vio bien, es casi un lapsus de Descartes. Ego su m no está esto en Kant, es por eso que lo apunto). Porque lo que
demostrado, es una inferencia necesaria pero sin prue- en Descartes se mantiene todavía inmóvil en la presen-
ba. La prueba es la evidencia. Y la necesidad es lo que tación de un presente, de ese presente de la enunciación
ha llevado a esa evidencia absoluta. Pero entonces en ego sum, en Kant será llevado al pasaje permanente del
el extremo de esa necesidad, el sujeto, que les recuerdo tiempo, e incluso como ese pasaje.
que no se llama todavía sujeto, se llama ego, el sujeto
En fin, en tercer lugar, la sustancialidad. Lo que está
deviene entonces la suposición del ser mismo, del único
supuesto en el ego sum es el ser mismo, el fundamen-
ser, en todo caso, sobre el que fundarse. Aquello de lo
to del ser o el ser-ego como el mínimo absolutamente
que hemos determinado la necesaria estructura de su-
necesario de ser. Pero entonces ego qui sum se supone
posición no es una instancia entre otras, es el ser mismo
a sí mismo como algo. Ahora bien, en el instante de su
el que está supuesto y que se supone como el "yo soy",
ego sum, yo existo. enunciación él es nada. El ego su m, en cierto sentido, no
es más que su flatus vocis (Lacan, que yo sepa sin temati-
Segundo elemento, la temporalidad. Ego sum es zarlo, lo vio muy bien). Y no toma consistencia más que
verdadero, dice Descartes, tantas veces como lo pro- atribuyéndose inmediatamente la consistencia de una
nuncie o lo conciba en mi espíritu. Tantas veces como cosa, hace de su existo una cosa, es decir también, para
lo pronuncie: lo que en San Agustín estaba dirigido, Descartes, sustancia, la cosa pensante. Una sustancia
cognosce te ipsum, se vuelve simple declaración en pri- cuya esencia toda o cuya naturaleza es solo pensar.
mera persona: ego sum. Tantas veces o, incluso, en la
A propósito había dejado de lado hasta ahora el
segunda Meditación: "mientras piense ( ... ) si dejo de
motivo de la "sustancia". Hasta aquí habíamos tenido
pensar, dejaría al mismo tiempo de ser o de existir". Ego
el motivo de la suposición como relación a sí, noesis
sum, entonces, es verdadero cuando lo pienso o cuando
noeseos. No habíamos encontrado todavía, o apenas,
lo digo, es decir en el momento en que lo pienso ese
lo que nos entrega por primera vez una palabra de la
enunciado es adecuado a la realidad. Ego sum es real
familia del subordinado, de la suposición y del sujeto,

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37
¿Un sujeto? El supuesto sujeto

la palabra sustancia"". La palabra "sujeto" no existe en esencia y a veces también como sustancia. Es decir, lo
Descartes en el sentido que conocemos, y es totalmen- que no está relacionado con un lzypokeimenon, sino que il!
te falso, históricamente, decir "el sujeto cartesiano". es por sí mismo hypokeinzenon, eso bajo lo cual ya no
Encontramos, por el contrario, la palabra "sustancia". hay nada. En la escolástica, ltypokeimenon se traducirá
La cogitatio es el atributo de la sustancia, que es para como subjectum y ousía como substantia. Pero lo que más
Descartes la mens, el espíritu. ¿Qué es una sustancia? nos debe interesar es que en Aristóteles hypokeimeuon,
Descartes mismo lo dice, retomando definiciones que lo-que-está-puesto-por-debajo, es el alguien: es ekaston,
vienen de la escolástica: "toda cosa en la que reside in- un "cada uno". O bien, en latín escolástico, el singuiare
mediatamente o por la cual existe algo que concebimos, suppositum, el singular supuesto, supuesto a todas sus
es decir, alguna propiedad, cualidad o atributo, del que propiedades o cualidades. Para Aristóteles, un hombre,
;.,,,
tenemos en nosotros una idea real, se llama sustancia" cada hombre, ekastos, un hombre o un caballo singular,
(II• Respuesta, Definiciones). La sustancia es lo que está individual, he ahí "lo que está bajo las propiedades", lo
¡
supuesto por y para algo, su sustrato, su relación. propio mismo. 1

. i

(Diría al pasar que cuando Lacan escribe "el sujeto Así, la sustancia introduce otra consideración de la 1

cartesiano es el presupuesto del inconsciente" -en los suposición, pues es más la de una posición relacionada
Escritos 2, página 798-, no retiene en ese momento más con la del gesto, pero también porque remite más bien
que el aspecto de enunciación del ego su m, olvida la sus- a lo empírico, a lo sensible, a lo concreto, a uno de los
tancia o la sustancialidad que en seguida le es supuesta que llamamos individuos. La sustancia hace señales en
al ego. Y es sin duda lo que queda por interrogar en el dirección a la experiencia, esa sería la experiencia como
sujeto lacaniano: ¿sustancia o enunciación? Es decir, supuesto, mientras que el gesto, apuntando en direc-
dos modos diferentes de la suposición.) ción contraria, la de pensarse, haría señas, digamos,
Hay que decir una palabra sobre la historia de la hacia una trascendencia. Pero les recalco que lo que es
sustancia. Esta viene de Aristóteles. La sustancia, cuyo común a esos dos órdenes de la suposición es que, a
nombre latino quiere decir "puesto-debajo", es la tra- fin de cuentas, ambos le conciernen al "uno". Podría
ducción del griego lzypokeimenon. Hasta aquí, la suposi- decirse: por un lado el gran Uno, la trascendencia del
ción la hemos enfrentado más bien como un gesto, ¿no Uno o como Uno y del otro lado el pequeño uno, la 11111
'

es así?, el gesto de suponer, de suponerse él mismo de- multiplicidad de individuos. Pero fuera de eso, que es
viniendo gesto de dirigirse a sí mismo. Pero del lado de tal vez ya mucho, siempre se trata del uno.
la sustancia la suposición es una posición, es la posición
13. Ese segundo aspecto de la suposición, la suposición
de lo que en Aristóteles se llama ousia, traducido como
sustancial, conduce a tres observaciones.
Primero, y para permanecer cerca de Descartes, evi-
* Recuerde el lector que en francés las tres palabras tienen la misma
raíz. Ver nota página 14. [N. del T.] dentemente la sustancia pensante no es conocida por sí

38 39
¿ U11 sujeto? El supuesto sujeto

misma. Para toda la tradición aristotélica, la sustancia o un solo golpe, y al mismo tiempo de un golpe que es
el ser singular no es cognoscible por sí mismo, sino solo también, como decía recién, un corte temporal, un pre-
a través de sus cualidades, a través de sus accidentes: sente temporal.
ese ser singular tiene el cabello negros, anteojos, habla Segunda observación: alejándose de Descartes, yen- 11,
francés, etc. Pero no se lo puede conocer por sí mismo. do más bien hacia lo que sigue, se tienen dos esquemas
Esto sigue siendo cierto para Descartes, que en efecto de la suposición que se superponen y comienzan tal vez
dice que a la res cogitans, o a la mens, la sustancia pen- a mezclarse. Hay un esquema de cada uno, del ekastos
sante, no la puedo conocer por sí misma. La conozco o del tis, dado en acto a la experiencia. Yo diría la su-
por su atributo que es la cogitatio. Sin embargo, el pen- posición como posición de un don actual. En acto nos
samiento como atributo de la mens no se distingue de es dada una existencia, en una especie de antecedente
la sustancia más que por una distinción de razón, dice absoluto, que impide toda otra presuposición. La sus-
también Descartes (Los principios de la filosofía, parte I, tancia está allí, al igual que para Aristóteles, en efecto,
sección 62), es decir que no hay más que una distinción la percepción está allí, dada, donante, la percepción del
formal, lógica, pero en realidad no hay distinción. El mundo y de las cosas que son en el mundo, las sus-
atributo "pensamiento" no es realmente distinto a la tancias. No hay más génesis que suponer, si quieren.
sustancia pensante. La propiedad a través de la cual El otro esquema de la suposición es el de un gesto, es
conozco la cosa pensante, a saber el pensamiento, la un esquema de génesis o de producción de engendra-
cogitatio, equivale a la cosa misma. Es entonces como miento o de creación. La suposición es una operación
si conociera el soporte mismo de la propiedad. En con- que hay que producir y que se produce a sí misma.
secuencia, se puede decir que con Descartes se trata de Tenemos al sujeto como dado o al sujeto como operado.
una apropiación de la sustancia por sí misma, o que el Lo supuesto dado, casi retirándose a sí mismo la posi-
sujeto verdaderamente pone su suposición o se pone bilidad del"sup". O bien el sujeto como el"suponerse
suponiéndose. Esta apropiación por sí misma de la sus- a sí mismo", el gesto que se apropia de su propia supo-
tancia es totalmente ajena al espíritu de Aristóteles. Con sición o fundación.
Descartes la psyche, en todo caso la psyche del hombre,
deviene la mens misma como energeia, es decir, como Tercera observación: ellzypokeimai, el"ser en la base
ser en acto. La dimensión augustiniana o plotino- de", en el fundamento, es también lo que nos obliga
agustiniana del acto es retomada aquí como sustancia. ahora a recuperar, si oso decirlo así, ese otro sentido
Para Aristóteles, ciertamente, la sustancia es acto pero, de "sujeto" que es más propiamente el sentido del sub-
en tanto que acto, no se conoce como sustancia. Con jectum latín, y que trabaja en el latín tardío, luego en el 11 ,¡

Descartes se tiene, si ustedes quieren, al ser que se su- francés, al punto que en la época de Descartes es sobre
pone necesariamente a sí mismo y que se obtiene y se todo conocido en ese otro sentido, a saber, el sentido
conoce a sí mismo en acto en esa auto-suposición. De de la sujeción. Hypokeimai es también "estar doblega-
do por", sometido a una autoridad. Subjectum tiene

