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788433 905598
Titulo de la edición original:
Le paroxyste indifférent
© Éditions Grasset & Fasquelle
París, 1997

El paroxiton, cuyo equivalente literal en


griego es el penúltimo, es el nombre con el
que se indica en prosodia que el acento recae
Portada: en la penúltima sílaba. Así pues, el paroxismo
Julio Vivas sería el momento previo al final. es decir, no
Ilustración: foto del autor aparecida en la Ouinraine Littéraire
el del final. sino el que está justo antes del fi-
nal. justo antes de que ya no haya nada que
decir.

C') 1':DrTORIAL ANAGRAMA, S.A., 1998


1\'(\1'<'> de la Creu, 58
OXO111Ibl'Cclona

1'0111'1 11,1 111) O'i'i9-7


1111"11111 1 "1'1.1' 11, II\02'i-1998

1111111.1111"1'1111

1IIIdlll'I '1 cIIII'.cIlIlII",llJ,08014Barce]ona


I I 111t..TINO DEL VALOR

'1' ímos, con Marx, que el fin de la economía polí-


11 'a 'fa la desaparición de las clases y la transparencia
(1 ,1 social, según la lógica ineluctable de la crisis del
'al ital. Creímos después, en contra del mismo Marx,
la r futación de los postulados de la economía, alter-
nativa radical que niega cualquier primacía de lo eco-
nómico o de lo político, en primera o en última instan-
ia: la economía política es simplemente abolida como
pifenómeno, derrotada por su propio simulacro y por
una lógica superior. Actualmente ni siquiera tenemos
que imaginarnos este final. La economía política se
desvanece por sí misma ante nuestros ojos, convirtién-
dose en una transeconomía de la especulación, y ridi-
culiza su propia lógica (la ley del valor, la del mercado,
la producción, la plusvalía, la lógica misma del capi-
tal), hacia un juego de reglas cambiantes y arbitrarias,
un juego desastroso. La economía política habrá ter-
minado, pero no como esperábamos: desarrollándose
hasta la parodia. La especulación ya no es la plusvalía,
es la exaltación ensimismada del valor, sin relación
con la producción ni sus condiciones reales. Es la for-

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111 I /11" 1 Y vn ' la l' rma desprovista de valor, que 110
ti, 1I1 I lo inútil puede plantearse debido al exceso de
\ IHI()l'l' olm re la que su propio desarrollo circul.u. 111111 ()l1alidad que provoca su mutua contaminación.
('1' , .¡ .ndo distorsionadamente de manera monstruos». 11, ,·1 In lid fúnebre del valor de uso. Lo verdadero se
ir mi' en cierto modo, la economía política imposil i 111111'1\ '( I más verdadero que lo verdadero, en lo de-
lita cualquier alternativa. Pues ¿qué puede oponerse :1 111 t. in lo v rdadero para ser verdadero, el reino de la
semejante escalada, que recupera a su manera la encr mula i n. Lo falso se reabsorbe en lo demasiado fal-
gía del potlatch, del póquer, del desafío a su propia 16- () para ser falso. Es el final de la ilusión estética. Y la
gica, y constituye en cierto modo el paso a la fase esté- P¡·I·J i la del mal es todavía más dolorosa que la del
tica y delirante de la economía, lo cual es, sin duda, la 1> en, la de lo falso todavía más dolorosa que la de lo
manera más singular de terminar con ella, más origi- -rdadero.
nal en el fondo que nuestras utopías políticas? Ante Hoy en día intentamos rehabilitar cada uno de
esta peligrosa escalada, ¿puede efectuar la teoría una 'sl s valores, pero lo que no sabemos recrear es la
doble aceleración para mantener la ventaja? I'u rza de la oposición que crea. Ocurre lo mismo con
La gran idea nietzscheana de la transvaluación de 1 s valores individuales: los hemos rehabilitado no en

todos los valores se ha visto realizada exactamente al s l tensión dialéctica con'lo social, sino por la misma
revés, en la involución de todos los valores. No hemos razón que lo social, a título de obra maestra en pe-
ido más allá, sino más acá del Bien y del Mal, más acá ligro.
de lo Verdadero y lo Falso, más acá de lo Bello y lo Vaciados de esta tensión negativa, pasan a ser equi-
Feo, no en una dimensión por exceso, sino en una di- valentes, sustitutivos. Se transparentan los unos a tra-
mensión por defecto. No ha habido transmutación ni vés de los otros: el bien a través del mal, lo falso a tra-
superación, sino disolución e indiferenciación. vés de lo verdadero, lo feo a través de lo bello, lo
Imaginábamos una mutación transgresiva, excesi- masculino a través de lo femenino, y recíprocamente.
va, del valor. Lo que se realiza es una mutación regre- Cada uno de ellos guiña el ojo a través del otro. Estra-
siva, recesiva, involutiva. Diesseits van Cut und Base. bismo generalizado del valor, Estamos lejos de una
Requiescat Nietzsche, tensión y de una colisión de los valores correspondien-
Hemos sustituido la transmutación por la conmu- te a un aumento de fuerza, de la misma manera que el
tación de los valores, y su transfiguración recíproca choque de la materia y de la antimateria corresponde-
por su mutua indiferencia y su confusión. Su transde- ría a una liberación definitiva de la energía. Cuando lo
valuación en cierto modo. La coyuntura contemporá- falso recupera toda la energía de lo verdadero, o a la
nea de rehabilitación de todos los valores y de su con- inversa, nos encontramos con el arte, con la ilusión.
mutación indiferente es la peor. Ni la distinción de lo Cuando lo real absorbe toda la energía de lo irreal, nos

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'11 '( ntramos con la ficción. Por el contrario, cuan lo I ti "tino del valor sólo puede enfrentársele el de
1 verdadero pierde incluso su energía inversa, la el ' lo I1 1(111)'). Todas las formas se han degradado sucesiva-
imaginario, nos encontramos con la simulación, ,1 1111 111 ' 'o valores, de la misma manera que las diferen-
grado más bajo de la ilusión. Cuando el bien pierde i1I 11' Iorrr as de energía se degradan en calor. Degrada-
cluso la energía del mal, nos encontramos con el grado 1 (1) '11 la estética como valor, en la moral como valor,
más bajo de la moral. 1'11 la id ología como valor. Pero los propios valores se
Así ocurre con todos los sistemas, incluidos los sis- d -uradan para acabar por confundirse, en el seno de
temas de valores, caracterizados por la pérdida de su (11l universo fractal, aleatorio y estadístico, en la indife-
referencia y la superación de su final. Llegados más l' '11 ia y en la equivalencia, de acuerdo con una acele-
allá de su determinación y de su propio principio, pa- 1"\ i n perpetua semejante al movimiento browniano
san a ser metastásicos, en el sentido literal, es decir, un I las moléculas. Así perdimos el valor de uso, seguido
proceso biológico que se irradia por todo el cuerpo. I 1 buen y tradicional valor de cambio, volatilizado
Así que el sexo ya no está en el sexo, la política ya no I r la especulación, y estamos a punto de perder in-
está en la política, están siempre fuera. La misma esté- luso el valor-signo en favor de una señalización inde-
tica es como un ultravirus. Todas las categorías se es- finida, de perder cualquier lógica diferencial del signo
fuman en favor de una especie de hipersincretismo, de n favor de una circulación lógica indiferenciada. Ni el
homeostasis y de indiferenciación. signo es ya lo que era. Entropía física, entropía metafí-
Pero esta especie de superfusión libre, de irradia- sica: cualquier valor está situado bajo el signo de la en-
ción, de dispersión del valor, al término de la cual de- tropía, y, de igual manera, cualquier diferencia bajo el
sarrolla o más bien infecta todo un proceso epidémico signo de la indiferencia. Todo lo que vive de la diferen-
irresistible, ¿se debe a un paso más allá del valor o es, cia perecerá por la indiferencia. Todo lo que vive del
por el contrario, el signo de una imposibilidad de opo- valor perecerá por la equivalencia. Todo lo que vive del
nerse como tal a un contrario? En cualquier caso, con sentido perecerá por la insignificancia. Y como ya no
los flujos bursátiles y la deriva de los capitales nos ha- sabemos lo que es verdadero o falso, lo que está bien o
llamos más allá del valor, por pensar únicamente en la mal, lo que tiene valor o no lo tiene, nos vemos obliga-
economía. Pero ¿se trata de la utopía realizada del va- dos a almacenado todo, a grabado todo, a conservado
lor? Diríase más bien que también el valor ha elegido todo, de lo que resulta una devaluación sin preceden-
una estrategia fatal, que ha optado por ir más allá de tes. ¿Y la razón de que ya no exista criterio del valor
sus propios fines, por una liberación total de su ener- es esta acumulación infinita, o es que hemos comen-
gía en el vacío, por una liquidación completa y una zado a almacenar, a acumular, a sumar lo real a lo real
huida hacia adelante enloquecida. y la información a la información por lo que todo va-

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I()!':.;'ha hecho confuso e indeterminable? Incluso esto
'::;indeterminable.
En contra del juego diferencial del valor, el juego ;yor qué existe nada y no algo?
dual de la forma: reversibilidad y metamorfosis. Las
formas no difieren entre sí, todas ellas son singulares
e incomparables. Y al ser incomparables las vivimo .,
igual que el lenguaje, como una catástrofe afortunada,
como la admirable dualidad de lo masculino y lo feme-
nino, que sólo existen para seducirse sin reconciliarse
jamás. Ni activo ni pasivo, ni sujeto ni objeto, ni singu-
lar ni plural: ése es el modo dual y reversible que man-
tiene entre una forma y otra una distancia radical y
una inteligencia secreta, un encadenamiento predesti-
nado.
La misma metamorfosis es una catástrofe afortu-
nada: metamorfosis incesante de un sexo en otro, de
unas ideas en otras, de las modulaciones, de las pala-
bras y de los colores. La de lo humano en lo inhuma-
no, y al revés, por obra del ciclo de las apariencias, de
las formas y de las sustancias: vegetal, mineral, ani-
mal, humano ..., ¿y por qué no otras formas superhu-
manas, dado que lo humano ya no es el final cabal de
la historia?
A la hipótesis desencantada del valor se opone la
hipótesis encantada de la forma. Pues si todos los valo-
res parecen, según un proceso inexorable, en vías de
desaparición, las formas, en la imaginación por lo me-
nos, parecen indestructibles. Y la trampa consiste en
querer salvar a cualquier precio los valores cuando la
pérdida fundamental sería la de las formas.
1 IIN 1)11 • ./ . O

Philippe Petit: Al comienzo de su libro La ilusión del


1'111'11 o La huelga de los acontecimientos (1992) da la
i1/1 presión de haberse despedido definitivamente de la
liist ria. En él habla del desvanecimiento de la historia,
r! la idea de que «la historia, el sentido, el progreso ya
J

/1 consiguen encontrar su velocidad de liberación», y


de que el acontecimiento, a fuerza de ser propulsado por
la información y los medios de comunicación fuera de
su esfera original, ya no se graba en las memorias, salvo
en las de los ordenadores. «La historia», escribe asimis-
mo, "ya no consigue superarse ..., en la actualidad im-
plosiona.»
¿ Un diagnóstico semejante no condena de antemano
cualquier esperanza de cambio político? ¿Cómo nos per-
mite escapar al mundo de los que no creen en nada y pa-
recen entregados a rumiar esa nada? ¿La historia se ha
despedido de usted o es usted quien ha firmado su acta
de defunción?

Jean Baudrillard: Ni lo uno ni lo otro. En ese capí-


tulo que titulé «Patafísica del año 2000», partía de la

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d, 11di Ipll '11111 l'IHIIIIII':\I"1110S
la historia de 11111 ,1,1, no fue un acontecimiento banal! La his-
/I/lIII/lisIIIO

d 11111111111111 1111 ti' los 111'di s d comuni .aciuu, di 1,'1 ¡,I ,'111'0/»0 e ha despertado de su sueño dogmático.
11111 I11 11 ti dI' IlL'I()l'i~1 1 exceso de acontc 'illlll'll 1/11/'1/11' ('1pai aje después de la batalla, en los Balcanes,
1111IIIId111 I In posil il i lad misma de la acción hixu u , (,' roiuo mínimo maltrecho ...
\ l. No ',' IU' I 'a ontecimientos sean más nUI1Il'11I
~i(),', 's 1 le 1 acontecimiento en sí mismo se 11" .1, .: Con el final del comunismo se ha dicho «la
111 U Itiplicado por su difusión, por la información. Dill,\ Ii IOI'ia recomienza». Es una forma de hechizo, de
que como todo se ha vuelto historia ya no es posi hl« tlll -ina ión de una nueva perspectiva. La historia de la

creer en ella. Todo ha sido historizado: las mentalid.i 1\111'pa Central y Oriental había sido congelada, y una
des, la vida cotidiana, la sexualidad. Así que, más pOI 'z d congelada ha aparecido con otra cara. Lo que
exceso que por concentración, se ha perdido poco :\ hu surgido no es la reaparición de una historia in pro-
poco el concepto y el sentido de la historia. No es el I'i11 III"S
fl
con un futuro en clave. Es el revival de una his-
r

de la historia en el sentido de Fukuyama, por resol LI (oria que ya ha existido. Es una historia fantasma que
ción de todas las contradicciones que había planteado. vu lve a acosar a las sociedades poscomunistas. «Una
sino la disolución de la historia como acontecimiento: 1" critura al revés de todo el siglo xx.» Un collage de
su puesta en escena mediática, su exceso de visibili- I residuos de la historia. Los dos sistemas intercam-
dad. La continuidad del tiempo, que es una manera de bian sus residuos de acuerdo con una contaminación
definir la historia (para que exista recurrencia posible perversa, en el espacio homeostático del nuevo orden
de una secuencia de sentido es preciso que exista un mundial. La libertad descongelada en el Este y la liber-
pasado, un presente, un futuro, con una continuidad tad magnificada y museificada en el Oeste son las dos
entre ellos), está cada vez menos asegurada. Con la caras de una misma moneda. Y los acontecimientos
instantaneidad de la información, ya no queda tiempo análogos que vemos resurgir, como el nacionalismo,
para la historia. En cierto modo no tiene tiempo de no tienen ya el mismo sentido en una historia que se
existir. Está cortocircuitada. Indicar este hecho no es hace y en una historia que se deshace, en una historia
no creer en nada, como usted dice, sino tomar nota de ascendente o en una historia en arrepentimiento.
esta retrocurva de la historia e intentar desbaratar sus
mortales efectos. Ph. P.: No tienen el mismo sentido, pero, sin embar-
go, tienen un sentido ...
Ph. P.: En tal caso, ¿por qué insistir tanto sobre la
idea de que «se nos escapa la imaginación del futuro»? J. B.: Los acontecimientos se enfrentan y se suce-
Eso es creer que lo peor siempre es seguro. iY la caída den, pero no engendran nuevas relaciones de fuerzas:

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Están como atascados en el pasado, en unos pl'ohll' 1I t 1111 Eso es lo que ha ocurrido en la antigua URSS:
.

mas superados. Los problemas de ayer siguen ah I '111 1" [uc ha venido inmediatamente, o irradiado a partir
ya nadie sabe cómo resolverlos y no hay modo de !vi:II ti' nhí, son los fermentos de delicuescencia y de desa-
lugar a ningún acontecimiento nuevo. Es cierto 111('. p Il'i i n, de chantaje por la desaparición, que los paí-
en 1989, se produjo una ilusión de perspectiva, I '111 's d 1 Este han exportado alegremente al Oeste, a
no tardamos en descubrir que los protagonistas d . e:'V • 11 bio de lo cual han tenido derecho, bajo la aparien-

happy end ya no tenían cartas que jugar. Entonces no,' ia de la libertad, a la irradiación del liberalismo y de
dedicamos a reciclar la historia, a revivir la película ,J 1 un istema de valores mucho más competitivo, pero
revés ... l' n delicuescente como el suyo. Un intercambio. y ahí
Hoy día ya no confiamos en otro impulso que en 1(.1 I cubrimos que el Muro protegía al Oeste del Este
simbólica llegada del cambio de milenio. El año 2000 tanto como al contrario. Ahí descubrimos que el co-
como único no acontecimiento que nos depara el desti- munismo preservaba por lo menos la ficción de los
no. Espera mágica, milenarista, de la no parusía. Mien- valores occidentales. Lo que podía hacer confiar en
tras tanto, todo el mundo se esconde: catalepsia crecien- su rehabilitación o su regreso, o en algo equivalente,
te, catatonia colectiva, los ojos absortos en la cuenta como última medida de repolarización del mundo.
atrás. Pero este suspense está vacío: es como si todo el
siglo XX se vaciara de su sustancia en unos pocos años, Ph. P.: y, mientras tanto, ¿qué pasa?
como si revisara a la baja todas sus exigencias hasta bo-
rrar las huellas mismas de su historia. J. B.: Los dos sistemas se contaminan. Uno trans-
mite al otro sus tecnologías y sus mercados, el otro le
Ph. P.: Es posible, ¡pero usted no puede negar que el transmite su contaminación, sus virus y su angustia.
comunismo ha fracasado y que el hundimiento del Im- La partida no ha terminado, pero creo que lo que ha
perio soviético ha existido! triunfado no es el capitalismo. Es lo mundial, por de-
cirlo de algún modo, y su coste ha sido la desaparición
J. B.: El sistema comunista y el muro de Berlín no de lo universal en términos de sistema de valores. Cla-
se desplomaron hacia fuera, en señal de apertura y de ro que asistimos a una especie de desarrollo de los de-
libertad, sino desde dentro, en señal de desintegración, rechos del hombre y de la democracia, pero habida
de .desconstrucción violenta, pero sin consecuencias cuenta que su eficiencia ha desaparecido hace mucho.
liberadoras. Se autodestruyen dando sitio al vacío, Ya no estamos en una relación de fuerzas entre dos
como cuando se vuela un edificio. Y todo lo que libera sistemas, sino en una especie de competición negativa
este hundimiento son los gérmenes contagiosos del de- de quién será el primero en apoderarse de sus propios

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nlur ',' pUI':\ li ]lIi lar! ,una carrera hacia la liqui- mundo occidental consciente de esta degradación im-
ti I 'iOIl, parable y tentado de restablecer buenos y antiguos va-
1,:1 -ornuni .mo y su pasmoso derrumbe, a escala lores (entre ellos el del comunismo) para salvar su pro-
ilol al, a, d sde la perspectiva de la historia, es la pia identidad. ¡Al fin el comunismo convertido en un
liquidación de lo social, de la política como idea, como humanismo!
valor, como utopía, en el desastre de la utopía realiza-
da. Pero ¿acaso no ocurre lo mismo en Occidente: el Ph. P.: ¿Qué es para usted, actualmente, el capitalis-
fracaso a escala global de la utopía realizada de la feli- mo?
cidad? El hundimiento del sistema de valores occiden-
tal es exactamente correlativo al del comunismo en el J. B.: No lo sé, Es una especie de disolución de lo
Este. El apoltronamiento occidental, el de una felici- universal en un estado de cosas mundial. Es una espe-
dad alimentada con hormonas y harinas animales, este cie de sustantivo de uso general puramente operacio-
éxtasis fofo y tecnológico, el virus interactivo que pa- nal. Ni siquiera supone valores inversos o negativos,
samos al Este a cambio de su abertura al espacio de- como la revolución o la indignidad del trabajo. Duran-
mocrático, es todavía peor que el contagio inverso de te mucho tiempo los comunistas propusieron un siste-
lo totalitario, del control extremo y de la inercia buro- ma antagónico. Hoy día ya no existe un sistema anta-
crática. Es la corrupción de lo visible contra la de lo gónico, simplemente porque ya no hay valores, el
escondido, lo oculto, lo rechazado. El año 1989 señaló propio sistema carece de prestigio. Sólo existe una in-
el comienzo de la inmensa contaminación recíproca clusión automática del mundo en lo mundial.
de los dos mundos. ¿Es posible incluso que la delicues-
cencia y la disgregación del mundo capitalista, de sus Ph. P.: ¿Qué diferencia establece entre lo universal y
principios y de sus valores, haya precedido a los del lo mundial?
socialismo en el Este? ¿Es posible que éste se haya ali-
neado sobre la indiferencia del mundo occidental a sus J. B.: En lo mundial, todas las diferencias se bo-
propios valores, al no tener delante de él ninguna ideo- rran, se desvanecen en favor de una mera y simple cir-
logía, ninguna voluntad política digna de ese nombre? culación de los intercambios. Todas las libertades se
Todo lo que es diferente se ve hoy obligado a capitular esfuman en favor de la desregulación de los intercam-
delante del universo indiferenciado. Es la victoria de la bios. Mundialización y universalidad no van de la
entropía, la del mercado y de la democracia, que tien- mano, son más bien excluyentes. La mundialización se
de inexorablemente al intercambio generalizado de to- da en las técnicas, en el mercado, en el turismo, en la
dos los valores. De ahí la oleada de revisionismo de un información, La universalidad es la de los valores, los
11, 1111111 ti 111111111)1", las libertades, la cultura, 1,\ di 1, I .: Cualquier cultura digna de ese nombre se
111111 \ 11 \ 1. \ 1111111 parece irreversible.
lialización 1\ 1'1 '1 ti' n lo universal. Cualquier cultura que se univer-
II1I1 \ did \ I si '1 ría más bien en vías de desa¡ ari. le 111 tll~:t pi rde su singularidad y se muere. Así ha ocurri-
1'1)\ lo 111 '11 • tal como se ha constituido en si stcmn di 1I11 .on las que hemos destruido al asimiladas por la
tilo!' .s de la modernidad occidental, sin equival 'lIle' 1\1 '1":1. , pero también ocurre con la nuestra en su pre-

n ninguna otra cultura, Incluso una cultura viva \ I -nsi n de universalidad. La diferencia reside en que
contemporánea como la japonesa carece de palabt.i I IS d más han muerto por su singularidad, lo que es
para designada. No existe palabra para designar 1111 \111 buena muerte, mientras que nosotros morimos
sistema de valores que se postula para todas las cult u I ir la pérdida de toda singularidad, por el exterminio
ras pese a sus diferencias, pero que, paradójicamente, I ' todos nuestros valores, lo que es una mala muerte.
no se concibe a sí mismo como relativo y se OfT- 'L', r emos que el destino de cualquier valor es la eleva-
con total ingenuidad, como la superación ideal de Lo i n a lo universal, sin medir el peligro mortal que
dos los demás. No nos imaginamos ni por un solo ins- nstituye este progreso: mucho más que una eleva-
tante que lo universal pueda ser únicamente el pensa- ión, es una reducción, o también una elevación al
miento concreto de Occidente, su producto específico grado cero del valor. En 'la época de la Ilustración, la
y original, sin duda, pero a fin de cuentas tan poco ex- universalización se hacía por arriba, obedeciendo a un
portable como cualquier producto de consumo local. progreso ascendente. Hoy, se hace por abajo, mediante
Así es, sin embargo, como lo ven los japoneses, como una neutralización de los valores debida a su prolifera-
un rasgo específico occidental, y, lejos de apuntarse a ción, a su ilimitada amplitud. Es lo que ocurre con los
un concepto abstracto, son ellos quienes, con un viraje derechos del hombre, con la democracia, etc. Su ex-
extraño, relativizan nuestro universal y lo integran a pansión corresponde a su definición más débil, a su
su singularidad. entropía máxima. Grado Xerox del valor. Es el triunfo
del pensamiento único sobre el pensamiento universal.
Ph. P.: ¿Por qué está tan empeñado en que lo univer- Lo que se mundializa es fundamentalmente el merca-
sal se disuelva en la cultura concreta de un pueblo? Le do, la promiscuidad de todos los intercambios y de to-
acepto que existe una página negra del moralismo racio- dos los productos, el flujo perpetuo del dinero. Cultu-
nalista y que la traición de lo universal denunciada por ralmente, es la promiscuidad de todos los signos y de
Benda en 1927 ya no está en el orden del día, pero no todos los valores, es decir la pornografía. Pues la por-
veo por qué la reconstrucción del ideal de la Ilustración nografía no es más que la sucesión, la difusión mun-
sería en este momento una tarea imposible. Después de dial de todo, de cualquier cosa, a través de las autopis-
Adorno, ha existido Habermas ... tas de la información. No hace falta una obscenidad

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I 1I d,h l'ln -on 'sin opulación interactiva. Al térrni I I,\S ~I ni as, religiosas, lingüísticas-, pero también, a
111' ti I plO' '.'0, y') [O existe diferencia entre lo mU11 1 'l':tI~, individual, inadaptaciones y neurosis. Pero se-
(1 ,,1 I()\11' iv '1' 'al. Lo universal mismo se ha mundia Ii 1 I 1111 craso error (error que es apreciable en la or-
/, ,do: la d '111 cracia y los derechos del hombre viajan 1111 .stación moral del discurso políticamente correcto,
, ~I .tarn nte igual que cualquier producto mundial, ,'omún a todos los poderes y a muchos «intelectuales»)
.orn 1 petróleo o los capitales. A partir de ese mo- '011 Icnar sin apelación posible todos estos sobresaltos
mento, cabe preguntarse si lo universal no habrá ya ximo populistas, arcaicos, prácticamente terroristas.
sucumbido a su propia masa crítica, y si alguna vez se '1' I lo que hoy suscita un acontecimiento se suscita
ha implantado en otro lugar que no sea el discurso y .ontra lo universal, contra esta universalidad abstracta
las morales oficiales. En cualquier caso, para nosotros, (incluida la decidida oposición del islam a los valores
el espejo de lo universal se ha resquebrajado (y en los cidentales, oposición que, por ser la más vehemente
distintos ángulos que nos ofrece podemos ver algo así ntra esta mundialización occidental, hace que hoy el
como el estadio de la humanidad). Pero tal vez sea una islam sea el enemigo público número uno). Si no se quie-
suerte, pues en los fragmentos de este espejo roto rea- r entender eso, nos fatigaremos en un pulso intermi-
parecen todas las singularidades. Sobreviven las que se nable entre un pensamiento universal, convencido de
creían amenazadas, resucitan las que se creían desapa- u fuerza y de su buena conciencia, y unas singulari-
recidas. Detrás de las resistencias cada vez más vivas a dades irreductibles cada vez más numerosas. Incluso
la mundialización, resistencias sociales y políticas que en nuestras sociedades aculturadas en lo universal se
pueden parecer como un rechazo arcaico de la moder- ve que nada de lo que ha sido sacrificado a este con-
nidad a cualquier precio, hay que interpretar un movi- cepto ha desaparecido realmente, simplemente ha
miento original de desafío al poder de lo universal. pasado a la clandestinidad. Y lo que se vuelve a re-
Algo que supera lo económico y lo político. Una espe- presentar al revés actualmente es toda una histo-
cie de drástico revisionismo respecto de los logros de ria auto denominada progresista, todo un evolucionis-
la modernidad, respecto de la idea de progreso y de mo cristalizado en su punto final, que, por otra parte,
historia, no sólo de rechazo de la famosa tecnoestruc- se ha perdido mientras tanto de vista. Esta utopía
tura mundial, sino también de la estructura mental de está actualmente quebrada, y esta quiebra se propa-
asimilación de todas las culturas, de todos los conti- ga con mayor rapidez que su consolidación por la
nentes en lo universal. Esta resurgencia, por no decir fuerza.
rebelión, de la singularidad puede adoptar aspectos
violentos, monstruosos, irracionales de acuerdo con el Ph. P.: Esta utopía quebrada no deja de tener alguna
punto de vista del pensamiento «luminoso» -morfolo- semejanza con 'el último hombre de Nietzsche. Es una

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11111/1111 d"/I/tI ,/,(/li('(/ estándar reducida a su más Si,ll/I/,' 1 \ 111 1,' I un universal desaparecido. y cuesta trabajo
l' 1/11'.';0/1 ... 1111 Ipillar que puedan renacer de sus cenizas, o que las
1 11 IS pu dan resolverse mediante el simple juego de lo
J. B.: Es precisamente la ilusión democráti a, ,'\1 11111 1 i , stando éste, como está, atrapado en la mis-
ilusión congénita. Nos hallamos ante un mecanisu« i 111 1 le T gulación y careciendo prácticamente de otro

complejo que opera en tres frases: la mundializa iou 1\111 1 mento que el poder moral o intelectual. Sin em-
de los intercambios, la universalidad de los valore y 1:1 I \rr ,la partida no ha terminado, aunque ya no inter-
singularidad de las formas (las lenguas, las culturas. '11 an los valores universales. Las bazas, en el vacío

los individuos, los caracteres, pero también el azar, ·1 (1 '.i d por lo universal, han incrementado su tamaño,
accidente, etc.; todo lo que lo universal rechaza, el . .Y I mundialización no tiene la partida ganada de
acuerdo con su lógica, como excepción o anomalía). nnt mano. Frente a su poder disolvente y homogenei-
Ahora bien, la situación cambia y se radicaliza a medi- zante, vemos alzarse por doquier fuerzas heterogé-
da que los valores universales pierden su autoridad 1 as no sólo diferentes, sino antagonistas e irreduc-
y su legitimidad. Mientras se imponían como valores tibles.
mediadores, conseguían (con mayor o menor acierto)
integrar las singularidades como diferencias, en una Ph. P.: ¿Está empeñado en desmoralizar a Occidente?
cultura universal de la diferencia. Pero ahora ya no lo
consiguen, porque la mundialización triunfante ha he- J. B.: La desmoralización de Occidente es constitu-
cho tabla rasa de todas las diferencias y todos los valo- tiva de su historia. No soy yo quien la ha inventado.
res, inaugurando una (in)cultura absolutamente indi- «El nuevo orden sentimental», el del desafecto, del
ferente. Y una vez desaparecido lo universal, una vez arrepentimiento, de la sociedad victimaria, es la pro-
cerrado el paso a lo universal, sólo queda la omnipo- longación de una crisis del sentido que comenzó en el
tente tecnoestructura mundial enfrentada a unas sin- siglo XIX con las repercusiones de la revolución indus-
gularidades que ya no conocen freno, bárbaras. trial y de la colonización y que ha continuado a lo lar-
Lo universal tuvo su oportunidad histórica. Pero go de nuestro prolongado siglo xx. Llevamos treinta
actualmente, enfrentados a un nuevo orden mundial años viviendo su fase última, o mejor dicho penúltima,
sin alternativa posible, a una mundialización sin répli- o sea paroxística. Las miserias de los demás y las ca-
ca por un lado, y por el otro, a la deriva o a la empeci- tástrofes humanitarias se han convertido en nuestro
nada rebelión de las singularidades, los conceptos de último terreno para la aventura.
libertad y de democracia, de derechos del hombre, Lo que se denomina «el nuevo orden mundial» ya
presentan un aspecto débil, pues ya sólo son los fan- no tiene nada que ver con lo histórico. Es una especie

