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LIBRO SEGUNDO

DE LAS COSAS
137.-La palabra re,B tiene un sentido tan amplio como el que corres-
ponde a la palabra cosa en nuestro lenguaje. Comprende todo lo que
puede procurar a las personas alguna utilidad, y el jurisconsulto sólo
estudia las cosas en su relación con las personas, desde el punto de vista
de los beneficios que Ies pueden prestar. Estas relaciones se llaman de-
recho11, y tienen más o menos fuerza. La persona que puede disponer
de una cosa a su capricho, enajenarla y hasta destruirla, tiene el dere-
cho más completo, que es el d~recho de propiedad.
En realidad, el estudio de las cosas consiste en el análisis de estos
derechos. Pero antes de abordar esta importante materia indicaremos
las principales divisiones que los romanos hicieron de las cosas.
137 bis.- De las cosas en el patrimonio y de las cosaa fuera del pa-
trimonio de los particulares.-Según las Instituciones de Justiniano,
todas las cosas se dividían en dos categorías: Las unas se encuentran
colocadas Juera del patrimonio ck los particulares: son las cosas que su
naturaleza misma hacen insusceptibles de apropiación individual, por
ejemplo, las pertenecientes a una nación o a una ciudad, o ciertas cosas
que pueden ser apropiadas, pero de las cuales nadie se ha apoderado
todavía. Las otras, por el contrario, forman parte del patrimoniO de los
particulares (1 ). Esto es, como una comprobación de hecho que se so-
brepone a la materia, puesto que se aplica a todas las cosas sin excep-
ción. Pero no es nunca una verdadera división, porque carece de aspec-
to jurídico (2). Nos sujetaremos con preferencia a las divisiones des-
arrollad.as por los textos de la época clásica.

187 bt•• (1) I. pr•• de rer. diu., II, 1: ... Quae (res) vel in nostro Plltrimonio vel extra
nostrum patrimonliun habenlur.-Esta distinción esta tomada de Gayo, que la presentaba
incidentahnente (11, § 1), y pasaba a las verdaderas divisiones de las cosas (11. §§ 2 y stg.).
Las Instituciones de Justinlano han hecho de ella, injustamente, la «livlsión principal.
(2) Algunos autores sustituyen en esta clasificación de hecho una división fundada
sobre el Derecho, en res tn commereio y res extra commerctum, Es verdad que varios textos
indJcan que hay cosas insusceptibles de propiedad privada, quarum cornmercium non est
(I, § 4, de ~gat., Il, 20).-Pomponio, L. 6, pr .• D., de contr. empt., XVIII, 1). Pero en nin·
guna parte formulan los rOlllanos exyresamente esta división.
N. df!l T.-A todo objeto materia exterior al hombre se le llama cosa en el lenguaje
vulgar, pero Jurídicamente se comprenden en esta idea unas veces entes inmateriales, como
son los derechos. y otras se excluyen del concepto aquello que no puede ser objeto del de-
recho. Por esto se ha afirmado que son las cosas en el lenguaje jurídico los objetos de un
derecho patrimonial, y ya Ulpiano decía (D. 50, 16, fr. 23): Rei appellatione et causae et
jura continentur.
Por lo demás, están fuera del patrimonio Jas cosas que actualmente no se hallan en el
patrimonio de ningún particular, porque no pueden estar en él, como las cosas comunes
y las fuera del comercio. o porque actualmente no se hallen en patrimtmlo alguno, como
las res nullius. A esta clase de cosas pertenecen las que nunca fueron ocupadas por persona
a]¡r;una (animales salvajes en libertad, corales en el mar, piedras preciosas, in Utore maris,
et~étera). y las que después de haber tenido dueflo fueron por éste abandonadas (res de-
rdictae).
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§ t.-De las cosas "divini juris" y de las cosas


"hUIDani juris".

138.-Las cosas se dividen en res divini juria y rea humani juria.