40 41
¿Un sujeto? El supuesto sujeto l
primero ese sentido en latín, de allí la palabra sujeción siado tiempo. Así también con la constitución del sujctu
en francés, luego el "súbdito" de un príncipe, en ale- del empirismo, del sujeto de las facultades. Esas etapa11
mán Utertan, el que está sometido. Es de los alemanes serían necesarias para hacer un recorrido completo,
(Leibniz, Kant, Hegel) que vendrá el sentido más pro- pero hace falta abreviar.)
piamente moderno del Subjekt, que repercutirá en el su-
jeto político. Ustedes me preguntarán qué hace aquí ese 14. Sexto momento: Kant. Con él puede decirse que se
sujeto de sujeción, de la dependencia. Probablemente tiene el despliegue y la instalación del sujeto moderno
no hace nada, revela otra historia. Pero esas historias se de la filosofía en sus características más importantes. Se
cruzarán y es inútil solamente lanzar una indicación, la dice siempre que la revolución, la llamada revolución
indicación de que ese sujeto de la sujeción es un sujeto copemicana de Kant, ha consistido en hacer girar en tor-
que no está debajo en el sentido de un soporte o de un no al sujeto lo que antes giraba en tomo al objeto. Es de
fundamento, sino que es un sujeto que está rebajado, hecho lo que el mismo Kant dice. Pero al mismo tiempo
que es arrojado abajo. Es eso lo que viene del latín sub- hay que subrayar que a ese sujeto no se llega más que a
jectum, arrojado abajo. partir del objeto. Es decir, a partir de eso que Kant lla-
ma la experiencia posible. Es de la experiencia posible,
Un ser-arrojado del sujeto no lo encontraremos en la del mundo, la que hace del mundo la razón finita que
la filosofía antes de Heidegger, quien habrá querido es la nuestra, que se remonta uno a las condiciones de
pensar en el lugar del sujeto cartesiano algo así como posibilidades a priori de esa experiencia posible. Así, el
un ser arrojado. Pero quisiera señalar eso para indicar sujeto está aquí más estructurado que nunca por la su-
inmediatamente que por una simple proximidad de posición: ¿qué hay que suponer como condiciones para
términos ese ser rebajado, ser arrojado, bordea muy que esa experiencia que tenemos sea posible? Esa es la
curiosamente al ser supuesto, en el sentido en el que pregunta que Kant llama trascendental. Pero así como
la suposición es una elevación en dignidad, pues se esa experiencia que no es posible más que al interior
llega cada vez más al fundamento. Tal vez ese bordeo de ciertos límites, los de la sensibilidad, los del enten-
produce sordamente efectos en el destino político de la dimiento y los de la heterogeneidad entre los dos, así
palabra sujeto. Es esa misma palabra la que dará, no mismo el sujeto va a estar en sí mismo dividido. De esta
mucho después de Rousseau y gracias a él, el sujeto del manera, con Kant es el uno el que de pronto escapa. Su
derecho y del contrato como un sujeto activo, libre, res- suposición se mantiene, pero como suposición vacía (la
ponsable, totalmente opuesto al súbdito de su majestad. de Dios o de un alma racional, si ustedes quieren). El
(Voy a tener que ir cada vez más rápido, pero tam- sujeto transcendental está él mismo, de entrada, divi-
bién para decir cosas que sin duda son cada vez más co- dido en facultades. Es el sujeto de la facultad de cono-
nocidas. Haría falta pasar por Leibniz, y por la mónada cimiento o el sujeto de la facultad de desear, o el sujeto
leibniziana, pero no lo hago, pues como probablemente de la facultad de placer o de displacer. El primer sujeto
ustedes conocen menos esas cosas, nos tomarían dema- supuesto por la naturaleza, el segundo supuesto por la

42 43
¿Un sujeto?

moralidad, el tercero por el arte y por el pensamiento


de la finalidad en general. Esos sujetos se llaman res-
El supuesto sujetc1

Y no lo puedo hacer tampoco en las otra11 lmthuwl"lll


de la subjetividad. En efecto, el sujeto de la moralldnd,
'
pectivamente el entendimiento, la razón, la facultad de el sujeto de la razón práctica, no es otra cosa que el1na
juzgar. Por otra parte está el sujeto empírico, es decir, jeto en tanto que libertad. Y así como al sujeto teórlcu,
el sujeto tal como se lo encuentra en la experiencia, el al sujeto en tanto que libertad tampoco se lo puede
cada-uno fenomenal, que es un objeto, como todo fe- conocer. Muy pronto ese sujeto se encuentra en una
nómeno. Pero desde ese sujeto empírico no se remon- posición de sometido, como al que se le ha dirigido el
tará jamás hacia una sustancia una, trascendente, que famoso imperativo categórico. La libertad se dirige a sí
sería la sustancia del sujeto. La suposición, entonces, ha misma no como un "conócete" sino como un actúa". 11

cambiado completamente en el gesto trascendental de En el" actúa" el sujeto es el sujeto de una sumisión que
las condiciones a priori de la posibilidad. Pero a un yo es sumisión a la suposición absoluta e inaccesible de su
sustancial no lo podemos conocer, es un ser de razón o libertad.
de ficción. No hay, como dice Kant, psicología racional.
Esto quiere decir: la razón no es un alma, menos aún un Finalmente, el sujeto del placer y de la finalidad.
espíritu divino. La sustancialidad está perdida de dos Sería justamente allí, podría decirse, donde Kant busca
maneras: está perdida en una funcionalidad de las fa- la unidad de todo el sujeto, que estaría en el libre acuer-
cultades y está perdida en una psicología que tal vez no do de las facultades. Pero precisamente ese acuerdo
es más que empírica, o en una antropología. Se produce es para Kant solamente subjetivo. He aquí, tal vez por
así una antropologización, si es que puedo decirlo así, primera vez, la palabra subjetivo en su valor moderno
11

que abre todos los usos banales modernos de la pala- de solamente subjetivo". La unidad de un sujeto en
bra sujeto, donde se mezclan valores de individuo, de el placer no puede ser más que postulada. O incluso
agente, de responsable y de existente simplemente allí, está en el límite, se pierde dándose (eso es para Kant
errático, todo eso a la vez. Bajo el efecto de este estallido lo sublime). Y al mismo tiempo es muy destacable que
del sujeto la suposición aparece más pura, más desnu- con esa subjetividad se introduzca también una plura-
da, más nítida que nunca, y al mismo tiempo deviene lidad de sujetos. El acuerdo del libre juego de las facul-
suposición enteramente formal. "Bajo" las facultades, tades debería ser, idénticamente y al mismo tiempo, el
así como "bajo" el yo empírico, solo hay "yo" trascen- acuerdo de todos los sujetos dados en la experiencia, su
dental como una pura forma lógica. Hay que suponer acuerdo en una comunidad que, al no poder realizarse
para que "mis representaciones sean mías", pero "ni ella misma como sujeto común sustancial, es al menos
siquiera nos preocupamos de su realidad" dice Kant*. para Kant la comunidad de la discusión. Discutiendo
Pero no puedo acceder a la sustancialidad de esa forma sobre lo bello y los fines se postula, aun cuando sea
vacía, de ese punto. hasta el infinito, el ideal de una humanidad racional, el
acuerdo de los sujetos empíricos y al mismo tiempo la
* Kant, Crítica de la razón pura, op. cit., §16. [N. del. T.] realización final del sujeto. La suposición se hace pro-

44
45
¿Un sujeto? El supuesto sujrto

yectos o proyección, se hace acción o sueño (no exami- no es sustancia sino sujeto. Lo que quiere dll'dr '1"' .,.
no aquí este punto). movimiento de ponerse a sí mismo. Pero ponerht • •1
mismo quiere decir, desde ahora, ponerse a travt'a d~t
La suposición alcanza aquí, entonces, su máximo,
ese vacío de la sustancialidad que ha sido abierto por
en dos sentidos: por una parte, el lugar del sujeto está
Kant. Ese vacío de sustancialidad corresponde al mun-
completamente ocupado por lo trascendental, es decir
do de la experiencia. El sujeto es lo que es al devenir
por la determinación de lo que la experiencia supone
lo que es, atravesando lo que no es él mismo. El sujeto
como sus condiciones, pero sin un acceso a la sustancia
en la experiencia deviene otro que sí mismo y es así
del sujeto. Por otra parte, la suposición de la libertad se
que deviene absolutamente sí mismo. Es la experiencia
hace mandato, acción y práctica de la comunidad de su-
de sí mismo como otro y del otro como sí mismo. Hay
jetos empíricos que se regla según la idea de un sujeto
un gran modelo allí detrás, una suposición de todo el
final, postulado ahora fuera de alcance. De esta forma,
hegelianismo, justamente el modelo erístico. El Cristo
de todas las maneras, el acto o la actualidad de la sus-
deviene lo que es al atravesar la muerte, es decir, la ne-
tancia está fuera de alcance. El cada-uno de Aristóteles
gatividad de la condición finita. El sujeto hegeliano es
ya no tiene su consistencia de dado-en-acto, o bien, su
fundamentalmente el sujeto que se apropia de sí mis-
donación empírica permanece a distancia infinita de su
mo a través del movimiento de incorporar su propia
asunción en sujeto-de-sí. Es esta distancia la que Hegel
negatividad.
intenta reabsorber.
El primer momento de esta negatividad es el len-
15. Séptimo y último momento entonces: Hegel, como guaje. El lenguaje, dice el comienzo de la Fenomenología
es debido. Con Hegel, no se preocupen, iremos rápido, del espíritu, es lo que en primer lugar niega la presencia
para concluir, pues todos los elementos están dados. sensible. Digo "ahora es el día", luego lo vuelvo a decir
Allí donde el sujeto kantiano ha estallado entre la mul- a medianoche y ya no es verdad, el día ya no está allí,
tiplicidad empírica de la existencia y la determinación pero la verdad, como dice Hegel, la verdad no pierde
transcendental misma dividida en facultades, Hegel nada de lo que debe ser conservado. Esa verdad conser-
restituye la sustancia. La restituye produciendo su úl- vada en la ausencia de la cosa es la verdad del sujeto. Y
tima forma, su forma acabada. Hace de la sustancia un al final del movimiento que comienza con esta negativi-
movimiento, o un proceso, el proceso de relacionarse- dad del lenguaje está el sujeto, que atravesando toda la
consigo mediante el cual el sujeto deviene lo que es. El negatividad, la de la historia, la de todas las formas de
sujeto se produce pasando por su propia negatividad. la experiencia, deviene sí mismo, el sí mismo, ponién-
Hegel hace la síntesis de las suposiciones, del gesto dose absolutamente en el fondo de su propia operación.
operatorio de suponerse y del gesto posicional de la Ese fondo aparece entonces como una cumbre, un tro-
sustancia. Esta síntesis es el sujeto en sentido hegelia- no, como lo dicen las últimas frases de la Fenomenología
no. Por eso el gran enunciado de Hegel: lo verdadero