28 29
l· .amp horizontal en el que cada cual debe en '011 11'111111 ti· 1I11volucionismo feroz y de signo conserva-
trar su lugar. Si no lo encuentra o si no quiere '11 1.11 1IIIt'I -s ha e creer en la supremacía mundial de su
contrarlo, se le obligará a inscribirse en él. Desde Sil' 111t1l11·lo, !IsLa upremacía sólo es virtual, y pasa ade-
punto de vista, «el nuevo orden mundial» es un COIl 11111H'lll'll11ente por las técnicas de lo virtual (y la téc-
cepto integrista. Es el integrismo de lo vacío, pero 11I 1, VOIl'lO los medios de comunicación, tiene un do-
justo por ello mucho más feroz. La quiebra esenci '11 111,I lo, y 1 poder de lo virtual es un poder virtual).
pasa actualmente por el islam; pero también por el co- I'()I' otra parte, este mismo modelo se desmorona,

razón de cada país llamado civilizado y democrático, y 111 ¡I\lly.'), Y ólo es el desecho o la sombra de sí mismo.

sin duda también por el interior de cada uno de no- (1 lit IS bi n sería como el hombre que ha perdido su
sotros. IIIItlrD y se ha vuelto incorpóreo, mera energía y gra-
,'111.ru infectado por sus propios virus. Así pues, la
Ph. P.: ¡Abandonemos Occidente! IIr 11('p sitian de estas sociedades es, respecto incluso
ti ,1 .v lucionismo del que dicen proceder, problemáti-
J. B.: En cualquier caso, hay que mirar a otros ,'n y p ligrosa. Ven reaparecer todas las singularidades
mundos, no sólo al occidental. Las sociedades subde- .Y las anomalías que han pretendido reducir, y se ve, a
sarrolladas, o en vías de desarrollo, ya no son lo que 111I<l en y semejanza de las del Tercer Mundo (que
eran, puesto que el concepto mismo de desarrollo está íumbién en eso habrán servido de prefiguración),
agotado. En su incapacidad, precisamente, por alcan- l' )!UO se descomponen económica y políticamente.
zar un principio democrático -econórníco y político- l lasta las naciones más arraigadas comienzan a dis-
coherente (aunque tampoco las sociedades «avanza- zr garse (Córcega, Euskadi, Lombardía, Rusia, Cana-
das» lo han conseguido demasiado, y lo que han trans- dá. El final de la división del mundo en dos, una vez
mitido al resto del mundo es, en el fondo, la versión roto el espejo de la disuasión, deja sitio a la dispersión,
fallida, la versión caricaturizada del modelo), estas a la fractalidad). Así que las posibilidades futuras per-
sociedades son. quizá la prefiguración de un estado de tenecen a unas sociedades adolescentes que no hayan
cosas posterior en el que todas las sociedades, inclui- pasado por la economía y la política, pero que pueden.
das las nuestras, tendrán que afrontar el derrumbe de acomodarse perfectamente con lo tecnológico sin
todos sus buenos principios racionales. Puede que esta preocuparse por todas esas categorías históricas, hu-
fatalidad sea una suerte, y, en dicho sentido, en su mis- manistas y racionales, es decir, por unos valores que,
ma confusión, son esas sociedades las que marcan la en cualquier caso, se vuelven ahora contra sí mismos y
vanguardia, y no "nuestras sociedades occidentales or- demuestran su impotencia.
gullosas de sus privilegios tecnológicos al mismo tiern-

30 31
Ph. P: Cuando dice que "en la mayoría de los con- I \'11 "/lI'tlt' 111' la iuerra carezca de futuro para la Euro-
flictos actuales sólo se trata de una "violencia homeopá- '"' (),'r'lt!el//ul, p YO ¿lo sigue teniendo para la Europa
tica" policial propia del sistema», me cuesta entenderle. 11, ','III(/!?
¿Cómo puede hablar de violencia homeopática refirién-
dose a Irak: o a la antigua Yugoslavia? 1, H,: violencia es una relación de alteridad. En-
11 \.\ tágono y los iraquíes. todo el espacio estaba
I '1

J. B.: Con estos conflictos ya no nos encontramos ti 111 >tI 1 p r la técnica. No quedaba ningún espacio

con la violencia histórica, en el sentido en que sería, p \1'1\ la violencia propiamente guerrera. En Bosnia, la
dialécticamente hablando, el germen de una historia. ni '11 i es real, terrible, ambigua. Y no se trata úni-
Lo dominante es un modelo absoluto de orden y de I 1111 'nl de una vieja historia entre hermanos enemi-
paz, homeostático si usted prefiere, más que homeopá- f ()S, También es, tomada en bloque, una forma de re-
tico. Ya no queremos hacer la guerra, sino que actua- h ,1i n contra el orden mundial. La violencia guerrera
mos en nombre del deber de reconducir cualquier de- tlO un simple resurgir del pasado, puede expresar
sorden posible. En Bosnia, los norteamericanos han ti n especie de sobresalto, vital, como el odio, contra
orquestado la paz de la misma manera que en Irak han LI n "purificación» a nivel mundial en todos los terre-

orquestado la guerra. Se trata de un modelo telescópi- n


co de la paz o de la guerra hoy indiferenciados, como
ya había visto Orwell. Que esta operación provoque o Ph . P.: ¿ N/más
o sena adecuado hablar de emerger
no millares de muertos resulta indiferente. La opera- que de resurgir?
ción del Golfo habría podido desarrollarse sin un solo
muerto. Y éste fue el caso, por otra parte, del lado nor- J. B.: Estoy totalmente de acuerdo en considerar la
teamericano. Fue una guerra limpia desde el punto de guerra de los Balcanes como fruto de una actualidad
vista tecnológico y desde el punto de vista conceptual. radical, la de la mundialización, la de las reacciones
Pero ya no es una guerra. Tanto en la paz como en la identitarias que provoca. La exacerbación nacional, de
guerra es la misma violencia policial. identidad, lingüística, religiosa, es, en este caso, una
forma de resistencia singular. No nace bajo el signo de
Ph. P: La historia y la guerra se desintegran. "La im- un universal determinado. No intenta organizarse. Las
potencia militar occidental en reaccionar a la agresión singularidades no se organizan entre sí, se enfrentan.
serbia es igual a la imposibilidad de poner en juego la No tienen vocación de recuperar un movimiento ascen-
vida de un solo soldado», escribía usted en uno de sus dente universal. Creo incluso que proceden de la desa-
artículos en Libération, durante el bombardeo de Sara- parición de lo universal dentro del orden mundial.

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32
I 11111111111111 d 11111 'h:\ .n bus a de una especie de '\ 1', Id f 11, ¡1('lIlida.d no es la singularidad?
11 ¡tI 1111, d '. lI¡lIllIl'i lad. La ha convertido en una r ,11
d,1 1I 'l'1l, ' '1I1l1Dlrn nt anguinaria y destructora. II 1 I sas reacciones son la búsque-
.\111 '1''Il,
1 1 H 1 111 1 le un spejo donde encontrar una
11 1 \¡ 111\0 mi '11 . Hoy, trátese de grupos, de na-
/'/1. P: ¿La ciudadanía no es una forma de objetivo
liistárico? 111111 11 di 11 livid 1 ,los hombres ya no luchan con-
11 I 1, d lli\\'I)ll .ino contra una especie de desprendi-
J. B.: El problema consiste en saber qué podría 11111 111I ti.
darle forma. ¿Dónde estaría el nuevo equilibrio entre
lo universal y lo particular? ¿Dónde estaría el sistema 1111 I~: 'uando unas pequeñas naciones luchan por
de representación capaz de dar una forma de identi- /1 '\ ,11'/1 -ia, ¿dónde está el desprendimiento?
dad respetuosa de lo universal?
l. IS,: )n que virtualmente ya están condenadas.
Ph. P.: ¿Por qué cree usted que el tiempo mundial es l' I 1\ '1 reflujo de la identidad. Ya no están en un
'11

el único que puede llegar? 1111111 \1 ' P r una identidad ascendente, por una sobe-
1 111 1. uchan de espaldas contra la pared, y por un
J. B.: No sé si es el único que puede llegar, veo que I 111:\ ~u no es glorioso, ya que la identidad es un va-
1111' I bre, un valor neutro. Luchan ni más ni menos
llega. Ha conseguido convertir una pluralidad equi-
librada en un monopolio. Pues las bonitas ideas de 1111 I ara demostrar que existen, o a veces incluso,
ciudadanía, que pueden ser compartidas por unos in- '()111 los armenios, para demostrar que ya no existen,
dividuos determinados, ya han sido secuestradas, incau- [uc han sido masacrados.
tadas. Por otra parte, el sistema mundial defiende muy
bien el discurso universalista y pluralista, es su discur- Ph. P.: De acuerdo con la identidad. Pero ¡la historia!
so oficial, opera detrás de él. Todos los valores pia- zn la página 42 de La ilusión del fin, usted escribe:
dosos o de ciudadanía están en vías de liquidación. «[Nosotros] ya no hacemos la historia, nos hemos re-
A esos viejos valores y a esa utopía lejana de lo univer- conciliado con ella, y la protegemos como a una obra
sal, prefiero unos valores que se justifican a sí mismos maestra en peligro. Los tiempos han cambiado. Tenemos
en una especie de acting out existencial: «Yo existo. hoy en día una "visión" de la Revolución perfectamente
Soy Fulano de Tal, existo», es decir, una afirmación de piadosa en términos de los derechos del hombre, ni si-
identidad, no como una verificación desesperada, sino quiera nostálgica: una visión reciclada en los términos
como un desafío. del confort intelectual posmoderno. Una visión que per-

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mite eliminar a Saint-Just del Diccionario de la Revolu- J. B.: Más bien libre. Los llamados intelectuales
ción. "Retórica hipervalorada", dice Francois Furet, per- comprometidos han tenido muy poca influencia en la
fecto historiador del arrepentimiento del Terror y de la política pese a sus reflexiones. El concepto de historia,
gloria» ¿Esta visión piadosa de la Revolución se aplica tal como se generaliza a partir del siglo XIX, correspon-
a la conciencia histórica contemporánea? de al momento en que se comienza a salir de ella. Siem-
pre pasa lo mismo. En el momento en que se comienza
J. B.: Está a punto de convertirse en la conciencia a intelectualizar un fenómeno, desaparece de los he-
común. La puesta en limpio de la Revolución francesa, chos. Hemos podido mantener, con Sartre, una especie
la comprobación de que la Revolución fracasó ya que de nostalgia, pero ya había terminado. La teoría «com-
generó el terror, este tipo de arrepentimiento y de puri- prometida» siempre ha sido un intento desesperado de
ficación retrospectiva de los acontecimientos no es reconstruir lo que ya estaba desvaneciéndose.
más que revisionismo. Pero no es una excepción. Es
increíble que todo actualmente proceda de esta puesta Ph. P.: Foucault creía que era posible establecer un
en limpio. Museificación de los acontecimientos, reha- diagnóstico del presente.
bilitaciones, conmemoraciones. Todo tiende al blan-
queo de los acontecimientos. Que el poder instaurado J. B.: El diagnóstico ya no tiene el sentido objetivo
haga esta tarea, allá ellos, pero que unos intelectuales, que tenía en Foucault. Yo no creo que ese diagnóstico
unos hombres que han sido los actores de la historia siga siendo posible. ¿Es posible actualmente efectuar
se permitan el lujo cínico de practicar esta depuración, una verificación objetiva de las cosas? Lo dudo. Los
es escandaloso. ¿Conoce usted un solo país que no sea científicos ya no plantean prácticamente ningún diag-
el fruto de las conmociones de la historia? La historia nóstico sobre el objeto, que es inasequible en sí, sino
no está hecha únicamente de racionalidades históri- que construyen todo tipo de hipótesis. ¿Es posible ha-
cas. Las sociedades que no se han permitido aconteci- cer más? No estoy seguro. Podemos analizar las situa-
mientos violentos, metastásicos, han permanecido en ciones con la misma inteligencia que Sartre. Pero es
un orden cataléptico. ¿Qué significan esas almas de un nivel de satisfacción intelectual. Y permanece el
Dios que vienen a rectificar la historia? El fariseísmo otro nivel, el de las hipótesis. ¿Es una hipótesis intere-
histórico me repugna ... sante reconsiderar la historia apoyándose en un con-
cepto genérico? No lo creo.
Ph. P.: Usted ha sido Sin embargo un intelectual
comprometido. Ph. P.: Admitámoslo. Usted ya no cree en la historia
como concepto racional, ya no cree en las promesas de
la historia. Pero ¿sigue creyendo, como decía Adorno, en Ph. P.:Bergson no tenía por qué ocuparse del paro y
la crítica del mundo en nombre de sus propias prome- de la crisis del trabajo, pero hoy día hay unos síndromes
sas? ¿Sigue creyendo, de acuerdo con Gilles Deleuze, sociales, como la quiebra del trabajo y de la sociedad
«no en otro mundo, sino en el vínculo del hombre y el asalariada, que es una mutación sin precedentes. ¿Eso
mundo, en el amor o en la vida» ? I no sería una nueva tarea histórico-política?

J. B.: Si se toma tal cual es, el mundo no tiene his- J. B.: ¿Acaso el capital y el trabajo no tienen el mis-
toria. Como máximo tiene un destino, pero ¿cómo sa- mo destino? ¿Sigue siendo posible en la actualidad ca-
berlo? ¿Cómo saber silo que está en juego es el desti- lificar el trabajo de fuerza productiva y de fundamento
no del género humano tal como ha nacido al comienzo de la riqueza? Mientras el trabajo se percibía, por la
de su historia, un género humano cuya genealogía se mayoría de los hombres, como una alienación, cabía
puede seguir, un género humano en perpetuo ascenso? hacerle desempeñar un papel subversivo. El hombre se
Lo que ha cambiado es que las apuestas se han despla- enfrentaba a las máquinas como podía. Se decía de
zado al nivel de la especie y ya no del género. Lo que ellas que eran alienantes, y el hombre intentaba libe-
está en juego es el destino de la especie. Ahora bien, es rarse. Pero en nuestra nueva logística de interacción
mucho más difícil creer en un proyecto de la especie. hombre-máquina ya no hay tal trabajo. El hombre y la
Incluso en nuestros días, las nueve décimas partes de máquina están en interfaz. Ya no existe un sujeto del
la humanidad están al margen de la historia, al mar- trabajo. Lo que hay es una operación. Ya no nos halla-
gen de un sistema de interpretación y de inscripción mos en una situación de enfrentamiento trascendente
que ha nacido con los tiempos modernos y que desa- y vertical, estamos más bien en una situación horizon-
parecerá. La historia es una especie de lujo que se han tal de funcionamiento y de interconexión. Hoy, alguien
permitido las sociedades occidentales. Es «su» histo- que trabaja es casi un cadáver del que no conseguimos
ria. Que ésta parezca desaparecer es una desgracia desembarazarnos. El Sistema lo querría, pero no lo
para nosotros, pero permite ceder el sitio al destino, consigue, y los trabajadores que lo padecen tampoco
que siempre ha sido el patrimonio de las demás cultu- quieren abandonar su razón de ser. Es algo paradójico.
ras. Las otras culturas jamás han carecido de destino, Pero en el imaginario global el trabajo ya no aparece
mientras que nosotros, en nuestras sociedades occi- como una energía transformadora, ni siquiera como
dentales, no lo teníamos. una fuente de riqueza. No es más que una forma de
reivindicación de la identidad. Las tecnologías moder-
nas, todo ese instrumental high tech, ya no son exacta-
1. En L'Image-Temps, 1985. mente extensiones del hombre como proclamaba Mac-
Luhan. El hombre es el que se convierte en una espe- que él sí. Se sitúa en una posición apocalíptica, como
cie de extensión del sistema logístico, y en tal caso In profeta antiapocalíptico que está persuadido de que
¿qué retorno puede producirse? ¿Cómo puede referirse I peor puede ocurrir. En ese punto discrepamos. Por-
a su propio trabajo cuando éste carece ya de defini- que yo no creo en ese apocalipsis real. En cualquier
ción? En rigor, ya no existe ni precio ni valor del traba- aso, yo no creo en el realismo, ni en un previsible ad-
jo. El trabajo ya no puede valorarse verdaderamente venimiento del apocalipsis. En último término, si hu-
de lo atrapado que está en unas redes de conexiones biera razones para creer en ese cataclismo, lo que ha-
múltiples, a semejanza de la información. Está atrapa- bría que hacer sería precipitado, no oponerse.
do en esa forma especulativa del trabajo llamada em- El advenimiento de lo virtual es nuestro apocalip-
pleo, que es el objeto de una cotización cambiante, y sis, y él nos priva del acontecimiento real del apocalip-
ya no de un contrato social. No sólo los trabajadores sis. Ésta es nuestra paradójica situación, pero hay que
están en ese caso. Se acabaron los grupos/sujetos, a lo llegar al final de la paradoja. Eso es lo que hace Virilio,
Sartre. Tampoco los capitalistas, los jefes, los planifi- si bien reservándose una línea de repliegue.
cadores son sujetos, ni los intelectuales. Se contentan
con interpretar las derivaciones ... Ph. P.: ¿Qué quiere d~cir con: «Hay que llegar al
final" ?
Ph. P.: Paul Virilio, que es más cristiano que usted,
cree que los intelectuales tienen el deber de oponerse a J. B.: Admitir que el movimiento del propio sistema
las formas mundiales de dominación. Están en la postu- es irreversible, que no existe escapatoria posible en ia
ra, dice, de los pintores que se resistieron a la fotografía lógica del sistema. Ésta es realmente mundial en el
en el siglo pasado. ¿No será usted, a su manera, un re- sentido en que ha absorbido todas las negatividades,
sistente que espera pasar a la ofensiva? incluidas las resistencias humanistas, universalistas,
etc. Llegar al final significa convencerse de esta irre-
J. B.: Con Virilio hemos trabajado largo tiempo versibilidad y llegar al límite de sus posibilidades, a
juntos, en una absoluta complicidad y sin ningún pro- apurada. Llevado a la saturación, hasta el punto de
blema. En aquella época no había visto aflorar su cris- que el propio sistema cree el cataclismo. El pensa-
tianismo. Es algo que me sorprende, pues sus libros miento contribuye a esta aceleración, adelanta su fin.
desmienten la misma posibilidad de una moral de re- Ésta es la función provocadora del pensamiento, no
sistencia. Su análisis del cibermundo es riguroso, im- hacerse ilusiones respecto de su función crítica ni res-
placable, sin tacha, algo muy notable y muy hermoso. pecto de su «compromiso", pero llevando la imagina-
Pero no creo en aquello a lo que se opone. Supongo ción del fin a sus últimas consecuencias.

40 41
Ph. P: ¿Por qué se apega tanto a este concepto de 1 \. l.a historia supone una continuidad, un principio
irreversibilidad? Es extraño. ¿La mundializacion de la ti, .xplicación. En cambio, lo que ocurre puede hacer-
economía no conduce de manera irrevocable a la homo- \" ntra de la historia, en contra de la política. El
geneizacion del mundo, no nos impide también recons- IIH n pareció una discontinuidad de ese tipo, y en di-
truir la política? vil ntido un acontecimiento anunciador. A partir de
'nt n es, todo lo que ha constituido realmente un
J. B.: Siempre se puede luchar contra lo mundial ic nt cimiento se ha forjado en contra de la política y
en nombre de lo universal. Yo prefiero el enfrenta- '11 ontra de la historia. Se me ha acusado de estar del
miento directo entre la mundialización y todas las sin- ludo del sistema con el pretexto de que describo sus
gularídades antagonistas. Mantener a cualquier precio ·r ctos perversos. Es falso, detrás de lo que escribo no
las mediaciones humanistas es obstaculizar este en- hay una esperanza, sino unos acontecimientos irre-
frentamiento en su radicalismo. luctibles a la lógica involutiva de los sistemas mundia-
I s. Lo único nihilista es el análisis piadoso de los
Ph. P.: ¿En qué medida es su teoría una respuesta contecimientos. iCualq~ier análisis radical es de un
acertada al desafío de la mundializacián? ptimismo tremendo!

J. B.: Yo no pretendo eso. Lo que creo es que la teo-


ría debe prever la realidad.
Hay que tomar nota de la liquidación que lleva a
cabo el sistema. No existe redención de la historia.
Creo que es más acertado señalar la radical originali-
dad de una situación. El pensamiento que de ahí se
desprende tiene una oportunidad de ser él mismo más
original. Es lo contrario del lamento. El juicio del
mundo intelectual es con demasiada frecuencia el la-
mento.

Ph. P.: ¡SU obsesión habría encantado a Witkiewicz!

J. B.: Es cierto que ya no hay historia in progress.


Pero hay que diferenciar el acontecimiento de la histo-

42 43
2. «UN MUNDO DE MÁS» puede mantener de la visión religiosa del mal la idea
de negación, de ilusión, de destrucción. Desde ese pun-
to de vista el mal es un agente de desconexión. En rea-
lidad, el bien se halla en la clara oposición entre el
bien y el mal. El mal está en la indiferenciación de los
dos. En tanto que el bien y el mal puedan relacionarse,
estando dialécticamente unidos el uno al otro, perma-
necemos en el universo del bien. El mal está o más acá
o más allá de la oposición del bien y del mal. 0, mejor
dicho, el bien sólo es la parte emergente del iceberg
Ph. P.: "Ya no sabemos formular el mal, sólo sabe- cuyas nueve décimas partes sumergidas serían la parte
mos proferir el discurso de los derechos del hombre», es- del mal. Así que no habría diferencia de sustancia en-
cribía usted en La transparencia del mal. La búsqueda tre los dos, sino únicamente de visibilidad, de percepti-
del final del mal, de su abolición definitiva, confiados en bilidad.
otros tiempos al movimiento comunista y al movimien-
to nazi según Alain Besancon, 1 está a punto de gan- Ph. P.: "Todo lo que expurga su parte maldita firma
grenar las sociedades democráticas. Suprimir el mal, su propia muerte. Así reza el teorema de la parte maldi-
erradicar la violencia, se ha convertido en el sueño in- ta. La energía de la parte maldita, la violencia de la parte
confesado de las democracias. ¿Qué significa para usted maldita, es la del principio del Mal», podemos leer en la
"poder formular el mal»? ¿Designarlo, nombrarlo, reco- página 115 de La transparencia del mal. En la medida
nocerlo como tal? en que nuestras sociedades se obstinan en querer expul-
sar el mal como si se tratara de un microbio, corren el
J. B.: No es designado como un objeto localizable. peligro, dice usted, "de una catástrofe por una inversión
Para eso haría falta referirse a un sistema de valores, total, de la misma manera que cualquier cuerpo biológi-
pero el mal es más una forma que un valor. Yo no lo co que acose y elimine sus gérmenes, sus bacilos, sus
defino en un sentido moral, ni tampoco en un sentido parásitos, sus enemigos biológicos, corre el peligro de la
inmoral. Antes de ser una inmoralidad, el mal es fun- metástasis y del cáncer, es decir, de una positividad de-
damentalmente un principio antagónico. Siempre se voradora de sus propias células ... », ¿Qué diferencia fun-
damental existe entre la parte maldita según Bataille y la
l. En La Falsification du bien. Soloviev et Orwell, París, Com- parte maldita según Baudrillard?
rnentaire, Julliard, 1985.

44 45
J. B.: Para Bataille, la parte maldita es algo que no citud? ¿Hay demasiados niños que se mueren de ham-
puede intercambiarse de acuerdo con el intercambio bre, demasiados pobres?
convencional, y que, por tanto, debe sacrificarse para
recuperar una forma de equilibrio funcional. De modo J. B.: El problema está en saber si la miseria no va
que las sociedades primitivas tienen dos ciclos, dos ni- acompañada de una ética de la solicitud que no haría
veles. Existe el intercambio banal y aquello que ocurre más que multiplicar la miseria, como ocurre en la era
en el ciclo de su realización, que Bataille afirma que se nietzscheana de la suspicacia con todo valor moral.
hace en vano (aunque no realmente, ya que eso resta- Sólo hacemos el discurso de la miseria, y la comuni-
blecería el equilibrio). Existe un excedente fantástico, dad internacional finge movilizarse, pero la desgracia
procedente del solo del amor, y esta energía debe em- sigue su curso. Sin saberlo estamos condenados, in-
plearse. Cuando ya no circula, el grupo está en peligro. mersos en un proceso de desaparición colectiva del
El problema consiste en que, en nuestras sociedades, que somos los actores involuntarios. El hecho es que el
ya no podemos pronunciar el mal, ya no empleamos crecimiento de nuestras sociedades deriva hacia una
esa parte maldita, lo cual responde al hecho de que se forma de excrecencia y de exclusión mundial que na-
produce demasiado, existen demasiados signos, bie- die controla. Estamos de' pleno en esta cultura extrema
nes, riquezas, también individuos quizá. Bataille sigue de la producción material, pero eso no basta para con-
siendo funcionalista en la medida en que esa parte vertida en una parte maldita. La excrecencia del todo
maldita, una vez inserta en el ciclo de su realización, no genera la realización de la parte maldita, sino úni-
permite a una sociedad reproducirse, perpetuarse. Eso camente el desecho. Para que exista tal realización, es
ha dado lugar a las interpretaciones más vulgares. Se preciso que las cosas se remitan al mal, y no única-
ha dicho que en las sociedades de consumo el despilfa- mente a la desdicha. Hay que aceptar lo inhumano,
rro es el equivalente del potlatch y que todo lo que no realidad ésta que ya no queremos asumir ni reconocer
tenía racionalidad económica se ha convertido en una en la actualidad, lo cual hace que nos sumamos en una
especie de parte maldita. Podemos hacer del incons- deshumanización total, por la anulación de la necesa-
ciente la parte maldita del alma humana, etc. Yo pre- ria relación entre lo humano y lo inhumano. Actual-
fiero la idea de que está en el principio del mal y de su mente vemos a muchas buenas personas erigirse en
singularidad. profetas de la miseria, pero a nadie se le ocurre formu-
lar el mal. Ahora bien, lo humano sólo se actualiza de
Ph. P.: Cuando dice «hay demasiadas riquezas ... », manera conmovedora y misteriosa a través de los que
¿significa que en su sistema de pensamiento no hay sitio no lo poseen. El pensamiento de lo humano sólo pue-
para lo que Paul Ricoeur denomina una ética de la soli- de venir de fuera y no de sí mismo. Sólo lo inhumano

46 47
puede dar testimonio de lo humano. Cuando lo huma- cede de la disolución, ¿eso significa que el aumento de
no quiere definirse excluyendo precisamente lo inhu- poder de la parte maldita es irreversible?
mano, hace el ridículo. Cuando pretende realizar su
propio concepto en el humanismo y lo humanitario, J. B.: Digamos que la irreversibilidad de este creci-
cae inmediatamente en la violencia y el ridículo. El miento y de esta energía sería el mal mismo. Esta ex-
pensamiento sólo vive en las fronteras de lo humano, ponencialidad es como un maleficio, como una fatali-
en el límite asintomático de lo inhumano: lo humano dad. 0, mejor dicho, una parodia de la parte maldita y
paradójicamente oculto detrás de lo inhumano, y al re- de la fatalidad. Pues lo que está a punto de llegamos
vés: lo inhumano guiñándonos el ojo irónicamente a inexorablemente no es lo fatal. A lo que tenemos dere-
través de lo humano, de la misma manera que el obje- cho, con la mundialización, sería más bien a lo «viral» s
to nos guiña el ojo paradójicamente a través del sujeto. una excrecencia de lo banal. La mundialización es la
Ahí está la evidencia del mal. realización automática del mundo, la escritura auto-
Por esta defensa y elogio del mal, enfrentados a la mática del mundo. Lo «fatal» es lo contrario, es el he-
desdicha, a uno le tachan inmediatamente de irrespon- cho de que el sistema se devora a sí mismo, engendra
sable, de reaccionario, de nihilista. Ahora bien, formu- con su irreversibilidad una especie de inversión total
lar el mal no es más que decir a título de hipótesis que de las cosas. Lo que es fatal, y por tanto bueno, es la
su principio está a punto de realizarse, a espaldas de ilusión del sistema en relación consigo mismo. En di-
todos, y con la complicidad de todos. Es pronunciar la cho sentido, lo fatal es lo opuesto a la empresa de per-
evidencia del mal, es denunciar toda esa denegación feccionamiento del mundo, de automatización, de tec-
de la parte maldita y de la irrefutabilidad del mal, esa nologización que acompaña la trayectoria inexorable
denegación de lo inhumano. del bien, de un mundo expurgado de la muerte, de la
negatividad, de un mundo operacional.
Ph. P.: El problema está en que ese teorema se apoya
en la idea de que el principio del mal existe en la medida Ph. P.: Tomemos el ejemplo del revisionismo y de la
que existe su energía. Usted llegó a tomar el ejemplo de negación del Holocausto que usted evoca. ¿Qué es lo
Nueva York como arquetipo de supervivencia no negati- que no puede decirse de esos dos monstruos?
va, como modelo de principio energético de superviven-
cia en el que todos y cada uno, desde los drogadictos a J. B.: La idea de que el Holocausto no se produjo
los golden boys, forman parte de la supervivencia de la es evidentemente impresentable. Pero el pensamiento
ciudad. En la medida en que ya no se trata de una ener- contrario, el pensamiento dominante en la actualidad,
gía positiva, ya que según usted la auténtica energía pro- que afirma que negado es inmoral no tiene sentido.