Las cosas de dereclw divino están consagradas a los dioses y sometidas
a la autoridad de los pontífices. Las cosas de derecho humano escapan
a esta consagración.
Según Gayo, ésta es la división capital de las cosas (1). Es también
verdaderamente la más antigua, a causa de la influencia que la religión
y los pontífices ejercieron sobre el Derecho primitivo de Roma. Pero
a medida que su prestigio iba disminuyendo, esta división fué perdien-
do también su importancia, y si Gayo la cita aún como la principal, en
cambio las Instituciones de Justiniano no hablan de ella.
139.-Cosas divini J°uris.-Las cosas divini juris se consideran como
pertenecientes a los dioses, y se colocan bajo su protección. Se las Hama
también 'l"es nullius, porque ningún ser humano puede apropiárselas (1).
Comprende las 't"es sacrae, las res 'l"eligiosae y por extensión las 'l"eB sandae.
1. Res sacrae.-Para el paganismo, las cosas sagradas son los te-
rrenos, los edificios y los objetos consagrados a los dioses sureriores
por una ley, un senadoconsulto o una Constitución (Gayo, I , § 5).
Para el cristianismo, son las iglesias y los vasos consagrados al culto
por los obispos, siguiendo los nuevos ritos.
Las cosas sagradas sólo pierden su carácter después de una cere-
monia religiosa destinada a hacerlas profanas. Eran inalienables. Jus-
tiniano permitió únicamente vender los vasos sagrados para el resca-
te de los cautivos y las deudas de las iglesias (1., § 8, de 'l"e'I". div., 11, 1.
Nov. 120, c. 10).
2. Res religiosae.-Los romanos llamaban res religiosae los terre-
nos y los monumentos unidos a las sepulturas. Estas cosas difieren de
las res sacrae en que están dedicadas a los dioses manes (2), es decir,
a los muertos que los antiguos divinizaban (Cicerón, De leg., 11, 22).
Sólo podía haber 'l"es religiosae en las afueras de las ciudades, porque
estaba prohibido, por superstición, más que por razón de salubridad
pública, hacer inhumaciones en el interior de las ciudades (Cicerón,
eod., 11, 58.-Paulo, S., I, 21, § 2). Por otra parte, para que se recono-
ciese esta cualidad a un terreno eran necesarias dos condiciones: 1.• Que
en realidad haya habido inhumación. Un cenotafio no es una res reli-
giosa. La inhumación de un esclavo produce el mismo efecto que la de
188. (1) Gayo, 11, § 2: Summa itaque rerum divislo in duos articulos ded11citur; non
aliaesunt diuini /uris, aliae humani.-Ad. L, 1, pr., D., de diu. rer,, I, 8.
139. l) Gayo, 11, § 9: Quod autem dfoini juri!J est, id nullius in bonis est. La expre-
sión res nullius se aplica también a las cosas susceptibles de propiedad privada, y que eJ
hombre aun no se ha apropiado, como la caza y el pescado (Cf. I. § 12, de rer. dfo. II 1).
(2) Gayo, II, § 4: Sacrae aunt quae diis superi:I consecratae sunt; religiosae qua.e dii$
manibus relictae sunt.
N, del T.-Las cosas santas no son, pues, de derecho divino, sino que se las considera
como tales porque están fuera del corµ.ercio y amparadas por una veneración legal ( quo-
dammodo dlvini íuris sunt).
Segun el párrafo 10 de las Instituciones, hubiera sido santa una cosa por el solo hecho
de haber sido castigada su violación con una pena; pero de ser asJ, hubiera habido muchas
cosas sanctae entre los romanos; las cosas religiosas, la vida humana, serian cosas santas,
porque se imponían penas a los que atentaban contra ellas. Y, sin embargo, el texto de las
Instituciones sólo cita como ejemplo de cosas santas los muros y puertas de las ciudades.
Si éstos se llamaban, pues, res sanctae, era porque los primeros romanos consideraban los
muros como conteniendo los dioses de la ciudad. En efecto, segun la tradición fabulosa de
la fundación de Roma, la ciudad habla sido fundada por Rómulo con ceremonias religiosas
que tenlan por efecto fijar en su circuito los dioses de la ciudad, y para conservarlos era
preciso renovar cada año estas ceremonias religiosas. Tt1mbién se verilicada cada afio la
fiesta de los muros de la ciudad, amburvalia. V, Fexto, La ciudad antigua.
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un hombre libre; la muerte borra toda distinción {Ulpiano, L. 6, § 1
y L. 2, pr., D., de relig., XI, 7), y 2.ª Que la inhumación haya sido hecha
por el propietario del terreno o con su consentimiento (Marciano, L.
6, § 4, D., de div. rer., I, 8). Si ha tenido lugar sin ningún derecho sobre
el terreno de otro, el propietario no puede exhumar el cuerpo sin la au-
torización del pontífice o del príncipe; pero puede ejercer una acción
in Jactum contra el autor de la inhumación para hacerse indemnizar
o forzarle a levantar el cuerpo (L. 7, pr., y L. 8, pr., C., de relig., XI, 7).
Las res religiosae estaban fuera del patrimonio de los particulares,
y eran inalienables, lo mismo que las res sacrae (L. 2, C., de relig., III,
44). Sin embargo, los miembros de una familia o de una gens tenían el
derecho de ser enterrados en una misma sepultura, transmitiéndose
también este derecho a los herederos (L. 5 y L. 5, pr., D., eod.). Bajo
Justiniano, ya no fué sólo cuestión de los dioses manes, pues todo este
derecho subsistía todavía por razón del respeto debido a los muertos
{I, § 9, de rer., div., 11, 1).
3. Res sanctae.-Estas expresiones están imperfectamente tradu-
cidas por cosas santas. En realidad, se trata de cosas que están protegi-
das contra los atentados de los hombres por una sanción penal. Por
esta razón se las llama sanctae, y se asimilan a las res divini furis, aun-
que no están consagradas a los dioses (Ulpiano, L. 9, § 3, D., de div.
rer.? I, 8). Tales eran los muros y las puertas de las ciudades (Gayo, 11,
§ 8). Su violación llevaba consigo una pena capital (I., § 10, eod.).
140.-11. Oosas "humani juriQ".-Todas las cosas que no sean de
def'echo divino tienen que ser de derecho humarw, o profanas. Se subdi-
viden en rea communes, res publicae, res universitaliB y res privatae
o singuforum (I, pr., de rer div., ll, 1).
1. Res communes.-Se llaman communes las cosas cuya propiedad
no pertenece a nadie y su uso es común a todos los hombres (Cicerón,
De offic., I, 16). Su naturaleza también es excluyente de toda apropia-
ción individual. Son el aire, el agua corriente, la mar; de donde resulta
la libertad de la pesca y rle la navegación. Los romanos añaden las ori-
llas del mar, que son una dependencia (1). Celso pensaba, es verdad,
que las riberas sobre las cuales el pueblo romano extendía su imperio
le pertenecían (2); pero no prevaleció su opinión. Las orillas del mar son,
pues, cosas comunes (1, §§ 1 y 5, hit.). Sin embargo, se puede elvar en
ellas una construcción con la autorización del pretor, quien debe exa-
minar si el interés de la navegación podría sufrir algún dafio (Pompo-
nio, L. 50, D., de adq_, rer. dom., XLI, 1). La construcción pertenece

