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2016-04-18
2016-04-18
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INDIO;
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Prólogo, por Enn'que Morí. , . , , .. , , . 5
tJi~o:ñn de lapa: ¿Qué e' la posmodernidad?, por Esther D,i12 . 17
, . Cn,.lo.~.T;ra')(r.~,~;
La po,monernidad y los relato" por María Cristina
Galanle , 45
El escepticismo: una pMt.ura ética de la filosofía
.,
act.uaJ, por Marta López Gil , . 53
:' ..
Paradojas po,modernas, por ATla Zagari y
Daniel Carbone , , .. , . , , , .. , . , . , . 65
..@ Edil,,:ri.1 Bihlos. 1988 La posmndernidad o IIna interpret.ación falaz, .
J.E; UriburulOl5, I'B 1, Buenos !lirrs. por Mario l/da , ,',.,'".,' 83
Jmr.'",~o rn A,rgC!l1lina.
rril~('r~edición.
Neomodernidad y posmodernidad: preJ¡untando
Hecho pi d('pó~iloquP dispone 18 Ir'!Y 11.723. desde América Latina. nor Moda
IsliN 950.9316-12.3 CristiTla Reigorlo.< , , 113
Etica y l)o,modernidad, por Carlos Cu/IeTl .,., .. , 147
Bibliografía citada : : . 185
Cnlccrió" Filmaría
Nota sobre los autore, , ,.,., 189
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PROLOGO
Por un error eu la paginación, pedimos al lector
'1"e siga el siguiente orden de lectura:
pág. 173 sigue en pág. 168 ;'¡ 1. El mundo est.á desencantado. I.os diosps, d('srle hnc('
pág. 169 sigue eU pág. 174 más de ehleo siglos, han ah01nrlol1nuo 1;1ciurlacl. A prsar
de que las iglesia~ inviten a los creyentes a considf~rill.
ahora, que continlÍan una expE~ricncia que enlaza sus vi.
das con la tradición, ellos no atinan a enc:on!.rar inscrip-
ciones histórico-sociales por" este eulace, más allá r10 1,,,
práct.icos formoles y repelitiv"s de las liturgi"s.
L" herencia iun;¡'rilOria! d~ la tradición se ha hecho
tan inmemori,,1 que '!l" ev"cuado la memoria. Los cre-
yentes no tienen b"nz:lSqú; les p~rmitan recuperar re.
troactivamenl:e la nl:(,a de materíal mágico y sobrenatu.
I ral que en tre los sigl~s V: y X v, de '.nuestra era hac ia m ¡.
lnima 1" disyunción. entre la'creación y el creador. Los
códigos de' arraigo eillocipi"ll l' dr.' inscrlpc'¡6n "rediva
en )0 trasccnr,lent.e que logr;d?an~ha~~r, m¡¡r~har ¡l los ere.
yen!.es en benefició de ub ordo, el ordcn del occidcnte
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rncdi(~v:ll. se:'dr~:lgr(!~;¡ron con el dC!icncant.amicnto del í¡
de dominación y amor, se integraban tres tipos de COl'.
.mundo:;.' ".' . '" . . " ..:!... ~ pus. Cuerpos textuales, _~oeumentales, donde se regla-
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: C\I~',ido el" l11undo: estaba imcantado, había mausoleos mentaban las órdenes y las jerarquías en el interior del
y ,Úonumentos.; CapIteles, ojivas al cielo, arbostantes, monacato y se señalaban, afuera, a los fieles que re es
coros, ,portales., 1'oe1a una arquitecl:ttra de catedrales. amor y amor es obediencia, variable dependiente del
Monunlentos.monasterios, torres y claustros de la Euro. reconocimiento de la autoridad del más allá donde se
pa crisi.iana.::En cada aurora, por los vitrales rojos, a7.U- renejaba el amor-reconocimiento de la autoridad de loS '
les y verdes de Chartres y Burdeos, Reims, Santiago y _'. mM acá. Cuerpos risicos, confesantes, penitentes, 'si
Colonia, por, las figtiras geométricas, las orlas, y los al'. •.' querían recibir la gracia, esa donación ben~vola' funda,
cos, enlraba ,la luz que disipaba las tinieblas y el maldí. mental de Dios para con los hombres. Cuerpos que de.