48 49

J.
Está claro, históricamente, que los defensores de su traidor y un impostor. Sin embargo, la verdad es que la
inexistencia se equivocan, pues quieren establecer una memoria ha sido abolida por la estructura del tiempo
verdad histórica diferente. Pero su proposición en real, como tantas otras cosas, y que es inútil rebelarse
cuanto que formulación queda por descifrar. El hecho contra ello en nombre de una moral de la historia.
de que sea simplemente posible significa que, en el
tiempo real que es el nuestro, ese tiempo histórico del Ph. P.: Sigamos con este tema. También en La trans-
Holocausto ya no existe y es imposible resucitado en parencia del mal puede leerse en la página 99 lo siguien-
una memoria viva porque ya no estamos en el mismo te: «Como nosotros hoy hemos desaparecido política e
tiempo. Lo peor es que el hecho de decir que el Holo- históricamente (éste es nuestro problema), queremos de-
causto no existió es tener que aportar la prueba, y te- mostrar que [allecimos entre 1940 y 1945, en Auschwit:
ner que defender su existencia como una verdad mo- o en Hiroshima -eso al menos es una historia fuerte-o
ral, por no decir ideológica y política. De la misma manera que los armenios se desgañitan
para demostrar que fueron masacrados en 1915, demos-
Ph. P.: Claude Lanzmann ha conseguido probar el tración imposible, inútil, pero en cierto modo vital. Ya
proceso del Holocausto. Usted dice a la vez que «Ausch- que la filosofía, hoy, ha desaparecido (ése es su proble-
wit; y exterminio» son inexpiables y que Auschwit: ya ma: ¿cómo vivir en estado de desaparicionr}, debe de-
no forma parte de nuestra actualidad. ¿No resulta con- mostrar que quedó definitivamente comprometida con
tradictorio? Heidegger, o que perdió la voz en Auschwitz.» Yo matiza-
ría más que usted en este último punto, pero no impor-
J. B.: Auschwitz puede ser reactivado, rememorado ta. Me gustaría que me precisara su idea de desapari-
en los archivos, museificado, dado a consumir en una ción. ¿Esa desaparición se debe a que vivimos en el
inactualidad, la nuestra, donde todo pasa y se disuelve momento del «tiempo real», bajo su tiranía, o a que el
en la instantaneidad del tiempo real. Es nuestro desti- tiempo real es nuestro destino?
no. y en esa esfera, la proposición de Faurisson puede
plantearse, por lo menos las condiciones para que se J. B.: En la actualidad el tiempo real es nuestro Ho-
cumpla esa proposición existen en la actualidad. Por- locausto. Equivale al otro. No es tan sangriento pero es
que la definición misma de los acontecimientos pasa- una forma de lo inhumano. La solución final estaba en
dos cambia y plantea problemas. Cuando alguien dice Auschwitz, pero también en la película Holocausto que
algo así, se le acusa de tomar partido y de formular el recordaba y por tanto ofrecía la ilusión de la memoria.
mal. Y no se puede formular el mal sin ser, ante los Cuando se suma el arrepentimiento y la buena con-
ojos del pensamiento dominante, que es el del bien, un ciencia moral a un acontecimiento traumático, en cier-
to modo se le autoriza y se le priva de su energía sub- lo real, y que es su realización absoluta. Así pues, se
versiva. Con Hiroshima ocurre lo mismo. Hubo una acabó para lo real la posibilidad de emerger, ya que
exposición con unas fotos de la ciudad antes de la existe una precesión de lo real, como antes hubo una
bomba, unas fotos de la ciudad aniquilada e Hiroshi- precesión de los modelos y de los simulacros. En el
ma actualmente. Ahora bien, es cierto que Hiroshima fondo, lo real es un estado inestable. Siempre ha sido
es una ciudad que revivió, pero su desaparición defini- sin duda un estado inestable, que ha gozado durante
tiva pasa también por la nueva Hiroshima. El aconte- dos siglos de una coyuntura favorable. Aquella en la
cimiento traumático ha sido blanqueado. Todos los al- que hubo la posibilidad de producir los mismos efec-
macenes de archivos son medios de blanqueo. El tos a partir de las mismas causas. Todo eso ha sido
acontecimiento se aleja definitivamente de nosotros a desconstruido. La relación entre causa y efecto es lo
través de los medios que ponemos a nuestra disposi- que se ha vuelto indiscernible, o quizá incluso se ha in-
ción para acordamos de él. Es inevitable. Y ¿a quién vertido. Ya no se sabe lo que ocurre entre las condicio-
responsabilizar? Todos somos cómplices. nes iniciales y las condiciones finales. El tiempo real
es algo así: la colisión de los polos opuestos del futuro
Ph. P.: ¿Qué contenido exacto da a ese tiempo real? y del pasado, del sujeto y del objeto. La colisión entre
una pregunta y una respuesta. Eso crea una masa, y
J. B.: Si queremos dar un sentido a esta expresión por tanto se anula. Es una realidad insuperable no
contradictoria (ya que el tiempo real anula cualquier sólo para las ciencias, sino también para el orden de
dimensión real del tiempo), sería la posibilidad de ac- nuestras existencias.
tualizado todo en el mismo instante. Es el tiempo de
la realización inmediata, de la difusión planetaria, de Ph. P.: ¿Admite de todos modos que la escritura pue-
la acción a distancia. Cosa que anula cualquier secuen- de ser una de las formas de resistencia frente al tiempo
cia presente/pasado/futuro, y por tanto cualquier con- real?
secuencia. El tiempo real es una especie de cuarta di-
mensión en la que todas las demás se anulan. El J. B.: No existe nada más contrario al pensamiento
futuro es absorbido porque ya ha tenido lugar en tiem- y a la escritura que su actualización en tiempo real en
po real. Por consiguiente, no tiene tiempo para tener una pantalla o un ordenador. Escribir se basa en la di-
lugar. Y el pasado, por su parte, no tiene tiempo para sociación de la pantalla y del texto, de la imagen y del
haber tenido lugar. En cuanto al presente, siempre es texto. Hace falta una mirada, una distancia. Incluso
el de las pantallas. Así pues, el tiempo real es una espe- con la máquina de escribir sigo viendo la página, ten-
cie de cuarta dimensión, la de lo virtual, que sustituye go una relación física con la escritura. Mientras que,

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en la pantalla, incluso si se trata de un texto, estamos mismo. Es jugar con la complicidad, la ausencia, la
en lo visual (que ni siquiera es una imagen sensible, ilusión, la distancia respecto del mundo.
sino una especie de realidad virtual del pensamiento
y de la escritura). Estamos inmersos en una relación Ph. P: Su gusto por jugar con las palabras parece au-
interactiva, e incluso intersensorial. Ahora bien, la mentar de día en día.
escritura jamás es una interacción. No sólo es un acto
de resistencia frente al tiempo real, sino también J. B.: Mi modo de hablar no es precisamente una
algo más: una singularidad. No la convertiré, como forma familiar de la que se usa y abusa sino algo
Virilio, en una defensa del Viejo Mundo y de la len- extraño que hay que seducir. No se trata de trastocar-
titud. La escritura sería más bien una forma de sin- lo por mero juego. Hay que sorprenderlo y que sor-
gularidad, algo indomable. Otro proceder, pues es la prenda.
invención de otro mundo, un mundo antagónico. No
es la defensa de un mundo que habría existido, la de- Ph. P: Así pues, ¿admite que es posible «recuperar
fensa del libro, del sentido y de la cultura como valo- las palabras»? Lo que n~ entiendo es que se lo niegue a
res. La escritura tiene una acción más ofensiva. Es un Primo Levi, a Robert Antelme, a toda la literatura de los
acontecimiento en un mundo en el que ya no hay campos, cuya grandeza consiste en haber exhumado. el
acontecimientos, porque todo está programado. La es- dolor de los desaparecidos y haber permitido a los super-
critura es un acto, no de resistencia, pero irreductible vivientes transmitimos su desgarro.
al funcionamiento general. Hay otras cosas que tam-
bién lo son. J. B.: Yo no niego nada a nadie. Hay relatos que no
participan del blanqueo a que me refería. Forman par-
Ph. P: Al hablar de la invencwn de otro mundo, te orgánicamente del acontecimiento. Son huellas to-
¿quiere decir que el mundo no está totalmente perdido? davía actuales del acontecimiento. Me limito a decir
que estamos en un mundo en el que es necesario de-
J. B.: Diré, al igual que Rimbaud, que nosotros ya mostrar lo que ha ocurrido, cosa paradójica, y que esta
no estamos en el mundo. Con la construcción de un demostración desgraciadamente es cada vez más im-
mundo paralelo y virtual que ha reemplazado al nues- posible. Hay que interpretar ese hecho, por más ina-
tro, ya no estamos en el mundo. Estar en el mundo se ceptable que parezca. Estamos inmersos en un sistema
ha vuelto una eventualidad poco probable. Decir sim- que ya no nos permite reconquistar una objetividad,
plemente «yo existo» no es serio. Estar en el mundo no una historicidad de las cosas. Ésta es la cuestión. Si se
es estar presente en el mundo, ni ser idéntico a uno puede hacer algo, no es evidentemente negar a quienes

54 55
ni gan el Holocausto, rechazado mediante nuestra I In maquinaria virtual no busca la información, el
buena conciencia. \ (1\ cimiento, o el encuentro, sino responde a una pul-
i n por desaparecer. Todo lo que nos ofrecen las nue-
Ph. P.:Si ningún periodista hubiera hablado del libro ves tecnologías es un tipo de imágenes que, al sumer-
de Garaudy editado por la Vieille Taupe, nadie lo habría I,imos en ellas, podemos modificar. ¿Cómo es posible
leído. ¿Qué opina usted? I msar que se puede entrar en una imagen de vídeo
I ra hacer con ella lo que se quiera y que siga habien-
J. B.: Habría que juzgar a todos los medios de co- d hechos, acontecimientos, valores que puedan resis-
municación. Su trayectoria no es ideológica, es funcio- ur esta inmersión electrónica? Todo ocurrirá en esas
nal. Y su modo de funcionamiento, en tiempo real pre- ajas de aislamiento sensorial que son las pantallas y
cisamente, tiende a propagar esta inactualización de la las redes telemáticas.
memoria. Se limitan a hacer su trabajo. El problema
de saber qué habría ocurrido si no hubieran hablado Ph. P.: Usted dice que ya no estamos en un mundo
de Garaudy concierne al pensamiento mágico. Los me- donde se pueda demostrar nada. Al mismo tiempo, nos
dios de comunicación hablan, están ahí para eso. pasamos el tiempo buscando responsables, encontrando
Transmiten el virus. Son el virus. Lo que hace que ejer- culpables. El caso de la sangre es un ejemplo ...
zan una fascinación extraordinaria a través de todo lo
que sean catástrofes, accidentes, violencia, etc. Es la J. B.: Es una reacción. Una red telemática está he-
magia negra que mejor funciona. cha para remitir información de un elemento a otro.
Todas las tecnologías virtuales propagan lo indeter- No hay posibilidad de detenerla. Se ramifica como las
minable. Pero ¿son las tecnologías virtuales las que metástasis. Las imágenes se suceden una tras otra, ni
propagan lo indeterminable o es nuestro universo in- la secuencia ni la responsabilidad las detienen. Todo lo
determinable el que crea las tecnologías de lo virtual? que circula provoca una imposibilidad de identificar
¡Es indeterminable! A los medios de comunicación les realmente un actor con su acto. Nos esforzamos por
da igual, no son responsables, propagan la irresponsa- encontrar unas secuencias coherentes, unas causas y
bilidad, que es actualmente nuestro modo de solidari- unos efectos. Pero, visto en su conjunto, ya no hay ley
dad colectiva. Los ciudadanos no deciden consciente- ni marco de referencia general. Ahora bien, la respon-
mente ver la televisión. Lo hacen por una especie de sabilidad opera como referencia general, como inter-
atracción, de hipnosis aturdida. Cada uno de ellos es cambio de normas morales, una de las formas de ética
un punto intermedio en el circuito, o en ese anillo de a cuya búsqueda nos entregamos actualmente. Una
Moebius de la información. Se me ocurre que toda empresa vana, sin duda, pero, precisamente, cuanto
má inútil sea mayor será el número de comités d . 11 su funcionamiento interno; pero que, por otra par-
ética. 1\ ,t mado globalmente, carece de referente general, y
110 xiste, por tanto, ni inteligibilidad de este mundo ni
I vnluación objetiva. Ya no se puede relacionar, remitir
P. Ph.: Si la conjunción afortunada entre la idea y la
realidad ya no está presente en sus textos, ¿cómo no til- I n da más. Remite a una referencia imposible. Ahí

darle de nihilista? Al combatir como usted hace la ilu- 'sl el principio de incertidumbre fundamental del
sión de la realidad, ¿no teme encerrarse en el relativismo Inundo. Si yo considero la economía, por ejemplo, no
de los valores y confundir su deseo de desaparición con t u do negar que existe un principio de realidad econó-
1 ica, unas estructuras de intercambio económicas.
la realidad misma?
P ro lo económico tomado globalmente ya no tiene un
J. B.: No lo creo. En mi modesto cuestionamiento orrelato de referencia. No existe una equivalencia de
de la ilusión de realidad no hago una suma cero ni un lo económico. En este sentido es, hablando con exacti-
relativismo de los valores. Existe, sí, un desafío a la tud, ininteligible para un pensamiento radical. El pen-
realidad: ¿qué le ocurre al pensamiento si nos situa- amiento radical no anula lo real, ¿cómo podría?, lo
mos en los extremos, en los fenómenos extremos? ¿Si- que hace es ponerlo aparte, decir que no tiene equiva-
gue habiendo pensamiento a ese nivel? No existe en lencia. Mientras que el pensamiento dialéctico, el pen-
rigor una respuesta. Si el pensamiento es un desafío, samiento crítico forman parte del ámbito de las re-
ésta debe ser experimental. Es más bien un pensa- ferencias intercambiables, el pensamiento radical se
miento que intenta explorar un terreno desconocido sitúa en la zona de la referencia imposible, de la ine-
con otras reglas del juego. Eso no es ser «nihilista», en quívalencia, de lo ininteligible, de lo indeterminable.
el sentido en que el nihilismo significa que ya no hay
valores, ya no hay nada real, sólo signos. La acusación Ph. P.: Entiendo muy bien su preocupación por diso-
de nihilismo y de impostura siempre se refiere a eso. ciar lo real y lo racional, es una especie de burla de la fi-
Pero si tomamos el nihilismo en su sentido radical, de losofía que con excesiva frecuencia ha querido unir el
un pensamiento de la nada, que partiría del axioma ser y el pensamiento. Pero ¿no cae a su vez en la ficción
«¿Por qué hay nada en lugar de algo?», dándole la de la unidad de la ciencia y de la filosofía? ¿Dónde se si-
vuelta a la pregunta filosófica fundamental, la pregun- túa exactamente su pensamiento radical: al lado, enfren-
ta del ser: «¿Por qué hay algo en lugar de nada?», en- te, entre la ciencia y la filosofía?
tonces sí que quiero ser nihilista.
Yo formulo la hipótesis de que el mundo existe tal J. B.: Fuera, pero justo antes del final, o sea, en la
cual es, que se le puede tomar como real e inteligible fase paroxista. El momento interesante es el del paro-

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xismo, que no es el del final, sino inmediatament :'111 IIII I rpírismo radical, que hace que en el fondo nadie
terior al final. El pensamiento paroxista está en pen (ti I rca n esta idea de la realidad. Cada uno de nosotros
tima posición antes del extremo en que ya no habrn I '1) un umbral de radicalidad que le asienta en el
nada que decir. No es científico porque la ciencia, '11 u 11 mdo al margen de sus ideologías y de sus creencias.
cuanto que sistema de intercambio, de información, N) añadamos al deseo el pathos del deseo. No añada-
de almacenamiento, pretende ofrecer un sentido final 111 a la creencia el pathos de la creencia. No añada-
y objetivo. Ahora bien, si no existe una representación 11 s esperanza a la esperanza. Todos esos valores nos
global del mundo que le dé un sentido, tampoco puede ti vían del pensamiento. Los estoicos lo sabían. Lo
haber una ciencia que explique la clave de la historia. importante es saber encontrar el distanciamiento, el
Así ocurre con las ciencias humanas. Que disciplinas desapego. Intentar hacer abstracción de la prolifera-
como la economía o la historia, toda ciencia en gene- ión ideológica, subjetiva o colectiva.
ral, tengan un principio de inteligibilidad interna, in-
herente a su axioma básico, pero no en ninguna otra Ph. P.: Eso me hace pensar en una frase de Laruelle
parte, hace que se vean cada vez más trastornadas por en Biographie de l'homme ordinaire en la que dice que
la incertidumbre. Esta ininteligibilidad en última ins- lo importante no es entender el mundo (begreifen), sino
tancia la acusan en su funcionamiento interno. Las saber rechazarlo en una especie de indiferencia estoica.
ciencias llamadas exactas tampoco escapan a esto, ya
que también se encuentran en los confines de esta in- J. B.: Sí, establecer en cierto modo el vacío en tor-
determinabilidad del sujeto y del objeto. no al objeto de pensamiento, así como en torno al ob-
jeto material, sin hacerlo existir o interpretarlo de an-
Ph. P.: « Ya nadie cree en lo real, ni en la evidencia de temano. Existe un momento en que puede captarse el
su propia vida ... », ha escrito usted. ¡Vaya veredicto! Es objeto o el mundo como aparición, y ya no en térmi-
una buena noticia para lean Baudrillard, ¿no? nos de producción de un mundo ya moldeado a ima-
gen y semejanza del pensamiento, justo antes de que le
J. B.: En efecto, en una perspectiva estoica, ¡es inú- asigne una finalidad, justo antes de que «acabe», o sea
til pretender sumar la creencia al objeto externo, a la el momento paroxístico.
radicalidad del acontecimiento! La creencia es un va-
lor débil. Yo formulo la hipótesis de que detrás de los Ph. P.: ¿Qué estatuto concede al pensamiento?
sistemas de creencias con los que fabulamos lo real y
le damos un sentido, existe en todos nosotros (y no se J. B.: En el caso de que se suponga que desempeña
trata de una cuestión de inteligencia o de conciencia) un papel de regulador, modera la ilusión del mundo de

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r
una cierta manera. Nos permitiría vivir creando alre- radical, que ya no tiene la verdad como horizonte. Me
dedor de nosotros una configuración racional, una gustaría saber, antes de abundar en su tesis; qué estatuto
imaginación del mundo en la que la especie pueda re- exacto concede a lo real. A usted le gusta decir que lo vir-
flejarse. Tendría entonces una función de espejo posi- tual, espacio en el que nos movemos, ya no crea lo real.
tivo y contribuiría a una información del mundo, es ¿Y usted, usted crea lo real?
decir a una racionalidad cada vez mayor y a una entro-
pía cada vez menor. Eso es la visión ideal, idealista. O J. B.: Participo evidentemente del pensamiento re-
podemos suponer que se trata de un desafío, una flexivo mediante el discurso, así que yo también juego
trampa arrojada a la realidad para que caiga en ella, un doble juego. Deleuze dice que fabricamos concep-
una manera de llegar con mayor rapidez al final, de al- tos. Un trabajo como cualquier otro. No fabricamos un
canzar con mayor rapidez la finalidad, sea cual sea, y modo de explicación ni de verdad, sino una forma de
de ir más allá. Es decir, una forma más bien odiosa, visión, de estilo, para ver y descifrar. El pensamiento
como un juego de visto y no visto, que concibe el mun- funciona y nosotros lo hacemos funcionar. Pero me
do como ilusión, o que establece la hipótesis de que, pregunto si la contrafinalidad de ese pensamiento no
en cierto modo, ya ha desaparecido. Entonces trabaja funciona a nuestro pesar. Y cuando lo pensamos, es
en secreto, en el corazón del sistema racional, en esa posible que de manera casi oculta exista detrás de ese
ultrarracionalización del mundo, forma odiosa de pre- pensamiento una especie de principio activo del mal,
cipitar el mundo hacia su final. El pensamiento de- una dimensión demoníaca. Es posible que los actores
sempeña en tal caso un papel paradójico. Se lo ha que- inconscientes sean más activos en el proceso que los
rido convertir en una estrategia positiva, una baza que se dedican a pensar. Si el pensamiento es una fun-
racional, pero sin duda siempre juega un doble juego. ción, se trata de una función realmente ambivalente y
Es posible que no sea más que una forma de parásito, diría incluso que antagónica. Algo se nos escapa en su
de virus que se desarrollaría en el interior del mismo naturaleza. Es a la vez una materia gris y una materia
sistema y que, en función también de la proliferación negra. Una masa oscura recorre toda la filosofía junto
del sistema, lo desestabilizaría desde dentro. Esta ver- con un desengaño radical y silencioso, y entre ambos
sión es probablemente la más interesante en la coyun- ya no permiten al pensamiento racional mantener una
tura actual. trascendencia, una esperanza, un ideal. Todo eso era
así, y no se trata de desmentirlo retrospectivamente,
Ph. P.: Entiendo algo mejor su imagen del pensa- pero ha ocurrido otra cosa. Ahora el pensamiento par-
miento, como habría dicho Deleure. Usted ha dicho que ticipa de ambos lados, lo que es desconcertante.
es un pensamiento que se refiere a una incertidumbre

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Ph. P: El pensamiento participa de ambos lados, 1 I Ildl'\ '1"1 inación pueden aparecer unas leyes y un
¿eso significa que habría matado a la realidad y al mis- 1111 ti 111( I () l· 1 real. Ahí es donde el problema se in-
mo tiempo se revelaría contra ese crimen? I 1 1I • N( ,. la nada, el otro de lo real, el otro de lo ra-
I It 111 " lo q 1 crea el problema, es lo real mismo.

J. B.: Sí, es el arma con la que se ha cometido el


crimen. Incluso en vías de desaparición, lo real es un
misterio. ¿Por qué existe lo real, o por qué no existe? A
partir de la ruptura de la simetría materia/antimateria,
comienza la cuestión filosófica: ¿por qué hay algo en
lugar de nada? Más allá del privilegio del mundo mate-
rial, esta cosa inaprehensible que se ha dejado de lado
vuelve a obsesionar nuestros sueños y la pregunta vuel-
ve a ser, como le decía, ¿por qué hay nada en lugar de
algo? ¿Cuestión antifilosófica, por decirlo de algún
modo, o bien culminación de la cuestión filosófica? La
visión filosófica es «existe el ser y lo que no es el ser no
es nada», y eso ya no existe. El mal ya no existe. Es la
visión teológica, filosófica. El mal carece de existencia,
el mal no es real. Ahora ocurriría más bien, en mi opi-
nión, lo contrario. Ese algo es lo que constituye un
problema y nos preguntamos cómo ese algo ha podido
aspirar a ser y tener la más mínima posibilidad de
pensarse a sí mismo. ¡Ahí está el misterio! Una reali-
dad que tiende actualmente a desaparecer, por la vio-
lencia misma de su interpretación, y a ceder el sitio a
esa interrogación sobre el vacío, sobre el estatuto mis-
mo de lo real. Con la mecánica ondulatoria y la física
cuántica nuestro universo deja de obedecer a unas le-
yes inmutables. Ya no existen leyes verdaderas y nos
encontramos ante una indeterminación irremediable.
El problema reside en saber cómo en el corazón de
3. EL GRAN JUEGO términos se invierten y adquieren a veces un aspecto
negativo, cuando son en realidad unas figuras de in-
versión. Más que de la muerte, sería del exterminio de
lo que convendría hablar actualmente. No se trata ne-
cesariamente de exterminio violento, físico, sino más
bien de un universo espectral, virtual, de una forma
desvitalizada, lobotomizada. Así pues, no es una muer-
te como homicidio o destino. Es más bien la ausencia
de destino. Ya no vivimos con el horizonte de la muer-
te, es decir del homicidio simbólico, de lo que saldría
Ph. P: En su libro, LÉchange symbolique et la mort una energía arrolladora. Vivimos en una eliminación
(El intercambio simbólico y la muerte) se habla mucho lenta, endémica, viral. Estaríamos más bien en una so-
de la vejez, de la muerte y de lo que podría denominarse ciedad de exclusión, de negación de la muerte. Un es-
la cultura de la muerte. Usted relaciona esa cultura con tado letal.
la ley del capital y escribe: «Si el capital no existe, ni su
crítica marxista, es porque la ley del valor ha pasado a la Ph. P: En LÉchange symbolique et la mort, usted
autogestion de la supervivencia bajo todas sus formas. todavía era, por decido de algún modo, sociólogo. Algu-
Si el cementerio ya no existe, es porque la totalidad de nas de sus páginas no están muy alejadas de las de Phi-
las ciudades modernas asumen su función. Son ciuda- lippe Aries sobre el mismo tema. Ahora bien, me parece
des muertas y ciudades de muerte. Y si la gran metrópo- que actualmente la sociología ya no le interesa en ab-
lis en funcionamiento es la forma acabada de toda una soluto.
cultura, entonces, simplemente, la nuestra es una cultu-
ra de muerte.» ¿Escribiría lo mismo hoy en día? J. B.: No, nunca he sido sociólogo en ese sentido.
Me alejé muy pronto de la sociología de las institucio-
J. B.: En LlÉchange symbolique et la mort, la muerte nes, del derecho, de las estructuras sociales, de unos
era una figura de la reversibilidad de la vida y de la enfoques que se basan en la idea de que existe lo so-
muerte, por ser siempre lo simbólico un signo de la re- cial, de su trascendencia. Mi objeto sería más bien una
versibilidad de las cosas. La cultura de muerte es un sociedad que está perdiendo su trascendencia, de la
dead end, una auténtica muerte, mientras que la muer- que lo social, la misma idea de lo social, ha desapare-
te entendida en el sentido simbólico es algo muy dife- cido. De ahí el concepto de masa, de mayoría silencio-
rente. Resolver esta ambigüedad es imposible. Muchos sa. Las masas ya no son un concepto sociológico. Son

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una especie de instancia, de poder silencioso o de anti- I 11 ti mi ma existencia, tautología que, desdichada-
poder, una antimateria inaprehensible de lo social. 1111 I1I tenta todas nuestras ciencias humanas en la
,,'U
En cierto modo prefiero la antropología a la socio- 1I I11 di lad.
logía. Me parece que la antropología está algo más ale-
jada que la sociología de ese realismo social. Está más /'/,. P.: Si la sociología ya no tiene nada que decir en
cerca de la metamorfosis de la especie y de todos los /1/lUII/ nto en que usted pone en evidencia la negación
problemas que comienzan a plantearse biológicamente r/' /1 tuuerte, ¿qué queda? Eso me hace pensar en un
en el plano de la especie, de manera más aguda y más /'r/I'III rnto de Historia y utopía de Cioran en el que
virulenta que en el plano de la socialidad. //r/I'I' la apología del enardecimiento y critica la debilidad
Lo que reprocho a la sociología es su realismo, to- ,/,, las democracias liberales. A propósito del mundo
mar lo social por lo social y ni siquiera suponer que tu. 'f), escribe que los países eslavos son los únicos del
sea, en un momento determinado, una posibilidad, un nuiudo que son sólidos dada su irreflexión sobre el desti-
sueño, una utopía, una contradicción, en fin, algo dife- /111 I Occidente y añade, antes de perfilar lo que él deno-
rente a lo social, como si la dimensión social viniera utiua unas zonas de vitalidad: «Todas estas sociedades
dada. Es lo que llamaría su rousseaunianismo profun- / IL ánicas siguen disponiendo de un fondo biológico
do. Que el hombre sea un ser social es seguro, que I{" se buscaría inútilmente en Occidente» ¿No es este
pueda dejar de serIo es una eventualidad que debemos salvaiismo, estas zonas de vitalidad, este grado de instin-
considerar. La antropología también puede ser rous- 1), lo que, a fin de cuentas, echa usted en falta cuando
seauniana. En su origen lo ha sido aún más, pero es dice que hemos excluido la muerte y agotado nuestros
más capaz de poner en perspectiva su objeto. Los an- r cursos vitales? ¿Su antimodernismo no sería una for-
tropólogos han acabado incluso por alejarse de las tri- ma de rebelión contra la supuesta decadencia de Occi-
bus primitivas que descubrían, por miedo a destruir- dente?
las, a desestructurarlas, han preferido abstenerse de
estudiar un objeto fuera de su alcance, un objeto para J. B.: Existe, evidentemente,
un cierto desencanto
siempre indescifrable, ya que se desvanecería en el co- en el ambiente. Dicho esto, la idea de la decadencia de
nocimiento mismo. Situación más interesante y más Occidente forma parte de su lenguaje cultural. Occi-
original, y que concuerda más con la originalidad de dente siempre se ha complacido en imaginar su propia
su objeto. Más próxima a la realidad primitiva del ob- muerte. Yo no intento localizar el contrapunto de Oc-
jeto que la sociología, que ha convertido en una espe- cidente. No dudo de que existe una alternativa, pero
cie de axioma la existencia evidente e incontestable de no está en el espacio, es fundamentalmente metafísica,
lo social, pues para ella lo social queda demostrado está en las formas. Puede encontrarse bien visible en

68 69
las sociedades del Este, en África, en Latinoamérica. Eso es válido para cualquier organización, cualquier
El problema para nosotros, occidentales, no es el de institución, para la biomasa en general, pero también
una alternativa, sino el de la alteridad que hemos per- para la lago-masa, el lenguaje. Todo lo que para su de-
dido y que están a punto de perder quienes nos copian. sarrollo tiende a fijarse unos axiomas irrevocables co-
Hemos perdido la alteridad y la muerte. Y, a diferencia mienza a precipitarse hacia su final. Todo tiende a aca-
de Cioran, no creo que sea el sueño de un absoluto vi- barse, a realizarse en su ser, lo que es la esencia de la
tal lo que pueda devolvérnoslas. No es gracias al ins- muerte.
tinto vital por lo que Rusia se resiste a Occidente. Los
rusos, simplemente, tienen una cultura de muerte mu- Ph. P: En 1976, usted seguía hablando de racionali-
cho más dominante e intensa que la nuestra. dad moderna, hoy hablaría más bien de pensamiento a
secas. Decía hace un momento que el pensamiento occi-
Ph. P: Me gustaría relacionar este concepto con el dental había contaminado el mundo, y que eso era lo
que usted sostenía hace poco en Beaubourg respecto al que nos llevaba a devorarnos a nosotros mismos y ago-
espíritu del tiempo. «La vida no se forma», decía, refi- tamos. ¿No convendría pla.,ntearse el estatuto del pensa-
riéndose a lean Rostand. Frente a semejante entropia y a miento? ¿No sería posible, pese a esta entropía amena-
semejante agotamiento del impulso vital, ¿cómo consi- zadora, efectuar una especie de revolución copernicana
gue encontrarse a sí mismo? del pensamiento, y desprendemos de esta ganga? Algu-
nos pensadores como Francoise Laruelle lo consiguen.
J. B.: ¡Yono me encuentro! La idea de Rostand me y, para usted, ¿ cuál es el tipo de configuración que
gusta bastante, pero como hipótesis. A partir del mo- más convendría a sus objetivos en el campo del pensa-
mento en que estamos en un universo donde se ha aca- miento?
bado la partida, nos encontramos en una combinato-
ria infinita de tipo entrópico. Dando por supuesta la J. B.: Es un problema de fondo. Habría que estable-
separación entre materia y antimateria, esta última cer sin duda una distinción entre un pensamiento ela-
para siempre inaprehensible, nos hallamos en un borado en el orden de lo racional, un pensamiento or-
mundo material acabado en el que, en ese sentido, la ganizado en términos de descripción, de límites y de
materia ya no se crea. Este corpus acabado aunque in- definiciones. Un pensamiento que busca un equilibrio,
·finito en su complejidad, pero separado de la antima- una dialéctica de las cosas. Que quiere explicar el
teria, está condenado a la entropía. De igual manera, mundo. En principio es intercambiable por un sueño
cualquier sistema, si llega a cerrarse y a excluir toda de transformación del mundo del que participa. Ese
alteridad radical, comienza a fagocitarse a sí mismo. tipo de pensamiento me parece condenado a caer en

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su propia trampa. Acaba siempre en la simulación, allí animales, los vegetales, los hombres, los elementos se
donde permanece la cuestión crucial: «¿El signo remi- . encadenan entre sí y se oponen. Al igual que los sexos en
te al sentido o sólo se remite a sí mismo y a la promo- la seducción, o en la forma poética, que es una anamor-
ción del signo como signo?» Al ser la simulación y lo fosis del lenguaje, de sus miembros aislados.
virtual una derivación, y no una revolución copernica-
na como usted dice, ese pensamiento ha conseguido Ph. P.: ¿Acaso este juego de formas tiene algo que ver
crear la ilusión de un mundo inteligible. Hay que abo- con lo que Kostas Axelos llamaría el juego del mundo?
lir este pensamiento y prestar atención a lo excéntrico.
En esa perspectiva, ya no somos nosotros quienes pen- J. B.: Se le parece. La inspiración heraclitiana es
samos el mundo, sino el mundo quien nos piensa. El idéntica. El juego de las formas son los elementos, to-
mundo devuelve una metamorfosis de las formas en la dos ellos cómplices entre sí, pero hostiles el uno al
que el mismo pensamiento está atrapado en una diná- otro, como el agua y el fuego. Las formas juegan en
mica que ya no es la suya. Ya no acabamos de saber una circularidad sin fin. Las formas implican un jue-
qué papel juega allí, si es un factor de aceleración o de go, unas reglas, unos rituales, Creo que esta especie de
inercia. Nos convertimos en objeto del pensamiento, encadenamiento, de transmisión del uno al otro pero
pero de un pensamiento que ya no nos pertenece, que sin pasar por el sentido, por la individualización y por
tampoco es el del sujeto. De lo que yo tenía ganas era la diferencia, sigue existiendo. Creo que se sigue ju-
de explorar esa especie de pensamiento que se había gando. La pasión por el juego de las formas persiste,
vuelto centrífugo, una especie de deriva extrema más pero nos resistimos a ella con la puesta en escena psi-
allá de sus objetivos. ¿Alcanza otro pensamiento en al- cológica, con el juego de los afectos y del deseo. Entra-
guna parte, incluido el pensamiento científico, la expe- mos entonces en unas contradicciones insolubles en
rimentación científica? ¿Llega a ser una forma de in- las que los sujetos funcionan de acuerdo con su dife-
certidumbre radical? No lo sé. Digamos que estamos rencia recíproca. Frente a este diferencial de energía,
fabricando un doble del mundo que le sustituye. Fo- cuyo origen es excesivamente humano, prefiero una
mentamos la confusión del mundo con su doble. energía venida de fuera.