140, (1) Marciano, L. 2, § 1, D., de dilJ. rer., 1, 8: Naturali jure omnlum communia
1unl illa; ru>r aqua pro/luena et mare; et per hoc littora maris.-Asi están definidas por Ce1so
las orillas del mar. L. 96, pr. D., de verb. sign., L. 16: Liltus est quousque maximus /luclus
a mari peri,enit: idque J\.farcmn Tullium aiunt, cum arbiter esset, primum constituisse.-Cfr.,
Cicerón, Topit:, 7,-1, 1 3, de rer. div,, 11, t.
(2) Cel:JO, L, 3, pr., D., ne quid in loe. publ., XLIII, 8; ... Lillora in quae populus Roma•
nus imperium habet, populi Romani esse arbilror.-Hoy, la teoriadeCeJso, más conforme
a los intereses de cada nación, está sancionada por el articulo 538, C. C., que coloca la!! orillas
del mar entre las dependencias del dominJo público del Estado. quedando también abier-
tas a los navegantes sin distinción de nacionalidad.
N. del T.-El aqua profluens, agua corriente, como tal, no puede ser objeto de dere-
cho privado, porque es inaprensible, y bajo este aspecto la consideraron los romanos como
res communis omnium, como el aire y el mar (1, 11, I, § 1); pero un caudal de agua, el con-
unto de un agua, puede perfectamente ser objeto de propiedad, ya sea del Estado ya de
jos particulares.
En cuanto al aire y el mar, es posible separar partes y fracciones, y que estas partes
separadas cesen de ser cosa común mientras dura la separación. El pasa¡e de las Institu-
ciones antes citado coloca también entre las cosas comunes las orillas de mar; pero como
dispone el D. 43, 8, 3, las orillas del mar forman parte del territorio del Estado, y el uso
de las mbmas se regula por las leyes de cada uno de los Estados. V. en el Filangieri del
ai'\o XIX a Manenti, ConceUo della communio relativamente alle cose priuate. alle publiche,
ed alle communes omnium.
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a quien la edificó; pero, si se destruye, el terreno de la ribera es común,