46 47
¿Un sujeto? El supuesto sujeto

del espíritu: "la certeza de su trono""". La suposición se pone. Su unidad, su ser-uno, es entonces absoluta a la
revela corno superposición. Pero, al mismo tiempo, el vez que está absolutamente hundida en su suposición.
fondo y el trono que de esa forma han sido ganados, 16. Así, esa gigantesca máquina de la suposición,
solo han sido ganados mediante, y como, la travesía de que va de Anaxágoras a Hegel, revela la lógica abso-
la negatividad. Esta travesía Hegel la señala con otra luta de la suposición. Pues o bien la suposición sería
palabra, que designa el otro lado de la cristología: el un encadenamiento infinito que exigiría siempre otra
calvario. La certeza de su trono y el calvario. El trono suposición, o bien hay un tope, que sería el"uno", cuyo
guarda en sí al calvario y de esta manera el calvario es estatus está, precisamente, siempre cuidadosamente
el trono. Así se alcanza "la concentración en sí misma ocultado. Hoy concluyo entonces ahí: en su sentido
de la sustancia en tanto que saber de sí"**. El saber de acabado, el sujeto es la suposición pura, en tanto que
sí, completamente concentrado en sí mismo, ha deve- la suposición pura se abre sobre su propia negatividad
nido presencia a sí absoluta, sin resto. Pero al mismo de suposición. Y al mismo tiempo, ese sentido acabado
tiempo, esta presencia a sí no es más que presencia a del sujeto se corresponde, por cierto, al estallido de sen-
lo negativo que forma su recurso, su resorte esencial, tidos del sujeto en tantos sujetos como facultades hay o
a lo negativo de la sustancia que es su sustancia mis- en tantos sujetos como instancia de existencia hay en el
ma. El sujeto edifica su trono sobre el calvario de su mundo de la experiencia.
sustancia, y entonces se debe producir una presencia
pura, tan vertiginosa e infinitamente supuesta a sí, que
es indefinidamente tanto presencia a sí completamente
acabada, plena y sin resto, como pérdida absoluta y
continuamente renovada de sí misma. En su sentido
acabado, en su sentido pleno, completo, pero también
históricamente acabado, cerrado, concluido con Hegel,
el sujeto es la suposición pura. Se pone en la medida
exacta en que se su-pone él mismo, y esta suposición es
su propia negación. Así, la suposición es el movimiento
de incorporar esa negatividad como suya, como propia,
El sujeto solo se pone en la medida misma en que se de-

~ G.W.F. Hegel, Fenomenología del espíritu (Valencia: Pre-Textos,


2006; Edición y traducción de Manuel Jiménez Redondo), 914.
[N. del T.]
n ibíd., 913. [N. del T.]

48 49
ALGUIEN

Retomo la conclusión de la primera exposición, que es


la siguiente: a lo que conviene llamar sujeto en la filo-
sofía, según la lectura de la tradición filosófica que les
he propuesto, es a la suposición de sí mismo, o bien a
la sustancia en tanto que supuesta por los accidentes o
por las cualidades, pero no suponiendo nada ella mis-
ma, y dotada de la propiedad de suponerse ella misma.
Esta deviene así el proceso infinito de auto-constitución
o de su auto-engendramiento, como se ha visto operar
de Anaxágoras a Hegel, desde la suposición de que el
orden del mundo se supone él mismo o como nous or-
denador hasta la deposición de sí mismo y de la sustan-
cia en lo negativo mediante la cual el sujeto conquista,
en suma, el abismo de su suposición (o bien se abisma
en él mismo). Por consiguiente, el supuesto sujeto en su
tautología debe y puede tomarse en dos sentidos:
Primeramente, quien dice sujeto dice presuposición
de sí mismo o, mejor, quien dice sujeto dice el "sí mis-
mo" como presuposición o como auto-presuposición.
De allí hay que extraer que el sí mismo filosófico está
esencialmente en esa dimensión de lo pre o de lo antes,
de la precedencia, de la antecedencia. Pero eso para

51
¿Un sujeto? Alguien

post-suponerse. El sí mismo filosófico está siempre hace que en Kant no haya otro sujeto verdaderanwnh•
más allá de lo que es, pues precisamente puede y debe asignable, salvo una forma vacía, un "yo" formal. En
volver siempre al infinito de su presuposición. Jamás Nietzsche deviene el sujeto como efecto de ilusión, de
ha terminado, como dice Hegel, de dejar "espumearle proyección, como fantasma o como espejismo.
a él su infinitud"*. Podría decirse: está antes o después,
nunca está allí, nunca es alguien que esté allí. l. Con esos dos valores opuestos podemos sopesar los
debates y los malentendidos que he evocado al comen-
Lo que quiero retener, para orientar mi charla de zar y, principalmente, el que parece oponer, respecto al
hoy, es que para el sujeto de la presuposición, que es sujeto, psicoanálisis a filosofía. En la medida que "su-
siempre también el sujeto de la post-suposición, hay jeto" quiere decir esa presuposición o bien la posición
una dimensión que no es la suya, que es simplemente del supuesto de la suposición, la palabra sujeto soporta
el presente o la presencia. De cierta manera, el sujeto inevitablemente la carga histórico-teórica que he resu-
no está nunca presente, aun cuando el auto-engen- mido. Y es por eso que se ha hablado con todo derecho
dramiento, la auto-constitución y la presuposición en de "fin del sujeto". El"fin del sujeto" no quiere decir,
general impliquen la presencia a sí. El punto de articu- para nada, que el desdichado sujeto haya caído en el
lación de mis dos exposiciones es la interrogación sobre olvido, o que los individuos o los "unos" de los que
lo que falta de presencia efectiva en la presencia a sí. A volveremos a hablar hayan desaparecido. No se trata
título de presuposición, el sujeto no es nada más que la en ningún caso de eso. El "fin del sujeto" quiere decir,
infinita identidad de una precedencia que se traspone de manera muy precisa y muy rigurosa (de manera
en la infinita identidad de una sucesión. Ese sujeto ya exactamente análoga a lo que quiere decir la expresión
siempre ha advenido y está siempre aun por venir. Pero "el fin de la filosofía"), que toda esa problemática de la
cómo es que está presente, si es que alguna vez lo está, constitución del sujeto filosófico está cerrada, que está
es eso lo que está en cuestión. cumplida, que no puede usted agregar nada al sujeto
En segundo lugar -es lo que vuelve también en la hegeliano. Eso no quiere decir que se va al tacho de la
¡¡

historia de la filosofía, discretamente con Descartes, basura de la historia. En filosofía no hay tacho de la ba-
luego con Kant, luego con Nietzsche y Freud-, está la
suposición en el segundo sentido, que es inseparable
del primero, el sujeto como algo desvanecido, como
sura de la historia. Por el contrario, en la filosofía como
en otras partes hay problemáticas que se cumplen, que
se concluyen. Esos cumplimientos mismos son acon-
¡
[1'

ilusión: el sujeto como consistencia o como presencia, tecimientos activos de la historia. Lo que quiere decir
1¡¡1

en el sentido de la estabilidad, de la permanencia y de que con el cumplimiento de la clausura hegeliana ha


la cohesión, termina por aparecer y por aparecerse a comenzado a manifestarse, a salir a la luz, el abismo de 1111
11
sí mismo como no siendo más que suposición. Lo que la presuposición. 11,
,¡¡

• Ibíd., 914. [N. del T.]

52 53
¿Un sujeto? Alguien

El abismo en dos sentidos: el abismo en el sentido la negación del fin del sujeto. Mientras que si el psi-
heráldico de la palabra, que se escribe con una "y", es coanálisis, según un título y un pensamiento célebres
decir el hecho de porer, de repetir una figura en el cen- e importantes, es intermirtable, tal vez aquel sujeto, ese
tro de ella misma, como en un blasón donde se pone un sujeto del inconsciente tomado como pre-suposición
pequeño blasón en abismo en medio del blasón"". Ese de la conciencia, ya no adviene nunca más. Y si el psi-
es precisamente el movimiento de la presuposición. coanálisis se comprende de otro modo, y comprende al
Pero este abismo en el sentido heráldico forma también inconsciente de otro modo que como el presupuesto de
un abismo, es decir, un precipicio sin fondo, y es así la conciencia, que es según varios puntos de vista lo que
que el sujeto hegeliano aparece tanto como plenitud y Lacan introduce, entonces yo diría que el psicoanálisis
consistencia absoluta que como precipicio infinito de puede todavía llamar "sujeto" a eso o ese del que se
su propia relación consigo mismo. En este sentido tene- ocupa, pero no trata ya más del sujeto de la filosofía. Por
mos fundamento para hablar de "fin del sujeto", y este mi parte, yo estaría muy inclinado a pedir al psicoanáli-
fin del sujeto marca necesariamente el comienzo de otra sis que cambiara la palabra, para que se vea más claro,
problemática del sujeto. incluso si creo adivinar un poco lo que el psicoanálisis
escucha resonar detrás de la palabra sujeto, y que no
Es por esto que el psicoanálisis mantiene con la pala- está tan lejos, quizás, de lo que quiero hablarles hoy, de
bra "sujeto" la noción o el valor de una presuposición, de lo que queda por pensar después del fin del sujeto.
un precedente y de una sucesión interminable del sujeto
por y sobre sí mismo. Y entonces ese discurso psicoa- 2. Intentemos entonces hablar de eso. Una vez hechos
nalítico -no hablo aquí de práctica, por cierto-, está los preparativos, se vuelve claro que para salir de la
atrapado en el mismo régimen que la filosofía, está en el presuposición no basta con corregir un poco el sujeto
régimen de la filosofía y está, entonces, en el régimen del de la presuposición. No basta decir, como escuchamos
sujeto. Es evidentemente, inevitablemente, lo que pasa a veces: "por cierto, el sujeto no es en ningún caso el
si el inconsciente se toma o se comprende como el pre- gran sujeto total a la Hegel, por cierto hay que matizar,
supuesto de la conciencia. Como la conciencia presupo- hay que introducir algunos límites, por cierto el sujeto
niéndose o como una conciencia antes de la conciencia no es un dominio total de su presuposición, por cierto
o como un negativo de la conciencia. Presuposición hay que admitir zonas de sombras y de decaimientos
que se realizaría durante una post-posición, es decir, la del dominio, por cierto no se es consciente de todo".
promesa de otra conciencia que vendrá después, que
Pero no estar consciente de todo no tiene que ver, es-
vendrá por ejemplo en el fin del análisis, justamente.
trictamente, con el concepto denominado inconsciente.
El fin del análisis estaría entonces comprendido como
Admitir eclipses o decaimientos de la presencia a sí, de
la presuposición, permaneciendo formal y fundamen-
• Mientras que en español ambos sentidos, el heráldico y el de
profundidad, se designan con la misma palabra, en francés se talmente en un pensamiento de la precedencia infinita
utilizan "abyme" y "allíme", respectivamente. [N. del. T.]