Cíllll1. Era palahra de Dios sobre lo diabólico, victoria de bían evitar el pecado, el abuso de los vientres, la corrup'
lo eterno, lo virtuoso y lo justo sobre el soplo de lo ción de la carne. Y Corpus mysticum, el de la F:cclesiae)
fugaz, lo pasajero V la muerte. En esta arquitectónica de sin la cual, de acuerdo con la bula Unam Sanctorum dé
las catedrales y en la arquitectónica del verbo, los fieles Bonifacio VII, no hay ni salvación, ni remisión de los
constru ían sus devociones, tramitaban sU fe. pecados. Ecc/esiae, " ... que representa un cuerpo místi.
El orden de lo invisible se manifestaba en lo mundano ca cuya cabeza es Cristo, y la cabeza de Cristo es Dios".
y en lo natural. Maravillas en la naturaleza, signos de la Todo un esfuerzo político del poder espiritual para blo.
presencia del Señor; prodigios en los hombres. En reali- quear el incipiente impulso de autosuficiencia de los po. '
dad, en al¡:unos hombres, l;'s que combatían. Porgue la deres temporales, a los que se reconocía un lugar mera-
imagen de los que trabajaban no tenía espa~io en el mente funcional dentro de ese cuerpo místico englo.
mundo ClH";,\I1t.adó. (f':lra no quebrar el encantamiento, bante.
dig¡Ímoslo en voz baja: era la de los puercos hambrien- Por esta red intercorporal,\Ia comunicación' era siem-
tos. O la de los homicidas y ladrones como los lIamar¡Í pre comunitaria. lEn realidad, u~nuevo tríplico: coinu.
Lutero, duro de lengua, en su vigorosa ExhortaCíón de nicaCion •. comunidad, comunión. Lugar decánjcs mUé.,
1525, cuando se rebclaron y pusieron en cuestión, por tiBIes entre la tier~ay el cielo, con la Iglesia a la que ei
ende en peligro, el buen orden de lo visible-invisible, tercer cuerpo convert ía en intermediario au torizado por
acompañando a Th. Müntzer, el pastor de los eampesi. el que pasaba el poder al descender del cielo y depositar.
nos de Suabia. Ralea infame. Locos, proscriptos de Dios, se en los príncipes. Lugar necesario, en consecuencia, de.
quien tuvo que ponerles una viga en los ojos para que se compromisos simbólicos de mediación. Mecanismo de'
olvidaran de la paja en el ojo de los príncipes.) embrague entre lo terrestre y lo celeste.
La comunicación de la esfera de lo invisible con lo Hubo un momento, empero, ese momento duró siglos,
vi~ible estaba reRlada. Esto es, sujeta a Reglas, que fija- en que la relación encantada entre el mundano-visible y
han el sistema de las sujeciones. En este sistema dohle, lo divino-invisible, se desató por razones de principio
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estructural. PercHó vigencia como nudo de organización miento. No hahrá que aguardar a la penetración analíti.
colectiva, como red reglada de correspondencias socia- ca de Marx para percibir cómo y por qué la forma pro.
les, como forma específica de inserción comunitaria. ductiva de este sistema tenia incrustado en su seno el
l"\le el momento del desencantamiento. Un momento principio mismo de su agotamiento y finitud. En Rique-
en el que mucho, sino todo, tuvo que ver el disloque del za de las .naciones, Adam Smith, un hombre de la mo.
orden económico-social
Repasemos est;~: grupos, jerarquías altamente
diferenciadas, clases, contradicción de clases. Los seño-
l dernidad, 10 explica con trasparencia: "... En una región
campesina filie no tiene comercio exterior, ni témlpoco
ninguna de las industrias finas. el gran propietario consu.