pues recobra su libertad por una especie de postliminium (Marciano,
I, 6, pr., de div. rer., I, 8).
2. Res publicae.-Las cosas públicas son aquellas cuyo uso es tam-
bién común a todos, pero que, al contrario de las cosas comunes, se
consideran como propiedad del pueblo romano, excluyendo a las otras
naciones (Ulpiano, L. 15, D., de verb. sign., L. 16). Éstas son las vias
pretorianas o consulares (L. 2, § 22, D., ne quid in loe. publ., XLIII, 8),
los puertos y las corrientes de agua, que nunca se consumen, flumina
perennia; las que se secan en verano, torrentia, están en el dominio de
los particulares (L. 1, §§ 2 y 3, D., de Jlumin., XLIII, 12).
En cuanto a] flumen perenne, es de notar que lo que es público es el
rfo considerado en toda su unidad, comprendiendo el lecho, las orillas
y el agua corriente. En tanto en cuanto estos elementos están unidos
para formar el conjunto del río, están también sometidos a la soberanía
del pueblo romano, quedando abierto su uso para todas las necesida-
des de la pesca y de la navegación. Pero considerados cada uno separa-
damente, y por su misma naturaleza, tienen un destino muy diferente:
el del agua corriente es el ser de naturaleza común, y el del lecho y sus
orillas es el de ser una prolongación de las propiedades ribereñas. Por
eso, los dueños de las riberas son los propietarios de los árboles nacidos
en la orilla, y el lecho abandonado por el río también les pertenece (3).
3. Res u,niversilalis.-Las universilatis son las personas morales,
tales como las ciudades, las corporaciones; pueden tener cosas de su
pertenencia, pero que por su destino no sean objeto de propiedad indi-
vidual, y se aplican al uso común. Tales son los teatros, las plazas, los
baños públicos (I., § 6, hl.) (4).
4. Res priva-lae.-Fuera de las categorías precedentes, las cosas
son res privaiae o singulorum; es decir, que componen el patrimonio de
los particulares, los cuales pueden adquirirlas y transmitir a otros la
propiedad. Se las llama también bona, porque constituyen el bienestar
y la riqueza de las personas (L. 49, D., de verb. sign., L. 16). En fin, en
la época clásica se las daba también la calificación de pecunia.
Pero, en el origen de Roma, la palabra pecunia parece que sólo tuvo
un significado más reducido, pues se aplicaba a los animales que iban
en rebaños, pecus, los cuales formaban una parte considerable de la
fortuna privada (Festo, V. Peculalus). Después se extendió a la mone-
da valorada al peso, consistente en lingotes de cobre gruesos y desigua-
les marcados con la efigie de un buey o de una oveja, y más tarde, a
las piezas de monedas, que ya no se pesaban, pero en cambio se conta-
ban, pecunia nurnerata (V. n. 0 360, nota 5). Y, por último, terminó

(3) Gayo, L, 5, pr., D., de div. rer,, I, 8: Riparum usus publicus est Jure gentium, sicut
ipsius fluminis ... Sed proprietas illorum cst, quorum praediis haerent.: qua de causa arbores
quoque in his nataeeorundem swit.-Ad. L. 30, § 1, D., de adq. rer. dom., XLI, 1.-V. n. 0 186,
nota 2.
(4) El Estado y las ciudades pueden también, a titulo de personas morales. tener en
sn patrimonio cosas susceptibles de ser enajenadas. aunque no relacionadas con el uso pú-
blico, tales como los campos y los esclavos. Estas cosas eran llamadas también públicas
(L. 17, D., de uerb,, sign., L. 16). Sólo se diferenclahan de las res priuatae por la cualidad
del propietario.-Cf. Celso, L. 6, pr,, D., de conlr. empt., XVIII, l.
N. del T .-Las cosas que perteneciendo al pueblo o a una corporación no pueden usar-
se por cada ciudadano o cada miembro de la corporación, propiamente hablando, no son
públicas ni de corporación. Así, el tesoro, los créditos, los esclavos del pueblo o de una
corporación, no estando al servicio y a la disposición de cada uno en particular, sino sola-
mente de la corporación considerada colectivamente y como una persona legal, no son cosas
públicas o de corporación; estas cosas están, en realidad, en el patrimonio del pueblo o de
la corporación, bien que, en oposición a las propiedades privadas, se llama a VE'Ces cosas
públicas a los bienes que están in patrimonio o in pecunia populi vel universitatis. Ya el
D. 50, 16, 15, afirma: Bona ciuitatis abusive publica dicta sunt, sola enim ea publica sunt.
quae populi romani sunt.
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por designar todos los elementos del patrimonio de los particulares,


conservando por otra parte un sentido más estrecho que la palabra
ru, que comprende todas las cosas, incluso las no susceptibles de pro~
piedad privada (5).