54 55

'!·
¿Un sujeto?

de la presencia en sí misma es no cambiar nada, es sim-


Alguien

hacía usando la palabra subversión. Una subvrr•lt\n '"


'
plemente ablandar el pensamiento. Y ese pensamiento lugar de una substancia. Dicho esto, no requerl ré m1b lA
blando acepta tácitamente algo, a saber, que habría acto palabra. Más bien, indico de inmediato de qui- dcob&~riA
que no sería desigual al ser, habría sujeto en acto que tratarse allí, en ese lugar mismo de la presuposición, NI
no sería para nada equivalente a ser sujeto. Se acepta así se termina con la doble lógica de su abismo: el encierro
que el existir no desembocaría realmente en la existen- en sí, o la caída vertiginosa fuera de sí. En ese lugtlr
cia. Y se está presto a decir que eso es la finitud, el sujeto se trata de interrogar quién está allí en el lugar mismo
finito. Se lo confunde con lo incompleto, lo provisorio, de la sustancia, en los dos sentidos de la expresión: es
la semi-medida. En consecuencia, se contenta uno con decir, en el sitio mismo donde la sustancia se supuso,
una política de los derechos humanos o con una moral presupuso, y al mismo tiempo en el lugar de, en reem-
de valores, a falta de pensar que se pueda tener una plazo de la sustancia. Insisto mucho en eso: todo debe
política del estar juntos o en común de los sujetos o una pasar al lugar mismo de la sustancia, al lugar del sujeto.
ética del estar juntos, de la relación efectiva de los su- ¿Pero qué es lo que pasa?
jetos. Se renuncia, en nombre de una pseudo-finitud, a
pensar radicalmente la finitud. 3. ¿Qué es la sustancia si esta no funciona como sustan-
cia? Esa es una forma de la pregunta que tuve ocasión
La cuestión abierta por el fin del sujeto es la de llegar
de plantear hace algunos años bajo la forma: ¿quién
al corazón mismo de su concepto, a saber, justamente la
viene después del sujeto? Ese era el título, devuelto por
presuposición, e intentar allí ser radical, es decir, tomar
la redacción por cierto, de la revista "Confrontations"
las cosas por la raíz. ¿Y qué sería aquí la raíz? Sería quizás
(1989 n 2 20) en una formulación más sugestiva: ¿des-
precisamente el lugar donde la suposición está desarrai-
pués del sujeto quién viene? donde el sujeto volvía a
gada, arrancada de su proceso infinito. Deleuze diría
ser sujeto de esa venida de alguien otro que él. Yo había
que es el lugar en que hay rizoma, no raíz, y sin duda
pedido responder esta pregunta a una quincena de fi-
esa oposición del rizoma a la raíz tiene relación con una
lósofos franceses contemporáneos no menores, y de los
deconstrucción de la presuposición. Por mi parte, para
cuales encontrarán las respuestas en ese volumen.
seguir rindiendo homenaje a Lacan, diría que tomar las
cosas por la raíz, aquí, sería dirigirse al lugar del sujeto Con esa manera de plantear la pregunta ¿"quién"? se
mismo, es decir, al lugar de la suposición, al lugar de hacía el primer paso necesario, que es pasar de "qué" a ¡:
"quién". Pasar de qué a quién, o de quid a quis, es decir, ,¡
la sustancia, al lugar mismo de la presuposición, de su
principio y de su fin para considerar que la sustancia, pasar de la quididad, del ser-algo de la sustancia que l¡¡i

en lugar de subjetivarse, es decir, de suponerse y de supone la presuposición, a lo que podría llamarse una il]'
presuponerse, se subvertiría. El homenaje a Lacan es, "quisidad", del latín quis: quién. Pero el segundo paso
por cierto, la remisión al título "Subversión del sujeto remite justamente a constatar que una "quisidad" no
11
y dialéctica del deseo". Lacan sabía muy bien lo que puede consistir en una propiedad distinta del existir, l,,

56 57

]'
1

11'
¿Un sujeto?
Alguicm

del quis. El"quien" existe. Tampoco se puede decir que


como colmo de la suposición o como au e~etrttmlda_.,
es existente, corno si fuera ser algo (negro, o pesado).
como su abismo también, o si se quiere y/o comu •u
Hay allí un "ser uno" que no es la misma cosa que ser-
exceso.
un-algo. Es por eso que "quisidad" no debe mantener-
se, sería una palabra privada de sentido. Ahora bien, ese punto de extremidad, la extremidad
de la suposición que no seria ya suposición sino expo·
Es tal vez el ser-un-quien, un quis, que Descartes ex- sición, nos lo ha indicado también todo el pensamiento
perimenta en el ego sum, en el instante en que no sabe de la suposición, pero sin ponerlo realmente de relie-
aún quién es. Dice "yo sé lo que soy, pero no sé cuál ve. Ese punto es simplemente el "alguien". Podemos
soy". En el quis solo, que hace que alguien enuncie yo, encontrar a lo largo de toda la historia que recorrí la
hay solamente que yo soy, hay alguien, pero no qué. No última vez, por todas partes, al uno, la instancia de un
se sabe cuál es, de qué está hecho.
uno, la de una unidad y de una unicidad nunca pues-
El tercer paso a realizar sería comprender que es ta realmente de relieve, pero inevitablemente ligada a
justamente el sujeto mismo, el supuesto, la sustancia, el la sustancialidad de la sustancia. Eso se muestra en el
suppositum, el que viene de esta manera corno un quis. Y hecho de que la problemática del uno, de uno singular,
el que sería entonces, si puede decirse, todavía más an- no cesa de acompañar a la problemática de la sustancia
tiguo, más primitivo, más arcaico, más originario que o del sujeto, en particular en toda la gran época de la
la sustancia, en la sustancia misma, en su raíz, pero que Edad media, digamos entre Santo Tomás y de Ockham.
sin embargo no sería el presupuesto de la sustancia, no Volveremos a hablar de ello. Y más tarde, en la punta
sería su subordinado, no sería la sustancia de la sustan- del ego sum, hay alguien, tiene que haber alguien. Es
cia, la suposición infinit¡¡t. No eso entonces, sino lo que incluso alguien que en el ego sum de Descartes, en un
está en medio y en lugar de la quididad de la sustancia instante, por un ictus, en la palpitación de la "media-
como presuposición, el quis, lo que hace que la sustan- ción", es indiscernible del alguien empírico llamado
cia se enuncie presente o simplemente se presente como René Descartes. Y en la punta de la Fenomenología del
alguien. Eso es todo el argumento de la exposición que espíritu está el algo uno al que vuelve la espuma de su
quiero presentarles. infinitud. Es el uno del espíritu, el que no puede ser
el espíritu, por consecuencia el Sujeto, con una gran S,
4. Se trataría entonces del sujeto deviniendo otro en el más que siendo uno. Toda la cuestión es la del uno. En
mismo sitio, o bien del lugar del sujeto, o del lugar de la primera exposición solo hemos puesto atención a la
la sustancia en tanto que un quis, un "quien" que no es- sustancialidad de la sustancia, no hemos puesto aten-
taría ya supuesto e incluso menos suponiéndose. Pero, ción a su unicidad. En ella nos vamos a interesar ahora.
¿entonces qué? Yo diría "expuesto" o exponiéndose. Es Y todo pasa como si, al desplazar la mirada desde la
decir, a la vez presente afuera, exhibido y arriesgado, sustancialidad y su carácter supuesto hacia la unidad,
aventurado. El hilo de mi argumento es la exposición,

58
59
¿Un sujeto?

todo se desplazara, todo cambiara, no gran cosa proba-


Alguien

gunta en la entrada de una casa, ¿hay alguien?" 8l Y•


11
'
blemente pero una no gran cosa que cambia lo esencial. no se puede plantear la cuestión de la quididad, e1t1 nu
La cuestión de "alguien" es sin duda una de las cues- es la pregunta ¿qué es alguien?". Es más bien ¿qultn
11

tiones contemporáneas más vivas. ¿Qué es alguien? Por es alguien? Pero si se quiere que eso remita a una 11 qul·
11

ejemplo, y puesto que el psicoanálisis nos interesa, diría sidad", hay que comenzar por ¿hay alguien?" En la
que cuando alguien, una persona, va a un psicoanalista subversión de la sustancia, la pregunta qué es alguien
toda la cuestión es justamente saber si hay alguien allí. no puede ser planteada, pues nos volvería a llevar al
Por una parte, quien va, va tal vez justamente porque sistema de la presuposición. Pero dejando la presuposi-
no es alguien, va como alguien que se interroga sobre ción hemos dejado también ese régimen de la pregunta
11
su algo uno"*. Y el analista, por su parte, es alguien y de lo que viene a responderla, y debemos pasar de
que es y no es uno, de otra manera. Incluso en otro alguna manera a una respuesta que precede incluso a la
plano, la actualidad no para de remitimos a cuestiones pregunta "¿hay alguien?". Es decir, pasar simplemente
como: cuál es el uno de una nación, de una comuni- a esto: el que puede plantear la pregunta tiene que ser
dad, de una tribu como se dice a veces. ¿Quién está en ya alguien para plantearla. De cierta manera es lo que
Bosnia-Herzegovina, por ejemplo, quién? ¿Qué es un Descartes ya formaliza: yo que dudo y que pregunto
sujeto colectivo, qué es un sujeto individual? ¿Quién si hay solamente algo en el mundo, yo que dudo no
está supuesto allí, y quién está expuesto? puedo no ser. Está al menos ese "uno" que duda.

