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Michael Laitman
Después de la pandemia actual, ningún otro poder en el mundo es más crucial para el
nacimiento de una nueva sociedad que la figura materna. El mundo ahora se revela
como un sistema integral y global. Esto significa que el mundo nos está obligando a
tratarnos unos a otros de la misma manera que nuestras madres nos tratan, creando un
ambiente lleno de cualidades de otorgamiento y amor.
Aunque con la ayuda del hombre, vemos que es la madre quien concibe, entrega el
embrión, amamanta, alimenta y cría al bebé hasta que esté listo para la vida. Del mismo
modo, todas las madres, todas las mujeres del mundo, necesitan ver en este proceso
crítico de transición por el que atraviesa el mundo, su oportunidad de llevar a la
humanidad a un nivel superior de existencia, a relaciones armoniosas entre nosotras,
como un embrión a punto de nacer.
La unidad es una buena palabra pero difícil de poner en práctica. Ni los hombres ni las
mujeres nacen con la inclinación a unirse, pero hemos alcanzado una etapa en nuestro
desarrollo donde no nos queda otra alternativa que conectarnos. Es una cuestión de
supervivencia para nuestros propios hijos y la humanidad en general. Por lo tanto,
cualquier paso hacia la conexión, no importa cuán pequeño sea, es un gran paso para
realmente dar a luz a una nueva humanidad y hacerla crecer, elevarse y mantenerse
firme. Sólo las mujeres podrán desempeñar este papel crucial, educar y proporcionar un
ejemplo a seguir sobre cómo unirse. Exigiremos que los hombres se conecten
correctamente y, al mostrar el camino, guiaremos al mundo entero hacia la corrección.
¿De qué tipo de conexión estamos hablando? Como parte de la evolución humana, ahora
estamos obligados a desarrollar una nueva calidad: preocupación por toda la sociedad.
Cuando surge este deseo compartido de conectarnos como si fuéramos una sola
persona, el deseo del bienestar de todas las personas como si fueran nuestros propios
hijos, se manifiesta una fuerza especial unificadora, una fuerza positiva que cambia la
realidad para mejor.
Para conectarse entre sí, las madres deben aprender a superar la distancia natural entre
ellas y trascender sus intereses personales. Las mujeres deben sentir gradualmente que
si algo le sucede a alguien, es como si le sucediera a su propia familia. La preocupación
mutua nos permitirá construir y garantizar la paz, la seguridad y la felicidad para todos
los niños de todas las generaciones.
A través del ejemplo de la madre, la naturaleza nos enseña que al conectarnos podemos
salvarnos de todos los daños. Si las madres forman un deseo común de mantener a
todos juntos, si crean una fuerte demanda de que todos realmente se conecten como uno
solo, podrán cambiar el mundo. Nada puede resistir un poder femenino unido. ¡Feliz día
de la madre!