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LA PRISIÓN

Una prisión, cárcel o penitenciaría es, por lo general, una institución autorizada por


el gobierno donde son encarceladas las personas consideradas por la ley como autores de un
determinado delito. Pueden ser instalaciones en las que se encarcele a los prisioneros de
guerra. Forman parte del sistema penitenciario, que es el conjunto de prisiones y la
organización respectiva que las administra.
En la mayoría de los países, la única autoridad que puede ordenar el encarcelamiento de una
persona es el poder judicial. No obstante, otras formas de privación de libertad pueden, según
los países, decidirse por diferentes autoridades, como el poder ejecutivo, policía, militares,
aduaneros o médicos, entre otros.

Historia[editar]
Las prisiones han cambiado mucho dependiendo de las necesidades económicas y
productivas de la sociedad. En un inicio, existían calabozos donde las personas esperaban a
que llegara su sentencia, que estaba siempre relacionada con un castigo corporal para hacer
valer y sentir el poder del Monarca y de Dios. Los castigos eran suplicantes y buscaban infligir
miedo para establecer el orden social, pero llegó un momento en el que se compadecía a los
acusados y se veía con infamia a los verdugos, nació una necesidad de deshumanizar a los
culpables (que hasta entonces no eran presuntamente inocentes desde que se les acusaba) y
comenzó a cubrirse a los acusados cuando eran decapitados o se les cortaba una mano, bajo
la premisa de volver más humano el proceso, se silenció e invisibilizó a los reos y la tortura se
convirtió en algo que debía ocultarse. De ahí que las prisiones se encuentran a las afueras de
las ciudades, donde nadie pueda verlas.
Por otro lado, según Nieves Sanz (2004), se puede observar que de encerrar a los reos y
marginados, se empezaron a hacer casas de trabajo entre el siglo XVI Y XVIII por la escasez
de mano de obra y la necesidad de volver a los reos productivos, bajo el pretexto de
reinsertarlos a la sociedad y abriendo la paradoja de "incluir excluyendo", aunque al llegar la
revolución industrial y necesitar menos mano de obra, los internos comienzan a considerarse
una amenaza para los trabajadores libres desocupados y vuelven a desaparecerlos. El castigo
desde finales del siglo XVIII y hasta la fecha, recae sobre la voluntad y ya no en el cuerpo. 1

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