Al "alguien" de mi título agrego todavía, como 5. En cierto sentido es todavía la suposición, la prece-
subtítulo, el alemán jemand, "alguien", que viene del dencia. Pero no es algo-puesto-debajo, es solamente
antiguo alemán jaman, hecho de pedazos, teniendo el el acto de decir: yo soy. Ese acto habrá precedido, en
primero por raíz la eternidad o el tiempo continuo, suma, a toda pregunta. Yo diría que lo que debe hacer
Ewigkeit, y el segundo el hombre, Mann. El uno que es ahora nuestro axioma es esto: con alguien, la respuesta
siempre, cada vez, hombre. Y luego el inglés somebody, precede a la pregunta. No es: ¿hay?" sino que hay des-
11

que dobla someone. Someone es alguien" pero somebody


11
de el principio alguien, y luego se puede preguntar qué
es "algún cuerpo". Esos dos valores del alemán y del es alguien. Pero, ¿qué quiere decir eso de una respuesta
inglés podrán servimos de inmediato. que precede a la pregunta? ¿que, precediendo a la pre-
La cuestión sería entonces: ¿hay alguien? ¿hay al- gunta, justamente no es el presupuesto de la pregunta?
guien allí donde la suposición se sustrae? Como se pre- Una respuesta que no responde a una pregunta es una
respuesta que no es la solución de un problema ni lapa-
cificación de una interrogación sino que es, según la eti-
• En francés "alguien" (quclqu'un) es contracción explícita de "algo" mología de la palabra "respuesta", una garantía dada,
o "algún" (que/que) y "uno" (u11). J-L. Nancy juega en los pasajes que
siguen con la expresión no contraída ("quelque un") que no podemos es una promesa, es un compromiso. Se tiene ese sentido
sino traducir por "algo uno". [N. del. T.] en sponsus, el novio, o en sponsor, el garante, y detrás

60 61
l'
Alguien
¿Un sujeto?

aristotélico es el singularis latín, el ser singular qu• H


está el griego spendo, que significa hacer una libación
el lzypokeimenon, el sujeto, en tanto que cada uno. B1
para consagrar un acuerdo, un compromiso, un pacto.
decir, también, en tanto que es en su "ser-cada-uno",
La respuesta, en la que sin que yo quiera hablar más ven
que es verdaderamente la sustancia plena y cumplida,
que evidentemente la responsabilidad está comprome-
el eskhaton.
tida, la respuesta es la garantía dada o el compromiso
que va con la garantía, y la promesa que acompaña la La historia del ser singular pasa por Santo Tomás,
garantía. Cuando se trata de alguien, se trata ante todo por Guillermo de Ockham (les recomiendo el libro
de compromiso y de garantía que alguien da al estar de P. Alféri, Guillaume de Ocklram le singulier), Duns
allí, al estar allí en presencia, al comprometer su pre- Scoto, Suárez, muchos otros. Más allá de esa historia
sencia y entonces al exponerse. extremadamente rica del singular o de la singularidad
en la Edad media, y más allá de Montaigne, referen-
Ese compromiso de la presencia de alguien sería la
cia evidentemente mayor, está Leibniz y luego estará
misma cosa, pero de otro modo, que la presuposición.
Nietzsche y lo que nos viene de él sobre este asunto,
"Hay alguien", es muy necesario que haya alguien, y
pasando por Heidegger.
ante toda pregunta sobre su sustancia, sobre su ser, ese
alguien habrá ya siempre respondido por él mismo al 6. En esta historia, que no puedo retomar con los de-
decir "hay alguien". talles que concedí a la historia de la sustancia, se trata
¿Qué se puede decir ahora de ese algo uno? Ya lo de manera central de esto -que enuncio contrayendo
hemos encontrado en la historia del sujeto, en un lugar varias tesis juntas-: que el singular es singular no en
decisivo, muy destacable: es el ekaston de Aristóteles. virtud de un ser-singular, de un ser o de una esencia de
Ekaston es cada uno, el cada uno ofrecido a la toma la singularidad que estaría fuera de él sino que el sin-
sensible y estética, ese ekaston que, ustedes recuerdan, gular es singular en tanto que se singulariza gracias a
es también el eskhaton, el eskhaton, el último, el postre- nada distinto de él mismo "quaelibet res singularis se ipsa
ro, la meta (sobre eskhaton vean la Metafísica 19, 1035, est singularis, unum per se" dice Ockham. Esta fórmula,
31). Cada uno se compromete, se presenta y se expone "singularizarse gracias a sí mismo", "singularizarse a
como postrero, último. Y recíprocamente, sin duda, el través de su propia singularidad" es la repetición de
postrero, el último o el absoluto se compromete como la fórmula de la presuposición, pero no en la forma de
uno y tal vez como cada uno. presuposición. Pues lo singular al singularizarse por sí
mismo no se relaciona consigo mismo como con una
Ese ekaston de Aristóteles abre hacia una suntuosa
sustancia. En el pensamiento de la sustancia en térmi-
historia conceptual a través de la Edad media de la
nos aristotélicos, podría decirse que la singularidad
que no puedo darles más que algunos pequeños índi-
es el acto de la sustancia. Y el acto no es una presu-
ces muy fugitivos y furtivos, a falta de conocimiento
posición, el acto es el existir de la sustancia. El existir
suficiente pero también a falta de tiempo. El eskhaton

63
62
¿Un sujeto? Alguien

no presupone la sustancia, sería más bien lo inverso. mero en relación a la potencia. El ekaston comu C'llkllnlml
Podría decirse todavía de otra manera: cuando se pasa es también lo primero, y lo primero es el acto.
de la sustancia al cada uno, al singular, se cambia de
Del alguien que así se singulariza y se expone pu~­
registro. Con la sustancia se estaba todavía en el regis-
den discernirse tres grandes rasgos que voy a recorrer
tro del conocimiento y de las determinaciones lógicas
hoy.
-hay que presuponer un soporte de los accidentes-,
y luego en un momento dado se pasa del conocimiento 7. Primeramente está, por cierto, su unicidad, su dis-
a la existencia, se salta, se cambia de registro: esa sus- tinción, su singularidad -cada uno. En segundo lugar
tancia de la que hemos analizado la presuposición es, sí está su carácter de cualquiera -el cada uno es también
o no. Sócrates es, sí o no. Sí, Sócrates es, helo ahí a un el algo uno, no importa cuál, el todo cada uno. Y en
Sócrates. tercer lugar, el modo escatológico de su presencia. Es a
El existir singular es por sí mismo, per se. Hay aquí través de esos tres rasgos que el alguien, el uno, se dis-
un per se, "por sí mismo", que es el de la suposición, tingue del sujeto que sin embargo es, o del cual produce
pero de tal manera que el se, el sí del por sí mismo la existencia, o más radicalmente: que existe.
aquí no se presupone, no se pospone tampoco, sino Primeramente, entonces, el cada uno. Se podría
que es muy exactamente lo mismo que el existir del mostrar, prolongando la primera exposición, que en el
singular, que el acto de ese existir. Dicho de otro pensamiento de la presuposición se encuentra un rasgo
modo, en la singularización del singular ya no se tra- constante, una tendencia irresistible hacia una unidad
ta de una relación de operación de sí mismo consigo última, por absorción de todas las sustancias en una
mismo como auto-constitución, auto-engendramiento, sustancia primera y última -un eskhaton sin ekaston-,
presuposición. Yo diría que ya no hay relación poiéti- porque hace falta, en el régimen de la presuposición,
ca, de producción, no habría más que praxis, siendo que todas las sustancias terminen por estar soportadas
la praxis para Aristóteles la acción que no tiene más también por una sustancia primera y última. Hay que
resultado que el agente mismo de la acción. En cierto fundar el abismo. Es por eso que, por ejemplo, Spinoza
sentido, habría que decir aquí "el agente", más que el piensa a Dios, o a la naturaleza, como un único indi-
sujeto. Entonces nada de relación de operación, y nada viduo. Es por eso que las mónadas de Leibniz supo-
tampoco de pasaje de una potencia a un acto: la singu- nen aun a Dios, o el espíritu de Hegel exige su propia
larización no es algo que está en potencia y que viene reunión a sí, etc. Y sin embargo el pensamiento de la
a actualizarse. La singularidad, si puede utilizarse aún presuposición reconoce también algo que Hegel formu-
ese sustantivo, la singularidad -es más bien el sin- la de este modo: "la autonomía, la Selbststandigkeit -el
gular, el cada uno- es el acto mismo en el sentido de hecho de mantener para sí, sobre sí- empujada hasta
Aristóteles. Ahora bien, para él el acto está siempre pri- el extremo de lo uno siendo absolutamente para sí, es
todavía la autonomía abstracta, formal, que se destruye

