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Contenido
Dedicatoria..................................................................................................................................................2
El accidente de la Mina................................................................................................................................2
La Revolución y el desplazamiento..............................................................................................................8
Porfirio y el milagro de San Francisco de Asís..............................................................................................8
Trabajador de las Minas del Real.................................................................................................................9
Primer Matrimonio....................................................................................................................................10
Del Real a Monterrey.................................................................................................................................10
Divorcio y nuevo Matrimonio....................................................................................................................10
De la belleza de las personas a la belleza de las casas...............................................................................11
Fecha Inolvidable.......................................................................................................................................11
El estudio y los nietos................................................................................................................................12
Sus historias y enseñanzas.........................................................................................................................12
Historias del Real de Catorce y San Francisco de Asís................................................................................12
Vida de San Francisco de Asís................................................................................................................12
oración de San Francisco De Asís...........................................................................................................17
¿Cómo llegó la venerada imagen de San Francisco de Asís a Real de Catorce?.....................................17
Destrucción del Real de Catorce............................................................................................................19
Dedicatoria
Dedico este texto a la memoria de mis padres, el Señor Porfirio Flores
Gómez (+2013) y mi madre la Señora Romualda Rodríguez de Flores (+2011).
En este escrito narro parte de la Historia del Real de Catorce, por boca de
quien vivió los hechos y los relató en vida, mi padre; y asumo la tarea de poner
por escrito estas historias y leyendas que dieron vida a los habitantes de este
lugar, en el transcurso del siglo XX en este Pueblo Mágico, de San Luis Potosí,
apoyado también en algunos libros de la historia del Real de catorce que
corroboran los aconteceres aquí descritos.
El accidente de la Mina
Por otra parte, mi abuelita, la señora Desideria Gómez de Flores, junto con
sus hijos Margarito, Páscuela, Juan y los demás familiares de mi abuelo esperaban
verlo salir de aquel agujero. De pronto apareció en una camilla improvisada, aun
retorciéndose del dolor, tanto del pie como de la clavícula y otras escoriaciones
causadas por los barrenos que habían triturado el gran peñasco, que lo tenía
oprimido tanto a él como a su compañero fallecido.
Sin embargo, ¿cuál fue su sorpresa? Que por más cloroformo que le puso en su
nariz, mi abuelo nunca se durmió.
- "¿Oiga don Juan, usted se alimenta muy bien verdad? es que está muy
fuerte no lo puedo dormir, ¿pues qué come?" el doctor le preguntó.
- "Frijoles y tortilla con chile, nopales, es lo único que como", respondió.
- ¡Pero no me explico cómo su organismo es tan resistente que no lo puedo
dormir o sea anestesiar ¡ replicó el médico.
- "¿No será que el aguardiente me hace resistente al medicamento?" dijo
don Juan.
- prosiguió diciendo el doctor.
- "¿Toma vino o mezcal?"
- "pues algo"
- "Por eso no lo puedo dormir", afirmó el doctor.
- "Doctor, mócheme el pie así sin dormirme", mi abuelo le responde.
- "Pues yo creo que sí, porque usted no cae". El médico prosiguió: "le voy a
poner un trapo negro en su cara para que no vea lo que hago".
- "Usted échele". le respondió, y se quitó el trapo de su cara.
- Súbase el pantalón para que el pie quede descubierto y pueda hacer la
intervención, y le explicó: "mire le voy a hacer cuatro cortes a su ante
pierna, hasta llegar al hueso y luego le voy a cortar el huesito y la carne,
posteriormente la haré nudo en lo que quede del hueso de la pierna y le
cauterizaré las venas para evitar el desangrado.
Contaba mi abuelo que con un gran dolor físico, sintió donde el filoso cuchillo
rompía las carnes de su muslo en cuatro ocasiones seguidas, sintiendo como
aquel instrumento llegaba hasta el hueso de su pierna ya desgarrada, y cuando el
médico hubo hecho los cortes, de inmediato vio un pequeño serrucho que sería el
que le cortaría el hueso de su pie, y entre quejidos y gemidos escuchaba el ruido
de aquel instrumento que le cortaba su pie y que iba a ser su gran calamidad, vivir
con un solo pie.