Ph. P.: ¿A qué llama usted formas del mundo? Ph. P.: ¿Puede damos otros ejemplos de estas formas?

J. B.: A una forma de circulación simbólica, de rever- J. B.: El lenguaje siempre es un ejemplo posible. Es
sibilidad y de encadenamiento, de constelaciones, como importante porque está presente en el hiato entre el
en las representaciones primitivas del mundo donde los universo humano e inhumano. El lenguaje es a la vez

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lo que nos aleja de la relación con el mundo, con los Ph. P: ¿Qué es lo que le lleva a decir que hoy esta-
reinos animal, vegetal, etc., pero que devuelve al mis- mos en una relación de formas y ya no en una relación
mo tiempo esa circulación simbólica. Fundamental- de fuerzas?
mente, el ejercicio del lenguaje es aquello con lo que
alcanzamos no una animalidad instintiva sino una ra- J. B.: No estamos. Creo únicamente que el agota-
dicalidad de las formas. El lenguaje, sin dejar de perte- miento de las relaciones de fuerzas y de los sistemas
necer al ámbito de la ilusión, nos permite jugar con de valores que se relacionan con ellas crea una situa-
esa ilusión. A través de él, entramos en una complici- ción diferente, original. Existen unas épocas y unas
dad con el mundo que no tiene nada que ver con el do- culturas en las que aflora este tipo de juego. En las cul-
minio del sentido. El lenguaje sigue siendo una especie turas primitivas (sin volver a las posiciones de L'Échan-
de milagro en la medida en que nos separa del mundo ge symboliquei, ese juego de formas es la regla. De igual
manteniendo al mismo tiempo sana y salva la ilusión manera, el arte ha mantenido la posibilidad de vivir la
del mundo. ilusión a fondo y de encontrar su regla en la exclusión
Es más difícil encontrar ejemplos en unas forma- de todo lo real. El arte auténtico no se plantea la cues-
ciones más cotidianas. Pero incluso en nuestra existen- tión de lo real ni de su ley. Son unas configuraciones
cia diaria, que está bajo el dominio de la economía, de que encuentran su propia respuesta de acuerdo con su
lo psicológico, de lo energético, se juega otro tipo de propia regla.
relación, tan arbitraria como aleatoria, y establece una
forma de convención, simultáneamente inferior, im- Ph. P: c'No le parece que, pese a todo, cuanto dice
perceptible, inconsciente y superior, cargada de com- está cargado de historicidad? ¿No habrá una teleología
plicidad. El juego existe incluso allí donde todo parece oculta en el mecanismo de pensamiento?
funcionar de acuerdo con unas leyes. Existe una regla
secreta. No es posible desvelada. No es posible mos- J. B.: No me planteo la cuestión. ¡Es posible que en
trada. No es posible seguir simultáneamente la ley y la mi bulbo raquídeo eso tenga también una dimensión
regla. Tengo la honda convicción de que las personas milenarista! No le pondría ninguna objeción. Nadie es-
no se toman por individuos, que no son lo que son y capa a su propia cultura.
que viven de acuerdo con el juego. Sin ese tipo de deri-
va, de intercambio, de alteridad inconsciente, esto se- Ph. P: ¿El espacio psíquico no es un recurrente lugar
ría invivible. Si sólo viviéramos en la relación diferen- común? .
cial, la de la voluntad, la de la representación, el
mundo real no sobreviviría. J. B.: Diría que no. Los hombres tienen inicialrnen-

74 75
te un destino, después una historia. La intersección no a la noble manera de sir Isaiah Berlin, en la gran tradi-
es obligatoria. Algunos vivirán toda su vida únicamen- ción humanista. No existe en usted una voluntad secre-
te en la dimensión histórica, cotidiana, individual, en ta de no ceder a ese tipo de pensamiento genealógico, sea
el sentido en que podrán contarse su historia, recordar bajo su forma humanista, sea bajo la forma epistemo-
por dónde han pasado, buscar su origen. Otros vivirán lógica como lo ha intentado Michel Foucault con la
sin contarse ninguna historia y vivirán su destino sin clínica y la cárcel. ¿ Cómo es posible que a partir de
historia. La individualidad y la personalidad son dos L'Échange simbolique et la mort la genealogía le repela
conceptos débiles. Lo que constituye un acontecimien- tanto?
to en la vida es una conjunción entre el mundo tal cual
es y el juego del mundo donde lo mejor y lo peor están J. B.: Es mi manera de optar por una estrategia fa-
siempre en juego: el acontecimiento venido de fuera. tal del pensamiento. Una manera que no se apoya en
Eso ocurre antes incluso de que se haya querido. La la historia de las ideas, ni en el debate filosófico, sino
voluntad siempre llega después. Acude a sancionar más bien en la actualidad como último acto. Tratar
algo que ya se ha producido. Es como el proyecto, se cada situación, cada momento de la actualidad, como
hace algo y retrospectivamente se hace su proyecto. Es si fuera el último. La intersección de lo fatal con el
como la reconstrucción del relato del sueño en el mo- acontecimiento. Lo que, en el acontecimiento, se forja
mento del despertar. La voluntad aparece para que se contra la historia es irreductible a la historia. Lo que
produzca lo que ya ha ocurrido de otra manera. El psi- en el pensamiento es irreductible a la razón del sujeto,
coanálisis ha formulado ciertas verdades a este respec- lo que en el objeto es irreductible al sujeto. Yo busco
to, pero ha encerrado al sujeto en su espacio psíquico en el fondo los irreductibles.
y en sus relaciones.
Ph. P: ¿Aceptaría usted la expresión de pensamiento
Ph. P.: ¿No será usted un poco gnóstico? viral?

J. B.: Me habría gustado ser maniqueo, herético y J. B.: Sí, en el sentido de que el pensamiento crea
gnóstico, ¿por qué no? Pero jamás me he atrevido a es- unas reacciones en cadena. En ese sentido, sí, existe
tablecer un catálogo de referencias secretas. ¿Para qué una viralidad o una virulencia. La viralidad forma par-
desveladas? te del mundo del contagio. Es la promiscuidad absolu-
ta, o sea, exactamente lo contrario del encadenamien-
Ph. P: Reconstituir las formas del destino puede to de las formas. La viralidad es un fenómeno muy
equivaler simplemente a hacer la historia de las ideas, misterioso. Hay un modo de acción y de propagación

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que ya no es una forma, que pertenece al orden de lo 1, I .: No quiero insistir demasiado ni sobre el des-
informe, y es al mismo tiempo un fenómeno extremo 11111,lli obre lo fatal. Ha habido demasiada confusión
I ti 1" '. os temas. Sólo el juego del destino es intere-
de una prodigiosa eficacia. ¿Por qué se descubre eso
1111 " pero no se trata de una fatalidad religiosa. Sig-
ahora? ¿Cómo es posible que la viralidad que hasta el
1I I "1 implemente, en contra de la lógica de las cau-
momento, por lo menos en el pensamiento y en la ac-
1 y I los efectos, que el acontecimiento existe desde
ción de los hombres, no existía, comience a existir de
1111 I rincipio. Cualquier forma de interpretación o de
repente? No sabemos qué pasa con los virus, cuál es su
I I Ii itación se basa en el lamento. Es algo así como
destino, si es que tienen alguno. Sin duda porque no lo
tienen es por lo que tienen una eficacia tan inquietan- 1,1 s intido que tiene el carácter en Nietzsche. Más que
'1\ I político o en la anatomía, el destino se inscribe
te. La irrupción de esta causalidad indeterminada lo
pone todo en cuestión. De repente, el pensamiento ,'11 1 carácter. Es nuestro signo específico. Es un poco
también tiene que volverse viral. Para lo mejor y para r-omo en la física moderna, donde cada objeto inventa
lo peor. II propio espacio y su propio tiempo. Crea su propio
ti ' tino. Tiene su carácter. Tiene su signo específico e
Ph. P: ¿Podríamos decir que los virus, las metásta- in xorable, que hace que' siempre se encuentre ante la
sis, tienen una estrategia fatal? misma conclusión. Eso no impide tener una historia.
El destino y la historia son dos dimensiones paralelas.
J. B.: La estrategia fatal ha sido entendida fre- No se juntan salvo en casos excepcionales, dramáticos.
cuentemente como la evolución negativa propia del El error consiste en confundidos, como hacen con ex-
sistema. Para mí, es exactamente lo contrario. Era en- cesiva frecuencia el psicoanálisis o las ciencias hu-
contrar una forma de juego y de destino que contra- manas.
rrestara precisamente esa evolución inexorable del sis-
tema. Ya que éste no es en absoluto fatal sino banal. Ph. P: Estoy sorprendido por su constancia. Siguien-
La estrategia fatal era la reinvención de un pensamien- do su itinerario intelectual a partir de La sociedad de
to que hiciera estallar no la verdad del sistema sino su consumo, 1970, tenemos la impresión de que el destino
lógica. En contra de la estrategia del mal, la estrategia social del individuo contemporáneo está excluido. De la
de lo peor. personalizacion concebida como la más pequeña dife-
rencia marginal en el libro de 1970 al individuo ready
Ph. P: ¿No estará pretendiendo simplemente reintro- made y clónico de 1995, no existe posibilidad de escape
ducir el destino en nuestras sociedades? para el hombre posmoderno. 0, mejor dicho, existe uno,
pero al margen del campo social y de su entramado.

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¿Cómo puede condenar al individuo a convertirse en un dt I alteridad de la seducción, sino de la alteridad, ar-
ready made y sostener al mismo tiempo que el juego con I n
ial, de un laboratorio de la alteridad, de un destino
su destino es todo lo que le queda? ti' tramoya, engañoso. ¿Acaso estamos todos atrapa-
I( en esta adversidad simulada? La desaparición del
J. B.: Yo no «condeno» al individuo y no reduzco el ti istino, la carencia, es nuestro gran problema. En un
destino a «todo lo que nos queda». Defiendo una tesis mundo ultraprotegido, ultraintegrado, donde los ries-
en contra de la otra. El individuo ready made es un I forman parte del gran reciclaje, el individuo busca
producto ultramoderno. No es el concepto del indivi- I sesperadamente una identidad. Lo peor es que el
duo burgués, es el de la posmodernidad. No es un suje- 'mico recurso del individuo está en encontrarse ante
to, se ha convertido en una especie de clan. Su estatu- . te valor último de la identidad, que en mi opinión no
to es extraño, es como una partícula, un corpúsculo, s un valor, o por lo menos es un valor débil, donde
una molécula, un electrón libre, una mónada. Ese in- ada uno se verá confrontado al problema crucial:
dividuo ya no es el objeto de un destino. En cierto ¿qué soy? ¿Qué quiero? ¿Dónde está el otro? Se con-
modo ha cambiado su destino por una experimenta- vierte en un individuo enfrentado con su sombra, o
ción fatal sobre sí mismo. Pienso en todas esas aventu- que ya la ha perdido definitivamente.
ras arriesgadas, esas pruebas a las que se someten los
cuerpos casi sacrificiales, mutilatorias. Fíjese en los Ph. P.: ¿Cuál sería entonces su concepción de la
atletas minusválido s de Atlanta que se mutilan para identidad, auténtico monstruo filosófico?
mejorar sus marcas. Eso quiere decir que el individuo
está obligado a provocar artificialmente una especie de J. B.: La identidad es un sueño de una absurdidad
adversidad que suple al destino. De hecho, está atrapa- patética. Se sueña con ser uno mismo cuando no se
do en su propia trampa. Ya no juega con nada, prueba, tiene nada mejor que hacer. Se sueña con ello cuando
experimenta, lo que es lo contrario del juego. Se en- se ha perdido toda singularidad (y la cultura es preci-
frenta a todos los riesgos a los que, antes, la naturaleza samente la forma extrema de singularidad de una so-
y el destino le habrían expuesto. Antes habría luchado ciedad). Desgraciadamente, hoy ya no luchamos por la
por sobrevivir. Hoy se ve forzado a recrear artificial- soberanía o por la gloria, luchamos por la identidad.
mente las condiciones de la supervivencia. Es aluci- La soberanía era un dominio, la identidad sólo es una
nante ver esta invención de los riesgos artificiales. In- referencia. La soberanía era aventurera, la identidad
cluso en el propio cuerpo, con la experimentación va unida a la seguridad (y desgraciadamente también
genética. Todo ello para, como mínimo, mantener la a los sistemas de seguridad y de control que nos impo-
ficción de una alteridad, del otro. Pero ya no se trata nen la identidad). La identidad es la obsesión de reco-

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nacimiento del ser liberado, pero liberado en la nada, existe la distancia de una imagen. Ahora bien, para
y que ya no sabe en absoluto qué es. Es una garantía meramente existir hace falta una distancia. La aboli-
de existencia. Ahora bien, todas las energías, las de los ción de esta distancia nos condena a la reproducción
pueblos, las de minorías enteras y las de los indivi- indefinida, a una especie de inmortalidad ridícula que
duos, se concentran actualmente en una afirmación ri- ya no tiene nada que ver con la del destino. Diría lo
dícula, una declaración que no supone ningún orgullo: mismo de la «liberación». ¿Acaso la liberación, en to-
¡yo soy!, ¡yo existo], ¡yo vivo, yo me llamo Fulano de das sus formas, no ha sido a la vez la realización y la
Tal, yo soy europeo! Hay que demostrar la evidencia, y conclusión de la libertad? Ahí está todo el problema de
de repente ya no es evidente en absoluto. la modernidad.
La identidad es un problema insoluble. Por suerte Todo el movimiento de la modernidad y su destino
o por desgracia, es el fantasma desesperado de cual- negativo se inscribe en el hecho de integrar todo lo que
quier empresa técnica y racional. El objetivo consiste dependía del imaginario, del sueño, del ideal, de la
en identificar cada cosa excluyendo su lado negativo, utopía, de integrar todo eso en la realidad técnica en
excluyendo el mal y produciendo unos seres molecula- marcha. Es decir, esta materialización de todos los de-
res idénticos a sí mismos. Identificación del individuo, seos, esta hiperrealización de todas las posibilidades es
del sujeto, de la nación, de la raza -identificación del una desalienación radical. Como la consumación es
mismo mundo, vuelto técnica y absolutamente real-, perfecta, ya no quedan otros mundos, ya no quedan
que ha pasado a ser lo que es, y punto, de modo que ya imposibles, ya no queda trascendencia en la que refu-
no hay metáfora posible, ya no hay metamorfosis, sólo giarse. Se acabó el hombre alienado, tenemos al indi-
permanece la metástasis indefinida de la identidad. viduo pleno, virtualmente, claro está. La dimensión
El estadio del espejo ha cedido el sitio al estadio virtual es lo que monopoliza actualmente todos los
del vídeo. Ya nada escapa a esta especie de tomavistas, mundos, lo que totaliza lo real eliminando cualquier
de toma de sonido, de toma de conciencia inmediata, alternativa imaginaria. A partir del momento en que
simultánea. Ya nada tiene lugar sin la pantalla. Ya no ya no puede ser reemplazado por lo imaginario y se di-
es un espejo. La identidad viviente, la del sujeto, supo- fumina en lo virtual, lo real ha muerto. El individuo
nía el espejo, el elemento de la reflexión. Incluso en el pasa a ser finalmente idéntico a sí mismo, la promesa
espejo roto de la alienación, el estudiante de Praga re- del Ego se ha realizado. La profecía que animaba toda
cupera su imagen en el momento de morir. Ya no tene- la historia moderna, la de Hegel, Marx, Sirner, los si-
mos esta posibilidad. Ya no tenemos realmente dere- tuacionistas, la del final del sujeto alienado, se ha
cho a nuestra propia imagen, sino a una grabación cumplido. Pero se ha cumplido no para lo mejor, sino
instantánea en tiempo real. En tiempo real, ni siquiera para lo peor: ha pasado del Otro a lo mismo, de la alie-

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nación a la identificación (de la misma manera que IH 1111 grupo, de un accidente en el sistema mismo. Es
profecía nietzscheana de la transvaluación de los valo- I11 a anomalía que adquiere fuerza en el conjunto indi-
res se ha cumplido para lo peor, no hacia más allá, f .renciado del sistema.
sino más acá del bien y del mal). El individuo en el sistema es residual, mientras que
I singularidad es antagónica. Tiene una autonomía to-
Ph. P: El individuo es para usted, como decía Gilles t 1 y sólo existe como tal. El sistema se destruye a su
Deleuze, inicialmente colectivo. ¿Le ha abandonado p sar, mientras que la singularidad tiene el privilegio
Nietzsche? ¿Sigue sin establecer diferenciación entre lo de destruirse a sí misma. Todo el mundo interpreta su
individual y lo colectivo? desaparición, pero la singularidad la interpreta por sí
misma, al ser la dueña de las reglas del juego. La sin-
J. B.: Esta diferenciación procede de la filosofía gularidad está hecha para desvanecerse muy rápida-
moral. Se ha desarrollado toda una historia del sujeto mente. Pero su desaparición no es una fatalidad. La
y del individuo en oposición a lo social, pero hoy ese aparición y la desaparición son las configuraciones
sujeto está hechizado, ha perdido su libertad, ya no es que adopta el destino.
dueño de sus orígenes ni de sus fines, es el rehén de la
red. La prioridad está en la red y no en los abonados
de la red. La identidad está del lado de la red y no del
individuo. También lo colectivo pasa a la red. La hipe-
rrealidad virtual ha engullido ambos términos a la vez.
La polaridad individual/colectivo se borran.

Ph. P: ¿ Qué puede ser entonces un acontecimiento


para él?

J. B.: Su singularidad. No la individualidad, tampo-


co la colectividad, ya que está inscrito en la globalidad
de la red, de la que el individuo sólo es una partícula.
En cambio, la singularidad sería lo que suscita el
acontecimiento. Una singularidad que ya no es indivi-
dual, ni obra de un sujeto determinado, sino una rup-
tura, una quiebra. Puede proceder de un hombre, de
4. CONSIDERACIONES ACTUALES mente sobre el terreno, su incapacidad moral y polí-
tica para ejercer el derecho. y así, se erige esta impo-
tencia en tribunal (dejamos de lado la hipótesis según
la cual dicha impotencia no es inocente y responde a
una estrategia más o menos deliberada, en la que es-
tán presentes tanto la mala conciencia como la mala
fe. Dicho tribunal también es la expresión de todo
eso).
En cuanto a los manifiestos de los intelectuales, és-
tos también son el signo de la impotencia absoluta del
Ph. P.: ¿La transpolítica que usted defiende significa Tribunal de La Haya para hacer respetar sus decisio-
el fin de lo político? Leyéndole, tenemos la impresión de nes. En este caso cabe igualmente dudar de la determi-
que el espacio de lo político es indefinible, de que la ac- nación real de aplicar el derecho en la realidad. Esto
ción política depende de lo improbable. ¿No cree que el crea, por otra parte, una ~oyuntura especial en la que
Derecho de los Derechos, a saber los derechos funda- el derecho progresa sin consecuencias prácticas y en-
mentales del ser humano, en otras palabras los derechos cubriendo incluso una agravación de la situación. En
del hombre, podrían poner fin a esta cesación de la polí- última instancia, el derecho sólo es formulado para ser
tica y abrir el camino a nuevas acciones? A este respec- transgredido, con lo que se convierte en la coartada
to, no puedo dejar de pensar que la noción de crimen perfecta para el crimen perfecto. La apariencia de un
contra la humanidad ha llegado a convertirse en un de- progreso moral no hace más que avalar esa impoten-
recho positivo por la presión de los juristas y de los ciu- cia efectiva, e~ cierto sentido se convierte en su cóm-
dadanos víctimas de vejaciones. Por ejemplo, cuando plice. De modo que es absurdo firmar una petición que
unos intelectuales protestan ante los gobiernos para que ratifica la impotencia cómplice, y quizá calculada, de
las órdenes de detención del Tribunal de La Haya sean las potencias «responsables». Además, tiene algo de ri-
ejecutadas, ¿no están cumpliendo con su deber? dículo prostituirse para nada, ya que es evidente que
ese poder o simplemente no existe, o en cualquier caso
J. B.: Cabe ver las cosas de otra manera. La misma ha renunciado a ejercerse. ¿Y qué es un poder sin vo-
constitución del Tribunal de La Haya, lejos de hablar luntad política?
en favor de un progreso de la conciencia moral inter- Así que puede decirse que si las potencias occiden-
nacional, es la expresión más cumplida de la impoten- tales han aceptado lo ignominioso de la situación, los
cia de las naciones occidentales para intervenir eficaz- intelectuales, por su parte, han aceptado el ridículo.
En tales condiciones, no firmar, lejos de ser indiferen- un golpe de Estado militar con el asentimiento de las
cia o desprecio, es un acto positivo respecto de la com- potencias «democráticas». ¿Qué pasa entonces con el
plicidad general, desde lo más bajo a lo más alto de la derecho? ¿Qué pasa con un tribunal internacional con-
escala que ha autorizado y asumido la matanza. La testado por las más altas instancias internacionales,
idea de que la aplicación universal del derecho sea un objetivamente cómplices de la limpieza étnica y culpa-
progreso es demasiado bonita para ser cierta. No exis- bles a todas luces de una denegación de justicia? Los
te progreso moral. Jamás se ha descubierto otro pro- derechos del hombre, inscritos en el frontón universal
greso de la conciencia que el de la mala conciencia, de las democracias, se reconocen engañosamente a los
paralelo al de la mala fe, sumidas ambas en el auge que han caído del otro lado de lo universal.
global que ha adquirido el lamento, la forma última de
la genealogía de la moral. Ph. P.: ¿Y diría que los intelectuales franceses han
caído del otro lado de lo universal?
Ph. P.: ¿En qué medida lo que dice condena el dere-
cho a actuar in situ? Después de 1945, pese al impacto J. B.: Los intelectuales franceses cultivan la misma
de la guerra, juristas como René Cassin desarrollaron ficción de su proyección ~niversal que los dirigentes,
nuevos proyectos jurídicos. ¿ Por qué algo semejante se- la ficción de su poder político mundial. Idéntica ilu-
ría imposible en este final de siglo? sión, idéntica soberbia francesa. Y, también en nuestro
país, idéntica pretensión la de los intelectuales de pe-
J. B.: Se acabó el progreso unilateral del derecho. A sar en las decisiones políticas nacionales y la de nues-
lo que estamos asistiendo es a un auge, contradictorio tros dirigientes de tener un peso en la política inter-
y simultáneo, del derecho y de la denegación de justi- nacional. Los intelectuales (los que se reclaman como
cia. La Haya condena a los criminales de guerra y los tales al mismo tiempo que como conciencia moral) es-
militares de la ONU declaran abiertamente que no los tán siempre ahí como las moscas cojoneras, inmiscu-
detendrán. Los jueces ordenan un registro en casa de yéndose, pese a las innumerables pruebas históricas de
Tiberi,' la policía se resiste a la orden de la justicia, la evidente inutilidad de la iniciativa, como voluntarios
por presiones del poder. No hablemos de las elecciones consejeros de un poder -y aquí está lo más grotesco
argelinas (el sufragio universal es un progreso, ¿no?), del asunto- que ya no es tal. Para que exista un conse-
unas elecciones libres inmediatamente anuladas por jero del príncipe, es preciso que exista un príncipe. Y
ese mismo no-poder intenta inmiscuirse en la política
1. lean Tiberi, alcalde de París. Fue procesado por malversa- mundial para modificada, cuando no tiene los medios
ción de fondos públicos. (N. del T.) para ello, y, de todos modos, incluso los que parecen

88 89
decidirla (por ejemplo, la Casa Blanca) no son más que línea de conflicto, ni de correlación de fuerzas, sino
los operadores, o los clones, de una maquinaria multi- más bien una línea involutiva, la de una complicidad
nacional puesta a punto por Bill Gates, los bancos y la malsana con el estado de las cosas.
especulación internacional, que funcionan ahora con Mire el ejemplo del Crédit Lyonnais. Los contribu-
una autonomía casi total, de acuerdo con unas estrate- yentes tendrán que pagar 180.000 millones de francos
gias prácticamente automáticas, y en el vacío. En esto para reflotar el Crédit Lyonnais. Antes, era el Estado el
reside la ironía última de la historia, de la que nadie que se ocupaba de esto, claro que equivalía a lo mis-
parece consciente, impacientes como están todos por mo, pero, ahora, el responsable está claro. El capital,
desempeñar su papel en ella. De una clase a otra, todo seguro de su impunidad, puede presentarse sin másca-
el mundo se imagina que quien actúa es él, todo el ras, diciendo con toda claridad: ¡El capital sois voso-
mundo se pone al servicio de un guión delirante, de tros! ¡El Estado sois vosotros! Por otra parte, el caso
acuerdo con una espiral insensata (aunque ¿una espi- del Crédit Lyonnais no es más que una prolongación
ral puede tener sentido?) de la que todos son cómpli- de lo que ocurre en lo social y en el welfare. Si se acep-
ces sin saberlo. ta socorrer todos los casos sociales, no hay motivo
para no ayudar a un Crédit Lyonnais en apuros. Y, por
Ph. P.: ¿Cómo nos impide esta ironía de la historia contra, se les dice a los parados y a los otros sujetos
imaginar un más allá del capitalismo? sociales que a partir de ahora se ocupen de sí mismos,
que gestionen mejor «su empresa», con lo que se asi-
J.B: Pero ¿quién nos llevaría más allá si no el pro- mila el individuo a una empresa capitalista, y la em-
pio sistema? En la antigua relación histórica, había presa capitalista al ciudadano del welfare, la inversión
una polaridad antagónica y no cómplice.· Unos oprimi- de los papeles es perfecta: retroceso de lo social cuyo
dos y unos opresores. Y los oprimidos no viven en la impulso aprovecha íntegramente al capital.
recriminación, viven en la revuelta. Hoy, todo el mun- El sistema se ha convertido en una cinta de Moe-
do está inmerso en sus reivindicaciones victimistas. Se bius, en la que todos son a un tiempo víctimas y cóm-
acabó la revuelta, se acabó el antagonismo, y en su lu- plices. Si el Crédit Lyonnais cae, vosotros caéis, si la
gar hay una situación perversa, un nuevo contrato so- fábrica cierra, ¡vosotros os vais! De modo que el Cré-
cial perverso por todos aceptado, en el que cada cual dit Lyonnais sois vosotros. La empresa sois vosotros.
intenta conseguir su reconocimiento como víctima. De Esto no ocurría en los tiempos clásicos del capital y
golpe, todo el mundo es a la vez víctima y cómplice. de la explotación, cuando la frontera entre los oprimi-
Todo el mundo está a ambos lados de la línea diviso- dos y los opresores, los explotados y los explotadores,
ria, si es que existe una línea divisoria. Y ya no es una era clara. La misma complicidad forzada, y el mismo

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chantaje, se produce en política. El Estado soy yo, el emancipación, de ganar para la libertad el máximo de
Estado somos nosotros, se ha convertido a la chita ca- la fatalidad. Hoy se descubre que la emancipación no
llando en el Estado sois vosotros. ¡Maravillosa demo- es más que la mejor manera de vender a los esclavos el
cracia de la transferencia de responsabilidad! Ahora el simulacro del poder y de la libertad.
ciudadano es un accionista y, por tanto, ya no tiene Interacción obligada: ahora, la masa interviene di-
ningún interés en ver fracasar su negocio. Y de golpe a rectamente sobre el acontecimiento mediante los índi-
la Revolución, donde los de abajo se apoderaban del ces de audiencia y demás módems interpuestos: ¡se ha
poder, ha sucedido ola Devolución, donde el poder ha vuelto interactival En los sondeos, todos estamos im-
abandonado la escena. ¡Superchería democrática o as- plicados estadísticamente. Una complicidad obligada.
tucia de la historia! El hecho es que esta transferencia De todos modos, hace mucho tiempo que somos inte-
de responsabilidad es una perversa distorsión del prin- ractivos sin querer, a través de todos los sistemas de
cipio democrático: es el capital alimentándose a sí mis- respuestas automáticas a los que estamos sujetos. Y la
mo como la botella de Leiden o enroscándose en espi- interactividad que se nos propone jamás igualará, ni
ral. Pero ¿sigue tratándose del capital? «No os pregun- por asomo, la que ya sufrimos: la interpasividad colec-
téis lo que el Estado puede hacer por vosotros, pregun- tiva que la otra no hace más que reemplazar mediante
taros lo que vosotros podéis hacer por el Estado.» Es las técnicas de información y de comunicación.
la fórmula perfecta de la interactividad como estrate- De ahí la imposibilidad, en la esfera interactiva, de
gia de retroceso, para transferir todos los problemas plantear el problema de la libertad y de la responsabi-
sobre los que los sufren. Parodia del ideal de asunción lidad. La gente casi se asombra de tener hijos <¿los hi-
del propio destino. jos se han asombrado alguna vez de tener padres?). Se
asombra de ser responsable de sí misma, como de mu-
Ph. P.: También es la parodia de la emancipación po- chas otras cosas. Se asombra de tener que responsabi-
lítica. ¿El capitalismo sería para usted aquel monstruo lizarse de su propia vida. Ya no tiene ninguna convic-
frío de que hablaba Simone Weil a propósito del Estado? ción, no está persuadida de nada. Se asombra incluso
de tener un cuerpo, dadas las condiciones actuales.
J. B.: Es un monstruo que invierte los presupuestos Todo eso carece de auténtico fundamento. Ya no se
de la liberación social. ¡El capital se emancipa de los impone a lo imaginario ni a la conciencia como valor,
trabajadores! ¡Los padres se liberan de los hijos! Final ni siquiera a lo inconsciente como fantasma. Cual-
del complejo de Edipo, final de la lucha de clases, a quier responsabilidad o llamamiento a la responsabili-
cuya sombra todo funcionaba tan bien. Todas las co- dad es surrealista en semejante contexto. Con parecida
rrientes se invierten. Sólo se hablaba de libertad, de razón podría asombrarse de tener que buscar trabajo

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-como de ser el relé de un gran número de redes insig- 1:\1' la idea (vieja idea del 68) de que el consumo es una
nificantes, los actores involuntarios de una comedia I rampa para bobos.
general interactiva-, el blanco de exigencias y de pre-
guntas de la que sólo es el contestador automático. Ph. P.: Así pues, el consumidor ha suplantado al ciu-
Ladano. De ahí la intensa culpabiliracion que se hace de
Ph. P.: ¿ Se asombra por lo menos de VLVlr en una iste nuevo estilo de conducta hedonista y que menciona-
sorda complicidad con los poderes? ba usted en su libro de 1970.