64 65
¿Un sujeto? Algultn

a sí misma"*. En la punta entonces del pensamiento de unos y los otros. O si quieren, hay múltlplea. Tomare
la suposición se produce esto: que el uno, como pura y de Badiou esta formulación (del comienzo de El str y
simplemente uno, el uno absolutamente único, el uno el acoutecimiento): "lo que se presenta es esencialmente
sin nada fuera de él, el sujeto que es su propia sustan- múltiple, lo que se presenta es esencialmente uno". Lo
cia, se destruye a sí mismo. Es por esto que, por cierto, que se presenta, el acento está puesto en la cualidad y
Hegel mismo analiza que el uno, a través de su auto- en la quididad, el uno es la cualidad de eso que se pre-
posición misma, compromete al interior de sí mismo senta, estamos en el orden de la sustancia pero lo que
una doble relación de repulsión y de atracción entre él y se presenta, en tanto que eso se presenta, el singular
él mismo, entre los unos. Haría falta demasiado tiempo como tal, la existencia del singular, es esencialmente
para desplegar eso ahora. múltiple. En latín clásico no se dice singulus sino sola-
mente singuli, en plural: cada uno por uno. Es por eso
Se puede entonces reconocer, a través del pensa-
que yo diría que la esencialidad del múltiple en tanto
miento mismo de la presuposición, que aunque el ré-
que es la pluralidad efectiva de los unos (y de los otros)
gimen de la sustancia parezca reconducir siempre a la
es la existencia. La esencia de lo múltiple no es, según
idea de una sustancia única y última, al mismo tiempo e
el rigor de lo que se acaba de decir, una unicidad que
inversamente, la simple posición de la singularidad de
desploma o soporta lo múltiple y que en consecuencia
la sustancia obliga a pensar más de una sustancia. ¿Y
lo anula como múltiple. No, la esencialidad de lo múl-
por qué más de una sustancia? Simplemente en razón
tiple, si se puede hablar así, es la existencia, es decir,
de que, es en el fondo lo que quiere decir Hegel, si no
la singularidad, es decir, los unos singulares. Se podría
hubiera más que el uno no habría nada. Si no hay tan
decir entonces que lo que está en el lugar del supposi-
siquiera más que el uno dividiéndose, ¿cómo el uno se
tum, del soporte, es lo existente, pero es lo existente pre- .1·

presentaría él mismo? Para que esté presente a sí mismo


cisamente en tanto que la existencia no se sostiene en
como uno, hace falta todavía que haya relación, luego li;
una esencia. O en tanto que la existencia es aquello cuya
más de uno en el uno mismo. En cierto sentido yo diría I/¡
esencia toda consiste en estar ahí, singularmente ahí.
que ni siquiera hay necesidad de salir del gran indivi-
duo spinozista para tener más de uno. Puede haber una Estar ahí que se puede comprender todavía a partir
sola sustancia en lógica de la suposición y una multi- del ekaston de Aristóteles, en tanto que su individuali-
plicidad de "uno" en lógica de la unicidad. Hay más dad consiste en ser indisociablemente, indivisiblemente
i(
de uno en el uno mismo o con el uno mismo. No hay forma y materia (es decir, para un cuerpo organizado, 11
1

entonces el uno, hay siempre los unos, y si hay los unos alma y cuerpo). Lo singular es esa unidad indivisible, 11

hay los otros. El uno quiere decir, paradojalmente, los luego no es algo a relacionar con una esencia, ya sea
al alma, versión espiritualista, ya sea al cuerpo, versión
materialista. Su singularidad es su unicidad como exis~
* G.W.F. Hegel, Ciencia de la lógica (Buenos Aires: Solar/Hachette, tencia única. He ahí alrededor de qué se juega la cate-
1976; Traducción de Rodolfo Mondolfo), 151. [N. del T.]

66 67
Alguien
¿Un sujeto?

otro sujeto. Pero esa diferencia absoluta es tamblfn ln


goría decisiva de lo singular, en tanto que precisamente
que la relaciona con otros sujetos.
ella no es, quizás, tampoco una categoría o en tanto que
está en el límite de toda categoría. Se cae entonces en la palabra individuo, que parece
ser la que mejor remite a aquello de lo que hablamos.
Para hacerlo ver mejor se puede oponer, como se
En efecto, el individuo en la escolástica es exactamente
lo hace en lógica, a lo particular. Lo singular no es lo
eso: individuum: quod est in se indistinctum, ab aliis vera
particular, porque lo particular, como su nombre lo
disctinctum (Santo Tomás, Suma teológica, 111 parte, 29,
indica, es considerado como parte de algo. Así cuando
4c). El individuo es aquello que en sí es indistinto pero
se designa a una persona como "un particular": es una 1'·
:~
que es, en cambio, distinto a los otros. Está de entrada
manera, la manera que se dice "privada", de ser una
puesto a la vez "en sí" y en la relación con los otros. No
parte de una sociedad, de una comunidad, de un con-
puede estar solo. En este sentido, el individuo único de
junto cualquiera. Lo particular es clasificable, entra en
un cierto número de clases, de sub-clases, etc. Es clasi- Spinoza es contradictorio.
ficable, lo que quiere decir también que es cognoscible Si quiere dejarse al individuo esta estricta acepción y
en tanto que particular o en su particularidad (especie dejar de lado todo el individualismo ético-político que
de quididad). Lo singular precisamente no es clasifica- no tiene nada que hacer aquí, que es incluso incompa-
ble, lo singular es el acto a través del cual se sale de la tible con lo que es aquí asunto (pero no es por azar un
clasificación, a través del cual se sale del orden lógico y síntoma de malestar de nuestra sociedad), entonces lo
cognitivo de la sustancia. que designa el individuo es precisamente el "no divi-
dir" en tanto que es la condición del "singularizarse".
8. Lo particular, así mismo, se deja dividir y se puede Y el "singularizarse" lleva consigo al individuo efectivo
preguntar en qué partes o particularidades se divide, práctico, empírico, a saber, el cuerpo. Para Aristóteles,
entre un alma y un cuerpo por ejemplo. Lo singular, luego para Santo Tomás mismo, la individualidad está
por el contrario, no se deja descomponer para ser luego en la materialidad. Santo Tomás ha forjado para eso un
recompuesto. En cambio, lo singular se multiplica, es concepto particular, el concepto de materia signata, es
múltiple. Como ya lo he dicho, en latín clásico, singuli, decir, de materia "designada" o determinada. La ma-
uno por uno, es un plural. Y el uno por uno, la plu- teria totalmente determinada, materia signata vel indivi-
ralidad, que hemos visto que está implicada en el uno dualis es la materia considerada bajo las dimensiones
mismo, o eso que podría llamarse la esencia numerosa determinadas de un golpe singular. Es decir, como lo
de la existencia, es lo que hace que cada uno de los sin- dice el mismo texto (el De ente et essentia) hoc os haec caro,
gulares esté en su singularidad radical y absolutamen- este hueso, esta carne. Esta determinación que es tam-
te, en el sentido estricto de la palabra, diferente, distinto bién la mostración, la exposición material, física, exten-
de los otros. Tan radicalmente y tan absolutamente que sa y corporal es lo que llamaría el postrero y el último
la sustancia ya no se relaciona ella misma con ningún rasgo trascendental de lo singular. Aquí lo empírico, lo

69
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¿Un sujeto?
Alguien

material, lo completamente físico y estéticamente (sen-


existe. Es, y es para sí mismo el garante de su exlattntl•,
siblemente) determinado es lo transcendental mismo.
porque precisamente no hay garante en ese momentu.
Es esa la condición de posibilidad del singular, de los
Nada de Dios, nada de mundo, nada de suppo1itum,
singulares. Los singulares no son posibles como puros
nada de identidad.
espíritus. O bien, habría que pensar una materialidad
del puro espíritu, tan signata como la materialidad Primer punto, el cada uno, el singular, es aquel que
tal como la conocemos. Es aquí que el inglés somebody se singulariza atestiguando finalmente su existencia.
cobra todo su sentido. Ese body, ese cuerpo, ese cuerpo- ¿Cómo se hace ese testimonio? ¿es solamente a través
cada-uno, es el rasgo trascendental y al mismo tiempo del lenguaje? Seguramente no, pero no quiero entrar
escatológico de la singularidad. Es así que el singular, aquí en el examen de esas cuestiones, y menos aún en
alguien, se expone y compromete su unicidad con la la cuestión de saber si eso concierne a otros existentes
de los otros. No digo de inmediato su identidad. Hasta además de los existentes que hablan. No es el momen-
aquí no hemos hablado de identidad. No está dicho que to. En cambio haría falta inmediatamente preguntarse
el singular sea de entrada en la identidad, es decir, que de qué hay, de ese modo, una atestiguación. Eso será
sea simplemente el mismo que sí mismo, puesto que es para el fin de la exposición.
el mismo que los otros, en tanto que singular. Lo que
decimos es que está en una cierta materialidad. Pero 9. En segundo lugar, el cualquiera del uno.
podría decirse, retomando una palabra de la tradición, Paradojalmente el cualquiera acompaña la distinción
pero también de Lévinas y de Bataille, que el singular del singular. Con ese singular va el tal o cual, o el fulano
está en la ipseidad. Ipse es "sí mismo". Pero habría que (al parecer Unamuno habló de "fulanismo"). El fulano,
escuchar la ipseidad como una palabra para intentar es decir, el anónimo, el cualquiera. ¿Por qué el cualquie-
indicar una relación singular con sí mismo que no es ra va con el cada uno? Por una razón muy simple, que
la relación de la identidad. En la sustancia se tiene a la es que si hay más de uno, si singular es singuli, entonces
identidad que soporta los accidentes. Pero el ipse, el sí la singularidad está necesariamente repartida en igual-
mismo sería aquello a través de lo cual un existente, un dad entre los singulares, como si esta fuera una esencia
ego, se atestigua como existente. Es decir, nada distinto, única de todos sin ser, sin embargo, una esencia. Cada
una vez más, del ego sum de Descartes. No abandona- uno es tan singular como el otro uno.
mos la punta de Descartes. Simplemente en el ego sum Pero, ¿cuál es entonces la relación de los cualquiera
de Descartes, en lugar de considerar la presuposición, y entre ellos? Me contentaré con un punto muy rápido: la
de golpe, la sustancia pensante, uno se detiene justo en relación de unos cualquiera, lo que los pone en común,
el instante anterior, y se tiene simplemente esto: que un su conmensurabilidad, es justamente su inconmensu-
alguien dice que existe. No nos hace saber nada de lo rabilidad. Todo lo que tienen en común es su distin-
que es, de una identidad, pero atestigua, testimonia que ción, eso es todo lo que hace que cada uno permanezca
indistinto en sí mismo. Lo que tenemos en común es 1','
11
1