Y así fue como nuevamente obtuvo un salario para sostener a su familia, sin
embargo, ésto duró poco tiempo, más o menos un año y medio, pues llegó la
orden de que se cerrara la mina y se acabó el trabajo. Cuando esto terminó se
dedicó al trabajo en el monte, lo que hacía allí era tallar lechuguilla, una planta
que su fibra sirve para hacer mecates, costales, estropajos y muchas otras cosas
más, decía mi abuelo que tenían que trabajar mucho para poder sacar un peso de
ganancia, pues el kilo lo pagaban a veinticinco centavos y era mucho el trabajo,
pero no había más opción que esa, también cortaba zacate para vender como
comida para los burros, caballos mulas etc.
La Revolución y el desplazamiento.
Porfirio Flores Gómez, hijo de Juan Flores Gómez y Desideria Gómez; nació en un
lugar llamado Acatitas de Bajan en el Estado de Coahuila, un 15 de septiembre
de 1916, época de la Revolución Mexicana, motivo por el cual sus padres viajaban
de un lugar a otro, hasta llegar nuevamente al pueblo de Real de Catorce, de
donde habían salido.
A pesar de no haber nacido en el legendario Real de Catorce fue el pueblo que lo
vio crecer, pues su infancia, adolescencia y juventud la paso en un barrio de este
pueblo llamado “El Venadito”; barrio que se encontraba en lo alto de uno de los
cerros que rodean al pueblo.
Porfirio y el milagro de San Francisco de Asís
Don Porfirio tuvo siempre una gran devoción al seños San Francisco de Asís,
Patrono del Real de catorce, ya que cuando él estaba recién nacido, su madre
sintió que estaba muy mojado, y a oscuras se levantó de la cama a cambiarle de
pañal, sin embargo, al estarlo arropando lo volvió a sentir mojado y por segunda
vez lo cambió, pero nuevamente al acomodarlo para volverlo a dormir, lo volvió a
sentir mojado, entonces prendió una vela para ver qué era lo que sucedía, y con
asombro observó que lo que ella creía que era pipí del bebé, ¡era sangre!.
Rápidamente descobijó al niño para checar que le ocurría, ya que en ese
momento llegó a pensar que quizá algún animal, en la obscuridad de la noche lo
había mordido… su sorpresa fue tan grande cuando vio que la sangre no dejaba
de salir del ombligo del niño, inmediatamente le habló a su esposo para llevarlo
con algún médico, por desgracia no encontraron a nadie que les diera auxilio… no
tuvieron otra opción más que regresarse a la casa.