J. B.: Ni siquiera, ya que la gente es cómplice de un J. B.: Incluso para el cerebro, propio de los reptiles,
poder que ya no existe en rigor, lo que todavía es peor. del consumidor de base ha quedado claro, ante el ulti-
Que es asumido y des asumido al mismo tiempo por mátum económico del poder: consumid, consumid,
todo el mundo, como un escenario giratorio o una geo- que si no la máquina se para, que los consumidores se
metría variable de suma cero. Todo el mundo se presta han convertido en unos rehenes, unos conejillos de In-
a participar en la comedia del poder (como en muchas dias. Después de la movilización general del trabaja-
otras cosas, por otra parte: desde lo social a lo cultu- dor, del soldado y del ciud~dano en el sufragio univer-
ral). Pero yo conservo la esperanza de que exista un sal (¡vota a quien sea, pero votal), ha llegado la del
doble juego, individual y colectivo. Hay que rechazar, consumidor. Y, de golpe, han aparecido nuevas formas
des activar la situación, romper este converso que nos larvadas de resistencia cuando aquellos a quienes se
encadena. Pero no hay que hacerse muchas ilusiones, quería arrebatar la necesidad y el gasto como una obli-
ni sobre la toma de conciencia, ni sobre la aparición gación social -después de haberles arrebatado la pala-
de una revuelta. En una historia in progress, se crea un bra, el voto, el sexo, la felicidad- descubren qué poder
acontecimiento si uno se anticipa, si se suscitan unas «embólico» poseen en relación con el sistema: ni más
condiciones de evolución más rápidas, y por tanto un ni menos que consumir menos, no por objeción de
diferencial explosivo. En una curva involutiva como la conciencia o ni siquiera por determinación política,
nuestra, se contribuye a la involución al intentar ace- sino por un comportamiento reflejo de autodefensa.
lerar o corregir el sistema. Estamos atrapados, conde- También en este caso se perfila una revisión a fon-
nados a la realización automática del sistema. Pero do de las consignas de la modernidad, las del creci-
existen formas inconscientes de revuelta social, de miento y del welfare. Revisión que aboca al rechazo de
rebelión Iarvada contra la participación obligada a la consumir, traición social al liberalismo dominante. Se
que nos referíamos. Así ha aparecido reciente y pro- inicia una nueva lucha de clases (si el rebaño no quie-
gresivamente en la conciencia (la inconsciencia) popu- re pacer, ¿cómo haremos mantequilla?).

94 95
Ph. P: Existe quizá la posibilidad de hacer emerger El siglo entero celebra actualmente su duelo, su Ja-
una nueva economía política. La reversibilidad también n ento, por todas las liberaciones que ha querido y
pasa por la refundación de lo económico. Pienso en el a umido, todos los límites que ha superado, todo aque-
caso de la sangre contaminada, de las vacas locas, del llo que le esclavizaba y que le ha dejado huérfano. Esta
amianto ... regresión de todas las conquistas de la modernidad y
de la liberación: sexo, tabaco, alcohol, velocidad, abor-
J. B.: ¿Sigue tratándose de economía política? Creo to; actividades a partir de ahora clandestinas, conde-
que los dos términos, económico y político, han mez- nadas a la prohibición y al apartheid, desterradas o en-
clado sus caracteres e intercambiado su naturaleza. Es- cerradas en reservas. Movimiento revisionista general,
tamos en el post scriptum de una historia o de una eco- una resaca. Para las futuras generaciones, todo esto
nomía política, en la que tratamos con los desechos, formará parte sin duda de lo que jamás habrán cono-
incluidos los desechos humanos, de los siglos de capi- cido (¡la felicidad o el infiernol), ya que por lo menos
tal y de producción. Hemos entrado desde hace treinta para nosotros esas cosas todavía han tenido tiempo de
años o más en la gestión de los desechos, en una políti- existir. Pero con la precesión de lo interdicto, desapa-
ca y una economía del detrito -lo que supone evidente- recerán de la circulación antes incluso de haber apare-
mente una cierta abyección-, en una empresa intermi- cido. Lo mismo ocurre con todos los ideales de la mo-
nable de reciclaje, de purificación y de blanqueo, dernidad, los ideales de la Ilustración, de felicidad, de
incluido el material humano. y no sólo en su dimen- bienestar, de libertad. Su realización equivale a una
sión social, también en la herencia genética de la espe- desublimación brutal. Todas las liberaciones están en
cie. Todo el sistema de la modernidad ha entrado en vías de ser liquidadas.
una cultura del lamento, una cultura victirnista, como
si estuviéramos ante una catástrofe histórica, ya acon- Ph. P.: ¿No es posible entonces liberarse de la libe-
tecida, del género humano, y del reciclaje de esa catás- ración?
trofe. Todos somos las víctimas impersonales de esta
catástrofe potencial, de esta reaparición del capital y J. B.: La paradoja de la liberación consiste en que
de la historia, de los que resurgimos con más síndro- el que se ha liberado nunca es el que se supone que lo
mes y detritos, y de ahí la revisión a fondo de la mo- ha sido: el niño, el esclavo, la mujer, el colonizado.
dernidad en la que estamos inmersos, alienado s de no- Siempre es el otro quien se libera de él, se lo saca de
sotros mismos por la liberación total de nuestros encima, en nombre de la libertad y de la emancipa-
deseos. En dicho sentido, nos hallamos en una socie- ción. De ahí la gran preocupación de los hijos de que
dad fundamentalmente revisionista. los padres no quieran dejar de ser padres, en todo caso

96 97

I
lo más tarde posible. De ahí la preocupación colectiva 1I ilusiones, también es necesariamente ambivalente.
de suplicar al Estado que no deje de ser Estado, de sí pues, todas las libertades adquiridas son poco a
obligarle a asumir su papel, mientras que él no cesa de I co puestas en suspenso o en «revisión técnica»,
intentar desprenderse de él, y tiene buenas razones . mpensando la libertad del mercado de la pérdida de
para ello. El Estado no cesa de «liberar» a los ciudada- I das las demás. Pero el final de la liberación sexual
nos, conminándolos a asumir su propia carga, algo de ( n las costumbres, aunque no en el derecho) puede
lo que, generalmente, no tienen ningunas ganas. En s r evaluado de muchas maneras, y algunos de sus as-
dicho sentido todos somos unos Bartleby en potencia: pectos «reaccionarios» pueden aparecer como franca-
«1 would prefer not to,» ¡Sed libres! ¡Sed responsables! mente positivos. Así, la gente parece de vuelta de la «li-
¡Asumías!: «1 would prefer not to» (preferiría no hacer- bertad» total de consumir, de gastar. Parecen haber
la). Preferir no hacerla, más que no querer (Philippe lido la trampa. Es el nuevo frente del ahorro (de la
Lancen, Libération). Preferir dejar. Dejar de participar, desinversión bajo todas sus formas) que de golpe cam-
dejar de consumir, dejar de ser libre a cualquier coste. bia de sentido. De conservador y antimoderno, respec-
Todo esto compone el lamento de la modernidad, de to del dinamismo general, se convierte en la punta de
ese intangible desinterés que entrevé los peligros de lanza del pequeño ahorrador recalcitrante. La huelga
una responsabilidad y de una emancipación demasia- del consumo: última resistencia frente al libre inter-
do bonitas para ser verdaderas. De ahí el revisionismo cambio comercial obligado. Ya que no pueden retirar-
sentimental, familiar, político, moral que hoy triunfa, se ellos mismos de la circulación, retiran su dinero,
y que puede tomar el cariz más violento de un odio apartan una parte de sus necesidades. Resistencia ma-
«reaccionario» hacia uno mismo o hacia los demás, siva a la lubrificación del sistema, regulación instin-
procedente de la decepción que sucede a la violen- tiva, revuelta contra la desregulación forzada (todos
cia liberadora. Este desencadenamiento inverso, esta somos unas ocas cebadas, pues los animales nunca co-
resublimación «regresiva», es la forma contemporá- men demasiado). ¿Y si la gente quiere dejar de consu-
nea y en cierto modo la consecuencia de la desublima- mir? ¿Y si no quiere ser «libre»? Todo esto es reaccio-
ción represiva analizada por Marcuse. Decididamente, nario, políticamente incorrecto.
la libertad no es sencilla, y la liberación todavía Se ve claramente que la revisión de los imperativos
menos. de la modernidad es ambigua, y a veces sutilmente
Sin embargo, al ser la orgía de la modernidad, la revolucionaria. El final de la modernidad llega preci-
orgía de la liberación, a todas luces ambivalente, por- samente cuando todos los efectos del progreso, del cre-
tadora a un tiempo de lo peor y de lo mejor, la revi- cimiento y de la liberación se vuelven ambivalentes.
sión a fondo de esta modernidad, de sus ideales y de Es ahí donde la izquierda y la democracia dejan de en-

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tender nada, y donde cada progreso aparente (inclui- J. B.: A la necro universal se añade evidentemente
do el de las libertades y el de los derechos del hombre) la beatificación universal, in vitro o in vivo, de los que
debe ser apreciado sub specie ambiguitatis y a con- quedan o los que sobreviven, a la sombra espectral de
trario. un papa en coma.
El lamento y el arrepentimiento forman parte de
Ph. P.: ¿Qué forma adopta según usted esta revisión este movimiento necrológico y revisionista. En la ac-
de los imperativos de la modernidad? tualidad es uno de los motores esenciales de nuestra
vida pública y política. El cortesano era la figura más
J. B.: Este revisionismo a ultranza adopta evidente- notable del orden aristocrático. El militante, la más
mente una forma necrológica. Estamos en una fase ne- notable del orden social y revolucionario. El arrepenti-
o cro desde los años ochenta. Necro del socialismo en- do es la figura más notable del orden democrático
frentado a su propio cadáver y al de la historia. Necro avanzado. Tranquilos, se puede ser a la vez cortesano y
mitterrandiana, ghost president vampirizando una so- arrepentido, militante y arrepentido, militante y corte-
ciedad descalcificada. Agonía de las grandes teorías y sano (son los peores). Es posible que todos seamos
de todos los ideales de la modernidad. Holocausto en unos arrepentidos. El lamento y el arrepentimiento pa-
pocos años de toda una generación de personalidades saron de la izquierda italiana de los años ochenta al
intelectuales (Sartre, Barthes, Lacan, Foucault, Althus- conjunto de la clase política, y se han convertido ac-
ser, Deleuze, Debord). Innumerable necrofagia conme- tualmente en un principio de gobierno (incluida la for-
morativa (el 68, la Revolución francesa, Rimbaud, ma de arrepentimiento forzado que es la caza de la co-
Nietzsche, Van Gogh, qué sé yo, sin contar el caso Hei- rrupción), y en cualquier caso un principio de éxito y
degger y todas las convulsiones necroactivas relaciona- de prestigio. Basta con ver a hombres como F. F. o
das con el Holocausto y con la guerra). Caída del Muro R. D., entre tantos otros que disfrutaron en su tiempo
y final del comunismo, aunque con la labor de enterra- de todos los beneficios de su entente con el poder (co-
miento sin resolver, hasta el punto de que esta vez ya munista o mitterrandiano) para disfrutar veinte años
no es el fantasma del comunismo lo que recorre la his- después de los beneficios (capital e interés) de la desa-
toria sino el fantasma difunto del comunismo lo que parición de ese mismo poder. Sin embargo el lamento,
recorre el final de la historia, y puede que lo haga con aparte de que siente un resentimiento hacia su propia
mayor eficacia como muerto que como vivo. causa y de que suma a la mentira la negación, es ina-
ceptable: es la demostración de una interpretación an-
Ph. P.: ¿Es lo que usted llama el recomenzar general? tagónica de la historia y la propia modernidad, ya que
les concede el estatuto de una revelación, para rebajar-

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las después y reescribir negativamente su guion una lino ha caído en la trampa, ha caído en la trampa. Es
vez han fracasado. Es jugar a perdedor antes y des- Inútil luchar en un espacio donde los mecanismos de
pués, y todos los arrepentidos (del socialismo, de la similación son los más fuertes, donde uno se debate
modernidad, de lo políticamente correcto) ponen una on la trampa en espiral de un sistema tan dueño de lo
implacable mala fe en consumirse en su destino de víc- positivo como de lo negativo. En tal caso, ya no hay
tima, fascinados por su fracaso y lamiendo sus propias que contar con ninguna negatividad interna. Hay que
llagas para infectarlas, sin dejar de sacar de ellas los ontar bien con un umbral de masa crítico, por satura-
beneficios que se derivan. ción y concentración, por exceso de positividad del sis-
tema -y entonces ya no es lo negativo sino lo más posi-
Ph. P.: ¿Este arrepentimiento condena a la clase polí- tivo que lo positivo lo que produce el trastorno-, o
tica a la representación? bien con unas singularidades, objetos o acontecimien-
tos absolutamente anómalos, que no están ni deritro ni
J. B.: El Estado y el poder viven en una cúspide fuera. En esta distorsión del sistema, en su reciclaje
muy, pero que muy frágil, cogida con alfileres, por de- automático por lo negativo, en su asimilación de todas
cirlo de algún modo, de una sociedad traslúcida, como las disfunciones, es dond~ está la esencia de la corrup-
una ficción urdida de múltiples complicidades. Y am- ción y del destino fatal de la democracia.
bos se dejan regenerar por todos los que los combaten.
La clase política se deja examinar y regenerar por los Ph. P.: Escuchándole, este destino parece ineluctable.
jueces. Todo ocurre como si se respondiera a una es- ¿ Tiene sentido preguntarle qué piensa de los que se atri-
trategia (el poder se presenta a sí mismo como vícti- buyen la tarea de rejundar la ciudadanía democrática?
ma), pero en realidad ya no queda voluntad política en
la cumbre. Existe únicamente una perversión interna, J. B.: En el momento presente, la democracia es
una circunvolución interna del sistema que hace que una forma social casi tan ancestral como el intercam-
ya no se pueda estar a la contra. El poder tiene, pues, bio simbólico de las sociedades primitivas. Y la imagi-
la peligrosa pretensión de gobernar cuando ya no tiene namos de igual manera. La política en general sigue
ni los medios ni la voluntad para hacerla; pero todavía siendo el sueño de las sociedades occidentales, de las
es más hipócrita y peligrosa la pretensión de los que sociedades exotéricas, donde todo se traduce en la téc-
creen poder invertir o derribar el sistema, ya que ésos, nica. Las sociedades esotéricas, por su parte (las socie-
aunque tengan la voluntad de hacerla, van exactamen- dades pobres o tradicionales), han acomodado desde
te en contra de sus propias intenciones. Ahora bien, lo hace mucho tiempo la política a su ser tribal. La políti-
peor del momento actual es la falta de lucidez. Cuando ca, el derecho, la democracia, lo universal, han hecho

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suyo y domesticado este dispositivo occidental en Sil' 'p 11 d 'IH ,y el del empleo, donde todo el mundo es
estructuras de relaciones personales, lo lineal y la hi. 1III'Id I 1 a luchar por encontrar su sitio en un siste-

toria lo han integrado en su propio ciclo. Cabe pregu 11 11 I dI' ixplotación, de acuerdo con una tasa variable
tarse si, a una escala mucho más amplia y mediante 1:1 h di '1'.11 ncia del mercado de trabajo que sirve al mis-
racionalidad, no ocurre lo mismo con nuestras sacie "'11 1 en po de chantaje al gobierno. En todas partes

dades occidentales. ¿Acaso lo político no obedece :\ 1 1111 inmersos en unos falsos problemas, en unas
unos impulsos, a unas obligaciones, a unos desafíos, I 11 l.' lternativas, en unos falsos desafíos, de los que
a unos fantasmas, que tienen muy poco que ver con 18 ddl' 'mas perdedores en cualquier caso.
cosa pública? La verdad incorruptible del mal, de
lo irracional, se puede ver en la corrupción misma de lo Ph, P.: [De modo que vivimos condenados en un es-
político, que, por tanto, debe ser interpretado como 1111 'h democrático! Admitámoslo, pero lo que me intriga
la imposibilidad para la Razón Política de realizarse. que su falta de esperanza política va acompañada de
Es lo que explica que cuanto más se impone la trans- /1/1(/ reflexión sobre la violencia, tipo Sorel, que hay que
parencia, más crece la corrupción. Al querer tener en 1 IIli(icar como mínimo de pesimista. En este tema está
cuenta sólo una naturaleza humana políticamente co- /1 sted bastante cerca de Yves Michaud,' aunque no saca
rrecta -visión básicamente rousseauniana-, los mili- lus mismas conclusiones. No consigo dejar de ver cierta
tantes de la buena causa democrática, los que más su- iunbigüedad en lo que se refiere a su concepción de la
tilmente quieren rehabilitar la «esencia» de lo político, violencia. No se sabe si para usted es un instrumento de
no hacen más que alimentar la forma corrupta de lo 11 .cián rudimentario, arcaico, como en el caso de Mi-
social. ¿De qué sirve querer acabar con una dimensión rhaud, o si le provoca una cierta fascinación. Una vez
ilustrada de lo político y de lo social cuando se hace inás me hace usted pensar en Cioran, intelectual de de-
cada vez más flagrante, sobre todo en lo económico, l' chas como el que más, que consideraba que la demo-
que estas cosas se conciben con unas finalidades mu- racia era un régimen que prohibía la violencia y la re-
cho más extrañas, prácticamente sin finalidad en abso- volución. Así pues, cuando usted afirma que nuestra
luto? Existe una especie de ilusión cruel y, digámoslo ociedad ya no deja sitio a «la violencia real>" ¿hay que
sinceramente, de estupidez en obstinarse en el sentido entenderlo como una queja o como una satisfacción?
común cuando ya no existe el sentido, en querer cam-
biar la forma de la ecuación cuando es igual a cero. J. B.: Un diagnóstico. Nuestra sociedad ha expulsa-
Fíjese en cómo se lucha ahora por doquier en unos
frentes podridos: el del sistema electoral, donde los in- 1. Yves Michaud, La Violence apprivoisée, Hachette, Questions
dividuos se ven impulsados a luchar por unos clanes de société.

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do la violencia (al mismo tiempo que el mal, la enfer- opresión, sino contra la ausencia de destino y la leuce-
medad, la negatividad y la muerte; no quiero decir que mia democrática de todas nuestras células.
los haya eliminado, sino que los ha expulsado de su
sistema de valores). Todas las formas de violencia es- Ph. P: Una ausencia como la que podía percibirse en
pontáneas, históricas o políticas, han sido asfixiadas o H.B., el secuestrador de los niños de una escuela de
neutralizadas. De la misma manera que todas las for- Neuilly en 1995. Alain Brossat, en un libro que desgra-
mas de libertad concretas, morales o políticas, están ciadamente ha pasado desapercibido, ha escrito al res-
en vías de reabsorción en la única libertad que subsis- pecto: «Lo que el público no perdona al "monstruo" es la
te, la del mercado, la de los valores del mercado y de exhibición sin rodeos ... de lo que está en juego, en el fon-
su asunción por la mundialidad, también todas las vio- do, en la crisis: no la economía, sino lo vivo, no los obje-
lencias han sido reducidas y amordazadas en favor de tos, sino las relaciones humanas, no la curva de venta
la exclusiva violencia terrorista y policial del nuevo or- de los automóviles, sino la viabilidad o la inviabilidad
den mundial. El sistema tiene un monopolio: el del ex- del mundo tal como lo conocemos ... » 1
terminio de cualquier singularidad, de cualquier nega-
tividad, de la muerte misma y de la violencia real en la J. B.: Tiene razón, porque la violencia de H. B. ya
violencia virtual de la pacificación generalizada, la vio- no es una violencia política con un objetivo determina-
lencia integrista (la única, la del sistema, no la de los do (la violencia política ha sido absorbida y transfor-
terroristas, que sigue siendo asistemática y ciega). mada en energía transpolítica por el sistema). Es una
Contra ella se alzan nuevas formas de violencia, o violencia ajena a su objeto y que se vuelve contra su
mejor dicho de virulencia anónima, anómala -vehe- objeto mismo, contra lo político y lo social. Ya no es
mencia reactiva contra el movimiento dominante de anarquista o revolucionaria, es algo peor. Porque ya no
una sociedad, contra todo sistema dominante-, que ya tiene por objetivo regularizar el sistema o transformar
no es una violencia histórica de liberación, sino una el mundo mediante un parto violento e histórico, toma
violencia surgida de los límites de un destino sacrifica- por objeto el propio sistema, a cuya desestabilización
do, de los límites de un orden simbólico sacrificado, sistemática tiende. No se interesa por sus contradic-
de los límites del crimen perfecto, es decir de la inte- ciones internas, apunta al principio mismo de lo social
gración total (el integrismo del sistema), e incluso de y de lo político. Adopta espontáneamente una forma
los aspectos democráticos del sistema (la liberación metastásica, patológica. Es una violencia esotérica
forzada, la interactividad forzada bajo todas sus for- que se justifica a sí misma, una violencia exclusiva que
mas). Esto es, la ausencia de destino. Esta nueva vio-
lencia ya no se alza contra la falta de libertad y la 1. En Fétes sauvages de la démocratie.

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es el correlato de un sistema de exclusión. Responde a y frecer la imagen de un suicidio colectivo, en el que
la exclusión sistemática que practica nuestra sociedad I imputación de responsabilidad pasa a ser del todo
ejerciendo una mayor exclusión todavía, aislándose .' cundaria.
del universo social mediante la indiferencia o el odio.
Porque puede ser exacerbada o apática: puede adoptar Ph. P.: Pero el umbral de ruptura del que usted habla
la forma de un terrorismo activo o la de la inercia y del parece que sólo puede existir clandestinamente. ¿Cómo
conformismo sin límites de las masas. habitar su mundo, nuestro mundo, sin comprometerse?
Al carecer de objeto y de objetivo, confunde fácil-
mente (como todas las formas de virus y de virulencia) J. B.: La única excepción es la singularidad. La sin-
el homicida y la víctima, en un inmenso síndrome de gularidad es la de la violencia anómala a que me refie-
Estocolmo, a imagen del sistema y de su «crimen per- ro, la que se opone a la violencia real, a la violencia de
fecto», es decir de su actual funcionamiento ideal, en cualquier principio de realidad, pues la violencia fun-
el que todos somos a un tiempo víctimas, homicidas y damental, la intoxicación fundamental, es la del prin-
cómplices (ahí está la verdad del consenso, de la inte- cipio de realidad. Ahora b,ien, el sistema cada vez crea
ractividad y de la circularidad). Si adoptamos un pun- más realidad, cada vez más socialidad, cada vez más
to de vista global sobre el conjunto del proceso, el pro- políticidad, cada vez más sexo, cada vez más informa-
ceso del sistema y de la violencia que se opone a él, sin ción, etc. Ahí está su violencia. Pero al mismo tiempo
dejar de tener presentes todos sus rasgos característi- crea paradójicamente cada vez más singularidad (de
cos (exclusión, autarquía, anomalía, virulencia), cabría seres, de fuerzas no identificadas, insumisas, exclui-
pensar en un inmenso proceso suicida. Y recordemos das, que no le necesitan para existir y que se sustraen
que el suicidio es el crimen perfecto, aquel en el que se definitivamente del sistema). El ejemplo de lo social es
confunden el homicida y la víctima. fantástico. Dentro de poco lo social estará totalmente
Así pues, las diferentes formas homicidas de la vio- realizado, y sólo habrá excluidos. En una sociedad
lencia en la historia de la humanidad se acercan cada perfectamente consolidada, sólo quedarán unos indivi-
vez más, a medida que los términos se mezclan y los duos anómalos, unas categorías desocializadas, que ni
papeles se confunden (confusión inaugurada por lo siquiera tendrán relación, dialéctica o de cualquier
nuclear y por todas las formas de complicidad en la otro tipo, con las instituciones sociales. Es lo que ya se
degradación y en la muerte) hasta borrar, en el funcio- está produciendo a un ritmo cada vez mayor.
namiento lógico del sistema, cualquier frontera entre A medida que lo social se realiza, con la complici-
cómplice y víctima (al igual que en la filosofía y en las dad del discurso sobre lo social, coloca a todo el mun-
ciencias, cualquier frontera entre el sujeto y el objeto) do fuera de juego (los sin domicilio fijo, parados, ho-

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meless, y todas las categorías progresivamente desocia- ocial perfecto, aquello en lo que sólo hay excluidos.
lizadas), y, a la postre, sólo seguirán en lo social los so- La comunicación perfecta (el éxtasis comunicacional):
ciólogos y los asistentes sociales, aquellos para quienes aquella en la que ya nadie se hablará.
lo social es su negocio, y seguirán peleándose con su
objeto, ahora virtual, aunque plenamente realizado. Ph. P.: ¿Aceptaría usted la idea de que a falta de una
Después se descubrirá que lo social siempre se ha utili- verdadera violencia física existe en usted una violencia
zado como un extrañamiento para los desheredados interpretativa?
que en la actualidad están siendo expulsados de allí,
como los indios de sus reservas, lo cual permite a las J. B.: Sí, existe una violencia en mi interpretación,
clases favorecidas ocupar lo social como residencia se- y es positiva, ésa es la singularidad del análisis. Hay
cundaria. Extraño movimiento contradictorio, dese- que violentar los hechos y la evidencia. Formular siste-
quilibrio creciente entre un discurso idealista, volunta- máticamente la hipótesis contraria a la defendida por
rista e ilustrado, en el que todo se resuelve de la mejor el poder y los medios de comunicación, o incluso por
de las maneras mediante una huida hacia soluciones la crítica ilustrada, ya que el pensamiento crítico es de
ficticias, y el estado de cosas real (si se me permite de- una extrema fragilidad' respecto de este estado de co-
cir), donde todo se degrada inexorablemente. Lo más sas. De todas formas, es la realidad misma la que hay
desconcertante es que los dos se desarrollan de mane- que mantener a raya. Lo real es aquello a lo que no
ra paralela y contradictoria, con el mismo inexorable hay que ceder. Esa realidad se impone como principio.
dinamismo. Lo social es floreciente, y la exclusión, ga- Pues bien, el mundo tal cual es no es un principio, y
lopante. El progreso pedagógico y el atraso mental. Es no tiene principio. Nos llega simplemente, y nosotros a
posible que ni siquiera exista contradicción ni desequi- él. La realidad tiene un fundamento r unas causas v "

librio; ¿sólo una torsión de los mismos fenómenos? unos efectos, una racionalidad. Y es, además, lo que la
Este desequilibrio es perceptible por doquier. Un día, convierte en una ilusión coherente. Eventualmente po-
Europa estará terminada, y ya no quedará ningún país demos reproducirla de manera experimental, cosa que
para formar verdaderamente parte de ella, se realizará se está haciendo a gran escala mediante la virtualidad,
a base de exclusiones e inclusiones sucesivas. En últi- la realidad virtual, ya que el principio de la virtualidad
ma instancia, cuando lo mundial esté cumplido y el ci- es la continuación lógica del principio de realidad.
clo de información sea total, ya no quedará nadie. Ésta Ni hablar de ser extrañados en él. Ni hablar de con-
es la regla perfecta, la que ya no tiene excepciones. El fundir lo real con lo real. Ni hablar de concederle un
crimen perfecto, aquel en que sólo hay víctimas y cóm- estatuto de legitimidad, de legalidad. O, mejor dicho,
plices, y no homicidas (nuestra condición actual). Lo dejémosle su estatuto legal y pasemos nosotros a la ile-