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res feudales eran Jos spñm'ps de la guerra y la conquista
Tenían a su cargo la defensa regional del país, cuyo po-
der hahían heredado en el régimen de soheranías desa-
me la totalidad del producto de SIlS tierras que sohra
después de proporcionar el sustento a quienes la culti-
van, en dar hospitalidad níslica p.n su casa: porque no
gregadas que sucedió al colapso de la realeza y los princi- hay narla con qué poder cambiarlo. Si este excedente de
pados. Ejercían la autoridad, imponían paz y justicia, en product.os da para clmant.enimiento de un conlcn;u () dp
un mundo rústico, rural y hárbaro. En vínculo de poder un millar de personas, sólo puede emplearlo en eso".
con ellos y, a veces, disputándoselo, los hombres de la Econom ia de consumo completada por otra baza
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Iglesia. Expertos en la oración, y técnicos en la prodnc- fue;te de "la \'trlud aristocrática: lujo. derroche ma-
ción de teorías y doctrinas de justificación y legitima- nos ahjerlas. Fiestas, largueza en las r;;ncachelas. En es.
ción de ese orden: "la paz de Dios", el principio de "la 'la virtud, el cAlculo crematístico del burgués sera tan
armonía social". Para este último, la división de clases intruso como la postergación victoriana del plac~r de
era urden armónico de la creación, reOejo del orden hoy en vistas del futuro, como la misma moneda, res-
,. celeste, complementariedad de funciones, escalona- tringida a la conservación de las casas y la consagr,~ción
miento de grados. Su morada en las catedrales los pro- de la obra cristiana.
yectaba a las cathedras, como magistri. Por debajo de Sin división del trabajo, las fuerzas productivas no
esta cúpula dual, los siervos de la gleba. Labradores, podían multiplicarse. Con división del trabajo el' régi.
cuando no marginados, vicarios de nadie, que no po- men estaha herido de muerte: al desarrollarse el comer.
seian ni ábacos para computar sus carencias. Malheurell- cio y el artesanado ,1
al diversificarse el intercambio y la
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quinaria, denuncian una maquinación, o la aprueban, •• se .hizo ahsolutamente inconsistente con su lógica de
Uno ite los mérit.os no secundario de este texto es " legitimación: la religión. En el nuevo universo hUMai'lo,' .
.
preCISamente, el esclarecimiento que 105 autores ofrecen
' es decii;"¡¡T'feCorliido 'de toda actualización .ocial divina,
de las distintas temáticas, las posicioncs de los teóricos la inversión de la lógica permitió el ingreso de las muta ...
del posmodernismo y sus críticos, posiciones (jlle yan ~típicas de la sociedad democrática, al marg;ñd; i
del ~eoconservadurismo a la neoi7.guierda, y sus pro. SU carácter formal: transformación del modo de pensar,)
pu'estas. En el~lpo conservador, por ejemplo, al pro. racionalismo, utilitarismo filosófico y económico incb~~ /1
piciar ~aniel..~' el retorno al mundo antado de la patible con la esencia de valores del mundo encantad<),
religión"y, en el segundo, al propiciar yotar ,enfrenta. Razón no sólo absoluta V constituyente del nuevo sujet~ '
do con Habermas, una idea y práctie~' JUsticia desli. de la,hi~toria, sino tam.b,ién en e,l sentid? cogn?scitivo
economlco de proporClon, medida y calculo. rransfor,;;,
~t"1
gada del •.~nsenso, que aprecia como valor anticuado y
sospechoso. mación, en fin, del la7,O social en su dimensión polítid:!'-!