Asustados y angustiados sus padres creían que el niño estaba muriendo
pues ya no se movía, no quería ni comer, a pesar de que su madre le ofrecía el
pecho, y no hacía el intento por comer, y tampoco lloraba… Sus padres lo único
que se les ocurrió fue llevarlo a la Iglesia ante la imagen de Panchito y
entregárselo, lo colocaron en sus pies y le dijeron que solo él podía interceder
ante Dios para que les hiciera el milagro de salvarlo: “aquí lo tienes Panchito es
tuyo, te lo entregamos, tú decides si te lo llevas o lo dejas con nosotros…”. Pero
de pronto el gran milagro, pues después de entregárselo a Panchito, el niño se
empezó a moverse entre las cobijitas… sus padres lo veían incrédulos, pero
instantes después escucharon un leve llanto y emocionados checaron que era el
niño quien lloraba, rápido lo cargó su madre y lo abrazó con gran emoción, en ese
instante, el bebé empezó a buscar el pecho de su madre y empezó a comer de su
lechita…
Desde entonces mis abuelos muy agradecidos con San Francisco de Asís,
cada año iban a venerar y a dar gracias por haber intercedido por la vida de mi
padre, el sr. Porfirio Flores Gómez. Dándose así en nuestra familia, el amor y la
veneración a “Panchito”, es decir, a San Francisco de Asís y a esta hermosa tierra
Real de Catorce…
Trabajador de las Minas del Real
La pobreza que existía en aquellos tiempos llevaron a mi padre a trabajar
desde muy temprana edad (13 años) allí mismo en el Real, en el interior de las
minas por los años 1929- 1932. su trabajo fue sencillo, pues únicamente era estar
al pendiente de que a la rudimentaria maquinaria no le faltara agua ni aceite para
que estuvieran trabajando debidamente. Cundo llegó a la mayoría de edad, pidió
a los encargados que lo dejaran trabajar barrenando, separando y sacando plata y
otros metales que también abundaban en ese lugar. Algunas de las minas donde
llegó a trabajar fueron: La mina de Santa Ana, El Socavón de Purismo, San Agustín,
la Mina de Varones entre muchas más que aún existen en ese pueblo. También
trabajó en el interior del Túnel Ogarrio, el cual es la entrada al Real de Catorce y
que tiene una longitud de casi dos kilómetros y cuyo interior está plagado de
socavones o minas, de donde se extraía metal que tenía infinidad de usos y un
alto costo en el mercado.
Primer Matrimonio
Siendo ya adulto, contrajo matrimonio a la edad de 25 años por primera vez
con la señora Elena Rodríguez, con la cual procreó cinco hijas: Pompeya, Ventura,
Juana, María Concepción y Leonarda. La primera de ellas (Pompeya) murió siendo
una niña, fue inhumada en el panteón Municipal del Real de Catorce. Hoy en día
sólo sobreviven Juana y Leonarda.
La Niña Pompeya
Al poco tiempo de casados fueron bendecidos con su primera hija, una niña
hermosa, a quien bautizaron con el nombre de Pompeya, mejor conocida como
Pompa, pues así le decían de cariño. Mi padre y su esposa eran felices, sin
embargo esta felicidad fue opacándose cuando de pronto la niña, que ya tenía un
año y medio empezó a ponerse muy triste, sin saber que hacer y sin poder darle
un remedio casero ya que era una bebé, la niña fue empeorando rápidamente
y aunque después la llevaron al doctor, el médico le recetó algunos
medicamentos para que sanara, más esto ya no fue posible porque el virus que la
había atacado prácticamente ya había invadido el cuerpo de la pequeña, que
pronto entregaría su alma a Dios.
La partida de ella fue muy duro, como cualquier muerte de los seres
humanos, este fue un acontecimiento que removió los sentimientos de toda la
familia de mi padre y de su esposa, tanto que el duelo duró algunas semanas. Era
tanto el dolor que mi padre sentía, que a diario le rezaban y pedían por la
salvación del alma de la niña, que apenas si alcanzaron a bautizar y que por cierto
murió sin su confirmación.
Fecha Inolvidable
Ya viviendo en la ciudad de Guadalupe Nuevo León, en la colonia Camino
Real, un 31 de diciembre de 1996 estando en casa, y apunto de disfrutar la cena
del fin de año, mi padre estaba sentado en uno de los sillones de la sala, sin
embargo, cuando le hablamos que se levantara para compartir la cena de fin de
año, ya no se pudo parar del sillón, aun así, lo levantamos para llevarlo a la mesa y
disfrutar de la cena que con tanto amor habían preparado mi esposa y mi
hermana Pascuala. Al día siguiente primero de enero de 1997, lo llevamos con un
quiropráctico para que lo atendiera, le dio medicamento para la rodilla del pie
izquierdo. El médico recomendó que no se esforzara en caminar, así que dejó de
hacer sus largas caminatas por las faldas del cerro de la Loma Larga para recoger
los abonos de sus clientes. A partir de esa fecha, ya no lo dejé que trabajara y
quien siguió cobrando esas deudas pendientes fueron mis hijos Edy y David.