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galidad. No olvidemos jamás que lo real sólo es un mo- J. B.: Creo que la burla, la ironía, la ilusión, el re-
delo de simulación, de regulación y de reglamentación I 11 \1'. , la reversibilidad, la duplicidad y la radicalidad
del devenir radical, de la ilusión radical del mundo y 110 ~ n únicamente unas pasiones o unos atributos del
de las apariencias, de la reducción de cualquier singu- o de la conciencia. Creo que todas esas cualida-
11.1 ,t
laridad interna, de los acontecimientos, de los seres y d S han pasado a las cosas, son unas pasiones referi-
de las cosas al denominador común de la realidad. Y si dI' 1objeto en cierto modo, y el mundo juega con no-
el análisis puede servir para algo, será para la re activa- otr s al menos tanto como nosotros jugamos con él.
ción de esa singularidad interna, para el resurgimiento lit tusa cuenta con la ventaja del doble juego, pues la
de todo lo que ha sido modelado y remodelado por la l' mía objetiva de un mundo sin deseo es muy superior
realidad de los hechos. Recuperar la «idiocia trascen- 1 nuestro deseo y a nuestra ironía subjetiva. No se tra-
dental» de que habla Clément Rosset, la singularidad I a de alienación ni de una fatalidad metafísica, sino de
fatal de lo real, en lugar del idiosincretismo banal en un juego y de un combate. No se trata de oponer a la
que estamos inmersos. Indiferencia «criminal» del mundo respecto de nasa-
I r s un pensamiento de la recriminación (que siempre
Ph. P: En El crimen perfecto usted no cesa de decir vo el pensamiento de la alienación). Hay dos maneras
que la técnica nunca puede tener buenos fines y subraya cl tratar nuestra condición o nuestro destino. O vivi-
que no se trata de destruir la ilusión básica del mundo. mos el mundo, incluido nuestro mundo moderno de
Al mismo tiempo afirma que se da una ironía burlona t cnologías y de imágenes (pues todo lo que estamos
del mundo, de la misma manera que existe una ironía afirmando no se afirma del mundo como abstracción
burlona de la historia, y que la racionalidad, la perfec- mental y filosófica, sino de nuestro mundo actual y de
ción en su conjunto, no haría más que cumplir su man- sus hechos), en términos de alienación, de dominio, de
dato irracional. Asimismo, denuncia usted la tendencia pérdida de determinación y de voluntad, como una fa-
de la que antes hablábamos a la identificación psicológi- talidad negativa, incluida la de la historia como aven-
ca; sin embargo usted pretende salvar, ya no algo de este tura fracasada -o sea, el análisis crítico convencional-,
mundo, sino la ilusión básica del mundo. En lo que me o bien pensamos que existe un doble juego: por una
gustaría profundizar es en ese aspecto, irónico, burlón, parte, jugamos a dominar el mundo a través de nues-
en esa manera de no ceder a la muerte de la realidad, a tras técnicas (y desde hace mucho más a través .del
la desaparición del mundo como tal por su curnplimien- lenguaje, el intelecto y otras muchas cosas), pero, por
to, por su consolidación. ¿ Cómo vive usted, para emple- otra, seríamos sin saberlo el jugador de otro juego (del
ar su expresión, esta ironía burlona del mundo? que tampoco sé cuál sería la apuesta). En cualquier
caso, ya no seríamos los amos del juego. Existe algo

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así como una mutación secreta, un resurgir de la ilu I1I 1 stinación, de lo fatal, única manera de conservar

sión del mundo a través de las mismas técnicas q\ 1( una pasión por el acontecimiento, por el objeto y
utilizamos para transformado, y que de repente •.,d I a ontecimiento como destino, y no como hecho ob-
quieren una connotación irónica. Ironía de la técnica: ¡¡·Iivo.
su supuesta realidad, su realización visible, en exceso
evidente para ser cierta, sería el velo de una duplicidad Ph. P: ¿Recuperar o hacer emerger la apariencia y la
que se nos escapa, y de la que seríamos los actores in forma no va acompañado en usted de una voluntad de
voluntarios. Nuestro mismo lenguaje, nuestra técnica de aparición? Usted dice: "De nada sirve morir, hay que
básica, la más primitiva, es el lugar donde la ambiva- 11prender a desaparecer» Utilizando el ejemplo de la in-
lencia definitiva del mundo repercute sobre nosotros. [ormacion, usted condena la información porque cree
Así pues, a través de- las técnicas y las imágenes, tanto que es un ente total, sin ninguna consecuencia y que
como a través de las apariencias, ya no sabemos si es ~' lo puede conducir al consenso. ¿No podemos aprender
el objeto o el mundo los que se ríen de nosotros. De la 1I utilizar la información?
misma manera que por medio del pensamiento no sa-
bemos si pensamos el mundo o si es el mundo el que J. B.: Yo no busco la buena o la mala utilización de
nos piensa. Ahí está el secreto de la ilusión. la información. Intento ver cómo ese círculo de la in-
formación se condena a sí mismo, desmiente sus pro-
Ph. P: ¿Podría decirse de usted que es un fabricante pios principios y se autodestruye de acuerdo con una
de ilusión? mecánica fatal. Destruye el acontecimiento, y después
se destruye a sí mismo en cuanto que acontecimiento.
J. B.: Sí, siempre que la ilusión sea entendida no Es un inmenso circuito de suma cero.
como simulacro o irrealidad, sino como lo que abre
una brecha en un mundo demasiado conocido, dema- Ph. P: Vuelvo a la información. Ayer veía un reporta-
siado visto, demasiado convencional, demasiado real. je sobre la historia de Ruanda. Sabemos que desde hace
La ilusión singular, original, la que nace del lapsus, de diez años cada vez hay más programas de geopolítica
la ruptura, de la disrupción, del intersticio. La ilusión que permiten plantear una especie de debate sin conse-
cómplice del vacío y del vértigo que produce mante- cuencias sobre los conflictos en curso. El campo de fuer-
nerse al borde del vacío. Ser sensible a las condiciones zas que se encuentran en un determinado espacio es re-
iniciales, a los efectos de turbulencia, pero también a lativamente más accesible que ayer gracias a estos
las condiciones finales, tener una hipersensibilidad enfoques. Al intentar restablecer la mecánica fatal de la
respecto de las condiciones finales, es decir, de la información y del sistema informativo, ¿no lleva usted

114 115
al lector a no tener ninguna posibilidad de entender un ro y de lo falso invade todos los registros: el est ti 'o
poco mejor lo que pasa en el mundo? -de la obra de arte-, el histórico -de la objetivida 1,ti '
la memoria-, el político -de la opinión- e incluso ,1
J. B.: Desgraciadamente lo que pasa hoy en el mun- método científico, la prueba (recuérdese la ind term j.
do está mundializado, y el principio de mundializa- nabilidad de un experimento como el de Jacques B in-
ción de la información va en contra del principio uni- veniste sobre la memoria del agua).
versal de solidaridad. Ello es así porque la información Si ya no existe lo verdadero ni lo falso, la mentira
se agota en sí misma y ella misma es su fin. La televi- se hace imposible, y con ella todos los artificios d la
sión se limita a decir: yo soy una imagen, todo es ima- perversión y de la seducción. Nuestra actual on-
gen. Internet y el ordenador se limitan a decir: yo soy dición, voluntaria o no, es la de los agnósticos, ya no
información, todo es información. Es el signo que se se trata de creer o de no creer, puesto que lo único
hace signo, el medio que hace su propia publicidad. El que importa es hacer creer y todo se agota en e te
mensaje no tiene interés, es de grado cero, forma pura efecto de credibilidad. Los sondeos y la publicidad no
de la información. Todo esto ha adquirido una impor- son ni verdaderos ni falsos, de la misma manera que la
tancia política hoy en día, ya que lo universal se cons- moda no es hermosa ni fea. Se trata de una deriva es-
truye a ·partir del mensaje, del contenido, del sentido, tadística o aleatoria de los efectos de verdad, de belle-
del valor. La mundialización, en cambio, se hace en za, etc.
virtud de la supremacía del medio y la neutralización En el espacio fractal (pero también actualmente en
del mensaje. El pensamiento único es el del medio: el el espacio histórico) las cosas ya no tienen una, dos o
.mercado, Internet, las autopistas de la información -la tres dimensiones, flotan en una dimensión intersticial.
circulación integral-o La integración mundial se hace Lanzas una información. En la medida en que no es
sobre la base de la nulidad, de la más baja definición desmentida, es verosímil. Salvo accidente, jamás será
del mensaje (del sentido, de la idea, de la ideología). El desmentida en tiempo real. Incluso si es desmentida
medio es quien menos dice, quien menos información más adelante, jamás será ya absolutamente falsa, pues-
aporta. Es coextensivo a la insignificancia, a la banali- to que ha sido creíble. A diferencia de la verdad, la cre-
dad del mundo operacional. Así pues, hace tiempo que dibilidad no se refuta, ya que es virtual. Nos hallamos
los medios y la información han superado el estudio en una especie de verdad fractal: de la misma manera
de lo «ni cierto ni falso», ya que en ellos todo se basa que un objeto frac tal jamás tiene una o dos dimensio-
en la credibilidad instantánea, con lo que la misma nes, sino de 1,2 a 2,3 dimensiones, tampoco un aconte-
mediatización borra el criterio de referencia y de ver- cimiento es ya verdadero o falso, sino que oscila entre
dad. A partir de ahí, la indiferenciación de-lo verdade- los 1,2 y 2,3 medidas de verdad. El espacio entre lo

116 117
verdadero y lo falso ya no es un espacio de relaciou, indiferencia convertida en una especie de virus colecti-
sino un espacio de distribución aleatorio. vo, una especie de comportamiento fanático que pue-
I llevar a unos efectos violentos, típicos habitual me n-
Ph. P.: ¿Adónde nos lleva esta verdad [racial? L de la pasión. Y la insignificancia puede ampliarse, la
nada aumentarse y las cosas intensificarse en el vacío:
J. B.: Este cambio de dimensión conduce a UlI ahí está el motor de nuestra banalidad.
cambio de responsabilidad. La responsabilidad no ha Así pues, la información es más verdadera que lo
muerto, se ha vuelto metastásica -la verdad no ha muer- verdadero, es verdadera en tiempo real, y por lo mis-
to, se ha vuelto metastásica e inasequible-, la enferme- mo es fundamentalmente incierta. En esta incertidum-
dad misma se ha vuelto metastásica. Hasta la sexuali- bre que procede de un exceso de positividad, la única
dad, que flota actualmente en una especie de dimen- reacción viene del rechazo. Del exceso de información,
sión intersticial, ni masculina ni femenina, sino algo del exceso de moralización, del exceso de racionaliza-
entre los dos, 1,2-1,7. Se acabó la definición sexual y ción del mundo resulta que sólo el mal es seguro, el
se acabó por tanto, en rigor, la diferencia sexual. El bien jamás es seguro, sólo lo falso es seguro, lo verda-
principio de incertidumbre se ha instalado en el centro dero jamás es seguro. E~ la ambigüedad de los valo-
mismo de la vida sexual como en el de todos los siste- res, siempre vence lo falso. Es nuestro único recurso
mas de valores. contra lo indeterminable, contra la desaparición de los
Liberado del otro polo, cada cual puede redoblarse criterios de verdad. Así pues, cuando los criterios de
y multiplicar sus efectos. Lo verdadero se vuelve más valor estético desaparecen (como ocurre en el arte ac-
verdadero que lo verdadero, lo falso se vuelve más fal- tual) , todo se remite al carácter de autenticidad y de
so que lo falso. Hasta lo que no es verdadero ni falso, falsedad. La autenticidad y la firma de una obra pri-
el grado cero, la insignificancia, puede elevarse a la man sobre su valor, está claro que esta superstición de
potencia superior en una especie de superación de la la autenticidad se convierte en la baza del valor mer-
nulidad, de elevación de la banalidad a la potencia x, cantil, en la apuesta de una especulación ilimitada.
como puede verse todos los días en el arte, en el dis- Las leyes del mercado son tan inciertas como los crite-
curso político, en la intensificación del kitsch y de rios del valor estético. Cuando se habla de autentici-
cualquier cosa; reflejándose la indiferenciación lógica dad, es que lo falso ha vencido. Cuando se habla de
de los polos del valor en nuestra propia indiferencia, moralidad (de autenticidad de los productos, etc.), es
nuestra indiferencia afectiva, psicológica, política. In- que la inmoralidad ha vencido. Cuando se habla de los
diferencia redoblada porque se cree su propio juego, lo derechos del hombre, etc.
que culmina en una proliferación de la indiferencia, la

118 119
Ph. P.: Que haya una desestabilización no quiere de- De este triunfo de la indeterminabilidad, que inau-
cir que se dé una renuncia. La denuncia de la creencia gura la transparencia de lo falso, de la misma manera
en la posibilidad de una «solución final» de todos los que la permeabilidad del bien y del mal inaugura la
problemas humanos, como sugiere P. A. Taguieff en Les transparencia del mal, intentamos protegernos a cual-
Fins de I'antiracisme, ha sido una constante de nuestra quier coste resucitando por todos los medios el para-
cultura política desde Herzen. digma de la autenticidad, del hecho, de la prueba, del
origen, de la referencia. Si la baza del pensamiento de-
J. B.: La infiltración, la contaminación de los valo- saparece, es imperativo ponerse en manos de la objeti-
res es universal. Incluso en el ámbito histórico, la obje- vidad, de una búsqueda de paternidad. De ahí la com-
tividad puede ser contaminada por una especie de virus pulsión de veracidad, de verificación, de puesta a
que hoy permite plantear la duda sobre la realidad de prueba, de documentación de rehabilitación objetiva,
las cámaras de gas. Aunque sea negada de plano, esta que se apodera de todos los terrenos, evidentemente
duda repercute en las conciencias, cosa antes absoluta- por la debilidad del pensamiento para afrontar esa
mente impensable. Los virus informático s auguran una indeterminabilidad si no es mediante una historia.
desestabilización virtual de toda la información; otros Desgraciadamente inclus¿ la historia nos traiciona, in-
virus, una desestabilización de la vida sexual. Desesta- cluso ella es en la actualidad cómplice de la incerti-
bilización de la vida política: a falta de criterios de va- dumbre. La incertidumbre provoca una carrera enlo-
lor y de juicio, la valoración de los sondeos es lo que quecida, una carrera-persecución de los medios de
alimenta los cerebros (o mejor dicho los estudios de detección y de los medios de falsificación, de los virus
tendencias que sustituyen a la imaginación política). y de los medios de protección (en el arte, en las tarje-
Desestabilización económica: la economía irreal de la tas de crédito, en la informática, en la protección de
especulación acompaña y altera las economías reales las ideas, pero también en el sexo, donde a todos nos
sustituyéndolas por una gran simulación de los flujos pueden someter a la prueba del sida, una ampliación
de capital. También en este caso la economía virtual no del test general de autenticidad). Ahí está nuestro nue-
es verdadera ni falsa, no se le puede oponer nada; gra- vo pecado original -opuesto al otro, al del conocimien-
cias a la negación de su propia regla de juego, de sus to del bien y del mal, que era en el fondo una bendi-
propios fines, se convierte en invulnerable, anuladora ción del cielo y que nos convertía en humanos- y
de la economía real y perfectamente autónoma. Sin nuestra maldición es la imposibilidad de distinguir el
embargo, no es invulnerable a los virus que engendra bien del mal, lo verdadero de lo falso. Adán y Eva ha-
en su autarquía, en su inmunidad transeconómica: se bían caído en la angustia moral de la diferenciación,
vuelve autoinmune y cae en otra patología. nosotros hemos caído en el pánico inmoral de la indi-

120 121
ferenciacíón, de la confusión de todos los criterios. Dl' I .ibro segundo
la contaminación del bien por el mal, y recíprocamen
te. Y el virus es el síntoma de todo esto. Nuestro ingrc I~nbusca de las formas perdidas
so en la era del virus por ignorancia de un criterio de
valores equivale a la expulsión de nuestros antepasa-
dos del paraíso terrenal por una causa inversa al cono-
cimiento del bien y del mal.
y a partir de esta pérdida de inmunidad nos ace-
chan todas las infecciones mortales, reaparecen desde
la escena primitiva todos los pecados, ¡todos los virus
que han dormido en nuestras células se despiertan a
rebufo de la crisis! La impotencia respecto de la frag-
mentación de los valores, de su diseminación fractal,
es mucho peor que la antigua responsabilidad moral
que pesaba sobre las conciencias.

122
l. AMÉRICA, AMÉRICA...

Ph. P: Me ha sorprendido al releer América (1986) la


imilitud de su enfoque con el texto de Sartre sobre Nue-
va York en Situations. Su visión de Norteamérica se
basa en las mismas percepciones que las suyas. Sartre
comparaba en su texto los cielos bajos y pesados de Pa-
rís con el cielo bravío de Nueva York, las calles estrechas
con las grandes avenidas, la ciudad europea con la ciu-
dad norteamericana, de la misma manera que usted
opone la sociedad civilizada de los europeos y la socie-
dad primitiva de los norteamericanos. ¿ Su deseo de es-
cribir América arranca del cansancio de la vieja Europa,
ha sentido la necesidad, al igual que Sartre, de romper
con ella y de sumergirse en el desierto norteamericano
para renacer un poco? ¿ Sigue sintiendo la misma admi-
ración por el país de Roosevelt?

J. B.: Lo escribí cuando comenzaba no a irme, sino


a hacer el recorrido de Norteamérica. La escritura
vino a sustituir el viaje. No tuve el deseo de comparar
Estados Unidos y Europa. No me sentía tentado por
una comparación histórica o cultural. Lo que observa-

125
ba era otra escena, una escena primitiva. A través el nia era un terreno experimental de la simulación, pero
América, no buscaba una entidad o una esencia norte- lo experimental estaba más bien en los desiertos. Des-
americana, sino otro mundo. Era, para mí, una espe- de el punto de vista social y universitario, a diferencia
cie de alteridad, de fascinación. No era la realidad po- de Nanterre, donde se acababa de vivir un período ex-
lítica o económica lo que me interesaba, sino esa traordinario, una fase violenta de liberación cultural,
especie de transfiguración de la banalidad, caracterís- ideológica, política, allí había un estudio de vida easy,
tica de un nuevo continente, no sólo geográfico sino fluido, como si la liberación ya quedara muy atrás. Se
mental. En cierto modo la viví como en una pantalla tenía la impresión de haber pasado más allá de esa re-
cinematográfica, estableciendo la hipótesis casi experi- volución permanente, siempre ideológica y utópica, ja-
mental de un país sin historia. más realizada. Allí había sido realizada, hiperrealizada
claro está: y ahí estaba la paradoja. Los estudiantes
Ph. P.: Cuando comenzó a escribir América, ¿era norteamericanos tenían una buena voluntad extraordi-
profesor en Santa Bárbara? naria, pero no entendían gran cosa del discurso del si-
mulacro. En cierto modo lo encarnaban, pero no lo
J. B.: Santa Bárbara vino más bien al final. Todo analizaban. Yo lo convertí~ en una especie de comen-
comenzó en 1970 con un congreso internacional de de- tario a vista de pájaro, un poco cósmico. Pero el caso
signo Después vinieron Nueva York y California. Di cla- es que funcionaba muy bien, pese a esta disparidad.
ses en San Diego, y después en Los Ángeles durante De todos modos, tan pronto como tenía un momento
tres meses. Ése fue el momento revelador. Era en libre, me iba al desierto. Para mí era donde estaba el
1975. Me ofrecieron una plaza, pero jamás quise insta- verdadero espectáculo.
larme. Eran demasiadas responsabilidades, y en cierto
modo quería seguir siendo un irresponsable. A partir Ph. P.: El desierto abre su libro y el tema de la desa-
del momento en que se cae en la Norteamérica profun- parición del sentido recorre toda la obra. ¿El desierto es
da de los campus ... En la época de San Diego, estaban el iniciador de esta búsqueda de la muerte del sentido?
Lyotard, Marin, De Certeau ..., era una gran época.
J. B.: Sí, es una especie de perspectiva infinita, una
Ph. P.: En San Diego, el contraste entre los estudian- forma extrema de despojamiento que es algo más que el
tes de Nanterre y los estudiantes norteamericanos ¿le estado natural. No es la cultura tampoco, es incluso la
sorprendió? forma más radical de contracultura. Es una forma de ba-
rrer todas las superestructuras culturales: una especie de
J. B.: Mucho. Yo llegaba con la idea de que Califor- hiperespacio, de grado cero del objeto y del sentido, una

126 127
especie de geología mental. Yo no buscaba a los indios. ta del mundo. El desierto es una trampa, la del espa-
Buscaba el desierto sumado a la velocidad, el avión, el co- cio, la de las apariencias. Todos los valores y las cate-
che, el calor, las vibraciones, físicas y metafísicas. gorías del espíritu quedan atrapadas en esa trampa, y
se borran automáticamente. En el mundo civilizado, si
Ph. P.: Este campo experimental le inició en la místi- se quiere comenzar a reflexionar con una cierta liber-
ca. Pienso en la del maestro Eckhart y en la expresión tad, hay que hacer un esfuerzo considerable, te sientes
«indiferencia radical», que me sorprendió. Usted escri- atrapado inmediatamente entre los muros de la dife-
bió: «Desierto, red luminosa y fósil de una inteligencia rencia y de la cultura, mientras que allí podía desvane-
inhumana, de una indiferencia radical, no sólo la del cerme en la indiferencia del mundo.
cielo sino la de las ondulaciones geológicas donde se
cristalizan las pasiones metafísicas del espacio y del Ph. P.: Esta indiferencia va acompañada de una es-
tiempo.» Si fuera llevada más lejos, esta indiferencia ra- pecie de supresión de la trascendencia. Existe quizá otra
dical es un tema que reaparecería en los místicos rena- palabra que nos ayudaría a entender su trayectoria, es la
nos y en algunos pensadores modernos, y tengo la im- de inmanencia. Usted está más cerca de la inmanencia
presión de que en su caso quedó grabada. No diría que que de la trascendencia.
existe una voluntad de indiferencia sino en todo caso
una búsqueda de esta indiferencia radical. J. B.: Sí, más cerca de una reducción, no fenome-
nológica sino fenomenal de las cosas. En realidad, ja-
J. B.: Era una reacción a lo que llamaría el esnobis- más escapamos a la trascendencia, así como tampoco
mo de la diferencia, esnobismo de la cultura europea al discurso, pero en un momento determinado la luz
que se construye sobre todas las distinciones, incluida cambia, y hasta las ideas desfilan por el paisaje como
la de los valores morales. A través de los objetos y los unos objetos no identificados. Cada una de las cosas
simulacros, había llegado a una indiferencia de lo ver- vuelve a su realidad más descarnada, a su calidad de
dadero y lo falso. El desierto, por su parte, me llevaba puro acontecimiento, a una especie de inmanencia,
a una indiferencia del bien y el mal. No una indiferen- pero que hubiera conservado la cualidad y la energía
cia subjetiva, sino una indiferencia objetiva del mun- de la trascendencia.
do, y una insignificancia radical del sujeto en ese mun-
do de signos puros que es el desierto. No estamos Ph. P.: Deleuze utilizaba la expresión «trascendencia
lejos, en efecto, de algunas formas místicas de despoja- en la inmanencia».
miento, pero en ese caso no se trataba de trascenden-
cia, sólo se trataba del mundo, de la evidencia absolu- J. B.: La trascendencia está siempre llamada a ne-

128 129
garse o a superarse a sí misma, y ¿en qué se superaría J. B.: Esta desenvoltura, esta naturalidad son una
si no en la inmanencia? Allí había exactamente algo de especie de segundo estadio. Próximo a una indiferen-
sacrificio ritual, el alegre sacrificio de la trascenden- cia que no es una negación ni una resignación del sen-
cia. Pero los norteamericanos no aceptaban en absolu- tido, sino un más allá de la diferencia, hecho de la
to este retorno de una imagen del pasado, en la que se multiplicidad de los lenguajes, de los paisajes, de la
convertían en figurante s de una especie de ficción in- disponibilidad del espacio. Libertad singular, espacio-
humana. No soportaban ser vistos como una sociedad sa, la de ya no enfrentarse contra la propia imagen. Li-
primitiva. Para mí, era un elogio, un signo de ilumina- bertad mucho más espacial que filosófica, libertad mó-
ción. Yo quería aproximarme a otra cosa que no fuera vil, la del cuerpo y del movimiento. Libertad transitiva
la Norteamérica profunda, a una evidencia «primitiva» ligada a la reciprocidad acelerada de las cosas en la ve-
del mundo moderno. Entre nosotros, siempre es todo locidad. Es igualmente cierto de las ciudades y de los
filosófico, hasta la glorificación de las apariencias con- individuos. Una vez has salido de las presiones univer-
tra la profundidad, todos los temas nietzscheanos son sitarias, tanto si estás en Nueva York como en Los
vividos filosóficamente. Allí, incluso la teoría vuelve a Ángeles, tienes un espectáculo total de la vida de los
ser lo que es: una ficción. individuos. Puedes descifrar su existencia de cabo a
rabo, su banalidad es evidente. Entre nosotros, esta
Ph. r. ¿Leyó literatura norteamericana? evidencia muestra melancolía y depresión. Allí acaba
por ser un acontecimiento. Todas las cualidades o con-
J. B.: Leí más ficción norteamericana que francesa, diciones negativas para nosotros resucitan allí en una
aparte de las películas. Pero lo esencial es que se borra especie de inocencia y de amplitud que les confiere la
cualquier diferencia entre ficción y vida cotidiana. Allí, fuerza de un fenómeno natural. La banalidad también
hasta la literatura y el cine, la ficción de la pantalla, es un desierto, y puede ser recorrida de la misma for-
forman parte del continente. Jamás he sentido nostal- ma, como las fronteras extremas de nuestro enorme
gia de ese país, pero, durante todo el tiempo en que lo mundo. Entre nosotros, la libertad se conquista sobre
recorrí, jamás sentí nostalgia de Europa. lo social, al precio del conflicto y del compromiso. Allí
se tiene la impresión de que hay demasiado para todo
Ph. P.: Esta desenvoltura en el vivir coincide con lo el mundo -llega a ser un problema-, pero, por lo me-
que decía, una inocencia de los cuerpos, una libertad nos, cuando la utopía se ha realizado es posible utili-
adquirida y no conquistada. Cuando usted la vivió, zarla con desenvoltura.
¿cómo veía esta desenvoltura de los cuerpos? ¿Como
una prolongación de la infancia? Ph. P.: ¿Esta desenvoltura no es la inocencia de la

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fuerza? ¿Una desenvoltura que sólo puede nacer porque 1" l' onas sean indiferentes entre sí es que se han indi-
está sustentada en el poder? It 1 (1 ti izado y son iguales jurídicamente.

J. B.: Claro está que uno puede traducir eso en tér- I>/i..P: Su visión de Tocqueville desemboca en la idea
minos de privilegios mundiales. Es cierto que Nort '. '/1' /1/, Norteamérica es el país donde se ha culminado el
américa se permite el lujo de ser una especie de socie- /1I(d de la ideología política. ¿Acaso esta ingenuidad his-
dad primitiva, de disfrutar de una inocencia y de una I1 I¡'a de los norteamericanos es una ingenuidad dirigi-
fuerza inmoral. Y uno puede permitirse el lujo de dis- ,1" . ntra Europa?
frutar de Norteamérica de la misma manera, el lujo de
olvidar la correlación de fuerzas y de vivir la riqueza J. B.: Yo diría que en lugar de tomar el camino de
como una situación irreal. Allí existe la misma violen- I isinia, tomé el de California. Hay que abandonar
cia y las mismas contradicciones, pero lo que es dife- Ilul' pa. Fui a ese país y nada más. No hay predestina-
rente es su sobreexposición. La diferencia entre lo real ( n, sino retrospectiva. Habría podido aterrizar en
y lo más real que lo real, entre lo banal y lo más banal !)I r lugar. Claro está que no hay que olvidar el atracti-

que lo banal, entre lo violento y lo más violento que lo V mítico de la actualid~d norteamericana. Pero lo
violento. Ocurre lo mismo con los obesos, que son más ('S ncial era escapar metafísicamente de Europa, lejos
gordos que los gordos. Hasta el business es un show, d una cultura y de una historia nostálgicas. Escapar
hasta el capitalismo se ha pasado al lado del espec- 11 ia unas fronteras donde nuestra historia apareciera
táculo, se supera en una especulación delirante, cuan- rlmuitáneamente borrada y supermultiplicada. Perse-
do nosotros no hacemos sino ofrecer la comedia ver- uir el destino europeo en sus extremos, sus excre-
gonzosa de lo político y de la modernidad. ncias y sus monstruosidades. Encontrar la energía
I ropia de un fin de raza, de un fin de la historia. Intro-
Ph. P: Usted insistía en la banalidad norteamerica- ducirse en una incultura que fuera simultáneamente la
na, una parte de su libro está dedicada a Tocqueville, le I arodia de las culturas europeas y su superación.
lleva a su lógica final y escribe: «Un universo genial para La originalidad está allí. Ya no está entre nosotros.
el desarrollo irreprimible de la igualdad, de la banalidad La excrecencia de Europa en el colonialismo la ha ago-
y de la indiierencia.» La igualdad es Tocqueville, la bana- tado. Y jamás la recuperará. Vemos claramente lo mu-
lidad y la indiferencia es usted. cho que le cuesta llegar a reconstruir incluso la mera
idea. Se expropió a sí misma en los universos colonia-
J. B.: Pese a que, en Tocqueville, ya existe un análi- les convertidos en autónomos y, en relación con ella
sis de esta erosión democrática. La razón de que las y con su cultura anticuada, universos de poder y de

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ciencia ficción. Me habría gustado ser jesuita en 'nl 1, Ldecisión hace ya mucho tiempo, incluso intelec-
fornia en el siglo XVII o en el Paraguay en el XVI, 1;111 lualmente. En el campo de las ideas, practiqué una es-
cerca del acontecimiento original, del choque culturul I ' ie de homicidio simbólico, una ruptura umbilical.
y antropológico que ya no volverá a reproducirse (xal I':n su origen, siempre hay una pulsión brutal e irracio-
vo que confiemos en el impacto que a su vez caus ,1 nnl de negar lo que está cerca (incluido el mundo real)
resto del mundo en el universo occidental). Es posible para dirigirse a otro lugar. Es como precipitar las co-
que los esforzado s antropólogos encuentren todavía al- hacia su final, para ir a ver más allá.
gún resplandor en el siglo XIX. Para mí, Nortearnérica
ha sido eso. Latinoamérica también podría serlo, pero Ph. P.: ¿Norteamérica ha sido un trampolín para lo
para ello hace falta otra imaginación que no sea la que usted llama la transpolitica?
mía.
J. B.: La verdad es que allí ni siquiera existe la idea
Ph. P.: ¿Se refiere al encuentro de Las Casas con los una revolución política como la nuestra. Te tropie-
indios? '/. s de entrada con la esfera transpolítica del medio y
I la pantalla, lo que te m'antiene al margen, afortuna-
J.P.: Probablemente fue la mayor sorpresa antropo- la o desafortunadamente, de cualquier realismo políti-
lógica imaginable. Sólo podría encontrarse un equiva- O o social. Cabe pensar lo que se quiera de esta hege-
lente en un choque del mismo tipo con una especie di- monía del medio, pero, por lo menos, es un hecho
ferente a la humana. Por otra parte, la onda de choque social total. Mientras que, en nuestro universo tradi-
de este acontecimiento no se ha agotado y, muy suave- ional, mantenemos el culto sentimental del mensaje.
mente, estamos asistiendo quizá, a largo plazo, a una El mensaje, ideológico, político, psicológico, cultural,
revancha de lo que Borges llamaba «los pueblos del es- e expande por todas partes. En el reality show, cada
pejo». ual interpreta su tragicomedia televisiva. A través del
medio sólo se transmite el malestar existencial. De he-
Ph. P.: Diriase que para usted ya no hay una cultura cho, la televisión ha sido sacrificada como medio, sa-
europea VIva. crificada a una especie de realismo y de banalidad
realista del mensaje. Más exactamente, si el medio ani-
J. B.: Es cierto que hay una tendencia a romper quila el mensaje y el sentido, el mensaje aniquila a su
con la cultura más próxima y, cada vez más, una cre- vez el poder del medio, lo que convierte la información
ciente alergia por el universo francés y europeo (sobre en una significación de suma cero. Todo ello inmerso
todo tal como evoluciona en la actualidad). Pero tomé en la forma indiferenciada de la cultura. En Nortearné-
rica, yo he tenido la impresión de recuperar el me: I II "t del espejo político, económico o social, que tam-
los medios de comunicación, con su fuerza y su pri III \¡ "n es el señuelo del evolucionismo democrático. En
tivismo. I11 lquier caso, el mestizaje de lenguas, de razas y de
I eligiones da la impresión de un mundo en fusión, y