Finalmente, deseo terminar este prólogo con una acla. resignificado del universo en términos individuales de'
ración. Es fácil percibir que el mismo acordó desarrollo igualdad formal. Hay, por cierto, otros colores. Veamos.
más extenso a la descripción del mundo encantado y su Por más que Daniel Bell sostcnga que las tarjetas de
paso a la modernidad, que al trayecto presunto d~ la créditos con su consumo anticipado han contribuido' R
modernidad a la posmodernidad, Con ello he intentado:'
un trasfondo de aná 'sis apto pera poner en evidencia mi !
desaprobación a I t.est Ilor ciert.o central, de los posmo- "
t
erosionar el capitalismo, en el último trayecto, más qllP
la doctrina marxista, las condiciones esenciales de'. ~t1
lógica de producción ~¡guen h:'""lumes, aunque mucho
!
más deteriorado su sistema de valores: no por egre.o
dernistas, que conSI( eran que entre la modernidad y las]
peculiaridades culturales en el más amplio sentido del sino por in~reso prC'ci~ament.e en esa mi~ma Jóg~.~_d.l~l.
mercado y la ganancia de rubros como la venta de ar~ /' .
capitalismo tard~o, existe. una ruptura y una distancia de
volumen y densldarl eqUivalente a las transformaeiones
ma.< de narcosis, de órganos"corporales, de pornografía. l.
y el inventario no parece dispuesto a quedar cerrado, t.s '
que diera lugar el desencantamiento del mundo, -
\ en la dirección del capitalismo y no contra esta diri!ii'
~- La ruptura moderna de 105 siglos XVI y XVII, el racio.
nalismo iluminista y la ciencia positiva de los siglos sub. cióii que se perciben transformado""s nó nierios ese,n.
siguientes: implicó una ruptura religiosa fundamental 1 ~'; ~. ciaies de los que impresionan 105- fantasmas del posmb,l. ~
I dernismo.
j.
! !~:,
en el sentido de que la trascendencia no sirvió más como ....v"./ ~
modelo dinamizador'1len¡ízo Jerárquico'enhila eSfera') í Jl '- . De ahí que no encuentre más margen para expresarla
invisible y liivisibí;qll~-servía de reflejo especular para ~ C\
v
importancia del debate, y el placer que he experimenta-
do al redactar este prefacio, que darle cierre con estos
los la7.0s jerárquicos más investidos de esta última esfera. Iv
Si la ruptura religiosa fue fundamental, lo fue en t.an. )-1 t.- interrogantes: ¿puede hablarse de posmodernidad,
cambios profundos en esta dirección?, ¿habrá que prtr,
sin
lo la transformación estructural de la economía ~graria . (J 15
11 " r, JI ':'
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Enríque Mar"
¿Qut:; ES LA POSMODERNIDAD?
Esther D"uz
..-
EL FIN DE LAS UTOPI AS
,
Cuent.a la Icyenda qun Ru' . Díaz de Vivar muri6 en
su tienda de campaña, dur, t.e el trall5CU",O de Ulla lu,. :
cha inciert.a. Sus hombre. o cubrieron con 105 at.ribut.o •. ':
de caballero. El corcel sostuvo erl/llido en su armadu.'.,
ra. Entró así al frag del com bate. Los moros, al..V,rk
avanzar la gallarda gura del Campeador, hu'ían y ,grita;'
ban: •• ¡Mío Cid! ,Mío Cid!" He aquí una posible inet~"
fora del fin de I modernidad. La modernidad estaría ~n:' ¡
el campo de b t.alla. No sabemos si viva o muert.a .. AÚII.','
pelea.
Al prom diar nuestro siglo algunas corrientes de opi."
nión ca nzaron a utilizar el término 'posmodernidad' ..,'
para re rirse a ciertas manifestaciones culturales. >. con':
temp áneas. Esta expresión ha generado polémicás. Se
pro. nta: ¿nuestra época asiste, rea!ment~ •.a una rup.'
tu a con la modernidad? La posmodernidad, ¿no es, en, .
. tima inst.ancia, Un pliegue más de la modernidad?
¿Asistimos a un cambio epoca! o, por el contrario, a una,'
moda fugaz e intrascendente? . , ..' ¡,
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