Hablar del Real de Catorce es hablar del San Francisco de Asís. ¿Pero quién
fue San Francisco de Asís? Francisco de Asís fue un personaje que al igual que
todo ser humano vivió y cometió errores, pero siempre Dios lo llamó a vivir en
santidad.
1°-. Desde su nacimiento hasta los veinte años: En esta etapa Francisco no tenía
paz espiritual en su corazón, a pesar de que poseía todo a su alcance, sentía que
algo le faltaba, y así vivió toda su niñez de rico, pero pobre en espiritualidad que
realmente era lo que necesitaba.
2° De los veinte a los veintisiete años: Es la época más importante de su vida, es
donde siente más frecuentemente el llamado de Dios a la santidad, estos siete
años prácticamente le sirvieron para definir su vida y entregarla a Dios, a los
enfermos, así como a dar salud espiritual a toda persona que se acercaba a
pedirle consuelo.
Su tercera etapa fue de los veintisiete a los cuarenta y cuatro años de edad,
que se convirtieron en dieciocho años de entrega total a Dios y al prójimo, este
tiempo fue lleno de incomprensiones y desilusiones de la gente mundana, a lo
largo de esos dieciocho años fundó tres órdenes de su doctrina, una de sus frases
era el saludo a diario a la gente diciendo “hermanos el señor hoz de paz” he
iniciaba hablándoles de la vida de Jesús.
En el año 1219 Francisco renunció a dirigir las tres órdenes que había
formado y se fue a vivir en una cueva, en el año 1223 pidió autorización al Papa
para hacer un nacimiento en la cueva donde vivía y así recordar el nacimiento de
Jesús en el mes de diciembre, así nació la tradición de los nacimientos impulsada
por Francisco de Asís.
Otra historia que nos contaba era la del niño que se perdió en el desierto; lo
buscaron por muchas horas y al no encontrarlo decidieron avisar a la policía de
Catorce. Cuando lograron hallar al pequeño, éste dijo que un señor lo había
consolado y ayudado. Los padres acudieron a dar gracias a Panchito y ¿cuál no
sería su sorpresa? cuando al llegar frente a la imagen, el pequeño les dijo que él,
panchito, como le dice la gente, había sido el señor que lo cuido y ayudó.
Entre las tradiciones que existían en aquellos tiempos era que, durante las
festividades, la imagen de panchito era bajada de su camarín en el mes
septiembre por los mineros de “Charcas” y posteriormente el doce de octubre era
subida por los mineros de “Villa de La Paz”, y una vez que se terminaban las
fiestas patronales de San Francisco en el mes de octubre, los restantes once
meses permanecía en un costado del templo. En la actualidad la imagen se
encuentra colocada en el centro del altar mayor del templo, donde se venera
cada cuatro de octubre.
Otra historia de dominio público que nos contaba mi padre es la de por qué
se destruyó el Real de Catorce. Al igual que los demás pueblos o ciudades en
pleno desarrollo, este pueblo gozaba de buen nivel socioeconómico, pues
recordemos que allí se acuñaba el dinero que se distribuía a otras poblaciones. Y
es que en el Real existió la “Casa de Moneda”, en donde se acuñaban el dinero
que circulaba en la región; imagínense el poder económico de ese pueblo, de
donde salían grandes cantidades de efectivo cargadas en el lomo de las mulas,
que era el medio de transporte en ese tiempo y lugar, este dinero era llevado a
los diferentes lugares, en donde tenían que pagarle a la gente que trabajaba en
las minas de plata de los alrededores.