§ a.-De las cosas "manelpiu y de las eosa:ii


i.nec DlflUCipi ".

Hl.- •Esta división se apliea sólo a las cosas susceptibles de propie-


dad privada, consideradas, según puedan o no, ser adquiridas por la
mancipación. De origen antiquisimo, existió, ciertamentet en la época
de la ley de las XII tablas (1), y después de haber juga<lo un papel im-
portante en el Derecho clásico, poco a poco fué cayendo en desuso, hasta
que Justiniano sancionó su supresión en el año 531 (L. 1, C., de uBuc.
ir., VII, 31).
l'lpiano nos da la enumeración de ]as cosas manci.Pi (2}. Éstas eran:
a) Los fundos de tierra y las casas situadas en Italia y en las regiones
investidas del :jue ttalíeum; b) Las servidumbres rurales sobre los
mismos fundos; e) Los esclavos; d) Las bestias de carga y de tiro,
es decir~ los bueyes, caballos, mulas y asnos, aunque no los elefantes
y los camellos, que desconocían los romanos en la Apoca de la determi-
nación de las cosas maflCÍpi* Los otros anima}es, tales como los corderos,
las cabras y todas las demás cosas, hasta el dinero y las joyas, son rea
nea mam:dpi~
Gayo parece indicar la razón de ser de esta división al llamar res
ma-,.u,kpi a las cosas más preciadas (3). En efectot para los romanos de
los primeros siglos, entregados sobre todo a la agriculturat y cuyas con-
quistas $e limitaban al terreno de Italíat los fundos de tierra de esta
(5) Paulo, L. 5. pr •• D., de verb, sign 01 L. 16.-Hermogeniano, L. 222, D. eo,d.-!,eglln
oltrlos auture!'l, los romnnos distinguieron al prineiplo eon expresiones dit«entes la5 oosas
~ ' a la e:r.istend.a, materlnl de la !amma y hu qttn formaban el superfiu.o o ln rlque-
u. Las UIW,$ ff componlan de animales dedicados el eultivo. de Io11 esclaviJI. y de la. casa
habitación (:.OU ,u Jardtn: Mto era la familia; 1ós otro, eompt-endtan 109 rebw\OIS, lat roo&o
lem:llimt'<s. la moneda y W Joyas: esto thl la peeania. Esta distinción, que se eneuentra taro~
bien en a)guno, pueblos anllgu0$, coincide, $Obre -poco más o men<>1, con 1a de ru man~
dp! y de re. nee m.ancipl {n.• 141), Pero esto sólo es una conjetura, puea generalmente
las CODSt1Cllenela1 que reirultnn no se confirman en Jo, textos.
Hl, \1) Oayn, II, 5 47,-V. también el n.~ 198, nota 1.
(2) C piano, XIX~ 11: Omnes U$ !IUI maneipl sunt QUt nec ntaneipi. Mancipl rtt sunt
prlWiiJJ. in italtco 60l<>, fcun ru.rlfou, qualis r.M /undu8, quam urbana qualia domas, llem jara
prcudtoram ru.sttcorum, velui oia. !ter, atruaeduetus: ilem seroi et quadruJ)«lesquae dorso co-
Uoure. dmmudur, oelul bova, muU, equi, asinf. Cn~rae rt:JJ nec maneipl surd. Bll!pha.nl.i ~ ca-
RWli, quanwi• ~oUo dor,ope domentut, nec maneipi a:unt, quoniam besUarum numeroJunt.-
Ad,, Gayo, 1.1 i20y II, H 15 a 17.
(3) Gayo. t, 1192: ... Neque ad res mancipl állenanda.s•.• aw;iol'C$ /lflri eoounlur••• uL,
nequt alliutatla pretioslartb.tu ubus... minus locuples ad ooa heredilu• per~ttniat.-N.• 1201
nota '2.
N. del T.-Stguiendo a los autores que •e han espeeinlíw.do sobre la materia, Squiltl.
:Bonfante. Breu:o (Studfo ,alle res mancípi-Rtis maneipi e nec mandpi--Mam::ipalioj,
era dificil wnooer ecn prectilión el eriter!o que separaba las rei manclpi de las re, nte m«n~
ctpi, P ~ ser que las primeras debbm ser declarada11 en el eemo que introdujo Servio
Tulio. y que no eran registn,das én el mismo más que lns cosas citadas en el texto. porque
en la agriettltura la principal riqueza dol pueblo :romnno. Como quiera que estas cosas
maneipi k" inscribían en los registros del censo. era propietario de ellas el que OQmo tal
aparecía ~n las lütas. y de nquí que se exigí~ra la tl'an$c.ripelón en dicho C(!nso ea.da vez
que se tratara de tnwsferir a otros la propiedad de ellas, y como esta U'Qnscripclón en el
e«1nso sólo ~qutria verdadera etleaeitt con la lustración. que se verificaba cada elwx, aí'ios,
las cosas ewúerutdas d1,1nmte ute Iotervelo ll(l llegaban a ser propiedad efectiva del adqul-
nnte hasta deapués de ewia lustr~ y para poner remedto a este fnconvenioote se introdu•
Jo. en su1tltuctón de la enajenación por ceruo, Is mane!paelón, es dtdr~ ta venta fingida,
tbnbóliea. hecha eon el tudmonlo del pu(':blo romano, representado. a lo ment>4, por cinco
dudu.danol vttrones pübere..
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comarca, las servidumbres rurales que facilitaban su explotación y los


