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Librerías y Comercio Electrónico

El tiempo, enrarecido por la emergencia sanitaria, apura la presencia virtual del sector

del libro. Este era un cambio que se estaba desarrollando de manera lenta. Sin embargo, ahora

se ha presentado un aceleramiento en este proceso. Librerías y, en general, el sector del libro, se

han dado cuenta de la necesidad de llevar a cabo una estrategia de presencia en los canales

virtuales.

La pandemia ha reevaluado la forma en la que los lectores descubren y acceden a los

libros. Esto da pie para que las librerías redefinan nuevos modelos de negocio, trasladando al

campo virtual asuntos como la interacción con el usuario. estas prácticas determinan el

comienzo de un nuevo tipo de competitividad, nuevas lógicas que el mercado del libro está

planteando.

Libro y contenidos digitales

La imagen de la estantería es la idea más reconocible para hablar del funcionamiento de

las librerías. Pues la labor de una librería consiste en disponer el libro en un lugar, exhibirlo y

facilitar al máximo el encuentro de este libro con el lector. Tanto de manera física como digital,

una estantería representa un orden premeditado; expone, es testimonio de una curaduría

especial de temáticas y géneros y de una disposición en el espacio dando relevancia a algunos

temas: La novedad, el libro raro o curioso, los libros más solicitados o vendidos, entre muchos

más, además de informar sobre las existencias que han de servir de repositorio para mantener

el inventario, a fin de atender la demanda.

En el caso de una exposición tradicional, o física, tocar, oler, hojear, encontrar pequeños

detalles de manufactura y de información, es lo que podríamos denominar el acercamiento

básico del lector con referencia al libro que le interesa. En lo virtual , este encuentro se plantea

en términos conceptuales y apunta a otras cualidades fundamentadas de acuerdo a la

información presentada, estableciéndose una nueva forma de encuentro lector–libro.


Tanto el contenido como las características materiales del libro, son la inspiración y base

para permitir que este se presente en el medio digital y adquiera una nueva vida, ya sea en una

red social o en un sitio web.

A partir de los insumos que el libro proporciona: imagen de portada, biografía del autor,

sinopsis, todo el particular género discursivo que el libro trae. Desde allí, puede inspirarse un

plan de contenidos para los canales virtuales de la librería, contenidos encargados de develar al

lector el valor de su próxima lectura, y dar una degustación al público de las riquezas que el libro

posee.

Una campaña u oferta puede construirse desde la narrativa de la que gozan los libros, no

importa el género al cual pertenezcan. Además, en esta dinámica es importante elaborar

historias y saber contarlas, de tal manera el factor comunicacional adquiere mayor relevancia al

cambiar el formato de presentación del libro –concebido desde la presencia física y trasladado al

ambiente virtual- Desde allí, la materialidad de un libro, su edición, su valor patrimonial, su

estado de conservación (en el caso de los libros leídos), son aspectos que adquieren

protagonismo en la oferta de cada librería.

El formato visual es determinante ahora y su importancia aumenta cada día: la

fotografía, así como el diseño gráfico, ilustraciones si las hay, incluso describir el tipo de papel,

son maneras de revindicar la esencia física del libro. Un libro que no está corporalmente, pero

cuya información en línea es promesa que al aparecer en condiciones reales manifieste todo su

valor y justifique su adquisición.

Se ha generado una nueva necesidad: armar o concebir un espacio para ambientar y

poner en escena al libro; también la de crear una línea gráfica propia para cada librería, que

la distinga del resto; en términos generales se trata de ampliar estrategias que compensen las

anteriores relaciones de tacto y materialidad.

Lector cercano y librero creativo


Es a través del trabajo renovado con el libro que el lugar del lector también se transforma

y adquiere un nuevo sitio. Es claro que la manera como se establece contacto es diferente. El

librero, taxonomista de temáticas y géneros, al preparar una muestra virtual de las obras que

posee, debe compaginarse al entorno más cercano del lector.

Su propuesta es activa en tanto aporte a la vida cotidiana de su público. Vida que,

además, se ve enriquecida en la medida del alcance de lo virtual como interacción siempre

latente, siempre presente, sin delimitaciones temporales ni espaciales. Bien aprovechados, los

medios digitales mejoran el contacto con el usuario gracias al poder de ubicuidad de la

información en la web, de tal manera que, al tener contenido disponible las 24 horas, las

consultas no están delimitadas. Existe también lo que se denomina micro-pausas de búsqueda

(Roberto Igarza), momentos donde el lector consulta x o y libro sin importar el lugar ni la

actividad que esté realizando, lo cual puede ser visto como nuevas formas de consumo cultural.

Esta nueva fase depende en gran medida de la creatividad de cada equipo de trabajo de

la librería. El marketing y el comercio electrónico insisten en la necesidad de pensarse como un

negocio creativo. En este proceso desde los Eventos del Libro, contando con el apoyo del

programa Cuatro.Creo y de Ruta N, se abrió la oportunidad para mejorar los conocimientos en

estos temas que sirven de herramienta base para replantear el modelo de negocio que siempre

hemos conocido como librerías físicas.

Es clave, claro, reconocer que no existen fórmulas ni patrones universales. Cada librería,

cada marca, tiene el reto de utilizar su capacidad adquirida y sus insumos del mejor modo

posible, adecuándolos al tipo de lectores que forman su comunidad y al valor que buscan dar en

lo social y cultural.

En este punto, es importante entender que el libro físico y la oferta virtual de la librería,

son dos lugares que se complementan. Este cambio que atravesamos hacia la virtualidad vuelve

más exclusivo el encuentro con el libro físico, en tanto este resulta cada vez más un elemento de

tregua y descanso de las pantallas de los ordenadores. Esto permite la reivindicación de la


práctica análoga que, sin embargo, se complementa con la gestión tecnológica cuya función es

resaltar el valor del libro y facilitar su comercialización.

La otra parte consiste en completar el ciclo con una buena atención posventa, lo cual

demanda atención al sistema para cumplir con los tiempos estipulados de entrega, una

respuesta ágil de parte de la librería va sumando para lograr la fidelización del lector, quien

agradece una acción seria y oportuna a su requerimiento.

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