Tanto era la euforia por asistir al gran evento taurino que la gente se olvidó
de las sus obligaciones religiosas y se concentró en las cuestiones de orden
material y diversión, dejando a un lado toda la espiritualidad que aun caracteriza
a este pueblo fantasma, como ahora le llaman. Las familias enteras se aglutinaban
en la entrada de la plaza de toros. El pueblo se volcó en ese lugar para presenciar
tal espectáculo. Entonces el párroco misionero encargado de la parroquia de la
Inmaculada Concepción, la cual aún sigue en pie y que es visitada por mucho
feligreses sobre todo en la fiesta de San Francisco de Asís, empezó a llamar a
misa, cuando dio la primera llamada se dio cuenta que no había ninguna alma
en el interior de la parroquia y ésto le extrañó pues el pueblo siempre había
sido de mucha devoción, pero hizo caso omiso y nuevamente se internó en la
sacristía para seguir preparando la misa de ese domingo, cuando pasó el
tiempo prudente, ordenó al sacristán dar la segunda llamada a misa, pero
aun el interior de la iglesia seguía vacío, entonces ésto le extrañó mucho pues
aún las personas más devotas no estaban presentes; lo cual llamó más su
atención. Desconcertado y molesto, con su enojo a flor de piel preguntó al
sacristán ¿qué pasa porque no hay gente en el interior de la iglesia? y éste le
contestó, padrecito acuérdese que hoy es la corrida de toros y la gente prefirió
irse a ver esa diversión que escuchar la palabra de Dios; replicó el sacerdote
¡ha es eso! entonces es pura farsa que quieren o estiman a Dios, pues
cambian la Santa Misa por una corrida de toros, mal halla estos impíos. Aun
así, ordenó dar la tercera llamada y el de nuevo se dirigió al interior del templo,
preparando, aun así, la misa de ese célebre domingo.
El Sacristán veía en las calles, como familias enteras casi corrían hacia
donde se iba a presentar el espectáculo, y él al igual que el sacerdote, su
corazón se llenó de tristeza al ver que el pueblo se volcaba a disfrutar de la
corrida de toros, cambiando así la palabra de Dios a través del evangelio, por
un espectáculo de toros, en donde se iban a sacrificar a los animales que al
final de cuentas también son seres vivos, y otros seres vivos gozando con el
suplicio que pasan esos animales. En fin, tomó el mecate que sostenía el badajo
de la campana, e inició con la tercera y última llamada a misa de ese fatal
domingo en el pueblo del Real de Catorce. Una vez terminado su trabajo de hacer
la última llamada fijó nuevamente su vista hacia las calles para ver si alguien se
encaminaba rumbo a la iglesia, pero sus ojos no vieron una sola alma que se
dirigiera al templo. Cuando bajó las escalinatas y buscó al padre para comunicarle
que ya había hecho la tercera llamada, y rápido le comentó lo que había visto
desde lo alto del campanario, lo cual indignó más al sacerdote misionero que aún
no podía creer lo que estaba sucediendo en el pueblo.
Tanta fue la insistencia que los guardias lo dejaron entrar hasta donde
se encontraba el empresario y entonces el cura le replicó “¿Usted es el
empresario de esta evento?” y él contestó así es padrecito, muy bien, vine
primero a conocerlo y a exigirle lo que usted dijo hace algunos minutos ante la
gente, de que me echaría el toro más bravo, de inmediato replicó el
empresario ¿cómo le voy a echar al toro más bravo padre? lo va a matar,
cumpla su palabra para eso vine y de inmediato el sacerdote se dirigió al ruedo
y le gritaba suelte al toro, aquí estoy para recibirlo, pero aun así el hombre no
ordenaba que saliera el bruto animal, pues sabía que destrozaría al anciano
sacerdote que pretendía torearlo.
Cuenta la gente de que ese hermoso pueblo lleno de vida se fue acabando,
las minas, principales fuentes de trabajo y riqueza de aquel lugar fueron
abandonadas pues la gente emigraba a otros pueblos, rancherías y ciudades de
aquella época, en donde no los alcanzara la maldición de aquel sacerdote.