70
71

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¿Un sujeto? Alguien

exactamente lo que nos separa. Así, al contrario de Mantengo así una relación con el otro singular en tan tu
lo que exige el pensamiento de la presuposición, que que singular. Y en lo irreductible e inconmensurable dt
conduce hacia la unidad sustancial de todos, aquí no su singularidad es también la mía, por cierto, la que está
hay sustancia única a la que unirse, más bien hay que en juego. En Heidegger no hay una analítica del duelo
unirse a la separación. ¿Qué quiere decir eso? Daré un y de la tumba, ni de la conmemoración en general, ni
ejemplo resumiendo un análisis, que no tengo tiempo del modo singular de la presencia del muerto o de los
de detallar, de la relación con la muerte en Heidegger. muertos. Ciertamente evoca el duelo y la tumba, pero
Ustedes saben que Heidegger dice que no se accede como cosas exteriores que no tocan lo esencia. Creo, por
jamás a la muerte, ni a la suya propia ni a la del otro. el contrario, que el duelo, la tumba tocan la cosa misma,
Frente a la muerte de otro no se accede a su muerte, no solamente la cosa del sujeto, como por ejemplo en la
no se puede tomar la muerte de otro, no se la puede relación duelo-melancolía, donde se trata de un sujeto
tomar para sí. Entonces no hay experiencia de la muer- que incorpora a un sujeto muerto, que en resumen lo
te, y esa imposibilidad de la experiencia de la muerte sustancializa, sino que se toca aquí la relación con el
es la indicación de la última posibilidad de existencia estar con como esencial al ser uno. No es azaroso que
del existente: la posibilidad de cesar de existir y de no todo lo que concierne a la muerte, el duelo y la tumba,
apropiarse de ese cese, de no acceder a sí (contraria- no se haga enteramente, incluso para nada, de manera
mente al sujeto hegeliano, que justamente accede a sí privada. Eso atañe siempre, por principio mismo, a la
atravesando la muerte, la negatividad). Este análisis comunidad. Yo diría que en la experiencia de la muer-
es convincente desde un cierto número de puntos de te de otro tenemos la experiencia del estar con el otro
vista. Creo sin embargo que en una lógica vigorosa de singular en su desaparición misma de singular, o en su
la singularidad y de la comunidad como inconmensu- desaparición singular. No hay sin embargo sustitución
rabilidad de los singulares, debe ser corregida. Y debe del uno por el otro, eso por cierto. Pero hay otra cosa
serlo en la medida en que Heidegger mismo afirma, por que yo nombraría con la sola palabra partición, con su
otro lado, que somos esencialmente nzit-sein, es decir, ambigüedad*. Hay una partición efectiva de lo que nos
"estar con los otros". Si se toma realmente en serio que separa, es decir, de eso que nos reparte, precisamente.
el da-sein, el ser allí, es mit-sein, es decir que el singular Los singulares comparten su singularidad, que a su vez
está en común con los singulares, entonces creo que los reparte. No es la participación de una esencia co-
habría que decir que frente a la muerte del otro se hace mún de la singularidad, es ser-singular en tanto que es-
la experiencia de un estar con, que deviene el estar con tar con o estar en común. Si se remonta a la etimología
nadie. El muerto ya no está allí, pero mantengo con ese
• Lo que traducimos como "partición" es la palabra francesa
"ya no estar allí" del muerto una relación bien especí- "partage", sustantivo de "partager" que es tanto "compartir" como
fica, que es una relación con el lugar de un uno vacío o "repartir". He ahí la ambigüedad a la que refiere J-L. Nancy. Aun
con un uno que ha vaciado su lugar, como prefieran. cuando partición reúne ambos sentidos, traducimos contextualmente
"repartir" y "compartir". [N. del T.]

72 73
Alguien
¿Un sujeto?

singular de un singular es la realización ejemplar de su


de "sí", de sus, se encuentra una raíz indo-europea, swe,
esencia). Sin detenerse más en Leibniz, puede tomarse
que marca en principio la pertenencia a un grupo de
de él, torciéndolo, ese motivo de la ejemplaridad para
"suyos" propios (como se dice los "míos"), entonces a
comprenderlo como la mostración, exposición de la sin-
una pluralidad, a una comunidad, y solamente después
gularidad. Cada singular expone a los otros singulares
se tiene el sentido de la individualidad y del ser para
su singularidad. Pero su singularidad precisamente en
sí. Esta misma raíz entrega tanto el suus, el se y el idios,
tanto que esta no es un ejemplar de una esencia de la
lo propio, como el hetairos griego o el sodalis latino, es
singularidad. Eso que cada uno de entre nosotros expo-
decir, el compañero. Puede agregarse también que en
ne a los otros no es, justamente, un ejemplar, pongamos
esa misma familia lingüística, la del se, del"sí mismo",
de humanidad (o de inhumanidad, de sobrehumanidad
se encuentra también el se separativo, el que está en la
o de subhumanidad). Se puede decir que cada uno es
separación e incluso el se de sed en latín, es decir, el pero
un hombre (o superhombre, etc.) ejemplar. No hay más
de la oposición ... (vean en el Vocabulario de las institucio-
que hombres ejemplares. Es por eso también que cada
nes indo-europeas, de Benveniste, Madrid, Taurus, 1983,
uno atestigua y garantiza la existencia exponiéndola:
páginas 214-215.)
ella no está garantizada en una esencia. Desde que hay
10. Para entender mejor de lo que se trata en la relación un mínimo de presencia, un instante, una mirada, una
de singularidades, podría decirse con Leibniz que lo ojeada, hay una atestiguación, una garantía de existen-
singular no se relaciona con otros singulares al modo cia singular.
de los ejemplares de una misma clase. Los ejemplares
11. El ejemplo, si se lo lleva a su sentido original, en
no se distinguen, en efecto, sino por la identidad numé-
el verbo eximo, es una retirada, una sustracción, una
rica, solo rtumero, solamente por el número. Pero si no
puesta aparte, un privilegio también. Un ejemplo es un
hay dos seres que se distingan solo numero (es el famoso
singular que es puesto aparte para presentar algo más
principio llamado "de los indiscemibles"), entonces el
grande, más importante, digamos, algo universal. Pero
singular se relaciona con el otro singular no como un
aquí el único "universal" es, precisamente, la retirada
ejemplar sino como un ejemplo, en el sentido en que
de cada uno, o su ejemplaridad. En el uso banal del
Leibniz hace de cada individuo un ejemplo. Eso quiere
ejemplo se hace referencia a la inducción. Es decir, que
decir para él que un individuo es la mostración ejem-
a partir del caso particular del ejemplo se concluye lo
plar de su esencia (evidentemente hay allí una particu-
general. Pero aquí no habría inducción, pues no hay la
laridad de Leibniz sobre la que debo decir una palabra:
generalidad que debe concluirse. Cada vez es una no-
Leibniz piensa al individuo, la singularidad, con una
vedad completa, una singularidad completa, una exis-
esencia propia, una esencia individual. El individuo es
tencia y no la esencia, que es anunciada o atestiguada.
una ínfima species, una especie ínfima, muy pequeña,
Cada vez, jemaud, he ahí el alemán, siempre o cada vez
con su esencia propia. Es así, como es sabido, que para
un hombre, pero justamente en tanto que no hay hu-
Leibniz la esencia de César es cruzar el Rubicón. El acto
75
74
¿Un sujeto? Alguien

manidad sino solamente el"a cada vez" del singular. Y la vez desenmascarada y revelada por esas relaciones
por ejemplo también, para permanecer en ese ejemplo que se dicen primitivas, de miedo y de deseo, de amor
de la ejemplaridad singular, cada vez un hombre o una y de odio, de piedad, de terror, etc. La curiosidad no
mujer. No es suficiente tampoco decir singuli, el plural es idílica, ella puede, debe ser de entrada tomada en
no es suficiente, habría que decir que es un singular la ambivalencia, curiosidad bien o mal preocupada del
masculino o femenino el que uno se encuentra, en todo ejemplo por el otro ejemplo. Pero recuerdo que al mis-
caso al interior de la humanidad y de las especies ani- mo tiempo que curiosus es de la misma raíz que cura, el
males sexuadas. cuidado. Curiosus es también quien va a mirar de cerca
porque toma a su cuidado. Lo que en el singular pro-
El alguien, el cualquiera, el paradoja! rasgo o retiro
voca curiosidad por el otro singular es a la vez lo que
común de los singulares decididamente no es un ser
es indiscreto (lo que viola la discreción, la distinción)
común o una sustancia común. De cierta manera no
pero también, tejida tal vez en la indiscreción misma,
hay nada común, no hay esencia común, hay el"en"
una manera de tomar al cuidado o tener preocupación
de lo en común. Lo en común es la relación de las sin-
por el otro.
gularidades como relación de ejemplo. Esa relación de
ejemplo supone tal vez otra característica que indicaré 12. Tercer y último rasgo de ese algo uno: el modo sin-
primero como la de un interés: para que pase algo en gular de su presencia. Y su presencia, en términos aris-
el encuentro de los singulares, para que el uno haga de totélicos, es por fuerza una presencia escatológica, es
ejemplo para el otro, hace falta que el uno esté interesa-
decir, última, postrera. Lo ekastológico es escatológico.
do en el otro. Tomo de este modo el inter esse como "el
Ustedes saben que en la tradición teológica cristiana, la
ser entre", a lo que Lévinas da el valor peyorativo de
escatología es la ciencia y los discursos de los tiempos
la relación interesada, calculadora, lo tomo yo con otro últimos, del fin del mundo, en el que se produce lo que
valor para hacerlo decir que lo que articula la relación
se llama parusía. La parusía, es la venida en presencia
singular de los singulares es que se interesan los unos del ser mismo, de la esencia suprema última, para ha-
por los otros. No crean que quiero reconstituir un idilio blar según la ontología de la sustancia. Hace falta que la
del género llamado rousseauista. Ese interés tal vez no
presencia del algo uno, si es que es también la manera
es siempre bienvenido. del ser último, sea del orden de la parusía, toda teología
Traduzcámoslo con otra palabra todavía, la curio- dejada de lado. La existencia, como tal, pone de relieve
sidad. En la vida corriente estamos siempre un poco una parusía escatológica.
curiosos por los otros, por su singularidad, por su De entrada, el algo uno es último, primero y últi-
extrañeza, por su retirada. Pero yo propondría decir mo. No hay nada más que esperar del algo uno que su
que hay una curiosidad transcendental y que sería la
ser algo uno. Es lo que da todo el precio y todo el peso
relación constitutiva de la ejemplaridad recíproca de singular de ese refrán alemán que Heidegger menciona
los singulares. Curiosidad transcendental que sería a