instrumentos de trabajo como los esclavos y los animales de carga y de
tiro, eran los elementos más importantes de la fortuna privada. Además,
mientras que la traslación de propiedad de las res nec mancipi se reali-
zaba por simple tradición, ]a de las res mancipi, para ser más cierta,
debía revestir formas solemnes, particularmente las de la mancipatio,
de donde viene su nombre {4). Este modo de transferir le era propio.
Y así como la simple tradición de una res mancipi no quita la propie-
dad civil (V. núms. 151 a 1.54), del mismo modo la mancipatio aplicada
a una res nec mancipi queda sin efecto {Cicerón, Tapie., 10).

§ 3 ..-De las ~osas corporales y de las eosas incorporales.

(I., de rebus incorporalibus, II, 2.)


142.-Las cosas, consideradas tal como la Naturaleza las ha produ-
cido, tienen una existencia materia}, un cuerpo; y son las cosas corporc.-
les que caen bajo los sentidos. Pero, por una especie de abstracción, se
da también el nombre de cosas a los beneficios que el hombre obtiene
de las cosas corporales, es decir, a los derechos que pueda tener sobre
ellas (1). Estas cosas se llaman incorporales, porque no caen bajo los
sentidos y no son más que concepciones del espíritu (2).
143.-1. Cosas corporales.-Muebles e inmuebles.-Es imposible
enumerar las cosas corporales, puesto que comprenden todo lo que ma-
terialmente existe fuera del hombre libre. Se pueden subdividir en
muebles y en inmuebles, res mobiles y res soli. Esta distinción no está
expresamente formulada por los jurisconsultos romanos, pero está con-
tenida implícitamente en muchos textos (1). Se entiende por muebles
lo mismo los seres animados, susceptibles ele moverse ellos mismos, ,-es
se moventes, que las cosas inanimadas, que pueden ser movidas por una
fuerza exterior, res mobiles. Los inmuebles son los fundos de tierra, los
edificios y todos los objetos mobiliarios que estén sujetos a estancia
perpetua, los árboles y las plantas, mientras están adheridas al terre-
no (2). El interés de esta división se manifiesta de varias maneras, prin-
cipalmente desde el punto de vista de la posesión (n. 0 169), de la usu-
capión (n. 0 205), de la enajenación de los bienes dotales (n. 0 434) y de
los interdictos (n. 0 810, III).