Con el tiempo y al cabo de muchos años de penurias, el Real de
Catorce fue decayendo hasta convertirse prácticamente en un pueblo
fantasma, pero aun así la gente originaria de ese lugar cada año seguía y
sigue visitándolo con la finalidad de ver a Señor San Francisco de Asís y
seguramente al estar de nuevo en su tierra, aflora la nostalgia de ver a su
ciudad en ruinas, prácticamente puedo afirmar de manera categórica, que el
Real de Catorce no se acabó porque señor San Francisco ha sido un gran
centinela y punta de lanza para que la gente vuelva los ojos a este hermoso y
mágico lugar, perteneciente a los pueblos mágicos de nuestro querido México.
De manera personal constaté las ruinas de esta hermosa ciudad que en los
siglos XVIII y XIX, vivió su mayor opulencia, con la vida económica basada en sus
minas, las cuales fueron la fuente de vida del pueblo de Catorce, S.L.P. Por los
años 1959-1979 mi padre el señor Porfirio Flores nos llevaba a la familia a este
majestuoso pueblo y me daba nostalgia verlo totalmente en ruinas, recuerdo
que únicamente veíamos tapias destruida, bardas caídas y calles deshechas por el
tiempo de abandono de ese legendario lugar; cuando mucho recuerdo alcanzar a
ver algunas 10 o 15 chozas en las laderas de los cerros que envuelven a
este pueblo.
Esta fue la maldición hecha por los padres misioneros que dieron por
terminadas aquellas épocas de gran abundancia en el Real de Catorce, pero
pasaron los años y la gente de aquel pueblo fantasma seguía procreando hijos
y con el tiempo algunos de ellos tuvieron la oportunidad de viajar a la
ciudad de San Luis Potosí, y además entrar al seminario de esa ciudad así,
como otros que emigraron a la ciudad de México capital, en donde también
después de concluir sus estudios en el seminario se ordenaron sacerdotes y
¡saben? estos sacerdotes volvieron a su pueblo y platicaron con la gente de la
decadencia y maldición del Real y los invitaron a orar y rezando por los cerros
que rodean a esta pueblo, trataban de levantar la maldición que aún recaía
sobre esta ciudad fantasma.
Los escasos habitantes del Real de aquel entonces, con mucho gusto
aceptaban las propuestas de los diferentes sacerdotes y en diferentes momentos
que amablemente se ofrecían para rehacer su pueblo en ruinas y así
después de décadas de tanta oración, tanto a nivel pueblo como las de
carácter individual, esto surgió efecto y ahora el Pueblo de Real de Catorce
volvió a ser una urbe en donde la gente es feliz, e incluso los que visitan al
Real y no nacieron allí, ellos se entusiasman con las ruinas de este mágico lugar,
pero que definitivamente siento y creo que el principal propósito es visitar al
patrono de este lugar nuestro señor San Francisco de Asís, que es venerado
el 4 de octubre de cada año. Es correcto aclarar que ha pesar de los años de
incertidumbre y decadencia del pueblo siempre la gente acude a la fiesta de señor
San Francisco desde tiempos inmemoriales.
Asustados Lázaro y Arnulfo, se fueron a deambular por las calles sin rumbo
fijo, platicando el incidente que cortó la vida al Sr. Anselmo. Una vez que
digirieron el tremendo acontecimiento, en lugar de terminar con la parranda,
buscaron otra cantina, pues ya se les había quitado lo borracho y andaban
crudos y necesitaban más tragos de licor, para poder entrar en ese estado de
adormecimiento de su cuerpo al estar nuevamente ingiriendo las bebidas, y así
continuaron toda la noche hasta el amanecer del lunes por la mañana que
despertó Lázaro tirado a la orilla del Panteón Municipal, lugar donde se habían
quedado dormido después de los últimos tragos de la noche del domingo. Se
levantó y buscó una fondita para llegar a comer, pues su cuerpo le pedía a gritos
algo de alimento para poder seguir de pie y con vida.