Ph. P.: ¿Su Norteamérica ha cambiado con los Ú/II lit de un gota a gota como el nuestro. En cuanto al

mas años? 11. 't , están viviendo sin duda una experiencia más vi-
11I1 nta que la nuestra de la historia «descendente», del
J. B.: Norteamérica ha cambiado pero sigue siendo .trrepentimientc de la historia. En Rusia, se puede
un espacio donde se da una multiculturalidad de he - ntemplar todo el siglo xx, tal como se ha hecho y
cho, extrema, lo que me parece más interesante que el cshecho, del derecho y del revés, y allí el retorno de la
encontrar una línea divisoria que reconciliara a todo -\ In moria es mucho más brutal que aquí, mucho más
mundo. Dicho esto, cuando yo la conocí, todavía eru ucaico. Así pues, es una situación más radical que la
un objeto específico y original. Ahora Norteamérica nuestra, pese a la desestructuración y a la confusión
está en todas partes, digamos que por inyección me- lue allí reinan.
diática, en todas las latitudes y en todos los países.
Nuestra relación con Norteamérica es una suerte de Ph. P.: Sin embargo, decide vivir en Francia ...
goteo global.
J. B.: Es una opción automática, por inercia. Da
Ph. P.: ¿Nunca ha sentido la tentación de sumergirse igual, soy europeo. Estoy condenado a una especie de
en el Este, el Cáucaso, Rusia? nihilismo objetivo, histórico. Estamos obligados a de-
irnos que todo lo que se pueda afirmar o hacer de ra-
J. B.: No creo que pueda cambiar mis simpatías dical en esta sociedad sólo será la radicalidad de esa
más arraigadas. Latinoamérica es apasionante. Da ociedad corrompida. No tendremos otra verdad que
toda la impresión de que jamás encontrará un princi- decir que la que se refiere a esta sociedad en un mo-
pio de realidad política, económica o social, cosa que, mento determinado. Ya no hay libertad para conquis-
cuando todos estos principios están en plena confu- tar nada desde dentro, ya no queda nada por conquis-
sión, es una ventaja. Algunos grandes países llamados tar desde dentro. Es mejor pasar a otro mundo, a una
subdesarrollados son quizá también de vanguardia, en alteridad radical, y que no nos necesita para existir, al-
el sentido de que se han ahorrado todas las fases de la teridad cuya metáfora es Norteamérica.
modernidad en que permanecemos ahora atrapados.
Es posible que sea mejor no haber pasado por el esta- Ph. P.: «En contra de la melancolía de los análisis

136 137
europeos», ¿Norteamérica sigue siendo para usted e! 2. «LAFOTO ES MUY HERMOSA, PERO NO HAY
país de la utopía realizada? QUE DECIRLO... »

J. B.: En efecto, en Norteamérica queda algo de 1;\


desmesura y de la paradoja mágica de la utopía reali-
zada. No nos hagamos ilusiones: esta utopía es la de la
banalidad realizada, y por tanto de una equivalencia
transversal de todas las cosas y de una igualdad de
destinos por abajo. Pero esto, que es, en cualquier
caso, la fatalidad de la modernidad, y algo que noso-
tros sólo poseemos en su aspecto más abatido, los nor- Ph. P.: Al leer sus textos sobre la fotografía, tenemos
teamericanos lo han convertido en un acontecimiento, La impresión de que repite la polémica que apasionó al
que tal vez sea, en efecto, el acontecimiento del fin de iglo XIX respecto del arte fotográfico. Pienso en una [ra-
la historia, es decir, de lo contrario de lo que dice Fu- e de Ingres que decía: «La foto es muy hermosa, pero
kuyarna, su no realización definitiva. no hay que decirlo», y en la de Walter Benjamin diciendo
que no se podía reflexionar sobre la fotografía «sin ha-
Ph. P.: Una última pregunta sobre Norteamérica. Ya berse preguntado previamente si el mismo invento de la
que cuando nuestra conversación está terminando, us- fotografía no había alterado por completo el carácter
ted regresa de allí. ¿Sigue estando de acuerdo con el pa- fundamental del arte». Usted parece apropiarse de este
saje de su libro en el que escribe: «Para mí no existe una enfoque. No es tanto «la fotografía» lo que usted rechaza
verdad de Norteamérica. No pido a los norteamericanos sino el hacer imagen de la fotografía, como el hacer mu-
que sean norteamericanos. No les pido que sean inteli- seo del arte. Por ese motivo he pensado en la frase de In-
gentes, sensatos, originales, sólo les pido que habiten un gres.
espacio sin parangón con el mío, que sean para mí el
más alto espacio sideral, el más hermoso espacio orbi- J. B.: Es cierto que en la foto existe un secreto que
tal.:»? debe conservarse. Lo digo como espectador y como
practicante inexperto e intermitente. Lo que lamento
J. B.: Sí. es la estetización de la fotografía, que este tipo de imá-
genes se haya convertido en una de las Bellas Artes y
haya caído en el abismo insondable de la cultura. La
imagen fotográfica ha venido de más acá y más allá de

138 139
la estética debido a su esencia técnica, y constituye pOI' silencio, su reducción fenomenológica del movimiento
ese motivo una revolución considerable en nuestro y del color, es la imagen más pura y la más artificial.
modo de representación. La irrupción de la fotografía No es bella, es algo peor. Y, como tal, adquiere fuerza
pone en cuestión el arte mismo en su monopolio esté- de objeto en un mundo que precisamente está presen-
tico de la imagen. Ahora bien, el arte ha acabado por ciando la extenuación del principio estético. Así fue
devorar a la foto y no lo contrario. (Ha pagado por ello como me dejé atrapar en el juego de esa inmanencia
un precio, ya que se ha vaciado poco a poco de su sus- fetichista del objeto, de la convergencia entre una téc-
tancia.) La foto viene de otro sitio y allí debe quedarse. nica objetiva y la fuerza misma del objeto. La opera-
Forma parte de otra tradición, intemporal, no estética ción fotográfica es una especie de reflejo, de escritura
hablando con exactitud, la de la apariencia engañosa, automática de la evidencia del mundo, que no es tal.
presente a lo largo de toda la historia del arte, pero
como indiferente a sus peripecias. El decorado enga- Ph. P: La fotografía es para usted un arte elemental,
ñoso va unido a la evidencia del mundo y a una seme- primitivo. Dice: « Todas las otras formas de imágenes, le-
janza tan minuciosa que sólo aparentemente es realis- jos de ser unos progresos, son sólo quizá unas formas
ta; de hecho es mágica. Conserva el estatuto mágico de atenuadas de esa ruptura' de la imagen pura con lo real.»
la imagen, mientras que el arte cae dentro de la estéti- No es una casualidad tampoco si, más adelante, en el
ca de acuerdo con una evolución que lleva de lo sagra- mismo texto sobre el primitivismo y la fascinación pro-
do a lo bello, y después a la estética generalizada. Aho- pios del arte fotográfico, las únicas referencias literarias
ra bien, la fuerza antropológica de la imagen se opone que daba eran las de Gombrowic: y de Nabokov.
a la representación ordenada y a cualquier visión rea-
lista, mantiene algo de la ilusión radical del mundo. J. B.: Porque ellos representan algo que supera la
Así pues, es una forma elemental, irreductible a la dimensión de la literatura, de la estética y de toda cul-
estetización de las cosas, ligada a su apariencia, a su tura bien reglada. Diría lo mismo de Bacon en la pin-
evidencia, pero a una evidencia engañosa. Todo lo con- tura. Las obras poderosas son aquellas que ya no jue-
trario del doble destino que se le ha impuesto: realis- gan el juego del arte, de la estética y de la cultura. En
mo o esteticismo. Para mí, una imagen fotográfica si- el terreno del pensamiento, las que ya no juegan la co-
gue siendo menos válida en términos de calidad o de media de las ideas, de la interpretación y del sentido.
contenido que en términos de fascinación. Está más Para volver a la foto: la técnica es lo que le da su
cerca del origen y de las angustias de la representa- carácter extraordinario en tanto que imagen. A través
ción. A fuerza de su juego irrealista con la técnica, por de lo técnico nuestro mundo se revela radicalmente no
su delimitación absoluta, su inmovilidad absoluta, su objetivo. El objetivo fotográfico es lo que, paradójica-

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mente, revela la no-objetividad del mundo, ese al/',() I ara reírse de él y demostrar que la partida no está ter-
que no será resuelto por el análisis o por la semejanza: minada. ¿Puede decirse lo mismo de la técnica en su
Mediante su técnica, nos lleva más allá de la semejan onjunto? En cualquier caso, es el medio de dar la
za, al fondo de la ilusión de la realidad. De golpe, vuelta a la visión convencional que se tiene de ella.
transforma también la visión que tenemos de la té en i
ea. Con ello nos vemos transportados más allá del re- Ph. P: La fotografía es lo objetual, es más el objeto
chazo moral o filosófico de la técnica «alienante», si que nos ve que el sujeto que mira. ¿Cómo pasa de esta
entendemos la técnica como lugar estratégico de un visión técnica de la fotografía a otra visión paraesté-
doble juego, como lente de aumento de la ilusión y de tica?
las formas. Por ella la pregunta pasa a ser: ¿somos no-
sotros quienes pensamos el mundo o es el mundo el J. B.: Yo no remito a una estética inversa del obje-
que nos piensa? A través de la foto, el objeto es el que to. No digo que el objeto haya pasado a ser dueño del
nos mira y el que nos piensa. Por lo menos así sería si juego. La inversión de las bazas es convertir el objeto,
no estuviera rebajado al nivel de una práctica estética. al que se le ha impuesto la presencia y la representa-
ción del sujeto, en el lugar de la ausencia, de la desa-
Ph. P: Eso me hace pensar en la relación del hombre parición del sujeto, y hacer con ello surgir el objeto
y la máquina tal como fue pensada por Simondon, que como una evidencia insoluble. El «objeto» fotográfico
diferenciaba entre la técnica y la tecnología; actualmente puede ser, además, una situación, una luz o un ser
los enemigos de la técnica confunden con frecuencia téc- vivo. Lo esencial es que adopte valor de objeto o de
nica y tecnología. Lo que Simondon denominaba la cul- acontecimiento puro, y para ello hace falta que el suje-
tura técnica y los individuos técnicos es la posibilidad to se aparte de él. Es preciso que en algún lugar de la
que aparece en Marey y en otros de un intercambio con- maquinaria demasiado bien concebida de la represen-
siderable entre el hombre y la máquina. La máquina es tación exista una fractura. La prioridad del objeto
fundamentalmente un desafío para el hombre más que rompe el guión de la representación (y, evidentemente,
un obstáculo o una panacea. toda la dialéctica moral y filosófica que se relaciona
con él). Es una inversión especular, Hasta ahora el su-
J. B.: Existe un combate entre el instrumental téc- jeto era el espejo de la representación, y el objeto sólo
nico y el mundo, y al mismo tiempo una complicidad era su contenido. Esta vez el objeto es el que dice: <<1
(quien dice combate dice complicidad). La foto (pero shall be your mirror» (Yo seré tu espejo), o lo que es lo
no solamente ella, claro está) sería el arte de sumarse mismo: «Yo seré el lugar privilegiado de tu desapari-
a esta complicidad no para dominar el proceso, sino ción I We shall be your favorite disappearing act.» El
sujeto pierde el monopolio de la interpretación. 0, 11)(' J. B.: Esta historia de la muerte se reduce simple-
jor dicho, ya no existe interpretación posible. Como vi mente a la idea de que en el fondo de la imagen foto-
objeto ya no tiene nada que decir y carece de deseo, SIl gráfica existe una figura de la nada, de la ausencia, de
fuerza, que es la del desmantelamiento del mun lo la irrealidad. Esta nada en el fondo de la imagen es lo
para ofrecer su estado bruto, no puede sublimarse o que crea su magia. Esta nada es la que hemos expulsa-
estructurarse mediante el comentario o la interpreta do de todas las maneras posibles, saturando la foto
ción. Para entenderlo, hace falta que el sujeto se aban- on todo tipo de referencias y de significaciones. En
done. Pero el sujeto encuentra allí su última aventura, las exposiciones fotográficas se busca dar una opinión,
su última posibilidad, la del abandono de sí mismo, no una sentimentalidad estética o demagógica, procedi-
en la alienación tradicional, sino en el reflejo de un mientos habituales de la clasificación. Es una auténti-
mundo donde ocupa el lugar ahora incierto de la re- ca prostitución de la imagen y su significado, un se-
presentación. El objeto, por su parte, tiene un poder cuestro de su contenido. En la profusión de nuestras
relacional mucho mayor, ya que, al no haber pasado imágenes, la muerte y la violencia están en todas par-
por el estadio especular, no trata con su imagen, con tes, pero se trata de una muerte patética, ideológica,
su identidad ni con su semejanza. De todos estos pro- espectacular; por el contrario, lo que Barthes denomi-
blemas en los que el sujeto se halla actualmente prisio- naba el punctum, ese lugar ausente, esa nada en el fon-
nero, el objeto se burla como del deseo (algo que tam- do de la imagen y que constituye su fuerza, ya no exis-
bién puede decirse del «objeto» sexual). Si llegamos a te. Y esto me parece un contrasentido, incluso desde el
captar algo de esta diferencia y de esta singularidad punto de vista del mensaje, pues ninguna miseria o
objetivas, algo del mundo cambia; es decir, no sólo violencia del mundo puede afectarnos si se ha aparta-
dentro de lo real, sino más allá de su principio de rea- do la especificidad de la imagen. El vacío simbólico
lidad. que constituye su fuerza. Ésta es otra razón de que sea
tan difícil fotografiar unos seres humanos, unos seres
Ph. P.: Cuando usted menciona al objeto, incluye vivos, porque están tan cargados de sentido que es casi
también al sujeto fotografiado. En un pasaje dedicado a imposible eliminarlo para encontrar la forma secreta
la época heroica de la fotografía, dice del sujeto que éste de su ausencia.
tiene la trascendencia de la muerte. Ahora bien, en nues-
tros días, en su opinión, la nada ha desaparecido de las Ph. P.: A propósito, ¿puede usted precisar qué entien-
imágenes, de la fotografía. ¿Es ésta la razón de que ya no de por alteridad secreta? Muchos autores han hablado
exista arte fotográfico? del secreto, desde los más psicológicos, Gide, a los me-
nos psicológicos, Deleuze, por ejemplo. A veces resulta

144 145
difícil situarse. ¿Qué quiere decir con alteridad secrctu '
¿Es por ese motivo por lo que no le gustan los fotó¡:1I1 J. B.: No lo sé. Yo hablaría más bien de una especie
[os, ya que cuando le hacen un retrato intentan que \t' de metapsicología, aquella en la que jamás somos uno
sienta cómodo, haciéndole conversar sobre lo divino y /" solo, en la que nacemos en un estado doble y en la que
humano? cada cual está acosado por su propio gemelo, ya que la
auténtica resolución del complejo de Edipo no es la se-
J. B.: Sí, porque se imaginan que conseguirán sa ';11 paración del padre o la madre, sino de ese gemelo ori-
nuestra identidad profunda, de acuerdo con un contra ginal. Hay que exorcizar a ese doble, conjurarlo para
sentido psicológico total. Sólo los malos actores Sl" ser uno mismo, y es posible que jamás lo consigamos
identifican con su papel. Intentan, mediante unos tru del todo. Estamos acosados por esta geminidad fantas-
cos muy poco sutiles, hacer surgir una verdad de una ma, por esta reduplicación de lo idéntico, y siempre
persona o de un rostro. Ahora bien, atrapar a alguien con la amenaza de confundirnos con ella. Por este mo-
en su singularidad es captar lo que se le escapa a él tivo la alteridad venida de fuera, cualquier forma de se-
mismo, y que por ese mismo motivo se nos escapa. ducción venida de fuera, nos libera de la presencia fatal
Cada uno de nosotros está presente con su voluntad y de ese gemelo fantasmal (esta alternativa está mostrada
su deseo, pero, en el secreto, las decisiones y las ideas con mucha fuerza en el film Inseparables). Los que per-
le vienen de fuera, y en esta interferencia tan extraña manecen pegados a él son unos muertos vivientes. Y to-
reside su originalidad. No se reconoce en los espejos, dos los somos en cierto modo, atrapados en una identi-
ni en el objetivo que quiere reconocerle. La trampa dad maléfica. La singularidad sólo puede venir del
siempre es la de la semejanza, y lo interesante de la desdoblamiento y de una ruptura de la simetría.
imagen, cuando sabe mantener su secreto (y esto vale
también para el cine o para la pintura), es que desafía Ph. P.: ¿Es posible dar un nombre a ese gemelo fan-
cualquier semejanza, y busca fuera lo que viene de fue- tasmal? ¿ Por qué un doble y no unos triples? ¿Por qué
ra. Ocurre algo que hay que conseguir atrapar antes de insiste sobre el tema del doble?
que adopte la forma de la determinación y del sentido.
Vivimos en buena parte con el utillaje de la voluntad y J. B.: Sólo concebimos como superación del mun-
de la representación, pero la palabra definitiva de la do de la individualización la pluralidad o la multiplici-
historia está en otro lugar. dad. Siempre nos movemos en un mismo registro con-
table. Uno y varios, uno y múltiple, lo singular y lo
Ph. P.: ¿Acaso esta no-semejanza remite a lo que plural. Ahora bien, existe una forma fundamental que
Blanchot denominaba la semejanza cadavérica? no es la unidad ni la pluralidad, una forma original e

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irreductible, la dualidad. Esta especie de totalidad III I bastante convencional, tomado en detalle, en el frag-
ficial puede abolirse en la multiplicidad o versi l'ir , mento, es igual que el mundo, siempre es original.
ción, o por el contrario en la individualidad. P 1"0 I ,
forma viviente y antagónica sigue siendo el duel . 1·:1 Ph. P.: ¿ Podría usted poetizar ese gemelo fantasmal
caso y el modo dual, de dos, está presente en deteri 11I ya que no puede definirse?
nadas lenguas, pero casi ha desaparecido de las n 1 ••
tras. Y es una relación primordial, que no es el U!lO J. B.: Esta alteridad no viene necesariamente de las
multiplicado por dos, ni una relación dialéctica o in ll" demás, puede surgir de una situación, de un aconteci-
ractiva del uno y el otro. Es una forma dual irredu ti miento, de todo tipo de convergencias y de seduccio-
ble a lo uno ya lo otro, y que está ahí, desde el prin ¡- nes insólitas, de todo lo que rompa esa simetría geme-
pío, en una reciprocidad simbólica. Evidentemente, lo) la. Tiempo atrás, otras fuerzas, benéficas o maléficas,
vida es un doble juego para escapar al duelo en la indi- se ocupaban de disociarnos de nosotros mismos,
vidualidad, pero se regula a partir de la irrupción de mientras que ahora cada cual está entregado a sí mis-
esta alteridad secreta. mo. Cada cual está condenado a sí mismo, incluso en
los detalles de la vida, en los vestigios de una organiza-
Ph. P.: Si le entiendo, ¿su ideal sería que un fotógrafo ción simbólica hoy perdida. Cada uno de nosotros no
pudiera captar su gemelo fantasmal? es más que el fragmento del otro en el espejo roto de la
alteridad.
J. B.: Por mi parte, jamás he descubierto la figura Por medio de la técnica, el mundo humano ha
gemela ni la figura dual en las fotos que he visto de mí. entrado en lo inhumano. Cuando todos se convierten
¿Quién sabe? Debo de ofrecer una resistencia semejan- en los vehículos técnicos y los vectores operacionales
te a la que ofrezco ante el psicoanálisis. Soy tan difícil de las mismas redes, lo que sólo era el destino funes-
de fotografiar como de analizar. Dicho esto, lo huma- to de los gemelos se convierte en la maldición de los
no para nosotros se confunde a la postre con lo indivi- clones.
dual. Con la dualidad a la que me refiero entramos por
tanto, en cierto modo, en el orden de lo inhumano, Ph. P.: No por ello deja de ser cierto que sigue exis-
con todo lo que eso puede tener de fascinante y de pe- tiendo una increíble especificidad del pensamiento hu-
ligroso. Algunos, sin embargo, consiguen percibir en la mano que depende quizá del hecho de que participa tan-
foto esta alteridad en los demás. Un solo detalle a ve- to de la ciencia como de la continuidad, por parafrasear
ces, una perspectiva, una luz, pueden conseguido. Ya a Bergson; la ciencia es lo típico del hombre, remite a su
que si bien el individuo, tomado en su conjunto, es esencia. El hombre es el único ser capaz de construir

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una teoría. Francois Laruelle dice del hombre que es un lo inhumano. El descubrimiento, o redescubrimiento
individuo teórico. de lo inhumano, la violencia ejercida contra lo huma-
no en el campo actual de los conocimientos me parece
J. B.: Lo humano sólo ha sido definido en los dos o algo más que una brecha por la que explorar las poten-
tres últimos siglos y siempre muy intelectualmente, en cialidades inhumanas del hombre y recuperar -¿ quién
términos racionales. Desde entonces, la relación con el sabe?- una metamorfosis posible de la especie, dife-
mundo pasa a través de un órgano extremadamente rente de esta supervivencia artificial en la técnica.
sutil que es el cerebro. En otras culturas, la relación
con el mundo es la del cuerpo entero, entendido den- Ph. P.: ¿Está de acuerdo con la frase de Susan Son-
tro del ciclo de las metamorfosis, y en inteligencia con tag que dice que "la cámara fotográfica es a la vez el an-
el mundo. Nuestra propia inteligencia, moderna y ra- tídoto y el mal, un medio de apropiarse lo real a la vez
cional, nos convierte desde un principio en unos seres que lo vuelve caduco»?
técnicos, a imagen y semejanza de nuestros instru-
mentos y de nuestros conocimientos. Ahora bien, pare- J. B.: ¿Por qué no? Pero todas estas fórmulas son
ce que nuestras técnicas y nuestras ciencias desbordan reductoras, en la medida en que giran siempre alrede-
actualmente la compresión humana. ¿Quién sabe si dor de lo real. El problema sigue siendo conjurado o
nos están haciendo avanzar hacia una nueva relación, apropiárselo. Una vez más, en la ilusión genérica de la
una nueva regla de juego basada en la incertidumbre imagen, para lo mejor y para lo peor, el problema de lo
esencial? Esto supondría una especie de sacrificio del real ya no se plantea. Está superado en el movimiento
intelecto, de interrupción brutal en el ciclo de la espe- mismo de la imagen, que, en su mismo inicio, ya va
cie. Saul Bellow tiene unas hermosas páginas sobre el más allá de lo verdadero y lo falso, de lo real y lo irreal.
hecho de que nuestra civilización vive actualmente en La imagen no es un medio cuyo buen uso habría que
el odio hacia sí misma; un odio procedente de un re- encontrar. Es lo que es, y con ello escapa a todas nues-
mordimiento insufrible por esta ruptura con la espe- tras consideraciones morales. Es por esencia inmoral,
cie. Es la continuidad de la especie en nosotros que se y el devenir-imagen del mundo es un devenir inmoral.
venga del hecho de que nos hayamos convertido en A nosotros nos corresponde escapar a nuestra repre-
unos individuos libres, emancipados. Nunca acabamos sentación y convertirnos nosotros mismos en el vector
de expiar esta traición. Nuestra modernidad se define inmoral de la imagen. A nosotros nos corresponde vol-
por la óptica del humanismo y de la Ilustración, pero ver a ser objeto y volver a ser otro en una relación de
lo que nos ha precedido era mucho más vasto que ese seducción con el mundo.
humanismo y no conocía distinción entre lo humano y

150 151
Ph. P: Me gustaría insistir en la palabra primitivo. foto, más que una contemplación. La detención de la
Usted dice: «Para los objetos, los salvajes, los animales, imagen es, en dicho sentido, una detención del mun-
los primitivos, la alteridad es segura, la singularidad es do. La imagen interrumpe la secuencia de los aconte-
segura, el más insignificante de los objetos es otro. Para cimientos. Esta especie de suspense jamás es definitivo
los sujetos es mucho menos seguro.» ya que las fotos nunca están solas y remiten las unas a
las otras (no hay otro destino para la imagen que la
J. B.: Los salvajes no son necesariamente los primi- imagen), teniendo como tienen en común una especie
tivos. Salvaje es lo que no se ve enfrentado a su seme- de inmovilidad y de silencio. Ésta es sin duda la razón
janza, a su identidad y a la búsqueda desesperada de de que la foto haya recuperado ese aura extraordinaria
esa identidad. Un animal carece de identidad. Es todos que había perdido con el cine. Pero también el cine,
los demás juntos, y no es el mismo. No por ello está con Godard por ejemplo, puede recuperar esa cualidad
alienado: es extraño a sí mismo, extraño a su propio propia de la imagen, cómplice, pero ajena a la narra-
sentido, extraño a su propio fin. Con ello, posee el en- ción, estática pero recuperando toda la energía del
canto de los seres extraños a su imagen, pero disfru- movimiento. En dicho sentido, la foto ofrece el ejem-
tando de una familiaridad consustancial con el propio plo de una alta conden~ación, la de todo un desarrollo
cuerpo, y de una complicidad consustancial con todos en una imagen fija, cuando la mayoría de las imágenes
los demás. Si llegamos a recuperar esta connivencia y actuales son el ejemplo de una difusión.
esta extrañeza, nos acercamos a una cualidad poética
de la alteridad, a una poesía de la alteridad parecida a Ph. P.: En un plano ideal, dice usted, la foto tendría
la del sueño paradójico (confundiéndose la identidad que prescindir de comentario, y, en el mismo sentido,
con el sueño profundo). critica todas las instituciones que la celebran. ¿Cree que
están de más ese tipo de instituciones? ¿Cree que contri-
Ph. P.: Al referirse a la magia de la foto, insiste sobre buye a diluir la fuerza de la imagen más que a reintrodu-
su inmovilidad. Esta enorme posibilidad de contempla" cirla en toda su dimensión?
ción que nos ofrece la foto, ¿no es una manera casi zen,
en su caso, de romper con la trascendencia occidental y J. B.: La imagen está fuera de escena, fuera de cam-
de buscar una postura más oriental? po, es lo contrario de una puesta en escena. La puesta
en escena fotográfica, sea estética o institucional, la de
J. B.: Yo no diría en absoluto «oriental», porque no la exposición y del museo, es un contrasentido. Con el
quiero jugar con las palabras ni con las referencias. embalsamamiento oficial del museo y la solemnidad
Existe una forma de inmovilización en la imagen y la del culto fotográfico, tenemos la impresión de que esa

152 153
muerte a la que nos referíamos, la que está en el fondo que le distingue de la mayoría de los artistas contem-
de la imagen, ha salido de ella, ha sido expulsada, y ha poráneos, exageradamente conscientes de su lugar en
tomado la forma exterior de un mausoleo o de una ne- la historia del arte.
crópolis. En lugar de que la imagen englobe simbólica-
mente la muerte, la muerte engloba la imagen. Ph. P.: ¿Por qué no fotografía usted seres humanos?