(4) Gayo, 11, § 18: Magna aulem dllferenlia esl tnter mancipi res et nec manclpi,-
§ 19: Nam res nec mancipi ipsa tradilione pleno jure alterius fiunl, si mOdo corporales sunt
et o/:1 id recipiunt traditionem.-§ 22: Mancipi vero res sunt quae per mancipalionem ad alium
transferunlur unde etiam mancipi res sunt dictae ...
142. (1) Ulplano, L. 23, D., de verb. sign., L. 16: Rei appellatione et causae et Jura
continentur.
(2) Gayo, 11, § 12: Quaedam praeterea re& corporale:t sunt, quaedam incorporales.-
§ 13: Corporales hae sunt quae tangi possunt •.. - § 14: Incorporales sunt quae tangi non pos-
sunt: qualia sunt ca quae jure consistunt, slcut heredilas, usufructus, obligaliones.
143, (1) Celso, L. 93, D., de uerb. sign., L. 16.-Ulplano, XIX, §§ 6 y 8, y L. 15,
§ 2, D., de re judic., XLII, 1.
(2) Cf. Florentino, J.. 211, D., de verb. sign., L. 16,-Ulplano, L. 17, pr. y §§ 7 a 11,
D., .de acl. empl., XIX, 1,-Gayo, L. 44, D., de ,et vind., VI, 1.
N. del T .-Scgón la dellnlción de las cosas Jncorporales, todos los derechos tendrlan
este carácter; pero los romanos hicieron una excepción respecto al derecho de propiedad,
aJ que consideraban como cosa corporal, puesto que le Identificaban con su objeto. La razón
de ello está en que el derecho de propiedad se confunde con la cosa que constituye su cbje-
to y la abraza por completo. De aqui proviene que frecuentemente se oponga el derecho
de propiedad como cosa corporal a Jos otros derechos, cosas incorporales. Véase la nota (1)
al § 147 del autor.
DE LAS COSAS 171

14:4:.-II. Cosas incorporales.-Derechos.-Los jurisconsultos limi-


tan las cosas incorporales a los derechos susceptibles de estimación y
que representan un valor pecuniario en la fortuna de los particulares.
Tales son los derechos reales, como la propiedad y el usufructo; los de-
rechoB de crédito; la herencia, es decir, el conjunto de derechos que com-
ponen el patrimonio de una persona muerta, considerados, abstracción
hecha de las cosas corporales que son el objeto de ella (V. n. 0 142, nota 2,
in fine).
El hombre también está investido de ciertos derechos con relación
a otras personas sobre las cuales puede ejercer una autoridad más
o menos enérgica. Tales son los derechos de potestad, de tutela, etc.,
y se los llama derechos de familia. Estos derechos, de los cuales ya hemos
hablado a propósito de las personas, no tienen valor pecuniario y quedan
fuera del patrimonio; asf que estudiaremos ahora los dereclws reales
y los derechos de crédito.
14:5.--De loB derechos reales y de los derechos de crédito.-Los dere-
chos que se cuentan en el patrimonio se dividen en dos clases: los de-
rechos reales y los derechos de crédito u obligaciones. Esta distinción tiene
para la ciencia del Derecho una importancia capital, y ninguna legisla-
ción los ha separado con tanta claridad como el Derecho Romano, no
solamente en la observación exacta de sus caracteres d1'.versos, sino
tam~ién por las maneras de constituirlos y las acciones destinadas a
sanc10narlos.
1. El derecho real es la relación directa de una persona con una
cosa determinada, de la cual aquélla obtiene un determinado benefi-
cio, con exclusión de todas las demás. Como tal se puJde calificar al
derecho de usar un campo y percibir los frutos, es decir, el derecho de
usufructo. El derecho de crédito es una relación de persona a persona
que permite a una de ellas, llamada acreedo'I', exigir de la otra, llamada
deudO'I', determinada prestación. Por eso Ticio, que había prestado mil
sextercios a Mevio por dos meses, tiene derecho de exigirle en el día
fijado el pago de una suma igual. De esta diversidad en su naturaleza
resultan entre estos derechos las diferencias siguientes: a) El derecho
real, siendo un derecho sobre una cosa, existe en beneficio de una sola
persona, hacia y en contra de todas, sin imponer a nadie otra necesidad
que la de respetarlo y no impedir su ejercicio; esto es, una pura absten-
ción. El derecho de crédito, que es un derecho contra una persona, per-
mite al acreedor exigir un hecho del de1tdor; pero sólo este deudor está
personalmente obligado a satisfacer una prestación determinada.
b} La persona que adquiere un derecho real sobre una cosa no
tiene nada que temer, aunque se hayan constituido después otros dere-
chos iguales sobre la misma cosa en beneficio de otras personas, o bien
si el propietario de la cosa llegara a hacerse insolvente, pues su derecho
siempre quedaría completo (1 ). En cambio, sucede lo contrario con el
derecho de crédito, pues el deudor que se haya obligado con un acree-
dor, puede hacerlo también con otros, y estos derechos de crédito~ naci-
dos sucesivamente, tienen todos ellos la misma fuerza. Por eso, si el
patrimonio del deudor no basta para pagar a todos los acreedores, el
derecho de cada uno sufre y disminuye en una reducción proporcional.
c) El dominio de los derechos reales es menos amplio que el de los
derechos de crédito. El derecho real, que coloca a una persona en rela-
ción directa con una cosa, sólo puede tener por objeto una cosa con exis-
tencia actual. El derecho de crédito, por el contrario, sólo es una rela-
ción entre dos personas; tiene por objeto un hecho, un acto que el deudor
146, (1) Para mejor caracterizar este beneficio se dice que el derecho real confiere
un deruho de preferencia.
172 LIBRO SEGUNDO