Una vez que terminó de comer, aun con una fuerte peste de alcohol que
despedía cada vez que exhalaba, salió de la fonda, cuando de pronto le habló una
persona, Lázaro ¿cómo te va? ¿todavía andas borracho?, ¡allá en el Venadito te
están esperando desde el sábado, ¡que bárbaro, no tienes llenadera ¡pero Lázaro
ni caso hizo a las palabras que aquella persona le habían dirigido. Lo único que le
importaba era encontrar un lugar donde seguir bebiendo alcohol, que ya le hacía
falta a su mermado organismo que poco a poco se iba atrofiando, por tanta
bebida que le dañaba gravemente los riñones y el páncreas. De tanto caminar
rumbo al pueblo encontró otros teporochos como él y se juntaron para seguirle
de frente a esa odisea que les restaba momentos de su existencia, pues la bebida,
la mala alimentación y la falta de sueño, van mermando cada día la vida de una
persona en esas condiciones. Al llegar a una cantina rápido pidieron de
tomar y de nuevo comenzaron a emborracharse y con ello las pláticas y las
risas que no cesaban, mientras otros ebrios lloraban por sus desgracias
personales en sus familias o simplemente en su propias vidas de amoríos, pues
se escuchaban pláticas de infinidad de temáticas por los cuales pasa la vida de
un ser humano, desde andar ebrios de felicidad, hasta por sentimientos
encontrados en sus vidas, y bueno el hecho de que te escuchen es un desfogue
que todos algunas ves deseamos hacer, pero no al calor de las copas como se
hace en las cantinas y bares de la actualidad, en fin así transcurrió toda la tarde
y la noche del lunes, por fin de nuevo el sueño venció a Lázaro y nuevamente
se quedó dormido dentro de la pequeña cantina, pero al tiempo de que ya iban
a cerrar tuvieron que echarlo fuera y volvió a dormir en la vil calle y con un frío
tremendo.
El martes por la mañana un par de niños traviesos lo fueron a despertar
echándole bastante agua en la cara y luego corrieron, risa y risa de la maldad que
habían hecho con aquel pobre borrachito que temblaba, ya no tanto de frío,
sino por las crudas que traía arrastrando; una vez que despertó bien, se fue
Lázaro a buscar aunque fuera un pequeño trago de vino, que aliviara su pena
moral y física, a pocas cuadras de caminar encontró abierto ya un estanquillo y
allí se metió desesperado y pronto metió la mano a la bolsa y se encontró aun
con unas monedas con las cuales compró un vinito para aliviar la fuerte cruda,
después siguió tomando con gran ahínco que pareciera que estuviera tomando
café, pues en su gran desesperación le daba unos grandes sorbos a la bebida que
le sabia tan sabroso, aunque después se convertía en sufrimiento. Así continuo
toda ese día y amaneció el miércoles, el jueves y el viernes fue exactamente lo
mismo; la única diferencia fue que a partir del jueves ya no traía dinero y andaba
a las pegadas con los amigos de parranda, para que le compraran su bebida y en
algunas ocasiones les tenía que hacer algún mandado a la gente, para que le
dieran dinero para poder seguir comprando el preciado líquido para él. Todo lo
que fue el viernes, como ya no le daban dinero se dedicó a robar para
conseguir para la bebida, ya por la noche casi entrada la madrugada del sábado
reaccionó y dijo para sí, ya me siento muy mal y creo que lo mejor es irme
para la casa, ya iba Lázaro rumbo al Venadito cundo alguien le habló y le invita
otro trago, el cual aceptó sin resistencia y eso motivó que no cumpliera su
cometido de ir a casa, aun así, tarde ya casi entrada la madrugada y bien
borracho se dirigió hacia su casa, eran como las cuatro o cinco de la mañana y se
enfiló por los pequeños callejones oscuros, de aquel Real de Catorce de finales
del siglo XIX.