76 77
¿Un sujeto?
Alguien

en Sein und Zeit: "apenas un niño viene a la vida ya es presencia a sí de la sustancia, inmóvil y permanente.
bastante viejo para morir""'. El niño que muere apenas Es un presente esencialmente temporal, es el presente
nacido no ha existido menos, y su lugar singular no del cada vez, del je alemán, del jemand. Es cada vez, a
está menos singularmente marcado. En un plano to- cada instante, que el singular se singulariza. Eso viene
talmente distinto, la psicología sabría confirmárnoslo con el hecho de que el singular es el acto mismo de su
si tuviéramos necesidad de aprenderlo. El existente es singularización: ese acto de singularizarse. Uno no se
de entrada último, y lo es a cada momento de su exis- vuelve individuo el día de su nacimiento, no más que el
tencia. No lo es solamente al momento de su muerte. día de su concepción, no más de lo que lo será e] día de
Es a esta manera de ser a cada momento en lo último, su muerte, no más que de lo que lo será más tarde, en
en lo escatológico, que remite profundamente el pensa- la memoria de los otros. ¿Cuándo se es uno? a cada ins-
miento del"estar vuelto hacia la muerte" en Heidegger, tante. Es decir, que el uno es constante en la constante
es decir, el pensamiento de la existencia en tanto que puesta en juego de su novedad. Leibniz, nuevamente él,
exposición de cada instante a su propia suspensión. No sintió bien la necesidad de ese pensamiento, al menos
se trata, como se dice a veces, de una obsesión mórbida. para él, a propósito de los individuos físicos. Escribió
Se trata de esto: que la muerte no hace más que pun- que dos individuos físicos no son nunca perfectamente
tuar, cumplir una serie de momentos singulares que semejantes, y que el mismo individuo pasa de especie
habrían sido todos, cada uno por sí mismo, el último en especie pues no es nunca totalmente semejante a él
momento. Entonces lo escatológico es también la paru- mismo más allá de un momento, es la lógica de la ínfima
sía, cuya dimensión es el presente. Quisiera decir que species (Nuevos errsnyos, 2, 27). Luego, de seguro Leibniz
el sujeto en tanto que supuesto es siempre, ya sea an- reintrodujo una identidad permanente, que es la del
tecedente o consiguiente, siempre ya llegado o siempre alma. Vuelve entonces a una lógica de la sustancia o
por venir. El existente singular está, por el contrario, y del sujeto.
si se puede decir así, simplemente presente, pero con
dos condiciones: primero, está presente no en el modo 13. Voy a concluir a partir de allí. A cada vez, en el je
de estar presente a sí, que es el modo de la suposición, (pronunciado a lo alemán) de su singularidad, el singu-
sino en el modo de estar expuesto a cada instante. Y lar singularizándose no hace nada más que responder
como se acaba de ver, expuesto cada vez a los otros sin- por su singularidad. La garantiza, atestigua que ella
gulares, a los singulares corno otros. No está entonces existe o que él existe singularmente. ¿Qué es lo que de
presente a sí como mismo, está presente a sí corno otro. esta forma atestigua? Es sin duda la única verdadera
Segundo, ese presente no es ya el presente de una pura pregunta que uno puede plantearse: no puede pregun-
tarse uno qué es alguien si alguien no es más que esa
~ Martín Heidegger, Ser y tiempo (Santiago: Editorial Universitaria, 1997; atestación. Pero puede preguntarse uno por lo que al-
Traducción, prólogo y notas de Jorge Eduardo Rivera C.), 266. J.-L. Nancy guien atestigua o compromete, por lo que alguien como
cambia la palabra "hombre" por "niño" ("enjant"). [N. del T.]
tal compromete. Yo nombro a eso el sentido. Alguien
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¿Un sujeto? Alguien

compromete cada vez el sentido de ser alguien, o atesti- ¿De qué es de lo que se trata en ese sentido que viene
gua, compromete el"ser alguien" en tanto que sentido. en el lugar de un sentido de fundamento? En general,
Compromete y a la vez atestigua que "ser alguien" es solo conocernos corno sentido del sentido al fundamen-
ser en el sentido, el sentido de existir o el sentido de la to o a la razón, lo que yo llamaría aquí la significación.
existencia. En efecto, se trata precisamente de esa cosa, La significación es un renvío: esta renvía al sentido pre-
la más simple de decir y la más banal del mundo: el supuesto, a una pre-suposición de sentido. Pero cuan-
"sentido de la existencia" o "el sentido de la vida" que do digo que alguien garantiza o atestigua el sentido, el
bien mirado es, después de todo, la única preocupación sentido de ser alguien, este no renvía a nada más. A lo
de la filosofía, la única preocupación del psicoanálisis. más renvía a sí mismo pero sí mismo no está fuera de
Se trata aún de entenderse sobre lo que es el "sentido", su atestación, y eso no hace un renvío sino más bien un
o sobre el sentido del sentido. envío. Lo que es a la vez atestiguado y comprometido, y
Habría mucho que decir, por cierto. Me contentaré yo diría también prometido -porque no está ya dado,
con lo poco que permite decir esta manera de abordar no está supuesto, es atestiguado sin más razón que la
atestación, es garantía sin más garantía-, es precisa-
el "sentido" a través del "alguien". Cuando digo que
un existente compromete el sentido, quiero decir en mente el sentido en tanto que sentido no presupuesto
y no presuponible. Es decir, el sentido no relacionable
primer lugar que eso pasa siempre exactamente en el
con un sujeto de sentido, con un sujeto que podría so-
mismo lugar del sujeto, en el mismo lugar de la sustan-
cia. La sustancia era el subordinado o el soporte de los portar ese sentido y presentarlo de una manera o de
otra, significarlo, o todavía más: demostrarlo. Pero pre-
accidentes o de la cualidad, es decir, su razón, su funda-
cisamente el sentido está comprometido por el singular
mento, su sentido. En la sustancia y en la presuposición
en tanto que sentido singular del singular. Y un sentido
había el sentido en tanto que fundamento. Digamos
singular del singular es un sentido que justamente no
que es el fundamento el que tenía el lugar de la ates-
tiene sentido, no tiene sentido presupuesto ni presupo-
tación, de esa atestación de la que hablarnos ahora, la
nible. Es decir, tampoco sentido precedente ni sentido
garantía, la respuesta y la responsabilidad del alguien.
pospuesto o sentido por venir. Así mismo como el sin-
Este es el acto singular que tiene lugar en el sitio del
gular se singulariza por sí mismo, así mismo como hace
fundamento. Es como si atestiguando de mi existencia
sentido por sí mismo. Hacer sentido por sí mismo, sin
articulara en acto "yo estoy bien fundado para existir".
que ese "sí mismo" sea él mismo una sustancia, hacer
Pero no es sin embargo lo que digo, pues de hecho no
sentido por sí mismo sin ser sujeto o hacer sentido sin
produzco ningún fundamento ni ningún género de la
suponerse sentido es ser "sin razón" o "sin porqué", se-
causa ni ningún género de la legitimación. Yo estoy
gún el muy famoso dístico de Angelus Silesius que cita
"bien fundado" para existir porque existo, eso es todo.
Heidegger para acercarlo y confrontarlo al principio
La atestación vale aquí corno fundamento.

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¿Un sujeto?

de razón de Leibniz. "La rosa crece sin razón" o "sin


porqué".
Dicho de otro modo, el sentido como no-supuesto
o como no-subjetivo es aquello que habría que descu-
brir detrás del singular, en una escalada arqueológica
o anamnésica, como en Platón o como una cierta visión
de las cosas en Freud. El sentido, en lugar de ser lo que
habría que descubrir y lo que habría que suponer de-
trás o delante, sería lo que singularmente se comprome-
te, se garantiza, se promete cada vez, a cada momento,
no detrás ni delante sino aquí mismo, en el lugar de la
exposición de una singularidad. Un sentido que tendría
entonces, en primerísimo lugar, la más estrecha relación
con la presencia afectiva, material, del somebody, un sen-
tido que sería inseparable de esa materia signata. Luego,
un sentido cada vez nuevo. Lo que no querría decir que
el ser singular acumula novedades sino más bien que
su sentido, el sentido singular del singular es ser cada
vez en una infinita novedad o novación del sentido.
Terminaré con eso, muy rápido, demasiado rápido,
diciendo que tal vez hay allí una de las nuevas direc-
ciones en las que el psicoanálisis se reinventa después
de Freud, en todo caso después de Lacan, y tal vez más
recientemente en el último libro de Claude Rabant,
Inventer le réel, donde el psicoanálisis es más bien rela-
cionado con la invención de un sentido que con la re-
constitución de un sentido supuesto. Sea lo que sea del
análisis por el momento, es en todo caso a algo así como
a una invención singular del sentido a la que da lugar la
suposición del sujeto. Se pasa, tal vez ya se pasó, del su-
puesto sujeto al alguien inventándose a sí mismo cada
vez, interminablemente y "terminablemente" como
una nueva posibilidad del sentido singular.

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