debe cumplir en un término más o menos lejano, y para esto no es in-


dispensable que la cosa debida al acreedor exista en el preciso momento
que se creó el derecho; es suficiente con que exista cuando el deudor
tenga que ejecutar su obligación. En una palabra, el derecho de cré-
dito puede tener por objeto una cosa futura.
2. El Derecho Romano ha sostenido enérgicamente la separación
de los derechos reales y de los derechos de crédito, desde el punto de
vista de su creación y de su transmisión. El contrato, es decir, el acuer-
do de las partes sancionado por el Derecho es la fuente más fecunda
de los derechos de crédito, mientras que los derechos reales sólo se
establecen por modos especiales; el contrato o convenio de las partes
no podría constituirlos (2). Por otra parte, los procedimientos que sirven
para transferir' los derechos reales son inaplicables a los derechos de
crédito (V. n. 0 490, nota 1).
3. Por último, la diferencia de naturaleza que separa estos derechos
se manifiesta desde el punto de vist,a de las acciones que los sancionan.
La acción in rem, dada al titular del derecho real, no tiene la misma
extensión que la acción in personam concedida al acreedor. Por la acción
in rem, todo el que está investido de un derecho real reclama la sanción
judicial de este derecho y el poder de ejercerle libremente, sin que nadie
ponga obstáculo. Por la acción in personam, el acreedor no sólo pide
que sea reconocido su derecho, sino que también quiere vencer la resis-
tencia del deudor, pues el objeto del derecho de crédito es un hecho del
deudor, y si no lo ejecuta voluntariamente, es necesario que el acreedor
encuentre en su acción un medio para obligarle. Por razón de esta dife-
rencia es por lo que la acción 'in rem se da a cualquiera que ponga obs-
táculos para el ejercicio del derecho real: en cualquier parte donde la
cosa se encuentre, tiene el titular del derecho pleno pod.er para perse-
guirla (3). Pero la acción in personam sólo se da contra el deudor, por-
que él sólo está obligado a ejecutar el hecho que es objeto del derecho
de crédito.
146.-Los derechos reales y los derechos de crédito, siendo los ele-
mentos de los cuales se compone la fortuna privada, el estudio del pa-
trimonio consiste en averiguar cuáles son estos derechos, cómo se esta-
blecen y cómo terminan, quedando después por examinar cómo un pa-
trimonio todo entero puede pasar en masa de una persona a otra. Por
eso son necesarias tres partes en el estudio de las cosas o del patrimo-
nio: 1.ª Derechos reales; 2.ª Derechos de crédito u obligaciones, y
3.ª Modos de transmisión del patrimonio o modos de adquirir per uni-
versitatem.

(2) L. 20, C., de pactis, II, 3: Traditionibus et usucapionibus dominia rerum non nudis
paciis lrans/erunlur.-Ad, Paulo, L. 3, pr., D., de oblig., XLIV, 7: Obligalionum substantia
non in eo consistil ut aliquod corpus noslrum, vel :iervilutem noslram facial, sed ul alium,
nobis obstringat ad dandum aliquid, vel faciendum, vel praestandum.-No habla excepción
más que para el derecho de hipoteca (V. n. 0 222, nota 9, y n. 0 249).-Esta distinción tan
lógica ha desaparecido en nuestras leyes modernas. Por eso, la venta pura y simple de un
objeto determinado hace inmediatamente propietario al comprador (art. 1.583, C. C.), mien-
tras que en el Derecho Romano sólo produce obligaciones.
(3) Se dice en este sentido que el derecho real confiere un derecho de persecución.

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