Para llegar a su casa eran como unos cuarenta y cinco minutos de camino,
entre calles angostas y puentes que tenía que cruzar para así llegar al barrio del
Venadito, donde se encontraba su hogar y lo esperaba su esposa Juana y su
familia.
Si bien era cierto que no podía alcanzar a la bella dama, también iba
calculado Lázaro que la hermosa fémina ya pronto llegaría al arroyo y pues allí
la iba a encontrar y que estarían solos en la penumbra de aquel tardío amanecer:
De pronto llegó a la orilla del arroyo y al ver hacia abajo, era verdad lo que él
había pensado, allí estaba la mujer que momentos antes no la pudo alcanzar,
porque al parecer ella volaba, se deslizaba en el espacio, así lo describía el
personaje.
Una vez que Lázaro llegó, nuevamente le habló con cariño, pero la mujer
no volvió hacerle caso y entonces, él brincó hacia el arroyo y así quedó junto
a ella; él le hablaba pero la mujer extraña jamás le respondió ninguna de las
frases que le decía. De pronto la dama sacó un cigarrillo y empezó a fumar, pero
en ningún momento le dio la cara a Lázaro, él le buscaba el rostro, pero la mujer
jamás se lo enseñó; de pronto el también sacó su cigarro de hoja y lo empezó a
preparar y de pronto le dice: Mamacita me prestas tu cigarro para prender el
mío, también tengo ganas de fumar. La mujer le pasó el cigarro por encima de
sus hombros, para no verlo de frente y Lázaro tomó el cigarrillo de la extraña
mujer y empezó a encender también su cigarrillo, cuando de repente al soplar un
cigarro con otro para prender el de él, vio de costado la cara escalofriante de la
mujer que no era otra cosa que el vil demonio, Luzbel convertido en mujer
frente a él, y en esos precisos momentos observó totalmente la cara de aquel ser
aterrador que le cambiaría su vida para siempre, pues contaba que con la
impresión de ver el horripilante ser, siento un pánico que lo hizo desvanecer y
que cuando iba cayendo, le vio unos ojos que eran desorbitantes,
tremendamente ardientes, llenos de una gran masa de lumbre que desprendían
fuego, su boca observó que era enorme y de la cual salían unos tremendos
colmillos, que parecían los de un animal jamás descrito y por su nariz salía un
aliento de azufre, que quemaba al llegar a su cara totalmente desvanecida; decía
Lázaro que en ese instante también se escuchó un fuerte estruendo que
sacudió aquel lugar y quedó totalmente desmayado, y ya no supo más de él.
Afirmaba el personaje que después de que pasaron acaso algunos cincuenta o
sesenta minutos de aquel acontecimiento, despertó y se acordó lo que le había
sucedido y que en ese lugar había un tremendo olor a azufre, que se sentía la
presencia del mismo demonio. También mencionaba que traía en su pecho una
pequeña imagen de una virgencita y que ella prácticamente fue quien lo salvó de
las garras del demonio que esa madrugada iba acabar con él; de inmediato subió
el barranco y atravesó el puente, se persignó con la virgencita del puente y se fue
casi corriendo para llegar a su hogar, decía que largo se le hacia el camino para
llegar a su casa. Cuando arribó a su hogar, tocó la puerta y su mujer se levantó y
prendió la vela para ver quién tocaba, pues aún estaba oscura la mañana de
otoño y dijo ¡soy yo Lázaro! pero al ver la luz de la vela se desmayó nuevamente
y de inmediato la esposa les habló a los hijos para que juntos metieran a su
padre del marco de la puerta en donde ya se encontraba desmayado y rápido
lo metieron hacia de la choza, hasta que despertó y les narró lo que le había
acontecido.
Esto fue un gran escarmiento para Lázaro Flores, el cual jamás volvió a
llegar tarde a su casa, tomar una gota de alcohol y andar de mujeriego, hasta que
por fin murió, después de haber pasado algunos veinte años de aquel terrible
acontecimiento que cambio totalmente su vida.