Ph. P.: Al referirse a Bacon y a sus fotos de [otoma- J. B.: Porque sólo lo inhumano es fotogénico. Toda-
ton, usted dice que los mejores sujetos que pueden foto- vía se transparenta, incluso en el caso de los humanos,
grafiarse son los que han encontrado la imagen de su en las primeras fotografías, cuando la gente posaba
obsesión, su identidad trastornada, narcisista. ¿Diría como unas estatuas hipnotizadas por el objetivo. Lo
usted que Bacon ha sabido fotografiarse en sus fotos de que me interesa es el grito del objeto de noche, en el
fotomatón? fondo de la cámara oscura. En su idiocia, cada objeto
-luz o materia- nos llega como una sorpresa, ya no se
J. B.: Yo no sé qué lugar ocupaba eso en su trabajo. trata de imponer una visión o un estilo. Y por muy re-
Creo que es posible -y Bacon es un ejemplo de ello- no finada que sea la técnica (no es mi caso), a fin de cuen-
tomarse en absoluto como un ser representativo, sino tas sigue siendo el sujeto el que se desvanece detrás de
como un ser/objeto obsesivo, trastornado, que trabaja su objetivo. Pero eso puede trasladarse a cualquier
en su propio mundo, y ya no en su puesta en escena. otro tema. Es posible que la especie, al inventar una
Bacon ha ido bastante lejos en esta dimensión enaje- multiplicidad de conexiones virtuales, encuentre una
nada de uno mismo. Existe ahí un punto de fascina- manera de perderse en la inmensidad de las redes. En
ción, que también puede encontrarse en el juego, en el el universo técnico, el verdadero actor ha dejado de ser
que se franquea la propia imagen y uno se entrega a el que creíamos. La regla del juego ya no es la que su-
una especie de fatalidad dichosa. En ese momento, poníamos.
eres tú, y no eres tú, el que obra. Algunos, mediante
una especie de interiorización iniciática, consiguen al- Ph. P.:¿Por qué existen terrenos en los que usted pre-
canzar el vacío en ellos y extenderlo alrededor de ellos. vé la revancha de las formas, como la escritura y la foto-
Bacon es quien mejor ha conseguido crear la forma grafía? ¿ Y por qué no en la política?
excepcional y desprovista de vanidad de una singulari-
dad fuera de la pintura. Ya no se proyecta en unas J. B.: La alternativa política, estrictamente política,
imágenes: a través de las imágenes, se produce a sí carece de futuro. Era una utopía, o una promesa veni-
mismo como acontecimiento, sin comentario. Es lo da de la modernidad industrial y de una racionalidad

154 155
caducada. Ni esa finalidad, ni esa promesa existen ya. acecha. Pero ya no se trata de una negatividad activa,
Nos hallamos más bien en el sueño antagónico de una política, racional, enfrentada con la historia. Es la in-
solución violenta, algo así como la irrupción de los minencia de una revancha, de una resurrección de
pueblos del espejo a que se refiere Borges. De todos todo lo que ha sido exiliado al otro lado del espejo, y
aquellos que fueron condenados por el emperador vic- extrañado en una representación servil del mundo de
torioso a permanecer encerrados detrás del espejo, los vencedores, la revancha de todos los que han caído
desde donde no hacen más que reflejar la imagen de del otro lado de lo universal. Esta fuerza de la que to-
sus vencedores. Con el tiempo comienzan a dejar de dos formamos parte, incluso sin saberlo, esta fuerza
parecérseles, a reflejar una imagen deformada, y un nos guiña el ojo desde el otro lado del espejo, y su fan-
día franquearán el espejo, reanudarán la guerra y tasma amenaza el mundo realizado. Cuanto más se
aquel día, dice Borges, ya no serán vencidos. realiza el mundo, más activa es esta ilusión esencial.
Sólo al precio de una increíble exclusión, de un Es lo que yo llamaba la transparencia del mal.
«crimen perfecto», está el mundo consolidándose y ho-
mogeneizándose, es la victoria del emperador mono-
polizándolo todo a imagen suya. Metafóricamente, es
la idea de que ya sólo existe en nuestra realidad un
mundo material, visible, identificable, perfectamente
identificado. Sin embargo, en alguna parte del exterior
(detrás del espejo) existe una especie de materia negra
infinita, no identificada, que imaginamos que podría
convertirse un día en nuestro destino. En cualquier
caso, es, ya mismo, el límite de comprensión de nues-
tro mundo material. Nos tropezamos con el enigma to-
tal de una antimateria que amenaza el mundo mate-
rial, pero al mismo tiempo le da su coherencia. El
mundo sólo adquiere forma porque ha habido una
ruptura de simetría que lo tortura irremediablemente.
Como ocurre con la inquietante extrañeza de lo feme-
nino, secreto velado de la comunidad, según Hegel, y
que le da forma. No hay final para este mundo porque
siempre existirá algo de la alteridad radical que nos

156 157
3. LA INFANCIA DEL ARTE reprocharía a los guardianes del arte contemporáneo
es que encarnan un medio autorreferencial, muy nar-
cisista, y disfrutan de un estatuto invariable. Ahora
bien, el arte, al igual que la realidad, es un concepto
que ha sido construido y puede, por consiguiente, ser
desconstruido. El final no significa que ya no exista
nada. En este caso al igual que en otros, el problema
es el del más allá del final. La cuestión está en saber
qué tipo de objetos transestéticos pueden suceder a
esta ruptura introducida por Duchamp, sin caer en la
Ph. P.: «El arte no muere de sus carencias, muere del nostalgia del objeto perdido de la pintura.
exceso», dijo en Le Monde del 10 de junio de 1996. En
su opinión, esta muerte anunciada del arte se remonta a Ph. P.: Arthur Danta no está lejos de pensar como us-
Marcel Duchamp. ¿Por qué se empeña en referirse a él? ted. En Apres la fin de l'Art escribe lo siguiente: « ... nos
¿En qué aspectos es Duchamp el profeta del fin del arte? enfrentamos al futuro sin disponer de una explicación
¿Puede precisar esta idea de conclusión del principio es- del presente. Vivimos en los efectos de una explicación
tético? que ha alcanzado su final, y aunque su recuerdo siga co-
loreando la conciencia actual, al volverse el arte plural
J. B.: En un principio me atrajo Warhol, Duchamp después de la Boite Brillo, éste ha hecho aparecer cada
vino después. Me parecía que con ellos se producía vez con mayor claridad que el dogma del arte occidental
una especie de fractura antropológica en la historia del pierde su influencia y nada lo ha sustituido. y, en mi
arte, un final del principio artístico. Una vez más, no opinión, no hay nada que pueda hacerlo.» ¿Qué le pa-
se trata de una extinción del arte, sino de una satura- rece?
ción estética. Con Duchamp la banalidad se hace arte
ya partir de ese momento el arte, en lugar de inventar J. B.: Con la historia del arte ocurre un poco el mis-
otra escena, una escena de la ilusión, una escena sóli- mo problema que con la historia a secas. El arte existe
da, se contenta con apropiarse de la realidad. El pro- en todas las épocas, pero no todas ellas viven bajo la
blema (y ésta es la razón del malentendido con los pro- influencia del concepto de la historia. Éste ha creado
fesionales del arte y de la historia del arte) no está en una continuidad que ha engendrado por sí misma la
buscar una alternativa específica en el campo del arte. idea de evolución y de acumulación. En la actualidad
El tema del arte es una problemática local. Lo que yo pretendemos ser la época más rica culturalmente, es-

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tamos acomodados sobre los veinte siglos del mus '() para ser realmente superficial, y es demasiado superfi-
imaginario. Existe un efecto engañoso, un efecto el ' cial para ser realmente nulo.
mistificación de la historia del arte en sí misma, qu '
ofrece una dimensión, un origen y un final, cuando I Ph. P.: ¿Le gusta Bacon?
arte no tendría por qué tenerlo. El arte no pertenece a
la historia del arte. Cuando Bacon pinta sus cuadros, J. B.: Sí, aunque lamento todo el espectáculo que
se ha librado del mundo, se ha librado de cualquier r - actualmente se ha montado en torno a él. Bacon en
ferencia y no sabe por qué los pinta. No piensa que su sus declaraciones hablaba de sensaciones, de técnica,
arte merezca ser comentado, lo hace en un estado bru- de saber hacer, no comentaba sus cuadros.
to, sólo existe la obsesión de la ilusión, de la formaliza-
ción de la ilusión. Ph. P.: ¿Y qué piensa del comentario de Deleuze so-
No existe excepción estética ni privilegio del arte, bre él?
ni siquiera negativo. Quiero decir que si el arte fuera el
único en sufrir este destino de la degradación de las J. B.: Es cosa de Deleuze. El mismo Bacon ha di-
costumbres, el destino irónico y funesto de la nulidad, cho que no se reconocía en 'él. Prefiero la singularidad
seguiría siendo un privilegio y un honor. Pero lo políti- de Bacon, mantenerlo como acontecimiento puro.
co, lo moral, lo filosófico, todo se encamina hacia el Toda la adulación cultural a su alrededor, como en el
mínimo común denominador de la nulidad. Esta des- caso de Van Gogh, toda esa agitación funciona como
dichada equivalencia tendría que consolamos, pero en una forma de control y de prohibición, llega anotarse,
realidad añade a la insignificancia propia del arte el incluso físicamente, en las exposiciones, donde el im-
hecho de que ni siquiera sea el único en ser insignifi- pacto cultural de masas impide la mirada. No tanto la
cante. Y que, por tanto, no tiene ni un privilegio de masa del público -fenómeno ya en sí patético-, sino el
esencia, ni un privilegio de situación. Cosa que él pre- hecho de que el propio arte cree masa, supere el um-
cisamente niega, amparándose en una historia panegí- bral de la masa crítica, más allá del cual deja de basar-
rica reconstruida únicamente para su gloria (como si se en el principio estético.
todas las culturas anteriores hubieran trabajado para
la mayor gloria del arte), y en algunas excepciones Ph. P.: Usted se parece un poco al narrador de Les
contemporáneas que desobedecen precisamente a la Fruits d'or de Nathalie Sarraute, no puede hacer abs-
norma del arte y de la estética, para afirmar una pre- tracción de las conversaciones y subconversaciones que
destinación sin parangón con el resto. caracterizan a los esnobs culturales que frecuentan las
¿El arte es nulo o no es nulo? Es demasiado nulo exposiciones.

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J. B.: Los esnobs culturales son legión, pero la '0111 Ph. P.: ¿Eso no equivale a decir que ya no es posible
plicidad es colectiva. Existe una refracción de los rC( volver a la primitividad, a la espontaneidad de los colo-
tos de la cultura en todos los integrantes del cuerpo s(. r' y de las formas? Al final de su vida, D. H. Lawrence
cial. Disolución total de la cultura. El hecho es que r flexionaba en tomo a lo que podría ser una cultura
actualmente ya no podemos disociar el arte del dis ur S lar, y pienso en él porque su condena de lo cultural
so y del comentario. Los artistas lo necesitan. O van :1 me lo recuerda. Lo cultural establece una barrera a unos
buscado a otro sitio o lo manipulan ellos mismos. El procesos regresivos que, como todo el mundo sabe, pue-
arte, una vez escindido de un principio viviente de ilu- len llegar a ser progresivos. Cada vez tenemos un acce-
sión, se ha convertido poco a poco en una idea. Y alr '- so más difícil a lo que usted llama el acontecimiento
dedor de esa idea del arte, de la ideología del arte, de puro, a la inocencia de la mirada, a la desnudez de que
un arte abocado a las ideas o condenado a las formas hablaba Gornbrowicz: Lo cultural corrompe mis ins-
pasadas pero que se convierten poco a poco en ideas, tintos.
alrededor de esa referencia inmortal del arte en cuanto
que idea, es como se trama una gigantesca conspira- J. B.: Lo cultural depende de una tecnología. Lo
ción colectiva, una simulación estética de masas, que cultural no abarca únicamente los museos y los minis-
yo he denominado, para simplificar, el complot del terios, es un aparato de percepción y una técnica men-
arte. Pero es algo que creo realmente. En el arte actual tal. Hemos perdido de vista la idea de que, en el fondo,
(y no me refiero únicamente al mercado del arte, sino la pintura se impuso como un sistema de percepción.
a unos valores estéticos) creo que existe una complici- El arte es una elaboración artificial y como cualquier
dad vergonzosa, una complicidad, un «delito de inicia- elaboración artificial tiene que poder ser cuestionada,
do». Cabe preguntarse cómo todo eso sigue existiendo, no para recuperar una naturaleza, sino en nombre de
pero es como todos los complots, que, en general, no una ilusión más poderosa que la suya. En el fondo, es
sirven para nada. Es como los servicios secretos, cuya la existencia de todo ese fárrago cultural lo que consti-
eficacia es nula, pero la mitología del servicio secreto tuye en sí un misterio. Es algo que da la impresión de
persiste con toda su fuerza. Así pues, el fantasma del poder (y de deber) desaparecer de golpe. La regresión
arte se perpetúa merced a la complicidad de todos. a la que usted se refiere sería la posibilidad de retornar
Pero una vez más el arte no es lo único que está en a una forma de salvajismo que barrería esa superes-
cuestión: ocurre lo mismo con la historia, con la esce- tructura para poder preguntarse finalmente qué signi-
na política. El misterio real es el de su supervivencia, fica hacer aparecer y desaparecer unos objetos artifi-
no el de su desaparición. ciales. El arte ha perdido la noción de que es un
artificio, se ha asimilado en la época moderna a la idea

162 163
rousseauniana de un fundamento natural del hombre, t\untos de la creacion. ¿Qué significa sancionar las
y que basta con apartar la ilusión social para recup - r nnas y su invención mediante una legalidad indivi-
rada. Actualmente ha surgido la idea de que existe una d ial? No creo que el sujeto como tal sea responsable
creatividad natural del hombre que basta con resuci- d las formas, sólo lo es de los valores. Y existe en este
tar. Todo el mundo es capaz de crear, todos somos crea- punto, en nuestra concepción general del arte y de la
dores. Es una idea a la vez rousseauniana y naturalis- ultura, una gigantesca confusión entre las formas y
ta. Incluso nuestro principio de realidad está basado 1 s valores. La extensión de la democracia, de su prin-
en ella, en la idea de que el mundo tiene un fundamen- ipio legal e igualitario, al universo de las formas me
to objetivo y de que basta con alejar la ilusión para re- parece grotesca. Y en todas partes vemos el mismo
cobrado. La misma ciencia participa de esta objetivi- drama. En la medida en que el sexo se convierte en un
dad naturalista (por lo menos la ciencia tradicional). valor puede democratizarse, liberalizarse y moralizar-
se, pero pierde en ello todo el misterio de la seducción,
Ph. P.: A propósito de la asimilación del arte a la que que es una forma, un juego-combate con sus reglas en
usted aludía, Danta señala algo parecido, la afirmación absoluto democráticas.
de Joseph Beuys de que todo el mundo era un artista fue
un corolario (o una correspondencia) del igualitarismo Ph. P.: ¿Estaría en el origen de todo eso el principio
generalizado de Warhol. Podemos aceptar que la historia de la igualdad de condiciones?
del arte moderno es una ejemplificación de la historia de
los individuos modernos. "De la misma manera que la J. B.: En una perspectiva igualitaria, cualquier ob-
historia del arte figurativo tradicional de Occidente ha- jeto tiene el mismo derecho a figurar en un museo, allí
bía sido una ejemplificación de la afirmación de que las están todos, es la democracia absoluta, transfiguración
empresas humanas pueden realizar unos progresos rea- de la banalidad. En cierto modo, Warhol hace lo mis-
les.» ¿Está de acuerdo con este punto de vista? mo: universaliza la creación; lo que es una manera de
decir que ya no hay creadores. Está claro que si todo el
J. B.: Sí, existe una especie de moral idealista e mundo es creador se genera automáticamente la indi-
igualitarista de la creatividad, solidaria de la interacti- ferencia. Warhol se burla deliberadamente, en un acto
vidad y de la democracia política, la idea de que todos de purificación violenta, de esa indiferencia y dice: yo
disponemos en el fondo de la misma capacidad de jui- soy una máquina. La creatividad, a partir de su misma
cio. Por otra parte, es algo sancionado por una norma democratización, se vuelve maquinal. Desacralización
jurídica: todos tenemos el ejercicio legal de la propia radical. El mismo gesto que Duchamp.
libertad. Pero no existe ninguna norma jurídica en los Pero, en tal caso, ¿qué existe más allá de ese final,

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más allá de esas circunstancias? Es posible que \\11 /1 te que escapan a esta banalizacion.: Pollock, por
universo de objetos fetiche, como presentía Roger .1 i t'jl'llIplo.
llois. Es decir, unos objetos que, al igual que el fetich "
carecen de referencia, de sentido, de valor cultural, ha- J. B.: Sí, Pollock, y especialmente Hopper: "Yo no
blando con propiedad. Unos objetos más acá o más I j I1l una historia, pinto la luz en esa pared.» También
allá de la estética. Cabe imaginar una profusión sist - In id a de la abstracción ha sido un acontecimiento ea-
mática de objetos rituales, fetichistas, mágicos -d I I it 1.Desconstruir el objeto, reducirlo a sus elementos
tipo del gadget universal, ¿por qué no?-, o también pu- simples, a su geometría, es un tipo de abstracción que
ramente técnicos, artesanado electrónico o multime- cntronca directamente con la modernidad. La parado-
diático, falsificación total del mundo en la realidad vir- ja de la abstracción, y por tanto de la vanguardia del
tual; una especie de inmenso gadget que acabará por rte moderno, es que creyendo "liberar» el objeto de
eso con la imagen no sólo como representación, sino I coerciones de la figura para devolverlo al juego
como ilusión alternativa. En el fondo, es posible que puro de la forma, lo ha encadenado a la idea de una
todo lo que se crea actualmente sea esto: una suerte de structura oculta, de un~ objetividad más rigurosa y
objetos fetichizados en su transparencia y su insignifi- más radical que la de la semejanza. Ultrarracionalista,
cancia, sin juicio de valor, sin referencia y sin historia, ha querido quitar la máscara de la semejanza para ac-
intercambiables entre sí, como lo son en la actualidad ceder a la verdad analítica del objeto.
la mayoría de las obras de arte, en una especie de ge- Hay que decir que todo el movimiento, estético y
neralidad y de mundialización de la inspiración que político, de la modernidad camina en el sentido de esa
genera una irradiación universal de la cultura, irradia- verdad analítica. Ahora bien, la baza es exactamente la
ción de una extensión máxima y de un valor nulo. Pero contraria: hay que analizar de cabo a rabo la identidad
cuando Warhol practica esta especie de promoción para que aparezca la máscara. Hay que analizar de
universal del arte, es con una ironía feroz y a base de cabo a rabo la verdad para que aparezca la ilusión y la
una liquidación sin apelación posible, muy diferente secreta alteridad.
de la democracia cultural que está a la orden del día. Es más sutil el juego que lleva la realidad mediante
Duchamp y Warhol han sido los dos grandes instiga- la máscara, la semejanza mediante la trampa, y traba-
dores de una liquidación radical. Pero todo lo que fue ja con la ilusión a través de esa misma semejanza, ha-
liquidado resucita actualmente en un espacio museifi- ciéndola más exacta, más evidente, demasiado se-
cado. mejante para ser verdadera. Es el secreto de las
apariencias engañosas, y, en general, de toda figura-
Ph. P: Existen de todos modos unos anarquistas del ción más allá de la representación, y de su ilusoria su-

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peración en la abstracción, donde se agota el arte 1l1() dl.'l ir a y aleatoria, el reflejo del desecho y de la bana-
derno. I ilnd. Así por ejemplo, en la exposición sobre lo infor-
Así pues, la abstracción es la fase final de la exp ri 111' n Beaubourg, se nos mostraban desperdicios y de-
mentación, que ha durado todo el tiempo en que ha ." , pero en cualquier parte fuera de allí veías cien
habido formas y valores para desconstruir. Pero hay s mejor lo informe, y de una manera mucho más
un más allá del final. Más allá de la desconstrucción 'sp tacular que en los objetos ofrecidos como emble-
del mundo, intervienen todo tipo de compromisos, d . 111::\ -. Los objetos de museo no son más que las reli-

revisiones más o menos virulentas, de reconciliacio- [ui de un mundo actual a las que se ha prestado un
nes. Desde los años veinte, todo lo que reaparece ac- ti Ira artificial. Lo informe está en todas partes, salvo
tualmente bajo el marchamo de lo posmoderno ya está in todo caso en esa operación, donde se ven en primer
ahí, tomando como base una realización definitiva, es ligar los objetos informes, después los organizadores
decir, la abstracción realizada. Reconversión que supo- d la exposición que nos presentan lo informe de una
ne el retorno, en el desorden, y ya sin ninguna necesi- manera formal, y finalmente una conferencia en la que
dad estética, de todas las formas y figuras desconstrui- unos profesionales acud~n a explicar al público la
das. Rehabilitación, arrepentimiento: recurrencias y encia de lo informe, situación en sí misma muy for-
reciclajes. Todo lo que había desaparecido reaparece. mal en la que el público acaba completamente desin-
Pero ya nada tiene el mismo sentido, y ya no pertenece formado. Así pues, había por lo menos tres niveles en
al orden de la aventura estética. Estamos en el marco los que se lee todo el edificio de la cultura. La huelga
de un fetichismo que carece de final, porque no está de la limpieza del Beaubourg era del mismo tipo. Con
delante de nuestros ojos, es una resurgencia. Después dicha huelga, el centro, emblema de la cultura, se con-
del movimiento progresivo, asistimos al movimiento re- vertía en desecho, mientras que en su interior, en el
cesivo de la modernidad. Después del movimiento ana- marco de una exposición sobre los desechos, los detri-
lítico y dinámico, asistimos al movimiento irónico y tus se convertían en cultura.
póstumo. Es, según Hegel, la vida, móvil en sí misma,
de lo ya muerto. Pero es algo que se sigue presentando Ph. P.: Me gustaría que habláramos un poco sobre el
como arte, de lo que los museos y todas las institucio- cine. Con motivo de las celebraciones del centenario,
nes paralelas son el funeral home. Godard dijo que esa conmemoración «memorizaba los
El arte mismo, en su impulso de inventar una esce- honores, en lugar de honrar la memoria», era una mane-
na distinta de lo real, no tiene nada que ver con una ra de ironizar sobre las conmemoraciones, pero eso no
verdad analítica. A partir del momento en que ése es nos decía cómo ha evolucionado actualmente el cine, del
su objetivo, se convierte en el espejo de una realidad que Bazin afirmaba que era un arte popular, y del que

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Gilles Deleuze sostenía que es un pensamiento de pIe/1I1 '1 a que usted se refería ya no es la que era. Tal vez
derecho, que podía ser la imagen-movimiento cien ai10S '1" una ptomesa hecha para no ser cumplida, o al me-
después de su aparición. ¿Qué punto de vista tiene res- no cumplida más allá de las esperanzas suscitadas.
pecto de esto? ¿Cómo imagina el futuro del cine? P r otra parte, todas las promesas de la modernidad
¡; n del mismo tipo: han sido técnicamente satisfechas,

J. D.: También en este caso se aprecia una tenden- y nosotros habitamos como unos fantasmas, o unos fi-
cia irreversible hacia una pérdida de la magia cinema- urantes, un mundo que sólo puede repetir el efecto de
tográfica. Está claro que el cine no ha hecho sino reco- 'u mecanismo.
rrer un camino hacia un mayor realismo, que llegará
hasta las imágenes de síntesis, pero que ya está en la Ph. P.: ¿Así que desespera de recuperar la ilusión ci-
introducción del color, del relieve, en el cine de alta nematográfica perdida? Usted escribió en Krisis en no-
tecnología, que también, y en gran manera, se ha apo- viembre de 1996: « Todo parece programado para la de-
derado de la realidad, o de la hiperrealidad del mundo, cepción del espectador, al que no se ha dado otra tesitura
y ha conseguido sacar de ella toda la gama de los efec- que la de un exceso de cine que ha puesto fin a cualquier
tos especiales. Existen excepciones, Warhol, Altman, ilusión cinematográiica.»
Godard, Antonioni, que han sabido describir a través
de la imagen la insignificancia del mundo, es decir en J. B.: La mayoría de las películas actuales mues-
el fondo su inocencia, y contribuir a esa insignifican- tran, a través de la deriva sanguinolenta de los conte-
cia con sus imágenes. nidos, la pobreza de las historias y su tecnología artifi-
ciosa, un extraordinario desprecio de los cineastas
Ph. P.: ¿Llegaría al punto de decir que el cine sólo ha hacia su propio instrumento y su propio oficio, un des-
sido un paréntesis? precio soberano hacia la misma imagen, que prostitu-
yen todos los efectos especiales, y en consecuencia a
J. B.: Me parece que el cine ha caído en una especie costa del espectador, llamado a ser un mirón impoten-
de resentimiento por su propia cultura y su propia his- te de esa prostitución de imágenes, de esa promiscui-
toria, un juego de performance que roza el escarnio. Ya dad de todas las formas bajo la coartada de la violen-
no cree en ellas, pese a que dispone de posibilidades cia. En realidad, no hay ninguna violencia real en todo
infinitas, técnicas y estéticas, tal vez por esa misma ra- ello, nada que ver con un teatro de la crueldad; sólo
zón. Todas esas películas repletas de efectos especiales una ironía de segundo nivel, el guiño de las citas, que
serían más bien la fantasía de la propia máquina, una ya ni siquiera depende de la cultura cinematográfica,
máquina autista plena de funciones. La promesa del sino del resentimiento hacia sí misma de esa cultura
que no consigue su culminación, y se degrada infi I i 1: I IINA VISTADESPEJADA, O LA INCERTIDUMBRE
mente, siendo elevada la degradación a la categoría d\' I)Jlf'lNITIVA DEL PENSAMIENTO
una mercancía estética y espiritual, penosa y obsoJ 's
cente, que consumimos bajo el nombre de obra tll'
arte, con la misma complicidad socarrona con que S~I-
boreamos la degradación de la clase política. El sabo-
taje de la imagen por los profesionales de la imag 11
coincide con el sabotaje de lo político por los propi s
políticos.

Lo que en el objeto es irreductible al sujeto.


Lo que en el sujeto es irreductible a sí mismo, a los
onceptos y fórmulas que lo analizan, y con los que se
naliza.
Lo que en el intercamho es irreductible a la ley de
la equivalencia.
Lo que en lo social es irreductible a lo social mis-
mo (la parte maldita, la masa crítica). -
Lo que en la historia es irreductible a la historia: el
acontecimiento.
Lo que en la sexualidad es irreductible al sexo: la
seducción.
Recorrer todas las disciplinas para alcanzar el enig-
ma de su objeto. Utilizarlo de un modo transversal,
alusivo, metafórico, elíptico, irónico. No realista, ni
objetivo, ni metódico, ni referencial. ¿Acaso el análisis
no es en sí mismo una parodia de su objeto? Pero éste
tampoco es el soporte ciego de la interpretación. Aque-
llo de lo que podríamos liberamos una vez que hubie-
ra desvelado su sentido. Algo en él se ríe de nosotros y
de nuestros análisis.

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¿Cuál es entonces la obsesión, el móvil secreto, 1" luar a la vez el acontecimiento real y su significación
finalidad sin fin de este encadenamiento? Encontrar \,1 I inámica en la información, ni distinguir en ese proce-
punto irreductible que ofrece sobre el mundo una vi:-.I.\ s complejo la causa del efecto, ni el terrorista del
despejada. r hén en el síndrome de Estocolmo, ni el virus de la
Todas las disciplinas tienen una tendencia a V'I , lula en su simbiosis mortal, así como tampoco el su-
cómo se desvanece su objeto. Ya no queda otra verdad to y el objeto de la experimentación microfísica.
de la antropología que algunas sociedades primitivas, Ahora bien, si no podemos aprehender a la vez la
otra verdad que la actual revolución de toda nue 'LI'~\ nesis y la singularidad del acontecimiento, la apa-
lógica social a través de la creatividad del salvaje, cuya riencia de las cosas y de su sentido, una de dos: o do-
alteridad radical supera con creces la lógica realista 1, minamos el sentido y las apariencias se nos escapan, o
las ciencias humanas. La autenticidad de lo social es se nos escapa el sentido, y salvamos las apariencias.
tal porque en ella se encuentra el punto crucial doncl . Por la acción de esta incertidumbre, las cosas se alejan
se convierte en un fenómeno exponencial, donde al- cada vez más de su sentido y sin duda también las
canza el punto crítico de no retorno, cuando se desva- unas de las otras, ya que el mundo acelera su huida en
nece en las masas, o por el contrario se consume en la extrañeza y el vacío.
una incandescencia simbólica y en el desafío a sus Estadio estratosférico de lo económico, de lo políti-
propios valores. Así es también la autenticidad del co, de lo social, de lo estético. Signo atmosférico de la
análisis. De todas formas, cuando la sociología haya incertidumbre.
enunciado finalmente unas cuantas proposiciones co- Estudio cosmopolita, internacional, de los únicos
herentes sobre lo social, la sociedad llevará mucho acontecimientos posibles.
tiempo desaparecida. Ya está en vías de desaparición. Estadio metastásico, fractal, de la fragmentación
Sólo el metalenguaje sociológico conserva su memoria de todas las cosas que se dispersan en un espacio se-
fósil. cretamente despolarizado. Ya nada tiene la función de
La propia voluntad humana se vuelve traslúcida. significar, sino de rellenar el espacio vacío del lengua-
Cada una de nuestras acciones se encuentra en el mis- je, el cual se ha convertido en el lugar aleatorio de to-
mo estadio errático que la partícula microscópica, ya das las prorniscuidades, el lugar de la indiferenciación
no podemos evaluar a la vez sus fines y sus medios. No y de la obscenidad de la fórmula. Ya nada, ni las ideas
podemos calcular a la vez el precio de una vida huma- se confrontan. Todas las cosas se liberan de sus fuer-
na y su valor estadístico. De la misma manera que zas de repulsión .. Estadio de la reacción en cadena,
tampoco podemos calcular sistemáticamente la veloci- cuyo prototipo sigue siendo el de la energía atómica.
dad y la posición de una partícula, no podemos eva- La liberación nuclear de las repulsiones, entre ellas la

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de la información, transfiere todos los proces :.;~l 1111 I l IItll I arnente, sino por una especie de homologación
dimensión sin comparación posible con la hist riu. 11" 1111 I,lsL sica, por infiltración de un pensamiento me-
todas partes la liberación desencadena unos pro 'V',II ! 1 lnsi ,contaminador, virtual, inhumano. Somos los
exponenciales, completamente diferentes de los' 111111 1" ,! . fetiche de un pensamiento que ya no es el
brios simbólicos. Todas las funciones dejan de . ('1 IIII -stro, o que es su desarrollo incontrolable. Sólo po-
comparables, o descollantes, y pasan a ser expon ncIn d 111 . comprendernos a partir de un punto omega
les, superando su fin y su medida. Entran en una lu:'(' xl .ri r a lo humano, a partir de objetos mucho más
inacabable: la excrecencia o el coma. En todas pan '.. ,ti 'j dos, mucho más extraños que los de nuestras
la liberación provoca una fusión, y después una sup '1' .n ias, portadores de una incertidumbre radical y a
fusión de las energías. los que ya no podemos en absoluto imponer nuestros
En esta carrera hacia los fenómenos extremo s' .u dos de ver, a partir de objetos que se han converti-
desmoronan las utopías relacionadas con las diversas I para nosotros en extraños atractivos ... Perspectiva a
disciplinas (pues cada una de ellas genera un método y I'in de cuentas heroica: el pensamiento elige la vía de la
una utopía). Se acabó la subversión política, se acab ) r rnunciación antes que abolir su concepto realizándo-
la «liberación» del deseo o del inconsciente, o la hipós- I . Pensamiento criminal 'que, formulando el mal, la
tasis del significante, o incluso el leitmotiv utópico de ilusión, la seducción, el doble juego y el carácter irre-
la alienación ligada a una subjetividad radical. Final onciliable de las fuerzas que se reparten el mundo
del metalenguaje, final de la metafísica, final de la me- «real», se opone como tal al crimen perfecto que es la
táfora en favor del signo puro, del acontecimiento mpresa de reconciliación plena del mundo. Pensa-
puro. Ya que todo está realizado, nada ha caducado, miento que rompe con la impostura. Al igual que con
todo ya está allí, es decir, más allá del final. la verdad, eternamente velada como sabemos, y por
Única estrategia fatal: encontrar el irreductible tanto, eterna impostura.
punto ciego, tangencial, potencial, de reversión de to-
dos los sistemas. Y para ello: que el propio análisis se
convierta en objeto, objeto material, acontecimiento «No hay que creer que la verdad sigue siendo la
material del lenguaje, y que lo haga irónicamente. verdad cuando se le quita el velo.» Así pues, la verdad
Conservar el silencio, la ironía, el sinsentido irreducti- carece de existencia pura.
ble del objeto. Tomar en consideración la ironía objeti- No hay que creer que lo real sigue siendo lo real
va, la del mundo, jamás la propia. cuando hemos expulsado su ilusión. Por consiguiente,
Ya no es lo humano lo que piensa el mundo. En la lo real carece de realidad objetiva.
actualidad, nos piensa lo inhumano. Y en absoluto me-

176 177
IN ICE

I2L DESTINO DEL VALOR. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

Libro primero
¿POR QUÉ EXISTE NADA Y NO ALGO?
1. Fin de juego '. . . . . . . . . . . . ... . 17
2. «Un mundo de más» 44
3. El gran juego. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 66
4. Consideraciones actuales ,. 86

Libro segundo
EN BUSCA DE LAS FORMAS PERDIDAS
1. América, América... . . .. . .. . . . .. . .. .... . .. .. 125
2. «La foto es muy hermosa, pero no hay que
decirlo » 139
3. La infancia del arte..... .. . . . .. 158

UNA VISTA DESPEJADA. . . . . . ... ..................... 173

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